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Por
Roberto Ruiz Anderson
15/05/2023 – EL CONFIDENCIAL
En Perictione o De la libertad, Castro utiliza ese marco histórico y
social, cimentado en la herencia del legado platónico, para plantear
cuestiones como si es "posible leer y escribir sin cadenas" en los tiempos
que corren, o si es "la locura el modo más extremo de libertad". Todo ello
a través de cartas desde el punto de vista de la joven protagonista y
en forma de diálogo, con una manera de relatar que es reminiscente
de El Banquete por cómo cuenta la historia desde una perspectiva de
segunda mano, al estilo de lo que ocurría con Apolodoro. El nombre de la
protagonista, Perictione, hace referencia a la madre de Platón, que se
llamaba así.
Otro elemento llamativo es que son actrices quienes encarnan a los
comensales que eran masculinos en la obra de Platón: Carmen
Adrados es Sócrates, Carolina Neka es Agatón, Leyre Morlán es Fedro
y Reyes García es Alcibíades. Por su parte, el actor Eneko
Larrazabal interpreta al esclavo que lleva la bebida y comida a los
demás. Tal como explica su compañero Tony Galán, además de por
necesidades de elenco teniendo en cuenta que gran parte de la
compañía está formada por mujeres, no pretenden representar una
"veracidad histórica", e igual como no tienen 60 años ni hablan en griego
antiguo, tampoco sienten que tengan que ser fieles al sexo de los
personajes. Por ello, no es que se trate de reivindicar el papel de la
mujer, sino sencillamente de "encarnar lo que esas figuras simbolizan"
para ellas en la actualidad. Y la cosa funciona, porque estas actrices
logran transmitir ideas y emociones profundas representando a esos
personajes a su propia manera.
En cuanto al proceso de escritura de esta versión de El Banquete, Galán
cuenta que uno de los principales propósitos era mutar el tema central
de la obra, que ya no es tanto el amor (aunque sí sigue teniendo mucha
presencia) y pasa a ser el concepto del éxito y el legado cultural, y
qué significa para la compañía: cómo les inspiran escritos sobre filósofos
de hace milenios, qué cosas rescatan de la gente que ya no está y cómo
abordan su propia huella en los espectadores que acuden a verles y en
las personas con las que se relacionan a diario. Para dar forma a todo
esto, el dramaturgo escuchó atentamente los discursos que le traían
cada día sus compañeras, y les fue dando forma estructurándolos junto
con su propia visión, estableciendo también de forma natural qué actriz
se identificaba más con cada personaje. A Tony Galán y al resto de la
compañía les impulsa y fascina "la pervivencia de la palabra de
Sócrates, un tipo que no dejó nada escrito pero 2.500 años más tarde
seguimos sabiendo quién es, cómo era, qué decía y qué representaba,
y eso es impresionante".