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Sófocles (497 a.C. – 406 a.

C) nació en Colono, un pueblo limítrofe a Atenas,


hacia el año 496 a.C. en el seno de una familia pudiente. Su padre, Sofilo, era un armero
que le ofreció la oportunidad de recibir la denominada como educación ateniense, la
cual atendía con suma importancia tanto al cuerpo como a la mente. En este sentido, el
joven Sófocles se inclinó por la danza y la música, también por la gimnasia.

A la edad de 16 años, debido a su belleza física, su valentía y su talento musical,


Sófocles fue elegido para dirigir el canto coral (paean) a los dioses, para celebrar la
victoria sobre los persas en la batalla de Salamina. En el año 468 a.C. escribió 123 obras
para participar en los concursos anuales de teatro de las fiestas dionisíacas... En ellas se
dio a conocer al derrotar a Esquilo en el concurso, su mayor recompensa fue adquirir
que le llevó a tener notoriedad como poeta trágico. Sus 24 victorias fueron el hito inicial
de su carrera exitosa.

Fue el gran innovador de la técnica y la construcción del teatro griego al añadir


un tercer actor a los dos ya empleados por Esquilo, haciendo de esa manera que la obra
adquiriera mayor realce al aumentar el número de personajes en escena, aumentó
también el número de participantes en el coro, el cual pasó de doce a quince miembros.
También, presentó obras independientes. Aportó mayor dramatismo al prólogo,
introdujo los decorados adecuados para cada obra y aumentó el número de actores hasta
tres, lo que se conoce como tritagonista. Anteriormente solo había dos actores, por ello,
su aportación, permite la creación de tramas más complejas.

Sófocles escribió en torno a 123 tragedias de las cuales solo se conservan 7


íntegras: Edipo rey, Antígona, Áyax, Las Traquinias, Electra, Filoctetes y Edipo en
Colono.

Vivió en un contexto glorioso, durante los años de grandeza de Atenas, y su


muerte, aproximadamente en el año 405 a. C., coincide con el declive y la ruina
ateniense la cual le impidió presenciar la derrota.

Antígona

Antes de pasar a centrarnos en el conflicto o conflictos que subyacen dentro de


la tragedia: “Antígona”, considero pertinente dar distintas versiones sobre el origen y el
concepto de tragedia.
Para Nietche el origen y desarrollo de la tragedia, “… está ligado a la duplicidad
de los apolíneo y de lo dionisíaco (…)Con sus dos divinidades artísticas, Apolo y
Dionisio, se enlazan nuestro conocimiento de que en el mundo griego subsiste una
antítesis enorme, en cuanto a origen y metas, entre el arte del escultor, arte apolíneo y el
arte no escultórico de la música, que es arte de Dionisio: esos dos instintos tan
diferentes marchan uno al lado de otro, casi siempre en abierta discordia entre sí y
excitándose mutuamente a dar a luz frutos nuevos y cada vez más vigorosos para
perpetuar en ellos la lucha de aquella antítesis, sobre la cual sólo en apariencia tiende un
puente la común paralabra ‘arte’: hasta que finalmente, por un milagroso acto
metafísico de la ‘voluntad’ helénica’, se muestran apareados entre sí, y en ese
apareamiento acaban engendrando la obra de arte a la vez dionisíaca y apolínea de la
tragedia ática”,1

Bayer opina que “La tragedia desemboca en la misma concepción y es el


resultado del pesimismo de los elegíacos. Para Esquilo, el hombre es débil y se halla
sometido a las necesidades. Sófocles introduce un sentimiento nuevo: la grandeza del
hombre. (…) En Sófocles, el problema trágico de lo bello se asocia al problema moral.
Hace su aparición la kalokagathia cuya encarnación es Antígona. ‘Nada es más
hermoso que morir por cumplir su deber’…”2

Para Rios Restrepo “el gobierno democrático de los atenienses, debido a la


peculiar atmósfera social y cultural del siglo V a.C, en la que se privilegiaba la
participación y el disenso en los asuntos públicos, estimuló el nacimiento de un género
artístico en el que estas imágenes de alteridad podían expresarse para manifestar cierto
protagonismo, ausente en la vida real, en la trama de sus historias…”

Otra visión la maneja Vidal-Naquet al decir “La ciudad griega es un orden


humano que tiene sus propios dioses (…) es un tiempo fundado sobre la permanencia
de las magistraturas y la renovación de los magistrados; es un orden sexual que reposa
en la dominación política de los varones y la exclusión provisional de los jóvenes; es un
orden político en que se inserta más o menos fácilmente el orden familiar;(…) es la
combinación, la acción recíproca de estas inclusiones y exclusiones , lo que forma en su
conjunto el orden cívico. A la inversa, el orden- o el desorden- trágico pone en tela de

1
NIETZCHE, Federico El nacimiento de la tragedia, Edición: Proyecto Espartaco,
(http://www.proyectoespartaco.com), pág.11.
2
BAYER, R, Historia de la estética.Fondo de Cultura Económica- México pág.28.
juicio lo que dice y cree la ciudad. Discute, deforma, renueva, interroga (…) la tragedia
en su propia esencia, es un paso hacia el límite (…) no es necesario ver en la tragedia
una espejo de la ciudad; o más exactamente, ese espejo está roto y cada fragmento
remite a la vez a una realidad social y a todas las restantes, mezclando estrechamente los
distintos códigos: espaciales, temporales, sexuales, sociales y económicos…”

En otra postura, Nicole Loraux sostiene que “…la tragedia no es una mera copia
de la realidad social y política en la que nace: la tragedia hace que emerjan espacios
ficticios de representación en los que la ciudad democrática se faculta para conocerse a
sí misma desde otra mirada, una mirada crítica que da voz a la alteridad cuando es
puesta en escena. La mimesis trágica es una reinvención artística y crítica, un arco
trazado por el arte desde el mundo real hasta su representación poética en las tragedias,
(…) los personajes trágicos femeninos casi siempre mitológicos manifiestan rasgos de
ambigüedad, ante los ojos del varón que conservan aspectos precisos de las prácticas
sociales, pero también los cuestionan y desbordan, y por esta razón tampoco es válido
considerar la tragedia como una mera fantasía o delirio de los poetas.”

Otra idea del origen de la tragedia es la manejada por J.DE ROMILLY la cual
apunta que “… la tragedia solo podía nacer a partir del momento en que esas
improvisaciones religiosas, de donde debía surgir, fueran asumidas y reorganizadas por
una autoridad política que se basara en el pueblo (…) que el nacimiento de la tragedia
esté vinculado (…) a la existencia de la tiranía…”3

Sófocles en Antígona, va a manejar el papel de ella, como heroína trágica,


mostrar varias facetas de la posición de la mujer en Grecia y su papel en la sociedad, es
por tanto una lectura de un obra literaria que busca buscando quizás hacer oír esas
voces que en determinados espacios, eran acalladas, no tenían participación, ni podían,
como en el teatro estar o actuar, .En nuestro caso simbolizadas por una heroína trágica,
Antígona, no como mujer sino como representante de un género . Pero no se queda
dicha obra estática en la historia sino que los conflictos que allí se ven, van a perdurar a
lo largo de la historia, con lo cual los receptores de la misma van a poder realizar
distintas relecturas a lo largo del tiempo.

Nilda León sostiene que “uno de los hitos fundamentales en la historia cultural
de fines del siglo XX ha sido la aparición de la categoría de ‘género’ que cuestiona la
3
DE ROMILLY, Jacqueline La tragedia griega. Editorial Gredos, S.A. Madrid. 2011, pág, 17.
idea de ‘lo natural’ y señala que es la simbolización cultural, y no la biología, la que
establece las prescripciones relativas a lo que es propio de cada sexo (…) El género es,
entonces, una forma de asignación a seres humanos de propiedades y funciones
imaginarias ligadas al sexo. Los dos modos que asume el género en la mayoría de las
sociedades históricas y en la actualidad- femenina y masculina- constituyen
representaciones colectivas que les permite percibir y comprender su sociedad y su
propia historia a la vez que actúan como formadoras de sus nuevos integrantes. Los
individuos asumen los valores considerados masculinos o femeninos, en un proceso de
adquisición de género”.4

Es través de esta autora que podemos llegar a acercarnos al análisis de la


posición de la mujer en Grecia manejando distintas posiciones, así“...
tradicionalmente, las posturas de los helenistas han sido tres: una la de Wright quien en
1923 sostiene que las mujeres vivían recluidas en el gineceo, al estilo oriental, y eran
despreciadas por los hombres; otra la de Gomme, quien propone la tesis opuesta: para él
las mujeres griegas eran tan libres y respetadas como sus contemporáneas inglesas,
finalmente la de Ehremberg, que acepta que la mujer vivía encerrada y aislada de la vida
cultural, pero sostiene que el aislamiento era una forma de protección, ya que eran
estimadas y se les confiaba el gobierno del hogar1. Esta diversidad de opiniones se
explica por los distintos tipos de testimonios en que se basa cada historiador.
Recordemos que se trabaja con materiales heterogéneos: 1) los discursos de los oradores
áticos (siglo -IV), 2) El Económico de Jenofonte (siglo -IV), 3) evidencias
arqueológicas, sobre todo vasos decorados con escenas de la vida cotidiana, 4) obras
literarias (siglos -VIII al -IV) y 5) sistemas filosóficos (siglo -IV y -III). Estos
testimonios pertenecen a distintas épocas y lugares de Grecia, por lo tanto, si
consideramos que el género es una construcción cultural, no podemos aceptarlos como
homogéneos, sino que debemos tener en cuenta las diferencias históricas y
geográficas”5

Ella frente a esto enfatiza que dichas visiones son tan reales principalmente en
el siglo V ateniense por lo cual establece su elección como más certera y válida al

4
NILDA, León MADRES Y ESPOSAS EN GRECIA ANTIGUA CECYM. Centro de Estudios Clásicos y
Medievales. Cátedra I 83–92 (2003) Neuquén, pág. 83.

5
Ibídem, pág. 84
tomar “… la representación de las mujeres en la tragedia, consciente de que esa
representación no refleja de modo especular la situación ‘real’ de las mujeres en Atenas
sino los conflictos que se dan en la naciente democracia”6

A ello también podemos agregar la visión de Antígona como “el otro” como
alteridad, vista por Ríos Restrepo “Se entiende por tales a todos aquellos que los
griegos clasificaban, para poder pensarlos, en la categoría de lo diferente y cuyas
imágenes aparecían siempre deformadas, fuese el bárbaro, el esclavo, el extranjero, el
joven o la mujer, porque se los construía siempre en relación con el mismo modelo: el
ciudadano adulto”7

Así como la mujer como símbolo de género es vista y analizada desde


diferentes perspectivas historiográficas, de igual manera es su papel en la tragedia y el
mito.

De ello se desprende lo que opina Plácido Suárez, “La tragedia constituye (…)
un escenario privilegiado (…) en ella está presente la mujer de un modo destacado. Las
mujeres adoptan un protagónico y llevan la iniciativa (…) las mujeres de la tragedia no
reflejan sólo el conflicto de las relaciones de género, sino el conflicto de la sociedad en
general (…) la tragedia es campo privilegiado de la diacronía, donde se inserta la
historia de la humanidad. Si todo se centra en la Atenas del siglo V, es porque la Atenas
del siglo V se constituye en entidad en que la experiencia histórica pasa a formar parte
de la ideología presente. No sólo sirve para explicar los ‘orígenes’, sino la realidad
presente. Por eso el mito trágico es femenino de modo privilegiado (…) el problema del
derecho arcaico y moderno, de lo femenino y masculino, de la gens y de la tribu, se
integran a través del conflicto con fuerte protagonismo de la mujer”8

Más adelante en su libro expone que “… la ciudad democrática asume en la


tragedia la tradición aristocrática de los ciclos épicos, la ciudad masculina asume la
historia femenina ideológicamente integrada en el oímos. Así asume en el plano sexual
la misma feminidad que entre democracia y aristocracia, entre campo y ciudad. La
mujer griega está pues presente en la sociedad democrática y en la tragedia como
6
Ibídem, pág. 85.
7
RÍOS RESTREPO, Leydy Andrea, Antígona: La figura Femenina en la Tragedia Sofocleana. Fronteras de la
Historia, vol. 5, núm. 2, PP. 277-308, 2017. Universidad de Antioquía, Colombia, pág. 2
8
PLÁCIDO SUÁRES, domingo, La presencia der la mujer griega en la sociedad: Democracia y Tragedia.
Universidad Complutense de Madrid. BIBLID (0213-2052 (2000)18,49-63) Ediciones Universidad de
Salamanca. Pág.59-60
expresión privilegiada de la contradicción y la vitalidad de las relaciones humanas que
pueden clasificarse como clásicas, en el sentido que le confiere su proyección modélica
en la historia de la humanidad. De este modo, su protagonismo queda una vez más
subsumido dentro de un mundo dominado por la perspectiva masculina, que usa de la
mujer como instrumento para la comprensión de su propia realidad…”9

En suma, la tragedia parece nacer de referencia míticas donde encontramos el


desarrollo de la historias de los héroes y heroínas trágicas. En nuestro caso, no existen
rastros claros de un enfrentamiento mítico entre Antígona y Creonte. Pero sí algunos
autores ven o han manejado algunas hipótesis sobre el destino trágico de Edipo y de
sus hijos como producto de una maldición que comienza en Layo y se extiende a los
descendientes de Edipo.

En el texto, Antígona la idea de conflicto o conflictos reveladores entre dos


personajes o símbolos importantes en la obra, Creonte, símbolo del tirano actúa contra
Antígona, representante de la antigua aristocracia. Creonte es el que gobernante, el que
debe defender la ley, hacerla cumplir. Por tanto, de ello, se desprende otro conflicto
donde Creonte va a representar la ley derivada de los hombre en oposición a Antígona
que pasa a ser símbolo de la ley de los dioses a través de su desobediencia de enterrar a
su hermano Polinices y así lo sostienen en la obra: “Antígona- No fue Zeus, el que los
ha mandado publicar, ni la Justicia que vive con los dioses de abajo la que fijó tales
leyes para los hombres. No pensaba que tus proclamas tuvieran tanto poder como para
que un mortal pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses.
Éstas no son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dónde surgieron…”10

Rojas Peralta en su libro Antígona y la Fratría o los Espectros de la Ley


conceptúa que “la pieza sofoclea pone de relieve dos oposiciones de dos personajes en
conflicto. En primer plano, Antígona y Creonte, en el segundo, como espectros cuyo
conflicto los vivos renuevan, Polinices y Eteocles. El conflicto es legal, ético como lo
vio Hegel, pero también es de la marginalidad, porque más allá de la retórica de
Antígona y de Creonte, éste la ubica en la criminalidad, en la subversión y en la
traición. El conflicto es entre la ley, entendida como símbolo de la polis misma, y los
espacios que ella crea, visibiliza o invisibilidad. La ley es un espectro que vuela sobre
todos, y hace de todos, sobre todo de aquellos que se oponen a la ley de la ciudad,
9
Ibídem, pág. 61
10
SÓFOCLES, Antígona, Editorial Gredos, pág. 93
espectros o, si no se oponen, ciudadanos. Es en este sentido que la fratría es invocada
constantemente, tanto por Antígona como Creonte, para configurar el sentido de la ley y
de los espacios de la ciudad: entre la ley funeraria –la de los muertos- y la ley del orden
público –la de los vivos”11

Ana Escriber sustenta que “Creonte, el rey exhibirá el rol masculino, la preocupación
por preservar la integridad de la ciudad, por imponer el respeto a las leyes que
representan el patrimonio común de los ciudadanos. En función de ello no titubea en
entregar al príncipe Polynicio, su sobrino e hijo de Edipo al más horrible de los
destinos: ordena que su cadáver sea abandonado insepulto en las afueras de Tebas sin
recibir honras fúnebres, para que las aves de rapiña y los animales carroñeros se harten
con sus despojos (…) La suerte de Polynicio es horrible , porque una vez muerto y con
mayor razón si muere heroicamente, el griego –con la mediación de los
correspondientes ritos funerarios- es recibido nuevamente por los lares, se reincorpora al
hogar , a la particularidad que abandona para entregarse a la universalidad racional de lo
político. Si esos ritos se omiten- el ciudadano, desprovisto ya de su calidad de tal en
alguna forma cae en la nada, queda perdido (…) Antígona afirma, nació para participar
del amor y no del odio: su misión consiste en entregarse a la piedad filial exigida por las
leyes ‘no escritas ‘por las leyes divinas, eternas e inmutables, que obligan por sobre las
humanas”12

En contrapartida, Rodríguez Adrados aporta sobre dicho tenor: “En el sistema


democrático así esbozado, el poder del gobernante, aunque fundado en su arete superior,
no carece de control. Hemos visto que la ley y el nomos en general tienen como
finalidad el favorecer al mayor número y también que a esta conveniencia de la
comunidad responden las limitaciones impuestas al individuo y el castigo del que viola
la ley. De un modo paralelo, el gobernante tiene por fin «favorecer», y cuando no lo
hace está sometido a la crítica del pueblo. Como se nos dice en una frase muy
interesante, es más lógico que sea criticado que aplaudido, «pues no fue elegido para
hacer el mal, sino para favorecer», de igual modo que se critica al que no devuelve un
depósito y no se elogia al que lo devuelve. Es decir, el pueblo es el que concede el

11
Dr. Sergio Rojas Peralta ANTÍGONA Y LA FRATRÍA O LOS ESPECTROS DE LA LEY. En Claroscuro 2011,
Universidad de Costa Rica. https://revistas.ucm.es/index.php/INGE/article/view/54737. Pág. 1
12
ESCRIBAR, W, Ana, Antígona y las fuentes del conflicto moral según Hegel y Ricoer, Universidad de
Chile, pág. 70-
poder, pero éste es sólo un depósito y debe ejercerse en beneficio del pueblo, en cuya
mano está la sanción”13

Antígona además representa a la heroína trágica que sola lucha con su destino,
de ahí la no complicidad de su hermana: “Ismene- ¿Es que proyectas enterrarlo, siendo
algo prohibido para la ciudad? Antígona- Pero es mi hermano y el tuyo, aunque tú no
quieras. Y ciertamente, no voy a ser cogida en delito de traición.”14

Pero luego de estas palabras, Antígona elige hacerlo sola, pues sabe cuál va a
ser el destino de ella y de quien la ayude. Esa soledad sostiene Romilly es una soledad
producto de la falta de comprensión, ni de su hermana y menos de su tío.

Nuestra heroína, conjuntamente comprende cabalmente el temor de su hermana


pues se perfila ante ella como mujer, y como tal debe obediencia a la ley hecha por los
ciudadanos que son hombres, por lo tanto ella tiene claro su papel de subalternidad, ella
es mujer, su papel es la obediencia:”Ismene- …Y ahora piensa con cuánto mayor
infortunio pereceremos nosotras dos, solas como hemos quedado, si forzando la ley,
trasgredimos el decreto o, el poder del tirano. Es preciso que consideremos, primero,
que somos mujeres, no hechas para luchar contra los hombres, y, después, que nos
mandan los que tienen más poder, de suerte que tenemos que obedecer en esto y en
cosas aún más dolorosas que éstas”15

La mujer griega otro de los roles prototípicos es el de casarse y ser madres, es


tan fuerte dicho rol que hasta Antígona una vez que es sentenciada se lamenta de su
suerte y de su soledad “… Y ahora me lleva, tras cogerme en sus manos, sin lecho
nupcial, sin canto de bodas, sin haber tomado parte del matrimonio ni en la crianza de
hijos, sino que, de esto modo, abandonada por los amigos, infeliz, me dirijo viva hacia
los sepulcros de los muertos…”16 En este parlamento encontramos también cierto dolor
de parte de nuestra heroína pues no va a poder cumplir su papel de mujer, no va a
poderse casar, ni tener hijos, hay como un desdoblamiento de esta heroína que en ese
momento recuerda y lamenta lo que no va a tener.

13
RODRÍGUEZ ADRADOS; Francisco, La democracia ateniense, Alianza Editorial, 1993, pág. 186
14
SÓFOCLES, Antígona, Editorial Gredos, pág. 79.
15
Ibídem, pág. 79
16
Ibídem. Pág. 111-
Romilly frente a estas palabras sostiene que “Antígona sufre por su soledad,
pero ella ha reivindicado desde el comienzo y la acepta con entereza. Se lamenta pero se
dirige resueltamente hacia la muerte. Es decir, que el sufrimiento que nace de esta
soledad representa a la vez la condición y la consecuencia de la valentía heroica. Es el
anverso a la grandeza (…) esta ambivalencia se encuentra en todo momento en la obra
de Sófocles: el valor de todos sus héroes es de proporción superior al natural, y todos se
debaten en la soledad que su heroísmo exige”17.

Otro entrecruzamiento que ocurre en la obra es la actitud de Hemión desafiando a su


padre, pues él ama a Antígona mientras que Creonte ve en ella a una mala mujer.

Es de resaltar el suicidio de Antígona, al cual Pomeroy sostiene que dicha acción en la


mitología clásica era señal de cobardía y de aceptar por encima de todo su rol de mujer.

En conclusión, tomo las palabras de Rochel Cárcel al decir” A través del análisis de las
tragedias completas conservadas de los principales trágicos, se puede apreciar, por un
lado, un reflejo de la concepción general de la sociedad y, por otro, ciertas visiones
particularizadas que ayudan a que evolucionen las ideas sobre la vida y la muerte
presenta la tragedia.(…) En Sófocles la muerte parece vencer a la vida: no haber nacido
o volver cuanto antes al sitio de donde una ha venido, ésas son sus conclusiones,
cuando la vejez anuncia una muerte próxima.(…) Sófocles no ha dado ese magistral
personaje muerto en vida que es Antígona, una mujer- que, como tal, debería ser un
símbolo de la fecundidad y de la vida- y quien muere, sin embargo, infecunda,
sacrificando su vida para enterrar a un muerto porque prefiere aguardar antes a los de
abajo- que serán sus compañeros eternos- que a los de arriba. Sófocles busca en sus
obras las leyes eternas, aquello que escapa a la contingencia; en definitiva, está
buscando ser. (…) Sófocles aconseja que vivamos la vida azarosamente, que nos
dejemos llevar por la suerte de tal modo que, junto a la necesidad, conforme los dos
factores más importantes que juegan un papel en la vida humana. Una vida que está, en
definitiva, dominada por la divinidad, por el destino y el azar y que es misteriosa e
incomprensible para la razón”18

17
DE ROMILLY, Jacqueline La tragedia griega. Editorial Gredos, S.A. Madrid. 2011, pág, 93.
18
ROCHE CÁRCEL, Juan Antonio, Dimensiones sociales de la vida y la muerte en la tragedia griega. REIS.
Universidad de Alicante, pág., 251-252

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