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ORGANIZACIÓN, TIPOLOGÍA
DIPLOMÁTICA Y SISTEMAS DE ESCRITURA.
CANCILLERÍA CATALANA PRIMITIVA Se encuadra entre fines del siglo VIII en que se funda
la Marca Hispánica y el 1137, año en que se unen Aragón y Cataluña. Geográficamente
corresponde a las provincias de Gerona, Barcelona, parte de Tarragona y Lérida. Se distinguen
dos etapas: la de los condes dependientes de los monarcas carolinos hasta comienzos del siglo
X y la de los condes independientes hasta el fin del periodo. El territorio esta dividido en
condados siendo el de Barcelona el representante del poder central sobre el resto. Los
documentos anteriores a la destrucción de Barcelona por Almanzor (998) son pocos, los
posteriores incontables. La tradición documental presenta dificultades, pues muchas copias
pueden ser tomadas por originales. Cabe distinguir entre auténticos, interpolados y falsos;
en las copias, entre interpoladas y transcritas en cartularios.
- El canciller. Aparece en 1218 con Jaime I. Según las Ordinacions de Pedro IV debía
ser arzobispo, obispo o doctor en leyes. Su función consistía en presidir las
deliberaciones del Consejo Real, ordenar la expedición de documentos, suscribir
los privilegios, examinar notarios y jueces, controlar la marcha de la cancillería e
imponer multas.
- Vicecanciller. Suplía al canciller y dirigía la escribanía regia. Surge en el reinado de
Jaime I. Se ocupaba de los procesos y documentos criminales, debiendo ser un
laico experto en Derecho. Mientras la Corte fue itinerante, tenía que acompañar al
monarca, hasta que, con Martín I, se acuerda que se quede en palacio al frente de
la cancillería y para seguir al monarca se crea el cargo de regente.
- El notario guardasellos. Aparece a finales del reinado de Jaime I, sus funciones
fueron reglamentadas con Jaime II, consistiendo en guardar las matrices de los
sellos, excepto el secreto, que era guardado por el camarlengo; en hacer sellar los
documentos y en cobrar la tasa correspondiente. Pedro IV le da el título de
protonotario para controlar la redacción de los documentos y de dirigir a los
escribanos de mandamientos y de registro. A partir de 1365 se le asigna un auxiliar
al que se llama lugatenens.
- Secretarios. Aparecen con Jaime I y eran dos. Sustituían al canciller o al
vicecanciller durante sus ausencias, denominándose regens o lugartenens, uno
siempre al lado del rey.
- Escribanos. Con Ramón Berenguer IV hay de dos clases: unos fijos o de cancillería,
otros temporeros o de ocasión. En los reinados siguientes, hasta Jaime I, además
de los fijos, que no eran mas de dos o tres, había notarios permanentes, que
tenían escribanos a su servicio. Con Pedro III se distinguen el scriptor domini regis
para la preparación de documentos y el scriptor de domo, que cuidaba de los
registros. Ambos serán reglamentados por Pedro IV en sus Ordinacions. De los
primeros salen los selladores.
- Personal subalterno: Los veguers, morcers y portadores, que debían cursar los
mensajes y documentos de la cancillería, ayudar a los selladores y custodiar los
registros. Los portadores fueron regulados por Pedro III.
Sobre los tipos de documentos, Sevillano, según la materia scriptoria, los divide en
documentos en pergamino y documentos en papel:
Actas notariales. Empiezan por la notificación, seguida de la fecha con “quod”. A la intitulación
la sigue el verbo en tercera persona. Hay testigos y clausula notarial.
- Cartas reales de pequeñas dimensiones. Suelen ser mandatos con expresión de títulos
y dominios.
- Guías. Se reducen a la intitulación, disposición, dirección y fecha.
- Nombramientos de oficiales.
- Cartas de procura. Con notificación, intitulación, salutación, disposición y fecha.
- Registros en cuadernos de papel, donde se asentaban transcritos los documentos de
la Chancillería real, según la fecha de expedición del documento. Los primeros
registros aparecen con Jaime I. Su distribución serial empieza con Pedro III (1283). Es
importante la serie del “Sello secreto”, iniciada con Jaime II. La importancia de estos
registros se puede medir por su cantidad, unos cuatro millones. Estos registros
continúan hasta la Edad Contemporánea pero no se conoce el criterio de registro.
Con Jaime III hay dos etapas, la anterior y la posterior a la aparición de las Leges palatinae. El
personal de la cancillería se reduce a canciller, vicecanciller y escribanos. El primero ha de ser
doctor en leyes., su misión es guardar el sello del rey, corregir los documentos, examinar
jueces y notarios vigilar a los oficiales de cancillería. El vicecanciller ha de ser laico, perito en
derecho civil y entendido en asuntos criminales, su misión era examinar los documentos en el
aspecto jurídico, vigilar los correos, etc. A los escribanos les correspondía escribir el texto
documental y copiarlo en los registros.
Los documentos son similares a los de la Península, Sevillano los divide en: privilegios, cartas,
mandatos y documentos de administración. Entre sus elementos, el sello en cera y pendiente,
la tasa y su cobro sigue un sistema parecido al de Aragón.
Las noticias sobre el canciller de Navarra son pocas, parece que fueron eclesiásticos nobles.
Esto cambia con la dinastía Champagne, convirtiendo al canciller en uno de los oficiales reales
de mayor rango: jefe de cancillería, miembro de Consejo, etc. Es encargado de poner el sello,
por lo que siempre acompaña al monarca.
Los primeros reyes Champagne (Thubault I y Enrique I) tienen una discreta cancillería. Felipe I
de Navarra es quien nombra laicos cancilleres que solo son guardadores del sello. Los reyes
Evreux (Felipe III, Carlos II), vuelven al canciller eclesiástico pero francés.
Los notarios del rey expiden cartas reales, recibiendo instrucciones del canciller o vicecanciller.
Destaca el notario audienciero, encargado de presentar en la audiencia las cartas al canciller,
custodiarlas, sellarlas y entregarlas, cobrar la tasa del sello, repartir y mantener la cancillería.
Los secretarios del rey no pertenecen a la cancillería, imitando la costumbre francesa. Además
de la cancillería regia, hay cancillería de corte o tribunal de justicia real, con los llamados
notarios de corte (cinco notarías). También notarios de la cámara de comptos. Los
guardasellos del rey son notarios acreditados en las principales poblaciones del reino que
disponen de un sello autorizado en el que se autentican documentos. Estas notarías se
asientan por trienios.
CAROLINA Domina a partir del siglo X. En el XI, los documentos catalanes bajan de interés y
se unen a las características carolinas de Aragón: formas angulosas y geométricas que
conforma la minúscula diplomática. La carolina en Cataluña decae y desaparece entre la
segunda mitad del siglo XII y principios del XIII. En Navarra eclosiona la carolina con Sancho el
Sabio, en la segunda mitad del siglo XII, donde encontramos una escritura limpia, uniforme y
algo estirada. En el periodo Champagne la letra es carolina de transición a gótica. En Aragón, a
partir de Alfonso II, la carolina es completa con detalles cursivos.
GÓTICA CURSIVA Las de Aragón y Cataluña son distintas y con rasgos propios respecto a la
castellanoleonesa. Se caracteriza por el goticismo de sus formas, con claro contraste de trazos
finos y gruesos, letra ancha y astiles poco desarrollados, se denomina “letra aragonesa”.
Navarra tendrá una escritura propia que responde a un ambiente histórico-cultural propio con
escritura más afrancesada. Se distinguen dos momentos: el periodo Capeto con letra pregótica
o gótica y el periodo Evreux, la escritura tiende a ser gótica cancilleresca, con terminaciones
puntiagudas y algún ejemplar de bastarda francesa.
HUMANÍSTICA Entra con Alfonso V, sin que arranque la tradición aragonesa, pero dejándose
influir. Dada la mínima cursividad de la letra aragonesa, su confusión con la humanística es
alta.