Está en la página 1de 13

BLOQUE 2.

LA EDAD MEDIA: TRES CULTURAS Y UN MAPA POLÍTICO EN CONSTANTE CAMBIO


(711-1474)

1. Introducción.
2. Al-Andalus (711-1492).
2.1. Conquista musulmana de la Península Ibérica.
2.2. Evolución política de Al-Andalus.
2.3. Organización estatal.
2.4. Economía y sociedad.
2.5. Religión, cultura y arte.
3. Los reinos cristianos medievales (711-1474).
3.1. Formación y evolución de los reinos cristianos hasta el siglo XIII.
3.2. Proceso de reconquista y repoblación.
3.3. Evolución económica.
3.4. Régimen señorial y sociedad estamental.
3.5. Organización política de los reinos cristianos.
3.6. Los reinos cristianos en la Baja Edad Media.
3.7. Cultura y arte.

1. INTRODUCCIÓN

Entre los siglos VIII y XV la población hispana estuvo distribuida en tres grandes grupos:
musulmanes, cristianos y judíos, entre los que la convivencia no siempre fue fácil, pero sus
contactos mutuos resultaron muy enriquecedores para la cultura peninsular y para la europea.
En una primera etapa, entre los siglos VIII-X (Alta Edad Media), el poder musulmán
abarcó la mayor parte de la Península. En una segunda etapa, siglos XII-XIII (Plena Edad Media),
la situación se invierte y la España islámica se disgrega frente a la expansión de los reinos
cristianos. Por último, los siglos XIV y XV (Baja Edad Media) cerraron la Edad Media con una
crisis general que afectó a toda Europa.

2. AL-ANDALUS (711-1492)

2.1. CONQUISTA MUSULMANA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA


La presencia y rapidez de la ocupación musulmana en la península Ibérica se debió a
la confluencia de dos procesos simultáneos: la crisis interna de la monarquía visigoda y el
movimiento expansivo del Islam.
La debilidad de la monarquía visigoda, tanto por el excesivo poder de la Iglesia y la
nobleza como por el carácter electivo de la corona, provocaba intrigas políticas que
desembocaron, tras la muerte del rey Witiza, en la revuelta de don Rodrigo, duque de la
Bética, que ocupó el trono, lo que desencadenó una nueva guerra civil entre grupos
nobiliarios rivales.
Entretanto, los musulmanes, en plena expansión, aprovecharon las disputas en la
península para conquistarla. En 711, el gobernador del noroeste de África, Musa, envió una
expedición dirigida por Tariq con cerca de 12.000 hombres hacia Gibraltar para apoyar a los
partidarios de Agila, hijo de Witiza, que acabó derrotando al ejército del rey Rodrigo en la
batalla de Guadalete (711). En el 712 Musa se unió con un nuevo ejército a las tropas de Tariq
en Toledo y en poco tiempo (712-714) se consumó la conquista de casi toda la península.

1
La rapidez de la conquista se debió a diversos factores: los musulmanes apenas
encontraron resistencia debido al desinterés de la población por defender una monarquía con
la que no se identificaban, el carácter monoteísta de la religión islámica fácilmente asumible
para los conversos, la posibilidad de pactar la capitulación que se ofreció a los señores godos,
que pudieron conservar su poder y sus tierras a cambio de tributos, y la tolerancia con los
cristianos y judíos que caracterizó a esta primera oleada de musulmanes, que pudieron seguir
practicando su religión a cambio de un tributo.
Los musulmanes que se asentaron en Al-Ándalus constituían una población muy
heterogénea desde el punto de vista étnico – sirios, árabes, bereberes-, con acusadas
rivalidades, fundamentalmente por las diferencias que desde el principio se establecen entre
la élite de origen árabe y el grueso del ejército, de origen bereber, a la hora del reparto de las
tierras conquistadas, lo que supondrá un periodo de intensos enfrentamientos internos entre
los conquistadores.

2.2. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE AL-ANDALUS


a) Emirato dependiente de Damasco (711-756). Los nuevos territorios conquistados se
convirtieron en una provincia más del gran imperio Omeya y el califa de Damasco nombraba
a los gobernadores (emires).
Durante esta etapa, los musulmanes continuaron intentando realizar incursiones por el
norte de la Península, siendo derrotados por los astures en Covadonga (722). Tras intentar
penetrar en territorio franco, volvieron a caer en la batalla de Poitiers (732), lo que supuso el
fin de la expansión árabe musulmana en Europa.
b) Emirato independiente de Bagdad (756-929). En el año 750 la dinastía Omeya fue
derrocada tras la revuelta de la familia Abasí, que se adueñó del califato y trasladó la capital a
Bagdad. Todos los miembros de la familia Omeya murieron salvo Abd-Al-Rahman, que se
refugió en Al-Andalus donde, apoyado por los bereberes, se proclamó emir independiente con
el nombre de Abd-Al-Rahman I (756-788), aunque siguió reconociendo la supremacía
espiritual del califa Abasí.
En este periodo se produjo la consolidación del estado andalusí y el afianzamiento de
la autoridad del emir, gracias a la creación de un ejército permanente de mercenarios y a la
recaudación de impuestos, aunque también hubo frecuentes levantamientos y sublevaciones
contra el poder de los emires Omeya (bereberes en 820 o muladíes de Toledo en 850).
c) Califato de Córdoba (929-1031). En el año 929 Abd-Al-Rahman III (912-961) se
autoproclamó califa, rompiendo sus lazos de dependencia religiosa con Bagdad. El Califato de
Córdoba (929-1031) constituye el periodo de mayor esplendor económico, político, militar y
cultural de Al-Andalus.
Durante el mandato de Abd-Al-Rahman III el estado califal alcanzó su máximo apogeo,
cimentado sobre una gran prosperidad económica basada en: un importante comercio
marítimo con África, el papel de intermediario entre Oriente y Europa, innovaciones técnicas
en agricultura y artesanía, una saneada política fiscal y el cobro de tributos (parias) a los
núcleos cristianos del norte. Construyó, además, una ciudad-palacio, Medinat Al-Zahra, desde
la que gobernó su enorme imperio. Esta prosperidad material y cultural se mantuvo durante el
reinado de su hijo, Al-Hakam II.
Con Hisham II (976-1013), el poder fue ejercido por Almanzor, que desde el cargo de
hachib (una especie de primer ministro), estableció una dictadura militar, apoyándose en las
tropas bereberes y en los sectores religiosos más integristas. Para mantener la iniciativa militar
y obtener fondos llevó a cabo numerosas campañas contra los reinos cristianos del norte
(Santiago de Compostela, Barcelona…). Su muerte en año 1002 inició el proceso de
descomposición política que llevó al fin del Califato en 1031.
d) Reinos de taifas (1031-1090). En el año 1031 el Califato de Córdoba quedó
fragmentado en pequeños reinos independientes (27) conocidos como reinos taifas o taifas,

2
con menor poder económico y militar, y frecuentemente enfrentados entre sí. Eso favoreció
el avance de los reinos cristianos (Reconquista). La amenaza militar y la imposición de parias
por parte de los reinos cristianos acentuaron su debilidad política.
Tras la conquista de Toledo (1085) por parte de Alfonso VI de Castilla y León, los
reinos taifas pidieron ayuda a un poder norteafricano, los almorávides.
e) Almorávides (1090-1145). Los almorávides llegaron a la península en 1086. Se
trataba de una agrupación de tribus bereberes dedicadas a la ganadería, que poco antes
habían creado un imperio en el norte de África. Su característica principal era el rigor religioso.
Acabaron con las taifas, unificaron el poder político en al-Andalus y lograron contener el
avance de los cristianos hacia el sur. Pero su poder duró pocos años debido a la corrupción, el
fanatismo religioso, el aumento de impuestos, el avance cristiano y la conquista del Magreb
por nuevas tribus bereberes, los almohades. El vacío de poder dejado por los almorávides en la
Península Ibérica dio paso a unas segundas taifas.
f) Almohades (1146-1232). La invasión almohade comenzó en 1146, pero no
consiguieron reunificar Al-Andalus hasta 1172, convirtiendo a Sevilla en la capital de su
imperio hispano. Sus sucesivas victorias sobre los reinos cristianos (batalla de Alarcos, 1195)
llevó a estos a unirse y a derrotarlos en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), tras lo cual el
imperio almohade se desmoronó por una crisis interna (descontento popular, aumento de la
presión fiscal, falta de soldados), dando lugar al surgimiento de unas terceras taifas, que
sucesivamente fueron siendo conquistadas por los reinos cristianos, con excepción del reino
de Granada, que logró sobrevivir sometido al vasallaje de Castilla.
g) Reino nazarí de Granada (1237-1492). Comprendía las actuales provincias de
Granada, Málaga y Almería, más algo de Jaén y Cádiz. Fue fundado por Mohamed ben Naser,
que inicia la dinastía que da nombre al reino (nasríes o nazaríes). Para mantener su
independencia, aceptó convertirse en reino vasallo de Castilla y pagarle parias. La crisis
política castellana del siglo XIV les permitió alargar su vida hasta que los Reyes Católicos, al
proponerse poner fin a la Reconquista, conquistaron todo el territorio y pactaron con el rey
Boabdil la rendición de Granada en 1492.

2.3. ORGANIZACIÓN ESTATAL


La organización política del Estado musulmán fue ante todo autocrática. El gobierno
estaba centralizado en el palacio donde los emires o los califas ejercían un poder absoluto. La
administración pública estaba en manos de los diwanes (ministerios), dirigidos cada uno ellos
por un visir y, por encima de éstos, se situaba un primer ministro o hachib. La administración
de justicia recaía en manos de los cadíes.
El territorio de Al-Andalus estaba dividido en coras (provincias) a cuyo frente se
encontraba el valí (gobernador). Además, los territorios fronterizos con los cristianos estaban
divididos en marcas donde el gobernador tenía poderes militares.
Esta organización se sostenía gracias a los impuestos y a un poderoso ejército. Todos
los ciudadanos pagaban impuestos: los musulmanes la zakat, un especie de limosna
obligatoria, y los no musulmanes (mozárabes y judíos) un impuesto territorial (jarach) y la
chizya, un impuesto personal según los bienes que se poseía y que se debía pagar para poder
practicar su religión. Los impuestos extraordinarios también eran frecuentes y se establecían
según las necesidades del Estado. Entre esas necesidades se encontraba el mantenimiento de
un ejército permanente formado con numerosos mercenarios (bereberes, francos, eslavos) a
los que había que pagar para asegurar su lealtad, si bien los mandos se escogían de entre la
minoría árabe. El ejército era fundamental para el control de las fronteras y la política de
expansión militar.

2.4. ECONOMÍA Y SOCIEDAD

3
Frente al ruralismo del norte cristiano, con una agricultura poco productiva y de
autoconsumo, Al-Andalus tuvo un alto grado de urbanización y una agricultura orientada en
buena medida al mercado.
Los grandes latifundios de origen romano o visigodo siguieron subsistiendo e incluso
en algunas zonas surgieron otros nuevos. En ellos se siguió con la producción de la tradicional
trilogía mediterránea (cereal, vid y olivo), cuyo objetivo era su venta en el mercado urbano.
Además, los musulmanes desarrollaron una agricultura de regadío muy eficaz gracias a la
introducción de nuevas técnicas (norias, canales, acequias) y nuevos cultivos como la naranja,
el arroz, el algodón, la caña de azúcar y algunas especies (azafrán).
La artesanía adquirió una importancia excepcional en el mundo urbano. Destacó la
artesanía textil (seda, bordados, lino, algodón, etc.) para el consumo interno y, sobre todo, la
de productos de lujo para la exportación a Europa y Oriente. Asimismo, se desarrollaron
importantes talleres de orfebrería, de cueros, taraceas, papel, pergamino o armas. La mayor
parte de las actividades artesanales estaban en manos privadas, pero existieron también
manufacturas estatales como el tiraz de Córdoba, un taller textil donde se elaboraba y tintaba
la seda bajo supervisión califal.
En cuanto al comercio, durante gran parte de su existencia Al-Andalus controló las
rutas de oro del Sudán y este oro sería la base de un sólido sistema monetario basado en el
dinar de oro y el dirhem de plata, equivalente a la décima parte del dinar.
Los andalusíes comerciaban con los restantes países islámicos y con la Europa cristiana.
Se exportaban productos agrícolas (aceite, azúcar, higos, uvas), minerales y tejidos, y se
importaban especias y productos de lujo del Próximo Oriente; pieles, metales, armas y
esclavos de la Europa cristiana; y oro y esclavos negros procedentes de Sudán.
El comercio local se desarrollaba en las ciudades, por lo que en Al-Andalus se
desarrolló una extensa red urbana cuyo origen fue doble: antiguas ciudades romanas (Sevilla,
Córdoba, Zaragoza, Mérida…), que se revitalizaron y mejoraron, y ciudades de nueva creación
(Almería, Madrid…). Todas ellas se convirtieron en importantes centros industriales y
comerciales, donde se ubicaban los talleres artesanales y los zocos (mercados), en los que
abundaban los comercios al por menor.
Desde el punto de vista urbanístico, en las ciudades andalusíes predominaban los
planos irregulares y las calles estrechas para garantizar la defensa contra el calor, y solían
estar amuralladas en sus partes principales. Concebidas para la vida privada, en ellas
encontraremos pocos espacios públicos, que se situaban en la parte antigua, la medina, que
estaba presidida por la mezquita aljama (mezquita mayor), alrededor de la cual se establecía
el zoco o mercado y los baños públicos. Más allá de las murallas estaban los arrabales (barrios
extramuros de la ciudad).
La estructura social de Al-Andalus estaba determinada por criterios religiosos
(musulmanes y no musulmanes), pero sobre todo por la diferenciación étnica.
Entre los musulmanes podemos distinguir diferentes grupos según su poder: los
árabes y sirios, que ocupaban los altos cargos de la administración y el ejército, y poseían las
tierras más fértiles; los bereberes, los más numerosos, que ocuparon tierras y cargos de menor
entidad que los árabes; y los muladíes, población hispana que se convirtió al Islam, apartada
del poder y de situación humilde, que protagonizó muchas revueltas por los aumentos de
impuestos a que fueron sometidos y por su discriminación frente a los árabes.
Entre los no musulmanes nos encontramos con los judíos, minoría urbana que se
dedicaba al comercio, a la medicina y a la usura; y con los mozárabes, cristianos que residían
en territorio musulmán. A los dos grupos se les permitían sus prácticas religiosas y costumbres
a cambio del pago de un tributo especial. La tolerancia hacia ambos fue disminuyendo con el
paso del tiempo y muchos mozárabes acabaron emigrando a territorio cristiano con la llegada
de almorávides y almohades.
Los esclavos constituían el escalón social más bajo. La mayoría eran extranjeros y
fueron importantes en el ejército (eslavos) y en el servicio doméstico (negros).

4
2.5. RELIGIÓN, CULTURA Y ARTE
La religión islámica es monoteísta y según la tradición fue revelada directamente por
el arcángel Gabriel a Mahoma. El libro que recoge esa revelación es el Corán, de donde se
desprende que Alá (Dios) es el centro absoluto del universo y en torno a él deben girar tanto el
comportamiento individual como la organización de la sociedad. Todo musulmán debe seguir
los cinco pilares del Islam y la sociedad debe regirse por la sharia (ley islámica). Esta fusión
entre lo religioso y lo social hace que todo el poder se concentre en el califa.
A pesar de esto, la aplicación de la ley islámica en Al-Andalus no tuvo siempre el
mismo rigor, pues durante el periodo del califato de Córdoba y los primeros taifas dominó la
tolerancia religiosa, no siendo así con el rigorismo de almorávides y almohades.
Culturalmente, Al-Ándalus mantuvo un estrecho contacto con el resto del mundo
musulmán basado en el idioma común, el árabe, lo que le permitió actuar como intermediario
entre Oriente y Occidente, participando de la recopilación de textos literarios, filosóficos y
científicos que los estudiosos islámicos fueron recogiendo del mundo griego, persa e indio.
Será durante el periodo califal cuando se alcance un mayor desarrollo cultural gracias
a la prosperidad económica y a una cierta tolerancia intelectual. Con Abd-al-Rahman III y Al-
Hakam II se fundaron importantes bibliotecas, y Córdoba se convirtió en uno de los referentes
culturales y científicos del siglo X.
Destacaron especialmente en el género poético, la filosofía y la historia, con autores
como Ibn Hazm (El collar de la paloma), los filósofos Averroes (Comentarios a la obra de
Aristóteles) y el judío Maimónides, o los historiadores Ahmad al-Razi e Ibn Jaldun.
En el campo científico proliferaron los estudios de astronomía, matemáticas (difusión
de la numeración de origen indio) y medicina (Abulcasis).
El arte andalusí tenía una fuerte inspiración religiosa y se dio poca importancia a las
artes figurativas, por lo que el principal impulso artístico se dio en la arquitectura, siendo los
edificios más representativos la mezquita y el palacio.
La mezquita era el principal edificio religioso y se organizaba en torno a la quibla,
donde se localizaba el mihrab. La más sobresaliente es la mezquita de Córdoba. El palacio y la
alcazaba constituían los principales edificios de la arquitectura civil y militar. Entre los palacios
destacan el de Medina Azahara o la Aljafería de Zaragoza; entre las alcazabas las de Málaga,
Almería o Badajoz. Por último, en el arte nazarí destaca la Alhambra de Granada, un
conjunto compuesto por palacio, jardines y fortaleza, que servía como alojamiento al sultán y a
la corte.

3. LOS REINOS CRISTIANOS MEDIEVALES (711-1474)

3.1. FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DE LOS REINOS CRISTIANOS HASTA EL SIGLO XIII


A. Primitivos núcleos de resistencia (Siglos VIII-X). El territorio situado al norte de la
cordillera cantábrica y de los Pirineos había quedado al margen del dominio musulmán, por
ser zonas poco atractivas para estos. En esos territorios se habían refugiado algunos nobles
hispano-visigodos y fueron el escenario del nacimiento de los núcleos cristianos de la
península Ibérica.
a) Reino astur-leonés.
En el 722, el noble visigodo Pelayo y los indígenas astures derrotan en la batalla de
Covadonga a un ejército expedicionario musulmán. A partir de ese momento, comienza a
organizarse el reino de Asturias, con capital en Cangas de Onís. La consolidación del reino y su
expansión hacia Galicia y la Meseta Norte fue obra de Alfonso I (739-757), Alfonso II “el
Casto” (791-842) que traslada la capital a Oviedo, y Alfonso III (866-910) que consiguió llevar

5
la frontera hasta el Duero. Para controlar mejor las nuevas tierras, Ordoño II (914-924)
trasladó la capital a León y el reino asturleonés pasó a denominarse Reino de León.
Para defender el este de la Meseta se creó el Condado de Castilla, gobernado por
condes nombrados por el rey leonés. Uno de estos condes, Fernán González, se declaró
independiente del reino de León en la segunda mitad del siglo X.
b) Condados pirenaicos.
Carlomagno, emperador franco, quiso proteger su imperio de los musulmanes y
estableció una franja fortificada al sur de los Pirineos, la Marca Hispánica que fue dividida en
condados y gobernada por condes dependientes del emperador. Estos territorios fueron
independizándose en los siglos IX y X dando lugar a:
 Reino de Pamplona. Tras la batalla de Roncesvalles (778) se impuso en lo que se
denominó Reino de Pamplona la dinastía Íñiga, que expulsó a los nobles carolingios
hacia el 830 y cuyo primer representante fue Íñigo Arista. Este reino, origen del futuro
reino de Navarra, se fue ampliando con tierras de La Rioja y Aragón, y llegó a su
apogeo con Sancho III el Mayor (1000-1035) que extendió su poder a Aragón y
Castilla.
 Condado de Aragón. Los condados aragoneses (Aragón, Sobrarbe y Ribagorza)
estuvieron primero bajo la influencia de los carolingios y después de los navarros. A la
muerte de Sancho III el Mayor, el territorio se separó y se convirtió en reino.
 Condados catalanes. En la zona oriental de la Marca Hispánica existían varios
condados bajo dominio carolingio, entre los que el Condado de Barcelona predominó
sobre los demás. Wilfredo el Velloso reconquistó algunos territorios e inició un
proceso de independencia respecto al debilitado reino franco. Ya en el s. X, su sucesor
Borrell II dejó de prestar homenaje feudal al monarca francés y el Condado de
Barcelona pasó a ser un ente político independiente.

B. Consolidación de los reinos cristianos (siglos XI-XIII). Esta etapa se inicia con la
crisis del califato cordobés (1008) y el comienzo de los avances cristianos a mediados del siglo
XI. En ese momento la máxima autoridad era el monarca navarro Sancho III, el Mayor (1000-
1035). A su muerte (1035) su gran reino se repartió entre sus hijos y Aragón y Castilla se
convirtieron en reinos. Fernando I fue rey de Castilla, Ramiro I lo fue de Aragón (que acabará
absorbiendo los condados de Sobrarbe y Ribagorza que habían correspondido a su hermano
Gonzalo) y el reino de Navarra quedará para García de Nájera.
 Reino de Castilla. Surgió como tal con Fernando I, que consiguió también el título de
rey de León, pero a su muerte el reino se volvió a dividir, y no se unió de manera
definitiva hasta 1230 con Fernando III el Santo, exceptuando Portugal, que se había
independizado y convertido en reino en el siglo XI.
 Reino de Aragón. Tras la muerte de Alfonso I, se va a producir la unidad de Aragón y
Cataluña, cuando el nuevo rey Ramiro II case a su hija Petronila con el conde de
Barcelona, Ramón Berenguer IV, en 1137.
 Reino de Navarra. El reino de Pamplona, que fue anexionado temporalmente a
Aragón, volvió a ser independiente con Sancho VI (1150-1194) y pasó a llamarse reino
de Navarra.

3.2. PROCESO DE RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN


A. Reconquista.
Utilizamos el término reconquista para hablar del proceso de ocupación militar de los
territorios musulmanes de la península Ibérica por los cristianos entre los siglos VIII y XV.
Este término se basa en el derecho a la restauración de la monarquía visigoda y en el espíritu
de cruzada contra los infieles que se reforzó con el descubrimiento del sepulcro del apóstol
Santiago en Compostela. En este proceso podemos distinguir las siguientes etapas:

6
 Siglos VIII-X. Son siglos de superioridad de Al-Ándalus, pero la ocupación no era de
toda la Península, faltaba la zona al norte del Sistema Central y el valle del Ebro y la
cuenca del Duero, que era tierra de nadie. Lentamente los núcleos cristianos del norte
consolidaron su territorio y avanzaron tímidamente hacia el sur hasta que en el año
910 el reino asturiano alcanzó la línea del Duero.
 Siglo XI- primera mitad s. XII. Aprovechando la debilidad musulmana tras el fin del
califato y la disgregación en los reinos de Taifas, León y Castilla rebasan la Cordillera
Central y ocupan la cuenca del Tajo. Toledo cae en manos cristianas en 1085 y con ella
todo el territorio situado entre el Sistema Central y el río Tajo. Tras el freno impuesto a
la Reconquista por la invasión almorávide, el avance hacia el sur se reactivó en los
reinos orientales cuando Alfonso I de Aragón reconquistó Zaragoza (1118) y Ramón
Berenguer IV, conde de Barcelona, conquistó Tortosa (1148) y Lérida (1149).
Mientras, Portugal conquistaba Lisboa (1147).
 Segunda mitad del siglo XII. Tras la interrupción del avance con la llegada de los
almohades, poco a poco Castilla y León consiguió dominar el valle del Guadiana y los
pasos de Sierra Morena. En esta etapa se crean las Órdenes Militares de Calatrava,
Santiago o Alcántara integradas por soldados permanentes.
 Siglo XIII-siglo XV. Ante el creciente poder almohade los cristianos forman un
numeroso ejército dirigido por los reyes de Castilla, Aragón y Navarra y las Órdenes
Militares. El resultado fue la victoria en las Navas de Tolosa (1212) que supuso el
declive almohade y abrió definitivamente el avance cristiano hacia el valle del
Guadalquivir y Valencia. Portugal fue la primera en acabar su reconquista con la
conquista del Algarve (1239), Fernando III el Santo toma Córdoba y Sevilla (1252) y
Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, conquista Valencia y las Baleares (1276). Ya
sólo quedará en manos musulmanas el reino nazarí de Granada, que caerá en manos
de los Reyes Católicos en 1492.

B. Repoblación.
La repoblación es un proceso estrechamente unido a la Reconquista, mediante el cual
los reinos cristianos de la península Ibérica asientan a pobladores en las tierras ganadas a los
musulmanes, asegurándose así los territorios conquistados. Los monarcas podían llevar a
cabo esta tarea directamente (tierras de realengo) o delegarla en otras instituciones, como los
monasterios (tierras de abadengo) o la aristocracia (repoblación nobiliar). El proceso varió a lo
largo de los siglos, utilizándose distintos modelos:
 Repoblación por presura (s. VIII-X). El sistema de presura consistía en la simple
ocupación de tierras sin dueño por campesinos libres, a los que se les concedía la
tierra que cultivasen. Las zonas cultivadas con este sistema dieron lugar a la aparición
de pequeños y medianos propietarios, y a pueblos de realengo. Se aplicó a las tierras
al norte del Duero y zonas próximas a los Pirineos, donde los territorios estaban casi
despoblados.
 Repoblación concejil (s. XI y XII): el territorio era dividido en concejos o alfoces,
regidos por una ciudad o villa, en la que se instalaba un representante del rey y un
grupo de caballeros para su defensa. Una vez constituido el concejo, el rey otorgaba
un Fuero, Carta de población o Carta puebla que concedía libertades y privilegios a
sus habitantes para atraer a la población a una zona peligrosa de frontera. A los
nuevos pobladores se les concedía un solar para levantar su casa y tierras de cultivo. El
resultado fue el predominio de la propiedad mediana libre y la abundancia de tierras
comunales. Se llevó a cabo en las tierras entre el Duero y los Montes de Toledo y el
valle del Ebro.

7
 Repoblación de las Órdenes Militares (primera mitad s. XIII). Se trataba de zonas
extensas y poco pobladas, en cuya conquista habían destacado las Órdenes Militares y
por ello, estas recibieron grandes extensiones de tierra que dividieron en
encomiendas, al frente de las cuales estaba un comendador. El resultado fue el
predominio de los latifundios, dedicados a la explotación ganadera y cerealística. Se
llevó a cabo en el valle del Guadiana (La Mancha y Extremadura) y la provincia de
Teruel y el norte de Castellón.
 Repoblación por repartimientos (segunda mitad s. XIII). Tras la ocupación de una
ciudad los oficiales hacían inventario y repartían entre quienes habían participado en
la conquista viviendas dentro de las murallas y las tierras circundantes, que dividían en
lotes, donadíos. El resultado fue la creación de grandes latifundios en poder de la
nobleza, las Órdenes Militares y la Iglesia. Esto se aplicó al valle del Guadalquivir y al
litoral levantino de Castellón a Murcia.

3.3. EVOLUCIÓN ECONÓMICA


La economía de los primeros reinos cristianos durante los siglos VIII y X se basó en una
agricultura y ganadería de subsistencia, sin casi actividad mercantil y circulación monetaria.
Será a partir del siglo XI cuando se inicie una fase de recuperación económica con una mayor
diversificación agrícola, gracias a la incorporación de nuevas tierras de vid, olivo y huertas.
En la Corona castellana adquirieron gran importancia los cultivos de regadío de los
grandes valles fluviales (árboles frutales y horticultura), destinados a los mercados urbanos
cercanos. Pero destacó fundamentalmente como factor de desarrollo económico la ganadería
trashumante, que ocasionaba en sus desplazamientos frecuentes conflictos con los
agricultores, que se vieron desprotegidos frente a los ganaderos, que contaban con el apoyo
real gracias a los abundantes ingresos que la corona obtenía de esta actividad. El respaldo se
concretó en 1273 cuando Alfonso X permitió la creación del Honrado Concejo de la Mesta,
que agrupaba a los ganaderos y organizaba la trashumancia (cañadas, privilegios, derechos
de paso, etc.).
La ganadería castellana se basaba en la oveja merina, especie que producía una lana
de excelente calidad destinada a la exportación a través de los puertos cantábricos.
En cuanto a las actividades artesanales en Castilla, hay que destacar la producción
textil lanera, la metalurgia en la zona cantábrica y vasca, y la construcción naval que alcanzó
relevancia en Sevilla y en los puertos del cantábrico.
El comercio estuvo condicionado por la disponibilidad de monedas. A partir del siglo XI
las parias y la expansión militar hacia Al-Ándalus aportaron enormes riquezas, fue entonces
cuando empezaron a acuñarse monedas (Alfonso VI, en Toledo en 1085).
En la Corona de Aragón, la agricultura y la ganadería, al igual que en Castilla,
motivaron la expansión económica ligadas a los procesos de reconquista del territorio. Como
particularidad destacamos el impulso económico de las atarazanas de las villas costeras
(Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca…) que florecieron impulsadas por el desarrollo de la
actividad artesanal y comercial de la corona aragonesa. Todo ello propició un importante
despegue del comercio internacional, cuyos destinos eran Al-Ándalus, Castilla, norte de Italia y
norte de África. Este desarrollo motivó la aparición de ferias y nuevas instituciones
mercantiles (Consulados del Mar, mesas de cambio…).

3.4. RÉGIMEN SEÑORIAL Y SOCIEDAD ESTAMENTAL


Como en el resto de Europa, entre los siglos VIII al XIII se fue produciendo una
feudalización de la sociedad hispánica, lo que supuso que al final de este periodo
prácticamente todo la sociedad del territorio cristiano peninsular estuviera regida por una red
de relaciones señoriales, según las cuales los nobles obtenían rentas de sus propiedades y

8
ejercían derechos jurisdiccionales, mientras los campesinos disponían del dominio útil de la
tierra pero estaban sometidos a la jurisdicción señorial.
La sociedad feudo-vasallática estaba basada en la existencia de unos vínculos de
dependencia hacia un señor a cambio de un beneficio. La debilidad económica de los reyes en
esta época, los llevó a conceder a nobles y eclesiásticos señoríos territoriales (feudos) para su
explotación económica, que podían llevar aparejado unos derechos jurisdiccionales sobre la
población allí asentada (señorío jurisdiccional), con el fin de que éstos ejercieran el control
del territorio en su nombre. Por otra parte, con el avance de la reconquista, los campesinos
libres poco a poco vieron la necesidad de ponerse bajo la protección de los señores a cambio
de entregarles sus tierras, convirtiéndose así en siervos.
Por otra parte, la sociedad feudal era una sociedad fuertemente jerarquizada,
dividida en estamentos y de estructura piramidal. Así, en la cúspide estaba el rey, y a
continuación los estamentos privilegiados, nobleza y clero, que eran los propietarios de la
mayor parte de las tierras, estaban exentos del pago de impuestos y gozaban de leyes
especiales. Dentro de la nobleza podemos diferenciar entre la alta nobleza, propietaria de
grandes propiedades, y la baja nobleza (hidalgos, infanzones, caballeros…) que sufrió un
proceso de empobrecimiento paulatino al final de la reconquista. A partir del siglo XIV la
nobleza consiguió consolidar su posición social y económica al implantarse el mayorazgo. Por
su parte, el clero que poseía igualmente tierras y recibía el pago del diezmo, y también estaba
dividido en alto (obispos, abades…) y bajo clero (sacerdotes, monjes…).
Por último, en la base de la sociedad se encontraba el llamado estado llano formado
por campesinos, (la mayor parte de la población), libres en la mayor parte del norte peninsular
y sometidos a servidumbre en Cataluña y los latifundios del sur; y la incipiente burguesía de
las ciudades (artesanos, mercaderes…). Todos ellos pagaban impuestos (pecheros) y estaban
sometidos por relaciones de dependencia al rey o a los señores.
Al margen de esta sociedad existían dos minorías que a menudo fueron perseguidas:
los judíos y los mudéjares. Los primeros vivían preferentemente en las ciudades, en unos
barrios específicos (juderías o aljamas) y se dedicaban a la artesanía y al préstamo. Los
mudéjares, musulmanes en territorio cristiano, se dedicaban a la agricultura y se localizaban
principalmente en Navarra y la Corona de Aragón.

3.5. ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS REINOS CRISTIANOS


En las monarquías hispánicas medievales el rey ocupaba la cima del poder feudal. El
monarca se creía elegido por Dios para ejercer su poder y tenía un sentido patrimonial
respecto a su reino, considerándose el señor de todos los habitantes de su reino y el poseedor
del poder supremo aunque, en realidad, su poder estaba limitado por la autonomía de los
señoríos y los privilegios que ostentaban en parte la nobleza y la Iglesia.
La forma en la que los reyes ejercieron el poder dio lugar a dos tipos de monarquía:
- En Castilla se impuso un modelo autoritario en el que el rey tenía todo el
poder. En el siglo XIII se puso en marcha un proceso de centralización
administrativa y legislativa con la publicación del Código de las Siete Partidas
de Alfonso X y el Ordenamiento de Alcalá de Alfonso XI (1348). Sólo los
territorios vascos siguieron manteniendo sus normas y fueros particulares.
- En la Corona de Aragón se implantó un modelo pactista, por el cual el rey no
podía legislar sin las Cortes de los tres reinos que componían la Corona
(Aragón, Cataluña y Valencia), y además, se comprometía a respetar las leyes
(fueros o usatges) y costumbres de cada uno de ellos, si quería ser investido.
Por lo tanto, esa forma de gobierno provenía supuestamente de un pacto del
rey con sus súbditos, que ejercía a través de representantes en cada territorio
del reino (procuradores, gobernadores, lugartenientes o virreyes).

9
En torno a cada monarca surgió una corte de consejeros que le ayudaban en las tareas
de gobierno, lo que acabó convirtiéndose en el Consejo Real. Además, se crearon otras
instituciones para ayudar a la gestión del reino: la Curia (tribunal de justicia), la Cancillería
(órgano administrativo) y la Tesorería (encargada de las finanzas).
A partir del siglo XIII surgieron los Parlamentos o las Cortes, institución cuyo origen
eran las reuniones extraordinarias de la curia regia, en las que se integró el grupo de
ciudadanos, miembros de las diferentes oligarquías urbanas, junto a la nobleza y al clero. El
rey podía convocar reuniones a Cortes ante situaciones graves, pero el principal cometido de
esta institución era discutir y votar las peticiones económicas (subsidios) que realizaba el rey
para financiar sus campañas militares, a cambio de lo cual este se comprometía a tener en
cuenta las peticiones de los estamentos.
Las primeras Cortes creadas fueron las de de León en 1188 y las de Castilla en 1217,
que comenzaron a convocarse de manera conjunta tras la unión de ambos reinos. Las Cortes
castellanas siempre tuvieron un carácter consultivo y de aprobación de subsidios.
En la Corona de Aragón, cada reino (Aragón, Cataluña y Valencia) tenía sus propias
Cortes que además de votar impuestos tenían algunas funciones legislativas. En el siglo XIV
en Cataluña se creó una delegación permanente de las Cortes, la Generalitat, que se
encargaba de recaudar los impuestos y velar por el cumplimiento de las leyes.
En el reino de Navarra, la existencia de fueros limitaba el poder del monarca, al
obligarle a consultar algunas decisiones a las Cortes.
En cuanto a la administración local, la gestión recaía en manos de la oligarquía urbana,
formada por la pequeña nobleza y la burguesía enriquecida. En la Corona de Castilla, el órgano
municipal más importante era el concejo, que incluía a todos los vecinos, aunque el gobierno
recaía en los regidores. A finales del siglo XIV surgió la figura del corregidor, cuya función era
representar a la corona en los municipios, y tenía funciones judiciales y militares.
En la Corona de Aragón el gobierno de la mayoría de los municipios recaía en un
cabildo, presidido por un justicia o alcalde nombrado por el rey. Pero en Barcelona el
gobierno lo ostentaba el Consell de Cent (Consejo de Ciento), una asamblea electiva formada
por cien ciudadanos.

3.6. LOS REINOS CRISTIANOS EN LA BAJA EDAD MEDIA


A. La crisis bajomedieval. La Baja Edad Media (siglos XIV y XV), coincide con un
periodo de crisis general causada por el hambre, la peste, la guerra y los conflictos sociales.
A lo largo del siglo XIV se registraron numerosos ciclos de malas cosechas en toda
Europa, debido fundamentalmente a condiciones meteorológicas adversas. Cada vez que esto
ocurría, se rompía el precario equilibrio entre población y recursos y se desencadenaba una
crisis de subsistencias. La escasez de trigo provocaba su encarecimiento y aparecía la
amenaza del hambre, que debilitaba a la población y la hacía más propensa a contraer
enfermedades como la peste negra o bubónica, de la cual se produjo una terrible epidemia. La
Peste Negra se originó en Asia, desde donde se difundió a toda Europa y a las riberas del
Mediterráneo. A España llego en 1348 y se extendió rápidamente desde las islas Baleares y las
localidades de la costa levantina hacia el interior peninsular, provocando una grave crisis
demográfica, ya que falleció un 40 % de la población de la Corona de Aragón y un 25 % de la
de Castilla.
Ante las dificultades económicas y la disminución de las rentas por la caída
demográfica, los señores feudales reaccionaron tratando de recuperar sus pérdidas
usurpando tierras y prerrogativas de los reyes e imponiendo nuevas cargas señoriales a los
campesinos (“malos usos”).

10
La situación de descontento generalizado de la población desembocó en el estallido de
numerosos conflictos entre grupos sociales: rebeliones campesinas de carácter anti-señorial
(revuelta Irmandiña en Galicia y movimiento remensa en Cataluña), enfrentamientos
urbanos (entre la Biga u oligarquía comercial, y la Busca, que representaba a los artesanos, en
Barcelona) y pogromos contra los judíos, a los que el pueblo llano odiaba por su prosperidad
económica.

B. Evolución política. La crisis económica y social que se inicia en el siglo XIV tuvo
también su expresión política en la pugna entre los monarcas y la nobleza por el poder, lo que
desembocó en enfrentamientos políticos y guerras civiles.
En Castilla los nobles quisieron afianzar su predominio social e imponer su voluntad a
los monarcas, por eso se opusieron a Pedro I (1350-1369) que quiso someterlos y apoyaron a
su hermano Enrique de Trastámara. Tras una guerra civil (1366-1369), el bando nobiliario
venció y proclamó rey a Enrique II, iniciándose la dinastía Trastámara en Castilla. El nuevo
rey, en agradecimiento a los nobles por su apoyo, les concedió importantes privilegios.
Además, para reforzar el poder real, limitó las funciones de las Cortes, creó la Audiencia
(máximo órgano judicial) y reformó el Consejo Real.
Los conflictos se sucedieron durante los reinados de Juan II (1406-1454) y Enrique IV
(1454-1474), y finalizaron con la guerra civil que enfrentó a Isabel de Castilla y su sobrina
Juana (1474-1479).
También en la Corona de Aragón los problemas políticos se centraron en los
enfrentamientos entre el monarca y la nobleza. En esta lucha, el rey acabó imponiéndose con
el apoyo de la burguesía catalana.
Al morir sin descendencia el monarca aragonés Martín el Humano (1410), se produjo
una grave crisis política que se resolvió en el llamado Compromiso de Caspe (1412), un
acuerdo entre los representantes de cada uno de los reinos que componían la corona, que
eligieron rey a Fernando I de Antequera, de la familia Trastámara, la misma que reinaba en
Castilla.
A mediados del siglo XV Cataluña se vio sacudida por una guerra civil que enfrentó a
la monarquía con la nobleza y las clases dirigentes, y en la que participaron también los
payeses de remensa y grupos urbanos de Barcelona, agrupados en la Busca y la Biga. El
bando real se impuso tras diez años de guerra (1462-1472), pero no se solucionaron los
problemas que originaron el conflicto. La pacificación total del campo no se produjo hasta que,
en la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), Fernando el Católico abolió la remensa y los
malos usos, aunque mantuvo el régimen señorial.
Por último, Navarra afectada por la crisis demográfica y económica, conoció
disensiones políticas que derivaron en una guerra civil en 1447, motivada por el
enfrentamiento entre Juan II (rey de Aragón), casado con Blanca de Navarra, y su hijo Carlos
de Viana. Los navarros se dividieron en dos bandos: los beaumonteses que apoyaban a Carlos
y los agramonteses que apoyaban a Juan II. El conflicto se prolongó hasta la intervención de
Fernando el Católico (hijo también de Juan II) que estableció un protectorado sobre el reino
que, finalmente, incorporó a Castilla en 1515.

3.7. CULTURA Y ARTE


En los primeros siglos de la Edad Media, en los reinos cristianos la cultura se desarrolló
en los monasterios rurales, donde los monjes copiaban a mano obras religiosas, o de la
antigüedad clásica, y fueron creando pequeñas bibliotecas donde se preservó parte de la
cultura antigua y del propio saber de la época. En ellos, además se crearon escuelas monacales
que, hasta el siglo XI, fueron los únicos centros de instrucción elemental.

11
A partir del siglo XIII, el relevo de los monasterios lo tomaron las ciudades, donde se
crearon las escuelas catedralicias y las universidades, fundaciones regias pero con
autorización papal. La primera universidad creada en la península fue la de Palencia (1212).
Por otra parte, en la península hubo un contacto fluido entre intelectuales cristianos,
musulmanes y judíos, relación que quedó plasmada en la creación de distintos centros de
traducción, entre los que destacó, a partir del siglo XIII, la escuela de traducción de Toledo,
que permitió que llegara a Europa buena parte del saber clásico y oriental.
Otro fenómeno cultural de gran importancia fue la aparición de la literatura en
lenguas vernáculas provenientes del latín: castellano, gallego y catalán. Destacaron obras
como el “Cantar del Mío Cid en castellano, las Cantigas de Santa María en gallego, o las obras
de Ausiàs March o Joannot Martorell en catalán.
Pero el hecho cultural más sobresaliente del periodo fue el surgimiento del Camino de
Santiago tras el descubrimiento de la tumba del apóstol y la construcción, dos siglos después,
de la Catedral de Santiago de Compostela. La llamada ruta jacobea se convirtió en el principal
vehículo de difusión cultural a través del cual penetraron modelos literarios (cantares de gesta)
y artísticos (arte románico y gótico) al tiempo que, en sentido inverso, la cultura hispano-
musulmana llegaba a Europa.
En cuanto al arte de los territorios cristianos, desde el siglo VIII hasta el XV fue casi
exclusivamente religioso y experimentó grandes cambios. Se puede clasificar en cinco grandes
estilos:
 Arte asturiano (mediados del siglo IX). Aportó innovaciones como la bóveda de medio
cañón, los arcos fajones (de refuerzo) y los contrafuertes. La obra cumbre es Santa
María del Naranco (Oviedo).

 Arte mozárabe o de repoblación (siglo X). Introdujo en edificios cristianos algunos


elementos propios del arte islámico como el arco de herradura (Iglesia de San Miguel
de la Escalada en León). También son interesantes las miniaturas de esta época.
 Arte románico (siglos XI-XII). La pintura y escultura quedaron supeditadas a la
arquitectura, que se caracteriza por su solidez (edificios en piedra) y escasa
iluminación, lo que invitaba al recogimiento espiritual. Como elementos
arquitectónicos destacan: la bóveda y el arco de medio punto, fuertes sistemas de
soportes, y gruesos y pesados muros con pequeñas y pocas ventanas. En el Camino
de Santiago surgieron las iglesias de peregrinación, cuyo exponente máximo es la
catedral de Santiago de Compostela. La pintura y la escultura son sobre todo de tema
religioso, de escaso realismo y con figuras simbólicas y geométricas. Ejemplos
representativos son el Panteón Real de San Isidoro de León y los ábsides de Santa
María y San Clemente de Tahull.
 Arte gótico (siglos XIII-XVI). Es un estilo urbano, cuyos edificios más emblemáticos son
las catedrales. Las catedrales góticas son más altas y estilizadas que las románicas
gracias al arco apuntado y a la bóveda de crucería que llevaban el peso de las
cubiertas a los contrafuertes exteriores por medio de los arbotantes. Esto permitió
aligerar los muros y abrir grandes ventanales llenos de vidrieras policromadas que
iluminaban el interior. Destacan las catedrales del Burgos, León, Toledo, Palma de
Mallorca, Barcelona o Sevilla. En cuanto a la pintura y la escultura, ahora adquieren
mayor realismo y naturalidad. La pintura aparecía ya no en el muro, sino en las
vidrieras, sobre tabla o en retablos, llenos estos últimos también de esculturas.
 Arte mudéjar (finales siglo XII al XVI). Fue un estilo exclusivamente hispano, que se
limitó a la arquitectura y algunas artes menores. Utilizaba materiales más pobres que
el románico o el gótico, fundamentalmente ladrillo, e incorporó el uso de elementos
islámicos como arcos polilobulados, cubiertas con armaduras de madera, decoración

12
geométrica, etc. Ejemplos reseñables de este estilo son los Reales Alcázares de Sevilla
o la Iglesia de San Tirso en Sahagún (León).

13

También podría gustarte