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El origen del notariado hay que situarlo en el siglo XII el cual arraigó en el seno de la
Iglesia y se extendió a otros lugares de la geografía europea, lelgándo en el siglo XIII, a la
corona castellana. Aquellos primeros notarios, ejecutaban su trabajo en las zonas más
frecuentadas de la ciudad.
La Edad Media supuso un cambio en la concepción de la escritura, y su utilización,
y sería a mediados de aquella époc ahistórica, cuando se fue imponiendo cada vez de
una forma más frecuente el registro de documentos revestidos de fe publica. El notariado
cada vez era más necesario dentro de una sociedad que poco a poco se vió en la
necesidad de contar con documentos públicos, donde quedasen recogidas todo tipo de
transacciones. Este hecho no ocurrió solo en castilla sino que en el continente europeo
promovido desde Italia, y sobretodo desde Roma, se fueron imponiendo estas prácticas
estipulares, así en la Edad Moderna, los escribanos y notarios vivieron un auge en su
labor. A ellos, acudían todo tipo de personalidades, desde aquellas que pertenecían a las
élites locales hasta el campesino que no sabía ni leer ni escribir pero que se veía en la
necesidad de recoger por escrito aquellas parcelas de su vida diaria, para poder preservar
sus derechos y el de sus sucesores. Ya el derecho visigodo recogía esta idea de
estipularidad, pero en vez de demonarse escribano o notario se denominaban escriptores.
Estos escriptores no solo recogían por escrito los instrumentos privados de la vida
cotidiana de los ciudadanos, sino que su labor se ampliaba a la relación de los actos
judiciales, ambas labores también la heredarían los escribanos. En las primeras centurias
de la Edad Media esos escribanos ejercían su labor a ruego de terceros. Quienes
contrataban sus servicios para fijar por escrito y revestir de fe pública sus asuntos
personales. Será a partir del siglo XII, cuando se empiecen a denominar escribanos.
Estos a su vez, se denominan así para imponer distancia con los denominados notarios
apostólicos. La labor de estos últimos, era registrar pos escrito todo aquello que surgía en
el seno eclesiástico. Sin embargo, esta línea la traspasarían los escribanos en numerosas
ocasiones y viceversa.
Muchos especialistas y estudiosos se han dedicado a la institución notarial, y han
realziado múltiples definiciones de escribano, pero todas ellas tienen en común el
definirlos como aquellas personas que registran por escrito múltiples transacciones a
ruegos de terceros, cuya característica principal es el de revestirlos de fe pública. Esta es
la principal caracteristica no solo del denominado escribano publico, sino también del
escribano de concejo o cabildo. Pero no unicamente la fe pública define y caracteriza al
escribano numerario; la definición completa sería "aquel que podía ejercer en las
ciudades, villas, pueblos, o distritos al que estaba asignado, sin que allí pudiera ejercer
ningún escribano no asignado previamente como del número señalado".
Todo escribano tenía su signo identificativo, junto con su firma, y así autorizar todos
los contratos que ante el pasaban. Del mismo modo, que lo utilizaban en las diligencias
judiciales. No será hasta el siglo XIX, concretamente en el año 1862, con la denominada
ley orgánica del notariado, cuando se separen los quehaceres judiciales y extrajudiciales,
conformando el notariado que ha llegado hasta nuestra sociedad.
El escribano asumía dos funciones cardinales, una escrituraria y otra actuaria.
Dentro de la primera, quedaban albergadas todas las acciones de la vida privada de los
ciudadanos, mientras que la función actuaria concernía a las actuaciones en la
administración municipal y en la judicial. El oficio de escribano reportaba un
reconocimiento en la sociedad a aquel que lo ejercá, además el escribano gozaba de
beneficios y prerrogativas, sobretodo fiscales.
Existían diferentes tipos de escribanías. Existían los denominados escribanos de
fechos, y las denominadas escribanías especiales, que eran las de alcabalas, cientos,
millones, naos etc.
Los escribanos conformaban un grupo socioprofesional que tenía una cierta
conciencia de superioridad. En la cultura popular española, ha quedado recogido los
abusos cometidos por estos oficiales, sobretodo en el refranero: "Escribanos, alguaciles, y
procuradores, todos son ladrones", y "Escribano, puta, y barbero nacen en un prado y
van por un sendero"; estos dos ejemplos de cultura popular, no son más que una muestra
de botón del pensamiento general de la sociedad, que veía como constantemente los
fedatarios (escribanos), hacían un mal uso de su oficio, y los gravámenes que imponían
eran muy superires a los verilos. Reflejo de esto que se apunta, también lo encontramos
en la literatura culta, como por ejemplo en las obtas de Zorrilla y Cervantes, entre otros.
El licenciado vitriera, de cervantes: "Siendo un oficio el de escribano sin el cual andaría la
verdad por el mundo, asombra de tejados corrida y maltratada"
El protocolo notariales
El protocolo notarial ofrece información abundante sobre las diferentes actividades, que
tenían lugar dentro de su sociedad. Son el resultado de la actividad de las notarías, y su
proceso, o procedimiento. Es inalterable prácticamente desde el siglo XIV, hasta el siglo
XIX. Es decir, que la forma que tienen los protocolos son prácticamente iguales. ¿Cuales
son? Pues, por ejemplo, hay un borrador que se llama la minunda; cuando se va a poner
en limpio a ese borrador, a ese cuaderno en limpio se le llama cisterno. A partir, del siglo
XVI, también se van introduciendo índices, consolidándose en el siglo XVII.