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SENSORIALES
¿Qué es un berrinche?
Un berrinche es un arrebato emocional que sucede cuando un niño está tratando
de obtener algo que quiere o necesita. Son bastante comunes en infantes y
preescolares, pero tienden a disminuir una vez que los niños desarrollan el lenguaje
y pueden expresarse mejor. Sin embargo, algunos son más propensos a tener
rabietas incluso cuando no son tan pequeños. Continúan siendo impulsivos y
teniendo dificultad para controlar sus emociones, enfadándose o frustrándose con
facilidad. Por ejemplo, puede tener una pataleta si no son los primeros en lanzar la
pelota en un juego de voleibol o si les prestan menos atención que a sus hermanos.
Gritar, llorar o agredir no son maneras apropiadas de expresar las emociones, pero
sucede por alguna razón. En definitiva, los niños pueden controlar esa conducta.
Incluso podrían detenerse en la mitad de un berrinche para asegurarse de que sus
padres o cuidadores los están viendo y luego continuar con la rabieta. Esa conducta
probablemente terminará cuando obtienen lo que quieren o cuando se dan cuenta
de que no lo obtendrán actuando de esa manera.
Diferentes estrategias para los berrinches y las crisis Las causas de las rabietas y
las crisis son diferentes, así como las estrategias que ayudan a controlarlas. Una
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diferencia importante de recordar es que los berrinches generalmente tienen un
propósito, los niños están intentando conseguir algo. Las crisis son reacciones a
algo, y aunque empiecen como un berrinche están fuera del control del niño. A
menudo los niños ponen fin a un berrinche cuando obtienen lo que quieren o si son
recompensados por comportarse de manera más apropiada.
Ese no es el caso con las crisis. Las crisis suelen terminar por dos razones: porque
los chicos están agotados o si la estimulación sensorial disminuye y se sienten
menos abrumados. Por ejemplo, su hijo podría comenzar a calmarse cuando salen
de la tienda de ropa.
Para controlar una crisis, ayude a su hijo a encontrar un lugar tranquilo y seguro
donde calmarse. “Salgamos de la tienda y sentémonos en un banco durante algunos
minutos”. Luego, actúe de manera tranquila y reconfortante sin hablar mucho con
su hijo. La meta es reducir la cantidad de estímulos a la que su hijo está expuesto.
Observar a su hijo tener una pataleta o una crisis, y preocuparse de lo que piensen
las otras personas puede ser estresante. Saber que esas conductas son comunes
y pueden mejorarse puede ayudarlos a ambos. Descubra otras maneras de
controlar los berrinches y las crisis. Conozca mejor el tipo de situaciones que
podrían desencadenar crisis en algunos niños. Obtenga sugerencias para lidiar con
el ruido y otras sensibilidades
Cada vez que nosotros ponemos un límite a un niño pequeño estamos regulando su
conducta, sin embargo, este mensaje negador del deseo del niño puede disparar
una fuerte emoción en el cerebro sin que haya madurado todavía la capacidad de
'racionalizar' o 'controlar' dicha respuesta emocional. Por ello solo observamos una
respuesta puramente instintiva y visceral.
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De esta manera, aunque nuestra parte lógica de adulto trate de llamar al
razonamiento y reflexionar con el niño, esto no sucede. En este momento la parte
emocional es la que tiene el control sobre la totalidad del cerebro, y, por ende, de la
conducta. La zona racional, además de estar en proceso de desarrollo y no poder
funcionar como la de un adulto, se encuentra temporalmente mermada por la
intensidad de conexiones y funcionamiento del sistema límbico.
Ahora que conocemos qué ocurre en el cerebro de los niños cuando tienen una
rabieta, ¿qué podemos hacer para gestionar este momento?
Por ello, el contacto físico, una voz con tono calmado y el contacto ocular son
mensajes de naturaleza emocional que pueden ser percibidas por un cerebro
enrabietado. Habla desde la emoción a la otra emoción.
No olvidemos que, tal y como se explica en 'Rabietas de los hijos y formas de actuar'
(del Centro Nacional del Desorden de Estrés Postraumático), los niños se sienten
más seguros cuando se tienen rutinas y ciertos hábitos. Por ello, debemos tratar de
mantenerlos para que los berrinches no estallen de forma tan habitual.
Asimismo debemos tener en cuenta que no son solo los niños entre los 2 y 3 años
los que sufren rabietas, estas respuestas pueden permanecer años más tarde. En
este momento deberemos evaluar de qué tipo son las rabietas, cuáles son sus
causas y detonantes y si pueden tener un origen cerebral como causa de una
inmadurez neuropsicológica o neurofuncional o un origen más emocional y familiar.
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Sea como fuere, debemos reconocer que las rabietas son una respuesta propia de
la primera infancia y que debemos percibirlas como parte del aprendizaje de nuestro
hijo en la regulación emocional y en el desarrollo de la inteligencia emocional.
¡Qué rápido crecen nuestros bebés! Cuando menos nos lo esperamos, ya están
soplando las velas de su segundo cumpleaños. ¡Qué adorables son! Adorables...
hasta que empiezan con las rabietas, los gritos, los 'no' constantes... Estamos
ante la crisis de los 2 años de los niños, los conocidos también como terribles 2
años o la adolescencia. y es que alrededor de los 2 años (si bien hay pequeños que
comienzan un poco antes y la terminan después de esta edad), pasan por un
momento 'de crisis'.
¿Por qué a los 2 años los niños están más testarudos que nunca? Los pequeñines
ya han dejado de ser bebés: ya pueden andar, empiezan a hablar... ¡pueden
descubrir el mundo que les rodea! Y, por supuesto, no quieren tener a un adulto que
vaya detrás de ellos para decirles que no pueden correr en ese lugar, que no pueden
tocar eso porque es peligroso o que no pueden llevarse a casa todo lo que ven en
la tienda... Los niños de 2 años están comenzando a gestar aquello que les gusta y
aquello que son, y nos lo quieren hacer ver.
Y es en este momento en el que empiezan a tener rabietas, nos dejan claro a través
de sus protestas qué quieren y qué no, reclaman más independencia mediante sus
quejas, tienen una visión un tanto egocéntrica del mundo que les rodea...
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- Consejos para padres de niños de 2 años
Ante esta pequeña gran crisis de los 2 años, los padres debemos establecer
límites y normas de forma respetuosa y cariñosa, pero con firmeza. Dado que son
pequeños, es importante que les demos a conocer estas reglas de una forma clara,
para que las comprendan. Los hábitos y las rutinas también son importantes en esta
corta edad, ya que enseñan a los niños y les aportan seguridad. Recuerda: la
empatía y la paciencia son las mejores cualidades que un padre de un niño de 2
años puede tener.
Una vez superada la crisis de los 2 años, pensábamos que no íbamos a tener que
enfrentarnos a ninguno de estos otros momentos peliagudos hasta la adolescencia,
pero... ¡ERROR! Aquí está la crisis de los 7 años para recordarte que tu hijo está
creciendo y está construyendo su propia identidad y personalidad. No te preocupes
ni te desesperes demasiado; igual que pasaste por la crisis de los 2 años,
sobrevivirás a la crisis de los 7 años.
Esta crisis, que suele producirse a los 7 años, pero que puede adelantarse a los 6
o retrasarse a los 8 porque cada niño es un mundo, se produce porque tu hijo está
reivindicando su 'yo'. A esta edad, los niños han expandido sus posibilidades de
desarrollo físico, pero también de su pensamiento. Quieren más y más libertad y
expresan su necesidad de encontrar un lugar en el mundo. Además, ya tienen las
posibilidades más amplias a nivel social y de lenguaje que antes.
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Es habitual que se rebelen contra las normas que les habíamos puesto hasta el
momento. Y a veces, lo hacen mostrando su rabia y enfado diciendo palabras
malsonantes o insultos. Se trata de un momento en el que los sentimientos están a
flor de piel, por lo que tan pronto están felices como se enfadan y no quieren saber
de nadie.
Es nuestra tarea como padres acompañar a los niños en este momento de crisis
para ayudarles a comprender mejor qué les está ocurriendo. Para ello, es importante
que mantengamos los límites y las normas que les habíamos puesto, si bien es
necesario adaptarlas a su edad. Lo mismo ocurre con los habitos y las rutinas. Es
posible que quieran romper con todas ellas, es parte de la conducta típica en esta
crisis madurativa, sin embargo, debemos ser constantes, pero, sobre todo,
coherentes con nuestra forma de educarles. La clave está en empatizar con ellos y
escuchar todo lo que necesiten.
Pues sí, así es: todavía hay una pequeña gran crisis antes de la llegada oficial de la
adolescencia. Hablamos de la crisis de la pubertad, que se suele dar entre los 9 y
los 12 años. Esta se produce porque los niños, cada vez son menos niños, sin
embargo, todavía no son adultos. Están en un momento de transición en el que
tanto emocional como físicamente se producen muchos cambios.
Los amigos (y lo que ellos piensen) es más importante que nunca, empiezan a surgir
los complejos, los niños vuelven a cambiar de estado de ánimo en un minuto (de la
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más absoluta felicidad a la tristeza o enfado), quieren más y más autonomía... No
podemos olvidar que en esta etapa los niños están pasando por un momento
de cambio hormonal.
En un momento de crisis como este, los niños se sienten un poco confundidos por
todo lo que están sintiendo, por eso necesitan que sus padres les acompañen y les
guíen. Nosotros debemos recordar que, para serles realmente útiles, debemos
ser respetuosos y cariñosos con sus necesidades pero, sobre todo, debemos ser
empáticos y tratar de comprender cómo se sienten.
Evitar los sermones y escucharles, así como fomentar el diálogo con ellos
mientras proponemos límites y hábitos, son las claves para ayudar a los niños en la
crisis de la pubertad.
Entre los 14 y los 16 años, nuestros hijos pueden pasar por lo que se conoce
como la crisis de la adolescencia. A veces, incluso, puede suceder que esta y la
crisis de la pubertad se solapen. Los pequeños de la familia (que en realidad ya no
son tan pequeños) pasan por un momento vital para su desarrollo, ya que están
sentando las bases de los adultos en los que se convertirán. Es por ello que buscan
su personalidad, pero también el lugar en el que mejor encajan.
En este momento, más que nunca, nuestros hijos están dejando atrás el niño que
fueron y poco a poco van tomando las nuevas responsabilidades y exigencias de la
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vida adulta. Se encuentran en un momento crucial en el que construyen su identidad
personal, pero también su identidad social. Y es por este motivo por el que las
relaciones con sus iguales se vuelven tan importantes para ellos. Es por ello que la
pertenencia a un grupo se vuelve un objetivo principal en su día a día.
Se fijan mucho en su imagen corporal, en lo que les gusta y en lo que no, y también
desarrollan otros miedos como el miedo a fracasar. Cada vez su carácter es más
reflexivo y exigen más tiempo solos.
Las rabietas infantiles son un estado de impaciencia y enfado propio de los niños
pequeños, especialmente en el segundo año de vida. Generalmente, los berrinches
suelen originarse por un leve motivo y, en este caso, duran poco. Respecto a la
edad, los berrinches pueden suceder a cualquier edad, pero son más frecuentes
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entre los 18 meses y los 3 años, aunque pueden durar hasta los 5 o 6 años y
desaparecer gradualmente después.
Existen muchas causas que pueden desatar una rabieta, algunas de las cuales son
llamar la atención, desear lo que no es suyo, tratar de mostrar lo independientes
que son o sentirse cansados y frustrados.
1. Llamar la atención
La primera rabieta de un niño empieza solo por llamar la atención, y rara vez
para manipular a los padres, pero si la recompensa a una rabieta es recibir
mucha atención gratificante puede ser una razón importante para pronto
tener otra rabieta.
Ante esta rabieta, deja que se calme y analiza si lo hizo porque de verdad no
atendiste a sus necesidades o si simplemente quiere manipularte. En el
primero de los casos, debes prestarle más atención. En el segundo de los
casos, debes ignorar las rabietas para demostrar que no puede salirse con
la suya siempre que quiera.
Otra de las rabietas más típicas entre los niños (sobre todo a los 2 y 3 años)
es el llanto para conseguir algo. El niño quiere algo que no le dan y empieza
a llorar con todas sus fuerzas. Lo mejor es analizar si realmente necesita eso
que pide o es sólo un capricho. Pero, en cualquier caso, no darle lo que pide
en medio de la rabieta. Es mejor esperar a que se calme y explicarle que no
se pueden conseguir las cosas así de esa forma. Deben aprender a esperar y
a aceptar lo que les decimos. Si les decimos que no le vamos a dar un
caramelo o que un amigo no le deje su juguete, tendrá que aceptar que no
puede tener todo lo que desea
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Cuando intentan hacer algo y no les sale, nosotros intentamos ayudarle, pero
no quiere, se frustra por qué no puede hacerlo solo.
5. Frustración interna
A menudo la rabieta sólo es una señal de que el niño aún es muy pequeño y
no sabe controlar sus emociones. En un momento dado se siente irascible,
frustrado... y comienza a llorar sin saber muy bien por qué. Ayúdale a
calmarse, y cuando esté más tranquilo, habla con él de las emociones.
Pregúntale si se sintió enfadado por algo... y explícale ese sentimiento es
normal, pero que el llanto no es la forma de solucionarlo. Y aprovecha para
elogiar sus esfuerzos. Potencia su autoestima. La sensación
de impaciencia creciente junto con su limitada habilidad para tener éxito con
las cosas que intenta, o no ser capaz de expresar totalmente lo que quiere
debido a una falta de habilidades lingüísticas, pueden desencadenar una
rabieta.
6. Celos
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Formas de reaccionar ante un berrinche infantil
Es fácil detectar una rabieta: el niño se tira al suelo, se suceden los gritos, patalea,
se golpea a sí mismo o lo que encuentra a su alrededor, se cuelga de nuestras
piernas o incluso puede llegar a pegar e insultar.
Anticiparnos
Los padres podemos detectar esas señales que indican que se va a desencadenar
un berrinche y podemos evitarlas, por ejemplo, no pasar delante de la juguetería o
del parque si no podemos ir o dejar la compra para un momento en el que no
estemos con los niños.
Mantén la calma
Ofrecer alternativas
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jugando en el parque, podrá jugar en casa porque vas a sacar sus pinturas favoritas
y podrá hacer un dibujo estupendo.
Beneficios de utilizar la ley del espejo para calmar las rabietas infantiles
Como he dicho anteriormente, los trucos que solemos utilizar para frenar las
rabietas de nuestros hijos suelen tener una fecha de caducidad bastante corta, ya
que nuestros pequeños son como los ordenadores de última generación: ‘parece
que se las saben todas y, además, son muy ágiles para descubrirnos’.
Por eso, el principal beneficio de utilizar la ley del espejo es que ayuda a nuestros
hijos a hacer aprendizajes duraderos en el tiempo, en los que ellos mismos
empezarán a ver la importancia de modificar determinados comportamientos.
Pero, ¿por qué esta técnica es diferente a las demás? Es distinta porque
utilizamos el factor sorpresa y con ello impactamos en el cerebro del niño, logrando
que toda su atención esté puesta en aquello que le queremos mostrar. Por otra
parte, salimos de los típicos consejos, imposiciones o los miles de correcciones que
podemos llegar a hacer en un día, algo que además aburren al niño. Como decía
Pitágoras: ‘Enseña a los niños y no será necesario castigar a los hombres’.
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En qué consiste la ley del espejo para trabajar los berrinches y pataletas en
los niños
Esta técnica consiste en imitar el comportamiento del niño, tanto en sonidos, gestos
y actos. El objetivo es que ellos vean reflejado en ti su mal comportamiento. Para
ello, sigue los siguientes pasos:
- Para que funcione debe ser inesperado, la idea es impactar a tu hijo. Para ello, te
recomiendo una preparación previa en la que pienses cómo lo vas a hacer y si
necesitas la ayuda de algún complemento. Si tu pequeño se tira al suelo, llora,
grita… ¡no dudes en hacerlo tú también! ¡Recuerda que el factor sorpresa es
indispensable!
- Una vez hayas impactado a tu pequeño, con voz serena y tranquila pregúntale que
le ha parecido y cómo cree que podría solucionar el problema. La idea es que
sean ellos los que expresen la solución.
- Aprovecha el momento para preguntarle qué tipo de niño quiere ser (Hazle ver las
diferencias entre el niño que siente y aprende, y el que siente y rechaza el
aprendizaje). Deja que elija y exprese qué tipo de comportamiento quiere tener a
partir de ahora, y ayúdale a pensar en las acciones o herramientas puede utilizar
para llevarlo a cabo.
- Cierra este ejercicio con un abrazo y palabras de amor. Recuérdale que haga lo
que haga es un ser humano valioso e importante para ti y aprovecha para sacar
risas de la situación.
Otro recurso fantástico que puedes utilizar para controlar las rabietas de tu hijo
son los cuentos. Historias cortas y sencillas con las que tus hijos se sentirán
identificados.
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¿Qué pensarías si en lugar de ser los padres los encargados de hacer frente a
las rabietas de los hijos fuese tu otro hijo el que ayudase a su hermana? Eso es lo
que hace la hermana de Mabel para que esta no se enfade tanto y tan fuerte.
- El erizo Pinchón
Cuando un niño coge una pataleta, emociones como la ira, la rabia o la frustración
dominan su estado anímico. ¿Sabes cuál es lo peor? Que esta situación puede
alejarnos de los que no rodean, como le ocurre al protagonista de este cuento.
Historias como las de 'El niño y los clavos' permitirán a tu hijo entender qué siente
cuando está enfadado y qué consecuencias tiene y le enseñarán a canalizar mejor
sus emociones.
1. No llores
Expresar las propias emociones es necesario y saludable para cualquier ser
humano. Llorar es una de las formas de hacerlo y quizá la única de la que tu
pequeña o pequeño es capaz todavía. Por lo tanto, reprimir esta necesidad
de nuestras criaturas no es una buena contribución a su pleno desarrollo.
Hacerlo de forma continuada y periódica puede acarrear consecuencias
negativas a su formación emocional.
2. ¡Cállate ya!
De igual modo que no pediríamos a un amigo o amiga o a nuestra pareja que
dejase de llorar, porque entenderíamos que si tiene un berrinche es porque
algo le ocurre y lo que intentaríamos es consolarle, ayudarle, escucharle,
acompañarle… Lo mismo debemos hacer con nuestras niñas y nuestros
niños.
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3. No es para tanto / No tiene importancia
Cada vez somos más conscientes de la importancia de validar las
emociones de los niños y las niñas. Si le decimos a nuestra hija o hijo frases
de este tipo, le estaremos transmitiendo que lo que siente no tiene valor o
que no nos importa, siendo ambas cosas muy perjudiciales para su desarrollo
emocional. En lugar de eso, ayudémosle a poner nombre a lo que siente,
preguntémosle si está bien y hagámosle sentir que estamos a su lado, que
le entendemos y que puede contar con nuestro apoyo siempre que nos
necesite (aunque tenga un berrinche).
Una frase tan categórica como esta, además de ser un insulto, puede dañar
enormemente la percepción de sí mismo o sí misma de la menor. Si hacemos
uso de este tipo de afirmaciones con frecuencia, el niño o la niña puede llegar
a creer que, efectivamente, son ciertas, mediante los mecanismos que
intervienen en la denominada profecía auto cumplida o el efecto Pigmalión.
A través de estos mecanismos, finalmente el o la menor acabará siendo y
comportándose como tal. ¡Mucho ojo con los mensajes que trasladamos a
nuestros niños y niñas porque muy probablemente pueden acabar auto
confirmándose!
8. Ya no te quiero
Expresiones de este tipo son una falta de respeto por nuestros hijos e hijas.
Además de invalidarles, dañan su autoestima y menoscaban sus
capacidades y su autonomía. Si no se lo diríamos a una persona adulta ¿por
qué sí a un o una menor?
Estas frases prohibidas cuando los niños y niñas tienen berrinches o rabietas
pueden darse con algunas variantes. En cualquier caso, nuevamente se
utiliza la amenaza como medio de disuasión. Diciendo este tipo de
expresiones nos estamos restando valor como figuras de autoridad ante los
ojos del infante y estamos adoptando un estilo negligente, en el que
delegamos la labor educativa en otra persona adulta.
12. Te odio
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Frase terrible, muy similar al 'no te quiero'. Al abusar de este tipo de
expresiones, que tienen un componente de chantaje emocional, la criatura
aprenderá a actuar para complacer y agradar constantemente, temiendo
perder en cualquier momento su privilegio de 'ser querido'. Esto puede
incluso condicionar sus relaciones adultas, acarreando serios problemas.
14. Eso es de niñas (en caso de que sea un niño quien lleve a cabo este
comportamiento)
Perpetuar roles y estereotipos machistas en el lenguaje y, en general, en el
trato a nuestras niñas y niños hace daño a la sociedad en su conjunto. Llorar
es un acto natural, sano, liberador, muy necesario en ocasiones y, sobre
todo, propio de la raza humana. No pongamos etiquetas ni barreras invisibles
a la infancia. Dejemos a las criaturas ser y estar como quieran y necesiten
sin colgarles mochilas imaginarias por ello. Aunque aún queda camino por
andar, está en nuestra mano promover el avance hacia la igualdad
Este tipo de comportamientos inquieta a los padres los cuales se suelen sentir
angustiados por no entender por qué su hijo realiza este tipo de conductas, cuando
se siente frustrado o irado.
Es normal que estéis preocupados pero hay que tener en cuenta que esta conducta
tiene lugar con bastante frecuencia en los niños menores de 24 meses. Transcurrido
los dos años de edad, este tipo de conductas tienden a disminuir hasta desaparecer.
A su vez, es necesario conocer que esta conducta por sí sola no tiene por qué ser
un indicador de que algo grave le está pasando al niño.
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En la mayoría de las ocasiones no responde a un problema serio pero es importante
que observemos de cerca este tipo de autolesiones para determinar las posibles
causas que han desencadenado que el niño/a termine golpeándose.
A su vez, es posible que el pequeño se haya dado cuenta de que cuando hace este
tipo de conductas capta la atención de sus padres. Y, puede ser que un día se diera
golpes en su cabeza y al observar la repercusión que tiene esa conducta en su
entorno la utilice ahora con fines manipulativos, es decir, para tener a sus padres
pendientes de él o de ella.
Te damos 3 actitudes que deben tener los padres ante una rabieta o berrinche con
autolesión en los niños:
Por el motivo que sea es importante que procuremos que el niño no se haga
daño. Puede golpearse fuertemente y terminar causándose una lesión. Por
ello, debemos hacer uso de técnicas de contención que le impidan seguir
realizando esa conducta (p.ej. darle un abrazo para proporcionarle cariño y
a la vez impedirle así que continúe haciéndose daño).
2. NO Ignorar la situación
En más de una ocasión habrás oído decir que cuando un niño tiene una
rabieta lo mejor que se puede hacer es ignorarle. Y, así es. Sin embargo,
cuando el niño se está autolesionando no podemos hacer caso omiso. Lo
Ideal es que intentemos desviar su atención con algún tipo de
estimulación (cantarle una canción, jugar, poner música, bailar, etc.) para
que deje de realizar tal conducta ya que puede llegar a resultar peligrosa.
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Recursos para frenar los berrinches o rabietas de
los niños
Prueba esta famosa pregunta de Neuberger para combatir y frenar la ira, los
berrinches o las rabietas de los niños
A menudo las explosiones de ira llegan por un detalle sin importancia. Un capricho,
un 'No', algo que no termina por salir bien... Son explosiones de ira totalmente
irracionales, lo sabemos, pero son capaces de hacernos perder los nervios. Cuando
un niño se enfada y se 'encierra' en su mundo, se transforma. Es difícil hacerle entrar
en razón. Hasta ahora. Te ofrecemos una pregunta mágica para frenar una
rabieta o un momento de enfado en los niños, una pregunta cuya efectividad tiene,
además, una base científica.
Cuando un niño se enfada y entra en bucle, es muy difícil acceder a sus emociones,
y menos aún, a sus pensamientos. Lo que a simple vista parece una 'tontería' sin
importancia, para él, víctima en ese momento de una tormenta de ira, es una ofensa
de magnitud incalculable.
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Inmediatamente, el niño se verá totalmente sorprendido y, sobre todo, sentirá
comprensión y apoyo. La razón por la que esta simple pregunta es tan eficaz es la
siguiente:
Imagina que tu hijo quiere comer una galleta y le dices que NO. Su primera reacción
será de enfado. Él quiere la galleta. ¿Por qué no puedes dársela? Y aunque insistas
en darle una razón ('porque vas a cenar dentro de poco'), él seguirá sin entender
por qué no puede comerse la galleta y luego cenar. Así que su enfado irá en
aumento, insistirá, y antes las repetidas negaciones, arrancará en llanto.
Como los niños tiende a 'cuantificar' todo, les parecerá una pregunta con gran
sentido. ¡Por fin alguien que le entiende! Seguramente te diga que es un problema
grande (para él lo es). En ese momento puedes ofrecer una comparación:
Y le explicas que tal vez su problema sea pequeño. En ese momento tu hijo (ya más
calmado) se sentirá comprendido. Sí, es un problema... él sabía que era un
problema. ¿Y la solución? Debes ofrecerle una alternativa o pedirle que piense él
mismo en una:
El niño, gracias a esta pregunta, entenderá que los problemas pequeños son fáciles
de solucionar, los problemas medianos necesitan más esfuerzo y los problemas
graves son más difíciles de solucionar. Evidentemente, esta pregunta mágica no
funciona en todos los casos ni con todos los niños, pero la proporción de su eficacia
es muy alta. ¿Sabes por qué? Porque ofrece a los niños todas estas cosas...
Por qué esta pregunta funciona con las rabietas de los niños
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Puede parecerte un sistema demasiado sencillo, débil... ¿una pregunta? ¡Si lo que
mi hijo quiere es salirse con la suya! Bien, puede que en algunos casos y con
determinados niños, esta pregunta no sirva para calmarle por completo, pero sí
le estarás ofreciendo, de forma subliminal, todo esto:
1. Empatía
4. Autosuficiencia
Poco a poco, con este sistema, estarás dotando a tu hijo de un fantástico
sistema de resolución de problemas, una herramienta muy útil que le ayudará
a tener más habilidades para adaptarse a los cambios.
5. Confianza en sí mismos
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¿cómo puedes saber si los berrinches de tu hijo son
más que eso?
Los focos rojos de los berrinches:
En diciembre de 2007, el Doctor Andy Belden y un grupo de colaboradores
publicaron un artículo en el que describen los “focos rojos” de los berrinches, es
decir, los signos de alerta que nos indican cuándo los berrinches de un niño pueden
ser síntoma de un problema más serio. Me parece que este estudio puede resultar
de mucha utilidad para orientar a las mamás acerca de cuándo deben buscar el
apoyo de un especialista, quien podrá ayudar a los niños, y a sus familiares, a salir
adelante de un problema y prevenir dificultades posteriores más serias.
Si tu niño presenta cualquiera de las características siguientes, puede ser necesario
buscar ayuda.
Agresión exagerada hacia la gente o los objetos: Es frecuente que los niños
golpeen cuando están haciendo un berrinche, pero si lo hacen de manera
exagerada, ya sea por la frecuencia o la intensidad de los golpes, esto puede ser
un signo de un problema grave.
De acuerdo con Belden, si un niño agrede a las personas o a los objetos en más de
la mitad de sus últimos 10 ó 20 berrinches, esto puede ser señal de un trastorno
disruptivo.
Si tienes que “ponerte a salvo” de los golpes de tu niño, protegerte de sus
berrinches, claramente estás ante un problema serio.
Conductas de auto-agresión: Niños que se muerden, golpean partes de su cuerpo
(como azotar la cabeza contra el piso) o patean paredes y muebles hasta hacerse
daño. Las conductas de auto-agresión pueden ser indicativas de una depresión
mayor o de una mezcla de depresión mayor con conducta disruptiva.
Berrinches excesivos: Si bien es cierto que la tolerancia de los padres ante las
rabietas puede variar, los autores han considerado que más de 20 berrinches en
casa al mes y/o tener más de cinco berrinches al día fuera de casa varias veces al
mes, pueden ser indicadores de un problema psiquiátrico serio.
Berrinches demasiado largos: Un niño gritando durante cinco minutos puede
parecer una eternidad para cualquier madre; pero cuando los berrinches duran
consistentemente más de 25 minutos, nos están indicando la presencia de un
problema mayor.
A veces los niños normales presentan berrinches de media hora, pero no es lo
común. Generalmente los berrinches son de corta duración y auto limitados, es
decir, van desapareciendo paulatinamente y no es necesario ayudar al niño a
calmarse.
Pero, de acuerdo con estos autores, los niños con problemas psiquiátricos
presentan rabietas de 25 minutos o más el 90% de las veces.
Dificultad para calmarse después de un berrinche: La mayoría de los niños
logran calmarse después de un berrinche, pero cuando el problema es más grave,
el niño muestra una incapacidad para regresar a un estado “normal” después de un
berrinche, y de manera sistemática, es necesario recurrir a estrategias externas
para ayudarlo a tranquilizarse.
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Existen otros estudios al respecto, que pueden resultar de utilidad cuando necesitas
orientación respecto a la conducta de tus hijos. Por ejemplo, la Academia Americana
de Pediatría recomienda que busques ayuda si:
Los berrinches no mejoran o empeoran después de los 4 años de edad
El niño se lastima a sí mismo o a otros durante los berrinches
Si avienta o destruye objetos
Si el niño se aguanta la respiración durante los berrinches, especialmente si se
desmaya
Si, aunado a los berrinches, presenta pesadillas, regresión en el control de
esfínteres, dolores de cabeza, dolor de estómago, si se niega a comer o a irse a
acostar, ansiedad o un apego excesivo a los padres
Puntos clave
Las emociones puede que sean más fáciles de manejar cuando los niños
saben cómo describir sus sentimientos.
Cuando usted descubre qué desencadena el estrés de su hijo, puede hacer
cambios para ayudarlo a manejar la situación.
Está bien (¡y es saludable!) buscar la ayuda de profesionales para que
enseñen a su hijo estrategias para lidiar con situaciones difíciles.
Ana Cielito Mariño Moreno Terapeuta Ocupacional U. Nacional de Colombia Abril 2022
Maneras de manejar las crisis
Las crisis emocionales o sensoriales son una reacción al agobio. Son más extremas
que los berrinches y los niños no pueden controlarse.
Manejar las crisis es más difícil que contener los berrinches, pero identificar los
desencadenantes puede evitar una explosión mayor. Aunque no pueda detener una
crisis emocional, hay maneras en que usted puede responder para ayudar a su hijo
a retomar el control.
Antes de la crisis
4. Sea paciente
Su instinto puede que sea actuar rápidamente para evitar que la crisis aumente,
pero hablar rápido y alto puede empeorar las cosas. Dele a su hijo más tiempo para
procesar lo que usted le está diciendo. Use oraciones breves y concretas que
eliminen la opción de tomar decisiones.
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Durante la crisis
1. Evalúe la seguridad
Cuando su hijo está gritando y lanzando cosas, puede parecer una emergencia.
Pero no significa que lo sea. La pregunta a considerar es: ¿Alguien está lastimado
o en riesgo de hacerse daño?
2. Tranquilícelo
Necesita probar para saber si su hijo prefiere distancia física o que lo toquen o
abracen. En cualquier caso, es mejor que su voz y su lenguaje corporal transmitan
calma. Asegúrese de que su hijo sepa que cuenta con usted y que entiende que él
se sienta atemorizado y fuera de sí.
3. Dele espacio
Si está en un sitio público, trate de mover a su hijo a un lugar más tranquilo. Si está
en la casa, trate de que se dirija a una habitación tranquila. Cuando no sea posible
moverlo de lugar, pídale a las personas que les den más espacio.
4. Disminuya la intensidad
Apague la luz y no haga ruido. Si está en la casa y su hijo no puede o no quiere irse
a otra habitación, intente hacerse a un lado (su hijo puede sentirse atrapado si usted
se para frente a la puerta).
Después de la crisis
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Avísele. Dígale con anticipación que van a hablar y asegúrele que no está
metido en problemas.
Sea breve. Hablar sobre una crisis puede causar que los niños se sientan
mal y a la defensiva. Diga lo que tiene que decir, pero evite repetir la misma
información.
Confirme que entiende. Pida a su hijo que le repita de qué hablaron y
responda cualquier pregunta. Si decidieron un plan de acción, pídale que se
lo repita.
Puntos clave
Tener un “lugar para calmarse” puede ayudar con los berrinches y las crisis.
Ignorar un berrinche a veces puede ponerle fin.
Conocer cuáles son los desencadenantes de su hijo puede evitar que las
crisis se intensifiquen.
Los niños con dificultades del procesamiento sensorial pueden ser muy
sensibles al ruido. Desde ir al supermercado hasta un simulacro de incendio
en la escuela se transforma en un reto. Los médicos de su hijo pueden
ayudarlo a encontrar soluciones a largo plazo, pero por lo pronto estas son
algunas maneras de ayudarlo a manejar su sensibilidad al ruido.
Advertir con antelación
Si sabe que se producirán sonidos fuertes, hágaselo saber con anticipación
para que esté preparado. Por ejemplo, recuérdele sobre los inodoros y los
secadores de manos automáticos en los baños públicos. De ser posible,
ayúdelo a encontrar un lugar alejado del ruido.
Amortiguar los sonidos Tenga a la mano auriculares, audífonos con
cancelación de ruido o tapones de oído para amortiguar los ruidos que no
pueden evitarse. Puede que tenga que probar para descubrir cuáles
funcionan mejor. Tenga en cuenta que a los niños que además
tienen sensibilidades táctiles les puede incomodar usar ciertos protectores
de oídos. Asegúrese de que los protectores solo amortigüen los sonidos.
Bloquear completamente el sonido puede ser contraindicado en términos de
seguridad.
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Resolver problemas con otros
Hable con el maestro de su hijo o con el equipo del IEP sobre la posibilidad de tener
una señal para advertir con anticipación a su hijo los simulacros de incendio que
hayan sido planeados. También discuta estrategias como permitir que su hijo se
siente cerca de una puerta durante las asambleas para que pueda salir con facilidad
si el ruido se vuelve abrumador. Diseñe un plan de seguridad para su hijo, de
manera que los maestros sepan qué esperar y qué hacer. También puede ser útil si
el maestro le asigna a un compañero de clase para que sea su “amigo protector”.
Ese estudiante puede explicar la situación a su hijo.
Los niños que tienen dificultades del procesamiento sensorial pueden ser más
sensibles a su entorno, menos sensibles o ambas. Lo que desencadena una
reacción negativa para un niño, puede que no tenga ningún efecto en otro. Estos
son algunas situaciones problemáticas para los niños con dificultades del
procesamiento sensorial.
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Situación #2: Reuniones sociales
Hay niños con dificultades del procesamiento sensorial a los que no les gusta que
los toquen. Las situaciones en las que se producen roces casuales o se saluda
dándose la mano pueden ser muy difíciles para ellos. Otros niños con dificultades
del procesamiento sensorial buscan tocar objetos y personas, incluso cuando puede
ser inapropiado. Por ejemplo, un niño que es demasiado “táctil” podría pensar que
no hay nada de malo en tocar el pelo o la ropa de alguien, en lugar de simplemente
decir algo sobre cómo luce. Estas son algunas ideas de cómo preparar a su hijo
para reuniones sociales.
Visitar a familiares y amigos es problemático para muchos niños. No saber qué
pasará o cómo deben comportarse puede ser particularmente complicado para los
niños que piensan y aprenden de manera diferente. Estas estrategias sencillas
pueden ayudar.
Describir la escena
¿Cuántas personas estarán allí? ¿Quiénes son? El solo hecho de conocer
información básica puede ayudar a tranquilizar a los niños más pequeños. Mientras
más detalles proporcione, mejor. ¿El tío Juan bromea constantemente y se ríe muy
fuerte? ¿La televisión está siempre encendida en la casa de la tía Rocío?
Describa a su hijo a quién podría ver y qué podría escuchar y experimentar. Esto
evita que los niños se sorprendan al entrar al recinto.
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jugaron. Los niños que pierden a menudo olvidan que tal vez jugaron bien y
ayudaron al equipo.
Un buen espíritu deportivo también ocurre en la vida real. Así que encuentre
oportunidades de ejemplificarlo en situaciones diarias. Por ejemplo, si se
encuentra atascado en el tráfico no utilice un lenguaje inapropiado. O si está
retrasado para llegar a algún lugar, no insista en que los demás se apuren.
Sienta empatía con los sentimientos de su hijo al mismo tiempo que le ofrece
una visión positiva. “Sé que sientes que jugaste muy mal. Pero déjame
decirte que me di cuenta que hiciste muy bien esto y esto”.
Estimule a su hijo a que encuentre una actividad que disfrute en la que pueda
competir contra él mismo en el desarrollo de habilidades. Algunos ejemplos
podrían ser un deporte, el excursionismo, cocinar y el arte. Establezca metas
a corto plazo para mejorar en algo que le agrade.
De un vistazo
Cuando los niños tienen dificultad para controlar sus emociones, podrían tener
problemas para manejar los contratiempos del día a día.
Usted puede ayudar a su hijo a que aprenda estrategias adecuadas para lidiar con
los problemas, como identificar los sentimientos.
Con el tiempo, su hijo podrá utilizar esas estrategias por sí mismo.
Con el apoyo adecuado, los niños pueden mejorar su autocontrol. Infórmese sobre
qué puede causar problemas con el autocontrol, y cómo ayudar. Y cuando
enfrentan obstáculos en su vida diaria, podrían reaccionar de manera impredecible
y hasta explosiva. Por eso es importante ayudarlos a desarrollar estrategias para
manejar las adversidades.
Usted puede ayudar a que su hijo se sienta más en control de sus emociones y
reacciones. Estas son cinco maneras de ayudarlo a desarrollar habilidades para
enfrentar los contratiempos.
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Si su hijo tiene dificultades con el lenguaje, puede que se le dificulte hablar de
sentimientos. Usted podría usar un apoyo visual como una tarjeta con la pregunta
“¿cómo me siento?” para ayudarlo a identificar sus emociones.
Quizá usted quiera revisar estas sugerencias de un experto para hablar con su hijo
acerca de asuntos emocionales o sociales. Averigüe cómo actuar cuando su hijo se
frustra. Y si su hijo le dice que algo le da miedo, siga estos pasos para ayudarlo a
superar el miedo.
¿Grita cuando le pide que apague la televisión? Avísele con cinco minutos
de anticipación antes de apagarla.
¿Su nivel de estrés aumenta considerablemente cuando le pide que se vista
en las mañanas? Un horario visual podría ayudarlo a anticipar qué se espera
que haga.
¿Las transiciones entre actividades son particularmente difíciles? Incluya
tiempo para relajarse entre cada deporte, reunión, etc.
Si su hijo tiene dificultad para identificar qué es lo que le gusta hacer, estas son
algunas actividades que él podría probar.
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riesgos saludables) puede mejorar su autoestima. Estas son algunas actividades
que podría poner en práctica.
Música
¿A su hijo le gusta la música? La música utiliza muchas partes del cerebro a la vez
para procesar el ritmo, las emociones y el movimiento. Todos los elementos de la
música (incluido el tempo, el tono y el ritmo) son también elementos clave para
aprender a leer. Cantar con su hijo en casa es una actividad excelente para explorar
su interés por la música.
Además, hay muchos tipos de actividades musicales que pueden probar. Algunas
le pueden ofrecer a su hijo la oportunidad de ser parte de un grupo (como una
banda). Otras, como la percusión, ayudan a desarrollar habilidades
funcionales como el control del movimiento.
Debate
¿Su hijo maneja mucha información y disfruta compartiéndola con otras personas?
Valdría la pena probar un club de debate. Esta actividad podría ayudarlo a hacerse
amigo de personas que tienen los mismos intereses. También podría ayudarlo a
desarrollar habilidades de comunicación más claras y formas de organizar sus
pensamientos.
Drama
Algunos niños disfrutan contar historias y les agrada ser el centro de atención. Un
club de teatro puede ser una buena opción para los estos niños. Les brinda la
oportunidad de aprender cómo se combinan el argumento, los personajes y la
puesta en escena para lograr una historia poderosa. Para los niños que no se
sienten cómodos siendo el centro de atención, hay muchos roles detrás del
escenario (por ejemplo, el diseño de escenografía o de vestuario). Todos estos
trabajos son una manera de formar parte de un equipo.
Arte
¿A su hijo le gusta dibujar, pintar o esculpir? Las clases de arte pueden ser una
manera excelente para que los niños desarrollen su capacidad de observar y
apreciar la belleza. Además, dibujar y pintar pueden desarrollar habilidades
motoras y enseñar sobre las formas, las relaciones espaciales, el tamaño y otros
conceptos matemáticos.
Baile
¿A su hijo le encanta moverse y bailar? A través del baile los niños pueden
desarrollar el sentido del ritmo, la coordinación, las habilidades motoras y seguir
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indicaciones en un contexto social. Además, los niños practican las habilidades viso
espaciales, las cuales pueden ser útiles en lectura y matemáticas.
Programación
¿A su hijo le gusta construir cosas o jugar en las computadoras? La programación
puede ser una actividad excelente para probar. Los niños pueden investigar por su
cuenta sobre programación. También existen muchas organizaciones que ofrecen
clases gratuitas en persona o en línea. Cuando los niños programan, utilizan
habilidades para la resolución de problemas y practican el pensamiento flexible al
tener que ajustar los planes que no funcionan.
Tenis de mesa
¿Su hijo tiene mucha energía y buenas habilidades viso espaciales? El tenis de
mesa (ping pong) ayuda a los niños a practicar la coordinación mano-ojo y la
planificación del movimiento. Esta actividad recreativa es adecuada para los niños
que no se sienten cómodos en grupos numerosos, pero que necesitan mejorar sus
habilidades sociales. Su hijo aprenderá a seguir reglas, establecer metas
personales y ser responsable de su progreso.
Enfocarse en su hijo. Revise las cuentas por pagar y escuche los mensajes
telefónicos más tarde.
Dé el ejemplo en cuanto a escuchar activamente. Después de que él termine
de hablar, repita lo que acaba de decir con las palabras que él utilizó, no con
las suyas. Usted podría decir: “Parece que sentiste que Mr. López fue
irrespetuoso contigo”. Esto lo ayudará a sentirse escuchado y comprendido.
Haga preguntas relacionadas. Ayúdelo a identificar los próximos pasos a
seguir. “¿Hay algo que se te ocurra que puedas decirle mañana?”.
Lea sobre la importancia de mostrar empatía a los niños que piensan y aprenden
de manera diferente. Intente estas nueve maneras de mostrar empatía a su hijo.
Ya hemos hablado de una conducta que, si bien puede resultar molesta, también
puede ser considerada como normal, de manera que, cuando una mamá pide ayuda
porque su hijo es berrinchudo, generalmente recibe muchos consejos, entre los
cuales “ármate de paciencia” ocupa un lugar predominante.
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Pero la verdad es que no todo se resuelve con paciencia.
Diversos autores han reportado que, bajo ciertas circunstancias, los berrinches
pueden ser considerados como graves, por ello, muchos investigadores han
dedicado años de esfuerzos para tratar de encontrar las causas físicas y
psicológicas de esta conducta.
Los problemas emocionales que más típicamente se han asociado con los
berrinches son la depresión, la baja auto-estima, el trastorno por déficit de atención
(TDAH), el trastorno disruptivo, la manía y el trastorno bipolar.
Los berrinches se han asociado con problemas de audición y visión, enfermedades
crónicas, retraso en la aparición de lenguaje y problemas de aprendizaje.
También se ha encontrado que algunos colorantes, aditivos y
conservadores alimenticios pueden tener repercusiones indeseables sobre la
conducta de los niños, entre ellas un incremento en la frecuencia y duración de los
berrinches
Otros autores han intentado encontrar causas físicas para esta conducta; en
algunos casos se ha visto que los berrinches pueden ser considerados como
descargas de tipo epiléptico, pues se asocian con patrones alterados de la actividad
eléctrica cerebral.
Es muy importante señalar que los berrinches, en la inmensa mayoría de los casos,
son conductas pasajeras y forman parte del proceso de desarrollo infantil. Pero,
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