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ENTENDIENDO LOS BERRINCHES Y CRISIS

SENSORIALES

¿Qué es un berrinche?
Un berrinche es un arrebato emocional que sucede cuando un niño está tratando
de obtener algo que quiere o necesita. Son bastante comunes en infantes y
preescolares, pero tienden a disminuir una vez que los niños desarrollan el lenguaje
y pueden expresarse mejor. Sin embargo, algunos son más propensos a tener
rabietas incluso cuando no son tan pequeños. Continúan siendo impulsivos y
teniendo dificultad para controlar sus emociones, enfadándose o frustrándose con
facilidad. Por ejemplo, puede tener una pataleta si no son los primeros en lanzar la
pelota en un juego de voleibol o si les prestan menos atención que a sus hermanos.
Gritar, llorar o agredir no son maneras apropiadas de expresar las emociones, pero
sucede por alguna razón. En definitiva, los niños pueden controlar esa conducta.
Incluso podrían detenerse en la mitad de un berrinche para asegurarse de que sus
padres o cuidadores los están viendo y luego continuar con la rabieta. Esa conducta
probablemente terminará cuando obtienen lo que quieren o cuando se dan cuenta
de que no lo obtendrán actuando de esa manera.

¿Qué es una crisis?


Una crisis es muy diferente a un berrinche. Es una reacción cuando las personas
se sienten abrumadas. En algunos niños y adultos sucede cuando sus sentidos
están expuestos a demasiada información y tienen que procesar toda esa
“estimulación sensorial”. Ellos se alteran con ciertos sonidos, luces, sabores y
texturas. Usted puede que escuche que lo llaman “sobrecarga sensorial”. Por
ejemplo, el alboroto en el parque de diversiones podría desencadenarla. En otros
podría ser una reacción al tener demasiadas cosas en qué pensar. Ir a una tienda
para comprar ropa podría causar un berrinche que desencadena una crisis. Una
manera de entender el exceso de estímulos sensoriales es la siguiente. Imagine
que está llenando una jarra pequeña con agua. La mayoría de las veces usted
puede controlar el flujo de agua y llenar la jarra poco a poco. Sin embargo, otras
veces el flujo de agua es tan grande que la jarra se desborda antes de que pueda
cerrar el grifo. Así es como se produce una crisis debido a una sobrecarga sensorial.
El ruido en el parque de diversiones o la pila de ropa para probarse en la tienda
representan información sensorial que desborda el cerebro. Cuando esto sucede,
algunos expertos piensan que se dispara la reacción de “lucha o huida”. Ese exceso
de estimulación se desborda en forma de gritos, llanto, agresiones, huidas, o
simplemente aislándose.

Diferentes estrategias para los berrinches y las crisis Las causas de las rabietas y
las crisis son diferentes, así como las estrategias que ayudan a controlarlas. Una
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diferencia importante de recordar es que los berrinches generalmente tienen un
propósito, los niños están intentando conseguir algo. Las crisis son reacciones a
algo, y aunque empiecen como un berrinche están fuera del control del niño. A
menudo los niños ponen fin a un berrinche cuando obtienen lo que quieren o si son
recompensados por comportarse de manera más apropiada.
Ese no es el caso con las crisis. Las crisis suelen terminar por dos razones: porque
los chicos están agotados o si la estimulación sensorial disminuye y se sienten
menos abrumados. Por ejemplo, su hijo podría comenzar a calmarse cuando salen
de la tienda de ropa.

Entonces, ¿cómo se pueden manejar los berrinches


y las crisis?
 Para contener los berrinches, reconozca lo que su hijo necesita sin ceder. Aclare
que entiende lo que él quiere. “Veo que quieres mi atención. Cuando tu hermana
termine de hablar será tu turno”. Luego, ayúdelo a entender que las cosas
funcionarán mejor si se comporta de otra manera. “Cuando termines de gritar dime
tranquilamente que estás listo para que te preste atención”.

 Para controlar una crisis, ayude a su hijo a encontrar un lugar tranquilo y seguro
donde calmarse. “Salgamos de la tienda y sentémonos en un banco durante algunos
minutos”. Luego, actúe de manera tranquila y reconfortante sin hablar mucho con
su hijo. La meta es reducir la cantidad de estímulos a la que su hijo está expuesto.
Observar a su hijo tener una pataleta o una crisis, y preocuparse de lo que piensen
las otras personas puede ser estresante. Saber que esas conductas son comunes
y pueden mejorarse puede ayudarlos a ambos. Descubra otras maneras de
controlar los berrinches y las crisis. Conozca mejor el tipo de situaciones que
podrían desencadenar crisis en algunos niños. Obtenga sugerencias para lidiar con
el ruido y otras sensibilidades

Qué pasa en el cerebro infantil ante las rabietas


Si hacemos un pequeño repaso en el proceso de maduración del cerebro durante
la infancia, la neurociencia ha demostrado que la última región en madurar es el
lóbulo prefrontal. El lóbulo prefrontal está en la parte más superior de nuestro
cerebro y es el encargado de controlar nuestros impulsos, de regular nuestras
emociones e inhibir respuestas poco apropiadas. Por otro lado, el sistema límbico, el
encargado de las emociones más innatas e instintivas (por ejemplo, el miedo) está
por debajo del lóbulo prefrontal, madura y está en funcionamiento mucho antes.

Cada vez que nosotros ponemos un límite a un niño pequeño estamos regulando su
conducta, sin embargo, este mensaje negador del deseo del niño puede disparar
una fuerte emoción en el cerebro sin que haya madurado todavía la capacidad de
'racionalizar' o 'controlar' dicha respuesta emocional. Por ello solo observamos una
respuesta puramente instintiva y visceral.

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De esta manera, aunque nuestra parte lógica de adulto trate de llamar al
razonamiento y reflexionar con el niño, esto no sucede. En este momento la parte
emocional es la que tiene el control sobre la totalidad del cerebro, y, por ende, de la
conducta. La zona racional, además de estar en proceso de desarrollo y no poder
funcionar como la de un adulto, se encuentra temporalmente mermada por la
intensidad de conexiones y funcionamiento del sistema límbico.

Entonces, qué necesita el cerebro de los niños cuando se enfadan

Ahora que conocemos qué ocurre en el cerebro de los niños cuando tienen una
rabieta, ¿qué podemos hacer para gestionar este momento?

- Contacto físico, voz calmada y contacto visual


Sabemos que desde la psicología siempre se aboga a buscar el contacto físico y
proporcionar gestos de cariño al niño durante este proceso más intenso. Esto es
porque en el momento de la rabieta o el berrinche el cerebro infantil está en modo
100% emocional y para que pueda recibir y procesar los mensajes externos
debemos proporcionarle información de la misma naturaleza.

Por ello, el contacto físico, una voz con tono calmado y el contacto ocular son
mensajes de naturaleza emocional que pueden ser percibidas por un cerebro
enrabietado. Habla desde la emoción a la otra emoción.

- Distraer al niño que tiene una rabieta


Otro truco contra los berrinches que funciona muy bien es jugar al 'despiste'. Si el
cerebro está invadido por la emoción vamos a despertar otros canales y sistemas
sensoriales. Una forma es poner ante el niño un estímulo que le resulte atrayente,
por ejemplo: un juguete que emita sonidos y luces. De esta manera, llamando a la
atención, despertaremos ese lóbulo prefrontal que equilibrará el sistema nervioso.

- Observar a nuestro hijo para saber qué necesita


En muchas otras ocasiones, aunque pongamos medios y métodos, no
conseguiremos reducir la rabieta. En tal caso debemos acompañar a nuestro hijo y
saber que es una etapa evolutiva, donde los procesos emocionales se han
despertado, y adquirirá gracias a la experiencia y a nuestro acompañamiento la
regulación emocional.

No olvidemos que, tal y como se explica en 'Rabietas de los hijos y formas de actuar'
(del Centro Nacional del Desorden de Estrés Postraumático), los niños se sienten
más seguros cuando se tienen rutinas y ciertos hábitos. Por ello, debemos tratar de
mantenerlos para que los berrinches no estallen de forma tan habitual.

Asimismo debemos tener en cuenta que no son solo los niños entre los 2 y 3 años
los que sufren rabietas, estas respuestas pueden permanecer años más tarde. En
este momento deberemos evaluar de qué tipo son las rabietas, cuáles son sus
causas y detonantes y si pueden tener un origen cerebral como causa de una
inmadurez neuropsicológica o neurofuncional o un origen más emocional y familiar.
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Sea como fuere, debemos reconocer que las rabietas son una respuesta propia de
la primera infancia y que debemos percibirlas como parte del aprendizaje de nuestro
hijo en la regulación emocional y en el desarrollo de la inteligencia emocional.

4 crisis madurativas que los niños pasan y que


desesperan a sus padres
Crisis de los dos años

¡Qué rápido crecen nuestros bebés! Cuando menos nos lo esperamos, ya están
soplando las velas de su segundo cumpleaños. ¡Qué adorables son! Adorables...
hasta que empiezan con las rabietas, los gritos, los 'no' constantes... Estamos
ante la crisis de los 2 años de los niños, los conocidos también como terribles 2
años o la adolescencia. y es que alrededor de los 2 años (si bien hay pequeños que
comienzan un poco antes y la terminan después de esta edad), pasan por un
momento 'de crisis'.

- Características de la crisis de los 2 años en los niños

¿Por qué a los 2 años los niños están más testarudos que nunca? Los pequeñines
ya han dejado de ser bebés: ya pueden andar, empiezan a hablar... ¡pueden
descubrir el mundo que les rodea! Y, por supuesto, no quieren tener a un adulto que
vaya detrás de ellos para decirles que no pueden correr en ese lugar, que no pueden
tocar eso porque es peligroso o que no pueden llevarse a casa todo lo que ven en
la tienda... Los niños de 2 años están comenzando a gestar aquello que les gusta y
aquello que son, y nos lo quieren hacer ver.

Y es en este momento en el que empiezan a tener rabietas, nos dejan claro a través
de sus protestas qué quieren y qué no, reclaman más independencia mediante sus
quejas, tienen una visión un tanto egocéntrica del mundo que les rodea...

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- Consejos para padres de niños de 2 años

Ante esta pequeña gran crisis de los 2 años, los padres debemos establecer
límites y normas de forma respetuosa y cariñosa, pero con firmeza. Dado que son
pequeños, es importante que les demos a conocer estas reglas de una forma clara,
para que las comprendan. Los hábitos y las rutinas también son importantes en esta
corta edad, ya que enseñan a los niños y les aportan seguridad. Recuerda: la
empatía y la paciencia son las mejores cualidades que un padre de un niño de 2
años puede tener.

La crisis en los niños de 7 años, ¡también existe!

Una vez superada la crisis de los 2 años, pensábamos que no íbamos a tener que
enfrentarnos a ninguno de estos otros momentos peliagudos hasta la adolescencia,
pero... ¡ERROR! Aquí está la crisis de los 7 años para recordarte que tu hijo está
creciendo y está construyendo su propia identidad y personalidad. No te preocupes
ni te desesperes demasiado; igual que pasaste por la crisis de los 2 años,
sobrevivirás a la crisis de los 7 años.

- ¿En qué consiste la crisis de los 7 años en los niños?

Esta crisis, que suele producirse a los 7 años, pero que puede adelantarse a los 6
o retrasarse a los 8 porque cada niño es un mundo, se produce porque tu hijo está
reivindicando su 'yo'. A esta edad, los niños han expandido sus posibilidades de
desarrollo físico, pero también de su pensamiento. Quieren más y más libertad y
expresan su necesidad de encontrar un lugar en el mundo. Además, ya tienen las
posibilidades más amplias a nivel social y de lenguaje que antes.

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Es habitual que se rebelen contra las normas que les habíamos puesto hasta el
momento. Y a veces, lo hacen mostrando su rabia y enfado diciendo palabras
malsonantes o insultos. Se trata de un momento en el que los sentimientos están a
flor de piel, por lo que tan pronto están felices como se enfadan y no quieren saber
de nadie.

- ¿Y qué hacemos los padres?

Es nuestra tarea como padres acompañar a los niños en este momento de crisis
para ayudarles a comprender mejor qué les está ocurriendo. Para ello, es importante
que mantengamos los límites y las normas que les habíamos puesto, si bien es
necesario adaptarlas a su edad. Lo mismo ocurre con los habitos y las rutinas. Es
posible que quieran romper con todas ellas, es parte de la conducta típica en esta
crisis madurativa, sin embargo, debemos ser constantes, pero, sobre todo,
coherentes con nuestra forma de educarles. La clave está en empatizar con ellos y
escuchar todo lo que necesiten.

La siguiente crisis madurativa en tus hijos: la crisis de la pubertad

Pues sí, así es: todavía hay una pequeña gran crisis antes de la llegada oficial de la
adolescencia. Hablamos de la crisis de la pubertad, que se suele dar entre los 9 y
los 12 años. Esta se produce porque los niños, cada vez son menos niños, sin
embargo, todavía no son adultos. Están en un momento de transición en el que
tanto emocional como físicamente se producen muchos cambios.

- Así es la crisis de la pubertad en los niños

Los amigos (y lo que ellos piensen) es más importante que nunca, empiezan a surgir
los complejos, los niños vuelven a cambiar de estado de ánimo en un minuto (de la

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más absoluta felicidad a la tristeza o enfado), quieren más y más autonomía... No
podemos olvidar que en esta etapa los niños están pasando por un momento
de cambio hormonal.

- ¿Qué pueden hacer los padres?

En un momento de crisis como este, los niños se sienten un poco confundidos por
todo lo que están sintiendo, por eso necesitan que sus padres les acompañen y les
guíen. Nosotros debemos recordar que, para serles realmente útiles, debemos
ser respetuosos y cariñosos con sus necesidades pero, sobre todo, debemos ser
empáticos y tratar de comprender cómo se sienten.

Evitar los sermones y escucharles, así como fomentar el diálogo con ellos
mientras proponemos límites y hábitos, son las claves para ayudar a los niños en la
crisis de la pubertad.

Y ¿por fin? la crisis de la adolescencia

Entre los 14 y los 16 años, nuestros hijos pueden pasar por lo que se conoce
como la crisis de la adolescencia. A veces, incluso, puede suceder que esta y la
crisis de la pubertad se solapen. Los pequeños de la familia (que en realidad ya no
son tan pequeños) pasan por un momento vital para su desarrollo, ya que están
sentando las bases de los adultos en los que se convertirán. Es por ello que buscan
su personalidad, pero también el lugar en el que mejor encajan.

- Las claves de la crisis de la adolescencia

En este momento, más que nunca, nuestros hijos están dejando atrás el niño que
fueron y poco a poco van tomando las nuevas responsabilidades y exigencias de la

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vida adulta. Se encuentran en un momento crucial en el que construyen su identidad
personal, pero también su identidad social. Y es por este motivo por el que las
relaciones con sus iguales se vuelven tan importantes para ellos. Es por ello que la
pertenencia a un grupo se vuelve un objetivo principal en su día a día.

Se fijan mucho en su imagen corporal, en lo que les gusta y en lo que no, y también
desarrollan otros miedos como el miedo a fracasar. Cada vez su carácter es más
reflexivo y exigen más tiempo solos.

- Consejos para padres con hijos adolescentes

En este momento, el acompañamiento a los niños resulta clave. Se trata de estar


para ellos siempre que lo necesiten, pero sin que se note demasiado, ya que
querrán mantener su autonomía casi absoluta de cara a los demás. Una vez más,
escucharles con paciencia y respetar su intimidad resulta esencial.

Tipos de rabietas infantiles y cómo enfrentarlas

No es lo mismo una rabieta o berrinche de un niño que está cansado y no consigue


dormir, que una rabieta de un niño que quiere conseguir algo de lo que se
encaprichó a toda costa... Te contamos qué tipos de rabietas existen y qué hacer
en cada caso

Las rabietas infantiles son un estado de impaciencia y enfado propio de los niños
pequeños, especialmente en el segundo año de vida. Generalmente, los berrinches
suelen originarse por un leve motivo y, en este caso, duran poco. Respecto a la
edad, los berrinches pueden suceder a cualquier edad, pero son más frecuentes

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entre los 18 meses y los 3 años, aunque pueden durar hasta los 5 o 6 años y
desaparecer gradualmente después.

Existen muchas causas que pueden desatar una rabieta, algunas de las cuales son
llamar la atención, desear lo que no es suyo, tratar de mostrar lo independientes
que son o sentirse cansados y frustrados.

1. Llamar la atención

La primera rabieta de un niño empieza solo por llamar la atención, y rara vez
para manipular a los padres, pero si la recompensa a una rabieta es recibir
mucha atención gratificante puede ser una razón importante para pronto
tener otra rabieta.

Ante esta rabieta, deja que se calme y analiza si lo hizo porque de verdad no
atendiste a sus necesidades o si simplemente quiere manipularte. En el
primero de los casos, debes prestarle más atención. En el segundo de los
casos, debes ignorar las rabietas para demostrar que no puede salirse con
la suya siempre que quiera.

2. Querer algo que no tiene YA

Otra de las rabietas más típicas entre los niños (sobre todo a los 2 y 3 años)
es el llanto para conseguir algo. El niño quiere algo que no le dan y empieza
a llorar con todas sus fuerzas. Lo mejor es analizar si realmente necesita eso
que pide o es sólo un capricho. Pero, en cualquier caso, no darle lo que pide
en medio de la rabieta. Es mejor esperar a que se calme y explicarle que no
se pueden conseguir las cosas así de esa forma. Deben aprender a esperar y
a aceptar lo que les decimos. Si les decimos que no le vamos a dar un
caramelo o que un amigo no le deje su juguete, tendrá que aceptar que no
puede tener todo lo que desea

3. Rabieta para evitar algo

O también puede darse el caso de la rabieta en niños que no quieren que


ocurra algo. Por ejemplo, un bebé que no quiere que le corten el pelo, o
que no quiere ir a dormir... En ese caso, lo primero que debes hacer cuando
se calme es explicarle que le entiendes, pero que no puede hacer lo que
siempre quiere. Es decir, puedes usar frases como: 'Sé que quieres seguir
jugando...pero es hora de dormir, porque si no, estarás muy cansado y
mañana no podrás jugar'...

4. Intentar probar su independencia

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Cuando intentan hacer algo y no les sale, nosotros intentamos ayudarle, pero
no quiere, se frustra por qué no puede hacerlo solo.

5. Frustración interna

A menudo la rabieta sólo es una señal de que el niño aún es muy pequeño y
no sabe controlar sus emociones. En un momento dado se siente irascible,
frustrado... y comienza a llorar sin saber muy bien por qué. Ayúdale a
calmarse, y cuando esté más tranquilo, habla con él de las emociones.
Pregúntale si se sintió enfadado por algo... y explícale ese sentimiento es
normal, pero que el llanto no es la forma de solucionarlo. Y aprovecha para
elogiar sus esfuerzos. Potencia su autoestima. La sensación
de impaciencia creciente junto con su limitada habilidad para tener éxito con
las cosas que intenta, o no ser capaz de expresar totalmente lo que quiere
debido a una falta de habilidades lingüísticas, pueden desencadenar una
rabieta.

6. Celos

Van dirigidos a un hermano o hermana, cuando su deseo de conseguir algo


no se cumple.

¿Qué puede desencadenar un berrinche o rabieta en


los niños?
Las rabietas infantiles pueden estar causadas por la frustración, enfado, confusión
y temor. Inevitablemente todos los niños entre los 18 meses hasta después de los
3 años, se rebelan contra la autoridad de los padres y reclaman su individualidad,
mientras intentan explorar y aprender dónde están los limites. Los niños entre 1 y 3
años con rabietas:

- No toleran bien ninguna forma de control, no aceptan límites ni reglas

- Luchan por su independencia, son más exigentes y se muestran más desafiantes

- Se debaten entre independencia y dependencia

- Quieren control y tratarán de controlar a sus padres

- Generalmente, sufren miedos y confusión sobre lo que quieren

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Formas de reaccionar ante un berrinche infantil
Es fácil detectar una rabieta: el niño se tira al suelo, se suceden los gritos, patalea,
se golpea a sí mismo o lo que encuentra a su alrededor, se cuelga de nuestras
piernas o incluso puede llegar a pegar e insultar.

Anticiparnos

Los padres podemos detectar esas señales que indican que se va a desencadenar
un berrinche y podemos evitarlas, por ejemplo, no pasar delante de la juguetería o
del parque si no podemos ir o dejar la compra para un momento en el que no
estemos con los niños.

Ser más flexibles

En ocasiones los padres recurrimos demasiado al 'no' y ponemos demasiadas


normas y límites que frustran a los niños y les hacen tener un berrinche. Antes de
negarle tantas cosas, es importante pensar si nos excedemos de autoritarios.

No discutir con el niño

En esos momentos de gran berrinche en los que no escucha y sólo grita, es


preferible mantenernos impasibles y firmes, no mostrar ante el niño que nos
desesperamos o nos ponemos nerviosos. No prestar demasiada atención a lo que
ocurre y esperar a que se calme, incluso aunque esté en la calle y sea objeto de
miradas reprobatorias.

Mantén la calma

Aunque el niño grite, no eleves tú el tono de voz ni te pongas nervioso. La paciencia


es nuestro gran aliado en esos casos. Si la situación lo permite y el niño puede
escuchar, podemos cogerle de los hombros, intentar que nos miren a los ojos y
explicarles de forma tranquila, por ejemplo, por qué hemos de ir a casa y no
podemos seguir jugando en el parque.

Evitar que se haga daño

Si el niño se muestra agresivo, intenta dañarse o dañar a otro sí debemos tomarle


en brazos y mantener la calma. No le zarandearemos ni gritaremos, sólo le
tendremos en brazos hasta que se vaya calmando.

Ofrecer alternativas

En caso de que el enfado vaya en aumento es conveniente ofrecerle otra actividad


que le guste, antes de que estalle el gran berrinche. Por ejemplo, si no puede seguir

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jugando en el parque, podrá jugar en casa porque vas a sacar sus pinturas favoritas
y podrá hacer un dibujo estupendo.

Dialogar con el niño

Cuando la rabieta haya pasado es entonces cuando podemos hablar con él y


explicar por qué tomaste esa decisión, qué hizo mal y por qué no debe comportarse
así.

No des importancia a la rabieta frente al niño

Si hablamos delante de otros o del mismo niño constantemente sobre el berrinche


que organizó o la pataleta que montó en algún sitio le estaremos dando pie a que
sepa cuánto nos afecta esa conducta. Sabrá que tememos ese momento y que
puede volver a hacerlo. Es conveniente evitar frases del tipo: a ver si hoy no montas
un numerito o no sabes la que lio ayer el niño en el supermercado

Consejos para padres sobre rabietas infantiles


USAR LA TECNICA DEL ESPEJO: Los padres deseamos saber todos los trucos
sobre cómo frenar las rabietas en nuestros hijos. En realidad, existen miles de
consejos que hablan sobre ello, pero seguramente ya te habrás dado cuenta que a
los días de utilizarlos pierden eficacia. Por eso hoy quiero compartir una técnica que
no solo te ayudará a frenar la rabieta de los niños, sino que además les ayuda a
aprender para que empiecen a disminuir notablemente. Se trata de la técnica de la
ley del espejo, con la que tus hijos podrán ver su mal comportamiento en ti y así
empezar a decidir qué tipo de persona quieren ser. ¿Te cuento más?

Beneficios de utilizar la ley del espejo para calmar las rabietas infantiles

Como he dicho anteriormente, los trucos que solemos utilizar para frenar las
rabietas de nuestros hijos suelen tener una fecha de caducidad bastante corta, ya
que nuestros pequeños son como los ordenadores de última generación: ‘parece
que se las saben todas y, además, son muy ágiles para descubrirnos’.

Por eso, el principal beneficio de utilizar la ley del espejo es que ayuda a nuestros
hijos a hacer aprendizajes duraderos en el tiempo, en los que ellos mismos
empezarán a ver la importancia de modificar determinados comportamientos.

Pero, ¿por qué esta técnica es diferente a las demás? Es distinta porque
utilizamos el factor sorpresa y con ello impactamos en el cerebro del niño, logrando
que toda su atención esté puesta en aquello que le queremos mostrar. Por otra
parte, salimos de los típicos consejos, imposiciones o los miles de correcciones que
podemos llegar a hacer en un día, algo que además aburren al niño. Como decía
Pitágoras: ‘Enseña a los niños y no será necesario castigar a los hombres’.

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En qué consiste la ley del espejo para trabajar los berrinches y pataletas en
los niños

Esta técnica consiste en imitar el comportamiento del niño, tanto en sonidos, gestos
y actos. El objetivo es que ellos vean reflejado en ti su mal comportamiento. Para
ello, sigue los siguientes pasos:

- Espera el tiempo suficiente para que la rabieta de tu pequeño haya disminuido


notablemente, pero lo justo y necesario para que aún tenga presente lo que acaba
de suceder. Ellos deben ver con clara evidencia la imitación de su comportamiento.

- Para que funcione debe ser inesperado, la idea es impactar a tu hijo. Para ello, te
recomiendo una preparación previa en la que pienses cómo lo vas a hacer y si
necesitas la ayuda de algún complemento. Si tu pequeño se tira al suelo, llora,
grita… ¡no dudes en hacerlo tú también! ¡Recuerda que el factor sorpresa es
indispensable!

- Una vez hayas impactado a tu pequeño, con voz serena y tranquila pregúntale que
le ha parecido y cómo cree que podría solucionar el problema. La idea es que
sean ellos los que expresen la solución.

- Aprovecha el momento para preguntarle qué tipo de niño quiere ser (Hazle ver las
diferencias entre el niño que siente y aprende, y el que siente y rechaza el
aprendizaje). Deja que elija y exprese qué tipo de comportamiento quiere tener a
partir de ahora, y ayúdale a pensar en las acciones o herramientas puede utilizar
para llevarlo a cabo.

- Cierra este ejercicio con un abrazo y palabras de amor. Recuérdale que haga lo
que haga es un ser humano valioso e importante para ti y aprovecha para sacar
risas de la situación.

Te recomiendo utilizar esta técnica en aquellos casos en los que un mal


comportamiento se repite en el tiempo. Por otra parte, vuelve a utilizarla dejando
espacios de tiempo suficiente como para que a tu pequeño se le haya olvidado y
puedas volver a sorprenderle.

CUENTOS PARA HACER FRENTE A LAS RABIETAS DE LOS NIÑOS

Otro recurso fantástico que puedes utilizar para controlar las rabietas de tu hijo
son los cuentos. Historias cortas y sencillas con las que tus hijos se sentirán
identificados.

- Mabel y sus rabietas

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¿Qué pensarías si en lugar de ser los padres los encargados de hacer frente a
las rabietas de los hijos fuese tu otro hijo el que ayudase a su hermana? Eso es lo
que hace la hermana de Mabel para que esta no se enfade tanto y tan fuerte.

- El erizo Pinchón

Cuando un niño coge una pataleta, emociones como la ira, la rabia o la frustración
dominan su estado anímico. ¿Sabes cuál es lo peor? Que esta situación puede
alejarnos de los que no rodean, como le ocurre al protagonista de este cuento.

- El niño y los clavos

Historias como las de 'El niño y los clavos' permitirán a tu hijo entender qué siente
cuando está enfadado y qué consecuencias tiene y le enseñarán a canalizar mejor
sus emociones.

Gestionar, transitar y acompañar al infante durante una rabieta o pataleta a veces


no es tarea fácil. Es por ello que a veces incurrimos en una serie de errores que,
lejos de ayudar al niño o la niña, pueden perjudicar su desarrollo, su autoestima y
su auto concepto. En nuestro afán por contener a la criatura y que la situación
termine, en ocasiones utilizamos expresiones con resultados nefastos. ¿Cuáles son
esas frases prohibidas que nunca debemos decir a cuando las niñas o los niños
tienen un berrinche o rabieta?

Frases prohibidas que no debes decir ante un


berrinche infantil
A continuación, voy detallando todas esas frases y expresiones que a veces
decimos a nuestras hijas o hijos cuando tienen una rabieta, pero que no les ayudan
en absoluto cuando están enojados o berrinchudos.

1. No llores
Expresar las propias emociones es necesario y saludable para cualquier ser
humano. Llorar es una de las formas de hacerlo y quizá la única de la que tu
pequeña o pequeño es capaz todavía. Por lo tanto, reprimir esta necesidad
de nuestras criaturas no es una buena contribución a su pleno desarrollo.
Hacerlo de forma continuada y periódica puede acarrear consecuencias
negativas a su formación emocional.

2. ¡Cállate ya!
De igual modo que no pediríamos a un amigo o amiga o a nuestra pareja que
dejase de llorar, porque entenderíamos que si tiene un berrinche es porque
algo le ocurre y lo que intentaríamos es consolarle, ayudarle, escucharle,
acompañarle… Lo mismo debemos hacer con nuestras niñas y nuestros
niños.

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3. No es para tanto / No tiene importancia
Cada vez somos más conscientes de la importancia de validar las
emociones de los niños y las niñas. Si le decimos a nuestra hija o hijo frases
de este tipo, le estaremos transmitiendo que lo que siente no tiene valor o
que no nos importa, siendo ambas cosas muy perjudiciales para su desarrollo
emocional. En lugar de eso, ayudémosle a poner nombre a lo que siente,
preguntémosle si está bien y hagámosle sentir que estamos a su lado, que
le entendemos y que puede contar con nuestro apoyo siempre que nos
necesite (aunque tenga un berrinche).

4. ¡Qué vergüenza! / Estás (estamos) haciendo el ridículo

La vergüenza y la culpa son emociones naturales, pero altamente


incapacitantes. Con estas frases prohibidas ante un berrinche o rabieta,
podemos fomentar en exceso estos sentimientos, lo que puede mermar
la autoestima de los niños y las niñas. Por otro lado, no hay que entender y
transmitir siempre estas emociones como algo negativo, ya que tienen un
importante componente adaptativo a situaciones sociales. Por ambas
razones, debemos intentar eliminar mensajes en exceso culpabilizadores
para nuestros niños y niñas. Así pues, decir este tipo de frases no es lo más
adecuado para decir, sobre todo cuando estamos enojados.

Qué NO decir a los niños cuando tienen una rabieta

5. Tu hermana (o hermano) no hace estas cosas

Comparar a un niño o niña con otras personas, además de mermar


seriamente su autoestima, puede provocar sentimientos de celos, rabia,
rencor o rivalidad innecesarios y altamente dañinos para ambas partes. ¡Y ya
sabemos que las comparaciones son odiosas!

6. Eres malo (o mala)

Una frase tan categórica como esta, además de ser un insulto, puede dañar
enormemente la percepción de sí mismo o sí misma de la menor. Si hacemos
uso de este tipo de afirmaciones con frecuencia, el niño o la niña puede llegar
a creer que, efectivamente, son ciertas, mediante los mecanismos que
intervienen en la denominada profecía auto cumplida o el efecto Pigmalión.
A través de estos mecanismos, finalmente el o la menor acabará siendo y
comportándose como tal. ¡Mucho ojo con los mensajes que trasladamos a
nuestros niños y niñas porque muy probablemente pueden acabar auto
confirmándose!

7. ¡Te voy a castigar!

Los castigos son una herramienta más de modificación de conductas


inadecuadas. En algunas ocasiones muy concretas pueden ser útiles y
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funcionar. Pero ni son válidos ante una rabieta ni son un método del que,
como personas encargadas de educar a las hijas e hijos, nos convenga
abusar. Cuando una niña o un niño tiene un berrinche, entra en juego
su cerebro reptiliano (el relacionado con las funciones más básicas y la
supervivencia, entre otros). Por este motivo solo debemos acompañarle en
el proceso, siendo el castigo un elemento inútil que solo va a contribuir a
dilatar la conducta que pretendemos eliminar (en este caso la rabieta o
berrinche). Por otro lado, usar la amenaza para redirigir los comportamientos
inadecuados no suele ser rentable a la larga.

8. Ya no te quiero

Con esta frase prohibida, primero, estamos mintiendo a nuestra pequeña o


pequeño y, segundo, le estamos enseñando que nuestro amor está
condicionado por ciertos elementos, lo cual es harto peligroso para su
seguridad y su autoestima. Es importantísimo para el adecuado desarrollo
emocional infantil que sepa que siempre, pase lo que pase, le vamos a
querer, independientemente de que nos disgusten o enfaden ciertos
comportamientos.

9. Pareces tonta (o tonto)

Expresiones de este tipo son una falta de respeto por nuestros hijos e hijas.
Además de invalidarles, dañan su autoestima y menoscaban sus
capacidades y su autonomía. Si no se lo diríamos a una persona adulta ¿por
qué sí a un o una menor?

10. Cuando venga tu padre te vas a enterar / Se lo voy a contar a tu madre

Estas frases prohibidas cuando los niños y niñas tienen berrinches o rabietas
pueden darse con algunas variantes. En cualquier caso, nuevamente se
utiliza la amenaza como medio de disuasión. Diciendo este tipo de
expresiones nos estamos restando valor como figuras de autoridad ante los
ojos del infante y estamos adoptando un estilo negligente, en el que
delegamos la labor educativa en otra persona adulta.

Más frases que merman la autoestima y emociones de los niños

11. Como no pares, vas a llorar por algo


Como he explicado más arriba, la amenaza nunca es una buena herramienta
para modificar una conducta inadecuada. El niño o la niña, como mucho,
aprenderá a actuar por miedo a las consecuencias, pero nunca
comprendiendo que lo que hace o no hace está bien o mal. La amenaza
además causa miedo y ansiedad.

12. Te odio
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Frase terrible, muy similar al 'no te quiero'. Al abusar de este tipo de
expresiones, que tienen un componente de chantaje emocional, la criatura
aprenderá a actuar para complacer y agradar constantemente, temiendo
perder en cualquier momento su privilegio de 'ser querido'. Esto puede
incluso condicionar sus relaciones adultas, acarreando serios problemas.

13. Si paras de llorar te doy lo que quieres

El chantaje tampoco es un buen método para modificar una conducta, si bien


es cierto que como medio disuasorio puede ser muy eficaz. Si lo utilizamos
ante un berrinche o rabieta, el o la menor no aprenderá cuál es la conducta
que esperamos que realice. Además, para la próxima vez, reconducir
el comportamiento no deseado se hará más complicado, ya que esperará su
recompensa.

14. Eso es de niñas (en caso de que sea un niño quien lleve a cabo este
comportamiento)
Perpetuar roles y estereotipos machistas en el lenguaje y, en general, en el
trato a nuestras niñas y niños hace daño a la sociedad en su conjunto. Llorar
es un acto natural, sano, liberador, muy necesario en ocasiones y, sobre
todo, propio de la raza humana. No pongamos etiquetas ni barreras invisibles
a la infancia. Dejemos a las criaturas ser y estar como quieran y necesiten
sin colgarles mochilas imaginarias por ello. Aunque aún queda camino por
andar, está en nuestra mano promover el avance hacia la igualdad

¿Por qué algunos niños se golpean la cabeza contra


el suelo o la pared cuando tienen una rabieta? ¿Es
normal que un niño se autolesione durante un
berrinche? ¿Debemos preocuparnos si esto le sucede a nuestro hijo? ¿Cómo
debemos reaccionar cuando el niño se golpea la cabeza? ¿Lo hace para llamar
nuestra atención?

Muchos padres se preocupan al observar que su hijo se da golpes en la cabeza


cuando tiene un berrinche difícil de controlar.

Este tipo de comportamientos inquieta a los padres los cuales se suelen sentir
angustiados por no entender por qué su hijo realiza este tipo de conductas, cuando
se siente frustrado o irado.

Es normal que estéis preocupados pero hay que tener en cuenta que esta conducta
tiene lugar con bastante frecuencia en los niños menores de 24 meses. Transcurrido
los dos años de edad, este tipo de conductas tienden a disminuir hasta desaparecer.
A su vez, es necesario conocer que esta conducta por sí sola no tiene por qué ser
un indicador de que algo grave le está pasando al niño.

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En la mayoría de las ocasiones no responde a un problema serio pero es importante
que observemos de cerca este tipo de autolesiones para determinar las posibles
causas que han desencadenado que el niño/a termine golpeándose.

No debemos alarmarnos si la conducta de golpearse la cabeza tiene lugar cuando


nuestro hijo está frustrado, enfadado o nervioso. Seguramente lo haga para
tranquilizarse o para poder expresar su ira. En definitiva, se golpean en la cabeza
para descargar tensión, para desahogarse. Pero, como padres, es importante que
intentemos averiguar por qué motivo el niño/a siente ese enfado o frustración de
manera tan intensa para que podamos ayudarle.

A su vez, es posible que el pequeño se haya dado cuenta de que cuando hace este
tipo de conductas capta la atención de sus padres. Y, puede ser que un día se diera
golpes en su cabeza y al observar la repercusión que tiene esa conducta en su
entorno la utilice ahora con fines manipulativos, es decir, para tener a sus padres
pendientes de él o de ella.

Qué hacer frente a un niño que se autolesiona en una rabieta

Te damos 3 actitudes que deben tener los padres ante una rabieta o berrinche con
autolesión en los niños:

1. Evitar que el niño se lesione

Por el motivo que sea es importante que procuremos que el niño no se haga
daño. Puede golpearse fuertemente y terminar causándose una lesión. Por
ello, debemos hacer uso de técnicas de contención que le impidan seguir
realizando esa conducta (p.ej. darle un abrazo para proporcionarle cariño y
a la vez impedirle así que continúe haciéndose daño).

2. NO Ignorar la situación

En más de una ocasión habrás oído decir que cuando un niño tiene una
rabieta lo mejor que se puede hacer es ignorarle. Y, así es. Sin embargo,
cuando el niño se está autolesionando no podemos hacer caso omiso. Lo
Ideal es que intentemos desviar su atención con algún tipo de
estimulación (cantarle una canción, jugar, poner música, bailar, etc.) para
que deje de realizar tal conducta ya que puede llegar a resultar peligrosa.

3. Buscar ayuda y orientación profesional

Si el niño/a tiene más de 24 meses y continúa golpeándose la cabeza con


frecuencia, es recomendable contactar con un profesional como por ejemplo
su pediatra para que pueda valorar qué sucede y descartar cualquier
problema de salud física o mental.

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Recursos para frenar los berrinches o rabietas de
los niños
Prueba esta famosa pregunta de Neuberger para combatir y frenar la ira, los
berrinches o las rabietas de los niños

A menudo las explosiones de ira llegan por un detalle sin importancia. Un capricho,
un 'No', algo que no termina por salir bien... Son explosiones de ira totalmente
irracionales, lo sabemos, pero son capaces de hacernos perder los nervios. Cuando
un niño se enfada y se 'encierra' en su mundo, se transforma. Es difícil hacerle entrar
en razón. Hasta ahora. Te ofrecemos una pregunta mágica para frenar una
rabieta o un momento de enfado en los niños, una pregunta cuya efectividad tiene,
además, una base científica.

Prueba esta pregunta mágica para frenar un berrinche de tu hijo

Cuando un niño se enfada y entra en bucle, es muy difícil acceder a sus emociones,
y menos aún, a sus pensamientos. Lo que a simple vista parece una 'tontería' sin
importancia, para él, víctima en ese momento de una tormenta de ira, es una ofensa
de magnitud incalculable.

Una frustración, un desacuerdo, un capricho, un momento de cansancio... existen


muchas posibles causas de enfado en los niños. Del enfado a la ira hay un pequeño
paso. Y de la ira a la rabieta, un efímero eslabón. Y entonces llega la 'prueba de
fuego' para los padres. Entonces intentan recordar todas las teorías acerca de las
rabietas:

 Ignorar la rabieta cuando es por un capricho


 Abrazar al niño para expresar apoyo
 Ponerse a su altura e intentar dialogar con él
 Pedirle que respire profundamente
 Ofrecerle el bote de la calma

Cuando intentas frenar una rabieta, es realmente frustrante. En la mayoría de los


casos, no funciona nada. Pero ahora llega una pregunta salvadora. Un arma tan
inocente y eficaz como esta: hacer pensar al niño con una simple pregunta. La
creadora de esta pregunta mágica es Sally Neuberger, una psicóloga que pudo
comprobar su eficacia en una guardería. Su técnica es la siguiente:

- Cuando el niño esté muy enfadado, frustrado, o arranque en un llanto de ira,


pregúntale lo siguiente:

¿Se trata de un problema pequeño, un problema mediano o un


problema grande?

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Inmediatamente, el niño se verá totalmente sorprendido y, sobre todo, sentirá
comprensión y apoyo. La razón por la que esta simple pregunta es tan eficaz es la
siguiente:

Los niños, cuando se enfadan, se frustran o arrancan en una tormenta de ira, en


realidad están pidiendo ayuda. Necesita que alguien le ayude a entender por qué
está sintiendo ese enfado y sobre todo que le ofrezca una solución.

Imagina que tu hijo quiere comer una galleta y le dices que NO. Su primera reacción
será de enfado. Él quiere la galleta. ¿Por qué no puedes dársela? Y aunque insistas
en darle una razón ('porque vas a cenar dentro de poco'), él seguirá sin entender
por qué no puede comerse la galleta y luego cenar. Así que su enfado irá en
aumento, insistirá, y antes las repetidas negaciones, arrancará en llanto.

En ese momento, utilizas la técnica de la pregunta mágica:

 A ver, ¿se trata de un problema pequeño, un problema mediano o un


problema grande?

Como los niños tiende a 'cuantificar' todo, les parecerá una pregunta con gran
sentido. ¡Por fin alguien que le entiende! Seguramente te diga que es un problema
grande (para él lo es). En ese momento puedes ofrecer una comparación:

 Entonces, ¿si se pierde para siempre tu muñeco favorito es un problema más


pequeño?

Lo más normal es que le parezca que perder su muñeco favorito es un problema


mayor, así que dirá que no.

Y le explicas que tal vez su problema sea pequeño. En ese momento tu hijo (ya más
calmado) se sentirá comprendido. Sí, es un problema... él sabía que era un
problema. ¿Y la solución? Debes ofrecerle una alternativa o pedirle que piense él
mismo en una:

 Si juegas un rato, el tiempo se pasará muy rápido y en seguida cenarás.


¿Qué se te ocurre que puedes hacer?

El niño, gracias a esta pregunta, entenderá que los problemas pequeños son fáciles
de solucionar, los problemas medianos necesitan más esfuerzo y los problemas
graves son más difíciles de solucionar. Evidentemente, esta pregunta mágica no
funciona en todos los casos ni con todos los niños, pero la proporción de su eficacia
es muy alta. ¿Sabes por qué? Porque ofrece a los niños todas estas cosas...

Por qué esta pregunta funciona con las rabietas de los niños

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Puede parecerte un sistema demasiado sencillo, débil... ¿una pregunta? ¡Si lo que
mi hijo quiere es salirse con la suya! Bien, puede que en algunos casos y con
determinados niños, esta pregunta no sirva para calmarle por completo, pero sí
le estarás ofreciendo, de forma subliminal, todo esto:

1. Empatía

Tu hijo entenderá que te interesas por sus problemas. Es más: estás


reconociendo que es un problema. ¡Por fin alguien que le entiende!

2. Le ayudas a averiguar qué ocurre

cuando un niño se 'ofusca' en un problema y no sabe salir de él, necesita


alguien que le ayude a pensar qué sucede.

3. Encontrar una solución

Si después de plantear la pregunta, ayudas a tu hijo a buscar una solución o


en su defecto, una alternativa, estarás dando un paso de gigantes para
solucionar el problema y terminar con la rabieta o el enfado.

4. Autosuficiencia
Poco a poco, con este sistema, estarás dotando a tu hijo de un fantástico
sistema de resolución de problemas, una herramienta muy útil que le ayudará
a tener más habilidades para adaptarse a los cambios.
5. Confianza en sí mismos

Al mismo tiempo que muestras a tu hijo empatía y reconoces que su llanto


responde a un 'problema', aunque sea pequeño, estarás reafirmando a tu
hijo. Sentirá más confianza en sí mismo y mejorará su autoestima.

Contener los berrinches versus manejar las crisis


De un vistazo
 Los berrinches y las crisis pueden parecer similares, pero no son lo mismo.
 Cada conducta requiere una respuesta diferente.
 Saber por qué su hijo tiene un berrinche o una crisis puede ayudar a evitarlos.
 Todos hemos visto niños enojados y llorando en una tienda o en el parque. La
mayoría de las familias se compadecen porque les ha sucedido con sus hijos.
 Muchos asumen que se trata de una pataleta, pero podría tratarse de
una crisis emocional o sensorial. Su respuesta ante cada una de ellas debe ser
diferente. Estas son algunas estrategias para contener los berrinches y manejar las
crisis.

Maneras de contener un berrinche


 Es común que los niños pequeños tengan rabietas cuando se enojan, se
frustran o las cosas no son como ellos quieren. Pero, aunque sean comunes,
no deja de ser frustrante para usted y difícil de contenerlas.
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 Los niños suelen tener cierto grado de control de sus pataletas. Muchos
modifican su comportamiento en función de cómo reaccionan las personas
que están a su alrededor. También hay maneras de evitar que sucedan.

Ponga en práctica estas sugerencias para evitar que su hijo tenga un


berrinche.
1. Acordar una señal que indique frustración Hable con su hijo de
cómo lo ve usted cuando él está frustrado. Pregúntele si usted debería
notar alguna otra cosa. Decidan qué señal usted puede usar para
indicarle que está comenzando a frustrarse, como, por ejemplo:
jalarse la oreja. Hablen de lo que pueden hacer para calmar la
situación cuando él vea la señal.
2. Asignar un lugar tranquilo Encuentre un lugar de la casa donde su
hijo pueda dirigirse para calmarse. Puede ser simplemente una silla
donde a su hijo le gusta sentarse. Explíquele que es un lugar para
tranquilizarse y no un lugar de castigo. Su hijo puede dirigirse allí y
tomarse un descanso cuando vea la señal de frustración que
acordaron. (Puede que al principio tenga que recordarle que vaya allí
para calmarse).
3. Identificar la causa Usar una señal o dirigirse a otro lugar para
calmarse no siempre funciona. En ese caso, trate de averiguar
la causa del berrinche. Saber el motivo facilita poder apaciguar a su
hijo, y encontrar maneras de evitar la situación en el futuro.
4. Establecer expectativas claras Sea claro en cuanto a cómo espera
que su hijo se comporte. Use oraciones que usen cuando y entonces,
como: “Cuando me hablas con voz calmada, entonces podemos
conversar sobre eso”. De esa manera le está dando a su hijo la opción
de actuar de cierta manera o no.
5. Reconocer sus sentimientos Su hijo puede que no esté
comportándose bien, pero eso no significa que sus emociones no
sean reales. Trate de ser empático y ayúdelo a que identifique sus
emociones. Por ejemplo: “Sé que estás enojado conmigo porque te
pedí que apagaras el videojuego. Yo también me molesto cuando
tengo que dejar de hacer algo que me gusta”.
6. Ignorarlo A veces la mejor respuesta es no reaccionar. Tal vez el
berrinche de su hijo aumenta de intensidad al recibir atención cuando
usted está tratando de contenerlo. En esos casos es mejor dejarlo
tranquilo y no hacer nada.
7. Elogiar la conducta que usted desea Elogie a su hijo cuando sea
capaz de controlarse y calmarse. Indíquele específicamente qué hizo
bien. Por ejemplo: “Sé que estabas muy enojado y te costó dejar de
gritar. Hiciste muy bien en calmarte. Ahora podemos hablar de eso
tranquilamente”.

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¿cómo puedes saber si los berrinches de tu hijo son
más que eso?
Los focos rojos de los berrinches:
En diciembre de 2007, el Doctor Andy Belden y un grupo de colaboradores
publicaron un artículo en el que describen los “focos rojos” de los berrinches, es
decir, los signos de alerta que nos indican cuándo los berrinches de un niño pueden
ser síntoma de un problema más serio. Me parece que este estudio puede resultar
de mucha utilidad para orientar a las mamás acerca de cuándo deben buscar el
apoyo de un especialista, quien podrá ayudar a los niños, y a sus familiares, a salir
adelante de un problema y prevenir dificultades posteriores más serias.
Si tu niño presenta cualquiera de las características siguientes, puede ser necesario
buscar ayuda.
Agresión exagerada hacia la gente o los objetos: Es frecuente que los niños
golpeen cuando están haciendo un berrinche, pero si lo hacen de manera
exagerada, ya sea por la frecuencia o la intensidad de los golpes, esto puede ser
un signo de un problema grave.
De acuerdo con Belden, si un niño agrede a las personas o a los objetos en más de
la mitad de sus últimos 10 ó 20 berrinches, esto puede ser señal de un trastorno
disruptivo.
Si tienes que “ponerte a salvo” de los golpes de tu niño, protegerte de sus
berrinches, claramente estás ante un problema serio.
Conductas de auto-agresión: Niños que se muerden, golpean partes de su cuerpo
(como azotar la cabeza contra el piso) o patean paredes y muebles hasta hacerse
daño. Las conductas de auto-agresión pueden ser indicativas de una depresión
mayor o de una mezcla de depresión mayor con conducta disruptiva.
Berrinches excesivos: Si bien es cierto que la tolerancia de los padres ante las
rabietas puede variar, los autores han considerado que más de 20 berrinches en
casa al mes y/o tener más de cinco berrinches al día fuera de casa varias veces al
mes, pueden ser indicadores de un problema psiquiátrico serio.
Berrinches demasiado largos: Un niño gritando durante cinco minutos puede
parecer una eternidad para cualquier madre; pero cuando los berrinches duran
consistentemente más de 25 minutos, nos están indicando la presencia de un
problema mayor.
A veces los niños normales presentan berrinches de media hora, pero no es lo
común. Generalmente los berrinches son de corta duración y auto limitados, es
decir, van desapareciendo paulatinamente y no es necesario ayudar al niño a
calmarse.
Pero, de acuerdo con estos autores, los niños con problemas psiquiátricos
presentan rabietas de 25 minutos o más el 90% de las veces.
Dificultad para calmarse después de un berrinche: La mayoría de los niños
logran calmarse después de un berrinche, pero cuando el problema es más grave,
el niño muestra una incapacidad para regresar a un estado “normal” después de un
berrinche, y de manera sistemática, es necesario recurrir a estrategias externas
para ayudarlo a tranquilizarse.

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Existen otros estudios al respecto, que pueden resultar de utilidad cuando necesitas
orientación respecto a la conducta de tus hijos. Por ejemplo, la Academia Americana
de Pediatría recomienda que busques ayuda si:
 Los berrinches no mejoran o empeoran después de los 4 años de edad
 El niño se lastima a sí mismo o a otros durante los berrinches
 Si avienta o destruye objetos
 Si el niño se aguanta la respiración durante los berrinches, especialmente si se
desmaya
 Si, aunado a los berrinches, presenta pesadillas, regresión en el control de
esfínteres, dolores de cabeza, dolor de estómago, si se niega a comer o a irse a
acostar, ansiedad o un apego excesivo a los padres

¿Cuáles son los especialistas a los que puedes acudir?


 Psicólogos especialistas en desarrollo infantil
 Neuropsicólogos
 Paido – psiquiatras (es decir, psiquiatras especialistas en niños)
 Neuro – pediatras
 Pediatras

No es necesario esperar a que el niño presente un problema grave para solicitar


ayuda; también puedes acudir a un especialista si enfrentas cualquiera de las
situaciones siguientes:
 Si tienes dudas acerca de lo que tienes que hacer para resolver el problema
 Si las estrategias a las que has recurrido no te han funcionado o te sientes incómoda
con la manera cómo estás respondiendo ante el problema
 Si siempre acabas cediendo ante las demandas de tu hijo
 Si tu niño presenta otras conductas que te resultan difíciles de manejar
 Si te preocupa que tú puedas lastimar a tu hijo como respuesta a su conducta
 Si sientes que tu vida o la de tu familia se ha visto limitada debido a los problemas
que presenta tu hijo
 Si deseas recibir asesoría pues no sabes qué hacer durante los episodios de
berrinche de tu hijo

Puntos clave
 Las emociones puede que sean más fáciles de manejar cuando los niños
saben cómo describir sus sentimientos.
 Cuando usted descubre qué desencadena el estrés de su hijo, puede hacer
cambios para ayudarlo a manejar la situación.
 Está bien (¡y es saludable!) buscar la ayuda de profesionales para que
enseñen a su hijo estrategias para lidiar con situaciones difíciles.

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Maneras de manejar las crisis
Las crisis emocionales o sensoriales son una reacción al agobio. Son más extremas
que los berrinches y los niños no pueden controlarse.
Manejar las crisis es más difícil que contener los berrinches, pero identificar los
desencadenantes puede evitar una explosión mayor. Aunque no pueda detener una
crisis emocional, hay maneras en que usted puede responder para ayudar a su hijo
a retomar el control.

Antes de la crisis

1. Conozca los desencadenantes


No son iguales en todos los niños y puede que no sean obvios. En algunos niños
podría ser debida a una sobrecarga sensorial o emocional. En otros podría ser
causada por cambios inesperados, miedo o dolor. Conocer los factores que
desencadenan una crisis en su hijo ayudará a que las evite.
Puede que note que su hijo pone nervioso antes de ir a la escuela o se descontrola
al final del día. Quizás las crisis ocurren cerca de las horas de las comidas o de irse
a dormir, debido al hambre o el cansancio. O podría notar que ocurren en ciertos
lugares, como en sitios ruidosos o con mucha gente
.
2. Dese cuenta cuando está aumentando
Si reconoce las primeras señales, podrá ayudar a que su hijo se calme antes de que
pierda el control. Señales de advertencia comunes incluyen:

 Dificultad para pensar con claridad, tomar decisiones o responder preguntas.


 Repetir ideas y preguntas una y otra vez.
 Negarse a seguir instrucciones o a cooperar.
 Tratar de bloquear ruidos, luces y otros estímulos sensoriales, o intentar
esconderse o escaparse.
 Moverse con inquietud, como caminar de un lado a otro o no poder quedarse
quieto.
 Quejarse de síntomas físicos como mareo o palpitaciones.

3. Trate de desviar la atención del desencadenante


La fase de intensificación puede ser interrumpida en algunos niños. Intente
distraerlo con otra actividad.

4. Sea paciente
Su instinto puede que sea actuar rápidamente para evitar que la crisis aumente,
pero hablar rápido y alto puede empeorar las cosas. Dele a su hijo más tiempo para
procesar lo que usted le está diciendo. Use oraciones breves y concretas que
eliminen la opción de tomar decisiones.

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Durante la crisis

1. Evalúe la seguridad
Cuando su hijo está gritando y lanzando cosas, puede parecer una emergencia.
Pero no significa que lo sea. La pregunta a considerar es: ¿Alguien está lastimado
o en riesgo de hacerse daño?

2. Tranquilícelo
Necesita probar para saber si su hijo prefiere distancia física o que lo toquen o
abracen. En cualquier caso, es mejor que su voz y su lenguaje corporal transmitan
calma. Asegúrese de que su hijo sepa que cuenta con usted y que entiende que él
se sienta atemorizado y fuera de sí.

3. Dele espacio
Si está en un sitio público, trate de mover a su hijo a un lugar más tranquilo. Si está
en la casa, trate de que se dirija a una habitación tranquila. Cuando no sea posible
moverlo de lugar, pídale a las personas que les den más espacio.

4. Disminuya la intensidad
Apague la luz y no haga ruido. Si está en la casa y su hijo no puede o no quiere irse
a otra habitación, intente hacerse a un lado (su hijo puede sentirse atrapado si usted
se para frente a la puerta).

5. Piense en un plan para después de la crisis


Comience a pensar cómo comunicarse con su hijo después de la crisis, en lugar de
hacer algo que la reinicie. Puede que tenga que olvidarse de su plan de ir de
compras. Si la crisis fue desencadenada por una conversación emocional, tendrá
que dejar de hablar de ese tema y encontrar otra forma de enfocarlo la próxima vez
que lo intente.

Después de la crisis

1. Tiempo para recuperarse


Una vez que su hijo empieza a calmarse, podría sentirse avergonzado o culpable.
También puede que se sienta físicamente exhausto. Dele tiempo para que se
recupere.

2. Busque el momento adecuado para hablar


Usted puede ayudar a que su hijo reflexione sobre lo que pasó. Hacerlo
inmediatamente después de la crisis no es el mejor momento. Estas son algunas
maneras de hacerlo cuando ambos estén calmados:

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 Avísele. Dígale con anticipación que van a hablar y asegúrele que no está
metido en problemas.
 Sea breve. Hablar sobre una crisis puede causar que los niños se sientan
mal y a la defensiva. Diga lo que tiene que decir, pero evite repetir la misma
información.
 Confirme que entiende. Pida a su hijo que le repita de qué hablaron y
responda cualquier pregunta. Si decidieron un plan de acción, pídale que se
lo repita.

Manejar las crisis emocionales o sensoriales y contener los berrinches requiere


práctica. Reconocer las señales y enseñar a su hijo habilidades para controlarse,
puede ayudarlos a que encuentren mejores maneras de actuar en el futuro.

Puntos clave
 Tener un “lugar para calmarse” puede ayudar con los berrinches y las crisis.
 Ignorar un berrinche a veces puede ponerle fin.
 Conocer cuáles son los desencadenantes de su hijo puede evitar que las
crisis se intensifiquen.
 Los niños con dificultades del procesamiento sensorial pueden ser muy
sensibles al ruido. Desde ir al supermercado hasta un simulacro de incendio
en la escuela se transforma en un reto. Los médicos de su hijo pueden
ayudarlo a encontrar soluciones a largo plazo, pero por lo pronto estas son
algunas maneras de ayudarlo a manejar su sensibilidad al ruido.
 Advertir con antelación
 Si sabe que se producirán sonidos fuertes, hágaselo saber con anticipación
para que esté preparado. Por ejemplo, recuérdele sobre los inodoros y los
secadores de manos automáticos en los baños públicos. De ser posible,
ayúdelo a encontrar un lugar alejado del ruido.
 Amortiguar los sonidos Tenga a la mano auriculares, audífonos con
cancelación de ruido o tapones de oído para amortiguar los ruidos que no
pueden evitarse. Puede que tenga que probar para descubrir cuáles
funcionan mejor. Tenga en cuenta que a los niños que además
tienen sensibilidades táctiles les puede incomodar usar ciertos protectores
de oídos. Asegúrese de que los protectores solo amortigüen los sonidos.
Bloquear completamente el sonido puede ser contraindicado en términos de
seguridad.

Discutir asuntos de seguridad

Si la sensibilidad de su hijo le dificulta filtrar los sonidos que no son importantes, él


podría no ser capaz de captar los importantes. Estos sonidos importantes podrían
incluir sonidos de advertencia como sirenas o alarmas. O él podría intentar alejarse
de esos ruidos rápidamente sin advertir lo que ocurre a su alrededor.
Fomente que su hijo preste atención a lo que está viendo: luces que parpadean o
niños dirigiéndose a la puerta, y que le diga a un adulto si necesita alejarse.
Practique cómo responder en esas situaciones.

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Resolver problemas con otros
Hable con el maestro de su hijo o con el equipo del IEP sobre la posibilidad de tener
una señal para advertir con anticipación a su hijo los simulacros de incendio que
hayan sido planeados. También discuta estrategias como permitir que su hijo se
siente cerca de una puerta durante las asambleas para que pueda salir con facilidad
si el ruido se vuelve abrumador. Diseñe un plan de seguridad para su hijo, de
manera que los maestros sepan qué esperar y qué hacer. También puede ser útil si
el maestro le asigna a un compañero de clase para que sea su “amigo protector”.
Ese estudiante puede explicar la situación a su hijo.

Probar nuevas experiencias gradual mente


No siempre es posible evitar lugares que desencadenen la sensibilidad al ruido de
su hijo. Podría ayudar que usted lo lleve a lugares desconocidos paulatinamente y
durante momentos tranquilos. Por ejemplo, si necesita llevarlo con usted al nuevo
supermercado, averigüe cuándo suele estar menos concurrido. También puede
ayudar que usted visite lugares nuevos antes que su hijo, para que le explique qué
puede esperar cuando él vaya.

Ayudar a establecer límites Los sonidos de un videojuego lleno de acción o los


juegos alborotados pueden ser estresantes para los chicos con sensibilidad al ruido.
Explique a su hijo que es aceptable establecer límites con los amigos. Puede
ayudarlo a planear qué decir. Por ejemplo: “Me gusta ese juego, pero el sonido del
timbre lastima mis oídos. ¿Podemos jugar uno menos ruidoso?”.

Usar ruido blanco


Para algunos chicos, el ruido blanco de fondo ayuda a suavizar el efecto discordante
de sonidos molestos. Colocar un ventilador o una máquina que produzca ruido
blanco en la habitación de su hijo puede que lo ayude a dormir o a estudiar mejor.
Cuando está en público, déjelo usar sus auriculares para escuchar música relajante.

Los niños que tienen dificultades del procesamiento sensorial pueden ser más
sensibles a su entorno, menos sensibles o ambas. Lo que desencadena una
reacción negativa para un niño, puede que no tenga ningún efecto en otro. Estos
son algunas situaciones problemáticas para los niños con dificultades del
procesamiento sensorial.

Situación #1: Vestirse para ir a la escuela


Los niños con dificultades de procesamiento sensorial pueden ser demasiado
sensibles a las texturas de la ropa. Puede que no toleren la sensación de los zapatos
nuevos porque el material es demasiado rígido. Sus reacciones a ropa como
suéteres que pican o jeans ásperos pueden variar, desde sentir molestia hasta
negarse de manera rotunda a usarlos. Estar consciente de lo que desencadena
estas reacciones en su hijo puede ayudar. Por ejemplo, corte las etiquetas de la
ropa si incomodan a su hijo. Los pequeños ajustes pueden reducir las quejas y
ayudarlo a prepararse para la escuela.

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Situación #2: Reuniones sociales
Hay niños con dificultades del procesamiento sensorial a los que no les gusta que
los toquen. Las situaciones en las que se producen roces casuales o se saluda
dándose la mano pueden ser muy difíciles para ellos. Otros niños con dificultades
del procesamiento sensorial buscan tocar objetos y personas, incluso cuando puede
ser inapropiado. Por ejemplo, un niño que es demasiado “táctil” podría pensar que
no hay nada de malo en tocar el pelo o la ropa de alguien, en lugar de simplemente
decir algo sobre cómo luce. Estas son algunas ideas de cómo preparar a su hijo
para reuniones sociales.
Visitar a familiares y amigos es problemático para muchos niños. No saber qué
pasará o cómo deben comportarse puede ser particularmente complicado para los
niños que piensan y aprenden de manera diferente. Estas estrategias sencillas
pueden ayudar.

Describir la escena
¿Cuántas personas estarán allí? ¿Quiénes son? El solo hecho de conocer
información básica puede ayudar a tranquilizar a los niños más pequeños. Mientras
más detalles proporcione, mejor. ¿El tío Juan bromea constantemente y se ríe muy
fuerte? ¿La televisión está siempre encendida en la casa de la tía Rocío?
Describa a su hijo a quién podría ver y qué podría escuchar y experimentar. Esto
evita que los niños se sorprendan al entrar al recinto.

Situación #3: Comer en restaurantes


Un restaurante ruidoso puede parecer como una agresión acústica para los niños
con dificultades del procesamiento sensorial. Los niños pequeños podrían
esconderse debajo de la mesa o levantarse para escapar del ruido. Podrían tener
aversión a las comidas que son “crocantes” (cereal, zanahorias), “pegajosas o
viscosas” (melón, espagueti) u “olorosas” (pescado, queso). Los niños con
dificultades del procesamiento sensorial también podrían tener una fuerte
preferencia por alimentos que se sirven a cierta temperatura. Por ejemplo, podrían
rechazar las bebidas con hielo. Llevar un registro de la conducta de su hijo puede
ayudarlo a anticipar y evitar situaciones complicadas en la casa y en público.

Situación #4: Ir de compras


Una tienda llena de gente puede ser una experiencia abrumadora para los niños
con dificultades del procesamiento sensorial. Las luces fluorescentes o muy
brillantes pueden ser irritantes para los niños que son hipersensibles a ciertos tipos
de iluminación. Para aquellos niños a quienes no les gusta que los toquen, el roce
repetido con gente extraña en una tienda muy concurrida puede ponerlos de mal
humor (e inclusive desencadenar una crisis). A medida que crecen podrían temer
entrar a una tienda o evitar ir a lugares públicos.

Situación #5: En el parque


Los niños con dificultades del procesamiento sensorial suelen tener dificultades en
el parque infantil. Cuando suben la escalera del tobogán podrían notar que no les
gusta la sensación del metal en sus manos. Es posible que les preocupe chocar con
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alguno de los juegos o con otros niños. Algunos tienen miedo de lastimarse. Como
resultado, se ponen a jugar en los juegos para niños más pequeños. Se mantienen
lejos de los otros niños o evitan ir al parque infantil. Estos son algunos consejos
sobre cómo lidiar con los problemas en el parque infantil.

Ser acosado o ser testigo de acoso (bullying)


Los niños con dificultades de aprendizaje y de atención pueden ser el blanco
de acoso (también conocido como bullying). El acoso es diferente de las
burlas porque es repetido y generalmente se agrava con el paso del tiempo. Puede
incluir el uso de apodos, insultos, amenazas, la exclusión e incluso la violencia
física.
Cómo ayudar:
 Sea accesible y proactivo.
 Explique qué es el acoso y asegúrese de que su hijo sepa que puede acudir
a usted (o a un maestro) si lo experimenta o lo ve.
 Enséñele que es apropiado irse si no se siente seguro o si las palabras para
defenderse no funcionan. Infórmese acerca de qué hacer si sospecha que
hay acoso en la escuela.

Ser demasiado agresivo con otros niños


Los niños con dificultades de aprendizaje y de atención algunas veces carecen de
control de los impulsos, y tienen problemas para filtrar lo que dicen. Ellos podrían
empujar a otros niños, correr sin prestar atención o insultar sin darse cuenta.
También es posible que no se den cuenta cuando están siendo demasiado
enérgicos.
Cómo ayudar: Establezca reglas en cuanto a la agresión física, para que su
hijo sepa las consecuencias de antemano. Anímelo a usar las palabras para
comunicarse en vez de su cuerpo. Recuerde a su hijo que ser golpeado o empujado
duele: “No es apropiado pegarles a otros niños. Si quieres tener un turno, pregunta:
‘¿Puedo seguir yo, por favor?’”.

Lidiar con ganar o perder


Los niños que tienen problemas con el control de sus impulsos y con la regulación
de sus emociones podrían presumir de ganar y hacer que otros niños se sientan
mal por haber perdido. Del mismo modo, ellos podrían enojarse muchísimo cuando
pierden un juego e insistir en que los otros hicieron trampa. (Lea
las recomendaciones de un experto para ayudar a los chicos impulsivos cuando
pierden.
Estas son algunas estrategias que usted puede intentar:
 Durante los juegos familiares, enfóquese en el juego. Que el propósito sea
divertirse en familia en lugar de ganar o perder.
 Dé el ejemplo en cuanto a perder de manera positiva. Felicite al ganador y
reconozca que todos jugaron bien pero que algunos jugaron un poco mejor y
ganaron. Intente ser específico acerca de lo que le agradó de la forma en que

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jugaron. Los niños que pierden a menudo olvidan que tal vez jugaron bien y
ayudaron al equipo.
 Un buen espíritu deportivo también ocurre en la vida real. Así que encuentre
oportunidades de ejemplificarlo en situaciones diarias. Por ejemplo, si se
encuentra atascado en el tráfico no utilice un lenguaje inapropiado. O si está
retrasado para llegar a algún lugar, no insista en que los demás se apuren.
 Sienta empatía con los sentimientos de su hijo al mismo tiempo que le ofrece
una visión positiva. “Sé que sientes que jugaste muy mal. Pero déjame
decirte que me di cuenta que hiciste muy bien esto y esto”.
 Estimule a su hijo a que encuentre una actividad que disfrute en la que pueda
competir contra él mismo en el desarrollo de habilidades. Algunos ejemplos
podrían ser un deporte, el excursionismo, cocinar y el arte. Establezca metas
a corto plazo para mejorar en algo que le agrade.

De un vistazo
 Cuando los niños tienen dificultad para controlar sus emociones, podrían tener
problemas para manejar los contratiempos del día a día.
 Usted puede ayudar a su hijo a que aprenda estrategias adecuadas para lidiar con
los problemas, como identificar los sentimientos.
 Con el tiempo, su hijo podrá utilizar esas estrategias por sí mismo.

Con el apoyo adecuado, los niños pueden mejorar su autocontrol. Infórmese sobre
qué puede causar problemas con el autocontrol, y cómo ayudar. Y cuando
enfrentan obstáculos en su vida diaria, podrían reaccionar de manera impredecible
y hasta explosiva. Por eso es importante ayudarlos a desarrollar estrategias para
manejar las adversidades.
Usted puede ayudar a que su hijo se sienta más en control de sus emociones y
reacciones. Estas son cinco maneras de ayudarlo a desarrollar habilidades para
enfrentar los contratiempos.

Dé nombre a los sentimientos


Las emociones intensas pueden atemorizar a los niños, y a su vez pueden generar
reacciones intensas. Pero cuando los niños son capaces de expresar cómo se
sienten y cuál es la causa, puede que sus emociones les parezcan más manejables.
Cuando su hijo esté enfadado, pregúntele amablemente:

 ¿Cómo te sientes ahora? Facilítele palabras que pueda utilizar, como


enojado, triste, frustrado, ansioso, preocupado o avergonzado.
 ¿En qué parte del cuerpo lo estás sintiendo? Él podría decir que le molesta
el estómago, que siente un nudo en la garganta o que su corazón late muy
rápido.
 ¿Cuál crees que es la causa? Ayude a su hijo a analizar qué pasó justo antes
de sentirse mal. Esto podría ayudarlo a ver las cosas desde otro punto de
vista o entender mejor lo que ocurrió.

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Si su hijo tiene dificultades con el lenguaje, puede que se le dificulte hablar de
sentimientos. Usted podría usar un apoyo visual como una tarjeta con la pregunta
“¿cómo me siento?” para ayudarlo a identificar sus emociones.
Quizá usted quiera revisar estas sugerencias de un experto para hablar con su hijo
acerca de asuntos emocionales o sociales. Averigüe cómo actuar cuando su hijo se
frustra. Y si su hijo le dice que algo le da miedo, siga estos pasos para ayudarlo a
superar el miedo.

Identifique los desencadenantes en su hijo


Piense cuáles son las situaciones más difíciles para su hijo. Luego considere cómo
usted podría cambiar su propia conducta para ayudarlo a que él las maneje. Por
ejemplo:

 ¿Grita cuando le pide que apague la televisión? Avísele con cinco minutos
de anticipación antes de apagarla.
 ¿Su nivel de estrés aumenta considerablemente cuando le pide que se vista
en las mañanas? Un horario visual podría ayudarlo a anticipar qué se espera
que haga.
 ¿Las transiciones entre actividades son particularmente difíciles? Incluya
tiempo para relajarse entre cada deporte, reunión, etc.

Haga lo que a él le gusta


¿Qué es lo que su hijo hace para sentirse mejor? Quizás monta en bicicleta, lee
cómics o libros con amigos. La próxima vez que su hijo esté enojado:

 Pregúntele si quiere descansar haciendo alguna de las actividades que lo


relajan.
 Mencione las maneras de calmarse que él ya tiene.
 Con el tiempo, él utilizará esas estrategias por su cuenta.

Si todavía su hijo no conoce actividades que lo relajen, ayúdelo a encontrarlas. Por


ejemplo:

 Estudiantes de primaria: “Cuando me enojo con mi hermano, me ayuda


patear una pelota en el patio”.
 Estudiantes de escuela media: “Si me trabo en un problema de matemáticas,
me ayuda escuchar dos canciones y luego trato de resolverlo”.
 Estudiantes de bachillerato: “Cuando me siento ansioso por las solicitudes
de admisión a las universidades, me ayuda salir a correr”.

Si su hijo tiene dificultad para identificar qué es lo que le gusta hacer, estas son
algunas actividades que él podría probar.

Centrarse en las fortalezas es tan importante como reconocer las áreas


problemáticas. Motivar a su hijo a identificar sus fortalezas e intereses (y asumir

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riesgos saludables) puede mejorar su autoestima. Estas son algunas actividades
que podría poner en práctica.

Senderismo, ciclismo y montañismo


¿Su hijo es curioso y lleno de energía? El senderismo, ciclismo y montañismo le
permiten hacer deporte sin la presión de formar parte de un equipo. Las actividades
al aire libre podrían ser ideales si su hijo prefiere estar solo, le gusta aprender
explorando el mundo y está en constante movimiento.

Música
¿A su hijo le gusta la música? La música utiliza muchas partes del cerebro a la vez
para procesar el ritmo, las emociones y el movimiento. Todos los elementos de la
música (incluido el tempo, el tono y el ritmo) son también elementos clave para
aprender a leer. Cantar con su hijo en casa es una actividad excelente para explorar
su interés por la música.
Además, hay muchos tipos de actividades musicales que pueden probar. Algunas
le pueden ofrecer a su hijo la oportunidad de ser parte de un grupo (como una
banda). Otras, como la percusión, ayudan a desarrollar habilidades
funcionales como el control del movimiento.

Debate
¿Su hijo maneja mucha información y disfruta compartiéndola con otras personas?
Valdría la pena probar un club de debate. Esta actividad podría ayudarlo a hacerse
amigo de personas que tienen los mismos intereses. También podría ayudarlo a
desarrollar habilidades de comunicación más claras y formas de organizar sus
pensamientos.

Drama
Algunos niños disfrutan contar historias y les agrada ser el centro de atención. Un
club de teatro puede ser una buena opción para los estos niños. Les brinda la
oportunidad de aprender cómo se combinan el argumento, los personajes y la
puesta en escena para lograr una historia poderosa. Para los niños que no se
sienten cómodos siendo el centro de atención, hay muchos roles detrás del
escenario (por ejemplo, el diseño de escenografía o de vestuario). Todos estos
trabajos son una manera de formar parte de un equipo.

Arte
¿A su hijo le gusta dibujar, pintar o esculpir? Las clases de arte pueden ser una
manera excelente para que los niños desarrollen su capacidad de observar y
apreciar la belleza. Además, dibujar y pintar pueden desarrollar habilidades
motoras y enseñar sobre las formas, las relaciones espaciales, el tamaño y otros
conceptos matemáticos.

Baile
¿A su hijo le encanta moverse y bailar? A través del baile los niños pueden
desarrollar el sentido del ritmo, la coordinación, las habilidades motoras y seguir

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indicaciones en un contexto social. Además, los niños practican las habilidades viso
espaciales, las cuales pueden ser útiles en lectura y matemáticas.

Programación
¿A su hijo le gusta construir cosas o jugar en las computadoras? La programación
puede ser una actividad excelente para probar. Los niños pueden investigar por su
cuenta sobre programación. También existen muchas organizaciones que ofrecen
clases gratuitas en persona o en línea. Cuando los niños programan, utilizan
habilidades para la resolución de problemas y practican el pensamiento flexible al
tener que ajustar los planes que no funcionan.

Tenis de mesa
¿Su hijo tiene mucha energía y buenas habilidades viso espaciales? El tenis de
mesa (ping pong) ayuda a los niños a practicar la coordinación mano-ojo y la
planificación del movimiento. Esta actividad recreativa es adecuada para los niños
que no se sienten cómodos en grupos numerosos, pero que necesitan mejorar sus
habilidades sociales. Su hijo aprenderá a seguir reglas, establecer metas
personales y ser responsable de su progreso.

Jugar tenis es otra opción. Averigüe si hay canchas y programas gratuitos o de


bajo costo en los parques de su localidad. O intente en un centro comunitario
cercano. Usted puede revisar también esta lista de habilidades para encontrar
ideas, o prueben una divertida actividad manual.

Esté presente y sea comprensivo


Cuando su hijo esté sensible, dele toda su atención. Si él ve que usted está
distraído, podría hacerlo sentir más descontrolado. ¿Qué quiere decir estar
presente?

 Enfocarse en su hijo. Revise las cuentas por pagar y escuche los mensajes
telefónicos más tarde.
 Dé el ejemplo en cuanto a escuchar activamente. Después de que él termine
de hablar, repita lo que acaba de decir con las palabras que él utilizó, no con
las suyas. Usted podría decir: “Parece que sentiste que Mr. López fue
irrespetuoso contigo”. Esto lo ayudará a sentirse escuchado y comprendido.
 Haga preguntas relacionadas. Ayúdelo a identificar los próximos pasos a
seguir. “¿Hay algo que se te ocurra que puedas decirle mañana?”.

Lea sobre la importancia de mostrar empatía a los niños que piensan y aprenden
de manera diferente. Intente estas nueve maneras de mostrar empatía a su hijo.

Ya hemos hablado de una conducta que, si bien puede resultar molesta, también
puede ser considerada como normal, de manera que, cuando una mamá pide ayuda
porque su hijo es berrinchudo, generalmente recibe muchos consejos, entre los
cuales “ármate de paciencia” ocupa un lugar predominante.

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Pero la verdad es que no todo se resuelve con paciencia.
Diversos autores han reportado que, bajo ciertas circunstancias, los berrinches
pueden ser considerados como graves, por ello, muchos investigadores han
dedicado años de esfuerzos para tratar de encontrar las causas físicas y
psicológicas de esta conducta.

Los problemas emocionales que más típicamente se han asociado con los
berrinches son la depresión, la baja auto-estima, el trastorno por déficit de atención
(TDAH), el trastorno disruptivo, la manía y el trastorno bipolar.
Los berrinches se han asociado con problemas de audición y visión, enfermedades
crónicas, retraso en la aparición de lenguaje y problemas de aprendizaje.
También se ha encontrado que algunos colorantes, aditivos y
conservadores alimenticios pueden tener repercusiones indeseables sobre la
conducta de los niños, entre ellas un incremento en la frecuencia y duración de los
berrinches

Otros autores han intentado encontrar causas físicas para esta conducta; en
algunos casos se ha visto que los berrinches pueden ser considerados como
descargas de tipo epiléptico, pues se asocian con patrones alterados de la actividad
eléctrica cerebral.
Es muy importante señalar que los berrinches, en la inmensa mayoría de los casos,
son conductas pasajeras y forman parte del proceso de desarrollo infantil. Pero,

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