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“La familia es un laboratorio donde los niños ensayan, con las personas que más
quieren, sus emociones, carencias, potencialidades y su relación con el mundo”.Rocío
1
Gómez Sanabria.

Las rabietas y enfados en niños/as y adultos son emociones naturales, válidas e


inevitables en los seres humanos. Nuestra tarea como padres y madres debe
centrarse en favorecer, de manera progresiva, el desarrollo emocional y la
autorregulación de nuestros/as hijos/as para que crezcan sanos y felices. Un buen
desarrollo emocional es la clave para fomentar habilidades para la vida y para
respetarse a uno mismo.

Educar las emociones en familia:


Si queremos que nuestros hijos sepan relacionarse mejor y que aprendan a ser más
felices, debemos impulsar el desarrollo de sus competencias emocionales. La
implicación de las familias en la educación emocional de sus hijos/as ayuda al
desarrollo cognitivo, social y emocional de los niños/as y va relacionando con mayor
autoestima, mejora del comportamiento y actitudes más positivas hacia la escuela.
¿Qué es una emoción?
Es una reacción que se produce en nuestro cuerpo ante un cambio en el entorno,
como la aparición de un peligro o algo inesperado, un ruido, etc. Nos sirve para
activarnos y adaptarnos a esa nueva situación. Nos da información sobre nosotros y
nuestra relación con el entorno y los demás.
Todas las emociones son necesarias para la supervivencia. Cada emoción es una
experiencia y cumple una función. Sin las emociones positivas no sabríamos qué
cosas nos producen bienestar y sin las negativas no podríamos identificar
situaciones de peligro. De esto modo, no hay emociones primarias negativas o
positivas en el sentido de que sean buenas o malas para nosotros. Por ejemplo, el
asco no es placentero, pero nos puede ayudar a no comer un alimento en mal
estado y evitar así un malestar físico, con lo que habrá sido beneficioso.
¿Qué tipo de emociones existen?
 Básicas: Sin innatas, universales y nos ayudan a sobrevivir y adaptarnos. Por
ejemplo tenemos, la alegría, el miedo, la tristeza o la rabia.
 Sociales: Son culturales y surgen de relacionarnos con otras personas. Por
ejemplo tenemos, el amor, la envídia, el asombro, la curiosidad, la culpa, el
orgullo, etc..

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¿Cuáles son las competencias emocionales que debemos trabajar?
 Conciencia emocional: Nos ayuda a percibir y conocer nuestras propias 2
emociones y las de los demás.
 Regulación emocional: Es la habilidad que nos permite gestionar y canalizar
nuestra reacción ante las emociones negativas o desagradables y también
potenciar la vivencia consciente de emociones positivas o agradables. Esto
se produce de manera progresiva; a medida que nuestros/as hijos/as crecen y
van desarrollando su cerebro, al mismo tiempo que les vamos ofreciendo
espacios y oportunidades, modelados por el adulto, donde encontrarse con
la calma y la conexión con uno mismo.
 Autonomía emocional: Nos ayuda a cuidar la autoestima y el sentido de
responsabilidad.
 Habilidades socioemocionales: Sirven para mantener buenas relaciones con
otras personas.
 Competencias para la vida y el bienestar: Nos ayuda a construir de forma
consciente nuestro bienestar.
Competencia emocional: La Regulación emocional:
Según el concepto de “Cerebro Triuno” de Paul Mac Lean, el cerebro se distingue
en tres sistemas: cerebro cocodrilo o instintivo, que es el más antiguo; el cerebro
mamífero o emocional y el cerebro humano, cognitivo-ejecutivo (o racional).

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A los/as niños/as les cuesta controlar sus emociones porque no poseen “frenos 3

mentales”, es decir, que la parte del cerebro que las regula (“cerebro límbico o
mamífero”) aún no está madura y esto les puede llevar a las conocidas “rabietas”.
En muchas de ellas, se produce una desconexión de los hemisferios cerebrales, y
el/la niño/a se encuentra tan alterado/a que no tiene la capacidad de razonar,
controlar su cuerpo, ni sus emociones. No puede plantearse las consecuencias ni
resolver problemas. Ante esta situación va a necesitar mucho contacto físico y
conexión con el adulto, tranquilidad y un tono de voz apaciguador.

Tened presente que si ya a muchos adultos nos resulta difícil gestionar


positivamente nuestras emociones, imaginad a un niño, que no tiene plenamente
desarrollada la parte cerebral que regula las emociones, ni la del neocórtex, que es
la encargada del funcionamiento racional y las funciones ejecutivas que son las que
necesitamos para hacer un buen uso del autocontrol, de la planificación del tiempo,
del concepto de responsabilidad o de la empatía, que tarda casi 30 años en alcanzar
su madurez.

Cuando nacemos, la parte del cerebro primitivo (llamada “cerebro reptiliano”,


aunque en casa la llamamos “cerebro cocodrilo”), que es la encargada de la
supervivencia, la que incita a atacar o huir ante una amenaza, nos funciona a la
perfección. Sabemos qué necesitamos y cuándo; por eso cuando tenemos hambre o
sueño nos comunicamos mediante el llanto u otras señales como gestos, balbuceo,
etc. Pero ante las emociones, es común que los niños se desborden. En esta parte del
cerebro mamífero (en casa la llamamos “cerebro mascota”), viven casi todas las
emociones, como la rabia, por ejemplo. Esas rabietas de las que vamos a hablar, se
encuadran aquí. Por ello, la importancia de aprender a “manejar” el cerebro
“mascota”. Asimismo, ya que sabemos que desde el punto de vista emocional,
madurativo y fisiológico sencillamente su capacidad de autorregulación es muy
limitada hasta los 4-5 años y limitada hasta los 7-8 años, es vital aportar una regulación
externa por parte de los padres. Y podemos hacer mucho, nuestro acompañamiento,
modelado y repetición, son la clave para construir aprendizajes a nivel
neurobiológico.

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Por ejemplo, ya desde que nacen, los bebés usan la succión no nutritiva, como
herramienta natural básica para la regulación emocional. A través de la misma, le
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estamos ofreciendo una regulación externa magnífica. Por otro lado, a medida que
van creciendo, el adulto puede ir modelando y acompañando situaciones de enfado
o rabia y haciéndoles partícipe de sensaciones de bienestar conjuntas, a través de la
calma y el acompañamiento paciente y amoroso. Esto sin lugar a dudas, les hará
sentirse seguros, amados y acompañados. Así desde pequeños se van poniendo los
cimientos adecuados para un buen sistema de desarrollo emocional.
Por ello, debes saber que cuanto más tiempo se grita a un/a niño/a y más castigos
recibe, más tiempo pasa en cerebro “cocodrilo”, menos sabrá gestionar su cerebro
“mamífero” y aprender a sosegarse.

Definición de rabieta:
Las palabras rabietas, berrinches o pataletas, son términos que se usan de manera
peyorativa y generalmente van unidas con una serie de imágenes y situaciones
negativas y desagradables. Por ello, a mí personalmente, me gusta llamarlos
simplemente enfados o enojos ante una situación no deseable para el/la niño/a. Estos
ocurren de manera más pronunciada entre los 18 meses y los 4 años de edad, como
una explosión emocional de gran intensidad, y es una etapa completamente normal
y sana, debido a que su cerebro aún está en desarrollo y poseen pocas habilidades
de todo ámbito para gestionar estos momentos. Irán mejorando conforme el/la
niño/a se va haciendo mayor y va disponiendo de un lenguaje que le permita
comunicarse mejor, y a medida que el adulto va modelando y acompañando de
manera consciente y positiva estas situaciones.

Cuantas más rabietas o enfados tenga un/a niño/a, o de mayor intensidad sean,
mayor es la necesidad de amor y aceptación. Aunque estos comportamientos
posiblemente produzcan en nosotros/as el efecto contrario, debemos tener en
mente siempre la frase: “Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando
más lo necesite”. Estos comportamientos necesitan más cariño que censura, más
compañía que distanciamiento. Puede que sus hijos/as estén equivocados/as, pero
ignorando o censurando su comportamiento no aprenderán el adecuado.

Puedes leer este artículo de Luis Aretio, corto y muy clarificador sobre lo que hay
detrás de la conducta, detrás de un enfado o un enojo. http://luisaretio.com/302-2/

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Causas de las rabietas:
Las razones pueden ser muy diversas pero os destaco algunas que he observado en 5

casa:

 Frustraciones por no conseguir satisfacer sus necesidades:


o Necesidades básicas (Alimentación, higiene, contacto y sueño). Este
tipo de rabietas se pueden evitar (no siempre es posible y no pasa
nada) si podemos anticiparnos a estas situaciones. En el apartado de
estrategias puedes consultar la herramienta “anticiparse evita el
conflicto” donde te ofrezco alguna idea.
o Necesidad de autonomía e independencia (libertad de elegir).
Aproximadamente a partir de los dos años, los/as niños/as empiezan a
cuestionarse las cosas y se oponen a las peticiones adultas. Esto es
algo bueno porque quiere decir que tienen ideas propias y quieren
defenderlas. Ahora toca saber gestionarlo, de una manera firme y
amable. Es hora de pensar en aquello que podemos negociar, qué
límites son fundamentales para nosotros y la convivencia, o qué
normas podemos elaborar entre todos. Por ejemplo, a un/a niño/a
que no quiere ponerse la ropa que le has preparado, ¿puedes
ofrecerle alternativas?
o Necesidad de pertenencia. Sentirse único e importante dentro del
hogar.

 Incomprensión verbal de una petición adulta.

 Estrés o cambios que haya en el hogar (separación de los padres, nacimiento


de hermanos, mudanzas, cambio de habitación, etc.).

 Sentimiento de incapacidad. Por ejemplo, un/a niño/a que intenta subirse a


un columpio y por su desarrollo psicomotriz no puede hacerlo, se frustra y se
enfada por ello.

 Falta de lenguaje o desarrollo emocional para expresar sus sentimientos.


Por ejemplo, vais andando por la calle y pasa una moto cuyo ruido asusta a tu
hijo/a; este empieza a llorar sin entender bien qué le ocurre. Aquí verbalizar
la emoción es muy importante.

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 Transgresión de las normas y límites: Según la psicóloga Judy Dunn, el
aprendizaje que los/as niños/as desarrollan para diferenciar las normas
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sociales que son importantes de las que no lo son, se hace con un
mecanismo que se llama transgresión. Desde los dos años, saltarse las
normas será un procedimiento natural para explorar los límites familiares, ya
que al hacerlo observa la reacción del adulto, y los niños son capaces de
establecer qué normas son importantes, cuáles no y cuáles a veces. Van
aprendiendo las consecuencias de sus actos, a buscar soluciones, descubrir
límites, consensuar normas y comprender el entorno que les rodea.

Estrategias ante una rabieta o enfado:


 Aprender a gestionar, de manera positiva, nuestras emociones como
adulto/a, porque se aprende imitando y el ejemplo que le demos será la base
para gestionar sus emociones. Por ello, la importancia de mantener la calma,
ser pacientes y flexibles y conocer la evidencia científica ya comentada sobre
el cerebro de nuestros hijos (te recomiendo la lectura del libro: “El cerebro
del niño” de Daniel Siegel). Asimismo, recurrir a la autocrítica con respecto a
nuestras actitudes frente al conflicto.

 Fomentar una actitud de respeto mutuo. Mostrar una actitud de


comprensión y empatía con el/a niño/a y contigo mismo/a. Ofrecer contacto
y cercanía cuando el/la niño/a ni habla ni entiende. Podemos decirle frases
como: “lo que nos ha pasado es porque no nos hemos entendido, pero voy a
quedarme contigo hasta que estés mejor y busquemos una solución”. Un
niño de 2 años puede que no entienda exactamente las palabras, pero
llegará el día que sí y sabrá que tiene a sus padres a su lado.
o Intenta evitar los gritos, castigos o amenazas.
o No intentes razonar cuando las emociones están desbordadas.
o No le pegues, bajo ninguna circunstancia.
o Si es necesario, retírate hasta que recuperes el control.
o No respondas a su enfado con un enfado.
o Mantén las vías de comunicación abiertas.
o Respeta sus necesidades esenciales como son el sueño, el hambre, el
movimiento o el juego.

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 Establecer un ambiente familiar tranquilo suele ser un buen punto de
partida para mejorar. Muchos de los problemas en casa son debidos a la
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existencia de un estrés importante en la familia.

 Tener expectativas realistas. Hay que ser conscientes de que los/as niños/as
interrumpen, se mueven, prefieren jugar por encima de todo; que no tienen
noción del tiempo, que gritan, etc. Nuestra labor es educarlos a largo plazo y
teniendo presente lo que es normal en la infancia se evitan conflictos
innecesarios.

 Proteger a tu hijo/a y a uno/a mismo/a. En rabietas fuertes, puede ocurrir


que los/as niños/as se tiren al suelo y se hagan daño e incluso que al intentar
cogerlos empiecen a patalear y pegarnos. Ante esta situación, es importante
sostenerlos con firmeza para evitar daños y llevarlos a un lugar seguro y
tranquilo. Algunos niños buscan el contacto, pero otros quieren estar solos y
es completamente normal. Una vez que se han tranquilizado, podemos
hablar de los sentimientos, de lo que ha sucedido y si han llegado a pegarnos
explicarles, por ejemplo: “cuando haces eso me duele, así no se hace, mejor
así (hacer una caricia)”; “la próxima vez puedes usar un cojín u otra cosa
para desahogarte y evitar hacerme daño”; “no permito que me pegues, me
voy (con firmeza pero sin gritos)”.

 Anticiparse evita el conflicto. En muchas ocasiones la rabieta puede


prevenirse cuando se trata por ejemplo de necesidades básicas como sueño
o hambre.
o Llevar siempre algo de comida en el bolso o mochila.
o Llevar un kit de juego: algún juguete, lápices, cuaderno, un pequeño
libro.
o Evitar salidas o visitas muy prolongadas en las que el/la niño/a deba
permanecer sentado o no pueda jugar por períodos de tiempo largos.
o Evitar aglomeraciones.
o Reducir el tiempo de compras con niños/as y, si se puede, organizarse
para ir solo o turnarse.

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o Preparar la casa con medidas de seguridad, para evitar que se hagan
daño.
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 Evitar las luchas de poder. No buscar culpables. Es mejor intentar hablar


sobre lo que pasó y buscar soluciones.

 Cambiar la creencia errónea de que las conductas infantiles se deben a la


maldad, cuando simplemente son comportamientos equivocados o
inadecuados, detrás de los cuales siempre hay una necesidad que se debe
investigar y conocer.

 Comprender que el/la niño/a tiene sus razones, aunque no las entendamos.

 Reducir la presión en sus hijos/as. Ellos/as también pasan estrés. Necesitan


tiempo libre y juego.

 Distraer con otra cosa. Funciona bien con niños/as pequeños/as.

 Usar el aplazamiento o sustitución para gestionar las frustraciones. Por


ejemplo, imaginemos que vamos por la calle con nuestro/a hijo/a, ha llovido,
hay charcos y quiere meterse en ellos, pero no lleva zapatos adecuados. Así,
en vez de decirle categóricamente que no puede hacerlo, podemos
proponerle, en positivo, una alternativa como la de subir a casa y cambiarnos
los zapatos (aplazamiento). Otro ejemplo sería que vamos a una tienda a
comprar un peluche que nuestro hijo vio ayer y le encantaba. Al llegar a la
tienda ya no está porque ha sido vendido y comienza su frustración. Ante
esto, podemos decirle al niño/a si se ha fijado en los otros peluches y
juguetes que hay en la tienda para poder elegir otro que nos guste
(sustitución). Habrá momentos en los que estas herramientas te funcionen
muy bien y otras directamente sólo te sirva acompañarlo en su frustración y
pasar a conectar y redirigir.

 Conectar y redirigir: En primer lugar, conecta con sus sentimientos, usando


señales no verbales, como el contacto físico, expresiones faciales empáticas,
un tono de voz tranquilo, una escucha activa. Para posteriormente, una vez
tranquilo/a, redirigir la situación con una explicación lógica y una
planificación conjunta sobre cómo solucionar otros conflictos similares en
próximas ocasiones.

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 Ser firme y amable. Cuando una frustración es debida a algo que no se
puede tener o hacer en ese momento, y no han funcionado las estrategias de
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aplazamiento o sustitución (o no pueden aplicarse), sería un error darle
cualquier cosa por evitar la rabieta, ya que sería efectivo a corto plazo pero
contraproducente a largo plazo, pues no estaríamos educando en
habilidades para la vida. En estos casos se hace importante ser amable y
firme a la vez, conectando y redirigiendo.

 Pasar momentos especiales y de calidad con nuestros/as hijos/as. A veces,


detrás de una rabieta hay una llamada de atención pidiendo dedicación, ser
tenido en cuenta, escuchado. Los niños necesitan formar parte del mundo.

 Reducir el “NO” e intentar explicar lo que está sucediendo y lo que sí puede


hacer. Por ejemplo, en vez del categórico “No se pega” se puede decir
“Pegar duele, podrías hacer esto (un caricia)”, “las personas que se quieren
no se hacen daño”, etc.

 Tener una actitud cómica, divertida, puede ayudar a aliviar una situación
tensa (cuando se pueda, claro está).

 Verbalizar y validar las emociones. Recordad, lo que no se nombra no existe.


Nombra los sentimientos que haya tenido una vez que esté calmado/a.
Ayúdale a identificar y expresar sus emociones. Un/a niño/a que está
enfadado/a o tiene una rabieta, en ese momento, no puede escuchar.
Necesita que comprendan sus sentimientos y que se los verbalicen.
Asimismo, esto le ayudará a ir adquiriendo conciencia de ellos y a
compartirlos y expresarlos, sin juicios. Ejemplos:

o “Parece que te sientes enfadado porque te gustaría jugar más rato.”

o “Veo que esto te ha hecho sentir tristeza.” “¿Es así?”

o “Entiendo que sientas rabia por lo que ha sucedido.”

o “Parece que sientes miedo.”” ¿Es esto?”.

o “¿Y cómo te sentiste cuando sucedió eso?”

 Capacitar y empoderar a nuestros/as hijos/as, validando y respetando sus


gustos y preferencias, ofreciéndoles la oportunidad de elegir por sí mismos.

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 Crear normas que sean consensuadas por todos los miembros familiares, y
según la edad.
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 Establecer límites claros y necesarios: Si se establecen límites con la única


finalidad de obtener la obediencia del/a niño/a dejan de convertirse en
verdaderos y respetuosos. Os pongo un ejemplo de un límite que, desde mi
punto de vista, es necesario y la forma de hacerlo con claridad para los/a
niños/as:
o Cruzar la calle. Es importante que el/la niño/a vea primero la calle
como un límite claro en su interacción espontánea con el medio que
le rodea. Por ello, desde pequeño es preciso que en numerosas
situaciones concretas nos pongamos entre el niños y la calle y
digamos “Sólo hasta aquí”, lo tomemos en brazos hasta cruzar la
calle o lo llevemos de la mano mientras acompañamos cada una de
nuestras acciones con pocas palabras: “Ahora miro a la izquierda.
Viene un coche. Espero hasta que dejen de venir coches. Ahora miro a
la derecha. No viene ningún coche. Ahora podemos cruzar la calle”. Si
el/la niño/a experimenta desde pequeño que los adultos acompañan
sus experiencias con palabras sencillas y claras, más adelante, ya no
necesitará ninguna instrucción. Le bastará con que vayamos soltando
poco a poco la mano del niño y que más adelante, para nuestra
seguridad, le toquemos sólo con las yemas de los dedos. Con este
contacto, el/la niño/a sentirá nuestra atención tensa y preocupación
por su seguridad.

 Establecer rutinas progresivamente. Aproximadamente hasta los 4 años no


están preparados para interiorizar un hábito y lo ven todo como un juego. De
esta manera, teniendo esta información podemos hacerlo progresivamente
sin agobiarnos, sabiendo lo beneficioso que es para ellos, a nivel psicológico,
educativo, cognitivo y emocional el tiempo dedicado al juego. Nunca es
tarde para aprender un hábito. La tabla de rutinas de Disciplina Positiva
puede ayudarnos a implementar las rutinas.
http://disciplinaenpositivo.com/2012/12/22/educar-a-tus-hijos-con-ayuda-de-
tablas-de-rutinas/

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Actividades para favorecer la autorregulación
Aquí te expongo una serie de herramientas que usamos en casa. En algunas de ellas 11

te indico una edad orientativa sobre la que puedes empezar. Asimismo, hay que ser
conscientes de que cada niño, gustos y desarrollo son diferentes.

1. Dar ejemplo. La mejor herramienta para que tus hijos/as aprendan


autorregulación eres tú. Las personas tenemos en nuestro cerebro un
mecanismo de imitación para el aprendizaje conocido como «neuronas
espejo». Estas neuronas tienen la función de imitar el comportamiento de las
personas que están a nuestro alrededor con la finalidad de aprender de ese
entorno. De esta manera, tú eres un ejemplo de conducta, y las herramientas
que pongas en práctica para ti mismo y tu entorno, serán la base sobre las
que tu hijo/a creará sus propios recursos para no perder el control.

2. Ofrecer contacto, caricias y abrazos. El amor y el contacto afectuoso


producen oxitocina, una hormona que regula las emociones estresantes y
proporciona bienestar. No hay nada más gratificante que recibir el amor de
las personas que queremos. Es una manera de hacerles saber lo mucho que
les queremos de forma incondicional.

3. Tocar arena (también puedes usar arena cinética) y agua. A los/as niños/as
desde el primer año (incluso antes) les gusta jugar con arena y agua. Son
elementos que estimulan los sentidos y las habilidades motoras. Por ello, es
una herramienta excelente de relajación para niños/as. En casa usamos la
arena cinética y en ocasiones harina. También la mezclamos con agua o
usamos el agua exclusivamente.

4. Escuchar música relajante. Desde que nacen (incluso antes) utilizar música
en los bebés y niños/as favorece su desarrollo físico y psicológico, nos activa
ciertas áreas del cerebro que nos ayuda a relajarnos y sentirnos en paz.

5. Dibujar caras con emociones básicas. Antes de los dos años, se pueden
trabajar emociones como “contento” o “enfadado”. De los dos a los 3 años,
por ejemplo, “contento”, “enfadado” y “triste”. Y de los 4 a los 6 años:
“contento”, “enfadado”, “triste” y el “miedo”. Y a partir de los 6 años,
todas las demás. Todo dependerá del niño. Te dejo un enlace donde puedes
consultar una actividad muy interesante para trabajar las emociones:

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http://www.educapeques.com/escuela-de-padres/escuela-de-padres-
aprendo-a-expresar-mis-emociones.html
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6. Soplar papeles pequeños o pompas. Esta actividad es muy interesante


porque se usa la respiración profunda para llegar a la calma y lograr que el/la
niño/a se relaje. Consiste en imaginar que se hacen burbujas, para lo cual es
necesario controlar la respiración soplando suavemente para que las
burbujas se formen. El adulto puede acompañar al niño respirando
calmadamente con él para demostrarle cómo se hace. Otra variante es
soplar burbujas en un vaso con agua con la ayuda de una pajita.
http://muyfitness.com/burbujas-ejercicios-respiracion-lista_14281/

7. Velas y flores. Esta actividad al igual que la anterior permite al niño/a


relajarse con respiraciones profundas mientras utiliza la imaginación. Se le

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pide al niño/a que cierre la mano izquierda imaginando que tiene una flor
entre su mano. Al mismo tiempo, con la mano derecha imagina que tiene una
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vela. Se le indica que inhale profundamente mientras huele la flor. Y una vez
haga esto, se le indica que apague la vela imaginaria de su derecha. Anímelo
a usar la imaginación y comprobar que “realmente” inhaló el aroma de la flor
y que apagó por completo la vela.

8. La respiración de la hormiguita y el león. Aproximadamente desde los 2/3


años. Con esta actividad podemos apreciar los diferentes ritmos de
respiración e identificar con cuál se sienten mejor. Para realizar la actividad
mostraremos a los niños cómo respira un león y una hormiga; la hormiga es
pequeña y respira despacio y lento, pero el león que es grande y fuerte,
necesita respirar más rápido y más fuerte.
Los niños y las niñas aprenderán que la respiración adecuada es la de la
hormiga.

9. Meditación del globo. Aproximadamente desde los 3 años. Con esta


actividad enseñas al niño/a sentir su abdomen como un gran globo que se
infla y desinfla al respirar. En cada inhalación su tripa se inflará y en cada
exhalación se desinflará. Esta consciencia corporal unida a la respiración le
proporcionará calma mental.

10. Utiliza un globo y llénalo de aire. Para niños/as con más edad podemos usar
un globo, donde se le explica que la rabia llena el globo. Dejamos que el
globo se desinfle para que no explote. Cerramos los ojos y respiramos
profundamente, centrándonos en la respiración. Cada vez que soltamos el
aire nos imaginamos el globo deshinchándose. Cambiamos los pensamientos
que están en nuestra cabeza por pensamientos agradables, pensamos en
algo que nos gusta. Hablamos y explicamos esas sensaciones y
pensamientos, sin alterarnos. Cuando nos sintamos alterados volvemos a
respirar con los ojos cerrados.

11. Tiempo fuera positivo. Herramienta de Disciplina Positiva. Para que el/la
niño/a use esta herramienta de manera satisfactoria primero debe poseer
mecanismos de control, conocer qué es la calma y la necesidad de conexión
cuando nos encontramos ante una emoción de ira o enfado. Estos
mecanismos son difíciles de desarrollar antes de los 4 años (algunos no lo
logran antes de los 6 años). Esto no quiere decir que no se pueda usar antes
de esta edad para que el niño/a vaya conociendo este entorno, pero

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debemos tener unas expectativas realistas. Consiste en crear un lugar dentro
de la casa donde se pueda recurrir cuando se sienta alterado/a o fuera de
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control. Este lugar debe ser escogido y decorado conjuntamente con el
niño/a y debe contener elementos que lo inviten a relajarse y a sentir paz,
como por ejemplo: libros, música, piedras, reloj de arena, etc. En este enlace
te hablo más sobre el tema: http://osapolar.com/2016/09/23/tiempo-fuera-
positivo/

12. Rueda de opciones para el control de la ira. Herramienta de Disciplina


Positiva. Para que los/las niño/as usen esta herramienta es fundamental
primero conocer el tiempo fuera positivo. Consiste en crear junto al niño una
rueda con opciones de cosas que él puede hacer para calmarse cuando se
siente enojado o frustrado. Esta rueda en forma de pastel se dibuja sobre
una cartulina y en cada «porción» se dibuja o pega una imagen de las
opciones que el niño haya mencionado con anterioridad. Por ejemplo,
tomarme unos minutos a solas, expresar con palabras cómo se siente,
dibujar, contar hasta diez, saltar, etc. Las opciones deben ser acciones
válidas y que respeten la integridad del niño y sus familiares. Sobre esto
puedes ver el siguiente enlace:
.http://www.aprenderjugandoenfamilia.com/2015/10/herramienta-para-la-
gestion-del-enfado.html?m=1

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13. El semáforo de las emociones. Esta técnica de Roger Weissberg también 15

requiere tener las habilidades o el desarrollo apropiado para practicar la


calma. Se utiliza con niños/as con comportamientos impulsivos, arranques de
ira o agresión. Consiste en enseñarles a “actuar” conforme el semáforo.
ROJO para parar, tranquilizarse, respirar, formular el problema y explicar
cómo nos sentimos. AMARILLO para pensar qué alternativas tenemos para
solucionar el conflicto. VERDE para actuar y llevar a la práctica la mejor de las
alternativas. Para que el/la niño/a comprenda bien esta técnica, es
recomendable crear conjuntamente con él/ella un dibujo de un semáforo y
colocarlo donde pueda verse. Esta gráfica que contiene el dibujo de un
semáforo y unas sencillas instrucciones ayudará al pequeño a recordar cómo
funciona. http://www.escuelaenlanube.com/la-tecnica-del-semaforo-para-el-
autocontrol-en-las-emociones-de-los-nins/

14. Pelotas sensoriales para niños/as. Esta actividad es recomendada para


niños/as a partir de 3 años. El juego sensorial tiene grandes beneficios en el
desarrollo de los niños, estimula su creatividad y el juego imaginativo. Las
pelotas sensoriales sirven como elemento de relajación y les ayuda a
controlar su ansiedad. Apretar, moldear, estrujar o simplemente jugar son
algunas de las cosas que puedes hacer con ellas. Necesitarás arcilla o greda,
globos, ojos locos, lana o fieltro, tijeras y pegamento.

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http://espanol.babycenter.com/blog/vida_y_hogar/divertidas-pelotas-
sensoriales-para-ninos-y-sus-beneficios/
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15. La caja de la rabia. Esta actividad se puede utilizar aproximadamente desde


los 3 años. Pensamos en algo que nos enfada mucho y abrimos la caja. En ella
hay una tela que simboliza el enfado y cuando nos la ponemos encima nos
impide ver con claridad, nos chocarnos con todo, tiramos cosas… igual que
cuando estoy enfadado/a. Si nos sentamos e intentamos calmarnos,
retirándonos la tela, podemos ver las cosas mucho mejor y el enfado
desaparecerá.

16. Garabato del enfado. Esta herramienta puedes usarla aproximadamente


desde los 3 años. Cogemos un papel y pinturas para dibujar. Pensamos en el
enfado y empezamos a hacer un garabato muy rápido y fuerte, sin sentido,
mientras gritamos para que nuestro enfado salga de nosotros hacia el
dibujo. Cuando acabamos cogemos el papel y lo rompemos en pedazos para
que la última pizca de rabia que quedaba se nos quite. ¿Cómo te sentiste?
¿Liberado, verdad? Puedes consultar este interesante enlace al respecto:
https://marinamartinsanpsicologa.wordpress.com/2016/04/04/la-caja-de-la-
rabia-una-herramienta-para-combatir-la-ira-en-los-nins/
17. Soltando la rabia a través de un objeto. Cuando estamos enfadados/as, a
veces, nos entran ganas de tirar cosas. Es interesante aportar a los/as
niños/as un objeto que puedan golpear o tirar sin que se rompa para que
cada vez que se enfaden suelten su ira con él. Puede ser un cojín, un peluche,
una bola de plastilina, tirar piedras lejos cuando estamos al aire libre, etc.

18. Dibujar y escribir. Podemos dibujar algo en concreto que nos apetezca en
ese momento de enfado, o hacer un dibujo libre y abstracto. Y si son niños/as
mayores, ayudarles a escribir cómo se sienten. La escritura es una
herramienta muy liberadora para la rabia o el enfado.

19. Practicar Mindfulness o yoga. Estas actividades son apropiadas para niños/as
a partir de los 5 años.

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Cuentos recomendados:
 Vaya rabieta. Mireille D’Allance. 17

 Hoy estoy enfadado. Clara Martínez.

 El Emocionario. Cristina Núñez Pereira.

 El Monstruo de colores. Anna Llenas.

Bibliografía:
 Sin rabietas ni conflictos. Rosa Jové.

 El cerebro del niño. Daniel Siegel.

 Manual de Disciplina Positiva. Jane Nelsen.

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