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Literatura – 6° A y B – Colegio Nuestra Señora de Lourdes

Prof. Priscila Antonelli

Cosmovisión de vanguardia y
experimentación

6° año - Prof. Priscila Antonelli


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Las vanguardias como movimientos artísticos de
transgresión

Consigna 1 → Discutan qué tienen en común los poemas siguientes y en qué se diferencian. Señalen qué
particularidades observan en el segundo texto. Arriesguen una respuesta: ¿cerca de qué fecha creen que fue escrito
cada poema?

II
Era un aire suave (fragmento)
Tiempo Tiempo.
Era un aire suave, de pausados giros;
el hada Harmonía ritmaba sus vuelos; Mediodía estancado entre relentes.
e iban frases vagas y tenues suspiros Bomba aburrida del cuartel achica
entre los sollozos de los violoncelos. tiempo tiempo tiempo tiempo.
Sobre la terraza, junto a los ramajes,
diríase un trémolo de liras eolias Era Era.
cuando acariciaban los sedosos trajes
sobre el tallo erguidas las blancas Gallos cancionan escarbando en
magnolias.
vano.
Boca del claro día que conjuga
era era era era.

Mañana Mañana.

El reposo caliente aún de ser.


Piensa el presente guárdame para
mañana mañana mañana mañana
Nombre Nombre.

¿Qué se llama cuanto heriza nos?


Se llama Lomismo que padece
nombre nombre nombre nombrE.

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Texto teórico 1: Fragmentos de “Capítulo IV. Poesía y ruptura” en Sampayo, R. Literatura VI. Los territorios
alegóricos, humorísticos y de experimentación (Ed. Mandioca, 2012)

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Texto teórico 2: “Las vanguardias: una aproximación”

La historia del arte del siglo XX está marcada a fuego por dos explosiones (a principios y a mitad de siglo) de lo que se
suele llamar en español “arte de vanguardia”.

El término “vanguardia” es una adaptación de la expresión francesa avant-garde, que designa una posición dentro de la
formación del ejército: son los que van delante de la guardia, la fuerza de exploración y de choque. Estos dos matices,
sumados a un sentido temporal (el de llegar primero, estar en combate antes que nadie) nos pueden servir para
caracterizar lo que hicieron los movimientos de vanguardia: fueron un movimiento de exploración y modernización del
arte en varios aspectos. Su bandera fue la ruptura con una tradición inmediata que ellos consideraban anquilosada
(atrofiada, paralizada, estática, cristalizada) y, por sobre todas las cosas, alejada de la esfera de la vida.

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*

El arte de vanguardia parte del reconocimiento de que retomar una tradición cualquiera (por ejemplo el romanticismo o el
modernismo) hacía imposible hablar del aquí y ahora, de todo lo nuevo que se estaba presentando en su vida cotidiana a
partir de los avances técnicos y científicos que ocurrían (muchos de ellos fruto de las investigaciones que se hacían para la
guerra). Así, la ruptura con las tradiciones y con la institución del Arte les sirvió de medio para poder decir su propia
experiencia de la modernidad al calor de los acontecimientos.

La tradición modernista, inaugurada y llevada a su punto máximo por el poeta Rubén Darío, fue el principal centro de
los ataques de los vanguardistas latinoamericanos. El modernismo fue una estética que llegó a crear verdaderos
monumentos poéticos (en la poesía modernista abundaron las figuras de mármol, de oro, de piedra: indestructibles al paso
del tiempo, pero irremediablemente quietas, sin movimiento). Desde lo temático, Darío y sus continuadores prefirieron
temas clásicos relacionados con la mitología. Desde lo formal, el cuidado y manejo de todos los metros y ritmos que
permite el español en la poesía, la atención por la rima y el uso de cuanto esquema estrófico les hubiera legado la
tradición fueron los puntos máximos de esta estética y, por supuesto, objeto de ataque de los poetas vanguardistas.

Por otra parte, la tradición mimética del realismo también fue atacada por los vanguardistas en tanto y en cuanto estos
últimos rechazaron la copia fiel de la realidad.

Finalmente, otro objetivo común de sus ataques fue la tradición romántica, que en Europa estaba en extinción desde
mediados del siglo XIX pero que en países como Argentina había vuelto a aparecer con fuerza hacia fines de ese siglo.
Los poetas vanguardistas apuntaron sus críticas al hecho de que los románticos concibieran la poesía como una exaltación
de la subjetividad del poeta, como un medio en el que el desenfreno de sus sentimientos encontraba su forma de expresión
y su libertad máxima.

Los poetas de vanguardia (nucleados según diversas filosofías pero con intenciones similares) se opusieron a estas
estéticas de su pasado inmediato: con una actitud beligerante, constituyeron un movimiento artístico transgresor,
buscando generar estéticas que exaltaran lo nuevo como valor fundamental.

El discurso literario de las ataduras del pasado los llevó a los poetas de vanguardia a cuestionar todo: la gramática, la idea
de lo “bien escrito”, los cánones de belleza, la métrica regular de los versos, la rima, incluso el repertorio de palabras que
les ofrecía un idioma específico. De modo que se dedicaron a experimentar en el arte, procediendo por ruptura:
rompieron estructuras gramaticales (un poema de Vallejo termina diciendo “¿Qué se llama cuanto heriza/nos?/Se llama
Lomismo que padece/ nombre nombre nombre nombre), se dedicaron a “escribir mal” (durante la década del veinte,
Borges escribía así: “Nuestra realidá vital es grandiosa...”), propusieron como objetos de arte a cosas que nunca hubieran
sido calificadas como bellas (alguna vez, el Conde de Lautremont escribió “bello como el encuentro fortuito, sobre una
mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas”), cultivaron el verso libre al punto de que no se distinguiera
poesía de prosa e inventaron numerosas palabras.

Los vanguardistas también experimentaron con el lenguaje en su plano más material: con respecto a lo visual, los poetas
empezaron a jugar con los espacios en blanco entre verso y verso, la disposición de las palabras en diferentes zonas de la
página, las tipografías variadas; en cuanto a lo fónico, jugaron con la aliteración (la repetición de sonidos. Como el grupo
‘alf’ en “Alfan alfiles a afilarse”).

*
[Concepto de desautomatización]

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Texto teórico 3: La poesía de vanguardia en contexto

Las vanguardias históricas europeas surgieron en un período de grandes cambios. A principios del siglo
XX, la primera guerra mundial, la revolución rusa y los gobiernos totalitarios transformaron el panorama
político europeo, y también la relación de cada individuo con su nación y su gobierno. A su vez, los avances
técnicos como el teléfono, la radio y el cine cambiaron la forma en que las personas se comunicaban e
informaban, y permitieron la creación de nuevos productos culturales.

En este contexto cambiante, muchos artistas se replantearon su rol en la sociedad. ¿Puede el arte
transformar la realidad, o solo reflejarla? ¿Se deben aprovechar o rechazar los avances tecnológicos? ¿Es el
artista un actor político, o un genio aislado? ¿El arte es para todos o para unos pocos? ¿Es la obra de arte un
producto comercial, se le puede poner precio? Estas preguntas y muchas otras eran tema de discusión para los
artistas vanguardistas. Muchas de las vanguardias históricas, además, eran multidisciplinarias: pintores,
escultores, músicos, cineastas y performers integraban los movimientos.

Texto teórico 4:

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Consigna 2 → Las vanguardias artísticas

A partir de las cuatro fuentes teóricas leídas y luego de analizar textos vanguardistas en clase, elaborá un esquema en el
formato que prefieras (red conceptual, infografía, línea del tiempo con anotaciones, etc.) sobre las vanguardias artísticas.
El esquema debe contener la siguiente información de manera resumida, de modo que resulte una herramienta de estudio
que nos permita acceder fácilmente a la teoría:

- Qué fueron las vanguardias históricas


- Dónde y cuándo surgieron
- Qué procedimientos caracterizan sus textos
- Cómo dieron a conocer sus ideas los vanguardistas
- Mención de movimientos vanguardistas, sus lugares de surgimiento y su aporte destacado

Consigna 3 → Análisis de manifiestos vanguardistas

a. Tras la lectura del manifiesto asignado o elegido, reúnanse en equipos y analicen:

1) ¿De qué grupo vanguardista se trata? ¿Dónde y cuándo surgió?


2) ¿A quiénes se dirigen?
3) ¿A favor de qué cuestiones se declaran? ¿En contra de qué otras?
4) ¿Qué lenguaje utilizan para exponer estos puntos de vista? ¿Qué actitud notan en la forma de expresar las ideas?
5) ¿Qué ideas sobre el arte sostiene el movimiento?

b. Imaginen que pertenecen al grupo vanguardista que les tocó analizar. Piensan intervenir pronto en las calles platenses
y hacerse escuchar, para que la gente conozca sus ideas. ¿Qué carteles, cantitos y proclamas harían, teniendo en cuenta
las ideas que ya estaban en el manifiesto? ¿Cuáles serían sus lemas? ¿Cómo se vestirían? ¿Realizarían alguna acción
colectiva? ¿Cómo utilizarían las redes sociales para convocar a las personas o dar a conocer sus obras?

Consigna 4 → Escritura de un manifiesto

En grupo, escriban un manifiesto vanguardista teniendo en cuenta las siguientes sugerencias:

1) Hagan un borrador con un listado con dos columnas donde anoten lo siguiente:

- En la primera: las cosas que les gustan o les gustaría hacer, vivir o tener y que desearían que todos también pudieran
descubrir y compartir. Pueden ser situaciones de la vida, sentimientos, ideas, objetos, personajes, canciones, frases,
comidas, actores, películas, costumbres, lugares, etc. con los que se identifiquen, les gusten o inventen. Cuanto más
raras, exageradas y ridículas sean, mejor. Descríbanlas brevemente.

- En la segunda escriban las cosas, actitudes, situaciones, emociones, reacciones, ideas, costumbres, etc. que no les
gusten, que les provoque rechazo o con las que no estén de acuerdo.

2) A partir de lo bosquejado, escriban su manifiesto, como si fuera una propuesta que le hacen al mundo, convocando a
los que no conocen pero saben que pueden pensar lo mismo que ustedes y proponiéndoles que se unan a su movimiento.
Tengan en cuenta algunas de estas frases que suelen usarse en este tipo de textos:

Frente a… (cosas que rechazan)


Considerando que ….
Declaramos que no hay nada mejor que…
Queremos tirar abajo o terminar con…

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Proponemos levantar…
Afirmamos ante todos ustedes que no hay nada peor que...
Recomendamos que huyan de las personas que…
Nosotros jamás haremos o diremos…
Por eso llamamos (convocamos) a todos aquellos que creen que…

Consigna 5 → Análisis de ideas de vanguardia

Fragmentos del manifiesto de la revista Martín Fierro (vanguardia argentina):


“frente al pavoroso temor de equivocarse que paraliza el mismo ímpetu de la juventud, más anquilosada
que cualquier burócrata jubilado: “MARTÍN FIERRO” siente la necesidad imprescindible de definirse y de
llamar a cuantos sean capaces de percibir que nos hallamos en presencia de una NUEVA sensibilidad y de
una NUEVA comprensión, que, al ponernos de acuerdo con nosotros mismos, nos descubre panoramas
insospechados y nuevos medios y formas de expresión”

“MARTÍN FIERRO artista se refriega los ojos a cada instante para arrancar las telarañas que tejen de
continuo el hábito y la costumbre. ¡Entregar a cada nuevo amor una nueva virginidad, y que los excesos de
cada día sean distintos a los excesos de ayer y mañana!”

Luego de leer los fragmentos del manifiesto, seleccioná tres conceptos o ideas que den cuenta del
posicionamiento vanguardista de los artistas de Martín Fierro. Explicalos.

Consigna 6 → Análisis de poesía vanguardista

Leé el siguiente poema:

INVITACIÓN AL VÓMITO - Oliverio Girondo

cúbrete el rostro
y llora.
Vomita.
¡Sí!
Vomita,
largos trozos de vidrio,
amargos alfileres,
turbios gritos de espanto,
vocablos carcomidos;
sobre este purulento desborde de inocencia,
ante esta nauseabunda iniquidad sin cauce,

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y esta castrada y fétida sumisión cultivada
en flatulentos caldos de terror y de ayuno.
Cúbrete el rostro

y llora…

pero no te contengas.

Vomita.
¡Sí!
Vomita,
ante esta paranoica estupidez macabra,

sobre este delirante cretinismo estentóreo

y esta senil orgía de egoísmo prostático:

lacios coágulos de asco,

macerada impotencia,

rancios jugos de hastío,

trozos de amarga espera…

horas entrecortadas por relinchos de angustia.

a. Marcá con cuáles de los siguientes enunciados caracterizarían esta composición:


Métrica regular – tono transgresor o irreverente – lengua formal – presencia de neologismos – yo poético
romántico – predominio de rimas.
b. Proponé modificaciones a los enunciados que no aplican para que resulten adecuados a una interpretación
del poema.

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Los manifiestos vanguardistas
Por Adriana Santa Cruz

Las vanguardias estuvieron conformadas por una serie de movimientos –también


llamados -ismos– que se desarrollaron a principios del siglo XX. La mayoría de ellos
abarcaron diferentes artes, pero sus características se pueden observar muy bien en la
literatura y en la pintura, especialmente.

La Revolución Rusa (1917); la Primera Guerra Mundial (1914-1918); la crisis social y


económica que vivió Europa, pero también América; la aparición de numerosos
inventos o avances tecnológicos como el automóvil, el avión, el cinematógrafo, el
gramófono, entre otros; la irrupción de Sigmund Freud y sus aportes sobre el
inconsciente; todo vino a crear un contexto favorable al surgimiento de las
vanguardias. Estas proponen un enfrentamiento con los valores anteriores, con la
manera de considerar el arte, con las formas de expresión tradicionales. Si el mundo
está en crisis, el arte debe reflejar esa crisis, barajar y dar de nuevo para crear un
modo de expresión acorde a los tiempos que corren.

Impresionismo, Expresionismo, Dadaísmo, Cubismo, Surrealismo, Ultraísmo,


Futurismo, por mencionar algunos, imponen sus estéticas con mayor o menor suerte.
Algunos de estos movimientos nos dejaron grandes obras de arte o excelentes textos
literarios; otros no tanto, pero lo importante es que plantearon el debate acerca de los
recursos, las técnicas, el valor del hecho artístico; reflexionaron sobre la libertad en el
arte, sobre la subjetividad; pusieron en tela de juicio las normas.

En síntesis, las vanguardias se sustentan en una problematización de la realidad tal


como era concebida hasta entonces. Lo más curioso, además, es que representan los
últimos movimientos de alcance mundial. A partir de entonces, el arte en general se
atomizó, pero la impronta de aquellos movimientos continuó en dos conceptos que
siguen vigentes la libertad y la experimentación.

Recordamos algunos fragmentos de manifiestos vanguardistas, textos que postularon


los principios fundamentales de cada uno de los ​ismos​, muchos de los cuales valen
estéticamente por sí mismos más allá de la duración del movimiento al cual hacen
referencia.

Manifiesto futurista, Filippo Tommaso Marinetti (1909)

(…) Nosotros cantaremos a las grandes masas agitadas por el trabajo, por el placer o
por la revuelta: cantaremos a las marchas multicolores y polifónicas de las
revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno de las
minas y de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones
ávidas, devoradoras de serpientes que humean; a las fábricas suspendidas de las
nubes por los retorcidos hilos de sus humos; a los puentes semejantes a gimnastas
gigantes que husmean el horizonte, y a las locomotoras de pecho amplio, que patalean
sobre los rieles, como enormes caballos de acero embridados con tubos, y al vuelo
resbaloso de los aeroplanos, cuya hélice flamea al viento como una bandera y parece
aplaudir sobre una masa entusiasta. Es desde Italia que lanzamos al mundo este

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nuestro manifiesto de violencia arrolladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el
FUTURISMO porque queremos liberar a este país de su fétida gangrena de
profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios. Ya por demasiado tiempo
Italia ha sido un mercado de ropavejeros. Nosotros queremos liberarla de los
innumerables museos que la cubren por completo de cementerios.

Manifiesto cubista, Guillaume Apollinaire (1913)

(…) La verosimilitud no tiene ya ningún valor, porque el artista lo sacrifica todo a la


verdad, a la necesidad de una naturaleza superior que el imagina sin descubrirla.

El tema ya no cuenta, o apenas cuenta. En general, el arte moderno rechaza la mayor


parte de los medios empleados por los grandes artistas pasados para agradar.

Si el fin de la pintura es siempre, como lo fue en un tiempo, el placer de la vista, ahora


se pide al amante del arte que encuentre un placer diverso del que le puede procurar,
igualmente bien, el espectáculo de las cosas naturales.

Nos encaminamos así hacia un arte completamente nuevo que será para la pintura, tal
como fue considerada hasta ahora, lo que la música es para la literatura.

Será pintura pura, como la música es literatura pura.

El aficionado a la música experimenta, al escuchar un concierto, una alegría distinta de


cuando escucha los ruidos naturales, como el murmullo de un arroyuelo, el mugido de
un torrente, el silbido del viento en el bosque o las armonías del lenguaje humano
fundadas en la razón y no en la estética.

Del mismo modo, los pintores nuevos procuraran a sus admiradores sensaciones
artísticas debidas únicamente a la armonía de las luces contrastantes.

Primer manifiesto dadaísta, Tristan Tzara (1918)

(…) Yo escribo un manifiesto y no quiero nada y, sin embargo, digo algunas cosas y
por principio estoy contra los manifiestos, como, por lo demás, también estoy contra
los principios, decilitros para medir el valor moral de cada frase. Demasiado cómodo:
la aproximación fue inventada por los impresionistas. Escribo este manifiesto para
demostrar cómo se pueden llevar a cabo al mismo tiempo las acciones más
contradictorias con un único y fresco aliento; estoy contra la acción y a favor de la
contradicción continua, pero también estoy por la afirmación. No estoy ni por el pro ni
por el contra y no quiero explicar a nadie por qué odio el sentido común. (…)

DADÁ no significa nada. (…) Así nació DADÁ, de una necesidad de independencia, de
desconfianza hacía la comunidad. Los que están con nosotros conservan su libertad.
No reconocemos ninguna teoría. Basta de academias cubistas y futuristas, laboratorios
de ideas formales. ¿Sirve el arte para amontonar dinero y acariciar a los gentiles
burgueses? Las rimas acuerdan su tintineo con las monedas y la musicalidad resbala
a lo largo de la línea del vientre visto de perfil. Todos los grupos de artistas han ido a

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parar a este banco a pesar de cabalgar distintos cometas. Se trata de una puerta
abierta a las posibilidades de revolcarse entre muelles almohadones y una buena
mesa.

Manifiesto ultraísta, Jorge Luis Borges (1921)

(…) enunciaré las intenciones de mis esfuerzos líricos.

Yo busco en ellos la sensación en sí, y no la descripción de las premisas espaciales o


temporales que la rodean. Siempre ha sido costumbre de los poetas ejecutar una
reversión del proceso emotivo que se había operado en su conciencia; es decir, volver
de la emoción a la sensación, y de esta a los agentes que la causaron. Yo –y nótese
bien que hablo de intentos y no de realizaciones colmadas– anhelo un arte que
traduzca la emoción desnuda, depurada de los adicionales datos que la preceden. Un
arte que rehúye lo dérmico, lo metafísico y los últimos planos egocéntricos o
mordaces.

Para esto –como para toda poesía– hay dos imprescindibles medios: el ritmo y la
metáfora. El elemento acústico y el elemento luminoso.

El ritmo: no encarcelado en los pentagramas de la métrica, sino ondulante, suelto,


redimido, bruscamente truncado.

La metáfora: esa curva verbal que traza casi siempre entre dos puntos –espirituales–
el camino más breve.

Primer manifiesto surrealista, André Breton (1924)

(…) Amada imaginación, lo que más amo en ti es que jamás perdonas.

Únicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme. Me parece justo y bueno


mantener indefinidamente este viejo fanatismo humano. Sin duda alguna, se basa en
mi única aspiración legítima. Pese a tantas y tantas desgracias como hemos heredado,
es preciso reconocer que se nos ha legado una libertad espiritual suma. A nosotros
corresponde utilizarla sabiamente. Reducir la imaginación a la esclavitud, cuando a
pesar de todo quedara esclavizada en virtud de aquello que con grosero criterio se
denomina facilidad, es despojar a cuanto uno encuentra en lo más hondo de sí mismo
del derecho a la suprema justicia. Tan sólo la imaginación me permite llegar a saber lo
que puede llegar a ser, y esto basta para mitigar un poco su terrible condena; y esto
basta también para que me abandone a ella, sin miedo al engaño. ¿En qué punto
comienza la imaginación a ser perniciosa y en qué punto deja de existir la seguridad
del espíritu? ¿Para el espíritu, acaso la posibilidad de errar no es sino una
contingencia del bien? (…)

Surrealismo: sustantivo masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se


intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento
real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de
la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.

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http://leedor.com/2018/12/22/los-manifiestos-vanguardistas/#

El manifiesto artístico como género literario


Los manifiestos artísticos son, al mismo tiempo, textos y gestos políticos. En ellos se
proclama una toma de posesión frente al estado del arte en el momento de producción
del texto. Algunas características de estos textos son:
- Suelen ir firmados por un yo colectivo.
- Reflexionan sobre la función social que el arte debe cumplir.
- A través de su toma de posición delimitan amigos y enemigos.
- Se dirigen a la sociedad cultural en general y a los integrantes del campo
artísticos al que pertenecen en particular.
- Postulan un programa estético y/o político de ruptura.

​ asgos literarios de los manifiestos


R
Los manifiestos vanguardistas son considerados literatura de combate, ya que se
construyen con una voluntad de intervención pública. De ahí el uso de un estilo bélico
a través del empleo del imperativo, la incitación a la acción, las metáforas combativas,
etc. El título funciona como síntesis de su programa estético, como definición o
eslogan y adopta una forma publicitaria.
El tono predominante es el de la provocación, la parodia o la ironía cuestionadoras,
reforzadas por la repetición de consignas precedidas por la preposición “contra” o por
la expresión “frente a”.
Junto a la violencia en el plano del léxico funciona una tendencia a la hipérbole, a la
exageración y al humor como medios de refutación.

Manifiestos vanguardistas

FUNDACIÓN Y MANIFIESTO DEL FUTURISMO

Publicado en la revista Poesía que se editaba en Milán (Italia)

1- Nosotros queremos cantar el amor al peligro, al hábito de la energía y de la


temeridad.

2- El valor, la audacia, la rebelión serán elementos esenciales de nuestra poesía.

3- Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño.


Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el
salto mortal, la bofetada y el puñetazo.

4- Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una


belleza nueva: la belleza de la velocidad... Un automóvil rugiente que parece correr
sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia.

5- Nosotros queremos cantar al hombre que sujeta el volante...

6- El necesario que el poeta se prodigue con ardor, con lujo y con magnificencia para

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aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.

7- Ya no hay belleza si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga el carácter


agresivo puede ser una obra de arte. La poesía debe concebirse como un violento
asalto contra las fuerzas desconocidas, para obligarlas a arrodillarse ante el hombre.

8- ¡Nos hallamos sobre el último promontorio de los siglos! ¿Por qué deberíamos mirar
a nuestras espaldas, si queremos echar abajo las misteriosas puertas de lo imposible?
El Tiempo y el Espacio murieron ayer.

9- Nosotros queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el


patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas por las que se
muere y el desprecio por la mujer.

10- Nosotros queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo
tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista o
utilitaria.

11- Nosotros cantaremos a las grandes muchedumbres agitadas por el trabajo, por el
placer o la revuelta; cantaremos a las marchas multicolores y polifónicas de las
revoluciones en las capitales modernas...

MANIFIESTO DADA DE 1918

Escrito por Tristan Tzara y publicado en el número 3 de la revista Dada, en Zurich


(Suiza)

La magia de una palabra


-DADA-, que ha puesto a los periodistas
ante la puerta de un mundo
imprevisto, no tiene para nosotros
ninguna importancia...
Cada cual hace su arte a su modo y manera, o conociendo el gozo de subir como una
flecha hacia astrales reposos o el de descender a las minas donde brotan flores de
cadáveres y de fértiles espasmos...
Así nació DADA, de una necesidad de independencia, de desconfianza hacia la
comunidad. Los que están con nosotros conservan su libertad. No reconocemos
ninguna teoría...

MANIFIESTO DE ´MARTÍN FIERRO


escrito por Oliverio Girondo y publicado en la revista Martín Fierro en 1924

Frente a la impermeabilidad hipopotámica del "honorable público".


Frente a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático, que modifica cuanto
toca.

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Frente al recetario que inspira las elucubraciones de nuestros más "bellos" espíritus y
a la afición al ANACRONISMO y al MIMETISMO que demuestran.

Frente a la ridícula necesidad de fundamentar nuestro nacionalismo intelectual,


hinchando valores falsos que al primer pinchazo se desinflan como chanchitos.

Frente a la incapacidad de contemplar la vida sin escalar las estanterías de las


bibliotecas.

Y sobre todo, frente al pavoroso temor de equivocarse que paraliza el mismo ímpetu
de la juventud, más anquilosada que cualquier burócrata jubilado:
"MARTÍN FIERRO" siente la necesidad imprescindible de definirse y de llamar a
cuantos sean capaces de percibir que nos hallamos en presencia de una NUEVA
sensibilidad y de una NUEVA comprensión, que, al ponernos de acuerdo con nosotros
mismos, nos descubre panoramas insospechados y nuevos medios y formas de
expresión.

"MARTÍN FIERRO" acepta las consecuencias de localizarse, porque sabe que de ello
depende su salud. Instruido de sus antecedentes, de su anatomía, del meridiano en
que camina: consulta el barómetro, el calendario, antes de salir a la calle a vivirla con
sus nervios y con su mentalidad de hoy.

"MARTÍN FIERRO" sabe que "todo es nuevo bajo el sol" si todo se mira con unas
pupilas actuales y se expresa con un acento contemporáneo.

"MARTÍN FIERRO", se encuentra, por eso, más a gusto, en un transatlántico moderno


que en un palacio renacentista, y sostiene que un buen Hispano-Suiza es una OBRA
DE ARTE muchísimo más perfecta que una silla de manos de la época de Luis XV.

"MARTÍN FIERRO" ve una posibilidad arquitectónica en un baúl "Innovation", una


lección de síntesis en un "marconigrama", una organización mental en una "rotativa",
sin que esto le impida poseer -como las mejores familias- un álbum de retratos, que
hojea, de vez en cuanto, para descubrirse al través de un antepasado... o reírse de su
cuello y de su corbata.

"MARTÍN FIERRO" cree en la importancia del aporte intelectual de América, previo


tijeretazo a todo cordón umbilical. Acentuar y generalizar, a las demás manifestaciones
intelectuales, el movimiento de independencia iniciado, en el idioma, por Rubén Darío,
no significa, empero, que habremos de renunciar, ni mucho menos, finjamos
desconocer que todas las mañanas nos servimos de un dentífrico sueco, de unas
tohallas de Francia y de un jabón inglés.

"MARTÍN FIERRO", tiene fe en nuestra fonética, en nuestra visión, en nuestros


modales, en nuestro oído, en nuestra capacidad digestiva y de asimilación.

"MARTÍN FIERRO" artista, se refriega los ojos a cada instante para arrancar las
telarañas que tejen de continuo: el hábito y la costumbre. ¡Entregar a cada nuevo amor
una nueva virginidad, y que los excesos de cada día sean distintos a los excesos de

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ayer y de mañana! ¡Esta es para él la verdadera santidad del creador!... ¡Hay pocos
santos!

"MARTÍN FIERRO" crítico, sabe que una locomotora no es comparable a una


manzana y el hecho de que todo el mundo compare una locomotora a una manzana y
algunos opten por la locomotora, otros por la manzana, rectifica para él, la sospecha
de que hay muchos más negros de lo que se cree. Negro el que exclama ¡colosal! Y
cree haberlo dicho todo. Negro el que necesita encandilarse con lo coruscante y no
está satisfecho si no lo encandila lo coruscante. Negro el que tiene las manos
achatadas como platillos de balanza y lo sopesa todo y todo lo juzga por el peso. ¡Hay
tantos negros!...

"MARTÍN FIERRO" sólo aprecia a los negros y a los blancos que son realmente
negros o blancos y no pretenden en lo más mínimo cambiar de color.

¿Simpatiza usted con "MARTÍN FIERRO"?


¡Colabore usted en "MARTÍN FIERRO"!
¡Suscríbase usted a "MARTÍN FIERRO"!

Manifiesto creacionista - Vicente Huidobro Chile 1914

NON SERVIAM

Y he aquí que una buena mañana, después de una noche de preciosos sueños y
delicadas pesadillas, el poeta se levanta y grita a la madre Natura: Non serviam.

Con toda la fuerza de sus pulmones, un eco traductor y optimista repite en las
lejanías:«No te serviré».

La madre Natura iba ya a fulminar al joven poeta rebelde, cuando éste, quitándose el
sombrero y haciendo un gracioso gesto, exclamó: «Eres una viejecita encantadora».

Ese non serviam quedó grabado en una mañana de la historia del mundo. No era un
grito caprichoso, no era un acto de rebeldía superficial. Era el resultado de toda una
evolución, la suma de múltiples experiencias.

El poeta, en plena conciencia de su pasado y de su futuro, lanzaba al mundo la


declaración de su independencia frente a la Naturaleza.

Ya no quiere servirla más en calidad de esclavo.

El poeta dice a sus hermanos: «Hasta ahora no hemos hecho otra cosa que imitar al
mundo en sus aspectos, no hemos creado nada. ¿Qué ha salido de nosotros que no
estuviera antes parado ante nosotros, rodeando nuestros ojos, desafiando nuestros
pies o nuestras manos?

»Hemos cantado a la Naturaleza (cosa que a ella bien poco le importa). Nunca hemos

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creado realidades propias, como ella lo hace o lo hizo en tiempos pasados, cuando era
joven y llena de impulsos creadores.

»Hemos aceptado, sin mayor reflexión, el hecho de que no puede haber otras
realidades que las que nos rodean, y no hemos pensado que nosotros también
podemos crear realidades en un mundo nuestro, en un mundo que espera su fauna y
su flora propias. Flora y fauna que sólo el poeta puede crear, por ese don especial que
le dio la misma madre Naturaleza a él y únicamente a él».

Non serviam. No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo. Te servirás de mí;
está bien. No quiero y no puedo evitarlo; pero yo también me serviré de ti. Yo tendré
mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis
mares, tendré mi cielo y mis estrellas.

Y ya no podrás decirme: «Ese árbol está mal, no me gusta ese cielo.... los míos son
mejores».

Yo te responderé que mis cielos y mis árboles son los míos y no los tuyos y que no
tienen por qué parecerse. Ya no podrás aplastar a nadie con tus pretensiones
exageradas de vieja chocha y regalona. Ya nos escapamos de tu trampa.

Adiós, viejecita encantadora; adiós, madre y madrastra, no reniego ni te maldigo por


los años de esclavitud a tu servicio. Ellos fueron la más preciosa enseñanza. Lo único
que deseo es no olvidar nunca tus lecciones, pero ya tengo edad para andar solo por
estos mundos. Por los tuyos y por los míos.

Una nueva era comienza. Al abrir sus puertas de jaspe, hinco una rodilla en tierra y te
saludo muy respetuosamente.

Actividad​:
1- Escriban su propio manifiesto de su vanguardia siguiendo estas pautas:
a- Formar grupos. Elegir el tema que guiará al movimiento
b- Acordar cuál será la postura, qué elementos culturales se valorizarán y contra
quiénes se pronunciarán.
c- Elijan un título (recuerden la importancia del título como nombre del grupo y la
necesidad de proponer un eslogan o consigna que identifique su plan de lucha)
d- Realicen un plan de escritura de su manifiesto teniendo en cuenta el uso creativo
del espacio en blanco y de los juegos tipográficos. Recuerden introducir metáforas
combativas y elementos paródicos e irónicos
2- Planificar y hacer diferentes obras en distintos soportes que representen su grupo:
poema, cuento, cancelación, dibujo, escultura, audio, video, etc.

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La obra vanguardista y su estructura fragmentaria

Consigna 7→ Técnica de escritura vanguardista: EL COLLAGE/CÓMO HACER UN POEMA


DADAÍSTA

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Consigna 8 → Textos fragmentarios, hoy

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Caligramas

vicente huidobro

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Oliverio Girondo

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Otros/as autores/as

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Consigna 9 → Elegí algún poema leído durante el año (puede o no ser vanguardista). Seleccioná un verso o una frase
del texto que te parezca significativo/a y convertí ese fragmento en un caligrama, considerando la definición trabajada.

Consigna 10 → Elegí uno o algunos versos de una canción que te guste y convertilos en un caligrama,
considerando la definición trabajada.

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La fragmentariedad del sujeto vanguardista
Oliverio Girondo

8 (Espantapájaros, 1932)

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de


personalidades.

En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que
me nazca una nueva personalidad.

Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una
quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.

¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!

¡Imposible saber cuál es la verdadera!

Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me
pertenezcan.

¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían
ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo
ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?

El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo
ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una
petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...

Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se
consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda
especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!,
cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una
ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien
aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la
abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el
amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.

Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se
entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de
dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero
renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al
menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.

Consigna 11 → Escribí una entrada del diario de una persona con las múltiples personalidades en base al texto de
Girondo que leímos y analizamos. No olvides que sus distintos yo deben entrar en conflicto ante situaciones cotidianas.

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Tantan yo (En la masmédula, 1954 - fragmento)

Con mi yo
y mil un yo y un yo
con mi yo en mí
yo mínimo
larva llama lacra ávida
alga de algo
mi yo antropoco solo
y mi yo tumbo a tumbo canto rodado en sangre
yo abismillo
yo dédalo
posyo del mico ancestro semirefluido en vilo ya lívido de líbido
yo tantan yo
panyo
yo ralo
yo voz mito
pulpo yo en mudo nudo de saca y pon gozón en don más don tras don
yo vamp
yo maramante
apenas yo ya otro

Yolleo (En la masmédula, 1954)

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo

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Alejandra pizarnik

(Árbol de Diana, 1962)

11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

13
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome

21
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y de allá

En un mundo de crisis, el sujeto poético se fragmenta: no tiene una identidad total, completa, cerrada. Es pedazos, es
multiplicidad, es desgarro. Sus palabras lo muestran dividido, ambivalente, recorriendo vaivenes.

Los sujetos fragmentarios y múltiples nos muestran una literatura lúdica donde existe la posibilidad de ser algo y ser
otra cosa al mismo tiempo.

Consigna 12

Primera parte: Armá una lista con cinco ítems que digan qué/quién sos, cinco que digan qué/quién no sos, cinco que
digan qué/quién deseás ser.

Segunda parte: Convertí esa lista en un poema, haciéndole las modificaciones y los agregados que consideres necesarios.
Armá un collage poético en que incluyas el texto obtenido y pinturas vanguardistas. Titulá el poema.

Neologismos: nuevas palabras para decir nuevas


experiencias
Oliverio Girondo.
Mi lumía (En la masmédula, 1954)

Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea

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y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía

> https://www.youtube.com/watch?v=zvZOufg6o3s

Juan Gelman.
Si (Cólera buey, 1963)

celebrando su máquina
el emperrado corazón amora
como si no le dieran de través
de atrás alante en su porfía

alante de ala de volar


que no otra cosa intenta
molestándole piedras como especie de pies
pies que piensan en vez de alar

o cómo sería el mundo


el buey lo que se hija
si no nos devoráramos
si amorásemos mucho

si fuéramos o fuésemos
como rostros humanos
empezando de a dos
completos en el resto

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Consigna 13 → Trabajo práctico: Neologismos

1) Escribí una interpretación de “si” donde incluyas los siguientes términos: sujeto poético - comunicación -
neologismos - humanidad - experimentación - condición - libertad - gramática – utopía.

2) Escribí una estrofa a continuación de la siguiente, completando la oración condicional:

si fuéramos o fuésemos
como rostros humanos
empezando de a dos
completos en el resto,

3) Escribí, en tres renglones, una interpretación de “Mi lumía” o “V” (a elección).

Consigna 14 → Ensayá una “traducción” del siguiente fragmento de “La inmiscusión terrupta” (J. Cortázar en Último
round, 1969)

Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un
rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.

-¡Asquerosa! –brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa.
Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivolarle un suño a la Tota que se
desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abroncojantes bocinomias.

Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a
la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media
resma y cuatro peticuras de ésas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de vuelta
cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.

-¡Payahás, payahás! –crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No ha terminado de halar
cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y
dos miercolanas que para qué.

-¿Te das cuenta? –sinterruge la señora Fifa.

-¡El muy cornaputo! –vociflama la Tota.

Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro
cafotos en plena tetamancia; son así las tofifas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y
se quedan tan plopas.

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El caso del surrealismo

En 1924, André Bretón publica el primer Manifiesto Surrealista, en el que a las audacias del Dadaísmo añade concepciones filosóficas
de Freud y Marx. Pretende ser una revolución integral. Su gran lema sería "transformar la vida", liberando los impulsos naturales del
hombre reprimidos en el inconsciente y atados por la razón a las convenciones morales y sociales. De esta manera se busca liberar la
capacidad creadora del hombre.

Según Freud, en los sueños aflora el mundo del inconsciente, pero en forma de imágenes ilógicas. De este modo se produce una
liberación del lenguaje con respecto a lo que sería la expresión normal o lógica. En un poema surrealista se mezclan objetos,
conceptos y sentimientos que la razón mantiene separados, se dan asociaciones libres e inesperadas de palabras, aparecen metáforas
insólitas. Es un lenguaje que no se dirige a nuestra razón, sino que quiere despertar en nosotros sentimientos y reacciones también
inconscientes. Ante un poema de este tipo, el lector no comprende, pero puede recibir fuertes impactos que le produzcan emociones
profundas.

> Pinturas surrealistas → Buscar el archivo “Pinturas surrealistas” en


https://padlet.com/literaturaprofantonelli/6

Consigna 15 → Técnica de escritura surrealista: EL CADÁVER EXQUISITO

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Consigna 16 → Técnica de escritura surrealista: LA ESCRITURA AUTOMÁTICA

Consigna 17 → Técnica de escritura surrealista: DIÁLOGO SURREALISTA

En grupos, escriban tres preguntas. Luego, escriban por separado sus respectivas respuestas. Finalmente, crucen al azar
cada pregunta con una respuesta que no sea su correspondiente. Lean sus resultados.

Pueden emplearse los siguientes comienzos: ¿Qué es…?¿Por qué…?¿Para qué sirve…?

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Huellas del surrealismo en la poesía y la narrativa
argentinas posteriores a la vanguardia

Luis Alberto Spinetta/Pescado rabioso (Artaud, 1973)

Tenés que parar


Por Vi la sortija,
Muriendo en el carrousell
Árbol, hoja, salto, luz, aproximación Vi tantos monos, nidos
Mueble, lana, gusto, pie Platos de café
Té, mar, gas, mirada Platos de café
Nube, loba, dedo, cal, gesticulador Guarda el hilo nena
Hijo, cama, menta, sien Guarden bien tus manos
Rey, fin, sol, amigo, cruz Esta libertad
Alga, dado, cielo, riel Ya no poses nena
Estalactita, mirador, corazón Todo eso es en vano
Hombre, rayo, felpa, sed Como no dormir
Extremidad, insolación, parecer, clavo, coito Aunque me fuercen
Dios, temor, mujer, por Yo nunca voy a decir
Que todo tiempo por pasado fue mejor
Cantata de puentes amarillos ¡mañana es mejor!
Aquellas sombras del camino azul
Todo camino puede andar ¿dónde están?
Todo puede andar Yo las comparo con cipreses que vi
Con esta sangre alrededor Solo en sueños
No sé que puedo yo mirar Y las muñecas tan sangrantes están
La sangre ríe idiota De llorar
Como esta canción Yo te amo tanto
Y ¿ante quién? Que no puedo despertarme sin amar
Ensucien sus manos como siempre Y te amo tanto
Relojes se pudren en sus mentes ya Que no puedo despertarme sin amar
Y en el mar, naufragó ¡no! nunca la abandones, ¡no!
Una balsa que nunca zarpó Puentes amarillos
Mar aquí, mar allá Mira el pájaro
En un momento vas a ver Se muere en su jaula
Que ya es la hora de volver ¡no! puentes amarillos
Pero trayendo a casa Se muere en su jaula
Todo aquel fulgor Mira el pájaro
Y ¿para quién? Puentes amarillos
Las almas repudian todo encierro Se muere en su jaula
Las cruces dejaron de llover Mira el pájaro
Sube al taxi nena Puentes amarillos
Los hombres te miran Hoy te amo ya
Te quieren tomar Y ya es mañana
Ojo el ramo nena ¡mañana!
Las flores se caen

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Consigna 18 → Trabajo práctico: Las huellas del surrealismo en canciones de L.A. Spinetta

A partir de la escucha y la relectura de las canciones, respondé las siguientes preguntas:

1) ¿Cómo aparece el sujeto poético en cada texto? ¿Cómo lo describirías? ¿Qué vínculo guarda el mismo con la actitud
de las vanguardias, y más puntualmente del surrealismo?

2) ¿Qué procedimientos vanguardistas/surrealistas se observan en la composición de los textos?

3) En la “Cantata”: ¿A quién imaginás que se dirige el sujeto poético? ¿Qué le dice y con qué tono? ¿Por qué se lo dice?
¿Qué fragmentos del texto podrían referir al contexto de producción de Artaud y por qué? ¿Qué intertextos incorpora el
autor? (Para esta última pregunta, investigar en Google sobre los puentes amarillos de Van Gogh).

4) Escribí un microrrelato hilando las palabras contenidas en algún fragmento de “Por”.

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Experimentación narrativa
Consigna 19: análisis de experimentación narrativa

En grupos, observen los siguientes novelas y cuentos. Conversen en torno a los interrogantes y
luego compartan sus conclusiones con los demás equipos.

WALSH, RODOLFO. “NOTA AL PIE”


CINETTO, LILIANA. MIENTRAS NO MUERA TU NOMBRE.
PUIG, MANUEL. BOQUITAS PINTADAS.
EMILY GAMES. CONCEPTO DE AUSENCIA PRESENTE.

¿QUÉ TIENEN DE PARTICULAR ESTOS TEXTOS?


¿QUÉ GÉNERO LITERARIO UTILIZA CADA UNO?
¿CÓMO ES LA ESTRUCTURA DEL TEXTO?
¿QUÉ TEMÁTICAS PRESENTAN?
¿QUÉ LENGUAJE ARTÍSTICO INTERVIENE?
¿CÓMO UTILIZAN EL ESPACIO?

Julio Cortázar

“Lejana” (Bestiario, 1951 - fragmento)

Diario de Alina Reyes

12 de enero

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Anoche fue otra vez, yo tan cansada de pulseras y farándulas, de pink champagne y la cara Renato Viñes, oh esa cara de
foca balbuciante, de retrato de Doran Gray a lo último. Me acosté con gusto a bombón de menta, al Boogie del Banco
Rojo, a mamá bostezada y cenicienta (como queda ella a la vuelta de las fiestas, cenicienta y durmiéndose, pescado
enormísimo y tan no ella.) Nora que dice dormirse con luz, con bulla, entre las urgidas crónicas de su hermana a medio
desvestir. Qué felices son, yo apago las luces y las manos, me desnudo a gritos de lo diurno y moviente, quiero dormir y
soy una horrible campana resonando, una ola, la cadena que Rex arrastra toda la noche contra los ligustros. Now I lay me
down to sleep... Tengo que repetir versos, o el sistema de buscar palabras con a, después con a y e, con las cinco vocales,
con cuatro. Con dos y una consonante (ala, ola), con tres consonantes y una vocal(tras, gris) y otra vez versos, la luna bajó
a la fragua con su polisón de nardos, el niño la mira mira, el niño la está mirando. Con tres y tres alternadas, cábala,
laguna, animal; Ulises, ráfaga, reposo. Así paso horas: de cuatro, de tres y dos, y más tarde palíndromos. Los fáciles, salta
Lenin el Atlas; amigo, no gima; los más difíciles y hermosos, átate, demoniaco Caín o me delata; Anás usó tu auto
Susana. O los preciosos anagramas: Salvador Dalí, Avida Dollars; Alina Reyes, es la reina y... Tan hermoso, éste, porque
abre un camino, porque no concluye. Porque la reina y... No, horrible. Horrible porque abre camino a esta que no es la
reina, y que otra vez odio de noche. A esa que es Alina Reyes pero no la reina del anagrama; que será cualquier cosa,
mendiga en Budapest, pupila de mala casa en Jujuy o sirvienta en Quetzaltenango, cualquier lejos y no reina. Pero sí
Alina Reyes y por eso fue otra vez, sentirla y el odio.

20 de enero

A veces sé que tiene frío, que sufre, que le pegan. Puedo solamente odiarla tanto, aborrecer las manos que la tiran al suelo
y también a ella, a ella todavía más porque le pegan, porque soy yo y le pegan. Ah, no me desespera tanto cuando estoy
durmiendo o corto un vestido o son las horas de recibo de mamá y yo sirvo el té a la señora de Regules o al chico de los
Rivas. Entonces me importa menos, es un poco cosa personal, yo conmigo; la siento más dueña de su infortunio, lejos y
sola pero dueña. Que sufra, que se hiele; yo aguanto desde aquí, y creo que entonces la ayudo un poco. Como hacer
vendas para un soldado que todavía no ha sido herido y sentir eso de grato, que se le está aliviando desde antes,
previsoramente. Que sufra. Le doy un beso a la señora de Regules, el té al chico de los Rivas, y me reservo para resistir
por dentro. Me digo: «Ahora estoy cruzando un puente helado, ahora la nieve me entra por los zapatos rotos». No es que
sienta nada. Sé solamente que es así, que en algún lado cruzo un puente en el instante mismo (pero no sé si es el instante
mismo) en que el chico de los Rivas me acepta el té y pone su mejor cara de tarado. Y aguanto bien porque estoy sola
entre esas gentes sin sentido, y no me desespera tanto. Nora se quedó anoche como tonta, dijo: «¿Pero qué te pasa?». Le
pasaba a aquella, a mí tan lejos. Algo horrible debió pasarle, le pegaban o se sentía enferma y justamente cuando Nora iba
a cantar a Fauré y yo en el piano, mirándolo tan feliz a Luis María acodado en la cola que le hacía como un marco, él
mirándome contento con cara de perrito, esperando oír los arpegios, los dos tan cerca y tan queriéndonos. Así es peor,
cuando conozco algo nuevo sobre ella y justo estoy bailando con Luis María, besándolo o solamente cerca de Luis María.
Porque a mí, a la lejana, no la quieren. Es la parte que no quieren y cómo no me va a desgarrar por dentro sentir que me
pegan o la nieve me entra por los zapatos cuando Luis María baila conmigo y su mano en la cintura me va subiendo como
un calor a mediodía, un sabor a naranjas fuertes o tacuaras chicoteadas, y a ella le pegan y es imposible resistir y entonces
tengo que decirle a Luis María que no estoy bien, que es la humedad, humedad entre esa nieve que no siento, que no
siento y me está entrando por los zapatos.

Consigna 20 → En grupos, propongan hipótesis acerca de cómo terminará el cuento. Elijan una y desarrollen
su escritura. Luego, socialicen sus producciones.

Consigna 21 → Confeccionen un poema visual en que el sujeto lírico sea la lejana. Piensen qué quisiera
transmitir ella y cómo lo haría. Busquen expresar gráficamente sus ideas y sentires.

Continuidad de los parques


(Final del juego, 1956)

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba
en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de
escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la
tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta

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que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra
vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes
de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea
a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo,
que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los
robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se
concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la
mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la
sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta,
protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad
agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido
desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban
abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles
errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se
interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por
la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su
vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a
la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres
peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala
azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la
segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de
terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

La noche boca arriba


(Final del juego, 1956)

Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos;


le llamaban la guerra florida.

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde
el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo
sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía
nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los
pantalones.

Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en
la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas
que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la
derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su
involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada
a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda;
oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.

Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y
sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no
parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la

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confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le
ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía
más que rasguños en la piernas. “Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado...”; Opiniones,
recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la
penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda
lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi
no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se
sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía
muy estropeada. “Natural”, dijo él. “Como que me la ligué encima...” Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al llegar al
hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un
pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerró los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron
largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura.
Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las
contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.

Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida
negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado, se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de
mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez,
sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.

Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda
de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una
fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de
los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de
no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.

Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara contra eso que no era
habitual, que hasta entonces no había participado del juego. “Huele a guerra”, pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra
atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no
era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos,
probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo.
El sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se
enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida.
Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo
más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el
sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.

-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo.

Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se
despegó casi físicamente de la última visión de la pesadilla. El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió
sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un
buche. La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto,
entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta. Vio
llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le
clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un
aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando

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blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente
repugnantes; como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor; y quedarse.

Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trozito de pan, más precioso que todo un
banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba
a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba
a ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor
del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.

Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que
estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. “La
calzada”, pensó. “Me salí de la calzada.” Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que
las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio,
se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo
ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él aferraba el mango del puñal, subió como un escorpión de los pantanos hasta su
cuello, donde colgaba el amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la
súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban
hundiendo despacio en el barro, y la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida
había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando
la calzada más allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros
que ya habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la
señal del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.

Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas
moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi
sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire
una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.

-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que
duerme bien.

Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la
pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin
acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del
brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de
noche. Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no
debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel,
sacando la moto. ¿Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia
advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían
levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco,
esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o
recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro había
sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la
contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna
vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su
garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de la
lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.

Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra
rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo

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envolvía una oscuridad absoluta. Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso,
en un suelo de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el
contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final.
Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en
las mazmorras del templo a la espera de su turno.

Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas,
gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus
compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente,
casi no podía abrir la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un
esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las
cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el más fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y hubo que
ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la
ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados,
en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como el bronce; se sintió
alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de antorchas iban
adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza.
Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con
un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y
danzas, sería el fin. El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero
todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero cómo impedirlo si le
habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de la vida.

Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber
gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida
contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían
pegadas a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero
gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño
profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que
él. Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron
en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba
gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y
de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y abrían
buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que se abrían era la noche y la luna
mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas
columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del
sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados,
gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama, a salvo del
balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él
con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que
estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado
por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de
metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se
le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.

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Fragmento de la conferencia “El sentimiento de lo fantástico” (1982):

“El problema, como siempre, está en saber qué es lo fantástico. Es inútil ir al diccionario, yo no me molestaría en hacerlo,
habrá una definición, que será aparentemente impecable, pero una vez que la hayamos leído los elementos imponderables
de lo fantástico, tanto en la literatura como en la realidad, se escaparán de esa definición. Ya no sé quién dijo, una vez,
hablando de la posible definición de la poesía, que la poesía es eso que se queda afuera, cuando hemos terminado de
definir la poesía. Creo que esa misma definición podría aplicarse a lo fantástico, de modo que, en vez de buscar una
definición preceptiva de lo que es lo fantástico, en la literatura o fuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno de
ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propio mundo interior, sus propias vivencias, y se plantee personalmente el
problema de esas situaciones, de esas irrupciones, de esas llamadas coincidencias en que de golpe nuestra inteligencia y
nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se
están cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una excepción.

Ese sentimiento de lo fantástico, como me gusta llamarle [...] me acompaña a mí desde el comienzo de mi vida, desde
muy pequeño, antes, mucho antes de comenzar a escribir, me negué a aceptar la realidad tal como pretendían
imponérmela y explicármela mis padres y mis maestros. Yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentí siempre,
que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos,
pasaba, se colaba, un elemento, que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía
explicarse con la inteligencia razonante. Ese sentimiento, que creo que se refleja en la mayoría de mis cuentos, podríamos
calificarlo de extrañamiento”

Consigna 22 →Análisis de experimentos narrativos

¿Qué tiene de vanguardista o experimental este texto de Cortázar? ¿Y los demás cuentos del autor que hemos
leído? Escribí un breve comentario crítico en que se exponga lo analizado.

Silvina Ocampo

“La casa de azúcar” (La furia, 1959)

Las supersticiones no dejaban vivir a Cristina. Una moneda con la efigie borrada, una mancha de tinta, la luna vista a
través de dos vidrios, las iniciales de su nombre grabadas por azar sobre el tronco de un cedro la enloquecían de temor.
Cuando nos conocimos llevaba puesto un vestido verde, que siguió usando hasta que se rompió, pues me dijo que le traía
suerte y que en cuanto se ponía otro, azul, que le sentaba mejor, no nos veíamos. Traté de combatir estas manías absurdas.

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Le hice notar que tenía un espejo roto en su cuarto y que por más que yo le insistiera en la conveniencia de tirar los
espejos rotos al agua, en una noche de luna, para quitarse la mala suerte, lo guardaba; que jamás temió que la luz de la
casa bruscamente se apagara, y a pesar de que fuera un anuncio seguro de muerte, encendía con tranquilidad cualquier
número de velas; que siempre dejaba sobre la cama el sombrero, error en que nadie incurría. Sus temores eran personales.
Se infligía verdaderas privaciones; por ejemplo: no podía comprar frutillas en el mes de diciembre, ni oír determinadas
músicas, ni adornar la casa con peces rojos, que tanto le gustaban. Había ciertas calles que no podíamos cruzar, ciertas
personas, ciertos cinematógrafos que no podíamos frecuentar. Al principio de nuestra relación, esta supersticiones me
parecieron encantadoras, pero después empezaron fastidiarme y a preocuparme seriamente. Cuando nos comprometimos
tuvimos que buscar un departamento nuevo, pues según sus creencias, el destino de los ocupantes anteriores influiría
sobre su vida (en ningún momento mencionaba la mía, como si el peligro la amenazara sólo a ella y nuestras vidas no
estuvieran unidas por el amor). Recorrimos todos los barrios de la ciudad; llegamos a los suburbios más alejados, en
busca de un departamento que nadie hubiera habitado: todos estaban alquilados o vendidos. Por fin encontré una casita en
la calle Montes de Oca, que parecía de azúcar. Su blancura brillaba con extraordinaria luminosidad. Tenía teléfono y, en el
frente, un diminuto jardín. Pensé que esa casa era recién construida, pero me enteré de que en 1930 la había ocupado una
familia, y que después, para alquilarla, el propietario le había hecho algunos arreglos. Tuve que hacer creer a Cristina que
nadie había vivido en la casa y que era el lugar ideal: la casa de nuestros sueños. Cuando Cristina la vio, exclamó: - ¡Qué
diferente de los departamentos que hemos vivido! Aquí se respira olor a limpio. Nadie podrá influir en nuestras vidas y
ensuciarlas con sus pensamientos que envician el aire.
En pocos días nos casamos y nos instalamos allí. Mis suegros nos regalaron los muebles del dormitorio y mis padres los
del comedor. El resto de la casa la amueblaríamos de a poco. Yo temía que, por los vecinos, Cristina se enterara de mi
mentira, pero felizmente hacía sus compras fuera del barrio y jamás conversaba con ellos. Éramos felices, tan felices que
a veces me daba miedo. Parecía que la tranquilidad nunca se rompería en aquella casa de azúcar, hasta que un llamado
telefónico destruyó mi ilusión. Felizmente Cristina no atendió aquella vez al teléfono, pero quizá lo atendiera en una
oportunidad análoga. La persona que llamaba preguntó por la señora Violeta: indudablemente se trataba de la inquilina
anterior. Si Cristina se enteraba de que yo la había engañado, nuestra felicidad seguramente concluiría: no me hablaría
más, pediría nuestro divorcio, y en el mejor de los casos tendríamos que dejar la casa para irnos a vivir, tal vez, a Villa
Urquiza, tal vez a Quilmes, de pensionistas en alguna de las casas donde nos prometieron darnos un lugarcito para
construir ¿con qué? (con basura, pues con mejores materiales no me alcanzaría el dinero) un cuarto y una cocina. Durante
la noche yo tenía cuidado de descolgar el tubo, para que ningún llamado inoportuno nos despertara. Coloqué un buzón en
la puerta de calle; fui el depositario de la llave, el distribuidor de cartas. Una mañana temprano golpearon a la puerta y
alguien dejó un paquete. Desde mi cuarto oí que mi mujer protestaba, luego oí el ruido del papel estrujado. Bajé la
escalera y encontré a Cristina con un vestido de terciopelo entre los brazos. - Acaban de traerme este vestido - me dijo con
entusiasmo. Subió corriendo las escaleras y se puso el vestido, que era muy escotado. - ¿Cuándo te lo mandaste a hacer? -
Hace tiempo. ¿Me queda bien? Lo usaré cuando tengamos que ir al teatro, ¿no te parece? - ¿Con qué dinero lo pagaste? -
Mamá me regaló unos pesos. Me pareció raro, pero no le dije nada, para no ofenderla. Nos queríamos con locura. Pero mi
inquietud comenzó a molestarme, hasta para abrazar a Cristina por la noche. Advertí que su carácter había cambiado: de
alegre se convirtió en triste, de comunicativa en reservada, de tranquila en nerviosa. No tenía apetito. Ya no preparaba
esos ricos postres, un poco pesados, a base de cremas batidas y de chocolate, que me agradaban, ni adornaba
periódicamente la casa con volantes de nylon, en las tapas de la letrina, en las repisas del comedor, en los armarios, en
todas partes como era su costumbre. Ya no me esperaba con vainillas a la hora del té, ni tenía ganas de ir a teatro o al
cinematógrafo de noche, ni siquiera cuando nos mandaban entradas de regalo. Una tarde entró un perro en el jardín y se
acostó frente a la puerta de calle, aullando. Cristina le dio carne y le dio de beber y, después de un baño, que le cambió el
color de pelo, declaró que le daría hospitalidad y que lo bautizaría con el nombre Amor, porque llegaba a nuestra casa en
un momento de verdadero amor. El perro tenía el paladar negro, lo que indica pureza de raza. Otra tarde llegué de
improviso a casa. Me detuve en la entrada porque vi una bicicleta apostada en el jardín. Entré silenciosamente y me
escurrí detrás de una puerta y oí la voz de Cristina. - ¿Qué quiere? - repitió dos veces. - Vengo a buscar a mi perro - decía
la de voz de una muchacha -. Pasó tantas veces frente a esta casa que se ha encariñado con ella. Esta casa parece de
azúcar. Desde que la pintaron, llama la atención de todos los transeúntes. Pero a mí me gustaba más antes, con ese color
rosado y romántico de las casas viejas. Esta casa era muy misteriosa para mí. Todo me gustaba en ella: la fuente donde
venían a beber los pajaritos; las enredaderas con flores, como cornetas amarillas; el naranjo. Desde que tengo ocho años
esperaba conocerla a usted, desde aquel día en que hablamos por teléfono, ¿recuerda? Prometió que iba a regalarme un
barrilete .
- Los barriletes son juegos de varones. - Los juguetes no tienen sexo. Los barriletes me gustaban porque eran como
enormes pájaros: me hacía la ilusión de volar sobre sus alas. Para usted fue un juego prometerme ese barrilete; yo no
dormí en toda la noche. Nos encontramos en la panadería, usted estaba de espaldas y no vi su cara. Desde ese día no

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pensé en otra cosa que en usted, en cómo sería su cara, su alma, sus ademanes de mentirosa. Nunca me regaló aquel
barrilete. Los árboles me hablaban de sus mentiras. Luego fuimos a vivir a Morón, con mis padres. Ahora, desde hace una
semana estoy de nuevo aquí. - Hace tres meses que vivo en esta casa, y antes jamás frecuenté estos barrios. Usted estará
confundida. - Yo la había imaginado tal como es. ¡La imaginé tantas veces! Para colmo de la casualidad, mi marido
estuvo de novio con usted. - No estuve de novia sino con mi marido. ¿Cómo se llama este perro? - Bruto. - Lléveselo, por
favor, antes de que me encariñe con él. - Violeta, escúcheme. Si llevo el perro a mi casa, se moriría. No lo puedo cuidar.
Vivimos en un departamento muy chico. Mi marido y yo trabajamos y no hay nadie que lo saque a pasear. - No me llamo
Violeta. ¿Qué edad tiene? - ¿Bruto? Dos años. ¿Quiere quedarse con él? Yo vendría a visitarlo de vez en cuando, porque
lo quiero mucho. - A mi marido no le gustaría recibir desconocidos en su casa, ni que aceptara un perro de regalo. - No se
lo diga, entonces. La esperaré todos los lunes a las siete de la tarde en la Plaza Colombia. ¿Sabe dónde es? Frente a la
iglesia Santa Felicitas, o si no la esperaré donde usted quiera y a la hora que prefiera; por ejemplo, en el puente de
Constitución o en el Parque Lezama. Me contentaré con ver los ojos de Bruto. ¿Me hará el favor de quedarse con él? -
Bueno. Me quedaré con él. - Gracias, Violeta. - No me llamo Violeta. - ¿Cambió de nombre? Para nosotros usted es
Violeta. Siempre la misma misteriosa Violeta. Oí el ruido seco de la puerta y el taconeo de Cristina, subiendo la escalera.
Tardé un rato en salir de mi escondite y en fingir que acababa de llegar. A pesar de haber comprobado la inocencia del
diálogo, no sé por qué, una sorda desconfianza comenzó a devorarme. Me pareció que había presenciado una
representación de teatro y que la realidad era otra. No confesé a Cristina que había sorprendido la visita de esa muchacha.
Esperé los acontecimientos, temiendo siempre que Cristina descubriera mi mentira, lamentando que estuviéramos
instalados en este barrio. Yo pasaba todas las tardes por la Plaza que queda frente a la iglesia de Santa Felicitas, para
comprobar si Cristina había acudido a la cita. Cristina parecía no advertir mi inquietud. A veces llegué a creer que yo
había soñado. Abrazando al perro, un día Cristina me preguntó: - ¿Te gustaría que me llamara Violeta? - No me gusta el
nombre de las flores. - Pero Violeta es lindo. Es un color. - Prefiero tu nombre. Un sábado, al atardecer, la encontré en el
puente de constitución, asomada sobre el parapeto de fierro. Me acerqué y no se inmutó. - ¿Qué haces aquí? - Estoy
curioseando. Me gusta ver las vías desde arriba. - Es un lugar muy lúgubre y no me gusta que andes sola.
- No me parece lúgubre. ¿Y por qué no puedo andar sola? - ¿Te gusta el humo negro de las locomotoras? - Me gustan los
medios de transporte. Soñar con viajes. Irme sin irme. “Ir y quedar y con quedar partirse.” Volvimos a casa. Enloquecido
de celos (¿celos de qué? de todo), durante el trayecto apenas le hablé. - Podríamos tal vez comprar alguna casita en San
Isidro o en Olivos, es tan desagradable este barrio - le dije, fingiendo que me era posible adquirir una casa en esos lugares.
- No creas. Tenemos muy cerca de aquí el Parque Lezama. - Es una desolación. Las estatuas están rotas, las fuentes sin
agua, los árboles apestados. Mendigos, viejos y lisiados van con bolsas, para tirar o recoger basuras. - No me fijo en esas
cosas. - Antes no querías sentarte en un banco donde alguien había comido mandarinas o pan. - He cambiado mucho. -
Por mucho que hayas cambiado, no puede gustarte un parque como ése. Ya sé que tiene un museo de leones de mármol
que cuidan la entrada y que jugabas allí en tu infancia, pero eso no quiere decir nada. - No te comprendo - me respondió
Cristina. Y sentí que me despreciaba, con un desprecio que podía conducirla al odio. Durante días, que me parecieron
años, la vigilé, tratando de disimular mi ansiedad. Todas las tardes pasaba por la plaza frente a la iglesia y los sábados por
el horrible puente negro de Constitución. Un día me aventuré a decir a Cristina: - Si descubriéramos que esta casa fue
habitada por otras personas ¿qué harías, Cristina? ¿Te irías de aquí? - Si una persona hubiera vivido en esta casa, esa
persona tendría que ser como esas figuritas de azúcar que hay en los postres o en las tortas de cumpleaños: una persona
dulce como el azúcar. Esta casa me inspira confianza ¿será el jardincito de la entrada que me infunde tranquilidad? ¡No
sé! No me iría de aquí por todo el oro del mundo. Además no tendríamos adónde ir. Tú mismo me lo dijiste hace un
tiempo. No insistí, porque iba a pura pérdida. Para conformarme pensé que el tiempo compondría las cosas. Una mañana
sonó el timbre de la puerta de calle. Yo estaba afeitándome y oí la voz de Cristina. Cuando concluí de afeitarme, mi mujer
ya estaba hablando con la intrusa. Por la abertura de la puerta las espié. La intrusa tenía una voz tan grave y los pies tan
grandes que eché a reír. - Si usted vuelve a ver a Daniel, lo pagará muy caro, Violeta. - No sé quién es Daniel y no me
llamo Violeta - respondió mi mujer. - Usted está mintiendo. - No miento. No tengo nada que ver con Daniel. - Yo quiero
que usted sepa las cosas como son. - No quiero escucharla. Cristina se tapó las orejas con las manos. Entré en el cuarto y
dije a la intrusa que se fuera. De cerca le miré los pies, las manos y el cuello. Entonces, advertí que era un hombre
disfrazado de mujer. No me dio tiempo de pensar en lo que debía hacer; como un relámpago desapareció dejando la
puerta entreabierta tras de sí. No comentamos el episodio con Cristina; jamás comprenderé por qué; era como si nuestros
labios hubieran estado sellados para todo lo que no fuese besos nerviosos, insatisfechos o palabras inútiles. En aquellos
días, tan tristes para mí, a Cristina le dio por cantar. Su voz era agradable pero me exasperaba , porque formaba parte de
ese mundo secreto, que la alejaba de mí. ¡Por qué, si nunca había cantado, ahora cantaba noche y día mientras se vestía o
se bañaba o cocinaba o cerraba las persianas! Un día en que oí a Cristina exclamar con un aire enigmático: - Sospecho
que estoy heredando la vida de alguien, las dichas y las penas, las equivocaciones y los aciertos. Estoy embrujada - fingí
no oír esa frase atormentadora. Sin embargo, no sé por qué empecé a averiguar en el barrio quién era Violeta, dónde

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estaba, todos los detalles de su vida. A media cuadra de nuestra casa había una tienda donde vendían tarjetas postales,
papel, cuadernos, lápices, gomas de borrar y juguetes. Para mis averiguaciones, la vendedora de esa tienda me apreció la
más indicada: era charlatana y curiosa, sensible a las lisonjas. Con el pretexto de comprar un cuaderno y lápices, fui una
tarde a conversar con ella. Le alabé los ojos, las manos, el pelo. No me atreví a pronunciar la palabra Violeta. Le expliqué
que éramos vecinos. Le pregunté finalmente quién había vivido en nuestra casa. Tímidamente le dije: - ¿No vivía una tal
Violeta? Me contestó cosas muy vagas, que me inquietaron más. Al día siguiente traté de averiguar en el almacén algunos
otros detalles. Me dijeron que Violeta estaba en un sanatorio frenopático y me dieron la dirección. - Canto con una voz
que no es mía - me dijo Cristina, renovando su aire misterioso -. Antes me hubiera afligido, pero ahora me deleita. Soy
otra persona, tal vez más feliz que yo. Fingí no haberla oído. Yo estaba leyendo el diario. De tanto averiguar detalles de la
vida de Violeta, confieso que desatendía a Cristina. Fui al sanatorio frenopático, que quedaba en Flores. Ahí pregunté por
Violeta y me dieron la dirección de Arsenia López, su profesora de canto. Tuve que tomar el tren en Retiro, para que me
llevara a Olivos. Durante el trayecto una tierrita me entró en un ojo, de modo que en el momento de llegar a casa de
Arsenia López, se me caían las lágrimas como si estuviese llorando. Desde la puerta de calle oí voces de mujeres, que
hacían gárgaras con las escalas, acompañadas de un piano, que parecía más bien un organillo. Alta, delgada, aterradora
apareció en el fondo de un corredor Arsenia López, con un lápiz en la mano. Le dije tímidamente que venía a buscar
noticias de Violeta. - ¿Usted es el marido? - No, soy un pariente - le respondí secándome los ojos con un pañuelo. - Usted
será uno de sus innumerables admiradores - me dijo entornando los ojos y tomándome la mano -. Vendrá para saber lo
que todos quieren saber, ¿cómo fueron los últimos días de Violeta? Siéntese. No hay que imaginar que una persona
muerta, forzosamente haya sido pura fiel, buena. - Quiere consolarme - le dije. Ella, oprimiendo mi mano con su mano
húmeda, contestó: - Sí. Quiero consolarlo. Violeta era no sólo mi discípula, sino mi íntima amiga. Si se disgustó conmigo,
fue tal vez porque me hizo demasiadas confidencias y porque ya no podía engañarme. Los últimos días que la vi, se
lamentó amargamente de su suerte. Murió de envidia. Repetía sin cesar: “Alguien me ha robado la vida, pero lo pagará
muy caro. No tendré mi vestido de terciopelo, ella lo tendrá; Bruto será de ella; los hombres no se disfrazarán de mujer
para entrar en mi casa sino en la de ella; perderé la voz que trasmitiré a esa otra garganta indigna; no nos abrazaremos con
Daniel en el puente de Constitución, ilusionados con un amor imposible, inclinados como antaño, sobre la baranda de
hierro, viendo los trenes alejarse”. Arsenia López me miró en los ojos y me dijo: - No se aflija. Encontrará muchas
mujeres más leales. Ya sabemos que era hermosa ¿pero acaso la hermosura es lo único bueno que hay en el mundo?
Mudo, horrorizado, me alejé de aquella casa, sin revelar mi nombre a Arsenia López que, al despedirse de mí, intentó
abrazarme, para demostrar su simpatía. Desde ese día Cristina se transformó, para mí, al menos, en Violeta. Traté de
seguirla a todas horas, para descubrirla en los brazos de sus amantes. Me alejé tanto de ella que la vi como a una extraña.
Una noche de invierno huyó. La busqué hasta el alba. Ya no sé quién fue víctima de quién, en esa casa de azúcar que
ahora está deshabitada.

Más técnicas vanguardistas para escribir


Consigna 23 → HIPÉRBATON: consiste en alterar el orden sintáctico habitual de un texto, cambiando el lugar que
ocupan las palabras en cada oración. Estos textos desorientan al lector pero pueden ser comprendidos de igual manera que
otros coherentes.

Ejemplo: “Hipérbaton” (fragmento) de Leo Masliah

El señor PithonBaer de su oficina salió. Al garaje fue. Dio propina una al cuidador. Su auto sacó. Transitó la rambla por,
hasta a chalé su llegar. Y aquí de esto la más importante parte comienza: chalé vacío estaba el. Lo desvalijado habían.
Hasta las habían robado valijas le. Los vacíos estaban roperos. El también de la cocina armario. Ni un heladera de
gramo en la carne quedaba. Ni cagar había dónde, inodoro el porque ya no estaba. Tampoco el teléfono, así que
PithonBaer a comisaría la fue.

Actividad: En un borrador inventen un texto coherente relacionado con el tema del libro o cópienlo de algún lugar y luego
vuelvan a escribirlo para el libro vanguardista pero desordenándolo sintácticamente.

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Consigna 24 → DESARROLLAR UNA INTERPRETACIÓN LITERAL DE UNA METÁFORA

Una metáfora es una expresión en la que se pueden identificar dos términos entre los cuales existe algún tipo de relación
de semejanza. Uno de ellos es el “literal” (lo que dice concretamente) y el otro el que sugiere un “sentido figurado”,
“simbólico”, que es la metáfora propiamente dicha y por lo tanto el más importante.
Los autores del estilo denominado “Patafísica” empleaban este recurso poético para invertir la relación de importancia
entre estos dos términos y desconocer su sentido metafórico.

Actividad: Elegir una metáfora e inventar una breve historia considerando únicamente su interpretación literal, es decir,
quitándole el significado sugerido, simbólico, figurado o metafórico.
Ej: Cuando a Pedro se le ocurría algo o tenía una idea, “se le encendía la lamparita”. Le brillaba unos centímetros sobre la
cabeza. No creo que tuviera más de 20 watts porque Pedro no era muy brillante. Daba pena verlo en los exámenes con su
lamparita apagada. No había manera de iluminarle la cabeza. Sin embargo, cuando jugaba al fútbol era otra cosa. Se le
ocurrían mil jugadas y andaba con la bombita encendida todo el tiempo. Y si el partido de noche, era un espectáculo
maravilloso poder verlo jugar.

Consigna 25 → AL ESTILO DE OLIVERIO GIRONDO 1: NO SÉ, ME IMPORTA UN PITO QUE….

Actividad: Lean el Poema 1 del libro Espantapájaros, al alcance de todos (1932) y escriban un texto similar a este. Una
posibilidad es que completen los puntos suspensivos que aparecen a continuación y extiendan el texto:

No se me importa un pito que …….. tengan ….… o como ….…; un ……. o ……. Le doy una importancia igual a cero, al
hecho de que ………. o ………... Soy perfectamente capaz de soportar ……………..; ¡pero eso sí! —y en esto soy
irreductible— ……………………. Si no ……………………………. ¡………………………………………….!

Consigna 26 → AL ESTILO DE OLIVERIO GIRONDO 2: SE MIRAN, SE PRESIENTEN, SE


DESEAN…

Lean el Poema 12 del mismo libro de Oliverio Girondo y escriban un texto similar pero con el otro “campo
semántico”. Para ello, elijan un tema y hagan una lista de palabras de ese campo semántico. Por ejemplo:
Campo semántico del Fútbol: pase, gambeta, foul, penal, tiro libre, taquito, gol, hinchada, etc.
Una vez que tienen el listado empleen esas palabras con el sentido que tiene el poema, reemplazando las
originales.

Se miran, se presienten, se desean,


se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,

Otros campos semánticos: Religión – Política – Matemáticas – Herramientas – Pesca – Comercio – etc.

Consigna 27 → AL ESTILO DE JULIO CORTÁZAR: INSTRUCCIONES PARA... O CÓMO


DESCOMPONER ACCIONES

Tomen una acción cualquiera que puedan hacer automáticamente, sin pensarla, que no necesite instrucciones,
como cruzar una avenida peligrosa, hacer nuevos amigos, atrapar una mosca, manejar el auto con el papá al
lado observando, simular estar contento cuando estás triste, etc. y elaboren instrucciones para realizarla,
describiéndola en sus más mínimos detalles, paso a paso y creando a la vez situaciones absurdas

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Ejemplo: “Instrucciones para llorar”, de Julio Cortázar

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que
no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u
ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y
mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para
llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de
creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes
en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la
palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón
del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Consigna 28 → POESÍA CONCRETA Y POESÍA BLACK OUT

1) Explorá la página de Facebook “Poesia concreta” y buscá en Instagram los hashtags #poesiaconcreta,
#poesiablackout y #blackoutpoetry. Googleá sobre estos movimientos.

En torno a lo observado y leído, reflexioná: ¿Qué características tienen estos poemas? ¿Se los podría considerar
convencionales o no; por qué? ¿Qué rasgos nos permiten situar estas formas del arte en el marco de la
vanguardia y experimentación?

2) Googleá en varias fuentes en qué consisten la poesía concreta y la poesía black out. Armá una infografía para
cada una, recolectando datos de su historia, características de su manera de hacer arte y técnicas practicadas.
Importantísimo: no solo se debe explicar estos modos de artes experimentales, sino hacerlo de modo
vanguardista.

3) Elegí una de las siguientes temáticas y creá una definición artística de la misma, realizando un poema al
modo de la poesía concreta o la poesía black out.
Amor – Libertad – Esperanza – Carcajadas – Conocimiento – Esclavitud – Amistad – Memoria – Paisaje –
Futuro – Canto – Caminata – Árbol.

4) Elegí un texto en prosa que hayamos leído durante al año, traé a clase una copia de alguna página que te
guste y hace poesía black out sobre ella.

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Consigna 29 → Escribí un ensayo crítico en torno al siguiente poema.

Debés analizar lo vanguardista o experimental en consideración de la forma, las temáticas y la cosmovisión


del poema. Será necesario incluir el análisis y la explicación de versos puntuales, así como una
contextualización a grandes rasgos de lo que son las estéticas experimentales y su herencia de las vanguardias
históricas.

Recordá tener en cuenta las indicaciones dadas en clase sobre el ensayo como forma y la escritura como
proceso.

Extensión aproximada: dos carillas.

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Consigna 30 → Leé y observá la siguiente viñeta:

Respondé:

a. ¿A qué famosa obra de arte remite el inodoro expuesto? Comentar el contexto. Explicar por qué la tira está parodiando
dicha manifestación artística.

b. ¿Qué les responderías a Condorito? ¿Qué podrías contarle sobre la obra de arte que está viendo y lo que ella busca
generar? ¿Cómo se relaciona esto con los movimientos históricos de vanguardia?

c. Volvé a observar la imagen. ¿Qué característica de la pintura de vanguardia se observa en las obras expuestas en las
paredes?

Proyectos integradores posibles:

• Bitácora vanguardista.
• Performance.
• Instalación.

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