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El tiempo de la adolescencia
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Dictado por
Estela Gurman

De la metamorfosis puberal a la asunción de lo real


del cuerpo

“Pero a los 14 años no existen las diferencias

y, además no existe el tiempo.

La meta se impone como único punto de

referencia. La meta es el tiempo y la distancia

de todo adolescente ansioso.

Terency Moix “El beso de Peter Pan”.

Comenzar este ciclo por lo que nos es dado a ver, en ese o esos cuerpos que se
metamorfosean, evocándonos lo que magistralmente Kafka nos a legado en su relato así
llamado “La metamorfosis”, no es cuestión casual. No se trata de poner un punto de
partida como orden causal o como pura cronología, sino de tratar de establecer desde lo
que irrumpe y destituye, como se van a ir produciendo o no, reordenamientos que
implican esa idea tan cara a Freud que es la idea de trabajo. Trabajo de anudamientos,
trabajo de elaboraciones y tramitaciones subjetivas que no son sin angustia, dolor y pena.

También, partir de lo que nos es dado a ver, ofrecido a nuestra mirada, es para
desengañarnos precisamente de esa imagen que como tal puede desorientarnos en
nuestra trayectoria.

Decir cuerpo, no es hablar de un organismo dado, sino de una construcción a hacerse y


que los avatares de la pubertad ponen en extrema tensión. Irrupción pulsional del orden
de lo traumático, marcara a la pubertad como un tiempo donde la vacilación entre lo que
fue y lo a advenir, tejerán su trama.

Si el estadio del espejo tal como lo describe Lacan, permitirá la asunción de una
imagen integrada, donde en la anticipación que el otro me ofrece encontrare la
unificación a mi fragmentación, la pubertad logra romper ese espejo y lograr a fragmentar
la imagen lograda, o lograda al menos parcialmente. Anticipación y prematuracion
vuelven a instalarse.

La transformación de los genitales no pueden dar aun respuesta a la cuestión del sexo,
al menos no otras respuestas que las que provienen de actividad autoerotica infantil y de
las teorías y fantasías que les son propias.

Sin embargo ha de ser en este tiempo (segundo tiempo según Freud) en que ciertas
cuestiones habrán de ponerse en juego para que al decir del mismo “se introduzcan
cambios que lleven la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva”. Por
supuesto podemos pensar aquí lo que se dice normal como neurótico y lo definitivo como
esa interrogación que siempre ha de estar presente.

Sigamos con algo de este texto que es el tercer ensayo de “Teoría sexual”, el llamado
“La metamorfosis de la pubertad”. Cito a su autor: “la pulsion sexual era hasta entonces
predominantemente autoerotica, ahora halla al objeto sexual. Hasta ese momento actuaba
partiendo de pulsiones y zonas erógenas singulares que, independientemente unas de
otras, buscaban un cierto placer en calidad de única meta sexual. Ahora es dada una
nueva meta sexual...etc.
Esto ultimo parece ser lo nuevo, nueva meta, pero también como cuestión importante
la re-union de las dos corrientes dirigidas al objeto: la sensual y la tierna; como así
también la “separación tajante entre lo masculino y lo femenino”.

Metamorfosis puberal entonces que implica no solo una cuestión de transformación de


una imagen, sino una reubicacion en lo real de un cuerpo que implica la asunción de
consecuencias tales como una forma nueva de placer genital y la capacidad reproductiva
ausente hasta ese momento. Todo esto en el marco de la conflictiva edipica reactualizada
y potenciada por los nuevos elementos en juego.

Pero volvamos a esa cierta anterioridad lógica donde la actividad autoerotica prima. Es
decir donde el placer obtenido no se ordena sino en relación al propio cuerpo o a partes
del mismo. El cuerpo del otro no tiene mayor relevancia. No es nada del orden de la
diferencia lo que sostiene a esta actividad. La actividad masturbatoria cobra primacía no
o no solo por su función de descarga ( siempre en menos) sino por el peculiar peso de los
componentes de la fantasía. En esta línea cabe señalar la importancia que guarda para la
conformación final de la sexualidad, ya que en el decir de Freud: “la elección de objeto se
consuma primero en la esfera de la representación y es difícil que la vida sexual del joven
que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de las fantasías, o sea
representaciones no destinadas a ejecutarse”.

¿Qué será lo no destinado a ejecutarse?. Creo que la primera respuesta proviene de


saber que este juego imaginario esta impregnado de una cualidad incestuosa. Pero es
precisamente por eso que también Freud ha señalado, (en relación al varón) que no podrá
acceder libremente a su objeto heterosexual quien no haya podido fantasear primero con
su madre o con su hermana. Esto hablaría, no de una ineficacia por el hecho de que las
fantasías estén destinadas a ejecutarse, sino precisamente de la necesariedad de su
construcción.

Cuando mencione la actividad masturbatoria en su déficit de descarga, es por lo que


Freud le adjudica de insatisfactoria y conducente a lo que denomino neurosis actuales;
suerte de producciones tóxicas que parecían carecer de toda representación y que
afectarían al sujeto con una cualidad angustiosa, muchas veces de carácter hipocondríaco
o en los términos de la época “neurasténico”.
¿No es a caso así como suelen presentarse así los púberes, afectados por ese entre-dos
de un sexo que se les impone y los acosa?. Chicos que parecen estar pisioneros de su
cuerpo, sin saber como ir hacia el otro, el otro sexo. Cuerpo del que aun no han podido
apropiarse, son ese cuerpo, no lo pueden tener.

La significación fálica que detenta la diferencia, aun no ha podido terminar de


constituirse. Del ser al tener todavía hay un trecho a recorrer.

Que la falta en términos de castración se reinstale en este segundo tiempo, será de otra
manera, tendrá que estar sostenida no solo en un plano imaginario, sino en la asunción de
un real, el de un cuerpo que como protagonista accederá a una historia donde la
posibilidad de engendrar implicara también asumir la castración. Castración en el Otro, y
también la propia. Muerte y sexualidad unidos, aunque serán tematizados quizás mas
adelante, en ese otro tiempo llamado adolescencia. Tiempo en que la producción
intelectual y fantasmatica se apoderará de dicho tema, así como también en el decir de
Freud la novela familiar se apoderara del tema de las relaciones familiares.

Se ha confundido muchas veces el despertar sexual de la pubertad con una cuestión


simplemente anclada en lo biológico(cambio en los caracteres sexuales secundarios,
producción de sustancias genesicas). Se trata en cambio de una transformación mucho
más compleja, donde la posición subjetiva estabilizada en el periodo de latencia, se
subvierte. Dicha transformación tendrá efectos arrolladores que configuraran un marco
nuevo e inédito. Ubiquemos en primer lugar esto que el mismo Freud señala como
hallazgo del objeto. ¿De que objeto se trata?.

He aquí como lo dice el mismo Freud “desde el lado psíquico se consuma el hallazgo
de objeto preparado desde la más temprana infancia”. “Cuando la primerisma satisfacción
sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la pulsion sexual tenia un objeto fuera
del cuerpo propio, el pecho materno. Lo perdió solo mas tarde, quizás justo en la época
en que el niño pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el
órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsion sexual pasa a ser, regularmente
autoerotica, y solo luego de superado el periodo de latencia se reestablece la relación
originaria ......El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro”.
Esta cuestión del objeto, no es cuestión fácil. Ya vemos que pasamos de un encuentro
a un re-hallazgo, esto implica ciertas complicaciones, dado que nunca habrá verdadero
reencuentro.

Nuevamente, ¿de qué objeto se trata? Si de la pulsion se tratara, sabemos que no hay
encuentros sino rodeos, el objeto u objetos en tanto parciales operan dando lugar a que la
pulsion dibuje su circuito, no hay otra cosa.

¿Objeto genital?. De esto se tomaron algunos pos-freudianos para exaltar el logro


genital como si se tratara de un trofeo, modo de suponer que existe la relación sexual en
tanto complementariedad, completud, etc. Pero sabemos que no es así, aunque se pudiera
deducir de Freud una posible integración, esto no es mas que un fantasma.

Podemos entonces pensar que el objeto de que se trata es aquel que va a conformar
precisamente el fantasma, aquel que ha dejado de estar en el cuerpo propio y ha adquirido
un lugar en los dominios psíquicos, entramado en esa relación singular que define al
fantasma y que implica al sujeto dividido en conjunción- disyunción con ese peculiar
objeto llamado por Lacan objeto a.

Ya no atrapado en el fantasma materno, en el mejor de los casos, el púber deberá andar


caminos acompañado por ese fantasma en el que se constituye y que lo habilitara para
intentar acceder al acto sexual, aquel donde Otro, altero, lo confrontara con su propio
posicionamiento sexual, posición que no se logra sin atravesar los avatares que implica la
asunción de la castración.

Quisiera aquí agregar, citando a Lacan aquello que a mi entender nos da las
coordenadas para ubicar lo que esta en juego como sexualidad en cualquier ser humano y
por lo tanto, en el púber, que es de quien nos estamos ocupando aquí. Paso a citarlo “lo
que debe hacer como hombre o como mujer, el ser humano lo tiene que aprender por
entero del Otro”. Luego ...... “Que la pulsion parcial, sea lo que allí lo orienta, es solo la
pulsion parcial representa en el psiquismo las consecuencias de la sexualidad, indica que
se la sexualidad esta representada en el psiquismo por una relación del sujeto que se
deduce de algo que no es la propia sexualidad. La sexualidad se instaura en el campo del
sujeto por la vía de la falta”.
Seria redundante agregar a esto que tan claramente nos señala su autor, que la
sexualidad de la que nos ocupamos tiene precisamente la particularidad de que no hay
acceso a ella sin el Otro, y esto es precisamente lo que convierte la tarea a efectivizarse
en la pubertad como peculiarmente difícil. Tan así, que Freud ubica allí, cierta
significatividad patógena, anclada en parte en esa característica específicamente humana
que hace que la sexualidad se despliegue en dos tiempos. A este segundo tiempo le
adjudica una potencialidad regresiva, dada la fuerte atracción de lo que denomina los
arquetipos infantiles y la fuerza del embate pulsional desorganizante.

Digo además que no es para desconocer este factor ya que esto suele manifestarse
clínicamente, los elementos regresivos que la pubertad desata suelen ser precisamente
motivos que llevan a la consulta a aquellos (padres, maestros, etc) que no entienden que
les pasa, como tampoco lo entienden los propios protagonistas.

Cuestión de des-tiempos que parecen marcar y definir precisamente este tiempo.


Tiempo podríamos decir de constitución de un deseo, deseo a leerse en el fantasma que
así como lo vela, se manifiesta en él. Tiempo en el que cierta abulia, pasividad, desazón,
irritabilidad, pueden tomar el comando de la incertidumbre que tan solo y quizás las
manifestaciones de la angustia podrán relevar ya que allí, donde la angustia emerge,
sabemos que algo del orden del deseo nos apela.

Este será precisamente el tema que nos reunirá una próxima vez.

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