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Adela Cortina

Esta filósofa española de nuestros días se destaca por su gran interés en la ética a lo largo de su
carrera y por su manera extraordinaria con la que aborda esta rama de la filosofía que a veces
puede convertirse en un terreno arduo. Quizás uno de los mayores referentes que tiene es
Immanuel Kant (sobre quien hizo su tesis doctoral). Cortina se siente comprometida con la sociedad
humana y no deja de escribir y dar charlas para que tengamos una vida más ética. Veamos aquí sólo
algunos conceptos de su filosofía moral.

“La ética es un tipo de saber que pretende orientar la acción humana en un sentido racional. A
diferencia de los saberes preferentemente teóricos, a los que no importa, en principio, orientar la
acción, la ética es esencialmente un saber para actuar y para forjar un buen carácter.”

“No todas las opiniones son respetables. Son respetables las personas, pero las opiniones tienen
que ganarse el respeto (...) No basta con respetar la legalidad vigente, ni siquiera con respetar la
conciencia moral alcanzada por una sociedad, sino que es preciso averiguar qué valores y derechos
han de ser racionalmente respetados, es decir, es necesario encontrar un criterio racional, tarea de
la que se ocupa la ética.” Claramente, estas afirmaciones de la filósofa reflejan una postura anti-
relativista en la que se busca trascender el mundo de la mera opinión y llegar a principios morales
universales.

“Hacer sin mirar a quien se daña, no es libertad.” Libertad no significa hacer lo que me plazca. Por
eso Cortina habla de una ceguera emocional por la que los individuos pierden el sentido de la
compasión. De esa manera acabamos atrofiando la capacidad de padecer con otros su dolor.

Siempre las sociedades dan prioridad a un tipo de valores o a otros, y es fundamental reflexionar
para ver a qué valores le damos prioridad, buscando a su vez que no haya un desajuste entre las
declaraciones y las acciones. Hay que tener sumo cuidado con el desfase entre lo que decimos y lo
que hacemos, porque al momento de hablar, todos sabemos cuáles son los mejores valores: todos
afirmamos que no hay que ser racista, que las mujeres no son inferiores a los hombres, que
tenemos los mismos derechos, que hay que cuidar el medio ambiente, que es malo robar, etc. Pero
al momento de comportarnos parece que no somos tan fieles a nuestras declaraciones. Por eso,
para la autora es necesario reflexionar desde una perspectiva moral, para borrar ese desacuerdo
entre el decir y el hacer.

Cortina también hace mucho hincapié en la ética del consumo, en el marco de una sociedad cada
día más marcada por el consumo de cosas que el mercado nos pone enfrente, aunque esas cosas
no sean necesarias para nuestras vidas. La hipnosis del consumo tiene como resultado el riesgo de
que las personas experimenten una sensación permanente de insatisfacción, que conduce no sólo a
la crisis social, política y económica de la colectividad, sino también al desastre ecológico y
destrucción del planeta, que es el soporte físico de la vida. Para que la globalización tome un rumbo
más ético, es imprescindible cambiar las formas del consumo, preguntándonos lo siguiente: ¿qué
se consume?, ¿para qué se consume? y ¿quién decide lo que se consume?
La ética del consumo es un saber que busca defender con argumentos que hay formas de consumir
más éticas que otras. Hay dos tipos de necesidades que los individuos intentan satisfacer: las
verdaderas y las falsas. Las primeras tienen que ver con las necesidades vitales. En cambio, las
necesidades falsas son aquellas impuestas por ciertas fuerzas sociales, perpetuando la injusticia.

El capitalismo afirma que el sujeto es más libre cuantas más opciones de productos tenga para
elegir. Es decir, a mayor cantidad y variedad de productos, mayor libertad hay. Pero, ¿es realmente
así? Si uno elige sin tener información sobre lo que elige, ¿está siendo verdaderamente libre?

Los economistas que se apoyan en una ética utilitarista sostienen que la acción de consumir más
correcta es la que proporcione el mayor placer o utilidad al mayor número de personas. Entonces,
si queremos una sociedad justa, tenemos que preguntarnos qué productos originan un daño social
y ambiental y qué productos no.

Según esta filósofa, en el ámbito económico es donde menos autónomos somos, ya que es donde
más nos manipulan. Muchas veces somos “siervos”, en vez de ciudadanos libres y autónomos, pues
consumimos ciegamente lo que otros deciden qué es lo que debemos consumir. Como
consecuencia, sin darnos cuenta, la mayoría de las veces que consumimos somos condicionados.

Está más que claro que todos tenemos que consumir, por una cuestión de supervivencia. Sin
embargo, cada vez nos excedemos más. “Pasamos la vida en centros comerciales y compramos
productos por Internet a cualquier hora del día… Todos estos son síntomas consumistas”. Cortina
define la sociedad consumista como aquella que convierte el consumo en la dinámica central de su
funcionamiento. Y así se acaba identificando la felicidad con la posibilidad de comprar y tener
muchas cosas.

El “afán de imitación” es una de las principales motivaciones del consumo desmedido. Queremos
imitar a otros. Los países en vías de desarrollo quieren imitar a los países desarrollados. Pero
también consumimos por “afán de compensación”, es decir, para darnos un gusto con el fin de
olvidarnos de un disgusto. Y, por último, el “afán de novedad”: la novedad también motiva al
consumidor que piensa que tener lo último es lo mejor. Sobre todas estas cosas tenemos que
cuestionarnos, ser críticos y autocríticos, si es que aspiramos a ser una sociedad más justa y
responsable al momento de consumir.

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