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La formación de lectores de textos literarios

El aprendizaje de la lectura Carlos Lomas


Instituto de Educación Secundaria
literaria Número 1. Gijón
Encuesta a especialistas en educación Juan Mata
Universidad de Granada
literaria

En este texto, con el que concluye esta monografía sobre la formación de lectores Palabras clave: lectura literaria, animación a la
literarios, se ofrecen las respuestas de varios especialistas en el ámbito de la educa- lectura, educación literaria, textos literarios,
ción literaria a las siguientes preguntas: ¿Qué definiría a su juicio la lectura literaria? prácticas escolares.
¿Cuáles deberían ser las características de un buen lector literario? ¿Qué prácticas
escolares contribuyen a la formación del lector de textos literarios? ¿Qué prácticas difi-
cultan que alguien sea un buen lector de textos literarios?

Learning to read literature: A survey of specialists in literature education


In this paper, wich ends this monograph about the training of readers of literature, Keywords: literature reading, reading
we offer the opinions of several specialists in the field of literature education about promotion, literature education, literary texts,
the following questions: How would you define the practice of reading literature? school practices.
What characteristics does a good reader of literature need? What school practices
are helpful for training readers of literary texts? What practices hamper someone
becoming a good reader of literary texts?

Como epílogo de esta monografía sobre la for- 4. ¿Qué prácticas dificultan que alguien sea un
mación de lectores de textos literarios, nos pare- buen lector de textos literarios?
ció oportuno ofrecer a quienes lean estas páginas
otras miradas y otras opiniones sobre el aprendi- Entre quienes respondieron a nuestra invi-
zaje de la lectura literaria. Por ello, escribimos a tación están tanto maestros de primaria y docen-
especialistas en el ámbito de la educación litera- tes de enseñanza secundaria como investigadores
ria y les invitamos a contestar a las siguientes universitarios, por lo que en sus respuestas
preguntas: encontramos una enriquecedora diversidad de
1. ¿Qué definiría a su juicio la lectura literaria? enfoques y de contextos educativos. A dicha
2. ¿Cuáles deberían ser las características de diversidad contribuye también el hecho de que se
un buen lector literario? trate de enseñantes no solo de España sino tam-
3. ¿Qué prácticas escolares contribuyen a la bién de México, Argentina y Colombia.
formación del lector de textos literarios? Estas son sus respuestas.

42 Textos de Didáctica de la Lengua y de la Literatura | núm. 66 | pp. 42-49 | julio 2014


El aprendizaje de la lectura literaria

Pedro Cerrillo
Universidad de Castilla-La Mancha (España)

1. La comprensión e interpretación de los textos literarios.


2. A) La capacidad para acceder a la comprensión e interpretación de cualquier lectura de todos
los géneros literarios básicos (lírica, narrativa, teatro; en algún caso, también, ensayo).
B) La posibilidad de emitir juicios propios sobre las lecturas realizadas.
C) El lector que, además de la «competencia lectora», ha adquirido la «competencia lite-
raria».
3. A) La lectura de buenos textos literarios: en las primeras edades, la lectura en voz alta por
parte del mediador (profesores, padres, bibliotecarios) de cuentos breves y poemas rítmicos;
más adelante, la lectura autónoma (a veces, compartida con los demás) de textos de con-
trastada calidad literaria, tanto narrativa como poesía.
B) La buena selección de libros, acorde con las edades de quienes van a ser sus lectores;
libros que puedan ser entendidos, que empaticen, que despierten emociones...
C) Las prácticas de lectura que conlleven prácticas de escritura.
4. A) Las lecturas impuestas.
B) El uso de buenos textos literarios para ejemplificar lecciones de «otras cosas».
C) La instrumentalización pedagógica de la lectura literaria.
D) La lectura como castigo.

Ana M.ª Margallo


Universidad Autónoma de Barcelona (España)

1. Quizás se pueden distinguir dos tipos de lectura literaria: la más identificativa, en la que el
lector se proyecta en el texto, y la más distanciada, en la que el lector interpreta el texto. Sin
olvidar que ambas confluyen en el diálogo del lector con el texto literario, puesto que resul-
tan igualmente productivas tanto la capacidad de «enredarse» en el texto y darle sentido
desde la propia experiencia como la «sagacidad» para descubrir los distintos niveles de sen-
tido de la obra.
2. Utilizaré la definición de Mireia Manresa sobre el hábito lector como punto de partida para
definir al buen lector literario. Ha de ser constante y frecuentar los libros con regularidad; curio-
so, capaz de acceder a obras diversas sin encasillarse en un único tipo de lecturas; y talentoso,
con un discurso propio que le permita expresar opiniones fundamentadas sobre sus lecturas.
3. Propongo dos líneas de fuerza para pensar el tipo de actividades adecuadas para formar lecto-
res literarios: compartir y reflexionar. Las que se centran en compartir subrayan el carácter social
de la lectura como práctica cultural. Por ejemplo, actividades de intercambio de recomendacio-
nes o de familiarización con el circuito social del libro dotan al lector de instrumentos para inte-
grarse en la comunidad lectora. Las actividades que propician la reflexión ayudan a que el lector

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La formación de lectores de textos literarios

«alargue su mirada», a que descubra los diferentes niveles de significación del texto. Por ejem-
plo, actividades que ayuden a elaborar la respuesta literaria a la obra, que acompañen al lector
para que entienda más. Un buen ejemplo de actividad potente para la formación de lectores
literarios en la que confluyen ambas líneas es la discusión interpretativa.
4. Las actividades mecánicas en las que lo importante es dominar la metodología de análisis y
no profundizar en la obra. Una prueba infalible para detectar este tipo de actividad es la uni-
formidad: es imposible proponer siempre la misma ficha lectora para todo tipo de obras. No
solo porque el alumno acaba cansándose de la repetición, sino también porque cada obra
exige actividades específicas focalizadas hacia los aspectos literarios que en cada una de ellas
son relevantes.

Fabio Jurado
Universidad Nacional de Bogotá (Colombia)

1. Se denomina lectura literaria en nuestro medio a la interpretación de los textos que perte-
necen a la ficción, en los diversos géneros: poesía, cuento, novela, teatro. La interpretación
crítica define y determina la lectura literaria.
2. Un buen lector literario es aquel que interpreta críticamente el texto y lo hace de manera
autónoma, sin depender de la obligatoriedad escolar. Un buen lector literario desentraña sig-
nificados en lo más profundo del texto y los pone en diálogo con otros textos que ya ha leído.
El buen lector literario lee por el deseo de leer y conversa con otros en torno a su experiencia
como lector.
3. El lector de textos literarios en el contexto escolar se forma a partir de proyectos liderados
por los docentes y sus estudiantes; los proyectos constituyen la mejor garantía para leer tex-
tos de manera genuina, sin imposición alguna: los estudiantes desean leer porque eso les
ayuda a resolver los dilemas surgidos durante el desarrollo de los proyectos.
4. El exceso de trabajo dificulta la formación de un buen lector literario: no se puede leer con
cansancio, sino relajado; por eso es en las vacaciones cuando mucha gente lee.

Gustavo Bombini
Universidad de Buenos Aires (Argentina)

1. Lectura literaria, sea en el ámbito escolar o más allá de la escuela, remite a una experiencia lin-
güística, cultural y artística que debe ser considerada en estas tres dimensiones; cualquier sesgo
es empobrecedor de una experiencia que, a la vez, interpela cierta dimensión social y subjetiva
con la palabra. Leer literatura supone un tipo de práctica de lectura, distinta de leer otro tipo
de texto, que nos habilita la relación con ciertas formas retóricas de trabajo con el lenguaje que
proponen desafíos cognitivos y estéticos relevantes que deben ser objeto de cualquier media-
ción, sea de enseñanza o de otro tipo. Leer una metáfora es una operación compleja que deber
enseñarse en la escuela y en otros espacios culturales donde la literatura sea objeto de interés.

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El aprendizaje de la lectura literaria

A su vez, es obvio, la lectura de literatura parece dejar capacidad de sobra para leer producti-
vamente el resto de los discursos sociales. La literatura opera por exceso.
2. Preferiría no hablar de buenos lectores ni de lectores competentes, avezados, frecuentes, for-
mados. La literatura es una experiencia compleja sobre la que más vale evitar prédicas valo-
rativas. Se trata de una experiencia cultural, política, social, subjetiva, diferenciada, y sería
conveniente desarrollar herramientas que nos permitan aprehender esa diversidad/singulari-
dad experiencial que es la relación con la literatura.
3. Poner la literatura a disposición del lector (en sentido material y en sentido simbólico) es
tarea de la escuela y de las políticas culturales. La literatura como derecho exige una tarea
constante de revisión de las estrategias y tácticas para su mediación. Nuevos modos de ense-
ñarla, de propiciar su lectura y también su escritura: en el desafío retórico de la escritura se
pone en juego la imaginación y el conocimiento retórico complejo sobre el lenguaje.
4. Aquellas que parten de una representación negativa del sujeto lector, que refuerzan de un
modo más o menos consciente cierto elitismo en el modo de imaginar la relación de los lec-
tores con la literatura. También las condiciones de exclusión socioeconómica, étnica, idiomá-
tica y pedagógica que desde alguna esfera de poder (y desde sus prácticas) pudiéramos estar
propiciando.

Roberto Pulido
Universidad Pedagógica Nacional (México)

1. La literatura es utopía, donde se viven escenarios complejos, vidas nunca antes vistas, des-
afíos para imaginar mundos fantásticos. La lectura literaria es la posibilidad de recorrer
muchos caminos sin principios ni finales establecidos hacia espacios de refinados placeres.
La lectura literaria permite pensar otras formas de comunicación y, sobre todo, construir ima-
ginarios donde podamos contribuir a la lucha por liberarnos de la dominación.
2. Un buen lector tiene el deseo de saber y conocer para crecer, es un buscador de historias
que lo sorprendan y lo lleven por caminos placenteros y complejos. También se define por
destinar una parte importante de su presupuesto para alimentarse de un buen libro de poe-
sía, un cuento o una novela. Pero la principal característica de un buen lector es la lectura
de libros completos.
3. Compartir entre iguales libros e historias que los hayan fascinado (o no). Es decir, contagiarse
de historias entre amigos, compañeros o incluso con los hermanos. Es más probable que los
iguales entiendan mejor las inquietudes, los deseos y los interrogantes que los maestros o
padres. El ejemplo del maestro lector no basta: se requiere la pócima de la pasión, un maes-
tro que sorprenda a sus alumnos al leerles con emoción. Hacer cosas pequeñas en lugares
pequeños para construir cosas magníficas con la literatura.
4. La lectura por obligación no es un buen método para generar lectores por gusto, porque pron-
to abandonarán los libros. Asimismo, imponer horarios rígidos y lectura de velocidad genera
lectores competidores, y lo que falta es una lectura lenta y placentera, al ritmo de cada sujeto
lector. Es común en las escuelas que después de una lectura los docentes impongan la elabo-

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La formación de lectores de textos literarios

ración de actividades rígidas que no tienen nada que ver con el sentido profundo de las histo-
rias y relegan al libro, evitando su recreación. También dificulta la formación de un buen lector
literario la falta de bibliotecas o que los libros convivan con escobas y cubetas en las bodegas.

Mariano Coronas Cabrero


Colegio de Educación Infantil y Primaria Miguel Servet. Fraga (Huesca, España)

1. Lectura literaria es el tipo de lectura que realiza un lector avezado, con el propósito funda-
mental de gozar o disfrutar de la belleza de lo escrito. En las primeras edades, la lectura lite-
raria deberá ser acompañada por el mediador adulto, que facilitará la elección de textos, que
acompañará al escolar en la aproximación a dichos textos. La lectura literaria es aquella
que nos interroga, que nos satisface o nos intranquiliza, que requiere un esfuerzo de aten-
ción y comprensión y que puede tener variadas interpretaciones, que sugiere creatividad.
2. Debería ser un lector competente, con un hábito asentado o en construcción creciente,
con un vocabulario amplio para entender mejor. Debería ser una persona curiosa, con
sensibilidad y con algunos conocimientos sobre historia, literatura... A cierta edad, lector
también de revistas y periódicos, en los que aparecen referencias literarias.
3. Será muy favorable que el profesorado lea en voz alta en las aulas o en la biblioteca y sea
portador de libros en las manos, a diario o con mucha frecuencia; que aproveche aconteci-
mientos, efemérides, etc. para acercar al aula libros que los reflejen o que hablen de ellos; y
así ir creando en el alumnado la curiosidad y el deseo. Acudir a la biblioteca escolar y permitir
la elección libre de textos para leer; orientar con criterio... Leer narrativa, poesía, teatro...
Practicar la lectura gratuita, aquella que no exige nada al lector, pero que éste o ésta puede
comentar si quiere... Utilizar los nuevos soportes de lectura… Cuando se pueda, leer textos
completos en lugar de fragmentos (reservados para otras ocasiones).
4. Convertir la lectura en la primera parte de una actividad que, en segundo lugar, exigirá llenar
un cuestionario o contestar muchos interrogantes. No dedicar tiempos escolares a promo-
verla para que sea práctica habitual y cotidiana. La obligatoriedad rígida e innegociable de
leer algunos libros no será aliada de la buena disposición para leerlos. No disponer o no fre-
cuentar –si se dispone de ella– la biblioteca escolar, que debería tener un fondo de literatura
suficiente. Seguir modas o sucumbir a intereses editoriales.

Benigno Delmiro Coto


Instituto de Educación Secundaria Llanera. Posada de Llanera (Asturias, España)

1. Como un proceso de transacción a tres bandas entre un emisor que brega pacientemente
con variadas intenciones: convencer, sugerir, emocionar, compartir, remover conciencias, etc.
Un texto pleno de significados donde la palabra alcanza su máxima expresividad, gracias a
recurrencias rítmicas, a los significados evocados, a las asociaciones con símbolos, mitos,
motivos culturales, etc., con lo que se penetra en el ámbito de la incertidumbre, de la ambi-
güedad y de la diversidad, en contraste con los códigos que marcan la vida cotidiana. Y un

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El aprendizaje de la lectura literaria

lector que indaga, recupera información, comprende, interpreta, reflexiona y valora todo el
potencial significativo que se le ofrece en un texto tan exigente en estos cuatro ámbitos fun-
damentales: el emotivo-personal de cada receptor, el ideológico-temático, el simbólico-míti-
co y el histórico-cultural.
2. Una persona capaz de utilizar el conjunto de saberes, habilidades, destrezas y actitudes que
forman parte del acervo pedagógico-literario asentado a duras penas en el devenir histórico
hasta el presente: hablar, narrar, escuchar, leer, escribir, interpretar, analizar, relacionar, valo-
rar, comparar; conocer autores, obras, argumentos, personajes, corrientes estéticas, épocas,
movimientos, grupos generacionales, géneros y tipos de texto, registros lingüísticos, figuras
retóricas, técnicas de escritura, mitos, símbolos, temas y tópicos reiterados; desarrollar la
sensibilidad, la creatividad, la búsqueda del placer estético, una visión personal amplia,
la capacidad reflexiva, el sentirse implicados en una cultura determinada; identificar intereses
propios y ajenos y reconocer puntos de vista contrapuestos. Una persona, en definitiva, que
participa en el propio acto creador, ya que ha de elegir en cada momento alguna de las posi-
bilidades abiertas por el narrador y que están como talladas en el propio texto.
3. Aquellas que otorguen un sentido a las experiencias personales y colectivas, faciliten la fami-
liarización con los textos literarios, ahonden en el aprendizaje de la construcción de signifi-
cados inscritos en el texto y en la adquisición de las capacidades que permitan explorar todos
los límites y las posibilidades expresivas. Así como las que ayuden a distinguir ese texto de
todos los demás propios del orden comunicativo-funcional. A lo que hay que añadir la prác-
tica constante de la escritura de intención literaria.
4. Aquellas, todavía tan frecuentes, que entienden la literatura como un mero devenir en la his-
toria de obras, autores, épocas, movimientos, grupos generacionales o las propias de quie-
nes utilizan los textos literarios solo como pretexto para el comentario morfosintáctico o
léxico o para poner en evidencia la presencia de recursos métricos y figuras retóricas en pos
de la literariedad rotulada en la textura del texto.

Víctor Moreno
Instituto de Educación Secundaria Padre Moret-Irubide. Pamplona (España)

1. Habría que definir, primero, qué entendemos por lectura y, en segundo lugar, por literaria.
El primer término parece fácil: leer es comprender e interpretar un texto, es decir, hacerse
con el significado y el sentido de un texto, sea de Borges o de Corín Tellado.
Respecto al segundo término, la realidad es más complicada. ¿Qué es lo literario? ¿Qué hace
que un texto se convierta en literario, en más literario o en menos literario? ¿Dónde está la
virtualidad de lo literario: en la cabeza y el corazón de quien lee, en el propio texto, en el
hecho de que se nos diga que este texto es literatura y este no, o en la imbricación de todos
estos elementos entre sí?
Dicho de forma radical, diría que no existen lecturas literarias –lo que es un alivio–, ya que
tal formulación es un a priori de quien de forma deductiva ha dictado que esto es literario y
aquello no lo es.

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La formación de lectores de textos literarios

2. Me conformaría con que los alumnos leyeran y, al hacerlo, se vieran sumergidos en una
experiencia emocional e intelectual personal, que les llevara a preguntarse acerca de las razo-
nes por las que experimentan dicha emoción e impacto cognitivo. Y que a la hora de res-
ponderse a estas preguntas se vieran gratamente sorprendidos con la ayuda de un
profesorado entusiasta y la dialéctica de los propios compañeros.
3. Aquellas que permiten al alumnado leer lo que decida leer sin censuras y ortodoxias de nin-
gún tipo. Unas lecturas que no estén sometidas al régimen de unas preguntas previamente
elaboradas por el profesorado. Unas lecturas que terminen de forma natural en prácticas de
escritura, consistentes en imitar y transformar lo leído de acuerdo con una intención comu-
nicativa personal.
4. Todas aquellas que pretenden una educación literaria del alumnado. La mayoría de las prác-
ticas literarias que se hacen en el aula pervierten lo que es la literatura: una invitación a leer,
de la que cada persona obtiene lo que más le conviene a su emoción y a su inteligencia.
Todas aquellas prácticas que convierten la literatura en contenidos más o menos diacrónicos
deberían desterrarse del aula.

M.ª Dolores Tobío Iglesias


Instituto de Educación Secundaria Sanxenxo. Pontevedra (España)

1. La lectura que aporta experiencias estilísticas y temáticas al lector, permitiéndole un enrique-


cimiento personal y social como ciudadano activo y crítico en la sociedad en la que vive.
2. El que se implica en los textos que lee. El que lee con gusto y con provecho. El que progresa
en su capacidad de interpretación. El que es capaz de hablar sobre sus lecturas de manera
reflexiva, aportando sus propias opiniones.
3. • El enfoque comunicativo, funcional y cultural de la materia.
• La ampliación del canon y la elección del alumnado dentro de un variado abanico de
títulos, autores y géneros literarios adecuados a su edad e intereses.
• Comparar los textos de la tradición con los actuales. Analizar los puntos en común y la
modernidad de algunos clásicos.
• La dedicación de un tiempo de lectura diario en el aula para crear o potenciar el hábito
lector: lectura libre, individual y silenciosa, marcada por el ritmo individual de cada
alumno.
• Crear espacios para la lectura en el aula y el centro (biblioteca de aula, biblioteca de
centro, biblioteca para padres, clubs de lectura, encuentro con autores, talleres litera-
rios…). Prever tiempos y espacios donde construir y compartir el sentido de las obras
para enseñar a reflexionar sobre ellas e interpretarlas.
• Escribir un diario de lecturas a lo largo del curso académico.
• Fomentar la expresión y creación escrita como un medio para conseguir lectores (todo
escritor necesita leer, pero no a la inversa; todos los lectores escriben necesariamente).
• Leer literatura, pero también ver cine, asistir a representaciones de teatro, escuchar can-
ciones, participar en clubs de lectura, hacer rutas literarias, visitar librerías, bibliotecas…

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El aprendizaje de la lectura literaria

4. • La obligatoriedad de la lectura.
• La elección de las lecturas por parte del profesor atendiendo exclusivamente al canon.
• Leer el libro para realizar una propuesta de ejercicios o para examinarse.
• La lectura (en casa y de forma individual) de obras del canon que presentan para el
alumnado, en general, dificultades de lenguaje, léxico o contexto cultural.
• El enfoque enciclopédico y exclusivamente historicista de la literatura.

Referencias de los autores


Carlos Lomas Juan Mata
Instituto de Educación Secundaria Número 1. Gijón Universidad de Granada
lomascarlos@gmail.com jmata@ugr.es
Líneas de trabajo: educación lingüística y literaria, Líneas de trabajo: animación a la lectura, educación
género y educación, publicidad y medios de comuni- literaria, lectura y escritura, bibliotecas escolares.
cación, memoria literaria de la escuela.

Este artículo fue solicitado por TEXTOS DE DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y DE LA LITERATURA en marzo de 2014 y aceptado en junio de 2014 para su publicación.

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