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XXIII.

DEL SUEÑO COMO SÍNTOMA (FREUD)


AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA (JUNG)

A un c u a n d o , en un prim er momento, Ju n g había alcanzado su comprensión


del sentido y finalidad del inconsciente de la m ano del m aterial fantástico
que producía el enferm o mental, fue sobre todo el fenóm eno de los sueños
el que le perm itió p enetrar aspectos fundamentales de la organización de la
psique inconsciente. Los sueños no sólo confirmaban su conocimiento de la
espontaneidad del fondo anímico, sino que, en relación con ellos, adquirió
tam bién la idea de una función compensatoria del inconsciente y, en no
m enor m edida, fueron los sueños, asimismo, los que le perm itieron descubrir
el método interpretativo de la amplificación, alcanzando con ello criterios
sum am ente valiosos para la investigación de los símbolos.
De entre todos los sucesores de Freud, Ju n g fue el que se ocupó más a
fondo de la “interpretación de los sueños”. Lo im presionó hondam ente el
hecho de que Freud sacara de nuevo a discusión el fenóm eno onírico y le
concediera la dignidad de un acontecer psíquico pleno de sentido. Conside­
raba un gran mérito del fundador del psicoanálisis que éste liberara a los
sueños del abrazo de la m anda y la adivinación, y también del de la fisiología
de los estímulos corporales y sensoriales. El alto grado de valor que Jung
otorgó a la interpretación de los sueños se nos hace patente en la necrología
publicada en 1939:

La interpretación de los sueños es sin duda la aportación más importante de Freud,


al tiempo que la más discutible. Para nosotros, los jóvenes psiquiatras, constituyó
entonces una fuente de claridad, mientras que para nuestros colegas mayores era
objeto de burla. Al igual que ocurre con el reconocimiento del carácter obsesivo de
las neurosis, con la valoración de los sueños como importante fuente de informa­
ción acerca de los procesos que se desarrollan en el inconsciente, Freud... arrancó
al pasado y al olvido un valor que parecía irremediablemente perdido... Fue toda
una hazaña, de un coraje científico que no debe minimizarse, sacar a la palestra de
la discusión seria un tema por entonces tan impopular como el de los sueños...
Pues la ocupación con él abrió un acceso a la comprensión interna de la formación
de las alucinaciones y los delirios en la esquizofrenia, para los cuales la psiquiatría
sólo podía ofrecer una descripción exterior. Y también se convirtió en la llave para
muchas de las puertas que se mantenían cerradas en la psicología normal o
neurótica.1

1 C. G. Jung, “Sigmund Freud”, artículo necrológico.


220
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 221
I
1. Los sueños en F reud

Freud no fue únicamente el primero que en la psicología médica concedió a


los sueños un sentido científico reconocible y que reconoció en ellos una
determinación dotada de sentido, sino que fue también el primero que vio en el
fenómeno onírico una unidad estructural2que estaba estrechamente relaciona­
da, de un modo significativo, con la psique en su conjunto y con sus distintas
partes. A su entender, esta unidad se basaba en la existencia de un núcleo
onírico inconsciente, es decir, en una especie de punto de cristalización que
mantenía su eficacia, en relación con los sueños sucesivos, no sólo de la misma
noche, sino de una serie de noches.23 “Todos los sueños de una misma noche
forman parte, por su contenido, de dicho conjunto."4En otro punto afirmaba:
“la labor interpretativa debe tratarlos] como un todo..."5
También fue Freud el primero en destacar la importancia de los sueños
como camino real para el conocimiento del inconsciente.6 La premisa más impor­
tante para ello la descubrió en el hecho de que también los sueños estaban
“incluidos” en el enchaînement sin discontinuidad del material mnémico.
Parecía así garantizada la exploración analítica del inconsciente onírico.
Puesto que para él, el sentido y la intención de la psíquico se basaba en el
carácter determinista de los contenidos, también en los sueños el encuentro del
sentido no era más que un retroceso hasta las causas inconscientes de los elementos
oníricos. El objetivo de la interpretación de los sueños encajaba asimismo sin
esfuerzo en el de la psicoterapia, a saber: convertir las representaciones “no
queridas" en representaciones “queridas".7 Ya he mencionado que Freud consi­
deraba de importancia capital, a este respecto, las ocurrencias espontáneas
del soñante. Todavía tendremos que ocuparnos del hecho de que, con
posterioridad, complementara el método de la asociación libre con la inter­
pretación de las relaciones simbólicas.8
A diferencia de lo que ocurría con Jung, para él los sueños constituyeron
desde el primer momento el complemento más cabal a la teoría de la neurosis.
Ya en 1897 hizo constar que “los sueños... contienen en germen la psicología
de las neurosis”,9 y en la interpretación onírica encontramos a la vez la
observación de que la comprensión de los sueños podría basarse en la neurosis
como modelo.10 De hecho, el acontecer onírico le proporcionó intelecciones
decisivas en relación con el funcionamiento de los mecanismos psíquicos. No
sólo los de la represión y la regresión, sino también los de la condensación, el
! desplazamiento, la simbolización, etc. Pero también pudo avanzar en la
2 S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/III, p. 185).
5 Ibid. (Ges. Werke, II/III, pp. 529 s.).
* Ibid., p. 339.
5 Ibid., p. 530.
6 Ibid., p. 613.
7 Ibid., p. 107.
8 Véanse las pp. 253 ss.
9 S. Freud, Aus den Anfängen der Psychoanalyse, p. 226. Carta de 7 de julio de 1897.
10 S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/III, pp. 593 ss.).
222 DEL SU EÑ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

aprehensión psicológica de las vivencias de la infancia y de las fijaciones


infantiles, así como de las causas secretas, sexuales y arcaicas, de la vida
anímica, siendo para él el “soñar... un trozo de la vida psíquica, ya superada,
del niño”.n
Aparte de todas las similitudes con la neurosis, que culminaba en el juego
de tendencias contradictorias, era determ inante para el fenómeno onírico el
estado de sueño: el soñante se halla sometido a los condicionantes del sueño, es
decir, a la retirada del interés del mundo exterior y a la limitación de la
motilidad.
“El soñar era... la vida psíquica durante el estado de sueño...”112 Desde un
punto de vista biológico -como pronto comprobaría F reu d - los procesos
oníricos tenían la función, extraordinariamente im portante, de conservar el
sueño. Resulta interesante que esta concepción se haya vuelto a poner de
actualidad gracias a las investigaciones de Dement y sus discípulos, que han
demostrado de manera empírica la función conservadora de la vida que
tienen los sueños.13
¿Cómo concebía Freud el mecanismo de esta función de la preservación
del sueño, sobremanera perturbable debido a las agitaciones del inconsciente
que constantemente pugnaban por abrirse paso? Ya en su correspondencia
con Fliess reconocía en los deseos inconscientes los secretos motivos de la
formación onírica y sintomática. Y parecían realizar su objetivo en la realiza­
ción de los deseos,14 hecho del que Freud, con gran satisfacción, se percató ya
en 1895, como revelación, por así decirlo, del secreto de los sueños. También
parecía estar en relación con los deseos inconscientes el carácter eminente­
mente visual de los sueños, generado por la transformación de ideas en
imágenes sensibles, 15 y otro tanto ocurría con su afinidad con las vivencias
alucinatorias trasladadas al presente. Las tendencias o pensamientos oníricos
eran por lo general contenidos infantiles y arcaicos, reprimidos, la mayoría
de las veces, que mostraban una constante predisposición a irrum pir en la
conciencia, no deteniéndose ni ante los deseos sexuales ni ante los deseos de
muerte. Fn los pensamientos oníricos vio Freud el principal desencadenante
de los sueños que, de todos modos, sólo podían recordarse de m anera velada
y bajo disfraz, debido a su inadmisibilidad para la instancia censora. También
reconoció a este respecto el hecho fundamental para el psicoanálisis de que
el sueño recordado en cada caso era el resultado de un mecanismo desfigurador,16
un mecanismo que, a semejanza del de la neurosis, culminaba en un compro­
miso entre los deseos inconscientes por un lado y la censura por otro. Con base
en estas intelecciones, Freud definió los sueños como una realización de los
11 Ibid., pp. 572 s.
12 S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse {Ges. Werke, XI, p. 84).
13 W. Dem ent, The Effect of Dream Deprivation, 1960. Véanse asimismo las investigaciones sobre
los sueños y el sueño llevadas entretanto en los centros de investigación de la psicología junguiana
en Zurich, bajo la dirección de C. A. Meier.
14 S. Freud, Aus den Anfängen der Psychoanalyse, p. 134. Carla de 23 de septiem bre de 1895.
15 S. Freud, Die Traumdeutung {Ges. Werke, II/III, p. 540).
™ Ibid., p. 141.
DEL SU EÑ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIM BÓLICA 223

deseos deformada (por la censura). Lo cual no podía aplicarse ni a los sueños de


la infancia ni a los sueños de “tipo infantil” de los adultos.

Los sueños son la consumación [disfrazada] de un deseo [reprimido, sometido].17

Las dos excepciones mencionadas -los sueños de la infancia y los sueños


de tipo infantil- los concebía Freud como expresión de la mera satisfacción
de un deseo, pues la instancia censora y deformante, o no existía aún, o sólo
funcionaba en medida reducida.
En consecuencia, veía en el contenido onírico manifiesto -el contenido recor­
dado de los sueños- una formación sustitutiva desfigurada, mientras que, en
cambio, en el contenido latente, veía lo genuino y oculto del deseo onírico.18
Tres fuentes se le antojaban determinantes para la formación del deseo
onírico latente:

1) Puede haber sido provocado durante el día y no haber hallado satisfacción a


causa de circunstancias exteriores, y entonces perdura por la noche un deseo
reconocido e insatisfecho-, 2) puede haber surgido durante el día, pero haber sido
rechazado, y entonces perdura en nosotros un deseo insatisfecho, pero reprimido;
y 3) puede hallarse exento de toda relación con la vida diurna y pertenecer a
aquellos deseos que sólo por la noche surgen en nosotros, emergiendo de lo
reprimido.19

Resultaba interesante el paralelismo que Freud establecía entre sueños y


neurosis, con base en el mecanismo de deformación. Si previamente había
concebido el síntoma neurótico como un símbolo del recuerdo de una
emoción traumática reprimida, ahora equiparaba el fenómeno onírico en su
totalidad a un síntoma,20 es decir, a un signo significante de otra cosa.
El verdadero sujeto de la deformación y la falsificación lo descubrió Freud
en el censor, “capataz” por excelencia del llamado trabajo onírico. Su esencia
parecía revelarse en nuevas facetas, toda vez que Freud entendía, ora como
el juego de un duende astuto, dotado de fina sagacidad, ora como la obra de
un organizador inteligente y previsor. El trabajo onírico, que equiparaba a
los mecanismos de la condensación y el desplazamiento, así como de la
dramatización y la simbolización,21 por mencionar tan sólo los más im portan­
tes, era para él lo esencial en el acontecer onírico. De ahí que en la exposición
de esta actividad onirogénica recurriera Freud a todos los registros de su arte
combinatorio y diera rienda suelt a al rico juego de su fantasía.

»7 Ibid; p. 166.
18 Ibid., p. 140.
19 Ibid., p. 556.
20 Ibid., p. 105.
21 En el lugar oportuno se hablará extensamente de la simbolización y de la formación de
símbolos.
224 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

2 . LOS SUEÑOS EN LA PSICOLOGÍA DE J U N G 22

La temprana afirmación de Jung de que “a Freud sólo puede contradecirlo


quien haya practicado en muchos casos el método psicoanalítico y haya
investigado verdaderamente lo mismo que investiga Freud”,23 tiene especial
aplicación en la investigación de los sueños. Resulta interesante comprobar
hasta qué punto, precisamente en este terreno, en el que no sólo concentró
su interés a partir de 1914, sino que constituyó asimismo una fuente de nuevos
descubrimientos, Jung siguió durante mucho tiempo bajo la fascinación de
las ideas freudianas. Aun cuando, ya hacia finales de la primera década,
comenzaba a perfilarse su visión del inconsciente colectivo, en sus trabajos
sobre los sueños se echaba de menos una auténtica toma de postura.
Del mismo modo que en su breve trabajo L'analyse des rêves, de 1909, seguía
defendiendo sin limitaciones las concepciones freudianas acerca de la satis­
facción de los deseos y de la función de la censura en los sueños, también por
aquella época defendió las ideas de Freud en su discusión de los resultados a
los que llegaba Morton Prince en relación con el fenómeno onírico.24 Quizá
resulte inesperado que, en sus trabajo posteriores, él mismo defendiera
plenamente no pocos de los puntos de vista que por entonces criticaba en
Prince. Todavía en 1912, en “Neue Bahnen der Psychologie” (“Nuevas sendas
de la psicología”),25 había de dedicar una última loa al psicoanálisis y su
método. Sorprendente resultaba la opinión que allí expresaba, apoyándose
en Freud, de que los sueños constituyen un “sustitutivo simbólico de un deseo,
personalmente importante, insuficientemente atendido durante el día o
‘reprimido’”.26
Con la separación de Freud (1913) se inició, simultáneamente, un punto
de inflexión en las publicaciones en torno a la teoría de los sueños, aun cuando
escapa a mi conocimiento a partir de qué punto concreto las propias concep­
ciones de Jung empezaron a marcar la orientación de su labor personal. En
“The Psychology of Dreams” (La psicología de los sueños)27 y “On the
importance of the Unconscious in Psychopathology” (De la importancia del
inconsciente en psicopatolgía)28 aparecen por primera vez los puntos de vista
de la finalidad y la compensación, tan esclarecedores para la comprensión de
la psicología de los sueños (1914-1916).
22 Quisiera poner de relieve que no voy a exponer ni el método de la amplificación, aunque
Jung lo desarrolló inicialmcntc en relación con los sueños, ni su concepción del símbolo en el
marco de la psicología de los sueños. Del proceso de amplificación trataré en el capítulo XXI,
dedicado a la asociación enlazada, mientras que el simbolismo lo expondré en el capítulo XXV.
23 C. G. Jung, Dementia praecox. Prólogo.
24 C. G. Jung, “Zu Morton Prince: Über den Mechanismus und die Deutung von Träumen”,
1910/1911 (Ges. Werke, IV).
25 C. G. Jung, “Neue Bahnen der Psychologie” (Ges. Werke, VII, pp. 267 s )
26/fcrf.,p. 287.
27 C. G. Jung, “The Psychology of Dreams”, 1914, en Collected Papers on Analytical Psychology,
1916, pp. 299 s.
28 C. G. Jung, “On the importance of the Unconscious in Psychopathology”, 1914, en Collected
Papers on Analytical Psychology, 1916, pp. 278 ss. (Ges. Werke, III, pp. 225 ss.).
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 225

En su investigación de los sueños podía Jung remitirse a predecesores


famosos. Ya en 1910 había afirmado Eugen Bleuler la importancia del afecto
y del conflicto afectivo en los sueños, pareciéndole esencial, para la compren­
sión del fenómeno onírico, la recíproca inhibición de afectos contradictorios.29*
Tenía gran importancia el hecho de que Bleuler fuese uno de los primeros
en establecer, en la psicología de los sueños, la función onírica como categoría
puramente psicológica, concretamente como elaboración psicológica de los
complejos.50 Y también confirmaron su gran valor los trabajos de Silberer
sobre la investigación de los símbolos, que contaron repetidas veces con el
reconocimiento de Jung. Me estoy refiriendo a los artículos “Phantasie und
Mythus” (Imaginación y mito) (1909)51 y “Probleme der Mystik und ihre
Symbolik” (Problemas de la mística y su simbolismo) (1924). Y también resultó
extraordinariamente valiosa para él la colaboración de A. Maeder, al cual
corresponde el mérito de haber descubierto la función prospectivo-finalista
de los sueños.

M aeder ha resaltado vigorosam ente la significación prospectivo-finalista d e los


sueños, en el sen tid o de una adecuada función del inconsciente que ensaya la
solución d e conflictos y problem as actuales y que, tanteando, trata d e exp on erla
en sím b olos.52

La interacción de Jung y Maeder parece haber sido recíprocamente fruc­


tífera. Si Jung había dado en los primeros años un primer paso en el conoci­
miento del significado finalista de la fantasía, Maeder fue un paso más allá al
aplicar a los sueños estos conocimientos de Jung y presentar en su artículo
“Uber die Funktion des Traumes” (Sobre la función de los sueños) (1912)
una teoría de los sueños propia. A diferencia de Bleuler, hizo hincapié espe­
cialmente en el valor del fenómeno onírico para el desarrollo del individuo,55
comprobando que no sólo las fantasías, sino también los sueños, “preparan
soluciones egocéntricas del soñante”54 y constelan sus actos.55 Dos años más
tarde (1914) reconoció el hecho significativo de que los sueños constituyen la
más importante fuente de información acerca de las tendencias prospectivas56
de la vida psíquica. Tras estas dos primeras avanzadas de Maeder, Jung dio
a la publicidad, aunque no hasta 1916, su artículo sobre la psicología de los
sueños, cuya concepción se remontaba a 1914. Constituyó la afirmación básica
29 E. Bleuler, “The Psychoanalyse Freuds”, en Jahrbuch für psychoanalytische und psychopatolo-
gische Forschungen, II, 1910, p. 690.
50 lbid., p. 725.
51 II. Silberer, “Phantasie und Mythus", 1909. lbid. Jahrbuch, I.
52 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes” (Ges. Werke, VIII,
p. 290).
55 A. Maeder, “Über die Funktion des Traumes", en Jahrbuch für psychoanalytische und
psychopatologische Forschungen, IV, 1912.
54 Ibul., p. 686.
55/forf.,p. 707.
56 A. Maeder, Überdas Traumproblem, 1914, p. 33.
226 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

de una función compensatoria en los sueños,37que sintonizaba con la función


compensatoria que había encontrado Adler. Inicialmente había de resultar
sorprendente que, a pesar del carácter finalista [Zielstrebigkeit] de lo psíquico,
que había mencionado en época muy temprana (1908) y de la significación
anticipatoria38 de los sueños, descubierta ya en 1912, hasta 1914 no desarro­
llara una teoría de los sueños propiamente dicha: la teoría de la compensación.

a) El sueño como manifestación del inconsciente

Fueron primordialmente los conocimientos revolucionarios en el terreno del


inconsciente, establecidos por Jung en los primeros diez años de su labor, los
que habían de cobrar expresión en su concepción de los sueños. Así, en 1931
puso de relieve que el “análisis de los sueños [se tenía en pie o se desmoronaba]
junto con la hipótesis del inconsciente”, supuesto sin el cual los sueños no
pasarían de ser un “lusus naturae, restos desmenuzados de la vigilia en un
conglomerado sin orden ni concierto”.39 El reconocimiento de este hecho
podía haber constituido ya el lema de los años de ruptura (1912-1914). Del
mismo modo que entendía el “soñar... [como] la manifestación consciente
específica del inconsciente”,40 también concebía el fenómeno onírico como
“manifestación inmediata del inconsciente”,41 que permitía revelar la situa­
ción del soñante, su verdad y su realidad.42
Así pues, de cara a la concepción de los sueños, todo dependía del modo
en que se entendiera el inconsciente. En la medida en que la comprensión
que tenía Jung del inconsciente difería de los conceptos freudianos, también
su psicología de los sueños se apartaba de la teoría de los sueños de Freud,
para adentrarse por senderos propios. Su esencial descubrimiento del carác­
ter creador y espontáneo del fondo inconsciente cobraba expresión en su
concepción de los sueños: Los sueños eran una manifestación en la que el incons­
ciente expresaba su independencia; poseían una realidad y representaban un mundo
propios. Lejos también por tanto de su ánimo -al menos a partir de 1914-
reducirlos a deseos infantiles, olvidados o reprimidos. A semejanza de todo
lo inconsciente, también podía contemplarse a los sueños como acontecer
orientado hacia una meta,43 podiendo reconocerse en ellos un sentido y una
finalidad. También le parecía importante el hecho de que se remontaran
hasta los estratos arcaicos de la vida psíquica, ya que, de ese modo, participa­
ban en el “espíritu creador de imágenes” del inconsciente, en sus significados
37 C. G. Jung, “The Psychology of Dreams”, en Collected Papers on Analytical Psychology, 1916,
p. 307.
38 C. G. Jung, Wandlungen und Symbole der Libido, p. 55.
39 C. G. Jung, “Die praktische Verwendbarkeit der Traumanalyse” (Ges. Werke, XVI p. 149).
40 lbid., p. 157.
41 Ibid., p. 148.
42 Ibid., p. 152.
43 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes” (Ges. Werke, VIII,
p. 290).
DEL SU EÑ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIM BÓLICA 227

originales y en sus imágenes primigenias. Y a partir de ahí se explicaba


también el significado simbólico que correspondía a los sueños en cuanto
portadores de un “sentido todavía ultraterrenal, inconcebible, oscuram ente
intuido”.

No entiendo por símbolo, ni mucho menos, una alegoría a un mero signo; sino,
antes bien, una imagen que sirva para caracterizar, de la mejor manera posible, la
naturaleza de espíritu, sólo oscuramente intuida. El símbolo no comprende ni
explica, sino que señala, por encima de sí mismo, un sentido todavía ultraterrenal,
inconcebible, oscuramente intuido, que no podría expresarse suficientemente en
ninguna palabra de nuestro actual lenguaje.44

Resultaba fructífera ante todo, para la comprensión de los sueños, la


distinción entre el inconsciente personal y el colectivo. En ella consistía el que
pudiera considerarse a los sueños, no sólo fuentes de información acerca de los
problemas personales, sino también lugares donde se revelaba el contenido de sentido
arquetípico del fondo anímico. Esto arrojaba asimismo una luz sobre el hecho
de que “...las viejas culturas... [hayan utilizado] siempre los sueños y las
visiones como fuentes de conocimiento... como fuentes de información”.45 A
semejanza de las visiones, los sueños eran, para el pensamiento revelador, o
para la iluminación religiosa, una especie de ocurrencias creadoras, que dejaban
en la psique una poderosa impresión. ¿En qué consistían este tipo de ocu­
rrencias?

Luz significa “iluminación”. Trátase de una “ocurrencia” esclarecedora. Para


formularlo con considerable prudencia, habríamos de decir que nos encontramos
ante una apreciable tensión energética de tipo psíquico que responde, evidente­
mente, a un importante contenido inconsciente.46

Fueron fundamentalmente esas fascinantes imágenes e ideas oníricas las


que determ inaron a Jung a ver en los sueños la expresión de una sabiduría
superior, de un “entendimiento o un saber que la conciencia mom entánea es
incapaz de producir”.47
Para Ju n g constituyó una importante veta de nuevos conocimientos la
comprobación de que los sueños presentaban una afinidad con el complejo
autónomo48 (1920). No sólo mostraban -semejanza del complejo- una unidad
psíquica, sino que sus elementos se agrupaban asimismo en torno a un núcleo.
Y también poseían un tono emocional y afectivo que permitía reconocer, tanto
una fuerza en torno a la cual se formaba una constelación, como una
influencia determ inante sobre el carácter total del proceso onírico. Además
44 C. G. Jung, “Geist und Leben”, 1926 (Ges. Werke, VIII, p. 381).
45 C. G. Jung, “Das Grundproblem der gegenwärtigen Psychologie”, 1931 (Ges. Werke, VIII,
p. 397).
46 C. G. Jung, “Bruder Klaus”, 1933 (Ges. Werke, XI, p. 349).
47 C. G. Jung, Psychologie und Religion (Ges. Werke, XI, p. 44).
48 C. G. Jung, “Die psychologischen Grundlagen des Geisterglaubens”, 1919 (Ges. Werke,
VIII, p. 346).
228 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

de lo cual, el tono emocional iba acompañado de un centro de significado,«


vinculado de manera significativa, tanto con los elementos del sueño, como
con el conjunto de la psique. Si bien Freud, al igual que Jung, concebía el
fenómeno onírico como una construcción dolada de sentido, no obstante
entendía este “sentido” de manera fundamentalmente diferente. Mientras
que para Freud el sentido de los sueños equivalía al hecho de su determina­
ción por una serie de causas, siendo esencialmente un signo que representaba
otra cosa, Jung concedía a los mismos un significado simbólico: eran para él
una unidad significativa,50 una expresión simbólica del inconsciente,51 cuyo
sentido sólo se daba a partir del esclarecimiento de lo que todavía era
desconocido. Dicho de otra manera: los sueños eran, en la concisa expresión
de T. WolfT, un símbolo, y sólo podían entenderse mediante un proceso de
interpretación especial.52
Fue notable la demostración de Jung de la existencia de una “estructura
psíquica”53o, si se quiere, de una estructura de sentido unitaria del conjunto onírico.
Fs decir, comprendió que los sueños, en todos aquellos casos en los que
producían una fuerte impresión y dejaban tras de sí un efecto duradero,
permitían detectar una tensión energética reforzada y, en relación con la
misma, una articulación del sentido análoga a la del drama clásico.

C on el a u m en to d e la tensión energética adquieren los su eñ os un carácter ord e­


n ad o, son objeto d e una com posición dram ática, m uestran una clara coherencia
significativa y se increm enta la valencia d e sus asociaciones.54

A semejanza de lo que ocurre con el modelo del drama clásico, el episodio


onírico puede dividirse en cuatro fases que mantienen una relación signifi­
cativa y que pueden distinguirse de acuerdo con el lugar del acontecer, la
exposición y la pericia (clímax) y, por último, de acuerdo con la lysis.

b) ¿Desfiguración o configuración simbólica ?

Dada la señalada discrepancia existente en las concepciones de uno y otro


autor, nada tiene de sorprendente que la teoría de los sueños freudiana,
según la cual se trata de productos de una deformación, fuera extraña al modo
de pensar de Jung, que se fue poniendo cada vez más claramente en evidencia
a partir de 1913. Y tampoco había lugar para una instancia censora desfigu­
rante en la estructura teórica que posteriormente levantaría para entender
los sueños, aun cuando necesitó algún tiempo antes de poner de manifiesto
49 C. G. Jung, Unveröffentlichtes Seminar über Kindheitsträume, I, 1938/1939
50 Ibid.
51 C. G. Jung, Psychologische Typen, pp. 609 y 612 (Ges. Werke, VI, pp. 488 y 490)
52 Toni WolfT, “Einführung in die Grundlagen der Komplexen Psychologie”, en Die kulturelle
Bedeutung der Komplexen Psychologie, p. 73.
53 C. G. Jung, “The Psychology of Dreams”, 1914/1916.
54 C. G. Jung, “Die transzendente Funktion", 1916 (Ges. Werke, VIII, p. 89)
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 229

su alejamiento de la influencia de Freud y de abandonar el concepto de


censura. Así, todavía en 1909, veía en el censor, con Freud, no sólo una
instancia de resistencia frente al complejo, sino también un factor de desfigu­
ración.55 Incluso en 1916, equiparaba aún la inhibición procedente de la
conciencia con la censura freudiana.56 A partir de este año ya no vuelve a
aparecer en la obra de Jung ninguna mención positiva de la censura. Los
objetivos que a partir de entonces se fijó, que se orientaban hacia la explora­
ción de la autonomía de lo psíquico y su estructura, difícilmente permitían
seguir asumiendo la existencia de un “duende” en el alma que, con “consu­
mada astucia”, ocultara los deseos inconscientes y distorsionara la verdad.
Con el rechazo de la instancia censora, caía tambiénpor su peso la hipótesisfreudiana
de una desfiguración y un trabajo oníricos llevados a cabo por la misma. Aun cuando
Jung siguiera aferrándose a los mecanismos psíquicos propiamente dichos
-ya se tratara de la condensación, el desplazamiento, la simbolización, etc.-
como condiciones formales de la configuración onírica; aunque reconociera
incluso en la condensación la base formal de la formación simbólica, a partir
de 1920 dejó de considerar estos mecanismos desde el punto de vista de una
censura o como resultado de una desfiguración. No era la estancia censora la
responsable de lafalta de transparencia del contenido de los sueños, sino el propiofondo
anímico, como consecuencia de la universal y mutua contaminación de todos
los contenidos inconscientes.
Tampoco podía por menos de venirse abajo la diferenciación entre conte­
nido onírico manifiesto y latente, basado en la existencia de una instancia censora.
No obstante, podría inducir a confusión el hecho de que, todavía en sus
Psychologischen Typen (1921), aludiera Jung a la contraposición entre lo mani­
fiesto y lo latente, así como que, también por estas fechas, declarase que la
formación onírica manifiesta resultaba fragmentaria e insatisfactoria. La
explicación de este hecho sorprendente se halla en que lo que Jung quería,
al hacer tal afirmación, era poner de manifiesto la falta de transparencia
inherente al recuerdo de los sueños, y lo hacía de este modo un tanto
equívoco. Pese a la estructura plena de sentido que se reconocía en ellos, con
harta frecuencia los sueños se vivían como algo fantástico, ilógico, incluso
absurdo. Todo lo cual indicaba que el sentido de los sueños no podía captarse
de manera inmediata. Su falta de claridad, su incomprensibilidad incluso,
estaba relacionada con su condición de escritura en imágenes,57 tal como asumía
Jung coincidiendo en esto con Freud. Los sueños casi nunca se expresaban
de forma lógico-abstracta, sino que lo hacían siempre en forma parabólica,
en un lenguaje alegórico. Mientras que Freud entendía esta falta de claridad
del sentido onírico como disfraz del verdadero sentido, Jung, por el contrario,
veía en el contenido manifiesto indescifrable precisamente la expresión de su
verdadera condición: era la expresión espontánea del acontecer defondo, que, como
consecuencia de su considerable independencia e integridad respecto a la
55 C. G. Jung, “L’analyse des rêves”, en Année psychologique, XV.
56 C. G. Jung, “Die transzendente Funktion”, 1916 (Ges. Werke, VIII, p. 79).
57 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes”, en Über die
Energetik der Seele, p. 114 (Ges. Werke, VIII, p. 282).
230 DEL SU EÑ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

conciencia, escapaba en gran parte a la transparencia racional. El alto grado


de incomprensibilidad que tantas veces presentaba el episodio onírico recor­
dado exigía, en consecuencia, una interpretación. Los sueños requerían
siempre ser leídos e interpretados, razón por la cual, para ambos investiga­
dores, el papel de la interpretación era primordial. Pero mientras que Freud,
hasta bien entrada la segunda década, explicaba la interpretación preferen­
tem ente como un retorno a las causas sabidas del inconsciente —aun cuando,
con posterioridad, tuvo también en cuenta la interpretación de las relaciones
simbólicas (aunque fueran relaciones prestablecidas)—, Ju n g reconocía en la
interpretación un arte, cuyo sentido profundo se revelaba en la comprensión de los
símbolos.» A fin de poder entender los sueños, Ju n g consideraba imprescin­
dible concebirlos en su lenguaje simbólico y esclarecerlos m ediante amplifi­
caciones. Aun cuando, inicialmente, el recuerdo de los sueños fuese un texto
incomprensible, a diferencia de Freud, no lo concebía como expresión ni de
una fachada ni de una desfiguración.
En la mayoría de los edificios, lo que se denomina fachada no es ningún fraude ni
ninguna distorsión engañosa, sino que corresponde al contenido de la edificación
y muchas veces lo delata sin más. Así, la imagen onírica manifiesta es el propio
sueño y contiene todo su sentido... Lo que Freud llama “fachada de un sueño” es
la falta de transparencia del mismo, lo que en realidad constituye una mera
proyección de su incomprensión, es decir, que sólo se habla de fachada ante la
imposibilidad de penetrar en su contenido. Digamos, en consecuencia, que se trata
de un texto incomprensible que, aunque carece de fachada, sencillamente no
somos capaces de leerlo. Lo que tenemos que hacer no es interpretar lo que pueda
haber detrás, sino que tenemos que empezar por aprender a leerlo.5859

Se adhería por ello a la opinión del Talmud, según el cual se concebían los
sueños de acuerdo con su propia interpretación.60 De aquellos mismos años,
1940/1941, procede la siguiente observación:

Los sueños son una materia tan difícil y enrevesada que no me atrevo a hacer
ninguna suposición sobre las tendencias al engaño que posiblemente posean. Los
sueños son un fenómeno natural y no hay ninguna razón aparente para dar por
sentado que constituyan una astuta invención cuya finalidad sea la de engañarnos.61

Básicamente, a partir del momento en que defendió su propia concepción


(1914-1916), Ju n g afirmó que los sueños recordados eran un fenómeno involunta­
rio, espontáneo, que expresaba confidelidad la verdad interior del soñante.

[Los sueños son] la manifestación de un proceso psíquico inconsciente, de carácter


involuntario y ajeno a la influencia de la conciencia, que representa la realidad y
58 Véanse posteriores explicaciones en torno al símbolo.
59 C. G. Jung, “Die praktische Verwendbarkeit der Traumanalyse” (Ges. Weihe, XVI, pp. 158 s.).
60 C. G. Jung, Psychologie und Religion, p. 48 (Ges. Werke, XI, p. 27)
6> Und. F
DKL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 231

verdad interior tal como es; no porque yo la suponga así, ni porque yo desee qnc
sea así, sino tal como es.6263

c) Cumplimiento de un deseo o autorretrato

También la hipótesis freudiana de los sueños como cumplimiento deformado de un


deseo era ajena al ser nuis profundo de Jung. Del misino m odo que, a partir de
1013, no reducía lo inconsciente a los deseos reprimidos, tam poco los sueños
eran para él resultado de deseos y de tendencias que representaban la
satisfacción de deseos. Lo que era válido respecto a la psique inconsciente lo
era también, eo ipso, respecto a los sueños. Tal como ya lie (lidio, no podía ver
en los deseos sexuales los motores exclusivos del acontecer onírico, ni en el
principio del placer y la desgana, unido a la satisfacción del deseo, la tendencia
reguladora61' de la psique. Kste último tenía para él un m ero valor com o
expresión. Aun cuando coincidiera con Freud en suponer una base tcleoló-
gica para los procesos inconscientes, nunca se trató para él de una intencio­
nalidad condicionada por la pulsión, y mucho menos de una intencionalidad
hedonista. Si bien era cierto, de acuerdo con su experiencia, que la psique
tendía a la autoconsumación, esta tendencia nunca se refería exclusivam ente
a la satisfacción de los impulsos sexuales, sino también a la consecución de fines
espirituales o intelectuales.
Para Ju n g no había únicamente deseos sexuales, sino, asimismo, toda una
serie de tendencias pulsionales de otro carácter: pulsión de alim entación, de
poder, de conseguir estimación, del sí mismo, por enum erar sólo unas
cuantas. Además de lo cual, la pulsión siempre se presentaba acom pañada de
imágenes de situación arquetípicas64 y de motivos asimismo arquetípicos.65
Del mismo modo que no era raro que las imágenes arcaicas fueran unidas a afectos
numinosos, las emociones oníricas intensas podían, a la inversa, indicar la existencia
de imágenes aún desconocidas. En todo caso, la interpretación de los sueños tenía
por misión vivificar la relación inconsciente, o que se había vuelto tal, entre
emoción e im agen, asimilando el contenido de la im agen con el yo.
Todas estas observaciones indujeron a Jung a salir al paso, cada vez con
más energía, de la concepción según la cual el inconsciente sólo puede
desear,66 o estaba supeditado al cumplimiento o la satisfacción de deseos cuyo
contenido había sido reprimido.

El que los sueños son meros cumplimientos de deseos reprimidos es un punto de


vista que ha sido superado hace ya tiempo. Sin duda existen sueños que reprc-
62 C. G. Jung, “Die praktisdie Verwendbarkeit derTraumanaly.se” (Ges. Werke, XVI, p. 152).
63 C. G. Jung, “General Aspects of Psychoanalysis”, 1913.
64 C. G. Jung, “Theoretische Überlegungen zum Wesen des Psychischen”, 1946, publicado
inicialinenlc como “Der Geist der Psychologie”, p. 448 (Ges. Werke, VIII, p. 235).
65 C. G .Jung, “Instinkt und Unbewußtes” (Ges. Werke, VIII, p. 157).
66 S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/ÎII, p. 606).
23 2 DEL SU E Ñ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

sentan de modo manifiesto deseos cumplidos o temores. Pero, ¿qué otras muchas
cosas no se dan en ellos? Los sueños pueden ser también verdades implacables,
sentencias filosóficas, ilusiones, fantasías salvajes, recuerdos, planes, anticipaciones,
incluso visiones telepáticas, vivencias irracionales y Dios sabe qué más. Hay una
cosa que no debemos olvidar, a saber: casi la mitad de nuestra vida se desarrolla
en un estado más o menos inconsciente.67

Tal como también hemos señalado, para Ju n g resultaba imposible, en vista


del hecho de que existían en la psique inconsciente formaciones nuevas de
carácter creativo, así como tendencias de desarrollo positivo, compartir la
suposición freudiana de que en el descanso nocturno trataba de abrirse paso
todo el cieno de lo despreciable y lo inferior, de los deseos incestuosos
reprim idos, de la maldad68 -el odio, el egoísmo, los deseos de muerte, etc.-
hacia la conciencia, o hacia la descarga motora. Su experiencia le decía, por
el contrario, que en el sueño podían manifestarse tanto tendencias morales697 0
como nuevas posibilidades de tipo intelectual.
Frente a la teoría de Freud del cumplimiento de los deseos, basada en
última instancia en premisas biológicas, ya en 1913 proponía Ju n g una
concepción de los sueños de base puramente psicológica, a saber: la del autorretrato.TO
En otras palabras, a la función cumplidora de deseos de las tendencias
instintivas reprimidas contrapuso la función de la autorrepresentación; a la
“teoría de los deseos”, la idea de una actividad psíquica inconogénica con
m arcada influencia de los sentimientos y los valores. Según esta concepción,
los sueños, como retratos de la situación interior, acostum braban poner ante
el soñante una imagen especular sobre la misma.71 Años más tarde había de
form ular esta idea diciendo que los sueños no representaban solamente un
autorretrato en forma de símbolos, sino que también suponían una réplica
de la situación actual del inconsciente.

Frente a la conocida opinión de Freud de que los sueños constituyen el “cumpli­


miento de deseos”, tanto yo como mi amigo y colaborador A. Maeder, hemos
adoptado el punto de vista de que son una autorrepresentación espontánea de la
situación actual del inconsciente expresada en forma simbólica...72

67 C. G. Jung, “Die praktische Verwendbarkeit der Traum analyse” (Ges. Werke, XV I, p. 157).
68 S. Freud, Neue Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse (Ges. Werke, X I, p. 147).
69 C. G. Jung, “Allgem eine Gesichtspunkte zur Psychologie des T raum es” (G «. Welke, VIII,
pp. 276 ss.).
70 C. G. Jung, “Psychoanalysis”, 1913, en Collected Papers on Analytical Psychology, 1916, p. 222.
71 Ibid. “Según Freud, los sueños son en su esencia un velo sim bólico que cubre los deseos
reprimidos, que se hallan en conflicto con los ideales de la personalidad. Yo m e veo obligado a
contemplar la estructura onírica desde un punto de vista diferente. Para mí, los su eñ os son, en
primera instancia, retratos subliminales de la situación psicológica en la q u e se en cu en tra el
individuo en el estado de vigilia.”
72 C. G. Jung, “Allgem eine Gesichtspunkte zur Psychologie des T raum es”, ed ición au m en ­
tada de “T he Psychology o f Dreams” (Ges. Werke, VIII, p. 300).
DEL S U E Ñ O COM O SÍM BOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIM BÓ LICA 233

Este prim er intento de entender la función onírica lo completaría ya al año


siguiente, 1914, m ediante el descubrimiento de la función compensatoria de los
sueños, que relegaba a las sombras las teorías anteriores.

3. De la p r e s e r v a c ió n d e l s u e ñ o a la f u n c ió n c o m p e n s a t o r ia

a) Sueños y sueño

A semejanza de Freud, Ju n g concedía a los sueños una posición de excepción


sobre la base de las condiciones del sueño, que tenía su fundam ento en los
distintos grados de abaissement du niveau mental.

Puesto que los sueños proceden del sueño, llevan consigo todos los signos del
abaissement du niveau mental (Janet), es decir, de la reducida tensión energética:
discontinuidad lógica, carácter fragmentario, formación de analogías, asociaciones
superficiales de índole lingüística, fonética y plástica, contaminaciones, irraciona­
lidad de la expresión, confusión, etcétera.73

Pero esta posición de excepción de los sueños no significaba, ni muchos


menos, que la reducción de la conciencia del yo que va unida al sueño, al
hecho de dorm ir, fuera equivalente, tal como suponía Freud, a una reducción
de la actividad psíquica en cuanto tal. Jung estimaba, por el contrario, que,
con independencia del aislamiento del m undo exterior, la actividad interna
se m antenía viva en la más alta medida. Esto era válido, sobre todo, como ya
había com probado Ju n g con anterioridad, en relación con los complejos
oníricos, cuyos núcleos emocionales siempre le habían llamado la atención como
manifestaciones de la psique inconsciente. Por ello, y debido a la no supresión de
la actividad de los complejos, llegó a admitir, en contraposición de Freud, un
aumento de intensidad de la vida interior durante el sueño, que podía llegar incluso
a la interrupción del mismo.

[No hay que] pasar por alto el hecho de que precisamente son los sueños los que más
perturban el sueño, y que hay incluso sueños -pocos- cuya trama dramática se dirige
de manera lógica, diríamos, a una situación cargada al máximo de emotividad, y
que la generan en tal medida que la emoción despierta indefectiblemente al
soñante.74

Aun cuando a veces en los sueños se contenían las emociones penosas


(Freud), en muchos otros casos el soñar va también acompañado de emocio-
73 C. G. Ju n g, “Die transzendente Funktion”, publicado por primera vez en edición privada
en 1916 (Ges. Werke, VIII, p. 89).
74 C. G. Ju n g, “A llgem eine Gesichtspunkte zur Psychologie des T raum es” (Ges. Werke, VIII,
p. 287).
234 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

nes intensas que pueden llegar incluso a abrirse paso hasta la conciencia, a
originar incitaciones a despertar. Pero hubiera estado en contradicción con
el conjunto del pensamiento junguiano, con la orientación finalista del
mismo, considerar tales fenómenos únicamente desde el punto de vista de su
carácter perturbador del sueño o incluso de su aspecto perjudicial para la
vida. A Jung se le antojaba sobremanera estrecha la concepción freudiana,
levantada sobre consideraciones de índole biológica.75 El enfoque biológico
sólo lo juzgaba adecuado cuando se daba en el durm iente una reducida
tensión energética. En tales casos, la función del fenómeno onírico podía
agotarse en lo biológico. Sin embargo, en opinión de Jung resultaba mucho más
interesante la evaloración psicológica. De esta manera le fue posible comprobar,
por ejemplo, que una represión de las emociones en los sueños, no sólo no
cumplía la finalidad biológica de la preservación del sueño -tal como había
supuesto Freud- sino que, por añadidura, podía eliminar efectos negativos e
inhibidores del desarrollo sobre la psique. Pero también se producía todo lo
contrario, a saber: Jung, a diferencia de Freud, pudo observar que el aumento
de intensidad de las emociones en los sueños podía representar también una fuente
de valores impulsores de la vida. Se iba convenciendo cada vez más de que uno
de los valores fundamentales del fenómeno onírico residía en inducir a una
orientación consciente, y que podían entenderse como invitación a reflexionar y a
enfrentarse con los contenidos todavía inconscientes.

[Los su eñ o s] p reservan , cu a n d o ello es p osib le, el su e ñ o , e s d ecir, realizan esta


fu n ció n d e m anera necesaria y au tom ática bajo la in flu en cia d e l esta d o d e dorm ir,
p ero ta m b ién lo in terru m p en cu a n d o su fu n ción así lo r e q u iere, es d ecir, cuando
los... c o n te n id o s [in con scien tes] son tan in ten so s q u e so n cap aces d e provocar la
in te rru p ció n . [C obran siem p re una] especial in te n sid a d , c u a n d o ... so n d e una
im p o rta n cia vital para la orien tación c o n sc ien te.76

En todo caso, había que distinguir las consecuencias del proceso onírico
como tal de los efectos psíquicos del contenido de los sueños. Tal como había
subrayado Maeder, el mero proceso del soñante podía ya influir de manera
benéfica en el hecho de dormir, concepción que Jung amplió al considerar
que la objetivación de las emociones en los símbolos oníricos, 77 es decir, su revesti­
miento de sentido y contenido, hechos que iban unidos al hecho de soñar,
eran los que actuaban de manera estimulante sobre el desarrollo de la psique
del individuo.

75 Ibid.
76 Ibid.
77 Cf. los estudios experimentales sobre el valor de los sueños, em prendidos por T C Frey
conjuntamente con C. A. Meier. T. C. Frey, “Probleme der Traum deutung”, en Traum und Symbol,
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 235

b) Sobre la función compensatoria de los sueños

Entre los extraordinarios méritos de Jung se contaba el haber convertido las


experiencias mencionadas en una concepción totalmente nueva del fenóme­
no onírico. A semejanza de Maeder reconoció la necesidad de una fundamen-
tación de los sueños puramente psicológica. De todos modos, no se conformó con
una explicación que se basara únicamente en la “elaboración de los problemas
psíquicos en el sueño” (Maeder, Bleuler). Le parecía esencial, ante todo, basar
la función de los sueños en la relación de éstos con la psique consciente.Y de
hecho fue el primero en establecer en la psicología empírica la hipótesis de
que los sueños tienen una relación compensatoria con la situación de la conciencia78
que se dé en cada caso en el soñante, principio este que se ha demostrado
sobremanera fructífero en psicoterapia.
Aun cuando era corriente en medicina la idea de una compensación de
determinados procesos excesivos mediante funciones compensatorias, fue
Adler el primero en convertir esta idea en concepto fundamental de su
psicología individual. Como podía apreciarse en la obra de éste, partió de la
idea de un plan de vida que él entendía como el intento, surgido ya en la
infancia a partir del choque del individuo con el poderoso mundo que lo
rodea, de compensar los sentimientos de inferioridad mediante dispositivos de poder.
Ya Freud había mencionado la actividad compensatoria, en cuanto al con­
cepto, ya que no en cuanto al término, por ejemplo como tendencia a
compensar en el sueño los deseos insatisfechos.79 De manera explícita utilizó
la expresión en 1908, al aludir a la compensación de la dureza mediante una
bondad extrema, etcétera.80
Y también en Jung encontramos, antes de la aparición de la primera obra
de Adler al respecto, en 1907,81 indicaciones de que las ilusiones de los
dementes compensan todo aquello que se echa de menos en la vida consciente
(1907).82 Pero, de todos modos, tenía que recorrer aún un largo camino hasta
descubrir la compensación como tendencia general de la psique inconsciente.
Fue fundamentalmente en los fenómenos psicopatológicos tales como las
alucinaciones y las parestesias, sobre todo las ideas fijas, en donde pudo
confirmar sus sospechas y reconocer la función compensatoria. Una de las
menciones más tempranas a esta función la encontramos ya en 1914:

P odem os d ecir, en resu m en , que la función del inconsciente en los trastornos m en ­


tales con siste en lo esencial en una com pensación del con ten ido d e la con cien cia.83

78 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes” (Ges. Werke, VIII,
p. 287).
79 S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/III, p. 129).
80 S. Freud, "Die kulturelle Sexualmoral und die moderne Nervosität”, 1908 (Ges. Werke, VII,
p. 166).
81 A. Adler, Studien über die Minderwertigkeit von Organen, 1907.
82 C. G. Jung, Dementia praecox, pp. 171 s.
83 C. G. Jung, “Über die Bedeutung des Unbewußten in der Psychopathologie”, que
236 OKI. SUEÑO COMO SlMHOl O Al. SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

Port"» la compensat ion, com o promt» piulo comprobar, no stvlimitaba a lus


teñídmenos psicopatológicas, sim» que era, sin unís, una ley fumínmental del
inconsciente.

En las p erso n as norm ales, la misión principal tlel inconsciente consiste en actuar
tie m an era com pensatoria y establecer un equilibrio. T a l a s las tendencias cons­
cientes extrem as se ven suavizadas y m txleratlas p o r u n co n traim p u lso en el
inconsciente.*4

Esta concepción fue completada gracias al hecho, que Jung liegt» a conocer
aquel m ism o año, tic que ¡a f undón on inca representa un contrapeso de la situación
psicológica consciente

Los sueños se com portan de una m anera com pensatoria resp ecto a la situación tic
la conciencia en cada caso.86

La importancia del descubrimiento tic la com pensación onírica no podrá


nunca sobrestimarse. El mérito extraordinario tic Jung consiste en haber
com probado en los sueños, no sólo una función {»sicológica, sino también una
interacción dotada tic {»leño sentido entre el sistema consciente y el incons­
ciente. Y no en menor medida consistió asimismo su aportación en captar
estas actividades en relación con la energética psíquica, con los procesos vitales
en sí. Ju n to a la actividad reguladora en la vida orgánica colocó la autorregu­
lación en el campo de lo psíquico.*7

Como sistema autonrgulador, el alma mantiene su equilibrio, al igual q u e o c u rre con la


vida corporal. Para todos los procesos excesivos se p re se n ta n en seg u id a y forzo­
sam en te com pensaciones. Sin ellas no existiría ni un m etabolism o n o rm al ni una
psique norm al... El defecto aquí genera un exceso allí.88

En términos muy generales entendía por com pensación un intento de


establecer puentes entre los opuestos psíquicos gobernado por la propia psique, el cual,
com o expresión de un estado de relación diferenciado entre lt» consciente y
lo inconsciente, arrojaba también alguna luz sobre el “rostro d e Jano” de lt»s
sueños. Según esto, los sueños atendían a las necesidades de am bos lados: por
una parte se trataba tie la expresión espontánea de procesos inconscientes, y

constituyó ¡nicialmcntc una conferencia, en Collected Papers on Analytical Psychology n 286 (Os.
Werke, III, p. 234). **1
84 Ibid., |). 281 (Os. Werke, III, pp. 229 s.).
85 C. G. Jung, “The Psychology of Dreams”, 1914, en Collected Papen on Analytical Psychology,

86 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologic des Traumes" 1914/1928 (Os.


Werke ke, VIII, p. 287). (En cursiva en el texto.)
87 C. G.Jung, Das Unbewußte im normalen und kranken Seelenleben, 1926, p 90 (Ges Werke VII,
p. 67).
88 C. G. Jung, Die praktische Verwendbarkeit der Traumanalyse” (Ces. Werke XVI pp 162
s.). (La cursiva es mía.) * ’ *1'
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 237

por otra eran una respuesta equilibradora y dotada de sentido a los conven­
cimientos y tendencias de la conciencia. Los elementos oníricos eran tanto
factores constitutivos del inconsciente como compensaciones de la situación momentá­
nea de la conciencia que los “atraía y seleccionaba por ásociacíón”.89
hn la compensación reconoció Jung una regla fundamental de importancia
universal y que tenía validez para todas las formaciones psíquicas: la imagi­
nación, las visiones, los sueños. La única excepción que concedía era la del
sueño traumático, que repetía siempre en la misma forma la situación
traumática de partida.
De un modo general, el proceso onírico contrarrestaba las situaciones de
perturbación del equilibrio, formando constelaciones que incluían no sólo lo
habitualmente inconsciente y reprimido, sino también lo en esencia aún no
sabido. Cuando se daba una adaptación relativamente buena del individuo
al mundo exterior, los sueños se limitaban a ser aportaciones complementa­
rias a la actitud consciente. En cambio, en caso de una actitud unilateral de
la conciencia, la respuesta del sueño era también unilateral: se situaba en el
“lado opuesto”, lo que permitía poner en evidencia las situaciones de conflicto
latentes. La actividad reguladora de los sueños no discurría en modo alguno
paralela con las intenciones conscientes, sobre todo cuando estas últimas
“amenzaba[n] resultar peligros[as] para las necesidades vitales del indivi­
duo”.90 En tales casos se presentaban, por el contrario, “sueños vividos, cuyo
contenido mostraba un fuerte contraste pero resultaba adecuadamente com­
pensatorio”.91 Y a la vez, en aquellos casos en los que el episodio onírico se
acercaba más o menos al centro de la personalidad, “el sueño se conformaba
con variantes”.92 Si, por último, la actitud de la conciencia era adecuada para
el conjunto de la psique, “el sueño coincidía y subrayaba así la tendencia de
la misma, aunque sin perder por ello su autonomía”.93
Jung hizo especial hincapié en la compensación arquetípica o mitológica, que
tendía a establecer un equilibrio de las convicciones conscientes procedentes
de las capas profundas de la psique. También formaban parte de este tipo de
compensación las compensaciones religiosas que, pese a su alejamiento de la
conciencia, tenían a menudo una importancia decisiva para la forma en que
ulteriormente se configurase la vida del soñante.

En esto s casos hay q u e recordar siem p re q u e toda p erson a, e n cierto se n tid o ,


rep resen ta al c o n ju n to d e la h u m an id ad y su historia. Y lo q u e ha sid o p o sib le en
g ra n d e e n la h istoria h u m an a, lo q u e es tam bién en p e q u eñ o e n cad a in d iv id u o ...
D e a h í q u e n o ten g a n ad a d e so rp ren d en te q u e las c o m p en sa cio n es relig io sa s
d e se m p e ñ e n u n im p o r ta n te p ap el en los su eñ os. El q u e esto quizá sea así e n m ayor

89 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes” (Ges. Werke, VIII,
p. 283).
90 Ibid., p. 288.
91 Ibid.
92 C. G. Jung, Unveröffentlichtes Seminar über Kinderträume, I, 1938/1939. Así como “Vom
Wesen der Träum e”, 1945 (Ges. Werke, VIII, p. 328).
93 C. G. Jung, “Vom Wesen der Träume” (Ges. Werke, VIII, p. 328).
238 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

medida precisamente en nuestra época es consecuencia natural del materialismo


dominante en nuestra visión del mundo.94

Los “grandes sueños” de este tipo eran característicos no sólo de los


periodos biológicamente importantes de la vida —infancia, pubertad, meno­
pausia—, sino también para aquellos otros en los que los individuos dejaban
de estar en armonía con el conjunto de su personalidad, sin olvidar tampoco
los tiempos de crisis debidos a los acontecimientos históricos. En todos estos
casos se producían compensaciones que, según el caso, buscaban conseguir
una mejor adaptación del soñante a los cambios físicos, a las tendencias hacia
la autorrealización o al espíritu de la época.
Como indicábamos en el capítulo anterior, Jung contrapuso, al punto de
vista causal, el punto de vista prospectivo-constructivo, que permitía hallar nuevas
posibilidades de sentido. A partir del sueño, por ejemplo, este método permitía
tender “un puente hacia el futuro” a partir de los elementos.95 Coincidiendo
con A. Maeder veía en la orientación finalista del inconsciente onírico una
función que anticipaba futuras consecuciones, emprendía ejercicios prepara­
torios y bosquejaba futuras evoluciones.9697Pero, en cambio, advertía contra la
confusión de la función onírica prospectiva con la profética, es decir, contra
una actitud que creía ver en los sueños una especie de “psychopompos” (de
guía anímico) que “estaría en condiciones de dar a la vida una orientación
inequívoca a partir de un conocimiento superior”.

P or m á s q u e, d e un lad o, se haya su b valorad o la significación psicológica de los


su e ñ o s , su b siste un p elig ro n o m en o r, para q u ien se o cu p a mucho del análisis de
lo s su e ñ o s, d e so b ieva lo ru r el inconsciente en su im p o rta n cia p a r a la v id a re a l.91

En todo caso, como observó Jung, hay actitudes conscientes tan mal
adaptadas al conjunto de la personalidad, que la actitud inconsciente que
aparece en los sueños responde mejor al conjunto, y por ello consigue
m adurar posibilidades de sentido insospechadas. Como ejemplo recurrió, ya
en 1914, al sueño de Nabucodonosor, quien, en el punto culminante de su
poder, tuvo un sueño que anticipaba su caída.98

4 . S entido de los sueños e interpretación

En la interpretación del sentido de los sueños abrió Jung nuevas sendas que
se apartaban en gran medida del método freudiano. En cuanto hacía a los
94 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traum es” (Ges. Werke, VIII,
p. 285).
95 Véase “Der Inhalt der Psychose” (Gm. Werke, III, p. 204).
96 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traum es” (Ges. Werke, VIII,
p. 291).
97 Ibid, (la cursiva es mía).
98 Ibid., p. 286.
DEL SU E Ñ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 239

principios formales, por ejemplo, la técnica de interrogar al soñante o la


utilización de las ocurrencias espontáneas, siguió ateniéndose a las directrices
marcadas por Freud. Su aportación genuina sólo se puso de manifiesto
cuando se trataba del contenido de sentido de los sueños.
Lo que J u n g entendía por sentido de los sueños era esencialmente distinto
de lo que entendía Freud. Aun cuando ambos investigadores veían en los
sueños un sector del conjunto más amplio de la psique, y también ambos le
atribuían una estructura unitaria, entendían al sentido y significado de la
unidad onírica de m anera fundamentalmente distinta. Mientras que Freud
se guiaba por la idea del enchaînement y entendía los sueños como fragmentos
de un conjunto relacionado de recuerdos con determinación causal, Ju n g
reconocía en ellos partes del acontecer orientado hacia un fin que evidenciaba
imágenes, valores y símbolos arquetípicos. Los sueños no constituían a este respecto
ningún caso especial, sino que seguían sus propias leyes, al igual que las
fantasías, las visiones y los síntomas neuróticos. Del mismo modo que Jung,
a diferencia de Freud, no podía concebir las formaciones de la fantasía como
veladuras simbólicas de las pulsiones fundamentales, ni el síntoma neurótico
como satisfacción sustitutiva de alguna otra cosa (Freud), tampoco eran para
él los sueños, en modo alguno, un signo sintomático," sino una manifestación
creadora espontánea de las profundidades anímicas.
De ahí que también fueran una cosa distinta para ambos investigadores el
sentido y el encontrar sentido. Para Freud el sentido de los sueños equivalía
al conocimiento de sus causas, mientras que Jung veía en el sentido un valor de
significado resultante de la relación del sueño con el conjunto.
Si para Freud la búsqueda del sentido se agotaba en el descubrimiento de
vivencias reprimidas -aun cuando posteriormente tuviera también en cuenta
relaciones simbólicas perm anentes-, lo que a Jung le interesaba era laprofun-
dización del autoconocimiento y de la autocomprensión. Para ello se requerían tanto
la actitud presente de la conciencia como el esclarecimiento de las tendencias
evolutivas ocultas en el material onírico, o bien el esclarecimiento de lo que
en los sueños pugnaba por salir a la luz, moviéndolo e impulsándolo hacia
una formación creadora. Respecto a la búsqueda del sentido, lo que para él
tenía importancia eran, ante todo, las imágenes arquetípicos que, desde siempre,
expresaban la “sintonía del sujeto experimentado* con el objeto experimen­
tado”.100
En la medida en que los sueños consistían en una trama de relaciones
simbólicas que giraban en torno al núcleo del significado, se daba también su
sentido mediante la relación de este mícleo con las estructuras de significado supraor-
denadas en la psique, en la escala superior de la totalidad. Si el sentido
inmanente de los sueños se encuentra mediante el esclarecimiento de la
unidad de sentido que les sirve de base, el sentido trascendente de los mismos
" S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/III, p. 105).
* Probablemente haya una errata en cl original y debiera decir “sujeto que experim enta”
(erfahrenden Subjektes) en vez de “sujeto experim entado” (erfahrenen Subjektes). [T.]
100 C. G. Jung, “Analytische Psychologie und Weltanschauung”, 1927 (Ges. Werke, VIII,
P- 432).
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 241

líneas de vida individualmente trazadas,104 o de direcciones en el discurrir de la


libido que se indicaban, tanto mediante reacciones emocionales como mediante
transformaciones simbólicas. Para Jung constituyó una confirmación bien reci­
bida de su suposición previa el poder atestiguar en los años treinta, basándose
en series de sueños, es decir, en sueños sucesivos y relacionados entre sí, una
continuidad en el fluir de imágenes inconscientes, pues en el curso del desarrollo
onírico, los motivos dominantes y los fines imaginados permitían reconocer
un grado de continuidad que se acercara a la hipótesis de la existencia de un
arquetipo que sirviera de base. En 1937 encontramos la siguiente observa­
ción:

C u a n d o e llo m e es p o sib le, n u n ca in terp reto un su e ñ o p or sí m ism o . P or regla


g en era l, to d o s u e ñ o form a p arte d e u n a serie. D el m ism o m o d o q u e e x iste u n a
co n tin u id a d e n la co n cien cia , al m argen d el h ech o d e q u e su ela in te rru m p irse al
dorm ir, p r o b a b le m e n te hay tam b ién u n a co n tin u id a d de los procesos inconscientes,
an tes q u izá q u e e n los p ro ceso s d e la co n cien cia .105

Con ayuda de la serie onírica pudo Jung no sólo verificar la hipótesis de la


interpretación, eliminando determinados fallos106 y siguiendo la paulatina
cristalización de los motivos arquetípicos, sino que descubrió también otra
cosa: que en la psique inconsciente se perfilaba algo así como un proceso de
desarrollo de la personalidad.107 En relación con sus investigaciones en torno a
los símbolos oníricos del proceso de individuación, 108 que se extendían a veces a lo
largo de periodos de cierta amplitud, pudo comprobar que, por una parte,
los sueños compensaban la situación consciente en una forma que cada vez
resultaba independiente de las otras, mientras que, por otra parte, los
distintos actos compensatorios se desarrollaban de acuerdo con una regulari­
dad interna prefijada, con un orden interior.

A nte to d o se le a p a recen a u n o las com p en sacion es com o m o d o s d e eq u ilibrar las


situ a cio n es d e eq u ilib r io p ertu rb ad o por un ilateralid ad es o d esc o m p en sa cio n e s.
Pero m a y o r e x p e r ie n c ia y u n a com p ren sión m ás p rofu n d a p erm iten com p rob ar
có m o esto s actos d e co m p en sa ció n , al parecer d esligad os en tre sí, se o r d e n a n e n
una e sp e c ie d e p la n . A p a rece en tre ellos u n a serie d e relacion es co h e r e n te s y se
p resen ta n c o m o su b o rd in a d o s a u n fin com ú n en u n sen tid o m ás p r o fu n d o , d e
m o d o tal q u e la se rie o n írica ya n o tien e el aspecto d e u n en sa rta m ien to d e su cesos
ú n icos e in c o h e r e n te s, sin o d e u n p roceso d e o rd en ación o d e d esa rro llo q u e
discu rre d e a c u e r d o co n etap as q u e ob ed ecen a u n p lan. A este p roceso in co n scien te
que cob ra e x p r e s ió n esp o n tá n e a en el sim b olism o d e series d e su e ñ o s d e cierta
am p litu d , lo h e d e n o m in a d o proceso de in d ivid u a ció n .109

104 Ibid., p. 327.


105 C. G. Jung, Psychologie und Religion, 1940, p. 60 (Ges. Werke, XI, p. 34).
106 C. G. Jung, “Die praktische Verwendbarkeit der Traumanalyse” (Ges. Werke, XVI, p. 159).
107 C. G. Jung, “Vom Wesen der Träume” (Ges. Werke, VIII, p. 330). (La cursiva es mía.)
108 C. G. Jung! “Traumsymbole des Individuationsprozesses”, 1936 (Ges. Werke, XI).
109 C. G. Jung, “Vom Wesen der Träume” (Ges. Werke, VIII, p. 330).
242 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

Ju n g vio reforzada esta hipótesis por una nueva comprobación de la


máxima importancia: que el fondo onírico era capaz de desarrollar una
autonomía y una actividad que se manifestaba incluso en la conducción y
gobierno de determinados procesos.

...el in c o n sc ie n te [estaría] e n co n d icio n es, al igu al q u e la co n cien cia , d e asum ir la


d ir ecció n co n u n a o rien ta ció n finalista. D e a cu erd o co n lo cu al, los su e ñ o s tendrían,
e n u n ca so d a d o , el valor d e u n a id ea p o sitiv a m e n te d o m in a n te o d e un fin
im a g in a d o q u e resu ltarían su p erio res, e n cu a n to a im p o r ta n cia vital, que el
c o n te n id o d e la co n cien cia tal co m o m o m e n tá n e a m e n te se c o n ste la r a .110

Todo lo cual parecía poner de manifiesto en qué medida el método


hermenéutico resultaba ser un instrumento fructífero para el esclarecimiento,
no sólo de los motivos, tendencias y concepciones de la vida del soñante
insuficientemente percibidos hasta ese momento; no sólo de sus posibilidades
de desarrollo espontáneo, sino también de las relaciones simbólicas del
soñante con el conjunto de la psique.
En la medida en que las unidades psíquicas, los centros de significaciones,
estuvieran siempre unidos a tonos afectivos, también la tensión emocional de un
sueño suponía un indicador nada despreciable para orientarse entre la espe­
sura de los símbolos oníricos. A este respecto coincidía Jung con Freud, quien
ya en 1900 había hecho hincapié en que “la emoción tenía siempre razón”.111
Pero, de todos modos, Jung veía en la emoción menos un indicio para revelar
deseos reprimidos que un instrumento que permitía sondear las zonas aún
desconocidas del fondo del alma, las que no habían encontrado todavía
expresión ni articulación. La carga emocional poseía para él, en primer lugar,
el valor de un presentimiento y de la sensación oscura del núcleo del
significado. De ahí que también fuera para él una regla de oro, tanto el
preguntar al soñante acerca de sus reacciones sentimentales y emotivas como
preguntarse a sí mismo por la sensación que le producían y el valor que les
atribuía.

a) Interpretación de los sueños y situación de la conciencia

Como segunda etapa de la interpretación de los sueños, que seguía a la


elaboración del sentido onírico inmanente, consideró Jung el proceso sobre­
manera importante de poner en relación el sentido de un sueño con la situación de
conciencia del soñante, entendiendo por esta última tanto la actitud habitual del
soñante, sus convicciones, valores e intereses, como su nivel cultural, sus
conocimientos y sus cualidades humanas. Por ello, siempre hizo hincapié en
que no había que olvidar en la interpretación los valores vitales de la
110 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes" (Ges. Werke, VIII,
p. 290).
111 S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/III, p. 464).
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 243

personalidad consciente ni su nivel cultural. Una interpretación de los sueños


más o menos confiable exigía, tanto del soñante como del psicoterapeuta,
facultades nada despreciables.

Presupone una sensibilidad psicológica, una facultad combinatoria, una intuición


y un conocimiento del mundo y de los hombres, y sobre todo un saber específico,
tales que requieren tanto amplios conocimientos como una cierta intelligence du
cœur."2

Para confrontar el sentido del sueño con la situación consciente del soñante
era siempre orientadora la pregunta: ¡qué actitud consciente resulta compensada
por el sueño?"* Sin un conocimiento semejante de la situación consciente nunca
podía interpretarse el sueño con seguridad.112314 Pero como nunca podía darse
con seguridad y sin más la situación de la conciencia, tenía extraordinario
valor heurístico preguntar al soñante acerca de su situación psíquica actual.
Sobre todo los sueños que hacían referencia a los datos de la vida personal
exigían para su interpretación las asociaciones del soñante.
Según el material que apareciera constelado en el sueño, el intérprete se
limitaba a corregir la actitud consciente complementándola o añadiéndole
algo. Pero también podía ir más lejos y llamar la atención sobre tendencias
contrarias a las concepciones conscientes, sacando así a la luz situaciones de
conflicto. Podía asimismo centrar la indagación en los símbolos arquetípicos
que, por lo general, ofrecían una compensación a la conciencia procedente
de los estratos primitivos.
A diferencia del método reductor, que era para Freud el de uso normal,
Jung se limitaba a determinados casos en los que estaba indicado no sólo
obligar al soñante a retrotraerse a lo primitivo y elemental, sino también
hacerle recuperar la medida adecuada. Era recomendable para el psicotera­
peuta, en tales casos, llamar la atención del soñante sobre sus “ilusiones,
ficciones y exageraciones”, haciéndole comprender también, en caso necesa­
rio, su perseverancia en el infantilismo. En cambio, cuando se utilizaba el
método prospectivo-finalista, era esencial destacar las tendencias susceptibles
de desarrollo del soñante, completando así su actitud consciente. Y el método
hermenéutico tenía por último la finalidad de ampliar la actitud consciente
mediante la referencia retroactiva del yo a los valores que encerraban las
imágenes arcaicas y arquetípicas, a fin de reconciliar lo arcaico con la imagen
consciente del mundo.

112 C G lung, “Über das Wesen der Träume” (Ges. Werke, VIII, p. 327).
113 C. G. ju n g , “Die praktische Verwendbarkeit der Traumanalyse” (Ges. Werke, XVI, p. 164).
114 Ibid.
24 4 DEL SU EÑ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

b) Asimilación del sentido del sueño

Si para Freud el descubrimiento de los deseos y causas ocultos, así como las
sendas del pensamiento veladas a la conciencia, eran el fin, no sólo de la teoría
de la neurosis, sino también de la interpretación de los sueños, Ju n g veía el
objeto de la interpretación onírica, para el individuo, en la asimilación del
sentido inmanente del sueñon5 a la situación de la conciencia. Ésta representaba la
tercera etapa de la interpretación de los sueños. Mientras que Freud encon­
traba suficientes premisas para el acoplamiento de los contenidos inconscien­
tes en el contexto de las ideas conscientes, en la detección y elaboración de
las causas de los sueños, Jung no encontraba ni mucho menos que, con
descubrir el sentido del sueño, quedase garantizada su adecuada incorpora­
ción a la conciencia. Por el contrario: el soñante tenía que realizar aún una
proeza, consistente en conseguir la interpenetración recíproca de los contenidos
conscientes e inconscientes.»« Lo que con ello se proponía, como insistentemente
recalcó, no era ni una “valoración unilateral... [ni una] reinterpretación y
cambio de sentido de los contenidos inconscientes mediante la conciencia”.115*17
La asimilación era, antes bien, un acercamiento e igualamiento alternativos
de las valoraciones opuestas de consciente e inconsciente, con lo que podía
superarse una disociación de la personalidad todavía existente; se hacía
posible de nuevo el compartir parcialmente la vivencia del inconsciente;
podía, en fin, alcanzarse una mejor comprensión de sí mismo. En este proceso
era de fundamental importancia que no “se lesionaran o incluso se destruye­
ran valores auténticos de la personalidad consciente”,11819ya que toda com pen­
sación por parte del inconsciente sólo podía ser efectiva en unión de una
conciencia integral. Jung consideraba igualmente im portante que, tras ha­
berse percatado de los valores inconscientes, el soñante no volviera a repri­
mirlos -con lo que perdería la posibilidad de un ensanchamiento de la
conciencia- ni abandonara los valores anteriores, lo que equivaldría a la
disolución del sujeto en un caos de valores.
R e s p e c to a la a sim ila ció n n u n ca se p r o d u c e un esto-o-aqu ello, sin o q u e s ie m p r e se
tra ta d e u n esto -y-a q u e llo .n 9

Con una actitud del esto-y-aquello, el soñante podría, tal como argüía Jung,
alcanzar un punto de vista que conciliara los opuestos y que se acercara de
nuevo a su autonomía natural.
M e d ia n te la a sim ila ció n d e c o n te n id o s in c o n sc ie n te s, v o lv e m o s a a r m o n iz a r ... la
v id a c o n s c ie n te , q u e co n su m a facilid ad se ap arta d e la ley n a tu ra l, c o n ésta,
lle v a n d o a sí al p a c ie n te n u e v a m e n te a su a u to n o m ía n a tu r a l.120

115 Ibid., p. 161.


" * lb id .
1,7 Ibid.
118 Ibid., pp. 165 s.
1 1 9 p. 166.
120 Ibid., p. 170.
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 245

c) Interpretación en el nivel del sujeto y del objeto

La distinción establecida por Jung de una interpretación al nivel del sujeto y


otra al nivel del objeto procedía de una reflexión de tipo filosófico-psicológico.
Era resultado de la contraposición de una comprensión ingenua del mundo
con una comprensión crítica. Tal como dijo muchas veces, consideraba a H.
Silberer precursor de este modo de concebir la cuestión, pues iba unida a su
nombre la importante contraposición, en lo psíquico, de una categoría
material con otra funcional.121 Con la categoría material intentaba expresar
el contenido de una configuración marcadamente simbólica, mientras que
con la categoría funcional intentaba circunscribir los propios mecanismos
psíquicos,“los procesos del aparato psíquico mismo”.122 De este enfoque del
tema esperaba una comprensión más amplia, no sólo de los cuentos infantiles
y de los mitos, sino también de la imaginación individual y de los sueños.
Según esto, Silberer entendía, tanto los elementos oníricos como los símbolos
imaginativos, como manifestaciones de los sistemas y tendencias de la psique.
En su opinión, en imágenes de carácter místico podían comprobarse repre­
sentaciones de grupos de ideas y emociones separados, así como de fuerzas
instintivas inhibidas y reprimidas.
Creo que no erramos cuando vemos los comienzos de una interpretación
subjetiva de elementos oníricos, no en Silberer, sino en Freud, quien recono­
ció en la in te r p r e ta c ió n d e los su e ñ o s el hecho de la existencia de personificaciones
en el sueño de determinados rasgos del carácter del soñante. Y no me refiero
únicamente a las “personas colectivas”,123 sino, sobre todo, a las personifica­
ciones de determinadas características y “cursos de conflicto”124en las figuras
del héroe, el auxiliador, el enemigo, etc., figuras todas ellas que había
observado en las ensoñaciones diurnas y también en la novela psicológica.
También Rank, probablemente apoyándose en él, había indicado que, me­
diante la personificación de determinadas características se representan, en
última instancia, “trozos de la propia individualidad”.125
El método de interpretación subjetivo alcanzó un cierto punto culminante
en la contraposición de la interpretación en el nivel subjetivo u objetivo, tal
como lo había propuesto Jung. Mientras en la interpretación realizada en el
nivel objetivo concebía las distintas piezas oníricas como contenidos que
formaban parte del mundo, en la interpretación en el nivel subjetivo veía un
intento de entender las expresiones oníricas como “rasgos del soñante perso­
nificados”. Esta distinción se basaba, como es obvio, en la ponderación crítica
de si las partes del sueño formaban parte del mundo objetivo más bien que
del mundo subjetivo.
121 H. Silberer, “Phantasie und Mythos”, en Jahrbuch für psychoanalytische und psychopatologische
Forschungen, II, 1910, pp. 622.
122 Ibid., p. 547.
123 S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/III, p- 299).
124 S. Freud, “Der Dichter und das Phantasieren”, 1908 (Ges. Werke, VII, p. 221).
125 O. Rank, "Ein Traum, der sich selbst deutet”, en Jahrbuch für psychoanalytische und
psychopatologische Forschungen, II, 1910, pp. 526, 553.
246 D E L S U E Ñ O C O M O S ÍM B O L O AL S U E Ñ O C O M O E X P R E S IÓ N SIM B Ó LIC A

...a toda interpretación en la que las expresiones oníricas se consideran idénticas


a objetos reales la denomino interpretación en el nhvl objetivo. Frente a esta interpret
tadón tenemos otra que relariona todos los trozos del sueño, por ejemplo totlas las
personas que aparecen en el mismo, con el propio soñante. Este procedimiento se
llama interpretación en el nh'el subjeth'o.126

P a ra J u n g había de e n tra ñ a r ex trao rd in aria im portancia la distinción entre


u n a in terp re tació n en el nivel objetivo y u n a in terp retació n en el nivel
subjetivo. Si la aplicación de u n a interpretación en el nivel objetivo estaba
especialm ente indicada cuantío se tocaban conflictos relacionados con intere­
ses vitales y con relaciones externas tie im portancia vital,127 la interpretación
en el nivel subjetivo parecía recom endable p rincipalm ente en Unios aquellos
casos en los q u e se daba u n a excesiva valoración del objeto.128 Es decir: si se
d ab a u n a vinculación m uy fuerte con el exterior, surgía el peligro d e m enos­
cabo d e la concepción y la autoconciencia. Por ello, en la psicoterapia
resu ltab a a m e n u d o d e u n a im portancia vital, p ara el u lterio r desarrollo del
indiv id u o , el q u e se fuera capaz de percibir el instante en el que comenzaba
a perfilarse la separación tie la im agen interior respecto al objeto exterior.
T ales casos p o d ían observarse con relativa frecuencia en las situaciones de
transferencia, en las que a veces parecía recom endable, o incluso inevitable,
re tira r los contenidos oníricos de las proyecciones sobre el objeto real -el
m éd ico - qu e p u d ie ra n producirse en cada caso. M ediante la re tira d a de las
proyecciones, no sólo se deshacía la fijación concretista del individuo respecto
al objeto ex tern o, sino que se m anifestaba tam bién la realidad intrapsiquica
análoga al acontecer onírico. Por otra parte, tam bién p o d ían com probarse
situaciones d e escasa valoración del objeto, en las q ue podía resultar im por­
tan te el aferra m ie n to a la proyección sobre el m édico, sobre todo respecto a
la co ncentración en lo “más g ra n d e ” del individuo, o en la realización del sí
m ism o. En casos sem ejantes p arecía m uy útil e n te n d e r tam b ién las im áge­
n es oníricas com o partes del sujeto. Dicho de otro m odo: com o complejos
funcionales del inconsciente. El beneficio que el soñante extraía d e ellos era
eq u ivalente al reforzamiento del sujeto frente al mundo del objeto o, si se quiere, al
reforzamiento de la autoconciencia y de la conciencia de la responsabilidad del
individuo.

5 . P e r s p e c t iv a h is t ó r ic a d e l c o n c e p t o d e p r o y e c c ió n

La im p o rtan cia del concepto de proyección en la psicología del inconsciente


ju stifica u n a breve referencia a la historia de su surgim iento. J u n g lo tom ó de
F re u d , q u ien a su vez debía su hallazgo a la psiquiatría m eynertiana. T al com o
126 C. G. J u n g , D ie Psychologie d er unbew ußten Prozesse , 1917, p. 101 (Gm. W erke, V I I, p. 92).
127 C. G. J u n g , “A llg em ein e G esichtspu n k te zur P sych ologie d es T r a u m e s” (Gm. W erke, V III.
p. 3 0 4 ).
™ I b id .,p . 312.
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 247

ha demostrado M. Dorer,129 fue mérito de Meynert haber mostrado en su


fisiología del cerebro cómo los sistemas fibrinosos se componen de sistemas
asociativos, es decir: de las uniones entre las distintas partes de la corteza
cerebral, por una parte, y los sistemas de proyección por otra.130 Los sistemas
de proyección servían tanto para transmitir a la corteza los estímulos exterio­
res como para, a la inversa, establecer una conexión entre los centros subcor­
ticales y la médula espinal, y por tanto también con la periferia.
La primera mención que hace Freud de la teoría de la proyección de
Meynert aparece en su artículo sobre la afasia (1891).131A la pregunta que él
mismo se planteaba acerca de la forma en que se representaba el cuerpo en
la corteza cerebral -cuya conexión con la periferia, al igual que Meynert, la
atribuía a determinadas vías (sistemas de proyección)- contestó indicando la
existencia de un mecanismo de proyección.

Meynert d en o m in a “p royección” a esta representación, y algu n as d e sus ob serva­


ciones p erm iten sacar la conclusión d e que realm ente se p rod u ce u n a p royección ,
es decir, la rep resentación del cuerpo, punto por p u n to, en la corteza cereb ral.132

Y unos años más tarde (1896 y 1911), el concepto freudiano de proyección


sirvió a su vez para explicar la manía persecutoria de la paranoia. Para él, esta
manía tenía como resultado librarse de autorreproches reprimidos, echán­
doselos a otras personas. En 1916 trató por último de hacer extensivo el
alcance de este concepto a la vida psíquica normal, teniendo presente asimis­
mo este tipo de transferencia de procesos interiores (reprimidos). Incluso
llegó, a este respecto, a concebir los propios sueños como una proyección, es decir,
como la exteriorización de un proceso interior.133
También Jung vio inicialmente en el concepto de proyección este volcar al
exterior contenidos (personales) reprimidos. Pero abandonó tal hipótesis en
la medida en que comprobó, asimismo, la existencia en el inconsciente de
contenidos impersonales.134 Con el descubrimiento de las imágenes primigenias, de
los complejos autónomos y, sobre todo, de las ideas arquetípicas, evolucionófundamen­
talmente su concepto de la proyección, percatándose de que este último se refería
a todo aquello que formaba constelación pero que permanecía inconsciente para el
individuo. En consecuencia, el individuo, tal como recalcó Jung una y otra vez,
se encontraba en un estadopermanente deproyecciones, puesto que todos aquellos
contenidos del inconsciente que, como tales, no tenían acceso a la conciencia,
podían encontrarse siempre en el exterior.
La naturaleza, el objeto por antonom asia, refleja todo aquello que es co n ten id o d e
nuestro in con scien te y que, com o tal, no tiene acceso a la conciencia. M uchas
tonalidades d el placer y el displacer d e la percepción se las adscribim os sin m ás al
129 M. Dorer, Historische Grundlagen der Psychoanalyse, 1932.
130 Th. Meynert, Klinische Vorlesungen über Psychiatrie, 1890, p. 11.
131 S. Freud, Zur Auffassung der Aphasien, 1891.
132 Ibid., p. 49.
133 S. Freud, “Metapsychologische Ergänzung zur Traumlehre”, 1916 (Ges. Werke, X, p. 414).
134 C. G. Jung, Wandlungen und Symbole der Libido, p. 62.
248 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA

ob jeto, sin pararnos a pensar en qué m edida p od em os hacerle responsable de las


m ism a s.135

También vista desde la perspectiva del desarrollo, la proyección constituía


un problema complejo. Del mismo modo que las proyecciones actuales
podían anticipar conocimientos futuros, había que dar por supuesto que
muchos de los contenidos que se adscribían hoy a la psique personal se habían
encontrado en estado de proyección en los oscuros tiempos anteriores. Lo
más probable era que gran parte de los pensamientos e ideas que hoy mueven
a la psique, ponía de relieve Jung, aunque sólo en la etapa más avanzada, sólo
se experimentase en épocas anteriores en forma de proyección.
Quiero exponer aquí cuál fue el paso decisivo, aunque no se produjo hasta
el año 1956:
T o d o lo q u e hoy consideram os con ocim ien to y fruto d e la m en te hum ana, en
m ilen io s y siglos anteriores se proyectaba en las cosas. Y todavía hoy hay muchas
cabezas qu e p resu p on en validez universal en idiosincrasias in d ivid u ales.136

Si Freud había considerado posible, en principio, la disolución de las


proyecciones mediante la supresión de las inhibiciones, Jung se mostraba
mucho menos optimista. También él estaba convencido de que era posible
disolver las proyecciones, en la medida en que formaran parte del inconscien­
te personal. Pero, en cambio, en todos aquellos casos en los que se trataba de
proyecciones de contenidos impersonales, se le antojaba dudosa la recupera­
ción de lo proyectado. Dicho en términos muy generales: sólo podían recupe­
rarse aquellas proyecciones que caían dentro del ámbito de la conciencia. Por mor del
contexto quisiera incluir también aquí otra cita textual de 1956:
Sólo pueden recogerse proyecciones dentro del ámbito de la con cien cia. Allí d on d e
ésta no puede llegar, tampoco es posible realizar correcciones.137
Según lo cual, Jung consideraba que los contenidos que el individuo experimen­
taba como algo que se producía fuera de s í es decir, que formaban parte de lo
extrapsíquico, no podían ni conocerse ni disolverse.

135 C. G. Jung, Symbole der Wandlung, p. 186. Ya en Wandlungen und Symbole der Libido decía el
texto lo siguiente: “La proyección hacia lo ‘cósmico’ es el privilegio primitivo de la libido, pues se
introduce de manera natural en nuestras percepciones a través de las puertas de los sentidos, en
forma de tonos de placer y desgana o desagrado [Lust und Unlust] de las percepciones y que, como
es sabido, atribuimos sin más reflexión al objeto, inclinándonos, pese a todas las consideraciones
filosóficas, a buscar siempre sus causas en el objeto, cuando éste tiene desesperadamente poco
que ver con ello...”
136 C. G. Jung, Mysterium coniunctionis, II, 1956, p. 260 (Ges. Werke, XIV/2 p 260)
137 Ibid., p. 261 (Ges. Werke, XIV, II, 261).

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