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»7 Ibid; p. 166.
18 Ibid., p. 140.
19 Ibid., p. 556.
20 Ibid., p. 105.
21 En el lugar oportuno se hablará extensamente de la simbolización y de la formación de
símbolos.
224 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA
No entiendo por símbolo, ni mucho menos, una alegoría a un mero signo; sino,
antes bien, una imagen que sirva para caracterizar, de la mejor manera posible, la
naturaleza de espíritu, sólo oscuramente intuida. El símbolo no comprende ni
explica, sino que señala, por encima de sí mismo, un sentido todavía ultraterrenal,
inconcebible, oscuramente intuido, que no podría expresarse suficientemente en
ninguna palabra de nuestro actual lenguaje.44
Se adhería por ello a la opinión del Talmud, según el cual se concebían los
sueños de acuerdo con su propia interpretación.60 De aquellos mismos años,
1940/1941, procede la siguiente observación:
Los sueños son una materia tan difícil y enrevesada que no me atrevo a hacer
ninguna suposición sobre las tendencias al engaño que posiblemente posean. Los
sueños son un fenómeno natural y no hay ninguna razón aparente para dar por
sentado que constituyan una astuta invención cuya finalidad sea la de engañarnos.61
verdad interior tal como es; no porque yo la suponga así, ni porque yo desee qnc
sea así, sino tal como es.6263
sentan de modo manifiesto deseos cumplidos o temores. Pero, ¿qué otras muchas
cosas no se dan en ellos? Los sueños pueden ser también verdades implacables,
sentencias filosóficas, ilusiones, fantasías salvajes, recuerdos, planes, anticipaciones,
incluso visiones telepáticas, vivencias irracionales y Dios sabe qué más. Hay una
cosa que no debemos olvidar, a saber: casi la mitad de nuestra vida se desarrolla
en un estado más o menos inconsciente.67
67 C. G. Jung, “Die praktische Verwendbarkeit der Traum analyse” (Ges. Werke, XV I, p. 157).
68 S. Freud, Neue Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse (Ges. Werke, X I, p. 147).
69 C. G. Jung, “Allgem eine Gesichtspunkte zur Psychologie des T raum es” (G «. Welke, VIII,
pp. 276 ss.).
70 C. G. Jung, “Psychoanalysis”, 1913, en Collected Papers on Analytical Psychology, 1916, p. 222.
71 Ibid. “Según Freud, los sueños son en su esencia un velo sim bólico que cubre los deseos
reprimidos, que se hallan en conflicto con los ideales de la personalidad. Yo m e veo obligado a
contemplar la estructura onírica desde un punto de vista diferente. Para mí, los su eñ os son, en
primera instancia, retratos subliminales de la situación psicológica en la q u e se en cu en tra el
individuo en el estado de vigilia.”
72 C. G. Jung, “Allgem eine Gesichtspunkte zur Psychologie des T raum es”, ed ición au m en
tada de “T he Psychology o f Dreams” (Ges. Werke, VIII, p. 300).
DEL S U E Ñ O COM O SÍM BOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIM BÓ LICA 233
3. De la p r e s e r v a c ió n d e l s u e ñ o a la f u n c ió n c o m p e n s a t o r ia
a) Sueños y sueño
Puesto que los sueños proceden del sueño, llevan consigo todos los signos del
abaissement du niveau mental (Janet), es decir, de la reducida tensión energética:
discontinuidad lógica, carácter fragmentario, formación de analogías, asociaciones
superficiales de índole lingüística, fonética y plástica, contaminaciones, irraciona
lidad de la expresión, confusión, etcétera.73
[No hay que] pasar por alto el hecho de que precisamente son los sueños los que más
perturban el sueño, y que hay incluso sueños -pocos- cuya trama dramática se dirige
de manera lógica, diríamos, a una situación cargada al máximo de emotividad, y
que la generan en tal medida que la emoción despierta indefectiblemente al
soñante.74
nes intensas que pueden llegar incluso a abrirse paso hasta la conciencia, a
originar incitaciones a despertar. Pero hubiera estado en contradicción con
el conjunto del pensamiento junguiano, con la orientación finalista del
mismo, considerar tales fenómenos únicamente desde el punto de vista de su
carácter perturbador del sueño o incluso de su aspecto perjudicial para la
vida. A Jung se le antojaba sobremanera estrecha la concepción freudiana,
levantada sobre consideraciones de índole biológica.75 El enfoque biológico
sólo lo juzgaba adecuado cuando se daba en el durm iente una reducida
tensión energética. En tales casos, la función del fenómeno onírico podía
agotarse en lo biológico. Sin embargo, en opinión de Jung resultaba mucho más
interesante la evaloración psicológica. De esta manera le fue posible comprobar,
por ejemplo, que una represión de las emociones en los sueños, no sólo no
cumplía la finalidad biológica de la preservación del sueño -tal como había
supuesto Freud- sino que, por añadidura, podía eliminar efectos negativos e
inhibidores del desarrollo sobre la psique. Pero también se producía todo lo
contrario, a saber: Jung, a diferencia de Freud, pudo observar que el aumento
de intensidad de las emociones en los sueños podía representar también una fuente
de valores impulsores de la vida. Se iba convenciendo cada vez más de que uno
de los valores fundamentales del fenómeno onírico residía en inducir a una
orientación consciente, y que podían entenderse como invitación a reflexionar y a
enfrentarse con los contenidos todavía inconscientes.
En todo caso, había que distinguir las consecuencias del proceso onírico
como tal de los efectos psíquicos del contenido de los sueños. Tal como había
subrayado Maeder, el mero proceso del soñante podía ya influir de manera
benéfica en el hecho de dormir, concepción que Jung amplió al considerar
que la objetivación de las emociones en los símbolos oníricos, 77 es decir, su revesti
miento de sentido y contenido, hechos que iban unidos al hecho de soñar,
eran los que actuaban de manera estimulante sobre el desarrollo de la psique
del individuo.
75 Ibid.
76 Ibid.
77 Cf. los estudios experimentales sobre el valor de los sueños, em prendidos por T C Frey
conjuntamente con C. A. Meier. T. C. Frey, “Probleme der Traum deutung”, en Traum und Symbol,
DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 235
78 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes” (Ges. Werke, VIII,
p. 287).
79 S. Freud, Die Traumdeutung (Ges. Werke, II/III, p. 129).
80 S. Freud, "Die kulturelle Sexualmoral und die moderne Nervosität”, 1908 (Ges. Werke, VII,
p. 166).
81 A. Adler, Studien über die Minderwertigkeit von Organen, 1907.
82 C. G. Jung, Dementia praecox, pp. 171 s.
83 C. G. Jung, “Über die Bedeutung des Unbewußten in der Psychopathologie”, que
236 OKI. SUEÑO COMO SlMHOl O Al. SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA
En las p erso n as norm ales, la misión principal tlel inconsciente consiste en actuar
tie m an era com pensatoria y establecer un equilibrio. T a l a s las tendencias cons
cientes extrem as se ven suavizadas y m txleratlas p o r u n co n traim p u lso en el
inconsciente.*4
Esta concepción fue completada gracias al hecho, que Jung liegt» a conocer
aquel m ism o año, tic que ¡a f undón on inca representa un contrapeso de la situación
psicológica consciente
Los sueños se com portan de una m anera com pensatoria resp ecto a la situación tic
la conciencia en cada caso.86
constituyó ¡nicialmcntc una conferencia, en Collected Papers on Analytical Psychology n 286 (Os.
Werke, III, p. 234). **1
84 Ibid., |). 281 (Os. Werke, III, pp. 229 s.).
85 C. G. Jung, “The Psychology of Dreams”, 1914, en Collected Papen on Analytical Psychology,
por otra eran una respuesta equilibradora y dotada de sentido a los conven
cimientos y tendencias de la conciencia. Los elementos oníricos eran tanto
factores constitutivos del inconsciente como compensaciones de la situación momentá
nea de la conciencia que los “atraía y seleccionaba por ásociacíón”.89
hn la compensación reconoció Jung una regla fundamental de importancia
universal y que tenía validez para todas las formaciones psíquicas: la imagi
nación, las visiones, los sueños. La única excepción que concedía era la del
sueño traumático, que repetía siempre en la misma forma la situación
traumática de partida.
De un modo general, el proceso onírico contrarrestaba las situaciones de
perturbación del equilibrio, formando constelaciones que incluían no sólo lo
habitualmente inconsciente y reprimido, sino también lo en esencia aún no
sabido. Cuando se daba una adaptación relativamente buena del individuo
al mundo exterior, los sueños se limitaban a ser aportaciones complementa
rias a la actitud consciente. En cambio, en caso de una actitud unilateral de
la conciencia, la respuesta del sueño era también unilateral: se situaba en el
“lado opuesto”, lo que permitía poner en evidencia las situaciones de conflicto
latentes. La actividad reguladora de los sueños no discurría en modo alguno
paralela con las intenciones conscientes, sobre todo cuando estas últimas
“amenzaba[n] resultar peligros[as] para las necesidades vitales del indivi
duo”.90 En tales casos se presentaban, por el contrario, “sueños vividos, cuyo
contenido mostraba un fuerte contraste pero resultaba adecuadamente com
pensatorio”.91 Y a la vez, en aquellos casos en los que el episodio onírico se
acercaba más o menos al centro de la personalidad, “el sueño se conformaba
con variantes”.92 Si, por último, la actitud de la conciencia era adecuada para
el conjunto de la psique, “el sueño coincidía y subrayaba así la tendencia de
la misma, aunque sin perder por ello su autonomía”.93
Jung hizo especial hincapié en la compensación arquetípica o mitológica, que
tendía a establecer un equilibrio de las convicciones conscientes procedentes
de las capas profundas de la psique. También formaban parte de este tipo de
compensación las compensaciones religiosas que, pese a su alejamiento de la
conciencia, tenían a menudo una importancia decisiva para la forma en que
ulteriormente se configurase la vida del soñante.
89 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traumes” (Ges. Werke, VIII,
p. 283).
90 Ibid., p. 288.
91 Ibid.
92 C. G. Jung, Unveröffentlichtes Seminar über Kinderträume, I, 1938/1939. Así como “Vom
Wesen der Träum e”, 1945 (Ges. Werke, VIII, p. 328).
93 C. G. Jung, “Vom Wesen der Träume” (Ges. Werke, VIII, p. 328).
238 DEL SUEÑO COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA
En todo caso, como observó Jung, hay actitudes conscientes tan mal
adaptadas al conjunto de la personalidad, que la actitud inconsciente que
aparece en los sueños responde mejor al conjunto, y por ello consigue
m adurar posibilidades de sentido insospechadas. Como ejemplo recurrió, ya
en 1914, al sueño de Nabucodonosor, quien, en el punto culminante de su
poder, tuvo un sueño que anticipaba su caída.98
En la interpretación del sentido de los sueños abrió Jung nuevas sendas que
se apartaban en gran medida del método freudiano. En cuanto hacía a los
94 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traum es” (Ges. Werke, VIII,
p. 285).
95 Véase “Der Inhalt der Psychose” (Gm. Werke, III, p. 204).
96 C. G. Jung, “Allgemeine Gesichtspunkte zur Psychologie des Traum es” (Ges. Werke, VIII,
p. 291).
97 Ibid, (la cursiva es mía).
98 Ibid., p. 286.
DEL SU E Ñ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA 239
Para confrontar el sentido del sueño con la situación consciente del soñante
era siempre orientadora la pregunta: ¡qué actitud consciente resulta compensada
por el sueño?"* Sin un conocimiento semejante de la situación consciente nunca
podía interpretarse el sueño con seguridad.112314 Pero como nunca podía darse
con seguridad y sin más la situación de la conciencia, tenía extraordinario
valor heurístico preguntar al soñante acerca de su situación psíquica actual.
Sobre todo los sueños que hacían referencia a los datos de la vida personal
exigían para su interpretación las asociaciones del soñante.
Según el material que apareciera constelado en el sueño, el intérprete se
limitaba a corregir la actitud consciente complementándola o añadiéndole
algo. Pero también podía ir más lejos y llamar la atención sobre tendencias
contrarias a las concepciones conscientes, sacando así a la luz situaciones de
conflicto. Podía asimismo centrar la indagación en los símbolos arquetípicos
que, por lo general, ofrecían una compensación a la conciencia procedente
de los estratos primitivos.
A diferencia del método reductor, que era para Freud el de uso normal,
Jung se limitaba a determinados casos en los que estaba indicado no sólo
obligar al soñante a retrotraerse a lo primitivo y elemental, sino también
hacerle recuperar la medida adecuada. Era recomendable para el psicotera
peuta, en tales casos, llamar la atención del soñante sobre sus “ilusiones,
ficciones y exageraciones”, haciéndole comprender también, en caso necesa
rio, su perseverancia en el infantilismo. En cambio, cuando se utilizaba el
método prospectivo-finalista, era esencial destacar las tendencias susceptibles
de desarrollo del soñante, completando así su actitud consciente. Y el método
hermenéutico tenía por último la finalidad de ampliar la actitud consciente
mediante la referencia retroactiva del yo a los valores que encerraban las
imágenes arcaicas y arquetípicas, a fin de reconciliar lo arcaico con la imagen
consciente del mundo.
112 C G lung, “Über das Wesen der Träume” (Ges. Werke, VIII, p. 327).
113 C. G. ju n g , “Die praktische Verwendbarkeit der Traumanalyse” (Ges. Werke, XVI, p. 164).
114 Ibid.
24 4 DEL SU EÑ O COMO SÍMBOLO AL SUEÑO COMO EXPRESIÓN SIMBÓLICA
Si para Freud el descubrimiento de los deseos y causas ocultos, así como las
sendas del pensamiento veladas a la conciencia, eran el fin, no sólo de la teoría
de la neurosis, sino también de la interpretación de los sueños, Ju n g veía el
objeto de la interpretación onírica, para el individuo, en la asimilación del
sentido inmanente del sueñon5 a la situación de la conciencia. Ésta representaba la
tercera etapa de la interpretación de los sueños. Mientras que Freud encon
traba suficientes premisas para el acoplamiento de los contenidos inconscien
tes en el contexto de las ideas conscientes, en la detección y elaboración de
las causas de los sueños, Jung no encontraba ni mucho menos que, con
descubrir el sentido del sueño, quedase garantizada su adecuada incorpora
ción a la conciencia. Por el contrario: el soñante tenía que realizar aún una
proeza, consistente en conseguir la interpenetración recíproca de los contenidos
conscientes e inconscientes.»« Lo que con ello se proponía, como insistentemente
recalcó, no era ni una “valoración unilateral... [ni una] reinterpretación y
cambio de sentido de los contenidos inconscientes mediante la conciencia”.115*17
La asimilación era, antes bien, un acercamiento e igualamiento alternativos
de las valoraciones opuestas de consciente e inconsciente, con lo que podía
superarse una disociación de la personalidad todavía existente; se hacía
posible de nuevo el compartir parcialmente la vivencia del inconsciente;
podía, en fin, alcanzarse una mejor comprensión de sí mismo. En este proceso
era de fundamental importancia que no “se lesionaran o incluso se destruye
ran valores auténticos de la personalidad consciente”,11819ya que toda com pen
sación por parte del inconsciente sólo podía ser efectiva en unión de una
conciencia integral. Jung consideraba igualmente im portante que, tras ha
berse percatado de los valores inconscientes, el soñante no volviera a repri
mirlos -con lo que perdería la posibilidad de un ensanchamiento de la
conciencia- ni abandonara los valores anteriores, lo que equivaldría a la
disolución del sujeto en un caos de valores.
R e s p e c to a la a sim ila ció n n u n ca se p r o d u c e un esto-o-aqu ello, sin o q u e s ie m p r e se
tra ta d e u n esto -y-a q u e llo .n 9
Con una actitud del esto-y-aquello, el soñante podría, tal como argüía Jung,
alcanzar un punto de vista que conciliara los opuestos y que se acercara de
nuevo a su autonomía natural.
M e d ia n te la a sim ila ció n d e c o n te n id o s in c o n sc ie n te s, v o lv e m o s a a r m o n iz a r ... la
v id a c o n s c ie n te , q u e co n su m a facilid ad se ap arta d e la ley n a tu ra l, c o n ésta,
lle v a n d o a sí al p a c ie n te n u e v a m e n te a su a u to n o m ía n a tu r a l.120
5 . P e r s p e c t iv a h is t ó r ic a d e l c o n c e p t o d e p r o y e c c ió n
135 C. G. Jung, Symbole der Wandlung, p. 186. Ya en Wandlungen und Symbole der Libido decía el
texto lo siguiente: “La proyección hacia lo ‘cósmico’ es el privilegio primitivo de la libido, pues se
introduce de manera natural en nuestras percepciones a través de las puertas de los sentidos, en
forma de tonos de placer y desgana o desagrado [Lust und Unlust] de las percepciones y que, como
es sabido, atribuimos sin más reflexión al objeto, inclinándonos, pese a todas las consideraciones
filosóficas, a buscar siempre sus causas en el objeto, cuando éste tiene desesperadamente poco
que ver con ello...”
136 C. G. Jung, Mysterium coniunctionis, II, 1956, p. 260 (Ges. Werke, XIV/2 p 260)
137 Ibid., p. 261 (Ges. Werke, XIV, II, 261).