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“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORUPCION E IMPUNIDAD”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

CURSO: CRIMINOLOGIA
DOCTOR: JHONNY ALARCON AVELLANEDA
TEMA: SUEÑOS Y ENSUEÑOS
SEMESTRE: III

INTEGRANTES

ROJAS BAUTISTA JOVANA FIORELA


RAMIREZ PEÑA PRISCILA

1
INDICE

CARATULA…………………………….…………………………………1

INDICE…………………………..…………………….…………………..2

DEDICATORIA….………………………………………………………..4

INTRODUCCIÓN………………………………………………………...5

ENSUEÑOS…….……………………………………………………..….6

INTERPRETACIÓN DE SUEÑO……..………………………..….……7

TIPOS DE SUEÑO……………………………...……………………...11

PARALISIS DEL SUEÑO………………………………………………12

INCUBO Y SUCUBO……..…………………………..………….…….17

TRES INSTANCIAS PSIQUICAS ..…………………………………..24

EL NARCISMO….……………….………………………………….….27

TIPOS DE NARCISMO…………………………………..…………….33

MODELO DE NARCISMO…………………………………………..…40

2
LOS SUPUESTOS DE ACCION DE AUSENCIA………………...…46

CONCLUSION…………………………………………..………………48

BIBLIOGRAFIA…..…….…………………..………………...…………49

ANEXO……….……..……..……………………………………….……51

3
DEDICATORIA

ESTE PRESENTE TRABAJO ESTA DEDICADO PRIMERAMENTE A DIOS Y EN SEGUIDA AL


DOCTOR JHONY ALARCON. QUE HICIMOS CONJUNTAMENTE CON MI COMPAÑERA
INTERCAMBIANDO IDEAS Y AUN HACIENDO LA BÚSQUEDA MAS A FONDO DE CADA
PUNTO PARA TENER UN BUEN TRABAJO Y PUEDA SERVIR DE MUCHO PARA MIS
COMPAÑEROS.

4
INTRODUCCION

BUENO EN ESTA OPORTUNIDAD NOS TOCO A DESARROLLAR UN PUNTO QUE ES MUY


IMPORTANTE EN CUANTO A CONOCER MAS DE LA PARTE PSÍQUICA DE UN SER
HUMANO EN CUANTO A LOS SUEÑOS, ENSUEÑOS, SÚCUBO E INCUBO, PARÁLISIS DEL
SUEÑO, EL YO, EL ELLO, EL SÚPER YO, ENTRE OTRAS

CON UN FIN DE DAR A CONOCER MAS DETALLADO YA EN LOS TEMAS MENCIONADOS


QUIZÁ YA TENEMOS IDEA DE QUE SIGNIFICA CADA PUNTO MENCIONADO PERO AQUÍ
LE DETALLAREMOS AUN MAS. POR EJEMPLO CUANDO HABLAMOS DEL ELLO EL YO Y
EL SUPER YO.

HABLAMOS DE UN ANTES UN PRESENTE Y UN DESPUES. ESPERO PUES LES SIRVA DE


MUCHA AYUDA ESTA INFORMACIÓN QUE SE ORGANIZO Y SE REALIZO JUNTAMENTE
CON MI COMPAÑERA ESPERAMOS PUES SEA DE SU AGRADO.

5
Ensueño
El término ensueño describe el proceso de soñar, aunque suele utilizarse más
frecuentemente, en lenguaje coloquial, el término sueño. Los sueños son
manifestaciones mentales de imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones
en un individuo durmiente, y normalmente relacionadas con la realidad. Para la
psicología, los sueños son estímulos esencialmente anímicos que representan
manifestaciones de fuerzas psíquicas que durante la vigilia se hallan impedidas
de desplegarse libremente. Soñar es un proceso mental involuntario en el que
se produce una reelaboración de la información almacenada en la memoria,
generalmente relacionada con experiencias vividas por el soñante el día
anterior. Los recuerdos que se mantienen al despertar pueden ser simples (una
imagen, un sonido, una idea, etcétera) o muy elaborados. Los sueños más
elaborados contienen escenas, personajes, escenarios y objetos. Se ha
comprobado que puede haber sueños en cualquiera de las fases del dormir
humano. Sin embargo, se recuerdan más sueños y ellos son más elaborados
en la llamada fase movimiento ocular rápido (MOR) y REM por sus siglas en
inglés (rapid eye movement) que tiene lugar en el último tramo del ciclo del
sueño.

El acto de soñar no solamente ha sido confirmado en el Homo sapiens. Otros


animales también pasan por la fase de sueño REM. Parece que los mamíferos
son los animales con mayor probabilidad de soñar debido a su ciclo del sueño
similar al humano. El animal que más tiempo pasa en fase de sueño REM es el
armadillo.

El adjetivo correspondiente a ensueño-sueño es onírico (del griego ónar,


"ensueño"). Por analogía con el ensueño -que cumple a menudo fantasías del
durmiente- se llama también «sueño» a cualquier anhelo o ilusión que moviliza
a una persona. La disciplina encargada del estudio científico de los sueños se
conoce como onirología. Según las afirmaciones de la parapsicología, si el
sueño anticipara eventos futuros o exhibiera eventos pasados desconocidos se
podría hablar de una premonición.

6
Interpretación de los sueños

En muchas culturas se atribuye un valor profético al sueño, concebido como un


mensaje cifrado de origen divino que es necesario desentrañar. Esta creencia
se encuentra, por ejemplo, en la Biblia (donde José interpreta los sueños del
Faraón: Génesis 41:1-36). En Grecia la oniromancia fue una actividad habitual:
aún hoy se conserva un manual de interpretación de sueños, el de Artemidoro,
del siglo II d. C. Sin embargo, uno de los filósofos de la Grecia antigua,
Heráclito (h.540-h. 480 a.C), sostuvo hacia el 480 a. C. que los sueños no
tienen significado alguno fuera de los pensamientos de la persona que los
evoca. En este sentido, Heráclito se anticipó por muchos años al pensamiento
científico que intenta explicar en qué consiste el proceso del sueño en los
organismos humanos y animales.

A principios del siglo XX, Sigmund Freud retoma la cuestión desde una
perspectiva racionalista con su obra La interpretación de los sueños (1900).
Esta obra se convirtió en uno de los libros más influyentes del siglo XX. Al
principio tropezó con una enconada resistencia, pues el psicoanálisis
representaba un enorme reto para la tradición occidental. Los trabajos de Freud
llamaban la atención sobre las zonas marginales del ser humano: la
irracionalidad y el sexo. Freud muestra que el inconsciente (y no la conciencia)
es la parte de nuestra psique que ordena todo nuestro pensar y sentir. Según
sus palabras: "El yo no es el señor de su propia casa". El análisis de los sueños
es para él la vía regia de acceso al inconsciente. Los psicoanalistas
posteriores, ortodoxos o no, persisten en este posicionamiento.

Para el psicoanálisis es importante distinguir en los sueños el contenido


manifiesto y el contenido latente.

El contenido manifiesto de los sueños es la historia o sucesos tal como el


soñante los vive, es un material elaborado a partir de las experiencias
cotidianas y los deseos reprimidos mediante los distintos procesos de

7
elaboración onírica. El contenido manifiesto no se encuentra en el nivel del
significado, sino del símbolo.

El contenido latente es el significado verdadero del sueño, el psicoanalista se


esfuerza por interpretar el contenido manifiesto del sueño que el paciente le
relata, para revelar el contenido latente, su significado.

Carl Gustav Jung, discípulo heterodoxo de Freud, sostenía que los sueños eran
un órgano de información y de control.Los símbolos oníricos son, según este
autor, transmisores de mensajes instintivos a las partes racionales de la mente
del ser humano, y resulta necesario interpretarlos para comprender el lenguaje
de los instintos.4 Jung no creía,

Como sí lo hacía Freud, que los sueños fueran un ropaje que oculta otra cosa.
Los sueños eran para Jung información y comunicación de ideas expresadas
dentro de los límites de un medio. Tras estudiar unos ochenta mil sueños, llegó
a la conclusión de que estos son relativos a la vida del observador. Este
organiza sus imágenes oníricas en un centro llamado sí mismo, el cual tiene la
función de ordenar y legislar toda la vida psíquica, ora consciente ora
inconsciente, a través de numerosos sueños que tienen lugar en la vida de la
persona. Jung interpretaba, pues, el sueño como único y relativo al soñador.
Para comprenderlo, debía examinarse el cuadro onírico como meollo del
estudio y el análisis. [Cita requerida]

Existen también técnicas de análisis cuantitativo de los sueños. La más


utilizada es la creada por Hall y Van de Castle en 1966.5 Es una técnica que se
utiliza en la investigación de los sueños y permite comparar los sueños de
distintos grupos de personas o la evolución de los sueños de una persona. La
utilización de esta metodología ha permitido verificar que no hay diferencias
muy notables entre los sueños de personas pertenecientes a distintas culturas.
Mediante otra técnica de análisis cuantitativo se ha verificado que cuando
aumenta la ansiedad de la persona que duerme aparecen en el sueño
determinados personajes característicos.6 Además de la persona que sueña,
estos personajes son los agresores psíquicos, el personaje auxiliar, los
agresores físicos, espectadores y víctimas. Los agresores psíquicos utilizan el
lenguaje verbal o los gestos para intimidar, por ejemplo un profesor que no

8
permite al soñante hacer un examen por no estar en la lista. Los personajes
auxiliares tienen la función de ayudar al soñante cuando algo negativo ocurre
en el sueño. Por otra parte, los agresores físicos pueden ser personas o
animales.

Desde una perspectiva distinta a la terapéutica, el surrealismo preconiza


también la observación de los sueños. Las revistas del movimiento ponen de
moda la anotación de las fantasías nocturnas. En su obra Los vasos
comunicantes (1932), André Breton expone su visión del fenómeno y, al mismo
tiempo que reconoce la aportación de Freud, polemiza con él por encontrarla
insuficiente. Soñar con jirafas puede tener diferentes significados,
especialmente después de encontrar símbolos de este animal en diferentes
culturas, se asociaba dicho suceso a la concurrencia de diversos sucesos
negativos en la vida de esa persona, tales como enfermedades sin importancia,
alteraciones sexuales en el género y sobre todo un tiempo indefinido de mala
suerte.

Función psicológica y biológica de los sueños

El modelo de sistema nervioso que formuló Sigmund Freud está plasmado en


su artículo «Proyecto para una psicología científica», de 1895, aunque
publicado en 1954. Es un aspecto relevante que un artículo tan importante para
una teoría sobre el entendimiento humano no haya sido publicado en los
albores mismos de las hipótesis freudianas.

Freud suscribía la creencia de que el cerebro puede explicarse a partir, pero no


solo a partir de su estructura física, por lo que manifestaba, contrariamente a
como suele creerse, una postura propensa al fisicalismo. Característicamente,
las hipótesis de Freud tras la interpretación de los sueños se infieren de estos
supuestos. Consideraba a las neuronas unidades diferenciadas que, cuales

9
recipientes de descarga de energía provenientes del sistema nervioso,
propiciaban los impulsos y deseos descargados mediante una realización
consciente. Conjeturó, entonces, que aquellos impulsos no descargados
adecuadamente, eran sobrellevados inconscientemente en los sueños.

Las ciencias cognitivas y la moderna neurociencia niegan que este modelo


tenga validez empírica. En particular, los psiquiatras Allan Hobson y Robert
McCarley, a partir de las evidencias fisiológicas a disposición de la
investigación, propusieron una teoría racionalmente plausible. El cerebro,
sostienen ambos científicos, es un generador de estados oníricos. Cuando se
activan regiones implicadas en los sueños, se desencadena información que el
cerebro trata de ordenar a través de un proceso fisiológico. La región implicada
es el pontino. Cuando una persona sueña, células nerviosas del bulbo raquídeo
llamadas pons son cuarenta veces más activas. Se propone que son las
responsables de iniciar el conocido MOR (Movimiento Ocular Rápido) o REM
(en inglés) y las imágenes oníricas (a través de la activación de los centros
visuales del cerebro).

Al estar despierta una persona, los movimientos que efectúan los ojos están a
merced de centros más evolucionados que los pons. Cuando se realiza un
movimiento con el ojo, el cerebro es receptor de mensajes que tienen la función
de controlar la percepción. Bajo el sueño, las células nerviosas del pontino
transmiten información sobre los movimientos oculares hasta los centros
principales del cerebro. Ahora bien, dicha información consistiría, en ocasiones,
en una llana incoherencia para el sistema cerebral que, en una persona
despierta, comienza el movimiento de los ojos. Consiguientemente, se concibe
al sueño como una forma de ordenar información, como una función biológica
que intenta otorgar sentido a esa fuente de información incoherente. El absurdo
de los sueños, teorizan ambos psiquiatras, es la falla del cerebro por integrar
adecuadamente su propia información. El cerebro, tras recibir la información
proveniente de los ojos en el MOR, intenta compararla con la fuente de datos
disponibles en la memoria a corto plazo. Está confirmado por grandes
especialistas.Aunque tal teoría puede encajar con el conocimiento actual al

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respecto, una gran parte de la comunidad científica niega su existencia dado
que no solo deja muchos cabos sueltos al respecto si no que también evita
cuestionarse cualquier necesidad de los sueños.

TIPOS DE SUEÑOS

Sueños residuales: Son aquellos cuyo contenido posee distintos elementos del
mundo real que sucedieron durante el día.

Pesadillas: Una pesadilla tiene contenido atemorizante y/o emocional. Se


tiende a despertar lleno de miedo en medio de una pesadilla, y esta sensación
puede tener un impacto muy grande sobre el ánimo durante el resto del día.
Las pesadillas pueden originarse en traumas o abandono durante la niñez. En
general, las razones por las cuales se tienen malos sueños pueden ser: estrés,
traumas, miedos, inseguridades, insatisfacciones, y problemas de salud o de
relación.

Sueños curativos: La terapia de los sueños es cada vez más popular,


especialmente entre las víctimas de estrés pos-traumático que sufren de
recurrentes pesadillas. Estas pueden usar los sueños lúcidos – sueños en los
que somos conscientes del hecho de que estamos soñando – para “controlar”
sus sueños y cambiar su naturaleza negativa. Esta terapia ha sido usada con
víctimas de violación o asalto sexual, quienes pudieron mejorar sus vidas
diarias y nocturnas ensayando sus sueños para hacerlos cada vez más
agradables.

Sueños premonitorios: Hay numerosos ejemplos de sueños que parecieron


predecir eventos futuros. Algunos lo hicieron por pura coincidencia, memoria
defectuosa o una voluntad inconsciente de atar los cabos sueltos de datos
conocidos. Se han realizado estudios de laboratorio sobre sueños

11
premonitorios, clarividentes y telepáticos, que no han obtenido resultados
sólidos por lo que se considera una creencia pseudocientífica.

Parálisis del sueño

La parálisis del sueño es una incapacidad transitoria para realizar cualquier tipo
de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre
el estado de sueño y el de vigilia.1 Puede ocurrir en el momento de comenzar a
dormir o en el de despertarse y suele acompañarse de una sensación de gran
angustia.2345 Su duración suele ser corta, generalmente entre uno y tres
minutos, tras los cuales la parálisis cede espontáneamente. Durante el
episodio, la persona está totalmente consciente, con capacidad auditiva y táctil,
pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad.
Sin embargo, no existe peligro alguno para la vida, pues los músculos
respiratorios siguen funcionando automáticamente.6 Este trastorno está
recogido en clasificación internacional de los trastornos del sueño dentro del
grupo de las parasomnias. Está causado por una disociación entre los
mecanismos que provocan la relajación muscular en el sueño de movimientos
oculares rápidos (sueño MOR) y aquellos que mantienen el estado de alerta.

TIPOS DE EXPERIENCIA

Los episodios de parálisis de sueño suelen acompañarse de diferentes


sensaciones ilusorias y alucinaciones auditivas, tactiles o visuales. Por ello
muchos sujetos experimentan el fenómeno con angustia y miedo. Las
principales sensaciones son las siguientes:

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Alucinaciones táctiles:

Son comunes, incluyen la sensación de que el colchón se hunde, que alguien


se sienta, que le retira las sábanas o que la agarra de las manos.

Alucinaciones visuales:

más o menos vívidas, inconstantes, vagas e indefinidas, cercanas a la


pseudoalucinación; el estímulo externo percibido se reconoce como real. En el
caso de la presencia, esta queda fuera de la vista, o en la periferia del campo
de visión, o camuflada entre las sombras de la habitación; en algunos casos se
relatan imágenes detalladas de objetos y seres vivos. Un tercio de los
afectados percibe imágenes vagas e indefinidas, otros ven formas más
concretas, en muchos casos se percibe la proximidad de familiares cercanos o
personas allegadas.

Alucinaciones auditivas:

al igual que en las visuales, se tiene la convicción de que los sonidos son
reales y que provienen del exterior más que de su mente. Son sonidos
diversos, muchas veces mecánico e intensos, como zumbidos, silbidos o
chillidos.17 En otros casos son sonidos identificables concretos como timbres
de teléfono, sirenas, herramientas, motor eléctrico, golpes de puerta, arrastrar
de muebles, vidrios o vajilla que se rompe, música extraña, sonido de radio con
ruido blanco o que recibe varias estaciones, sonidos de viento, rugido de olas
del mar, etc.; las voces humanas son el sonido más frecuente en un 37% de los
casos, en forma de griterío o leves susurros, sin mensaje identificable ni claro.

Sensación de presencia:

sensación de una o varias presencias en la casa a las que se considera como


«intrusos». Es una impresión neutra acompañada de aprehensión y temor. Se
presupone la presencia sin necesidad de corroborarlo sensorialmente. La mitad
de las personas relatan que saben que son observados fijamente, pero no
saben identificar desde dónde. Esta presencia puede percibirse como
amenazante: los encuestados interpretan que la naturaleza de la presencia y el
ambiente que la rodea es peligrosa. En ocasiones se acompaña de un fuerte

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sentimiento de terror, peligro y urgencia; necesitan despertarse lo más pronto
posible.

Sensación de pánico que puede manifestarse como sensaciones de presión en


el pecho, dificultad para respirar, estrechez alrededor del cuello como si fuera
estrangulado, y sensaciones de sofocación y asfixia. El estado de sofocación
produce gran angustia, pánico y temor de morir asfixiado.161819
Coloquialmente en algunos lugares, la gente llama a esta alteración como
«subida del muerto»

Tratamiento

El principal método de tratamiento es la adopción de unos hábitos de sueño


adecuados, lo cual incluye acostarse y levantarse según un horario lo más
regular posible, pasar en la cama el número de horas adecuado, evitar las
siestas prolongadas durante el día y no acumular privación de sueño. Es muy
importante informar a la persona afectada de la benignidad del fenómeno, los
factores que predisponen a su aparición y la falta de relación con fantasmas o
seres de ultratumba, pues estas creencias folclóricas aumentan la angustia del
individuo afectado. No se han realizado ensayos clínicos con fármacos, pero en
algunos casos se han utilizado los inhibidores de la recaptación de serotonina
por su capacidad para suprimir la fase MOR del sueño.8

Para poder moverse, se recomienda relajarse y no perder la calma, ya que se


trata de un proceso temporal, en el que en realidad no corremos ningún peligro.
Dado que la respiración se produce automáticamente, la persona solo necesita
percibir que está respirando con normalidad para entender que se encuentra en
una fase temporal de parálisis del sueño. Puede ser útil intentar mover zonas
del cuerpo lentamente, como las piernas, manos o brazos; también abrir los
ojos. Tras vencer el episodio de parálisis, es conveniente levantarse de la cama
y procurar estar despierto unos minutos, antes de volver a acostarse, para
evitar que aparezca de nuevo el episodio.21

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Otras terapias que se ha utilizado la terapia cognitivo-conductual y la
meditación-relajación o terapia MR que se basa en cuatro pasos: revaluación
del significado del ataque (revaluación cognitiva), distanciamiento psicológico y
emocional, meditación interna focalizada en la atención y relajación muscular.
Hay informes de casos preliminares apoyando este tratamiento que se apoya
en teorías del neurólogo hindú S. Ramachandran.

Diagnóstico diferencial

La parálisis del sueño debe distinguirse de otros procesos que pueden dar
síntomas parecidos. Entre ellos los siguientes:

Terrores nocturnos. Trastorno de estrés postraumático. Ataques de pánico


nocturnos.

Trastorno por sueño angustioso. También llamado en la terminología médica


trastorno por pesadillas, se caracteriza por despertares frecuentes en los que
se recuerda con gran viveza los sueños que suelen tener un contenido
terrorífico o amenazante. La persona una vez despierta recupera la tranquilidad
pero recuerda perfectamente la pesadilla que ha sufrido.

Características cualitativas de la experiencia

La parálisis de los músculos voluntarios se asocia a un tipo especial de


alucinaciones que reciben el nombre de alucinaciones hipnagógicas y pueden
ser visuales, auditivas o táctiles. Se manifiestan viendo u oyendo objetos
inexistentes o creyendo que una persona cercana se encuentra en las
proximidades. Las alucinaciones hipnagógicas provoca en muchas ocasiones
sensación de miedo o temor, especialmente cuando el sujeto experimenta el

15
primer episodio. El fenómeno de angustia aumenta cuando el entorno cultural
facilita explicaciones fantásticas, sobrenaturales o paranormales que no tienen
ningún fundamento científico, son muy diversas en las diferentes partes del
mundo y están influenciadas por la época y las tradiciones de cada región. De
tal forma que en muchos países existen interpretaciones discordantes y
supersticiosas para explicar el fenómeno. 6 A partir de los relatos de las
experiencias de los encuestados se ha descrito la sensación de una presencia,
la sensación de ser tocado en alguna parte del cuerpo, por ejemplo los brazos
o las piernas, con sensación de dificultad para respirar, pensamientos de
muerte y experiencias de movimiento ilusorio que incluyen sensaciones de
movimiento inexistente, por ejemplo caer o flotar.

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ÍNCUBOS Y SÚCUBOS

DEMONIOS SÚCUBOS

Estos demonios poseen siempre el aspecto de una mujer de belleza


extraordinaria, piel perfecta y cabello oscuro o rojizo. Posiblemente, el mismo
aspecto de Lilith, Reina de la Oscuridad y la Noche, de quien se cree que
descienden todos los demás súcubos.

Se esconden tras esta atractiva fachada para conseguir atraer y tentar a los
mortales que se cruzan en su camino. Su única misión es atraer primero para
atormentar después.

Sus movimientos son ágiles y precisos. Su forma de caminar es muy seductora


y cuentan con una gran presencia y carisma. Ese tipo de carisma que fascina y
casi deja hipnotizado a su interlocutor, aunque un espectador avispado podría
saber que se trata de un demonio por ese destello en su mirada de oscuro y
enfermizo deseo.

Hablan varios idiomas, por lo que no tienen problemas para entablar


conversaciones y establecer nuevas relaciones sociales. Podrían considerarse
la compañía ideal si no fuese porque, en ocasiones, se dejan llevar y sacan su
lado más lascivo.

Los demonios súcubos no necesitan mostrarse agresivos y, además, rehúyen


los conflictos. Prefieren usar su capacidad de persuasión y don de gentes para
conseguir sus propósitos. Además, en caso de necesidad, no dudarán en

17
adoptar el papel de víctima o de damisela en apuros. Incluso pueden enredar y
poner a unos en contra de otros por simple diversión.

Una vez tienen elegido al mortal procuran alejarse con él de la multitud, y


entonces usan su capacidad de sugestión, muy parecida a la de los vampiros,
para hacerle creer prácticamente cualquier cosa que deseen. Cuando la
víctima entra en ese estado hipnótico pasa a ser atacada por el súcubo, que
consume la energía de la víctima mientras mantienen relacione Estos
demonios se nutren de la energía vital del mortal, energía que también les
permite mantener ese aspecto joven y encantador.

Tras el estado de inconsciencia, las víctimas pasan a un sueño profundo del


que suelen despertar agotadas, deprimidas y con la sensación de haber vivido
una horrible pesadilla, aunque si el súcubo se excede extrayendo energía es
posible que no consigan despertar y acaben muriendo.

Algo que divierte mucho a estos demonios súcubos es atacar a hombres


virtuosos o que han hecho voto de castidad. Les encanta atormentarlos al
despertar del sueño con recuerdos de orgías y perversiones que los hacen
sentir muy avergonzados.

Aunque no es habitual, en ciertas ocasiones los súcubos muestran su


verdadero aspecto mientras mantienen relaciones con sus víctimas. Los ojos
de serpiente, los colmillos, las alas de murciélago y la cola son un “extra” de
martirio del que disfrutan cuando su víctima no les gusta especialmente.s
sexuales.

DEMONIOS ÍNCUBOS

El demonio íncubo es la contrapartida masculina del súcubo. Un hombre joven,


muy atractivo y fuerte que seduce y atrae generalmente a mujeres, a las que
atormenta de la misma manera que suelen hacerlo los súcubos.

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Existe la teoría de que estos demonios son descendientes de ángeles caídos
que han degenerado en succionadores energéticos. Aunque también se dice
que, en realidad, los íncubos y los súcubos son el mismo tipo de demonio, que
adopta la forma de hombre o mujer según los gustos de su víctima.

Suelen acercarse a todo tipo de mujeres; mayores o jóvenes, casadas, solteras


o viudas, aunque comparten con los súcubos su debilidad por las mujeres
religiosas y de férrea moral, sobre todo las novicias. Disfrutan sabiendo el dolor
y la vergüenza que causarán a sus víctimas al despertar de su espantoso
sueño.

Muchas de estas mujeres pueden incluso quedar embarazadas. Cuando esto


ocurre existe la posibilidad de que el bebé nacido sea un engendro a
disposición de las fuerzas del mal, o un poderoso humano mágico que se
decline por hacer el bien. Un ejemplo de este último caso es el del mago
Merlín, de quien se cuenta que nació de la oscura seducción de un íncubo a
una monja.

ENCANTAMIENTOS DE CAMA

Los súcubos e íncubos tienen la capacidad de realizar un encantamiento al


lugar donde se produce el ataque sexual, generalmente, la cama de la víctima,
de manera que cada vez que ésta descansa sobre dicha cama se drena parte
de su energía, que pasa directamente al demonio aunque esté lejos del lugar.

Este poderoso hechizo puede acabar con la vida del mortal mientras que hace
más fuerte al demonio. Así, cuantas más víctimas consiga, más poderoso se
vuelve.

Íncubo (del latín Incubus, in, ‘sobre’ y cubare, ‘yacer’, ‘acostarse’) es un


demonio, en la creencia y mitología popular europea de la Edad Media que se
supone se posa encima de la víctima femenina durmiente, para tener
relaciones sexuales con quien duerme, de acuerdo con una amplia cantidad de
tradiciones mitológicas y legendarias. Su contraparte femenina se llama
súcubo. Un íncubo puede buscar tener relaciones sexuales con una mujer para
convertirse en el padre de un niño, como en la leyenda de Merlín.1 Algunas
fuentes indican que puede ser identificado por su antinatural frío pene.2 La

19
tradición religiosa sostiene que tener relaciones sexuales con un íncubo o
súcubo puede provocar un deterioro en la salud, o incluso hasta la muerte.3
Las víctimas viven la experiencia como un sueño sin poder despertar de éste.

Mito

Si una mujer queda embarazada, dará a luz una persona de fácil control por
parte del mal, o con habilidades especiales (como el mago Merlín, hijo de un
íncubo y de una prostituta, según una de las tantas versiones de su nacimiento.
Otra versión de la conocida leyenda dice que la madre era una monja seducida
por el demonio. Otra de las versiones sostiene que la madre era una célibe hija
y heredera de un rey menor de Gales del Sur). El íncubo succiona la energía
corporal de la persona en el momento de la copulación; de esta manera, vive o
se hace más fuerte.

En casos extremos, de acuerdo con quienes los estudian, puede llegar a darle
un paro al corazón de la víctima e incluso matarla por la succión energética
ocasionada, dejando a la víctima débil. El único caso "catalogado" de íncubo
todavía en el siglo pasado, es el de un joven de 22 años, nacido en torno a
1880, considerado tal por su apariencia y el número de asesinatos cometido
contra mujeres de su región. Todos lo describieron igual: ojos color miel, el ojo
izquierdo en el infierno, cuerpo seductor, una sonrisa hermosa y en la mano
derecha una pulsera de acero, que lo ata al mundo mortal para poder seguir
apoderándose de más víctimas.

Variación regional del íncubo

Se le conoce por diferentes nombres alrededor del mundo de acuerdo con el


folclor popular regional.

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En Bolivia es conocido como La Sajra, con apariencia de gato. Aunque no
copula, mientras la mujer duerme, sube desde los pies y se posa sobre el
pecho de la víctima impidiendo su movimiento. Si tiene éxito, esta muere; si no,
enferma.

En Brasil es conocido como Boto, porque se dice que el delfín rosado de río en
las noches de luna llena se transforma en un joven y bello, con traje y zapatos
blancos y su característico sombrero blanco con que busca tapar el agujero
que no pierde en lo alto de su cabeza. Se acerca a fiestas y bailes para seducir
muchachas.

En la provincia chilena de Chiloé es conocido también como el Trauco,


representado como un enano que seduce a las jóvenes en pubertad. Al igual
que el boto brasileño, algunas veces el trauco es usado para explicar
embarazos no deseados o súbitos, especialmente en las mujeres no casadas.
Por otro lado, su contraparte femenina se conoce con el nombre de Fiura.

En Colombia se le llama "El mohán", y lo describen como de corta estatura y de


cabello largo. Seduce a las mujeres de ojos grandes y pelo largo mientras se
bañan o se peinan a la orilla de un río. Lo caracterizan también por tocar la
flauta o el tambor.

En Ecuador se le llama "Tintin", y lo describen a menudo como un duende, de


corta estatura y que seduce a las mujeres mientras se bañan o duermen, que
comúnmente vive en árboles grandes o antiguos, otra razón por la que se
explicaban embarazos de jóvenes solteras. Otra versión es el llamado
"Chusalongo", una entidad vestida de negro, un hombre alto y apuesto que
merodea en los páramos, seduce a las chicas y luego cambia a la forma de un
enano peludo con garras. Esta leyenda también era empleada para explicar los
embarazos no deseados, principalmente en el sector de la provincia de
Chimborazo y Cotopaxi

En Guatemala es conocido como El Sombrerón, un ser de reducida estatura,


galante, que viste de negro, utiliza minúsculas botas y un enorme sombrero (de
ahí su nombre), seduce a las mujeres jóvenes, enamorándolas con bellas
canciones.

21
En Honduras se le conoce como el Duende, es de baja estatura y secuestra a
las mujeres de los pueblos para casarse con ellas, ataca a los esposos o
novios de las mujeres tirando piedras o agua por la ventana.

En Hungría era llamado liderc y puede ser un amante satánico que vuela por
las noches, y parece como una luz arrolladora o como un pájaro de fuego.

En Paraguay es conocido como Kurupí, un ser mitológico con un miembro viril


gigantesco, que secuestra mujeres para violarlas; también en la mitología
guaraní, el Pombero -hombre enano, flaco, de abundante vellosidad- secuestra
y viola a mujeres a las que deja generalmente embarazadas.

En El Salvador y Guatemala, es conocido como Cipitío, enano y panzón que


enamora a las mujeres.

En Martinica (y en algunos países africanos) recibe el nombre de Dorlis o


marido de la noche. A veces utiliza un gran palo para violar a las mujeres.

En México se le llama "jarel", y lo describen a menudo como de corta estatura.


Seduce a las mujeres mientras se bañan o duermen sosteniendo su seno
derecho, convenciéndolas de que lo que hacen está bien porque es placentero,
persuadiéndolas. Lo caracterizan también por ser responsable de violaciones
de padres a sus hijas.

En Panamá se le denomina "Zángano"; pero en el caso de su mito local, a las


mujeres no las embaraza: solo las molesta al no acceder éstas a sus
peticiones.

En Venezuela se le denomina "Zangaretón" o "Seretón", que es el hombre que


se hace valer de cualquier forma animal para viajar de un lugar a otro, para
después violar a la mujer que desea. Se dice que estos seres son
transformaciones de hombres que se valen de la magia negra.

En la sierra del Perú existe la leyenda del Machu, un espíritu procedente de la


mitología inca que acosa por la noche a las mujeres que duermen solas. En
algunos casos logra su cometido, y engendra en ellas a unos bebés de aspecto
enfermizo que mueren a los pocos días de haber nacido. El antídoto a esta

22
presencia consiste en que la dama duerma con una prenda masculina,
preferentemente del novio o esposo.

En Cuba y República Dominicana, le dicen el Ciguapo, esta vez es descrito


como una especie de Gallo vuelto de espalda con su lomo emplumado y en su
pecho tiene senos de mujer; aparece en los ranchos, bosques y/o selavas. Su
grito se parece al grito de un bebé. A pesar de su aspecto, se dice que seduce
a las mujeres campesinas para tener hijos.

En Filipinas se habla sobre el Tikbalang, un ser monstruoso que habita las


montañas y bosques de las Filipinas; el cual, según algunas versiones, vaga
por la noche buscando mujeres para violarlas y que así puedan dar a luz a
nuevos Tikbalang.

En la Ruta Maya, en México, se le conoce como el "Ah tabai" que es, según la
leyenda, un espectro o demonio que habita en los yaxché y/o las ceibas, el cual
adopta la forma de un indio, guapo y musculoso; que seduce a las muchachas,
excitando a que se acerquen o a tener relaciones sexuales. Cuando se le
acercan, se transforma en una criatura demoníaca y muy horrenda. Muy pocas
sobreviven. También se le conoce como el Uay Chup, duende lúbrico o
lujurioso que se mete en las casas para tener relaciones sexuales con
muchachas y muchachos.

23
LAS TRES INSTANCIAS PSÍQUICAS DE LA
TEORÍA DE FREUD

El ello:

es la parte oculta de la personalidad e intelecto; viene siendo la primera


manifestación de la mente humana, es decir, el estado mental del recién
nacido; más información adquirida (por ejemplo alguien puede no recordar
conscientemente algo, que aún tiene en la memoria en el inconsciente). En
esta división no son válidas las leyes lógicas del pensamiento consciente, el
ello sólo busca la satisfacción de los impulsos orgánicos, no se halla aquí
prácticamente noción del tiempo y no hay noción de lo que está bien o mal. Es
una “máquina de crear impulsos para su ego.

Aquí se encuentran todos los datos almacenados desde que hemos nacido, y
hasta incluso algunos recuerdos del vientre de la madre, y del momento del
parto, momento bastante determinante en el desarrollo posterior del niño o
futuro adulto, según algunos psicólogos opinan. En esta división de la mente al
no haber noción del bien y el mal, no se encuentran conflictos, lo único que hay
aquí son impulsos (que algunos pueden ser conflictivos), y gran cantidad de
información. Aquí es donde se comienzan a formar nuestros pensamientos,
que son en su momento inicial tan sólo impulsos a satisfacer una necesidad del
organismo.

24
EL YO:

es lo que está en contacto con la realidad, viene siendo algo así como la parte
consciente del ello, o una parte más exterior, o la que se ha modificado por
estar en contacto con la realidad presentada. Es así por ejemplo que si nos
encontramos en el medio de un almacén comprando productos, y nuestro
cuerpo pide renovar energías, el ello lo notará y comenzará a mandar impulsos
para comer, porque sabe que estamos rodeados de comida. El yo y la próxima
división que veremos que es el “súper yo” como se encuentran en contacto con
la realidad, saben que si no pasamos antes por la caja registradora para pagar,
no se puede agarrar y abrir un paquete para comer, porque no esta permitido.
Tal es así que el yo le envía continuamente información al ello “como tratando
de hacerle entender la realidad”. El yo domina la descarga de los impulsos que
envía el ello generalmente.

El Súper yo:

es la parte ética y moral que ha sido desarrollada en el hombre. Esta parte


ética y moral se fue formando por enseñanzas de nuestros padres o
cuidadores, y por las creencias religiosas que nos inculcan valores; el nombre
un poco lo dice: es algo más que el yo, es un yo moral o religioso. Volviendo al
ejemplo sencillo del almacén: una persona que no tenga desarrollado el súper
yo como sabe que no está permitido comer sin antes pagar, se escondería en
donde pueda para saciar su necesidad; ahora bien esa persona con un poquito
más de ética sabe que podría comer inmediatamente y sin pagar, no lo hará
porque sabe que está mal, es incorrecto (tiene más desarrollado el súper yo).
Si todos tuviéramos más desarrollada nuestra parte moral o religiosa todos
estaríamos mejor de tener una buena moral y ética.

25
REPRESIÓN:

es como una barrera entre el ello y el yo; para que no todos los impulsos del
ello afloren al yo. Un ejemplo, supongamos que alguien no nos agrada, porque
nos mató un perro que le molestaba. Nuestro impulso, que es obviamente
proveniente del ello será querer matarlo a él que tal cosa hizo, porque
queríamos al perro. Como sabemos que no tenemos el derecho de quitarle la
vida a alguien, y menos por matar un perro que le molestaba (hecho no
justificable). El pensamiento de darle muerte a esa persona será
inmediatamente reprimido (salvo en personas desequilibradas). Se provocará
entonces lo que se denomina en psicología sublimación: el ello intentará de
nuevo pero de forma tal que lo permita la “represión” y aflorarán al consciente
posiblemente el deseo primitivo de querer matar, pero ahora cambiado en
forma de insulto, tal vez largando una maldición. La represión sólo permitirá
aflorar al consciente pensamiento para el individuo mínimamente aprobables.
Si vamos más lejos, en el caso de un hombre muy moral, o un sabio educador,
o un hombre o mujer de iglesia consagrado a Dios, la represión será tal que se
producirá un cambio muy grande en lo que sería el impulso primitivo o no
desarrollado; y la persona ni siquiera lo insultaría o maldeciría, reprendería su
mal acto con palabras suaves (las más efectivas, y más difíciles de pronunciar
en tales momentos) de forma tal que afecten directamente al súper yo del
receptor, activando a este, o “despertándolo” de forma tal que se forme en el
receptor lo que se denomina “sentido de culpa”.

El fin de este artículo es simplemente comentar algo de nuestra forma de


pensar, en este caso definir brevemente lo que es el ello, yo, súper yo y
represión, conceptos básicos que generalmente se los lee, en algunos tipos de
literatura, o incluso se los utiliza en algunas conversaciones

26
EL NARCISISMO RELACIONAL DE FREUD

“Por Narciso se puede entender cualquier persona que recibe mucha


vanagloria y presunción de sí mismo y de su hermosura o fortaleza o de otra
gracia alguna, de tal manera que, a todos estimando en poco y
menospreciándolos, cree no ser otra cosa buena salvo él solo, el cual amor
propio es causa de perdición”. Juan Pérez de Moya: “Philosophia
secreta” (1585).

Don Quijote, ofreciéndole la mano a Maritornes a través de un agujero en el


muro: “Tomad, señora, mi mano o, por mejor decir, ese verdugo de los
malhechores del mundo. No os la doy para que la beséis, sino para que miréis
la contextura de sus nervios, la trabazón de sus músculos, la anchura y
espaciosidad de sus venas”. Miguel de Cervantes (1605).

Como indica el título y aunque pueda parecer una boutade, quisiera empezar
este artículo afirmando que el narcisismo es un concepto relacional: la clínica,
tanto en su vertiente tradicionalmente médica como en la psicoanalítica o
psicoterapéutica, ha sido y es ineludiblemente relacional y el término
narcisismo se introdujo desde un principio (Havellock Ellis y después Freud)
para referirse a observaciones clínicas y, por lo tanto, relacionales. Se le suele
entender como aludiendo a la no relación, pero la no relación no existe: el ser
humano nace de la relación de dos personas (incluso en el nivel más biológico
representado por los gametos) y toda su vida y su desarrollo siguen siendo
relacionales. El desarrollo psicoemocional es un continuum evolutivo desde una
relación sin conciencia de diferenciación hacia una relación conscientemente
diferenciada; desde lo que Freud llama narcisismo primario (que
correspondería aproximadamente a la fase autosensorial) hasta lo que llamaba
relación “genital”, que es la relación madura con conciencia de identidad mutua
y diferenciada (diferenciación e individuación de Mahler; posición depresiva de
Klein).

27
Narcisismo y Personalidad narcisista

La personalidad narcisista se caracteriza desde el punto de vista clínico por un


tipo de relación presidida por la soberbia, la arrogancia y la altanería, tres
rasgos que son expresión manifiesta de la sobrevalorización o idealización del
Yo o Self [[1]]. A esta tríada –soberbia, arrogancia y altanería– le acompaña y
complementa una actitud de desprecio y desvalorización de las demás
personas. Por otra parte, desde el punto de vista dinámico y estructural, este
tipo de relación en el que se asocian la sobrevaloración de sí mismo y el
desprecio de los demás, lleva implícita la presencia interna de un objeto
idealizado con el que el Yo narcisista se identifica introyectivamente
sintiéndose “grandioso” (de ahí la soberbia y la arrogancia). Al mismo tiempo, la
proyección de los aspectos débiles y dependientes del propio self dejan a los
objetos externos proyectivamente identificados con la debilidad y la
dependencia propias (de ahí la altanería y el desprecio: valioso yo y
despreciables los demás). A estas características se refiere claramente la cita
de Juan Pérez de Moya (1585): “de tal manera que, a todos estimando en poco
y menospreciándolos, cree no ser otra cosa buena salvo él solo”; en tanto que
la de Don Quijote habla de una consecuencia complementaria, que es la
vanidad como necesidad y deseo de ser admirado: “de donde sacaréis qué tal
debe ser la fuerza del brazo que tal mano tiene”.

Superioridad por introyección (identificación introyectiva) de lo bueno y


grandioso y desprecio altanero por identificación proyectiva de lo débil y
dependiente son el fundamento de todas las organizaciones narcisistas de la
personalidad en el dominio psicológico y de las fanáticas y fundamentalistas en
el sociológico. También lo son de las psicosis (y en el fondo de toda la
psicopatología), puesto que la personalidad narcisista, con su tendencia a
colocar dentro de sí todo lo bueno y fuera todo lo malo (Freud, 1915), trastorna
el sentido de realidad y la relación con ésta, difumina los límites del Yo y
favorece la indiferenciación confusional entre self y objetos, características
propias de la definición de psicosis. Como ya decía Sibiuda ) «El amor a sí

28
mismo, cuando es el primero, es la principal raíz, el primer origen y el principio
de todos los males… Pues quien pone su propio amor en sí mismo, tiene en sí
plantada la raíz de todos los males… El amor a sí mismo vuelve a la voluntad
injusta, mala, perversa y maligna, y soberbia».

Con este tipo de relación y de estructura mental se reproducirían a grandes


rasgos niveles primitivos y arcaicos del desarrollo emocional correspondientes
a aquello que Freud llamaba el Yo de placer depurado. En 1915 (Los instintos y
sus vicisitudes) Freud postulaba una teoría del desarrollo construida sobre el
desarrollo del sentido del Yo y de la relación con la realidad, en contraste con la
teoría del narcisismo primario expuesta en 1914(Introducción al narcisismo), en
la que, más preocupado por explicar el inicio de la relación con el objeto
satisfactorio y la reacción de retirada ante el frustrante, ponía el acento en la
distinción entre libido narcisista y libido objetal. En los primeros momentos de la
vida, existiría un “Yo-realidad primario” (en su obra póstuma Esquema del
psicoanálisishabla ya de un Ello-Yo indiferenciado) para el que no habría otra
realidad que él mismo y, si hubiera alguna otra, simplemente la ignoraría o se
manifestaría indiferente hacia ella. Sería como un Yo que dijera la realidad soy
Yo y lo demás o no existe o no me atañe, (parodiando a Ortega, “Yo soy Yo y
mi realidad”). Este Yo-realidad primario, evoluciona hacia el Yo maduro (“Yo-
realidad secundario”, o sea, un Yo diferenciado, con sentido y conciencia de sí
mismo y de la realidad externa), y en esta evolución pasaría por una etapa
intermedia (el “Yo-placer puro o depurado”) en la que se empezaría a aceptar
una diferenciación entre el Yo y la realidad, pero siempre a condición de que
todo lo bueno estuviera dentro del Yo y lo malo fuera. Evolutivamente
hablando, la principal diferencia entre el Yo-placer puro y el narcisismo clínico
(la organización narcisista de la personalidad) es que, mientras que el Yo-
placer puro corresponde a una situación evolutiva que lleva hacia el Yo-
realidad secundario o maduro (al igual que la posición esquizoparanoide
evoluciona hacia la posición depresiva), el narcisismo patológico es una
organización defensiva y rígida, no evolutiva. Roheim nos recuerda un ejemplo
antropológico de “Yo-placer puro” refiriéndose a los Bakairi, una tribu primitiva
para cuyos miembros la palabra kura significa indistintamente “nosotros” y
“bueno”, en tanto que kura-pa significa “no nosotros; ellos” y a la vez “malo”.

29
Algo parecido se lee en el Symposium de Platón: “en efecto, no es lo nuestro lo
que nosotros amamos, a menos que no miremos como nuestro y
perteneciéndonos en propiedad lo que es bueno, y como extraño lo que es
malo, porque los hombres solo aman lo que es bueno”. Para el propio Freud
en Instintos y sus Vicisitudes en el paso del Yo-realidad primario al Yo-placer
depurado la realidad sólo se empezaría a aceptar como algo externo y malo.
Narcisismo es un término de vieja raigambre psicoanalítica que se ha hecho
dudosamente operativo porque en la actualidad se utiliza confusamente para
referirse a funcionamientos y fenómenos mentales diversos que, a pesar de
estar interrelacionados en sus orígenes, son diferentes en cuanto a su
significación y su status clínico. Introducido por Havellock Ellis (1898) y Paul
Näcke (1989) para referirse a una actitud hacia el propio cuerpo en la que éste
es tratado como si fuera un objeto amoroso al que se acaricia y utiliza como
fuente de placer y autosatisfacción, es recogido y usado por Freud con diversos
significados, aplicándolo al estudio de diferentes situaciones clínicas. Además
de la actitud amorosa respecto del propio cuerpo, amplía el concepto
extendiéndolo a otros terrenos clínicos, como la autosobrevaloración o
autoidealización (tanto en la dimensión corporal como en la mental), la
sobrevaloración o idealización de un objeto (en el enamoramiento, por
ejemplo), el tipo de relación en el que el otro (el «objeto») aparece como un
reflejo del sujeto (del self o sí mismo) y es utilizado para alimentar y engrosar
una autoestima endeble e insuficiente, el ensimismamiento o retraimiento
observable en las personalidades esquizoides, la megalomanía inicial de
algunas psicosis y la relación confusional en que sujeto y objeto tienden a
fundirse o confundirse indiferenciadamente. Finalmente, desde una perspectiva
metapsicológica, Freud propone el concepto de narcisismo primarioo para
referirse a un hipotético estadio inicial y arcaico del desarrollo emocional en el
que toda la energía psíquica (libido) está investida en el propio Yo porque
todavía no se ha reconocido la existencia del otro («objeto»). Salvo este
narcisismo primario, las demás conceptos de narcisismo se refieren a
situaciones en las que el investimiento libidinal del objeto (según la
terminología de Freud) o el vínculo relacional (como se entendería mejor el
concepto de investimiento desde la teoría de la relación de objeto)[4] con los
objetos ya reconocidos como diferenciados del self y con existencia propia,

30
sufre un menoscabo regresivo que vuelve a reforzar investimiento o vínculo
narcisistas con uno mismo (narcisismo secundario). Así pues, el narcisismo
queda estrictamente redefinido en el marco de la teoría de la libido como un
investimiento libidinal del sí mismo, en oposición al investimiento libidinal del
objeto (ya diferenciado como objeto con existencia propia). Freud llama libido
narcisista a la libido que inviste al sí mismo o self y libido objetal a la que inviste
al objeto y, como es lógico dentro de la teoría energética de aquel modelo
freudiano, considera a una y otra libido como inversamente proporcionales: a
mayor cantidad de libido objetal –investida en los objetos– menor cantidad de
libido narcisista y a la inversa. La libido objetal se extrae y se resta de la libido
narcisista y, en momentos o situaciones de conflicto con los objetos –en
situaciones de insatisfacción o frustración– el camino se invierte
regresivamente y la libido objetal se retira de los objetos y se reconvierte en
libido narcisista, o sea, se extrae y se resta de la libido objetal para volver a
hacerse narcisista (narcisismo secundario).

La hipótesis de un estado primordial de narcisismo primario presupone que la


libido es originariamente narcisista y también que, en última instancia, todo
movimiento regresivo, al redirigirse hacia los orígenes, incrementa la calidad
narcisista de la libido a costa de su calidad objetal (o relacional).En la obra que
fue desarrollando a lo largo de su vida, Freud manifiesta posiciones
contradictorias respecto del concepto de narcisismo como etapa primaria y
anobjetal[5] del desarrollo («narcisismo primario»): en 1914 (Introducción al
narcisismo) postula un narcisismo primario, pero al año siguiente (Los instintos
y sus vicisitudes) modifica esta hipótesis para luego volver a hablar de
narcisismo primario en 1923 («El Yo y el Ello»). Estas vacilaciones de Freud
dieron origen a una polémica, ya obsoleta afortunadamente, sobre la existencia
o no de un narcisismo primario, en el sentido de una etapa inicial sin relación
mental con los objetos. Partiendo del postulado de la existencia inicial de un Yo
capaz de establecer relaciones de objeto o, más que capaz, totalmente necesi-
tado de la relación de objeto, que es la necesidad fundamental de toda
persona, autores como Melanie Klein, Fairbairn, Balint y otros muchos a
quienes se les incluye en general entre los autores de la llamada «teoría de la
relación de objeto» se han opuesto fundamentalmente al concepto de

31
narcisismo primario. Las pulsiones –decía Fairbairn– son buscadoras de objeto
en el sentido de que buscan primordialmente el contacto o la relación con el
objeto, no el placer; el placer es secundario a la relación. La pulsión es
originariamente objetal, no narcisista: va dirigida al objeto, no al self. Por eso
Balint habla de amor primario. Estos autores podrían considerarse, junto a
Ferenczi y también Suttie, como precursores de la corriente de pensamiento
psicoanalítico conocida actualmente como “psicoanálisis relacional”.

La teoría psicoanalítica clásica (Freud, 1914), fundamentada todavía en la


teoría de la libido, aparte de postular un narcisismo “primario” como estado
inicial que, según el propio Freud, es una hipótesis tan inobservable y tan
indemostrable como la del instinto de muerte, explica el narcisismo
clínicamente observable como una retirada de la libido que inviste el objeto
(libido objetal) para redirigirla hacia el Yo y, consiguientemente, como un
incremento de libido del Yo o libido narcisista, puesto que la libido que se retrae
del objeto es atraída por el narcisismo primario y se añade a él engrosándolo
en forma de narcisismo secundario. Teóricamente, la retirada de la libido del
objeto debiera dar lugar a una indiferencia hacia el objeto, que, al dejar de estar
investido libidinalmente, dejaría de tener interés para el sujeto. En tal caso,
para el Yo-realidad primario de Los instintos y sus vicisitudes, pasaría a ser
como aquella realidad indiferente (o no existe o no me importa); sin embargo,
no es así ya que, según señalaba el propio Freud (1914), la retirada de la libido
es activa y se realiza precisamente porque en la relación con el objeto se ha
producido una experiencia de frustración, o sea, una «mala experiencia». El
objeto no se hace indiferente, sino frustrante o malo (kura-pade los Bakairi) y,
por así decirlo, atrae sobre sí las «iras» del sujeto; deja de estar libidinalmente
investido para ser investido de forma antilibidinal o agresiva, para ser despre-
ciado, si pensamos que el desprecio es una actitud hostil y activa que también
requiere investimiento, aunque de signo contrario. Desde este punto de vista, el
desinvestimiento libidinal cedería su lugar a un investimiento agresivo, reactivo
a la experiencia de frustración y posterior al investimiento libidinal previo que se
produjo en la experiencia de satisfacción. Esto nos llevaría a una posición cer-
cana a los postulados de Fairbairn (1940) sobre la concepción de la libido como
una energía cuya finalidad originaria es la búsqueda del contacto con el objeto

32
y que, en el curso de las experiencias satisfactorias o insatisfactorias con el
mismo, se diversifica respectivamente en libidinal-sexual y libidinal-agresiva.
También se apoyaría en este concepto el postulado bioniano de que la
ausencia del objeto bueno o deseado (la ausencia de una experiencia
satisfactoria en la terminología fairbiana) equivale a la presencia de un objeto
frustrante y malo (a una experiencia insatisfactoria).

Si hiciéramos abstracción de la teoría clásica de la libido y nos centráramos en


nuestra experiencia clínica con los pacientes, no sería difícil ponernos de
acuerdo en que lo que nos interesa clínicamente no son las vicisitudes de la
libido, sino las vicisitudes de la relación y de los sentimientos y emociones que
surgen en el contexto de la experiencia relacional en general y de la terapéutica
en particular. Desde esta perspectiva podríamos afirmar que la experiencia
narcisista aparece en el contexto de la relación frustrante o emocionalmente
insatisfactoria y que se caracteriza inicialmente por un trípode clínico
constituido por el desprecio hacia el objeto, la idealización del propio Yo
o Self y el predomino de las relaciones internas idealizadas sobre las externas
reales, o sea, de las relaciones idealizadas y parciales de objeto interno. A
estas tres características del cuadro clínico narcisista se le puede añadir el
carácter arcaico o primitivo (evolutivamente hablando) de las relaciones
narcisistas, que proviene de la tendencia regresiva del narcisismo –entendido
como movimiento reactivo y defensivo– frente a las experiencias emocionales
insatisfactorias. A los rasgos típicos de la personalidad narcisista que ya hemos
citado (soberbia, arrogancia, altanería y desprecio) debemos añadir los
derivados del predominio de las relaciones internalizadas (relación de objeto
interno) y del carácter arcaico de las relaciones, que son el retraimiento
narcisista y la tendencia a fundirse y confundirse con el objeto mediante el uso
masivo de la identificación proyectiva y de los mecanismos de escisión del Yo.

TIPOS DE NARCISISMO

En un artículo en el que me refería al concepto de narcisismo en la obra de


Sibiuda (siglo XV catalán) proponía una clasificación de los diversos tipos de

33
narcisismo que se manejan en la clínica psicoanalítica actual y distinguía cuatro
tipos: narcisismo libidinal o amoroso, narcisismo antilibidinal o destructivo,
narcisismo fusional y organización narcisista patológica, aunque en la realidad
clínica suelan presentarse entremezclados en proporciones diferentes y
complementándose entre sí.

 Narcisismo libidinal o amoroso.

Equivale al «amor a sí mismo» de Sibiuda después de haberse trascendido


ascendentemente hacia el «amor a Dios» (en Sibiuda es el vehículo para llegar
al amor al prójimo); dicho en términos psicoanalíticos, después de haberse
depurado de buena parte de su calidad originariamente narcisista (amor a sí
mismo) a través del «amor objetal». Correspondería al resto de libido narcisista
originaria, que sigue invistiendo al self después de que una parte de ella se
haya escindido para convertirse en libido objetal. Sin un resto mínimo de
narcisismo libidinal no sería posible la autoestima ni el verdadero amor objetal
(amor al otro), tal como está implícito en la máxima cristiana de «amar al otro
como a uno mismo». Psicoanalíticamente, el amor objetal sin un resto de amor
narcisista llevaría a una dilución del sí mismo en el otro (en el objeto) con
ausencia o pérdida del sentimiento de identidad y necesidad desaforada de
buscar la identidad en la relación con los otros. Sin un mínimo de narcisismo
libidinal no habría sentimiento de identidad; no podríamos decir «yo amo”: el
objeto no sería un objeto amado, sino solo un objeto al que apegarse para
adquirir un sentido de identidad. La identidad estaría totalmente en función del
objeto amado, tal como podría suceder, por ejemplo, en la llamada hambre de
objetos de los maníacos. En el extremo opuesto, en la desesperación melancó-
lica con tendencia ala autoaniquilación, el exceso de narcisismo libidinal,
contrastado y enfrentado a la necesidad de amar a alguien que no sea uno
mismo, llevaría también, paradójicamente, a una pérdida del sentimiento de
identidad. El sentido estable de identidad depende de un equilibrio entre el
narcisismo libidinal y la capacidad de relación amorosa con el objeto (relación
objetal).

34
Si el resto de narcisismo libidinal es excesivo porque no está depurado en amor
objetal (narcisismo primario) o porque, en situaciones de conflicto o regresión,
ha sido excesivamente engrosado por la retirada regresiva hacia el sí mismo de
la libido que investía los objetos, con la consiguiente reconversión de libido
objetal en libido narcisista (narcisismo secundario), el resultado podría ser,
según Freud, el sentimiento megalomaníaco de grandeza con que se inician
clínicamente algunos procesos psicóticos o la exaltación e idealización del
propio Yo típica de las personalidades narcisistas (arrogancia, soberbia,
endiosamiento, etc.). Es para este componente excesivo del amor a sí mismo
que deberíamos reservar el término «narcisismo», puesto que el componente
necesario para la autoestima y el amor objetal no es clínicamente narcisismo;
en todo caso, para referirse a este componente necesario, debería hablarse de
un «narcisismo normal» o sano, si es que se quiere conservar para él el
término de narcisismo.

 b) Narcisismo antilibidinal o destructivo.

Rosenfeld lo ha descrito magistralmente con el nombre de narcisismo


omnipotente o destructivo; es el acompañante ineludible del narcisismo libidinal
o amor a sí mismo propiamente dicho, al que, como veremos, Sibiuda achaca
el origen de todos los vicios y males del hombre y lo hace acompañante
inseparable del amor a sí mismo con el nombre de desprecio del prójimo.
“Cuando el amor a sí mismo es excesivo y exaltado (narcisismo propiamente
dicho), el amor al otro (amor objetal) es el enemigo y se está en guerra con él”,
se le desprecia, se le reconoce tan sólo como objeto parcial al servicio de la
propia satisfacción o se le ataca con ánimos de destrucción. Desde la
perspectiva freudiana de la teoría de las pulsiones podría entenderse como si
la retirada de la libido que investía el objeto, además de hacerse narcisista al
pasar a investir al sí mismo, dejara un vacío en la relación objetal que fuera
inmediatamente rellenado con pulsión agresiva o destructiva. Se expresaría en
la altanería, el desprecio, el odio y la relación tiránica que suelen complementar
la soberbia y la arrogancia de la personalidad narcisista. Desde la teoría
relacional, y sin dejar de seguir por ello al propio Freud aunque en una

35
perspectiva diferente a la de la teoría de las pulsiones, esta actitud narcisista se
explicaría por el odio a la realidad (representada por el otro, por el sentimiento
de dependencia del otro y por la resistencia a reconocerlo como tal), que es
máximo o casi total en el estadio narcisista del desarrollo. Freud (1915)
describe este narcisismo antilibidinal como originariamente pasivo, pues no se
trata de desprecio ni de ataque, sino de ignorancia: la realidad (el objeto, el
otro) es simplemente ignorado por el «Yo-realidad primario». Después, cuando
la existencia del otro tiene que ser forzosamente reconocida, la ignorancia se
convierte en odio activo por parte de un «Yo-placer” que rechaza la realidad del
objeto hasta que tiene que ir acomodándose a ella y tiene la característica,
también narcisista, de considerar que todo lo bueno está en uno (amor a sí
mismo) y todo lo malo en el otro (desprecio del prójimo). Dicho sea de paso, en
el concepto de «Yo-placer”, que pone fuera todo lo malo, está implícito el
concepto, ulteriormente desarrollado por Klein, de identificación proyectiva.

 c) Narcisismo fusional.

Los casos más extremos de enamoramiento constituirían un ejemplo de lo que


he llamado narcisismo fusional. Este concepto de narcisismo está implícito en
el concepto de narcisismo primario de Freud y en el del desarrollo emocional
como un proceso que va desde la no diferenciación (la fusión) a la
diferenciación. El narcisismo primario no sería propiamente un estado fusional,
sino un estado de no diferenciación y parecería más adecuado reservar el
término de narcisismo fusional para un tipo de relación defensiva y regresiva en
el que tienden a borrarse los límites entre sujeto y objeto mediante la
identificación proyectiva cuando las ansiedades de diferenciación se hacen
insoportables. Este tipo de relación narcisista se expresaría clínicamente en
estados confusionales con tendencia a la pérdida del criterio de realidad e
intolerancia a la diferenciación y a la separación. En sus formas más extremas
estaría relacionado con las patologías borderline y psicóticas. La tendencia
fusional que se aprecia en mayor o menor medida en todas las relaciones
fuertemente cargadas de investimiento afectivo, como ocurriría, por ejemplo, en
los estados de enamoramiento «normales». En el siglo XV Sibiuda expresaba

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así la tendencia fusional del investimiento amoroso: «Que la principal fuerza y
propiedad del amor es que une al amante con el amado, y cambia, convierte y
transforma al amante en la cosa (objeto) amada… Y de dos hace uno, porque
el que ama es uno con la cosa amada en virtud del amor».En esta frase queda
bien expresada la capacidad fusionante del amor. Los mecanismos
psicológicos de introyección permiten al niño ir creando nuevas estructuras
psíquicas en su desarrollo emocional que le van transformando en la «cosa
amada» por identificación introyectiva (o sea, por identificación con el pecho, la
madre o “el amado”, como objetos introyectados) a la par que la identificación
proyectiva va transformando a la «cosa amada» en la medida en que ésta se
identifica con lo que se le proyecta; así, la acción simultánea de ambos
mecanismos fundamentales para el desarrollo infantil (introyección y
proyección) va haciendo de dos uno. Este es un tema recogido por los místicos
en la unión de la amada con el amado (simbólicamente del alma con Jesucristo
en San Juan de la Cruz) que, psicológicamente, simbolizaría un estado de
anhelo nostálgico por la unión «mística» de carácter fusional que el lactante
debió experimentar en un estadio primitivo con el objeto amado (pecho, madre)
y que, psicopatológicamente, aparece en las patologías psicóticas fusionales
(en las simbióticas, por ejemplo)[6]. Psicoanalíticamente, este estado es
narcisista en la medida en que se entiende como relación narcisista una
relación en la que sujeto y objeto tienden a fundirse o confundirse.

 d) Organización narcisista patológica.

Dentro de la teoría del narcisismo el concepto de organización narcisista


patológica es un desarrollo posterior a Freud y Klein y de gran utilidad clínica
para la comprensión de la patología narcisista. La organización narcisista
patológica, magistralmente descrita por Rosenfeld, se funda teóricamente en
el splitting o disociación vertical de la personalidad y es concebida como una
organización defensiva contra ansiedades primitivas de diferenciación que
hacen especialmente insoportable el sentimiento o la concienciación de la
dependencia y la ambivalencia. Bien pensado, entroncaría con el concepto de
falso self de Winnicott pero en negativo. El falso self winnicottiano es una

37
formación defensiva de tipo seudoadaptativo que da lugar a un sometimiento
complaciente al objeto del que se depende, desarrollando una personalidad
seudomadura moldeada según los deseos del objeto. La organización
narcisista patológica también es una organización defensiva que protege y
encapsula a un self hipersensible a la dependencia; pero la organización
narcisista patológica se basa en el desprecio, el odio y la utilización perversa y
tiránica de la relación con el objeto (el otro). La parte dependiente, necesitada
del objeto, de su reconocimiento y de su amor, es tiranizada por otra seudoaul-
ta, seudoafirmada narcisísticamente, endiosada e idealizada que le coacciona
para que no ame ni dependa de nadie más que de ella misma y que emplea
técnicas de dominio y tiranización que recuerdan, según Rosenfeld, las de una
organización mafiosa. Cuando la organización narcisista está interesada en
captar y utilizar para sus fines a otra persona (objeto), puede mostrarse
seductora y dúctil y hasta servil y aduladora, lo que podría recordar el
falso self de Winnicott por su apariencia seudoadaptativa, pero que se
diferencia fundamentalmente por el predominio adulador y seductor de la
conducta, aunque el odio y la destructividad se ponen claramente de manifiesto
en cuanto la relación frustra los intereses de la organización narcisista o
amenaza con despertar sentimientos de dependencia.

Autosensorialidad

El dilema entre narcisismo primario y narcisismo secundario quedaría zanjado


si se admitiera que en los primeros momentos de la vida la experiencia
(relación) con los objetos está necesariamente presente pero sin
representación mental o con una representación mental arcaica de tipo
“autosensorial” (Julia Coromines). El término “autosensorialidad” se refiere a
una etapa inicial de la vida en la que hay relación con el objeto, naturalmente,
pero sin conciencia de diferenciación y, por tanto, sin conciencia de relación
porque se supone que el niño vive todas sus experiencias sensoriales (intero y
exterocoeptivas, internas y externas) como si se originaran en sí mismo. El
bebé, aunque necesaria y objetivamente en relación con el objeto, no está
todavía diferenciado; se supone que no tiene una representación mental del

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objeto diferenciada de una representación mental de sí mismo, sino, en todo
caso, una representación mental de él mismo indiferenciado o confundido
«con» el objeto y con las sensaciones estimuladas por éste (autosensorialidad).
Lo que posiblemente ocurra en estos primeros estadios, desde el punto de
vista emocional y psíquico, es que el bebé no tenga una representación mental
del objeto como algo externo a él ni siquiera una clara representación mental
de sí mismo; la representación mental inicial sería simultánea y fusionalmente
de Yo y objeto sincréticamente unidos y la diferenciación se iría produciendo en
el proceso de la experiencia y el desarrollo. Riviere (1952) dice: “Debe tenerse
en cuenta que este mundo narcisista de la psique es un mundo de
“alucinación”, basado en sensaciones y regulado por sentimientos (bajo el
imperio del principio del placer-dolor), totalmente autista, no sólo falto de
objetividad, sino desde el principio sin conciencia de objetos externos; además,
desde este punto de vista omnipotente, toda responsabilidad recae sobre el self
y toda relación causal procede del interior del self”.Autores postkleinianos
hablan de una posición autista (Tustin, Meltzer, Ogden) o autosensorial
(Coromines) previa a la esquizoparanoide, posición que recordaría en muchos
aspectos al narcisismo primario de Freud, aunque convenientemente tras-
plantado desde la teoría energética de la libido a la teoría de la relación de
objeto. Las dificultades principales de la teoría freudiana de la libido provenían
de la definición del narcisismo primario como investimiento libidinal
originalmente primario del Yo puesto que la noción de investimiento original y
primario del Yo invita a imaginarse un Yo que no necesitara relación alguna con
los objetos y que se bastara a sí mismo. Este concepto de narcisismo primario,
como el de instinto de muerte, del que está teóricamente muy próximo, ha sido
usado en ocasiones como explicación tautológica y última de toda la psicopato-
logía, especialmente la psicótica, obviando cómodamente las complejas
vicisitudes de los procesos psicóticos, que quedaban explicados
simplificadamente como una regresión al narcisismo primario y al dominio del
instinto de muerte sobre el instinto libidinal o de vida. Por esta vía la
consideración de una etapa primaria y anobjetal del desarrollo (narcisismo
primario) se ha convertido a veces en un concepto nada dinámico que sirve
para explicárselo todo, de forma que siempre se puede echar mano del
principio genético-evolutivo para explicarse los procesos psicóticos como una

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regresión que lleva al afloramiento del narcisismo primario con el consiguiente
repliegue sobre sí mismo y alejamiento de la relación con los objetos
(ensimismamiento o repliegue narcisista, lo que Bleuler llamaba autismo)

TRES MODELOS DE NARCISISMO

Aunque Freud definiera el narcisismo como el investimiento o catectización


libidinal del Yo (self), a lo largo de su obra se pueden distinguir tres modelos de
narcisismo. En el primer modelo, el que corresponde a Introducción al
narcisismo y que ya había presentado antes en sus trabajos sobre el caso
Schreber y sobre Leonardo da Vinci, considera que el desarrollo infantil arranca
de un primer estadio autoerótico en el que las pulsiones sexuales son parciales
y no están integradas, es decir, funcionan aisladamente sin integrarse entre sí.
No hay objeto (o representación mental del objeto) y la búsqueda de
satisfacción de las pulsiones eróticas parciales se realiza en el propio cuerpo.
Este estadio autoerótico sería un estadio inicial en el que no habría
representación mental del objeto ni del propio self, pero sí pulsiones anárquicas
que buscan la satisfacción en el propio cuerpo del niño, quien todavía no
diferencia entre interno y externo ni entre estímulo y sensación y, por lo tanto,
funciona autosensorialmente, regido por lo que he propuesto llamar principio de
autosensorialidad, que sería previo al principio de placer y al de realidad. Este
estadio, que correspondería en otro esquema a la posición autosensorial
(Coromines) tendría una duración breve y sería sustituido por otro en el que el
niño comienza a tener representaciones mentales de sí mismo y de los objetos
y a diferenciarlas según un proceso de diferenciación progresivo y continuado,
Desde el punto de vista de la teoría libidinal, las pulsiones parciales del estadio
anterior tienden a integrarse a través del investimiento de lo que Freud, de una
manera algo ambigua e imprecisa, llama el surgimiento de «una nueva
actividad psíquica» (Introducción al narcisismo) y que parece que sería el Yo
que emerge en este período como una nueva instancia psíquica. Este segundo
estadio en el que las pulsiones se integran y se unifican en una pulsión libidinal

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única a través del investimiento del Yo sería el propiamente narcisista,
secundario cronológicamente al autoerotismo como estadio inicial, y abocaría
en el proceso de crecimiento y diferenciación al tercer estadio, que sería el de
la elección de objeto. Con la búsqueda y elección de objeto aparecería,
simultánea y necesariamente, la diferenciación entre representación mental del
objeto y representación mental del Yo o del Self. Para llegar a la elección de
objeto –reflexiona Freud desde la perspectiva de este modelo– hay que haber
pasado primero por el autoerotismo anárquico y caótico de las pulsiones
parciales sin objeto propiamente dicho y por la fase de unificación de las
pulsiones que caracteriza al narcisismo (siempre entendido en la teoría libidinal
como investimiento libidinal del Yo) y abre el camino hacia la elección de
objeto. De este modo, el narcisismo aparece, evolutivamente, como una
situación intermedia entre el autoerotismo y la elección de objeto en la que el
objeto ya no es el cuerpo del niño investido parcialmente (a trozos como quien
dice) por pulsiones también parciales, sino que ya es el Yo, a partir del cual se
investirán después los objetos externos. Sustituyendo la terminología propia de
la teoría energética de la libido por una terminología más actual podríamos
suponer que estos tres estadios (autoerotismo, narcisismo y elección de objeto)
se corresponden, por una parte, con la evolución desde la autosensorialidad
(falta de diferenciación entre estímulo y sensación) y el narcisismo (falta de
diferenciación entre el Yo y el objeto ideal introyectado) a la relación de objeto;
y, por otra, a la evolución desde el principio de autosensorialidad hacia
el principio de realidad pasando por el principio del placer, de lo que se deduce
fácilmente la importancia que estos conceptos han de tener para la
comprensión de la psicopatología en general y de la psicosis en particular.

Narcisismo y relación de objeto

Como ya hemos dicho, Freud distinguía en Introducción al narcisismo dos


clases de libido: la objetal y la narcisista. Consiguientemente, también
diferenciaba entre dos clases de elección de objeto según éste fuera investido
con libido objetal (elección anaclítica) o narcisista (elección narcisista). Si
dejáramos de lado la teoría energética de la libido y habláramos de vínculo

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relacional, podríamos seguir distinguiendo en el vínculo un doble componente
objetal y narcisista, que correspondería ala diferencia fundamental entre
elección de objeto narcisista y objetal. En la elección narcisista se busca en el
objeto una representación de uno mismo; se le escoge porque se parece a uno
mismo, a lo que uno quisiera ser o a lo que uno fue; se le escoge en suma
porque, de una forma u otra, se busca en él la imagen que uno tiene de sí
mismo en el presente, en el futuro o en el pasado. Por lo tanto, con la elección
narcisista de objeto, el propio Freud ya introducía un concepto de narcisismo
que no era el del investimiento libidinal del Yo. Al investimiento libidinal del Yo,
que explicaría desde la teoría libidinal un aspecto del narcisismo clínico (la
grandiosidad del Yo, la tendencia a la autoidealización, a constituir un mundo
egocéntrico y a sentirse poseedor de todas las perfecciones y merecedor de la
admiración de los demás) se le podría llamar igualmente vínculo relacional de
predominio narcisista: sería, paradójicamente, una “relación narcisista de
objeto”. Este concepto freudiano de elección narcisista de objeto ya parece
referirse, implícitamente, a la proyección de un aspecto del self en el objeto, en
la vinculación con él se busca la reunión con lo proyectado, la recuperación del
estado anterior a la proyección. Dicho de otra manera y con otra terminología,
la elección narcisista de objeto lleva implícita una referencia a lo que hoy día
llamaríamos identificación proyectiva: al hecho de que partes o aspectos
del self pueden ser proyectados dentro del objeto (sería mejor decir dentro de
la representación mental del objeto), haciendo que uno se parezca al otro y
difuminando o borrando la separación entre self y objeto que había empezado
a establecerse. Desde esta concepción el narcisismo ya no se refiere
necesariamente a un estadio primario y anobjetal ni a un investimiento libidinal
del Yo o del Self, sino a una situación primitiva de indiferenciación a la que se
puede volver defensiva y regresivamente ante las ansiedades que acompañan
al proceso de diferenciación mediante el uso de la identificación proyectiva.

La elección anaclítica de objeto, en contraste con la elección narcisista, se


apoya en la experiencia previa de relación con un objeto que ya ha satisfecho
necesidades básicas, que van desde las más sencillas y biológicas (hambre,
sed, etc.) hasta las más psicológicas o “espirituales” (afecto, amor, contención,
etc.). Esta diferenciación entre elección anaclítica y narcisista no se refiere

42
únicamente al desarrollo infantil del bebé o el niño pequeño y a su relación con
la madre, por fundamental que sea, sino que, precisamente por lo fundamental
que es, se extiende a todas las relaciones. La elección anaclítica y la narcisista
no se excluyen ni se contradicen; al contrario, se complementan y siguen
siendo observables y actuantes en toda relación, incluso en las aparentemente
más adultas. En el caso de la psicopatología es su proporción relativa la que
imprimirá un carácter más o menos patológico a las relaciones humanas y, en
última instancia, promoverá una neurosis o una psicosis (o una patología
intermedia como la borderline). Cierto investimiento del sí mismo no es
patológico, pero un predominio desproporcionado de elección narcisista se
acompañará siempre de una tendencia a la confusión con el objeto y,
consiguientemente, de una debilitación del criterio de realidad. Tampoco es
patológico que el bebé, en sus experiencias con objetos nuevos, busque el
reencuentro con su primer objeto de relación (anaclisis); al contrario, esto
constituye el fundamento psicológicamente necesario para el desarrollo del
simbolismo y de la capacidad sana de relación. Lo que sí sería patológico es
que el adulto siguiera buscando primordialmente la relación de objeto parcial en
detrimento de la relación total o madura. En un fenómeno tan típicamente
adolescente e incluso adulto como el enamoramiento es fácilmente observable
la coexistencia de los dos tipos de elección de objeto. Si predomina el
narcisista, en el objeto de amor se buscará principalmente la imagen especular
de un niño admirado sin limitaciones por una imagen materna devota, de modo
que el deseo de recuperar lo proyectado y volver a ser el niño admirado
condicionará una tendencia fusional de la relación, con todas las
consecuencias patológicas que son de imaginar (la patología celotípica del
amor posesivo, por ejemplo). En caso de que el predominio sea excesivamente
anaclítico, la tendencia será a establecer una relación en la que el objeto sería
usado fundamentalmente para satisfacer las propias necesidades y la
expresión clínica podría ser una dependencia excesiva. Ambos casos
comparten, no obstante, un aspecto regresivo infantil, aunque el uno sea más
“fusional” y el otro más “consumista”, por así decirlo.

Si nos liberamos de la teoría energética del investimiento libidinal del Yo y de


buena parte de sus implicaciones teóricas, podríamos redefinir el narcisismo

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como una situación primitiva o arcaica del desarrollo emocional caracterizada
por la no diferenciación entre el self y los objetos, situación que se
correspondería clínicamente con las psicosis autistas y simbióticas (Mahler,
1974), el autismo de Tustin o Meltzer, el concepto de autosensorialidad
(Coromines) y las «relaciones y estructuras narcisistas» de Klein. Como una
etapa primaria del desarrollo, este concepto de narcisismo sería equiparable al
de narcisismo primario de Freud. Otro concepto de narcisismo, más clínico y
relacionado con el concepto de defensas esquizoides, es el de la retirada de la
relación con los objetos externos para sustituirla por la relación con los objetos
internos (Fairbairn, 1940).

Definido en términos de una relación basada en la no diferenciación entre self y


objeto en vez de en el investimiento libidinal del Yo (self), el narcisismo primario
sería normal en las primeras etapas de la vida, pero cuando se prolonga más
allá de estas etapas por las causas que sea tiende a conferir un matiz psicótico
a las relaciones que se intensifica claramente en las situaciones regresivas
severas. La perduración de estructuras narcisistas, ya sea en forma global
como inmadurez del desarrollo o parcial (presencia de núcleos narcisistas de la
personalidad que siguen funcionando disociadamente) facilita la presentación
de funcionamientos mentales narcisistas con aquellas características que ya
citaba Joan Riviere (1936): “basados en sensaciones y regulado por
sentimientos (bajo el imperio del principio del placer-dolor), totalmente autista,
no sólo falto de objetividad, sino desde el principio sin conciencia de objetos
externos”. Refiriéndose a la aparición de estos funcionamientos mentales
arcaicos en la clínica psicótica, Freud hablaba de “neurosis narcisistas”,
suponiendo que en ellas no se podían observar los fenómenos
transferenciales. Paradójicamente, aunque Freud afirmara que los psicóticos no
«transfieren», en Introducción al narcisismo ya abría una puerta a la
comprensión de un tipo especial de transferencia psicótica postulando que la
sintomatología psicótica que se observaba en la clínica era el producto de los
esfuerzos del paciente en pro de la «restauración de los objetos». Para
proceder a la restauración de los objetos, el psicótico tiene que reconectar con
el mundo, aunque sea deformándolo por la proyección de sus objetos internos
(los objetos en la «fantasía», que también eran investidos por la libido objetal

44
cuando se retiraba del objeto y se hacía narcisista). Para Freud, aún en el
supuesto de que durante la inicial regresión narcisista con retirada de la libido
objetal no hubiera transferencia, al dirigirse nuevamente al mundo y reconectar
con los objetos, el psicótico vuelve a estar en situación relacional y transfe-
rencial, aunque se trate de una transferencia psicótica. En Introducción al
narcisismo se lee una frase sobre la que quisiera llamar la atención: “La
diferencia entre las neurosis de transferencia producidas en el caso de esta
clase de renovada catexia libidinal (se refiere a la restauración de los objetos) y
las correspondientes formaciones (residuales) del Yo normal tendrían que
proporcionarnos la visión más profunda de la estructura de nuestro aparato
mental”. Es decir, si no lo entiendo mal y refiriéndolo al texto completo, las
formaciones residuales en las que el Yo es normal son las que quedan todavía
de la relación originaria de objeto (libido objetal) después de retirada la mayor
parte de libido objetal hacia el Yo en la regresión narcisista y, naturalmente,
puesto que son normales y de libido objetal-neurótica, son capaces de
transferencia. Pero también se produce «neurosis de transferencia» en la
«renovada catexia libidinal», o sea, en la catexia que se restablece con los
objetos en la fase sintomática de la psicosis que Freud llamaba restauración de
los objetos. Lo sorprendente es que, entendiéndolo así, Freud consideraba ya
en 1914 la posibilidad de una «neurosis transferencial» en la psicosis y de una
diferencia importante entre esa transferencia del psicótico y la neurosis
transferencial del Yo neurótico o normal. Parece lógico suponer que ya
pensaba en la transferencia psicótica y que advertía que el estudio de las
diferencias entre la transferencia neurótica y la psicótica había de arrojar
mucha luz sobre la estructura profunda del aparato mental. Teniendo en cuenta
que muchos de los pacientes que trataba en aquella época eran pacientes que
hoy día diagnosticaríamos de borderline o fronterizos, pensamos que Freud
apuntaba ya entonces a las extraordinarias posibilidades que ofrecen los
pacientes borderline al manifestar en diferentes momentos de la cura
psicoanalítica, y a veces hasta de forma casi simultánea, fenómenos trans-
ferenciales psicóticos y neuróticos.

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LOS SUPUESTOS DE AUSENCIA DE ACCION EN
EL AMBITO DE CRIMINOLOGIA
Puesto que no hay delito sin acción. Obviamente cuando no hay acción
tampoco hay delito. Invariablemente ocurre asi cuando falta una manifestación
exterior, o sea una modificación externa

TRES TIPOS DE CASOS

inconsciencia
movimientos reflejos
fuerza irresistible

Los tres supuestos ahora descritos, y por eliminar los tres en el autocontrol,
desaparece la responsabilidad penal, porque no puede hablarse de su base
imprescindible , una conducta humana.

INCONSCIENCIA

El sujeto se halla sumido en una situación en la que no es posible el


autocontrol por perdida de facultades intelectivas, asi el sueño, la ipnosis, los
desmayos, la perdida de consciencia. Hacen desaparecer el autocontrol en la
medida en la el sujeto inconsciente no puede ejercer sus facultades volitivas
por no percibir los efectos de su entorno

MOVIMIENTOS REFLEJOS

Desaparece también el autocontrol pues un órgano motor del sujeto se ha visto


movido por impulso o efecto de otro órgano. Pero sin que haya podido frenar el
efecto y repitiendo lo dicho, para poder hablar de delito o falta a la ley penal
debe haber una acción o una omisión y la vis physica excluye la misma

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FUERZA IRRESISTIBLE

El concepto de fuerza irresistible ya era contemplado en el derecho romano y


en derecho común con el nombre de vis physica absoluta o ablativa, puede
definirse como una situación en la que el sujeto no tiene la posibilidad de actuar
de otra forma. Es una fuerza externa proviene de la naturaleza o de un tercero.
Sobre el cuerpo del actor. Que hace que este sea utilizado como un
instrumento o como una mera masa mecánica

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CONCLUSION

Ya que se a mencionado muchos puntos importantes eh pues concluiremos con un


resalto mas de estos. el ello, el yo y el súper yo como vemos es importante saber de
porque somos hasi de donde lo hemos adquirido en cuanto a nuestros
comportamientos. por ejemplo

Cuando hablamos del ello es la parte oculta de la personalidad e intelecto; viene


siendo la primera manifestación de la mente humana, es decir, el estado mental del
recién nacido, por ejemplo cuando quiere hacer algo o sea eso nace de su súper yo su
impulso a querer hacer algo pero también ahí vemos . El Yo es lo que está en contacto
con la realidad, viene siendo algo así como la parte consciente del ello, o una parte
más exterior, o la que se ha modificado por estar en contacto con la realidad
presentada, o sea nace en querer hacer una cosa viendo algo en el el ambiente que
te encuentres. también vemos el Súper yo es la parte ética y moral que ha sido
desarrollada en el hombre. Esta parte ética y moral se fue formando por enseñanzas
de nuestros padres o cuidadores, y por las creencias religiosas que nos inculcan valores
o sea mas claro es decir que esto es absorbible o adquirible de todos los que nos rodea

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BIBLIOGRAFIA

https://prezi.com/hi3pn6p5_7cp/ausencia-de-accion/

https://psicologiaymente.com/psicologia/ello-yo-superyo-sigmund-freud

https://es.scribd.com/document/333464859/Ello-Yo-y-Superyo

http://www.temasdepsicoanalisis.org/2014/07/18/el-narcisismo-relacional-de-freud/

Balint, M. (1968), The Basic Fault, London, Tavistock.

Corominas, J. (1991), Psicopatologia i Desenvolupament Arcaics, Barcelona, Espax.

Ellis, H. (1898), Auto-erotism: a Psychological Study, The Alienist and Neurologist, vol.19.

Fairbairn, W.R. (1952), An Object Theory of the Personality, New York, Basic Books.

Ferenczi, S. (1913), Estadis en el Desenvolupament del Sentit de Realitat, Revista Catalana de


Psicoanàlisi vol. XIV.

Freud, S. (1914), On Narcisism: an Introduction, Standard Edition vol. 14, London, Hogarth
Press and the Institute of Psycho-Analysis.

Freud, S. (1915), Instincts and their Vicissitudes, Standard Edition vol. 14, London, Hogarth
Press and the Institute of Psychoanalysis.

Freud, S. (1923), The Ego and the Id, Standard Edition vol. 19, London, Hogarth Press and the
Institute of Psychoanalysis.

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ANEXO

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