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• Comunicación de las estrategias a todos los gerentes que toman decisiones claves. No
tiene mucho sentido formular estrategias significativas a no ser que se comuniquen a
todos aquellos gerentes que estén en la posición de tomar decisiones sobre programas y
planes diseñados para implantarlos. Nada ha sido comunicado a no ser que este claro para
el receptor. Las estrategias pueden ser claras para los miembros del comité ejecutivo y el
presidente general que participa en el desarrollo de las mismas. Las estrategias deberán
estar por escrito, los altos ejecutivos y sus subordinados deben estar seguros de que todas
las personas que participan en la ejecución de las estrategias las comprendan.
• Los planes de acción contribuyen y reflejan objetivos y estrategias personales. Los planes
de acción, son programas de decisiones tácticas y operacionales, mayores o menores, que
ocurren en varias partes de la organización. Si no refleja los objetivos y las estrategias
que se desean, los resultados serán vagos o intenciones inútiles. Si no se tiene cuidado en
esta área, no es probable que la planeación estratégica tenga un impacto a fondo. Hay
varias formas de asegurarse de que los planes de acción contribuyan a las metas
principales. Si cada gerente comprende las estrategias, todos pueden sin lugar a dudas
revisar las recomendaciones de los asesores staff y los subordinados de línea para
verificar que aporten algo y sean consistentes. Podría ser una buena idea que las
decisiones principales sean evaluadas por un comité pequeño y apropiado.
• Revisión periódica de las estrategias. Hasta las estrategias cuidadosamente desarrolladas
pueden dejar de ser adecuadas si las condiciones cambian. Por lo tanto, deberán revisarse
de vez en cuando, al menos una vez al año para las estrategias principales.
• Desarrollo de estrategias y programas de contingencia. Siempre que puedan ocurrir
grandes cambios en los factores competitivos o en otros elementos del ambiente, deberán
formularse estrategias para tales contingencias. Nadie, por su puesto, puede esperar hasta
que el futuro sea seguro. Aun cuando haya considerable incertidumbre, pueden ocurrir
acontecimientos que hagan obsoleto un conjunto de objetivos, estrategias o programas.
Fig. 1.
Kaplan y Norton afirman que es en el personal donde residen aquellas cualidades que
permiten a la alta dirección prever y anticiparse a los cambios que deba enfrentar la
organización. Allí mismo se debe realzar la experiencia, la creatividad y la capacidad de
innovación, de ahí que el primer factor clave esté directamente relacionado con el elemento
humano. Un mayor sentimiento de identidad de los empleados y un compromiso personal
compartido con la organización, pueden verse traducidos en una mejora continuada de los
procesos empresariales. Y, consecuentemente, lograr una mayor satisfacción de los clientes
que, materializada en mayores ventas, debería generar beneficios y rentabilidad superiores
para la empresa.
Fig. 2
Creación de valor.
El fin de las líneas estratégicas dentro del mapa estratégico es la creación de valor. Los
beneficios que se puede obtener de ellas tienen distintos horizontes temporales. Al definir
correctamente las líneas estratégicas dentro del mapa estratégico de la organización, se podrá
gestionar paralelamente los distintos procesos de creación de valor a corto, mediano y largo
plazo. Además, a pesar de que las líneas estratégicas permiten planificar de forma
independiente cada uno de los aspectos clave de la estrategia, ubicarlas correctamente dentro
del mapa estratégico permitirá que todo el conjunto se desarrolle de forma coherente y
produzca resultados visibles y medibles.
Ejemplo de líneas estratégicas.
Para tener más claridad sobre cómo funcionarían las líneas estratégicas en un caso real se
muestran las líneas estratégicas hipotéticas del Ministerio de Tecnologías de la Información
y Comunicaciones (MINTIC). MINTIC tiene cuatro líneas estratégicas a partir de las cuales
se desprende toda su planeación estratégica y sus planes de acción:
1. Empleo: Fortalecer el sector de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC)
como generador de empleo.
2. Educación y emprendimiento: Contribuir con las TIC a la transformación de la educación.
3. Gobierno digital: Tener el gobierno más eficiente y transparente gracias a las TIC.
4. Ciudad y región: Consolidar los ecosistemas digitales regionales para transformar la vida
de nuestras ciudades y territorios.
Otros ejemplos de líneas o temas estratégicos que son ampliamente usados son:
- La innovación: Define la creación de nuevos productos, penetración de nuevos mercados
y desarrollo de nuevas formas de hacer negocios. Este es un tema o línea estratégica de
largo plazo.
- La gestión de clientes: Esta perspectiva expande, redefine y profundiza las relaciones con
los clientes. (Por ejemplo, vender productos o servicios adicionales, transformar a
clientes poco rentables) Esta es una perspectiva de mediano plazo.
- Excelencia operacional: Describe cómo se entregarán los productos y servicios de calidad
y cómo se mejorará la productividad a corto plazo. Este tema estratégico generalmente
rinde fruto en los primeros 12 a 24 meses después de su implementación.
- Responsabilidad Social / Regulación: Define cómo la organización busca ser un buen
ciudadano corporativo, que busca asegurar la estabilidad de su posición a largo plazo en
el sistema. Se centra en los componentes externos o indirectos en industrias seleccionadas
sujetos a regulación (por ejemplo, servicios públicos) y/o el medio ambiente (Por
ejemplo, productos petroquímicos).
Cada uno de estos temas es como un pilar de excelencia para la estrategia y contiene su propia
hipótesis estratégica, sus relaciones causa y efecto, y en contadas ocasiones su propio Cuadro
de mando. Las líneas o temas estratégicos son una herramienta enfocada que ayuda a la
organización a que gestione prioridades de corto y largo plazo, o de crecimiento y
rentabilidad que de otro modo causaría que estos puntos de vista generen conflictos. Así,
dentro de la construcción del mapa estratégico de una organización, las líneas estratégicas
funcionarán como una guía sobre la cual se construirán todas las acciones del plan
estratégico, de este modo, todo su plan funcionará como un engranaje que conduce a
resultados reales. Las líneas estratégicas sirven además para tener mucha más claridad sobre
las relaciones causa-efecto de todos los objetivos e iniciativas, contribuyendo a una mejor
gestión de todos sus recursos.
5.4 ESTABLECIMIENTO DE OBJETIVOS ESTRATÉGICOS
Cuando se tiene una meta definida es más sencillo planificar las tareas correspondientes para
cumplirla, pues se tiene un fin hacia el cual dirigir todos los esfuerzos. En el mundo
empresarial es especialmente importante trazar las líneas de llegada a los objetivos que
interesan. Para lograrlo, se requiere que los equipos de trabajo sepan qué papel desempeñan
en la compañía, en qué medida contribuyen al éxito empresarial y hacia dónde deben dirigirse
como un colectivo; pero, sobre todo, el modo en que deben trabajar para alcanzar sus
propósitos. Cuando se habla de la Planeación Estratégica en una organización, tener claras
las metas es muy importante, porque ellas son el reflejo de lo que se aspira y el lugar al que
se quiere llegar en un futuro. Es por esto que cuando se habla de objetivos estratégicos se
está hablando de un aspecto clave para cualquier proceso de planeación estratégica.
Los objetivos estratégicos son los fines o metas desarrollados a nivel estratégico y que la
organización pretende lograr en un periodo determinado de tiempo. Podría decirse que los
objetivos son los que determinan qué es lo realmente importante en su estrategia
organizacional. Así, se basan en la visión, la misión y los valores de la organización y son
ellos los que determinan las acciones y medios que se ejecutarán para cumplirlos. Los
objetivos estratégicos deben ser, principalmente, claros, coherentes, medibles y alcanzables.
Los objetivos estratégicos de una organización se definen con tres propósitos en mente:
1. Materializar la estrategia: Establecer objetivos estratégicos concretos permite a todo el
equipo ponerse de acuerdo sobre qué es exactamente lo que la organización debe lograr.
2. Ayudar a establecer las metas y evaluar su cumplimiento: Los objetivos estratégicos
deben servir como guía cuando la gerencia formula las metas a nivel táctico y
operacional.
3. Crear alineación organizacional: Una buena definición de objetivos estratégicos debe
ayudar a que los empleados y los departamentos no trabajen con objetivos que entren en
conflicto. En su lugar debe ayudan a que todos trabajen con la imagen global en mente,
de forma que todos se muevan en la misma dirección.
• Accionable: Una de las bases para ejecutar exitosamente la estrategia es lograr cambios
significativos en el comportamiento de las personas, para ello es fundamental que las
personas sientan que pueden influir en el resultado a través de su trabajo diario o con
proyectos específicos que se están implementando. Esto quiere decir, que es muy
importante que las medidas que elija para la organización sean visibles también para
quienes ejecutan las iniciativas.
• Cuantificable: Deben ser objetivos (basados en hechos estadísticos y observables) y no
subjetivos (basadas en el instinto o en “cómo se siente”). Si la medida cambia fácilmente
dependiendo de quién la mide, entonces la confianza en el sistema de medición se
perderá.
• Comprensible: Cualquier miembro de la organización debería tardar lo menos posible
para comprender cómo se ha desempeñado un indicador o medida y comprender el
análisis o las recomendaciones. Una clave útil para este fin es contar con gráficos y tablas
fáciles de leer que se puedan analizar rápidamente.
• Repetible: Al elegir un indicador, se debe procurar que tenga utilidad más de una vez, de
modo que se pueda hacer seguimiento a la evolución de la métrica a lo largo del tiempo
para poder analizar tendencias críticas. Si se mira un indicador ligeramente diferente cada
mes, no habrá forma de graficar su evolución y no se lograrán resultados valiosos.
Tipos de indicadores.
Indicadores de resultado o históricos. Los indicadores de resultado o históricos ofrecen la
forma más concreta y común de comprender si una organización ha logrado sus objetivos o
no. Se pueden encontrar indicadores retrospectivos sólidos que indiquen qué sucedió con ese
objetivo durante el último trimestre o el último año al examinar la salida de los procesos. Los
indicadores de resultado o históricos no son predictores de lo que va a suceder, pero son
excelentes para decirle lo que sucedió. Cuando se utiliza indicadores históricos, se debe
considerar de qué manera podría predecir el cumplimiento de los objetivos. ¿Cuáles son los
procesos, acciones o tareas que conducen a ese resultado? Algunos ejemplos de indicadores
de resultado son: los ingresos, costos, gastos, porcentaje de productos no conformes, número
de clientes, entre otros.
Indicador inductor o de proceso. Ya se mencionó que un buen indicador debe ser accionable.
Esta característica permite predecir cómo se puede impactar y progresar hacia el
cumplimiento de un objetivo. Un indicador inductor o de proceso plantea la pregunta: ¿Qué
variables, tareas o procesos harán alcanzar este objetivo más rápidamente o de mejor manera?
¿Qué necesito hacer bien para mejorar mi indicador de resultado o cumplir el objetivo? Una
vez se comprenden los indicadores de resultado (que ayudan a comprender si se cumplió el
objetivo), es fundamental definir indicadores inductores o de proceso, que permiten mirar
hacia adelante. Los indicadores inductores preguntan: ¿Cuáles son las mejores cosas que
podemos hacer para alcanzar nuestras metas y objetivos futuros? Los indicadores inductores
varían según el objetivo. Por ejemplo, para el objetivo de “Mejorar las ventas”, algunos
ejemplos de indicadores inductores podrían ser los siguientes:
- Número de llamadas en frío realizadas por cada vendedor.
- Número de productos mostrados a cada cliente.
- Número de referidos obtenidos de la base de clientes actual.
Indicadores de desempeño en el CMI.
La metodología del Cuadro de Mando Integral permite evaluar el funcionamiento de una
organización desde varias perspectivas. Por este motivo, existen distintos tipos de
indicadores que miden las distintas áreas de desempeño.
Este análisis puede ser histórico, si contempla las principales acciones realizadas por la
empresa en cierto período, o dirigirse a las principales acciones que se van a emprender en
el futuro. La perspectiva histórica muchas veces nos pone a pensar en las etapas del desarrollo
de una organización a posteriori. Sin embargo, algunas veces es posible y conveniente
inventar el futuro por etapas y trazar un panorama general de en qué consistirá cada una, es
decir, definir cuál será el portafolio de acciones de cada etapa. Hacer explícita la planeación
por etapas tiene ventajas y desventajas. La ventaja principal es que muchas veces se actúa
mejor en la etapa presente si se sabe cuáles son las etapas futuras y cómo se articulan unas
con otras. La desventaja es que, dado que las circunstancias cambian, comprometerse
demasiado con ciertas acciones pudiera desembocar luego en un sentimiento de fracaso que
desmotive a la organización. Las organizaciones necesitan mantener la flexibilidad de
aprovechar las oportunidades que se presenten y reinventar su futuro.
5.6 INDICADORES DE GESTIÓN
En la vida diaria es común interactuar con diferentes indicadores sin que necesariamente se
les denomine así: las señales de tránsito, la aguja de reloj, las flechas de la salida de
emergencia, los señalamientos de algún edificio gubernamental, entre otros. Todos estos
indicadores proporcionan información de manera simple, precisa y sin ambigüedad; por
ejemplo, sabemos en qué momento debemos avanzar o detener el automóvil mediante las
luces del semáforo; conocemos la hora precisa por la posición de las manecillas del reloj; y
podemos ubicar la salida de emergencia de algún lugar gracias a la señalización adecuada.
Para entender estos indicadores, en su mayoría, no es necesario que una persona nos explique
su significado; sólo requerimos un poco de información para interpretarlos de manera lógica.
Un indicador es una herramienta cuantitativa o cualitativa que muestra indicios o señales de
una situación, actividad o resultado; brinda una señal relacionada con una única información,
lo que no implica que ésta no pueda ser reinterpretada en otro contexto. Imaginemos el caso
de un semáforo. Para un automovilista, la luz roja le indica que debe detener el carro; en
cambio, para los peatones es una señal de que puede cruzar la calle. En este sentido, ¿la
información que ofrece el indicador resulta confusa? No. El semáforo que detiene a los
automóviles no da la señal para que los peatones crucen la calle; éstos lo hacen una vez que
los automóviles paran. La función del semáforo no es indicar a la gente que puede cruzar la
calle; de ello se encargan los semáforos peatonales. Cada indicador brinda información
relevante y única respecto a algo: una señal que debe ser interpretada de una única manera,
dado que tiene un solo objetivo. Por ejemplo, la luz roja de un semáforo tiene como objetivo
indicar cuándo un automóvil debe detenerse; el algo que se quiere mostrar. Para entender ese
algo, debe comprenderse que los indicadores tienen un objetivo concreto, y dado que éste es
único, la información relacionada con el indicador es única.
Un indicador es un instrumento que provee evidencia de una determinada condición o el
logro de ciertos resultados. Esta información puede cubrir aspectos cuantitativos y
cualitativos sobre los objetivos de un programa o proyecto. Los indicadores cotidianos sólo
proporcionan información con un único dato: una dirección, un lugar, una indicación o alguna
otra señal; para el objetivo al que se encuentran asociados, esta información es suficiente. Sin
embargo, los indicadores necesariamente deben representar la relación entre dos o más
variables. ¿Por qué? Supongamos que el programa “Capacitando” tiene la finalidad de
capacitar al mayor número de personas en un año y un periódico local da a conocer los
resultados de dicho programa en 2010 y reporta lo siguiente:
“Hasta la fecha se han capacitado 10,000 personas, lo cual representa un gran avance en
temas de capacitación”. ¿Es adecuada esta afirmación? ¿El número de personas capacitadas
es un elemento suficiente para manifestar que se ha tenido “un gran avance”? Al volver a leer
y analizar la nota, se advierte que dicha afirmación no es justa con el desempeño del
programa, puesto que no se muestran los avances reales ni los resultados. La afirmación está
sujeta al cuestionamiento: ¿qué porcentaje representan estos capacitados respecto de la
población que pretende beneficiar el programa y respecto de la población del país? Con la
información proporcionada (“…se han capacitado 10,000 personas”) no se puede dar una
respuesta sensata a la pregunta, dado que no se cuenta con mayor información sobre el
programa ni de la población que atiende. Supongamos que la población del país llegara sólo
a un millón, entonces las personas capacitadas representarían apenas el uno por ciento; de
ahí que sería conveniente volver a preguntarnos si este porcentaje efectivamente representa
un gran avance en temas de capacitación.
Es evidente que un número necesita un contexto, un punto con el cual se pueda comparar a
fin de determinar y tener bases suficientes para emitir una opinión o un juicio acerca del
desempeño. Supongamos que el mismo periódico publicara una fe de erratas para aclarar que
las personas capacitadas se refieren de manera exclusiva al poblado de gente no-capacitada,
lugar donde opera el programa únicamente y que tiene una población de 18,000 personas.
Con esta nueva información, el análisis anterior cambia en forma drástica. El porcentaje de
capacitados ahora representa 56 por ciento del poblado de gente no-capacitada, en lugar del
uno por ciento, si consideramos a toda la población del país. Desde este nuevo panorama, la
afirmación de “esto representa un gran avance en temas de capacitación” recobra sentido.
Los números son datos necesarios que deben reportarse; sin embargo, no son un medio
confiable ni objetivo para evaluar el desempeño de un programa. Sin un punto de
comparación, es difícil establecer los logros, ya que sólo se conoce el estado actual de la
problemática. Cuando se busca presentar los avances de un programa, es conveniente mostrar
tanto el estado inicial como el actual de la problemática; de esta manera, es fácil valorar la
importancia de sus resultados.
Los indicadores deben representar la relación de dos o más variables a fin de que sea más
fácil analizar los resultados alcanzados por un programa. Es importante también que los
indicadores estén contextualizados, es decir, que se describan algunas características
geográficas o temporales que permitan al indicador reflejar respecto a qué está midiendo; en
el ejemplo anterior, la fe de erratas ayudó a identificar que las personas capacitadas tenían
una característica particular: todas residían en una “ciudad no-capacitada”; el indicador deja
en claro respecto a qué variables están midiéndose sus avances y en qué contexto se deben
evaluar. En resumen, un indicador debe cumplir, en principio, con las dos siguientes
características:
a) El indicador debe ser una relación entre dos o más variables.
b) El indicador debe estar contextualizado al menos geográfica y temporalmente.
Tipos de indicadores.
En el punto 5.4 se hizo una clasificación general de los indicadores; indicadores de resultado
o históricos y los inductores o de procesos; dependiendo de la etapa del proceso donde se
lleven a cabo, además de los que se puedan establecer en cada una de las perspectivas del
cuadro de mando. Los indicadores se pueden clasificar según lo que se está evaluando; entre
ellos encontramos los indicadores claves de proceso también llamados KPI; son los que se
centran en la evaluación del estado de una tarea y su rendimiento con respecto a los objetivos
establecidos, son fundamentales para medir los resultados e identificar las oportunidades de
mejora para el negocio.
A continuación, se describen brevemente los principales tipos de indicadores de proceso
generales que pueden adoptar las empresas:
▪ Indicador de productividad.
La medición de la productividad es uno de los aspectos más importantes para varias
organizaciones. Con este indicador es posible evaluar la utilización de los recursos
disponibles y la calidad de las operaciones realizadas diariamente. Un ejemplo de este
indicador es la medición de las llamadas de asistencia por mes y por empleado. Mientras un
empleado responde a 200 llamadas de asistencia en el mes, el otro responde a 250.
▪ Indicador de eficiencia.
Este indicador también evalúa el uso de los recursos. La idea es producir lo máximo posible
con menos recursos. Mide los desperdicios de obra, la acumulación de pérdidas, las horas
trabajadas en un proyecto, etc.
▪ Indicador de eficacia.
Aunque tiene un nombre similar al anterior, el índice de eficacia es diferente y su función es
medir si los procesos se realizan correctamente. Por ejemplo, la durabilidad de un producto,
el porcentaje de quejas de los clientes y el rendimiento de un producto.
▪ Indicador de calidad.
La idea es medir el porcentaje de producción que cumple con las normas de calidad
previamente establecidas. Por ejemplo, una fábrica produce 200,000 mascarillas al mes, pero
sólo 180,000 cumplen con las normas de calidad adecuadas para su uso. Así, el porcentaje
de calidad es del 90%.
▪ Indicador de capacidad.
Mide cuánto puede producir la empresa en un periodo de tiempo determinado. Por ejemplo,
una granja ganadera es capaz de producir 200 litros de leche al día.
▪ Indicador de ganancia.
Analiza el beneficio de la producción en relación con los ingresos totales por ventas. Muestra
si, de hecho, el negocio es rentable. Un ejemplo de ganancia puede ser el de una tienda que
ha vendido productos por valor de $50,000 y, por lo tanto, ha obtenido un beneficio de
$20,000. La ganancia alcanzada será del 40 %.
▪ Indicador de rentabilidad.
La rentabilidad es un poco diferente. Mide las inversiones totales y el beneficio. Basta con
dividir el beneficio de un periodo entre el valor de la inversión inicial. Este indicador es
importante porque definirá si la estrategia utilizada por la empresa es adecuada o no y si el
camino a seguir es el correcto o, por el contrario, habrá que implantar otro. En una empresa
de producción de software se invirtieron $1,000,000, lo que generó un beneficio de $300,000.
La rentabilidad en este caso es del 30 %.
Además, se describen algunos tipos de indicadores de procesos (KPI) específicos, las
empresas deben evaluar cuáles pueden y deben utilizar:
➢ Tiempo de comercialización.
Mide el tiempo que se tarda en ser lanzado un producto al mercado, desde las ideas iniciales
hasta su llegada a las estanterías. Por ejemplo, para la producción de un automóvil, el tiempo
se mide desde el diseño inicial hasta el lanzamiento.
➢ Plazo de entrega.
Evalúa el tiempo que tarda en ejecutarse un proceso, en el caso de las compras, desde que se
realiza un pedido hasta que se emite, y su objetivo es acelerar las entregas. Por ejemplo, al
solicitar la compra de un equipo, tenemos una actividad de aprobación que puede demorar
hasta dos días, la solicitud al proveedor y la entrega que pueden tardar hasta quince días y la
verificación de la recepción que tarda un día. En total, tendremos un plazo de entrega de
dieciocho días.
➢ Fallas en inventario.
Indica el número de veces que un producto se quedó sin existencias, lo que puede generar un
problema de imagen para la marca y devenir en pérdidas económicas para la empresa. Mide,
por ejemplo, cuántos días o cuántas veces en un periodo de tiempo determinado el stock de
una mercancía quedó en cero en el inventario.
➢ Cuota de mercado.
Mide el porcentaje de participación de la empresa en el mercado en el que opera. Se puede
calcular en diferentes sectores del mercado, como el número de ventas o el número de
clientes. Merece el esfuerzo saber cuál tiene más sentido para la organización. Se expresa en
valores porcentuales.
➢ Ociosidad.
Indica el porcentaje de tiempo que las máquinas o los empleados han estado inactivos y cómo
esta situación repercute en la eficiencia y agilidad de los procesos.
➢ Rotación de inventario.
Evalúa la relación entre el consumo y el balance de existencias. Es muy importante para el
sector del comercio minorista y de e-commerce. Un ejemplo representativo puede ser que si
el volumen mensual de inventario en un e-commerce es de 2,000 jabones, y se venden veinte
mil jabones al año, significa que el volumen de rotación es de diez, es decir, el inventario se
renovó diez veces.
Procedimiento para establecer indicadores.
Los indicadores juegan un papel fundamental en las organizaciones. Cualquier empresa
exitosa quiere cumplir con éxito sus objetivos organizacionales, pero eso es más fácil decirlo
que hacerlo. Para ello debe formular unos objetivos estratégicos valiosos y seleccionar los
indicadores más apropiados para su industria. Dichos indicadores deben tener la complejidad
necesaria para medir las metas del Plan Estratégico.
A continuación, se presentan 5 pasos para que conocer cómo establecer indicadores que
resulten pertinentes y útiles en el seguimiento de la estrategia:
1. Identificar la intención de la medición y lo que se quiere medir.
La Planeación Estratégica tiende a escribirse en forma de ideales abstractos, lo cual permite
diversas interpretaciones, que se deben limitar, mientras se avanza en la formulación para
obtener los resultados esperados. En contraste, al medir los objetivos estratégicos, el
resultado debe ser concreto, claro y preciso. El consenso sobre las definiciones, expectativas
e intenciones de medición, son fundamentales para elaborar los indicadores con éxito. Por
ejemplo, si en una organización tuvieran como objetivo estratégico “mejorar la calidad del
producto” lo importante sería delimitar el concepto de calidad, pues una persona del equipo
puede pensar que la calidad significa que el producto cumple ciertas especificaciones,
mientras que otra persona la definiría como la usabilidad para el cliente posterior a la compra.
Así, es fundamental que exista un consenso que les permita a ambos sujetos tener una
definición común y, en esa medida, trabajar en pro de lo mismo. Una vez se llega al acuerdo
sobre el resultado que busca el objetivo estratégico, es más fácil definir qué se va a medir.
Por lo tanto, es importante haber formulado previamente los Objetivos Estratégicos.
2. Revisar las alternativas de medición.
Analizar cómo se pueden medir los resultados, comenzando por preguntarse: ¿se puede medir
directamente el resultado deseado y existe una manera clara de capturarlo en uno o más
indicadores? Si la respuesta es sí, identificar la medida directa más adecuada. Por ejemplo,
si incrementar las ventas de productos es un objetivo estratégico y el resultado previsto es
que los ingresos por ventas de productos aumenten, la medida directa podrían ser los ingresos
por ventas en dólares. En este punto puede ser útil observar una clasificación exhaustiva de
indicadores o buscar ejemplos prácticos que se asemejen. Si la respuesta es no, es porque los
resultados no se pueden medir directamente, por lo cual se deberá trabajar en el desarrollo de
componentes medibles, que describan a fondo el resultado deseado, generalmente,
estableciendo una hipótesis sobre la correlación de estos con el objetivo estratégico.
3. Seleccionar las medidas correctas para cada objetivo estratégico.
Reducir las posibles medidas identificadas en los pasos anteriores y seleccionar las que mejor
revelan el desempeño estratégico de la organización, indicando si mejoró, empeoró, o
permaneció igual. Elegir las métricas que tengan significado y relevancia en relación con los
objetivos estratégicos. Esta elección evita la sobrecarga en la recopilación de datos, pues las
métricas seleccionadas proporcionarán la información necesaria para la toma de decisiones.
4. Definir indicadores de gestión compuestos.
Si las medidas desarrolladas individualmente proporcionan datos útiles sobre los resultados
de diferentes dimensiones o componentes asociados al objetivo estratégico, se debe construir
un índice que agrupe varias medidas bajo un mismo título. Esto ayudará en el análisis. Los
índices compuestos son útiles cuando una sola medida (indicador) no es significativa por sí
misma o no proporciona una imagen completa del rendimiento, en un resultado previsto u
objetivo estratégico. Esto es muy común para los indicadores intangibles como la satisfacción
o la lealtad, en donde se pueden agrupar múltiples indicadores de gestión que abordan por
separado diferentes dimensiones del resultado deseado.
5. Establezca la línea base y la meta del indicador de gestión.
Describir los semáforos del estado de desempeño del indicador y determinar cómo se
interpretan los datos es tan importante como hacer un indicador. Los umbrales establecen los
puntos exactos donde un indicador muestra verde para un buen rendimiento, amarillo para
satisfactorio o rojo para deficiente. Este paso determina cómo se utilizan los datos. El
rendimiento se basa en los objetivos estratégicos y sus metas, el nivel de rendimiento deseado
para un período de informe específico y los umbrales. Es necesario que los límites superior
e inferior de rendimiento deseado se establezcan con base en un valor objetivo. Así mismo,
es importante obtener el valor del indicador que se fija como punto de referencia para el
seguimiento y la evaluación. A esto se le denomina línea base. La línea base se define
utilizando la información del proceso en un periodo anterior. Esto permite determinar el
avance y el desempeño de los indicadores de gestión.
Se cree que esta visión simplificada, muestra claramente cuál es el proceso que se pretende
graficar en un mapa estratégico, (activos intangibles-procesos claves-propuesta de valor al
cliente-maximización del beneficio), seguidamente se presenta un modelo de mapa
estratégico completo, el cual despliega los componentes de cada perspectiva y permite hacer
hincapié en los procesos y activos intangibles fundamentales para el logro de la estrategia.
Fig. 5: Mapa estratégico completo genérico.