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EL

ACOMPAÑAMIENTO PSICOPEDAGÓGICO EN LA EDUCACIÓN EMOCIONAL


ISSN 2007-2686

educ@upn.mx
ISSN 2007-2686
educa.upn.mx@gmail.com
Universidad Pedagógica Nacional
México

Para citar:

Acevedo Dávila, Alma Delia, (15 de diciembre de 2011). “El
acompañamiento psicopedagógico en la educación emocional”.
[Versión electrónica]. educ@upn.mx, Revista Universitaria,
Dossier, núm. 08, recuperado el 15 de enero de 2016.
http://educa.upnvirtual.edu.mx/educapdf/rev8/acevedo-008.pdf



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EL ACOMPAÑAMIENTO PSICOPEDAGÓGICO EN LA EDUCACIÓN EMOCIONAL
ISSN 2007-2686

El acompañamiento psicopedagógico en la
educación emocional

Alma Delia Acevedo Dávila
Resumen
En el presente artículo, la autora explica por qué es importante enseñar a los educandos a ser
conscientes de sus actuaciones emocionales; además el docente debe implicarse en la
formación del aprendizaje.

Abstract

In this article, the author explains why it is important to teach students to be aware of their
emotional performances; teachers should also get involved in apprenticeship training.


Palabras clave
pedagogía, estudiante, educación emocional.
Keywords

education, student, emotional education.

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ducar en los tiempos modernos es una tarea difícil, conlleva un aprendizaje que
involucra el desarrollo de hombres y mujeres con digno aprecio y estimación a
diversos modos de vida, lo que implica decisiones necesarias y deseables para
manejar presiones; estás últimas marcan el camino de diversos desafíos que no son fáciles de
lograr en este momento; en vista de que no se considera del todo efectivo aleccionar a un
alumno tal y como los profesores lo forjaban en otras épocas.

Los interrogantes no se hacen esperar:

¿Quiénes son los responsables de fortalecer una educación emocional sana?

¿Qué papel juegan los padres y maestros para fortalecer este aprendizaje?

¿Esta formación es una actividad que se debe promover desde el currículo?

¿Cuáles son las acciones que puede desarrollar el pedagogo?

¿Es posible llevar a cabo tareas puntuales para apoyar el crecimiento emocional en el entorno
escolar?

A lo largo de esta ponencia se pone un énfasis especial en la necesidad de enseñar a los


educandos a ser conscientes de sus actuaciones emocionales; asimismo se destaca la exigencia
de que el docente se implique en la formación de este aprendizaje, para crear medidas que
den sentido y acompañen a los alumnos en la maduración de sus afectos.

En las primeras etapas del crecimiento de los niños y las niñas; los padres y los profesores
están más involucrados en apuntalar el fortalecimiento de logros conductuales que la
sociedad señala como favorables, de tal manera que se robustezcan estas actitudes por sí
mismas, al interiorizarse y llevarse a la práctica.

La satisfacción que experimenta el o la escolar al consolidar un comportamiento conveniente,


cómo proceder, que dura toda la vida, favorece la adquisición de las bases para lo que será un
buen manejo emocional. Las emociones no son algo tangible, se aprenden en la medida en que
forman parte de las relaciones humanas y su construcción inicia a partir del nacimiento, a la
vez que su progreso se consolida a lo largo de innumerables prácticas.

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Estos modos de actuación están sujetos a variaciones y muchos altibajos, señalamos así: la
manera de actuar (con responsabilidad, tolerancia, solidaridad y colaboración) en las
diferentes instancias de socialización, son matices que dan paso a transformaciones que se
deben trabajar en diferentes niveles de interiorización y para contribuir a este propósito se
debe detectar a tiempo los cambios negativos que deterioran el respeto mutuo.

En la medida en que los padres y educadores focalizan la atención en la estructura y calidad


de los afectos gratificantes, se generan sentimientos interpersonales constructivos, al
identificar las fortalezas, los errores y las dificultades que se presentan en la convivencia, lo
que da paso a los diversos enlaces que se establecen en las bases de la interacción y favorecen
el aprender y aceptar a los demás; también ayuda a reconocer que los otros son diferentes; así
como, compartir y sentir el aprecio que vigoriza las interrelaciones.

En esta forma se observa que los vínculos en los seres humanos se avivan a lo largo de la vida,
por eso es imperioso apoyar las respuestas emotivas y tratar de suministrar herramientas
para aprender a determinar cuáles son los hábitos emocionales que deterioran y dan una
mala imagen de la persona. Es así, que se recomienda que los adultos no manejen expresiones
como las siguientes: ¡tenías que ser tú!, ¡tú nunca entiendes!, ¡tú nunca piensas!, ¡tus
conductas enloquecen a cualquiera! Todas estas descalificaciones son las que determinan la
incapacidad e imposibilidad de confiar en los recursos afectivos para interactuar en forma
satisfactoria con los demás, lo que da paso a las actitudes inadecuadas para la convivencia.

Una mirada a las actuaciones inadecuadas de los alumnos

Muchas son las razones por las que un o una estudiante desobedece, hace daño, desafía reglas,
se porta de manera violenta o amenazante. Los expertos en esta temática señalan que estos
quieren ver lo que ocurre cuando presionan, retan o discuten excitadamente; así, estas
situaciones desestructuran la actividad emocional, ya que cada día que se presentan son más
difíciles de resolver.

En la convivencia escolar se utiliza la imitación como forma de identificarse con un grupo,


específicamente en estos entornos se encuentran personas que son estimuladas para
aprender de esta manera, sin preocuparse por la calidad del resultado.

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Muchas de las relaciones que se generan en la escuela dan paso a patrones de dominación y
formas de abuso que producen temores e inseguridad; actitudes que pueden superarse al
tener un buen conocimiento emocional de sí mismo, por ello es recomendable apoyar esta
formación mediante la educación. Las emociones deben ser orientadas de tal manera que no
promuevan las debilidades y sí propicien un aprendizaje que incluso pueda utilizar el error,
para ir ajustando un comportamiento. Cuando se reconocen fallas o debilidades se tienen dos
posibilidades: aprender a superarlas o evitar que vuelvan a ocurrir.

En el caso de las reacciones explosivas, éstas pueden ser motivadas de diferente manera: los
niños o las niñas de hoy en día crecen en espacios de vivienda sumamente reducidos, lo que
genera a menudo encuentros difíciles o violentos; frecuentemente en los hogares se cuenta
con la presencia de un único progenitor; y ante la debilidad salarial, cuando están presentes
ambos padres, los dos tienen que aportar al presupuesto familiar, por lo que los hijos
permanecen solos la mayor parte del tiempo. Por otra parte, los medios de comunicación
ejercen exigencias para alcanzar modelos de belleza, poder, dinero y éxito; así también, el
internet o los videojuegos complican el aprendizaje que se impulsa en la escuela. Todo ello
admite que los docentes ejerzan la capacidad de orientar y acompañar a sus estudiantes en
momentos de riesgo (Sulbrand, 2003).

Encontrar el equilibrio en la educación es una tarea que puede llevar a extremos como la
permisividad, el consentimiento desbordado o bien las actitudes autoritarias e inflexibles que
ceden al enfado ante posiciones adversas.

Sin lugar a dudas, son muchos los motivos para establecer relaciones buenas, pero sobre todo
sanas, que lleven a manifestaciones más adecuadas; la tarea no es nada fácil, requiere de
pensar y expresar con fluidez las emociones entendiendo consecuencias y valorando su
efectividad; se habla de abandonar ciertas peculiaridades e involucrar actitudes emotivas
aceptables.

El espacio físico de la escuela es una alternativa que permite crear ambientes para la
formación de actuaciones positivas en los alumnos, durante estas situaciones se ponen en
marcha todos los recursos del engranaje emocional, ya que en los diferentes niveles

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educativos se exigen respuestas, tanto ágiles, como acertadas, para iniciar y continuar con el
camino del aprendizaje.

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Los primeros pasos, invitan a prevenir

Gran parte de los procesos de salud mental, tienen como primer aspecto la prevención, ésta
implica cautela o precaución para llevar a cabo acciones anticipadas que eviten dificultades,
sin la necesidad de una constante orientación.

Las personas son guiadas en primer término por sus padres y posteriormente por sus
profesores, ambos establecen límites o exigencias que habilitan la prevención para superar
debilidades. Tanto padres como educadores preparan a sus hijos o alumnos para no requerir
de una permanente orientación y sí mantener un buen comportamiento al hacerse cargo de
sus emociones.

Una de las mejores maneras de encontrar el equilibrio consiste en estimular las actitudes de
buen trato frente a las diferentes circunstancias de la vida, esta perspectiva actual muestra la
importancia de los sentimientos para la comprensión, el ajuste y manejo de la convivencia.

Cuando se habla de actitudes se toma en cuenta la disposición para llevar a cabo cambios
diferentes y necesarios que encaucen el salir adelante en la adversidad; los versados en el
tema, dan cuenta de actitudes positivas cuando se está dispuesto a buscar soluciones y la
visión negativa encuadra el obstáculo, la dificultad o la parálisis para no poner en marcha
nuevos recursos que reorienten el comportamiento inicial.

Gran parte de las actitudes que movilizamos como sujetos se deben a procesos de aprendizaje,
es el caso de los educandos que en las diferentes etapas escolares se ven favorecidos por el
interés constante del educador para modular sus emociones en situaciones sociales,
familiares y escolares, en beneficio de su propio comportamiento.

Una de las preocupaciones de la escuela es ofrecer una guía clara y sencilla sobre la esencia
social de las emociones y garantizar que éstas sean constructivas con manifestaciones de
equidad para todos los participantes. Se advierte que si se limita la capacidad de poner en
práctica estos recursos, se va anulando la propuesta educativa sana, ya que se restringe la
neutralización de una reacción poco favorable, asimismo se recomienda no usar la tristeza
para lograr una acción correctiva, pues en otro momento la persona puede usar el mismo
comportamiento para efectivamente promover un daño.

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La construcción de las emociones no refieren comportamientos estáticos, la mejor forma de


lograr respuestas positivas es la de fomentar una mente abierta a nuevas circunstancias, por
lo que debemos de crear una conciencia del riesgo de adoptar una única salida. Las estrategias
para promover actuaciones más sanas dan cuenta de estimular el uso de expresiones para
tratar a los otros en forma favorable, además de tener manifestaciones adecuadas para asumir
deberes y obligaciones y enseñar el conocimiento, el amor y el respeto a sí mismo.

En otras palabras, sí las escuelas complementan el aprendizaje de los contenidos curriculares


con una utilidad para entender y vivir cada momento en forma significativa, todos los
participantes son más conscientes de la emotividad que a veces se transforma en violencia y
que suele ser calificada como una conducta impulsiva y por lo tanto inapropiada.

Motivar a los alumnos académicamente para establecer vínculos más sanos y positivos es
labor del docente, cuando esto sucede es importante identificar múltiples posibilidades para
trabajar actitudes más saludables, en este caso ampliamos a continuación el papel que
desempeña el pedagogo para la comprensión de los pensamientos y las acciones que mejoran
la adecuada convivencia.

Identificando las emociones que debe trabajar el pedagogo

Existen muchas creencias en relación a la concepción de emoción, generalmente se entiende


como una energía que impulsa a una actuación. En esta ponencia la conceptualizamos como
un recurso que no debe reprimirse, sino que es importante reconocer cuando se presenta y
hacer consciente de la información que se posee para encauzarla en una forma constructiva o
autorregulada, a través del pensamiento y las actuaciones que se llevan a cabo (Goleman,
1996).

Los seres humanos muy inteligentes pueden no desarrollar en forma apropiada las
habilidades para manejar tareas o problemas; ni contemplar una relación comprensiva con los
demás, por lo que ambas concepciones son dinámicas o modificables, en vista de que no se
desarrollan en una etapa específica de la vida y no están necesariamente determinadas por
factores hereditarios.

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Parte importante del proceso educativo es identificar las siguientes emociones: ira, rabia,
agresión, desprecio, tristeza, miedo, disgusto, aburrimiento, incertidumbre, y cuando las
personas se ven beneficiadas con estas observaciones, se generan actitudes de análisis y
reflexión que les permiten vivir armónicamente y enriquecen su propia existencia con
demostraciones de bienestar, ternura, felicidad, satisfacción y amor; en esta forma se consigue
mejorar la expresión emocional.

En el caso de los educandos, se puede motivar esta expresión con mayor fluidez, al mismo
tiempo estos pueden asumir reacciones tales como la compasión, la honestidad, la sinceridad,
el respeto, la cooperación y la generosidad empática, entendida como voluntad de compartir
con los menos favorecidos.

La empatía es considerada una habilidad social, es una forma de sentir con más claridad las
necesidades del otro, sin importar lo parecido que son los gustos o las formas de pensar. Dar
cabida a un entendimiento más profundo y un respeto asociado al sentimiento de seguridad,
va conformando la sinceridad, la confianza, la reciprocidad y la confidencialidad (López, 2007,
pp. 74-76).

Si bien la emoción cuenta con bases fisiológicas, su enseñanza requiere de diferentes


estrategias, entre las que están presentes desde la más temprana edad, las siguientes
posibilidades (Dylan, 2001):

• Expresar sentimientos tanto positivos como negativos.


• Propiciar el entendimiento de estas actitudes para comentarlas y evitar su castigo.
• El adulto debe mostrarse sereno.
• Reinterpretar las situaciones emocionales cuando se vuelvan a presentar.
• Examinar las situaciones que las desencadenan.
• Promover opiniones sobre cómo se percibe este comportamiento.
• Explorar los pasos que llevan a esa actuación.
• Reflexionar para avanzar en su modificación.

• Si se maneja un único mecanismo para proteger la expresión de una emoción, se limita


también las posibilidades de una relación edificadora y se puede adoptar el papel de
víctima o generar un aislamiento social.

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• En la medida en que desde temprana edad se permita al niño expresar sus emociones
y aportar sus propias ideas se está logrando una posición constructiva (Bazán, 2000).

Sugerencias para orientar el trabajo emocional en las aulas

Es necesario recalcar que la presencia de varias iniciativas ayuda a movilizar y reencauzar las
emociones e impedir que un único recurso paralice e interfiera en el beneficio de una mejor
actuación o respuesta, ya sea en los deberes escolares o en las diferentes áreas de la vida
cotidiana. Una aportación progresiva de elementos consolida el soporte emocional para
manejar el conflicto y la diferencia, por lo que se recomienda dimensionar la importancia y el
impacto de cada una de ellos en el manejo de la relación afectiva.

El listado que se presenta a continuación puede desarrollarse simultáneamente o


selectivamente según sea el soporte educativo que se desea estimular.

• Revisar la forma habitual de reaccionar frente a situaciones difíciles,


• compartir la reflexión con los derechos que se tienen como persona,
• analizar las responsabilidades que asume cada miembro del grupo o familia,
• promover el razonamiento sobre lo que significa ayudar y las circunstancias para
lograrlo,
• impulsar formas diferentes para trabajar un conflicto,
• examinar los fines en las relaciones del grupo y la familia,
• establecer que las normas o los límites pueden reestructurarse,
• en la negociación deben de fijarse siempre varias opciones,
• introducir poco a poco pequeños cambios,
• expresar aprecio por los logros,
• para un mejor control de las emociones negativas, evitar dar premios en especie
cuando se presenta una reacción favorable (López, 2007).

Cualquiera de estas modalidades lleva a las personas a localizar una situación que no se había
percibido, pues la construcción de las emociones es, en todo momento una práctica
inconsciente.

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A veces los estudios, las calificaciones, los horarios o los problemas familiares hacen que
algunas situaciones escolares se vuelvan inmanejables; en la mayoría de los casos se
presentan actitudes caprichosas, manías o cerrazón para cambiar; tres procedimientos son
indispensables: tranquilidad, evitar la amenaza o el castigo y dar tiempo para abrir la
comunicación.

El manejo punitivo (descalificar, ridiculizar, agredir o golpear) disminuye cualquier actuación


adecuada, por lo que es necesario que en el grupo se observen las dificultades que se
presentan en forma continua y la importancia de entender cada una de ellas en contextos
específicos; en el caso del profesor, éste debe percatarse de cuando el estudiante está bravo,
inconforme o decepcionado y advertir situaciones de rabia, inconformidad o frustración.

Un castigo físico promueve la violencia, ésta no reconoce la tolerancia y sí el resentimiento, la


revancha, la rebeldía, el retraimiento y por supuesto la reducción de la autoestima. La
creación de una figura de desquite se debe a la inmediatez para presentar una respuesta de
parte de la persona que percibe una mala actitud emocional, recordemos que la sanción debe
tener un fin constructivo y no sólo calmar el enojo.

Como el objetivo educativo trata de disminuir o eliminar una conducta negativa y


reemplazarla por otra más aceptable; la sanción en este caso conlleva al momento del
comportamiento inadecuado; distinguir lo que se debe hacer y no desistir de la aplicación de
un reforzador consecuente con el incumplimiento de algo inaceptable, invita a cuidar de no
alterar la integridad física o emocional; por ejemplo: si terminas a tiempo la tarea, podemos ir
al parque.

El reconocimiento de una conducta inadmisible promueve la localización de diversas


opciones, al mismo tiempo que da paso a situar límites, por eso es importante enseñar de
manera clara, que las emociones pueden modificarse para dar paso a lo aceptable.

Comprender las acciones y ayudar a manejar la crítica, parte de enseñar que es normal el
equivocarse y que el error es una fuente de aprendizaje y ayuda mucho a convertir un gran
problema en una pequeña dificultad. Esta tarea no es nada fácil, se necesita analizar cada
momento desatinado para lograr acuerdos, negociar y expresar lo importante que es para
todos la colaboración para superar situaciones emocionales negativas, esta actitud beneficia

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no solo el concepto que se tiene de si mismo, lo que da confianza para expresar el sentir y
utilizarlo de manera más efectiva (López, 2002).

Reconocer y estimular la educación emocional, puede llevar a recurrir a otros escenarios, tales
como: el juego, la lectura, las preguntas, las dinámicas grupales y el ejercicio que puede ser
reencauzado posteriormente en un deporte específico; son recursos que permiten la reflexión
conjunta; comparar actitudes; ponerse en el lugar del otro; señalar consecuencias; buscar
opciones y por supuesto evaluar logros en relación con uno mismo.

Al reencauzar las emociones con diversidad de ideas, también se enriquece al docente que las
promueve y se obtienen mejores resultados en el bienestar socioeducativo (Davini, 2001).

Bibliografía

Bazán, C., 2000, El oficio del pedagogo. Aportes para la construcción de una práctica reflexiva en
la escuela. Santa Fe, Ag., Homo Sapiens.
Davini, C., 2001, La formación docente en cuestión política y pedagógica. Buenos Aires, Paidós.
Dylan, E., 2001, Emoción, la ciencia de los sentimientos. México, Taurus.
Goleman, D., 1996, Inteligencia emocional. México, Vergara.
López de B. y González, M., 2007, Inteligencia Emocional. Colombia, Gamma.
López, M. y Arango, M., 2002, Aprendiendo y creciendo juntos. Colombia, Gamma.
Real Academia Española, 2001, Diccionario de la Lengua Española. México, Espasa Calpe.
Sulbrand, J., 2003, La evaluación de los programas sociales. Una perspectiva crítica. México,
mimeo.

El acompañamiento psicopedagógico en la formación del sujeto:
Problemas, necesidades, retos y propuestas
VI Ciclo de conferencias
Primera parte: Educación emocional
Septiembre 2011.

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