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EL LUCERO

Pensamiento Nacional

NOVIEMBRE 2020

PERONIALS1

Se han designado como “millenials”, “centenials”, a quienes representan a


generaciones de jóvenes nacidos en determinada época, y que también comparten por ello,
de manera mas o menos mayoritaria, ciertas características. Pues bien, desde lo político, y
teniendo en cuenta lo expresado por el General Perón, “todos son peronistas”, adherentes-
partidarios-simpatizantes o detractores, pues basan su identidad política en función de su
posición respecto al peronismo, ¿cómo podríamos llamar a esas generaciones de argentinos
que no conocieron al General Juan Domingo Perón y/o habían nacido durante su tercer
gobierno o pocos años antes? Creo que se podría ser apropiado llamarlos “peronials”.

Peronials, serían todos aquéllos jóvenes nacidos/as desde la década de 1970 hasta la
fecha; aquéllos que justamente fueron destinatarios del “Mensaje a la Juventud Argentina
del 2000”, y que alcanzaron la juventud en el preciso año 2000; creemos que podemos
aplicarlo también a las décadas siguientes de este siglo XXI. Dicho mensaje vale la pena ser
reproducido íntegramente:

“Jóvenes Argentinos:

La juventud argentina del año 2000 querrá volver sus ojos hacia el pasado y exigir
a la historia una rendición de cuentas encaminadas a enjuiciar el uso que los gobernantes
de todos los tiempos han hecho del sagrado depósito que en sus manos fueron poniendo las
generaciones precedentes y también si sus actos y sus doctrinas fueron suficientes para llevar
el bienestar a sus pueblos y para considerar la paz entre las naciones.

Por desgracia para nosotros, ese balance no nos ha sido nada favorable.
Anticipémonos a él para que conste al menos nuestra buena fe y confesemos lealmente que

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https://www.safecreative.org/work/2011296082821-peronials
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ni los rectores de los pueblos ni las masas regidas, han sabido lograr el camino de la
felicidad individual y colectiva.

En el transcurso de los siglos, hemos progresado de manera gigantesca en el orden


material y científico y si cada día se avanza en la limitación del dolor, es solamente en su
aspecto físico, porque en el moral el camino recorrido ha sido pequeño.

El egoísmo ha regido muchas veces los actos de gobierno y no es el amor al prójimo,


ni siquiera la comprensión o la tolerancia, lo que mueve las determinaciones humanas.

Esa acusación resulta aplicable tanto a los pueblos como a los individuos. Cierto de
que en uno y en otros se dan ejemplos de altruismo, pero como hechos aislados de poca o
ninguna influencia en la marcha de la humanidad. Es cierto que en ocasiones parece que se
ha dado un gran impulso en favor de los nobles ideales y de las causas justas, pero la
realidad nos llama a sí y nos hace ver que todo era una ilusión. Apenas terminada una
guerra, ponemos nuestra esperanza en que ha de ser la última, porque las diferencias entre
las naciones se han de resolver por las vías del derecho aplicado por los organismos
internacionales. Pocos años bastan para demostrarnos con un conflicto bélico de mayores
proporciones el tremendo error en que habíamos caído. Hasta el aspecto caballeresco de
las batallas se ha perdido y hoy vemos con el corazón empedernido cómo al cabo de veinte
siglos de civilización cristiana caen en la lucha niños, mujeres y ancianos.

Apenas un conflicto social ha sido resuelto, vemos asomar otro de más grandes
proporciones, no siempre solucionado por las vías de la inteligencia y de la armonía, sino
por la coacción estatal o de las propias partes contendientes más fuertes, no el de mejor
derecho.

Frente a esta lamentable realidad: ¿de qué han servido las doctrinas políticas, las
teorías económicas y las lucubraciones sociales? Ni las democracias ni las tiranías, ni los
empirismos antiguos ni los conceptos modernos han sido suficientes para aquietar las
pasiones o para coordinar los anhelos. La libertad misma queda limitada a una hermosa
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palabra de muy escaso contenido, pues cada cual la entiende y la aplica en su propio
beneficio. El capitalismo se vale de ella no para elevar la condición de los trabajadores
procurando su bienestar sino para deprimirles y explotarle. Los poseedores de la riqueza
no quieren compartirla con los desposeídos sino aceptarla y monopolizarla. E inversamente
los falsos apóstoles del proletariado quieren la libertad más para usarla como un arma en
la lucha de clase que para obtener lo que sus reivindicaciones tengan de justas.

No ha empezado a alborar el liberalismo económico cuando para impedir sus abusos


tiene el Estado que iniciar una intervención cada día más intensa a fin de evitar el daño
entre las partes y el daño a la colectividad. Pero tampoco su intervencionismo constituye
remedio eficaz porque o es partidista o trata de anular las libertades individuales y con ellas
a la propia persona humana.

El mundo ha fracasado. Mas este fracaso, ¿será tan absoluto que no deje un mínimo
resquicio a la esperanza? Posiblemente podamos mantener el optimismo con la ilusión de
que el avance de la humanidad hacia su bienestar es tan lento que no lo percibimos, pero de
cada evolución queda una partícula aprovechable para el mejor desarrollo de la humanidad.
El avance es invisible y está oculto por sus propios vicios a que antes he aludido, pero no
por eso deja de existir.

Se haría más perceptible si cada uno de nosotros se despojase de algo propio en


beneficio de sus semejantes, si tratase de dirimir las disputas con la razón y no con la
violencia. Dentro de mis posibilidades así he procurado hacerlo y en este sentido he
orientado mi labor de gobernante. Válgame por lo menos la intensión y sea ella la que
juzguen y valoren mis críticos del porvenir.

La humanidad debe comprender que hay que formar una juventud inspirada en otros
sentimientos, que sea capaz de realizar lo que nosotros no hemos sido capaces. Esa es la
verdad, es la amarga verdad que la humanidad ha vivido y es también la verdad más grande
que en estos tiempos debemos sustentar sin egoísmos, porque éstos no han conducido más
que a desastres.
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En nuestra querida Argentina el panorama descripto se ha sentido sin ser cruento,


pero en el orden general los hechos prueban que ha sido el acierto la resolución que ha
precedido nuestra realidad. La independencia política que heredamos de nuestros mayores
hasta nuestros días, no había sido efectivizada por la independencia económica que
permitiera decir con verdad que constituimos una nación socialmente justa, económicamente
libre y políticamente soberana.

Por eso nosotros hemos luchado sin descanso para imponer la justicia social que
suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos declarado y realizado la
independencia económica que nos permitiera reconquistar lo perdido y crear una Argentina
para los argentinos, y por eso nosotros vivimos velando porque la soberanía de la Patria
sea inviolable e inviolada mientras haya un argentino que pueda oponer su pecho al avance
de toda prepotencia extranjera, destinada a menguar el derecho que cada argentino tiene de
decidir por sí dentro de las fronteras de su tierra.

Contra un mundo que ha fracasado, dejamos una doctrina justa y un programa de


acción para ser cumplido por nuestra juventud: ésa será su responsabilidad ante la Historia.

Quiera Dios que ese juicio les sea favorable y que al leer este mensaje de un
humilde argentino, que amó mucho a su Patria y trató de servirla honradamente, podáis,
hermanos del 2000, lanzar vuestra mirada sobre la Gran Argentina que soñamos, por la
cual vivimos, luchamos y sufrimos.”
JUAN DOMINGO PERON

Presidente de la Nación Argentina

(PERON J. “La Hora de los Pueblos”. Ediciones Argentinas, Buenos Aires 1973, pp. 37-
40).

Esclarecedores términos del General Perón, certeros, precisos y casi proféticos,


sobretodo, al tratar del juicio a que se debe someter a quienes delegamos la responsabilidad
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de regir nuestros destinos. Seguramente habrá de entre los jóvenes nacidos/as desde el 70 en
adelante, que no compartan nada de la Doctrina Nacional Justicialista, pero ello no los
excluye de los perniciosos efectos de la actual realidad argentina. Es que el General Perón,
marcó un antes y un después en la Historia argentina, ya que el colonialismo político y
económico, presente en partidos políticos y sectores socio-económicos, fue despojado de su
cínica apariencia y de sus embozadas proclamas pseudocívicas derramadas hipócritamente
sobre la masa hambrienta de trabajadores por supuestos tribunos bien alimentados al servicio
de algún imperialismo; también demostró cuál es el verdadero potencial de la Argentina:
podemos fabricar barcos, aviones, autos, trenes, no tener deuda externa, educación pública
de calidad en todos los niveles, etc.; y lo más importante, dejó la experiencia indeleble de
una próspera Argentina industrial, científica y con Justicia Social, después de eso, quedando
en la memoria histórica de generaciones lo que somos capaces de hacer por nosotros mismos,
sin necesidad de recurrir a la limosna o lástima extranjera ni a la funesta usura.

Por ello consideramos que los gobiernos de Perón fueron los mejores de la historia
argentina, pues con la Justicia Social, la industrialización y la independencia económica de
la Argentina, se dignificó al Pueblo Argentino y a la Patria. Afirmamos con convicción que
sólo la Doctrina Nacional Justicialista, y con el Modelo Argentino para el Proyecto
Nacional podrá la Argentina salir de la postración, el sometimiento y el despojo que aflige al
Pueblo Argentino, que padece una aplastante crisis que la azota con la pobreza, con la
inseguridad o con los impuestos.

Estamos seguros que con la Doctrina Nacional Justicialista la Argentina, podrá ser
aquél país que fue referencia en el mundo, no por ser el granero del mundo mientras miles
de hermanos y hermanas tenían hambre, sino por sus altos niveles de salud, educación e
industria, y que si se hubiesen mantenido las políticas que lograron aquello, hoy en los
umbrales de la tercera década del siglo XXI, ya seríamos un país desarrollado.

Sabemos que lo que le sucede a la Argentina no es para nada una casualidad. La


Patria ha sido, es, y lo seguirá siendo, mientras nosotros lo permitamos, objeto de una intensa
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acción sicológica, apoyado por otros medios, como las “crisis económicas” (deuda externa,
ajuste, inflación, etc.) harto conocidas por los argentinos, para mantenernos débiles, pobres
y desmoralizados, todo ello, para que la partidocracia que tiene una instintiva revulsión hacia
el “ciudadano común” (que vive del esfuerzo de su trabajo y no de la adulación infamante),
se apodere de todos los gobiernos en sus diversos niveles, impidiendo a designio la
realización de proyectos, planes y/o acciones que podrían mejorar la calidad de vida de
millones de hermanos y hermanas de la Patria que sufren hambre, marginación, falto de
trabajo, SIN FUTURO; mientras los agentes de la política se aseguran su bienestar personal
y de sus descendientes, llegando a fundar verdaderas dinastías, NADA MAS ABERRANTE
y REPULSIVO A LA REPÚBLICA Y A LA DEMOCRACIA.

Firmemente sostenemos que la DOCTRINA NACIONAL JUSTICIALISTA no es


en absoluto ningún totalitarismo ni mucho menos; quienes verdaderamente son enemigos de
las instituciones de la República son quienes con su malicia e inoperancia las hunden en el
desprestigio ante el Pueblo, y producen su ruina con su notorio mal ejemplo personal.

¿Cuántas veces lo escuchamos?: “La justicia no sirve”, “son todos cho….s”, “nos
vamos del país”, y un largo y penoso etcétera marcan esta letanía de un Pueblo agobiado por
una clase política que NO QUIERE NI SABE GESTIONAR, NI PREVEER, NI PROVEER
lo necesario para el BIEN COMÚN.

Respetamos sincera y profundamente a quienes no adhieran ni compartan al


peronismo; con dolor, podemos verificar que gran parte de ese rechazo es por lo que han
hecho quienes decían representar las ideas de Perón. También tengamos en claro, que el
mismo Perón no se ataba a los partidos.

El Ser humano rinde cuentas ante Dios de su conciencia; el gobernante, además,


previamente, ante el PUEBLO DE LA NACIÓN, quien señalará quienes lo ultrajaron, lo
engañaron y lo empobrecieron.
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Cuando un pueblo se decide a la lucha, es invencible, como no nos merecemos la


esclavitud, luchamos contra ella, SER O NO SER, CON LOS DIRIGENTES A LA
CABEZA, O CON LA CABEZA DE LOS DIRIGENTES.

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