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PLATÓN
1 VIDA Y OBRA
El más prestigioso discípulo de Sócrates fue Platón, nacido en Atenas. Su vida
transcurrió, pues, en un período de tumultuosos acontecimientos políticos, en los que
Atenas ensayó formas de gobierno diversas y opuestas, desde la democracia radical de
Cleón a la oligarquía reaccionaria de los Treinta Tiranos.
A diferencia de Sócrates, de origen muy humilde, Platón era de familia noble. Esto pudo
haber tenido alguna influencia en su pensamiento, el elemento aristocrático de la
doctrina platónica en el tema de la justicia, del Estado y de las leyes no es de carácter
empíricamente político, sino de orden filosófico, puramente especulativo. El ideal
platónico es un ideal de perfección absoluta, sin duda fuera de la historia.
Ya la doctrina metafísica de Platón y su intento de reunir en una realidad absoluta,
aquellos valores cognoscitivos y morales de los que Sócrates, en oposición al
relativismo gnoseológico y ético de los sofistas, había mostrado su presencia en la razón
del hombre.
A la muerte de Sócrates, Platón se persuade escribe en una de sus cartas- de que «el
género humano no se liberará del mal, si antes el poder no es entregado a los verdaderos
filósofos, o si los gobernantes de los Estados no llegan a ser por suerte divina
verdaderamente filósofos». Pero éste estimó en tan poco sus teorías, que se
desembarazó de él sin ambages, vendiéndolo como esclavo. Una vez rescatado, Platón
regresó a Atenas, y fundó la escuela que fue llamada Academia.
Las obras de Platón han de ser estimadas de acuerdo con el tiempo de su composición.
Las del período juvenil exponen la doctrina de Sócrates; las del período de madurez,
aun teniendo casi siempre por protagonista a Sócrates, anuncian, no obstante, las teorías
platónicas. A este segundo grupo pertenecen todos los escritos de Platón que
contemplan los problemas de la justicia del Estado y de la ley.
2. LA JUSTICIA
Para Platón, la justicia es una virtud total, perfección del alma, donde la acepción
moderna del término, «justicia» significa virtud referida a las relaciones entre un sujeto
y los demás, virtud reguladora de las relaciones interindividuales; este significado
«jurídico de la palabra, en el concepto platónico de justicia, es, por lo menos,
secundario. La justicia es entendida como la armonía del alma, la búsqueda de la
esencia de todas las cosas, de todo valor. Este será el argumento en la República.
En los diálogos de Sócrates sobre la justicia frente a las definiciones de justicia propone
estudiar la justicia antes que desde el alma de los individuos en el Estado, siendo este
mayor que el individuo será más fácil examinar la justicia. La justicia vendrá a fundirse
con lo político pero planteado como problema ético, se referirá al Estado como ideal,
perfecto, que conoce bien y realiza la virtud del mismo modo que la realiza el filósofo,
habla de Estados distintos a los que habían existido, esto nos lleva a la idea de Filósofos
frente a philódoxos.
Según Platón el estado se encuentra integrado por tres categorías de ciudadanos:
Gobernantes, guerreros y artesanos y agricultores. La virtud de los gobernantes es por
ello la sabiduría La segunda categoría, la de los guerreros, en el Estado perfecto posee la
virtud del valor o fortaleza. Las tres categorías, pues, ejercitan en tal Estado el dominio
de los placeres y de las pasiones, o sea, la templanza . Cuando cualquier categoría hace
lo que debe, es decir, ejercita la propia virtud, cumple en el Estado la tarea que le
incumbe, se realiza la justicia ,que consiste precisamente en hacer lo que es propio de
cada uno y que engloba así a las demás virtudes.
Es evidente que esta concepción de la justicia no es la misma a la que nos referimos
cuando hablamos de ésta como principio del Derecho. Se observa en ella la idea de una
relación, de una armonía entre diversas partes, pero no de una relación entre diversos
sujetos. La armonía en que la justicia platónica consiste es la armo- nía entre los
elementos de un mismo organismo. Asimismo, cuando es contemplada en Estado, la
justicia platónica es perfección ética, y trasciende todo significado «jurídico». Su
realización no es tarea de la ley, sino de la educación.
6 EL MENÓN
La única Ley buena es la Ley justa. Lo que no es recto es en realidad ilegal. La Ley es el
descubrimiento del ser. Habiendo una correspondencia entre el orden humano y el orden
ontológico que no es otro que el de la razón. El ser que la ley descubre y la
correspondencia que la hace ser verdadera ley, no es otra que la racionalidad, ´la razón
verdadera con la que la ley se identifica: y es por ello humanidad, es decir aquello que
de esencialmente humanos hay en el hombre.
7 SAN AGUSTIN
En su pensamiento está la consecuencia de asumir la dirección iusnaturalista y
racionalista. Considerado el mayor padre de la Iglesia, uno de los más grandes pensadores
del cristianismo y de la filosofía por su “tormentoso afán de su espíritu”.
Siente la insuficiencia de la naturaleza humana y de la razón, busca dentro de ella y más allá la
inspiración divina. Su vida transcurre durante la época más dramática de la crisis del mundo
antiguo, el imperio romano se deshacía. Estos hechos le llevarán a reflexionar sobre la
sociedad terrena, el Estado y el Derecho, y el papel de estos en el designio de Dios.
Cuando nos habla del pecado lo vincula con la ley eterna (Contra Faustum, obra anterior a la
polémica con Pelagio) constituye un texto fundamental para la teología moral cristiana
recogido en el siglo XII en las Sententiae de Pedro Lombardo, libro más estudiado en la escuela
teológica del Medievo. Su concepto de pecado y ley eterna será muy estudiado en
consecuencia. El pecado es definido como “ acción, dicho o deseo contra la ley eterna”
afirmando que esta es “razón divina o voluntad de Dios” que manda conservar el orden natural
y prohíbe su perturbación
No pretendía distinguir entre razón y voluntad de Dios pero la distinción platea el dilema.
Dilema futuro de la teología moral. De la razón participa el hombre y si la ley suprema deviene
de la razón el hombre es autónomo , legislador de sí mismo. Pero si la fuente es la voluntad de
Dios la moralidad dependerá del decreto divino. Para San Agustín razón y voluntad de Dios era
la misma cosa no podía intuir la división planteada entre intelectualistas y voluntaristas (de
Dios pero también del Estado).
A partir del 411 abundan las afirmaciones voluntaristas, ya la justicia no tendrá un carácter
cicerónico de conformidad con la ley natural, la justicia será lo querido por Dios, La fuente de
la ley no es la naturaleza-razón sino la fe que no existe por naturaleza, ni por razón, sino por la
gracia.
10 LA CIUDAD DE DIOS Y LA CIUDAD TERRENAL