Está en la página 1de 11

UNIDAD 2.

EL MUNDO HELÉNICO: LA ETAPA MÁS ELEVADA DE SU


FILOSOFÍA. EL PENSAMIENTO JURÍDICO POLÍTICO EN EL MUNDO
ROMANO

1. Platón: ontología, antropología, ética.

Platon:

Platón, uno de los filósofos más influyentes de la historia, nació alrededor del año 427 o
428 a.C. en Atenas, Grecia, en una familia aristocrática. Su nombre real era Aristocles, pero
debido a su constitución física robusta, recibió el apodo de "Platón", que significa "el de
espalda ancha". A los 20 años aproximadamente conocía a Sócrates, y fue su discípulo
durante su juventud, experiencia que marcó profundamente su pensamiento filosófico.

Después de la muerte de Sócrates en el año 399 a.C., Platón viajó por varios lugares,
incluyendo Egipto, Italia y Sicilia, en busca de conocimiento y experiencias. A su regreso a
Atenas en el año 387 a.C, fundó la Academia, una institución dedicada al estudio de la
filosofía, las matemáticas y las ciencias naturales, que se convirtió en el primer centro de
enseñanza superior de la historia occidental, con reconocidos estudiantes como el propio
Aristoteles.

Platón escribió una extensa cantidad de diálogos filosóficos, en los que presenta las ideas
de su maestro Sócrates como personaje principal. Sus obras más conocidas incluyen "La
República", donde expone su teoría del Estado ideal y la naturaleza de la justicia; "Fedón",
que trata sobre la inmortalidad del alma; y "El Banquete", un diálogo sobre el amor y la
belleza.

La filosofía de Platón abarca una amplia gama de temas, desde la epistemología y la


metafísica hasta la ética y la política. Su teoría de las Formas o Ideas, que postula la
existencia de un mundo de realidades eternas e inmutables más allá de la realidad sensible,
es una de sus contribuciones más importantes al pensamiento filosófico.

Platón murió alrededor del año 347 a.C., dejando un legado filosófico que ha influido
profundamente en el desarrollo del pensamiento occidental. Su obra continúa siendo objeto
de estudio y debate en la filosofía contemporánea, y su influencia se extiende a campos tan
diversos como la política, la religión y la educación.
En el año 387 a.C Platón funda la Academia, una de las primeras instituciones de enseñanza
en Occidente. Situada en una finca cerca del santuario del héroe ático Academos, la escuela
permaneció allí cerca de 1000 años, hasta que Justiniano la elimino en el 529.

De Platón no se conservan más que diálogos, ninguna de sus clases o trabajos fue
conservado y no se tiene absoluta seguridad de todos los textos firmados bajo su nombre.

De sus diálogos nos interesan principalmente: “La República”, “La Política” y “Las Leyes”.

La República: Presente un dialogo entre Sócrates y distintos hombres, buscando definir el


concepto de justicia y construyendo la idea de una ciudad ideal gobernada por filósofos-
reyes. Se exploran temas como la educación, la moralidad, la naturaleza del alma, etc.

La Política: En esta obra, Platón se centra en explorar la naturaleza del arte político y de
quien debería gobernar; discute la definición del verdadero político y examina diferentes
formas de este.

Las Leyes: Fue uno de sus últimos diálogos, en este se discute la estructura y el
funcionamiento de una sociedad ideal, que, a diferencia de la república, que plantea que
esta sería la gobernada por un filósofo-rey; en las leyes se centra en la legislación y el
gobierno de una sociedad más realista.

Sus especulaciones giran principalmente en torno a la justicia, la vida social y política;


finalmente y tras años de estudio y pensamiento, llego a la conclusión de que los malos
gobiernos eran un fenómeno de la época, “Los males no terminarían mientras los
filósofos no llegasen al poder o los estadistas no abrasen la filosofía, movidos por una
gracia divina. El programa intelectual de Platón consiste, pues, en unir, según el deseo
de Sócrates, la política y la filosofía, en instaurar una política fundada en el saber.”

Platón tiene una idea del alma reconocida como dualismo antropológico, donde el alma se
encuentra encerrada en el cuerpo, castigada en el mundo de las ideas a vivir la vida terrenal,
y luchando constantemente por escapar, ya que el hombre y sus necesidades limitan su
capacidad.

Platón era dualista en todo aspecto, por un lado, ontológico, sostiene que existen dos
realidades distintas, el mundo sensible, donde habitamos, y el mundo de las ideas, donde
habitan las verdades absolutas; por otro lado, el epistemológico, donde separa el
conocimiento en doxa y episteme, siendo la doxa la basada en la percepción sensorial y la
episteme el conocimiento adquirido mediante la razón; un dualismo antropológico,
dividiendo el ser en cuerpo y alma.

En "La República", Platón presenta la noción de la comunidad política en su máxima


pureza, estableciendo un paralelismo entre la teoría de la ciudad y la del alma individual. El
alma se compone de tres partes: la racional, que posibilita el conocimiento de las ideas; la
irracional, subdividida en la irascible, relacionada con impulsos y afectos, y la
concupiscible, vinculada a necesidades básicas. Cada parte del alma tiene una virtud
específica que la perfecciona: la razón se guía por la prudencia, la irascible por la fortaleza,
y tanto la irascible como la concupiscible deben someterse a la razón para cultivar la
templanza, generando así una armonía en el alma. Además de estas virtudes, se agrega la
justicia, que mantiene el equilibrio en la actividad de cada facultad del alma para que se
limite a su función propia, otorgándole un papel primordial en la vida del alma (recordemos
aquí a Pitágoras y el triángulo rectángulo escaleno). Estas son consideradas las virtudes
cardinales, y para el cristianismo, las teologales.

Platón considera a la ciudad como un gran hombre, donde esta cuenta con tres partes, cada
una representando una virtud y debiendo ordenarse para alcanzar la más plena de estas, la
justicia. Los magistrados o gobernantes se rigen por la prudencia; los guerreros deben ser
fuertes y defender, siendo atribuidos con la fortaleza; los artesanos, que son la base
económica de la ciudad, se representan con la templanza. Si se logra un funcionamiento
armonioso, se da la justicia.
La filosofía política y social de Platón se inspira en el principio de la subordinación total de
las partes al conjunto, lo que implica que las clases sociales y sus miembros deben servir al
bien común de la ciudad sin autonomía individual. Según Platón, la ciudad surge de la
incapacidad de los individuos para satisfacer por sí solos sus necesidades y se basa en la
división del trabajo para coordinar las habilidades personales en beneficio de todos. Esta
realidad está arraigada en la naturaleza humana y no en meras decisiones arbitrarias.
Además, Platón defiende el principio de unidad, donde las demandas de la comunidad
prevalecen sobre las individuales. Sin embargo, lleva este principio al extremo al abolir la
propiedad privada y la familia en las clases superiores, argumentando que los gobernantes y
los guardianes deben estar libres de intereses particulares para dedicarse completamente a
sus funciones.

Para Platón en una ciudad gobernada por sabios, carece de sentido el derecho positivo, ya
que los sabios decidirán qué hacer en cada caso particular

En "El Político" y "Las Leyes", Platón se adentra en el estudio de las comunidades reales,
integrando la experiencia histórica en su filosofía. Reconociendo la imperfección humana,
aboga por establecer principios de gobierno en leyes positivas basadas en la experiencia
colectiva, la costumbre y la tradición. En "Las Leyes", Platón defiende la necesidad de la
familia y la propiedad privada, pero propone una distribución de la riqueza que evite la
disparidad extrema. La ciudadanía activa está reservada para quienes no se dedican a
trabajos manuales, y la religión está regulada legalmente, castigando el ateísmo. En
contraste con Protágoras, Platón sostiene que Dios, no el hombre, es la medida de todas las
cosas.

En "Las Leyes", la ciudad se convierte en una teocracia, donde los magistrados supremos
son intérpretes de la voluntad divina, y una censura rigurosa vela por la ortodoxia político-
religiosa. Por otro lado, "El Político" muestra la transición de Platón hacia una legalidad
que, aunque rígida, intenta regular situaciones diversas. Platón presenta un dualismo entre
un elemento divino inmutable y un mundo sensible sujeto a cambios, reflejado en su
admiración por las instituciones espartanas y su búsqueda de una ciudadanía vigorosa. Esto
se manifiesta en su desprecio por las bellas artes y el comercio exterior, y su tendencia a dar
a la economía una base agrícola.

Platón propuso dos clasificaciones diferentes de las formas de gobierno: una en "La
República" y otra en "El Político".

En "La República", Platón describe cinco formas de gobierno:

1. Monarquía: Gobierno de uno solo, preferiblemente un filósofo-rey.

2. Timocracia: Gobierno de los honorables y militares, marcado por la ambición y el


espíritu belicoso.

3. Oligarquía: Gobierno de los ricos, donde las decisiones políticas están influenciadas por
la riqueza.

4. Democracia: Gobierno de la multitud, que tiende hacia la igualdad absoluta y puede


resultar en desorden.

5. Tiranía: Gobierno de un tirano, que representa el poder absoluto y desenfrenado.

En "El Político", la clasificación resulta de la combinación de dos criterios:

1. Formas Legítimas:

- Monarquía: Gobierno de uno solo.

- Aristocracia: Gobierno de una minoría selecta, generalmente los ricos.

- Democracia Moderada: Gobierno del conjunto de los ciudadanos, regulado por leyes.

2. Formas Ilegítimas:

- Tiránica: Gobierno de un tirano.

- Oligarquía: Gobierno de los ricos, sin consideración por las leyes ni el bien común.

- Democracia Turbulenta (Demagogia): Gobierno de la multitud sin restricciones legales,


sujeto a la manipulación de líderes populistas.
En "Las Leyes", Platón introduce la forma mixta de gobierno, una combinación de
monarquía y democracia (o más bien aristocracia u oligarquía y democracia), considerada
como la única capaz de garantizar la estabilidad social mediante el equilibrio de principios
opuestos y complementarios.

Platón exploró la dimensión temporal de la comunidad humana en dos de sus diálogos:


"Timeo" y "Critias". En "Timeo", relata los orígenes de la humanidad dentro del marco de
la historia del universo, mientras que en "Critias" presenta la historia ideal de las
sociedades humanas, basada en el modelo de la antigua Atenas, donde se materializó la
ciudad perfecta.

El mito de la Atlántida es una narrativa legendaria descrita Platón, según este relato, la
Atlántida era una isla o un continente más grande que Asia y Libia juntas, ubicado más allá
de las Columnas de Hércules (generalmente asociadas con el Estrecho de Gibraltar). La
civilización atlante era considerada avanzada y próspera, con una sociedad organizada y
tecnológicamente sofisticada.

Según Platón, la Atlántida fue fundada por un semidiós llamado Atlas, quien dio su nombre
al Atlántico. La isla estaba gobernada por diez reyes descendientes de Poseidón, el dios del
mar. La sociedad atlante se caracterizaba por su riqueza, poderío militar y avances
científicos.

Sin embargo, la historia de la Atlántida toma un giro trágico cuando los atlantes se vuelven
arrogantes y codiciosos. Se dice que intentaron conquistar otras tierras, lo que llevó a una
guerra catastrófica contra Atenas y otros estados griegos. Como castigo por su soberbia, los
dioses enviaron un terremoto y un diluvio que sumergieron a la Atlántida en el mar en un
solo día y una noche.

La narrativa de la Atlántida ha intrigado a eruditos, historiadores y exploradores durante


siglos, pero su existencia histórica sigue siendo objeto de debate y especulación. Algunos
creen que la historia de la Atlántida podría estar basada en eventos reales o en antiguas
civilizaciones perdidas, mientras que otros la consideran simplemente una invención
literaria de Platón con fines filosóficos o políticos.
La filosofía de Platón ha dejado una marca indeleble en la historia, destacándose por su
idealismo ético y su dimensión religiosa. Esta influencia se ha manifestado a lo largo de la
historia de diversas maneras:

En la Antigüedad, el neoplatonismo, encabezado por figuras como Plotino, continuó y


desarrolló las ideas de Platón, aunque con menos énfasis en los aspectos sociales y
políticos.

En la Edad Media, el platonismo influyó en los Padres de la Iglesia, como San Agustín,
quien incorporó la teoría de las ideas en la concepción cristiana del mundo.

Durante el Renacimiento, el platonismo tuvo un resurgimiento significativo, influyendo en


obras como la "Utopía" de Tomás Moro y la filosofía social de Tomás Campanella.

En los siglos XVII y XVIII, la influencia platónica se mantuvo en la "escuela de


Cambridge" en Inglaterra, con pensadores como Henry More y Ralph Cudworth.

En tiempos más recientes, especialmente en Alemania, el pensamiento de Platón ha


recuperado relevancia.

Sin embargo, también se ha señalado que ciertos aspectos de la filosofía platónica pueden
ser problemáticos, como su concepción simplista de la unidad política, su ambigüedad
antropológica que puede derivar en paternalismo y su recelo hacia el mundo exterior,
aspectos que algunos han relacionado con preocupaciones totalitarias modernas.

A pesar de estas controversias, la influencia duradera de Platón en la filosofía, la política y


la cultura sigue siendo innegable.

2. La República: política y justicia.

Platón, en su obra "La República", ofrece un profundo análisis sobre la naturaleza de la


justicia, desplegando un marco conceptual que trasciende la mera aplicación legal y se
adentra en el terreno de la moralidad y la esencia del alma humana. A través de diálogos
entre Sócrates y varios interlocutores, Platón explora diferentes concepciones de la justicia
y presenta su visión de una ciudad ideal, donde la justicia se convierte en el principio rector.
En este contexto, Platón utiliza el término "dikaiosyne" - La palabra que traducimos por
“justicia” es dike, de la cual procede el adjetivo dikaios, “justo”, y de éste a su vez procede una
forma más larga del nombre, dikaiosyne, “estado de lo que es justo” - para referirse a la justicia,
pero su enfoque va más allá de las normas jurídicas convencionales. Su objetivo
fundamental es establecer los elementos fundamentales para la creación de una ciudad
justa, que refleje y fomente la justicia en el individuo. Este ideal de ciudad justa no es solo
una entidad política, sino también un espejo de la virtud individual.

La obra presenta tres teorías sobre la justicia. La primera, expuesta por Céfalo y su hijo
Polemarco, es de naturaleza tradicionalista y sostiene que la justicia implica decir la verdad
y devolver lo que se ha recibido, incluyendo hacer el bien a los amigos y el mal a los
enemigos. La segunda teoría, presentada por Trasímaco, es más radical y sostiene que la
justicia es simplemente lo que conviene al más fuerte, reflejando una perspectiva de interés
propio y poder.

Por otro lado, Glaucón y Adimanto proponen una teoría pragmática de la justicia, según la
cual esta surge como resultado de acuerdos sociales para evitar conflictos y asegurar la
estabilidad. Sin embargo, Platón refuta estas concepciones al argumentar que la justicia es
intrínseca al individuo y está relacionada con la naturaleza humana. Para él, la justicia es
una cualidad del alma que se manifiesta en la rectitud y armonía de sus partes.

Platón establece un paralelismo entre el individuo y el Estado, argumentando que una


ciudad justa solo puede existir si sus miembros son justos, y viceversa. En la ciudad ideal
de Platón, cada individuo desempeña un papel específico según su naturaleza, y la justicia
radica en cumplir con ese papel sin interferir en las actividades de los demás. Esta visión
refleja la idea de que la justicia es una virtud intrínseca que implica la realización de
deberes y responsabilidades según la naturaleza de cada uno.
Platón concibe la ciudad ideal como un organismo donde cada individuo contribuye al bien
común al cumplir con su deber de manera virtuosa. Los gobernantes (la clase dorada)
dirigen la ciudad con prudencia, los guerreros (la clase de plata) protegen y defienden con
fortaleza, y los trabajadores (la clase de bronce) proveen los recursos necesarios para la
supervivencia acompañados de la templanza. Esta división del trabajo garantiza el
funcionamiento armonioso de la sociedad.

La justicia, para Platón, no se limita a la observancia de las leyes, sino que implica la
realización del bien y la armonía interna y externa. En el individuo, la justicia reside en la
coordinación adecuada de las facultades del alma: la razón, el espíritu y los deseos. Solo
cuando estas partes están en equilibrio y se rigen por la razón, el individuo puede alcanzar
la verdadera felicidad y la paz interior.

Para Platón, la justicia no es simplemente una cuestión de cumplir con las leyes o normas
sociales, sino una virtud moral que implica la armonía y el equilibrio del alma y la
sociedad. La ciudad justa es aquella en la que cada individuo cumple su función de manera
virtuosa, contribuyendo así al bienestar colectivo y a la realización de la justicia en todos
sus aspectos.

3. Aristóteles: el realismo clásico, su concepción política y jurídica. La justicia; el


derecho natural y positivo; dialéctica y tópica.

Aristóteles, uno de los más destacados filósofos de la antigüedad, nació en el año 384 a.C.
en Estagira, una ciudad de la antigua Grecia. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte
del rey Amintas III de Macedonia. A diferencia de Platón, quien provenía de una familia
aristocrática y había recibido una educación privilegiada, Aristóteles tuvo un origen más
modesto. A los 17 años, se trasladó a Atenas, centro de la cultura griega, y se unió a la
Academia de Platón, donde permaneció durante unos veinte años, tanto como alumno como
profesor.
Durante su tiempo en la Academia, Aristóteles absorbió profundamente las enseñanzas de
Platón, pero también comenzó a desarrollar sus propias ideas filosóficas, lo que
eventualmente lo llevó a diferir en varios aspectos con su maestro. Mientras que Platón
postulaba la existencia de un mundo de formas perfectas e inteligibles, más allá de la
realidad sensible, Aristóteles adoptó una perspectiva más empirista y realista. Sostenía que
la esencia de las cosas se encuentra en la realidad misma y que el entendimiento humano es
capaz de descubrir la idea oculta en el objeto sensible mediante la abstracción.

En el año 343 a.C., Aristóteles aceptó el encargo del rey Filipo II de Macedonia para educar
a su hijo, Alejandro Magno, lo que marcó un punto crucial en su vida. Aunque Aristóteles y
Alejandro tuvieron diferencias políticas, con Aristóteles defendiendo la polis tradicional y
Alejandro abogando por la unificación de griegos y bárbaros bajo un cetro común,
Aristóteles regresó a Atenas en el año 335 a.C. y fundó su propia escuela, el Liceo.

El Liceo se convirtió en un centro de enseñanza y discusión donde Aristóteles desarrolló su


propia filosofía, conocida como realismo clásico. A diferencia de Platón, quien creía en la
existencia de un mundo de ideas separado y superior, Aristóteles sostenía que las esencias
universales se encuentran en las cosas mismas. Esto influyó profundamente en su
concepción de la ciencia y la metafísica, así como en su visión de la política y la ética.

La concepción jurídica y política de Aristóteles se basaba en la idea de que la polis, o


ciudad-estado, era el entorno natural para la vida humana. Consideraba que el hombre era
un "animal político", destinado a vivir en comunidad, y que la polis era esencial para
alcanzar una vida plena y virtuosa. Aristóteles desarrolló una teoría de la justicia basada en
la búsqueda del bien común y la equidad, diferenciando entre el derecho natural, basado en
principios universales de equidad y justicia, y el derecho positivo, creado por las leyes y las
instituciones humanas.
Aristóteles estableció una distinción entre dos tipos de justicia: la distributiva y la
correctiva. La justicia distributiva se refiere a la distribución equitativa de honores y bienes
en la comunidad, asegurando que cada individuo reciba una porción acorde a sus méritos.
Por otro lado, la justicia correctiva o sinalagmática se ocupa de las relaciones entre
individuos, tanto en el ámbito voluntario, como en las transacciones comerciales, como en
el involuntario, como en los casos de delitos. Aristóteles argumentaba que la justicia debía
basarse en la igualdad proporcional, garantizando que cada individuo recibiera lo que le
correspondía.

En su obra, Aristóteles también abordó la dialéctica y la tópica como métodos para llegar a
la verdad en cuestiones opinables y controversiales. Mientras que la dialéctica se centraba
en encontrar soluciones adecuadas en temas prácticos y éticos, la tópica se enfocaba en el
arte del debate y la argumentación persuasiva. Estos métodos eran fundamentales para
Aristóteles, ya que reconocía la complejidad de muchas cuestiones morales y políticas y la
necesidad de considerar diferentes puntos de vista.

Aristóteles fue un filósofo influyente cuyas ideas abarcaron una amplia gama de temas,
desde la metafísica y la epistemología hasta la ética y la política. Su enfoque realista y
empirista contrastaba con el idealismo de Platón, y su concepción de la justicia y la política
sentó las bases para muchas teorías posteriores en estos campos. A través de su escuela, el
Liceo, y sus numerosas obras, Aristóteles dejó un legado duradero que sigue siendo
relevante en la filosofía y el pensamiento humano hasta el día de hoy.

4. Los romanos. Iustíssima tellus. Importancia del derecho romano. Roma como
empresa política. Cicerón y el estoicismo.

También podría gustarte