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TRABAJO DE TERORIA DEL ESTADO Y EL PODER

ENSAYO CRÍTICO
DE LAS TEORIAS SOBRE EL ORIGEN DEL ESTADO Y LA DE LA SOCIEDAD

ASIGNATURA: TEORIA DEL ESTADO Y EL PODER


DOCENTE: STEPHANIE ALEJANDRA BARRERO BARRIOS
ALUMNO: WILLIAM ALEXIS LOPEZ GELVEZ
CURSO: GRUPO A

ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACION PÚBLICA


ADMINISTRACIÓN PÚBLICA TERRITORIAL
Sede: CETAP ARAUCA
Periodo: 2021-2
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INTRODUCCION

La política y su marco conceptual son productos de un momento singular en que


se entrecruzan dos frutos de la historia griega: por un lado un nuevo modo de
pensar, surgido alrededor del siglo VI antes de Cristo, fundado en el libre examen
e interrogación sobre el fundamento de las cosas, y por otro una nueva forma de
relación entre los hombres que aparece a partir del siglo VIII a.C. y, cuya matriz de
significancia se resume en la noción de polis.
Si por principios de justicia entendemos principios cuya aplicación sistemática
determinaría normas e instituciones justas, y por normas justas aquéllas que
sancionan intereses generales, entonces parece natural interpretar la
fundamentación de los principios de justicia en el sentido de un acuerdo entre
individuos racionales que persigue sus propios intereses, pero contraído en una
situación tal que nadie tenga la oportunidad de ajustarlo de modo que cuadre a su
propia situación particular.
Las formas políticas de las polis dependían de quien detentaba el poder político. Si
se hallaba en manos de los oligarcas, la ciudadanía se adquiría por la cuantía de
la fortuna, lo que impedía que la mayoría de la población libre accediera a los
derechos políticos. Si por el contrario, la polis era gobernada democráticamente,
los libres decidían todo lo relacionado con la polis a través de su participación
política.
Es importante señalar que tanto una forma de constitución como la otra excluían a
los esclavos y mujeres de todo derecho político y, la capacidad para ser
ciudadano.

En cuanto a las Teorías naturalistas el Estado sería algo natural y en cierto sentido


previo al individuo. Desde este punto de vista, el individuo solo tiene sentido
dentro del Estado y para el Estado, por lo que los derechos individuales estarían
subordinados a los colectivos.

Y para los contractualistas el individuo es anterior al Estado, surgiendo este último


como consecuencia de un acuerdo o convención (el contrato) entre los primeros.
Desde esta perspectiva, el Estado solo tiene sentido a partir de los intereses de
los individuos, por lo que los derechos colectivos no pueden ser prioritarios sobre
los individuales.

Las teorías contractualistas proponen una respuesta a la pregunta sobre cuáles


son los mecanismos correctos para justificar la existencia de principios y normas
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de organización de la convivencia política. Pretenden, por consiguiente, que tanto


los mecanismos como su resultado, el sistema político en general, sean justos. Ni
la necesidad de la vida en sociedad ni las ventajas de su ordenación política se
ponen en duda. Eso sí, ni cualquier tipo de sociedad ni cualquier tipo de Estado
pasan airosos por el tribunal que ha de decidir sobre su aceptación; solamente lo
son, como correctos o justos, aquellos derivados de un contrato, aunque se trate
de un contrato supuesto.
Dentro del primer grupo podríamos comprender a autores como Platón o
Aristóteles. En general, las doctrinas naturalistas suelen comparar el Estado con
un organismo, defendiendo el origen natural del mismo. Esta idea se basaba
normalmente en los siguientes argumentos:

 El ser humano aislado no puede sobrevivir, pues es incapaz de satisfacer por


sí solo sus necesidades vitales. Necesita asociarse con otros.
 El ser humano es por naturaleza social.
 La finalidad del Estado no es solamente la supervivencia sino también el vivir
bien (en sentido moral) de los individuos.

A. LA TEORIA PLATÓNICA Y ARISTOTÉLICA

PLATON
Muchos aspectos de la obra República de Platón podrán ser irrealizables en la
práctica, o indeseables si tuviesen realización posible, pero su pensamiento capital
es la concepción del Estado como cooperador a que éste alcance su fin temporal,
su bienestar.
Platón nos ofrece, una sociedad a la vez jerarquizada y unificada; y, en el fondo,
esta doble exigencia explica toda la construcción platónica: Sus esfuerzos tienden,
en esencia, a realizar un Estado que forme una unidad política y moral.
El Estado platónico se encuentra muy alejado de las condiciones reales, pues lo
que trataba de hacer era mostrar lo que en principio tiene que ser un Estado, o lo
que es lo mismo, la ciudad ideal, pero este Estado ideal, no es una construcción
caprichosa, sino el desarrollo de lo que corresponde a la naturaleza humana
dentro del orden divino; de aquí su utopía y también su universalidad. Platón sabía
que en los asuntos humanos el ideal es impracticable, pero mantuvo que debemos
aproximarnos lo más posible a él.
Es evidente que ninguna Constitución ni gobierno alguno existentes en la realidad
encarnan el principio ideal de la Justicia; pero lo que le interesaba a Platón no era
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ver lo que son los Estados reales, sino lo que el Estado debería ser, y así, en la
República se propone descubrir el Estado ideal.
La justicia es una virtud tanto pública como privada, ya que por medio de ella se
conserva el máximo bien tanto del Estado como de sus miembros. Evidentemente,
la realización de la justicia en el individuo y en el Estado sólo puede proceder
paralelamente: El Estado es justo cuando cada individuo atiende sólo a la tarea
que le es propia; y el individuo que atiende a la tarea propia es él mismo justo.
Las degeneraciones del Estado se corresponden con las degeneraciones del
individuo: Las cualidades del Estado no son sino las de los ciudadanos que lo
componen. Por lo tanto, el tipo de gobierno dependerá absolutamente del tipo
predominante de ciudadanos. De aquí que la clasificación de las distintas formas
de Estado guarde semejanza con la descripción del tipo de individuo, con el
carácter humano que las condiciona, ya por constituir la mayoría, ya por
encontrarse en el poder.
Para Platón, el Estado no existe simplemente para cubrir las necesidades del
hombre, sino para hacerle feliz, para que el hombre pueda desenvolverse llevando
una vida recta, de acuerdo con los principios de la justicia.

ARISTOTELES
La frase de Aristóteles: “El hombre es un animal político”. Significa que el hombre
se diferencia de los animales, entre otras cosas, porque vive en sociedades
organizadas políticamente, en cuyos asuntos públicos participa en mayor o menor
medida, con el objetivo de lograr el bien común: la felicidad de los ciudadanos.

Esta teoría, es clave en el pensamiento filosófico de Aristóteles, pues plantea


que el hombre no puede ser concebido fuera de su relación con el Estado  en su
condición de ciudadano.

El hombre, por ejemplo, es un ser integrante, social, que vive en comunidades (la
primera: la familia), asociándose con otros individuos o grupos de individuos
(familias, clanes) en función de objetivos comunes: la supervivencia, la protección,
el alimento, la procreación.

No obstante, el hombre se diferencia del animal en diferentes aspectos. El hombre


habla, esto es, se puede comunicar a diferentes niveles de complejidad con sus
iguales, lo que, a su vez, significa que necesita de los otros para comunicarse,
expresar sus sentimientos, emociones y pensamientos. Entonces, el hombre es un
ser social por naturaleza, que no puede vivir aislado y sin contacto social; un
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hombre solitario solo podía ser un ser superior (dios, héroe) o inferior al hombre
(bestia), pero nunca igual.

Por lo tanto, el hombre es un ser social y racional. Pero la vida en sociedad, la


convivencia de diversos grupos sociales en un espacio de coexistencia, genera,
como es natural, fricciones, conflictos de intereses, problemas de diversa índole.
Por ello, las sociedades necesitan regulaciones (reglas, normas, leyes, principios,
valores) que alivien las dificultades inherentes a toda convivencia y que aseguren
una coexistencia armoniosa donde prevalezcan valores como la justicia, el
respeto, la tolerancia y la solidaridad.

Según Aristóteles existe la unidad política, o sea la creación de todo este sistema
de normas para regular y organizar la convivencia supone la creación de formas
de organización de la vida en la ciudad, en donde el hombre debe participar en
mayor o menor medida por el simple hecho de formar parte de una sociedad
organizada de esta manera. 

Se denomina política, a la participación del hombre en los asuntos públicos del


gobierno y el Estado. Y la política es una rama de la moral que se ocupa de las
actividades por medio de las cuales una sociedad resuelve los problemas que
plantea su convivencia.

El hombre es, además, un animal político, que participa en la organización de la


sociedad y en la resolución de sus problemas, en la aplicación de las leyes y de la
justicia, y en el logro del máximo bien común, que es la felicidad de los
ciudadanos; debido a que el hombre es un animal social y racional, inmerso de
manera ineludible en los asuntos de la polis o de la ciudad-Estado por su
condición de ciudadano.

Aristóteles concibe las diferentes formas de constitución como manifestaciones de


distintas concepciones de la justicia distributiva. Aristóteles mantiene una clara
preferencia por una concepción aristocrática de la justicia, y, por tanto, por la
aristocracia. Una constitución no es solo el orden que determina cómo asignar el
poder político en una polis, sino que establece cuál es el propósito final o
dominante de una comunidad política.

Para Aristóteles, una vida política activa, en la que los ciudadanos deliberen,
gobiernen y construyan la polis, equivale a una vida buena y feliz. De la virtud
política de los ciudadanos depende si la polis prospera o perece, si puede
mantener una existencia autosuficiente o no, y si una constitución es estable o
debe enfrentar la sedición y la guerra civil. Si los ciudadanos políticamente
virtuosos conservan la estabilidad del orden político y aseguran que la polis sea
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autosuficiente y floreciente habrán afianzado la libertad y la riqueza, que


constituyen importantes medios para una vida buena y feliz.

Cuando los gobernantes aprovechan el poder que recibieron o conquistaron para


luchar por intereses particulares, la comunidad política se desvía de su objetivo, y
la forma política que asume es una forma corrupta o degenerada con respecto a la
pura, es decir, en referencia a1 objetivo.

B. LA TEORIA MEDIEVAL DEL BIEN COMÚN

Tomás no restringe el bien común al bien de orden, sino que lo vincula de manera
preponderante a la felicidad y la virtud perfecta. Aquí, sobre el plano dinámico del
bien común político (causa final), Tomás de Aquino reconoce plenamente la
identidad: el bien del individuo es idéntico al bien común.
Es evidente, que Tomas de Aquino no ignora el vínculo que existe entre la justicia
y el derecho creado por el hombre. Tomás de Aquino, dice "los actos de todas las
virtudes pueden pertenecer a la justicia, en cuanto ésta ordena al hombre al bien
común. En este sentido, se le llama a la justicia, virtud general. Y, puesto que a la
ley pertenece ordenar al bien común, es llamada 'justicia legal.
En su teoría sobre el bien común político –sobre el bien humano propio de una
sociedad– Tomás no desarrolla una sola y única definición, sino emplea, según
requiere el argumento, una u otra faceta de su concepto.
a. Tomás entiende el bien común de la comunidad política como una unidad
distinta y diferente de la simple suma de sus compuestos. Más
específicamente, esta unidad surge de la organización interna de los
miembros para alcanzar un objetivo común que se han fijado. La polis es
así una unidad de orden que surge de una finalidad común.

b. Tomás concibe también el bien común político como el resultado de las


virtudes de los miembros de la comunidad. Más que de bien común, es
preciso hablar aquí del beneficio común resultado de la búsqueda, por cada
uno, de la vida buena. No se trata, por lo tanto, del bien de orden, sino del
bien hecho a otros como consecuencia de la práctica individual de la virtud.

c. Sin embargo, Tomás de Aquino privilegia habitualmente una tercera


concepción del bien común político, más compleja, capaz de integrar parte
de las dos definiciones anteriores, es decir, por medio de las relaciones
recíprocas entre las partes y el todo.
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Esta última definición permite a Tomás de Aquino hablar del bien común político
sea como la paz y la seguridad (bien de orden, principio material del bien común)
o sea como el ejercicio de la vida buena (la felicidad como objetivo común,
principio moral del bien común).
El deber supremo para con la sociedad que representa el conjunto de seres
humanos y sus relaciones mutuas, es el bien común. Éste viene a constituir el
conjunto de libertades, bienes y servicios que hacen posible a las personas su
mejor desarrollo en la sociedad de la que forman parte.
El bien común es la suma de aquellas condiciones que permitan satisfacer la
necesidad de logro de los miembros de la comunidad. El bien común implica que
las estructuras sociales deben ser diseñadas de tal forma que permitan que la
gente tenga la oportunidad de participar y de satisfacer sus necesidades humanas
básicas.
La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en
cuestión y si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente lícitos. Si los dirigentes
proclamasen leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas
disposiciones no pueden obligar en conciencia. En semejante situación, la propia
autoridad se desmorona por completo y se origina una iniquidad espantosa.
La diversidad de los regímenes políticos es moralmente admisible con tal que
promuevan el bien legítimo de la comunidad que los adopta. Los regímenes cuya
naturaleza es contraria a la ley natural, al orden público y a los derechos
fundamentales de las personas, no pueden realizar el bien común de las naciones
en las que se han impuesto.

TEORIAS MODERNAS

Los contractualistas pretenden llevar a cabo una racionalización del estado y un


análisis crítico sobre el poder y legitimidad. El Estado no tendría un origen natural
o divino, por lo que la obediencia no sería algo natural ni necesario. El estado
debería entenderse, desde esta interpretación, como un acuerdo o contrato entre
las personas que conforman una sociedad.

También llevan a cabo el supuesto de un estado de naturaleza, previa a la


fundación del estado y la vida en sociedad, sería una hipótesis sobre cómo sería
la vida humana al margen de la sociedad. El estado se concibe de forma ideal
como un contrato en el que los miembros de una sociedad acordarían un
intercambio y un modelo de organización política. Las diferencias respecto a su
concepto de estado de naturaleza y las características del contrato son las claves
diferenciales entre unos y otros autores.
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En definitiva, en el espíritu y la letra de todos estos textos se puede comprobar la


especial relevancia de esas dos "ficciones" teóricas que son la teoría del contrato
social y la teoría de los derechos naturales, innatos, inalienables e imprescriptibles
del hombre, llamados, tanto una como otra, a remover la estructura social, política
y jurídica de las sociedades de su tiempo y a conquistar un peldaño más, ya
irreversible, en la historia de los derechos humanos.
Teoría absolutista
Tomas Hobbes, habla del estado de la naturaleza, donde cada humano busca su
propio interés y existe la guerra de todos contra todos. Se tiene derecho a la
conservación de la vida y su defensa, a la libertad y a la propiedad. Todos son
hombres buenos, compasivos, libres e iguales. Y la sociedad genera
desigualdades e injusticias.
Hobbes fue así el primero en emprender la tarea de fundamentar el orden social
sobre bases estrictamente individualistas, sin necesidad de recurrir a principios
morales ni de presuponer sociabilidad natural alguna. Aunque su meta no es tanto
fundamentar la llamada obligación política, el deber de obediencia a las leyes
Una vez constituido el Estado, cada ciudadano conserva la libertad que le basta
para vivir bien y con tranquilidad, y a los demás se les quita lo justo para que no
sean de temer. Fuera del Estado cada uno tiene tanto derecho a todo, que no
puede disfrutar de nada, pero en el Estado todos disfrutan con seguridad de un
derecho delimitado.
Fuera del Estado nos protegen sólo nuestras fuerzas, en el Estado la de todos.
Fuera del Estado nadie tiene seguro el fruto de su trabajo, en el Estado todos. Por
último, fuera del Estado está el reino de las pasiones, la guerra, el miedo, la
pobreza, la fealdad, la soledad, la barbarie, la ignorancia, la crueldad.
En el Estado el reino de la razón, la paz, la seguridad, la riqueza, la belleza, la
compañía, la elegancia, la ciencia, la benevolencia".

Teoría liberal
Para Locke el contrato es un pacto entre individuos que renuncian a la violencia a
favor de la paz y la seguridad. Tiene derecho a la conservación de la libertad,
renuncian do al uso de la fuerza. Es un contrato entre individuos y entre estos y el
estado. Existe un compromiso libre entre individuos de someterse a las leyes. Las
leyes expresan la voluntad general.
Con la aportación de Locke la teoría del contrato social sufre un giro muy radical.
La visión del estado de naturaleza o estado presocial es mucho más positiva y el
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poder político resultante del contrato social se siente más atado, limitado y
comprometido con la garantía de ciertos derechos naturales, hasta el punto de
derivar su legitimidad, en origen y ejercicio, de ese compromiso.
El contrato, tomado como origen de la sociedad civil y política era el único medio
que podía permitir tanto la defensa de la existencia de unos derechos naturales
previos, como, y acabará siendo un punto esencial, la conversión de esos
derechos naturales en derechos dentro del Estado, es decir, en derecho cívicos y
políticos que el ordenamiento jurídico estatal no puede dejar de respetar y
garantizar, pues de ello depende su legitimidad y el deber de obediencia por parte
de los ciudadanos a él sometidos
En el fundamento de Locke nos encontramos ya con una teoría expresa de la
monarquía constitucional y con uno de los iniciadores de la filosofía liberal. Su
influencia en las Declaraciones de derechos americanas y francesas, del último
tercio del siglo XVIII, es determinante.

Teoría soberanista
Para Rousseau: es completamente falso que en el contrato social haya una
renuncia verdadera por parte de los particulares: su situación, por efecto de este
contrato, es realmente preferible a lo que antes era, y en lugar de una
transferencia, no han hecho sino un cambio ventajoso de una manera de ser
incierta y precaria por otra mejor y más segura, de la independencia natural por la
libertad, del poder de hacer daño a los demás por su propia seguridad, y de su
fuerza, que otros podrían sobrepasar, por un derecho que la unión social vuelve
invencible.
El estado tiene poder absoluto.
Su poder deriva del pueblo.
El estado debe asegurar la paz y la tranquilidad.
El poder es limitado.
Predomina el liberalismo político.
Existe la soberanía popular y la democracia es directa.

El Contrato social, viene a proteger a las personas y a sus bienes y a garantizar su


libertad. Además, la idea de soberanía popular exige que los ciudadanos tengan y
ejerzan derechos cívicos y políticos, pues, "el pueblo sometido a las leyes debe
ser su autor; no corresponde regular las condiciones de la sociedad sino a los que
se asocian.
Del Contrato social dice: el objetivo del pacto es otro: una forma de convivencia
que integra la libertad civil y política con los derechos naturales. Se trata de:
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"Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común
a la persona y a los bienes de cada asociado, y por virtud de la cual cada uno,
uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y quede tan libre como antes".

Montesquieu

Fue uno de los primeros filósofos. Representa el liberalismo aristocrático del


momento. Defiende que la sociedad y el Derecho no tienen su origen en el
contrato social (como sugieren Hobbes, Locke y Rousseau) sino en la naturaleza
propia del hombre y las circunstancias que lo rodean (climáticas y geográficas).
Además, según él, cualquier forma de gobierno debe ser moderada por diferentes
contrapesos, siendo fundamental la separación de poderes (ejecutivo, legislativo y
judicial). Esta separación según Montesquieu debe corresponderse con el
equilibrio entre tres fuerzas sociales y políticas: rey, pueblo y aristocracia.

La decisión de los individuos de unirse en sociedad y renunciar cada uno de ellos


al poder de ejecutar la ley natural, cediéndolo a la comunidad, produce la
constitución de la sociedad civil o política. Ello significa, también, que se autoriza
al poder legislativo de la sociedad a hacer leyes en su nombre y de acuerdo con
las exigencias del bien público. En todo ello juega un papel de primera magnitud el
consentimiento de los pactistas, que se convierte, de esta manera, en el
fundamento del gobierno legítimo: "que inicia y realmente constituye una sociedad
política cualquiera, no es otra cosa que el consentimiento de un número cualquiera
de hombres libres capaces de formar mayoría para unirse e integrarse dentro de
semejante sociedad. Y eso, podría dar principio a un gobierno legítimo"
De los tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el federativo, el primero, o sea el
legislativo representa el poder supremo, al que los otros le están subordinados.
Además el poder legislativo es un poder delegado que necesita del continuo
consentimiento y aceptación del pueblo: "como el poder legislativo es únicamente
un poder al que se le ha dado el encargo de obrar para la consecución de
determinadas finalidades, le queda siempre al pueblo el poder supremo de apartar
o cambiar los legisladores, si considera que actúan de una manera contraria a la
misión que se les confiado.

TEORIAS CONTEMPORANEAS

Las teorías de Nozick y Buchanan representan dos formas de adaptación de la


tradición liberal a las tendencias neoconservadoras; y, aunque sus marcos
teóricos sean diferentes, cumplen funciones complementarias. La teoría de la
justicia de Rawls, que junto a la defensa del principio liberal que otorga prioridad a
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la libertad supone en cambio un intento de reformular y proporcionar una nueva


base a los ideales del pensamiento liberal-democrático.

Teoría de la Justicia
Los principios de justicia no representan propiamente verdades objetivas
independientes, sino que son aquéllos que pensamos que es razonable que
constituyan el objeto del consenso de fondo en que ha de apoyarse nuestra vida
social y cuyo reconocimiento tácito esperamos movilizar siempre que entre
nosotros elevamos pretensiones conflictivas
Rawls establece a la justicia como el más importante de los conceptos sociales. Si
se piensa en una sociedad que es próspera, que tiene crecimiento pero no es
justa, entonces quedará la sensación de que falla gravemente, y es que la justicia
forma parte de nuestras convicciones más extendidas de sentido común.
Rawsl entiende por principios de justicia aquellos principios que establecen
criterios para asignar derechos y deberes en las instituciones básicas de la
sociedad y definen la distribución apropiada de los beneficios y cargas de la
cooperación social, que deben regir en una sociedad bien organizada, es decir,
destinadas a avanzar el bien de sus miembros, donde todos aceptan y saben que
los demás aceptan, los mismos principios de justicia y sus instituciones básicas se
ajustan a tales principios.
Para Rawls, derechos no convencionales, o naturales, son aquellas pretensiones
cuya legitimidad deriva de principios de justicia. Rawls adopta una cierta
concepción a cerca de justicia a la que denomina JUSTICIA COMO EQUIDAD,
según esta posición los principios de justicia son los principios que elegirán
personas libres y puramente racionales, que solo se preocupan por su propio
interés, si estuvieran en posición de igualdad. Para imaginar esta condición,
elabora la teoría dela posición imaginaria y del velo de la ignorancia.
Rawls argumenta una situación hipotética, a la que llama Posición Imaginaria.
Partiendo de esta posición imaginaria, los individuos deben pactar los principios
que deberán de ser los que rijan a la sociedad, inspiradores y guías de la
convivencia social.
Este desconocimiento de las características individuales sucede por lo que Rawls
llama El Velo de la Ignorancia, sobre qué tipo de persona seremos o que
características o recursos tendremos permite garantizar la máxima imparcialidad o
neutralidad para que no nos afecten en particular sino que puedan ser lo más
beneficiosos posibles para todo tipo de individuos que integraran esa sociedad
pluralista.
Rawls concluye que estos individuos llegarían a pactar por la vía de la razón dos
principios centrales de la justicia: mismas libertades e igualdad de oportunidades.
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El primer principio de igualdad de libertades implica la misma garantía para cada


integrante de la sociedad de contar con libertad religiosa, política, de pensamiento
y expresión, de movimiento, de ocupación.
El segundo principio de igualdad de oportunidades especifica la necesidad de que
se trate de oportunidades reales y no solo formales. Es decir, no basta declarar
que todos tienen igualdad de oportunidad para desarrollarse como persona sino
garantizar las condiciones sociales que permitan una posibilidad real de alcanzar
el desarrollo donde no haya más trabas que el esfuerzo individual.
Rawls habla de cuatro fases o etapas para desarrollar una sociedad justa basada
en este pacto inicial:
1- Consiste en la elección de principios de justicia bajo un velo de ignorancia
completo.
2- Consiste en la estipulación de normas constitucionales para hacer valer el
principio de igual libertad
3- Establecer reglas legislativas para hacer efectiva el segundo principio.
4- Es la aplicación de las reglas a casos particulares por parte de jueces y
administradores, requiriéndose el conocimiento pleno de todos los hechos
generales y particulares.
Rawls elabora una teoría de los buenos: una cosa es buena cuando tiene las
propiedades que es racional desear en un objeto de esa especie. El bien de una
persona está dado por la satisfacción exitosa de sus planes de vida racional.
Estos principios que pueden surgir de una situación como la posición originaria no
son principios de justicia sino de prudencia racional.

La Teoría del Estado Mínimo


La derivación de Robert Nozick de un estado mínimo en la primera parte de
Anarquía, Estado y Utopía ha generado muchas críticas, y se podría pensar que
no hay nada nuevo que decir al respecto.
El principio fundamental de su libro es que los individuos tienen derechos. Hay
cosas que no puedes hacer a los individuos sin violar estos derechos. Los
individuos son seres separados. Las opiniones morales contrastantes, como el
utilitarismo, no toman en serio las diferencias entre las personas. No hay ninguna
entidad colectiva que esté mejor si algunos son sacrificados a otros.
Los derechos que tienen los individuos incluyen derechos sobre sus propios
cuerpos. Los derechos de propiedad son individuales. El mundo empieza sin
dueño y la gente tiene que hacer algo con los recursos para adquirirlos.
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Su proyecto es mostrar cómo un estado mínimo podría surgir justificadamente de


este punto de partida. Un estado mínimo, en sus términos, tiene un monopolio de
hechos en un territorio dado sobre la defensa, la protección y la justicia, pero no es
permisible que persiga otros objetivos comunes en los estados modernos, por
ejemplo, «bienestar social». La gente llegaría al estado a través de pasos que le
son ventajosos y también moralmente correctos.
El núcleo central de la argumentación de Nozick en los capítulos de su libro -que
constituyen un ingenioso e intrincado ejercicio de análisis muy cercano a los
enfoques económicos ahora en boga en torno al derecho de responsabilidad-
consiste en mostrar que, pese a las apariencias, la asociación protectora
dominante es un Estado mínimo y que las objeciones morales mencionadas son
superables.
Para justificar la asociación protectora dominante al Estado ultramínimo le basta
suponer que los clientes transfieren a la agencia dominante junto con su derecho a
ejecutar la ley natural sus derechos procesales. Ciertamente tales derechos son
universales, y a ellos no han renunciado los independientes. Pero aunque
cualquiera tiene derecho a defenderse frente a procedimientos que no considera
fiables ni equitativos, no todos tienen la posibilidad de ejercerlo de forma efectiva.
En virtud de su posición de poder, sólo la agencia dominante en un territorio
tendrá la oportunidad de hacer efectivo el ejercicio de ese derecho. Ella, y sólo
ella, están en condiciones de declarar que prohíbe el uso privado de la fuerza.
Pero una vez que una agencia monopoliza el mercado de servicios de protección
convirtiéndose en Estado ultramínimo, tiene la obligación moral de extender sus
servicios a los no clientes. Desde el Estado ultramínimo al Estado mínimo es
consecuencia de la obligación moral de compensar en que se incurre en ciertos
casos en que se prohíbe a alguien un acto legítimo. Esta obligación deriva del
principio de compensación que reza: los perjudicados por prohibiciones de
emprender acciones que únicamente podría ocurrir que dañaran a otros tienen
que ser compensados por ese perjuicio que se les irroga a fin de proporcionar
seguridad a los demás.
La compensación adopta la forma de una universalización de los servicios de
protección. Que ello signifique que los clientes pagan por la protección de los
independientes, y que por consiguiente el estado mínimo comporte un elemento
redistributivo, no es objeción porque la redistribución se produce no por razones
redistributivas, sino por razones derivadas del principio de compensación.
El argumento de Nozick falla porque implica un punto de detención arbitrario. Para
que el organismo dominante se transforme en el Estado ultramínimo y luego en el
Estado mínimo, un número considerable de personas debe permanecer fuera del
estado. De lo contrario, tendríamos simplemente una situación en la que todos son
miembros de la misma agencia privada. Esto no le daría a Nozick lo que necesita
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para su argumento del Estado mínimo. Lo que necesita es un escenario en el que


un número sustancial de independientes permanezcan fuera de la agencia privada
dominante.
La Teoría de Elección Pública
La base intelectual de Buchanan es que rechaza cualquier concepción de que el
Estado es superior a sus ciudadanos en sabiduría. Esta filosofía surgió de sus
amplios estudios y análisis de las decisiones públicas de tributación, gasto,
elección de prioridades y de gestión de cuentas públicas dentro de la economía,
bajo la teoría de la elección pública que vincula la economía a la política del
Estado.

Para Buchanan, el contrato social es un dispositivo conceptual que nos permite


comprender el derecho y el Estado explicando la emergencia de los derechos de
propiedad que estabilizan y sancionan expectativas recíprocas de conducta y así
hacen posible la coordinación de las acciones individuales.

De los conceptos de Buchanan se desprende que la pretensión de validez de las


normas se agota en su capacidad de ser aceptadas por los sujetos implicados,
conforme a sus intereses particulares y las circunstancias empíricas
correspondientes. La legitimidad de un sistema de normas e instituciones
descansaría así en su mera capacidad para ganarse el asentimiento fáctico
conforme a motivos económicos. En el caso ideal, un sistema legítimo es un
sistema basado en la unanimidad; y el grado de legitimidad del sistema está en
relación inversa con el grado de desviación respecto de la unanimidad.

Acerca del modelo de equilibrio general James Buchanan plantea que en la


competencia perfecta no hay competencia, porque no existe el comercio, y un
mercado no es competitivo por sustitución o construcción, si no que torna
competitivo y las reglas competitivas se aplican al emerger las instituciones que
ponen límites alas comportamientos individuales para el intercambio.

La teoría de la elección pública se sitúa entre la economía y la ciencia política y


consiste en estudiar, desde el punto de vista del economista, todas las decisiones
que se toman en el sector público y en la economía pública, siempre partiendo de
la base de que el individuo es quien ha de decidir dos aspectos separados y bien
diferenciados de los elementos de la perspectiva de la elección pública.

Al aplicar la elección pública, para emplear un término más familiar, no


necesitamos y de hecho no debemos incurrir en el error de implicar, inferir o
sugerir que los elementos de poder en las relaciones políticas quedan expulsados
por una especie de magia metodológica.
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Para mejorar la política, es necesario mejorar o reformar las reglas, la red de


intereses en la cual el juego de la política se desarrolla. No se quiere sugerir que
esta mejoría resida en la selección de agentes moralmente superiores quienes
emplearán sus facultades de alguna manera en el "interés del público". Un juego
se describe por sus reglas, y la única forma de producir un juego mejor es cambiar
esas reglas.

No se desarrolló ningún postulado comparable para el comportamiento de las


personas en sus capacidades o papeles políticos o de elección pública, sea como
participantes del proceso electoral o como agentes activos del cuerpo político.

Buchanan aprendió que los gobiernos no eran entidades eficientes y altruistas que
trabajaban para eliminar las imperfecciones encontradas en los mercados. Al
contrario, gobiernos son el agregado de personas persiguiendo sus intereses
personales, no el interés público, a través de leyes, impuestos y regulaciones
interesadas. Parece que muchos han olvidado estos análisis durante los últimos
años de intromisión de los políticos y de los funcionarios en nuestra vida
económica diaria.

Su trabajo es especialmente importante en estos momentos donde existe un


debate muy activo sobre la participación de los gobiernos en las economías, sobre
su control de los recursos, su decisiones sobre la riqueza y la distribución de la
riqueza y su análisis cuestiona las intenciones de los participantes
gubernamentales, ya que sus decisiones no son tomadas con intenciones teóricas
y utópicas, sino que sufren condicionamientos políticos que impactan las
decisiones que se toman.

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