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“El sincero es el tonto”, dice el famoso dicho.

Pero esta idea debe haber existido al menos 350


años antes de Cristo, dado que constituye el punto de partida para una de las teorías políticas más
influyentes de occidente: La república, de Platón. Con su técnica dialógica, el filósofo deja que su
mentor, Sócrates, explique la esencia de la justicia y las características del gobernante y del Estado
ideal. Mucho de lo expuesto debe haberle resultado revolucionario a los atenienses: la división del
Estado en tres partes, la igualdad entre hombres y mujeres, la eliminación de la propiedad privada
y hasta el gobierno de los filósofos. Sin embargo, quien compare las ideas de Platón con la
evolución de la historia de la humanidad se estremecerá al leer con mayor detenimiento sus
propuestas sobre la eutanasia, la selección de las razas y la razón de Estado. Es por ello que se
recomienda mantener una cierta distancia durante la lectura. Más allá de esto, Platón brinda con
su obra una mirada profunda en su teoría del conocimiento (entre otras cosas, por medio de su
famosa alegoría de la caverna) y una importante utopía del Estado, en la que la justicia y la moral
tienen un lugar estable y la política se lleva adelante en pos del pueblo y no para llenar los bolsillos
de los políticos ni de los ricos. Algo que sigue siendo un tema, aún hoy, 2000 años después de
Platón.

La justicia

Al regresar de una festividad religiosa, Polemarco invita a Sócrates y a Glaucón, un hermano de


Platón, a casa de su padre, Céfalo. Al pequeño y animado grupo se suman Adimanto, también
hermano de Platón, y Nicerato, así como algunos otros ciudadanos. En casa de Céfalo, la
conversación gira primero en torno al bienestar de Céfalo y la vida feliz que lleva a su avanzada
edad. Céfalo afirma que esto se debe a que ha llevado una vida justa. Aquí interviene Sócrates: “La
justicia, ¿qué es en realidad?”. “Vivir según la ley y ser sincero”, responde Céfalo. Y, en ese caso,
¿actuaríamos en forma justa si –tal como lo indica la ley– le devolviéramos un arma a quien nos la
prestó, a pesar de que esté loco? ¿Y si con esa arma hiere o mata luego a otras personas? No,
probablemente no actuaríamos en forma justa. Es decir, entonces, que la justicia es algo más que
respetar las leyes. Polemarco aporta entonces su definición de justicia: darle a cada persona lo que
le corresponde, es decir, hacer el bien al amigo y el mal al enemigo. Sócrates tampoco está de
acuerdo con esto: ¿Cómo podemos saber quién es nuestro amigo y quién es nuestro enemigo?
¿Acaso no podría suceder que, sin saberlo, ayudemos a una persona malvada y dañemos a un
amigo?

Clásico de la literatura

Filosofía

Antigua Grecia

De qué se trata

“El sincero es el tonto”, dice el famoso dicho. Pero esta idea debe haber existido al menos 350
años antes de Cristo, dado que constituye el punto de partida para una de las teorías políticas más
influyentes de occidente: La república, de Platón. Con su técnica dialógica, el filósofo deja que su
mentor, Sócrates, explique la esencia de la justicia y las características del gobernante y del Estado
ideal. Mucho de lo expuesto debe haberle resultado revolucionario a los atenienses: la división del
Estado en tres partes, la igualdad entre hombres y mujeres, la eliminación de la propiedad privada
y hasta el gobierno de los filósofos. Sin embargo, quien compare las ideas de Platón con la
evolución de la historia de la humanidad se estremecerá al leer con mayor detenimiento sus
propuestas sobre la eutanasia, la selección de las razas y la razón de Estado. Es por ello que se
recomienda mantener una cierta distancia durante la lectura. Más allá de esto, Platón brinda con
su obra una mirada profunda en su teoría del conocimiento (entre otras cosas, por medio de su
famosa alegoría de la caverna) y una importante utopía del Estado, en la que la justicia y la moral
tienen un lugar estable y la política se lleva adelante en pos del pueblo y no para llenar los bolsillos
de los políticos ni de los ricos. Algo que sigue siendo un tema, aún hoy, 2000 años después de
Platón.

Ideas fundamentales

La república de Platón presenta el modelo de un estado ideal y es el texto de mayor influencia en


la filosofía política de occidente.

Platón escribió este libro a modo de diálogo y expresa su propia opinión a través de su mentor,
Sócrates.

La obra comienza con una explicación del concepto de justicia y la prueba de que una persona
justa es más feliz que una injusta.

A partir de ello, Sócrates desarrolla la utopía de un estado ideal.

Este Estado se compone de tres grupos: los trabajadores/artesanos, los guardianes/auxiliares y los
gobernantes.

Platón promueve la idea de un gobierno de reyes filósofos, puesto que solo un filósofo puede
reconocer la verdad y gobernar con sabiduría y justicia.

La educación de un rey filósofo debe durar 50 años y abarcar todas las áreas del conocimiento que
componen el canon educativo de la antigua Grecia.

Básicamente, todos los integrantes del pueblo tienen las mismas oportunidades educativas. A
través de pruebas se separa el trigo de la paja, para clasificar a los ciudadanos según su casta.

La utopía del estado de Platón está estrechamente relacionada con la teoría del filósofo sobre el
conocimiento.

Es posible que el caos político en la ciudad-estado de Atenas y la desconfianza de Platón frente a la


política lo hayan impulsado a escribir su obra.

En muchos aspectos, el Estado de Platón es totalitario y antidemocrático.

Algunos críticos, como el filósofo Karl Popper, vieron en la teoría del estado de Platón un
predecesor del fascismo.

Resumen

¿Qué es la justicia?
Al regresar de una festividad religiosa, Polemarco invita a Sócrates y a Glaucón, un hermano de
Platón, a casa de su padre, Céfalo. Al pequeño y animado grupo se suman Adimanto, también
hermano de Platón, y Nicerato, así como algunos otros ciudadanos. En casa de Céfalo, la
conversación gira primero en torno al bienestar de Céfalo y la vida feliz que lleva a su avanzada
edad. Céfalo afirma que esto se debe a que ha llevado una vida justa. Aquí interviene Sócrates: “La
justicia, ¿qué es en realidad?”. “Vivir según la ley y ser sincero”, responde Céfalo. Y, en ese caso,
¿actuaríamos en forma justa si –tal como lo indica la ley– le devolviéramos un arma a quien nos la
prestó, a pesar de que esté loco? ¿Y si con esa arma hiere o mata luego a otras personas? No,
probablemente no actuaríamos en forma justa. Es decir, entonces, que la justicia es algo más que
respetar las leyes.

“Pero en lo que atañe precisamente a este punto, el de la justicia, ¿cómo debemos actuar?
¿Debemos equipararla con la verdad y con la devolución de lo que se ha recibido de otro, o existe
la posibilidad de ser a veces justos y a veces injustos?””.

Polemarco aporta entonces su definición de justicia: darle a cada persona lo que le corresponde,
es decir, hacer el bien al amigo y el mal al enemigo. Sócrates tampoco está de acuerdo con esto:
¿Cómo podemos saber quién es nuestro amigo y quién es nuestro enemigo? ¿Acaso no podría
suceder que, sin saberlo, ayudemos a una persona malvada y dañemos a un amigo?

¿El justo es el tonto?

Aquí es cuando, irritado, Trasímaco toma la palabra. Él opina que la justicia siempre la aprovecha
el otro, nunca quien la ejerce y que tal vez sea por eso que la injusticia suele traer más beneficios.
Así, la justicia es el privilegio del más fuerte. Como respuesta, Sócrates le hace notar a Trasímaco
que con una explicación de este tipo convierte a la injusticia en una virtud. Y, ciertamente, no lo
es. Según Sócrates, la justicia es deseable, hace bien, tiene un valor superior y una gran utilidad
para el justo, porque es más feliz que el injusto. Glaucón opina que cometer una injusticia está
bien, pero tolerarla está mal. Y, puesto que, por lo general, la pena pesa más, las personas se
pusieron de acuerdo en no hacer una cosa ni la otra. Por ello crearon las leyes. Y, sin embargo, el
injusto sigue teniendo una mejor vida que el justo. La injusticia es parte de la esencia del ser
humano. El injusto puede adquirir poder y riqueza y luego ser bueno o malo, según lo que desee y
le sea más provechoso.

Las tres clases de Estado

Adimanto, hermano de Glaucón, coincide: de la vida justa, el hombre no ama la justicia en sí


misma sino la aparente santidad que obtiene frente a los ojos de los demás; pero la vida del
virtuoso es difícil y requiere mucho esfuerzo. En todo caso, para el injusto todo es más sencillo.
Ahora es el turno de Sócrates de describir su idea de justicia. Para ello, hace uso de un recurso
discursivo: en primer lugar, analiza la justicia en un gran contexto – el Estado – para acercarse
luego a los hombres en particular. Así, empieza formulando la pregunta: ¿cómo se origina un
Estado? Es sencillo: por necesidad. La vida es más fácil cuando diferentes personas se unen y
dividen las tareas en lugar de que cada individuo deba hacer todo solo. La especialización brinda
un mayor bienestar, pero también implica que una sociedad conformada de esta manera debe
vivir según una serie de reglas y leyes. En un Estado de este tipo surgen tres clases diferentes: los
trabajadores/artesanos, los guardianes y los gobernantes.

Explicación de La República

La influencia de la obra de Platón en la cultura occidental a lo largo de la historia ha sido


descomunal. El impacto del pensamiento platónico ha sido multidisciplinaria ya que no solo ha
influido en la filosofía posterior, también lo ha hecho en la ética, política, literatura, psicología y
religión. Cada época ha interpretado la obra de Platón con los valores predominantes en cada
momento, así hasta nuestros días.

Es evidente la repercusión en corrientes filosóficas posteriores como el neoplatonismo. También


en la divulgación del cristianismo, con autores como San Agustín y, después, en la filosofía
escolástica con Santo Tomás de Aquino.

La República explora tópicos tan variados como la ordenación de la ciudad ideal, los tipos de
gobierno, el papel de la mujer en la sociedad, la educación o la Teoría del conocimiento. Para ello,
Platón se vale de diferentes alegorías, entre ellas, alguna tan conocida como El mito de la caverna.

Aproximación al término de justicia

El concepto de justicia surge desde la primera parte del libro. Cada uno de los personajes tiene su
propia impresión acerca del tema, Polermaco, Sócrates y Trasímaco presentan opiniones dispares:

En primer lugar, Polemarco considera que la justicia consiste en “hacer bien a los amigos y mal a
los enemigos”. La idea de justicia de este personaje está relacionada con la atribuida al poeta
griego Simónides.

Sin embargo, Sócrates difiere de esta definición. Para el filósofo la justicia no significa disponerse a
hacer cosas buenas a los amigos, sino en conocer qué cosas son buenas para ellos. Obrar justo
significa no hacer daño a nadie.

Por otro lado, Trasímaco considera que justicia es “lo que le conviene al más fuerte”. Es decir, su
postura defiende que lo justo es aquello que marcan las leyes que fijan los gobernantes a su
conveniencia y que imponen a los más débiles. En este sentido, Trasímaco afirma que los más
tiranos, los injustos, son más felices debido a su tiranía.

Clases de bienes

Entonces, ¿a qué clase de bienes pertenece la justicia? A fin de enmarcar la justicia dentro de un
tipo de bien, Glaucón afirma que existen tres clases de bienes.
Bienes deseados por sí mismos: son aquellos que buscamos por lo que son y no por los resultados
que ofrecen. Dentro de esta clase de bienes pertenecería por ejemplo la alegría.

Bienes deseados por sí mismos y por sus consecuencias: son aquellos que queremos por la
satisfacción que producen y por los resultados que nos traen. Un ejemplo de este tipo sería la
salud o la vista.

Bienes deseados por su utilidad y no por sí mismos: aquellos que se buscan por las ventajas que
proporcionan, por ejemplo, un salario.

Sócrates afirma que la justicia se encuentra en la segunda categoría. Es decir, en los bienes
deseados por sí mismos y por sus consecuencias. Sin embargo, Glaucón entiende que la opinión
ordinaria engloba la justicia entre los bienes deseados por su utilidad y no por sí mismos.

Organización de la sociedad

¿Cómo se puede saber qué es justo o qué es injusto? Sócrates determina que es necesario conocer
primero qué es justo para el colectivo, la ciudad, y después concretar el término de justicia
individual.

En la ciudad ideal que propone Platón cada persona está especializada en alguna profesión
particular. De este modo, el Estado justo queda dividido en tres estamentos, cada uno de ellos
cumple su misión específica en la ciudad a fin de contribuir a la abundancia colectiva:

Gobernantes-filósofos: encargados de dirigir a los ciudadanos.

Guerreros-guardianes: defenderán a los ciudadanos de los enemigos.

Agricultores, artesanos y comerciantes: producirán los bienes necesarios para la población.

Vemos como, para Platón, el Estado ideal se fundamenta en una división clasista de la sociedad.
Sin embargo, para el filósofo estas categorías sociales no deberían ser herméticas. Es decir, la
pertenencia a una clase u otra no es hereditaria ni tiene que ver con la riqueza que cada cual
posea, sino por las capacidades que se manifiestan desde niño, así se educaría a los ciudadanos
para pertenecer a uno u otro estamento. Esta forma de organizar la sociedad se vuelve a poner de
manifiesto más adelante, a través del mito de los metales.

Aparece aquí la figura del guardián del Estado, ciudadanos preparados para hacer la guerra cuyas
cualidades, señala, han de ser las siguientes: valor, fuerza, actividad y filosofía.

Sobre la educación de los guardianes


Otro de los temas que trata Platón en La República es el de la educación. El sistema educativo que
propone el filósofo estaría estrictamente controlado a fin de que pese más fomentar el bien de la
ciudad por encima de los intereses individuales. Así establece cómo debería se la educación de los
guardianes y los gobernantes de la ciudad.

De qué se trata

El amor es el camino a la sabiduría

El tema central en El banquete de Platón es el amor. Es él quien inspira la búsqueda de la verdad y


el intento por lograr la inmortalidad, dice Sócrates, el personaje central del texto. Antes de
formular esta conclusión, los participantes del simposio (bacanal) discuten sobre la esencia del
amor. Con destreza retórica, intentan imponerse unos sobre otros. La lectura se vuelve
entretenida por el hecho de que algunos de los poetas y literatos presentes también son pareja.
Las escenas de celos y el doble sentido adornan los discursos serios y el vino se sirve hasta altas
horas de la madrugada. En esta ronda, en la que abundan las relaciones homosexuales, la idea de
Platón de que las relaciones entre un hombre y una mujer son superiores, adquiere aún mayor
peso. Según él, el amor, al igual que la búsqueda de la verdad, debe producir algo. Este es un
clásico de la literatura. Aunque han pasado casi 2.500 años desde su publicación, sigue
mereciendo ser leído.

Ideas fundamentales

El banquete es una de las principales obras del filósofo Platón.

En la antigua Grecia, un simposio era una reunión social que solía tener lugar entre las clases
sociales altas.

En El banquete de Platón, diez participantes de un simposio filosofan sobre la esencia del


erotismo, del amor. Entre ellos se encuentra el famoso Sócrates.

Una vez que varios de los presentes han expresado su parecer sobre el tema, Sócrates toma la
palabra.

Un detalle mordaz del texto son no solo las diferentes relaciones amorosas, sino también los celos
entre los oradores.

El amor homosexual era usual en la Grecia antigua. Con frecuencia, el amante de mayor edad se
convertía en el padre filosófico del más joven.

A diferencia de otras obras de Platón, El banquete no está estructurado a modo de diálogo, sino
que contiene siete discursos largos.
Platón aplica su teoría de las ideas para abordar el tema: solo quien desarrolla una idea del amor
es capaz de comprenderlo.

Como es usual en sus obras, Platón pone sus propias ideas en boca de Sócrates.

La diferencia entre el amor más bajo, puramente físico, y el amor más alto y espiritual sigue
atravesando el arte y la literatura aun en nuestros días.

El banquete motivó a Sigmund Freud a definir al eros como una de las pulsiones vitales del ser
humano.

Resumen

El banquete

Sócrates se dirige a un banquete en casa de Agatón. En el camino se encuentra con Aristodemos y


lo invita a acompañarlo, aunque él no está invitado. Al llegar, el anfitrión saluda con calidez a
Aristodemos y le pide que se siente junto a Erixímaco. Sócrates, sumido en sus pensamientos,
permanece afuera, lo que desconcierta a los presentes. Después de un rato, Sócrates se suma al
grupo, se recuesta junto a Agatón y elogia irónicamente su aparente sabiduría. Tras la cena, se
dedican a los placeres de la libación. Pausanias confiesa que todavía le dura la resaca del día
anterior. Todos confirman que quieren que esta reunión sea más breve. Erixímaco trae a colación
el tema de Eros: ya es hora de que se rindan alabanzas a este antiguo e importante Dios. Es él,
Erixímaco, quien decide que los participantes reunidos alrededor de la mesa den sus discursos de
alabanza siguiendo el orden del sentido de las agujas del reloj, empezando con Fedro.

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