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Desde ya que, cuando los empresarios se avocan a redactar estos contratos que
generalmente constan en un formulario, es lógico suponer que se preocuparán más
por incluir en él todas las cláusulas que les favorecen y de omitir las que favorecen a
los demás contratantes. Los empresarios preparan los formularios para los
contratos con asesoramiento jurídico y técnico, lo cual difícilmente hagan quienes se
adhieren a estos formularios para contratar.
Enfrentados a estas modalidades de la técnica empresarial, los consumidores se
encuentran obligados a aceptar las condiciones que han fijado las empresas, ya que
de otro modo no podrán proveerse de los bienes y servicios que pretenden adquirir.
Y si se dirigen a otra empresa, seguramente no encontrarán mejores condiciones.
La voluntad de los consumidores queda de este modo disminuida casi
completamente. Prácticamente queda limitada a decidir sólo si acepta o no las
cláusulas del contrato, sin posibilidades de discutir ni negociar ninguna de estas
reglas y, tampoco, pretender que se incluyan otras cláusulas al contrato.
El desmedido poder que han adquirido las empresas en los últimos años, crea la
necesidad de limitarlo, para evitar los abusos que tienden a cometer, en pro de la
obtención de ventajas desmedidas o exorbitantes en perjuicio de los consumidores.
Así como el Derecho del Trabajo se fue generando como una reacción a los abusos
de los empleadores en contra de los empleados; debiendo intervenir el Estado para
proteger a los más débiles en estas relaciones; de la misma forma se ha visto el
Estado obligado a intervenir en las relaciones entre los empresarios (proveedores) y
consumidores. El Estado debe intervenir para poner equilibrio y para proteger a
estos últimos de los abusos de aquéllos.
Los consumidores en general actúan bajo el estado de necesidad de proveerse de
lo que necesitan para su consumo. Y para ello contratan actuando de manera
individual, desorganizada y sin contar con la información suficiente. No existe entre
las dos partes una situación de igualdad económica. Tampoco una igualdad jurídica
ya que una parte –el empresario- impone las reglas del contrato a la otra,
redactando sus cláusulas y sin permitir ningún margen de negociación.
Así sucede en un supermercado donde el empresario pone a disposición del
consumidor productos que éste puede elegir y aceptar, según lo que ha decidido el
empresario (precios, cantidades, modalidades, etc.).
La situación de desequilibrio se da por la diferente situación económica entre las
partes, pero también se presenta en los diferentes conocimientos técnicos y el
asesoramiento profesional, que cada una de las partes tiene, o más bien que una
sola de las partes tiene y la otra –ordinariamente- carece.
Esa enorme diferencia entre empresarios y consumidores debe ser equilibrada por
el Estado protegiendo al más débil para favorecer el ejercicio pleno de sus
derechos. Y lo ha hecho, asumiendo que las fuerzas de las empresas en el mercado
son infinitamente más poderosas que el consumidor aislado. Lo ha hecho, en primer
lugar, dictando normas que protejan a éstos en contra del abuso de aquéllos y
después instrumentando los medios para que esas normas sean efectivamente
aplicadas y también sancionar a aquéllos que las violan.
En nuestro país se han ido dictando leyes que regulan esas relaciones y protegen a
los consumidores (como ya lo había hecho antes con los trabajadores). Y también
se ha extendido esa protección mediante la creación de organismos que se
Derecho Privado - Capítulo 11 – Consumidor y relaciones de consumo 3
No son los sujetos que han contratado con el proveedor, ni se han relacionado
directamente con éste, ya que, si así fuera, estaríamos frente a la situación del
consumidor propiamente dicho. Se contempla aquí la figura de un tercero alcanzado
por los efectos del producto o servicio objeto de la relación, a quien la ley equipara
al consumidor para extenderle la misma protección legal.
Destacamos que, para tener la protección legal no hace falta haber sido parte de la
relación de consumo, sino que basta con -de cualquier manera- adquirir o utilizar
bienes o servicios como destinatario final. Son los casos de los familiares, un
invitado, o cualquier otro tercero afectado por la relación de consumo.
c) Proveedor
Consumidor y proveedor son los sujetos esenciales de la relación de consumo. No
pueden existir uno sin el otro. Es proveedor el sujeto que actúa del lado de la oferta
de bienes y servicios en el mercado. Comprende esta categoría de proveedor, tanto
a sujetos del sector público como del sector privado, nacionales o extranjeros.
El art. 2 de la LDC, define al proveedor como la persona física (humana) o jurídica
de naturaleza pública o privada, que desarrolla de manera profesional, aun
ocasionalmente, actividades de producción, montaje, creación, construcción,
transformación, importación, concesión de marca (*), distribución y comercialización
de bienes y servicios, destinados a consumidores o usuarios.
Se complementa con la que trae el art. 1093 del Código, el cual caracteriza al
proveedor como la persona humana o jurídica que actúe profesional u
ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o prestadora de servicios,
pública o privada, que tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o
servicios por parte de los consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o
social.
Si bien se menciona a la empresa para caracterizar al proveedor, no existe
coincidencia -en su regulación legal- entre los dos conceptos. El concepto jurídico
de proveedor aparece como más amplio que el de empresa y empresario, ya que es
posible que el proveedor no sea titular de una empresa.
La redacción de los artículos citados persigue incluir a todos los sujetos que actúan
del lado de la oferta para el consumo en el mercado. Destacamos, que el art. 2 de la
LDC utiliza la expresión: actividades de “comercialización de bienes y servicios”.
Dicho texto tiene la amplitud suficiente para comprender a todos los que participan o
intervienen en la cadena comercialización, ya sea que actúen por cuenta propia o ajena.
El elemento que caracteriza principalmente al proveedor es la profesionalidad en la
actividad que desarrolla. Ello es lo que lo coloca en una situación de ventaja con
relación al consumidor, ya sea técnica, de información o jurídica. Se comprenden
toda clase de actividades en dicho enunciado que es muy amplio. Alcanza a todo
sujeto que ofrezca bienes y servicios siempre y cuando lo realice profesionalmente.
Remarcamos que ninguna duda existe en cuanto a que se comprende en el
concepto de proveedor a quien es titular de una marca (*) y concede su uso, ya que
ha sido incluido expresamente en el texto de la disposición citada.
Finalmente, el legislador decidió no comprender en el concepto de proveedor, a
quienes ejercen profesiones liberales colegiadas (LDC, art. 2). A ellos no se aplica el
régimen de la ley. Sin embargo, sí queda comprendida en las previsiones de la LDC
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la publicidad que realicen dichos profesionales para ofrecer sus servicios (LDC, art.
2).
d) Fabricante y otros responsables
A los fines de evitar que quienes intervengan en la cadena de producción y
comercialización de bienes y servicios se mantengan ajenos y se desobliguen frente
a los consumidores, sólo por no encontrarse relacionados directamente con éstos,
la LDC establece un sistema o cadena de responsabilidades, con la finalidad de
obligarlos a todos por igual y de modo solidario.
Se incluye en esta cadena de responsables a los productores, importadores,
distribuidores, vendedores, etc. A continuación, nos referimos a las principales
causales y sujetos responsables según los textos legales.
Destacamos, la amplitud de los responsables solidarios frente a cosas riesgosas o
con defectos (también para los servicios). La ley dispone en el art. 40 que, frente al
vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor, el
fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya
puesto su marca en la cosa o servicio. La responsabilidad cubre a toda clase de
cosas (muebles e inmuebles) y servicios, exigiendo sólo que se consideren
riesgosas o defectuosas.
Se ha sumado por otro lado, una garantía legal a favor del consumidor, por los
defectos que presenten las cosas muebles no consumibles.
Los productores, importadores, distribuidores y vendedores de cosas muebles no
consumibles, son responsables de otorgar y cumplir con esta garantía legal por
reparación y mantenimiento de las cosas comercializadas, cuando presenten
defectos o vicios de cualquier índole, aunque hayan sido ostensibles o manifiestos
al tiempo del contrato (LDC, arts. 11 y 13). Se extiende esta garantía legal por el
plazo de seis o tres meses, según se trata de cosas nuevas o usadas.
Los fabricantes, importadores y vendedores de cosas muebles no consumibles,
se encuentran también obligados a asegurar un servicio técnico adecuado y el
suministro de partes y repuestos (LDC, art. 12).
Finalmente, la ley agrega como responsable al transportista, indicando que
responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del
servicio (LDC, art. 40).
e) Autoridad de aplicación
El Estado Nacional por medio de la Secretaría de Comercio Interior dependiente del
Ministerio de Economía y Producción tiene facultades concurrentes con las
provincias y municipalidades, en su jurisdicción respectiva, para la aplicación de la
ley, ejerciendo el control, vigilancia y juzgamiento en el cumplimiento de la misma
(LDC, arts. 41 y 42).
Se asigna también a la autoridad de aplicación, competencia en materia de
reclamos por servicios públicos domiciliarios, juntamente con los entes reguladores
específicos (LDC, art. 25).
f) Asociaciones de consumidores
Las asociaciones de defensa de los consumidores son entidades que tienen por
finalidad la educación, información, protección y representación en sede
Derecho Privado - Capítulo 11 – Consumidor y relaciones de consumo 7
“operaciones financieras para consumo” y las de “crédito para el consumo” (ley 24240,
art. 36).
Las compañías de seguro deben hoy también ser comprendidas por la protección
del consumidor, salvo que pudieran aparecer soluciones que son absolutamente
incompatibles con la esencia misma del seguro y que afectan técnicamente su
viabilidad (precisamente, las disposiciones de la ley de seguros persiguen que la
técnica asegurativa funcione correctamente). La incorporación de los contratos de
consumo al CCC ya no nos permiten dudar que un asegurado está también
amparado por las normas de defensa del consumidor. Por cierto, con la salvedad
indicada de no afectar la técnica del negocio de los seguros como ya mencionamos.
Los servicios públicos que presta el Estado, sean domiciliarios o no, se encuentran
también alcanzados de modo directo por la Ley de Defensa del Consumidor (art. 6).
Aparece una excepción, con respecto al transporte aerocomercial, que está
sometido, en primer lugar, a la ley que lo regula especialmente (Código Aeronáutico,
ley 17285), aplicándose la LDC sólo de forma supletoria (LDC, art. 63). El objetivo
del legislador, en este último caso, es que se rijan íntegramente por las reglas del
Código Aeronáutico, todo lo que se vincula con la actividad del transporte
aerocomercial, como son la responsabilidad que las compañías aéreas asumen
frente al usuario por cambios de itinerarios, muerte o daños a la persona, o pérdida
o deterioro de equipajes, etc. Frente a cualquiera de esas eventualidades habrá que
aplicar el Código Aeronáutico, lo cual se justifica en la particularidad de esta
actividad, que podría desaparecer si el Estado no la protege y aumentan las
responsabilidades por riesgos propios de esta actividad.
En cambio, sí se aplican a las compañías aeronáuticas las disposiciones de
protección al consumidor sobre ineficacia de cláusulas abusivas, responsabilidades
por incumplimiento o mal cumplimiento del servicio no derivados de casos fortuitos o
fuerza mayor, la eficacia vinculante de las ofertas al público, integración del contrato
con el contenido de la publicidad, información debida al pasajero y protección de su
salud, etc. Estos aspectos no se vinculan directamente con la actividad aeronáutica
y sus particularidades.
Tampoco están comprendidos en el sistema de protección del consumidor –como
ya indicamos- los servicios profesionales que requieran para su ejercicio título
universitario y matrícula otorgada por colegios profesionales. Se supone que la
reglamentación y control de dichos colegios, cumple la función protectora de los
consumidores de estos servicios profesionales, por lo que el legislador decidió
excluirlos expresamente de la legislación para los consumidores.
6. Protección al consumidor
La LDC protege al consumidor en una serie de aspectos generales que
sintetizamos: a) Protección contra los riesgos que puedan afectar su salud o
seguridad; b) Protección de sus legítimos intereses económicos y sociales; c) Deber
de dispensarle un trato digno; d) Garantía de seguridad; e) Participación a través de
asociaciones en la elaboración de disposiciones generales que les afecten; f)
Protección jurídica, administrativa y técnica en situaciones de inferioridad,
subordinación o indefensión.
También contiene la ley protección especial en las diversas etapas, desde la
gestación de la relación de consumo, pasando por la contratación y extendiéndose
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ofrecer bienes y servicios y atraer a los consumidores. De allí que además de proteger
al consumidor en contra de la publicidad engañosa, se preocupa la ley por establecer
también la obligación de suministrar información adecuada, completa y veraz, no
solamente en la publicidad sino en toda la etapa previa a la celebración del contrato.
El art. 4 de la ley 24240 similar al 1100 del CCC, dispone que "El proveedor está
obligado a suministrar al consumidor en forma cierta, clara y detallada todo lo
relacionado con las características esenciales de los bienes y servicios que provee y
las condiciones de su comercialización. La información debe ser siempre gratuita para
el consumidor y proporcionada con claridad necesaria que permita su comprensión".
La exigencia legal para que el consumidor reciba información veraz en la etapa de
negociación del contrato, se funda en que el conocimiento de las reales funciones y
utilidades de los bienes o servicios le permitirá elegir con intención y libertad. La falta
de información afecta en consecuencia la voluntad del consumidor.
En los casos de contratarse sobre bienes riesgosos se exige que el proveedor
entregue un manual de uso, instalación y mantenimiento de las cosas y servicios
(LDC, art. 6).
d) Trato digno, equitativo y no discriminatorio
Se establece en el mismo art. 42 de la Constitución Nacional y en los arts. 8 bis de
la LDC y 1097 del CCC, la obligación de garantizar una atención y trato digno y
equitativo a los consumidores. El derecho a un trato digno es el que tiene toda
persona de ser considerada como un fin en sí mismo, lo cual impide que sea tratado
utilitariamente, tal como lo ha indicado la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En este sentido, los arts. 8 bis de la LDC y 1097 del CCC prohíben colocar a los
consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias. Y el art. 1098
del CCC exige a los proveedores dar a los consumidores un trato equitativo y no
discriminatorio, respetando la garantía constitucional de igualdad.
e) Libertad de elección
El art. 42 de la Constitución Nacional dispone: que los consumidores tienen derecho
a la libertad de elección. El art. 1099 establece una prohibición genérica de las
prácticas que limiten la libertad de contratar del consumidor. Dicha libertad puede
verse afectada por prácticas anticompetitivas o engañosas que se encuentran
prohibidas en leyes de derecho público como el DNU de Lealtad Comercial
274/2019 y Ley de Defensa de la Competencia 27442.
La última parte del art. 1099 se preocupa por prohibir de manera especial, las
prácticas que subordinan la provisión de productos o servicios a la adquisición
simultánea de otros, y otras similares que persigan el mismo objetivo.
f) Revocación de la oferta
La revocación de la oferta (*) no puede tener efectos sorpresivos y si la oferta se
limita a una cantidad específica o limitada de bienes, deberá consignar la cantidad
de unidades que posee el proveedor para poder cumplirla.
La revocación de la oferta es eficaz sólo una vez que haya sido difundida por
medios similares a los empleados para hacerla conocer (art. 7).
6.2. Protección al momento de contratar
a) Reglas especiales para la aceptación
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Bibliografía
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exegético, La Ley Bs. As., 2015.
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Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
FUSHIMI, Jorge F. (Director) y otros: Manual de Derecho Comercial y Contratos, Asoc.
Cooperadora Facultad de Ciencias Económicas, U.N.C., Córdoba, 2016.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014, tomo III.
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Glosario
Cuenta corriente bancaria: Contrato definido por el art. 1393 del Código Civil y
Comercial, el cual indica que la cuenta corriente bancaria es el contrato por el cual
el banco se compromete a inscribir diariamente, y por su orden, los créditos y
débitos, de modo de mantener un saldo actualizado y en disponibilidad del
cuentacorrentista y, en su caso, a prestar un servicio de caja. Si bien es el único
contrato que permite el uso del cheque, no ha sido incluido el mismo como un
elemento de este contrato en la definición.
Derechos difusos: Ver derechos de incidencia colectiva.
Derechos de incidencia colectiva: También denominados derechos difusos. Son
derechos indivisibles y de uso común como los que protegen al ambiente. Da lugar
a una acción colectiva, cuya sentencia puede tener efecto “erga omnes” o contra
todos los ciudadanos afectados.
Derechos individuales homogéneos: Derechos que pertenecen exclusivamente a
cada persona (por ejemplo económicos) que puede el afectado hacer valer
personalmente, pero que también pueden hacerse valer en acciones colectivas por
todos los perjudicados. Supone que el daño a los consumidores es común a todos,
ya que emerge del accionar del proveedor o del Estado que, llevando a cabo un
mismo tipo de conducta afecta derechos del mismo rango de todos los
consumidores (por ejemplo: consumidores del servicio de medicina prepaga o de
planes de ahorro). Esa es una de las razones por las que se admiten acciones
colectivas. Encuentran fundamento en el art. 43 de la Constitución Nacional.
Establecimiento comercial: Conjunto de bienes materiales e inmateriales sobre los
que recae la actividad empresarial, organizados por el empresario en función de su
actividad. El anterior Código Civil lo denomina "establecimiento de comercio" (arts.
320, 470, etc), una antigua ley fiscal "hacienda" (ley 10.293), la 11.867 habla de
"fondo" de comercio y de “establecimiento comercial o industrial”. El CCC en los
arts. 127 y 320 utiliza como equivalentes “fondo de comercio” y “establecimiento”.
"Establecimiento" hace referencia a la sede o lugar físico. "Hacienda" y "fondo",
hacen referencia al elemento organizativo, lo que caracteriza propiamente a la
institución, aunque solo la primera de dichas expresiones es una palabra aceptada
en nuestro idioma. La palabra "fundo" tiene carácter inmobiliario. La palabra “firma”
hace referencia a la rúbrica o grafismo al pié de un documento para ratificar o
asumir las obligaciones en él contenidas, por ello no son acertadas en derecho las
expresiones “firma comercial” ni “firma social”. "Negocio" es una denominación
utilizada frecuentemente pero sólo en la práctica.
Marca (de comercio o de fábrica): Elemento, signo o característica que permite
identificar y distinguir una mercadería o un servicio, según su origen comercial o
industrial. El derecho a utilizar una marca de manera exclusiva, se adquiere
mediante la inscripción de la misma en el Registro de Marcas (ley 22362, art. 4).
Plan de ahorro: El sistema de ahorro previo consiste en una operatoria de
captación de ahorro, con promesa de futuras prestaciones mediante un mecanismo
-sorteo o licitación- que sólo condiciona el tiempo en que se obtendrá la prestación.
Dicha operatoria requiere la celebración de un contrato de suministro entre la
administradora del plan y la proveedora de los bienes; contrato éste que es
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