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TRIBUNAL DE GESTION ASOCIADA-SEGUNDO

PODER JUDICIAL MENDOZA

foja: 391

CUIJ: 13-03982890-6((012016-252226))

MODICA GUILLERMO CESAR C/ ABRAHAM MAULEN JUAN GERONIMO Y


OTS. P/ DAÑOS Y PERJUICIOS

*104037243*

Mendoza, 03 de marzo de 2023.-

VISTOS:

Los autos arriba señalados, llamados para dictar sentencia y de


los que

RESULTA:

I.- Que a fs. 52/58 y ampliación de fs. 62 se presenta el Dr. Ariel


Benavídez por el Sr. GUILLERMO CESAR MÓDICA, mediante escrito ratificatorio
que acompaña, e interpone demanda por daños y perjuicios contra JUAN GERÓNIMO
ABRAHAM MAULEN, ISAÍAS FEDERICO ABRAHAM MAULEN, FERNANDO
NICOLÁS DIEGUEZ TALFITI , LEANDRO GERMÁN PÉREZ MORA y
EMILIANO JAVIER CRIVELLARO LEIVA, por la suma de $869.800 con más
intereses legales y costas, en base a las consideraciones de hecho y de derecho que
seguidamente expone.-

Señala que el 20/09/2014, a las 6 hs. aproximadamente, el actor


se retiró del boliche “Apeteco”, sito en la esquina de calles San Juan y Julián
Barraquero de la Ciudad de Mendoza, junto a unas mujeres que lo acompañaban; que se
retiró del lugar con éstas; que a pocos metros fue derribado por dos sujetos integrantes
de un grupo de cinco, que momentos antes se encontraban frente al local bailable
apoyados en una camioneta doble cabina color gris plomo, dominio IPS 094,
diciéndoles groserías a sus acompañantes; que mientras estaba en el piso fue golpeado y
pateado por los restantes sujetos; que las mujeres se interpusieron para evitar que
cobardemente le siguieran pegando; que una de ellas también sufrió lesiones; que los
agresores se dieron a la fuga; que llamaron al 911; y que en tanto fueron identificados
con posterioridad, radicó la denuncia penal. Seguidamente alude a las testimoniales que
surgen del expediente penal; a lo que me remito en mérito a la brevedad.-
Relata asimismo que el Sr. Módica sufrió severas lesiones y
tuvo que ir al Hospital El Carmen para ser tratado.-

Seguidamente describe los rubros que componen el reclamo.-

Por incapacidad sobreviniente que estima en un 45% solicita $


600.000; por daño moral, $250.000; por daño psicológico (tratamiento psicológico)
$4.800; y por gastos médicos (estudios complejos y operación de nariz en 2015) solicita
$15.000.-

Ofrece pruebas y funda en derecho.-

II.- Que a fs. 75/82 se presenta el Dr. Juan Esteban Negri


Belarde por los Sres. ISAÍAS FEDERICO ABRAHAM MAULEN, LEANDRO
GERMÁN PEREZ MORA, EMILIANO JAVIER CRIVELLARO y GERÓNIMO
ABRAHAM MAULEN, en mérito a los escritos ratificatorios que acompaña, y
solicitando el rechazo de la demanda con costas.-

Realiza por imperativo procesal una negativa general y


particular de los hechos invocados.-

Interpone falta de legitimación pasiva. Tilda al relato de escueto


y confuso, sosteniendo que solo se hizo una simple referencia a “cinco sujetos que
estaban apoyados en una camioneta”, sin identificarlos, sin explicitar el grado de
intervención de cada uno, y sin tampoco aludir a la actuación de ellos como grupo.
Líneas más adelante, destaca que encuentra “llamativa” la forma en que se logró
identificar a los demandados.-

Afirma que ninguno de sus mandantes se encontraba en el lugar


y que resulta difícil recordar qué hacía cada uno en la fecha indicada. Más adelante que
señala que en esa época aquellos se encontraban en relaciones de noviazgo que aún
mantienen, por lo que mal podrían haberse encontrado en un boliche sin sus parejas.-

Sostiene que es imposible que el Sr. Juan Abraham Maulén,


quien residía y reside en el departamento de Malargüe, se hubiera encontrado a las 6 de
la mañana en el boliche, cuando al día siguiente debía trabajar.-

Refiere que el actor inició también su acción contra el Sr.


Nicolás Enzo Herrera; que luego desistió de la misma en el beneficio de litigar sin
gastos, por cuanto resultó sobreseído en el expediente penal; y que los dichos de aquél
no pueden acreditarse con una simple denuncia que no se ajusta a la realidad, lo cual
deduce a partir del referido desistimiento.-

Seguidamente impugna los rubros y montos pretendidos.-

Ofrece prueba y funda en derecho.-


III.- Que a fs. 95/98 se presenta el Dr. Javier Angeletti por el
demandado Sr. FERNANDO NICOLAS DIEGUEZ, en mérito al escrito ratificatorio
que acompaña, y solicita el rechazo de la demanda con costas.-

Realiza por imperativo procesal una negativa general y


particular de los hechos invocados.-

Desconoce y niega los hechos descriptos por el actor, y en


esencia, interpone falta de legitimación pasiva, indicando que su parte no se encontraba
en Apeteco.-

Relata que 20/09/2014 se presentó a trabajar a las 8 hs. a la


empresa Vigia Witralen, sita a más de 20 km de distancia del citado local; que la actora
no ha concretado qué acción cometió su mandante; que sus pretensiones hacia los
codemandados resultan “tentativas” y carentes del pleno conocimiento de la
culpabilidad de los mismos; que ello quedó evidenciado con el desistimiento de la
demanda contra el Sr. Herrera; que resulta llamativo que los demandados hayan sido
identificados por el actor a través de la página web de ATM, en base al dominio de una
camioneta que sería de propiedad de uno de ellos, y en razón de la posterior búsqueda
de los perfiles en Facebook.-

Impugna los rubros reclamados.-

Ofrece pruebas y funda en derecho.-

IV.- Que a fs. 115/116 obra auto de sustanciación en el cual se


rechazan los reconocimientos solicitados por la actora y las impugnaciones formuladas
por la demandada. Acto seguido se admiten las restantes pruebas ofrecidas y se ordenan
los medios para su producción.-

En consecuencia, quedan incorporados a la presente causa,


además de la instrumental acompañada en la etapa procesal oportuna, los siguientes
elementos probatorios: absolución de posiciones del actor (v. fs. 144); declaración
testimonial de la Sra. Florencia Vallés Fernández (v. fs. 146/147, tachada a fs. 149);
declaración testimonial de la Sra. María Martina Thomé Guastavino (v. fs. 150/151,
tachada a fs. 152); declaración testimonial de la Sra. Paula Graciela Bergamin (v. fs.
160, tachada a fs. 161); absolución de posiciones de los Sres. Isaias Federico Abraham
Maulen (v. fs. 166), Javier Crivellaro (v. fs. 167) y Leandro Germán Pérez Mora (v. fs.
168); absolución de posiciones en rebeldía del Sr. Fernando Diéguez Talfitti (v. fs.
173); oficio informado AFIP (v. fs. 177/179); oficio informado Witralen S.A. (v. fs.
180); oficio informado Clínica Nariz, Garganta y Oídos S.A. (v. fs. 201/202); oficio
informado Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo (v. fs. 207/209);
oficio informado Andino Tenis Club (v. fs. 212); pericia psicológica (v. fs. 216/219);
declaración testimonial de la Sra. Nelva Cortes (v fs. 225); declaración testimonial de la
Sra. María José Sambueza (v. fs. 229); oficio informado OSEP (v. fs. 235/245); oficio
informado Federación Mendocina de Tenis (v. fs. 247); oficio informado Clínica
Francesa (v. fs. 254/255); declaración testimonial del Sr. Gustavo Pereira (v. fs. 301);
pericia médica traumatológica (v. fs. 319/321, observada por la parte actora a fs. 327 y
contestadas las observaciones a fs. 330); Expediente P-98624/14, el que, debido a su
extensión, se almacenó en formato digital en: “R:\GEJUAS2\
DOCUMENTACION_DIGITAL\VIDEOS Y OTROS FORMATOS\255226 - AEV -
TPC2 – P-98624-14 OGAP - TRIBUNAL PENAL COLEGIADO 2 AEV DIGITAL”
(v. cargo 6267960/2022 y fs. 384).-

A fs. 184 se tiene presente el desistimiento de las testimoniales


de los Sres. Martina Paula Medina y Gustavo Alessandrello, ofrecidas por la
demandada; y a fs. 365 ésta desiste de la informativa ofrecida pendiente de producción.-

A fs. 360 y 371 se tiene presente el desistimiento de la


absolución de posiciones del codemandado Sr. Juan Gerónimo Abraham Maulen y de la
declaración testimonial de la Sra. Lucia Bront; ambas probanzas ofrecidas por la
actora.-

A fs. 377 se hace efectivo el apercibimiento previsto en el art.


179 del CPC y se declara caduca la prueba pendiente de producción ofrecida por la
demandada.-

Puestos los autos en la oficina para alegar, quedan incorporados


mediante Cargo 6371876/2022 los de la actora; por Identificador RMOHI281537 Cargo
6414113/2022 los del codemandado, Sr. Fernando Diéguez; y por Cargo 6427973/2022
los de los codemandados Isaías Federico Abraham Maulen, Leandro Germán Pérez
Mora, Juan Gerónimo Abraham Maulen y Emiliano Javier Crivellaro (v. fs. 388).-

A fs. 390 se llaman autos para dictar sentencia.-

CONSIDERANDO:

I.- Que como aclaración preliminar, señalo que en tanto el hecho


generador del daño tuvo lugar el 20 de septiembre de 2014, la responsabilidad de las
partes debe dirimirse a la luz de la normativa del Código Civil. En efecto, a este
respecto no puede predicarse la existencia de “consecuencia pendiente” alguna que
posibilitara la subsunción legal en el Código Civil y Comercial (arg. art. 7); sin
perjuicio de adelantar su aplicabilidad en materia de cuantificación e intereses, tal como
desarrollaré en el considerando respectivo.-

No obstante lo expuesto, dejo a salvo la posibilidad de invocar


las normas de ese último cuerpo normativo como herramienta interpretativa; pues en los
propios Fundamentos del Proyecto se expuso que el articulado expresa el consenso
existente en la comunidad, y que en los supuestos controvertidos, se había legislado
aprehendiendo los valores representados en el bloque de constitucionalidad y las
decisiones legislativas o jurisprudenciales ya adoptadas en nuestro país.-

II.- Que señalo que no ponderaré necesariamente uno por uno y


exhaustivamente todos los argumentos y pruebas invocados por las partes, sino sólo los
que a mi juicio aparezcan como decisivos y conducentes para decidir el conflicto (en el
mismo sentido: CSJN, Fallos 278:271, 258:304, 262:222, 265:301, 272:225, 274:113,
305:537, 307:1121).-

Efectuada esa advertencia, y en acatamiento de la manda


contenida en el art. 90 inc. 3° del CPCCyT, pasaré a determinar el ámbito de la
controversia; la que se sustenta básicamente sobre dos pilares: la legitimación pasiva de
los accionados, y la procedencia y eventual cuantía de los rubros reclamados.-

La primera de esas cuestiones, sin embargo, sólo podrá ser


objeto de debate en lo que atañe al codemandado Fernando Nicolás Diéguez
exclusivamente, tal como desarrollaré seguidamente.-

En efecto, en los autos n° P-98.624/14, en los que se investigó


en sede penal el hecho objeto de estos autos, recayó sentencia firme con fecha 12 de
octubre de 2021; y ésta solamente condenó como autores del delito de lesiones graves
en riña a Juan Gerónimo Abraham Maulen, a Isaías Federico Abraham Maulen, a
Emiliano Javier Crivellaro Leiva y a Leandro Germán Pérez; mientras que absolvió por
el beneficio de la duda a Fernando Nicolás Diéguez, por no haberse mantenido a su
respecto acusación fiscal (v. archivos
“25_TPC2_P9862414_Constancia_audiencia_realizada.pdf” y
“26_TPC2_P9862414_Sentencia.pdf”, contenidos dentro del archivo “252226 -
TPC2_P98624_14.zip”).-

En consecuencia, y en línea con lo dispuesto por el art. 1776 del


Cód. Civ. y Com. (de aplicación temporal al caso dado que se trata de un análisis que
efectúo en el marco de esta decisión), la sentencia penal aludida produce efectos de cosa
juzgada en este proceso civil, tanto respecto de la existencia del hecho principal que
constituye el delito, como de la culpa de los ya mencionados condenados.-

Esto significa que la autoría de las “lesiones graves” constatadas


en sede penal, en tanto “hecho principal”, y las circunstancias de éste (de tiempo, lugar,
etc.), son incontrovertibles en este ámbito; pues aquí sólo queda margen para discutir
aspectos tales como la concurrencia de causas ajenas -si se hubieran invocado-, la
magnitud del daño sufrido y la relación de causalidad entre el hecho y el daño (v. en
este sentido: Saénz, Luis R. J., con cita de Saux, Edgardo I., en “Código Civil y
Comercial de la Nación Comentado”, dirigido por Herrera, Marisa – Caramelo, Gustavo
– Picasso, Sebastián, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ed. Infojus, 2015, Tomo IV,
pág. 517).-

Ahora bien: en cuanto al Sr. Diéguez, el sobreseimiento por el


beneficio de la duda, enmarcado en un juicio express, se tradujo en que la sentencia
penal dictada no se pronunció sobre si participó o no en el hecho (arg. art. 1777 Cód.
Civ. y Com., a contrario sensu); y es por ello que, tal como señalé anteriormente, ese
tópico específicamente controvertido puede -y debe- ser abordado en la presente.-
III.- Que anticipo que la acción prosperará contra todos los
integrantes del consorcio pasivo, con la salvedad del Sr. Diéguez; pues la incertidumbre
que a su respecto impregna el expediente penal, no ha podido disiparse en esta sede.-

Parto por señalar que la calificación del hecho como lesiones en


riña, efectuada en la sentencia penal (art. 95 del Código Penal), resulta vinculante aquí
(arg. art. 1776 Cód. Civ. y Com., y también conf. Kemelmajer de Carlucci, Aída,
“Comentario al art. 1102 del Código Civil”, en Augusto C. Belluscio (dir.) y Eduardo
A. Zannoni (coord.), “Código Civil y leyes complementarias”, Bs. As. Astrea, 2007,
tomo 5, pág. 307), y que aquélla constituye, precisamente, el paradigma por excelencia
de la aplicación de la responsabilidad colectiva en ese ámbito.-

Es así que, dada la ya explicitada virtualidad de la cosa juzgada


criminal sobre la sentencia civil, la figura delictiva en cuestión necesariamente acarrea,
por vía indirecta, responsabilidad igualmente colectiva en esta sede. Consiguientemente,
así como ninguno de los participantes en la riña puede desvincularse de la autoría de las
lesiones, tampoco puede hacerlo respecto de su responsabilidad civil por los daños que
se acrediten; la que será solidaria (v. en este sentido: Gregorini Clusellas, Eduardo L.,
“La responsabilidad colectiva. Alcance y efectivización”, Publicado en: LA LEY
22/10/2007, Cita: TR LALEY AR/DOC/3010/2007; Parellada, Carlos A., op. cit.; y
Saénz, Luis R. J., op. cit., pág. 496, entre otros), tal como surge del art. 1.081 del Cód.
Civ., y en línea con lo que hoy postulan los arts. 1760 a 1762 del Cód. Civ. y Com.-

Esa introducción justifica que me detenga a efectuar una breve


caracterización de la responsabilidad colectiva; la que, por definición, presupone la
existencia de un daño causado por uno o más miembros (anónimos) de un grupo
(identificado), y donde se configura un problema de dificultad probatoria en la autoría
(conf. Saux, Edgardo I., con cita de López Cabana, en “Un caso de responsabilidad
colectiva. Miembro no identificado de un grupo agresor”, Publicado en: RCyS 2010-II,
67 • LLLitoral 2010 (mayo), 381, Cita: TR LALEY AR/DOC/152/2010).-

Así, el verdadero autor queda cubierto por el anonimato que le


suministra el grupo dentro del cual actúa, y en tanto la acción grupal conforma la causa
única del daño, la ley prescinde de establecer la contribución causal de cada conducta;
todo lo cual justifica la extensión de la responsabilidad a todos los integrantes del
colectivo (v. en este sentido: Parellada, Carlos A., “Responsabilidad colectiva y daño
anónimo en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación de la Comisión
Decreto N° 191/2011”, Publicado en: RCyS 2012-X , 5).-

El fundamento de tal responsabilidad, a su vez, es el riesgo


creado por el grupo agresor; de lo que se sigue que el factor de atribución es objetivo,
derivado de la pertenencia al mismo (v. en el mismo sentido: Cám. 5° de Apel. Civ. y
Com. de Córdoba, “F., C. A. c. L. M. J. y otro s/ ordinario - daños y perjuicios - otras
formas de responsabilidad extracontracual”, 11/03/2014, Cita: TR LALEY
AR/JUR/6031/2014; Bustamante Alsina, Jorge, “La responsabilidad colectiva en el
resarcimiento de daños”, Publicado en Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales VI,
pág. 867). La autoría del daño, en consecuencia, se identifica con la autoría del riesgo
(conf. Saénz, Luis R. J., op. cit., pág. 499).-

Explicitados esos conceptos, el puntapié inicial para activar el


mecanismo de atribución colectiva de responsabilidad es la acreditación, por parte del
damnificado, del hecho esencial constitutivo de su pretensión (arg. art. 175 ap. I
CPCCyT), que es la “probabilidad de autoría”, y que debe surgir “en forma
inequívoca” (conf. Parellada, op. cit. V. en sentido similar: Saénz, op. cit. y Bustamante
Alsina, op. cit.).-

Ello me trae al punto controvertido cardinal, que es la presencia


o no del Sr. Diéguez en el altercado protagonizado por los demás codemandados y el
actor; y que debe ser cabalmente demostrado por éste.-

En efecto, tal como enseñaba Zavala de González, “…lo único


que tiene que probar el damnificado para emplazar al individuo dentro del grupo es
algún factor circunstancial, de suyo relevante, que autorice a inferir, iuris tantum, que
el sujeto era uno de los componentes del conjunto”; y que, específicamente, “la
presencia puede ser base para una provisoria imputación de responsabilidad,
invirtiendo la carga de la prueba” (conf. aut. cit., “La responsabilidad colectiva y el
artículo 1119 del Proyecto de Código Civil”, Publicado en: LA LEY 1988-D, pág.
861).-

Una vez acreditado ese extremo, la persona contra quien se


dirige la acción, a su turno, tendrá que desvirtuar la presunción generada, suministrando
una realidad adversa a la apariencia suscitada de su conexión prima facie con el
grupo (v. en el mismo sentido: aut. y op. cit.).-

En el caso, y tal como he adelantado ya, el Sr. Modica no logró


acreditar que el Sr. Diéguez haya estado presente en el lugar y en la hora de la gresca; a
la vez que éste aportó elementos que hacen palidecer la posición de aquél.-

Veamos.-

Las únicas pruebas con las que cuenta el actor a ese respecto son
los testimonios de sus acompañantes; y más allá de las tachas -infundadas- articuladas
contra las declaraciones de las Sras. Florencia Vallés Fernández (v. fs. 146/147 y 149) y
María Martina Thomé Guastavino (v. fs. 150/151 y 152), lo determinante es, a mi
criterio, que no aportan datos concluyentes sobre la situación del demandado referido y
que incluso pierden fuerza convictiva frente a las resultas de otras probanzas que
analizaré en líneas venideras.-

Efectuaré aquí una breve digresión; y así, antes de ingresar de


lleno en los motivos que me persuaden de la fragilidad de la tesis contenida en la
demanda acerca de la legitimación pasiva del Sr. Diéguez, fundamentaré mi decisión
adversa al éxito de las tachas planteadas (tres en total).-
Recuerdo sucintamente que la ley de rito establece que “…
los litigantes podrán tachar a los testigos por causales que permitan presumir
parcialidad en sus declaraciones…” (art. 199 ap. III CPC, reproducido en el art. 199
CPCCyT); y que para que ello se configure, es menester “…un acto positivo y palpable
en las declaraciones que amerite silenciar tal prueba, bien porque el testigo admite tal
interés en el resultado del proceso, bien porque sus declaraciones aparecen como
manifiestamente teñidas de parcialidad o de falsedad” (Conf. Excma. Quinta Cámara
de Apelaciones en lo Civil, L.S. 032-117).-

Comenzaré por las incidencias planteadas por los codemandados


Abraham Maulen, Crivellaro Leiva y Pérez Mora; quienes invocaron como
fundamentos que las dos testigos ofrecidas por la contraria (esto es, las mencionadas
Sras. Thomé y Vallés) habían vertido relatos que se contradecían con los brindados en
sede penal y con la confesional del actor; que habían suministrado datos falaces en
perjuicio de aquéllos; y que ello se veía refrendado por el señalamiento como autor del
Sr. Herrera, que luego fue sobreseído penalmente.-

Discrepo con esos argumentos, por cuanto no hallo divergencias


significativas con lo declarado por aquellas en la causa penal (v. hojas 39/41 y 69/70 del
archivo “1_TPC2_P9862414_Expediente_completo.pdf”, contenido dentro del archivo
“252226 - TPC2_P98624_14.zip”); a la vez que constato coincidencia, en líneas
generales, con lo narrado en dicha sede por las restantes testigos presenciales, Sras.
Bront y Quiroz (v. hojas 43/44 y 51/52 del mismo archivo).-

Considero que tampoco media sustento para aseverar que


mintieron; frente a lo cual no puedo dejar de señalar que la propia argumentación
empleada por la incidentante al respecto luce en extremo endeble. Sólo me detendré
para aclarar que la circunstancia de que las testigos hayan identificado como partícipe
de la agresión al Sr. Herrera, que posteriormente resultó sobreseído, no me impresiona,
por sí sola, como apta para el éxito de la articulación; pues es admisible un margen de
error si se repara en la rapidez con que ocurrieron los sucesos y en la angustia propia de
haberlos protagonizado. A lo dicho agrego que la condena penal de los Sres. Abraham
Maulen, Crivellaro Leiva y Pérez Mora, demuestra que la narración de las testigos no
fue en modo alguno producto de su imaginación, ni un artilugio para perjudicar a los
individuos de referencia; y que efectivamente el Sr. Modica fue atacado por ellos (arg.
art. 199 CPCCyT).-

El mismo razonamiento es aplicable para la tacha planteada por


la actora respecto de la declaración de la Sra. Bergamin (v. fs. 160), fundada en que al
ser preguntada por las generales de la ley, expuso que era amiga de los accionados (v.
fs. 161). El argumento, de por sí, es insuficiente y hasta inidóneo para fundar una tacha;
pues solamente en el caso de los “los consanguíneos o afines en línea directa, los
hermanos y el cónyuge, aunque estuviera legalmente separado” (art. 194 ap. I CPC,
conc. con el art. 185 ap. I CPCCyT) concurre una “severa sospecha de parcialidad”,
que directamente impide que su declaración pueda ser valorada (v. en el mismo sentido:
Boulin, Alejandro en “Código Procesal Civil de la Provincia de Mendoza, Comentado,
anotado y concordado”, Coord. Gianella, Horacio, Ed. La Ley, 2009, tomo 2, pág. 339).
En el resto de los casos, es imprescindible invocación concreta y adecuada sobre
actitudes reveladoras de mendacidad o inspiradas en el propósito de beneficiar a alguno
de los litigantes; lo que en el caso no se ha cumplimentado.-

A mayor abundamiento, el argumento entraña hasta


contradictorio con la propia conducta procesal de la actora incidentante; pues he
señalado ya que las únicas testigos ofrecidas por ella, eran, precisamente, sus amigas.-

En suma: las tres tachas planteadas en este proceso deben ser


rechazas, con costas a sus respectivos promotores (arg. arts. 35 y 36 CPCCyT).-

Establecida así la viabilidad de valorar todos los testimonios


rendidos, reitero que sus resultas no me convencen de que el Sr. Diéguez haya
conformado el colectivo que arremetió contra el actor; en tanto si bien las
Sras. Florencia Vallés Fernández (v. fs. 146/147) y María Martina Thomé Guastavino
(v. fs. 150/151) lo afirmaron en este proceso, la última ni siquiera mencionó
expresamente el nombre de aquél en sede penal (v. hoja 70 del archivo
“1_TPC2_P9862414_Expediente_completo.pdf”, contenido dentro del archivo “252226
- TPC2_P98624_14.zip”).-

Las restantes testigos presenciales del hecho, que declararon


exclusivamente en la causa penal, tampoco aludieron en ningún momento al Sr.
Diéguez. Así, la Sra. Romina Quiroz expuso allí que identificaron a los atacantes porque
“entre todos” compulsaron el perfil de Facebook del Sr. Abraham -circunstancia que
surge de todas las declaraciones de las acompañantes del actor-; pero admitió, sin
embargo, que ya no estaba en condiciones de reconocerlos (v. hoja 52 del mismo
archivo). La Sra. Lucía Bront, a su turno, sólo pudo reconocer en esa red social a “Nico
Herrera” y a “Gerónimo Abraham” (v. hoja 44 del mismo archivo).-

Estas inconsistencias, si bien restan fuerza probatoria a las


declaraciones, no implican que sus autoras hayan tenido intención de faltar a la verdad.
Es que, tal como reflexioné el expedirme sobre la improcedencia de las tachas, y
siguiendo el mismo razonamiento aplicado al referirme a la situación del primer
sobreseído -Sr. Nicolás Herrera-, las máximas de la experiencia y la sana crítica me
sugieren que el estrés propio del violento evento que las testigos atravesaron no sólo
debe haber impactado negativamente en su ánimo; sino que también, como dije ya,
puede haber afectado su percepción. Así, es plausible que el margen de error al que
aludí anteriormente, también se haya verificado en el caso de la identificación del Sr.
Diéguez; máxime cuando es amigo del Sr. Abraham y por ello figuraba en fotos subidas
al perfil de Facebook de éste, integrando grupos en los que aparecían otros individuos
que efectivamente participaron del hecho (arg. art. 199 CPCCyT).-

La balanza continúa inclinándose en contra de la legitimación


del accionado de referencia al ponderar los testimonios coincidentes de las Sras.
Martina Medina -novia del mismo- (v. hoja 45 del archivo
“2_TPC2_P9862414_Expediente_completo.pdf”, contenido dentro del archivo “252226
- TPC2_P98624_14.zip”) y Nelva Cortés -madre de la Sra. Medina, y cuya declaración
no fue objeto de tacha alguna - (v. fs. 225 de estos autos); pues ambas narraron que la
noche del hecho, el Sr. Diéguez salió con la primera a cenar, que luego ambos
pernoctaron en la vivienda de la segunda, y que aquél se retiró temprano en la mañana
para ir a trabajar.-

Ese relato, a su vez, es conteste con la ampliación de


declaración prestada por el demandado en cuestión en sede penal (v. hojas 381/382 del
mismo archivo digital); quien incluso señaló que entró a trabajar a las 8:30 del día
siguiente (es decir, aproximadamente dos horas después del ataque) en taller
“Weingarten” -según lo transcripto por el auxiliar en el acta-; y lo probó efectivamente a
fs. 180 de estos autos, en tanto la empresa Witralen S.A. informó que se presentó a
trabajar el 20/09/2014 de 8:30 a 17:30 hs.-

Me permito apuntar además que la conducta procesal que


observó el Sr. Diéguez en el expediente penal posee valor indiciario a favor de la
veracidad de su relato; pues fue el único de todos los aquí demandados que no se negó a
declarar y que ofreció pruebas conducentes para acreditar su ausencia en el lugar y en el
momento de los hechos (arg. arts. 176 y 199 CPCCyT).-

Por lo expuesto, y en la medida en que la valoración global del


plexo probatorio no termina de persuadirme acerca de la presencia del Sr. Diéguez en el
escenario de la golpiza, ha perdido cimiento la responsabilidad que se le pretende
endilgaar; pues ésta precisamente se asienta sobre la participación del individuo en el
peligro desatado grupalmente (conf. Zavala de González, Matilde, op. cit.).-

En consecuencia, entiendo que la excepción de falta de


legitimación pasiva interpuesta por aquél debe prosperar; y consiguientemente,
rechazaré la acción dirigida en su contra.-

IV.- Que habiéndose establecido ya sobre quiénes debe recaer la


responsabilidad, me adentraré en el estudio de los rubros reclamados; comenzando por
la incapacidad.-
Recuerdo entonces que resulta de aplicación al daño en estudio
el art. 1086 del Cód. Civ., dada la vigencia temporal de ese cuerpo legal en función de
la fecha del hecho de marras (arg. arts. 3 del Cód. Civ. y 7 del Cód. Civ. y Com.).-
Dicha norma, sin embargo, adolece de una limitación
conceptual, pues circunscribe la indemnización a “las ganancias” dejadas de percibir
“hasta el día del completo restablecimiento”; aunque la doctrina y la jurisprudencia
sortearon ese obstáculo a través de la aplicación del principio de reparación integral del
daño injustamente sufrido (hoy con cabida expresa en el art. 1740 del Cód. Civ. y
Com.). Así, la moderna y amplia concepción de la incapacidad psicofísica debe
entenderse en el sentido de alteración de la “incolumidad humana”; lo que abarca no
sólo a la capacidad productiva o laborativa, sino también a la aptitud y potencialidad
genérica (no estrictamente laboral), así como al daño a diversos aspectos de la
personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural o social, con la consiguiente
frustración del desarrollo pleno de la vida (v. en  el mismo sentido: CSJN, Fallos
327:2722, entre muchos otros).-
Ésta es, en definitiva, la concepción que ha logrado
consagración legislativa; pues el art. 1746 del Cód. Civ. y Com. alude a la
indemnización como medio para contrarrestar “…la disminución de la aptitud del
damnificado para realizar actividades productivas o económicamente valorables…”; y
establece asimismo que “En el supuesto de incapacidad permanente se debe indemnizar
el daño aunque el damnificado continúe ejerciendo una tarea remunerada. Esta
indemnización procede, aun cuando otra persona deba prestar alimentos al
damnificado”.-

Sentados esos lineamientos, recalco que el accionante ha


invocado padecer daño físico y psíquico; y desde ya dejo establecido que los
padecimientos de este último orden, encontrarán cabida más adecuada a través del
resarcimiento de los gastos de tratamiento necesarios, y serán objeto de análisis,
asimismo, al cuantificar la partida extrapatrimonial.-

Adentrándome en el estudio de la incapacidad física, y


remitiéndome nuevamente a la demanda, observo que se invocó allí el padecimiento
de las siguientes lesiones: hematoma bipalpebral derecho con escoriación en párpado
inferior derecho; tumefacción dolorosa en mejilla derecha; escoriación de región media
naso-labial; luxación clavicular derecha; fractura compleja del maxilar derecho con
marcado hundimiento; fractura multifragmentaria con leve hundimiento de hueso malar
derecho; fracturas en la zona orbital derecha; desviación de tabique; inflamación de
cornetes y dificultad para respirar que acarreó una operación de tabique nasal; y
luxación de hombro derecho grado III.-

Me centraré ahora en el estudio de la pericia médica rendida (v.


fs. 319/322), por considerarla el medio más idóneo para ilustrarme sobre el detrimento
en trato (arg. art. 199 CPCCyT).-

Practicado el examen físico, y teniendo específicamente en


cuenta aquellos aspectos específicamente pertinentes para resolver el caso, observo que
el experto detectó asimetría en la cara del actor, por leve deformidad a nivel malar
derecho, pero con motricidad y sensibilidad normales; leve desviación a izquierda de la
nariz, aunque con olfacción normal; y deformidad de los hombros a nivel acromio
clavicular, con limitación dolorosa de la movilidad (v. pto. IV).-

El experto asentó que había solicitado además estudios


radiográficos actualizados de macizo facial, panorámica dental y de hombro derecho,
los que se llevaron a cabo en Imagen Diagnóstica, y arrojaron: diastasis acromio
clavicular en el hombro con subluxación y discreta irregularidad ósea del margen
articular de la clavícula, de probable origen secuelar; y adecuada neumatización de los
senos paranasales, los cuales están representados por senos maxilares y frontales, celdas
etmoidales y seno esfenoidal.-

El diagnóstico al que arribó el perito es “traumatismo facial con


fractura de malar derecho, fractura de maxilar y luxación acromio clavicular grado
III” (v. pto. V, VI.a.1 y VI.b.1), concluyendo en el padecimiento de una incapacidad del
31%.-

La operación fue observada por el actor (v. fs .327 y vta.), con


relación a los respuestas plasmadas en los puntos VI.a.5 y VI.a.7, en las que el perito
indicó que no podía asegurar si la operación de tabique nasal a la que se sometió el actor
fue una consecuencia del ataque; a la vez que aseveró que no existía incapacidad para
practicar deportes. También cuestionó que en el punto VI.a.6, frente a la pregunta que se
le realizó sobre la eventual necesidad de que el Sr. Modica se sometiera a otra operación
por su lesión en el hombro, el experto haya expuesto que la cuestión se había
“contestado en el informe”, cuando ello no fue así.-

El galeno contestó que desconocía los antecedentes anatómicos


del actor, por lo que no podía asegurar que el compromiso del tabique nasal fuera
exclusivamente traumático; que había aclarado que se le había indicado tratamiento
quirúrgico del hombro, pero que el Sr. Modica no lo había realizado; y reiteró que éste
no se encontraba incapacitado para la práctica deportiva (v. fs. 330).-

Ingresando en la valoración de la prueba, y a los fines


estrictamente vinculados con la determinación de la incapacidad padecida, estimo que
no concurren motivos para apartarme de los resultados de la pericia; e incluso destaco
que las impugnaciones aludidas no tienen impacto directo en lo que atañe al presente
rubro, sino que a todo evento, los cuestionamientos de referencia podrían impactar en
los gastos médicos (pues el actor sostiene que existe relación causal entre lo erogado por
la operación de su nariz y la golpiza) y/o en lo relativo al daño moral (dado que el
accionante insiste en una incapacidad para practicar profesionalmente tenis, aunque
jamás invocó que ello pudiera acarrearle directamente perjuicios patrimoniales).-

A mayor abundamiento, no puedo dejar de señalar que las


impugnaciones sólo pueden tener verdadero peso cuando constituyen una
“contrapericia” dotada de adecuada explicación de los principios científicos o técnicos
en los que se funde (conf. Excma. Tercera Cámara de Apelaciones en lo Civil, in
re “Lanci”); lo que juzgo que debe ser así, en tanto la impugnante es quien debe intentar
fundamentar adecuadamente sus observaciones, encontrándose a su alcance incluso una
facultad de la que no hizo uso, consistente en la solicitud citación del perito a una
audiencia para brindar explicaciones (arg. art. 191 ap. III CPCP, conc. con el art. 183
ap. V CPCCyT).-

Efectuadas esas aclaraciones, tengo para mí que los resultados


del dictamen son fidedignos, pues luce correctamente confeccionado y adecuadamente
basado sobre elementos objetivos, tales como estudios complementarios
contemporáneos a la entrevista con el actor, historia clínica y certificados médicos
acompañados a la demanda.-

Pondero también, y especialmente, el valor de los resultados del


examen físico; pues he señalado ya en otras ocasiones que consiste en las maniobras que
realiza el profesional de la salud para recabar datos objetivos o signos clínicos
relacionados con los síntomas que refiere el paciente, y que se sustenta sobre bases
científicas. Es que efectivamente existe una ciencia encargada de su estudio, que se
denomina “semiología clínica”, y que versa sobre los conocimientos necesarios para
identificar y buscar manifestaciones patológicas (signos objetivos y síntomas
subjetivos), reunirlas en síndromes, e interpretarlas, jerarquizarlas y razonarlas para
llegar al diagnóstico. He dicho, por ello, que una correcta y detallada anamnesis en la
entrevista clínica, seguida de un minucioso examen físico, constituyen bases sólidas e
incluso definitorias para el juicio clínico (arg. art. 199 CPCCyT).-
En definitiva: me inclino a favor del padecimiento de
incapacidad de orden estrictamente físico, cuyo porcentual queda fijado en un 31%, y
que dejo establecido a los fines de introducirlo como variable en la fórmula que
emplearé en la presente.-
No soslayo que se rindió pericia psicológica de la que resulta
que la perito le atribuyó un 10% de incapacidad adicional al Sr. Modica; pero, tal como
anticipé, no valoraré sus resultados dentro de este rubro.-
Entiendo que esta vía de acción es la correcta, por cuanto la
demanda contiene sólo alusiones genéricas efectuadas a modo de introducción
conceptual sobre las “lesiones psíquicas”; pero lo cierto es que al explicitar lo
peticionado, sólo se refirió al valor necesario para cubrir el costo de tratamiento
psicológico.-
Consiguientemente, el reconocimiento de incapacidad adicional
derivada de los padecimientos psíquicos detectados por la perito de la especialidad
exorbitaría el ámbito de la pretensión contenida en la demanda; punto en el que me
permito enfatizar que el actor tiene la carga de expresar los hechos en que se funde
“explicados con claridad y precisión” (arg. art. 165 inc. 4 CPC, conc. con el art. 156 ap.
4 CPCCyT); por lo que no bastan las menciones genéricas ni resulta procedente inferir
que medió un reclamo cuando éste no fue explicitado con contundencia y de manera
circunstanciada.-
En consecuencia, considero que lo pertinente es tener presentes
los resultados de la pericia psicológica para cuantificar el valor del tratamiento
necesario, y además, como una pauta adicional a fin de justipreciar la indemnización
por daño moral (v. a este último respecto: Suprema Corte de Justicia de Mendoza, in
re “Cinquemani”, 20/04/2018).-
Establecido todo ello, me dispondré a efectuar a continuación la
labor cuantificadora; por lo que explicitaré el “método” que estimo apropiado a ese fin.-
Comienzo por traer nuevamente a colación el art. 1746 del Cód.
Civ. y Com., de aplicación temporal al caso en tanto la cuantificación constituye una
operación que efectúo a la fecha de esta sentencia. La primera parte del mismo dispone
que “En caso de lesiones o incapacidad permanente, física o psíquica, total o parcial,
la indemnización debe ser evaluada mediante la determinación de un capital, de tal
modo que sus rentas cubran la disminución de la aptitud del damnificado para realizar
actividades productivas o económicamente valorables, y que se agote al término del
plazo en que razonablemente pudo continuar realizando tales actividades”.-
He tenido ya oportunidad de exponer mi visión sobre la
interpretación de esa norma, en el sentido de que lo que actualmente exige la ley es que
el sentenciante incorpore la lógica matemática para objetivar los resultados de su
razonamiento y despejar todo riesgo de voluntarismo en la cuantificación (v. “El Art.
1746 del Código Civil y Comercial: Interpretación e Impacto en la Reciente
Jurisprudencia de Cámara de Mendoza”, La Ley Online, Cita Online:
AR/DOC/678/2017).-
Sostuve también que en la medida en que este mecanismo
contribuye enormemente a facilitar la comprensión –e incluso la eventual refutación- de
las conclusiones a las que se arriba en la sentencia, se erige en la vía más idónea para
cumplir con la exigencia de emitir una “decisión razonablemente fundada”; que no sólo
tiene su fuente en nuestro derecho privado (art. 3 Cód. Civ. y Com.), sino también en la
Carta Magna, pues coadyuva a la previsibilidad de los resultados, resguarda la igualdad
ante iguales circunstancias y tutela el derecho de propiedad (arts. 16, 17 y 18, CN). En
efecto, con él queda atrás la posibilidad de fijar una suma única a partir de la mera
enunciación de ciertos factores (edad, relaciones familiares o actividad de la víctima),
para dar paso al deber legal de detallar el camino lógico hacia la decisión, conminando
al juzgador a revelar las variables, valores y relaciones ponderadas, y volcarlo en una
fórmula condensadora de su razonamiento.-
Teniendo presente todo lo hasta aquí expuesto, haré uso de una
fórmula matemática que contemple adecuadamente las distintas variables relevantes del
caso, tales como tales como la edad del Sr. Modica al momento del accidente (23 años);
el porcentaje de incapacidad que he juzgado procedente ponderar (31%); el valor de sus
entradas mensuales; y una tasa de descuento. Esto último, aclaro, dado que la
indemnización que aquí concederé implica el cobro adelantado de un cúmulo de sumas
que hubieran sido percibidas en el futuro y de manera periódica.-
Destaco que al cuantificar me estaré a valores vigentes a la
fecha de esta sentencia (arg. art. 772 Cód. Civ. y Com.); lo que a su turno tiende a una
más adecuada tutela tanto del principio de reparación integral (arg. art. 1083 Cód. Civ. y
art. 1740 Cód. Civ. y Com.), como del derecho de propiedad de la accionante (arg. arts.
17 y 19 C.N.).-

Tengo presente al respecto que el actor ha acreditado


encontrarse inscripto en el régimen de Monotributo desde el año 2015, y que según la
información más recientemente relevada, la categoría a la que pertenece es la “C” (v. fs.
179), la que actualmente (arg. art. 772 Cód. Civ. y Com.) contempla un tope de
ingresos brutos anuales de $ 2.080.367,73 y un mínimo de
$ 1.485.978,00 (conf. https://www.afip.gob.ar/monotributo/categorias.asp). Entiendo
que solo puedo estarme al mínimo de la escala, que arroja como valor promedio
mensual $ 123.831,50, pues el actor no ha aportado pruebas específicas que me
permitan establecer el valor concreto de sus entradas; y así, tratándose de un hecho
constitutivo de su pretensión, no concurre presunción alguna en su beneficio (arg. arts.
175 ap. I y 199 CPCCyT).-
Avanzando en el razonamiento, señalo que no considero que
deba ponderar la pérdida de chance de potenciales incrementos en la actividad de aquél;
pues no ha mediado invocación alguna al respecto, ni tampoco prueba que pudiera
refrendar esa hipótesis (arg. art. 175 ap. I del CPCCyT); y en consecuencia, no
introduciré ninguna variable en ese sentido.-
Dado todo lo expuesto, pienso que la fórmula Vuoto es la que
más se ajusta a las circunstancias de esta causa; pues la renta que maneja es constante.
Plasmaré seguidamente sus resultas.-
Cálculo según Vuoto:
Resultados:
Vn: 0.0865274
a: 499040.945
n: 42
i: 6 %
C (capital): $7.597.670,49

Sintaxis de las fórmulas empleadas

C=a*(1-Vn)*1/i

donde:

Vn = 1/(1+i)n

a = salario mensual x 13 x porcentaje de incapacidad

n = 65 - edad del accidentado

i = 6% = 0,06
En la medida en que el capital obtenido sólo comprende la
disminución de la potencialidad laborativa de la actora, estimo que tales resultados
deben ser ajustados a fin de satisfacer el derecho a la reparación integral, y de reflejar,
en línea con ello, la pérdida de la aptitud y la potencialidad genérica de aquélla,
independientemente de sus posibilidades de continuar realizando una labor remunerada
(concepto hoy receptado normativamente en el art. 1746 Cód. Civ. y Com.). Esto
implica, en definitiva, la necesidad de contemplar además el daño a diversos aspectos de
la personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural o social, con la consiguiente
frustración del desarrollo pleno de la vida (v. en el mismo sentido: CSJN, Fallos
327:2722, entre muchos otros).-
En consecuencia, estimación prudencial mediante (arg. art. 90
inc. 7º del CPCCyT), justipreciaré el rubro en la suma de $ 9.500.000, la que debe
considerarse globalmente representativa de las disminuciones que ha experimentado el
Sr. Modica en su incolumidad humana.-
V.- Que el actor reclama $ 4.800 para cubrir tratamiento
psicológico durante un año, dos veces por mes, a razón de $ 400 por sesión.-

Asevera que ello es necesario, por cuanto describe que sufre


síndrome de estrés postraumático que le impide dormir con normalidad; palpitaciones;
sudoración; y limitaciones en su movilidad, su vida de relación, su trabajo y sus
estudios en la Facultad de Derecho.-

La pericia de la especialidad refrenda el pedimento, y en


términos que no fueron observados por ninguno de los litigantes, y que
estimo razonables en función de las características del hecho y los resultados de las
técnicas aplicadas, recomendó la realización de “terapia breve focalizada” con
frecuencia semanal, durante un lapso mínimo de tres meses y un máximo de un año (v.
pto. 4, fs. 218).-

Nuevamente aquí me estaré al mínimo informado, por cuanto la


ausencia de precisiones perjudica al accionante, que es quien estaba gravado con la
carga de acreditar la procedencia y magnitud del rubro en estudio (arg. art. 175 ap. I
CPCCyT).-

Consiguientemente, y teniendo en cuenta que el valor sugerido


por el Colegio de Psicólogos local para la sesión individual asciende actualmente a $
2.200,00 (conf. https://colegiopsimza.org.ar/honorarios-sugeridos/), considero que cabe
concederle al Sr. Modica la suma de $ 26.400,00, la que concibo como un valor vigente
a la fecha de esta sentencia (arg. art. 772 Cód. Civ. y Com. y art. 90 inc. 7 CPCCyT ).-

Lo dicho es sin perjuicio de tratar nuevamente las resultas de la


pericia psicológica al expedirme, en el próximo considerando, sobre las consecuencias
extrapatrimoniales del hecho; ya que aquella resulta ser un elemento apto para mensurar
con mayor profundidad la extensión de las mismas.-
VI.- Que por daño moral el actor peticiona $250.000.-
Alude al padecimiento de fuertes dolores que le impidieron
cumplir con sus obligaciones diarias, incluida su actividad laboral en un negocio de su
propiedad, dedicado al arreglo de raquetas y venta de artículos vinculados al tenis en el
Andino Tenis Club; a la angustia y agobio subsiguientes al hecho; y a la imposibilidad
de participar en torneos provinciales y nacionales de tenis.-
Sabido es que el detrimento en estudio involucra las “afecciones
legítimas”; comprendiendo toda alteración razonable en el ánimo de la víctima, y
traduciéndose en un desmejoramiento espiritual o de la personalidad.-

Vengo sosteniendo en pronunciamientos anteriores que


constatada la existencia de incapacidad a raíz de un siniestro –como ha sucedido en el
caso -, ni siquiera se requiere la producción de prueba directa sobre el daño moral; pues
en esas condiciones, éste surge in re ipsa (Conf. Zavala de González, Matilde, “El
proceso de daños y estrategias defensivas”, Rosario, Juris, 2006, pág. 241).-
Ingresando entonces en la labor cuantificadora, señalo que la
norma de aplicación específica es el art. 1741 del Cód. Civ. y Com., que recogió un
criterio que desde antaño venía aplicando la jurisprudencia en materia de reparación de
consecuencias no patrimoniales; introduciendo en su último párrafo la siguiente
directiva: “El monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones
sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas”; y agrego
que lo complementaré también con las facultades para fijar prudencial y
equitativamente el perjuicio reclamado (arg. art. 90 inc. 7° del C.P.C.). Ese proceder, al
aportar bases lo más objetivas posibles, permite erradicar el indeseable voluntarismo
judicial, y formular así la necesaria decisión “razonablemente fundada” (arg. art. 3 Cód.
Civ. y Com.); y con ello, en definitiva, satisfacer el principio de tutela judicial efectiva.-

La correcta dimensión del carácter sustitutivo de la


indemnización requiere ponderar las características del accidente y sus secuelas;
cuestiones éstas que he venido abordando en los considerandos precedentes.-

Asimismo, y tal como he anticipado, es pertinente valorar aquí


los datos proporcionados por la pericia psicológica (v. fs. 216/219); la que concluyó que
el Sr. Modica padecía un 10% de incapacidad, por presentar una “Reacción Vivencial
Anormal Grado II”, caracterizada también como “Trastorno Adaptativo con ansiedad”
(DSM IV), o “Desarrollo psíquico postraumático entre leve y moderado”.-

El dictamen no mereció impugnación alguna, y por mi parte


también encuentro que constituye un basamento apto para mi decisión, por cuanto se
han asentado allí las técnicas utilizadas y los resultados obtenidos; los que juzgo como
coherentes también en función de las circunstancias del hecho y las consecuencias que
ha tenido para el actor.-

Ahondando en sus resultas, valoro que la experta describió el


estado emocional de aquél, constatando síntomas claros de ansiedad postraumática,
irritabilidad marcada, hipobulia en ocasiones aisladas, y estado de alerta y activación de
respuesta neurovegetativa ante lugares concurridos o situaciones asociadas al peligro,
como el acercamiento de hombres en la vía pública; a la vez que descartó
categóricamente la concurrencia de neurosis de renta y de exageración inconsciente de
impotencia funcional o síntomas psíquicos (v. ptos. 1 y 5).-

En la operación se ponderó, además, que el actor atravesó un


“duelo por el cuerpo potente”, por cuanto “era un deportista de competencia”. Acerca de
esa circunstancia, sopeso que el certificado expedido por la Federación Mendocina de
Tenis arroja que aquel estuvo afiliado hasta diciembre de 2014, y que solicitó su
reafiliación a partir de abril de 2017 (v. fs. 247); lo que demuestra, cuando menos, la
efectiva existencia de un período relativamente prolongado lejos del circuito de
competencias (arg. art. 199 CPCCyT).-

Pondero también, por su parte, que no sólo las aptitudes física y


deportiva del actor se han visto afectadas, sino que también padece secuelas que
menoscaban su apariencia, con el lógicamente correlativo embate espiritual; tales como
el hundimiento de su pómulo derecho y una desviación de su tabique nasal. Acerca de
esto último, y sin perjuicio de que el perito médico dictaminó que no podía establecer su
relación causal con el suceso de marras, a mi juicio tal vinculación resulta debidamente
acreditada, dadas las resultas de la TAC de macizo facial fechada 22/09/14 y de las
TACs de senos paranasales fechadas 29/09/14 y 21/04/2015 (v. fs. 7/9). Incluso pondero
que en el informe del examen físico practicado por el Cuerpo Médico Forense, dicha
desviación se enumeró entre las lesiones sufridas como consecuencia del hecho (v. ptos.
“a” y “b” del apartado “Conclusiones”; sin perjuicio de que se descartó la existencia de
insuficiencia ventilatoria nasal (lo que aquí no se ha invocado tampoco) (v. hojas
491/493 del archivo “2_TPC2_P9862414_Expediente_completo.pdf”, contenido dentro
del archivo “252226 - TPC2_P98624_14.zip”).-
Todo lo desarrollado me persuade de que desde el momento del
hecho, el Sr. Modica está enfrentando un severo y profundo malestar espiritual (arg. art.
199 CPCCyT); lo que me lleva a estimar sus padecimientos extrapatrimoniales en la
suma de $ 1.000.000 a la fecha de esta resolución (arg. art. 772 Cód. Civ. y Com. y art.
90 inc. 7º CPCCyT); pues considero que la misma resultaría suficiente para, por
ejemplo, propiciar una mejoría edilicia en las comodidades de su hogar, y/o también
para renovar su amueblamiento, y/o adquirir artículos de electrónica propicios para
entretenimiento y/o educación (he consultado opciones en sitios de reconocida
notoriedad en el rubro, tales como: https://www.fravega.com 
o https://www.garbarino.com).-
Me permito aclarar, finalmente, que lo aquí elaborado trasunta
una apreciación abstracta de lo que podría traer satisfacción al actor; sin que ello
implique sugerir que él, en sus condiciones actuales de vida, elegiría o debería aplicar el
dinero de la condena al destino que aquí indico.-

VIII.- Que por gastos médicos (estudios complejos y operación


de nariz en 2015) solicita $15.000.-

Parto por señalar que participo de la opinión que entiende que


esta clase de erogaciones no requiere de prueba directa para su resarcimiento; sino que
ello procede siempre que guarden relación con la entidad de las lesiones sufridas (en
sentido similar: Suprema Corte de Justicia LS 384-034, 310:058, entre otros).-

El filtro de admisibilidad del rubro reside entonces en la


verosimilitud y razonabilidad del reclamo; mientras que cuando se trata de gastos de
magnitud o de específica aplicación, su reconocimiento requiere de un respaldo
probatorio más adecuado (en el mismo sentido: Kemelmajer de Carlucci, A., comentario
al art. 1.086 Cód. Civ., en “Código Civil y Leyes Complementarias”, Dir. Belluscio-
Coord. Zannoni, Astrea, Bs. As., T. V, pág. 213; Zavala de González, Matilde, “Tratado
de los daños a las personas- Disminuciones psicofísicas”, Ed. Astrea, Bs. As., 2.009, T.
1, pág. 336 y sgtes.).-

Esa tesitura halló finalmente consagración legal en el art. 1746


del Cód. Civ. y Com., pues en su parte pertinente dispone que “…Se presumen los
gastos médicos, farmacéuticos y por transporte que resultan razonables en función de
la índole de las lesiones o la incapacidad”.-

La solución –hoy de fuente legal- es justa sin dudas; ya que debe


admitirse que conforme el curso normal y ordinario de las cosas (arg. art. 1726 del Cód.
Civ. y Com.), suele ser difícil hacerse de comprobantes que justifiquen esos gastos; y
también que, incluso de haberlos tenido en un principio, en muchas ocasiones no son
guardados por la víctima, perturbada por el padecimiento de lesiones, y apremiada por
la necesidad de recibir atención inmediata.-

Siguiendo esas pautas, y atendiendo incluso a que de la


documental acompañada surgen numerosas erogaciones por gastos de farmacia (v. fs.
12/19) y por la realización de estudios y consultas médicas (v. fs. 25/49), incluyendo
una “septumplastia por implantación de cartílago” (v. fs. 40), juzgo que corresponde
otorgarle al actor la suma reclamada de $ 15.000,00, la que consideraré un valor
histórico, fijado a la fecha del hecho (arg. art. 772 Cód. Civ. y Com. y arts. 90 inc. 7 y
199 CPCCyT).-

IX.- Que en definitiva, la demanda del Sr. Guillermo Modica


contra los Sres. Juan Gerónimo Abraham Maulen, Isaías Federico Abraham Maulen,
Leandro Germán Pérez Mora y Emiliano Javier Crivellaro Leiva prospera por la suma
de $ 10.541.400,00 ($ 9.500.000,00 por incapacidad física; $ 26.400,00 por tratamiento
psicológico; $ 1.000.000 por daño moral; y $ 15.000,00 por gastos médicos); y se
rechaza por idéntico importe contra el Sr. Fernando Nicolás Diéguez Talfiti.-

Reitero, asimismo, que la condena que recae sobre los


codemandados referidos constituye, tal como expliqué ya, una obligación solidaria (arg.
art. 1081 del Cód. Civ. y elaboración realizada sobre la responsabilidad colectiva).-
En tanto los gastos médicos fueron cuantificados a valores
históricos vigentes al momento del hecho, desde ese momento correrán los
intereses previstos en la Ley 9041; los que se computarán hasta el efectivo pago.-
Los demás rubros han sido establecidos a la fecha de esta
sentencia; por lo que devengarán intereses desde el momento del hecho y hasta la fecha
de la presente, conforme una tasa pura de interés que fijo en el 5% anual; y desde este
momento, deben correr los que prevé la Ley 9041.-
IX.- Que los demandados vencidos deben cargar solidariamente
con las costas por la acción que prospera en su contra; lo que es consecuencia del
régimen de responsabilidad ya explicitado para el pago del monto de condena, y del
carácter accesorio que revisten las costas.-
El actor, por su parte, debe afrontar las correspondientes al
rechazo de la demanda contra el Sr. Diéguez (arts. 35 y 36 del CPCCyT).-
En cuanto a los honorarios de los abogados, tendré presente que
han actuado con distinta extensión y en diversos caracteres en las distintas etapas (arg.
art. 1255 Cód. Civ. y Com. y art. 13 Ley 9131); y que en el caso del abogado del Sr.
Diéguez, resulta de plena aplicación el art. 33 ap. III del CPCCyT.-
En lo tocante a la labor pericial, tengo presente que la pericia
psicológica data de época anterior a la sanción del CPCCyT; mientras que la pericia
médica es posterior.-

Si bien tengo dicho, siguiendo el precedente “Costa” de la Corte


de la Nación (JA 1997-II-5), que la regulación debe efectuarse teniendo en cuenta la ley
vigente al momento en que se desarrolló la labor profesional, entiendo que puedo
guiarme en los dos casos por las pautas brindadas por el art. 184 de la nueva ley de rito;
pues en definitiva las mismas no contravienen en modo alguno lo previsto por el art.
1255 del Cód. Civ. y Com., que es la norma de aplicación temporal específica para el
caso de las operaciones confeccionadas antes de 2018. Ello, a su vez, me permitirá
conservar la “proporcionalidad” entre las retribuciones de los tres expertos, en línea con
las directivas sentadas por la Suprema Corte in re “Yerga”.-
Por todo ello,
RESUELVO:

I.- Hacer lugar a la demanda intentada por el Sr. GUILLERMO


CESAR MÓDICA, contra los Sres. JUAN GERÓNIMO ABRAHAM MAULEN,
ISAÍAS FEDERICO ABRAHAM MAULEN, LEANDRO GERMÁN PÉREZ MORA y
EMILIANO JAVIER CRIVELLARO LEIVA, por la suma de PESOS DIEZ
MILLONES QUINIENTOS CUARENTA Y UN MIL CUATROCIENTOS CON
00/100 ($ 10.541.400,00). En consecuencia, condenar a los demandados de referencia a
que el plazo de DIEZ DÍAS de la firmeza de la presente, abonen solidariamente a la
actora el monto indicado, con más los intereses establecidos en el considerando
respectivo.-

II.- Rechazar la demanda planteada por el Sr. GUILLERMO


CESAR MÓDICA contra el Sr. FERNANDO NICOLÁS DIEGUEZ TALFITI.-
II.- Imponer las costas solidariamente a los codemandados
vencidos por la acción que prospera en su contra (arts. 35 y 36 del CPCCyT); e
imponerlas al actor por el rechazo de su demanda contra el Sr. Dieguez.-
III.- Regular los honorarios profesionales por la demanda que
prospera (contra los Sres. Abraham, Crivellaro y Pérez) tal como sigue: Dr. Ariel
Benavidez en la suma de PESOS SEISCIENTOS TREINTA Y DOS MIL
CUATROCIENTOS OCHENTA Y CUATRO CON CERO DÉCIMAS ($ 632.484,00);
Dra. Gabriela Millares en la suma de PESOS SEISCIENTOS TREINTA Y DOS MIL
CUATROCIENTOS OCHENTA Y CUATRO CON CERO DÉCIMAS ($ 632.484,00);
Dr. Guillermo Millares en la suma de PESOS SEISCIENTOS TREINTA Y DOS MIL
CUATROCIENTOS OCHENTA Y CUATRO CON CERO DÉCIMAS ($ 632.484,00);
Dr. Juan Negri Belarde en la suma de PESOS CUATROCIENTOS CUARENTA Y
DOS MIL SETECIENTOS TREINTA Y OCHO CON OCHENTA CENTÉSIMAS ($
442.738,80); Dra. Jacqueline Robello en la suma de PESOS SETECIENTOS OCHO
MIL TRESCIENTOS OCHENTA Y DOS CON OCHO CENTÉSIMAS ($ 708.382,08);
y Dra. M. Verónica Negri Belarde en la suma de PESOS CIENTO SETENTA Y SIETE
MIL NOVENTA Y CINCO CON CINCUENTA Y DOS CENTÉSIMAS ($
177.095,52) (conf. art. 1255 Cód. Civ. y Com., arts. 2, 3 y 31 Ley 9131 y art. 33 ap. III
CPCCyT).-
IV.- Regular los honorarios profesionales por la demanda que se
rechaza (contra el Sr. Diéguez) tal como sigue: Dr. Javier Angeletti en la suma de
PESOS UN MILLÓN OCHOCIENTOS NOVENTA Y SIETE MIL
CUATROCIENTOS CINCUENTA Y DOS CON CERO DÉCIMAS ($ 1.897.452,00);
Dr. Ariel Benavidez en la suma de PESOS CUATROCIENTOS CUARENTA Y DOS
MIL SETECIENTOS TREINTA Y OCHO CON OCHENTA CENTÉSIMAS ($
442.738,80); Dra. Gabriela Millares en la suma de PESOS CUATROCIENTOS
CUARENTA Y DOS MIL SETECIENTOS TREINTA Y OCHO CON OCHENTA
CENTÉSIMAS ($ 442.738,80); Dr. Guillermo Millares en la suma de PESOS
CUATROCIENTOS CUARENTA Y DOS MIL SETECIENTOS TREINTA Y OCHO
CON OCHENTA CENTÉSIMAS ($ 442.738,80) (conf. art. 1255 Cód. Civ. y Com.,
arts. 2, 3 y 31 Ley 9131 y art. 33 ap. III CPCCyT).-
V.- Regular los honorarios periciales tal como sigue: Perito
Psicóloga Andrea María González en la suma de PESOS CUATROCIENTOS
VEINTIÚN MIL SEISCIENTOS CINCUENTA Y SEIS CON CERO DÉCIMAS ($
421.656,00); y Perito Médico Antonio César Gómez en la suma de PESOS
CUATROCIENTOS VEINTIÚN MIL SEISCIENTOS CINCUENTA Y SEIS CON
CERO DÉCIMAS ($ 421.656,00) (art. 1255 Cód. Civ. y Com. y art. 184 ap. I
CPCCyT).-
VI.- Rechazar los dos incidentes de tacha articulados por los
codemandados Juan Gerónimo Abraham Maulen, Isaías Federico Abraham Maulen,
Leandro Germán Pérez Mora y Emiliano Javier Crivellaro Leiva a fs. 149 y 152.-
VII.- Imponer las costas a los demandados incidentantes
vencidos.-
VIII.- Regular honorarios por el incidente de tacha de fs. 149 tal
como sigue: Dr. Guillermo Millares en la suma de PESOS CIENTO OCHENTA Y
NUEVE MIL SETECIENTOS CUARENTA Y CINCO CON VEINTE CENTÉSIMAS
($ 189.745,20); Dra. Gabriela Millares en la suma de PESOS CIENTO OCHENTA Y
NUEVE MIL SETECIENTOS CUARENTA Y CINCO CON VEINTE CENTÉSIMAS
($ 189.745,20); Dr. Juan E. Negri Belarde en la suma de PESOS OCHENTA Y OCHO
MIL QUINIENTOS CUARENTA Y SIETE CON SETENTA Y SEIS CENTÉSIMAS
($ 88.547,76); Dra. Verónica Negri Belarde en la suma de PESOS OCHENTA Y
OCHO MIL QUINIENTOS CUARENTA Y SIETE CON SETENTA Y SEIS
CENTÉSIMAS ($ 88.547,76) y Dra. Jacquelina Robello en la suma de PESOS
OCHENTA Y OCHO MIL QUINIENTOS CUARENTA Y SIETE CON SETENTA Y
SEIS CENTÉSIMAS ($ 88.547,76) (conf. arts. 2, 3, 13, 14 y 31 Ley 9131 y art. 33 ap.
III CPCCyT).-
IX.- Regular honorarios por el incidente de tacha de fs. 149 tal
como sigue: Dr. Guillermo Millares en la suma de PESOS CIENTO VEINTISÉIS MIL
CUATROCIENTOS NOVENTA Y SEIS CON OCHENTA CENTÉSIMAS ($
126.496,80); Dra. Gabriela Millares en la suma de PESOS CIENTO VEINTISÉIS MIL
CUATROCIENTOS NOVENTA Y SEIS CON OCHENTA CENTÉSIMAS ($
126.496,80); Dr. Juan E. Negri Belarde en la suma de PESOS CIENTO TREINTA Y
DOS MIL OCHOCIENTOS VEINTIUNO CON SESENTA Y CUATRO
CENTÉSIMAS ($ 132.821,64); y Dra. Jacqueline Robello, en la suma de PESOS
CIENTO TREINTA Y DOS MIL OCHOCIENTOS VEINTIUNO CON SESENTA Y
CUATRO CENTÉSIMAS ($ 132.821,64) (conf. arts. 2, 3, 13, 14 y 31 Ley 9131 y art.
33 ap. III CPCCyT).-
X.- Rechazar el incidente de tacha articulado por el Sr.
Guillermo Modica a fs. 161.-
XI.- Imponer las costas al actor incidentante vencido.-
XII.- Regular honorarios por el incidente de tacha de fs. 161 tal
como sigue: Dr. Juan E. Negri Belarde en la suma de PESOS CIENTO OCHENTA Y
NUEVE MIL SETECIENTOS CUARENTA Y CINCO CON VEINTE CENTÉSIMAS
($ 189.745,20); Dra. Jacqueline Robello en la suma de PESOS CIENTO OCHENTA Y
NUEVE MIL SETECIENTOS CUARENTA Y CINCO CON VEINTE CENTÉSIMAS
($ 189.745,20); y Dra. Gabriela Millares en la suma de PESOS DOSCIENTOS
SESENTA Y CINCO MIL SEISCIENTOS CUARENTA Y TRES CON
VEINTIOCHO CENTÉSIMAS ($ 265.643,28) (conf. arts. 2, 3, 13, 14 y 31 Ley 9131 y
art. 33 ap. III CPCCyT).-
XIII.- Adicionar el impuesto al valor agregado (I.V.A.) en la
etapa liquidatoria a los profesionales que acrediten su condición de responsables
inscriptos.-
NOTIFÍQUESE.-

DRA. JORGELINA IERMOLI BLANCO


Juez

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