Está en la página 1de 2

REFLEXOLA 86

EBT

3-05-2023

EL SOBRINO DEL HOMBRE QUE SE CASÓ CON UN GRUPO DE ORACIÓN


DESPUÉS DE ENVIUDAR
“Se miente más de la cuenta por falta de fantasía, también la verdad se inventa”

Manuel Machado

Él -un él, no cualquier él- dijo, sin ocultar su molestia, que la noche anterior,
en su cita con una chica a la que venía frecuentando desde hacía pocos días, la
escuchó decirle que él le gustaba a ella porque él arreglaba corazones. Sí, es
un cardiólogo, no cualquier él. El lugar facilitaba mantener la discreción de
nuestra conversación a esa hora, con pocos asistentes.
Me decía que en lugar de sentirse halagado no pudo evitar cierto sinsabor al
escuchar de ella esas palabras. Palabras simples, dijo, pero capaces de
degradar una noche de expectativas eróticas explícitas y aceptadas por ella, no
cualquier ella. Lo cierto es que aceleró la terminación de su cena, canceló la
cuenta y se marchó disculpándose con ella, mientras la llevaba a su casa,
explicándole, a modo de disculpa y con cierta ironía (que según él cree ella no
captó), que había sido llamado para arreglar un corazón de urgencia.
Y siguió para su apartamento, se sirvió un trago, puso la música que le gustaba
oír y se quedó profundamente dormido en el sofá de la pequeña sala.
Recordó, antes de quedarse dormido, la vez en la que su padre, también
cardiólogo, se había enfurecido con su madre porque esta le había dicho que
no le creía cuando todos los jueves, a las 7 de la noche, llegaba a casa y salía
intempestivamente, según él, a atender un paciente de urgencia. Todos los
jueves, a las 7 de la noche, el beeper le avisaba. Y alcanzó a recordar,
también, a su tío R, que decía participar todos los viernes, de un grupo de
oración que se reunía a las 6 de la tarde. Alcanzó a sonreír un poco hasta
quedar profundamente dormido.
“Imagínese usted, me dijo: siete años estudiando medicina, cuatro
especializándome, tres subespecializándome más dos de experiencia
profesional para terminar siendo un arregla corazones.”
Supongo que algo va de arreglar corazones a salvar vidas, le digo y él produjo
un “¡usted sí me entiende!” Y continuó: “Como si fuera un plomero,
imagínese usted.” Me abstuve de salirle con la pendejada de que ningún
trabajo deshonra. Menos mal porque su enfado no podía yo desligarlo de sus
pensamientos antes de dormirse.
Entonces le dije: “Así que su madre no le creía a su papá cuando todos los
jueves, a las 7 pm, este salía de casa a atender un paciente de urgencias.
“¡Sí! Y un tío decía tener un grupo de oración todos los viernes a las 6 y
cuando enviudó se casó con el “grupo de oración”, esto último acompañado de
los dos primeros dedos de ambas manos con sus falangetas flexionándose y
extendiéndose visibles para mi después de haberse levantado
intempestivamente de su asiento. En verdad que no ocultaba su enfado.
Preferí despedirme de él en ese instante sin dejar de pensar en su chiste acerca
del matrimonio de su enviudado tío.
Se despidió con su ironía: “Bueno E.: me voy a arreglar los dañados corazones
de hoy”. Y salió después de pagar la cuenta.

También podría gustarte