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Los intereses del Trabajador

Es algo abrumador ponerse en la tarea de analizar la manera en que presuponiendo ciertos


conceptos y categorías las personas enmarcan su crítica al sistema y al status Quo. Empezando por
el hecho de que las discusiones cada vez se tornan más subjetivas, enfocadas en las emociones, las
identidades y en el reconocimiento. La definición y apropiación del concepto "clase" se vuelven
más difusa y ambigua.

¿Qué nos compete analizar hoy? al Trabajador. Más difícil todavía que agrupar a ciertos sujetos en
esa "clase" trabajadora es hablar de su "conciencia de clase", de como se identifican con ella. En
esta sociedad es común ver las quejas y reivindicaciones de distintos grupos y colectivos en los que
se habla de enajenación y alienación, de cómo el capital nos instrumentaliza cómo meros
engranajes de una máquina creadora de beneficios para una determinada clase dominante. Sin
embargo es fácil por el simplismo y la falta de profundidad caer en equiparar los problemas de
unos, sin atender a los intereses generales. Podemos ejemplificarlo con la frase tan sonada "El
dinero no da la felicidad" para querer romantizar la escasez, mientras que otros dicen que si la da
por el acceso a ciertos recursos. Lo cierto es que el dinero, por ejemplo, te da el derecho a tener
depresión, o por lo menos a desarrollarla plenamente. Un trabajador o un campesino, no tiene
tiempo para parar su producción por circunstancias personales de ese tipo, depende directamente
de su trabajo. Entre más se disfrute del tiempo, más haya tiempo para la contemplación de la
propia situación y enfocarse en problemas personales anímicos o emocionales, más se aleja de la
visión del trabajador asalariado y explotado, es un privilegio.

Cada vez menos las personas son conscientes de sus privilegios y piensan que sus problemas
individuales deben ser tomados por reivindicación de la humanidad. No podemos equiparar los
problemas de una actriz, influencer o supermodelo con una ama de casa. No podemos comparar
las dificultades de un obrero, un minero o un campesino con los de un oficinista, un pequeño
empresario o incluso un estudiante. Aún más tenemos que tener en cuenta que la conciencia de
clase no se basa solo en las dificultades, sino en los intereses, y ahí el tema se complica más. Está
el microempresario que aspira a crecer y contratar empleados, y está el obrero cuyo interés más
importante es la subsistencia, y su condición es la de ser posesión de otro, de no ver su producto
como propio sino ajeno, de no ser dueño de su vida ni de su destino.

«El trabajo enajenado, por tanto:

Hace del ser genérico del hombre, tanto de la naturaleza como de sus facultades espirituales
genéricas, un ser ajeno para él, un medio de existencia individual. Hace extraños al hombre su
propio cuerpo, la naturaleza fuera de él, su esencia espiritual, su esencia humana».

Karl Marx; Manuscritos de Economía y Filosofía, 1844.

Aunque en la clase medía se encuentra el grueso de la población actual, podemos ver claramente
está fractura de intereses. Mientras que las aspiraciones del pequeño empresario en aumentar su
posesión lo acercan a la clase alta poseedora, sus dificultades económicas y los tiempos de crisis
por momentos lo hacen unirse en la lucha con la clase trabajadora y compartir ciertas
reivindicaciones.

Es fácil perder el rumbo en esta inmensa complejidad, sin embargo cuando hablamos de
comunidad, de un futuro de apoyo mutuo, de destruir la instrumentalización del hombre y del
trabajo asociado, solo podemos recurrir a una clase, a aquella que trabaja nada más que para su
supervivencia, que no tiene miedo a perder más que lo mínimo de su propio sostenimiento básico,
que es capaz de trabajar con otros y de comprender quienes son sus hermanos. Muchos han
perdido está visión cegados por sus privilegios o posiciones, y es difícil echarles en cara esa
condición, una condición impuesta y dada desde arriba. Solo queda mirar hacia el futuro con los
pies en el presente, sabiendo quiénes verdaderamente son capaces de sobreponer el interés
común y progresista, a los intereses personales. Son ellos quienes sostienen el sistema, son ellos
quienes crean los beneficios y privilegios con sus propias manos, y son finalmente ellos en los que
encontramos la semilla del progreso real del ser humano, hacia la libertad, y la solidaridad sin
hipocresías.

Conmemoramos el primero de Mayo por ellos, los trabajadores, por los que queremos
transformar el trabajo enajenado y vampiro de la vida humana, por un trabajo creador y libre, un
sentimiento de unidad, por una vida creadora de vida. Pero solo podremos ser verdaderamente
lúcidos en esta lucha cuando nos quitemos la venda de los ojos, y entendamos cuáles son los
intereses de clase, cuando entendamos en conjunto que partido debemos tomar y que acciones
debemos llevar a cabo. La principal de todas:

Trabajadores uníos, no tenéis nada más que perder salvó vuestras cadenas.

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