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La Modernidad Líquida es una categoría sociológica que sirve para definir el estado actual de
nuestra sociedad. Bauman la define como una figura de cambio constante y transitoriedad, atada
a factores educativos, culturales y económicos. La metáfora de la liquidez intenta demostrar la
inconsistencia de las relaciones humanas en diferentes ámbitos, como en lo afectivo y en lo
laboral. Las redes sociales juegan su parte en ello, ya que nos permiten conectarnos con todos,
pero a la vez desconectarnos cuando queramos: un clic representa un muro o un puente en las
relaciones humanas.
Así nos encontramos como raza humana navegando los mares de la incertidumbre, sin saber cómo
estará la economía mañana, si estallará una crisis o no, si contaremos con trabajo, si formaremos
una familia, etcétera.
El propósito principal de Modernidad líquida es tratar de responder a estas preguntas, una tarea
nada fácil. Zygmunt Bauman realiza un valioso análisis sociológico. Uno de los puntos relevantes
del texto es que nos encontramos ante la disolución del sentido de pertenencia social del ser
humano para dar paso a una marcada individualidad. Cuando el ser humano tiene posibilidades
reales de ser independiente, la sociedad ya no es aquella suma de individualidades sino el
conjunto de las mismas.
La liquidez es por tanto, una clara representación de nuestra realidad actual. En la vida todas las
cosas fluyen, se desplazan, se desbordan, se filtran y gotean, siempre por un periodo de tiempo
limitado y sin ocupar un espacio concreto y definido.
Es por ello que Bauman adopta el concepto de “liquidez” como una alegoría de la naturaleza, que
representa además una nueva fase de la historia humana.
En su teoría, Bauman expone que uno de los ámbitos más afectados por la Modernidad Líquida es
el laboral. Las personas ya no ingresan a un trabajo sabiendo cuándo se retirarán, sino que eso
depende de las reglas del mercado y por tanto, es incierto. No sucede como antes que una
persona comenzaba a trabajar en una compañía en la que permanecía hasta retirarse: el mercado
actual exige renovación y cambios desde la propia empresa, pero también desde las necesidades
profesionales.
A nivel laboral hay que estar capacitado para cumplir diferentes funciones y movilizarse para
enfrentarse a nuevos desafíos. Un empleo ya no es suficiente para crear una carrera profesional,
es necesario experimentar distintas labores en diferentes puestos y compañías para poder
aprender más y destacarse por sobre los demás. El individualismo y el egoísmo es también
determinante en el campo profesional, lo que ha llevado a una preferencia por los trabajos
particulares por sobre los trabajos en equipo.
Los cambios constantes y las exigencias cada vez más limitantes del mercado laboral atemorizan a
los trabajadores, que no pueden seguir el ritmo vertiginoso de la Modernidad Líquida, quienes
muchas veces quedan rezagados y no sirven como sujetos funcionales al sistema laboral actual.
Bauman nos explica que ante la posibilidad de cambios reales, podemos reaccionar de
una manera favorable al sentirnos cada vez más independientes y rectores de nuestro
destino, pero también habrá quienes se sientan con miedo ante tales circunstancias.
Ser independientes no es tan fácil, la liberación-emancipación puede traer
consecuencias a las que no estamos acostumbrados. Nos consideramos modernos,
pero no lo somos. Primero porque hay deficiencias que subsanar en diferentes rubros;
segundo porque dentro de algunos años, esta modernidad dará paso a otra, pero
necesariamente tendrá que dar paso a otra concepción.
Señala que cuando salimos de compras, exorcizamos esos espíritus que sólo nos
muestran una y otra vez que, efectivamente, tenemos necesidades básicas que serán
cubiertas en el mayor de los casos; pero sólo esas, no más, no tenemos oportunidades
de obtener más. Los de alto poder adquisitivo tendrán un mayor número de opciones.
Los de menor poder adquisitivo sólo podrán adquirir lo que les corresponde.
Conformidad: el hombre terminará indefectiblemente por caer en las redes del
consumismo, su identidad no será suficiente para salvarlo de ser parte de la sociedad
sinóptica. Sin embargo, aún existe sutilmente una clara diferencia entre el enemigo
número uno de la sociedad, el individuo.
Otro tema que el autor nos explica es que la sociedad liquida ha transformado la
esencia del trabajo como bien común, a la esencia del trabajo individual. Por mis
propios intereses. Aquí el trabajo como tal tiene dos aristas. Primero la de los capitales
financieros que los producen a partir de fábricas, etcétera, el interés es sólo como
capital humano. Es decir, como el medio por el cual la materia se transforma en un
bien que será comprado y que rápidamente pasará a la historia por obsoleto. Los
trabajadores son el recipiente que contiene el trabajo. Por otro lado, el trabajador pasa
primero de un trabajo a largo plazo -duradero y en el que se crean vínculos afectuosos
con compañeros y empresa, existe una identificación y un agradecimiento-, a un
trabajo inmediato -en el que la durabilidad no es importante y los vínculos personales
dejan de existir y sólo la gratificación instantánea importa.