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El marketing de servicios
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Procedencia : DO ~ Pr CLÓ(\)
ISBN: 2-7042-1127-2
ISBN: 84-7615-327-9
Depósito legal: M. 18.579-1991
2.1. INTRODUCCION
Un lujoso barco crucero llamó la atención porque, además de sus potentes
motores, iba equipado con cuatro mástiles y un enorme velamen. La originali-
dad de nuestros cruceros, dijo el armador, reside en el hecho de que nuestros
pasajeros no están ociosos. Cada mañana, manejan -si lo desean- el velamen
durante tres horas.
En la revista inglesa Punch, famosa por sus sarcásticos dibujantes, se ha
podido ver un dibujo que representaba la sección de perfumería de un gran
almacén con dos dependientas que hablaban entre sí y una cliente que les dice
tímidamente: «no quiero que me sirvan, sólo quiero participar en la conversa-
ción». Participación para distraerse o para pasar el tiempo, es un pequeño as-
pecto del consumidor de servicio. En realidad, durante demasiado tiempo, se
han limitado las investigaciones al comportamiento de compra, hasta que he-
mos tenido que aceptar la evidencia: el cliente de una empresa de servicio debe
tener, en la mayor parte de los casos, un comportamiento de productor. El
auto-servicio nos ofrece los ejemplos más diversos por lo que se refiere a los
servicios de masa, pero la participación no se queda en ese nivel y el cliente
constata que, cualquiera que sea el precio y el nivel de vida, tiene que desempe-
ñar la función de productor de servicio.
Vamos a plantear sucesivamente la justificación de la participación, su en-
torno, las formas que puede tomar, sus dimensiones significativas y, por último,
el modo de dirigirla.
31
32 Servucción
2.2.1. LA JUSTIFICACION ECONOMICA DE LA PARTICIPACION
1 Richard B. Chase, «Where does the customer fit in a service operation?», Harvard Business
Review. noviembre-diciembre 1978, p. 137-142.
2 Christopher H. Lovelock, y Robert F. Young, Marketing's potentia/ for improving productivity.
in service industries. Marketing Science lnstitute, noviembre 1977, n: 77-11 S.
La gestión de la participación del cliente 33
El pueblecito
la tienda IKEA
del Club Mediterráneo
IV
Nivel alto
Nivel bajo
de implicación
de implicación
del personal
del personal
en contacto
en contacto
111
11
El hospital tradicional
de alto nivel la burocracia privada
o p6blica
Figura 2.1.
3 Víctor Schwach, «Micropsychologie des files d'attente», Humanisme et Entreprise, n: 112 di-
ciembre 1978.
4 L. Mann, «Queue culture: the waiting line as a social system», American Journal of Sociology,
DXXV, 1969, p. 340-354.
La gestión de la participación del cliente 35
s Mark Lefton y William R. Rosengren, «Organizations and clients: lateral and longitudinal di-
mensions», American Sociological Review, 31 diciembre 1966, p. 802-81 O.
36 Servucción
Para el soporte físico esto consiste en hacer una lla~~da a los principio~ ~e
ergonomía cuando se concibe una máquina q~e será utthza?? en auto-servtcto
por el cliente. Existen todavía numer~sas máqutnas que se utdtzan cuya ~omple
jidad es excesiva por su falta ~e ngor en la pues.ta a punto. Por ejemplo,
se cambian las costumbres del cltente y no se le exphca claramente lo que debe
hacer. Se han hecho adelantos y basta para convencerse de ello con comparar
dos operaciones espectaculares por su dimensión que se han desarrollado en el
intervalo de unos años.
Se trata del sellado de los billetes SNCF* en auto-servicio que ha levantado
numerosas protestas, y del cambio de los números de teléfono por PTT** que
ha sido organizado de forma admirable.
Se puede también transformar la situación de servicio modificando el com-
portamiento del personal en su relación con la clientela y crear así un clima más
favorable a la participación del cliente y a su evaluación global del servicio. Los
únicos ejemplos que se pueden citar hoy en día son experiencias realizadas por
investigadores. Por ejemplo, establecer un contacto visual o hasta físico puede
tener efectos positivos sobre la aceptación por el cliente de las características del
proceso de realización del servicio6 •
1
cliente. En efecto, si siempre hay participación del cliente en la realización
del rv1·c1·0 éste puede ser muy pasivo, como contentarse con esperar o sorne-
de se las directivas
' · muy act1vo,
del personal, o al contrano, · como e1 ut11zar
·1·
tersecajero
a . · . · di ó ·
automát1co o e1 part1c1par activamente en un agn suco m 1co. éd ·
~ilizando estos dos ejes cliente dominante-cliente dominado y cliente pasivo-
tiente activo, se tiene el posicionamiento de algunas actividades de servicio en
~a Figura 2.2 que van a servir. de ejemplo para explica~ la relación entre pa~~ci-
ación y dominación. Los clientes de un hotel de lUJO están en una posiCión
~ominante, sancionada por el precio de la prestación, pero también por el apre-
suramiento, o la obsequiosidad del personal en satisfacer la menor de sus necesi-
dades. Esto conlleva una gran pasividad de la clientela dominante que es carac-
terística de las organizaciones tradicionales de servicio que se desarrollaron en
una época en la que los servicios eran un lujo reservado a una élite.
Participación Participación
pasiva activa
r----------~-------~
Cliente Hotel de Visitas autoguladas
dominante lujo de museos
Cafeterías
Pueblos de vacaciones
Zona
conflictiva
portamiento del personal en contacto (la poca prisa de algunos cirujanos en dar
informaciones acerca de su intervención, la poca voluntad de muchos mecáni-
cos para explicar la naturaleza de la avería a su clientela femenina) o con las
tradiciones de la profesión (la prosa de las profesiones judiciales y la de los
contratos de seguro).
En este campo, la empresa debería tener una política de equilibrio, ni cliente
dominante, ni cliente dominado, una relación equilibrada entre las dos partes.
Las grandes redes de servicio que trabajan al mismo tiempo varios segmentos
prioritarios pueden tener a la vez clientes dominantes y clientes dominados. A
menudo sólo se ven los primeros, que influyen exageradamente la elaboración
de las nuevas políticas.
Por lo que se refiere a la participación, la tendencia no está en buscar un
equilibrio entre pasivo y activo. Se fomenta la participación activa del cliente,
como hemos visto, tanto por razones económicas como de marketing. La parte
izquierda de la Figura 2.2 tiende a vaciarse, pero siempre quedarán consumido-
res pasivos que quieren ser atendidos, y que desean ser dominados.
No todo el mundo está dispuesto, en un parque natural, a efectuar por sus
propios medios un recorrido guiado, ayudándose de las marcas y símbolos que
jalonan la pista y buscando en un manual todas las explicaciones que se refieren
a la fauna y la flora de los alrededores. Esta forma de actividad de visita -que
puede ser trasladada a los museos- da a algunos la libertad de movimiento que
no tendrían con un guía y otros visitantes. Se ven así liberados de cierto número
de restricciones y pueden dominar la situación de servicio en la que se encuen-
tran.
Así es como, gracias a la participación activa en la realización del servicio,
se puede transformar un cliente dominado en cliente dominante. Es revelador
que los programas que se esfuerzan en modificar la relación de dominación
entre paciente y médico se proponen dar a los enfermos un papel más activo.
Esta modificación de la naturaleza de la participación tiene a la fuerza una
gran incidencia sobre la servucción. Ya es difícil en el ámbito de un mismo
servicio dirigir al mismo tiempo clientes dominantes y dominados. Es imposible
mezclar clientes pasivos y clientes activos, se necesitan dos servucciones especi-
ficas. Por ejemplo, los hipermercados están muy atentos, si venden queso al'
detalle o frutas y verduras tradicionalmente, de tener un surtido ya empaqueta-
do en auto-servicio. Y hay que evitar atascos debidos a la promiscuidad excesi-
va de los dos métodos.
Por último hay una cohabitación que se hace mal, es la que existe entre el
cliente dominado y el cliente activo. Está desaconsejada. Un cliente que acepta
participar activamente en la realización del servicio no va a soportar durante
mucho tiempo estar dominado por la empresa de servicio. Existe una zona
conflictiva a la que se acercan peligrosamente algunas actividades de servicio.
Lo que más se aproxima a esta zona peligrosa, es el transporte aéreo nacional,
que domina al cliente a la vez por el monopolio y por el saber-hacer técnico, y
que a la inversa de los vuelos largos pidió hace mucho tiempo a los pasajeros
que se hicieran cargo de ellos mismos. En el ámbito del Mercado Común, el
monopolio se acabará algún día y esto creará una interesante situación de mar-
keting para observar.
40 Servucción
Cuadro 2.1. Las formas de participación del consumidor y sus puntos de aplicación
8 «How are clients integrated into service organizations?», in Organizations and clients. Merrill.
1970 p. 1-16.
-... ----
42 servucción
d. rsidad de las reacciones debe ser resuelta para que la empresa dirija
Est~ . tve "ón ·Se trata de algo casual? O podemos intentar comprender las
rt c paCl • il . .
la pa 1 1 ción de unos, la pasividad de otros, construyendo tndtcadores que
ganas de acuenta el carácter interactivo del proceso de servicio. Con el apoyo de
t engan en ede servicio importantes, un programa de tnvesttgact
· · "6 n h a pennt"t"d
1 o
9
empresasrY controlar las dimensiones de la participación •
detecta
9 Eric Langeard, John E.G. Bateson, Christopher H. Lovelock y Pierre Eiglier, Services marketing:
new insights from consumers and managers, Marketing Science Institute, Cambridge, Mass., 1981.
La gestión de la participación del cliente 43
Los consumidores pasivos tienen una percepción aguda del esfuerzo que
deben hacer en una situación de servicio. Si el método que se les propone es
más participativo, lo asocian, bien a un esfuerzo físico mayor -tal es el caso
del auto-servicio-, bien a u~ esfuerzo intelectual más intenso -ejemplo del
autómata bancario 11 - . La percepción del riesgo es tomada en cuenta en marke-
10 John E.G. Bateson, «Perceived control and the service encounten> in J. Czepiel, M. Solomon
y C. Surprenant (eds.), The service encounter, Lexington Books, 1985.
11 John E.G. Bateson y Eric Langeard, «Consumer uses of common dimensions in the appraisal
of services», in Association for Consumer Research, Proceeding of the 12th Annual Conference, 1981.
44 Servucción
ting desde hace más de 25 años 12• Es una dim~nsión cuya i~~ortanc~a no d~be
sorprender, ya que son numerosos los consumidores de_servt~to que ttenen dtfi-
. cultades en apreciar directamente el resultado. Su sattsfacct~n depe~derá por
tanto del paso sin obstáculos de algunos puntos de referencia que Jalonan el
proceso de realización del servicio. Si se cambia el método para hacerlo más
participativo, puede mejo_rarse el resultado del servi~io, pero e~ un primer. mo-
mento el cliente ha perdido sus puntos de referencia y es lógico que el nesgo
percibido aumente. En este caso, se trata muy secundariamente del riesgo finan-
ciero, y mucho más del riesgo de resultado o del riesgo psicol~g~co.
Cuando se les propone elegir entre un método de auto-servtcto y un método
tradicional los clientes pasivos rechazan el primero. Si se les pregunta cuáles son
las diferencias entre estos dos métodos en términos de resultado, no ven ningu-
na. Podrían haber encontrado diferencias en detrimento del método auto-
servicio. No es el caso. La empresa de servicio debe pues trabajar para hacer
aparecer diferencias positivas partiendo de una situación de indiferencia cuan-
do se podían temer convicciones muy fuertes en el caso de esos clientes pasivos.
12 R.A. Bauer, «Consumer behaviour as risk taking in dynamic marketing for a changing world)).
in R.S. Hancock (ed.), AMA Proceedings, 1960, p. 389-398.
La gestión de la participación del cliente 45
Después de haber comprobado que los tests daban resultados positivos, hay
que construir un argumento adaptado a las características del segmento que se
considera. Hablar de educación del personal significa en realidad obtener la
aprobación del personal en contacto realizando los tests con su cooperación,
recogiendo sus observaciones y construyendo el argumento con él. Es realizar lo
que se denomina marketing interno que será abordado más en detalle en el
capítulo dedicado a la gestión de las redes. En el ejemplo de la bolsa-comida de
Air France, estaba claro que el personal de a bordo no era favorable a la opera-
ción y daba fácilmente la razón a los pasajeros que se quejaban. No se puede
proceder de esta forma sin poner en juego la credibilidad de la empresa y la
calidad de su imagen de marca. El personal en contacto puede tener buenas
razones para no fiarse de las consecuencias de un crecimiento de la participa-
ción activa del cliente en la realización del servicio. Si no se puede evitar esta
desconfianza, la gestión de la participación será finalmente un fracaso.
Cambiar el comportamiento del cliente pidiéndole que acepte más cosas a
su cargo necesita, paradójicamente, durante un periodo transitorio la «sobre»-
asistencia al consumidor. Esto conllevará sin duda un hinchamiento de los gas-
tos de personal cuando se desea generalmente lo contrario. El personal. debe
estar especialmente entrenado para asistir al cliente, contestar a sus preguntas,
hacer las tareas con él, animarlo a hacerlas solo. Para la apertura de sus prime-
ros supermercados, cuando el auto-servicio era una novedad en Francia, la so-
ciedad Casino colocaba a la entrada de la tienda durante varias semanas un
equipo que daba un carro a los consumidores.
A primera vista era una curiosa introducción al auto-servicio. Casino tenía
razón. Ayudaba al cliente a tomar una costumbre que ahora se ha convertido
en un reflejo. ¿Cuántos consumidores que poseen una tarjeta de banco nunca
han tenido una demostración del funcionamiento de un cajero automático? Esta
educación del cliente frente a los métodos realizados más participativos cuesta
dinero y debe ser objeto de una previsión presupuestaria.
Hay que tener presente que la gestión de la participación no consiste en
deshacerse de una tarea, o hasta de un trabajo fastidioso. Junto a la participa-
ción física, se desarrolla la participación intelectual y sobre todo afectiva, se
aplica el concepto de compromiso recíproco. Está claro que existen numerosos
obstáculos.
Está la falta de interés en el desarrollo progresivo del conocimiento que se
tiene del cliente. Está la fascinación por los procedimientos técnicos que se
convierte en acaparamiento cuando están mal dominados. Está la indiferencia,
que puede llevar hasta el desprecio, para los procesos relacionales (no se organi-
za... es una cuestión de feeling).
Está difundida la convicción de que el cliente individual es enriquecedor y
que la masa de clientes es gastadora (los «Parisienses», los clientes de agosto,
los del sábado... ). Existe el desconocimiento de los efectos positivos sobre la
calidad del servicio de un comportamiento colectivo activo (empresa+ cliente).
Están los daños del monopolio, sea de hecho o de derecho, sobre la calidad del
48 Servucción
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