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• Nombre: Katheline López Iñiguez

• Grupo: 6 C2

• Trabajo: 5 (Constructivismo)

• fecha de entrega: 8/marzo/2023


Resumen/ Abstract

La construcción del universo condensa una serie de reflexiones acerca de los nuevos modelos
de conocimiento que impregnan las ciencias de estos tiempos posmodernos. Por lo tanto, en su
desarrollo se recorren las corrientes del Constructivismo, la Cibernética y la Teoría General de
los Sistemas, que se articulan en todo un complementario, centrándose en la pragmática de la
comunicación humana. El libro intenta articular cómo se construye el universo personal, partiendo
desde las vertientes epistemológicas de la estructuración de la realidad hasta la elaboración de
la misma como acto constructivo en el ámbito de la psicoterapia. La construcción del universo
aporta diferentes ejemplos de la vida cotidiana y de la psicoterapia y a la vez encuentran su
convergencia con la epistemología.

La construcción del universo Pág. 23_37

Resultaría difícil imaginar una meta tras la cual la humanidad ha empleado más
pensamientos, sueños, palabras, esfuerzos desesperados, guerras y revoluciones, que el logro
de la felicidad. Uno debe suponer que ellos solamente entrevistaron a 289 personas, puesto que
escasamente pueden encontrarse dos seres humanos que estuvieran de acuerdo finalmente en
qué se supone que es la felicidad. Pero este no es el único problema con esta naturaleza tan
difusa. Lo verdaderamente asombroso es que entonces no sospechamos que debe haber algo
equivocado acercade la idea que poseemos de la felicidad que algo nos decepciona, o que
todavía no buscamos la felicidad.
No cabe duda que si lo pensamos un poco la experiencia muestra que lo que hacemos para
perfeccionar las cosas, para lograr la felicidad, puede ser la causa de nuestra
infelicidad. Cuando todos entiendan la bondad de ser bueno, entonces la maldad existe. Cuando
comenzamos a observar estos mecanismos, caemos en la cuenta que su importancia y sus
efectos van más allá de nuestras vidas individuales y amenazan la supervivencia del planeta.

Nuestro mundo se ha vuelto tan complejo que no logramos escapar del mismo
resultado, recurriendo a soluciones similares que surgen de nuestro sentido común durante
mucho tiempo. Atrás quedaron los días en que la naturaleza absorbía pacientemente nuestros
desechos y venenos, y era ella misma la que los purificaba. Los viejos intentos por solucionar
problemas han alcanzado los límites de la inefectividad. En vez de buscar nuevas técnicas de
cambio, continuamos aplicando la desastrosa receta de hacer más de lo mismo -un modo seguro
de suicidio, como la ciencia de la evolución lo muestra convincentemente.

Otro ejemplo que puede explicar esta idea es aquel tipo especial de sabiduría que ha salido a la
superficie una y otra vez en el curso del milenio en incontables historias, fábulas, mitos y otros
relatos del género.

Habiendo dicho esto, se subió a su camello y se fue. En conclusión, necesitamos una nueva
ciencia del cambio, que sea capaz de producir un giro, no sólo en las formas de abordar un
problema en particular, sino también que resulte efectiva en el tratamiento del fenómeno como
tal. Dentro del contexto filosófico, se ha empleado el término epistemología para hacer referencia
a un conjunto de técnicas analíticas y críticas, que definen los límites de los procesos de
conocimiento. La estructura de conocimiento de todo organismo puede verse como su modelo
del mundo y como marco de referencia de su conducta.

La organización del modelo del mundo depende de la comunicación que tenga un individuo con
su ambiente, es decir, de las estructuras y condiciones dadas de ese mundo y el potencial del
organismo para percibirlas. De acuerdo con este planteamiento es imposible que un sujeto no
posea epistemología. En tal caso podríamos afirmar que ese individuo no es consciente de cómo
desarrolla su proceso cognitivo -la construcción del mundo- y esta falta de conciencia puede
llevarle al caos, aseverando su verdad como irrebatible y rigidizando la estructura de su sistema
de interacciones. Estos estudios llevados al plano de investigación en la terapia familiar se
centran en la relación entre los fenómenos de interacción de la familia y los actos perceptivos
erróneos que llevan a errores epistemológicos.
Es factible pensar la epistemología colocándola en un meta nivel, como paradigma de
paradigmas, «como reglas usadas en el pensamiento de grandes grupos de personas para
definir la realidad», según A verswald , mientras que un paradigma se definiría como un
subconjunto de reglas que definen un fragmento de la realidad. La epistemología - como forma
de conocimiento- sería un suprasistema, un paradigma más abarcativos. Acerca del término
paradigma, dice Kuhn que se trata de una realización científica universalmente reconocida, que
durante un determinado período proporciona un modelo de solución sobre ciertos problemas a
una comunidad científica. En su investigación, el autor evidencia que el impacto de una variable
epistemológica que se presenta como alternativa frente a una constante -el paradigma- , que se
sostuvo tal vez durante siglos, inevitablemente da como resultado una crisis de las reglas que
regían el conocer hasta el momento.

Por lo tanto, siempre después de un determinado descubrimiento, se transita por un período de


asimilación de la variable incorporada al sistema. La historia de los cambios de paradigmas en
la ciencia revela que los científicos se encontraban en condiciones de explicar un espectro más
amplio de fenómenos naturales, y aún con mayor precisión aquellos que ya eran patrimonio de
su conocimiento. Este avance sólo pudo lograrse descartando los significados, valores, creencia
Y metodología, previamente aceptados por el paradigma anterior, reemplazándolos por nuevos
conocimientos. P Kuhn los descubrimientos no son las únicas fuentes de cambios de
paradigmas, sino que también existe una serie e de elementos que coinciden en los factores
constitutivos de una crisis del conocer.

Se considera también que la percepción es una anomalía cobra un papel relevante en la aparición
de nuevos tipos de fenómenos. No obstante, a pesar de que el sistema percibe dicha
anomalía, ésta puede permanecer durante mucho tiempo solamente señalada, mientras persiste
el modelo de conocimiento instaurad~ como paradigma, afectando paulatinamente a diversos
puntos del sistema, que se resiste al cambio de modelo epistemológico.

Esto nos lleva al fracaso, dicho fracaso conduce a la búsqueda de otras nuevas percepciones. Si
establecemos un paralelismo con la familia o la sociedad, ante la posibilidad de percibir una
disfunción, que activa la marcha de mecanismos de cambio, o se revisan las reglas del
paradigma que se venían instrumentando y se producen modificaciones, reacomodándose a una
nueva dinámica del sistema, o se desarrollarán mecanismos de resistencia al cambio y por ende
se perpetuará la dinámica del sistema, fortaleciendo la utilización de sus reglas tradicionales.
En cambio, el paradigma de Ptolomeo, explica que La dificultad radica en que una vez que se
ha alcanzado el status de paradigma, o sea, que se ha instaurado un código reglado y
sistematizado, una teoría científica puede mostrar su invalidez únicamente cuando se encuentra
un candidato alternativo para que ocupe su lugar. Esto quiere decir que la decisión de rechazar
y acordar un cambio de paradigma implica siempre, y de forma simultánea, la decisión de adoptar
otro y el juicio que conduce a esta decisión emerge de la comparación de ambos modelos.
Los modelos están determinados, como emergentes de variables que regulan los distintos
contextos, por factores que van desde lo social, lo político y lo económico hasta lo cultural. Son
estos factores los que crean el territorio para fundamentar y poner en crisis los paradigmas
reinantes.

Breve historia de la Tierra Pág. 15_16 II

Para emprender los primeros pasos en lo que se refiere a la comprensión de la organización del
ser vivo, veremos primero cómo su materialidad nos puede servir como guía para llegar a
comprender cuál es su clave fundamental. Nuestro Sol es una de varios millones de otras
estrellas que conforman estas estructuras multifacéticas que son las galaxias. Cuando se
equilibran ambos procesos, la estrella entra en lo que se llama su «secuencia principal», vale
decir, su curso de vida como estrella individual. Durante este período, la materia que ha sido
condensada es gradualmente consumida en reacciones termonucleares durante un período de
alrededor de ocho mil millones de años.

Primero la estrella se convierte en un gigante rojo, luego en una estrella que pulsa, y
finalmente, transformándose en una súper-nova, explota en un verdadero estornudo cósmico en
el que se forman los elementos pesados. Lo que queda de materia en el centro de la estrella se
colapsa en una estrella más pequeña de densidad muy alta llamada un enano blanco. Nuestro
Sol está en un punto más o menos en el medio de su secuencia principal, y se espera que siga
irradiando por al menos tres mil millones de años más, antes de consumirse. Ahora bien, en
muchos casos, durante esta transformación de una estrella, ésta agrupa a su alrededor un halo
de materia que gira en torno a ella y que ella capta del espacio interestelar, pero que depende
energéticamente del curso de transformaciones de la estrella.

Según los geofísicos, la Tierra tiene al menos cinco mil millones de años y una historia de
incesante transformación. Si fuéramos visitantes de hace cuatro mil millones de años y nos
paseáramos sobre la superficie de la Tierra, nos encontraríamos con una atmósfera constituida
por gases como metano, amonio, hidrógeno y helio.

Pag 28_32

ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA

Se entiende por organización a las relaciones que deben darse entre los componentes de algo
para que se lo reconozca como miembro de una clase específica. Se entiende por estructura de
algo a los componentes y relaciones que concretamente constituyen una unidad particular
realizando su organización. Así, por ejemplo, en el excusado la organización del sistema de
regulación del nivel de agua consiste en las relaciones entre un aparato capaz de detectar el
nivel de agua, y otro aparato capaz de cortar el flujo de entrada de agua. El reconocer que lo que
caracteriza a los seres vivos es su organización permite relacionar una gran cantidad de datos
empíricos sobre el funcionamiento celular y su bioquímica.

Desde nuestro punto de vista, en cambio, esa pregunta se transforma en un hilo guía que nos
permite ver que, para comprender la autonomía del ser vivo, debemos comprender la
organización que lo define como unidad. Esto porque es el dar cuenta de los seres vivos como
unidades autónomas lo que permite mostrar cómo su autonomía, usualmente vista como algo
misterioso y elusivo, se hace explícita al señalar que lo que los define como unidades es su
organización, y que es en ella donde simultáneamente se realizan y especifican a sí mismos.

La evidencia de que una unidad tiene exactamente esas características se encuentra al mirar
todo lo que sabemos sobre metabolismo y estructura celular en su mutua interdependencia. El
que los seres vivos tengan una organización, naturalmente, no es propio de ellos, sino común a
todas aquellas cosas que podemos investigar como sistemas. Sin embargo, lo que es peculiar
en ellos es que su organización es tal que su único producto es sí mismos, donde no hay
separación entre productor y producto. El ser y el hacer de una unidad son inseparables, y esto
constituye su modo específico de organización.

La organización autopoiética, como toda organización, puede ser satisfecha en particular por
muchas clases diferentes de componentes. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que, en el
ámbito molecular del origen de los seres vivos terrestres, sólo algunas especies moleculares
deben haber poseído las características que permitieron constituir unidades autopoiética,
iniciando el devenir estructural al que nosotros mismos pertenecemos.

Las moléculas que forman las láminas de mica, por ejemplo, forman barreras demasiado rígidas
en sus propiedades para permitir que ellas participen como tales en unidades dinámicas en
continuo y rápido recambio molecular con el medio. La aparición de estas unidades sobre la
superficie de la Tierra marca un hito en la historia de este sistema solar.

La formación de una unidad determina siempre una serie de fenómenos asociados a las
características que la definen, lo que nos permite decir que cada clase de unidades especifica
una fenomenología particular. Así, las unidades autopoiética especifican la fenomenología
biológica como la fenomenología propia de ellas con características distintas de la fenomenología
física. Los cambios que ocurran en ella a consecuencia de esa interacción van a ser aquéllos
determinados por su propia estructura como unidad celular. Por lo tanto, en la medida en que la
organización autopoiética determina la fenomenología biológica al realizar a los seres vivos como
unidades autónomas, será fenómeno biológico todo fenómeno que involucre la autopoiesis de al
menos un ser vivo.

Predictibilidad y sistema nervioso VI 81_95

Como hemos visto ya, sólo podemos generar una explicación científica en la medida en que
tratemos el fenómeno que nos interesa explicar cómo resultante del operar de un sistema
determinado estructuralmente. Hablamos de predicción cada vez que, después de considerar el
estado presente de un sistema cualesquiera que observamos, afirmamos que habrá un estado
consecuente en él que resultará de su dinámica estructural y que también podremos
observar. De esto se sigue que la predictibilidad no es siempre posible, y que no es lo mismo
afirmar el carácter estructuralmente determinado de un sistema, que afirmar su completa
predictibilidad. Porque como observadores podemos no estar en condiciones de conocer lo que
es necesario conocer en el operar de un cierto sistema para que una afirmación predictiva sea
posible en él.
Así hay fenómenos como la turbulencia, para la que ni siquiera tenemos elementos que nos
permitan imaginar un sistema determinista detallado que le dé origen. Lo que vemos como
azaroso, nos revela como observadores incapaces de proponer para ello un sistema explicativo
científico. Guardar estas condiciones in mentís es particularmente importante cuando nos
ocupamos de estudiar qué ocurre con la ontogenia de aquellos organismos multicelulares
dotados de sistema nervioso, a los cuales habitualmente atribuimos un dominio conductual muy
vasto y muy rico. Y esto porque ya aún antes de que hayamos hecho explícito qué queremos
decir al hablar de sistema nervioso, podemos estar seguros de que éste, como parte de un
organismo, tendrá que operar en él contribuyendo momento a momento a su determinación
estructural.

Dotados o no de un sistema nervioso, todos los organismos, incluidos nosotros, funcionan como
funcionan y están donde están en cada instante, como resultado de su acoplamiento
estructural. Para entender esta pregunta mejor, necesitamos examinar más de cerca el operar
mismo del sistema nervioso con toda la riqueza de los dominios de acoplamiento estructural que
su presencia hace posibles.

En esto la conducta del sapo es notoriamente precisa, y el observador ve que la dirección en que
lanza su lengua siempre apunta hacia la presa Con un animal como el sapo, es posible, sin
embargo, hacer un experimento muy revelador. Al animal así operado, se lo deja completar su
desarrollo larval y metamorfosis hasta convertirse en adulto. Tomamos ahora nuestro sapo-
experimento y le mostramos un gusano cuidando de cubrir su ojo rotado. La lengua sale y vemos
que hace un blanco perfecto.

Ahora repetimos el experimento, esta vez cubriendo el ojo normal. En este caso, vemos que el
animal tira la lengua con una desviación exacta de 180 grados. Es decir, si la presa está abajo y
al frente del animal, como sus ojos miran un poco hacia el lado, éste gira y tira la lengua a lo que
era atrás y arriba. El animal lanza su lengua como si la zona de la retina donde se forma la
imagen de la presa estuviese en su posición normal.

Este experimento revela de una manera muy dramática que para el animal no existe, como para
el observador que lo estudia, el arriba o el abajo, el adelante o el atrás referidos al mundo exterior
a él. Lo que hay es una correlación interna entre el lugar donde la retina recibe una perturbación
determinada, y las contracciones musculares que mueven la lengua, la boca, el cuello y, en
último término, todo el cuerpo del sapo. En un animal con el ojo rotado, al poner la presa abajo y
adelante, hacemos caer una perturbación visual arriba y atrás, en la zona de la retina que
habitualmente está ubicada adelante y abajo. Para el sistema nervioso del sapo, esto
desencadena una correlación senso-motora entre posición de la retina y movimiento de la
lengua, y no una computación sobre un mapa del mundo, como podría parecer razonable para
un observador.

Este experimento, como muchos otros que se han realizado desde los años cincuenta, puede
ser visto como evidencia directa de que el operar del sistema nervioso es expresión de su
conectividad o estructura de conexiones, y que la conducta surge según el modo como se
establecen en él sus relaciones de actividad internas. El corderito crece, camina, sigue a su
madre y no revela nada diferente hasta que observamos sus interacciones con otros corderos
pequeños. No podemos dar una respuesta en detalle de lo ocurrido, pero sabemos, por todo lo
que hemos visto hasta aquí en este libro, que la dinámica de estados del sistema nervioso
depende de su estructura. Por lo tanto, también sabemos que el que este animal se comporte de
manera diferente, revela que su sistema nervioso es diferente del de los otros como resultado de
la deprivación materna transitoria. En efecto, durante las primeras horas después de nacer al
corderito su madre lo lame persistentemente, pasándole la lengua por todo el cuerpo. Estas
interacciones se revelan en el experimento como decisivas para una transformación estructural
del sistema nervioso que tiene consecuencias aparentemente muy remotas del simple
lengüeteo, como es el jugar. Todo ser vivo comienza su existencia con una estructura unicelular
particular que constituye su punto de partida. Por esto la ontogenia de todo ser vivo consiste en
su continua transformación estructural, en un proceso que, por un lado, ocurre en él sin
interrupción de su identidad ni de su acoplamiento estructural a su medio desde su inicio hasta
su desintegración final, y por otro lado, sigue un curso particular seleccionado en su historia de
interacciones por la secuencia de cambios estructurales que éstas han gatillado en él.

Como en el ejemplo de la rana, es un caso que nos parece muy evidente, porque tenemos
acceso a una serie de interacciones que podemos describir como «selectoras» de un cierto
camino de cambio estructural que en el caso que nos preocupa resultó patológico al compararlo
con el curso normal. El que todo lo anterior de hecho ocurre con nosotros como seres humanos
lo demuestra el caso, dramático, de dos niñas hindúes, que, en 1922 en una aldea bengalí, al
norte de la India, fueron rescatadas del seno de una familia de lobos que las había criado en
completa aislación de todo contacto humano. Al ser encontradas, las niñas no sabían caminar
en dos pies y se movían con rapidez en cuatro.
Al filo de la navaja

La visión más popular y corriente hoy día considera al sistema nervioso como un instrumento
mediante el cual el organismo obtiene la información del ambiente que luego utiliza para construir
una representación del mundo que le permite computar una conducta adecuada a su sobrevivir
en él. Esta visión exige que el medio especifique en el sistema nervioso las características que
le son propias, y que éste las utilice en la generación de la conducta tal como nosotros usamos
un mapa para trazar una ruta. Sin embargo, sabemos que el sistema nervioso como parte de un
organismo opera con determinación estructural y, por lo tanto, que la estructura del medio no
puede especificar sus cambios, sino sólo gatillarlos. Aunque nosotros como observadores, por
tener acceso tanto al sistema nervioso como a la estructura del medio en que éste está, podemos
describir la conducta del organismo como si surgiera del operar de su sistema nervioso con
representaciones del medio, o como expresión de alguna intencionalidad en la persecución de
una meta, estas descripciones no reflejan el operar del sistema nervioso mismo y sólo tienen un
carácter de utilidad comunicativa para nosotros los observadores, y no un valor explicativo
científico.

Nos encontramos, pues, con una gran dificultad y resistencia, porque nos parece que la única
alternativa a la visión del sistema nervioso como operando con representaciones es el caso de
la negación de la realidad circundante. Tenemos que aprender a caminar sobre la línea media, en
el filo mismo de la navaja. En efecto, por un lado, tenemos la trampa de suponer que el sistema
nervioso opera con representaciones del mundo. Y es una trampa porque nos ciega ante la
posibilidad de dar cuenta de cómo funciona el sistema nervioso en su operar momento a
momento como sistema determinado con clausura operacional, como se verá en el capítulo
siguiente.

Por el otro lado, tenemos la otra trampa, la de negar el medio circundante, la de suponer que el
sistema nervioso funciona completamente en el vacío, donde todo vale y todo es posible. Y es
una trampa porque no nos permite explicar cómo hay una adecuación o conmensurabilidad entre
el operar del organismo y su mundo. Desde este operar, para la dinámica interna del sistema, el
ambiente no existe, es irrelevante. Por otro lado, también podemos considerar a una unidad en
sus interacciones con el medio y describir su historia de interacciones en él.

Para esta perspectiva en la que el observador puede establecer relaciones entre ciertas
características del medio y la conducta de la unidad, la dinámica interna de ésta es
irrelevante. Ninguno de estos dos posibles dominios de descripción es problemático en sí, y
ambos son necesarios para satisfacer nuestro sentido de cabal entendimiento de una unidad. Al
mantener limpia nuestra contabilidad lógica, esta complicación se disipa, nos hacemos cargo de
estas dos perspectivas y las relacionamos en un dominio más abarcador que nosotros
establecemos. Así no necesitamos recurrir a las representaciones, ni necesitamos negar que el
sistema opera en un medio que le es conmensurable como resultado de su historia de
acoplamiento estructural.

Imaginemos a un sujeto que ha vivido toda su vida en un submarino y que, no habiendo jamás
salido de él, ha recibido un entrenamiento perfecto de cómo manejarlo. Ahora, nosotros estamos
en la playa y vemos que el submarino se acerca y emerge grácilmente a la superficie. Yo no he
realizado maniobra alguna, y que, además, me hables de un submarino, me parece casi una
burla. Para el hombre en el interior del submarino, sólo existen las lecturas de los
indicadores, sus transiciones, y las maneras de obtener ciertas relaciones específicas entre ellas.

Sólo para nosotros afuera, que vemos cómo cambian las relaciones entre el submarino y su
ambiente, existe la conducta del submarino, y ésta puede aparecer más o menos adecuada
según las consecuencias que tenga. Si hemos de mantener la contabilidad lógica, no debemos
confundir el operar del submarino mismo, su dinámica de estados, con sus desplazamientos y
cambios de posición en el medio.

constructivismo y psicoterapia. Págs. 29-89

Bases meta-teóricas de la epistemología constructivista

Por una parte, la visión multidisciplinar aporta una perspectiva muy amplia del proceso del
conocimiento. Esta visión engloba desde el conocimiento profundo de la materia a nivel
subatómico, hasta los procesos históricos que rigen el funcionamiento científico-social de las
ciencias, pasando por los circuitos informativos recurrentes y el funcionamiento autoorganizado
de los seres vivos. Esta fundamentación meta-teórica tiene como objetivo insertar la propuesta
constructivista para la psicología y la psicoterapia en el contexto de la historia de las ideas, en el
del conocimiento de la materia, los seres vivos, los sistemas informacionales, y el desarrollo
general de la ciencia. En esta sección se describen varias áreas en las que resulta de aplicación
y de las que se nutre en el proceso dialéctico de elaboración de una metateoría del conocimiento.

La respuesta, en síntesis, es que nuestro conocimiento es una construcción de la realidad, y que


esta construcción es, a su vez, construida. Ya los sofistas presocráticos, con Gorgias a la
cabeza, creían que era imposible el conocimiento de la realidad y que, por tanto, sólo podrían
formarse opiniones mejores o peores de las cosas. Sabido es que Platón tuvo que recurrir a las
ideas innatas y preexistentes para justificar el conocimiento y que Aristóteles basó la probabilidad
de descubrir la sustancia de las cosas en la lógica y la concepción hilemórfica de la realidad. Vico
y Berkeley es que Vico considera el conocimiento racional del hombre y el mundo de la
experiencia racional, como productos simultáneos de la construcción cognitiva.

Así, el conocimiento es conciencia operativa de nuestro mundo experiencial. Kant quería


demostrar la validez del conocimiento humano con total independencia de cualquier dato
empírico sobre la formación de hábitos humanos, en contraposición al empirismo escéptico de
Hume. Los filósofos empiristas precedentes daban por supuesto que los hombres alcanzan el
conocimiento porque los objetos se imponen por sí mismos al entendimiento, que se conforma a
ellos. Sólo así puede el conocimiento humano ser salvado del escepticismo.

Estamos dotados de ciertas cualidades perceptivas y cognitivas que se imponen a la experiencia


para crear los objetos de conocimiento sobre los que la ciencia formula proposiciones
fenoménicamente verdaderas, aunque no sea capaz de decirnos nada de su realidad
ontológica. La percepción original que de ellos tenemos constituye el conocimiento fundamental
de los mismos. Fue Bohr quien en 1927 formuló el principio de complementariedad que
trascendió la dualidad onda-partícula afirmando que el comportamiento corpuscular y el
ondulatorio no son propiedades de la luz sino dos representaciones complementarias que
dependen de la interacción con el investigador y su instrumento de medida. Se objetó que si se
proyecta luz a una partícula subatómica su curso puede quedar modificado por el impacto de un
fotón.

Tanto el fenómeno de las propiedades de onda y partícula de la luz como el posterior


descubrimiento de que las partículas subatómicas se manifiestan también dualmente como
ondas o partículas desafían los presupuestos básicos acerca de la realidad y la naturaleza del
conocimiento humano. Si fuera posible, por ejemplo, encontrar una forma de materia que tuviera
manifestaciones simultáneas de onda y de partícula el problema no sería tan chocante. Pero esto
no es posible puesto que los electrones siempre se manifiestan inequívocamente como onda o
partícula dependiendo del montaje experimental que se utiliza para medirlo. Lo más impactante
es que no es el electrón quien «decide» si se manifestará como onda o como partícula sino el
observador.

Erwin Schrödinger desarrolló una compleja ecuación, conocida como función de onda
partícula, para la descripción del comportamiento de las partículas elementales que resultó de
crucial importancia para la física cuántica. Dicha ecuación predice el comportamiento de una
determinada partícula hasta un punto, y a partir de ahí describe dos resultados igualmente
probables para la misma partícula. Sobre el papel, al igual que durante la observación, no puede
encontrarse razón alguna de la conducta variable de la partícula. En el punto en que la ecuación
produce dos resultados igualmente probables la ecuación se bifurca de modo que la partícula
tiene dos comportamientos diferentes en un mismo y único tiempo.

Aportó una nueva ecuación con el fin de desvelar lo presuntamente erróneo de la función de
onda partícula que resultó ser igualmente indeterminista. La ventaja principal de la ecuación de
Schrödinger es que aunque el comportamiento de una partícula es predecible sólo en términos
probabilísticos, sus predicciones para un conjunto de partículas resultan increíblemente
exactas. Puesto que no es fácil encontrar un proceso físico en el que interese predecir el
comportamiento de una partícula de forma exclusiva, la relevancia práctica del carácter
probabilístico de la teoría cuántica es poca

La Cibernética de Primer Orden

En sus formulaciones iniciales la Cibernética se centra primordialmente en el concepto de


retroalimentación negativa como mecanismo fundamental para el mantenimiento del sistema en
sus parámetros básicos de organización. Uno de los conceptos más esenciales de la
Cibernética, ya en estos planteamientos iniciales, es el de información. Los seres vivos, como
sistemas abiertos, no sólo intercambian materia y energía con el medio sino también
información, y a ésta debemos considerarla de forma totalmente aparte de las anteriores ya que
resulta algo esencialmente distinto. La cibernética postula que no es posible realizar un cambio
si no se encuentra un techo de estabilidad, la cual a su vez se basa en procesos de cambio.

Así como la cibernética de primer orden se basó en la premisa del estudio de la realidad
externa, sin referirse a la actividad cognoscitiva que hace posible dicho estudio, la cibernética de
segundo orden se centra precisamente en el rol del observador que construye la realidad
observada. Puede decirse, entonces que esta nueva cibernética trata de las pautas de relación
que se dan en los procesos recursivos de la observación. Desde los planteamientos de la
cibernética de primer orden, los ingenieros solían referirse al estudio de las «cajas
negras», limitándose en gran medida a estudiar la relación entre lo que entra en un sistema y lo
que sale. Dicha relación resultaba ser cibernética cuando el resultado de lo que salía actuaba
sobre el sistema de modo que modificaba las próximas salidas.

Esta cibernética de la cibernética conlleva también la inclusión de otro mecanismo, el «feed-


forward» o alimentación anticipativa. Las consecuencias epistemológicas de esta cibernética de
segundo orden llevan a la postura según la cual la pretensión de «objetividad» es insostenible
puesto que esta presupone una diferenciación entre el observador y lo observado.

La psicología cuenta con dos de los teóricos constructivistas más destacados, Kelly y Piaget. Sin
embargo, la Psicología siempre ha seguido casi con absoluta fidelidad los presupuestos
objetivistas. Y la teoría de los constructos personales de Kelly no se consolidó en el contexto de
la psicología de los años cincuenta, en la que fue propuesta. Y esto se ha hecho más patente a
partir del reconocimiento progresivo del papel activo del individuo en la representación de la
realidad, implícito en la psicología cognitiva.

Ciertamente, la progresiva aceptación del manifiesto conductista de Watson en el primer cuarto


de este siglo marcó un paso definitivo de la psicología hacia la epistemología objetivista. En su
intento por constituirse en ciencia la psicología aceptó los criterios meta-teóricos y metodológicos
imperantes en las ciencias naturales. Pero más paradójico parece aún que el papel otorgado al
observador haga dirigir la mirada de muchos físicos teóricos a los procesos
cognoscitivos, precisamente objeto de estudio de la psicología. En nuestra exposición hemos
dedicado un papel principal a la psicología de los constructos personales de Kelly por varios
motivos.

La teoría de Jean Piaget es un excelente ejemplo del desarrollo de una teoría constructivista del
conocimiento y de la fecundidad teórica. Piaget es la unicidad sujeto-objeto. Para conocer un
objeto, según Piaget, el sujeto debe actuar sobre él y transformarlo. Koplowitz enfatiza este
aspecto de la teoría piagetiana puesto que según él es el hecho de que Piaget entienda el
conocimiento como una construcción basada en las propias estructuras del conocimiento, en
lugar de considerarlo como una copia de la realidad, lo que permite considerar constructivista su
posición epistemológica.

Así, la noción de acción es central en la epistemología de Piaget. Piaget describe la adquisición


del conocimiento como un proceso en el que la acción transformadora y proactiva del sujeto es
fundamental para la integración de los nuevos datos en los esquemas preexistentes. En la teoría
de Piaget, conocer algo es asimilarlo a un esquema, a su estructura de conocimiento. Cuando
en la aplicación de un esquema determinado es necesario efectuar un cambio para ajustarlo a
las particularidades percibidas en la nueva situación, entonces Piaget habla de acomodación.

Bajo el rótulo Psicología cognitiva se han desarrollado una serie de estudios de orígenes, campos
de aplicación y metodología muy distintos. En uno de los libros más influyentes de la naciente
psicología cognitiva titulado precisamente Cognitive Psychology, Neisser desarrolló una
concepción marcadamente constructivista de la actividad humana. Relacionado con los
esquemas, no se puede dejar de mencionar el interés que se ha suscitado desde la Psicología
Cognitiva y la Inteligencia Artificial por los procesos de comprensión de textos escritos.

existe actualmente una tendencia teórica dentro de la Psicología Social que se autodenomina
constructivista. Este movimiento de «constructivismo social», que se halla más cerca de la
etnometodología que de los enfoques puramente experimentalistas, considera el discurso sobre
el mundo no como un reflejo o mapa del mundo sino como un artefacto de intercambio
común. Las formas de comprensión negociadas tienen una significación crítica en la vida
social, al estar conectadas integralmente con muchas otras actividades en las cuales la gente
está implicada. De hecho, Mendelsoh ha argumentado que los supuestos epistemológicos de la
ciencia moderna se desarrollaron en gran parte como un medio para mantener el control social.

El interés se cierne sobre procesos de negociación, resolución de conflictos sociales, y todos


aquellos procesos sociales que hacen posible el consenso social. Pearce y Cronen y su teoría
general de la negociación de la realidad, y los de Adoni y Madane sobre los medios de
comunicación social como forjadores de formas de interpretación de la realidad. Gergen ha
centrado su atención en la forma en que la autodefinición se va moldeando a través del tiempo
de acuerdo con las alteraciones de la situación social. Una mención especial merece las
investigaciones de Averill y Sarbin sobre las emociones, los cuales cuestionan el supuesto de
que las emociones son estados biológicos del organismo e invitan al estudio del significado
histórico-social de dichos estados.

Más allá del ámbito anglosajón, también en la psicología social europea se hace notable la
influencia del constructivismo, especialmente de la mano de la escuela de Ginebra. Doise ha
tratado específicamente este tema, desarrollando las influencias tanto de la Psicología Genética
como de la Cognitiva en el campo social. Consideramos que la posición constructivista conduce
necesariamente a tener en cuenta el contexto social. En definitiva, la construcción de la realidad
se lleva a cabo en un contexto social específico que proporciona una evidencia limitada para la
validación o refutación de las construcciones individuales.

Referencias

Ceberio, M. R.; Watzlawick, P. (1998) La construcción del universo. Conceptos introductorios y


reflexiones sobre epistemología, constructivismo y pensamiento sistémico. Barcelona: Herder.

Maturana, H; Varela, H (2003). El árbol del conocimiento. Las bases del entendimiento
humano. Buenos Aires: Lumen.

Feixas, G. (2000). Constructivismo y psicoterapia. Bilbao: Descleé.

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