Está en la página 1de 2

1

1.- 5.1 LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: ANTECEDENTES Y CAUSAS. BANDOS


EN CONFLICTO Y FASES DE LA GUERRA.

Las causas de la Guerra se producen dentro del proceso general de crisis del Antiguo
Régimen. En 1807, Godoy, primer ministro de Carlos IV, había firmado con Napoleón el Pacto de
Fontainebleau, por el cual se establecía una firme alianza frente a Inglaterra que suponía ceder el
paso a los ejércitos franceses con el fin de ocupar Portugal. Napoleón tenía, sin embargo, un
proyecto más amplio, que consistía en desalojar a los Borbones del trono español y situar en él a uno
de sus hermanos. Con este fin convocó a la familia real española en Bayona, donde obligó a
Fernando y a Carlos a abdicar en su persona, otorgando después el trono español a su hermano José
Bonaparte.
Ante esta situación, en Madrid, el 2 de mayo de 1808, se produjo un amotinamiento contra
las fuerzas francesas ocupantes de la capital. Pocas horas después, el general Murat reprimía la
revuelta fusilando a centenares de paisanos como escarmiento, mientras la Junta de Gobierno, dejada
tras su marcha por Fernando VII, no hacía nada por evitar el castigo. Al conocerse la noticia de las
abdicaciones de Bayona y los sucesos de Madrid, se produjo un gran vacío de poder y la ruptura del
territorio español.

Para controlar la situación, en las regiones no ocupadas por el ejército francés los ciudadanos
más prestigiosos establecieron un nuevo poder, las juntas provinciales, que asumieron la autoridad
en nombre de Fernando VII. Hombres de la aristocracia y el clero, militares y letrados de ideología
dispar componían estos poderes territoriales, que enseguida sintieron la necesidad de superar la
división provincial y establecer un gobierno nacional unitario.
De esta forma, con delegados de las juntas provinciales, entre los que se encontraba
Jovellanos, quedó constituida en Aranjuez (septiembre de 1808), bajo la presidencia del conde de
Floridablanca, la Junta Central Suprema, que tomó para sí los poderes soberanos y se erigió en el
máximo órgano gubernativo. En su lucha contra los franceses, la Junta se veía, pues, empujada a
tomar medidas revolucionarias a pesar del talante conservador de buena parte de sus miembros.
Una pequeña parte de los españoles, los afrancesados (parte de los ilustrados, altos
funcionarios, parte de la alta nobleza) apoyaron la monarquía napoleónica. Napoleón había
convocado Cortes en Bayona (con una pequeña representación de algunas ciudades) para legitimar el
nuevo régimen del rey José, que aprobaron el Estatuto de Bayona (1809). Este Estatuto, que no es
una verdadera Constitución ya que se considera en realidad una Carta Otorgada (surge del propio
Napoleón), pretendía acabar con el Antiguo Régimen: desamortizaciones, desvinculación de
mayorazgos y de las tierras de “manos muertas”, fin del régimen señorial, igualdad jurídica ante los
impuestos y el acceso a los cargos públicos. Abolición de la Inquisición e inicio de la reforma
administrativa.

En junio de 1808, con el doble objetivo de reprimir los levantamientos populares e instaurar
el régimen de José Bonaparte, un ejército de 170.000 hombres se adentró en España, confiando
desplegarse en abanico por todo el territorio y controlar así los centros neurálgicos del país. Pero la
inesperada resistencia de los españoles desbarató, en un primer momento, los proyectos de
Napoleón.
La guerra se desarrolló en tres fases:
- Primera fase: Ocupación de las tropas francesas de los lugares estratégicos (mayo-octubre
1808). Aunque la toma de las ciudades se preveía fácil, Zaragoza y Gerona se resistieron a la
ocupación, produciéndose los sitios o asedios, que duraron varios meses. En el sur, el ejército de
Dupont, encargado de dominar Andalucía, fue derrotado en julio de 1808 en Bailén, primera derrota
en tierra de un ejército de Napoleón. Esto les hizo retroceder hasta el Ebro, y José I abandonó
Madrid y se trasladó a Vitoria.
2

- Segunda fase: Predominio francés (octubre 1808-julio 1812).A partir de entonces, la guerra
adquiere una mayor envergadura, impulsada por el deseo de Napoleón de aplastar de forma
definitiva la resistencia española. Acompañado de sus más prestigiosos generales, el emperador entra
en España (noviembre de 1808) al frente de un ejército de 250.000 hombres. José Bonaparte vuelve
a Madrid mientras la Junta Central debe abandonar la Meseta para buscar refugio en Sevilla y luego
en Cádiz. Solo algunas zonas de la periferia y las áreas montañosas del centro permanecen libres
después de un año de guerra, en la que también se había comprometido Gran Bretaña, deseosa de
frenar a Napoleón.
- Tercera fase: ofensiva hispano-inglesa (julio 1812-1814). Dada su inferioridad militar ante
el ejército invasor, los españoles adoptaron una novedosa forma de combate, la guerrilla, formada
por antiguos soldados del ejército español, voluntarios civiles e incluso bandoleros, que atacaban por
sorpresa al enemigo en acciones rápidas, valiéndose de su conocimiento del terreno y la complicidad
de la población civil. Algunos alcanzaron gran prestigio, como el Empecinado o Espoz y Mina.
En la primavera de 1812, la guerra dio un giro definitivo. Lo que en un principio pareció un
paseo militar se había convertido en un atolladero que obligaba a Napoleón a mantener en España un
importante conjunto de tropas, cada vez más necesarias en el frente de Rusia. La retirada de
efectivos podía llevar a los franceses al desastre, como efectivamente ocurrió en julio de 1812
cuando el general Wellington, al frente de tropas inglesas, portuguesas y españolas y ayudado por las
partidas guerrilleras, derrotó a los franceses en Arapiles, cerca de Salamanca, los expulsó de
Andalucía y entró en Madrid obligando a José I a abandonar la ciudad. Una nueva contraofensiva de
los franceses restableció sus posiciones, pero la victoriosa campaña de Wellington había revelado la
estrategia adecuada para derrotarlos. En la primavera de 1813, el general inglés lanzó de nuevo su
acometida sin que los franceses consiguieran parar su avance. Abandonaron Madrid y llegaron hasta
Vitoria, donde con sus tropas muy diezmadas, sufrieron una grave derrota que se repitió en la batalla
de San Marcial (Irún).
Vencido también en Alemania, Napoleón llegó a un acuerdo con Fernando VII en el Tratado
de Valençay, por el que le devolvió la Corona de España.

Las consecuencias de los levantamientos de mayo de 1808 degeneraron en una guerra (1808-
1813) que se generalizó por todo el territorio español a lo largo de cinco años, dejando un trágico
balance de pérdidas humanas, abandono de tierras, destrucción de caminos, puentes y el expolio y la
destrucción del patrimonio histórico-artístico.
La guerra de la Independencia tuvo carácter nacional y patriótico, se dio una auténtica
revolución, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, el enfrentamiento entre liberales y
absolutistas, la descomposición del Antiguo Régimen y el estímulo a la emancipación de las colonias
americanas. Pero también tuvo un carácter de guerra civil (hubo españoles en ambos bandos) y de
guerra internacional, por la participación en ella de tropas angloportuguesas.
En esta guerra surge un nuevo tipo de militar y guerrillero, decisivo en el futuro acontecer
político.

También podría gustarte