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5.1. La Guerra de la Independencia: antecedentes y causas.

Bandos en conflicto y fases de la


guerra.

1. Antecedentes y causas: Las Relaciones entre España y Francia.


Carlos IV (1788-1808) hombre de débil carácter y poco dotado para las tareas de gobierno, sucedió a su
padre Carlos III, el principal representante del Despotismo Ilustrado en España. En un principio mantuvo
como primer ministro al conde de Floridablanca, pero, por influencia de la reina María Luisa de Parma,
Manuel Godoy (un joven guardia de corps), ascendió al cargo de primer ministro y valido del rey, y sin
duda, fue el verdadero gobernante de España desde 1792 hasta el final del reinado en 1808.
Su reinado estuvo condicionado por el estallido de la Revolución Francesa (1789) que obligó a
replantearse la tradicional alianza con Francia (Pactos de Familia). Tras una primera fase de neutralidad,
en la que se buscó frenar la expansión de las ideas de la Revolución Francesa, se utilizó a la Inquisición y
se prohibió estudiar fuera; se pasó a declarar la guerra a Francia en coalición con otras monarquías
absolutas europeas al ser guillotinado el rey francés (Luis XVI en 1793). Al ser derrotadas las tropas
españolas, Godoy negoció la Paz de Basilea en 1795 (el rey le concedió por ello el título de “Príncipe de
la Paz”) y decide recuperar la alianza con Francia. En 1796 se firmó el primer Tratado de San Ildefonso
por el que España se vinculaba a Francia en una política de colaboración y defensa mutua. Esto implicaba
asumir el enfrentamiento con Inglaterra y Portugal. Napoleón, primero como Cónsul (1800) y desde
1804, como Emperador, inicia la expansión territorial de Francia por el continente europeo y pretende,
en secreto, dominar también España. Napoleón obligó a Godoy a firmar el segundo Tratado de San
Ildefonso (1800), contra Portugal (aliada de Inglaterra). Como consecuencia de ello, España entró en
guerra con Portugal (“Guerra de las Naranjas”) y se anexionó la plaza de Olivenza. Pero la rivalidad con
Inglaterra, a causa de la alianza con Francia, tuvo para España graves consecuencias, como los ataques
ingleses a barcos españoles en el comercio con América y especialmente la estrepitosa derrota de la flota
hispanofrancesa en la batalla de Trafalgar (1805), que supuso el hundimiento de España como potencia
marítima. Además, España sufrió en esos años una crisis económica: mala coyuntura agraria, interrupción
del comercio colonial por la guerra, bancarrota en la Hacienda, descontrol del gasto público, etc., a lo que
se une el desprestigio de Carlos IV y de Godoy al que el pueblo responsabiliza de la situación. A ello se
añaden las intrigas del príncipe heredero, Fernando, que, apoyado por un grupo de nobles, conspira
contra Godoy y su padre para que abdique, (sucesos de El Escorial).

2. La Guerra de Independencia

2.1. Origen y causas.


Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau (1807), por el que se permitía a las tropas
francesas pasar por territorio español para conquistar Portugal, país aliado de Inglaterra y hacer efectivo
el bloqueo continental que formaba parte de la estrategia napoleónica en Europa. A cambio se pactó un
futuro reparto de Portugal en tres partes, de las cuales una sería para los Borbones, otra para Napoleón
y la tercera un principado para el propio Godoy. Mientras las tropas francesas tomaban posiciones en
España (momento en el que Godoy es consciente de los verdaderos planes de Napoleón), la crisis de la
monarquía vivía un episodio decisivo con el motín de Aranjuez (ciudad donde se encontraba la Corte de
camino a Andalucía para huir hacia América) en marzo de 1808. El origen del motín estaba en el partido
que se había formado en torno al príncipe heredero, futuro Fernando VII, opuesto al excesivo poder y
protagonismo de Godoy. Este partido fomentó el descontento entre grupos populares (soldados,
campesinos y servidores de palacio) que fueron quienes protagonizaron el motín, asaltando el palacio.
Carlos IV se vio obligado a destituir a Godoy y a abdicar a favor de su hijo Fernando. El triunfo de
Fernando VII y sus partidarios en el motín de Aranjuez no terminó con la confusión política que vivía
España. En vista de ello, Napoleón llamó a la familia real española a Bayona (Francia) a finales de abril
de 1808. El 2 de mayo de 1808, cuando el resto de la familia real española pretendía abandonar el Palacio
de Real en Madrid en dirección a Francia y media España se encontraba invadida por tropas francesas, se
produjo un levantamiento popular en Madrid (el ejército se mantiene al margen excepto los generales
Daoiz y Velarde que resistieron en el cuartel de Monteleón), que fue duramente reprimido por las tropas
francesas al mando del general Murat (fusilamientos del 3 de mayo). Ese mismo día, el alcalde de
Móstoles, Andrés Torrejón, dictó un bando declarando la guerra a los franceses, numerosos pueblos y
ciudades le siguieron. El desprestigio del valido: Manuel Godoy contaba con la oposición de buena parte
de la nobleza y el clero. Había basado su política en reforzar al gobierno a costa de la nobleza y de la
Iglesia, además en 1798 planteó una primera desamortización eclesiástica para pagar los gastos de las
guerras con Francia e Inglaterra. Estas, además eran consideradas un esfuerzo estéril y que se debían más
al servilismo del valido hacia Napoleón que a los intereses de España. Las periódicas crisis de subsistencia,
ahora más frecuentes (1789, 1801, 1803…) y la subida de los precios agrícolas hasta un 300% fomentaron
el malestar entre la población. El 5 de mayo de 1808 se produjeron las humillantes abdicaciones de
Bayona, Fernando VII devolvía el trono a su padre, Carlos IV, quien renunció a él a favor de Napoleón y
éste, a su vez, cedió la corona a su hermano José Bonaparte que, con el nombre de José I, se convirtió
así en rey de España hasta 1814. Con la ayuda de un grupo de liberales españoles, “los afrancesados”
elaboraron el Estatuto de Bayona (julio 1808), una especie de carta otorgada en la que se ponía en
marcha un programa, mezcla de reformismo ilustrado y constitucionalismo napoleónico, dirigido a acabar
con el Antiguo Régimen en España. José I Bonaparte (“Pepe Botella”) llegó a Madrid y contó con el apoyo
de unos pocos liberales españoles “los afrancesados” entre los que estaban algunos reformistas ilustrados
que vieron en Napoleón y en su hermano la oportunidad de acabar con el Antiguo Régimen. Pronto
empezó la injerencia de Napoleón en las decisiones de su hermano, dictando varios decretos sin consultar
a José I. Pero ni el pueblo ni las clases privilegiadas españolas aceptaron a José I como rey y surgió la
resistencia popular y un poder paralelo, que tenía por objetivo la vuelta de Fernando VII como rey de
España. Hubo que improvisar nuevas formas de organización para hacer frente a una situación totalmente
nueva. Se crearon Juntas que fueron primero locales formadas principalmente por militares, clérigos y
cargos públicos municipales. A su vez, las Juntas locales se integraron en Juntas provinciales, que ejercían
el gobierno en sus respectivas provincias. La necesidad de coordinación propició la creación de una Junta
Suprema Central, que asumió la labor de dirigir la guerra contra los franceses y el gobierno efectivo en
las zonas de España no ocupadas. En 1810 la Junta Suprema Central traspasó sus poderes a un Consejo
de Regencia, que actuaba en nombre del rey Fernando VII y que se estableció en Cádiz, la zona más
segura de la Península por entonces. Este Consejo sería el encargado de convocar las Cortes que el 19 de
marzo de 1812 promulgaron nuestra primera Constitución, la “Pepa”.

2.2. Bandos en conflicto.

Ante la invasión francesa surgieron dos bandos en conflicto:


a. Los afrancesados: quienes vieron en Napoleón y su hermano José I la posibilidad de reformar España.
El pueblo no les entendió y fueron perseguidos. Con este grupo se identificó inicialmente Goya.
b. “Frente Patriótico”: Eran antifranceses y se dividían en:
• Absolutistas o serviles, defensores del absolutismo y la religión católica.
• Liberales, defensores de la Constitución de Cádiz, es decir, defendían la transformación de la España del
Antiguo Régimen en un sistema liberal parlamentario.
• Jovellanistas, una mezcla de ambos. Esperaban que Fernando VII impulsase un programa de reformas
que permitiera la permanencia de la vieja monarquía tradicional junto a la modernización del país.

2.3. Fases de la guerra.

Al conocerse la noticia de los sucesos de Madrid y de las abdicaciones de Bayona, la insurrección se


extendió por todo el territorio español. Era, al mismo tiempo, una guerra contra el invasor y una guerra
civil; en la que, se enfrentaban, por un lado, los territorios ocupados por el ejército francés, que contaba
con el apoyo de los afrancesados y, por otro la resistencia popular, que afirmaba luchar en nombre de
Fernando VII.
Se pueden distinguir tres fases en el desarrollo del conflicto bélico:

o Primera fase (1808): resistencia española durante los meses iniciales de la guerra hasta otoño de 1808.
El avance del ejército francés, muy superior en número, es dificultado por la fuerte resistencia de la
población, lo que complicó los planes de Napoleón. Destacan los sangrientos sitios (asedios) de Zaragoza
(Agustina de Aragón) y Gerona (Álvarez de Castro), ciudades que se resistieron a la ocupación,
inmovilizando a parte del ejército francés durante meses y la inesperada victoria del ejército español
dirigido por el general Castaños en la batalla de Bailén (julio de 1808), que impidió la ocupación francesa
de Andalucía. Era la primera derrota del ejército napoleónico en campo abierto y creó tal alarma que José
I abandonó Madrid y huyó al norte, a Vitoria.
o Segunda fase (1808-1812): en noviembre de 1808 Napoleón decidió dirigir personalmente las campañas
militares en España (noviembre 1808 - enero 1809), al frente de la Grande Armée (250.000 hombres).
Ocupó casi toda España y José I se instaló de nuevo en Madrid; sólo quedaron libres algunas zonas como
Cádiz que, ayudada por los británicos, resistían el asedio francés. Napoleón regresó a Francia convencido
de que su poderoso ejército instalado en la Península no tardaría en dominar la situación. Desde el lado
de la resistencia fueron de vital importancia la participación militar de Inglaterra en la contienda a favor
de España y Portugal y las guerrillas (ataques por sorpresa al ejército francés por parte de pequeños
grupos de voluntarios locales, aprovechando su conocimiento del terreno y el apoyo de la población)
como eficaz táctica de lucha contra ejércitos más numerosos y mejor equipados, como el francés. Algunos
dirigentes alcanzaron gran prestigio, como El Empecinado, el cura Merino o Espoz y Mina. La guerra será
en general favorable a los franceses, José I controlaba la mayor parte de España. La Batalla de Somosierra,
significó un punto de inflexión, ya que el ejército francés recuperó Madrid, y destacan también las Batallas
de Uclés y de Ocaña, con las que se abrió paso hacia Andalucía.

o Tercera fase (1812-1814): la situación se invirtió en la primavera de 1812, Napoleón necesitaba


efectivos en el frente ruso por lo que retiró parte del ejército francés en España. El duque de Wellington,
al frente de tropas inglesas, portuguesas y españolas, apoyadas por las partidas de guerrilleros, inició el
avance y después de la victoria de Arapiles (Salamanca, julio de 1812) entraron en Madrid. Tras los
triunfos de Vitoria y San Marcial (1813), Napoleón, incapaz de mantener los dos frentes, pacta el fin del
conflicto. Napoleón firmó el Tratado de Valençay (diciembre de 1813) que ponía fin a la guerra entre
España y Francia y hacía posible el regreso de Fernando VII a España. En 1814 el mariscal Suchet firma el
armisticio. En 1815 Napoleón era derrotado definitivamente en Europa tras la Batalla de Waterloo.

3. Consecuencias de la guerra.

- Pérdidas demográficas: se calcula que hubo medio millón de muertos.


- Exilio de los afrancesados colaboradores, represión en el interior -fusilamientos, venganzas, odio,
revanchismo. Goya, testigo del horror, pintó en 1814 sus dos cuadros de guerra “Los fusilamientos del 3
de mayo” y “El dos de mayo o carga de los mamelucos en la Puerta del Sol” y reflejó los horrores del
conflicto en los grabados de “Los desastres de la guerra”.
- Pérdidas materiales y artísticas incalculables: caminos, puentes, conventos, iglesias, retablos, etc.
fueron destruidos. El país quedó arrasado.
- Grandes pérdidas económicas: destaca el grave deterioro de la industria textil catalana y el mercado
colonial casi perdido. Pero fueron los campesinos quienes soportaron el peso principal de la guerra:
alistamientos masivos, requisas de grano, ruina de cosechas y abandono de zonas de cultivo.
- Ruina de la Hacienda española: se impuso el doble coste de la financiación de la resistencia y de los
impuestos exigidos por el enemigo. Paralelamente al aumento de los gastos, los ingresos cayeron.
- Aparición de un nuevo tipo de militar, liberal, basado en el guerrillero antifrancés.
- En América los grupos criollos se organizan en Juntas y establecen un régimen de autogobierno que está
en el inicio del proceso de emancipación de las colonias que tendrá lugar durante el reinado de Fernando
VII.
- Se produjo una verdadera revolución política liberal, con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
Supuso progresivamente, el paso del Antiguo Régimen a un régimen liberal, con importantes cambios
económicos, la abolición de privilegios de la nobleza y el clero y la aprobación de la primera Constitución
española, que establecía la soberanía nacional y la división de poderes. Bien es cierto, que se trató de una
revolución muy minoritaria pues fue llevada a cabo fundamentalmente, por la burguesía de por sí ya muy
escasa y además en 1814 el nuevo rey decretará la abolición de la Constitución.
5.2. Las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812.
I. Las Cortes de Cádiz. Convocatoria y funcionamiento.
Tras los acontecimientos de 1808 el gobierno de España había quedado en manos de un rey extranjero,
José Bonaparte, y el país estaba ocupado por un ejército invasor. Por ello, el pueblo organizado en Juntas
asume el poder. Las Juntas locales y provinciales enviaron representantes para formar una Junta Central
Suprema que coordinara las acciones bélicas y dirigiera el país durante la guerra. La Junta se reunió en
Aranjuez (25 de septiembre de 1808), aprovechando la retirada momentánea de Madrid de los franceses
tras la derrota de Bailén. La Junta Central, presidida por Floridablanca, contaba con más de una treintena
de miembros, de todas las clases sociales (nobles moderados y eclesiásticos –la mayoría- y un grupo de
ilustrados liberales como Jovellanos). La Junta reconoció a Fernando VII como el rey legítimo de España
y asumió, hasta su retorno, su autoridad. La Junta Central se mostró incapaz de dirigir la guerra y el
Estado, por lo que decidió convocar unas Cortes en las que los representantes de la nación decidieran
sobre su organización y su destino. En enero de 1810 la Junta traspasa sus poderes a un Consejo de
Regencia formado por cinco miembros que se estableció en Cádiz, ciudad libre del dominio francés y
protegida por los buques británicos, mientras se reunían las Cortes. Las Cortes se abrieron en septiembre
de 1810 y el sector liberal consiguió el primer triunfo al forzar la formación de una cámara única, en la
que a cada diputado le correspondía un voto, frente a la tradicional representación estamental. El
Decreto de Constitución de las Cortes ya significó una ruptura con el Antiguo Régimen y la monarquía
absoluta al establecer: la soberanía nacional, de la cual eran los depositarios, la división de poderes y no
reconocer las abdicaciones de Bayona. Las Cortes asumieron el poder legislativo y se plantearon como
objetivo elaborar una Constitución (que será aprobada el 19 de marzo de1812, día de San José, de ahí el
nombre popular que se le dio, La Pepa).

II. Composición social e ideológica de las Cortes.


El proceso de elección de diputados a Cortes y su reunión en Cádiz fueron difíciles. En un país dominado
por los franceses era imposible una elección de representantes y en muchos casos se optó por elegir
sustitutos o diputados entre las personas de cada una de las provincias que se hallaban en Cádiz. La
elección de los diputados se realizó mediante el voto de los varones mayores de 25 años. La composición
social de las Cortes de Cádiz estuvo marcada por la fuerte presencia del clero (1/3 del total), seguida de
abogados, funcionarios públicos, abogados, militares, intelectuales y escasos nobles. Era una composición
mayoritariamente liberal y burguesa que no reflejaba ni representaba la realidad social española, en su
mayoría campesinos, sin educación, ni cultura, alejados de las ideas liberales e influenciados por la
nobleza y la Iglesia. Ideológicamente se distinguían tres grupos:

o Los diputados liberales, que defienden las ideas de la Ilustración y de la Revolución francesa: libertad,
igualdad ante la ley, progreso material, propiedad individual, soberanía nacional, división de poderes y
desaparición de los privilegios. Defienden los derechos de todo individuo y un sistema político
parlamentario con sufragio. Era el grupo con mayor número de diputados.

o Los diputados absolutistas también llamados “serviles”: no desean cambios, ni reformas políticas ni
sociales, solo la vuelta del rey “secuestrado” por Napoleón, la monarquía tradicional (soberanía exclusiva
del rey) y el mantenimiento del Antiguo Régimen.

o Al grupo intermedio se les denominó los jovellanistas, eran los herederos de la Ilustración y de la idea
de hacer las reformas desde arriba. Defendían la idea de una soberanía compartida entre el rey y las
Cortes.

Desde el primer momento los liberales tomaron la iniciativa y pusieron las bases de toda la labor
legislativa posterior.
III. Las Cortes de Cádiz: la Constitución de 1812 y las medidas legislativas.
Las Cortes de Cádiz representaron el primer episodio de revolución liberal en la historia de España, sus
objetivos eran:

a- Elaborar una Constitución donde se reflejasen los principios del liberalismo, será la Constitución
de 1812.
b- Adoptar una serie de medidas legislativas que acabasen con las estructuras del Antiguo
Régimen.

La Constitución de 1812.

Tras año y medio de debates, el 19 de marzo de 1812 fue proclamada la Constitución de Cádiz, la primera
Constitución española. Tiene un Preámbulo, 10 Títulos y 384 artículos (la más extensa de todas) lo que
indica la minuciosidad con la que fue redactada. Entre sus autores, destacan en su elaboración Agustín
Argüelles, Diego Muñoz Torrero y el Conde de Toreno. Fue el resultado de un compromiso entre
absolutistas y liberales, si bien se impusieron en mayor medida los principios liberales. Se trata de una
Constitución liberal y burguesa.

Contenido de la Constitución:

• La soberanía nacional, es decir, la autoridad suprema reside en el conjunto de los ciudadanos y la


expresan sus representantes en las Cortes. Este artículo es el más revolucionario de todos y el que va a
dividir posteriormente a los liberales, pues algunos preferían una soberanía compartida entre la nación y
el rey.

• La Constitución establece una monarquía hereditaria como forma de gobierno, pero constitucional: el
rey ha de firmar y jurar la Constitución lo que limita su poder. Se acaba con el concepto patrimonial de la
monarquía: “la nación española es libre e independiente y no es patrimonio de ninguna familia ni persona”.

• Se establece la separación de poderes:

- El poder legislativo correspondía a las Cortes junto con el rey (el rey podía intervenir en la elaboración
de las leyes a través de la iniciativa y la sanción, poseyendo derecho a veto). Se establecieron unas Cortes
unicamerales elegidas por sufragio universal, indirecto (en 4º grado) y masculino (votan los varones
cabezas de familia para elegir a unos electores, que son los que eligen a los diputados -varones mayores
de 25 años y con un mínimo de renta (censitario)-. De esta forma la burguesía se aseguraba el poder).
Las Cortes poseen amplios poderes: elaboración de leyes, aprobación de presupuestos, mando sobre el
ejército, etc. Se reguló su convocatoria, la duración, etc., lo que aseguraba su independencia respecto al
rey que no podía suspenderlas ni disolverlas.

- El poder ejecutivo queda en manos del rey que nombra a sus ministros. Le correspondía el gobierno y
participaba en la elaboración de las leyes mediante la iniciativa y la sanción, con veto suspensivo
transitorio que paraliza la voluntad de las Cortes por dos años. Su poder era, por tanto, restringido y
controlado por las Cortes.

- El poder judicial queda en manos de tribunales independientes y se establecían los principios básicos de
un Estado de derecho: códigos únicos en materia civil, criminal y comercial, garantías de los procesos...

• Derechos y Libertades: La Constitución no los recoge de forma sistemática. En el artículo 4 los cita sin
concretar que la nación está obligada a conservar y proteger: “la libertad civil, la propiedad y los demás
derechos legítimos de todos los individuos que la componen”. Sin embargo, muchos derechos aparecen
de forma salpicada en otros artículos:

- Se establece la igualdad civil al imponer una ley igual para todos los ciudadanos, excepto para
eclesiásticos y militares.

- Abolición de la tortura.
- Aunque establece el derecho a la libertad de imprenta excluye a los textos religiosos.

- No reconoce la libertad de culto, pues se reconoce como única religión de la nación española “la
católica, apostólica y romana, única y verdadera” (Art. 12) y prohíbe el ejercicio de cualquier otra
religión. Fue una concesión clara del sector liberal a los diputados absolutistas y a los eclesiásticos.

- Se protege la propiedad individual, siguiendo las ideas del liberalismo económico propias de la
burguesía que defiende la igualdad civil pero no económica, y que pretendía acabar con el sistema de
propiedad del Antiguo Régimen.

- Inviolabilidad del domicilio.

- Derecho a la educación, al implantarse una enseñanza primaria pública y obligatoria.

• En otros artículos se recogía la reforma de los impuestos, la creación de un ejército nacional, el servicio
militar obligatorio, la elección de los cargos municipales, y la creación de una Milicia Nacional de
voluntarios armados para defender el régimen liberal.

La Constitución de 1812 es una constitución típicamente burguesa que intenta acabar con el sistema
político, social y económico del Antiguo Régimen para establecer otro de carácter liberal que asegura el
control político, intelectual y económico a la burguesía. Cuando regresó Fernando VII todos los que
estaban en contra de la Constitución se unieron al rey para acabar con ella. La Constitución de Cádiz se
inspiró en la Constitución Francesa (1791). Tuvo tres periodos de vigencia: Entre 1812 y 1814, (abolida
por Fernando VII) durante la guerra (casi no se pudo aplicar), entre 1820 y 1823, Trienio Liberal (Reinado
de Fernando VII) y entre 1836 y 1837 (nueva Constitución) Regencia de María Cristina de Borbón.

Otras medidas legislativas:

Además de la Constitución, las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y decretos de liberalización
económica y social destinados a eliminar el Antiguo Régimen y modernizar España. Entre las medidas
tomadas se encuentran:

• “Decreto de libertades” (1810).


• “Decreto sobre la abolición del régimen feudal y la limitación de los mayorazgos” (1811):
supresión de los señoríos jurisdiccionales. Se priva a los nobles del ejercicio de la administración
de justicia, que es competencia exclusiva de la nación y de algunas rentas.
• “Decreto de desamortización” (1813): se decreta la desamortización de algunas tierras
comunales, de ayuntamientos (bienes de propios) y bienes de la Iglesia, orden de los jesuitas,
afrancesados, órdenes militares para hacer frente a los gastos de la guerra y amortizar la deuda
pública.
• “Decreto sobre la abolición de los gremios y de la Mesta” (1813) y se decreta la libertad de
comercio y trabajo.
• Abolición de la Inquisición y prohibición de la tortura. (1813)

Estas reformas tuvieron escasa vigencia porque al volver Fernando VII, en mayo de 1814, abolió toda esta
obra legislativa.

IV.- Influencia de la Constitución en el siglo XIX.

- Este texto inicia la historia del constitucionalismo español. Es la primera Constitución española y base
de todas las demás.

- Representó el primer intento serio de racionalizar el Estado y el ejercicio del poder sobre la base de los
principios del liberalismo, por lo que se convierte en la referencia obligada y permanente de todo el
liberalismo posterior.

- Va a influir posteriormente en las jóvenes repúblicas hispanoamericanas independientes y en las


revoluciones liberales de Europa de 1820
5.3. El reinado de Fernando VII: liberalismo frente a absolutismo. El proceso de independencia
de las colonias americanas.
Por el Tratado de Valençay (11 diciembre 1813) Napoleón devolvió el trono de España a Fernando VII. En
su reinado se pueden distinguir tres etapas (1814-1833):

1ª La restauración del absolutismo: El Sexenio Absolutista (1814-1820).

La vuelta de Fernando VII, denominado por el pueblo “el Deseado”, planteaba el problema de integrar al
monarca en el nuevo modelo político definido por las Cortes de Cádiz. En lugar de dirigirse directamente
a Madrid, donde estaban las Cortes para jurar la Constitución, Fernando VII desembarcó en Valencia el
16 de abril de 1814, donde un grupo de 69 diputados absolutistas (“los persas”), entregó al rey un escrito
conocido como Manifiesto de los Persas, en el que se le pide que ignore las propuestas de Cádiz y restaure
la monarquía absoluta. Una vez constatada que la fuerza real de los liberales era muy reducida y que
contaba con el apoyo de una parte del ejército (general Elío) y del pueblo, el 4 de mayo, el Rey firma un
decreto, el Decreto de Valencia, por el que declaraba nula la Constitución y todas las leyes promulgadas
en Cádiz. Inmediatamente, se inició una fuerte represión contra los liberales, muchos de los cuales se
exiliaron o pasaron a la clandestinidad. Debe tenerse en cuenta que el retorno al absolutismo se inscribe
en un contexto favorable a la vuelta al Antiguo Régimen en Europa tras la caída de Napoleón (1815). Las
potencias vencedoras de Napoleón se reunieron en el Congreso de Viena y terminaron creando la Santa
Alianza, una unión entre las monarquías absolutistas para acabar con cualquier brote liberal.

Esta etapa se caracterizó por:

- El restablecimiento de la monarquía absoluta y la vuelta al Antiguo Régimen. Apoyado por la Iglesia y


los grandes terratenientes, anuló la libertad de prensa, restableció la Inquisición y la Mesta, permitió la
vuelta de los jesuitas y restauró la sociedad estamental.

- La ineficacia de sus ministros, incapaces de solucionar los gravísimos problemas financieros del Estado.
La Hacienda estaba en la ruina y si no se implantaban las reformas propuestas por el liberalismo era
imposible mejorar la situación económica.

- El descontento de los liberales y de un sector del ejército (formado por antiguos guerrilleros) se va a
manifestar mediante pronunciamientos militares (forma de rebelión en la que un jefe militar se
pronuncia o manifiesta públicamente a favor del cambio político), ante la escasa fuerza de la burguesía
para defender sus propuestas por vías legales. Estos pronunciamientos que intentaban acabar con el
sistema político mediante las armas como el del general Espoz y Mina en Pamplona, el de Díaz Porlier en
la Coruña o el general Lacy en Barcelona fracasaron, pero con ellos se inicia una forma de hacer política,
mediante la intervención de los militares, que va a perpetuarse a lo largo de la historia contemporánea
de España.

2ª. El Trienio Liberal o Constitucional (1820-1823)


El 1 de enero de 1820 triunfó el pronunciamiento del coronel Riego que se sublevó en Cabezas de San
Juan (Sevilla) con el ejército que se dirigía a América para luchar contra los independentistas,
proclamando la Constitución de 1812. La insurrección se generalizó, obligando a Fernando VII a jurar la
Constitución de 1812, iniciándose así el Trienio Liberal (1820-1823), que supuso la vuelta al liberalismo.
Se formó entonces un nuevo gobierno y se convocaron elecciones a Cortes, al tiempo que muchos
liberales comenzaron a volver del exilio. Las nuevas Cortes liberales restauraron gran parte de las
reformas de Cádiz como la supresión del régimen señorial y de los mayorazgos, abolición de la Inquisición,
creación de la Milicia Nacional para defender el liberalismo, el restablecimiento de las libertades políticas,
la liberalización de la industria y comercio, Reglamento de Instrucción Pública (para la enseñanza
primaria), el primer Código Penal, división del territorio en 52 provincias, se instauró la Milicia Nacional y
expulsan a los jesuitas, etc.

Pero la labor del gobierno liberal durante el Trienio fue dificultada por:
-La división de los liberales en dos grupos:

a) Los moderados o doceañistas, partidarios de introducir reformas en la Constitución que la hicieran más
conservadora (participación de la Corona en las labores legislativas). Argüelles y Martínez de la Rosa,
defendían el sufragio censitario, para limitar la soberanía nacional y Cortes bicamerales.

b) Los exaltados o veinteañistas, mantenían actitudes más progresistas (defendían que el rey solo debía
tener el poder ejecutivo). Protagonistas de la revolución de 1820 como Mendizábal y Alcalá Galiano
defendían el sufragio universal, la soberanía nacional y Cortes unicamerales.

-La oposición absolutista: En 1822 se produjo una fuerte reacción de los realistas, (partidarios del rey y
del absolutismo) que protagonizaron varios sucesos para restablecer el absolutismo: la sublevación de la
Guardia Real, la organización de fuerzas guerrilleras (partidas) absolutistas en el País Vasco y Navarra, así
como la creación de un gobierno paralelo en Cataluña, cerca de la frontera, “la Regencia de Urgel”, que
pretendía actuar como gobierno legítimo mientras durara la “cautividad” del rey por los liberales.
Finalmente, el ejército la disolvió.

-La actitud contraria del rey hacia el liberalismo: Fernando VII obstaculizó las reformas legislativas,
utilizando el veto suspensivo. Además, conspiró con los países absolutistas de Europa, utilizando todos
los recursos disponibles, para poner obstáculos a las reformas liberales y pidió, secretamente, la
intervención extranjera para acabar con la experiencia liberal y restaurar la monarquía absoluta.
Aprovechando una coyuntura europea favorable al absolutismo, Fernando VII pidió expresamente
ayuda a las potencias de la Santa Alianza, que, temerosas de que la revolución se extendiera al resto de
Europa, en abril de 1823, encargaron a Francia enviar un ejército, los “Cien Mil Hijos de san Luis”, al
mando del duque de Angulema, que, apoyados por los realistas españoles, entraron en territorio español
y repusieron a Fernando VII como rey absoluto sin apenas resistencia (30 de septiembre de 1823).

3ª. La Reacción Absolutista: La Década Ominosa (1823-1833).


Fernando VII declaró nulos todos los actos del gobierno durante el Trienio Liberal y restauró de nuevo
el absolutismo y se inició una brutal represión contra los liberales muchos de los cuales, entre ellos Rafael
del Riego (1823), el Empecinado (1825) y más tarde el general Torrijos (1831), fueron ejecutados. Sin
embargo, el régimen absolutista se fue moderando, buscando cierta modernización más similar al
despotismo ilustrado del siglo anterior. Esta vez, no se restauró la Inquisición e incluso Fernando VII contó
con algunos ministros reformistas (López Ballesteros) buscando la colaboración de la burguesía industrial
y financiera. Tanto los absolutistas más radicales como los liberales quedaron decepcionados ante la
nueva situación política.

Esta etapa se caracterizó por:

Medidas antiliberales:

- Depuración del ejército y la administración, represión indiscriminada contra los liberales que tienen que
exiliarse o son fusilados (Torrijos y sus seguidores, ejecución de Mariana Pineda por bordar una bandera
liberal…).

- Abolición de la Milicia Nacional y creación de un cuerpo de voluntarios absolutistas.

-Los graves problemas económicos: a los tradicionales problemas de la Hacienda, se sumaba la pérdida
definitiva de las colonias americanas (excepto Cuba y Puerto Rico). Hubo un tímido intento de reforma
con la creación del Código de Comercio, del Banco Nacional de San Fernando y de la Bolsa (1831) y se
elaboraron los primeros presupuestos generales del Estado

-Una gran tensión política: tanto por las conspiraciones liberales como por las de los apostólicos, nombre
con el que se designó al sector más ultraconservador de los absolutistas, opuestos a cualquier cambio y
descontentos con el monarca que se organizaron en torno al hermano del rey, Carlos María Isidro, y su
previsible sucesor, ya que Fernando VII, después de tres matrimonios, no tenía descendencia.
-El problema sucesorio y el origen del carlismo: En 1830 nació Isabel, la primera hija de Fernando VII y
Mª Cristina de Borbón. Sin embargo, la Ley Sálica, implantada por Felipe V, impedía reinar a las mujeres.
Fernando VII derogó dicha ley mediante la Pragmática Sanción y su hija fue declarada heredera. Su
hermano consideró ilegal esta medida, ya que le privaba del derecho a heredar la Corona y en torno a él
se agruparon los grupos absolutistas, los llamados carlistas, que defenderán los derechos sucesorios del
infante Carlos María Isidro. Carlos María Isidro, publica el Manifiesto de Abrantes defendiendo sus
derechos al trono iniciándose la guerra civil o primera guerra carlista (1833-1840).

LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA (1810-1824)

1. Causas de la independencia de las colonias. El protagonismo Criollo


El crecimiento económico del s. XVIII favoreció el desarrollo de un poderoso grupo criollo (descendientes
de españoles nacidos en América), que, a pesar de ser una minoría, controlaban el poder económico y
social en las colonias, así como el político en los puestos bajos de la administración. Este grupo va a
protagonizar el proceso de independencia, descontentos por:

• El trato discriminatorio que les impedía acceder a los cargos públicos.

• La fuerte presión fiscal, que buscaba dinero para pagar la administración americana y beneficiar a la
metrópoli.

• El monopolio comercial español, que además estaba fundamentalmente en manos de peninsulares.

• La difusión de las ideas ilustradas liberales y el ejemplo de Estados Unidos influirán en su deseo de
emancipación. Además, contaron con el apoyo de los ingleses y norteamericanos, interesados por el
comercio con las colonias españolas para llevar a cabo la independencia. Las capas sociales más bajas -
indios, negros y mestizos- estaban marginadas y, en general, no se identificaban con el independentismo.

2. Las Fases del proceso.


Primera fase (1810- 1815). Primeros intentos de independencia.

En un principio, América reaccionó ante la invasión francesa de España proclamando su lealtad a Fernando
VII y organizando Juntas, como en la Península. Sin embargo, en el seno de estas Juntas americanas se
gestó el movimiento insurreccional, que se puso de manifiesto desde 1810, tras el traspaso en España de
los poderes de la Junta Central al Consejo de Regencia. A partir de ese momento se proclamó la
inexistencia de gobierno en España y se inició el proceso emancipador. No todas las colonias reaccionaron
igual:

o En México (Virreinato de Nueva España) se produjo un levantamiento independentista protagonizado


por los campesinos indios y mestizos, liderados por el cura Hidalgo y, posteriormente, por el cura
Morelos. Los criollos reaccionaron contra ellos al ver amenazados sus intereses, ya que era un movimiento
radical y social que exigía la abolición de la esclavitud, del tributo indio y la reforma agraria. Los dos curas
fueron fusilados y la revuelta indígena fue sofocada por iniciativa de los terratenientes de raza blanca.

o Las Antillas (Cuba, Puerto Rico) en general se mantuvieron fieles a la Corona española.

o En el resto de América del Sur: se llegó a proclamar la independencia en algunas ciudades. Los criollos
depusieron al Virrey en Buenos Aires y crearon una Junta, con el liderazgo de San Martín
(Argentina,1810). Los mismos sucesos se reprodujeron en Nueva Granada (1811, Constitución de
Venezuela) con Bolívar, y en otras zonas (salvo en Perú). Paraguay fue el país que en esta época (1811)
consiguió su independencia. Una vez que se restauró el absolutismo en España, Fernando VII reaccionó
enviando tropas a América (10.000 hombres) para sofocar los intentos independentistas. Se consiguió
controlar todo el territorio, salvo Río de la Plata.
Segunda fase (1816-1824). El triunfo de la independencia.

A partir de 1816 resurgió el movimiento emancipador, que esta vez tendrá éxito gracias a la unión de
varios factores:

- Lideraron el movimiento dos figuras militares importantes: Simón Bolívar y José de San Martín.

- La nueva expedición militar que pretendió enviar el gobierno español se sublevó con el coronel Riego
(1820), impidiendo la llegada de refuerzos a América.

- Durante el gobierno del Trienio Liberal se descuidó el movimiento independentista ya que se pensó que
la insurrección se acabaría una vez que España estuviera gobernada por los mismos principios liberales
que aquella defendía.

-Cuentan con el apoyo del Reino Unido interesado en comerciar directamente con las colonias
emancipadas; también con el apoyo norteamericano, la postura del presidente estadounidense James
Monroe es clara, en 1823 proclamaba la oposición de EE.UU. a una intervención de las potencias europeas
en la América española, (Doctrina Monroe: “América para los americanos”).

Tercera fase (1816 y 1824). Se consuma el proceso de independencia.

• El ejército de San Martín, después de la proclamación de la independencia de Argentina en 1816,


atravesó los Andes y tras la batalla de Chacabuco, logró la independencia de Chile (1818).

• Bolívar, tras las batallas de Boyacá y Carabobo, consiguió la independencia de Colombia y Venezuela
en 1819, fundando la República de Colombia o Gran Colombia (los actuales territorios de Venezuela,
Colombia, Ecuador y Panamá).

• México se independizó en 1821 con Agustín Iturbide, un adinerado latifundista criollo que, estando al
mando de las tropas realistas, se puso al frente de la revuelta y en pocos meses llevará a la independencia
del país y se proclamará emperador (Agustín I).

• Perú fue el último territorio que se independizó, dirigieron la campaña Bolívar y San Martín con tropas
llegadas de Colombia y de Venezuela. En diciembre de 1824 el general Sucre, lugarteniente de Bolívar
derrotó a los españoles en la decisiva batalla de Ayacucho (1824), dando lugar a la independencia de
Perú y Bolivia. Cuando finalizó el reinado de Fernando VII (1833) el inmenso imperio colonial de antaño
había quedado reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas (hasta 1898).

3. Consecuencias de la emancipación de las colonias americanas.


• Para España:

- España perdió un inmenso mercado, afectando a aquellas industrias y cultivos que durante años habían
gozado en América de un mercado protegido.

- El comercio con América, una de las principales actividades de la economía española, se redujo en gran
medida y afectó especialmente a zonas como Cataluña, que orientaba gran parte de su producción a la
exportación a las colonias.

- A nivel fiscal desapareció una gran fuente de ingresos procedente de los impuestos cobrados, de los
metales preciosos y de los productos coloniales (café, azúcar, cacao, etc.) lo cual agravó los problemas de
la Hacienda Pública.

- España dejó de ser una potencia mundial y redujo su papel internacional a un país de segundo orden.

• Para América:

- Se fragmentó en quince repúblicas, a veces enfrentadas entre sí.


- Inestabilidad política y frecuentes conflictos políticos y militares sin que éstos llevaran consigo la
consolidación de la democracia.

- Predominio político de los altos mandos militares que serán además quienes controlen el poder durante
mucho tiempo en México, Perú, Chile y Venezuela.

- Todos los intentos de crear unos Estados Unidos de América del Sur, que era la ilusión de Bolívar
fracasaron y el continente quedó fragmentado en Estados independientes que se enzarzarán pronto en
revueltas fronterizas.

- Desigualdades sociales entre criollos, indios y mestizos. Estos últimos continuaron excluidos del poder
y se mantuvieron pobres y sin tierras.

- Dependencia económica de británicos y estadounidenses. Los nuevos países del centro y sur se
especializarán en la exportación de materias primas y productos artesanales quedando estancadas las
posibilidades de modernización económica.
6.1. El reinado de Isabel II (1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y
conflictos. El Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845.

1. EL REINADO DE ISABEL II: LA PRIMERA GUERRA CARLISTA.

El establecimiento del régimen liberal en España, durante la minoría de edad de Isabel II (1833-1843),
comenzó con el estallido de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) entre las fuerzas gubernamentales y
los partidarios del absolutismo, dirigidos por Carlos María Isidro. La guerra civil tuvo lugar durante la
primera regencia de la minoría de edad de la reina. Las causas del conflicto fueron:

- La cuestión sucesoria en torno a la legitimidad de Isabel para ocupar el trono y de su madre para ejercer
la regencia. Al trono llegó porque en 1830 Fernando VII en previsión del nacimiento de una hija, promulgó
la Pragmática Sanción anulando la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres. Carlos María Isidro
hermano de Fernando VII y hasta entonces su sucesor, no aceptó la medida, protagonizando sin éxito los
“Sucesos de la Granja” (1832). El 29 septiembre 1833 fallece el rey y dos días después, Don Carlos
reivindicó desde Portugal sus derechos dinásticos (Manifiesto de Abrantes), siendo proclamado rey
(Carlos V) en diversas ciudades.

- El enfrentamiento ideológico. Los carlistas eran enemigos del liberalismo y de lo que implicaba (libertad
política, económica y social, uniformidad territorial y laicismo). Defendían el tradicionalismo, el Antiguo
Régimen y la monarquía de origen divino (“Dios, Patria, Fueros y Rey”). Reivindicaban el mantenimiento
de los fueros (usos y costumbres por los que se regían el País Vasco y Navarra frente a la política
centralizadora liberal) para conservar las instituciones de gobierno autónomas, sus sistemas judiciales,
exención fiscal y de quintas. Enfrente, los liberales defendían la política centralizadora, soberanía
nacional y división de poderes.

- Desde el punto de vista social, en el carlismo militaban parte de la nobleza y miembros conservadores
de la administración y del ejército, bajo clero y campesinado católico. En el bando isabelino liberal,
sectores reformistas del absolutismo, liberales, gran parte del ejército, funcionarios, alta jerarquías
eclesiásticas, burgueses, intelectuales y profesionales.

- En el ámbito internacional, Francia, Portugal y Reino Unido (liberales) firmaron la Cuádruple Alianza con
el régimen isabelino. Austria, Prusia, Rusia, Nápoles y los Estados Pontificios (absolutistas) apoyaron a
Carlos Mª Isidro.

A) Primera Guerra Carlista (1833-1840) estalló el 1 de octubre con el Manifiesto de Abrantes. La guerra
tuvo lugar con la Regencia de Mª Cristina y se desarrolló en tres fases:

- 1ª Fase: Avance carlista (1833-1835). Los carlistas intentaron una insurrección general del país, al no
lograrlo se inicia la guerra civil. El ejército isabelino reprimió los núcleos carlistas excepto en el País Vasco
y Navarra, allí Zumalacárregui creó un ejército partiendo de guerrilleros. Los carlistas obtuvieron victorias
como la del valle de los Amézcoas, y fracasos como el asedio a Bilbao (1835) que acabó con la muerte del
general Zumalacárregui.

- 2ª Fase: Repliegue carlista (1835-1837). Organizan expediciones fuera del País Vasco y Navarra: la
Expedición Gómez y la Expedición Real que concluyeron sin respaldos. Los carlistas fueron derrotados en
Luchana (1836) por Espartero, poniendo fin al segundo sitio de Bilbao y replegándose más allá del Ebro.

- 3ª Fase: Triunfo isabelino (1837-1839). Espartero liberó gran parte de los territorios ocupados por los
carlistas. Se produjo una división del carlismo: apostólicos o intransigentes y marotistas o moderados. La
firma del Convenio o Abrazo de Vergara (Guipúzcoa – agosto 1839), entre el general Maroto y Espartero,
puso fin a la guerra; acordándose admitir a los militares carlistas en el ejército isabelino, respetando su
graduación y el mantenimiento de los fueros, aunque los gobiernos liberales no lo respetarían totalmente.
El general Cabrera, resistió hasta la toma de Morella por Espartero (mayo 1840). El carlismo se mantuvo
activo a lo largo del siglo, reivindicando los fueros y provocando otros dos conflictos más:
B) Segunda Guerra Carlista (“dels matiners”). (1846-1849). Se desarrolló en Cataluña, tuvo como
pretexto el fracaso de la planeada boda entre Isabel II y Carlos VI. Finalizada hubo focos carlistas hasta
1860. El carlismo se revitalizó en 1868.

C) Tercera Guerra Carlista. (1872-1876). Durante el Sexenio Democrático en Cataluña, Navarra y País
Vasco; llegándose a establecer un gobierno en Estella. La Restauración trajo el declive carlista, ya que la
derecha monárquica apoyó a Alfonso XII. Martínez Campos derrotó a los carlistas y Carlos VII se marchó
a Francia. La Ley de 1876, abolió aspectos de los fueros vasco-navarros, aumentó la intervención del
Estado, estableció el servicio militar obligatorio y la contribución a la Hacienda estatal. Durante la
Restauración, el carlismo no abandonó su confianza en la implantación de la rama legítima de los
Borbones y plena reintegración foral.

2. EL REINADO DE ISABEL II: EVOLUCIÓN POLÍTICA (1833-1843): LAS REGENCIAS.

El reinado de Isabel II (1833-1868) se divide en dos etapas: la primera (1833-1843) coincidió con la
minoría de edad de la reina, siendo necesaria una regencia primero de su madre María Cristina de
Borbón (1833-1840) y después del general Espartero (1840-1843). La segunda (1843-1868) correspondió
al reinado efectivo, con la mayoría de edad. Durante las regencias, los gobiernos liberales (divididos en
moderados y progresistas), realizaron el desmantelamiento total del Antiguo Régimen de manera gradual:
una fase moderada, siguió la revolución liberal y finalmente un Gobierno liberal autoritario.

A) Entre 1833 y 1840 se desarrolla la regencia de María Cristina de Borbón. Se inicia una etapa
moderada (1833-1835), transición entre el Estado absolutista de Fernando VII y el liberal de
Isabel II. Los primeros gobiernos protagonizados por monárquicos reformistas, como Cea
Bermúdez (1832-1834), aprobó reformas como la liberalización del comercio, industria y
transportes, libertad de imprenta limitada y división territorial en 49 provincias (Javier de Burgos,
1833). En enero de 1834, la regente, aunque no era liberal, ante el estallido de la guerra y la
necesidad de apoyos, la obligaron a llamar a Martínez de la Rosa, liberal moderado antes jefe
de Gobierno en el Trienio liberal. Éste inició una apertura, amplió la amnistía a los liberales
exiliados, restableció la Milicia Nacional. Se elaboró el Estatuto Real (1834), Carta otorgada, que
no reconocía la soberanía nacional, ni la división de poderes, dejando la iniciativa legislativa en
manos del Rey, sin reconocimiento de derechos individuales. No satisfizo ni a los liberales más
moderados y fue rechazada por los carlistas. La etapa de transición fracasó al intentar reconciliar
absolutismo y liberalismo. La falta de fondos, los errores tácticos en la guerra e incursiones
carlistas, provocarían en 1835 una insurrección reclamando un Gobierno progresista. Es cuando
se inició realmente la revolución liberal (1835-1840), con el nuevo jefe de Gobierno, el
progresista, Juan Álvarez Mendizábal. Adoptó medidas encaminadas a desmantelar el sistema
legal del Antiguo Régimen, entre ellas la libertad de imprenta, Ley de supresión de conventos y
el decreto de desamortización de los bienes del clero regular. Su política le enfrentó a los
moderados y a María Cristina, dimitiendo en mayo de 1836. El intento de la regente de acabar
con las reformas y volver al moderantismo (Istúriz), desencadenó el pronunciamiento militar de
los sargentos de la Granja, que obligó a entregar el Gobierno a los progresistas y restablecer la
Constitución de 1812. El nuevo Gobierno de José María Calatrava, (progresista), continuó la
demolición del absolutismo. Eliminó definitivamente el régimen señorial y el mayorazgo,
suprimió el diezmo, restableció la Ley Municipal del Trienio que permitía la elección popular de
los alcaldes, y puso al frente de la dirección de la guerra al general Espartero. Las nuevas Cortes
elaboraron la Constitución de 1837 (Agustín Argüelles, Salustiano Olózaga), intento de
contentar a moderados y progresistas. Proclamaba la Soberanía Nacional (en la práctica
compartida Rey-Cortes); división de poderes, Cortes bicamerales, Congreso elegido por sufragio
censitario y Senado de designación real. Reconocía derechos individuales, libertad de prensa,
autonomía política de los ayuntamientos, y recuperar la Milicia Nacional. Entre 1837 y 1838 los
moderados ganaban las elecciones, con un sufragio restringido y el apoyo de la regente. En 1840
el intento de modificar la Ley Municipal, provocó la oposición progresista apoyada por
Espartero, reforzado tras la guerra carlista encabezando la insurrección, que forzó la dimisión de
María Cristina. Se formó un breve ministerio-regencia, presidido por Espartero, y en 1841 las
Cortes lo eligieron regente.
B) Durante la regencia del general Espartero (1840-1843), éste gobernó apoyado por progresistas
y otros jefes militares. Pero su política autoritaria suscitó la oposición de progresistas que antes
le apoyaban, y la aparición de rivales dentro del ejército: Prim, Serrano, Narváez y O´Donnell. En
1842 estalló una insurrección en Barcelona, ante un posible tratado de libre comercio con
Inglaterra, Espartero reprimió la insurrección bombardeando la ciudad. Su mandato estuvo
salpicado de revueltas de generales moderados partidarios de María Cristina (O´Donnell,
Narváez...). Moderados y progresistas organizaron un pronunciamiento militar, que obligó a
Espartero a dimitir en 1843. El artífice del golpe, el general Narváez, se convirtió en 1844 en jefe
de Gobierno, siendo Isabel II mayor de edad.

3. EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868): EL REINADO EFECTIVO

En el otoño de 1843, las Cortes votaron la mayoría de edad de Isabel II, iniciando a los trece años (“la
reina niña”), su reinado efectivo (1843-1868). Durante esta etapa, se procedió a la auténtica construcción
del nuevo Estado liberal. Pueden distinguirse en estos años varias fases: una Década moderada, un Bienio
progresista y por último la Unión Liberal y el retorno del moderantismo.

A) En la Década moderada (1844-1854), Narváez, líder de los moderados, estuvo al frente del
gobierno. Estableció un sistema político estable, donde primaba el orden a la libertad,
marginando a los progresistas, y contando con el apoyo del Ejército y las élites sociales. Suprimió
la Milicia Nacional y el duque de Ahumada creó la Guardia Civil (1844). Se promulga la
Constitución de 1845 (Bravo Murillo, Donoso Cortés), más conservadora que la de 1837,
soberanía compartida Rey-Cortes, Cortes bicamerales, Estado confesional y sufragio censitario.
Se adoptaron medidas de control de la Administración provincial y local: se crea el cargo de
gobernador civil y se suprime el carácter electivo de los alcaldes, siendo elegidos por el Gobierno;
y se aprueba un nuevo Código Civil y Penal. Se estableció un sistema de enseñanza pública que
se completará con la Ley Moyano en 1857. En Hacienda se aprobó la Ley Mon-Santillán,
potenciándose los impuestos indirectos (consumos). El ministro Bravo Murillo, firmó el
Concordato de 1851, por el que el Papa Pío IX, reconocía a Isabel II como reina, y el Estado se
comprometía a financiar la Iglesia y entregarle el control de la enseñanza y la censura. Desde
1849 se incrementó el autoritarismo; los progresistas más radicales fundan el Partido
Demócrata, reivindicando el sufragio universal, Cortes unicamerales, libertad religiosa,
instrucción primaria gratuita e intervención del Estado en las relaciones laborales. A comienzos
de 1854 las Cortes se habían suspendido y el descontento aumentaba.
B) El Bienio progresista (1854-1856), comienza en julio de 1854 (“revolución de 1854”) con el
pronunciamiento del general O´Donnell en Vicálvaro (Vicalvarada). En su retirada hacia
Andalucía, en Manzanares, se le unió el general Serrano, y ambos proclaman el Manifiesto de
Manzanares (cuyo texto fue redactado por el moderado Cánovas del Castillo), con promesas
progresistas, consiguiendo que casi toda España se les uniera. Isabel II encargó formar gobierno
al progresista general Espartero, con O´Donnell como ministro de la Guerra. Durante el Bienio
progresista se restauran leyes e instituciones como la Ley de Imprenta, Ley Electoral y Milicia
Nacional. Se elabora la Constitución de 1856, non-nata, similar a la de 1837, soberanía nacional,
Cortes bicamerales electivas, potestad legislativa Rey-Cortes, y ampliaba los derechos
individuales. En economía se aplicó la Ley de Desamortización General de Madoz (1855) de
bienes eclesiásticos, municipales y del Estado; Ley de Ferrocarriles (1855), Ley Banca (1856)
creando el Banco de España. Pero la conflictividad social provocó una crisis y en julio de 1856
Espartero dimitió y la reina encargó gobierno al general O´Donnell.
C) De 1856 a 1868 se produjo la alternancia entre los moderados y la Unión Liberal. En 1856
O´Donnell, con su nuevo partido la Unión Liberal, intentaba establecer un liberalismo centrista
(moderados de izquierda y progresistas), repuso la Constitución de 1845 con un Acta Adicional
progresista. Pero este gobierno fue breve, Narváez retornó, suprimió el Acta Adicional y se rodeó
de los elementos más conservadores del moderantismo. De nuevo la Unión Liberal, estaría en el
Gobierno (1858-1863: “Gobierno largo de O´Donnell”). Años de expansión económica y de una
activa política exterior: apoyó a Francia en Indochina, Guerra contra Marruecos, expedición a
México y guerra contra Perú y Chile. En 1863, el desgaste en el gobierno y las divisiones del
partido llevaron a O´Donnell a dimitir. Volvió Narváez al Gobierno (1864-1865), con una política
conservadora y de represión de las libertades, pero incapaz de responder a las demandas sociales
y políticas. La expulsión de los catedráticos Sanz del Río y Emilio Castelar (noche S. Daniel 1865)
puso fin al Gobierno de Narváez. O´Donnell asumió el Gobierno (1865-1866) pero, los
desacuerdos con la reina llevaron a Narváez a un nuevo Gobierno (1866-abril 1868).
D) Crisis final del reinado (1866-1868): Alternancia moderados-unionistas: El descrédito de Isabel
II y una grave crisis económica generaban malestar social. En junio 1866 se produjo la
sublevación progresista de los sargentos del cuartel de S. Gil (Madrid); y en agosto, progresistas,
demócratas y republicanos (surgidos del partido demócrata), liderados por el general Prim,
firman el Pacto de Ostende (Bélgica), querían destronar a la reina y convocar Cortes
Constituyentes por sufragio universal. La muerte de O´Donnell (1867) y Narváez (1868) y, el débil
Gobierno moderado de González Bravo, aisló a la reina. En septiembre de 1868 Prim y Topete
inician en Cádiz la sublevación (“La Gloriosa”), que dirigida por Serrano provocó la caída de
Isabel II y abrió la esperanza de un régimen democrático para España.
6.2. El reinado de Isabel II (1833-1868): las desamortizaciones de Mendizábal y
Madoz. De la sociedad estamental a sociedad de clases.
1. Introducción.
Durante el siglo XIX, se inicia la lenta transición española entre una economía agraria del Antiguo
Régimen a una economía capitalista e industrializada.

Siendo la agricultura la actividad económica mayoritaria, la estructura de la propiedad de la tierra y la


ausencia de capitales e innovaciones tecnológicas, daban como resultado una baja productividad y una
enorme pobreza y desigualdad. La nobleza y la Iglesia eran dueñas de la mayoría de las tierras, llamadas
de "manos muertas" al no poder ser enajenadas, (venta o transmisión). Los municipios eran propietarios
de tierras de aprovechamiento comunal o arrendadas a los vecinos.

Frente a esto, los liberales, necesitados de ampliar la propiedad libre y circulante, los dueños de tierras y
disminuir la deuda pública del Estado (especialmente grave durante la 1ª guerra carlista) optaron por
las desamortizaciones, esto es, expropiación de tierras eclesiásticas y municipales para su venta a
particulares en subasta pública. Este proceso, del cual existían breves antecedentes (Godoy, José I
Bonaparte, Cortes de Cádiz o el Trienio liberal) se produjo durante la Regencia de Mª Cristina
(Mendizábal) y el Reinado de Isabel II (Madoz), llevado a cabo por gobiernos liberales progresistas.

2. El proceso de desamortización y los cambios agrarios.


Las desamortizaciones y el cambio en la propiedad se llevaron a cabo con las siguientes medidas liberales
progresistas:

• Abolición de los señoríos jurisdiccionales que poseía la nobleza, que pasan a convertirse en
propiedades privadas.

• Desaparición de los mayorazgos: tradicionalmente en la nobleza heredaba sólo el hijo mayor que no
podía vender ni dividir el patrimonio. Ahora las propiedades se desvinculan y pueden comprarse y
venderse, lo que permite sacar a la venta muchas tierras que estaban fuera del mercado.

• La eliminación del impuesto del diezmo que se pagaba a la Iglesia, sustituido por un impuesto para
el sostenimiento del clero.

• La desamortización de los bienes del clero y de los ayuntamientos: que supone la expropiación y
venta por parte del Estado, a particulares, en subasta pública de las propiedades que estaban fuera
del mercado (amortizadas) y que pertenecían a la Iglesia y a los municipios. Se pasa de la propiedad
feudal de la tierra a la propiedad capitalista.

- Desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836, Regencia de Mª Cristina)

Juan Álvarez de Mendizábal inició en 1836 la desamortización de los bienes y tierras eclesiásticas que
consistió fundamentalmente en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia (buena parte
del clero regular apoyaba a los carlistas). Sus objetivos eran: sanear la Hacienda pública y financiar la
guerra contra los carlistas, así como crear una capa social de nuevos propietarios rurales que sostuviesen
la revolución liberal.

Los resultados no fueron todo lo positivos que se podría haber esperado ya que no solucionó el grave
problema de la deuda pública y, aunque hizo que el liberalismo ganara adeptos, ganó muchos enemigos
entre los católicos. Además, la mayor parte de los bienes desamortizados fueron comprados por nobles y
burgueses urbanos adinerados. Los campesinos pobres no pudieron pujar en las subastas y vieron como
los nuevos propietarios burgueses les subieron los alquileres de las tierras.

- Desamortización general de Madoz (1855, Reinado de Isabel II: Bienio Progresista).


La desamortización de Madoz se conoce como general porque incluía todo tipo de tierras amortizadas:
afectó a las tierras de los municipios principalmente “bienes de propios (arrendados a los campesinos),
tierras comunes y baldíos” (montes, dehesas, prados)- y a las que quedaban aún en manos de la Iglesia.
Supuso prácticamente la liquidación de la propiedad amortizada. Los objetivos eran: obtener dinero para
financiar las inversiones públicas (especialmente la construcción del ferrocarril) y reducir la deuda pública
del Estado. La recaudación fue muy superior a la de Mendizábal.

Sus resultados tampoco fueron muy positivos ya que arruinó a los ayuntamientos (pierden ingresos) y
perjudicó a los vecinos más pobres que se vieron privados del aprovechamiento libre de las tierras
comunales.

✓ Consecuencias de las desamortizaciones.

1. Los beneficiarios fueron la burguesía y los terratenientes locales que eran los que disponían de
dinero para comprarlos.
2. No se creó, como se pretendía, un amplio grupo de pequeños propietarios, sino que se acentuó
el latifundismo y los campesinos se vieron privados del uso de las tierras comunales.
3. No se solucionó el eterno problema de la deuda pública y causó la ruina de los ayuntamientos.
4. Fue una oportunidad perdida para realizar una reforma agraria y para introducir innovaciones
técnicas agrarias significativas.
5. En cuanto a la producción agraria, se produjo un aumento de la producción, especialmente de
cereal, vid y olivo, por el aumento de la superficie cultivada y por la mayor demanda de la
población, pero no hubo cambios en los sistemas y técnicas empleados. Los excedentes agrarios
fueron insuficientes para garantizar un crecimiento sostenido de la población y las hambrunas
fueron frecuentes.
6. Aumentó la miseria de gran parte del campesinado, además de generar una fuerte conflictividad
social.
7. Pérdida y expolio de gran parte del patrimonio artístico y cultural (obras de arte, Iglesias y
monasterios abandonados…), aunque antiguos edificios religiosos fueron adaptados a otras
funciones civiles (hospitales, cuarteles, institutos) y algunos huertos de los conventos se
convirtieron en plazas públicas.

3. De la sociedad estamental a la sociedad de clases.


Durante siglos, la sociedad española mantuvo una estructura estamental que apenas experimentó
modificaciones. En el siglo XIX, sobre todo a partir de 1833 (muerte de Fernando VII), se produjo una
paulatina desaparición de la sociedad estamental que fue sustituida por una sociedad de clases. La
sociedad deja de dividirse en estamentos cerrados, con derechos y obligaciones diferentes, y se estructura
en una sociedad de clases, donde el criterio de división de la población es fundamentalmente el nivel de
renta. Esta nueva sociedad permitió mayor movilidad social, bien por el éxito en los negocios, bien por la
carrera administrativa o, sobre todo, militar. Podemos dividirla en los siguientes grupos sociales:

1. La clase alta o dirigente. Era el nuevo bloque social dominante, aunque minoritario en número,
acumuló grandes propiedades y el establecimiento del sufragio censitario le otorgó el monopolio del
poder político. Formaron una oligarquía resultado de la fusión de:

a. La antigua aristocracia. Perdió sus privilegios estamentales, pero mantuvo su poder económico e
influencia social. Conservó sus tierras, convertidas en propiedad privada, y adquirió nuevas propiedades
con la desamortización. Algunos nobles se pasaron al mundo de los negocios y de las finanzas, pero la
mayoría vivía de las rentas de sus propiedades agrícolas. Participaron en la vida política a través del
Senado y, durante el reinado de Isabel II, constituyeron un grupo de gran influencia en la corte que
formaba parte de las “camarillas” que rodeaban a la reina. La pequeña nobleza, los hidalgos,
desaparecieron como grupo.

Aunque muchos eran liberales en política, desde el punto de vista religioso y social eran conservadores.
b. La alta burguesía. Vinculada al proceso de modernización económica, estaba formada por la burguesía
terrateniente y rentista, que adquirió propiedades desamortizadas, la burguesía financiera (de hombres
de negocios, comercio, banca) y los grandes industriales textiles, siderúrgicos y navieros. A los que hay
que añadir los altos mandos militares y los profesionales alto nivel. No desplazó a la aristocracia como
clase dominante, sino que se identificó con ella, emparentando por la vía del matrimonio y compartiendo
sus gustos y estilo de vida; la propia monarquía premiaba el ascenso social con la concesión de títulos
nobiliarios. Con la excepción de algunos hombres de negocios catalanes y vascos no hay en ellos un
carácter emprendedor orientado a generar riqueza.

Desde una poderosa situación económica, defendía el liberalismo político (a través del sufragio censitario
y la defensa de la propiedad privada), y el progresismo cultural, mientras que compartía con la nobleza
sus gustos y estilo de vida.

c. El clero. Como consecuencia del desarrollo de la revolución liberal, el clero perdió una parte de sus
propiedades (desamortizaciones) y el diezmo, pasando a depender del Estado para el mantenimiento del
culto y de los sacerdotes; además, las órdenes religiosas fueron reducidas drásticamente. A pesar de ello,
mantuvo su influencia social y en la educación.

2. Las clases medias: Integrada por la mediana y pequeña burguesía. Era un grupo menos numeroso
que en otros países –en torno al 5% de la población- y agrupaban a un conjunto heterogéneo de
propietarios rurales, mandos intermedios del ejército, profesionales liberales de menor nivel (abogados,
periodistas, médicos, etc.), pequeños comerciantes, empresarios y funcionarios.

Era un grupo que se encontraba a caballo entre la élite, a la que admiraba, y el proletariado, al que miraba
con desconfianza. Constituyeron un grupo muy influyente, porque formaban la administración tanto local
como estatal y en gran medida controlaban los servicios básicos y la actividad productiva.

Su ideología alternaba entre la conservadora-moderada y el progresismo. En la periferia, siguen


opciones nacionalistas (Lliga catalanista, PNV…). Muchos fueron evolucionando hacia posturas
democráticas y se convierten en los principales defensores del republicanismo de carácter laico.

El ejército será uno de los grupos sociales más importantes de la vida española en el siglo XIX, cuyo
protagonismo político y social se debió a los numerosos pronunciamientos.

3. Las clases populares, constituían la inmensa mayoría de los españoles y el grupo social más
desfavorecido.

a. La población campesina. Era el grupo más numeroso, con dos tercios de la población total,
y era bastante heterogénea. El mantenimiento de formas anacrónicas de propiedad
(latifundio y minifundio) y de sistemas de producción anticuados hizo que la vida del
campesinado español fuera muy dura y el mundo rural siguiera anclado en el pasado. A
mediados de siglo la mitad de la población rural era jornalera y sometida al paro estacional,
especialmente en la zona centro y sur. Una minoría eran arrendatarios y el resto
propietarios.

Los campesinos fueron los grandes sacrificados de las reformas liberales, ya que no se reconocieron sus
derechos sobre las tierras señoriales ni se les facilitó el acceso a las propiedades desamortizadas y
perdieron los derechos comunales. Las difíciles condiciones de vida en el campo generaron una fuerte
conflictividad social y favorecieron la emigración a las ciudades.

b. La población urbana: era menos numerosa pero importante. En ella se integraban


trabajadores de los talleres artesanales, empleados, criados, servicio doméstico, mendigos,
etc.

Con la aparición de la industria, surge un nuevo grupo social, el proletariado, que trabaja en la industria
por un salario. Su número era escaso y se concentraba en las fábricas textiles de Barcelona, y en la
siderurgia de Vizcaya. Sufrían malas condiciones de vida: bajos salarios, sin prestaciones sociales
(invalidez, enfermedad, vejez…), miseria, hacinamiento, largas jornadas, etc. Recurren a las huelgas y van
a ir desarrollando una conciencia de clase que dará lugar a la aparición de las primeras organizaciones
obreras y sindicatos.
6.3 EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): La Constitución de 1869. Evolución política: gobierno
provisional, reinado de Amadeo de Saboya y Primera República

I. La revolución de septiembre de 1868: “La Gloriosa”.

II. Gobierno provisional (1868-1871).

III. Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873).

IV. La Primera República Española (1873- 1874)

I. La revolución de septiembre de 1868: “La Gloriosa”.

Desde 1866 el malestar social y el desprestigio de Isabel II aumentaban. Tras el fracaso de la sublevación
del cuartel de San Gil en 1866, Prim pactó en Ostende una alianza con el Partido Demócrata al que se
unieron los republicanos, para promover el cambio de régimen y convocar Cortes Constituyentes. La
revolución de septiembre de 1868 se inició cuando el almirante Topete junto a Prim y Serrano, se
sublevaron en Cádiz. Los sublevados en su manifiesto “España con honra” proclamaban la expulsión de
la reina y el establecimiento de un Gobierno provisional constitucional que asegurara el orden y la
regeneración política del país. Se formaron Juntas Revolucionarias en muchos puntos del país, que
reclamaban medidas de democratización política (sufragio universal, libertad de imprenta) y reformas
sociales (abolición de los impuestos de consumos y de las quintas = sistema de reclutamiento utilizado
en el siglo XIX por el cual debía prestar servicio militar un quinto de los hombres en edad para hacerlo,
que se designaba por sorteo. El reclutamiento podía evitarse pagando una exención o enviando a otra
persona en sustitución, por lo que los jóvenes de la clase alta podían evitar ir a filas. La abolición de las
quintas era una reivindicación tradicional de la clase trabajadora.)

El ejército leal a la reina fue derrotado en Alcolea (Córdoba), por el ejército del general sublevado
Serrano. Isabel II se encontró sin apoyos y se exilió a Francia.

II. Gobierno provisional (1868-1871).

Se formó un Gobierno provisional presidido por Serrano, formado por unionistas (Topete) y progresistas
(Prim, Serrano, Sagasta, Figuerola, Zorrilla); tomaron medidas inmediatas como: disolución de las juntas
locales revolucionarias, expulsión de los jesuitas, derogación del fuero eclesiástico y convocaron
elecciones a Cortes constituyentes que dieron la mayoría a la coalición gubernamental. Las Cortes
redactan la Constitución de 1869 (pseudodemocrática): establecía la soberanía nacional, división de
poderes: legislativo en las cámaras, ejecutivo en el rey a través de los ministros y judicial a los jueces;
consagraba derechos básicos (reunión, asociación y expresión), y por primera vez libertad religiosa,
sufragio universal masculino (25 años) y la monarquía democrática como sistema de gobierno (el rey reina,
pero no gobierna). El Gobierno aprobó: Ley Electoral, Ley Orgánica del Poder Judicial y reforma del Código
Penal. Había una Constitución, pero España era una monarquía sin rey. Se instauró una regencia presidida
por Serrano y Prim fue nombrado jefe de Gobierno. Aunque estaba descartada la vuelta de los Borbones,
Cánovas del Castillo forma el Partido Alfonsino, en defensa de los derechos del hijo de Isabel II, futuro
Alfonso XII. Durante el año 1869 se produjeron varios problemas: comienza la guerra con Cuba (Grito de
Yara: guerra de los 10 años), los carlistas se reorganizan en torno a Carlos VII (Tercera guerra) y se suceden
levantamientos republicanos por todo el país.

III. Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873).

En octubre de 1870, Amadeo de Saboya (candidato propuesto a las Cortes por Prim), aceptó la Corona,
con el consentimiento de las potencias europeas, en noviembre las Cortes lo eligen Rey. Su breve reinado
(1871-1873) fue debido a diversos factores: asesinato de su valedor, Prim, el conflicto militar con Cuba,
la oposición de las fuerzas monárquicas (el carlismo, con la tercera guerra carlista, y el Partido Alfonsino);
a ello se unió la oposición de la nobleza y burguesía; y las movilizaciones obreras y populares que
reclamaban un régimen republicano. Amadeo I abdicó, el 11 de febrero de 1873, y las dos cámaras
reunidas en una sola Asamblea, proclamaron la I República.
IV. La Primera República Española (1873- 1874).

1.- La República Federal (febrero-septiembre 1873).

La Asamblea, que había proclamado la I República, designó a Estanislao Figueras, presidente de una
República unitaria, inmediatamente chocó con los republicanos federales. Su principal cometido era
convocar Cortes Constituyentes que promulgasen una nueva Constitución en 1873 (nunca se promulgó).
Se enfrentó con graves problemas: crisis de Hacienda, cuestión de Cuba y la Tercera Guerra Carlista. En
su breve gobierno promulgó una amplia amnistía, abolió la esclavitud en Puerto Rico y suprimió las
quintas. En las primeras elecciones triunfan los republicanos federales, proclamándose la República
Democrática Federal, siendo Francisco Pi i Margall, presidente. En los republicanos federales surgieron
dos tendencias: transigentes querían conseguir el orden social y después construir la República Federal
desde arriba; y los intransigentes, defendían la construcción desde abajo, y así vendría la paz social. Al
tiempo estalló una revolución cantonal (1), protagonizada por la clase media y trabajadores urbanos,
comenzó en Cartagena extendiéndose al Sur y Levante. Al no poder aprobar la Constitución Pi i Margall
dimitió, le sucedió Nicolás Salmerón, se limitó a restablecer el orden y reprimir los movimientos obreros.
Dimitió al no querer firmar unas penas de muerte contra revolucionarios.

2.- La República unitaria (septiembre 1873- enero 1874). Supuso un giro a la derecha.

Emilio Castelar le sucedió, intentó restablecer el orden. Su giro a la derecha le enfrentó a los
intransigentes. El golpe de Estado del general Pavía, enero 1874, disolvió las Cortes y puso fin a la I
República.

3.- La República autoritaria (enero-diciembre 1874).

1874 fue de transición entre la I República y la Restauración borbónica, el poder pasó a Serrano, apoyado
por liberales, como Topete y Sagasta, Cánovas intentaba el regreso de los Borbones. El pronunciamiento
en Sagunto del general Martínez Campos en diciembre, acabó con el Sexenio revolucionario, iniciando la
Restauración Borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II.

(1) Cantonalismo: fue un movimiento político y social, de escasa duración (apenas un mes, excepto en
Cartagena) que pretendía convertir provincias y comarcas en Estados independientes, que se irían
uniendo libremente para formar un Estado federal construido desde abajo.
7.1. La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La
Constitución de 1876.
I. ASPECTOS GENERALES.

La inestabilidad política del Sexenio Revolucionario (1868-1874) provocó una vuelta de la burguesía a
posiciones conservadoras, temerosa de una radicalización social que amenazara sus propiedades y sus
privilegios. El fracaso de la I República facilitó el retorno a la monarquía. Su instauración fue posible por
la combinación de tres factores: el deseo de pacificación del país, el reconocimiento internacional de
Alfonso XII y la aceptación de la monarquía por la población. Antonio Cánovas del Castillo, antiguo
miembro de la Unión Liberal, había organizado durante el Sexenio un partido, el alfonsino, cuyo objetivo
era restaurar la monarquía en la persona de Alfonso XII de Borbón (1875-1885). Para ello consiguió que
Isabel II abdicara de su derecho al trono en la persona de su hijo Alfonso y logró atraer a su causa a gran
parte del ejército, a la burguesía catalana, a la aristocracia madrileña y a los círculos conservadores
españoles y cubanos. Por último, el 1 de diciembre de 1874 Cánovas redactó e hizo firmar al príncipe
Alfonso el Manifiesto de Sandhurst (localidad inglesa donde estudiaba en la academia militar) en el que
se afirmaba que la única solución para los problemas de España era el restablecimiento de la monarquía
constitucional al estilo tradicional, es decir, un régimen conservador y católico que devolviera la
estabilidad política y el orden social. Cánovas intentó que la vuelta a la monarquía fuera el resultado del
deseo del pueblo español y no de un nuevo pronunciamiento militar. Sin embargo, y en contra de su
parecer, el 29 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII tras un
pronunciamiento en Sagunto. La monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar.
A continuación, se procedió a la formación de un gobierno provisional con Cánovas a la cabeza hasta la
llegada del monarca, en enero de 1875. Con la proclamación de Alfonso XII como rey se inicia una larga
etapa conocida como “la Restauración” que se mantendrá para unos hasta 1931 (Alfonso XII abandona
el trono y parte hacia el exilio proclamándose en España la II República) y para otros hasta 1923 (año
en el que siendo rey su hijo, Alfonso XIII, el General Primo de Rivera dio un golpe de Estado).

El objetivo del nuevo gobierno, presidido por Cánovas del Castillo era conseguir la estabilidad política.
Para ello afrontó la búsqueda de soluciones para los problemas inmediatos:

- Pacificar el país: en 1876 se pone fin a la Tercera Guerra Carlista, aboliendo los fueros vascos de forma
que quedaron sujetos al pago de impuestos y al servicio militar como los demás territorios, aunque se
acuerda con ellos un concierto económico propio.

- Acabar con la guerra colonial en Cuba. En 1878 Martínez Campos firma la Paz de Zanjón por la que el
gobierno se comprometía a abolir, de manera progresiva, la esclavitud y a otorgar una amplia autonomía
a Cuba.

- Poner fin a la intervención del ejército en la política y a los pronunciamientos militares como vía de
acceso al poder. El ejército quedó subordinado al poder civil y su misión será la defensa de la nación. El
rey tendrá el mando supremo del ejército (jefe de las Fuerzas Armadas).

- Establecer un sistema político estable que garantizara el orden social, integrando en el régimen
monárquico a las dos grandes corrientes del liberalismo, la moderada o doctrinaria y la progresista, con
la creación de dos partidos, el Conservador y el Liberal, que se van a alternar o turnar en el poder. La
creación de la Constitución de 1876 ponía las bases del nuevo sistema.

✓ El reinado de Alfonso XII, interrumpido por su temprana muerte a los 28 años de edad,
representa la fase de consolidación del sistema canovista. El partido Conservador ejerció el poder
hasta 1881, año en el que, con el primer gobierno del partido Liberal, comenzó a funcionar el
turno de partidos. En 1885, muere Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo, su viuda, asumió
la regencia hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII, del que estaba embarazada a la
muerte de su esposo.
II. CARACTERÍSTICAS Y FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.

El régimen político de la Restauración, diseñado por Cánovas (de ahí su denominación de sistema
canovista), se inspiraba en el modelo británico. Consistía en una monarquía parlamentaria en la que dos
grandes partidos se turnan en el poder de forma pacífica, renunciando a los pronunciamientos como
forma de acceder al gobierno. Pero esta alternancia no dependía del triunfo en unas elecciones sino de la
decisión del rey en función de una crisis política o del desgaste en el poder del partido gobernante y se
conseguía mediante el fraude electoral. Para Cánovas, la nación era una creación histórica que se
configuraba a lo largo del tiempo y de la experiencia histórica surgía una Constitución interna, propia
de cada nación, que estaba por encima de las Constituciones escritas. La historia había convertido al rey
y a las Cortes en las dos instituciones fundamentales de la nación española y, por lo tanto, debían
ejercer la soberanía conjuntamente. Este sistema político estaba controlado por la oligarquía financiera,
industrial y terrateniente que a través del fraude electoral pretende mantener el orden social y estaba
regido por valores conservadores (orden, propiedad, estabilidad y monarquía) combinados con algunos
aspectos del liberalismo. El sistema canovista se basaba en:

A.- Un sistema bipartidista o turno de partidos. Sólo dos partidos participan en el sistema, el Liberal y el
Conservador, que se alternan en el gobierno, el resto (republicanos, socialistas o nacionalistas) quedan
fuera y forman la oposición al sistema:

o El Partido Conservador. Fue creado por el propio Antonio Cánovas del Castillo, integraba a los
miembros del antiguo partido moderado y de la Unión Liberal. Defendía una monarquía
parlamentaria que fuera controlada por una oligarquía financiera (sufragio censitario), partidario
de la limitación de libertades (prensa, cátedra, asociación), de la confesionalidad católica del
Estado y del proteccionismo económico.

o El Partido Liberal. Liderado por Práxedes Mateo Sagasta, aglutinaba a los progresistas y
radicales del Sexenio. Difería muy poco del conservador, ya que representaba los intereses de la
misma clase social, la burguesía, aunque su base social era más amplia. Defendían la soberanía
nacional, el sufragio universal, unas libertades más amplias (incluida la de asociación y culto),
eran laicos y partidarios del librecambismo.

B- El fraude electoral y el caciquismo. El instrumento para hacer efectivo el turno de partidos era el
falseamiento del proceso electoral: los dirigentes de los partidos (los oligarcas) lo pactaban previamente
y alteraban el resultado electoral. Cuando por desgaste, pacto o decisión real se decidía el cambio de
partido gobernante, se producía el siguiente mecanismo:

o El rey disolvía las Cortes y encargaba al jefe del partido de la oposición la formación del gobierno.

o El nuevo gobierno convocaba unas elecciones completamente adulteradas: “fabricaba” los


resultados mediante el “encasillado”, asignación previa de escaños en los que se dejaba un
número suficiente a la oposición. Las elecciones eran manejadas desde el poder para asegurar
que el partido al que le correspondía acceder al gobierno (por llegarle su turno) lo hiciera sin
dificultades. Los dos partidos tenían su propia red organizada para asegurarse los resultados
electorales adecuados. En Madrid estaba la oligarquía integrada por altos cargos políticos y
personajes influyentes (ministros, diputados, propietarios de periódicos, etc.); en las capitales
de provincias la figura clave era el gobernador civil; y en las comarcas, pueblos y aldeas estaban
los caciques locales, personas con poder económico e influencias que podían “orientar” el voto
de mucha gente que dependía de ellos. Cuando se disolvían las Cortes y se convocaba elecciones,
desde Madrid el ministro de Gobernación, enviaba a los gobernadores civiles de cada provincia
la lista de los candidatos que tenían que salir elegidos en cada localidad –los encasillados- y se
lo comunicaban a los alcaldes y caciques locales (que controlaban los movimientos políticos de
su circunscripción o distrito electoral) que se encargaban de la manipulación directa de los
resultados electorales utilizando distintos procedimientos: actitudes protectoras hacía los
electores, amenazas, extorsiones, violencia (“partido de la porra” de Sagasta), compra de votos,
el cambio de urnas o “pucherazo” : computar votos no emitidos, desaparición o duplicación de
urnas, utilización del nombre de electores fallecidos (“voto de lázaros”). En definitiva, el sistema
político estaba controlado por la oligarquía financiera, industrial y terrateniente que a través del
fraude electoral pretende mantener el orden social. El sistema descansaba sobre el voto de las
zonas rurales, en las ciudades, como las elecciones eran una farsa, la abstención era muy alta
(“voto de verdad”).

III. LA CONSTITUCIÓN DE 1876.

El modelo político de Cánovas del Castillo se concretó en la Constitución de 1876. Fue elaborada por unas
Cortes Constituyentes, al frente de Alonso Martínez, elegidas por sufragio universal masculino, aunque
las elecciones fueron fraudulentas. Constituyó el marco jurídico del sistema de la Restauración y se
mantuvo vigente hasta 1923 (Primo de Rivera la suspende), la de mayor vigencia hasta el momento, 47
años. En general mantiene el carácter de la Constitución moderada de 1845, pero incluyendo algunos
elementos progresistas de la de 1869. Su redacción es muy ambigua y flexible para que el partido que
gobernara pudiera hacer una interpretación más amplia o más restringida del texto constitucional y evitar
que el cambio de gobierno implicara un cambio de Constitución. Es breve (89 artículos).

✓ Tiene un marcado carácter conservador, manifestado en:

• El régimen político es una monarquía parlamentaria en el que la soberanía es compartida por


el rey y las Cortes.

• Reforzamiento del poder del monarca. La monarquía aparece como una institución superior e
incuestionable a la que se le atribuye un papel moderador, de árbitro de la vida política y se le
conceden amplios poderes: puede convocar, suspender y disolver las Cortes y tiene derecho de
veto. Tiene el poder ejecutivo y nombra a sus ministros al margen del Parlamento. Para evitar
pronunciamientos militares y la intromisión del ejército en los asuntos políticos, el rey se
convierte en el jefe del ejército.

• En cambio, se limitó el poder de las Cortes, que eran bicamerales: con un Senado cuyos
miembros eran nombrados en gran parte por el rey y otros elegidos -mediante un sistema
indirecto, por las corporaciones y los mayores contribuyentes-, y un Congreso electivo.

• La Constitución no definía el tipo de sufragio que fue censitario en un principio (ley de 1878) y,
desde 1890, universal para varones mayores de 25 años.

• Confesionalidad católica del Estado español, pero permitía el culto privado de las demás
religiones.

• Estado centralizado: se acentuó la centralización al quedar bajo control del Gobierno


ayuntamientos y diputaciones y al ser suprimidos los fueros vascos.

• La declaración de derechos individuales es ambigua pues, en general, los derechos se regulaban


por decretos posteriores que los conservadores limitarán y los liberales ampliarán.

IV. LA REGENCIA DE Mª CRISTINA DE HABSBURGO (1885-1902) Y EL TURNO DE PARTIDOS.

A la muerte de Alfonso XII, su segunda esposa, Mª Cristina de Habsburgo-Lorena asumió la Regencia


(1885-1902) hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII. Ante el temor de una posible desestabilización del
sistema político tras la prematura muerte del rey, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo (1885),
un acuerdo por el que se comprometían a apoyar a la regente para garantizar la continuidad de la
monarquía, a respetar el turno de partidos y a conservar las medidas legislativas aprobadas por los
respectivos gobiernos. Para garantizar el turno de partidos se continuó con el fraude electoral
generalizado en el que participaban los partidos, los gobernadores civiles y los caciques locales que, a
través del “pucherazo” manipulaban los resultados electorales. El sistema de turno de partidos tenía
como objetivo dar estabilidad política, alejar el peligro de los pronunciamientos militares y evitar que se
identificase a la Corona con un único partido, pero dejaba fuera del juego político al resto de opciones,
tanto a las más conservadoras (carlismo) como a las más radicales (republicanos y partidos obreros), pero
también al incipiente nacionalismo. Durante este periodo el Partido Liberal gobernó más tiempo que el
Conservador. Tras la muerte de Alfonso XII, Cánovas del Castillo dimitió y la Regente nombró presidente
a Sagasta; durante los cinco años del llamado “Gobierno largo de Sagasta (1885-1890)” los liberales
llevaron a cabo una importante labor reformista:

• Nueva Ley de Asociaciones (1887) que permitía la completa legalización de las actividades de
todas las organizaciones obreras y sindicales (en 1888 se funda U.G.T.).
• Ley de imprenta (1888) se aprueba la libertad de cátedra, asociación y prensa, suprimiendo la
censura.
• En 1890 se aprueba el sufragio universal masculino. Este derecho fue concedido más que por
presión colectiva de los ciudadanos por el deseo de cumplir el programa del partido en el
gobierno y prolongar el liderazgo de Sagasta. El sufragio universal no supuso una
democratización real del sistema debido al fraude electoral. Sin embargo, permitió que los
republicanos obtuvieran un puñado de diputados en las ciudades, donde no funcionaba el
caciquismo. En la última década del siglo se mantuvo el turno pacífico de los partidos. Sagasta y
Cánovas se alternaron en el poder hasta 1897, fecha en que Cánovas fue asesinado en un
atentado anarquista. Sagasta volvió al poder y tuvo que afrontar el Desastre el 98.

El sistema comenzaba a manifestar síntomas de agotamiento y de mal funcionamiento por parte de los
diferentes gobiernos que no se atrevieron a solucionar los grandes problemas del país: persistencia del
analfabetismo, continuación del déficit y del endeudamiento estatal, la ausencia de reformas sociales
efectivas, mantenimiento del sistema de quintas y ausencia de instituciones políticas democráticas. En
1902, al llegar a la mayoría de edad, Alfonso XIII fue proclamado rey de España, dando fin a la Regencia
de Mª Cristina de Habsburgo.
7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el
regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino.
I. Los nacionalismos y regionalismos.
A finales del siglo XIX, nacen en Cataluña y País Vasco movimientos que cuestionan la existencia de una
única nación dentro del territorio español. Estos movimientos nacionalistas surgieron como respuesta al
proceso de centralización política y de uniformidad cultural impulsado por la Restauración. Su aparición
coincide con el apogeo del nacionalismo en Europa y su actividad política viene precedida de un
renacimiento cultural de las lenguas autóctonas no castellanas, que difunde la idea de una conciencia
nacional entre la burguesía del territorio. Comenzó adoptando la forma de un REGIONALISMO que
pretendía la creación de instituciones propias y una autonomía administrativa dentro del Estado español
y en algunos casos evolucionó hacia el NACIONALISMO, al invocar la existencia de una “nación” con unas
características propias: lengua, derechos históricos (fueros), cultura y costumbres y que tienen derecho
al autogobierno e incluso a constituirse como Estado independiente. Hubo diferentes movimientos en
España y de diversa intensidad:

• El nacionalismo catalán. En Cataluña es donde se desarrolla el primero y más importante


movimiento nacionalista. Su diferenciación lingüística e histórica es la base del sentimiento
nacional que va a arraigar entre su importante burguesía. Su origen se encuentra hacia 1830, en
la Renaixença (movimiento cultural que reivindica la lengua y la literatura catalana. Jacinto
Verdaguer) y en los cambios socioeconómicos catalanes, que provocaron la ruptura de intereses
entre la oligarquía centralista y la burguesía industrial catalana. Hay dos vías:

- Catalanismo de izquierdas, federalista y republicano. Representado por el Centré Catalá (1882) de


Valentí Almirall, y cuyo objetivo era la autonomía catalana. En 1885 presenta el Memorial de Agravios
(Greuges) al rey Alfonso XII donde se hacía constar el malestar de la burguesía catalana en relación con
los convenios comerciales con la Gran Bretaña y los intentos de unificar el derecho civil por parte del
gobierno. Evolucionará, ya en el XX, hacia Esquerra Republicana de Catalunya y el independentismo.

- Catalanismo conservador, que agrupa a la burguesía industrial catalana contra el centralismo estatal.
En 1891, Prat de la Riba, fundó la Unió Catalanista de ideología conservadora y católica que aprobó las
denominadas “Bases de Manresa” (1892), programa en el que reclamaba el autogobierno, el catalán
como lengua oficial y una división de competencias entre el Estado español y la autonomía catalana. En
1901 nace la Lliga Regionalista Catalana con Prat de la Riba y Francesc Cambó; un partido
conservador, católico y burgués que desea la autonomía y busca participar en la política nacional
(“trabajar para conseguir la autonomía del pueblo catalán dentro del Estado español...”) y tener
representantes en las instituciones que defiendan los intereses económicos de los industriales catalanes.

El nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la burguesía y el campesinado. Mientras tanto,


la clase obrera abrazó mayoritariamente el anarquismo.

• El nacionalismo vasco no podía tener su origen en la recuperación y defensa de una cultura y


lengua propias, ya que el euskera, limitado al ámbito rural, carecía de tradición literaria. Su
aparición se debió a otras causas:

- La abolición de los fueros históricos tras la última guerra carlista (1876).

- Los cambios socioeconómicos provocados por la industrialización, sobre todo por la llegada masiva de
inmigrantes no vascos que llevó a la idealización de su pasado y de la sociedad tradicional vasca (católica
y rural) rechazando la “españolización” traída por los trabajadores venidos de fuera que despectivamente
serán llamados “maketos”.

El ideólogo del nacionalismo vasco fue Sabino Arana, fundador del PNV (1895), con un programa
antiliberal, racista y ultracatólico (clara continuidad con el carlismo) que reivindicaba la soberanía para
la nación vasca, a la cual consideraba racialmente diferente y superior; su lema era “Dios y Leyes Viejas”.
Se defendía la independencia de Euskadi y la creación de un Estado vasco (Euskal Herria) que incluía siete
territorios, cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra) y tres franceses (Lapurdi, Benafarroa
y Zuberoa). Intelectuales y artistas vascos como Unamuno, Baroja o Zuloaga, rechazaron sus postulados.
Tras la muerte de Arana, en 1903, se moderó el programa acercándose al liberalismo y al autonomismo
por lo que empezó a atraer a la burguesía vasca. A partir de 1915, contará con representación
parlamentaria.

La influencia social y geográfica del nacionalismo vasco fue desigual:

- Los grupos sociales más nacionalistas serán la pequeña y mediana burguesía, y el


mundo rural. La gran burguesía industrial y financiera se distanció del
nacionalismo, mientras que el proletariado, procedente en su mayor parte de otras
regiones españolas, abrazó mayoritariamente el socialismo.

- Geográficamente se propaga por Vizcaya y Guipúzcoa. Su influencia en Álava y


Navarra fue mucho menor.

✓ En otras regiones también se dan movimientos regionalistas, pero con menor intensidad y
arraigo social. En Galicia a mediados del siglo XIX, se inició una corriente que dio lugar al “O
Rexurdimento” (Manuel Murguía, Alfredo Brañas, Rosalía de Castro), que significó el
redescubrimiento literario de la lengua y la cultura gallegas. Pero no se llegó a crear un partido
autonomista hasta 1907, “Solidaridad Gallega”. Más débiles resultaron los movimientos
regionalistas valenciano (“Valencia Nova”) y andaluz (Blas Infante, “El ideal andaluz”).

II. Génesis y desarrollo del movimiento obrero y campesino.


Son fruto de las pésimas condiciones de vida del proletariado industrial y del campesinado.

Regencia de María Cristina y reinado de Isabel II.

Las primeras manifestaciones de protesta obrera fueron la destrucción de máquinas –el ludismo-
(incendio de la fábrica Bonaplata en Barcelona en 1835) a las que se responsabilizaba de la pérdida
de trabajo y la bajada de salarios.

En torno a 1840 se crearon las primeras agrupaciones de trabajadores, origen de los futuros sindicatos,
las “Asociaciones de Socorro Mutuo”, a las que los obreros asociados entregaban una pequeña cuota
para conseguir ayuda en caso de desempleo, enfermedad o muerte. La primera de ellas fue la Sociedad
de Tejedores de Barcelona. Estas sociedades carecían de orientación política, pero fueron prohibidas en
1844 (década moderada). Posteriormente la lucha obrera se orientó hacia la defensa del derecho de
asociación y la mejora de las condiciones de vida y de trabajo.

En 1855, durante el bienio progresista, estalló en Barcelona la primera huelga general en defensa
del derecho de asociación. Los obreros comprendieron que los liberales, incluidos los progresistas, no iban
a defender su causa por lo que se alinearon con los partidos demócratas y republicanos.

Sexenio Democrático.
En 1864 se fundó la Primera Internacional (AIT), en Londres, que difundió las nuevas doctrinas socialistas
y anarquistas y propició la expansión del movimiento obrero. Durante el Sexenio Democrático (al recoger
la Constitución de 1869 el derecho de asociación) llegaron a España las dos corrientes de la Primera
Internacional (AIT). La anarquista, que llegó con la visita de Giuseppe Fanelli, discípulo de Bakunin, fue la
que tuvo una mayor expansión, creándose una sección española de la AIT, la Federación Regional
Española, en 1870. La corriente marxista llegó con Paul Lafargue, yerno de Marx, y se aglutinó en torno
a un núcleo madrileño que poco después daría lugar al P.S.O.E. (1879).
El movimiento obrero estuvo condicionado por el decreto de 1874 -dictadura de Serrano- que disolvía la
Internacional en España y obligó a las asociaciones obreras a mantenerse en la clandestinidad o
camufladas bajo asociaciones con otros fines.

Restauración
Desde 1881 con el primer Gobierno liberal de Sagasta, el clima se distendió y las organizaciones obreras
empezaron a salir a la luz. Esta nueva etapa fue aprovechada por los movimientos obreros para defender
sus intereses recurriendo a las huelgas.

A partir de la promulgación de la Ley de Asociaciones de 1887 (regencia de Mª Cristina de Habsburgo,


gobierno del Partido Liberal de Sagasta) los partidos obreros se organizan legalmente. El movimiento
obrero español siguió dos tendencias:

a) Tendencia marxista: Los pequeños núcleos marxistas ya habían fundado en 1879 el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE), bajo el liderazgo de Pablo Iglesias, que en 1910 (reinado
de Alfonso XIII) se convertirá en el primer diputado socialista en las Cortes. Seguía la corriente
marxista que defendía el fin de la sociedad capitalista mediante la revolución obrera para
establecer una dictadura del proletariado. Sin embargo, poco a poco, el P.S.O.E evolucionó hacia
posiciones reformistas (socialdemocracia), presentando candidatos en las elecciones. En 1888
en Barcelona, los socialistas impulsaron la creación del sindicato Unión General de
Trabajadores (UGT), que centró su lucha en la mejora de las condiciones de trabajo (salario
mínimo, jornada de 8 horas, descanso dominical, prohibición del trabajo infantil). La UGT
comprendió pronto la importancia de los medios de comunicación, por lo que creó sus propios
diarios, como El Socialista, la Aurora Social, etc. Madrid, País Vasco y Asturias fueron las zonas
de mayor implantación marxista. En 1921 un grupo de socialistas se separaba del P.S.O.E y
fundaba el P.C.E (Partido Comunista Español).

b) Tendencia anarquista: Los anarquistas rechazaban toda forma de organización estatal y de


participación política. Su difusión fue mucho mayor que la del marxismo y sus principales
centros fueron Andalucía y Cataluña, con dos modelos de organización distintos: en Andalucía,
entre los campesinos, el anarquismo propugnaba la formación de comunidades autónomas,
autogestionadas, sin una autoridad ni propiedad privada y, en Cataluña, el anarcosindicalismo
quería mantener los sindicatos como única forma de organización social. Durante la década de
los 90 se sirvieron de la propaganda pacífica por medio de diarios o revistas como Tierra y
Libertad, Revista Blanca, etc. Uno de sus principales representantes fue Anselmo Lorenzo.

✓ Desde el principio el anarquismo estuvo dividido en torno a dos tipos de organizaciones:

a. Grupos de acción directa: eran pequeños núcleos clandestinos (el más destacado la Mano
Negra) que utilizaban la violencia para atentar contra los pilares del capitalismo: el Estado, la burguesía y
la Iglesia, y conseguir así el cambio político. Los atentados se sucedieron: asesinato de Cánovas del
Castillo, bomba en el Liceo de Barcelona, etc.

b. La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Se fundó en 1881, dentro de la


Primera Internacional o A.I.T, y era de tendencia anarcosindicalista. Defendía la actuación obrera a través
de sindicatos y la huelga general revolucionaria como instrumento de transformación social. La FTRE se
disolvió por la persecución a la que fue sometida tras los atentados terroristas de la Mano Negra. En 1910,
se creó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) que se convirtió en el sindicato obrero con mayor
número de afiliados.

✓ En el mundo rural, los campesinos continuaron con unas condiciones de vida de miseria, sin
tierras y asalariados. Muchos debieron abandonar el campo y fueron a las ciudades a buscarse
la vida en busca de un nuevo trabajo en las fábricas, en especial hacia Cataluña y hacia el País
Vasco. El anarquismo fue mayoritario entre los campesinos, por encima del socialismo.
7.3. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898
y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas.
I. INTRODUCCIÓN.

Tras la independencia de la mayor parte de las posesiones españolas en América durante el reinado de
Fernando VII, solo Cuba y Puerto Rico en América y Filipinas en Asia continuaron perteneciendo a España.
Los gobiernos de la Restauración intentaron mantener intacto este imperio de ultramar. Sin embargo, a
finales del siglo XIX las guerras coloniales supusieron la pérdida de estos territorios.

La opinión pública se encontraba dividida acerca de las guerras coloniales. Los partidos dinásticos las
apoyaban mientras que los anarquistas, nacionalistas y socialistas las rechazaban. El apoyo popular fue
disminuyendo debido al alto coste humano y al sistema militar español de la redención de quintas
(sistema de reclutamiento por el que una quinta parte de los mozos debían cumplir el servicio militar de
forma obligatoria y que se podía evadir buscando un sustituto o mediante la redención en metálico) que
permitía a los ricos evitar el servicio de armas.

La pérdida de las últimas colonias puso en evidencia que España era una potencia de segundo orden en
el concierto internacional. Además, este hecho evidenció otros problemas: crisis social, económica y
política que mostraba la necesidad de revisar el mecanismo viciado de la Restauración.

II. LAS GUERRAS COLONIALES

- La guerra de Cuba.
Cuba y Puerto Rico basaban su economía en la agricultura de plantación orientada a la exportación,
principalmente azúcar de caña y tabaco, en la que trabajaba mano de obra negra esclava. La hegemonía
española se basaba cada vez más en la defensa de los intereses de una reducida oligarquía esclavista,
beneficiada por la relación comercial con la metrópoli.

Durante el Sexenio (1868-1874), las insurrecciones cubanas habían sido casi permanentes hasta que, en
el reinado de Alfonso XII, con la Paz de Zanjón (1878) firmada por Martínez Campos, se puso fin a la
guerra iniciada diez años antes con el “Grito de Yara”, llamada “la Guerra Larga” o “Guerra de los diez
años”, y se prometía:

- Mejoras en las condiciones políticas y administrativas de la isla.

- La concesión de una amplia amnistía para los vencidos y de la libertad para los esclavos.

Algunos independentistas la rechazaron dando lugar a la brevísima “Guerra Chiquita” (1879-1880).

El periodo más propicio para hacer concesiones a las reivindicaciones cubanas fue el “Gobierno largo
de Sagasta” pero la única medida que se acabó aprobando fue la abolición definitiva de la esclavitud
(1888) y que los cubanos tuvieran representación propia en las Cortes, ya que las propuestas de dotar a
Cuba de autonomía y de un proyecto de reforma del estatuto colonial de Cuba fue rechazado.

El incumplimiento de lo pactado provocó la reanudación del conflicto en 1895. José Martí, ideólogo
y líder del independentismo cubano, impulsará la insurrección que comenzó en Santiago con el Grito de
Baire -¡Viva Cuba libre!- y se extendió por toda la isla empezando así, la “Guerra Necesaria” (1895-
1898). El gobierno español de Cánovas respondió enviando un ejército a Cuba, dirigido por Martínez
Campos, considerado como el más adecuado para combinar la represión militar con la flexibilidad
necesaria para llegar a acuerdos que pusieran fin al levantamiento. No consiguió controlar la situación,
por lo que fue sustituido por el general Valeriano Weyler, que inició una férrea represión y concentró
a la población en zonas controladas por las tropas españolas para evitar que apoyaran a los
independentistas (pero la dificultad de proveerlos de alimentos y de facilitar asistencia médica, trajo
consigo una elevada mortalidad). Además, dividió la isla en tres sectores separados por “trochas”, líneas
fortificadas y vigiladas para impedir que las tropas cubanas se extendieran hacia occidente y llegaran a La
Habana. Esta medida, aunque permitió controlar las principales ciudades y vías de comunicación, tuvo un
elevadísimo coste humano para la población reconcentrada, que empezó a ser víctima de las
enfermedades. La táctica de guerrilla empleada por los insurrectos (“mambises”) impedía a las tropas
españolas, que debían luchar en plena selva, dominar la situación, aunque su ejército era mucho más
numeroso, ya que España llegó a desplazar 200.000 soldados.

La dura actuación de Weyler con la población civil aumentó los deseos de independencia y alentó la
campaña internacional de desprestigio contra España, dirigida por la prensa de Estados Unidos que
justificaba su injerencia en nombre, supuestamente, de la libertad y la democracia. Su interés por la isla
se debía a motivos económicos (EE.UU. era el principal comprador del azúcar y tabaco cubanos, pero los
productos norteamericanos tenían un fuerte arancel de entrada en Cuba debido al monopolio comercial
español) y estratégicos (el control sobre las zonas cercanas al Canal de Panamá: el Caribe y
Centroamérica), por eso, los norteamericanos, en proceso de expansión territorial, habían intentado
comprar Cuba, oferta que rechazó el gobierno español.

✓ Paralelamente al conflicto cubano, en 1896 se iniciaba la rebelión en las Islas Filipinas.

Tras el asesinato de Cánovas (1897), el nuevo gobierno liberal de Sagasta decidió aprobar una
estrategia de la conciliación. Relevó a Weyler y concedió a Cuba una amplia autonomía, entre otras
medidas. Pero las reformas llegaron demasiado tarde: los independentistas, que contaban con el apoyo
estadounidense, se negaron a aceptar el fin de las hostilidades.

La clave del conflicto fue la intervención de EEUU. El presidente norteamericano McKinley había enviado
a Cuba el Maine (febrero de 1898) para proteger los intereses norteamericanos en la isla. Fondeado en la
bahía de La Habana, el Maine explotó y se hundió, muriendo centenares de norteamericanos. El
gobierno de EE UU acusó sin pruebas a España y envió un ultimátum exigiendo la retirada de Cuba. El
gobierno español negó cualquier vinculación con el hundimiento del acorazado y rechazó el ultimátum
estadounidense. Los dirigentes españoles eran conscientes de la inferioridad militar española, pero
consideraron humillante la aceptación del ultimátum ante la presión de la opinión pública y de gran parte
del ejército. Comenzaba así la guerra hispano-norteamericana que fue muy breve y se decidió en el
mar. El 3 de julio, la Armada norteamericana derrotó a la flota española, dirigida por el almirante
Cervera, en la bahía de Santiago de Cuba, mientras tropas estadounidenses invadían el resto de Cuba y
Puerto Rico.

- La guerra de Filipinas.
En Filipinas la población española era escasa y pocas las inversiones realizadas. El dominio español se
mantenía gracias a una pequeña presencia militar y, sobre todo, al poder de las órdenes religiosas. Sin
embargo, para los Estados Unidos podría ser una importante base para el comercio con Oriente.

Desde hacía tiempo existían movimientos nacionalistas que propugnaban la independencia del
archipiélago. En 1896, estalla una sublevación liderada por La Liga Independentista Filipina, dirigida por
José Rizal y Emilio Aguinaldo, que fue duramente reprimida.
Cuando los norteamericanos declararon la guerra a España en 1898, por la cuestión cubana, se
presentaron también ante los filipinos como sus libertadores. En la batalla de Cavite (1 de mayo), en el
Pacífico frente a la bahía de Manila, la flota norteamericana deshizo prácticamente la escuadra española.

✓ España se vio obligada a firmar el Tratado de París (1898) por el que pierde la soberanía sobre
Cuba que queda bajo la protección política y económica de EE UU (en 1902 EE UU reconocía la
independencia formal de Cuba). Además, España cedió a EEUU la isla de Puerto Rico -que hoy
sigue siendo un estado asociado de EEUU-, la isla de Guam (en el archipiélago de las Islas
Marianas) y Filipinas a cambio de 20 millones de dólares.
La sustitución del dominio español por el norteamericano generará un profundo descontento en las
antiguas colonias.

La pérdida del imperio español se completó en 1899 con la venta a Alemania (15 millones de dólares)
del resto de las islas Marianas, del archipiélago de las Carolinas y de las Palaos. A España, sólo le
quedarán como colonias algunos pequeños enclaves en África.

III. CRISIS DEL 98.

La derrota y la pérdida de las colonias fueron conocidas en España como “el Desastre del 98” y tuvo un
gran impacto en la conciencia nacional. El desastre colonial de 1898 tuvo consecuencias de todo tipo:

• Demográficas: Pérdidas humanas (unos 60.000 españoles murieron en estas guerras, no sólo
como consecuencia directa de la guerra, sino que también muchos murieron de enfermedades
tropicales).

• Las pérdidas económicas fueron inicialmente muy importantes al desaparecer para España: los
ingresos que proporcionaba las colonias, la exportación de azúcar, café o tabaco (lo que encarece
estos productos) y perder el mercado colonial para las manufacturas españolas. Pero la
repatriación a España de los capitales invertidos en las islas fue beneficioso porque permitió un
gran desarrollo de la banca española y la creación de numerosas empresas industriales.

• Políticas:

1ª El sistema político de la Restauración sobrevivió, aunque la derrota había puesto de relieve


de forma trágica y súbita todas las fisuras del régimen y su incapacidad para afrontar los
problemas sociales y la modernización del país. El sistema entró en una fuerte crisis, a pesar de
los intentos de reformismo (corriente revisionista) promovidos por los mismos políticos del
sistema, como Francisco Silvela y Maura (ambos sucesores de Cánovas) que proponían reformar
la monarquía parlamentaria y la Restauración desde el propio régimen (“desde arriba hacia
abajo”).

2ª Se reforzaron los movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco y el republicanismo


avanzó.

3ª El desprestigio de los militares fue grande. Parte de la opinión pública consideraba al ejército
culpable del desastre y el antimilitarismo creció entre las clases populares, agudizado por lo
injusto del sistema de reclutamiento: -las quintas-. Por su lado, los militares achacaban a la
corrupción e ineficacia política lo sucedido y reclamaban una mayor participación en la vida
política.

4ª Dio comienzo el colonialismo en el norte de África, como compensación por la pérdida del
imperio de ultramar.

• La crisis del 98 fue sobre todo moral e ideológica y causó un enorme impacto psicológico entre
la población. El pueblo español vivió la derrota como un trauma colectivo, las pasadas fantasías
sobre la grandeza española se desplomaron y dejaron paso a los sentimientos de inferioridad e
impotencia. La prensa extranjera presentó a España como una nación moribunda, con un
ejército ineficaz, un sistema corrupto y unos políticos incompetentes. España había perdido
todas sus colonias en una época en que las potencias europeas estaban construyendo enormes
imperios coloniales y quedaba relegada a un papel muy secundario en el contexto internacional.

• El desastre del 98 aumentó las críticas de los regeneracionistas, corriente intelectual y política
que consideraba el sistema de la Restauración como un sistema viciado y enfermo. Defendía la
necesidad de “regenerar” la vida nacional acabando con los males del sistema como el
caciquismo, la corrupción, el analfabetismo, etc. para sacar a España de su atraso económico.
Joaquín Costa (“Oligarquía y Caciquismo”) fue uno de sus principales representantes. El
Regeneracionismo de Joaquín Costa fue la principal expresión de una renovada conciencia
nacional que aspiraba a la reforma del país; propugnaba la necesidad de modernizar la
economía y la sociedad y alfabetizar a la población. Su lema “escuela, despensa y siete llaves
al sepulcro del Cid”, resume su propuesta de avance para la sociedad española.

• La pérdida del imperio provocó también una reacción cultural de gran trascendencia, de la que
ha dejado testimonio la Generación del 98, un grupo de escritores y pensadores que se
caracterizaron por el profundo pesimismo, su crítica frente al atraso peninsular y plantearon una
profunda reflexión sobre el sentido de España y su papel en la Historia. Pensaban que tras la
pérdida de las colonias había llegado el momento de una regeneración moral, social y cultural
del país. Fueron miembros destacados Unamuno, Antonio Machado, Azorín, Ramiro de Maeztu,
Pío Baroja, Valle-Inclán…
8.1. Evolución demográfica y movimientos migratorios en el siglo XIX. El desarrollo urbano.

I. El crecimiento demográfico.
Durante el siglo XIX la población española creció, pero lentamente. Se pasó de 10 millones a principios
del s. XIX a 18,5 millones a finales de siglo. Se mantuvo el régimen demográfico antiguo, caracterizado
por:

- Altas tasas de natalidad. En torno al 35 por mil (frente a Francia con 21 por mil y reino Unido 29 por
mil). Contrarresta a la alta mortalidad.

- Altas tasas de mortalidad: con una tasa en 1900 del 27 por mil, frente al 18-19 por mil de los países
más avanzados y con una elevada mortalidad infantil. Todo ello debido a las crisis de subsistencias
(escasez de alimentos), a la falta de higiene, malas condiciones sanitarias y a las enfermedades
infecciosas (tosferina, viruela, cólera, tifus, sarampión, difteria, fiebre amarilla, tuberculosis), ambas
muy relacionadas con la pobreza de la mayoría de la población. En momentos puntuales, la
mortalidad se elevaba como consecuencia de las guerras (de Independencia, carlistas, de Cuba, etc.)
y dichas epidemias.

- La esperanza de vida: no superaba los 29 años en 1860 y llegó a los 35 años de media en 1900.

- La tasa de crecimiento vegetativo (diferencia entre natalidad y mortalidad), también muy baja, en
torno al 8 por mil en 1900, mientras que en el resto de Europa rondaba el 10-14 por mil.

A partir del último tercio del S. XIX hay indicios de cambio, especialmente tras la epidemia de cólera de
1885. Se inicia un lento descenso de las tasas de natalidad y mortalidad. Únicamente Cataluña había
iniciado antes la transición demográfica (aumento de población) y la culmina en las primeras décadas del
S. XX.

II. Movimientos migratorios en el siglo XIX y el desarrollo urbano.

1. Interior y el desarrollo urbano


La mayor parte de la población trabajaba en el sector agrario (más del 70%) y vivía en el campo, pero,
desde los años sesenta se incrementó el éxodo rural debido al estancamiento del mundo agrario, a la
forma de vida miserable del campo y las expectativas de trabajo que ofrecían las ciudades. La tendencia
fue el abandono de la Meseta Central (salvo la ciudad de Madrid) para concentrarse en las áreas
industriales periféricas y en la costa mediterránea y atlántica meridional, que llegó a concentrar el 45%
de la población española. Este movimiento de población tuvo como consecuencia un importante
crecimiento urbano, que fue mayor en Madrid, Barcelona o Bilbao, ciudades en pleno crecimiento
industrial. Este crecimiento fue acompañado por modificaciones en el trazado de las ciudades donde se
realizaron planes de ensanche (Madrid y Barcelona), se derribaron las viejas murallas para facilitar las
comunicaciones y se incorporaron paulatinamente novedades procedentes de la industrialización
(infraestructuras de transporte, medios de comunicación, iluminación, saneamientos…). Surgieron así el
ensanche de Barcelona, de Ildefonso Cerdá, con planos en cuadrícula; en Madrid, la Ciudad Lineal,
proyectada por Arturo Soria, con un eje de comunicación central a cuyos lados se situaban las viviendas,
las industrias y los servicios o el ensanche con plano de cuadrícula de Carlos Mª de Castro o el del
marqués de Salamanca (barrio de Salamanca). Otras ciudades en expansión fueron: Bilbao, San Sebastián
o Valencia.

Concretamente, el crecimiento de la ciudad de Barcelona se convirtió, a finales de siglo, en un modelo


urbano europeo industrial porque, en primer lugar, se hizo con unos barrios salidos de un ensanche
precipitado por la incesante llegada de inmigrantes, con viviendas, talleres, fábricas con vías y estaciones
de ferrocarril. Por otra parte, nos encontramos unos barrios promocionados por la burguesía industrial,
trazados en manzanas cuadrangulares (plano ortogonal) y con unos edificios en los que los arquitectos se
esforzaron en plasmar el arte modernista catalán.

2. Exterior
Los movimientos migratorios se vieron favorecidos por una legislación favorable. Inicialmente estaba
prohibida la emigración (suponía una pérdida de trabajadores y potenciales soldados). Pero a partir de
1853 se permite cierto grado de emigración (hacia Argentina, Brasil, México y Venezuela). En la
Constitución de 1869 se reconoce formalmente el derecho a emigrar. Las regiones con más emigrantes
fueron: Galicia, Canarias, Andalucía y Valencia. En 1907 se hizo la primera ley que regulaba el fenómeno
de la emigración.

De este modo se inicia una importante emigración exterior: el crecimiento demográfico y la escasez de
cambios en la agricultura llevaron a muchos españoles a emigrar a otros continentes. Los emigrantes
partían, principalmente, desde zonas con escasez de tierra y de puestos de trabajo, en dirección a América
y, en particular, a Argentina, México, Cuba y Brasil. Las migraciones transoceánicas seguirán siendo muy
importantes en el primer cuarto de siglo XX.

✓ También fueron importantes los exilios o “migraciones políticas” que llevaron a cerca de 200.000
personas a abandonar España por sus ideologías, ya fuesen liberales, carlistas o republicanos en
1814, 1823, 1843, 1868, 1873 y 1876.
8.2. La revolución industrial en la España del siglo XIX. El sistema de comunicaciones: el
ferrocarril. Proteccionismo y librecambismo. La aparición de la banca moderna.
I. INTRODUCCIÓN.

Paralelamente a la implantación del liberalismo político, la economía española experimentó una serie de
cambios importantes debido al establecimiento de un modelo económico capitalista y al inicio de la
Revolución Industrial. Pero el proceso de cambio económico fue muy lento, en comparación con otros
países. A finales del s. XIX. España seguía teniendo una economía básicamente agraria con un sector
industrial limitado e incapaz de competir en el mercado exterior. Por ello los gobiernos liberales,
especialmente los progresistas, adoptaron medidas políticas para acelerarlo:

▪ Mediante las desamortizaciones (1836: Mendizábal y 1855: Madoz) se produjo el cambio en la


propiedad de la tierra.

▪ La construcción del ferrocarril (Ley de Ferrocarriles de 1855) permitió la mejora de las


comunicaciones y el desarrollo de las infraestructuras.

▪ La modernización del sistema financiero (Ley de Bancos y Sociedades de Crédito de 1856).

▪ La política comercial fue en general proteccionista: protegió la producción industrial nacional


(sobre todo la textil) frente a productos extranjeros.

II. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX.

II.1. CAUSAS DEL RETRASO.

La incorporación de España a la Revolución Industrial fue tardía, incompleta y desequilibrada con


respecto a otros países europeos. Las principales razones fueron:

- Los excedentes de la agricultura eran insuficientes.

- La debilidad del consumo interior, por el bajo poder adquisitivo de gran parte de la población.

- La inestabilidad política: guerra de la Independencia, pérdida de los territorios americanos y


guerras carlistas.

- La escasez de materias primas, fuentes de energía y el atraso tecnológico: dependencia del


exterior.

- La falta de capitales privados para invertir en la industria. Sólo en Cataluña y en el Norte la


burguesía invertía en la industria, en el resto del país serán capitales extranjeros.

- Deficiente sistema de comunicaciones y elevado precio del transporte.

- La política proteccionista de los gobiernos favoreció el inmovilismo al tener asegurados los


mercados nacionales frente a la competencia exterior.

- Escasa competitividad en el mercado internacional de los productos nacionales, de menor


calidad y más caros.

II.2. PRINCIPALES ZONAS Y SECTORES INDUSTRIALES.

Durante el siglo XIX España experimentó un proceso de aceleración industrial localizado en el


sector textil de Barcelona y el metalúrgico de Bilbao y Oviedo-Gijón. El desarrollo industrial se
centró en estas zonas costeras por su fácil accesibilidad por mar y su cercanía a los países
europeos más avanzados económicamente (Francia y Reino Unido). El resto de España quedó,
en gran medida, al margen del proceso de industrialización.
A. La industria textil catalana: se localizó en Barcelona y se centró en la producción de tejidos de
algodón. La prosperidad de este sector se debió, fundamentalmente, a tres razones:

a. El temprano despegue industrial en Cataluña, que se inició en el siglo XVIII.

b. La iniciativa empresarial de la burguesía catalana, que supo modernizar sus industrias


con la incorporación constante de nuevas máquinas: máquinas de vapor, selfactinas
máquinas de hilar automáticas que provocaron un gravísimo conflicto antimaquinista en
1854 y nuevas técnicas de producción. Fábrica- Vapor Bonaplata.

c. Las leyes proteccionistas, que permitieron, tras la pérdida del mercado colonial
americano, orientar la producción al mercado nacional sin la competencia inglesa.

B. La industria siderúrgica: utiliza carbón y hierro. El desarrollo siderúrgico español se vio dificultado
por la escasa calidad y alto coste del carbón español y la insuficiente demanda de productos siderúrgicos
por parte de la agricultura, de la industria y sobre todo de los transportes, ya que para la construcción del
ferrocarril se utilizaron materiales de hierro importados. Su localización fue cambiando a lo largo del siglo.
Se pueden distinguir tres etapas:

1. Etapa andaluza (1830-1860): Los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se
hicieron en Málaga, aprovechando sus yacimientos de hierro, pero esta iniciativa acabó
fracasando porque utilizaba carbón vegetal, más caro y de menor rendimiento. Tuvo su
apogeo durante las guerras carlistas, que impedían la explotación de la minería del
norte, pero los elevados costes la llevaron a la quiebra.

2. Etapa asturiana (1860-1880): los yacimientos de hulla en Asturias (Mieres y Langreo)


favorecieron la localización de siderurgias en la zona, a pesar de la escasa calidad y poder
calorífico, la producción de hierro creció con rapidez.

3. Etapa vizcaína (desde 1880): Vizcaya se convirtió en el centro de la siderurgia española


por la abundancia de hierro y la actividad de la empresa Altos Hornos de Vizcaya. La
clave del éxito estuvo en los “fletes de ida y vuelta” en barco: se exportaba mineral de
hierro vasco a Gran Bretaña y se compraba carbón de Gales – más barato y de mayor
poder calorífico que el asturiano-. El desarrollo de la siderurgia vasca permitió la
expansión de otros sectores como el naval (Astilleros del Nervión, La Maquinista
Terrestre y Marítima de Barcelona).

C. La minería. España era rica en reservas de hierro, plomo, cinc, cobre (Río Tinto) y mercurio
(Almadén). Durante el Sexenio Democrático (1868-1874) se aprobó una legislación minera, “Ley de
Bases sobre Minas” de 1868, que permitía la venta o concesión de los yacimientos mineros (que
pertenecían al Estado), a distintas compañías, fundamentalmente extranjeras a cambio de una
compensación monetaria; esto provocó una “desamortización” del subsuelo español. A partir de 1868 la
exportación de minerales representó una de las principales partidas dentro de nuestro comercio exterior.

✓ Otras industrias de consumo como la de alimentación, calzado, cerámica, vidrio, se desarrollaron


en este periodo, pero su producción era de pequeña escala, con bajos índices de capitalización
y, en algunos casos, con sistemas de producción más artesanales que industriales.
III. EL SISTEMA DE COMUNICACIONES: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL.

Isabel II
La expansión del tendido ferroviario fue un factor clave de modernización como en el resto del mundo.
España llegó con retraso al nuevo medio de transporte.

El ferrocarril español presenta dos características:

- Una estructura radial, con el centro en Madrid de donde partían las líneas hacia las costas y
fronteras. Este diseño dificultaba las comunicaciones entre las zonas más industrializadas y pobladas
de la periferia.

- Un ancho de vía (de 23 cm) mayor que el europeo (para salvar la difícil orografía española), que
dificultó las comunicaciones ferroviarias con Europa.

a) Década moderada

La primera línea fue la construida entre Barcelona y Mataró en 1848, seguida por la de Madrid-Aranjuez
en 1851, pero la construcción era muy lenta por la falta de iniciativa y de capitales.

b) Bienio progresista

Responsable de la Ley General de Ferrocarriles de 1855 (consulta el texto correspondiente en el


bloque 6) estaban dispuestos a proporcionar todos los recursos y facilidades necesarios para alcanzar lo
que consideraban un objetivo prioritario, por lo que aprobaron otra serie de leyes para conseguir dicho
objetivo:

o La Ley de desamortización general de Madoz: que proporcionaría fondos al Estado con que
poder atender ayudas y subvenciones.
o La Ley de Bancos: favorece la emisión de papel moneda.
o La Ley de Sociedades de Crédito: facilitaría su financiación, dando entrada a capital extranjero.

Aunque faltó una buena planificación a escala nacional pues muchas concesiones respondieron a
influencias caciquiles más que a la importancia de los recorridos y se construyó con cierta precipitación
ya que el negocio era construir y cobrar subvenciones, el resultado fue un rápido ritmo de construcción.

✓ El ritmo se frenará como consecuencia de la crisis de 1866 (uno de los antecedentes de la


revolución de 1868) y esto provocó la quiebra de empresas y bancos, lo que paralizó la
construcción ferroviaria durante 10 años.

Restauración
El último impulso constructor del siglo XIX comenzó en 1876, y coincidió con el desarrollo de la minería,
con lo que una gran parte de los nuevos tramos conectaba las zonas mineras con el resto del país. Además,
se promulgó una nueva Ley de Ferrocarriles en 1877. Se incrementó la presencia de capital español y las
subvenciones del Estado. El tráfico de mercancías y personas se incrementó notablemente.

Consecuencias del ferrocarril


El ferrocarril jugó un papel fundamental en el desarrollo de un mercado nacional al conectar las distintas
regiones, uniendo centros de producción y de consumo e incrementando intercambio de productos
agrarios e industriales. El ferrocarril hará también posible el desarrollo urbano y la gran emigración del
campo a las ciudades que se empieza a producir a finales de siglo. Pero será una oportunidad perdida
para el desarrollo de la industria siderúrgica pues se favorecía la importación de hierro extranjero.
✓ Otros avances en el sector de las comunicaciones fueron: extensión de la navegación a vapor y
modernización de correos y telégrafos.

IV. PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO.

Durante el siglo XIX en España, dominó el proteccionismo (establece altos impuestos o aranceles
aduaneros a las importaciones), siendo defendido tradicionalmente por el partido moderado de Isabel II
y el conservador de Cánovas, así como por los productores de cereal castellanos y los industriales
catalanes y vascos.

Las políticas librecambistas (defienden la libertad de intercambios) se aplicaron de forma más puntual y
fueron impulsadas tradicionalmente por los progresistas y demócratas (regencia de Espartero (1840-43),
el Bienio Progresista (1854-56) y el arancel Figuerola en 1869 durante el Sexenio).

V. LA APARICIÓN DE LA BANCA MODERNA

a) La modernización del sistema financiero.


Fernando VII

Durante el primer tercio del siglo XIX solo existe el Banco Nacional de San Carlos, fundado por Carlos III
en 1782. Desapareció en 1827 por las consecuencias de la guerra de la Independencia y la mala gestión
económica de los gobiernos de Fernando VII.

En 1829 la iniciativa del ministro López Ballesteros lleva a la fundación del Banco Español de San
Fernando. A la vez se publica el Código de Comercio que permite la creación de sociedades anónimas. En
1831 se produce la creación de la Bolsa de Madrid. Aunque, dada la inestabilidad política y las guerras
carlistas, dependerá mucho de la inversión de capital extranjero (Rothschild, Laffitte…).

Isabel II

En 1845, se creó un sistema de impuestos unificado (Ley Mon-Santillán).

La Ley de la Banca (1856), permitió crear bancos privados que se establecieron en las principales ciudades
españolas (Banco de Zaragoza, Santander, Bilbao…). El Banco Español de San Fernando pasó a
denominarse Banco de España, que quedó configurado como banco nacional y aún mantiene el
monopolio de emisión de papel moneda. Sin embargo, será a finales del siglo cuando el sistema bancario
se fortalezca con la repatriación de capitales producida tras la pérdida de las colonias en 1898.

La Ley de Sociedades de Crédito (1856), permitió la entrada de las compañías financieras extranjeras en
el sistema económico español, lo cual favoreció su intervención en algunas infraestructuras que exigían
disponer de importantes cantidades de capital como fue el caso del ferrocarril.

b) La reforma monetaria.
Elemento básico del sistema capitalista. En el siglo XIX existían en España diversos tipos de moneda de
diversas épocas (el real de vellón, el escudo), junto con mucha moneda extranjera.

Finalmente, durante el gobierno provisional del Sexenio, por iniciativa de Laureano Figuerola, en 1868
se adoptó la peseta como nueva unidad del sistema monetario, que estuvo en vigor hasta el año 2002.
Con ella se generalizó el uso del papel moneda y se abandonó el uso del oro en 1883.
9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las
fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.
El 17 de mayo de 1902 Alfonso XIII es proclamado rey de España. Su reinado (1902-1931) puso de manifiesto que el
régimen de la Restauración del siglo XIX era incapaz de adaptarse al siglo XX. Tras el 98 nace un movimiento, crítico
con el sistema, el regeneracionismo. En su vertiente social y económica destacó Joaquín Costa, censura el sistema
político y el falseamiento de la democracia y en la literaria, Unamuno. Existió un regeneracionismo desde dentro de
la Restauración (Maura, Canalejas) y otro ajeno al sistema: socialistas, anarquistas, republicanos, carlistas y
nacionalistas. Entre 1898 y 1914 hay intentos de modernización promovidos por los partidos del turno. Y del
regeneracionismo partió el revisionismo político, para dar un nuevo impulso a la política de la Restauración. El
sistema se verá sacudido por profundas crisis: 1909 y, sobre todo, 1917. Esta última hará tambalear el edificio de la
Restauración. De 1918 a 1923 desaparece la alternancia en el poder y se formarán “gobiernos de concentración” tan
frecuentes como ineficaces. El progresivo protagonismo del rey en política le lleva a apoyar en 1923, como única
salida, la dictadura de Primo de Rivera. El intento de perpetuarse en el poder le granjea el rechazo de sectores que
le habían encumbrado, sin apoyos, Primo de Rivera dimite en 1930. Tras este hecho Alfonso XIII encarga a otros
militares (Berenguer, Aznar), la transición hacia el parlamentarismo como si no hubiera pasado nada, las elecciones
municipales de 1931 le demostraron que no tenía la confianza de su pueblo. El fracaso de la dictadura le había
arrastrado.

El reinado de Alfonso XIII comprende dos periodos claramente diferenciados:

a) la crisis del régimen de la Restauración (1902-1923): se caracterizó por una lenta descomposición política y
social.

b) la Dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930): puso fin al sistema parlamentario y acabó arrastrando
en su fracaso, en 1931, tanto al rey como a la propia Monarquía.

1. Principales problemas del país.


1ºLa personalidad del rey:
Alfonso XIII jugó desde el principio un papel activo (“borboneo”); se implicó en los cambios de gobierno, participó en
la acción política, y se rodeó del sector más conservador del ejército, por cuyas opiniones se dejó influir de forma
continua. Su actitud de apoyo a la Dictadura sería finalmente decisiva para el desprestigio final en que cayó la
Monarquía.
2º Las fuerzas políticas de oposición:

- La expansión del sindicalismo: socialista de UGT, fundado en 1888 (sobre todo en Madrid y núcleos
industriales y mineros del norte de España) y anarcosindicalista de la CNT, fundado en 1910 (sobre todo en
Cataluña, Levante y zonas rurales de la mitad sur).
- Socialistas del PSOE: primer escaño de Pablo Iglesias en 1910.
- El republicanismo: 1908 surgió el Partido Radical de Alejandro Lerroux.
- El nacionalismo catalán: En 1901, se había fundado la Lliga Regionalista, partido nacionalista liderado por Prat
de la Riba y Francesc Cambó. Apoyada por las clases medias y altas de Cataluña en 1905 ganó las elecciones
municipales de forma aplastante. Este incremento era mal visto por el estamento militar. En el año 1905 se
producirá el choque entre los militares y los nacionalistas catalanes como consecuencia del incidente por la
viñeta del semanario satírico catalán, Cu-cut!. Unos trescientos oficiales de la guarnición de Barcelona decidieron
vengar lo que consideraban un ataque directo y asaltaron las sedes de Cu-cut! y de la Veu de Catalunya, diario
cercano a la Lliga Regionalista. Los militares exigieron al Gobierno una Ley de Jurisdicciones según la cual los
delitos contra el Ejército y la patria quedarían bajo control de los tribunales militares. Esto contribuyó a unir a
las principales fuerzas nacionalistas catalanas, desde carlistas a republicanos, en Solidaritat Catalana, que en
1907 obtuvo una contundente victoria electoral.
- El nacionalismo vasco moderó su discurso intentando atraer a la burguesía, creciendo hasta convertirse en la
principal fuerza política, especialmente en Vizcaya. En 1898 Sabino Arana, fundador del PNV, llegó a diputado,
y en 1907 los nacionalistas lograron la alcaldía de Bilbao.

3º La cuestión religiosa: el anticlericalismo se fue extendiendo.

4ºEl problema militar: el Ejército reivindicaba la vuelta al papel protagonista de antaño. Empieza el “enfrentamiento”
entre, los militares peninsulares y los privilegiados militares africanistas.

5ºEl problema de Marruecos: uno de los más importantes. Tras el desastre del 98, España quería ganar prestigio a
nivel internacional y además hemos de tener en cuenta los intereses de la burguesía ante las perspectivas de negocio
por la construcción de ferrocarriles y la explotación de las minas de hierro del Rif. En 1906 en la Conferencia de
Algeciras se concede a España y Francia el protectorado conjunto sobre Marruecos.

6º Aumento de la conflictividad social cada vez más organizada (sindicalismo).

2. Los partidos dinásticos: intentos de modernización. El Regeneracionismo político.

2.1. El partido conservador: el regeneracionismo de Antonio Maura (1907-1909).


Después de Silvela, Maura protagonizó el reformismo conservador (“Hagamos la revolución desde arriba o nos la
harán desde abajo”). Fue presidente del Gobierno en el Gobierno corto (1903-1904) y en el Gobierno largo (1907-
1909). Su programa se basaba en: conservadurismo católico de masas, conectar a la monarquía con la realidad social
e incorporar otras fuerzas políticas al sistema (Lliga). Proyectó la Ley de Bases de la Administración Local, para
formar mancomunidades (no se aprobó); fundó el Instituto Nacional de Previsión (antecedente de la Seguridad
Social) e inició una política expansionista en Marruecos para olvidar el 98 y dar un impulso a los militares.

La Semana Trágica de Barcelona (julio 1909).

En ella confluyeron varios problemas: el catalanismo político y el antimilitarismo (Ley de Jurisdicciones 1906,
Solidaritat Catalana 1907), los republicanos (Partido Republicano Radical), el anticlericalismo y el movimiento
obrero anarquista (Solidaridad Obrera). Los sucesos de julio se iniciaron cuando el Gobierno de Maura reclutó tropas
(reservistas) con destino a Marruecos donde tuvo lugar el desastre del Barranco del Lobo, que causó más de 1.200
bajas. Las organizaciones obreras convocaron una huelga general de protesta en Barcelona, que degeneró en un
motín que duró una semana. Se construyeron barricadas, hubo actos de proclamación de la República, quema de
edificios religiosos y numerosas detenciones. La dura represión con ejecuciones (el pedagogo anarquista, Ferrer i
Guardia) causó más de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos, obligó a dimitir a Maura,
dando paso a los liberales. Además, propició la Conjunción republicano-socialista, una alianza electoral que en 1910
consiguió un gran éxito y otorgó el primer escaño como diputado en las Cortes al socialista fundador del PSOE Pablo
Iglesias.

2.2. El Partido Liberal: el gobierno de José Canalejas, último intento regeneracionista (1910-
1912).
Tras Sagasta, el Partido Liberal renovó sus propuestas con José Canalejas (1910-1912), en su programa admitía la
intervención del Estado en la economía y la sociedad. Llevó a cabo las siguientes reformas:

-Ley del Candado 1910: Separación Iglesia-Estado y se prohibía durante dos años la instalación de nuevas
comunidades religiosas.

-Incrementó la protección legal a los trabajadores.

-Modificó el sistema de reclutamiento militar (obligatorio en época de guerra, sin exenciones de quintas).

-Ley de Mancomunidades (autogobierno en Cataluña).

-Suprime el impuesto de consumos.

La crisis del sistema de la Restauración vino con la muerte de Canalejas, en 1912 fue asesinado por un anarquista.

Los dos partidos sufrían una fuerte crisis de liderazgo y de relación entre ellos, al tiempo crecía la oposición de
republicanos, socialistas y nacionalistas. Comenzaba así un enfrentamiento real entre los dos partidos, y la alternancia
a partir de ahora se producía por mandato real. La inestabilidad política bloqueó el Parlamento, recurriéndose a
“gobiernos de concentración”.
9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España.
La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.
La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el regeneracionismo. La muerte de Canalejas
(1912) truncaría el espíritu regeneracionista abriendo un periodo de inestabilidad hasta la dictadura de 1923. La
ruptura del turno pacífico, junto a la descomposición del caciquismo, presentaba otras opciones políticas (hasta
ahora, fuera del sistema), como alternativa.

o Las repercusiones de la Primera Guerra Mundial (1914-1918)


Constituyeron un punto de inflexión en el régimen de la Restauración. Cuando estalló el conflicto el gobierno del
conservador Eduardo Dato, declaró la neutralidad. La opinión pública se dividió entre aliadófilos y germanófilos. En
general, la opinión progresista, los intelectuales y los sectores financieros e industriales apoyaban a los aliados (GB,
Francia), a quienes se identificaba con el liberalismo parlamentario, mientras los “germanófilos” eran mayoría entre
los oficiales, el clero, la aristocracia y los terratenientes, que se identificaban con el orden, la disciplina y el
conservadurismo asociados a la imagen de Alemania.
Al principio, la neutralidad supuso para la economía española, un crecimiento espectacular de la demanda exterior
de sus productos, pero después, el aumento de las exportaciones provocó un proceso inflacionista e incluso la
escasez de algunos productos básicos en el interior. Además, los beneficios de las empresas no repercutieron en
aumentos salariales para los obreros, sino que el enriquecimiento empresarial vino acompañado del
empobrecimiento general de los trabajadores, y la subida de precios de productos de primera necesidad les hizo
perder poder adquisitivo. A esto se suma el regreso de los emigrantes con los que aumenta el paro.

Ante esta situación, comenzaron las protestas populares: motines, disturbios, y huelgas organizadas por UGT y CNT.

o La crisis de 1917
Fue el reflejo de un descontento extendido por parte de la sociedad, desde oficiales del ejército hasta la clase obrera,
pasando por los representantes políticos excluidos del sistema. Es decir, fueron en realidad tres revoluciones entre
los meses de junio y agosto, aunque no conectaron entre sí (causa principal del su fracaso).

a) La “revolución” de los militares: Las Juntas de Defensa.

Desde 1916 el Ejército había organizado Juntas de Defensa (especie de sindicato militar ilegal) y en 1917, Juntas de
Oficiales. Sus objetivos: oponerse a los ascensos por méritos de guerra que beneficiaban a los militares africanistas
frente a los peninsulares; solicitar subidas de sueldos (diferencias con los de Marruecos) y exigir mayor respeto al
Ejército. El Gobierno admitió sus peticiones, promulgándose la Ley del Ejército (junio, 1918), así el Ejército volvía a
ser el pilar de la monarquía y del Gobierno frente al problema social.

b) La “revolución” de la burguesía: La Asamblea de Parlamentarios de Barcelona.

Desde febrero las Cortes estaban cerradas por miedo al planteamiento de problemas. Cambó jefe de la Lliga y de la
burguesía política catalana, intervino y ante la formación de las Juntas de Defensa, pidió reabrir las Cortes. Ante la
negativa del gobierno, el 5 de julio convocó a parlamentarios catalanes a una asamblea, en ella se solicitó al
gobierno la convocatoria de Cortes Constituyentes y que reconociera la autonomía de Cataluña. Al tiempo se
convocó a todos los parlamentarios españoles a una nueva reunión el 19 de julio, en esta convocatoria conocida
como Asamblea de Parlamentarios ratificaron los acuerdos anteriores, firmaron los catalanistas, republicanos y
socialistas. El gobierno declaró inconstitucional la asamblea y el movimiento fue disuelto.

c) La “revolución del proletariado”: La huelga general del 13 de agosto de 1917.

Aparecieron divergencias entre los organizadores: los socialistas del PSOE y de la UGT preferían esperar hasta que
se pudiera tener la seguridad de éxito y los anarquistas de la CNT quería entrar en acción cuanto antes. Finalmente,
los hechos se precipitaron (huelga ferroviarios en Valencia) y durante el gobierno de Eduardo Dato, convocaron una
huelga general indefinida (13-agosto-1917) contra el régimen y el deterioro del nivel de vida de los trabajadores,
pretendían llevar a cabo una revolución que pusiese fin al régimen.

Tuvo gran seguimiento en Madrid, Barcelona, Asturias, Vizcaya y Zaragoza, en Andalucía solo los trabajadores
urbanos. El gobierno, detuvo al comité de huelga y sacó las tropas a la calle. A final de agosto la huelga estaba acabada
gracias a la ayuda del Ejército, con un saldo de setenta muertos y dos mil detenidos. Tal actuación del Ejército, le
valió la pérdida del prestigio popular y le determinó a intervenir en la vida política.
o El “trienio bolchevique” (1918-1921).
A partir de la crisis de 1917 y hasta 1923 el régimen de la Restauración agonizaba. La inestabilidad política llevó a
gobiernos de concentración que fueron cada vez más inestables e incapaces.

Destacaron dos focos de conflictividad: Cataluña y Andalucía.

-En Cataluña, la conflictividad social desatada tras la Primera Guerra Mundial provocó un fuerte crecimiento del
sindicalismo y de sus acciones como la huelga de la Canadiense en Barcelona. La reacción de la patronal fue el lock-
out (cierre patronal de una fábrica para obligar a los trabajadores a aceptar sus condiciones) y la fundación de un
sindicato amarillo para luchar contra los sindicatos de clase: los llamados Sindicatos Libres que causaron atentados y
asesinatos de miembros destacados de la CNT, como Salvador Seguí. En 1921, el gobernador civil de Barcelona,
Martínez Anido, ordena la primera “Ley de fugas” (simula la evasión de un detenido para poder encubrir su asesinato).

Todo ello fue ejemplo de la “guerra social”, del pistolerismo y de la lucha violenta establecida entre la patronal
catalana y las diversas organizaciones obreras que junto al triunfo en 1917 de la Revolución bolchevique en Rusia
actuó de estímulo para las organizaciones obreras; en este contexto el gobierno concedió la jornada laboral de ocho
horas en la industria y creó el Ministerio de Trabajo.

-En Andalucía, la agitación social se había mantenido a muy bajos niveles desde 1917, en cuya huelga general
apenas participó el campo. Sin embargo, entre 1918 y 1920, se vivió el denominado “trienio bolchevique”, una fase
de actividad revolucionaria, provocada por la situación de miseria de los jornaleros agrícolas, la carestía de la vida y
la influencia de la Revolución rusa. Dirigidos por UGT y CNT hubo huelgas, ocupación de campos, reparto de tierras
y toma de ayuntamientos. Con la declaración del estado de guerra y una fuerte represión, finalizó la revuelta social
en 1920.

o La guerra de Marruecos. El desastre de Annual en 1921 y sus consecuencias.


La Conferencia Internacional de Algeciras (1906), repartió el protectorado de Marruecos entre Francia y España.
Hasta 1909 la expansión fue pacífica, pero la derrota en el Barranco del Lobo llevó a Maura a reclutar reservistas,
decisión que desembocó en la Semana Trágica de Barcelona, y que traería consigo su dimisión. Tras el parón por la
Primera Guerra Mundial, el gobierno decidió completar la ocupación efectiva del territorio ante la presión francesa.
De julio-agosto de 1921 tuvo lugar el desastre de Annual. El comisario español en Marruecos (máxima autoridad
militar del Protectorado) es el general Berenguer, se encargará de ocupar la zona occidental; la zona oriental
estaría al mando del general Silvestre que iniciará la ocupación desde Melilla. Silvestre, en una pésima actuación
diseñada en la comandancia de Melilla, inició una penetración rápida, sin tomar la precaución de no quedar aislado
de la retaguardia, con lo que quedaría a merced de las tropas irregulares (cabilas) de Abd-el-Krim en la “ratonera” de
Annual, pues estos conocían perfectamente el terreno y desarrollaron actos de hostigamiento al ejército español. En
la retirada, se produce la masacre en el fuerte de Monte Arruit.

El desastre de Annual (trece mil hombres perdieron la vida), acarreó una serie de consecuencias:

-Políticas, búsqueda de culpables (Expediente Picasso), salpicando incluso al rey y por tanto al sistema.

-Sociales, la impopularidad de la guerra, favoreció el odio del pueblo contra el sistema y contra los militares. Días
antes de que el informe Picasso elaborado por la Comisión de Responsabilidades llegase a las Cortes, el general
Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en Barcelona por el que se imponía una dictadura militar como
solución a los problemas del régimen.
9.3 LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. EL FINAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII.
Durante la primavera de 1923 se estaba conspirando contra el Gobierno, desde dos movimientos distintos. Uno
vinculado a la desaparición de las Juntas de Defensa de Barcelona; y otro desde Madrid, que buscaba instaurar un
gobierno fuerte, manteniendo la Constitución y la monarquía.

El capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, contactó con los segundos. En junio, pidió al gobierno liberal
de García Prieto, plenos poderes para luchar contra el pistolerismo en Barcelona y al negárselo se convirtió en enlace
de ambos movimientos y jefe de la sublevación. El 13 de septiembre de 1923 Primo de Rivera dio un golpe de Estado
sin encontrar apenas resistencia y que fue reconocido por Alfonso XIII mandándole formar gobierno sin contar con
las Cortes. El nuevo régimen recibió el apoyo de la burguesía, del Partido Socialista y la UGT. Primo de Rivera,
afirmaba no pretender establecer un régimen definitivo.

1. Causas del golpe de Estado.


A- La crisis y degeneración del sistema político de la Restauración. Los partidos dinásticos que se turnaban en el
poder- conservador y liberal- se habían mostrado incapaces de acabar con el viejo sistema caciquil y estaban
fragmentados. Se habían sucedido numerosos gobiernos de concentración que también habían fracasado. Sólo había
dos caminos posibles para solucionar la crisis: o la democratización del sistema o la implantación de una dictadura.
Se eligió el segundo.

B- El descontento del ejército por la guerra de Marruecos. El desastre de Annual (1921) desprestigió al ejército y el
expediente Picasso que investigaba las causas y responsabilidades en el mismo, aumentó la desconfianza de los
militares hacia los políticos.

C- La agudización de los conflictos sociales. Desde la crisis de 1917 y debido a los efectos de la 1ª Guerra Mundial y
al impacto de la Revolución rusa (1917), numerosas huelgas y protestas de las clases trabajadoras alteraban el orden
público. La burguesía estaba atemorizada también ante el aumento del terrorismo anarquista, especialmente en
Barcelona, y se mostraba partidaria de medidas de fuerza para atajarlas.

D- El auge y la radicalización de los nacionalismos periféricos, en especial el catalán.


E- El triunfo del fascismo en Italia. La Marcha sobre Roma en 1922 llevó a Mussolini al poder con el apoyo del rey
Víctor Manuel III. También en otros países europeos se impusieron dictaduras derechistas (Portugal, Grecia, Polonia).
La dictadura de Primo de Rivera no es una excepción.

2. Los objetivos del golpe y sus apoyos sociales.

2.1. Objetivos.
- Acabar con el sistema parlamentario, al que Primo tachaba de “inmoral y corrupto”.

- Garantizar el orden público.

-Terminar con el separatismo.

-Solucionar el problema marroquí.

Su lema era “Patria, Religión y Monarquía”. Creía que bastaba la buena voluntad, la honradez y el patriotismo para
gobernar a un país; desconfiaba de los políticos y odiaba a los partidos. Combinaba las ideas regeneracionistas (se
veía como el “cirujano de hierro” del que hablaba Joaquín Costa) con la influencia del fascismo italiano de
Mussolini, a quién admiraba.

2.2. Apoyos sociales.


Se encontraban entre la oligarquía de terratenientes e industriales católicos, el ejército, gran parte de las clases
medias y también en el mundo obrero. Los socialistas no ofrecieron resistencia e incluso colaborarán con el régimen
(Largo Caballero). Anarquistas y comunistas fueron los únicos que se opusieron, convocando manifestaciones y
huelgas en contra del golpe de Estado, lo que servirá de justificación al dictador para su ilegalización.

3. Etapas de la dictadura (1923-1930).


3.1. El Directorio Militar (1923-25).

Se proclamó el Estado de guerra y Primo de Rivera adoptó las siguientes medidas:

o Disolvió las Cortes y suspendió la Constitución de 1876.


o Promulgó el Estatuto Municipal (sustituye los gobernadores civiles por militares).
o Publicó el Decreto de Incompatibilidades (nadie que hubiese sido ministro o alto funcionario podía
intervenir en los consejos de administración).
o Publicó el Decreto Anticatalanista (prohíbe el catalán en actos oficiales, suprime la Mancomunidad)
o Creó el Somatén Nacional (Milicia urbana para garantizar el orden).
o Ilegalizó el PCE y la CNT, pues el PSOE (Largo Caballero, Comités Paritarios), colaborará con el régimen.
o Creación de la Unión Patriótica (UP, 1924), el partido único.

Su mayor éxito vino de Marruecos. Tras una etapa de abandono, la reanudación de los ataques rifeños a las
posiciones españolas (1924) y las conversaciones con Franco y Sanjurjo, le animaron a acabar con el conflicto. Se
preparó un potente ejército que, unido al francés, desembarcó en la bahía de Alhucemas (septiembre
1925), y tras semanas de batallas, Abd-el-Krim se entregó. El éxito conseguido le reconcilió con el Ejército, con los
ciudadanos cansados de guerra, con los empresarios inversores en Marruecos y con Hacienda que ahora podía reducir
el déficit.

3.2. El Directorio Civil (1926-1930).

Tras los éxitos económicos y políticos, Primo de Rivera intentó consolidar el régimen a imitación del fascismo
italiano. Convocó una Asamblea Nacional Consultiva (copia del Gran Consejo Fascista italiano) formada por
miembros de UP. En esta etapa de bonanza económica, siguió en suspenso la Constitución y legislando por decreto.
Colaboraron representantes de la oligarquía tradicional, nuevos políticos civiles (José Calvo Sotelo, ministro de
Hacienda), junto a militares (Martínez Anido) y socialistas (Largo Caballero: Comités Paritarios).
o Política social, se puso en marcha la Organización Corporativa del Trabajo, especie de sindicato
oficial, y se creó el Consejo Nacional del Trabajo. Se formaron los Comités Paritarios que eran
unos organismos oficiales compuestos por representantes de patronos y obreros y un representante del
gobierno. De influencia fascista, su función consistía en resolver los conflictos laborales. Los socialistas de
UGT, dirigidos por Largo Caballero, participaron en estos Comités, haciendo una política reformista
(viviendas obreras, mejoras asistenciales). Pero fueron muy criticados por los comunistas y anarquistas, que
eran perseguidos por el régimen. También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema
derecha).
o Política económica, llevada a cabo por el ministro Calvo Sotelo. Aprovechando la coyuntura económica
favorable (los felices veinte), la etapa de la dictadura fue de prosperidad económica, consolidándose el
capitalismo en España. Hubo un fuerte intervencionismo estatal; se subvencionaron empresas con dinero
público y se incrementaron las inversiones públicas en infraestructuras (carreteras, escuelas, obras
hidráulicas). Aparecieron las Confederaciones Hidrográficas y los monopolios: Tabacalera, Telefónica,
Loterías y CAMPSA, que se ocupaba de la distribución y venta del petróleo. Los mayores beneficiarios de
esta política fueron los grandes capitalistas. El Estado se endeudó en exceso y aunque los obreros
mejoraron su nivel de vida, continuaron con salarios bajos y los jornaleros vivían en una situación miserable.

4.Caída de la dictadura y el fin de la Monarquía de Alfonso XIII (1930-1931).

Desde 1928 el PSOE, con un sector radicalizado, empezó a pensar en una solución republicana, y lo mismo proponían
CNT y PCE. También contribuyeron a la caída de la dictadura, los intelectuales (actúan desde la F.U.E.: Federación
Universitaria Española) y el ejército peninsular (ya habían intentado un golpe contra Primo de Rivera: “Sanjuanada”).
Los primeros, se vieron atacados por la destitución de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca y por
la clausura del Ateneo, desembocando en revueltas universitarias y en el cierre de la Universidad. El Ejército
peninsular, estaba descontento por el favoritismo hacia los militares africanistas. A ello se unía la FAI (Federación
Anarquista Ibérica, 1927) y la crisis de 1929.

Por su parte el catalán Francesc Macià, presidente de “Estat Català”, intenta proclamar la independencia y aunque
fracasa y será detenido, en 1931 nacería el partido independentista, Esquerra Republicana de Catalunya.

El 30 enero 1930 Primo de Rivera presenta la dimisión al Rey, que encargó formar gobierno al general Dámaso
Berenguer (“dictablanda”). Pero la complicidad del Rey con la dictadura, alentó el crecimiento republicano, y las
fuerzas políticas republicanas firmaron el Pacto de San Sebastián, con un Comité Revolucionario presidido por
Alcalá-Zamora al que se unieron PSOE y UGT. Estas fuerzas políticas fueron apoyadas por intelectuales (Agrupación
al servicio de la República, dirigida por Ortega y Gasset) y respaldadas por acciones del ejército (sublevación de Jaca
diciembre 1930 con apoyo de la CNT: ejecución de Fermín Galán y García Hernández). Tras la dimisión del general
Berenguer, el nuevo gobierno del almirante Aznar convocó elecciones municipales el 12 de abril. Acudieron en
coalición los firmantes del Pacto de San Sebastián, con un resultado favorable a la coalición republicano-socialista
que desencadenó la salida del rey del país (no abdicará hasta 1941) y la proclamación de la II República el 14 de
abril de 1931.
10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio
reformista (1931-1933).
La II República (1931-1939) surgió en las elecciones municipales (12-abril- 1931), los resultados favorables
a la Coalición Republicano Socialista, provocan la salida del Rey y la proclamación del nuevo régimen el
14 de abril de 1931. La República tendría como contexto internacional:
- La crisis iniciada con el crack del 29 en Estados Unidos, aunque en España tardó más en llegar la
depresión, su economía dependiente de los países desarrollados, tuvo tres consecuencias: disminución
de las exportaciones (Inglaterra y Francia); colapso de las inversiones extranjeras, e interrupción de
emigrantes a Francia y América que junto con los retornos aumentaron el paro.

-El auge de los movimientos totalitarios (fascismo en Italia y nazismo en Alemania), que influirá en
partidos como la CEDA o Falange Española.

1. El Gobierno Provisional y la Constitución de 1931.

El Gobierno provisional, presidido por Alcalá-Zamora, se enfrentó a graves problemas (proclamación


de la República catalana independiente, hostilidad de la alta jerarquía eclesiástica y el vandalismo
anticlerical: quema de iglesias y conventos mayo 1931 y denuncia del cardenal Segura que será
expulsado del país). Inició un programa reformista mediante decretos ministeriales (agrario, educativo,
militar, religioso…). Convocaron elecciones generales el 28 de junio, mediante sufragio universal
masculino, que dieron el triunfo a la coalición Republicano Socialista.

La redacción de un nueva Constitución fue la primera tarea de las nuevas Cortes. Una Comisión
Constitucional nombrada por las Cortes y en la que destacó el socialista, Luis Jiménez de Asúa, elaboró
el proyecto de Constitución, siendo presidente de las Cortes el socialista, Julián Besteiro

La aprobación de los artículos 26 y 27, relativos a la cuestión religiosa, provocó la dimisión de Alcalá-
Zamora y Miguel Maura (ministro de Gobernación), poniendo al frente del Gobierno a Azaña. Aprobada
el 9 de diciembre de 1931, al día siguiente Alcalá Zamora es elegido presidente de la República y
confirmaba a Azaña como jefe de Gobierno. La Constitución de 1931, posee un talante progresista,
democrático, laico y descentralizado y además se recogía la función social de la propiedad.

- Establece la soberanía popular. "República democrática de trabajadores de toda clase".


- División de poderes, el legislativo unicameral, en el Congreso de los Diputados; el ejecutivo: la
Jefatura del Estado corresponde al presidente de la República elegido cada seis años, este
nombra al Jefe de Gobierno y a propuesta de este a los ministros, pero ratificados por las Cortes;
en el poder judicial se establecerá el Tribunal de Garantías Constitucionales y el Jurado.
- Amplia declaración de derechos y libertades: asociación, reunión, expresión, matrimonio civil y
divorcio, enseñanza laica y gratuita…
- En materia religiosa (Arts. 3, 26 y 27): libertad de cultos y el Estado laico, separación Iglesia-
Estado.
- Por primera vez se establece, el sufragio universal, igual, directo y secreto para mayores de 23
años. Por primera vez femenino (Clara Campoamor), aunque las mujeres no votarán hasta las
elecciones de 1933.
- Posibilidad de expropiación y socialización por causa de utilidad pública (influencia de la Unión
Soviética).
- Se contempla la aprobación de estatutos de autonomía para las regiones, y la formación de
cabildos en Canarias y Baleares.

Es una Constitución sin consenso, que obedece a la ideología de los republicanos de izquierdas y de los
socialistas. Por ello, al no buscarse el consenso en los temas más polémicos, la derecha rechazó la
Constitución y anunció públicamente su intención de reformarla, sobre todo, en lo relativo a la cuestión
religiosa, la territorial y la propiedad privada.
Vigencia: la Constitución de 1931 estuvo vigente en todo el territorio nacional hasta julio de 1936, cuando
comienza la Guerra Civil (oficialmente lo estará hasta 1939). Influida por la Constitución alemana de
Weimar, fue un precedente para la actual de 1978.

2. El Bienio Reformista (1931-1933)


El primer gobierno estuvo presidido por Azaña y formado por republicanos de izquierda y socialistas. El
presidente de la República será, Alcalá Zamora. Durante los años 1932 y 1933, el Gobierno profundizó
en el programa reformista, iniciado durante el Gobierno provisional, que se consideraba indispensable
para modernizar la sociedad y el Estado:

-Reforma agraria. Se promulgó la Ley de Bases de la Reforma Agraria (septiembre 1932), pretendía una
redistribución de la propiedad agraria, autorizando la expropiación con indemnización de las fincas no
cultivadas y las escasamente productivas, siendo el I.R.A (Instituto para la Reforma Agraria), el encargado
de la expropiación y reparto. Finalmente, no cuajó, dejando insatisfechos tanto a terratenientes como a
jornaleros.
-Reforma religiosa. Con el objetivo de promover un Estado laico se adoptan una serie de medidas
comenzando por la propia Constitución (artículos 3 (Estado laico), 26 y 27 (se suprime la orden de los
jesuitas y se prohíbe al clero ejercer funciones que no sean las religiosas) y otras leyes complementarias
como la Ley de Congregaciones Religiosas (los bienes de la Iglesia serán públicos) (1933), la Ley de Divorcio
(1933), la secularización de los cementerios, la supresión de la obligatoriedad de la enseñanza religiosa y
la retirada de crucifijos y otros símbolos religiosos de las instituciones educativas.
- Reforma educativa. Marcada por la influencia de la Institución Libre de Enseñanza. Su objetivo era crear
un sistema educativo unificado, laico, público y gratuito en primaria. Se implantó la coeducación, se
prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas, provocando el rechazo de la Iglesia. Se invirtió en nuevas
escuelas e institutos, aumentaron las becas, y crearon las Misiones Pedagógicas para divulgar la cultura
en el ámbito rural (bibliotecas rurales, Museo Circulante del Pueblo, etc.). En la difusión cultural
colaboraron sindicatos de profesores (FETE: Federación de Trabajadores de la Enseñanza) y de estudiantes
(UFEH: Unión Federal de Estudiantes Hispanos que organizó La Barraca (Lorca).
- Reforma militar. Consistió en la aplicación de la llamada Ley Azaña. Con el fin de modernizar el Ejército,
se redujo el número de oficiales con el retiro voluntario (Ley del retiro), Se derogó la Ley de
Jurisdicciones, y se suprimieron los tribunales de honor, el Consejo Supremo de Guerra y Marina, y la
Academia Militar de Zaragoza (cuyo director era Franco). Se creó un Cuerpo de Seguridad leal a la
República, la Guardia de Asalto.
- Reforma laboral. Dirigida por Largo Caballero, con leyes como Ley de Contratos de Trabajo, Ley de
Jurados Mixtos y Ley de Términos Municipales. Apoyada por la UGT, mientras la CNT prefirió la acción y
presión al Gobierno.
- Reforma autonómica. En septiembre de 1932 se aprobó el Estatuto de Cataluña con Maciá como
presidente de la Generalitat; el vasco, fue bloqueado en 1933 por los gobiernos de centro-derecha y no
se aprobará hasta 1936 ya iniciada la guerra y el gallego no llegará a aplicarse ante la temprana inclusión
de la zona en el bando franquista.

Las fuerzas políticas y sociales en la oposición, dificultaron el gobierno de Azaña que se enfrentó a:

- La derecha antiliberal que protagonizó el fallido golpe de Estado en Sevilla, liderado por el general
Sanjurjo (“Sanjurjada”, agosto 1932), el gobierno suspendió periódicos de derechas, altos cargos
(Dirección General de la Guardia Civil), disolvió un tercio de la Guardia Civil, expropió tierras a los que les
apoyaron y procesó a Sanjurjo.

- Ofensiva sindical de la CNT con sucesos como los de Casas Viejas (Cádiz), en los que la Guardia de
Asalto mató a un grupo de campesinos anarquistas. Con más de un millón de afiliados, siguió la línea
extremista marcada por los militantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

- El aún minoritario Partido Comunista de España (PCE) defendía también una línea radical.

- Esquerra Republicana de Catalunya (1931), dirigida por Francesc Macià, triunfó en las primeras
elecciones autonómicas.
- La derecha católica que se organizó en torno a la CEDA (Confederación Española de Derechas
Autónomas-1933), liderada por Gil Robles; los ultra monárquicos fundan Renovación Española, liderada
por José Calvo Sotelo; José Antonio Primo de Rivera funda Falange Española, la versión del fascismo
italiano en 1933, y el carlismo Comunión Tradicionalista.

- El Partido Radical de Lerroux, se convierte ahora en un partido de centro-derecha.

- La Iglesia, había iniciado la reacción contra el gobierno provisional (ya en 1931 con el cardenal Segura),
y se acentuó a partir de esa fecha con la política laicista plasmada en la Constitución.

La crisis del Gobierno de Azaña quedó patente al perder las elecciones municipales (abril-1933). La
convocatoria de elecciones generales (noviembre-1933) dieron la victoria al Partido Radical de Lerroux
y a la CEDA de Gil Robles dando paso al Bienio radical-cedista (1933-1936).
10.2. El gobierno radical-cedista (1933-1935). La Revolución de Asturias. El Frente Popular, las
elecciones de 1936 y el nuevo gobierno.
La II República (1931-1939) proclamada el 14-abril-1931, pasó por un periodo reformista (1931-1933) que
llegó a su fin con las elecciones de noviembre-1933, donde por primera vez votaron en España las mujeres
y en las que triunfaron la CEDA de Gil Robles y el Partido Radical de Lerroux.

.El bienio radical cedista 6

Alcalá-Zamora llamó a Lerroux a formar gobierno, apoyado por la CEDA. Aplicaron un programa de
rectificación legislativa del bienio anterior: paralizaron la reforma agraria y la militar, y pusieron en
destinos claves a militares antiazañistas (Goded, Fanjul, Mola, Franco…); amnistiaron a los golpistas de la
Sanjurjada, redujeron el presupuesto de educación y devolvieron la enseñanza a la Iglesia; y bloquearon
los Estatutos de autonomía, paralizando el vasco y provocando enfrentamientos con la Generalitat
(Esquerra Republicana ahora con Lluís Companys al frente).

En un contexto de crisis económica internacional y de triunfo de los movimientos totalitarios en Europa


con el triunfo de Hitler en 1933 y la consolidación de la dictadura de Stalin en la URSS, la lucha política
se radicalizó en nuestro país. Durante 1934 el país se polarizó entre las derechas y las izquierdas. En la
derecha estaba la CEDA de Gil Robles, la derecha republicana y los radicales, los monárquicos de
Renovación Española (Calvo Sotelo), Falange Española de José Antonio Primo de Rivera que se fusionó
en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma. La izquierda
republicana se reconstruye tras el fracaso electoral, en torno a Azaña surge Izquierda Republicana. Pero
el movimiento obrero se radicalizó, al PSOE (Indalecio Prieto, Besteiro), se le unió UGT (Largo Caballero)
preparando una revolución en caso de que la CEDA llegase al gobierno; el PCE comenzó a colaborar con
los socialistas, sumándose los nacionalistas de Esquerra; la CNT quedó al margen.
Asturias: Revolución de octubre de 4

La revolución de octubre de 1934 fue el momento más crítico de la Segunda República. El programa de
rectificación, enfrentamientos callejeros, violencia verbal en la prensa y las Cortes, tensión entre patronos
y trabajadores y la huelga general de campesinos (junio), crearon una situación explosiva. La CEDA
presionaba para entrar en el gobierno, y esa posibilidad desde la izquierda se veía como el triunfo del
fascismo, ya que la CEDA no ocultaba su admiración por la Alemania de Hitler. El 4 de octubre se formó
un nuevo Gobierno con tres ministros de la CEDA, socialistas y ugetistas a los que se sumaron la CNT y
el PCE, lo consideraron una agresión a la República y dieron la orden de huelga general revolucionaria,
adquiriendo carácter de insurrección popular en Asturias, Cataluña y País Vasco. Lluís Companys
proclamó el Estado catalán dentro de la República federal española, el ejército logró la rendición de la
Generalitat y el Gobierno suspendió el Estatuto. En 12 días acabaron con la insurrección salvo en Asturias,
aquí, el Gobierno recurrió a legionarios dirigidos por Franco, que sofocaron la insurrección con más de
mil muertos en los combates y represaliados posteriores por toda España. El balance de la Revolución de
octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos,
entre ellos Companys y Azaña, que no había apoyado el levantamiento, y también los principales
dirigentes del PSOE como Indalecio Prieto o Largo Caballero.

La segunda etapa del Bienio (1934-1936), estuvo marcada por los sucesos de octubre-1934. El débil
Gobierno estuvo en crisis permanente. La CEDA se fue debilitando, y a su derecha surgió la nueva coalición
antirrepublicana del Bloque Nacional de Calvo Sotelo. La crisis definitiva llegó en octubre-1935 con el
escándalo del estraperlo (escándalo de corrupción), Lerroux dimitió sustituido por Portela Valladares,
convocando elecciones para febrero-1936.

2. Las elecciones de 1936 y el gobierno del Frente Popular (febrero-julio 1936)

En enero de 1936 se firmó el pacto de constitución del Frente Popular, coalición de izquierdas que
integraba a republicanos, socialistas, nacionalistas de Esquerra Republicana, comunistas y el POUM
(Partido Obrero de Unificación Marxista), la CNT les apoyó.

Las derechas se presentaron muy divididas: la coalición de los grupos de derecha, formada por la CEDA
y Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a la revolución social. La Falange y
el PNV se presentaron por su cuenta.

El programa del FP incluía: amnistía para los insurrectos de 1934, deponer a los despedidos por causas
políticas, reforma del Tribunal de Garantías Constitucionales, continuación de la política reformista del
primer bienio. El Frente Popular consiguió triunfar en las elecciones de febrero de 1936 en las ciudades
y en el sur, y puso en marcha el programa anunciado: decretó una amplia amnistía; se restableció el
Estatuto y el Parlamento catalán, e iniciaron los de Euskadi y Galicia; se reanudó la reforma agraria. Azaña
envió a los generales más sospechosos Goded, Franco, Mola, Fanjul…), a puestos alejados de Madrid.
Las nuevas Cortes destituyeron a Alcalá-Zamora como presidente, sustituido por Azaña, y como jefe de
Gobierno Casares Quiroga. Surgieron diferencias internas, los socialistas no participaron en el Gobierno,
CNT y UGT se lanzaron a una ofensiva revolucionaria (ocupación de tierras); y la derecha conspiraba
contra el Gobierno, Mola, apoyado por el carlismo en Navarra, se erigió en el “director” de la
conspiración. El deterioro del orden público crecía, se incrementó el terrorismo, las huelgas aumentaban
y los parlamentarios se amenazaban. El golpe militar se precipitó a raíz del asesinato el 12 de julio del
guardia de asalto José Castillo, como respuesta, de madrugada, fue asesinado Calvo Sotelo. El asesinato
sirvió como argumento para justificar la sublevación militar, el 17 de julio de 1936 la guarnición de Melilla
al mando del general Yagüe, se sublevó y declaró el estado de guerra. La resistencia frente al golpe de
Estado daría paso a la Guerra Civil Española (1936-1939).
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

10.3. La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. La dimensión


internacional del conflicto.

1.La conspiración y la sublevación militar

Desde el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, la situación político-social fue empeorando
rápidamente. El deterioro del orden público, unido al temor que en los sectores más conservadores
despertaba el programa de izquierdas propició que algunos mandos militares, muchos de ellos
“africanistas”, conspiraran contra la República. Ante las sospechas, el gobierno había cambiado de
destino a los militares más antirrepublicanos (Mola fue enviado a Pamplona, Franco a Canarias, Goded a
Baleares, Queipo de Llano a Sevilla, etc.). La conspiración se seguía tramando. Un periodista de ABC en
Londres, Luis Bolín, contrató a un piloto en Inglaterra para que se trasladase a Canarias a bordo del
avión, Dragon Rapide, para que se pusiese bajo las órdenes del general Franco.

El levantamiento militar (que tenía como antecedente el del general Sanjurjo en 1932), fue organizado
por el general Mola (“el director”), desde Navarra y contaba con el apoyo de los grupos monárquicos,
carlistas y falangistas, así como de algunos miembros de la burguesía financiera y terrateniente (Juan
March, Urquijo). La idea era iniciar una sublevación simultánea en diferentes ciudades que debía
ejecutarse de forma rápida, para derribar al gobierno republicano, decretar el Estado de guerra y
sofocar cualquier tipo de oposición. El régimen republicano sería sustituido por una dictadura militar
provisional dirigida por el general Sanjurjo. El asesinato del diputado monárquico derechista Calvo
Sotelo, por un grupo de guardias de asalto como venganza por el asesinato del teniente Castillo por los
falangistas, fue el pretexto para el levantamiento militar, que los sublevados denominaron
“alzamiento” contra el desorden, el comunismo y en defensa de la Patria.

El 17 de julio de 1936, la insurrección militar se inició en Melilla con el general Yagüe y los regulares y
desde allí se extendió rápidamente al conjunto del protectorado de Marruecos.

Franco se sublevó en Canarias el día 18 y ese día tomó un avión, el Dragon Rapide, con el que llegó a
Tetuán el día 19. Allí asumió el mando del Ejército de Marruecos.

El 18 y 19 de julio, el golpe se extendió a la península y los archipiélagos. Mientras el gobierno de


Casares Quiroga reaccionaba con lentitud ante los acontecimientos.

- El triunfo de la sublevación

El golpe triunfó en Galicia, Castilla-León, Aragón, Navarra, con el general Mola en Pamplona y la ayuda
de los requetés (milicia carlista),Cáceres, Andalucía Occidental, con Queipo de Llano en Sevilla,
Baleares, excepto Menorca, con el general Goded que después se desplazó a Barcelona para ponerse al
frente de la insurrección, y Canarias, desde donde Franco, tras asegurar el triunfo del golpe en el
archipiélago, se desplazó a Marruecos. También triunfó en enclaves aislados como Oviedo, con el
general Aranda, Granada, donde tuvo lugar el asesinato de García Lorca, y Zaragoza con el general
Cabanellas. Sus apoyos sociales serían: terratenientes y pequeños propietarios, oligarquía financiera
e industrial, sectores del ejército y la Iglesia (“Cruzada de liberación”).

- El fracaso de la sublevación

El golpe fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco (Bilbao), donde el PNV colaboró
finalmente con la República, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia, Badajoz y la zona
oriental de Andalucía.

Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid (general Fanjul, cuartel de la Montaña), donde el
nuevo presidente Giral (sustituto de Casares Quiroga y de Martínez Barrio), entregó armas a las milicias
obreras, y en Barcelona, donde una inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y
la Guardia de Asalto abortó la insurrección.

En general, exceptuando en Navarra y Castilla-León, la sublevación no tuvo apenas respaldo


popular y se basó en las fuerzas militares sublevadas. Sus apoyos sociales: la clase obrera, las clases
medias urbanas y un sector de la burguesía y del ejército.

Factores como las dudas o la resolución de los sublevados y las autoridades encargadas de reprimir el
golpe, la capacidad de movilización obrera y el papel de la Guardia Civil fueron claves para entender el
resultado final del golpe en cada zona del país.

2.La dimensión política e internacional del conflicto

La guerra civil española fue uno de los conflictos del siglo XX que más repercusión internacional
provocó. En el conflicto español se entrecruzaron a la vez los intereses estratégicos de las potencias y
el compromiso ideológico de las grandes corrientes políticas del momento
(democracia/fascismo/comunismo).

▪ Ayudas al bando sublevado.

Las potencias fascistas decidieron desde un primer momento ofrecer una ayuda importante a los
rebeldes dirigidos por Franco. Mussolini (con los C.T.V.-Cuerpo de Tropas Voluntarias- y con la Legión
Saboya) y Hitler (con la Legión Cóndor) no solo podían conseguir beneficios estratégicos, Italia
continuaba su política de expansión mediterránea y Alemania podía obtener un aliado que amenazara la
retaguardia francesa. Además, ambas, ayudaban a un aliado ideológico en su lucha contra los sistemas
democráticos y las ideologías obreras. Portugal (dictadura de Salazar) se unió desde un principio a esta
ayuda a Franco con la Legión Viriato. El Vaticano (Pío XI) reconoció el régimen en 1937. Estados
Unidos (Roosevelt), a pesar de su “neutralidad oficial”, proporcionó petróleo y material de transporte.
Esta ayuda (en especial la alemana), fue un factor clave para la victoria en la guerra.

▪ Ayudas a la República

La URSS, tuvo muy claro desde un principio su compromiso de ayuda a la República. No sólo se
enfrentaba a la expansión del fascismo, sino que alejaba el centro del conflicto entre las potencias al
otro extremo de Europa, alejando el interés de Hitler de sus fronteras. Se utilizaron las reservas de oro
del Banco de España (“el oro de Moscú”) para pagar las compras de material militar, y los primeros
tanques (T-26) y aviones (Tupolev) comenzaron a llegar para la defensa de la capital, en noviembre de
1936. Pero el armamento ruso tuvo serias dificultades para alcanzar la zona republicana y además su
calidad y cantidad fue inferior al que recibieron los sublevados.

La otra ayuda que recibió la República fue la de las Brigadas Internacionales. Los brigadistas eran
voluntarios procedentes de una gran variedad de países, reclutados por el Komintern (Internacional
comunista) que, ante la política de no intervención de sus gobiernos, decidieron venir a luchar a favor
de la República y contra el fascismo. Se calcula que llegaron a España a lo largo de dos años unos 60.000
brigadistas y su ayuda fue importante, sobre todo en la defensa de Madrid y en las batallas de 1937
hasta la caída de Teruel, luego pasaron a desempeñar un papel secundario. Las Brigadas Internacionales
constituyeron un ejemplo único de participación masiva de voluntarios en un conflicto bélico de otro
país. Se retiraron de España a finales de 1938.

Intelectuales y artistas se involucraron y acudieron a España simpatizando con los republicanos,


como el escritor Ernest Hemingway, y el fotógrafo Robert Capa.
El gobierno mejicano de Lázaro Cárdenas prestó una entusiasta, aunque poco efectiva, ayuda al
gobierno republicano.

Las grandes democracias tuvieron una actitud que podemos catalogar como uno de los grandes
engaños diplomáticos del siglo. El Reino Unido, y con él Francia (pese a estar conformado por el
izquierdista Frente Popular) habían optado hacía tiempo por tratar de evitar cualquier enfrentamiento
que pudiera llevar a una guerra general.

El gobierno francés de Léon Blum, con el apoyo británico, ofreció a las demás potencias un pacto de no
intervención en el conflicto español: se trataba de no facilitar ni hombres ni material de guerra a
ninguno de los bandos en conflicto. Nació así el denominado Comité de No Intervención al cual se
adhirieron todas las potencias (incluidas Italia y Alemania). El Comité fue una farsa, mientras Francia y
Gran Bretaña se abstenían de ayudar al régimen democrático en España, Hitler y Mussolini apoyaron de
forma masiva y decisiva la causa de Franco. La única potencia a la que pudo volver sus ojos el gobierno
de Madrid fue la URSS, algo que, inevitablemente, repercutió en la evolución interna de los
acontecimientos en la zona republicana.

El mayor ejemplo de esta actitud fue la “política de apaciguamiento” ante las potencias fascistas,
que alcanzó su cenit con la firma del Pacto de Munich en septiembre de 1938. Se puede afirmar que,
desde ese momento, las esperanzas de la República desaparecieron.

Otro buen ejemplo de esta actitud fue la política del gobierno norteamericano. Mientras el Congreso
de Estados Unidos aprobaba la denominada Ley de Neutralidad, el gobierno de Roosevelt miraba para
otro lado cuando las compañías petrolíferas norteamericanas vendían combustible a Franco.

3.La división del país en dos zonas: el inicio de la guerra civil

El fracaso parcial del golpe llevó a la división del territorio en dos zonas y al inicio de la guerra.

- La zona nacional contaba con las reservas de cereal y ganado de Castilla y Galicia y las minas de
carbón leonés y de Riotinto en Huelva. Ante todo, tenía un ejército mucho más preparado que contaba
con divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía y, sobre todo, con el Ejército de África, la Legión y
los Regulares.

- En la zona republicana quedaron comprendidas las regiones industriales (Cataluña y País Vasco), y
contaba con el trigo en La Mancha y los productos de las huertas levantinas. También pudo disponer de
las reservas de oro del Banco de España. Sin embargo, las unidades del ejército quedaron
prácticamente desarticuladas. La mayor parte de los oficiales se sublevaron y el propio gobierno
disolvió muchas unidades cuya fidelidad era dudosa. La Armada, sin muchos de sus oficiales, y la
Aviación permanecieron en manos del gobierno republicano.
10.4. Fases militares de la Guerra Civil. La evolución política y económica en las dos zonas.
Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos.

I. Fases militares de la guerra.

1936

1.El avance de los sublevados durante los primeros meses de la guerra (julio-noviembre
1936).

Un elemento clave para comprender la victoria final de los nacionales fue el "puente aéreo"
organizado con aviones alemanes e italianos que permitió el rápido traslado del Ejército de África a la
península.
Los legionarios y regulares, fuerzas profesionales que superaban con facilidad a las desorganizadas
milicias obreras y campesinas, iniciaron un rápido avance hacia Madrid. En el camino, el general
Yagüe (“el carnicero de Badajoz”), que mandaba las columnas decidió desviarse hacia Badajoz. La
ciudad cayó y se inició una brutal represión que escandalizó al mundo y produjo un gran número de
víctimas.
Las tropas continuaron su avance hacia Madrid y antes de alcanzar Madrid, Franco decidió desviar de
nuevo las tropas para liberar a la guarnición asediada en el Alcázar de Toledo donde resistía el general
Moscardó. La "liberación del Alcázar" fue un gran triunfo propagandístico para Franco.
Mientras, Mola tomó Irún y San Sebastián aislando al País Vasco de la frontera con Francia.

La Batalla de Madrid

El 18 de octubre de 1936 las fuerzas nacionales dirigidas por el general Varela llegaron a las afueras de
Madrid. En noviembre de 1936 se inició la Batalla de Madrid. El 4 de noviembre de 1936 ocuparon
Alcorcón, Leganés, Getafe y Cuatro Vientos. La caída de la capital en manos de las tropas rebeldes
parecía inminente.

Ante la superioridad militar de las fuerzas nacionales, partidos y sindicatos obreros alentaron la
movilización del pueblo madrileño (Discurso de “La Pasionaria”) para defender su ciudad. El grito
de "¡No Pasarán!" y “Madrid será la tumba del fascismo”, se hizo célebre en todo el mundo.

La moral de la población madrileña aumentó con la llegada de refuerzos exteriores. Las Brigadas
Internacionales, tanques y aviones rusos, la columna del anarquista Durruti (que muere aquí), llegaron
para ayudar en la defensa de la capital. La actuación de la Junta de Defensa de la República, con el
general Miaja al frente y Santiago Carrillo como consejero, fue impresionante, sustituyendo al
gobierno que se había trasladado a Valencia (Largo Caballero).

La ciudad fue sometida a bombardeos aéreos por aviones Junker alemanes y se produjeron duros
combates en la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y el Puente de los Franceses. Las tropas
republicanas consiguieron resistir y, finalmente, Franco ordenó el fin del asalto frontal a la ciudad.

1937

2.Las Batallas del Jarama y Guadalajara. La Campaña del Norte (1937)

Jarama y Guadalajara

Tras fracasar en su intento de atacar frontalmente a Madrid, Franco intentó cercar a la capital. Este
intento dio lugar a la batalla del Jarama, una de las más encarnizadas de la guerra, (Paracuellos) y la
batalla de Guadalajara, donde las tropas italianas enviadas por Mussolini (C.T.V.= Cuerpo de Tropas
Voluntarias), fueron derrotadas.

Mientras, las tropas franquistas tomaban Málaga y de nuevo se producía una dura represión.

El fracaso ante Madrid hizo que Franco optara por una nueva estrategia: ya no buscó acortar el
conflicto, sino que fue atacando las zonas más débiles de los republicanos. Desde la primavera el
gobierno de la República lo ocupa, Juan Negrín que en octubre trasladará el gobierno a Barcelona.

La Campaña del Norte

De la primavera al otoño de 1937, las tropas nacionales conquistaron la zona norte republicana que
había quedado aislada del resto del país. Uno tras otro, el País Vasco (a pesar del “cinturón de hierro”
de fortificaciones y trincheras de Bilbao), Cantabria y Asturias fueron cayendo en manos de Franco.

Durante esta campaña (26 de abril), tuvo lugar el tristemente célebre bombardeo de Guernica. La
Legión Cóndor, grupo aéreo alemán enviado por Hitler, bombardeó una ciudad sin interés militar y la
arrasó (unos 250 muertos). Este acto (bombardeo sobre población civil), que luego en la Segunda Guerra
Mundial se convirtió en rutinario, provocó un escándalo mundial e inspiró a Pablo Picasso en su célebre
cuadro.

Durante la campaña vasca, el general Mola, el único que podía competir con Franco en el liderazgo del
bando nacional, murió en accidente de avión.

Tratando de distraer fuerzas nacionales de la campaña del norte, los republicanos (general Rojo),
organizaron la ofensiva de Belchite en Aragón (el pueblo quedó arrasado) y en Brunete, cerca de
Madrid. El fracaso fue total y finalmente las tropas franquistas tomaron todo el norte del país.

La conquista del norte tuvo graves consecuencias para la República. No sólo perdieron las minas de
carbón y hierro de la zona, sino que, en adelante, los franquistas pudieron concentrar todas sus tropas
en la zona sur.

1938

3.De Teruel a la batalla del Ebro (1938)

En diciembre de 1937, tuvo lugar una ofensiva republicana en Teruel. Las condiciones climáticas (-
18°) marcaron una ofensiva que finalmente fracasó. Tras asegurar el dominio de Teruel, Franco lanzó un
ataque general en Aragón. El éxito fue fulgurante y el 15 de abril de 1938 las tropas nacionales llegaron
a Vinaroz en el Mediterráneo. La zona republicana quedó partida en dos.

La última gran ofensiva republicana dio lugar a la Batalla del Ebro en julio de 1938. Con más de
100.000 muertos, esta fue la más sangrienta de las batallas de la guerra civil y agotó
definitivamente la moral y las reservas republicanas.

1939

4. El final de la guerra (1939)

La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva de los sublevados contra Cataluña. Tras tomar
Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939. Antes se había
producido un enorme y patético éxodo de población. Más de 500.000 personas huyeron a Francia,
donde fueron hacinadas en campos de concentración.
Ante la inminente derrota, las divisiones internas se hicieron aún más profundas en el bando
republicano. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía
la resistencia a ultranza (Trece Puntos). El objetivo era que el conflicto español quedara integrado en
la inminente guerra europea y mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República
española encontraría aliados que le permitirían cambiar el signo de la guerra.

Contra esta posición, y defendiendo la negociación de la derrota con Franco, el coronel Casado dio un
golpe contra el gobierno de Negrín. Pese a las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la
rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid y el 1 de abril de
1939 terminaba la sangrienta guerra. Una larga dictadura vino a sustituir al ensayo democrático de
la Segunda República.

II. La evolución política y económica en las dos zonas.

1. Evolución de la zona republicana.

El golpe militar provocó la desaparición del poder estatal, incapaz de controlar su propio territorio y
el desarrollo de una revolución social. No hubo un mando político único y la República tuvo que
enfrentarse al doble problema de derrotar al ejército sublevado y de controlar la revolución social.

a) El derrumbe del Estado Republicano (julio-septiembre de 1936). Tras la dimisión de


Casares Quiroga y Martínez Barrio, el poder pasó a José Giral. La sublevación militar supuso el
desplome total del Estado republicano (salvo en el País Vasco) que fue sustituido por Juntas y
Comités revolucionarios de las organizaciones obreras que se encargaron de organizar las
milicias, del orden público, abastecimientos, etc., con independencia del Estado. Se
desencadenó una revolución social que llevó a la colectivización de gran parte de la
propiedad industrial y agraria en aquellas zonas de mayor presencia anarquista (Aragón y
Cataluña). También se produjeron importantes episodios de violencia contra la Iglesia, los
propietarios y los afiliados a partidos de derecha (Paracuellos, fusilamiento de José Antonio
Primo de Rivera).
b) El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937). La prolongación de
la guerra y las derrotas sufridas plantearon la necesidad de restablecer el poder del Estado para
poder ganar la guerra. En septiembre se constituyó un gobierno de coalición, presidido por
Largo Caballero, en el que participaron republicanos, socialistas, comunistas (por primera vez)
y anarquistas, algo sin precedentes, entre ellos Federica Montseny (anarquista), la primera
mujer ministro en España. Su objetivo era crear un Ejército Popular, militarizando las milicias y
recomponer el poder del Estado eliminando juntas y comités revolucionarios. El gobierno
abandona Madrid y se traslada a Valencia.

Pero existía un fuerte enfrentamiento dentro de las fuerzas republicanas sobre cómo afrontar
la guerra y el proceso revolucionario: a) los republicanos, el PSOE y un PCE fortalecido por la
ayuda soviética y el prestigio de sus unidades de combate, defendía la reconstrucción de un
Estado fuerte, para ganar primero la guerra y luego hacer la revolución y b) Los anarquistas y
el POUM defendían que ambos procesos debían ser paralelos. Este enfrentamiento se
materializó en Barcelona en mayo de 1937 y tras el control de la insurrección, los anarquistas
pierden influencia y Largo Caballero es sustituido por Negrín.

c) El gobierno de Negrín (mayo 1937- marzo 1939), socialista moderado, consideró


prioritario el tema militar por lo que se unificó la dirección de la guerra, se reforzó el poder
central y se estableció un control sobre la producción industrial y agraria (las experiencias
colectivistas se paralizaron) para asegurar los abastecimientos. Esta nueva orientación provocó
numerosos conflictos, los dirigentes del POUM fueron encarcelados y su dirigente, Andreu
Nin, asesinado. Pese a las derrotas, Negrín (“Trece Puntos”), apoyado por los comunistas,
defendía una postura de resistir, con la esperanza de que estallara la guerra en Europa y así la
guerra española se integraría en el conflicto generalizado, pero la Conferencia de Munich alejó
esa posibilidad. Azaña, presidente de la República, dimitió tras la caída de Barcelona y partió
hacia el exilio y, en marzo de 1939, el general Casado precipitó el fin del conflicto al sublevarse
contra el gobierno de Negrín para negociar la paz con Franco.

2. Evolución de la zona nacional.

La muerte del general Sanjurjo, el 20 de julio de 1936 cuando volaba desde Portugal hacia España, dejó
a la insurrección sin un líder claro. El 24 julio tuvo lugar una reunión de los generales insurrectos en
Burgos. Allí se acordó crear la Junta de Defensa Nacional, que se configuró como órgano provisional
de gobierno de la zona nacional y estuvo presidida por el general Cabanellas. Las medidas que
adoptó fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo el territorio, se suprimieron todas las
libertades y se disolvieron todos los partidos políticos, excepto la Falange y los requetés carlistas.

En esos momentos la propaganda de los sublevados, acaba de configurar la justificación del golpe militar
contra un gobierno democráticamente elegido. La insurrección militar ha sido en realidad un
Alzamiento Nacional contra una República "marxista", “laica” y "antiespañola". La Iglesia Católica,
duramente perseguida en la zona republicana, termina de configurar la teoría que justifica la matanza
que está asolando el país: la guerra es una Cruzada para liberar a España del ateísmo.

El 1 de octubre 1936 Franco fue designado, Jefe del Gobierno del Estado español. Sus éxitos
militares, el estar al frente del poderoso Ejército de África y el apoyo de Alemania explican el ascenso al
poder de Franco. En adelante, el Caudillo, establece una dictadura personal basada en un régimen
militar y personal. La Junta de Defensa de Burgos se transformó en una Junta Técnica de Estado que
actuó como gabinete de gobierno, para crear un nuevo Estado en cuyo diseño participó su cuñado
Serrano Suñer.

En abril de 1937, se aprobó el Decreto de Unificación, falangistas y carlistas quedaron unificados


en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, conocida como el Movimiento Nacional. El
modelo de partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se imponía en la España
franquista que se definía como “nacionalsindicalista” de inspiración fascista y católica. El Estado quedó
configurado de forma centralizada y autoritaria, apoyado en instituciones con gran peso político y social:
Ejército, Iglesia y FET de las JONS. El nuevo régimen estableció un Estado confesional. Devolvió la
subvención estatal a la Iglesia, se abolió el divorcio y el matrimonio civil, gran parte de la educación
volvió a manos del clero. Se establecía así lo que se vino a denominar el Nacional-catolicismo.

Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron encaminadas en una doble dirección:
cancelación de todas las reformas republicanas, e intervención del Estado. Así, en 1937, se creó el
Servicio Nacional del Trigo que pasó a controlar el abastecimiento de pan de la población. La economía
fue controlada por el Estado, que impuso la autarquía.

En el campo social, el Fuero del Trabajo (1938), puso fin a la libertad sindical, estableció el
sindicalismo vertical; y el control del Estado sobre las organizaciones patronales y obreras.

La Ley de la Administración Central del Estado (1938) concentró en la figura de Franco los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa (1938) estableció la censura en todo tipo de
publicaciones.

Por último, se creó una legislación que institucionalizó la represión contra los vencidos (se establece la
pena de muerte). En febrero de 1939 se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas, por la que
se designaba "rebeldes" a todos los que se hubieran enfrentado al Movimiento Nacional.
III. Las consecuencias de la guerra civil

1.Consecuencias demográficas

Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto: los
muertos en el frente y por la represión en la guerra y en la posguerra, el hambre, las epidemias; la
reducción de la natalidad ...

Los cálculos más aceptados estiman en aproximadamente quinientos mil muertos, el coste
demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos y la pérdida de
población joven. El hecho de que el número de muertos por represión y penalidades sea de unos
320.000, mientras que los muertos en combate fueron 160.000, refleja la tremenda crueldad de la
Guerra Civil y explica por qué la guerra ha marcado a varias generaciones de españoles hasta la
actualidad.

▪ El exilio

Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el
conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros (URSS), pero el gran éxodo
tuvo lugar entre enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña.

La derrota militar supuso el exilio para más de 450.000 españoles que se refugiaron en Francia,
muchos de ellos políticos (Azaña, Negrín o Companys entre ellos, este último sería extraditado y fusilado
en 1940). La mayoría de ellos irán regresando en los años posteriores, sobre todo tras la muerte de
Franco en 1975. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana de Francia
muchos exiliados españoles que permanecieron en el país vecino se integraron en la resistencia contra
el fascismo (maquis) o se integraron en unidades de la Francia Libre. 13.000 de ellos fueron deportados
por los alemanes a los campos de concentración (Mauthausen), donde murieron unos 11.000.

Otros se exiliarán en Sudamérica, muchos eran intelectuales, sobre todo en México (unos 20.000).

Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el país: una población joven y activa, que
incluía a gran parte de los sectores más preparados del país: las elites científicas, literarias y artísticas
de la Edad de Plata. Entre ellos: Antonio Machado, Rafael Alberti o María Zambrano.

2.Consecuencias políticas

La Guerra Civil provocó el fin del proyecto democrático y reformista de la Segunda República y el
establecimiento de una dictadura militar, que se prolongaría casi 40 años, basada en la concentración
de todo el poder en manos del general Franco, en la pérdida de las libertades políticas y en la
persecución de cualquier forma de disidencia.

3.Consecuencias económicas

La guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela su magnitud: la renta nacional y per
cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950.

Estos fueron los principales elementos de esa catástrofe económica:

• Destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta, en los años cuarenta, a una
economía básicamente agraria.
• Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil, comunicaciones,
infraestructuras...
• Aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas
por el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.

4.Consecuencias sociales

El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de
la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los
derechos adquiridos por los trabajadores.

5.Consecuencias morales

La guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el
sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra.

El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su
origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de
los vencidos fue un rasgo clave del franquismo.

6. La represión

En el interior, tras la Guerra Civil, se llevó a cabo una política represiva muy dura, hubo 30.000
fusilados y más de 270.000 encarcelados. Todavía en 1950 quedaban en las cárceles 30.000
represaliados de la Guerra Civil. Se elaboraron nuevas leyes para perseguir cualquier actividad
subversiva: Ley de las Responsabilidades Políticas (1939), Ley de la Represión de la Masonería y el
Comunismo (1940).

-La represión en la zona nacional fue una represión institucionalizada, pues fue dirigida por el
propio Ejército, lo que no excluye la represión espontánea y descontrolada practicada por grupos de
falangistas y requetés. Se dirigió esencialmente contra los militantes obreros, políticos de izquierdas,
maestros y campesinos, aunque algunos intelectuales, como Federico García Lorca (barranco de Víznar,
Granada), fueron también víctimas del horror.

-En la zona republicana fue más espontánea y visceral, ya que fue protagonizada por las milicias
de los partidos y sindicatos que actuaban al margen del Estado, sobre todo, en los primeros meses de la
guerra (uno de los episodios más negros fue la ejecución en Paracuellos del Jarama, en noviembre de
1936, de unos 2.500 presos que procedían de las cárceles de Madrid). Los grupos que sufrieron la
violencia fueron esencialmente los sacerdotes y las clases adineradas, guardias civiles y militantes de
derechas. José Antonio Primo de Rivera, prisionero en Alicante al estallar la guerra, fue juzgado y
ejecutado. Tras el caos inicial en el que se produjeron graves excesos, el gobierno fue controlando poco
a poco la situación y la represión se atenuó.
11.1. La creación del Estado franquista. Grupos ideológicos y apoyos sociales. Etapas de la
dictadura y principales características de cada una de ellas. El contexto internacional: del
aislamiento al reconocimiento exterior.

Definición y configuración del Régimen.


El franquismo fue un sistema político, social e ideológico que organizó España ente 1939 y
1975 fundamentado en la figura del general Francisco Franco, el Caudillo. El franquismo construirá a lo
largo de sus años de vigencia (36 años), un sistema totalitario, que se irá adaptando a las distintas
coyunturas internacionales y cuya única forma institucional inamovible será la del propio dictador.

Para legitimar el régimen, se promulgaron siete Leyes Fundamentales:

1. Fuero del Trabajo (1938). Puso fin a la libertad sindical, estableció el sindicalismo vertical; y el
control del Estado sobre las organizaciones patronales y obreras.
2. Ley Constitutiva de las Cortes (1942). Asamblea consultiva, formada por procuradores que
representaban a sindicatos, familias y municipios (democracia orgánica).
3. Fuero de los Españoles (1945). Derechos y deberes “concedidos” por el dictador.
4. Ley del Referéndum Nacional (1945). Recogía la posibilidad de consulta por referéndum.
5. Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947). Se declaraba a España como reino, el cargo de
dictador vitalicio y con derecho a nombrar a su sucesor.
6. Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958). Suponía la incorporación institucional de la
doctrina falangista y el reconocimiento de Falange Española Tradicionalista (FET) como único
partido.
7. Ley Orgánica del Estado (L.O.E.) (1967). Pretendía ser una refundación legislativa del franquismo
mediante la unión de elementos dispersos de textos fundamentales anteriores y la depuración de
algunas de sus connotaciones totalitarias para presentarse ante Europa como una España
moderna.

1. La creación del Estado franquista, grupos ideológicos y apoyos sociales .


Las características del régimen franquista fueron las siguientes:

1) Fundamentos ideológicos.
El poder dictatorial, personal y vitalicio de Francisco Franco como, jefe del Estado, presidente del
Gobierno, líder del partido único y generalísimo de los ejércitos. Fue el eje del régimen político surgido
tras la Guerra Civil española, con estas características:

▪ Militarismo. El predominio de lo militar en la sociedad. Los militares, policías y guardias civiles


se convierten en elementos y pilares del orden y del régimen.
▪ Antidemocrático. Franco siempre receló del sistema parlamentario y democrático, al catalogarlo
de débil y propenso a la entrada de las fuerzas de izquierda en los gobiernos.
▪ Providencialismo de raíz católica que le llevó a la idea de ser el salvador de la patria amenazada
por los liberales, los masones (1) los anarquistas, los judíos, los socialistas y los comunistas.
▪ Concepción histórica de España como nación imperialista, basada en la unidad territorial de la
Patria y en el pasado glorioso del país. El tradicionalismo histórico como espejo del régimen:
Reconquista, Imperio, símbolos tomados del pasado glorioso: el águila de San Juan, el yugo y las
flechas de los Reyes Católicos. Esta concepción atacará a las demás lenguas y culturas españolas,
dotándolas con el tiempo de una justificación para su radicalización y fuerte oposición.
▪ Concentración de todo el poder político en manos de Franco, el caudillo, convirtiendo la
Jefatura del Estado en el sostén de todos los poderes de país.
▪ El nacionalsindicalismo como soporte ideológico inspirado en la doctrina falangista (nación y
catolicismo) para mantener el control sobre la sociedad a través del sindicato vertical y de
organizaciones juveniles como la Sección Femenina, el Frente de Juventudes o la Organización
Juvenil Española (OJE).
▪ El anticomunismo (que le favoreció durante el desarrollo de la Guerra fría).
▪ La moral y la religión católicas como legitimadoras de la dictadura franquista (nacional-
catolicismo).

NOTA (1): masonería o francmasonería, del francés francmaçonnerie, es una organización de carácter
secreto que reúne a individuos agrupados en entidades conocidas como logias bajo un precepto
de fraternidad. La institución se autodefine como filantrópica, filosófica, simbólica y no religiosa, de
propiedad iniciática y con la finalidad de impulsar el progreso moral e intelectual de las personas.
Se cree que la masonería surgió en el continente europeo a finales del siglo XVII, defendiendo los
principios liberales frente al absolutismo y evidentemente con un carácter secreto. Su objetivo es formar
a sus miembros para el desarrollo de la capacidad reflexiva y de diálogo, impulsando a estos miembros a
que transmitan los valores adquiridos entre aquellos que lo rodean. Ejemplifica sus enseñanzas
con símbolos y alegorías tradicionales tomadas de la albañilería y la cantería, más específicamente, del
«Arte Real de la Construcción», es decir de los maestros constructores de las catedrales medievales. Para
Franco todos los enemigos políticos y religiosos del régimen (los masones lo eran por su espíritu liberal
y anticlerical) se incluyeron en el mismo grupo y eran sospechosos de intentar en cualquier momento una
conspiración (lo que el régimen denominaba “contubernio”) y por tanto debían ser perseguidos y
castigados.

2) Apoyos sociales e ideológicos.


a) La oligarquía terrateniente y financiera, los grandes beneficiados del régimen, así como
las clases medias rurales de Castilla y del norte
peninsular profundamente católicas, representantes del orden y el respecto a los valores
tradicionales de España. Ni la clase obrera ni las clases medias urbanas, en su mayoría, se
identificaron nunca con la dictadura, aunque el temor a la represión supuso la carencia de una
oposición visible.
b) El Ejército constituyó el apoyo más decidido y permanente del régimen franquista, llegando
a ocupar altos cargos administrativos. Aquí habría que añadir a la Policía Nacional (entonces
Policía Armada) y a la Guardia Civil.
c) La Iglesia, encargada de legitimar el régimen ante la opinión católica internacional
(nacionalcatolicismo). A cambio (sobre todo después de la firma del Concordato con la Santa
Sede en 1953), obtuvo importantes concesiones como la educación o la presencia del
estamento eclesiástico en las altas instituciones del régimen. Sin embargo, el apoyo de la
Iglesia no fue monolítico. Hubo serias discrepancias con el catolicismo catalán y vasco y, a partir
del Concilio Vaticano II, una parte de la jerarquía eclesiástica y del clero comenzó a distanciarse
progresivamente de Franco.
d) La Falange, pilar ideológico del régimen junto al carlismo. Muy activa durante los primeros años
del régimen se encargó de actividades de propaganda y adoctrinamiento de la población. A partir
de 1958 se impuso la denominación “Movimiento Nacional” que desplazó al anterior de “FET y
de las JONS”.
✓ Todos ellos contribuyeron a la desmovilización política de la sociedad española que quedó
anulada de cualquier voluntad política o espíritu crítico hasta la formación de las siguientes
generaciones (a partir de mediados de los 50).

2. Etapas políticas e institucionalización del régimen. El contexto internacional, del


aislamiento al reconocimiento internacional.
En el estudio del franquismo deben diferenciarse dos etapas:

-Primer franquismo (1939-1959): a su vez dividido en dos fases:

a) Años ’40: represión, autarquía y aislamiento internacional:


b) Años ’50: apertura internacional.
-Segundo franquismo (1960-1975): también dividido en dos fases:

a) Años ’60: tecnocracia política y desarrollismo económico.


b) Años ’70: declive del Régimen.

A. Primer franquismo (1939-1959)


Se caracterizó por el retroceso económico y la involución ideológica. Se vivió una fase totalitaria y de
dura represión, a través de la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), Ley de Represión de la
Masonería y del Comunismo (1940) y Ley de Seguridad del Estado (1941). En los años ’50 España empieza
a salir del aislamiento internacional.

▪ Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Entre 1938-42 la figura más relevante del Régimen fue Serrano Suñer, ministro de Gobernación del primer
Gobierno franquista y cuñado de Franco, encargado de diseñar un Estado con tintes
nacionalsindicalistas. La evolución política del régimen estuvo condicionada por la Segunda Guerra
Mundial. Pasando de una inicial neutralidad (no participación) a una no beligerancia (colaboración)como
consecuencia de las victorias iniciales del Eje. En estas circunstancias, tuvo lugar la entrevista entre
Franco y Hitler en la estación de Hendaya en presencia de sus respectivos ministros de Asuntos
Exteriores, Ramón Serrano Suñer (España) y Joachim von Ribbentrop (Alemania), (octubre de 1940),
para tratar de la entrada de España en la guerra al lado de Alemania. Si la propaganda franquista presentó
la entrevista como un éxito de Franco, que consiguió evitar la entrada de España en el conflicto, la realidad
es muy distinta. Lo que ocurrió es que España no entró en guerra porque Franco exigió compensaciones
territoriales en el Marruecos francés y Gibraltar, así como ayuda económica y militar que Hitler no aceptó,
ya que la incorporación a la guerra de España, un país destrozado por la Guerra Civil, no era de gran interés
para una Alemania que, en ese momento, estaba preparando el ataque a la URSS y, por lo tanto, centrada
en Europa oriental. A Alemania le bastaba con una España leal y amiga, es decir, no beligerante.

Sin embargo, su abierta simpatía por Alemania e Italia le hizo enviar la División Azul para combatir en el
frente oriental contra la Unión Soviética entre 1941 y 1945. Cuando comienza el declive del Eje, el
franquismo vuelve a declararse neutral, intentando acercarse a los que serían vencedores mediante una
serie de leyes que pretendían mostrar una imagen más representativa. En 1942 se promulga la Ley
Constitutiva de las Cortes, que establecía la formación de Cortes (se reunirían por primera vez el 17 de
marzo de 1943) elegidas en parte por Franco y su función era refrendar las propuestas legislativas del
dictador.

En 1945, promulga el Fuero de los Españoles, una teórica declaración de derechos y deberes
basados en la moral católica tradicional y el mismo año, la Ley de Referéndum nacional, que reconocía el
derecho a voto de los españoles para consultas sobre asuntos del Estado.

▪ Al término de la Segunda Guerra Mundial (1946-1950). El aislamiento internacional.

La dictadura franquista queda aislada internacionalmente, tanto diplomática (se marchan los
embajadores extranjeros excepto el argentino y España no es admitida en la recién creada ONU en 1946),
como económicamente (Francia cierra las fronteras). Para atajar este grave problema, Franco tomó
algunas medidas para intentar borrar la imagen fascista: suprimió el saludo con el brazo en alto y
promulgó la Ley de Sucesión de 1947, por la que España se convertía en reino, pero declaraba a Franco
jefe del Estado a perpetuidad y con poder para designar sucesor a título de rey. Se creaban dos nuevas
instituciones que debían regular la transición: El “Consejo de Regencia” y el “Consejo del Reino”. En 1948
consiguió que el nieto de Alfonso XIII, el futuro príncipe Juan Carlos, se educara en España bajo su tutela.

▪ Inicios de la Guerra Fría: la década de los 50. El fin del aislamiento internacional.

El comienzo de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética dio un valor político importante
al anticomunismo del régimen franquista, siendo la posición estratégica de España de alto interés militar
para los Estados Unidos. En 1949, la banca estadounidense concedió a España un importante préstamo y
en 1950 la ONU anuló el aislamiento diplomático, regresando los embajadores extranjeros. En 1952,
España era admitida en la UNESCO y en 1953 Estados Unidos firmaba con el gobierno español el Pacto
de Madrid, por el que se creaban bases militares estadounidenses en España a cambio de ayuda militar
y económica. Ese mismo año, El Vaticano firmó con el régimen franquista un Concordato. Finalmente,
en 1955, España era admitida en la ONU, con lo que se rompía definitivamente el aislamiento
internacional.

B. Segundo franquismo (1960-1975)

▪ Fase tecnocrática (1959-1969).

Tras la crisis económica, Franco incorporó al gobierno a un grupo de expertos en economía en 1957,
los tecnócratas vinculados al Opus Dei, liderados por López Rodó. En 1958 se promulgaba la Ley
Fundamental de Principios del Movimiento Nacional, que mantenía la vigencia de algunos principios
falangistas. El acontecimiento que marcó de manera más clara el fin del aislamiento fue la visita oficial a
España del presidente de EEUU, Eisenhower, en 1959, que supuso el afianzamiento definitivo del poder
de Franco a nivel exterior.

En esta etapa, se experimentó una modernización, aunque no hubo cambios en el sistema político, a
pesar de leyes como la Ley de Prensa (1966), propiciada por Manuel Fraga, que suprimía la censura
previa y establecía una tímida libertad de expresión, la Ley de Libertad Religiosa (1967), que toleraba
el culto privado y público de otras religiones, aunque el Estado seguía siendo católico o la Ley Orgánica
del Estado (1967) una especie de Constitución que aseguraba la pervivencia del régimen después de la
muerte del dictador en la que se mantenía la forma del Estado como reino y la fidelidad a los principios
fundamentales del Movimiento y la ley de Bases de la Seguridad Social de 1963 por la que el Estado
asumía una serie de prestaciones y facilitaría diversos tipos de asistencia (atención médica, pensiones,
subsidios, etc.) a los trabajadores inscritos en la Seguridad Social.

España se integró en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la OCDE, y firmó acuerdos
comerciales y políticos con Alemania y Francia. Las relaciones internacionales se fueron
normalizando. En 1962, el Gobierno solicitó a la CEE la solicitud para su incorporación, que siempre fue
denegada por el carácter antidemocrático del franquismo.

▪ Fase de descomposición (1969-1975).

A partir de 1969, el régimen entra en crisis, porque Franco, anciano y enfermo ya no tiene capacidad para
controlar la situación y, además, a los enfrentamientos entre las distintas familias franquistas se une la
organización de la oposición al régimen.

La etapa se inicia en 1969, por un lado, con el nombramiento de Juan Carlos de


Borbón como sucesor a título de rey, si bien la nueva monarquía debía de apoyarse en los principios
fundamentales del régimen y por otro, con el escándalo político y financiero por el caso Matesa (una
empresa de exportación que había estafado miles de millones de pesetas al Estado con el apoyo de altos
cargos). Franco hizo una completa remodelación del gobierno, colocando a Carrero Blanco, un
franquista puro que defendía la continuidad del régimen después de la muerte del dictador y único capaz
de mantener la paz entre las distintas familias políticas, al frente de un gobierno monocolor formado
exclusivamente por miembros del Opus Dei. Sus años de gobierno se caracterizaron por el
mantenimiento de una posición contradictoria entre la reforma (la ley de Educación de 1970 del
ministro Villar Palasí, estableció la enseñanza obligatoria hasta los 14 años, cursando la EGB, (Educación
General Básica), estructurada en dos etapas. Tras esta primera fase de ocho cursos el alumno accedía bien
al BUP, (Bachillerato Unificado Polivalente) y de este al COU (Curso de Orientación Universitaria) y a la
selectividad o bien a la recién creada FP, (Formación Profesional). Con esta ley se reformó todo el sistema
educativo, desde la educación preescolar hasta la universitaria, adaptándolo a las necesidades de
escolarización o la Ley Sindical de 1971 y la represión ante: las protestas estudiantiles, obreras, los
secuestros y atentados de ETA, la aparición del grupo terrorista FRAP (Frente Revolucionario Antifascista
y Patriota), etc., que llevaron a la reforma, para endurecerla, de la Ley de Orden Público de 1959.

A principios de 1973, las movilizaciones en la calle y el enfrentamiento entre las tres tendencias del
régimen: aperturistas, que defendían una apertura política desde arriba hacia posiciones más
democráticas (Fraga, Pío Cabanillas), conservadores querían mantener el régimen con muy pocas
reformas (Carrero Blanco, Arias Navarro) y los inmovilistas (llamados “el búnker”) como Girón, Solís o
Blas Piñar, que rechazaban cualquier reforma de las instituciones, debilitaban al gobierno. Franco, que
hasta entonces era jefe de Estado y de Gobierno, cedió a Carrero Blanco la jefatura del gobierno, pero
su asesinato, el 20 de diciembre de 1973, víctima de un atentado de ETA, acabó con la posibilidad de
mantener el régimen más allá de Franco. Arias Navarro es nombrado presidente de gobierno, pero el
régimen ya agoniza como resultado de la crisis económica, el incremento de la oposición y la división
dentro de los propios franquistas. El 20 de noviembre de 1975 el presidente de gobierno, Arias Navarro
comunicaba a los medios la muerte de Franco con la famosa frase: “Españoles, Franco ha muerto”.

. . a creaci n del Estado ran uista.


ru os ideol gicos y a oyos sociales.
Eta as de la dictadura y rinci ales caracter s cas de
cada una de ellas.
El conte to internacional: del aisla iento al reconoci iento
e terior.
11.2. Política económica del franquismo: de la autarquía al desarrollismo. Transformaciones
sociales: causas y evolución.

A. Política económica: de la autarquía al desarrollismo.

-Primer franquismo (1939-1959): La larga posguerra y la autarquía.


Tras la Guerra Civil el panorama económico español era desalentador. El régimen optó por la autarquía económica,
es decir por prescindir de las relaciones económicas con el exterior y utilizar exclusivamente los recursos
propios del país buscando la autosuficiencia económica, tanto por razones ideológicas, (siguiendo los modelos
fascistas) como por razones económicas y políticas, (la ausencia de reservas de oro y la imposibilidad de obtener
créditos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y el aislamiento internacional).

El Estado puso en marcha una política intervencionista que facilitó el control de la economía por parte del régimen
que retrasó la recuperación económica:

· Se limitaron las importaciones lo que provocó una gran escasez de materias primas y de bienes de consumo.

· Se fijaron los precios de los productos agrarios y se centralizó la producción y comercialización de cereales a
través del Servicio Nacional de Trigo que compraba las cosechas para garantizar el abastecimiento.

· Se creó el Instituto Nacional de Industria (INI) en 1941 para impulsar la industrialización mediante la creación
de empresas públicas en los sectores básicos como astilleros, siderurgia, electricidad, automoción, etc.: ENDESA,
IBERIA, SEAT, HUNOSA, ENSIDESA, etc. A la vez, se multiplican los monopolios: RENFE, CAMPSA, Tabacalera Española,
etc. Esta política generará un importante gasto público y la subida de los precios.

✓ Las consecuencias de esta política fueron: la carencia de alimentos y productos básicos, el hambre y la
miseria de la población. Ante la escasez de productos se impuso la cartilla de racionamiento como medio
de distribución de los artículos de primera necesidad hasta 1952. Los productores tenían que vender toda
la producción al Estado a un precio fijado por éste y luego, el Estado los vendía a los consumidores a un
precio establecido. Pero los precios se fijaron por debajo del valor real y muchos productores escondieron
parte de la producción para venderla en el mercado negro, surge así “el estraperlo”, un mercado en el que
se vendían a un precio más alto productos fuera del control estatal (casi un 30% de la producción) y que fue
el origen de considerables fortunas.

El resultado fue el estancamiento económico, el retraso industrial por falta de materias primas, maquinaria y
tecnología, el aumento de la inflación, el descenso de la renta per cápita y la forzosa emigración de las ciudades al
campo en busca de alimentos básicos. Las dificultades aumentaron a partir de 1945 cuando España quedó aislada
internacionalmente y la autarquía no era ya una opción política.

-Segundo franquismo (1960-1975): De la década de los 50 al desarrollismo de los 60.


Este período trajo la consolidación y la forma definitiva del régimen. El período empieza con el acceso al gobierno de
varios ministros tecnócratas del Opus Dei en 1957. Esta incorporación fue la antesala de la reforma económica de
1959 conocida con el nombre de Plan de Estabilización, que traería la liberalización de la economía y el desarrollo de
los sesenta.

El Plan de Estabilización de 1959

Diseñado por Mariano Navarro Rubio y López Rodó que habían accedido al gobierno en 1957 y que, contaron con
la colaboración de los economistas Juan Sardá y Enrique Fuentes Quintana. Este plan económico fue elaborado
siguiendo las indicaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se trataba ante todo
de liberalizar la economía, acabando con el período autárquico e intervencionista del Estado. Se recortó el gasto
público y disminuyó el intervencionismo, a la vez que se abría la economía al exterior, devaluando la peseta
subiendo los tipos de interés y liberalizando las inversiones extranjeras.

Las consecuencias se apreciaron en poco tiempo. A partir de 1961, tras reducirse el déficit del Estado y
recibir abundantes inversiones del exterior, España inició un acelerado crecimiento económico.
El desarrollo económico de los años sesenta: “el milagro español”.
El período 1959-1969 vino marcado por un rápido crecimiento industrial y del sector servicios. La apertura
económica al exterior provocó un verdadero aluvión de inversiones extranjeras que llegaron atraídas por los bajos
salarios. El desarrollo industrial desencadenó una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las ciudades
(éxodo rural) y hacia Europa. A la vez que la agricultura se modernizaba, amplias zonas del interior quedaban
despobladas.

En el terreno comercial, España alcanzó un superávit en su balanza de pagos. El tradicional déficit de la balanza
comercial se vio compensado por los ingresos procedentes del espectacular desarrollo del turismo, las inversiones
extranjeras y las remesas enviadas por los emigrantes en Europa. Para tratar de encauzar el crecimiento económico,
el gobierno aprobó a partir de 1963 varios Planes de Desarrollo que comprendían los “Polos de desarrollo”
(Zaragoza, Valladolid, Sevilla…) basados en los incentivos fiscales y en las ayudas estatales tuvieron un resultado
bastante inferior al previsto. La economía siguió creciendo, pero la planificación no funcionó. El mejor ejemplo fue el
creciente desequilibrio entre las diferentes regiones del país.

En definitiva, el período, estuvo marcado por un gran desarrollo económico, inserto en un marco general de
expansión europea y mundial. Ese contexto exterior favorable permitió abundantes inversiones extranjeras,
una masiva llegada de turistas y la eliminación del paro mediante la emigración a Europa.

B. Transformaciones sociales.

-Primer franquismo (1939-1959): una sociedad rural.


La sociedad española sufrió un giro hacia formas más conservadoras. En general, el franquismo supuso la vuelta a
los valores rurales y tradicionalistas anteriores a la República, por ejemplo, para la mujer, el retorno al sistema de
valores tradicionales machistas y la pérdida de todos los derechos y avances conseguidos durante la Segunda
República. La mujer estaba sometida al hombre. La consideración del delito de adulterio, solo para la mujer, fue la
manifestación extrema del machismo de esa sociedad.

En la educación se prohibió la coeducación y se acostumbraba a la mujer, desde muy pequeña, a su papel clásico de
ama de casa y sumisa al hombre. La legislación laboral dificultaba el acceso de las mujeres al mundo del trabajo. A
esto hay que añadir que la Iglesia fomentaba el rol femenino de madre, viendo con malos ojos a aquellas mujeres
que intentaban incorporarse al mundo laboral y anteponían estos valores a los de ser madres.

El franquismo pretendió restablecer la cultura católica y nacional tradicional frente a la presencia de la liberal y
progresista de la etapa anterior. La educación pasó a ser controlada por la Iglesia católica, después de que el
profesorado liberal sufriera un proceso de depuración. Por otro lado, se produjo un aumento de la población rural,
sobre todo en la década de los 40, mientras que la natalidad se redujo a niveles de la Guerra Civil.

-Segundo franquismo (1960-1975): el paso hacia una sociedad urbana.


Tras los duros años de la posguerra, en los que la sociedad española había quedado anclada a un tipo de sociedad
arcaica, los años sesenta presenciaron un acelerado cambio social. Hay que recordar, que la generación nacida en
los años de posguerra no luchó en el conflicto, con lo que, albergó, nuevas formas de pensar y nuevos problemas.

Los principales rasgos de la nueva sociedad española se resumen en:

a) Masiva emigración rural a las ciudades y a Europa occidental. Casi 2 millones de españoles se desplazaron
a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y otros países europeos para desempeñar los trabajos que no querían los
nativos. La emigración trajo consecuencias positivas como la reducción del paro o el ingreso de
las abundantes remesas enviadas por los emigrantes, pero trajo consigo el desarraigo humano que toda
emigración implica y la agudización de las diferencias de riqueza entre las diversas regiones del país.
b) Fuerte incremento de la población. A la vez que se reducía la tasa de mortalidad, la tasa de natalidad se
mantuvo en valores muy altos e incluso aumentó (Premios a la natalidad). Para atender las necesidades de
esta población creciente el gobierno no aumentó el gasto público lo que llevó a que los servicios públicos
fueran claramente insuficientes. En un primer momento, en el terreno educativo el número de escuelas e
institutos fue muy por detrás de las necesidades de una creciente población infantil y juvenil. Aunque se
crearon algunos enormes hospitales y desde 1963 (Seguridad Social) aumentaron las prestaciones
sanitarias y los sistemas de pensiones, la cobertura sanitaria siguió estando muy alejada de lo que requería
una sociedad moderna. El crecimiento demográfico provocó un enorme déficit en vivienda que trató de
resolverse mediante grandes operaciones inmobiliarias en las ciudades españolas. Estos nuevos barrios
nacieron a menudo sin equipamientos sociales y urbanos básicos.
c) Creciente escolarización. Toda la sociedad española quedó escolarizada, con un fuerte componente
ideológico y una enorme influencia de la Iglesia. La educación quedó dividida por géneros y tomaron mucha
fuerza los Frentes de Juventudes: con sus secciones masculina y femenina, que formaba a las futuras
generaciones del movimiento. A partir de la Ley de 1970 (Villar Palasí), la secularización de la educación
española se irá haciendo de manera lenta pero progresiva.
d) La sociedad de consumo: Pese a sus limitaciones, el desarrollo económico propició la aparición de la
sociedad de consumo en España. La extensión del uso de electrodomésticos, (dos tercios de los hogares
tenían televisión en 1969), y del coche (Seat 600), (un cuarto de las familias españolas poseía un automóvil
ese mismo año), fueron los elementos que mejor ejemplificaron la nueva sociedad. La sociedad de consumo,
caracterizada por el acceso a más información y por una mayor movilidad, trajo, especialmente entre los
más jóvenes, una nueva mentalidad que chocaba con el tradicionalismo del régimen:

• Progresiva relajación de la importancia de la Iglesia.

• Nuevos hábitos de relación social y nuevas pautas de relación entre ambos sexos.

• Modas, costumbres e indumentarias que llegaron a través del turismo.

• Influencia de otras culturas en especial la norteamericana y la europea occidental. En este sentido, la


televisión y el cine hicieron de plataformas masivas de cambio.

. . Polí ca econ mica del ranquismo: de la au arquía al desarrollismo. rans ormaciones


sociales: causas evoluci n.
11.3. La oposición a la dictadura: principales grupos y evolución en el tiempo. La crisis del
franquismo desde 1973 a la muerte de Franco.
Durante el régimen franquista se produjeron distintas fuerzas de oposición que tuvieron más o menos presencia y
que fueron evolucionando a medida que Franco iba envejeciendo.

1. Principales grupos de oposición y evolución en el tiempo.

1.1. La República y el exilio.

Al término de la guerra civil cerca de 500.000 españoles partieron al exilio, siendo Francia y México sus principales
destinos. Los republicanos españoles afincados en Francia participaron activamente en la lucha contra la Alemania
de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, y varios miles de ellos fueron enviados a campos de concentración
(Mathausen).
Los dirigentes republicanos mantuvieron un gobierno de la República en el exilio tratando de mantener la legalidad
surgida de la Constitución de 1931. Sus esperanzas estaban depositadas en que la derrota de Hitler supondría la
intervención de las tropas aliadas y el fin de la dictadura de Franco. Todas estas esperanzas vieron su fin cuando la
España franquista fue reconocida por los USA en el contexto de la Guerra Fría. España ingresó en la ONU en 1955
dando por terminado el aislamiento internacional del régimen. Tras el reconocimiento internacional al régimen
franquista, el gobierno republicano en el exilio siguió, aunque con mucha menor presencia. La sede de dicho
gobierno fue París desde 1946.

Un buen número de los más brillantes exponentes de la cultura española figuraron entre los exiliados, como Juan
Ramón Jiménez (premio Nobel de Literatura), Antonio Machado, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Luis
Cernuda, Salvador de Madariaga, Ortega y Gasset o Claudio Sánchez Albornoz.

1.2. La guerrilla antifranquista.

Según las tropas franquistas fueron ocupando las diferentes regiones del país muchos combatientes republicanos,
huyendo de la represión, se "echaron al monte" formando grupos de guerrilleros, los maquis. Las acciones
guerrilleras se intensificaron tras la derrota nazi en 1945. Los maquis trataban de colaborar con la anhelada
intervención de los aliados en España. La dura represión y el final de las esperanzas de una intervención exterior
llevaron a que en 1948 el PCE renunciara a la lucha armada y llamara a los guerrilleros a huir del país. Sin embargo,
la lucha de los maquis siguió de forma residual hasta mediados de los 50.

1.3. Los monárquicos.

Conspiraron para derrocar al dictador y hacer retornar la monarquía en la persona del hijo de Alfonso XIII, don Juan
de Borbón. En 1943 un grupo nutrido de tenientes generales dirigió una carta a Franco en la que pedían la
restauración de la monarquía. En 1945, era el propio don Juan el que hacía público un manifiesto en Lausana,
solicitando a Franco la restauración monárquica en su persona. Pero Franco contrarrestó la actividad de este sector
con la Ley de Sucesión y, más tarde, negociando con don Juan que su hijo don Juan Carlos, fuera educado en España
bajo su supervisión. En 1969 Franco nombra al príncipe Juan Carlos su sucesor a título de rey.

1.4. Las protestas obreras y universitarias.

En 1951, el boicot a los tranvías de Barcelona por la subida de tarifas que terminó desembocando en una exitosa
huelga general, constituyó la primera protesta obrera de masas en la historia del franquismo.

En la universidad, las tensiones fueron creciendo en demanda de más libertad en las cátedras y en las aulas. El
malestar universitario culminó en los incidentes de la Universidad Complutense de Madrid en
1956 con enfrentamientos entre los estudiantes y los falangistas del SEU (Sindicato de Estudiantes Universitarios).
Estos incidentes, que provocaron la dimisión del ministro de Educación Ruiz-Giménez, mostraron la aparición de
una nueva generación, formada esencialmente por los hijos de los vencedores, que iniciaba su oposición a la
dictadura. A partir de 1968, con el impacto del mayo francés, el movimiento estudiantil se radicalizó
ideológicamente y convirtió las universidades en centros de continua contestación y rebeldía.

1.5. Los partidos y sindicatos de oposición.

Los diferentes grupos políticos y sindicales se adaptaron de diferente forma a la dura represión del franquismo y a la
evolución de la sociedad española. Mientras que el PSOE se convirtió en un partido débil y dividido entre sus
dirigentes del exilio y del interior hasta que en el Congreso de Suresnes (Francia, 1974), Felipe González se hizo con
el control del partido, el PCE (Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo) pasó a constituirse en el principal partido de la
oposición con una fuerte estructura clandestina. Mientras, los anarquistas, así como los republicanos, prácticamente
desaparecieron.

En el terreno sindical destaca el nacimiento en 1962 de las Comisiones Obreras, actual CC.OO. Propiciadas por el
Partido Comunista, se basaron en el aprovechamiento de las fisuras legales que permitía la legislación franquista y en
la infiltración en la Organización Sindical. Los sindicatos históricos, la UGT y la CNT, apenas tuvieron presencia durante
la dictadura.

Los cambios sociales y la proximidad de la muerte del dictador facilitaron la extensión de las actividades de oposición
a la dictadura. Diversos movimientos de protesta confluyeron en el período final del franquismo:

o Congreso del Movimiento Europeo en Múnich (“contubernio comunista”) en 1962: reunión de políticos e
intelectuales demócrata-cristianos y monárquicos liberales que pedían la democracia y el fin de la dictadura
(Salvador Madariaga, Dionisio Ridruejo, Gil Robles…)
o El movimiento obrero, organizado esencialmente en torno a CC.OO. y alentado por el PCE, pasó de las
reivindicaciones laborales a la concienciación política antifranquista. El régimen llevará a cabo el juicio
contra los dirigentes de CC. OO (Marcelino Camacho entre ellos), en 1973: “Proceso 1001”.
o Los movimientos nacionalistas se reforzaron en diversas capas sociales de Cataluña (Esquerra Republicana
de Catalunya y Convergència Democràtica de Catalunya). En el País Vasco, junto a un cada vez más
influyente PNV, ETA (Euskadi ta Askatasuna, creada en 1959). Esta organización, revolucionaria y
nacionalista radical, propugnó a partir de 1968 la lucha armada contra el franquismo, promoviendo
atentados contra personalidades del régimen, militares y fuerzas del orden público; el régimen consideraba
estas acciones terroristas como delitos de rebelión militar y recurría con frecuencia a declarar el Estado de
excepción. Entre los procesos contra los terroristas de ETA destaca el Consejo de Guerra de Burgos (Proceso
de Burgos, 1970), que solicitó seis penas de muerte y provocó tal alud de protestas internacionales incluido
el Vaticano que finalmente fueron conmutadas por Franco.
o La Iglesia. El Concilio Vaticano II de Juan XXIII y después de Pablo VI, favoreció la extensión de movimientos
católicos de base críticos con el franquismo. El distanciamiento de un sector de la Iglesia aumentó con el
nombramiento del arzobispo de Madrid, el cardenal Tarancón, como presidente de la Conferencia
Episcopal (en 1971, Tarancón exigía libertades democráticas y pedía disculpas por la parcialidad de la Iglesia
durante la Guerra Civil).

✓ En definitiva, sin poder derrumbar al régimen franquista, los movimientos de oposición consiguieron crear
una amplia red social de contestación a la dictadura que aflorará tras la muerte de Franco y que fue clave
para la transición a la democracia. A pesar del aumento de la oposición social y de la reorganización y
crecimiento de la oposición política, ésta careció de la fuerza suficiente para imponer la ruptura
democrática. El miedo a la represión será una constante del franquismo, aunque ahora era más selectiva
que en los años 40. El organismo encargado de juzgar los delitos políticos fue el Tribunal de Orden Público
(T.O.P.), creado en 1963.

2. La crisis del Franquismo (1973-75).

2.1. Situación interna.

Entre 1973 y 1975 se produjo la descomposición del régimen franquista, motivado, principalmente, por el deterioro
físico de Franco (quien cada vez delegaba más poder de decisión en Carrero Blanco), el distanciamiento, cada vez
mayor de una parte de la Iglesia (en la persona del cardenal Vicente Enrique y Tarancón) y la cada vez mayor
capacidad movilizadora de la oposición, (el PCE y el renovado PSOE con Felipe González al frente, que lideraron la
Junta Democrática (1974) y la Plataforma de Convergencia Democrática (1975) respectivamente. Ambos programas
defendían un verdadero régimen democrático, incluyendo la amnistía política, la libertad de asociación política y la
convocatoria de elecciones para Cortes Constituyentes.), además de las acciones terroristas de ETA, del GRAPO y del
FRAP.

La decadencia también se evidenció por las tensiones dentro del régimen entre los inmovilistas del “búnker”,
partidarios de mantener sin cambios el régimen instaurado desde la sublevación del 36; y los aperturistas, a favor de
realizar reformas que llevasen a una democracia limitada. La parálisis política se agravó a partir de diciembre del
73 con el asesinato del almirante Carrero Blanco, jefe de Gobierno, por ETA.
En los dos últimos años de dictadura, Carlos Arias Navarro fue el elegido como jefe de Gobierno. Su política se
caracterizó por una mayor represión, entre otras cosas al constatarse la existencia de una asociación clandestina
de militares demócratas, la Unión Militar Democrática (el ejemplo de la revolución de los claveles de Portugal, que
en abril de 1974 había visto como el ejército acababa con la dictadura. España era la última dictadura de Europa). La
presión de la oposición era muy intensa en la Universidad, en las grandes fábricas y en los nuevos barrios obreros de
las ciudades. Las manifestaciones y huelgas eran reprimidas con brutalidad por la policía o la Guardia Civil. El
gobierno de Arias Navarro intensificó la represión: en 1974 fue ejecutado por el asesinato de un policía, Puig Antich,
un joven militante anarquista.

La ejecución de cinco sentencias de muerte para miembros del FRAP y de ETA, en 1975, por parte del
Gobierno, produjo una protesta internacional contra la dictadura. En los últimos días del franquismo se volvió
al aislamiento internacional y moral de los 40. Franco, reaccionando como en tiempos pasados, pronunció su último
discurso en Madrid (octubre 1975), atribuyendo las protestas a una conjura de los enemigos de España.

2.2. Situación exterior.

La CEE negó el ingreso de España, aunque logró un Acuerdo Preferencial (1970).

El proceso descolonizador empezó con la independencia de Guinea Ecuatorial (1968) y cesión de Ifni a Marruecos
(1969).

Coincidiendo con la agonía de Franco estalló el problema del Sahara. Después de 1973, se había constituido el Frente
Polisario en defensa de la independencia saharaui. La ONU había exigido a España un proceso de descolonización. En
1975, representantes del Gobierno español y del Frente Polisario se reunieron en Argel para tratar este tema.
Aprovechando la debilidad del Gobierno español y la enfermedad de Franco, Hassan II, rey de Marruecos, vio la
oportunidad de anexionarse este territorio. En octubre tuvo lugar la Marcha Verde, en la que miles de marroquíes se
dirigieron a la frontera del Sahara. El miedo a una guerra con Marruecos hizo que la dictadura claudicara y aceptara
la anexión del Sahara por parte de Marruecos y Mauritania (Acuerdo de Madrid, noviembre 1975).

✓ Franco moría el 20 de noviembre del 75, acabando la dictadura más larga de la España contemporánea y el
país se abría a un destino incierto y expectante ante la actuación del nuevo Jefe de Estado, Juan Carlos I
de Borbón.

11 a o osici n a a icta ura: rinci a es ru os e o uci n en e em o a crisis e


ran uismo es e 19 a a muerte e ranco
BLOQUE 12. Normalización Democrática de España e Integración en Europa (desde
1975).
12.1. LA TRANSICIÓN: ALTERNATIVAS POLÍTICAS TRAS LA MUERTE DE FRANCO. EL PAPEL DEL REY Y EL
GOBIERNO DE ADOLFO SUÁREZ. EL RESTABLECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA: LAS ELECCIONES DE JUNIO
DE 1977. LA CONSTITUCIÓN DE 1978. EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS. EL TERRORISMO DURANTE LA
TRANSICIÓN.

1. ALTERNATIVAS POLÍTICAS TRAS LA MUERTE DE FRANCO.

La Transición Democrática española es el periodo histórico vivido en nuestro país en el cual, se dejó
atrás la dictadura franquista tras la muerte del dictador en 1975 y se pasó a un sistema político
parlamentario de una forma pacífica y consolidada. Duraría desde 1975 hasta el inicio del primer
gobierno socialista en 1982.

En la escena política surgieron tres bloques: los franquistas continuistas (el “búnker”), partidarios de
mantener la dictadura, la oposición democrática, que buscaba la ruptura del régimen, y los reformistas
del régimen, que pretendían la concesión lenta de libertades. Finalmente, se logró un acuerdo entre las
principales fuerzas políticas, de un lado y de otro, para realizar una transición pacífica hacia la democracia.

La aprobación de la Constitución de 1978 dotó a España de un sistema democrático, que se consideró


consolidado cuando, en 1982, se pasó pacíficamente de un Gobierno de centro-derecha (UCD) a otro de
centro-izquierda, al ganar las elecciones el PSOE.

Pero el éxito de la transición fue el resultado sobre todo de:

▪ La transformación social y económica de España desde los años 60: una sociedad urbana y de
clases medias era incompatible con un régimen autoritario.

▪ La convicción entre buena parte de la población española de que después de cuarenta años de
dictadura, era inevitable la evolución a la democracia condición imprescindible, para integrarse
plenamente en Europa.

▪ El papel del Rey que era consciente de que la consolidación de la monarquía en España requería
impulsar el proceso de reformas para tener una legitimidad de la que carecía en razón de su
origen (el Rey había sido designado como sucesor por el propio General Franco en 1969).

▪ La voluntad de compromiso y negociación de la oposición democrática –consciente


probablemente de que carecía de fuerza para imponer su alternativa- que le llevó a abandonar
sus aspiraciones de ruptura y a terminar por aceptar la reforma de Adolfo Suárez.

2. EL PAPEL DEL REY Y EL GOBIERNO DE ADOLFO SUÁREZ.

A) El gobierno de Arias Navarro

Tras la muerte de Franco, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey. De acuerdo con lo establecido por
las Leyes Fundamentales del franquismo, asumía ante las Cortes franquistas la jefatura del Estado y juraba
lealtad a los Principios del Movimiento Nacional y a las Leyes Fundamentales.

Aunque el discurso de coronación del nuevo rey había creado algunas expectativas de cambio, el primer
Gobierno de la monarquía, presidido por Arias Navarro, siguió las pautas de la dictadura de
Franco, aunque don Juan Carlos tuvo la habilidad de situar a, Torcuato Fernández Miranda, al frente de
las Cortes y del Consejo del Reino.

El Gobierno inició una tímida apertura, con la legalización de las asociaciones políticas, que debían reunir
algunos requisitos, como aceptar las leyes franquistas.

Los principales partidos democráticos de izquierda reclamaban una ruptura política con el régimen
franquista. Estos partidos, que, inicialmente, no aceptaban la monarquía, exigían la libertad para los
presos políticos; libertades políticas y sindicales, y elecciones libres. En Cataluña y el País Vasco (Sucesos
de Montejurra en mayo de 1976), una oleada de huelgas y manifestaciones con las que se buscaba
el reconocimiento de los estatutos de autonomía.

La oposición democrática se había agrupado en dos grupos, principalmente: la Junta Democrática,


impulsada por el PCE y liderada por Santiago Carrillo; y la Plataforma de Convergencia Democrática,
organizada alrededor del PSOE y dirigida por Felipe González. En marzo de 1976, se unieron en
la Coordinación Democrática (“Platajunta”).

A principios de 1976 se produjeron numerosas manifestaciones en demanda de libertad política y mejoras


sociales, a lo que el Gobierno respondió con mayor represión.

B) El gobierno de Adolfo Suárez.

En julio de 1976, Arias Navarro presentó su dimisión. El Rey nombró jefe de Gobierno a Adolfo Suárez.
Su elección fue recibida con reticencia por la opinión pública. Despertaba desconfianza en la oposición,
por su trayectoria política en la dictadura; y también entre los franquistas radicales.

Suárez formó Gobierno con Torcuato Fernández Miranda (presidente de las Cortes) y nombró
vicepresidente al general Gutiérrez Mellado. La estrategia a seguir, según Fernández Miranda sería ir “de
la ley a la ley”, es decir, derribar el régimen franquista legalmente y lentamente.

El punto principal del programa del nuevo Gobierno era preparar un referéndum que aprobase una ley
que permitiese reformar el sistema político heredado de la dictadura. La Ley de Reforma Política,
(considerada la octava ley fundamental del franquismo), redactada por Fernández Miranda, preveía la
celebración de elecciones generales con sufragio universal directo. Esta ley fue aprobada por las Cortes
franquistas, lo que supuso su “autoinmolación”. Después, se sometió a votación popular en referéndum.
A pesar de la campaña de la oposición, que pedía la abstención, y de los franquistas, que reclamaban el
no, hubo una gran participación (77%) y un número elevado de votos afirmativos (94%).

Una vez aprobada la Ley para la Reforma Política (1976), la labor del Gobierno Suárez era crear las
condiciones para que se pudiese construir el nuevo régimen, lo cual suponía promover la aparición de
los partidos políticos y poder elegir a los gobernantes de forma democrática. De ese modo en febrero de
1977 se aprobó un Decreto-Ley que regulaba la forma en que podrían ser legalizados los partidos
políticos. De esta manera, se legalizaron grupos políticos:

▪ Alianza Popular (AP), dirigida por Manuel Fraga (antiguo ministro franquista), que representaba
la derecha política.

▪ Unión de Centro Democrático (UCD), que era una federación de partidos liberales, demócrata-
cristianos y socialdemócratas, sin un programa ni ideología precisas creado en torno a Suárez.

▪ En la izquierda destacaban el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), con una dirección
renovada encabezada por Felipe González y el PCE (Partido Comunista de España), con Santiago
Carrillo.

Entre los partidos nacionalistas destacan en Cataluña, Pacte Democràtic per Catalunya (coalición de
partidos nacionalistas moderados cuyo núcleo principal era Convergencia Democrática de Jordi Pujol,
futura Convergència i Unió) y Esquerra Republicana. En el País Vasco destacan el PNV (nacionalismo
conservador) y Euskadiko Ezquerra.

El Gobierno toleró la celebración de un Congreso del PSOE y legalizó UGT y CCOO; pero no se atrevía
a legalizar al PCE. Aunque al final, Suárez decidió hacerlo (9 de abril, 1977, “Sábado Santo rojo”). Los
comunistas, por su parte, aceptaron la reforma política y la monarquía.

Pese a anteriores indultos parciales, hasta octubre de 1977 no se promulgó la amnistía definitiva de todos
los presos políticos.
La situación española se puso muy difícil a principios de 1977 amenazando la transición. Grupos
extremistas iniciaron una campaña de desestabilización. El asesinato por parte de la extrema derecha de
cinco abogados laboralistas vinculados a la izquierda (“la matanza de Atocha”), produjo multitudinarias
manifestaciones. Esos grupos de ultraderecha, los Guerrilleros de Cristo Rey, atentaron también contra
librerías e instituciones sociales, de carácter democrático y autonomista.

En el otro extremo, tanto ETA (Euskadi Ta Askatasuna, grupo terrorista independentista vasco), como
los GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre) asesinaron a miembros de las
fuerzas de seguridad del Estado.

Los GRAPO, además, secuestraron al presidente del Consejo de Estado (Antonio Mª de Oriol y Urquijo) y
al presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar (Emilio Villaescusa).

3. EL RESTABLECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA: LAS ELECCIONES DE JUNIO DE 1977. LA


CONSTITUCIÓN DE 1978.

a) Las elecciones de 1977.

En junio de 1977 se celebraron en España las primeras elecciones libres desde 1936. Se habían
creado dos grandes coaliciones, Suárez creó la UCD (Unión de Centro Democrático), que incluía
a democristianos, socialdemócratas y evolucionistas del franquismo, y Manuel Fraga había
fundado AP (Alianza Popular), que incorporaba a numerosas personalidades franquistas. Ante estas
coaliciones, se situaban el PSOE (Felipe González), el PCE (Santiago Carrillo) y una larga lista de grupos
políticos, más o menos minoritarios. Las elecciones de 1977 dieron el triunfo a los partidos
moderados. Ganó la UCD (centro-derecha), seguida del PSOE. Los nacionalistas obtuvieron buenos
resultados en el País Vasco y Cataluña. La extrema derecha, representada por el partido Fuerza Nueva
(Blas Piñar), cosechó un rotundo fracaso.

La situación económica y social española era delicada desde mediados de 1970. La crisis de las economías
occidentales de 1973 había producido el estancamiento económico y una alta inflación. Era
preciso reducir la conflictividad laboral y la inflación. Los grupos políticos, los sindicatos, la patronal y el
Gobierno firmaron, en octubre de 1977, los Pactos de la Moncloa, en los que acordaron reducir la
conflictividad laboral, regular los aumentos salariales y realizar un plan de ampliación de servicios sociales
y una reforma fiscal. Los efectos positivos, de este pacto fueron inmediatos.

b) La Constitución de 1978.

En las Cortes se empezó a trabajar en la redacción de la nueva Constitución, en la que intervinieron


representantes de los principales grupos del Congreso, desde la derecha procedente del franquismo
(Alianza Popular) a la izquierda comunista. El proyecto fue redactado por una comisión integrada por 3
representantes de UCD (Miguel Herrero, José P. Pérez Llorca, Gabriel Cisneros), uno del PSOE (Gregorio
Peces Barba), uno del PCE (Jordi Solé Tura), uno de CiU (Miguel Roca) y uno de AP (Manuel Fraga), eran,
los “padres de la Constitución”. Tiene un carácter rígido que se adapta a la España plurinacional.
En octubre de 1978, la propuesta de Constitución fue respaldada por la mayoría de los diputados y
senadores. El 6 de diciembre de 1978, se aprobó en referéndum popular. Ese mismo mes, el Rey juraba
la Constitución en sesión conjunta del Congreso de los Diputados y del Senado. Con ello se instauraba una
monarquía parlamentaria con un sistema democrático.

La Constitución fue fruto del consenso general y fruto de una enorme generosidad por parte de todos
los grupos políticos. No obstante, el PNV no la aceptó y propuso la abstención, y la izquierda abertzale
pidió el voto negativo.

a) La Constitución define a España como un Estado social y democrático de derecho. Se


garantiza la participación de los ciudadanos a través de representantes libremente elegidos.
Se afirma la obligación del Estado a promover el bienestar colectivo.
b) En el Título primero se da una amplia declaración de derechos y libertades individuales:
abolición de la pena de muerte, derecho a la integridad física, derecho a la seguridad, a la
educación, a la Seguridad Social, libertad religiosa (Estado aconfesional), de expresión, de
pensamiento, de reunión y manifestación y deber de mantener el Estado.
c) Se definía el sistema político como una monarquía parlamentaria en la que el rey, como
jefe del Estado, arbitra entre las diferentes instituciones, pero carece de poder ejecutivo. El
cargo es vitalicio y hereditario. Sanciona las leyes aprobadas en las Cortes y tiene el mando
supremo de las Fuerzas Armadas.
d) Se establece el principio de la división de poderes:

▪ Legislativo en las Cortes: bicameral: Congreso de Diputados y Senado, elegido por sufragio universal,
directo y secreto, para un periodo de 4 años.

▪ Ejecutivo en el gobierno, integrado por el presidente, elegido por el Congreso de Diputados, los
vicepresidentes y los ministros.

▪ Judicial en jueces y magistrados, coordinados en última instancia por el Tribunal Supremo.

e) Se crea el Tribunal Constitucional que vigila el cumplimiento de la Carta Magna y la figura


del Defensor del Pueblo.

EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS

Para la democratización definitiva del nuevo Estado, era necesario resolver el problema de la
organización territorial. La exigencia social de autonomía era firme en Cataluña, País Vasco y Galicia,
consideradas “nacionalidades históricas” (el resto se consideran regiones). Se descentraliza el Estado al
contemplarse la posibilidad de que las regiones y nacionalidades puedan optar por convertirse en
comunidades autónomas (Título VIII). Mediante este título quedó regulado el acceso y configuración del
Estado de las Comunidades Autónomas:

En la primera mitad de 1978, 13 decretos leyes establecieron el mapa autonómico, completado


cuando Cantabria, La Rioja y Madrid optaron por formar regiones propias (Navarra ya tenía autonomía
previa).

En octubre de 1979 fueron aprobados los estatutos vasco y catalán. En las elecciones a los
parlamentos autónomos vencieron los partidos nacionalistas: Carlos Garaicoechea fue investido
Lehendakari en el País Vasco y Jordi Pujol, President de la Generalitat en Cataluña.

En meses sucesivos se aprobaron el resto de estatutos de autonomía y se comenzaron a elegir


sus órganos de gobierno. La organización territorial autonómica supuso el fin del centralismo histórico. La
principal consecuencia fue la aparición de múltiples centros de poder, pues la Constitución propugna que
España está integrada por diversas nacionalidades y regiones, con capacidad para tomar decisiones
políticas.

En los respectivos estatutos de autonomía se especifica la organización de cada una y se definen


las instituciones de autogobierno: Asamblea legislativa, Consejo de Gobierno, Presidencia de la
Comunidad y Tribunal Superior de Justicia. También se regulan las materias y competencias del gobierno
central y autonómico, reservándose el primero los asuntos internacionales, la defensa del territorio, el
sistema fiscal y la ordenación general de la economía. El resto de áreas competenciales, incluso la policía
(Mossos d’esquadra y Ertzaintza), recae en las comunidades autónomas. Las autonomías disponen de sus
propios recursos procedentes de los impuestos cedidos por el Estado central. En la actualidad existen 17
autonomías y dos ciudades autónomas (Ceuta y Melilla). Para salvaguardar el principio de solidaridad, la
Constitución establece un Fondo de Compensación económica destinado a corregir y neutralizar las
desigualdades regionales.
4. EL TERRORISMO DURANTE LA TRANSICIÓN

La nueva democracia española tuvo que enfrentarse desde la transición a un doble desafío. El terrorismo
de ETA al que se vino a unir en los primeros momentos el de grupos de extrema izquierda como el GRAPO,
y la amenaza de un golpe militar añadida al terrorismo de extrema derecha.

La brutal campaña terrorista de ETA causó 65 muertos en 1978, 86 en 1979 y 93 en 1980. Esos fueron
los dos años más letales de la banda. Estaba claro que, aunque nacida en la dictadura, el principal
enemigo del terrorismo nacionalista era la democracia española.

El proceso de reformas estuvo siempre amenazado por dos fuerzas opuestas que se alimentaban
mutuamente. Por un lado, las fuerzas de extrema derecha, en las que se agrupaban los residuos del
franquismo más duro, grupos terroristas como los Guerrilleros de Cristo Rey, diarios del régimen como El
Alcázar, o grupos políticos como Fuerza Nueva dirigida por Blas Piñar. Esta extrema derecha centró sus
esfuerzos en alentar un golpe militar que pusiera fin al proceso democrático. Por otro lado, los grupos
terroristas nacionalistas como ETA o de extrema izquierda como el GRAPO. Con sus ataques al
ejército, la Guardia Civil y las fuerzas policiales alimentaban las posibilidades de un golpe militar.

La situación llegó a su momento de máxima tensión en la semana del 23 al 29 de enero de 1977, cuando
una sucesión de hechos violentos estuvo a punto de dar al traste con la transición. Al asesinato de un
estudiante en una manifestación pro-amnistía por parte de los "Guerrilleros de Cristo Rey", le siguió el
secuestro del presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, el general Villaescusa, por parte del
GRAPO y la matanza de cinco abogados laboralistas del PCE en Atocha por grupos de pistoleros de
extrema derecha.

La respuesta popular fue una gran manifestación de repulsa en Madrid que se desarrolló pacíficamente
y que mostró claramente la voluntad general de continuar los cambios de forma pacífica.

De cualquier manera, los ataques terroristas continuaron y la amenaza golpista se acentuó. En 1978 tuvo
lugar la denominada Operación Galaxia, complot militar para organizar un golpe de estado para acabar
con el sistema democrático. En él estaba implicado el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero,
que tres años después protagonizaría el golpe del 23 de febrero (23F).

12.2. LAS ETAPAS POLÍTICAS DE LA DEMOCRACIA. LOS GOBIERNOS DE LA UCD. EL GOLPE DE


ESTADO DE 23 DE FEBRERO DE 1981. LA ALTERNANCIA POLÍTICA: GOBIERNOS SOCIALISTAS Y
GOBIERNOS DEL PARTIDO POPULAR.
Las primeras elecciones generales de la democracia (15-junio- 1977) dieron el triunfo, a la UCD de Adolfo
Suárez.

1.Los gobiernos de la UCD (1977-1982), en minoría, afrontaron la nueva etapa democrática en un


clima de crisis económica, conflictividad social y violencia (terroristas, sectores del ejército, ultras de
izquierda y de derecha). En octubre de 1977 acometieron medidas de calado social y económico, como la
Ley de Amnistía; y la firma de los Pactos de la Moncloa, acuerdos entre Gobierno, empresariado, partidos
y sindicatos; para reducir la inflación, acometer la reforma fiscal, de la Seguridad Social y de la empresa
pública. Aprobada la Constitución de 1978 y con la victoria de UCD (marzo 1979), comenzó la segunda
legislatura. Suárez se enfrentaría a las divergencias en la UCD, la segunda crisis del petróleo, el
terrorismo, y el acoso del PSOE. Suárez dimitió (enero 1981), su sucesor Leopoldo Calvo Sotelo sufrió
en su investidura la intentona golpista del 23F, dirigida por el teniente coronel de la Guardia Civil Tejero,
el capitán general Milans del Bosch, junto al general Armada; la falta de apoyos y la postura del rey
frustraron la operación. El Gobierno de Calvo Sotelo aprobó la Ley del Divorcio, relanzó el proceso
autonómico y se inicia el proceso para ingresar en la OTAN (1981-1982). La descomposición de la UCD,
llevó a disolver las Cortes y convocar elecciones generales en octubre 1982.

2. Los gobiernos del PSOE (1982-1996). Las elecciones, dieron el triunfo al PSOE por mayoría
absoluta. Ganarían cuatro elecciones consecutivas (1982, 1986, 1989 y 1993) con Felipe González como
presidente. Con la mayoría parlamentaria acometió una política de modernización de España en
distintos ámbitos:

- Social. Ampliando el Estado de bienestar (Ley General de Sanidad, pensiones “no contributivas”),
implantando un nuevo sistema educativo (LOGSE) que ampliaba hasta los 16 años la enseñanza
obligatoria, mejoras laborales (jornadas 40 horas semanales y vacaciones de 30 días), y reconocimiento
de nuevos derechos (objeción de conciencia y servicio social sustitutorio, y despenalización parcial del
aborto).

- Económico. Aplicó una política de reajustes (1982-85) para atajar la crisis y preparar la entrada en la
CEE. Emprendió la reconversión industrial, la restructuración bancaria, el control salarial y reforma
fiscal, pero no frenó la subida del paro. El resultado, le enfrentó a los trabajadores, acabando en la huelga
general el 14-diciembre-1988.

- Seguridad. Potenció la lucha contra el golpismo (el Ejército quedó como cuerpo profesional) y el
terrorismo de la extrema derecha y sobre todo contra ETA. Para frenar el terrorismo etarra, combinó
distintas medidas: cooperación de Francia, políticas de reinserción ya iniciada por UCD, frente político
contra el terrorismo (Pacto de Madrid-1987, Pacto de Ajuria Enea-1988 tras el atentado al Hipercor de
Barcelona-1987) y la negociación directa (conversaciones de Argel 1989). Esta política se vio
ensombrecida por la aparición del GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) al comprobarse que habían
estado financiados por altos cargos del Ministerio del Interior.

- Política exterior. España firmó, el Tratado de Adhesión a la CEE (12-junio-1985). Se celebró el


referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN. El 7 de febrero de 1992 se firmó el Tratado de
Maastricht, nacía la UE, estableciéndose un programa de convergencia económica que el PSOE no logró
cumplir. Los casos de corrupción; escándalos como el GAL, Juan Guerra o Luis Roldán, deterioraron la
imagen del partido. La victoria en minoría de 1993, le obligaría a pactar con los nacionalistas y al adelanto
electoral en 1996.

3.Los gobiernos del PP (1996-2004). En las dos legislaturas (marzo-1996 en minoría y 2000 con
mayoría absoluta) José María Aznar estuvo al frente del Gobierno, su política destacó en los ámbitos:

- Económico. Inició una política económica neoliberal: disminuyó el gasto público, privatizaron empresas
(Telefónica, CAMPSA, Argentaria) para aumentar ingresos y reducir la deuda pública; y se intensificó la
concentración bancaria (BSCH: Banco Santander Central Hispano, BBVA: Banco Bilbao Vizcaya
Argentaria). Como consecuencia España cumplió las condiciones de Maastricht, siendo uno de los once
países fundadores de la Unión Económica y Monetaria Europea (zona euro).

- Política antiterrorista. ETA incrementó su actividad (secuestro Ortega Lara 1996, asesinato Miguel
Ángel Blanco 1997). En 1998 se firmó el Pacto de Estella; ETA anunció una tregua, rota en noviembre
1999. En la segunda legislatura aumentó la lucha antiterrorista, firmó con el PSOE un Acuerdo por las
libertades y contra el terrorismo.

- Política exterior. España se integró en la estructura militar de la OTAN (1999). En la segunda legislatura
la política exterior estaría marcada por la invasión de Irak, en la que España aportaría tropas en la
ocupación. Los atentados del 11M por islamistas radicales a tres días de las elecciones de 2004 pusieron
fin a los gobiernos de Aznar.

4.La vuelta del PSOE con J. L. Rodríguez Zapatero (2004-2011), con una victoria en minoría. Su
primera legislatura se inició con la salida de las tropas de Irak, presentó ante la ONU la Alianza de las
Civilizaciones, se revisó el Estatuto de Cataluña y se promulgaron medidas de carácter social (Ley Contra
la Violencia de Género, Divorcio Express, Ley de Dependencia o la Ley de Matrimonio Homosexual). La
segunda legislatura (2008-2011) también en minoría, estaría marcada por la crisis financiera y mundial
de 2008, con una política de austeridad y recorte público dirigida desde la UE.
5.El triunfo del PP con Rajoy (2011-2018) aplicará la política económica de la UE, mientras se
enfrentaba a la corrupción política y al independentismo catalán. Durante su mandato Juan Carlos I
abdicaría en su hijo, siendo proclamado rey con el nombre de Felipe VI (junio 2014…). A partir de 2014
aparecieron los primeros indicadores económicos positivos; mejoró el PIB, aumentó el empleo y las
exportaciones. Estos indicadores se confirmaron en los años siguientes, lo que ha permitido una reducción
del déficit público y un descenso del paro (en 2018 se situó en torno al 15%). Sin embargo, aún hoy, la
tasa de paro sigue siendo muy elevada y en cuanto a la creación de empleo predominan los contratos
temporales y a tiempo parcial.

Los años de gobierno del Partido Popular de Rajoy han estado caracterizados, además de por la crisis,
por:

▪ Los escándalos de corrupción, que afectaron al Partido Popular (caso Gürtel, Púnica,
Bárcenas, etc.)

▪ La irrupción de nuevos partidos políticos, como Podemos y Ciudadanos, que se beneficiaron


del malestar ciudadano y del rechazo al bipartidismo del PP y del PSOE.

De este modo, en las elecciones generales de 2015, que debieron repetirse en junio de 2016,
desaparecieron las mayorías absolutas, siendo necesarios pactos para la gobernabilidad. El Partido
Popular venció en las dos elecciones generales, por lo que ha vuelto a formar gobierno, aunque en
minoría, lo que se ha traducido en la necesidad de acuerdos con otras fuerzas políticas, en especial, con
Ciudadanos.

Sin lugar a dudas, esta legislatura, ha estado marcada por el estallido de la crisis catalana en el año 2017,
cuando los nacionalistas catalanes decidieron, sin tener una mayoría social (en las elecciones autonómicas
de 2015 y 2017 vencieron con mayoría absoluta, pero con un porcentaje de voto inferior al 50%), romper
con la legalidad constitucional, para proclamar la independencia de la República catalana en octubre de
2017. Esta situación fracturó a la sociedad catalana y ha provocado la más grave crisis política de la
España democrática desde el intento de golpe de Estado de 1981. El Gobierno de Rajoy, contando con
el apoyo del PSOE y Ciudadanos, decidió intervenir la autonomía catalana, en virtud del artículo 155 de
la Constitución. En todo caso, el problema catalán sigue sin resolverse.

6.En la actualidad, tras las elecciones de 2019, se ha formado por primera vez en la historia de
nuestra democracia, un gobierno de coalición PSOE-Podemos, presidido por Pedro Sánchez. Sin lugar a
dudas, el principal reto que se le plantea al gobierno es hacer frente a la pandemia provocada por el
COVID-19 y sus consecuencias económicas y sociales.

12.3. La integración de España en Europa. Consecuencias económicas y sociales. La


modernización de las infraestructuras. El Programa de Convergencia y la creación del euro.
Introducción

El tratado de Roma se firmó en 1957, con lo que nacía la Comunidad Económica Europea (CEE). Desde
los años sesenta el gobierno de Franco solicitó la incorporación de España, la gran aspiración de los
tecnócratas. Pero la CEE no era un simple acuerdo comercial de supresión de aranceles aduaneros, sino
que también incluía la homogeneidad política dentro del sistema democrático, de ahí que solo se
consiguieran firmar acuerdos comerciales preferenciales, que hicieron de la CEE el primer cliente de
nuestro comercio exterior.

Finalizado el régimen franquista los gobiernos de Suárez y Calvo Sotelo solicitaron el ingreso, pero
pronto aparecieron las dificultades; no ya políticas, sino económicas. La estructura económica española
(que chocaba con los intereses europeos, especialmente en agricultura y pesca), en los problemas
internos de la Comunidad y en las consecuencias de la crisis del 73. Así la petición estuvo ocho años sin
ser admitida.
La integración de España en Europa.

En 1977 Adolfo Suárez solicitó la adhesión de España a la CEE.

En 1978 la Comisión Europea dio su aprobación a las negociaciones de esta adhesión, que se iniciaron
en 1979.

Con el primer gobierno de Felipe González y siendo ministro de Asuntos Exteriores Fernando Morán, el
12 de junio de 1985 se firmó el Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas. El 1 de enero
de 1986 nos convertíamos en un país miembro de pleno derecho de la CEE.

Las negociaciones fueron muy difíciles, sobre todo por las reticencias francesas, que estaba presionada
por los campesinos franceses. Estas se salvaron por el apoyo de Alemania, que vinculó el aumento de los
fondos comunitarios a la entrada de España y Portugal, (tras relacionar Felipe González la entrada en la
Comunidad y la OTAN) y el cambio de postura francesa con la llegada al poder en 1982 del socialista
Mitterrand (las relaciones con el gobierno socialista entre Francia y España mejoraron mucho,
consiguiendo España la colaboración francesa en la lucha antiterrorista).

España tuvo que aceptar unas condiciones excesivamente duras: la Comunidad exigió largos períodos
transitorios para aquellos sectores españoles más competitivos o para aquellas cuestiones en las que los
miembros de la CEE podían verse perjudicados. Así, la libre circulación de los trabajadores no fue
admitida hasta 1993, fecha hasta la que se extendió también la desaparición progresiva de los aranceles
para los productos agrícolas generales. El libre comercio de frutas, hortalizas y aceite de oliva se retrasó
hasta 1996 y la posibilidad de pescar en caladeros comunitarios se fechó en el 2003. Posteriormente, en
la práctica, estos periodos transitorios se acortaron en el tiempo.

Consecuencias económicas y sociales. La modernización de las infraestructuras.

A pesar de los sacrificios requeridos a España para la integración de pleno derecho en la CEE (después
Mercado Común y ahora Unión Europea) el balance entre ventajas e inconvenientes ha sido positivo
para España. Ya que su incorporación ha supuesto tener que adaptarse a un mercado más competitivo
que el español. En ese esfuerzo de adaptación ha conseguido España su definitiva modernidad; y no sólo
desde el punto de vista económico. España es hoy un país democrático y un país orientado a Europa. Esta
afirmación que sacada de contexto puede parecer una obviedad, pero resulta fundamental si la
contextualizamos dentro la historia contemporánea de España.

La aceleración del crecimiento económico gracias a la política de ayudas de la UE, pensadas para reducir
los desequilibrios socio-económicos entre los países miembros ha sido también de enorme importancia.
España ha sido y es receptor de importantes sumas de dinero a través de los fondos estructurales y de
cohesión social, (Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER); Fondo Social Europeo (FSE) …). Estas
ayudas han permitido la modernización de las infraestructuras (carreteras, aeropuertos…), la
financiación de planes de formación profesional….

La entrada de España en la Europa Comunitaria no ha tenido solo efectos positivos, se tuvo que llevar a
cabo una intensa reconversión industrial para que nuestros productos fueran competitivos en Europa y
algún sector como el naval ha sufrido una gran crisis. Ello provocó paro y protestas de los sindicatos. El
problema del sector pesquero también se agravó con una obligada reconversión de la flota y las
negociaciones fallidas con Marruecos. El sector lácteo ha salido muy perjudicado por la cuota lechera. A
pesar de todo, el balance de la entrada de España parece positivo a la mayoría de grupos políticos y no se
cuestiona, con la excepción de IU.

España en la Unión Europea. El programa de Convergencia y la creación del euro.

Desde su entrada en la CEE España se ha mostrado como un activo socio europeísta participando en la
elaboración y firmando todos los acuerdos importantes:
- Acta Única (1986). Este acuerdo pretendía conseguir un mercado interior real entre los estados
miembros, un mercado sin fronteras interiores, en la que la libre circulación de mercancías, personas,
servicios y capitales estaría garantizada.

- Tratado de Schengen (1991), de seguridad europea, que suprimió los controles en las fronteras
entre los estados firmantes.

- Tratado de la Unión Europea o Tratado de Maastricht (1992): modificó los acuerdos fundacionales
de la CEE y cambio su denominación por la de Unión Europea (UE). Se propuso como objetivo la unión
política de forma gradual. Para ello, se acordaron dos sistemas de cooperación intergubernamental: la
Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y la Cooperación en Asuntos de Interior y de Justicia
(CAJI).

Además, el Tratado propuso una Unión económica y monetaria, la UEM. Su objetivo, completar el
mercado único, establecer el Banco Central Europeo y crear una moneda única estable a finales de siglo,
con la introducción del euro en los países que cumplieran los criterios de convergencia. Los criterios de
convergencia consisten en un conjunto de cinco indicadores económicos y jurídicos destinados a
garantizar la convergencia económica entre los países interesados no pertenecientes a la zona del euro y
los Estados miembros que sí pertenecen a la misma. Los criterios incluyen la estabilidad de los precios,
unas finanzas públicas saneadas y sostenibles, el tipo de interés a largo plazo y la estabilidad del tipo de
cambio. En 1998, bajo el gobierno del PP, presidido por Aznar, España consiguió cumplir estos criterios,
integrándose en la Unión Monetaria. En 1999 España adoptó el euro, los billetes y las monedas de la
nueva moneda única empezaron a circular en 2002, sustituyendo a las divisas nacionales (marco alemán,
franco francés, peseta española, etc.) en doce países europeos. En la actualidad, el número de países de
la UE que integran la «eurozona», o «zona del euro», ha pasado de 12 a 19.

- Tratado de Niza (2003), reformó las instituciones comunitarias.

✓ España ha manifestado igualmente su respaldo a los procesos de ampliación de la Unión hacia


la Europa del norte y del este, hasta llegar a los 27 estados que la componen actualmente.
✓ Tras el fracaso del intento de aprobar el Tratado Constitucional, la crisis económica de 2008 o
el Brexit, el futuro de la Unión Europea parece incierto.

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