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BLOQUE 5.

LA CRISIS DEL ANTIGUO


RÉGIMEN (1788-1833):
LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO

I. EL IMPACTO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Carlos IV (1788-1808) sucedió a su padre Carlos III. En un principio mantuvo


como primer ministro al conde de Floridablanca pero, por influencia de la reina María
Luisa de Parma, Manuel Godoy (un joven guardia de corps), ascendió al cargo de primer
ministro, y fue el verdadero gobernante de España desde 1792 hasta el final del reinado
en1808, salvo un breve periodo entre 1798 y1800.
Su reinado estuvo condicionado por el estallido de la Revolución Francesa (1789)
que obligó a replantarse la tradicional alianza con Francia (Pactos de Familia). Tras una
primera fase de neutralidad, en la que se buscó frenar la expansión de las ideas de la
revolución francesa, para lo cual se recurrió a una sistemática inspección fiscal, se utilizó
a la inquisición y se prohibió estudiar fuera; se pasó a declarar la guerra a Francia en
coalición con otras monarquías absolutas europeas al ser guillotinado el rey francés
(Luis XVI en 1793). Al ser derrotadas las tropas españolas, Godoy negoció la Paz de
Basilea en 1795 (el rey le concedió por ello el título de “Príncipe de la Paz”) y decide
recuperar la alianza con Francia. En 1796 se firmó el primer Tratado de San Ildefonso
por el que España se vinculaba a Francia en una política de colaboración y defensa
mutua. Esto implicaba asumir el enfrentamiento con Inglaterra y Portugal.
Napoleón, primero como Cónsul (1800) y desde 1804, como Emperador, inicia la
expansión territorial de Francia por el continente europeo y pretende, en secreto,
dominar también España. Napoleón obligó a Godoy a firmar el segundo Tratado de San
Ildefonso (1800), contra Portugal (aliada de Inglaterra). Como consecuencia de ello,
España entró en guerra con Portugal (“Guerra de las Naranjas”) y se anexionó la plaza de
Olivenza. Pero la rivalidad con Inglaterra, a causa de la alianza con Francia, tuvo para
España graves consecuencias, como los ataques ingleses a barcos españoles en el
comercio con América y especialmente la estrepitosa derrota de la flota hispano-
francesa en la batalla de Trafalgar (1805), que supuso el hundimiento de España como
potencia marítima.

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1. La Guerra de Independencia
I. La Guerra de Independencia. Origen y causas.
II. El desarrollo militar de la Guerra.
III. Consecuencias de la Guerra.

II- Guerra de Independencia. Origen y causas.


Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau (1807), por el que se
permitía a las tropas francesas pasar por territorio español para conquistar Portugal,
país aliado de Inglaterra y hacer efectivo el bloqueo continental. A cambio se pactó un
futuro reparto de Portugal en tres partes, de las cuales una sería para los Borbones, otra
para Napoleón y la tercera un principado para el propio Godoy.
Mientras las tropas francesas tomaban posiciones en España, la crisis de la
monarquía vivía un episodio decisivo con el motín de Aranjuez (ciudad donde se
encontraba la Corte de camino a Andalucía) en marzo de 1808. El origen del motín
estaba en el partido que se había formado en torno al príncipe heredero, futuro
Fernando VII, opuesto al excesivo poder y protagonismo de Godoy. Este partido fomentó
el descontento entre grupos populares (soldados, campesinos y servidores de palacio)
que fueron quienes protagonizaron el motín, asaltando el palacio de Godoy. Carlos IV se
vio obligado a destituir a Godoy y a abdicar a favor de su hijo Fernando. El triunfo de
Fernando VII y sus partidarios en el motín de Aranjuez no terminó con la confusión
política que vivía España. En vista de ello, Napoleón llamó a la familia real española a
Bayona (Francia) a finales de abril de 1808.
El 2 de mayo de 1808, cuando el resto de la familia real española pretendía
abandonar el Palacio de Oriente en dirección a Francia y media España se encontraba
invadida por tropas francesas, se produjo un levantamiento popular en Madrid que
fue duramente reprimido por las tropas francesas al mando del general Murat
(fusilamientos del 3 de mayo). Ese mismo día, el alcalde de Móstoles dictó un bando
declarando la guerra a los franceses, numerosos pueblos y ciudades le siguieron.
El 5 de mayo de 1808 se produjeron las humillantes abdicaciones de Bayona,
Fernando VII devolvía el trono a su padre, Carlos IV, quien renunció a él a favor de
Napoleón y éste, a su vez, cedió la corona a su hermano José Bonaparte que, con el
nombre de José I, se convirtió así en rey de España. Un grupo de liberales españoles pro-
franceses “los afrancesados” elaboraron el Estatuto de Bayona, una especie de carta

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otorgada en la que se ponía en marcha un programa, mezcla de reformismo ilustrado y
constitucionalismo napoleónico, dirigido a acabar con el Antiguo Régimen en España
que no se pudo llevar a cabo.

José I Bonaparte (“Pepe Botella”) llegó a Madrid y contó con el apoyo de unos
pocos liberales españoles “los afrancesados” entre los que estaban algunos reformistas
ilustrados que vieron en Napoleón y en su hermano la oportunidad de acabar con el
Antiguo Régimen. Pronto empezó la injerencia de Napoleón en las decisiones de su
hermano, dictando varios decretos sin consultar a José I.
Pero ni el pueblo ni las clases privilegiadas españolas aceptaron a José I como rey
y surgió la resistencia popular y un poder paralelo, que tenía por objetivo la vuelta de
Fernando VII como rey de España. Hubo que improvisar nuevas formas de organización
para hacer frente a una situación totalmente nueva. Se crearon Juntas que fueron
primero locales formadas principalmente por militares, clérigos y cargos públicos
municipales. A su vez, las Juntas locales se integraron en Juntas provinciales, que
ejercían el gobierno en sus respectivas provincias. La necesidad de coordinación
propició la creación de una Junta Suprema Central, que asumió la labor de dirigir la
guerra contra los franceses y el gobierno efectivo en las zonas de España no ocupadas.
En 1810 la Junta Suprema Central traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia, que
actuaba en nombre del rey Fernando VII y que se estableció en Cádiz, la zona más segura
de la Península por entonces. Este Consejo sería el encargado de convocar las Cortes.
Ante la invasión francesa surgieron dos bandos en conflicto:
a. Los afrancesados: quienes vieron en Napoleón y su hermano José I la
posibilidad de reformar España. El pueblo no les entendió y fueron perseguidos.
b. Los patriotas y las Juntas. Eran antifranceses y se dividían en:
Absolutistas, defensores del absolutismo y la religión católica.
Liberales, defensores de la Constitución de Cádiz, es decir, defendían la
transformación de la España del Antiguo Régimen en un sistema liberal-
parlamentario.
Jovellanistas, una mezcla de ambos. Esperaban que Fernando VII
impulsase un programa de reformas que permitiera la permanencia de la
vieja monarquía tradicional junto a la modernización del país.

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II.- El desarrollo militar de la guerra.
Al conocerse la noticia de los sucesos de Madrid y de las abdicaciones de Bayona,
la insurrección se extendió por todo el territorio español. Era, al mismo tiempo, una
guerra contra el invasor y una guerra civil; en la que se enfrentaban por un lado, los
territorios ocupados por el ejército francés, que contaba con el apoyo de los
afrancesados y, por otro la resistencia popular, que afirmaba luchar en nombre de
Fernando VII.
Se pueden distinguir tres fases en el desarrollo del conflicto bélico:

o Primera fase: resistencia española durante los meses iniciales de la guerra


hasta otoño de 1808. El avance del ejército francés, muy superior en número, es
dificultado por la fuerte resistencia de la población, lo que complicó los planes de
Napoleón. Destacan los sangrientos sitios (asedios) de Zaragoza y Gerona,
ciudades que se resistieron a la ocupación, inmovilizando a parte del ejército
francés durante meses y la inesperada victoria del ejército español dirigido por
el general Castaños en la batalla de Bailén (julio de 1808), que impidió la
ocupación francesa de Andalucía. Era la primera derrota del ejército
napoleónico en campo abierto y creó tal alarma que José I abandonó Madrid y
huyó al norte, a Vitoria.

o Segunda fase: en noviembre de 1808 Napoleón decidió dirigir personalmente


las campañas militares en España (noviembre 1808 - enero 1809), al frente de
la Grande Armée (250.000 hombres). Ocupó casi toda España y José I se
instaló de nuevo en Madrid; sólo quedaron libres algunas zonas como Cádiz
que, ayudada por los británicos, resistían el asedio francés. Napoleón regresó a
Francia convencido de que su poderoso ejército instalado en la Península no
tardaría en dominar la situación. Desde el lado de la resistencia fueron de vital
importancia la participación militar de Inglaterra en la contienda a favor de
España y Portugal y las guerrillas (ataques por sorpresa al ejército francés
por parte de pequeños grupos de voluntarios locales, aprovechando su
conocimiento del terreno y el apoyo de la población) como nueva y eficaz
táctica de lucha contra ejércitos más numerosos y mejor equipados, como el
francés. Algunos dirigentes alcanzaron gran prestigio, como El Empecinado, el
cura Merino o Espoz y Mina.

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o Tercera fase: la situación se invirtió en la primavera de 1812, Napoleón
necesitaba efectivos en el frente ruso por lo que retiró parte del ejército
francés en España. El duque de Wellington, al frente de tropas inglesas,
portuguesas y españolas, apoyadas por las partidas de guerrilleros, inició el
avance y después de la victoria de Arapiles (Salamanca, julio de 1812)
entraron en Madrid. Tras los triunfos de Vitoria y San Marcial (1813),
Napoleón, incapaz de mantener los dos frentes, pacta el fin del conflicto.

Napoleón firmó el Tratado de Valençay (diciembre de 1813) que ponía fin a la


guerra entre España y Francia y hacía posible el regreso de Fernando VII a España.

III.- Consecuencias de la guerra.

- Pérdidas demográficas: se calcula que hubo medio millón de muertos.


- Exilio de los afrancesados colaboradores, represión en el interior -fusilamientos,
venganzas, odio, revanchismo-. (Goya reflejó los horrores del conflicto en los
grabados “Los desastres de la guerra”).
- Pérdidas materiales y artísticas incalculables: caminos, puentes, conventos,
iglesias, retablos, etc. fueron destruidos. El país quedó arrasado.
- Grandes pérdidas económicas: destaca el grave deterioro de la industria textil
catalana y el mercado colonial casi perdido. Pero fueron los campesinos quienes
soportaron el peso principal de la guerra: alistamientos masivos, requisas de
grano, ruina de cosechas y abandono de zonas de cultivo.
- Ruina de la Hacienda española: se impuso el doble coste de la financiación de la
resistencia y de los impuestos exigidos por el enemigo. Paralelamente al aumento
de los gastos, los ingresos cayeron.
- En América los grupos criollos se organizan en Juntas y establecen un régimen de
autogobierno que está en el inicio del proceso de emancipación de las colonias.
- Se produjo una verdadera revolución política liberal, con las Cortes de Cádiz y
la Constitución de 1812. Supuso el paso del Antiguo Régimen a un régimen
liberal, con importantes cambios económicos, la abolición de privilegios de la
nobleza y el clero y la aprobación de la primera constitución española, que
establecía la soberanía nacional y la división de poderes.

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2. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.

I. Las Cortes de Cádiz. Convocatoria y funcionamiento.


II. Composición social e ideológica de las Cortes.
III. Las Cortes de Cádiz: la Constitución de 1812 y las medidas legislativas.

I. Las Cortes de Cádiz. Convocatoria y funcionamiento.

Tras los acontecimientos de 1808 el gobierno de España había quedado en manos


de un rey extranjero, José Bonaparte, y el país estaba ocupado por un ejército invasor.
Por ello, el pueblo organizado en Juntas asume el poder. Las Juntas locales y
provinciales enviaron representantes para formar una Junta Central Suprema que
coordinara las acciones bélicas y dirigiera el país durante la guerra. La Junta se reunió en
Aranjuez (25 de septiembre de 1808), aprovechando la retirada momentánea de Madrid
de los franceses tras la derrota de Bailén.
La Junta Central, presidida por Floridablanca, contaba con más de una treintena
de miembros, de todas las clases sociales (nobles moderados y eclesiásticos –la mayoría-
y un grupo de ilustrados liberales como Jovellanos). La Junta reconoció a Fernando VII
como el rey legítimo de España y asumió, hasta su retorno, su autoridad.
La Junta Central se mostró incapaz de dirigir la guerra y el Estado, por lo que
decidió convocar unas Cortes en las que los representantes de la nación decidieran
sobre su organización y su destino. En enero de 1810 la Junta traspasa sus poderes a un
Consejo de Regencia formado por cinco miembros que se estableció en Cádiz, ciudad
libre del dominio francés y protegida por los buques británicos, mientras se reunían las
Cortes.
Las Cortes se abrieron en septiembre de 1810 y el sector liberal consiguió el
primer triunfo al forzar la formación de una cámara única, en la que a cada diputado le
correspondía un voto, frente a la tradicional representación estamental.
El Decreto de Constitución de las Cortes ya significó una ruptura con el Antiguo
Régimen y la monarquía absoluta al establecer: la soberanía nacional, de la cual eran
los depositarios, la división de poderes y no reconocer las abdicaciones de Bayona.

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Las Cortes asumieron el poder legislativo y se plantearon como objetivo
elaborar una Constitución (que será aprobada el 19 de marzo de1812, día de San José,
de ahí el nombre popular que se le dio, La Pepa).

II. Composición social e ideológica de las Cortes.

El proceso de elección de diputados a Cortes y su reunión en Cádiz fueron


necesariamente difíciles. En un país dominado por los franceses era imposible una
elección de representantes y en muchos casos se optó por elegir sustitutos o diputados
entre las personas de cada una de las provincias que se hallaban en Cádiz. El ambiente
liberal de la ciudad influyó en que gran parte de los elegidos tuvieran simpatías por
estas ideas.
La elección de los diputados se realizó mediante el voto de los varones mayores
de 25 años. La composición social de las Cortes de Cádiz estuvo marcada por la fuerte
presencia del clero (1/3 del total), seguida de abogados, funcionarios públicos,
abogados, militares, intelectuales y escasos nobles.
Era una composición mayoritariamente liberal y burguesa que no reflejaba ni
representaba la realidad social española, en su mayoría campesinos, sin educación, ni
cultura, alejados de las ideas liberales e influenciados por la nobleza y la Iglesia.

Ideológicamente se distinguían tres grupos:

o Los diputados liberales, que defienden las ideas de la Ilustración y de la


Revolución francesa: libertad, igualdad ante la ley, progreso material,
propiedad individual, soberanía nacional, división de poderes y
desaparición de los privilegios. Defienden los derechos de todo individuo
y un sistema político parlamentario con sufragio. Era el grupo con mayor
número de diputados.
o Los diputados absolutistas: no desean cambios, ni reformas políticas ni
sociales, solo la vuelta del rey “secuestrado” por Napoleón, la monarquía
tradicional (soberanía exclusiva del rey) y el mantenimiento del Antiguo
Régimen.

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o Al grupo intermedio se les denominó los jovellanistas, eran los herederos
de la Ilustración y de la idea de hacer las reformas desde arriba. Defendían
la idea de una soberanía compartida entre el rey y las Cortes.

Desde el primer momento los liberales tomaron la iniciativa y pusieron las bases de
toda la labor legislativa posterior.

III. Las Cortes de Cádiz: la Constitución de 1812 y las medidas legislativas.

Las Cortes de Cádiz representaron el primer episodio de revolución liberal en la


historia de España, sus objetivos eran:

a- Elaborar una Constitución donde se reflejasen los principios del liberalismo,


será la Constitución de 1812.
b- Adoptar una serie de medidas legislativas que acabasen con las
estructuras del Antiguo Régimen.

La Constitución de 1812.
Tras año y medio de debates, el 19 de marzo de 1812 fue proclamada la
Constitución de Cádiz, la primera constitución española. Tiene 384 artículos lo que
indica la minuciosidad con la que fue redactada. Fue el resultado de un compromiso
entre absolutistas y liberales, si bien se impusieron en mayor medida los principios
liberales.

Contenido de la Constitución:
La soberanía nacional, es decir, la autoridad suprema reside en el conjunto de
los ciudadanos y la expresan sus representantes en las Cortes. Este artículo es el
más revolucionario de todos y el que va a dividir posteriormente a los liberales,
pues algunos preferían una soberanía compartida entre la nación y el rey.

La Constitución establece una monarquía hereditaria como forma de gobierno,


pero constitucional: el rey ha de firmar y jurar la Constitución lo que limita su
poder. Se acaba con el concepto patrimonial de la monarquía -la nación española
es libre e independiente y no es patrimonio de ninguna familia ni persona-.

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Se establece la separación de poderes:

- El poder legislativo correspondía a las Cortes junto con el rey (el rey podía
intervenir en la elaboración de las leyes a través de la iniciativa y la sanción,
poseyendo derecho a veto). Se establecieron unas Cortes unicamerales
elegidas por sufragio universal indirecto y masculino (votan los varones
cabezas de familia para elegir a unos electores, que son los que eligen a los
diputados -varones mayores de 25 años y con un mínimo de renta-. De esta
forma la burguesía se aseguraba el poder). Las Cortes poseen amplios
poderes: elaboración de leyes, aprobación de presupuestos, mando sobre el
ejército, etc. Se reguló su convocatoria, la duración, etc., lo que aseguraba su
independencia respecto al rey que no podía suspenderlas ni disolverlas.

- El poder ejecutivo queda en manos del rey que nombra a sus ministros. Le
correspondía el gobierno y participaba en la elaboración de las leyes
mediante la iniciativa y la sanción, con veto suspensivo. Su poder era, por
tanto, restringido y controlado por las Cortes.

- El poder judicial queda en manos de tribunales independientes y se


establecían los principios básicos de un Estado de derecho: códigos únicos en
materia civil, criminal y comercial, garantías de los procesos...

Derechos y Libertades: La Constitución no los recoge de forma sistemática. En


el artículo 4 los cita sin concretar que la nación está obligada a conservar y
proteger: “la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos de todos
los individuos que la componen”. Sin embargo muchos derechos aparecen de
forma salpicada en otros artículos:

- Se establece la igualdad civil al imponer una ley igual para todos los
ciudadanos, excepto para eclesiásticos y militares.
- Aunque establece el derecho a la libertad de imprenta excluye a los textos
religiosos.

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- No reconoce la libertad de culto, pues se reconoce como única religión de la
nación española la católica y prohíbe el ejercicio de cualquier otra religión.
Fue una concesión clara del sector liberal a los diputados absolutistas.
- Se protege la propiedad individual, siguiendo las ideas del liberalismo
económico propias de la burguesía que defiende la igualdad civil pero no
económica, y que pretendía acabar con el sistema de propiedad del Antiguo
Régimen.
- Inviolabilidad del domicilio.
- Derecho a la educación, al implantarse una enseñanza primaria pública y
obligatoria.

En otros artículos se recogía la reforma de los impuestos, la creación de un


ejército nacional, el servicio militar obligatorio, la elección de los cargos
municipales, y la creación de una Milicia Nacional de voluntarios armados para
defender el régimen liberal.

La Constitución de 1812 es una constitución típicamente burguesa que acaba con


el sistema político, social y económico del Antiguo Régimen para establecer otro de
carácter liberal que asegura el control político, intelectual y económico a la burguesía.
Cuando regresó Fernando VII todos los que estaban en contra de la Constitución se
unieron al rey para acabar con ella. Su vigencia será por tanto muy limitada, dos años
(entre 1812 y 1814) en los que la situación de guerra impidió la aplicación efectiva de lo
legislado en Cádiz, y tres años durante el Trienio Liberal (1820-1823). Pero su
influencia será grande porque se convirtió en la bandera del liberalismo y fuente de
inspiración de otras constituciones posteriores.

Otras medidas legislativas:

Además de la Constitución, las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y


decretos de liberalización económica y social destinados a eliminar el Antiguo
Régimen y modernizar España. Entre las medidas tomadas se encuentran:

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 Abolición del régimen señorial: supresión de los señoríos jurisdiccionales. Se priva a
los nobles del ejercicio de la administración de justicia, que es competencia exclusiva
de la nación y de algunas rentas.
 Se decreta la desamortización de algunas tierras comunales y bienes de la Iglesia
para hacer frente a los gastos de la guerra y amortizar la deuda pública.
 Se suprimen los gremios, se abole la Mesta y se decreta la libertad de comercio y
trabajo.
 Abolición de la Inquisición y prohibición de la tortura.

Estas reformas tuvieron escasa vigencia porque al volver Fernando VII, en mayo
de 1814, abolió toda esta obra legislativa.

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EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833)

Paralelamente a la Guerra de Independencia (1808-1814) se había llevado a cabo en


España una revolución política liberal, con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812,
que acababa con el sistema del Antiguo Régimen y recortaba ampliamente los poderes
del rey. Sin embargo, la Constitución no representaba la opinión de todos los españoles,
sólo la del grupo de diputados liberales mayoritarios en Cádiz. Los absolutistas, la Iglesia
y gran parte del pueblo no aceptaban el nuevo régimen, lo que conducirá a la división de
los españoles en dos grupos: los absolutistas y los liberales.
Por el Tratado de Valençay (11 diciembre 1813) Napoleón devolvió el trono de
España a Fernando VII. En su reinado se pueden distinguir tres etapas:

1. La restauración del absolutismo: El Sexenio Absolutista (1814-1820).


La vuelta de Fernando VII, denominado por el pueblo “el Deseado”, planteaba el
problema de integrar al monarca en el nuevo modelo político definido por las Cortes de
Cádiz. En lugar de dirigirse directamente a Madrid, donde estaban las Cortes para jurar
la Constitución, Fernando VII desembarcó en Valencia el 16 de abril de 1814, donde un
grupo de 69 diputados absolutistas entregó al rey un escrito conocido como Manifiesto
de los Persas, en el que se le pide que ignore las propuestas de Cádiz y restaure la
monarquía absoluta. Una vez constatada que la fuerza real de los liberales era muy
reducida y que contaba con el apoyo de una parte del ejército y del pueblo, el 4 de
mayo, el Rey firma un decreto, el Decreto de Valencia, por el que declaraba nula la
Constitución y todas las leyes promulgadas en Cádiz. Inmediatamente, se inició una
fuerte represión contra los liberales, muchos de los cuales se exiliaron o pasaron a la
clandestinidad. Esta etapa se caracterizó por:

- El restablecimiento de la monarquía absoluta y la vuelta al Antiguo Régimen.


- La ineficacia de sus ministros, incapaces de solucionar los gravísimos
problemas financieros del Estado. La Hacienda estaba en la ruina y si no se
implantaba las reformas propuestas por el liberalismo era imposible mejorar la
situación económica.
- El descontento de los liberales y de un sector del ejército (formado por antiguos
guerrilleros) se va a manifestar mediante pronunciamientos militares (forma
de rebelión en la que un jefe militar se pronuncia o manifiesta públicamente a

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favor del cambio político), ante la escasa fuerza de la burguesía para defender sus
propuestas por vías legales. Estos pronunciamientos que intentaban acabar con
el sistema político mediante las armas como el de Díaz Polier o el general Lacy
fracasaron, pero con ellos se inicia una forma de hacer política, mediante la
intervención de los militares, que va a perpetuarse a lo largo de la historia
contemporánea de España.

2. El Trienio Liberal o Constitucional (1820-1823)


El 1 de enero de 1820 triunfó el pronunciamiento del coronel Riego que se sublevó en
Cabezas de San Juan (Sevilla) con el ejército que se dirigía a América para luchar contra
los independentistas, proclamando la Constitución de 1812. La insurrección se
generalizó, obligando a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, iniciándose así el
Trienio Liberal (1820-1823), que supuso la vuelta al liberalismo. Se formó entonces
un nuevo gobierno y se convocaron elecciones a Cortes, al tiempo que muchos liberales
comenzaron a volver del exilio.

Las nuevas Cortes liberales restauraron gran parte de las reformas de Cádiz como la
supresión del régimen señorial y de los mayorazgos, abolición de la Inquisición, creación
de la Milicia Nacional para defender el liberalismo, el restablecimiento de las libertades
políticas, la liberalización de la industria y comercio, etc.

Pero la labor del gobierno liberal durante el Trienio fue dificultada por:
 La división de los liberales en dos grupos:
- Los moderados o doceañistas, partidarios de introducir reformas en la
Constitución que la hicieran más conservadora (participación de la Corona
en las labores legislativas).
- Los exaltados o veinteañistas, mantenían actitudes más progresistas
(defendían que el rey solo debía tener el poder ejecutivo).

 La oposición absolutista: En 1822 se produjo una fuerte reacción de los


realistas, (partidarios del rey y del absolutismo) que protagonizaron varios
sucesos para restablecer el absolutismo.
 La actitud contraria del rey hacia el liberalismo: Fernando VII obstaculizó las
reformas legislativas, utilizando el veto suspensivo. Además conspiró con los

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países absolutistas de Europa, utilizando todos los recursos disponibles, para
poner obstáculos a las reformas liberales.
Aprovechando una coyuntura europea favorable al absolutismo, Fernando VII pidió
expresamente ayuda a las potencias de la Santa Alianza, que, temerosas de que la
revolución se extendiera al resto de Europa, en abril de 1823, encargaron a Francia
enviar un ejército, los “Cien Mil Hijos de san Luis”, al mando del duque de Angulema,
que, apoyados por los realistas españoles, entraron en territorio español y repusieron a
Fernando VII como rey absoluto.

3. La Reacción Absolutista: La Década Ominosa (1823-1833).


Fernando VII declaró nulos todos los actos del gobierno durante el Trienio Liberal y
restauró de nuevo el absolutismo y se inició una brutal represión contra los liberales.
Sin embargo, el régimen absolutista se fue moderando, buscando cierta modernización
más similar al despotismo ilustrado del siglo anterior. Esta vez, no se restauró la
Inquisición e incluso Fernando VII contó con algunos ministros reformistas.

El problema sucesorio y el origen del carlismo:


En 1830 nació Isabel, la primera hija de Fernando VII y Mª Cristina de
Borbón. Sin embargo la Ley Sálica, implantada por Felipe V, impedía reinar
a las mujeres. Fernando VII derogó dicha ley mediante la Pragmática
Sanción y su hija fue declarada heredera. Su hermano consideró ilegal esta
medida, ya que le privaba del derecho a heredar la Corona y en torno a él
se agruparon los grupos absolutistas, los llamados carlistas, que
defenderán los derechos sucesorios del infante Carlos María Isidro.
En 1833 murió Fernando VII, asumiendo su viuda María Cristina de Borbón la
regencia de su hija Isabel, con la oposición de los carlistas. Se inició así la primera guerra
civil carlista, entre:
Los isabelinos: partidarios de Isabel II, que aglutinan a los sectores
liberales.
Los carlistas: partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, que aglutinan
a los sectores más conservadores, católicos y absolutistas. Además
defienden los fueros de vascos y navarros. Su lema es “Dios, Patria y Rey”.

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