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Resumen
Este tipo de violencia entre adolescentes, suele ser mal conocido o ignorado por los
adultos. A veces las formas menos intensas, gozan de un grado de indiferencia y de
permisividad por parte de los docentes, en muchas ocasiones, desconocedores, de las
graves consecuencias que pueden tener para sus protagonistas en referencia a su
desarrollo en general y especialmente en su ajuste psicosocial (Collell, J., Escudé, C.,
2004)
Si bien la dinámica cuenta con protagonistas principales (agresor y víctima), también
juegan un rol otros alumnos (Olweus, 1998)
- Agresor o agresores (Acosador o acosadores): son los que inician la agresión y
participan de ella activamente. Pueden ser acosador inteligente, poco
inteligente o acosador-víctima.
- Seguidores: no empiezan la agresión, pero toman parte activa de ella,
apoyando al agresor.
- Partidarios: no toman parte activa, pero apoyan la agresión, mostrando cierto
grado de apoyo abierto o bien mostrando su conformidad y agrado ante la
situación.
- Espectadores: pretenden no tomar posición. Adoptan la actitud “lo que sucede
no me incumbe”, en un intento de neutralidad.
- Posibles defensores: no les gusta la agresión y piensan que habría que ayudar
a la víctima, pero no lo hacen o no saben como hacerlo.
- Defensores: no les gusta la agresión y ayudan a la víctima o lo intentan.
- Víctima: está en el centro de la situación, es el/la agredido/a. Puede ser pasiva,
provocadora o intimidador-víctima
Existen diversas formas de maltrato, estás suelen clasificarse en (Avilés, 2006):
- Físico: Empujones, patadas, puñetazos, agresiones con objetos, etc.
- Verbal: Generalmente la más habitual, son insultos, nombretes (motes),
menosprecios en público. Últimamente también se utilizan los celulares para
este tipo de maltrato.
- Psicológico: Son acciones dirigidas a minar la autoestima del individuo y
fomentar su sensación de inseguridad y temor.
- Social: Se aisla al individuo del grupo. Este tipo de acoso, se denomina bullyng
indirecto.
Es importante aclarar, que la mayoría de los adolescentes no denuncian los
abusos, por temor a represalias.
El impacto del fenómeno en la comunidad educativa, puede compararse a lo que
sucede, cuando se arroja una piedra al agua: las ondas que se forman en el punto
de impacto se propagan hacia los bordes: 1º incidente de bullyng; 2º los padres y
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3. El estudio:
Se optó, por investigar las situaciones más significativas, que permitieron tener una
primera visión panorámica sobre la problemática, iniciando un trabajo, que pueda
brindar mayor información con sucesivas investigaciones.
En los siguientes párrafos, se pretende informar, sobre las características y principales
resultados, obtenidos, en la investigación.
3.1 Objetivos
3.2 Metodología:
3.2.2 Instrumento
3.2.3 Procedimiento:
Dadas las características del presente trabajo de investigación, los resultados que se
muestran a continuación, deben ser considerados, como una estimación, de la
incidencia del fenómeno estudiado. Ésta, está sujeta a los márgenes de error que
pudieran derivarse de los instrumentos de evaluación, del procedimiento de selección
y del tamaño de la muestra.
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Docentes Alumnos
Responden 82,1% 55,2%
afirmativamente
Responden negativamente 17,9% 44,8%
Tabla 1. Porcentaje de alumnos que manifiestan haber sido agredidos alguna vez, y porcentaje de
profesores que han registrado el maltrato respecto a sus alumnos
Al analizar que tipo de hostigamiento sufren aquellos alumnos que se han manifestado
como posibles víctimas, los resultados fueron:
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Docentes Alumnos
Los Amenazan 11,7% 7,1%
Les pegan 17,5% 11,3%
Les esconden o rompen 8,7% 10,8%
elementos personales
Hablan despectivamente 29,1% 40%
respecto a ellos
Les ponen sobrenombres 8,7% 13,8%
despectivos “nombretes”
Los insultan 8,7% 5,4%
No les dan participación 7,8% 5,8%
Los ignoran 7,8% 5,8%
deliberadamente
Tabla 2. Tipología de los conflictos sufridos por los alumnos que manifestaron haber sido
agredidos.
Si bien el segundo y tercer tipo de maltrato que se manifiesta como más recurrente, es
el de agresión física directa (11, 3% y 10, 8%), se debe analizar que, si se realiza una
suma de los porcentajes, un 77,9% de los casos se trata de un hostigamiento
indirecto, es decir sin una agresión física personal o patrimonial directa.
Se analizaron aquí, los datos aportados por aquellos alumnos que se manifiestan
como agresores y por los docentes que observan dichas agresiones.
Un 44,8% de los alumnos de la muestra, reconocen haber agredido de alguna forma,
mientras que el 55,2% restante, manifiesta no haberlo hecho nunca.
Cuando se consultó, a estos posibles agresores, sobre que tipo de maltrato es el que
suelen perpetrar, se obtienen los datos que siguen en la tabla.
Tabla 3. Formas de hostigamiento utilizadas por aquellos alumnos que manifiestan haber
agredido
Al comparar los datos sobre la incidencia y tipo de maltrato desde los dos puntos de
vista extremos (posibles víctimas y posibles hostigadores), se concluye, que una de
las formas de hostigamiento más recurrente en estos centros, es la de tipo psicológico
y emocional, siendo las más significativas en cifras el “hacer el vacío” (maltrato social)
y el maltrato verbal.
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Tabla 4. Comparación del tipo de maltrato según informan posibles víctimas y hostigadores
Es notorio que el tipo de maltrato más recurrente manifestado por los que agraden,
no es coincidente del experimentado por los agredidos. Mientras los agresores
manifiestan como forma de maltrato más recurrente el maltrato social “hacer el vacío”,
los agredidos, denuncian como más usual, la difamación. Otra dato significativo, es
que el porcentaje de maltratos que pueden catalogarse como maltrato directo
(agresión física y patrimonial), son porcentualmente bastante dispares; mientras los
que agraden, manifiestan usar este tipo de violencia en un 7,5 % de los casos, los
agredidos, consideran que sufren este tipo de maltrato en un 22,1%. Quizás esto,
tenga que ver con la trivialización de la violencia, muchas veces, conductas que, para
los que agraden no son una forma de maltrato, sino más bien una “forma de
expresión”, para los agredidos sí tiene una connotación agresiva.
Ante la consulta respecto a cual era la frecuencia de los conflictos, teniendo en cuenta
el tiempo transcurrido del año lectivo (aproximadamente 4 meses de clase), los datos
obtenidos fueron:
Docentes Alumnos
Nunca 8,7% 42,9%
1 0 2 veces 32,6% 45,1%
Más de 5 veces 23,9% 7,9%
Más de 10 veces 10,9% 1,9%
Casi siempre 23,9% 2,2%
Tabla 5. Registro de la frecuencia de los conflictos dentro del Centro.
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Nuevamente, los porcentajes surgidos desde los docentes suelen ser más
significativos que los del alumnado. Pero en ambos casos, los valores más altos de
frecuencia no han sido marcados, por lo que, cabría pensar, que, si bien el fenómeno
está presente en los centros, aparentemente, aún no se manifiesta con una gravedad
notoria.
Ante la consulta respecto a que lugares del Centro Educativo les parecían con menos
control adulto y por ende con mayores niveles de inseguridad, los informantes
manifestaron:
Docentes Alumnos
Salón 3,6% 7,4%
Patio 26,3% 32,2%
Corredores 37,1% 31,6%
Entrada /Salida 11% 15%
Cantina 0% 10,4%
Baños 2% 0,6%
Ninguno 20% 2,8%
Respecto a los lugares donde se sucede el maltrato, los más usuales, son aquellos
espacios en donde la presencia de los adultos no es tan frecuente y /o permanente.
Los alumnos señalan al patio como el lugar más inseguro y los docentes a los
corredores.
Olweus (1998), en sus trabajos de investigación, descubre una estrecha relación entre
la presencia del profesorado y la cantidad de problemas de agresión en la escuela. A
mayor número de profesorado que vigila durante los períodos de descanso, menor
número de incidentes relacionados con la violencia se suceden.
Es de notar, el hecho de que un 20% del profesorado, considere que en su Centro, no
hay lugares inseguros, y sobre todo contrastante con el 2,8% manifestado por los
alumnos.
manifestaran, dentro de ese rango, los niveles de violencia y miedo (para los alumnos)
y de miedo (para los docentes). Se obtuvo la siguiente información:
Escala Porcentaje
1 19,7%
2 18,5%
3 17%
4 8,5%
5 9,3%
6 11%
7 3%
8 4,3%
9 1,9%
10 3%
11 0,8%
12 3%
Escala Porcentaje
1 41%
2 15,7%
3 9,6%
4 7,7%
5 5%
6 6,9%
7 4,2%
8 3,8%
9 1,5%
10 2,3%
11 0,8%
12 1,5%
Escala Porcentaje
1 16.7%
2 54,8%
3 14,3%
4 2,4%
5 7,1%
6 0%
7 4,7%
8 0%
9 0%
10 0%
11 0%
12 0%
Docentes Alumnos
Tabla 10. Nº de alumnos conflictivos por clase y por sexo, según los docentes y los alumnos
Llama la atención que el valor más significativo respecto al sexo masculino desde la
perspectiva del docente, sea el de más de 10 alumnos conflictivos por grupo.
Según ambos grupos de informantes el género masculino estaría más implicado en
situaciones conflictivas.
Cuando se consultó a los alumnos sobre las estrategias de control de aula utilizadas
por los docentes ante una situación de conflicto, y a su vez, se les preguntó a los
docentes, como gestionan su clase ante un inconveniente como el mencionado, se
obtuvieron los siguientes resultados:
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Docentes Alumnos
No se enteran 1,4% 11,8%
No hacen nada 2,8% 12,3%
Actúan interviniendo para 29,2% 24,4%
pararlo
Llaman la atención y 51,3% 32,3%
charlan sobre el tema
Castigan echándolo de 15,3% 19,2%
clase
Tabla 11. Reacción del docente ante una situación de conflicto dada en el aula
Sin embargo, cuando para obtener más datos sobre esto, se les consultó a los
docentes, sobre qué porcentaje, en una escala de 0 a 100, se enteran de los conflictos
de su clase, la mayoría porcentual manifestó enterarse del 80% de los mismos:
10% 4,9%
20% 0%
30% 9,8%
40% 9,8%
50% 17,1%
60% 7,3%
70% 2,4%
75% 7,3%
80% 19,5%
90% 9,8%
100% 12,1%
5. Conclusiones
lugares citados como más inseguros: mientras los alumnos colocaron al patio en
primer lugar (32,2%), y en segundo lugar los corredores (31,6%), los profesores, no
colocaron al patio en primer lugar. Es usual en nuestros centros, la ausencia del
profesorado en los lugares de esparcimiento (patio y/o corredores), durante el tiempo
libre del alumnado. Quizás esto se debe, a que también este tiempo, constituye un
espacio de descanso para el profesorado, y que suelen estar en Sala de profesores u
otros lugares. Sin embargo, consideramos que lo expresado, constituye uno de los
puntos fuertes para analizar y pensar estrategias de intervención para mantener estos
espacios con un mayor control. Es en el tiempo ocioso y en estos lugares de
esparcimiento, donde el maltrato “disfrazado” de juego, puede generarse, siendo
imperceptible para la mirada adulta.
Otro de los puntos más discordantes, lo constituye la visión respecto al control del
aula y el manejo del los conflictos efectuado por los docentes. Aproximadamente, casi
tres de cada diez alumnos (24,1%), considera, que sus docentes no intervienen, sin
embargo, un porcentaje significativo de docentes piensa que se entera de
aproximadamente el 80% de los conflictos que se suceden en su aula.
Cinco de cada diez alumnos (55,2%), manifiesta haber agredido alguna vez y cuatro
de cada diez (44,7%), reconoció haber agredido en alguna oportunidad.
En cuanto a lo relativo al género, tanto para los alumnos, como para los docentes,
los alumnos de sexo masculino, suelen estar más relacionados con situaciones
conflictivas. En futuras investigaciones debería estudiarse exhaustivamente, la relación
entre tipo de maltrato y género.
Quizás esto tenga que ver con el tipo de educación que socialmente se le da al varón,
en la que consciente o inconscientemente, se promueven en él conductas más
impetuosas, violentas y coercivas que en las niñas (más pasivas y receptivas).
Habría que realizar un estudio más exhaustivo respecto a las formas más recurrentes
de intimidación respecto a uno y otro género a fin de obtener más información.
BIBLIOGRAFÍA