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Hay muchos trastornos mentales en los que existen una serie de síntomas especialmente
peligrosos y que, más allá de las metas a corto y medio plazo, deben ser suprimidos.
Mientras que la psicoterapia busca la obtención de resultados sobre todo a medio y largo
plazo, el uso de psicofármacos permite ver resultados en cuestión de pocas semanas
Aunque el uso de psicofármacos siempre debe ser realizado bajo las instrucciones del
médico, teniendo en cuenta los momentos de administración y las cantidades indicadas por
el profesional, más allá de eso su uso no tiene demasiado misterio: puede ser realizado en
cuestión de segundos, simplemente tomando unas pastillas. Eso hace que, más allá del
precio de estos fármacos (cosa que depende de cada país), este tipo de tratamiento sea
muy accesible desde el principio y normalmente no sea necesario un “entrenamiento”
especial.
La finalidad de los psicofármacos tiene que ver con mitigar o suprimir síntomas, pero no
con ayudar a la persona a adoptar hábitos y rutinas que le ayuden a combatir la raíz del
trastorno. Esto último es tarea de la psicoterapia, en la que la persona adopta un rol activo
a la hora de identificar los desencadenantes de su malestar y las estrategias que puede
seguir para ponerles fin.
Muchos psicofármacos tienen potencial adictivo, lo cual significa que la persona que los
toma se puede llegar a “enganchar” a estos si no sigue a rajatabla las indicaciones
médicas. Por eso siempre es importante tener claros en todo momento cuáles son los
momentos de toma y las cantidades a consumir, y no salirse de esas pautas.
Cabe aclarar que una pequeña cantidad de psicofármacos son preescritos por el pediatra
En muchas ocasiones es difícil realizar un diagnóstico claro, porque sólo se identifican
síntomas diana (como un nivel elevado de impulsividad, ansiedad, tristeza) a los que se va
a dirigir el tratamiento. Antes de comenzar el tratamiento, también es importante decidir si
hay que realizar un examen físico o pedir alguna prueba complementaria, como parte del
diagnóstico diferencial, para descartar una posible organicidad y garantizar que no existe
ninguna incompatibilidad orgánica con el psicofármaco elegido. En los últimos años se ha
introducido como recomendación la obtención de un consentimiento informado del paciente
y de la familia en todas las prescripciones de psicofármacos, La alianza terapéutica es
esencial a la hora de solicitar el consentimiento informado, y el pediatra desempeña un
papel crucial en este proceso. Una vez elegido el fármaco más indicado (balance entre
efecto terapéutico y posibles efectos secundarios), el prescriptor siempre buscará la menor
dosis con efecto terapéutico y evaluará continuamente la eficacia y la tolerancia; por tanto,
se hará una escalada lenta para reducir el riesgo de efectos secundarios y favorecer una
buena adherencia (dejando clara la opción de consultar durante este proceso si existe
alguna duda). Es importante realizar una revisión del tratamiento, y recoger los cambios
apreciados, tanto personales como en el contexto familiar y escolar
Destaca la necesidad de que los tres niveles de gobierno prevengan los casos de niñas,
niños y adolescentes que tengan algún problema de salud mental, a fin de lograr su estado
de bienestar en los aspectos cognoscitivos, afectivos y conductuales.
Además existe reforma la fracción XVI del artículo 50 de la Ley General de los Derechos de
Niñas, Niños y Adolescentes, enviado al Senado de la República Mexicana para sus
efectos constitucionales, también pretende que se informe oportunamente a quien ejerce la
patria potestad, tutela, guardia o custodia, a fin de orientarlos sobre las acciones para
garantizar el bienestar emocional, psicológico y social.
Diagnóstico diferencial