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Código: COPSMPCS3203439
CASO 1
En la mujer de 35 años, considero que el estrés jugó un papel importante ya que el estrés
influye profundamente en la susceptibilidad y en la evolución de patologías agudas y
crónicas, ya que induce desórdenes en la inmunorregulación, entre los cuadros clínicos que
se asocian al estrés se incluyen las infecciones, y las enfermedades virales. (Klinger, 2003)
Delves, P., & Roitt, I. (2000). The immune system. First of two parts. N. Engl. J. Med, 343,
pp. 37-49
Heinze, G. (2001). Mente-cerebro: sus señales y su repercusión en el sistema inmunológico.
Salud Mental, 24, pp. 3-9
Klinger, J. (2005). La psiconeuroinmunología en el proceso salud enfermedad. Colombia 2,
pp. 120-9
CASO 2
Para realizar una adecuada intervención en este tipo de sujetos, es necesario que el logopeda
detecte cuáles son sus necesidades a través de un exhaustivo proceso de evaluación. En
primer lugar, debe realizarse una historia clínica detallada. Una vez realizada la recogida de
datos, se continúa con la evaluación a través de pruebas que permitan valorar las necesidades
específicas del sujeto. Considero oportuno comenzar con una prueba estandarizada, ya que
en un periodo breve de tiempo valora todas las áreas y ponen de manifiesto aquellas que
requieren una evaluación en profundidad. Además, es recomendable que la evaluación no se
centre únicamente en una sola prueba, sino que se contrasten los resultados con otras pruebas
más específicas o herramientas como la observación que nos ayuda a comprobar realmente
cuáles son los resultados. El grado de recuperación que el sujeto alcanza depende de varios
factores:
Referencias
CASO 3
Los objetivos terapéuticos tienen que haber sido acordados por el equipo multidisciplinar,
siendo el binomio paciente-familia el centro de actuación. En cada caso específico, se
considerará la necesidad de realizar interconsultas con otras especialidades médicas. Los
pacientes y sus familiares han de tener una participación activa en el proceso de
rehabilitación. Establecer programas sistemáticos de información y formación para
familiares y cuidadores durante el periodo de rehabilitación permite garantizar el apoyo
físico, instrumental y emocional que el paciente necesita al alta hospitalaria para facilitarle
la adaptación a la nueva situación. (Anson & Ponsford, 2006).)
El apoyo a la familia se tiene que dar en todas las fases de atención al traumatismo y es
competencia de todos los profesionales que intervienen. Cualquier programa de ayuda a las
familias ha de considerar que éstas necesitan apoyo en todas las etapas, pero que sus
necesidades cambian a medida que pasa el tiempo. Un TCE es también un «traumatismo»
familiar, por lo tanto, la familia tiene que estar incluida dentro del tratamiento como ente que
necesita atención y también como recurso a utilizar en el programa terapéutico.
Entre las intervenciones psicológicas que tienen una mayor aplicación con los pacientes
con Traumatismo Craneoencefálico se ha encontrado la de tipo Cognitivo – Conductual.
Diferentes son los estudios que han demostrado su eficacia. Sin embargo, el Traumatismo
Craneoencefálico no afecta solo el sujeto que lo padece, sino que altera también su entorno
familiar. El suporte familiar tiene, de hecho, una gran influencia sobre la capacidad del
paciente de ajustarse y recuperarse después de un Traumatismo Craneoencefálico, además
de representar un óptimo aliado para que las estrategias de afrontamiento aprendidas durante
las intervenciones psicológicas sean mantenidas con el tiempo. Por esa razón, enfoque
psicoterapéutico como la de tipo Sistémico puede intervenir, no solo en relación a las
secuelas cognitivas, emocionales y conductuales que el paciente presenta, sino también en
reequilibrar su entorno familiar (Wiart et al., 2012).
Referencias
Anson, K., & Ponsford, J. (2006). Evaluation of a coping skills group following traumatic
brain injury. Brain Injury, 20(2), 167–178.
Wiart, L., Richer, E., Destaillats, J.-M., Joseph, P.-A., Dehail, P., & Mazaux, J.-M. (2012).
Psychotherapeutic follow up of out patients with traumatic brain injury: Preliminary results
of an individual neurosystemic approach. Annals of Physical and Rehabilitation Medicine,
55(6), 375–387.
CASO 4
El infarto del miocardio se ha asociado con la personalidad tipo A y tipo D y con ciertos
rasgos específicos de personalidad: depresión, ansiedad, psicopatía, hipocondría y deterioro
de la autoestima. Las enfermedades cardiacas no sólo son padecimientos fisiológicos;
también afectan las relaciones sociales, las cuestiones psicológicas y la calidad de vida.
Por otro lado, dentro de los factores psicosociales de riesgo en la enfermedad coronaria están
los rasgos de personalidad con propensión a las emociones negativas, experiencias vitales
traumáticas y situaciones sostenidas de estrés (como las que padece este hombre de 45 años),
que junto a la ausencia de soportes afectivos adecuados y a condiciones de aislamiento social
conducen a cambios fisiológicos que favorecen la aparición de un evento coronario.
Las enfermedades cardiacas tienen problemas físicos, psicológicos y sociales, por lo que es
de suma importancia que los especialistas que participan en la atención conozcan estos
factores psicológicos de los pacientes cardiópatas con el fin de lograr un mejor tratamiento
conjunto, y, además, para que puedan canalizar al paciente al psicólogo y psiquiatra a fin de
que reciba una adecuada atención psicoterapéutica. Así el paciente logrará un cambio en su
estilo de vida y podrá vivir de la mejor manera con su enfermedad cardiaca, lo que ocasionará
efectos favorables en todos los ámbitos de su vida (social, familiar, laboral, sexual, entre
otros) en los que también se siente afectado.
Referencias
Diversos profesionales del área de la salud consideran el cáncer de mama como una
enfermedad psicosomática. Es decir que además del factor médico y físico, existe otro de
base psicológico. El patrón de conducta tipo C constituye un conjunto de actitudes y
comportamientos relacionados funcionalmente que se concretan en un estilo de interacción
paciente, pasivo, apacible, actitud poco asertiva, conformista y de extrema cooperación y
control de la expresión de las emociones negativas, en particular, de las indicadoras de
agresividad. (Temoshok & Dreher, 1993; Watson & Greer, 1998; Spencer, Carver & Price,
1998). Este patrón se corresponde con las respuestas de frustración, inhibición, sumisión y
derrota sustentadas por el sistema periventricular o inhibidor de la acción, que es el
subsistema nervioso-central que regula la psicobiología del estrés (Valdés, 1990).
Según Andreu (1998), las personas tipo C son definidas como emocionalmente contenidas
frente al estrés, haciendo referencia a un patrón constituido por la falta de manifestación de
emociones negativas y, en consecuencia, la falta de expresión de conductas asociadas a éstas.
Estos sujetos son descritos como cooperativos, pasivos, evitadores de conflicto, supresores
de emociones negativas, que usan la represión como mecanismo de afrontamiento, rígidos y
con mayor predisposición a experimentar desesperanza y depresión.
Finalmente, la personalidad tipo C como rasgo pre mórbido para el desarrollo del cáncer hace
referencia a una serie de características como insignia, la represión de las emociones
negativas que influyen directamente en el desarrollo del cáncer.
Las intervenciones psicológicas, que son dirigidas a individuos o grupos, se esfuerzan por
ayudar a las mujeres a adaptarse a sus diagnósticos; a sobrellevar el tratamiento y a aceptar
el impacto de la enfermedad en sus vidas. Estas intervenciones ofrecen a los psicólogos una
oportunidad de ayudar a las mujeres a entender mejor el cáncer de mama y su tratamiento.
Los psicólogos suelen formular a las mujeres preguntas abiertas acerca de sus suposiciones,
ideas para vivir una vida más plena y otros asuntos. Si bien los pensamientos y sentimientos
negativos se abordan, la mayoría de las investigaciones psicológicas se concentran en la
resolución de problemas a medida que las mujeres enfrentan un nuevo desafío. (Kübler,
1992)
Referencias
Spencer, S., Carver, Ch. & Price, A. (1998). Psychological and Social Factors in Adaptation.
En Holland, J. (Ed). Psycho-Oncology. New York: Oxford University Press. 211-222.
Temoshok, L. & Dreher, H. (1993). Tipe C Connection: The behavioral links to cancer and
your health. Noetic Sciences Review, 25.
Watson, M. & Greer, S. (1998). Personality and Coping. En Holland, J. (Ed.). Psycho-
Oncology. New York: Oxford University Press. 91-98.
CASO 6
Para llegar a diagnosticar un caso de discapacidad, al paciente se tendría que tener datos
completos de los especialistas en una historia clínica con todos los exámenes pertinentes para
determinar qué clase de enfermedad tiene y si esta enfermedad lo conlleva a una deficiencia
en su estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica, si es temporal o permanente,
y esto únicamente lo definiría el medico especialista o tratante, lo mismo sucedería para el
diagnóstico de minusvalía.
Es importante tener en cuenta que, no siempre la relación de los tres conceptos sigue el orden
establecido “deficiencia-discapacidad-minusvalía”, ya que no todas las personas con una
deficiencia sufren una discapacidad, ni todas las personas que tienen una discapacidad tienen
una deficiencia o no todas sufren una minusvalía.
Le recomendaría que acuda a su médico tratante para que le haga un estudio completo con
todos los exámenes que se requiera para poder definir su estado de salud, si es una
enfermedad que puede ser tratada con medicamentos y con las terapias pertinentes (físicas,
psicológicas) y así darle una calidad de vida. Ya que en este caso únicamente se habla de el
dolor de huesos y articulaciones, pero no de un diagnóstico que lo lleve a una discapacidad
parcial o total.
Referencias
CASO 7
Referencias
Freud, S. (1981). Obras completas de Sigmund Freud. Tomo III. 4a. Edición. España:
Editorial Biblioteca Nueva.
CASO 8
Las personas con diagnóstico de cáncer se enfrentan a numerosos problemas y a varias causas
de estrés, factores que las hacen susceptibles a la depresión, desde cómo orientarse dentro
del sistema de atención médica, pasando por las interrupciones en las relaciones
interpersonales, hasta las decisiones sobre cómo pasar el tiempo de vida que les queda. Aun
así, las clínicas y los centros oncológicos no brindan apoyo psicológico en forma rutinaria a
todos los pacientes con cáncer para ayudarles a hacer frente a estos problemas. No obstante,
todas las personas pueden beneficiarse de la ayuda y el apoyo de otras personas, ya sea
amigos y familiares, grupos religiosos, grupos de apoyo, consejeros profesionales, entre
otros.
En la atención del cáncer, a menudo trabajan juntos distintos tipos de médicos y otros
profesionales de atención médica para crear un plan de tratamiento integral del paciente que
combine distintos tipos de tratamientos. Esto se denomina equipo multidisciplinario.
Dentro de las técnicas que utilizaría en este tipo de paciente encontramos la Psicoterapia de
Apoyo, puede desarrollarse de modo individual o en sesiones de grupo, se pretende que el
paciente consiga alcanzar una integración de la experiencia vivida con la enfermedad y su
sintomatología, para lo cual se favorece la expresión emocional, esto sería de gran apoyo
para disminuir los sentimientos de minusvalía que trae la depresión. En el caso de pacientes
oncológicos, quienes frecuentemente se hallan afectados de dolor por diversas causas, resulta
evidente la necesidad de este tipo de intervención, ya que dada la multidimensionalidad del
dolor, se ven afectadas diversas áreas de la vida del paciente, lo cual a su vez conlleva una
repercusión en su calidad de vida. Por estos motivos, la intervención dirigida a los pacientes
oncológicos con dolor, debería incluir recursos que se han generado desde la psicología y
han mostrado su eficacia y utilidad para proporcionar al paciente herramientas que le ayuden
en el manejo de la sintomatología. (Bonica, 1979)
Referencias
Bonica, J. (1979) Psychologic and emotional aspects of cancer pain. En: Bonica JJ,
Ventafrida V, editors. Advances in pain research and therapy 2. Proceedings of the
International Symposium on Pain of Advanced Cancer. New York: Raven Press.
Vallejo, M. (1983). Evaluación y Tratamiento Psicológico del dolor. Rev Esp Ter Comport;
(1), 329-377