Está en la página 1de 2

Características fundamentales de la novela en el siglo XIX: problemática fundamental

y tendencias
Aunque Lizardi puso la primera piedra del camino no existe una continuación de la
novela como tal. El proceso narrativo varía en cada país y es frecuente encontrar espacios
vacíos hasta 1840-1850. Al no existir una tradición nacionalista como tal, nos
encontraremos ante distintas maneras de ensayar la novela. Durante todo el siglo mantiene
rasgos de la novela romántica pero se va enriqueciendo con otros movimientos.
Principalmente, mediante la ficción se buscaba representar la realidad a la vez que
arte. No obstante, las dos características fundamentales serán el asincronismo e hibridismo
de tendencias. Entre las principales tendencias encontramos la novela histórico-política, la
sentimental, la que más se puede acercar al realismo, las que comienzan a ahondar en el
tema indio y por último las novelas que están relacionadas con la esclavitud y recogen una
denuncia.
Por otro lado, las novelas se publicaban mayoritariamente por folletín por lo que en
la mayoría de casos se trata de extensos escritos. El hecho de que se transmitiera por
folletín también condicionaba la estructura de la novela y requería una intriga continua
En cuanto a la novela histórico-política destaca “Amalia” (1855) del argentino José
Mármol, con la que además se inaugura un tema crucial en Hispanoamérica: la narrativa de
la dictadura. Se trata de hechos reales fechados con precisión pero envueltos en una
atmósfera romántica. Al mismo tiempo, narra una intriga amorosa que ha hecho que
autores hayan vacilado entre situarla como histórico-política o sentimental.
Si una tendencia fue marcadamente asincrónica es sin duda la novela sentimental
cuyos modelos son claramente europeos, principalmente Chateaubriand y Lamartine. Es
una corriente dominada por las emociones, la hipersensibilidad, los sentimientos amorosos
y la proyección subjetiva del paisaje. La representación más clara de esta tendencia es la
novela “María” del colombiano Jorge Isaacs, la cual además de recoger todas las
características mencionadas contiene elementos costumbristas e incluso realistas.
Una de las corrientes predominantes en el siglo XIX europeo fue el realismo que
también tuvo su representación más o menos fiel en hispanoamérica de la mano del
chileno Blest Gana y su “Martín Rivas”. La gran influencia recibida de Balzac siente la
necesidad de novelar la historia chilena, por lo que escoge una situación histórica concreta
de Chile para el trasfondo de la novela: los últimos meses de Bulnes y la llegada de Montt,
en periodo de auge económico.
En torno a 1870 surge la denominada novela indianista que se ambienta en
espacios de exultante naturaleza y que narra historias amorosas entre indios y blancos. Su
máxima expresión se encuentra en “Cumandá o un drama entre salvajes” del ecuatoriano
Juan León Mera. No debe confundirse con una novela de denuncia, ya que no llega hasta
el siglo XX. Presenta una tendencia claramente lírica; relata amores entre las razas,
describe la naturaleza lindando con el poema en prosa y describe costumbres y leyendas
indígenas. Años más tarde, encontramos los primeros atisbos de una narrativa indigenista
de la mano de Clorinda Matto de Turner y “Aves sin nido” quien libra la novela de los
elementos pintorescos, exóticos y actitudes paternalistas hacia los indígenas para pasar a
ser un alegado reivindicador de sus problemáticas sociales. Podemos categorizarla como
el inicio de la novela indigenista, aunque la auténtica sea claramente posterior.
En cuanto a la novela relacionada con el tema de la esclavitud destacan Gómez de
Avellaneda “Sab” y Villaverde “Cecilia Valdés” como autores principales. En la primera de
las obras citadas se la identificación de la esclavitud con la mujer y con el negro y en lo que
a “Cecilia Valdés” se refiere destaca ya una mayor incursión hacia el realismo y una muy
lograda descripción de la sociedad cubana del siglo XIX.

También podría gustarte