Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
4. EL PROBLEMA DE LA DEMARCACIÓN
En este capítulo incide en los problemas y contradicciones a los que conduce aceptar el
principio inductivo como criterio de demarcación de las ciencias. Este método es el que
habrían aceptado los positivistas antiguos ―Comte, Mill, etc.― como aquellos a los
que denomina positivistas modernos ―Carnap, Wittgenstein, etc.―. ya que
proporciona un criterio de demarcación acorde a sus teorías [de una serie de enunciados
observacionales se infieren leyes universales]. Reichenbach: determina la verdad de las
teorías científicas.
2) RAZONES:
Defensa a ultranza del positivismo lógico. Todo conocimiento se reduce a
hechos de la experiencia. Por tanto, aceptan únicamente como verdaderos
aquellos enunciados que se corresponden con los hechos ―enunciados atómicos
o elementales/irreductibles, como dirían los modernos―.
Actitud antimetafísica: rechazo por la metafísica, prejuicios hacia la metafísica
y necesidad de desmarcarse de ella como algo “absurdo”, “carente de
sentido”, “carente de valor”. « […] un parloteo absurdo —“sofistería e ilusión”,
como dice Hume―, que deberíamos “arrojar al fuego”. Lo que les lleva a
Interpretación del problema de la demarcación de un modo naturalista ―como
si fuese un problema de las ciencias naturales―. Creen que debe de haber
un “algo” en la naturaleza de las cosas que permitiría distinguir lo que es
ciencia empírica de lo que es metafísica, en vez de considerar que se hallan
frente a la tarea de proponer una convención adecuada que establezca tal
distinción.
3) CONSECUENCIAS:
Fe ciega en el principio de inducción, ya que proporciona un criterio de
demarcación acorde a sus pretensiones empiristas [de una serie de enunciados
observacionales se infieren leyes universales]. Reichenbach: determina la
verdad de las teorías científicas.
Lógica inductiva como “cláusula con sentido” que distingue lo que son las
ciencias de lo que no (las que no se adecuan a la lógica inductiva). Esto queda
bien patente en el Tractatus de Wittgenstein, como bien indica Popper: «toda
proposición con sentido tiene que ser lógicamente reducible a proposiciones
elementales (o «atómicas»), que caracteriza como descripciones o «imágenes de
la realidad» (caracterización, por cierto, que ha de cubrir todas las proposiciones
con sentido)».
4) CONVENCIONALISMO.
1
SCHLICK, Naturwissenschaften 19 , 1931 , págs. 156 y 151.
Su criterio de demarcación debe considerarse como «Una propuesta para un
acuerdo o convención». Decimos que de entre todas las teorías escogemos la
que ha sido corroborada en base a la experiencia.
¿Quién establece el acuerdo? La comunidad científica. Por ello, los
científicos, en vez de cerrarse y negarse a aceptar que sus teorías sean refutadas,
han de exponerlas públicamente y que éstas intenten sobrevivir el envite
intersubjetivo de ser refutadas, pues de hecho la falsación de las teorías y su
superación por otras es la condición de posibilidad del progreso científico. De
este modo, el “sistema” que de momento damos por válido para explicar la
realidad o una parcela de la realidad es aquel que ha sido sometido a los diversos
intentos de falsación y ha resistido las contrastaciones.
Popper arguye que no se aleja del realismo científico porque la convención no es
con respecto a las hipótesis o teorías ―o sea, no convenimos escoger estas
porque nos da la real gana― sino con respecto al hecho de que sus
deducciones han resistido por el momento todo intento de ser refutadas. Es
decir, las teorías se escogen porque han sido corroboradas y se acepta que han
sido corroboradas porque ha habido un acuerdo en lo que respecta a que sus
conclusiones no han sido falsadas. LLEGAMOS A LA CONCLUSIÓN DE
QUE POR LO PRONTO NOS VEMOS INCAPACES DE REFUTARLAS,
PERO QUIZÁ PODAMOS HACERLO EN UN FUTURO.
La base empírica de la ciencia es algo revisable y provisional que se establece
convencionalmente, a través de un consenso basado en la simplicidad, la utilidad
de las hipótesis, etc. La ciencia está en continuo progreso. —> SCHLICK:
«no podemos hablar nunca de una verificación absoluta de una ley, pues
hacemos siempre —por decirlo así— la salvedad de que puede ser modificada a
la vista de nuevas experiencias».