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NOTA SOBRE LA EDICION ferentes que, por mas que puedan proced: aumerabl COPERNICO, N. : “Commaritavio Wy | (ed) : 0 petcelas cba. Ex :A.Bleus al mea ruceit aoe a Tena , Abang Bditnial, Habed. , 1983, ( ieee Observo que nuestros predecesores recurrieron 2 ua clevado niimero de esferas celestes ' a fin, sobre todo, de poder explicar el movimiento aparente de los plane- tas respetando el principio de uniformidad. En verdad parecia completamente absurdo que un cuerpo celeste no se moviera uniformemente a lo largo de un circulo perfecto. Pero se dieron cuenta de que medi: tintas composiciones y combinaciones de movi uniformes podian verse hacia cualquier lugar del espaci Calipo y Eudoxo, que trataron de fesolver el pro- blema por medio de circulos concéntricos, no fueron embargo capaces de dar cuenta por este procedi- miento de todos los movimientos planetarios. No sélo tenfan que explicar las cevoluciones aparentes de los planetas, sino también el hecho de que tales cuerpos tan pronto nos parezcan ascender en los cielos como descender, fendmeno éste incompatible con el sistema de circulos concéntricos. Ese es el motivo de que pare- ciera mejor emplear excéntricas y epiciclos, prefe- 25 26 Nicolis Copéraico rencia que casi todos los sabios acabaron secundando. . Las teorias planetarias propuestas por Ptolomeo y casi todos los demas astrénomos, aunque guardaban ua perfecto acuerdo con los datos numéricos, parecian comportar una dificultad no menor. Bfectivamente, ta- les teorias s6lo resultaban satisfactorias al precio de tener asimismo que imaginar ciertos ecuantes, en razén de los cuales el planeta parece moverse con una veloci- dad siempre uniforme, pero a0 con respecto a su defe- rente ni tampoco con respecto a su propio centro. Por ese motivo,-una teoria de estas caracteristicas no pare- cia ni suficientemente elaborada ni tan siquiera Sufi- centemente acorde con Ia razéa. Habiendo reparado en todos estos defectos, me pre- guntaba a menudo si seria posible hallar un sistema de cicculos mas racional, mediante el cual se pudiese dar cuenta de. coda irregularidad aparente sin tener para ello que postular movimiento alguno distinto del uni- forme alrededor de los centros correspondientes, tal y como el principio del movimiento perfecto exige. Tras abordar este problema tan extraordinariamente dificil y casi insoluble, por fin se me ocurrié cémo se podria resolver por recurso a construccionés mucho mas sen- cillas y adecuadas que las tradicionalmente utilizadas, a condicién tinicamente de que se me concedan algunos postulados. Estos postulades, denominados axiomas, son los siguientes. PRIMER POSTULADO No existe un centro tinico de todos los citculos 0 esferas celestes. SEGUNDO POSTULADO El centro de la Tierra no es el centro del mundo, sino tan sélo el centro de gravedad y el centro de la esfera lunar. Hipécesis acerca de los movimientos celestes TTERCER POSTULADO Todas las esferas giran en torno al Sol, que se en- cuentra en medio de todas ellas, razén por Ia cual el centro del mundo esta situado en las proximidades del Sol*. CUARTO POSTULADO La raz6n entre Ja distancia del Sol a la Tierra y la distancia a la que esta siuada Ia esfera de las estrellas fijas es mucho menor que la raz6n entre el radio de la Tierra y la distancia que separa a nuestro planeta del Sol, hasta el punto de que esta ditima resulta impercep- tible en comparacién con la altura del firmamento >. QUINTO POSTULADO Cualquier movimiento que parezca acontecer en la esfera de las estrellas fijas no se debe en realidad a ningiin movimiento de ésta, sino mas bien al movi- miento de la Tierra. Asi, pues, la Tierra —junto a los elementos circundantes— lleva a cabo diariamente una revolucién completa alrededor de sus polos fijos, mientras que la esfera de las estrellas y tltimo cielo permanece inmévil. SEXTO POSTULADO ‘Los movimientos de que aparentemente esti dorado el Sol no se deben en realidad a él, sino al movimiento de la Tierra y de nuestra propia esfera, con la cual giramos en torno al Sol exactamente igual que los de- mas planetas. La Tierra tiene, pues, mas de usr movi- miento. Nicolas Copéraico SEPTIMO POSTULADO Los inovimientos aparentemente retrégrados y direc- tos de los planetas no se deben en realidad a su propio movimiento, sino al de la Tierra. Por consiguiente, éste por si solo basta para explicar muchas de las aparences irregularidades que en el cielo se observan. Una vez establecidos estos postulados, voy a tratar de mostrar breveitiente cémo puede preservarse siste- maticamente la uniformidad de los movimientos. Me hha parecido que, én beneficio de la brevedad, conven- dria prescindir aqui de las demostraciones matematicas, que reservo para una obra més amplia. No obstante, en el curso de la explicacién de los circulos se darn las lotginudes de los radios de las esferas y, gracias a ello, cualquiera minimamente versado en matematicas podra advertit con facilidad cua estrecha és la correspon- dencia entre esta disposicién de circulos y los datos numéricos y las observaciones. No se crea, pues, que —como los pitagéricos— he afirmado a la ligera el movimiento de la Tierra: ea mi exposicién acerca de los ciculos podra hallarse un ar- gumento de peso en su favor. De hecho, los argumen- tos a los que recurren los filésofos natusales para de- mostrar la inmovilidad de la Tierra se basan por Io comin en las apariencias: son estos argumentos los primeros en derrumbarse aqui, puesto que la propia inmovilidad de la Tierra se interpreta como una apa- EL ORDEN DE LAS ESFERAS Las esferas celestes se inscriben unas dentro de otras segiin el orden siguiente+. La superior es la esfera in- movil de Jas estrellas fijas, que contiene a todas las demés cosas y les da un lugar 5. Inmediatamente des- pués se encuentra la esfera de Saturno, seguida por Ia de Jupiter y, a continuaciéa, por la de Marte. Debajo de ésta se halla la esfera en la que nosotros giramos, a i movimientos celestes 29 Hipotesis acerca d Ja cual siguen la esfera de Venus y, finalmente, la de Mercutio. La esfera lunar, por su parte, gira en torno al centro de la Tierra y es arrastrada con ella a la manera de un epiciclo. Idéntico orden guardan asimismo las velocidades de revolucién de las esferas, segiin sean mayores 0 menores los circulos que trazan. Asi, el pe- riodo de revolucién de Sacurno es de treinta afios, de doce el de Jupiter, dos el de Marte, un afio el de la Tierra, nueve meses el de Venus y tres el de Mercurio. LOS MOVIMIENTOS APARENTES DEL SOL ente sobre un gran circulo alrededor del do el orden de los signos’ y descfibiendo circulo. Asi, pues, datka que se supongque la longitud de este radio es inapresigble en cgmparacién con la rra, de manera que cugado ésta se\gncuentra, por ejemplo, en Capricorgjé, el Sol se veré ¥a la posicioa diametralmente opugéa, Cancer, y asi sudysivamente. De igual modo, y débido —como ya se ha die o— ala distancia que sepéra al Sol del centro del citeulo, su movimiento no/parecerd uniforme, siendo 2 Yea mie xima desigug al S centro del gran circulo esti invariablemente dirigidy a ua punto el firmamento situado a unos 10° al Oeste dd la mis Kiminosa de las dos estrellas centelleantes de la d de los Gemelos. Por lo tanto, el Sol se encon- pda su distancia maxima con respecto a la Tierra gfando ésta se halle en el lugar opuesto a dicho punto el centro del circulo esté entre ambos cuerpos. ¥ 00 NICOLAS COPERNICO SOBRE LAS REVOLUCIONES (De los orbes celestes) Fu: Kun, th,S : fo, Woolain copeuicua - Acad, Saalrg_ gp. Rt- (i Log. Coleccién Clasicos del Pensamiento fundada por Antonio Truyol y Serra Director: Eloy Gareia Nicolas Copérnico Sobre las revoluciones (de los orbes celestes) Estudio preliminar, traduccién y notas de CARLOS MINGUEZ PEREZ selfjas AL LECTOR SOBRE LAS HIPOTESIS DE ESTA OBRA? Divulgada ya la fama acerca de la novedad de las hipétesis de esta obra, que considera que la tierra se mueve y que el Sol est inmévil en el centro del univer- ebido a Andreas Osiander, a quien Rheticus enco- ‘del De Revolutionibus. Apareci6 anénimo en la 1543, y durante algiin tiempo le fue atribuido al propio Copérnico. En la edicién de Ia Academia polaca de las cien- Cias se presenta como apéndice. Mantiene Osiander el cardcter hi- potético ¢ instrumental del contenido del De Revolutionibus, con- tra el parecer de Rheticus, Copérnico y sus préximos, para quienes representa un reflejo de la realidad, Historiadores de la ciencia (A. Kovré, P. Dunem, J, DUKSTERIUIS, entre otros) han subrayado el talante positivista que manifiesta. Mas bien parece reflejar una vie~ a difimdida en la Edad Media y recogida por Simplicio (s. vr hyS5 193623; Diels 291.21-292.31). Aparece en los comentarios del 10 Tomis de Aquino a los libros de Aristételes sobre el ciclo y ‘el mundo I, leecién 17 (Opera Omnia, 1). 61 6 wicoLds COPERNICO 50, no me extrafia que algunos eruditos se hayan ofen- dido vehementemente y consideren que no se deben modificar las disciplinas liberales constituidas correc- tamente ya hace tiempo. Bero si quieren ponderar la cuesti6n con exactitud, encontraran que el autor de esta obra no ha cometido nada por lo que merezca ser prendido. Pues es propio del astrénomo calcular la hi toria de los movimientos celestes con una labor diligen- tey diestra. Y adems concebir y configurar las causas de estos movimientos, 0 sus hipétesis, cuando por me- dio de ningun proceso racional puede averiguar las ver~ daderas causas de ellos. Y con tales supuestos pueden calcularse correctamente dichos movimientos a partir de los principios de la geometria, tanto mirando hacia el futuro como hacia el pasado. Ambas cosas ha esta- blecido el autor de modo muy notable. Y no es necesa- rio que estas hipétesis sean verdaderas, ni siquiera que sean verosimiles, sino que basta con que muestren un calculo coincidente con las observaciones, a no ser que alguien sea tan ignorante de la geometria o de la éptica que tenga por verosimil el epiciclo de Venus, 0 crea que esa es la causa por la que precede unas veces al Sol y otras le sigue en cuarenta grados o més. ,Quién no ad- vierte, supuesto esto, que necesariamente se sigue que el didmetro de la estrella en el perigeo es mas de cuatro veces mayor, y su cuerpo mas de dieciséis veces mayor de lo que aparece en el apogeo, a lo que, sin embargo, se opone la experiencia de cualquier época?® También 3, Rosen, en el comentario (p. 336) a la tradh De Rev, (1978) clarifica esta critica al sistema de Ptolomeo. Para ste, la elongacién de Venus desde el Sol se explicaba haciendo que el planeta gire alrededor de la circunferencia de un epiciclo cuyo SOBRE LAS REVOLUCIONES 7 en esta disciplina hay cosas no menos absurdas y que en este momento no es necesario examinar. Esta sufi- cientemente claro que este arte no conoce completa y absolutamente las causas de los movimientos aparentes Y si al suponer algunas, sa muchisimas, en modo alguno suponga que puede persuadir a alguien [en que son verdad], sino tan slo establecer correctamente el cdlculo. Pero ofreciéndose varias hipétesis sobre uno sélo y el mismo movimien- to (como la excentricidad y el epiciclo en el caso del movimiento del Sol‘) el astrénomo tomaré aquélla mucho mas fécil de comprender. Quizas el filésofo busque mas la verosimilitud: pero ninguno de los dos comprenderd o transmitiré nada cierto, ano ser que le haya sido revelado por la inidad. Por lo tanto, per- mitamos que también estas nuevas hipétesis se den a conocer entre las antiguas, no como ms verosimiles, Puesto que al de las aguas, todo Jo que es ‘rado:por los navegantes moviéndose, Imagen de su movimiento, y al mismo temp® juzgan ‘que estan quietos, con ‘todo lo que esta con ellos. Asi, aie seoncerniente al movimiento de la tierra, puede es- timarse que todo el mundo da vueltas. «(8) Por consiguiente, que podriamos decir de las vines y de todas las demas cosas que flotan en el aire, ‘bajan, se detienen, 0 suben de nuevo a Jas alturas, sino ta que la tierra, con el elemento acoso wnido a ella, se cove de esta forma, y también que una parte no DS" Gquefia de aire y todo To que tiene del mismo modo rela- a gon Ia tierra, sea porque el aire proximo a la tierra, tesis, Sin dda, de los «ts tersis de la ciencia natural antigua. snitico cobrard pujanza en cuanto «idioma ‘SVimow10, Eneida, TH, verso 72. agudiza la ‘mismo tiempo el orden mate- de la realidad. 54 wicords coPERNICO SOBRE LAS REVOLUCIONES 55 © que.caen:por su pr , siendo sobre todo de tie~ fh o es dudoso que las partes conserve la misma el todo. ¥ no se presenta ninguna otra mezelado con materia acuosa o térre: a, sigue la mis nataera que a em, o en pore mint aie es adgirido, que parsiipa en Ia perpen reo cig y sin resistencia a cause de la contighidad de cee el contrario, con una admiracién igual, ai cen que la region superior del aire sigue el movimient jo que revelan aquellas estrellas repentina: ‘te Ja Jello propiedad del fuego extenderse a todo 1o ave jnende-y-esto 10 hace con tanta fuerza, que CO” ningin jrocedimiento, ni con minguna mécina puede impe- Gaweque, rota la cércel, complete su DFA ‘También el a jtuiento se extiende desde el centro hasta Ia circun- Teomneia, De ahi que, sialguna de las partes terrestres $° fncendior, seria levada del centro a 10 alto, “G2) fin consecuencia, jo que dicen de qne we vinento simple es propio de un cuerpo simple, S¢ VE Fiea en primer lugar del circular, si el cuerpo simple per aaaree en su lugar natural y en su propia unidad. Enesa posicidn el movimiento no es otro que el circular, que pemmanece totalmente en si, semejante 2 Jo que esta en. Fepaso. Sin embargo, l movimiento rectilineo sobrevie- ee aquelias cosas que son desplazadas de St lugar na- i jadas 0 que de algin modo estén é ‘ala ordenacién y for- eae las cuales también, como los otros astros, na- ponen, Nosotros podemos d ors ‘ . 10s decir fran distancia desde la tierra, esa parte del lve eat pi le aquel movimiento tert ; aparecers aoe restre, Por eso tranquil el ace que eat proximoa latina, ambien ea reered suspendido en él, a no ser que, eae p , sean agitados 1 x aa suce por el viento o cualquier o roel eae eat eltvieaio octal aiseeten eset 7 que las olas en el mat? “es 22 : ovimien! vo a Pet senemos que confesar que el movimien- aoe cae y de lo que se eleva es doble, en com: Paracion con el del mundo, ¥ compuesto de un movi recto y uno circular. Y en cuanto a las cosas Has cosas que no s* perfectas conforme a Ja naturaleza, cuando SF separan La mectnica de Aristételes se rompe. Para éste (Sobre ef per todo y abandonan su unidad. Sobre todo Tas que se cunt Sg Se gta lar. Pero ahora Copérnico sefiala que el “iniento rete Sips ge as nye ies SEE Scag lla an Cops hs RS uit atiatceBerntranc ‘que responde a una naturaleza simple y Ges A circular. Fl movimiento rectilineo es un movie constants os ade a conctir en cuanto ocupa su Tugar naturals o 2 "impeta afiadido cesa. 56 NICOLAS COPERNICO agitan arriba y abajo, y no tienen, excepto el circular, ningdin movimiento simple, uniforme y regular, pues no: pueden estar en equilibrio a causa de su ligereza o porel impulso de su peso. Y todo lo que cae, teniendo al prin cipio un movimiento lento, aumenta su velocidad al caer. Por el contrario, vemos que este fuego terreno (9: no vemos ningiin otro) impulsado hacia Jo alto, inme- diatamente languidece, reconociendo como causa li violencia de la materia terrestre. El circular siempre gira regularmente, pues tiene una causa constante, sin em- bargo aquél [el rectilineo} deja de acelerarse; porque al conseguir su lugar dejan de ser pesados 0 ligeros y cesa aquel movimiento. Siendo, pues, el movimiento circular el del todo, en cambio el 1e0 el de las partes, po- demos comparar el movimiento circular con el rectili- neo, como un ser vivo con uno enfermo®. ¥ el hecho de que Arist6teles divida el movimiento simple en tres cla- ses: el que parte del centro, el que se dirige al centro y el que gira alrededor del centro, se juzgaré como un tinico acto de razonamiento, del mismo modo que distingui- inea, el punto y la superficie, aunque no pueden ‘tir el uno sin el otro, o sin el cuerpo. (11) Acsto se afiade también que la condicién de inmovilidad se considera més noble y divina® que la de mutacién o inestabilidad, que convienen por ello més a Ia tierra que al mundo. Afiado también que pareceria bastante absurdo adjudicar un movimiento al continen- te 0 localizante y no mas bien al contenido o localiza- do, que es Ia tierra. Finalmente, siendo manifiesto que La enfermedad es un accidente que sobreviene al ser vivo. De acuerdo con la Teologia de Aristételes, cuyo primer motor es inmévil. SOBRE LAS REVOLUCIONES 57 as errantes se aproximan o se alejan de la tie~ Bee serd el movimiento de un solo cuerpo que we yecarrolla alrededor del punto medio (ellos quieren [gue sea el centro de Ia tierra), desde el punto medio y ‘imbién hacia el mismo. En consecuencia, conviene ‘que.el movimiento, que se realiza alrededor del punto amedio, sea tomado como el més general y Pee demodo que el movimiento de cada uno se apoye so centro™. a parts de todas estas cosas adviertes que es gas probable la movilidad de la tierra que la auietud, sobre todo con respecto a la revolucién diaria, mucho sas propia de la tierra. Y pienso que esto es suficiente para la primera parte de la cuestion. CAPITULO IX SI PUEDEN ATRIBUIRSE A LA TIERRA "NyaRIOS MOVIMIENTOS Y ACERCA DEL CENTRO DEL MUNDO ~ (5) En consecuencia, como nada impide la movi- Jidad de la tierra, pienso que ahora hay que ver st le convienen varios movimientos, de modo que pueda considerarse uno de los astros errantes*. Pues, que no sie, considérense como esferas 0 segsn 12 ean a propo een dl movimento sepetori ee intpico de todo ol Universo, of moviiento de No hy un cen og independiente. La conjunc deci fica ge dark con Kepler. 9 dikes ee fas dam esferas, cl mando sublunary el supra: a eoncepcién copernicana EL Universo de tunar de los antiguos, es desplazado en SOBRE LAS REVOLUCIONBS 59 eres también atribuible al Sol, 1a Luma y 14s demas falgnrantes entre Ias errantes, para que, Por Su eficacia, “> perimanezean en la ‘redondez con la que se presentan, Perales, sin embargo, realizan sus circuitos de mu ‘hos modos diferentes”. {1)_ Enconsecuencia, sila tierra realiza wos 0 sjimientos, por ejemplo alrededor del centro, seré neces erate gstos sean semejantes a Tos que aparecen © teriormente en muchos [astros| el-circuito anual. Puesto que fitiento] de solar en terrestre, Yel Sol, los ortos y los ocasos de los signos ¥ 20, si existen varios cen tros, cualquier A : , cualquiera femerariamente, del centro del undo! sobre al ed mente Jos ol centro de gravedad tenrestre u otto" a a i lad no es sino una cierta tendencia aaa fia Tae por la divina providencia del it au , para conferirle gridad, junténdose en forma de sno at nt odo de é . odo de J entre ellos encontramos si se cambiara [el movi- concedida Ia inmovilidad de las es- Facer dT Tera aaa ign ao mis idea noe ms, pts si tata por Nicola de Cun en De doce fnornta ooo Esta idea tampoc a en Sobre Saeed nos base son definides con ‘algiin tiempo se acusé 8 ‘semejante a las utliza- Gonceptual distinto, en el que los térmi Gresston, Se debe recordar que durante Rignon de haber introducido una vis oculta, Javon Ia Edad Media, al establecer Ja grt iativa, bien distinta de la pensamos que abre tn Or eisién dada SANS ees Gem ech mentee ET Shine ae ae em peas Stuttgart, 1847,. S Fa Eat att cs Rae Sot eee on ae ee gt or aris had an Se Se peat enone orcs orm nest lcs le ar snc Stee Si ie ate ances mle tts de cm |i Nims son ert ate tomaron como es ie ald de Ie renovacién. La agravitaciémy #5) formulada tuvo an- tpi alld. de J foe medievales (Alberto de Sajonia) o en Nicole de teonenity para los tiempos mevos (no para los actusles) Copérni- Cis, pe Feu hito separador de épocts, por que sw orden CO%- Sonal inflaye, como hemos dicho, en la nuevs ots sa ay parte, tambien se debe tener en cuenta que COpETAD os atgerado como una mente extraia, aera de Jo ‘comin, 1a go a (Flammarion), mientras que la historiografia comes, miiienes rogresado rmacho mis en el estudio de La HiSo de la tinea be Pipusca, al margen de mitos, el lugar que le ‘corresponde Te apostila representada por este pécrafo ale la concepeién i de Copbtico de Ia newtoniana, pues la «gravedady pores’ & Od de Copernic gastros 7 no se entiende como atracein Universal ‘| 60 NICOLAS COPERNICO trellas fijas, por los cuales se convierten en estrellas matutinas y Vespertinas, aparecerian del mismo modo, y también las detenciones, los retrocesos y avances de las errantes, no pareceria como propio de ellas, sino como un movimiento de la tierra, el cambiar en virtud de sus apariencias. Finalmente, se pensar que el Sol ceupa el centro dei mundo. Todo esto nos Io enseita la razon del orden, segtin la cual se suceden unas cosas a otras, y Ia armonia de todo el mundo, si, como dicen, con los dos ojos contemplamos esta cuestién®. CAPITULO X SOBRE EL ORDEN DE LAS ORBITAS CELESTES (8) Nadie duida, segtin observo, que el cielo de las estrellas fijas es lo mids alto de todo lo visible. Pero ve- mos que los antiguos filésofos querian establecer el or- den de las estrellas errantes segiin la magnitud de sus revoluciones, aceptando como razén el que, a igual ve- locidad de los méviles, estan més lejos los que parecen moverse mas despacio, segtin se demuestra en la Optica de Euclides. Por ello piensan, que la Luna da la vuelta en un espacio brevisimo de tiempo, puesto que se mue- ve préxima a la tierra en un circulo muy pequefio. En cambio, consideran a Saturno el ms alto, porque reco- EI orden, la simetria y la perfeccién constitu i én constituyen un supues- to inalierable ¥ represented wna hipOtesis mantenida, mas 0 me- jtamente, 2 lo largo de la Historia de Ia Ciencia. Pero ico hace de ellos un axioma central, cuyo cumplimien- ica ante eventuales criticas. Por ello se le inserta dentro SOBRE LAS REVOLUCIONES 61 iempo mayor. Por deba- jo de él esté Jipiter, después de éste, Marte. Sobre Ve- ‘nus y Mercurio se encuentran varias opiniones, porque no se alejan del Sol de la misma manera que los otros. Por ello, unos los colocan por encima del Sol, como Ti- meo el de Platén®, otros por debajo de él, como Ptolo- méo®y gran parte de los mas modernos. Alpetragio® coloca a Venus superior al Sol y a Mercurio inferior. (19) Asf pues, los seguidores de Platén (dado que todas los astros [planetas], cuerpos oscuros por otra parie, brillan con la luz recibida del Sol) consideran que si estuviesen por debajo del Sol, por la poca distan- cia desde éste, serian vistos faltindoles la mitad o parte ide su redondez. Pues Ia luz recibida la reenvian hacia arriba, esto es hacia el Sol, tal como vemos en la Luna nueva o menguante. También dicen que a veces el Sol es interceptado por el paso de ellos y le faltaria la luz a tenor de su magnitud; como esto no Sticede nunca, pien- san que de ningxin modo estén por debajo del S (26) Por el contrario, quienes colocan por debajo del Sol a Venus y Mercurio, reivindican como raz6n la ‘amplitud de espacio que aprecian entre el Sol y 1a Luna. Pues encontraron que la distancia maxima de la tierra a la Luna es de sesenta y cuatro y un sexto unidades, # Timeo, 38d, © Almagesto, TX, 1 Nurad-din al-Bitrugi, Alpetragius (siglo XID, contemporé- ‘noo de Averroes; su pensamiento, estrictamente aristotélico (defien- uke les esforas homocéntricas segin Eudoxo y Aristételes), debid conocerlo Copémico a través de Peurbach y Regiomontano, ‘Tas fases de Venus fueron descubicrtas en 1610 por Galileo. El paso de Venus pot la superficie del Sol fue observado por prime- ra ver en 1639 por medio de un telescopio por J. Horrocks. NOTA SOBRE LA EDICION parimecros. Las lo impiden obviamente refle- yen consecuencia, en cada ofeecerd la que a la luz de las investigaciones més recientes parezca disponer de un mejor aval, CoPERMICO, N. : * Commeiitario lug - : a 0 & Tew 1 Abang ehtrab, ree Observo que nuestros predecesores recurrieron aun elevado niimero de esferas celestes ' a fin, sobre todo, de poder explicar et movimiento aparente de los plane- tas respetando el principio de uniformidad. En verdad parecia completamente absurdo que un cuerpo celeste no se moviera uniformeménte a lo largo de un circulo perfecto. Pero se dieron cuenta de que mediante dis- intas composiciones y combinaciones de mov’ uniformes podian lograr que un cuerpo pareciera mo- verse hacia cualquier lugar del espacio. Calipo y Eudoxo, que trataron de fesolver el pro- biema por medio de circulos concéntricos, no fueron sin embargo capaces de dar cuenta por este procedi- mient6 de todos los movimientos planetarios. No sélo tenfan que explicar las revoluciones aparentes de los planetas, sino también el hecho de que tales cuerpos tan pronto nos parezcan ascender en los cielos como descender, feaémeno éste incompatible con el sistema de circulos concéntricos. Ese es el motivo de que pare- ciera mejor emplear excéntricas y epiciclos, prefe- 25 us ole ol ro nucaity ala Heed. , 1983, Ex A Blas 26 Nicolés Copéraico rencia que casi codos los sabios acabaron secundando. Las teorias planetarias propuestas por Prolomeo y casi todos los demas astrénomos, aunque guardaban un perfecto acuerdo con los datos numéricos, parecian comportar una dificultad no menor. Bfectivamente, ta- les teorfas sélo resultaban satisfactorias al precio de tener asimismo que imaginar ciertos ecuantes, en raz6n de los cuales el planeta parece moverse con una veloci- dad siempre uniforme, pero no con respecto a su defe- rente ni tampoco con respecto a su propio centro. Por ese motivo,-una teoria de estas caracteristicas no pare- cia ni suficientemente elaborada ai tan siquiera sufi cientemente acorde con la raz6n. Habiendo reparado en todos estos defectos, me pre- guntaba a menudo si seria posible hallar un sistema de Circulos mas racional, mediante el cual se pudiese dar cuenta de toda irregularidad aparente sin tener para ello que postular movimiento alguno distinto del uni- forme alrededor de los centros correspondientes, tal y como el principio del movimiento perfecto exige. Tras abordar este problema tan extraordinariamente dificil y casi insoluble, por fin se me ocurrié cémo se podria resolver por recurso a construccionés mucho mas sen- cillas y adecuadas que las tradicionalmente utilizadas, a condiciéa tnicamente de que se me concedan algunos postulados. Estos postulados, denominados axiomas, son los siguientes. PRIMER POSTULADO No existe un centro tinico de todos los circulos o esferas celestes. SEGUNDO POSTULADO El centro de Ja Tierra no es el centro del mundo, sino tan s6lo el centro de gravedad y el centro de la esfera lunar. Hipéresis acerca de los movi TERCER POSTULADO Todas las esferas giran en torno al Sol, que se en- cuentra en medio de codas ellas, razén por la cual el centro del mundo est situado en las proximidades del Sol ?. CUARTO POSTULADO La razén entre la distancia del Sol a la Tierra y la distancia ala que est sicuada la esfera de las estrellas fijas es mucho menor que la raz6n entre el radio de la Tierra y la distancia que separa a nuestro planeta del Sol, hasta el punto de que esta iiltima resulta impercep- tible en comparacién con la altura del firmamento *. QUINTO POSTULADO Cualquier movimiento que parezca acontecer en la esfera de las estrellas fijas no se debe en realidad a ningtin movimiento de ésta, sino mas bien al movi- miento de la Tierra. Asi, pues, la Tierra —junto a los elementos circundantes— lleva a cabo diariamente una revolucién completa alrededor de sus polos fijos, mientras que la esfera de las estrellas y ultimo cielo permanece inmévil. SEXTO POSTULADO Los movimientos de que aparentemente esti dotado el Sol no se deben en realidad a él, sino al movimiento de la Tierra y de nuestca propia esfera, con la cual giramos en rorno al Sol exactamente igual que los de- mas planetas, La Tierra tiene, pues, mas de urr movi- miento Nicolis Copéenieo SEPTIMO POSTULADO Los tnovimientos aparentemente retrogrados y direc- tos de los planetas no se deben en realidad a su propio ‘eno, sino al de la Tierra. Por consiguiente, éste Por si solo basta para explicar muchas de las aparentes irreguleridades que en el cielo se observan. Una vez establecidos estos postulados, voy a tratar de mostrar brevemente cémo puede presecvarse siste- maticamente la uniformidad de los movimientos. Me ha parecido que, en beneficio de la brevedad, conven- dria prescindir aqui de las demostraciones matematicas, que reservo para una obra mas amplia. No obstante, en el curso de la explicacién de los circulos se darn las loagicudes de los radios de las esferas y, gracias a el cualquiera minimamente versado en matematicas podré advertir con facilidad cuan estrecha és la correspon- dencia entre esta disposicién de citculos y los datos numéricos y las observaciones. No se crea, pues, que —como los pitagéricos— he afirmado a la ligera el movimiento de la Tierra: en mi exposicién acerca de los cfeculos podra hallarse un ar- gumento de peso en su favor. De hecho, los argumen- tos a los que recurren los fildsofos naturales para de- mostrar la inmovilidad de la Tierra se basan por io comiin en las apariencias: son estos argumentos los primeros en derrumbarse aqui, puesto que la propia inmovilidad de la Tierra se interpreta como una apa- riencia. EL ORDEN DE LAS ESFERAS Las esferas celestes se inscriben unas dentro de otras segtin el orden siguiente‘. La superior es la esfera in- movil de las estrellas fijas, que contiene a todas las demas cosas y les da ua lugar 5. Inmediatamente des- pués se encuentra la esfera de Sarurno, seguida por la de Japiter y, a continuacién, por la de Marte. Debajo de ésta se halla la esfera en la que nosotros giramos, a Hipstesis acerca de los movimientos celesees 29 la cual siguen la esfera de Venus y, finalmente, la de Mercurio. La esfera lunar, por stt parte, gira en torno al centro de la Tierra y es arrastrada con ella a la manera de un epiciclo. [déntico orden guardan asimismo las velocidades de revolucién de las esferas, seg mayores 0 menores los circulos que trazan. A‘ riodo de revolucién de Saturno es de treinta afios, de doce el de Jupiter, dos el de Marte, un aio el de la Tierra, nueve meses el de Venus y tres el de Mercurio. LOS MOVIMIENTOS APARENTES DEL SOL gira ant Sol §, siguiéndo el orden de los signos? y di circulo, Asi, pues, de este radio es inapi el responsable de iento de la Tie- xima desigu: centro del fad alcanzada. La linea que va del Sel al an circulo esti invariablemente dirigid de los Gemelos. Por lo tanto, el Sol se encon- ‘a su distancia maxima con respecto a la Tierra gfando ésta se halle en el lugar opuesto a dicho punto el centro del circulo esté entre ambos cuerpos. ¥ no NICOLAS COPERNICO SOBRE LAS REVOLUCIONES (De los orbes celestes) Ey: Kou, th, S 2 Po lewolacin. Co peustwa . Aue), Bawlrg_ (QF- xg, Coleccién Clasicos del Pensamiento fundada por Antonio Truyol y Serra Director: Eloy Gareia Nicolas Copérnico Sobre las revoluciones (de los orbes celestes) Estudio preliminar, traduccién y notas de CARLOS MINGUEZ PEREZ, te} 05 AL LECTOR SOBRE LAS HIPOTESIS DE ESTA OBRA? Divulgada ya la fama acerca de la novedad de las hipétesis de esta obra, que considera que la tierra se mueve y que el Sol estd inmévil en el centro del univer- ‘ofacio debido a Andreas Osiander, a quien Rheticus enco- ico e instrumental del contenido del De Re parecer de Rheticus, Copérnico y sus proximos, para quienes representa un reflejo de la realidad. Historiadores de la ciencia (A. J. DUKSTERHUIS, entre otros) han subrayado el IL.2, 193623; Diels 291.21-292.31). Aparece en los comentario mismo Tomas de Aquino a Ios libros de Arist6teles sobre el elmundo I, leccién 17 (Opera Omnia, 1. (5) 6 NICOLAS COPERNICO So, no me extrafia que algunos eruditos se hayan ofen- dido vehementemente y consideren que no se deben modificar las disciplinas liberales constituidas correc tamente ya hace tiempo. Pero si quieren ponderar la cuestién con exactitud, encontraran que el autor de esta obra no ha cometido nada por lo que merezca ser re- prendido. Pues es propio del astrénomo calcular la his- toria de los movimientos celestes con una labor diligen- te y diestra. Y ademés concebir y configurar las causas de estos movimientos, 0 sus hipétesis, cuando por me- dio de ningiin proceso racional puede averiguar las ver- daderas causas de ellos. Y con tales supuestos pueden calcularse correctamente dichos movimientos a partir de los principios de la geometria, tanto mirando hacia el futuro como hacia el pasado. Ambas cosas ha esta- blecido el autor de modo muy notable. ¥ no es necesa- rio que estas hipétesis sean verdaderas, ni siquiera que sean verosimiles, sino que basta con que muestren un cdlculo coincidente con las observaciones, a no ser que jguien sea tan ignorante de la geometria o de la dptica que tenga por verosimil el epiciclo de Venus, 0 crea que esa es la causa por la que precede unas veces al Sol y otras le sigue en cuarenta grados o més. ;Quién no ad- vierte, supuesto esto, que necesariamente se sigue que el didmetro de la estrella en el perigeo es mas de cuatro veces mayor, y su cuerpo més de dieciséis veces mayor de lo que aparece en el apogeo, a lo que, sin embargo, se opone la experiencia de cualquier época?* También 5E, Rosen, en el comentario (p. 336) a la traduecién inglesa det De Rev, (1978) clatitica esta critica al sistema de Ptolomeo. Para ste, la elongacién de Venus desde el Sol se explicaba haciendo que el planeta gire alrededor de la circunferencia de un epiciclo cuyo SOBRE LAS REVOLUCIONES 7 en esta disciplina hay cosas no menos absurdas y que en este momento no es necesario examinar. Est sufi- cientemente claro que este arte no conoce completa y absolutamente las causas de los movimientos aparentes desiguales. Y si al suponer algunas, y ciertamente pien- sa muchisimas, en modo alguno suponga que puede persuadir a alguien [en que son verdad], sino tan solo establecer correctamente el célculo. Pero ofreciéndose varias hipétesis sobre uno sélo y el mismo movimien- to (como la excentricidad y el epiciclo en el caso del movimiento del Sol‘) el astrénomo tomaré aquélla mucho mas facil de comprender. Quizés el filésofo busque mas la verosimilitud: pero ninguno de los dos comprenderé o transmitiré nada cierto, ano ser que le haya sido revelado por la divinidad. Por lo tanto, per- mitamos que también estas nuevas hipétesis se den a conocer entre las antiguas, no como mas verosimiles, ‘centro se desplaza con el movimiento medio del Sol. En consecuen- cia el radio del epicielo de Venus alcanza una longitud suficiente como para producir una elongacién maxima del planeta desde el Sol de mas de 40°, es decir 45°, En el tridngulo isésceles resultante, sise hace el radio del epiciclo de Venus = I, entonces Ia distancia desde el perigeo del planeta a la Tierra en el centro del universo ptolemaico seria de = 14 y su distancia del apogeo = 2 %4, «mis de Cuatro veces» mayor. De aqui que, el diémetro aparente de Venus, si Prolomeo estuviera en lo cierto, apareceria mas de cuatro veces ma- yor en el perigeo que en el apogeo, y el cuerpo del planeta mas de ‘ieciséis veces mayor. Tal variaci6n nunca so ha manifestado en el brillo de Venus, como Osiander correctamente sefiala. Sin embargo, ‘como indica E. Rosen, la objecién @ la enorme dimensién del epici- ‘de Venuls en el sistema ptolemaico se basa, no en la variacién det sino en el principio de plenitud, segtin el cual todo el univer- leno y no puede intercalarse vacio alguno (De Rev, 1, 10). i, la *Ptolomeo en el Almagesto (IIL, 3) presenta ambas hipét del epiciclo y la de Ia excénttica, 28 wicoLds copERNICO anual del Sol, dice: hasta ahora, el movimiento de los astros ha vencido la pericia de los matemiticos. En efecto, tomando como ejemplo el afio, han sido eviden- temente tan diversas las opiniones, que incluso muchos han desesperado de poder encontrar un calcul seguro sobre él. Asi, favoreciéndome Dios, sin el que nada po- demos, voy a intentar investigar con més amplitud so- bre estas cosas respecto a las otras estrellas, poseyendo mas datos para apoyar nuestra doctrina, a causa del ma- yor intervalo de tiempo entre nosotros y los autores de este arte que nos precedieron, con cuyos hallazgos ten- dremos que comparar los nuevos descubiertos por no- sotros. Confieso que voy a exponer muchas cosas de diferente manera que mis predecesores, aunque convie- ne apoyarse en ellos, puesto que por primera vez abrie- ron la puerta en esta investigacién. CAPITULOT EL MUNDO ES ESFERICO (18) En primer lugar, hemos de sefialar que el mun- do es esférico, sea porque es la forma més perfecta de todas, sin comparacién alguna, totalmente indivisa, sea porque es la mas capaz de todas las figuras, la que mas conviene para comprender todas las cosas y conservar- las, sea también porque las demds partes separadas del mundo (me refiero al Sol, a la Luna y a las estrellas) aparecen con tal forma, sea porque con esta forma to- aspecto de la Luna —ya que resplandece en toda su integridad—, 0 bien por aplicérsele un titulo derivado de Ipiter». SOBRE LAS REVOLUCIONES 29 das las cosas tienden a perfeccionarse, como aparece en las gotas de agua y en los demas cuerpos liquidos, ya que tienden a limitarse por si mismos. Por esto, nadie ponga en duda la atribucién de tal forma a los cuerpos divinos". CAPITULO I La TIERRA TAMBIEN ES ESFERICA (27) También la tierra es esférica, puesto que por ‘cualquier parte se apoya en su centro. Sin embargo, la esfericidad no aparece inmediatamente como perfecta por la gran elevacién de los montes y el descenso de los TEI Universo es esférico y, por lo tanto, finito. Copémico argumentos «aristotélicos», difundidos en general, so- bre todo por los estoicas, y que constituyen los axiomas bésicos de le Fisica antigua. Los argumentos tienen un caricter muy di- fuso, pero recogen bisicamente el contenido del tratado Sobre el Cielo, Il, 4, de Aristételes. Entre ellos, el que con Arquimedes se convertiré én un principio fundament hay se enunciaria, mas o menos, com: do a mantener una forma en Ia que se pierda una de energia, Aunque, como hemos dicho, Copérnico se adhiere a 1o ‘que podriamos denominar flmdamentos fisicos de la Astronomia antigua, sin embargo tinicamente cita aquellos argumentos amplios que avalan su postura, iando otros, y en tode caso sin profun- dizar en ninguno de ellos. En esta linea sigue el espiritu y Ia letra {de Ptolomeo, quien en el Almagesto, 1,3, describe también de pa- sada los principios fisicos de su teoria. Ellos, Copémico y Prol ‘eo, son fundamentalmente matemticos, no fisicos. Tampoco re nada que ver esta tendencia a autolimitarse con un antecedé de Ia fuerza de atraccién de Newton, sino que constituye una ten- dencia a la perfeccién. 9 30 cords CoPERNICO valles, a pesar de lo cual modifican muy poco la redon- dez total de Ja tierra. Esto se clarifica de la siguiente manera: marchando hacia el norte, desde cualquier par- te, el vértice de la revolucién diurna se eleva poco a poco, descendiendo el otro [polo] por el contrario otro tanto, y muchas estrellas alrededor del septentrién pa- recen no ponerse y algunas hacia el punto austral ya no parecen salir més. Asi, en Italia no se ve Canope, visi- ble desde Egipto. Y en Italia se ve la tiltima estrella de Fluvius", que no conoce nuestra regién de clima mas frio. Por el contrario, para los que marchan hacia el sur se elevan aquéllas, mientras que descienden las que para nosotros estan elevadas. Ademis, las inclinaciones de los polos en relacién a espacios medidos de la tierra estén en cualquier parte en la misma proporcién, lo que en ninguna otra figura sucede, tinicamente en la esféri- ca. De donde es evidente que la tierra también est in- cluida entre vértices y, por lo tanto, es esférica. Hay que afiadir también, que los habitantes de oriente no perci- ben los eclipses vespertinos del Sol y de la Luna, ni los que habitan hacia el ocaso los matutinos; con respecto a los eclipses medios, aquéllos los ven mis tarde y és- tos més pronto. También se deduce porque las aguas surcadas por los navegantes tienen esta misma figura: puesto que quienes no distinguen la tierra desde la nave, la contemplan desde la parte mas alta del méstil; desde la tierra, a los que permanecen en la orilla, les parece que desciende poco a poco al avanzar la nave, hasta que finalmente se oculta, como poniéndose. Consta tam- Con este nom a la constelacién del Eridano, re se denomina en el catélogo de Ptolomeo -misferio austral Eridano, se refiere a o de SOBRE LAS REVOLUCIONES 31 bién que las aguas, fluidas por naturaleza, se dirigen siempre hacia abajo, lo mismo que la tierra, y no se ele- van desde el litoral hacia posiciones anteriores, mas de Jo que su convexidad permite. Por lo cual es aceptado que la tierra es mas alta, tanto cuanto emerge: sobre el océano", CAPITULO UL DE COMO LA TIERRA JUNTO CON EL AGUA FORMAN UN GLOBO (14) Asipues, el océano que rodea a esta [Ia tierra]"* extendiendo sus mares por todas partes, lena sus abis- ‘mos mas profundos. Por tanto convenia que hubiera me- nos agua que tierra, para que el agua no absorbiera toda la tierra (dirigiéndose ambas por su gravedad hacia el 8 ‘argumentos de este capitulo son de gran sencillez y efi- an piaeig te ee a nS es coon ran ne ana Sia an ky om done Ta re ee ica tae leat samen nos ede Fo en ee etna any es ad pe Ce eee a re eal oe tice at Poco 36 icoLds copeRNIco CAPITULO II EL MOVIMIENTO DE LOS CUERPOS CELESTES ___ES REGULAR Y CIRCULAR, PERPETUO © COMPUESTO POR MOVIMIENTOS CIRCULARES*! (25) Después de esto, recordaremos que el movi- miento de los cuerpos celestes es circular. Pues la mo vilidad de la esfera es girar en un circulo, expresando mediante el mismo acto su forma, en un cuerpo simpli- cisimo, donde no se puede encontrar ni principio ni fin, hho, el axioma antiguas. El principio cono- i platonico» es claramente formula- Libros de Caelo commentarit, en principio que los cuerpos eelestes iforme y constantemen- los matemiticos este problema: perfectamente regulares hipétesis con el fin de poder salvar las astros crrantes?» Aristoteles retoma Almagesto, Il, 3, contoperatves ita athccagina ames srieneae et wn cen eae pp ot sac emer ree Cee Seatac cnet he evita cna parte de especulatva de Aristteles, se adhere (aso )) a la Astronomia matematica de Ptolomeo. (piiagerien SOBRE LAS REVOLUCIONES 37 ni distinguir uno de otro, mientras [la esfera] pasa hacia Jos mismos puntos volviendo hacia los mismos, Sin embargo, hay varios movimientos a causa de la multi- tud de 6rbitas”. La més conocida de todas es la revolu- cién diaria, a la que los griegos laman nykhthéméron™, esto es, un espacio de tiempo de un dia y una noche. Por eso, se piensa que todo el mundo se desliza desde clorto hacia el ocaso, excepto la tierra. Esta revolucién se entiende como la medida comiin de todos los movi- mientos, puesto que medimos el tiempo sobre todo por el mimero de dias. (34) Después vemos otras revoluciones como en :ntido contrario, esto es, del ocaso al orto, me refiero ala del Sol, la de la Luna y de las cinco estrellas erran- tes. Asi, el Sol nos proporciona el afio, la Luna los me- ses, ios periodos de tiempo mas divulgados; al igual, Jos otros cinco planetas realizan cada uno su propio ci- clo. Sin embargo, las diferencias son miltiples: prime- ro, porque no giran alrededor de los mismos polos a través de los que se desenvuelve aquel primer movi- miento, avanzando por la oblicuidad de la ecliptica; después, porque en su propio ciclo no parecen moverse con regularidad, Pues el Sol y la Luna a lo largo de su curso parecen unas veces lentos, otras veces més répi- dos. Pero percibimos también que las otras cinco estre- llas errantes retroceden a veces y después se detienen. Aehuss darcamente Aguras yeomeétricas, con las que pretend expli= ‘car de la manera mas senc aparentes. » ProLoMEo, Almagest 38 icons copéanico i os 7 x f ) Y mientras el Sol avanza constante y directa. meme Ea | aquellos andan errantes de di- jos, vagando unas veces hacia : acia el sur, otras Eecia el Las fe ello son llamados planetas™. Aas se también el que unas vece: ; big s se presentan mds cer- canos aI era ys llaman perigeos [que estén en su ¥e0], otras mas alejados eri y se les dice apoge estén en su apogeo}®. Y ree '. Y no menos conviene confe 2 confesar au los movimientos son circulares, o compuestos por muchos circulos, porque mantienen las irregularida- des seqtin una ley fia y con renovaciones constants: lo que no podria suceder sino fueran circulars, Pues el sireulo es el nico que puede volver a recorrer el jo. Como, por ejemplo, el S : . el Sol, con su movimiento compuesto de citeulos, nos trae dé nuevo, ez y otra, la irregularidad de i 3 7 al ie los dias y las noche: ae cuatro estaciones del afio, en lo cual se pecs varios movimientos: puesto que no puede suceder ae Propiamente dicha esta constituida por el problema de 5 inetas, o estrellas errantes. Tan lejos como s¢ aerate planet ner ar ot ae ne ‘opérnico. La contr: cién existente entre axion : le la regularidad y los dispares movimientos d Palas ‘then nlc CN Slits aaah slate tele GR tn copier Nore SOBRE LAS REVOLUCIONES 39 que un cuerpo celeste®*simple se mueva desigualmen- ten una sola érbita. Pues esto podria acontecer, © por Ia inconstancia de la fuerza motriz, bien por una causa exterior o por su propia naturaleza, o por las modifi- caciones del cuerpo que gira. Pero como repugnan a la fnteligencia una y otras, y es indigno ponsar que tal cosa se produzca en los cuerpos que estiin constitui- dos por una ordenacién dptima, es consecuente admi- tir que sus movimientos regulares nos aparecen como inregulares, bien por los diferentes polos de sus cfrcu- tos, o también porque la tierra no esté en el centro de Ios circulos, a través de los cuales ellos se mueven, ¥ para nosotros que contemplamos desde la tierra el Teinsito de estos astros, nos sucede que, por sus itre- gulares distancias, nos parecen los més cereanos max Jores que los que estin mas alejados (segtin ha sido ‘rostrado en éptica); asi, en arcos iguales de una érbi- ta (al ser visto a una distancia diferente) apareceran movimientos desiguales en tiempos iguales. Por esta causa ante todo, juzgo necesario que con todo cuidado sefialemos, cudl sea el comportamiento de la tierra ‘con respecto al cielo, para que mientras queramos es- tadiar lo mas alto, no ignoremos lo que nos es mas La ineongruencia de la Fisica de Copémico se muestra en este contexio plenamente aristotélico. Como el «Estagirita», en De Cac? ey capftlos I, IIL y TV, dedicados al primer elemento o éter, det ‘Bie'estin eompuestos los cuerpos celestes simples, se seiala aan 406 Jos euerpos han de tener un movimiento simple, y Tos euerpos Sefrectos un movimiento perfecto, esto cs, el circular. Un movi: eereto irregular seria el resultante de Ios movimientos de las partes ples que componen dicho cuerpo, o bien seria el producto de ia sincia, Nada de esto acontece con las estrellas, La incongruen- ‘olentiew en haber colocado a la Tierra en movimiento, como bien vieron sus coetineos. 40 NicoLds copERNIcO SOBRE LAS REVOLUCIONES 41 préximo, y por el mismo error atribuyamos a los cuer- pos celestes lo que es propio de la tierra. nuestra visién. En consecnencia, si se le atribuye algtin aaeimiento a la tierra, el mismo aparecera igual en el Universo que le es exterior, pero como si pasaran por encima en sentido opuesto, tal es en primer lugar la re- enrueion diaria, Pues este movimiento parece arrastrar wrodo el mundo, excepto a la tierra y lo que esti a su sirededor ¥ si concedieras que el cielo no tiene nada que ver con este movimiento, ¥ que Ja tierra gira del aeece hacia el orto, si alguien con seriedad estudia cranto se refiere al orto y ocaso aparente del Sol, de la Thuna ¥ de las estrellas, encontrara que estas cosas suce- iden aac siendo el cielo el que contiene y abarca todo, tl lugar comiin de todas las cosas, no aparece claro in- fnediatamente, por qué no se atribuye el movimiento mes al contenido que al continente, a lo colocade mas que a lo que proporeiona la localizacién [locato quart Jroanti}*. Con razon eran de esta opinién los pitag6ri- cas Herdclides, Ecfanto y Niceto de Siracusa, segiin Cheerdn®, que suponfan a la tierra dando vueltas en el Centro del mundo. Opinaban que las estrellas se pontan corsa de la interposicién de la tierra y que salian al cesar de interponerse. CAPITULO V ACERCA DE SI EL MOVIMIENTO DE LA TIERRA, ES CIRCULAR Y DE SU POSICION fo 29), Be se demostré que también la tierra tiene 7 orma de globo. Pienso que se debe constatar, si el mo- vimiento es consecuencia de su forma y qué posicién ocupa en el Universo, sin estos datos no es posible ha- ae raz6n fija de los movimientos aparentes en el lo. Aunque entre los autores, una mayoria conviene cn gue la tierra descansa en medio del mundo, de ma- nera que juzgan inop inable y hasta ridiculo pensar lo ; sin embargo, si lo consideramos c atencién, esta cuestién no ay A cease , parecer ya como resuelt Silene despreciable. Pues todo cambio pS sim Ia posicign que aparece, o 6s por el movimiento de es a x del gue mira, 0 aetna por un cam- y otro”. Pues no se percibe miento entre movimientos iguales f fiero a ni entre si, me refi! aoe visto y el que ve. Y es desde la tierra, partir de nde se contempla el ciclo celeste y se representa ante GPT cielo constituye el limite de lo existente, formado por la siellas Bias, segiin el universe finito presentado por 9: «es claro que'no hay ni lugar, Jempo fuera de) cielo. En todo lugar puede existt vn Bisson El vacio es, segin la expresion vulgar, el lugar Gonds vipero donde pueden estar. El tiempo es el mimero det Ti evidete que Copémio no formu eno n formule principio de la vad dl movin eno, Yon ne pi el enact ivaments tn prcipioe dpc, len conscdos apr or luego eo claro que no hay tampoco ni lugar, wacioy ni espe fuera de éb». aSréase dedicatoria a Pablo Il. CicERON, Academica Priora, 1, § 123, tacién no abio tiene un valor Opico, pues s part ahereesablacers clrcal mormicmode Tier, 42. MIcoLs copéRNIcO (9) Supuesto esto, sigue también otra duda, y no menor, sobre la posicién de la tierra, aunque ahora se acepta y se cree por casi todos que la tierra esté en el centro del mundo. Puesto que, si alguien negase que la tierra conserva el medio o centro del mundo, y no admitiese tampoco que la distancia [entre la tierra y el centro del mundo] fuera tan grande como para ser comparable [a la distancia] con la esfera de las estre- las fijas, aunque si sea importante y se pone de ma- nifiesto en relacién a las érbitas del Sol y de los demas astros [planetas], y por ello estime que el movimiento de éstos aparece diversificado, como si fueran regu- lados por otro centro distinto al de la tierra, quiz pu- diera aportar una razén no inadecuada sobre el movi- miento de apariencia irregular. Pues el que los astros errantes se perciban unas veces més cercanos a la tie- ra, y los mismos otras veces mds alejados, necesaria- mente prueba que el centro de la tierra no es centro de aquellos circulos. Lo que consta es si la tierra se acerca 0 se aleja de ellos o ellos de la tierra, y no seria asom- broso, si alguien opinase que ademas de aquella revo- lucién diaria existe algin otro movimiento de la tierra. 'Y se cuenta que Filolao el Pitagérico, matematico vulgar, hasta el punto de que para verle Platén no dudé en ditigirse a Italia®', segin transmiten los que escri- bieron la vida de Platén, opiné que la tierra giraba, e incluso que se movia con vanos movimientos, y que era uno mds entre los astros. La distancia entre la Tierra y el centro del mundo es insigni- ficante (no tiene valor) con respecto a la distancia de las estrellas, ‘jas. Diogenes Larenio, VII, 84. SOBRE LAS REVOLUCIONES 43 (24) Pero muchos pensaron que podta demostrer se con eélculo geométrico que la tierra esta en meet el mundo, y que es como un punto central con respee toa la inmensidad del cielo, y que por esta causa es mévil, de modo que al moverse el universo ¢] cent permanece sin movimiento, y lo que esté prow centro se mueve muy lentamente™. CAPITULO VI CIELO DE LA INMENSIDAD DEL CIE . CON RESPECTO A LA MAGNITUD DE LA TIERRA (30) Fl hecho de que esta tan gran masa e ees ra no sea comparable con 1a magnitud del cielo, pisses tentenderse por 1o siguiente: porque los circulos Thm tantes [horizonte] (Pues, ast se ee tos drizont a 2 en dos esfers > 1s eee coder la magnitod de la terra comparada com el cielo, o su distancia desde el centro del mundo, importante. rae ry Greg que corta 1 esfera en cos pasa por el contro de la esfera y es el maximo de los eircunseriOy” bles. Asi pues, el horizonte sea el circulo ABCD, y Se8 Ia tierra, donde esté muestro punto de vista y #! Pent? del horizonte, desde el cual se separan las festrelas] vi sibles de las no visibles. Por medio de una diop Se trata de una argumen- Tin Almansa 56 Soi de ae TE taciéa fisica y no puramente geométrica, punto. 50 wicoxés copERnico guna fi gm eee estables. Pero tampoco las cosas lirigirfan en linea rec s ue cai cta al lugar Ba is, ni en la perpendicular, desplaza es to fl posi én] por tanta rapidez. ¥ también verlames es y cualquier otra c ‘olaire gue las cosa pendiente e ipre eran arrastradas hacia el ocaso Tocetdente] CAPITULO VII SOLUCION DE DICHAS RAZONES Y SU INSUFICIENCIA la iG a Ld ea ¥:por razones semejantes dicen que ree el medio del mund iy sobre Poe up ope » diria que tal movimiento es ee Taio deta dd Media se puede rear cas, sein las cuales la Tierra tenia alg po movimiento, La tr me La tradicion puede remontarse a al; ites, como Calcidius, Martianus Cz y Mactobie, eae toma ot como centro secanari dl planes Tuan Eacoto Ergon, siglo (tuk teadicion, Pero fie on el siglo sv, one los aiversvce fe ine in Be fc Silo is lov waver la. jan Buridan (hacia 1316-1390), Nicolés 88), Alberto (oscia 1300-1385), alberto de Sao Greene (mverto en 1382), ene Po de ruptura, que como tal Cn P’Dune, Unprécurseur fre este aspecto dela historia La dha Cele no puede probarse cera la Tie = = en sbarse el reposo de “TTA; faTic a 5 por todas parte Arts enseha que el eposo es mis nue movimiento; por es0 Dios, primer motor es inmouil er In SOBRE LAS REVOLUCIONES 53 lento. ¥ lo que acontece de acuerdo con Ja natu- sultados opuestos alo que acontece de ‘a’, Pues es necesario que se sobre las que actiia la fuerza y no viol saleza produce re acuerdo con la violencii destruyan aquellas cosas tamente y se conserva en su composicién Optima. Lue fo, en vano teme Ptolomeo que la tierra y todo 10 te oe sere ce disperse a causa de tna revolucién realizads por la eficacia de la naturaleza, que esta bien lejos dela Met arte o de Jo que puede conseguirse mediante el in- genio humano. (17) Pero gpor mayor raz6n del mundo, cuyo to mas veloz cuanto es mayor el cielo se ba hecho el cielo tan inmenso, porque un m *. de incfable vehemencia lo alcja del centro, y de no teria si estuviera quieto? Con seguridad, si este se onamiento tuviera razon de ser, la magaitud del © To también se dirigirfa hacia lo infinito. Pues un movi- tiento cuanto més es Ilevado hacia Jo alto por su impe- fu. tanto ms veloz sera a causa de la siempre creciente ean erencia, que necesariamente ha de recorrer en el gné no sospecha eso mismo, con ‘movimiento debe ser tan- que la tierra? 0 jovimien- Gea Mayor, Silos cielos girasen, el carro iria delante de Jos bucys seas onable que todos los movimientos se drijan en e! 1st cae Tio que solo puede tener lugar si la Tierra gira de oceiden arcie como los planetas; la naturaleza no trabaja en Vane 281 So ‘invisible. Puede verse un resumen eR ‘Ciencia. De San Agustin a Gali id, 1974, vol. II, Aungue no es probabl fen francés, sin 52 _micoids CoPERNICO Jo realmente admir: rable es que algo pued: i or nada, Pero si el cielo fuera infinite y no s6lo fine 0 en su concavidad interior, quizés con mis heen se confirmaria que fuera del ciclo no hav nada que cualquier cosa estaria en s fuerte para is ue el mundo es nito, nar soa gett, Seems a Ta discusin de los fisiél ‘fos de la naturaleza] si el mundo es finito 0 ° ee apoya su razonamiento en las consecuenc bess au ga, ya conocidas por los presocriiti eee or ANSTOTSLES, De Caf, 13 Sin embargo, Copérico istintanaturaieza entre cl mud cublunar cl supe naturalezas perfectas el realizar unos movimientos desconacidk ‘onocidos y ajenos a Tos que en la super ajenos a os que en I superficie de la Tierra tm ito no puede moverse: De Caelo, I Austomes, De Cae ‘acto, ni tiempo fuera del ‘Copérnico disting alizan. Para Avis. yIL7; Phosien, infinito, teniendo nosotros como se} ‘sté limitada por sus polos ficie esférica, Luet se ignoran y ‘més bien sobre | -r4Salimos del puerto y — delas aguas, todo lo que esta SOBRE LAS REVOLUCIONES 53 .guro esto: la tierra y terminada por una super- 'g0, pot qué dudamos atin en conce- lorie una movilidad por naturaleza congruente con su ‘on vez. de deslizarse todo el mundo, cuyos limites ‘no se pueden conocer, y no mantenemos 16 Ta revolucién diaria que es apariencia en 'y verdad en la tierra, y que estas cosas son como Joque dijera el Eneas de Virgilio, cuando afirma: las tierras y las ciudades re~ troceden.» puesto que al flotar una nave sobre ta tranguilidad fuera de ellos es conside- rado por los navegantes moviéndose, de acuerdo con la imagen de su movimiento, y al mismo tiempo juzgan gue eatin quietos, con todo lo que esté con ellos. Asi, gic concerniente al movimiento de la tierra, puede es- fimarse que todo el mundo da vueltas. (8) Por consiguiente, zque podriamos decir de las snubes y de todas las demas cosas que flotan en el aire, bajan, se detienen, o suben de nuevo a las alturas, si no es que la tierra, con el elemento acuoso unido a ella, se mmueve de esta forma, y también que una parte no pe- {queha de aire y todo Io que tiene del mismo modo rela- aien con la tierra, sea porque el aire proximo a la tierra, [aa wparaci6a no implica que el autor conciba su hipétesis come {unk construceion racional, La carta-prefacio al Papa Pablo, £o- tugares, muestra su convicci6n sobre la realidad de la tipo {re otro tein dala, al construir una imagen del universo diferente a 1a ike adisicos», y fundada con suficiencia matemética, aguciza la ‘Al mismo tiempo el orden mate- i jencia natural antigua. erica cobrara pujanza en cuanto «idioma» de la realidad. “#VimatLio, Eneida, Wil, verso 72. SOBRE LAS REVOLUCIONES 55 54 sicords copERvico yore todo de tie- su propio peso, siendo so ce gowe ue las partes conserven a mista Ti galeza que el todo. Y 00 s¢ Present ninguna ote .e por una fuerza Fate tran Pues tambien este fbeg0 terest = pastes sobre todo de una materia verre, y defines ‘ra manera que como humo ardiente. no iad del fuego extenderse a todo lo que mezclado con materia acuosa o térrea, sigue la mista naturaleza que la tierra, o sea porque el movimiento aire es adquirido, que participa en la pe cidn y sin resistencia a causa de la cont tierra? Por el contrario, con una admira cen que la regién superior del aire sigue el movimiento celeste, lo que revelan aquellas estrellas repentinas, me refiero a los cometas®, también llamadas pogonias [pe- Iudas] por los griegos, para cuya generacién designan tal lugar; las cuales también, como los otros astros, cen y se ponen. Nosotros podemos decir que, por gran distancia desde la tierra, esa parte del aire esté pr vada de aquel movimiento terrestre, Por eso apareceri tranquilo el aire que esta préximo a la tierra, y también Jo que esta suspendido en él, a no ser que, como puede suceder, sean agitados por el viento o cualquier otro impetu. ;Pues es el viento en el aire otra cosa distinta que las olas en el mar? (22) Pero tenemos que confesar que el movimie: to de lo que cae y de lo que se eleva es doble, en com. paracién con el del mundo, y compuesto de un movi miento recto y uno circular“. Y en cuanto a las cosas propie frcel, complete su obra. También el tnovimiento se extiende desde el centro hasta 1a ¢¥eun~ Fuencia, De abt que, si alguna de las partes terre vliera, seria Ilevada del centro a lo alto. mG) Jo que dicen de que un mo- de un cuerpo simple, se veri- i i le per- jrcular, si el cuerpo simp! -e en su lugar natural y en Sten eae : posits ‘el movimiento no es otro gue el circ gue a osicarmece totalmente en si, semejante a lo que es : i 7 1080. ee ‘el movimiento rectilineo sobrevie- reposo. . fica en primer lugar del ci “En la Edad Media, siguiendo a Aristételes (Sobre los Meteo- ros, I, 7) ¥ a Plinio (Naturalis historia, se mantiene que los smésfera. En consecuencia, en cuanto sublunares, fisicos, no son tratados en el De Revolu- i ovimiento recto no si sito. rete eno se mantienen correctamente Y nO Som perfectas conforme a la aturaleza, caer separan su unidad. Sot desu todo y abandonan tionibus. “La mecénica de Aristételes se rompe. Para éste (Sobre el Gielo, 1, 2) hay dos tipos de movimiento simple, el rectilineo y él nto recto y uno inmediatamente después, Copérnico «salvay feniéndose a los estrictos principios de la mis- ‘ma. El inico movimiento que responde a una naturaleza simple y ientoretilingo es un movimiento sate opal ciel FL movimiento re mento constant ee conclu oh cua ocupa Toga! mara cuanto et impetu afiadido cesa. 56 miconds coPéenco SOBRE LAS REVOLUCIONES 57 las estrellas errantes se aproximan o se alejan de la tie~ ra, entonees sera el movimiento de un solo cuerpo que se desarrolla alrededor del punto medio (ellos quieren que sea el centro de la tierra), desde el punto medio y también hacia el mismo. En consecuencia, conviene que el movimiento, que se realiza alrededor del punto mnedio, sea tomado como el mas general y suficiente, jento de cada uno se apoye sobre agitan arriba y abajo, y no tienen, excepto el circul ningin movimiento simple, uniforme y regular, pues pueden estar en equilibrio a causa de su ligereza o por impulso de su peso. Y todo lo que cae, teniendo al prin: cipio un movimiento lento, aumenta su velocidad al caer. Por el contrario, vemos que este fuego terreno (y. ‘no vemos ningun otro) impulsado hacia lo alto, inme- diatamente languidece, reconociendo como causa k violencia de la materia terrestre. El circular siempre gira regularmente, pues tiene una causa constante, sin em- bargo aquél [el rectilineo] deja de acelerarse; porque al conseguir su lugar dejan de ser pesados o ligeros y cesa aquel movimiento. Siendo, pues, el movimiento circular el del todo, en cambio el rectilineo el de las partes, demos comparar el movimiento circul 5150) A partir de todas estas cosas adviertes que es mis probable la movilidad de la tierra que 1a quietud, sobre todo con respecto a la revolucién diaria, mucho mas propia de la tierra. Y pienso que esto es suficiente ‘para la primera parte de la cuestion. CAPITULO IX ‘SI PUEDEN ATRIBUIRSE A LA TIERRA VARIOS MOVIMIENTOS Y ACERCA DEL CENTRO DEL MUNDO (11) A esto se afiade también que la condicién de inmovilidad se considera mas noble y divina®®que la de mutacién o inestabilidad, que convienen por ello mas a la tierra que al mundo, Afiado taml sf bastante absurdo adjudicar un movi te 0 localizante y no mas bien al contenido o localiza- do, que es la tierra. Finalmente, siendo manifiesto que (25) Enconsecuencia, como nada impide la m« lidad de la tierra, pienso que ahora hay que ver convienen varios movimientos, de modo que pueda ‘considerarse uno de los astros errantes™. Pues, que no aegis cms cme sa ip a Si Se FES sand ahgy eau EE a i #'La enfermedad es un accidente que sobreviene al ser vivo. De acuerdo con la Teologia de Aristételes, cuyo primer motor es inmévil. 58 Mconds copéRNico €s el centro de toda: s las revolucione: 7 odas I s lo m: arente movimiento jregular de las ervantes vad tancias variables la terra, que no pueden entender te un circulo homocéntrico sobre la tierra. L ; s ierra. I que la gravedad no es sino una cierta tendent fara insta en tas partes por Ia divina providenei iniverso, para conferirles la unidad e int gridad, junténdose en forma de globo*. Este modo de hacer deaTiera un era aso mds. Laide Fido rat ion 20 oem 7 nueva, pues habié or Mcole de Cons lo es todo el razonamiento mate nites ges a er Te a tematico que la acomy pe dea ampoco euadra con la cosmologia apstetlica, pes de la teoria de : cuatro elem homocéntrico tambie rentos y el adyacente nocéntrico también en el reparto ‘gcocentrism at loos de Newton, entre eee 2 hipottico de os element siempre oscura «tendencia nat cosas, por el mantenimiento de la lencia natural» y por iseribese on un sistem fulgoranies entre la permanezean en la Pe cuales, sin embargo, realizan sus circuitos de mu- ‘chos modos diferente: ‘vimientos, por ejemplo al SOBRE LAS REVOLUCIONES 59 Jon atribuible al Sol, la Luna y las demas s errantes, para que, por su eficacia, ‘redondez. con la que se presentan, no sila tierra realiza otros mo- Irededor del centro, seré nece- fario que éstos sean semejantes a los que aparecen ex feriommente en muchos [astros}, entre ellos encontramos fo anual, Puesto que si se cambiara [el movi- ide solar en terrestre, concedida la inmovilidad {el Sol, los ortos y los ocasos de los signos y de las es- (37) En consecuenci Goucepnal Gstinto, en el que Tos términos base son definidos com sfedeién, Se debe recordar que dorante algin tiempo $= 2°00 bien distinta de Ia ‘pases pone Galileo, pensamos que abre un oF '¢ determinard Ja correcta precisiGn dada se on siglon posteriores, Pero este orden concepmul dcbid APU" en los “is la nueva ciencia, que leyeron a Copémico y 10 gn Jos Pionno estandarte. Por mas que el propio Capérnico quede (hu alld de la ronovaci6n. La «gravitacion» - ie ufos en los medivates (Alberto de Sajonia) o en Nicolés ds ‘ceedentfo para los tiempos muevos (no para Jos actuales) Copérni= Ce Pere aun hito separador de épocas, por lo que su orden cone SSprual nfiuye, como hemes dicho, en la nueva etapa aan parte, tambien se debe tener en cuenta que Copérnico ta sido consderado como una mente extrafia, fuera de To comin, bs htade (Flammarion), mientras que Ia historiografia conterspo- rmiitie progresado mucho mis en el estudio de ta Historia de te rane ae Pesca, al margen de mitos, el Tugar que Te corresponde aN, Copéico se Papostlia sepresentada por este pirrafo aleja la concencion ‘de Copésticn de la newtoniana, pucs la «gravedad> pertences & wee optrds los asttos y no se entiende como atraccién universal nueva ciencia cuyas 60 NcoLds CoPERNICO trellas fijas, por los cuales se convierten en estrellas matutinas y vespertinas, aparecerian del mismo modo, y también las detenciones, ios retrocesos y avances de jas errantes, no pareceria como propio de ellas, sino como un movimiento de la tierra, el cambiar en virtud de sus apariencias. Finalmente, se pensar que el Sol ocupa el centro del mundo. Todo esto nos lo ensefia la raz6n del orden, segiin la cual se suceden unas cosas a otras, y la armonia de todo el mundo, si, como dicen, con los dos ojos contemplamos esta cuestién®. : CAPITULO X SOBRE EL ORDEN DE LAS ORBITAS CELESTES (8) Nadie duda, segiin observo, que el cielo de las estrellas fijas es lo mas alto de todo lo visible. Pero ve- mos que los antiguos filésofos querfan establecer el or- den de las estrellas errantes segiin la magnitud de sus revoluciones, aceptando como razén el que, a igual ve- locidad de los méviles, estén ms lejos los que parecen moverse mas despacio, segiin se demuestra en la Optica de Euclides. Por ello piensan, que la Luna da la vuelta en un espacio brevisimo de tiempo, puesto que se mue- ve préxima a la tierra en un cfrculo muy pequefio. En cambio, consideran a Saturno el mas alto, porque reco- FET orden, la simetia y la perfeccién constinyen un supues- to inalterable y representan unt hipdtesis mantenidey mls 6 me: nos explictament, To largo de lt Historia de la Ciencia, Pero Copémnicn face de ils un sxioma cena co cumplinicn to le justifica ante eventuales criticas. Por ello se ay te jst Por ello se Te insera dentro SOBRE LAS REVOLUCIONES 61 re el circuito més grande en el tiempo mayor. Por deba- jo de él esté Jupiter, después de éste, Marte. Sobre Ve- nus y Mercurio se encuentran varias opiniones, porque no se alejan del Sol de la misma manera que los otros. Por ello, unos los colocan por encima del Sol, como Ti- meo el de Platén®, otros por debajo de él, como Ptolo- meo"y gran parte de los mas modernos. Alpetragio™ coloca a Venus superior al Sol y a Mercurio inferior. (19) Asi pues, los seguidores de Platén (dado que todas los astros [planetas], cuerpos oscuros por otra parte, brillan con la luz recibida del Sol) consideran que si estuviesen por debajo del Sol, por la poca distan- cia desde éste, serian vistos faltandoles la mitad o parte de su redondez. Pues la luz recibida la reenvian hacia arriba, esto es hacia el Sol, tal como vemos en la Luna nueva 0 menguante. También dicen que a veces el Sol es interceptado por el paso de ellos y le faltaria la luz a tenor de su magnitud; como esto no sucede nunca, pien- san que de ningtin modo estan por debajo del Sol. (26) Por el contrario, quienes colocan por debajo del Sol a Venus y Mercurio, reivindican como razén la amplitud de espacio que aprecian entre el Sol y la Luna. Pues encontraron que la distancia maxima de la tierra a Ia Luna es de sesenta y cuatro y un sexto unidades, # Timeo, 384 © dmagesto, IX, 1 \Nurad-din al-Bitrugi, Alpetragius (siglo XID), contempori- noo de Averroes; su pensamiento, estrictamente aristotélico (defien- de las esferas homocéntricas segiin Eudoxo y Arist6teles), debié ‘conocerlo Copérnico a través de Peurbach y Regiomontano. Jas fases de Venus fueron descubiertas en 1610 por Galileo. Elpaso de Venus por la superficie del Sol fue observado por prime- ra vez en 1639 por medio de un telescopio por J. Horrocks, Coleccién dirigida por J. F. Yvars GALILEO Antologia Edicién de Victor Navarro EDICIONES PENINSULA Barcelona GALLEO ¢ DiALOGO SOBRE Los (OS MAXiMOS GiSTEMAS DEL_Myndd_PTOLEMAsLO_ y CoPER Mi€AnD (1632) SEGUNDA JO) EL MOVIMIENTO DIORNO DE LA TIERRA Las digresiones de ayer, que torcieron el recto hilo iscurso principal, fueron tantas y tales que no sé si wyuda podré volver a encontrar el camino para seguir is 1a imaginacién ems} desbordante, tanto de’ las cosas dichas como de las que Uuedah por decir, os encontréis algo confuso; pero yo, que Por Ser Ui Simple oyente solo retengo las cosas ofdas, podré acaso, recor- 1 quizé porque de ésta t ‘su menor I ’Bues esto yo no Io concl a de ninguna otra de las proposiciones discutidas; s6lo fencién de presentar, tanto en apoyo de una como de las razones y respuestas, dificultades y soluciones ta el presente, junto con algunas que ‘mucho pensar cn ello, dejando des- ‘que debja de hacer particula rcado, maxime no conociendo las ideas del presente. ivio de autoridad: et mundo sensible y ef mundo de papet Smupticto, Yo 0s confieso que toda ‘miando las cosas de ayer, y verdaderam: ‘muy bellas y consideraciones vigorosas; con todo, me siento més presionado por Ia autoridad de tantos grandes escritores y en noche he estado ru jentro novedades 2 jos que ahora os podria nombrar. 30, pata que no continde creyen: do el sefio iclo que es ‘95 ha provocado la risa. ‘Store, Con mucho gusto. Me encontraba un dia en casa de que que se estaba cuestién sobre la qt por todo el cuerpo, y que sélo un hilo sutil Tega al. coraz6s fg hacia un gent eripatético, por cuya presen J mostrado todo con especial cuidado, y le pregunté si estaba ya Convencido y seguro de gu: igen de los nervios es el cerebro $ no el corazon; a ello el fildsofo, después de considerarlo un respond texto de Aristoteles no estuviese ‘que los nervios nacen del cora- Son, seria necesario por {uerza reconocerio como verdadero» 'SaupLicio. Sefores, quiero que sepdis que esta disputa sobre el onigen de los nervios no es algo tan claro y decidido como qui- zs algunos crecn. ‘Snonzpo, No lo seré nunca, sin duda, con semejantes contra- dictores: pero esto que decis no disminuye nada In extravagancia temen arriesgarse a rar en algo el cielo de jente Jo que ven en el Ta naturaleza. (..0} ‘Stupricio. ero si se abandona a Aristételes, equién servird de en Ia filosofia? Noiibrad a algin autor. ‘Satviatt. Hay necesidad de escolta en los pafses desconocidos yy salvajes, pero en los lugares abiertos y lanos slo los ciegos mo} to “3 recsitan gula; y quien es tal, mejor que se quede en cas, pero ree mt) aa tentey cu in mente de ets se ha de se quien tongs les Fo gulero decir con exo que no se deba esc Shae a anette, antes ‘tlabo eter y estedarto ey sd reprocho rend ‘ds vergonzoso que, en 20 ‘adversario? Pero si queréis cor hhuar con esta manera de estudiar, renunciad al nombre de filésofo jadores o doctores de Ia m tun mundo de papel. Y como en Tierra de Jas tinieblas y se la exp Tos que Ilamamos cuerpos celestes no y postrada que no le quedara indo lo que tenga robable de pre fen cuanto a ede tener de vero- 'y argamentos para la cont Sagredo confesaré sus impresiones y hacia qué par "Soreno. Me parece muy bien, siempre que conserve la liber- tad de aportar cualquier cosa que el sentido comin me indique Hales, creo que pocas han sido dejadas de lado e sélo al Tas més sutiles y recés ry bara investigar éstas, cqué otra sutileza puede genio del seflar Sagredo, agudisimo Y pete coktoo, Describidme como quersis, sefior Sal ; pero yor tavorndejemonos de ceremonias porgue ahora toy Ms0!0 9 estoy fn la escuela y no en el concejo? 1. A Broo 44 Savin ‘pues, el principio de nuestras reflexiones el cory! Ts oetauier movimiento que se atribuya a la Tierra es Me para nosotros, como habitantes de ella y, €n conse: asdpes del mismo, permanezca totalmente imper Tonge que nos Tefiramos solamente a | gualmente necesario yente muy comin a todos 103 que ese movimien Gtros cuerpos y objet fen de él. De modi puede athibuir Bea, es considerar y observar si en Sc, os cone ie apariencia de movimiento que afecte Dor igs! ariemiento que solamente se encontrase, POF Tero horas, ¥ esto, en 10 que se refiere & cao eapcra apariencia, no repugna que pueda ser tanto 4c 10 $8 Prey de todo el resto del mundo, a excepcién de 1a Tier™, Tier que se verian las mismas apariencias en uno Y O10 Coes: puesto stue Arigtoteles y Ptolomeo, como todos los que atch auf due Maideracioa, al querer probar que Ia Tierra es N contra oro movimiento que contra este A iatoteles dice algunas cosas contra otro wor un sntiguo, del cual hablaremos en st lugar. aT auno, Estoy muy convencido del eardcter mecesario de J tonuno. Esiexstro argumento, pero me surge, una duda de marmey y esta es que, dado que Copérnico atrit msigiento, ademés del diurno, el cual, por la ‘geberia ser para nosotros, en cuanto tun movimiento del Dondencia o, verdaderamente, si In correspond ao ese equivecd Ptolomeo al no reprobar éste igual como bo el otro. 2 ei, Habéis dudado muy razonablemente: cuando 10s WiATE, iro movimiento verdis en cxdnto ha superade, Co” mos Croloiea en agudeza y perspicacia, puesto que él ha péenice que gave no vio, es decit, 1a admirable correspondencis Fie aval movimiento se refleja en todo el resto de Tos cuerpos us repro- cargada y estibada miento de Venecia a res que hay entre mercancias que estan en la de una caj Iidad de la 0 dejemos por ahora este punto y volvamos a la pri- jeracion, sobre la que propondré, comenzando por las ‘que apoyan la movi después al sesior Sim gar, si consid jerra, para escuch restre permanece firme. fad de efectos que pueden tener en Ia e tales movimientos se siguleran indife- sco yn de ta Dara este absurdo, de modo que me hagan mas que ésta, Pero acaso de ee fos encuentren ss ventajas, pueden yr mucho que he pensado en los fardos, cajas y otros bultos con que esti rave, y respecto a la misma nave, el mo este s6lo habré sido para él un mo 1 que Ia travesia de dos ada ha provocado conf fer todas sus afirmaciones. Cuando escribié que todo ‘se mueve se mueve sobre alguna cosa inmévil, debié haber “que todo lo que se mueve se mueve respecto de alguna cosa ‘proposicion que no ofrece ninguna dificultad, mientras ra presenta muchas. “snanioo, Por favor, no rompamos el hilo y continuad con el tema comenzado. Saviath, siendo, pues, manifiesto que el movimiento at raes de esos moviles entre si, puesto que entre tary solamente es operative en las relaciones que * Con otros que carecen de aquel movimi ‘cambia la disposicién; habiendo, ademés, nosotros verso eh dos partes, una de las cuiales es necesariamente mé- ja otra ‘que pueda depender de tal ‘del Universo que, permaneciendo fi fnueva todo el Universo con un solo m equién podra jeza, que, ademas, por comin consenso, no Inmenso de cuerpos Vastisimos y con w Jara conseguir Io que puede obtenerse con el movimiento medio- ere de uno solo en torno a su propio centro [..) Pero redoblemos Ja dificultad con ot ive ese gran movimiento al cielo, es necesari Thay que hacerlos girar er ‘2 occidente con ese rapidisimo jente, haciendo mover Ia Tierra ‘misma se Ta contrariedad entre los mo ‘movimiento de occidente a orlente se acomoda ice a todas completamente. (...] ica la inverosimilitud al desordenar desproporcid wrden que vemos con seguridad que existe entre Jos euya rotacion no es dudosa, sino ciertisima. Y el fen que, seguin que un orbe es mayor realiza su giro apacible y moderado, y por es decir, de orient i, exactorente 7 en tiempo mis largo y los menores en mis breve. Ast, Saturno, que describe un cireulo mayor que todos los otros planetas, 10 jipiter gira por el suyo menor en doce Ta Luna recorre el suyo, mi nh saber, en cuarenia y dos hor ‘a tercera en siete dias y mncordancia no se veré alterada mientras se haga 10; pero si se quiere mantener a después de pasar del periodo brevisimo de #3 ofros consecutivamente mayores, hasta el de Marte ‘de la mayor esfera de Jupiter de doce jor de Saturno, euyo periodo es de , pasar a una esfera incomparable: mente mayor y hacerl ‘r'una revoluciOn entera en veinti- Cuatro horas. ¥ éste, por otra parte, es el minimo desorden que ‘se puede introducir; porque si alguien quisiera pasar de la esfera de Saturno a la estrellada, y hacerla tanto mas grande que Ia de mente convendria en relacién a st Ientisimo movi pasar de ésta, con un salto mucho més desproporcionado, a otra rar en veinticuatro horas. Pero dandose la mo- 1 orden de los perfodos se observa muy bien, 1a de Saturno se pasa a las estrellas Quisiera que me dijeseis si creéis que Ia Luna y Jos inetas y cuerpos celestes tienen sus movimientos propios 1en y son aquellos con los que van recorrien- suna en un mes, el Sol en un aio, Marte en dos, ‘con el que yo veo a las estrellas ‘al unisono de levante a tro horas, ¢de qué modo ‘a su solo y simple movimiento, sin mezclar movimien- jos sino realizindose todos en el mismo sentido, como wevio que sea puesto que todos dependen de un tinico prin- cous las cosas camninan y responden con perfectisima armo- vr qué refutar este punto de vista y asentir a esas tan extra: "EI problema esté en encontrar ese modo a cada esi tos cont ‘Sackebo. Ei modo me parece encontrado. Haced que seavel primer movil, es decir, hacedla girar alrededor de st mi horas y en el Mismo sentido que todas Ias otras par un tal movimiento a ningin otro pla- jendrin sus ortos, ocasos y, en suma, todas ‘conciuyente demostracién 4: estos y otros cien ‘por ello no nos detengamos aqu{ y sigam« ‘ofr To que responde el sefior Simplicio, y qué mejo- rdes 0 mis firmes razones aduce en contra. r, alguna cosa general sobre iré, en primer lugar ‘al mismo tiempo que juzedis que, en cuant ah mover la Tierra sola como a todo el resto del mundo, a excep- ra, y en cuanto a la operacién, considerdis mucho lo os Fespondo que a mi me parece jebilisima: jerra o una paja. Y ita, 7por qué no se debe emplear més bien una parte gran fainima? Por Io tanto me parece que el razonamiento, "yo hubiera dicho alguna vez que el Universo no se ‘a de fuerza del motor, habria errado y wuestra ‘oportuna, y os concedo que a tna potencia infinita {fe es mover cien mil como uno. Pero lo que yo he ‘ign con el motor, sino solamente con los mé- Uiles, y en cuanto a éstos, no sélo con su resistencia, 1a cual no hay duda de que es menor en la Tierra que en el Universo, sino M9 con otros particulares hasta ahora considerados. Respecto de lo ma parte Chos que pueden sernos desconocidos. Por I ss, no dudando de que es una operacién mas jemds, con currido y se discurrirs ex In satisfaccién de las aps bas la que decis que me he dejado, ja habéis afiadido superfiuamente, porque fes una relacién que necesariamente exige no pudiendo una cosa tener relacién con- sigo misma ni decirse, por ejemplo, que el reposo es igualmente bueno que el reposo. Cuando se dice «en vano se hace con més la misma, por To tanto la aia ‘bien> es superflua y es una relacién qué ‘ho queremos que suceda como ayer, volvamos, plieldad: sen ano se hace con muchas ens materia y que comience el sefior Simplicio a presentar itultades que le parezcan contrarias a esta nueva disposicién undo. Las objeciones al movimiento de fa Tierra sivpuicro, La di én no es nueva, sino antiquisima; que, io refuta Aristételes y éstas son sus re 7 ‘Tierra se moviese sobre sf misma estando tamente con un tal es suyo natu toulas; pero cada una de ‘centro: siendo, por Jo tant ‘0 el orden del jundo es eterno, por ros moviles que se mueven con mouk- ‘se retrasan y se mueven con més de in ve alguna las "mos lugares y por los se habl6 largament argumento tomado = a. abs y re Bportad®'atras razones en. con| nes, quiero decir de que. l ¥ otros astrénomos, después d fayais dicho culanto se os ocurra en respuesta a es. fargumentos que se presentan sobre esta materia "unos tienen que ver con los accidentes terres ; con Ias estrellas, y otros sv ot i y observaciones de las cosas celestes. Los ralmente de I je de esa carga? Estoy dispuesto a complaceros. feo, Seré mejor que los presentéis vos que, como los habéis estudiado mé ig antes y en mayor numero. La prucba més sélida de todas las apuntadas es 1a s cuerpos graves que cayendo de or uni ‘Perpendicular al centro de la Tierra, argument considerado irrefutable de que 1a ‘inmévil. En efect ‘Tierra se moviera con la jedra, "po que la piedra emplea en 108 ce s de codos hacia oriente, y chocaria en Tierra otros tantos codos Iejos a saber, dejando caer una que esta quieta, préximo ‘caer 1a io del snto espacio cuanto nave haya recortido en el tiempo de calda del plomo, y ello por inguna otra razén que porque el movimi ‘de la bola inea recta hacia do hacia. ail ida por un cafdn dispuesto perpe ja cual en Ia subida y en el regreso fen nuestro pat hala al caer no podri junto a Ta pieza, sino Iejana hacia occidente cuanto la Tierra hubiera avanzado hac fe Afiadiré, ademas, la tercera y Tuy eficaz experiencia si carga y la inte seria de mucho mayor alcance que fecto mientras Ia bala va hacia occidente, jevado por la Tierra, va hacia oriente, por lo qu Chocaria’ en Tierra lejos del caiién bala tirada hacia levante habria que. au ‘Suponiendo, pot 0 fuese de cinco wvolada de el mediodia o hacia el septentri Ta Tierra, ya que nunca se acertaria. ex ‘debido al. corr Tevanténdose hacia poniente (por al Tes levantarse ya las occk Gentales. descender), por lo tanto el blanco orie m por lo que el tiro resultaria alto, ‘haria bajo el tiro hacia occidente. retio, 10h, éstas sf que son buenas razones a las que es encontrar una respuesta vélida! 20s resultan tal vez, nuevas? Yerdaderamente, si, Y ahora veo con cuantas bellas, ta naturaleza ha querido ser cortés con nosotros para exPeiarnos al descubrimiento de Ta verdad. Oh, qué bien concuerda waserdad con otra, contribuyendo todas a hacerse inexpugna- smpos de y habria ima que no hubiera cafiones en habria derrotado mayor pai de Ja doctrina de Aris sus demostraciones. Mas, 1os que creen que si alu fs es porgue no ha comprendido bien in duda, oiréls otras novedades ¥ srs fos soguidores del nuevo sistema aportar contra ellos mismos anes, experiencias y razones de fuerza bastante mayor sy Ptol ‘por otros impug- nes, y ast veréis y os convenceréis 133 inexperiencia por Jo que se han visto 17154) de que no es por ignorancia a que de levadas por la Tierra, no estando adhe- ‘das 2 ella, no parece posible que puedan seguir su velocidad, (es nos pareceria que se mueven velocfsimamente hacia occiden- “uatro ‘Ademds de esto, si cuando cabs fl alte nos golpea en Ja cara, qué viento deberiamos sent pefuamente de oriente, transportados en tan rj efecto se el aire? ¥ sin embargo nada de in muy sélidamente unidas; por ello si, por ejemplo, hi rar muy velozmente una de aquellas’ grandes rued: jnando tno 0 dos hormbres mueven grandis fo las barcas arrastrindo- ira répidamente no ante adheridas a ell mn despedidas ‘que se ataran con fuerza sobre su parte exte- sladan desde una fes de esa rue ves, no podrian resistir el fmpet, jadas ‘pues, la Tierra se qué fuerza de fabricas y las ‘hacia el cielo por tr piedrecillas, la arena y las hojas, reposar mu ‘euando caen con 10% Tas razones poderosi srdaderamente mas a demostrar que en el centro del Universo y a sustraerle, en consectie iniento anuo en torno a 4 atribuido por Copérni tratan de materia algo diferente, se podrén presentar después de ‘que hayamos examinado la fuerza de las hasta aqui propuestas. 184 2 20s parece que el sefior ‘ar Tas razones prolemaicas y aristo- Sheas? cCrodis vos que alain peripatético domina jgualmente bien Tas demostraciones copernicanas? 10 fuera por el elevadlo concepto a1 \dos me he formado de la sa Gorque me parece que aunque fuera falsa, el estar dp razones verosimiles 1a harfa excusable; i ', gqué demostraciones verdaderas fueron nunca ‘embargo, bien estaré que escuchemos las respues- ue si son verdaderas es fuerza que sean Namente mas bellas, y que aquéllas sean ica de verdadero y . Pero, sefior Sal de tas objeciones eldsicas contra ide fa Tierra. Primer argumento de Arist jen recuerdo, el primer argumento aportado por fur éste: la Tierra no se puede mover circalar- y, por Io el sefior mente pordie ito seria violento para tanto, no perpetuo; Ia razén de ser violento era qué rmbién se moverian naturalment Ie porque es natural de las partes moverse rect ‘Agui respondo que me hublera gusta: wr cuando dice: «Las par- ‘se moverfan ci "puesto que ese moverse Mite puede entenderse de dos modos: uno es que toda ‘separada de su todo se mueve ‘propio centro, describiendo sus pequefios ci ‘al moverse todo el 's partes también girardn en torn ‘primer modo jera que toda parte de Ge un efreulo es necesario que sea tn porque Ia jerra es esférien toda parte de Ia Tierra debe ser una bol ie ast fo exige el axioma eeadem est ratio totius et pay {o otro, a saber, que las partes, a i circularmente en torno al centro de todo el 155 que Jo hacen; y a vos, en el 4 probar que io. les en el mismo lugar cuan- to ¥. esto es absurda porque el orden del mu que es violento no puede ser etern Jo que no puede ser eterno no podra ser naturs hacia abajo no puede ser de ningan idme, ecre fuese hacia Palestina podria navegar eternamente jen quiera, volviendo atrés con mo\ iaje; pero esto seria un movimiento la respuesta, Pero Is navegacié el mar Pacffico, por las Mé cabo de Buena Esperanza y desde alli por el mism fe nuevo por el mar Pacifico, etc., gereéis vos que po% ‘Snupurcro. Se podria, ya que, sma, repitignd neo, aunque 1a nave fuese inco- stina, por impedimentos, os equivocdis considerable- jo, es ‘necesatio presentarles impe- ‘queréis que se muevan. En Ha mas alld de éste, a menos que, transportado por el mpetu, 10 traspasase, regresando después y deteniéndose finalmente. En cuan- to se refiere, pues, a mantener que el movimiento por linea recta conviene o puede convenir a la Tierra oa mientras el Universo permanece en su orden perfecto, lad, los argumentos de Aris- t6teles y, ademés, los of ‘por vos, me parece que la concluyen necesariamente Hasta ahora y grandes cosas se reque- rinin, a mi juicio, para refutarlos. de Aristételes amos Seguros de que én en los ortos y los ocasos d jjas, 1o que no ete. La rest 137 expresa y no puede ser que vos, seitor Simplicio, no texto. ‘Shores, Haremos traer el texto inmedis een el wgar, que es el segundo iparrafo 97:

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