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APOYADOS EN SUS RESPECTIVAS FORTALEZAS
COMPETITIVAS Y DECIDIDOS A EVITAR A TODA
COSTA UN ENCUENTRO FRONTAL, TIZIANO Y
TINTORETTO DISPUTARON POR EL DOMINIO DEL
MERCADO DE ARTE VENECIANO EN EL SIGLO XVI.
LAS ARMAS QUE USARON AÚN TIENEN VIGENCIA. 8
El “arte de la estrategia” es una expresión habitual en las escuelas de negocios, pero hay mucho que
aprender también de la “estrategia del arte”.
Primero hablemos del arte de la estrategia. Innovación estratégica es el descubrimiento, en una
industria existente, de una estrategia o una forma de competir esencialmente diferente. Esta innovación
tiene lugar cuando una compañía observa, a través de un mapa de posicionamiento de la industria,
huecos en las posiciones de sus competidores y los explota para el crecimiento propio o del mercado.
Puede tratarse de:
Un nuevo “quién”. Segmentos de clientes existentes o emergentes, descuidados por los
competidores.
Un nuevo “qué”. Necesidades de clientes existentes o emergentes, mal atendidas por los
competidores.
Un nuevo “cómo”. Formas de promover, producir, entregar o distribuir productos o
servicios nuevos o existentes, a segmentos de clientes nuevos o existentes.
Los innovadores estratégicos son los que invaden mercados existentes, e introducen
propuestas de valor o configuraciones de la cadena de valor radicalmente diferentes. Cuanto más
innovadora es su estrategia, más posibilidades de éxito tienen.
La innovación estratégica no es un concepto nuevo. Si bien la investigación suele enfocarse en
estrategias desplegadas en décadas recientes, vamos a retroceder varios siglos y analizar la innovación
estratégica en el mundo del arte, en la Venecia del siglo XVI, donde el artista Tintoretto fue capaz de
crear un nuevo espacio de mercado en una industria “madura”, dominada por el gran maestro Tiziano.
El ascenso de Venecia
Entre los siglos IX y XII, Venecia se transformó en ciudad-estado. Su posición estratégica
sobre el mar Adriático hacía que su poder naval y comercial fuera casi invulnerable. Centro del comercio
de seda y especias, la ciudad era un punto neurálgico de negocios con influencia sobre el Imperio
Bizantino y el mundo islámico.
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TOMADO DE: Reckhenrich, Jörg; Anderson, Jamie y Markides, Costas. Intermanagers. Vol. 5, Nº 2, Argentina,
Buenos Aires, abril-mayo 2009. p. 118-125.
Jörg Reckhenrich es pintor, escultor, y director gerente de Nextmove Management Development, con sede en Berlín.
Jamie Anderson es profesor adjunto de estrategia e innovación en la Escuela de Negocios TiasNimbas, de Holanda, y miembro del Centre for
Management Development de la London Business School.
Costas Markides es profesor de estrategia y gestión internacional, y presidente del Departamento de Estrategia de la London Business School.
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El apoyo de Venecia a la Cuarta Cruzada llevó a la expansión de la influencia política de la
ciudad-estado. Enrico Dandolo, Dux de Venecia, condujo estratégicamente la cruzada al Imperio
Bizantino y conquistó Constantinopla en 1204. Fundó el Imperio Latino, expandió su esfera de influencia
y maximizó el poder y la riqueza de Venecia. En aquel momento, la ciudad empleaba a 36.000
marineros, operaba 3.300 barcos y dominaba el comercio del Mediterráneo.
La estructura política de Venecia facilitaba el comercio y el intercambio. Las familias más
influyentes elegían a los miembros de la mayor institución gubernamental, el Gran Consejo, que a su vez
designaba a todos los funcionarios públicos y al Senado de 200 a 300 miembros. Este último elegía al
Consejo de los Diez, que administraba la ciudad-estado. Un integrante del Gran Consejo era designado
dux y ejercía el poder ejecutivo.
Las condiciones políticas y económicas del siglo XVI favorecían en Venecia el florecimiento
del mercado de arte. La riqueza y el deseo de estatus orientaban la inversión hacia la construcción de
edificios públicos y grandes palacios, en el marco de una extravagante competencia entre las familias
prominentes por mostrar su poder. Venecia se veía a sí misma como una institución política del mismo
nivel de Augsburgo, residencia del emperador, y Roma, sede papal. Por lo tanto, la arquitectura y el arte
eran más que una expresión de cultura; tenían un propósito funcional para el Gran Consejo.
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años y le permitió establecer relaciones con nobles de otros estados. Durante los últimos 26 años de su
vida, trabajó principalmente para Felipe II, el hijo y sucesor de Carlos V.
El historiador Vasari escribió en 1568: “Casi no hay persona de alto rango, ni príncipe ni noble
dama, cuyo retrato Tiziano no haya pintado; en esta parte de su trabajo artístico fue un maestro
absolutamente perfecto”.
Dado el estatus de Tiziano y el cerrado círculo aristocrático que dominaba el patrocinio del arte
veneciano, es lógico que le resultara difícil a cualquier otro desafiar su posición. Para trabajar en grandes
proyectos artísticos, no había otra posibilidad que hacerlo como asistente de Tiziano; competir con él
por uno de esos proyectos era impensable. El único pintor que logro quebrar de algún modo este
dominio fue un joven radical llamado Tintoretto.
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desarrollar un gran proyecto de embellecimiento pictórico; Tintoretto y otros cuatro grandes pintores
habían sido invitados a competir por el proyecto. Se les pidió que presentaran bocetos de la obra central
para el hall más pequeño. Pero Tintoretto, en vez de un boceto entregó una versión terminada y la
insertó en un marco en el techo.
Sus competidores se quejaron por el procedimiento desleal, pero el artista sabía jugar su propio
juego: donó la pintura a la Scuola como obsequio a San Rocco, consciente del hecho de que la fundación
de la orden prohibía rechazar un regalo. Además, propuso decorar el edificio íntegro y también la vecina
Iglesia de San Rocco, a la mitad del precio de sus competidores. Este enfoque desafiante dio resultado, y
se lo encomendó la decoración completa del edificio. Fue el proyecto más espectacular de su vida y le
permitió ser aceptado como miembro de la Scuola, algo que lo ayudaría a incrementar su reputación
como artista y ciudadano de Venecia.
Con su enfoque poco ortodoxo de la fijación de honorarios, Tintoretto logró obtener una
variedad mucho más amplia de pedidos que Tiziano, lo que constituyó la piedra angular de su éxito. Su
manera de hacer negocios, usando una amplia escala de precios o dejando que el propio cliente los
fijara, estaba en total concordancia con los hábitos de otros artistas y artesanos venecianos. Sin
embargo, la forma en que entendía y manejaba esta práctica habitual era mucho más agresiva que la de
cualquier prominente artista veneciano de su época. A muchos colegas les irritaba este enfoque.
Pensaban que estaban arruinando la reputación de las artes y estropeando los niveles de precios. Pero
se puede asumir que Tintoretto era consciente de que estaba expandiendo el mercado de su arte. A los
clientes patricios que solicitaban pequeñas pinturas como parte del mobiliario, que sumaban los
proyectos de las Scuole, en los que su taller se hizo fuerte, y que le permitían aspirar a otros grandes
encargos.
Si bien fue un innovador en técnica y estilo, Tintoretto no se caracterizó por la invención
artística. Recombinaba figuras y composiciones de otros pintores, y no dudaba en copiar el tratamiento
dado por Tiziano.
Este comportamiento fue un punto estratégico en su forma de hacer negocios, pues ofrecía a
sus clientes trabajos similares a los de su competidor; pero en su estilo único y a un precio más
razonable. Si bien Tintoretto hacía retratos, no era este su negocio central, sino el de Tiziano, con quien,
debido a su reputación, le resultaba imposible competir.
La Respuesta de Tiziano
Más allá de la fama que había adquirido tardíamente, Tintoretto todavía sentía el peso de la
sombra de Tiziano. Sólo tras la muerte del gran maestro, logró ser designado pintor del estado. Y
debieron pasar más de 10 años de la muerte de Tiziano, para que Tintoretto obtuviera el trabajo que
coronaría su obra: el inmenso “Paradiso”, en el gran hall del Palacio Ducal, obra que completó en 1592.
En verdad, Tiziano tuvo algún éxito en la defensa de sus dominios frente al ascenso de
Tintoretto, y respondió de diversas maneras a su audaz rival. Su primer acto defensivo había sido
expulsar a un adolescente Tintoretto de su taller. Éste se vio así forzado a construir su propia carrera. Al
principio cuando exhibía sus obras en la calle y volcaba su talento en artesanías, no importunaba al gran
maestro. Con su expulsión del taller; Tiziano había evitado que fuera conocido, y eventualmente
requerido, por la nobleza.
Otra táctica que le permitió a Tiziano mantener bajo control el segmento más alto del mercado,
fue su estrecha relación con el influyente escritor Pietro Aretino. Éste, temido por su pluma de crítico
mundano, tenía la posibilidad de expresarse públicamente a favor o en contra de una persona, y no
dudaba en hacerlo, como ocurrió cuando dio a conocer un tratado satírico contra el Papa romano.
La relación de Tiziano con los reyes Carlos V y Felipe II, sus más grandes clientes, lo ayudó a
dominar el sector de consumidores de arte más cotizado: la nobleza local e internacional. Pero también
hay que reconocer que, en respuesta al éxito de Tintoretto, Tiziano se retiró gradualmente de lo que
podría describirse como los contratos de nivel medio, una de las fortalezas de su rival. A pesar de haber
sido invitado, Tiziano no tomó parte de la competencia por el embellecimiento de la Scuola San Rocco.
Al filo de sus 70 años, prefirió concentrar su energía en los proyectos para sus mecenas reales, más
lucrativos y con altos márgenes prácticamente asegurados.
Podría sostenerse que Tiziano perdió participación de mercado a manos de Tintoretto al final
de su carrera, pero esto debe mirarse en el contexto de un mercado aumentado, con el creciente
número de proyectos menores y medianos. También hay que reconocer que, como pintor del estado de
Venecia hasta su muerte, Tiziano tenía la oficina más importante a la que podía aspirar un artista en la
ciudad-estado. Asimismo, su taller fue un emprendimiento muy rentable a lo largo de toda su carrera.
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Lecciones para el siglo XXI
La investigación ha mostrado que la innovación estratégica es una herramienta eficaz, en
especial para las pequeñas empresas y los nuevos entrantes en su industria. Como estas firmas tienen
que competir contra compañías establecidas y afianzadas, no pueden encarar un ataque frontal, y
deben emplear tácticas de guerrilla para evitar una confrontación directa.
Tintoretto entendió que no sólo la aristocracia deseaba poseer arte de alta calidad. Descubrió
un nuevo “quién”. Los patricios, las escuelas y las iglesias también demandaban trabajos de arte, pero
no podían afrontar los altos precios del gran maestro Tiziano.
Al ver el potencial de estos clientes mal atendidos, fue capaz de crear un nuevo espacio de
mercado para su propio trabajo, y a la vez ensanchó significativamente el mercado de arte.
Además introdujo un nuevo “qué”: trabajo artístico accesible, pero de alta calidad, entregado
en plazos relativamente breves. Hasta entonces, el arte de alta calidad involucraba un estilo refinado y
un gasto significativo; pero a través de la tecnología de la prestezza, Tintoretto logró que los clientes
aceptaran un cierto nivel de simplificación artística, compensado por el uso de colores vibrantes, a un
costo significativamente menor. Al hacerlo, creó nuevas dimensiones de valor para los clientes
deseosos de escapar de lo tradicional. Esta salida del statu quo fue ridiculizada por muchos de sus
contemporáneos. Sin embargo, la propuesta de valor resultante interesó a numerosos compradores de
arte.
En el caso de Tiziano, fueron sus contactos personales y su bien trabajada reputación, los
factores que incidieron en la obtención de los mejores trabajos. Tintoretto, en cambio, se atrevió a
tomar la vía rápida, a través de un nuevo “cómo”: inundar el mercado con innumerables obras de arte
de alta calidad, cada una con un destinatario predeterminado, aunque no mediara un pedido
específico. El golpe con el cual obtuvo el trabajo para la Scuola San Rocco fue indicativo del uso de
tácticas de guerrilla para conseguir visibilidad en Venecia y convertirse, finalmente, en el pintor del
estado.
A diferencia de Tiziano, que tenía un control estricto sobre los resultados de su taller,
Tintoretto era más flexible con la producción del suyo, y daba una gran libertad artística a sus
asistentes en el manejo del enorme volumen de producción. Este último eliminó, además, ciertos pasos
del proceso; mediante su nueva técnica, redujo considerablemente el tiempo requerido para terminar
un trabajo artístico. De esto resultó un nuevo estilo (el nuevo “qué” ya mencionado), que lo ayudó a
evitar una competencia frontal con Tiziano, el dominador de la escena veneciana en el terreno de los
retratos.
La respuesta de Tiziano a Tintoretto ofrece otras lecciones a las firmas del siglo XXI. Tiziano
retrasó el salto a la fama de Tintoretto, al excluirlo de su taller y cerrarle el acceso al aprendizaje y a su
base establecida de clientes. Luego, aprovechó su relación con el escritor Aretino para desacreditar el
estilo pictórico de Tintoretto entre el entablishment veneciano, y usó su influencia política para
impedirle posicionarse en los escalones más altos.
Evitando una competencia abierta con Tintoretto en segmentos en los cuales su enfoque de
alto costo lo ponía en desventaja, Tiziano se concentró en su negocio principal, sus servicios a la
nobleza veneciana, y en extender su reputación entre la aristocracia europea, una base de clientes
demandante y consciente del estatus, entre la cual Tintoretto nunca logró verdadera aceptación.
Finalmente, el éxito de Tintoretto brinda una lección de humildad a los managers del siglo XXI.
Su admiración por Tiziano quedó plasmada en la inscripción que colocó en la entrada de su estudio: “El
diseño de Miguel Ángel y el colorido de Tiziano”.
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