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En la historia se perciben dos corrientes en torno a las cuales gira la mayoría de los principios
procesales, por ello, se observa la dualidad autoridad (penal)-libertad (civil), así, según el
momento histórico y el lugar determinados, se puede hablar de la vigencia o predominio de
unos principios procesales u otros.
2.2. Principio de investigación oficial: las pruebas son aportadas por el tribunal y el
Ministerio Fiscal, aunque en algunas ocasiones se permite la participación de las
partes. En España hay dos fases:
2.2.1. Instrucción: órgano judicial investiga de oficio. Naturaleza inquisitiva.
2.2.2. Juicio oral: los acusadores deciden si se abre o no y quienes mantienen la
acusación.
2.3. Otros: en España hay un sistema acusatorio formal o mixto, en el que la etapa de
instrucción es inquisitiva, mientas que el juicio oral es acusatorio. Destaca el principio
de legalidad por el que el Ministerio Fiscal está obligado a ejercitar la acción penal por
un hecho que sea delito y a mantener esta acusación. Aunque, en contraposición, nos
encontramos con el principio de oportunidad, por el que puede detener la acusación
o no presentarla.
2.3.1.Principios inspiradores: proporcionalidad, buena fe procesal, doble instancia,
motivación de las resoluciones, valoración libre o tasada de la prueba… no
siempre son principios como tal, sino que es una manifestación del derecho
fundamental a un proceso con todas las garantías.
Estos principios son de carácter formal y afectan al aspecto externo del proceso. Su
manifestación, incluso en la actualidad, no es homogénea en todos los órdenes
jurisdiccionales. Así encontramos:
2. Principio de inmediación: proximidad del juzgador con las partes y el material, por lo
que se facilita la resolución. A veces es muy útil, como en la valoración de ciertos
medios de prueba, pero en la documentación, por ejemplo, no. Se percibe en el
modelo procesal de justicia oral, en el que las actuaciones se practican en presencia
directa del juzgador.
5. Principio de impulso: el proceso avanza de oficio, sin necesidad que las partes lo
insten, por lo que los plazos en general son improrrogables, por lo que su impulso no
puede ser de los litigantes. Pese a ello, en algunos momentos de la historia civil ha sido
dejado a las partes, incluso en ciertos países en la actualidad. Si las partes no actúan, el
proceso continua, relacionado con el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas
(artículo 24.2 CE).