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1. CONCEPTO.
El servicio público se puede definir por la concurrencia de un doble elemento material y
formal. Desde la perspectiva material el servicio público comprende “aquellas actividades cuya
finalidad es prestar una utilidad necesaria para el normal desenvolvimiento de la vida social”.
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La exigencia formal viene representada por la necesidad de que el Estado (u otro ente
territorial) asuma el deber y la responsabilidad de garantizar su prestación regular y correcta a
los ciudadanos, bien realizándola por sí o asegurando su realización por terceros.
El servicio público se caracteriza por las siguientes notas:
a) la titularidad pública de la actividad de que se trate, aunque cabe la gestión indirecta
por personas privadas;
b) los servicios públicos se tienen que integrar por actividades que, por atender a
necesidades sociales esenciales, se atribuyen a la Administración para que esta
garantice su existencia y prestación de forma gratuita;
c) su sometimiento al Derecho administrativo, sin perjuicio de que cuando la prestación
del servicio público se haya atribuido a los particulares algunos de sus aspectos
puedan ser objeto de regulación por parte del Derecho privado.
Con los servicios públicos económicos se ofrecen a los ciudadanos una serie de bienes o de
servicios en un mercado determinado como puede ser el de los transportes, el abastecimiento
de aguas, el suministro eléctrico y de carburantes, la telefonía…
Este criterio atiende al dato de que exista un único prestador del servicio o varios prestadores.
El Estado al declarar una actividad como servicio público puede hacerlo en régimen de
monopolio, lo que excluye la concurrencia de competidores privados, por ejemplo, la
Seguridad
Social. El hecho de que sea un monopolio no implica que la prestación tenga que hacerla
directamente la Administración, siendo posible su gestión por una entidad privada.
Otros servicios públicos se prestan en concurrencia con los particulares. Son los casos de la
educación, la sanidad y los servicios sociales. Estos servicios públicos se financian en su mayor
parte con los Presupuestos públicos. En cambio, las prestaciones equivalentes que realizan las
entidades privadas se ofrecen a precio de mercado, a menos que estas entidades estén
gestionando indirectamente el servicio público (como por ej. los colegios privados
concertados).
Los servicios uti universo son los servicios públicos que se prestan a toda la sociedad al mismo
tiempo, como es el caso del alumbrado público. Aquellos en los que la prestación se individualiza
a ciudadanos o grupos de ciudadanos determinados se denominan uti singuli, como por ej. la
sanidad o la educación.
Son servicios públicos propios aquellos que han sido creados por medio de un acto formal que
la doctrina administrativa denomina publicatio. Hay, sin embargo, una serie de actividades
económicas, como las que realizan las entidades financieras, los establecimientos
farmacéuticos o los servicios de taxis, que, aunque nunca hayan sido formalmente declaradas
como servicios públicos están sujetas, debido al interés general que representan, a una
regulación y a un control especialmente intenso por parte de la Administración.
La presencia de este interés general puede justificar que en el ámbito de estas actividades
económicas se establezcan restricciones a la libre competencia como la limitación del nº de
licencias de taxis. Estas actividades reciben la denominación de servicios públicos impropios.
Los servicios públicos en función de la Administración que asuma su titularidad pueden ser
clasificados como servicios públicos estatales, autonómicos o locales.
La reserva tiene que estar dirigida al conjunto global de una actividad sin que pueda referirse a
una empresa o grupo de empresas determinados. Como el Estado tiene atribuidas
constitucionalmente competencias exclusivas o compartidas con las CCAA en relación con las
materias que están relacionadas con necesidades básicas de los ciudadanos (educación,
sanidad, Seguridad Social, energía, telecomunicaciones, transportes…) la aplicación de la
reserva de servicios esenciales va a quedar principalmente en sus manos.
Pero no siempre la reserva se hace en favor de la Administración General del Estado. Así
sucede en el ámbito de la sanidad, de la educación y del servicio público de televisión a nivel
autonómico cuya gestión está atribuida a las CCAA que prestan estos servicios a través de los
correspondientes sistemas públicos.
También las CCAA en el ámbito de sus competencias pueden efectuar reservas de servicios
esenciales. En el caso de las Entidades locales, la declaración de servicios públicos locales se
tiene que hacer forzosamente mediante ley estatal o autonómica. En la actualidad, la lista de
los servicios públicos que se encuentran reservados en favor de las Entidades locales se
compone del abastecimiento domiciliario y depuración de aguas; recogida, tratamiento y
aprovechamiento de residuos, y transporte público de viajeros, de conformidad con lo previsto
en la legislación sectorial aplicables.
La cuestión indemnizatoria.
La publicatio de una actividad económica no constituye per se una expropiación forzosa. La
declaración de servicio público y la asunción de la titularidad del mismo por la Administración
eliminan la libre iniciativa económico-privada, pero tal eliminación no supone necesariamente
la privación de los elementos patrimoniales que posibilitaban el ejercicio de la actividad. Por
ello, no hay vulneración del art 33.3 CE por no preverse indemnización alguna como
consecuencia de la publicación de la actividad.
Si la reserva del servicio no implica una traslación de bienes de titularidad privada hacia la
Administración no nos encontraremos ante un supuesto expropiatorio y no procederá el
reconocimiento de un justiprecio. Otra cosa es que la imposibilidad de un particular de seguir
realizando una actividad económica le pueda irrogar unos perjuicios que puedan merecer
indemnización.
La supresión de un servicio público tampoco puede calificarse como expropiación, sin perjuicio
de la posibilidad de que pueda proceder responsabilidad por los daños causados por la ley
liberalizadora.
2. PRERROGATIVAS DE LA ADMINISTRACIÓN COMO “DUEÑA” DEL SERVICIO.
Esto sin perjuicio de que en el caso de que el servicio público se preste por un particular y el
daño que sufran los usuarios del servicio no sea producido por casusas imputables a la
Administración, la indemnización tenga que ser asumida por el concesionario.
Los servicios públicos atienden a necesidades sociales básicas, por lo que su acceso debe estar
garantizado a todas las personas en condiciones de igualdad, sin que pueda establecerse
ninguna clase de discriminación. No obstante, la LO 4/2000, de 11 de enero restringe del
acceso a los servicios públicos a los extranjeros que se encuentran en situación irregular.
- Principio de continuidad.
La Administración tiene como misión satisfacer el interés general y prestará el servicio incluso
cuando su explotación resulta deficitaria. El TRLCSP impone a los concesionarios de un servicio
público la obligación de prestarlo con la continuidad convenida.
La CE en sus arts. 28.2 y 37.2 prevé la posibilidad de que en los casos de conflictos colectivos
(huelga o cierre patronal) se puedan establecer unos servicios mínimos que garanticen el
funcionamiento imprescindible de los servicios esenciales. Los servicios mínimos que se fijen
tendrán que ser proporcionales a la naturaleza de cada servicio público afectado.
Esta limitación derivada del establecimiento de unos servicios mínimos no puede aplicarse a
actividades que no tengan la consideración de servicios esenciales.
La necesaria continuidad de los servicios públicos tiene su refuerzo en el ámbito penal con la
tipificación, en el art 409 CP, del delito de abandono colectivo e ilegal de un servicio público.
- Principio de asequibilidad.
No existe una obligación general de que los servicios públicos tengan que ofrecerse por la
Administración de manera gratuita. Lo más frecuente es que se imponga a los usuarios de los
servicios públicos la carga de financiar parcial o totalmente las prestaciones que reciben
mediante el pago de una tasa o precio público, si el servicio público lo presta directamente la
Administración o de una tarifa o precio privado en el supuesto de gestión indirecta por los
particulares.
Ahora bien, para garantizar el acceso de todos los ciudadanos a los servicios públicos las
retribuciones que se establezcan tienen que ser asequibles sin que nadie pueda quedar
excluido de las prestaciones básicas por razones económicas.
- Principio de mutabilidad.
Es frecuente que en el ámbito de los servicios públicos se produzcan avances técnicos o
tecnológicos que supongan una mejora en las prestaciones que puedan recibir los ciudadanos.
La Administración está obligada a incorporar estas mejoras en la medida que disponga de
disponibilidad presupuestaria. Si las actividades se realizan en régimen de libre competencia,
son las propias empresas que actúan en el mercado las que se apresurarán por implantar estos
avances.
Cuando el servicio se presta de forma directa por la Administración bastará con que se
modifique la norma en que se establezcan las condiciones de su prestación y se incorporen las
correspondientes partidas presupuestarias. En caso de que la gestión corresponda a los
particulares, la Administración titular del servicio tendrá que imponerles estas modificaciones
con la correspondiente compensación financiera si se les ocasiona un perjuicio económico.
- Principio de calidad.
La Administración Pública está obligada a garantizar que las prestaciones derivadas de los
servicios públicos se realicen conforme a los parámetros de calidad que les resulten aplicables.
Para concretar los estándares de calidad que los ciudadanos tienen derecho a exigir se han
creado las denominadas Cartas de Servicio que suponen la traslación al ámbito de la
Administración de fórmulas extraídas de la gestión de las empresas privadas.
La Ley 28/2006, de 18 de julio, de Agencias estatales para la mejora de servicios públicos, creó
la Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios (AEVAL)
que tiene la obligación de presentar anualmente al Congreso de los Diputados un informe
acerca de la actividad desplegada por las agencias estatales y sus compromisos para mejorar la
calidad de los servicios prestados por los ciudadanos.
4. LA GESTIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS.
En la gestión indirecta la prestación se encomienda con una mayor o menor intensidad a los
particulares. Hay 4 modalidades de gestión indirecta de los servicios públicos: la concesión, la
gestión interesada, el concierto con persona natural o jurídica y la sociedad de economía
mixta.
En el concierto, la prestación del servicio se encarga a una persona natural o jurídica que viene
realizando prestaciones análogas a las propias del servicio público.
Con la creación de sociedades de economía mixta se busca que concurra la Administración, por
sí misma o por medio de una entidad pública que dependa de ella, con personas naturales o
jurídicas en el capital de una entidad mercantil.
Las instituciones de la UE han acuñado e concepto de servicios de interés general, que, es más
amplio que el de servicio público. Quedan comprendidos dentro de la noción de servicios de
interés general lo que en nuestro ordenamiento jurídico sería el ejercicio de funciones públicas
por parte de la Administración (servicios de autoridad), los servicios públicos asistenciales o
sociales y los económicos en sentido estricto, pero también los servicios públicos impropios o
virtuales.
La Comisión europea impulsó una firma política liberalizadora dirigida a acabar con estos
monopolios públicos (telecomunicaciones, sector eléctrico, transportes…). Consiste en abrir
estos sectores económicos a la libre competencia para que la iniciativa privada pudiera
competir en la prestación de estos servicios, pero manteniendo las ventajas que se derivaban
de la existencia de un servicio público como el de la universalidad de las prestaciones que se
disfrutaban en condiciones de igualdad y a un precio asequible.
La UE incorporó la técnica norteamericana de las public utilities que implica la imposición a las
empresas que ahora prestan estos servicios en régimen de libre competencia de una serie de
obligaciones de servicio público que varían mucho en función de los distintos sectores
económicos.
Un obstáculo que se tuvo que salvar fue el de garantizar a las nuevas empresas el acceso a las
redes de infraestructuras preexistentes en aquellos sectores. Además de permitirles crear sus
propias redes se les reconoció el derecho a interconectarse a las existentes a cambio de
abonar unos peajes adecuados, fijados en condiciones de transparencia, objetivos y no
discriminatorios. Cuando se trata de redes de infraestructuras de titularidad pública. Para
garantizar la neutralidad en el uso de estas redes, se ha obligado a los Estados a separar la
titularidad de su explotación.
Las relaciones jurídicas que se entablan entre las empresas que realizan actividades
económicas comprendidas dentro de un SIEG y sus usuarios se encuentran sometidas al
Derecho privado incluso cuando quien presta el servicio es una empresa pública. Por esta
razón parece discutible que el art 30.1 LPAP extienda la condición de inembargabilidad a “los
valores o títulos representativos del capital de sociedades estatales que presten servicios de
interés económico general” (como por ej. correos), porque se trata de un privilegio con el que
no pueden contar los propietarios de las empresas competidores.