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Material de Cátedra.

Unidad 2
Prof. Cinthia Cottet

UNIDAD 2
Clasificación 1.- La clasificación de los contratos en el Código Civil.
Ell código velezano legisló una clasificación de los contratos con cuatro
categorías de ellos, bilaterales y unilaterales (art. 113
1137 y 1138), onerosos y
gratuitos (art. 1139 )),, consensuales y reales (arts. 1140 y 1142 ) y
nominados e innominados (art. 1143 ), aunque no era exhaustiva tal
categorización.
El nuevo CCyC los distingue:
ARTÍCULO 966.- Contratos unilaterales y bilaterales
bilaterales.. Los contratos son
unilaterales cuando una d
dee las partes se obliga hacia la otra sin que ésta
quede obligada. Son bilaterales cuando las partes se obligan
recíprocamente la una hacia la otra. Las normas de los contratos
bilaterales se aplican supletoriamente a los contratos plurilaterales.

ARTICULO 967.- Contratos a título oneroso y a título gratuito gratuito. Los


contratos son a título oneroso cuando las ventajas que procuran a una de
las partes les son concedidas por una prestación que ella ha hecho o se
obliga a hacer a la otra. Son a título gratuito cuan
cuando
do aseguran a uno o a
otro de los contratantes alguna ventaja, independiente de toda prestación
a su cargo.

ARTÍCULO 968.- Contratos conmutativos y aleatorios


aleatorios.. Los contratos a
título oneroso son conmutativos cuando las ventajas para todos los
contratantes son ciertas. Son aleatorios, cuando las ventajas o las
pérdidas, para uno de ellos o para todos, dependen
ependen de un acontecimiento
incierto.

ARTÍCULO 969.- Contratos formales. Los contratos para los cuales la ley
exige una forma para su validez, son nulos si la solemnidad no ha sido
satisfecha. Cuando la forma requerida para los contratos, lo es sólo para
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que éstos produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, no


quedan concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento
previsto, pero valen
len como contratos en los que las partes se obligaron a
cumplir con la expresada formalidad. Cuando la ley o las partes no
imponen una forma determinada, ésta debe constituir sólo un medio de
prueba de la celebración del contrato.

ARTÍCULO 970.- Contratos nominados e innominados.. Los contratos son


nominados e innominados según que la ley los regule especialmente o no
no.
Comparación de las categorías de actos jurídicos bilaterales y contratos
bilaterales.
ARTÍCULO 259.- Acto jurídico. El acto jurídico es el acto voluntario lícito
que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de
relaciones o situaciones jurídicas.
ARTÍCULO 957.- Definición. Contrato es el acto jurídico mediante el cual
dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear, regular,
modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.
b) Acto Bilateral. Es el originado por el acuerdo o concurso de las
voluntades de dos o más partes. Reciben la denominación
de convención, que es el acuerdo de las voluntades de dos o más
personas, que se produce con la intención de producir un efecto jurídico,
que puede consistir en crear, modificar, transferir, transmitir o extinguir
una relación jurídica
dica (Hernán Larraín, «Lecciones de Derecho Civil», página
243).Ell contrato, solamente tiene por objeto «crear
«crear,, regular, transferir,
etc. obligaciones patrimoniales
patrimoniales»,
», de tal manera que los contratos son una
especie de convención..
Otra distinción
istinción entre acto bilateral y contrato bilateral. Los actos
bilaterales, son aquellos que requieren de dos o más partes para
generarse, mientras que, los contratos bilaterales, son aquellos en que
ambas partes se obligan recíprocamente.
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Contratos formales
La regla general
al es la de la libertad de formas (art. 284 CCyC), por lo que si
la ley no designa una forma determinada para la exteriorización de la
voluntad de las partes, estas pueden utilizar la que estimen conveniente,
aún cuando ella sea más exigente que la impuest
impuesta por la ley.
Los contratos son formales cuando la ley exige una determinada forma, ya
sea para la validez del acto, o para que produzca sus efectos propios o
para su comprobación. Libro Tercero. Derechos Personales - Título II.
Contratos en general 354 | Ministerio de Justicia de Derechos Humanos
de la Nación El Código establece la categoría de los contratos formales,
como excepción al régimen general de libertad de formas enunciado en el
art. 1015 CCyC, y la enuncia estableciendo una división tripartita eentre: a)
los sujetos a formas absolutas, cuya inobservancia priva de efectos al acto;
b) aquellos para los que se exigen formas relativas; y c) los que tienen
pautadas formalidades con fines probatorios. La formalidad exigida para la
celebración del contracontrato
to rige también básicamente para las
modificaciones que luego le sean introducidas, salvo disposición legal en
contrario o que se trate de una modificación referida a un aspecto
claramente accesorio (art. 1016 CCyC). Según la finalidad perseguida por
la exigencia
igencia formal, los contratos pueden ser clasificados como sujetos a:
a) Formas absolutas. Son las que acarrean la ineficacia absoluta del acto
en caso de inobservancia (art. 285, última parte CCyC). Si no se cumple la
forma impuesta, el acto se ve privado de todo efecto, resultando
absolutamente ineficaz. En el Código son contratos sujetos a formas
absolutas las donaciones de inmuebles, de muebles registrables y de
prestaciones periódicas o vitalicias (art. 1552 CCyC). b) Formas relativas.
Decimos que los contratos están sujetos a una formalidad relativa cuando
el cumplimiento de la formalidad no es exigido bajo sanción de nulidad; si
bien no quedan concluidos hasta que no se de cumplimiento a la
solemnidad prevista, valen como contratos en los que las part
partes se obligan
a cumplir la formalidad pendiente (art. 285 CCyC). Esta categoría
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comprende los contratos mencionados en el art. 1017 CCyC, que abarca: i)


los que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de
derechos reales sobre inmuebles ccuando
uando la transmisión no se opera por
subasta judicial o administrativa; ii) los que tienen por objeto derechos
dudosos o litigiosos sobre inmuebles; iii) los actos accesorios de contratos
otorgados en escritura pública; y iv) los demás contratos que, por aacuerdo
de partes o disposición de la ley, deben ser otorgados en escritura pública
y no correspondan a la categoría formal absoluta. En tales supuestos, aun
cuando el acto no se hubiera celebrado con la forma legalmente exigida,
el otorgamiento del instrum
instrumento
ento previsto constituye una obligación de
hacer, que puede ser suplida por el juez en representación de quien
evidencia una actitud remisa al cumplimiento de la obligación; ello, en
tanto se encuentren cumplidas las contraprestaciones o asegurado su
cumplimiento
imiento (art. 1018 CCyC), lo que posibilita la conversión formal del
acto, permitiendo que alcance plenitud en sus efectos. Pueden ser
encuadrados en la categoría de contratos formales relativos: el leasing,
sobre inmuebles, buques o aeronaves (art. 1234 C CCyC);
CyC); el contrato de
agrupación de colaboración (art. 1455 CCyC); el de unión transitoria (art.
1464 CCyC); el de consorcio de cooperación (art. 1473 CCyC); el de cesión
de derechos hereditarios (arts. 1618, inc. a CCyC); el de cesión de
derechos litigiososs referidos a derechos reales sobre inmuebles (art. 1618,
inc. b CCyC); el de cesión de derechos derivados de actos instrumentados
en escritura pública (art. 1618, inc. c CCyC); y el contrato de fideicomiso,
cuando se refiere a bienes cuya transferencia de debe
be ser instrumentada en
escritura pública (art. 1669 CCyC). c) Formas dispuestas con fines
probatorios. El legislador también establece formas en previsión de
necesidades probatorias; en cuyo caso, la inobservancia del recaudo
formal no afecta al contrato ni a su existencia, que podrá ser acreditada
por otros medios, de acuerdo a lo establecido en el art. 1020 CCyC; pues
cuando una determinada formalidad es requerida a los fines meramente
probatorios, los contratos pueden ser probados por otros medios,
inclusive
usive por testigos, si hay imposibilidad de obtener la prueba de que se
cumplió con la formalidad o si existe principio de prueba instrumental —
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considerándose tal cualquier instrumento que emane de la otra parte, de


su causante o de parte interesada en el asunto, que haga verosímil la
existencia del contrato—
—, o comienzo de ejecución.

Supresión de la categoría de contratos reales.


El CCC ha suprimido la distinción entre contratos consensuales y reales
que contenía el Código Civil en los arts.1140 a 1142, porque desaparece
de plano la categoría de contratos reales.
Los
os contratos reales no se reputaban perfeccionados o concluidos has
hasta
tanto no se cumpliera con la entrega material de la cosa objeto mediato
del contrato, hasta ese entonces el contrato no producía sus efectos
propios. La «datio rei» o entrega debía sumarse necesariamente al
consentimiento para configurar acabadamente al contrato, con el
aditamento de que ella no debía asimilarse a la tradición porque no
implicaba necesariamente transferencia de la propiedad, sino que permite
que la cosa sea entregada para su custodia (depósito), uso (comodato) o
transferencia de dominio (renta vitalicia).
Ell CCC eliminó la categoría de los contratos reales, la cual había sido
sometida a una crítica constante
constante, pero no implica restarle toda
importancia a la entrega de la cosa, sino que, por el contrario, dicha
entrega no tiene preponderanci
preponderanciaa en orden al perfeccionamiento del
contrato, sino que ingresa en la etapa de ejecución, de eficacia, de
cumplimiento de voluntad de los contratantes.

Contratos conmutativos y aleatorios. Crítica de la subclasificación de los


contratos onerosos.
La distinción entre ambas categorías se debe efectuar teniendo en
consideración la incertidumbre acerca de la exigibilidad futura de la
obligación asumida por una de las partes, cuya existencia, determinación y
exigibilidad depende de la verificación de un acontecimiento incierto, de
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naturaleza básicamente aleatoria. El contrato podrá ser clasificado como


conmutativo cuando el cumplimiento de las obligaciones a cargo de cada
una de las partes se encuentre determinado desde la celebración y
aleatorio cuando ello se encuentre sujeto a un acontecimiento futuro,
ajeno a la voluntad de las partes, como el tiempo de vida de las personas
designadas en el contrato oneroso de renta vitalicia (arts. 1599, 1606 CCyC
y cc.) o que efectivamente ocurra un siniestro ajusta
ajustado
do al riesgo previsto
en un contrato de seguro (arts. 70, 105, 114, 152 CCyC de la ley 17.418)
Puede establecerse una distinción en materia de aleatoriedad, según ella
se de: 1) por la naturaleza del acto: contrato de seguro (ley 17.418),
contrato oneroso de renta vitalicia (art. 1606 CCyC), juego (arts. 1609
CCyC); o 2) por decisión de las partes: compraventa a riesgo (art. 1131,
párr. 3, CCyC), compraventa con renuncia de la garantía de evicción y por
vicios redhibitorios (art. 1036 CCyC), cesión de derec
derechos
hos litigiosos o
dudosos (arts. 1616 y 1618, inc. b, CCyC), etc
En el art. 968 el CCC se inclina por considerar al distingo entre contratos
conmutativos y aleatorios como una subespecie de los contratos
onerosos.
Algunos autores critican que también existe
existen
n contratos conmutativos o
aleatorios gratuitos y no solo onerosos.
Por ejemplo, aleatorio gratuito: una atípica renta vitalicia gratuita o de
una donación de prestaciones vitalic
vitalicias,
ias, ya que ambas dependen del azar,
de la suerte quee implica la duración dde la vida.
Sostienen también que hay ejemplos de conmutativos gratuitos como la
donación, el comodato, el depósito gratuito, el mandato gratuito, el
mutuo gratuito, entre otros.
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Contratos conexos.

ARTÍCULO 1073. Definición Hay conexidad cuando dos o más contratos


autónomos se hallan vinculados entre sí por una finalidad económica
común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha sido
determinante del otro para el logro del resultado perseguido. Esta
finalidad puede ser establecida por la ley, expresamente pactada, o
derivada de la interpretación, conforme con lo que se dispone en el
artículo 1074.
La importancia de esta normativa nueva que irrumpe en nuestro derecho
reside fundamentalmente en la tipificación y regulación de un sistema
negocial adoptado para la financiación de compra de diferentes
productos, que van desde electrodomésticos hasta automotores o
viviendas o para permitir que el consumidor alcance la prestación de un
servicio. La pluralidad contractual conectada por una finalidad co común
previamente establecida y a cuya consecución tienden todos los vínculos,
se caracteriza por esa atadura o ligazón inescindible, por la cual, si bien
cada contrato es aparentemente autónomo, en rigor, existe o se ha
celebrado teniendo en miras a otro co contrato
ntrato usualmente simultáneo que
procura facilitar. Es el típico caso del contrato de compraventa que es
facilitado por el mutuo que permite dicha adquisición. Otro supuesto
usual de conexidad se da en el contrato de tarjeta de (*) Comentarios a los
arts. 1073 a 1075 elaborados por Héctor Chomer y Jorge Silvio Sícoli.
Comentario al art. 1073 Código Civil y Comercial de la Nación Comentado
| 461 crédito, en cuyo sistema se viabilizan diversas contrataciones
(compraventas, locaciones, etc.), permitiendo al ta
tarjetahabiente
rjetahabiente o usuario
titular efectuar dichas operaciones a crédito o difiriendo los pagos por un
plazo prestablecido con el emisor. Si bien algunos autores piensan que la
aparición del tema de la conexidad contractual data de principios de la
década del 90, lo cierto es que el fenómeno irrumpió aún antes en nuestra
economía. En cualquier caso, la cuestión concerniente a los llamados
“contratos conexos o vinculados” o los vínculos contractuales provocados
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por la cadena de comercialización, no presentaban una solución general


que amparara los derechos de los consumidores contratantes ni reparara
los perjuicios que se proyectaban por consecuencia de la conexión
contractual. Por cierto que se sancionaron algunas reglas específicas pero
limitadas. La regla del art. 40 de la ley 24.240 (modificada por la ley
24.999) extendió, beneficiando al consumidor, la responsabilidad solidaria
del fabricante, importador, mayorista y minorista. Lo cual fue una
construcción legal impactante para ese tiempo, pues se alejaba de del
tradicional principio francés adoptado por el art. 1197 del Código Civil de
Vélez Sarsfield, en cuanto imponía el efecto relativo de los contratos. Esto
es, que los efectos del contrato celebrado solo alcanzaban a las partes
contratantes y no a los terce
terceros
ros ajenos a ese vínculo y, por tanto, en caso
de controversia, el consumidor encontraba una valla infranqueable para
demandar al fabricante, pues, usualmente, no contrataba con él
directamente, sino con un minorista. Otra regla relevante fue la
establecidaa en el art. 43 de la Ley 25.065 de Tarjeta de Crédito. Por ella el
emisor de la tarjeta es ajeno a las controversias que pudieran suscitarse
entre el usuario y comerciante o prestador, salvo —yy esto es lo que nos
importa— que el emisor hubiera promovido eell producto o servicio. Como
se ve, la exoneración que se establece como principio general cede luego
ante la actividad promocional del emisor tendiente a suscitar la adhesión
del usuario convenciéndolo de que contrate de un modo determinado.
Esas reglas no alcanzaron para frenar los abusos o dificultades que se
presentaban en la conexidad contractual. Sea porque conciernen a un tipo
contractual de responsabilidad objetiva (básicamente la responsabilidad
por productos elaborados) o sea porque se limitan a un supuesto
excepcional y poco explicado (la llamada “promoción” que no se define
concretamente, lo cual dificulta la aplicación de la regla), lo cierto es que
el problema más amplio de los contratos conexos no tenía previsión legal
ni consecuente solución llas as dificultades que tal operatoria suscitaba. De
allí la relevancia de esta regulación general de los contratos conexos, pues
presenta un marco más claro en cuanto atiende directamente al problema
sin dudosas remisiones ni lagunas. 2. Interpretación 2.1. LLa inusual
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adopción de una definición Por simple tradición se pensaba que las


definiciones no eran propias de una ley, menos de un Código. Empero, y
en el caso, la adopción de una definición supone exponer las
características de una situación otrora confusa e importa superar
eventuales dudas. Libro Tercero. Derechos Personales - Título II. Contratos
en general 462 | Ministerio de Justicia de Derechos Humanos de la Nación
Por ello es relevantísimo que se haya adoptado una definición que fije la
concreta significación
ficación del fenómeno de la conexidad y haya acotado sus
límites o contornos claros e inequívocos para eludir confusiones con otros
supuestos. Porque eso depara seguridad jurídica, facilita la aplicación de la
ley y, consecuentemente, la solución de controcontroversias.
versias. 2.2. La concreta
caracterización La definición netamente descriptiva que propone el art.
1073 CCyC se integra con dos elementos configurantes: la pluralidad (dos
o más contratos autónomos) y la finalidad económica común (el objetivo
supracontractual).
al). 2.2.1. Pluralidad El primero de los elementos es que
existan dos o más contratos coligados o dependientes. Si bien la norma no
lo establece, es claro que tales contratos han de ser actos jurídicos válidos,
según fuera el tipo adoptado y, además, todos se encuentran vinculados.
Esto significa que aun cuando se trata de negocios aparentemente
autónomos, todos tienden o procuran el logro de un resultado común o
negocio único, que no se podría alcanzar sin la interacción de cada uno de
dichos contratos. No se exige simultaneidad temporal ni instrumentación
única. Por lo general, la instrumentación es sucesiva o casi simultánea (se
firma el contrato de compraventa e inmediatamente después el mutuo),
mas la instrumentación es variada o múltiple y esto último es lo que
presenta dificultades. Basta solo pensar en la múltiple instrumentación
que en muchos casos se impone al comprador, al que el tercero
financiador le impone no solo la firma de un mutuo, a veces incluso
exigiéndole un fiador, sino que también se llee impone la firma de tantos
pagarés como cuotas tenga el préstamo. La característica abstracción de
esos títulos de crédito lleva a que, en muchos casos, el consumidor pueda
padecer dos problemas diferentes. El primer problema es que si el
financiador endosa sa tales títulos, en caso de que el producto o prestación
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no sea la adecuada o previamente prevista y se resuelva la compraventa u


otro contrato, el consumidor no tendrá ya la cosa ni disfrutará del servicio,
mas es posible, existe el riesgo, de que el end endosatario
osatario de los pagarés
igualmente le reclame el pago de aquellos, pues es ajeno al negocio
subyacente y a su resolución. De modo que el consumidor no tendrá
negocio vigente que le reporte beneficio (no tendrá disponible la cosa ni el
servicio), pero de todos
dos modos, tendrá que pagar los pagarés librados, sin
perjuicio de las tortuosas acciones y reclamos que en un muy largo tiempo
pudieran darle una solución. El segundo problema es similar. Puede que
en parecida situación (los pagarés fueron endosados), el consumidor no
resuelva el contrato, sino que disfrute del bien adquirido sin ningún tipo
de problemas ni vicios. Mas es posible que, luego de pagadas todas las
cuotas del mutuo, se presente el endosatario reclamando el pago de
dichos títulos. De modo que eell consumidor que ha pagado el mutuo, se
verá igualmente obligado, dada la ya mencionada abstracción cambiaria, a
pagar los pagarés que instrumentaban las sucesivas cuotas de dicho
préstamo de consumo. En definitiva: el comprador pagará dos Comentario
al art.
t. 1073 Código Civil y Comercial de la Nación Comentado | 463 veces;
una, el precio de la cosa reflejado en el mutuo pagadero en sucesivas
cuotas y otra, el monto de los vencimientos instrumentados en los
pagarés. Esa multiplicidad de instrumentos no es re recaudo
caudo para la
conexidad, mas, como se ha visto antes, usualmente aparece plasmada en
la celebración de los contratos conectados por una finalidad común. 2.2.2.
Finalidad económica común El otro requisito o elemento necesario para la
conexidad reside en la finalidad económica común previamente
establecida. Esa finalidad económica supracontractual es distinta de la
causa fuente y causa fin de cada contrato conectado. Cada uno de los
contratos bien podrá presentar un objetivo concretamente identificable y
hastaa aparentemente autónomo, mas existe un motivo generalmente
recóndito o, por lo menos, diferente al de cada negocio individual, que
lleva a las partes a buscar una interrelación o establecer un sistema o red
para alcanzar un único y diferente objetivo al d dee cada negocio individual.
Es por ello que la ley busca regular la situación de aquellos contratos
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independientemente celebrados pero que confluyen en la búsqueda de


una finalidad inicialmente prestablecida, cuya persecución supone que la
celebración de uno o será determinante de la celebración del otro u otros
contratos. La conexidad estará dada por el grado de funcionalidad que
cada contrato tenga correlativamente con los otros a fin de alcanzar el
objetivo común. Es por eso que, cual una maquinaria, cada ccontrato
individual hará las veces de distintos engranajes o piezas mecánicas cuya
función primaria será diferente, mas siempre encaminada a que la
máquina funcione adecuadamente y, por fin, fabrique el producto
planeado (finalidad común prestablecida). 2.3 2.3.. Fuentes El art. 1073 CCyC
establece como fuentes de la finalidad económica común perseguida por
la conexidad, a la ley o la autonomía de la voluntad. Eso es lo que marca el
artículo al remitirse directamente a la legislación, lo pactado por los
contratantes
tes o lo que surgiese de la interpretación contextual. Así, la
conexión contractual podrá ser determinada por la legislación que pudiera
aludir a algún sistema o grupo de contratos dirigidos a la búsqueda de una
finalidad. También podrá ser establecida tal conexidad por la voluntad
expresa o tácita de los contratantes. El primero de los supuestos no
presentará dudas en la medida de que los contratantes denuncien
claramente la finalidad común perseguida y el papel que cada contrato
individual representa en d dicha
icha persecución. Por fin, en caso de dudas o en
los que nada adviertan los contratantes, la interpretación contextual
definirá la existencia de dicho objetivo común o, alternativamente, falta
de conexión en pos de dicho resultado.
ARTÍCULO 1074. Interpret
Interpretación
ación Los contratos conexos deben ser
interpretados los unos por medio de los otros, atribuyéndoles el sentido
apropiado que surge del grupo de contratos, su función económica y el
resultado perseguido. 1. Introducción Es obvio que la importancia de esta
regla
egla es la propia de cualquier caso general que podría presentarse en un
conflicto sobrevenido con base en un contrato individual. Pero, en el
supuesto de los conectados, se advierte la relevancia de esta disposición
en la medida en que no siempre será dec
declarada
larada la conexidad, o no siempre
la finalidad será fácilmente percibible, a más de otras dificultades que
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pudieran surgir por la propia característica sistemática de los coligados.


Por lo que, aun reiteradas las pautas de interpretación (por lo menos y
como
mo luego se verá, eso se extrae de la remisión al principio contextual),
es saludable que se aclare que ellas (las más genéricas) son igualmente
aptas para proveer una adecuada interpretación en el caso de los
contratos conectados. 2. Interpretación 2.1. IInterpretación
nterpretación de los
contratos El principio contextual aplicable a la interpretación de los
contratos en general (art. 1064 CCyC) se hace extensivo a los contratos
conexos. Es esta la reedición del principio de interpretación anteriormente
plasmado por el art. 218 CCom. La interpretación contextual por medio de
la cual se exige analizar el acto en su conjunto remite al análisis e
interpretación de las cláusulas de un contrato confrontándolas con las
restantes que lo componen y establece que cabe efectuar un análisis del
contexto en que ha sido celebrado y debería ser cumplido. Igual principio
se plasma para los contratos conexos, al disponer que su interpretación
deberá efectuarse uno por medio de los otros, atendiendo a su función y
resultado económico gene
general,
ral, o sea que será necesaria una apreciación
dentro de un marco global y no meramente individual que, por escaso, no
reflejará la verdad objetiva. De todos modos, es necesario advertir que en
el caso del artículo en comentario, confluyen reglas generales y otras
especiales (por ejemplo: art. 43 de la ley 25.065); mas en cualquier caso y
de existir un consumidor como protagonista de la relación contractual
conectada, en caso de duda sobre la aplicación de uno u otro criterio,
deberá prevalecer la interpreta
interpretación
ción más favorable a dicho consumidor
(art. 1094 CCyC). ARTÍCULO 1075. Efectos Según las circunstancias,
probada la conexidad, un contratante puede oponer las excepciones de
incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la inejecución de
obligaciones
iones ajenas a su contrato. Atendiendo al principio de la
conservación, la misma regla se aplica cuando la extinción de uno de los
contratos produce la frustración de la finalidad económica común.
Comentario al art. 1075 Código Civil y Comercial de la Naci
Nación
ón Comentado
| 465 1. Introducción La relevancia de esta regla es evidente. La idea de
que los efectos contractuales son relativos y solo se proyectan respecto de
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los contratantes cede también en esta nueva regla destinada a proteger al


consumidor, el que es el protagonista más débil en todo el sistema
contractual conectado. La tradicional relatividad es arrasada y, en esta
materia (los contratos conexos), los efectos se propagarán a todos los
contratantes. Por lógica consecuencia de ello, las defensas podrpodrán ser
oponibles a cualquiera de dichos protagonistas por igual y con solo
demostrar la conexidad. Solo de ese modo, aceptando tal propagación de
los efectos, se puede garantizar adecuadamente la protección del sujeto
contratante que tenga un conflicto par particularmente
ticularmente enfocado o
concentrado en uno de los contratos, pero que se encuentra obligado por
múltiples prestaciones encadenadas por una finalidad común a todos los
contratos que forman el sistema. 2. Interpretación Desde los casos ya
comentados de múltiple ple instrumentación con títulos de crédito hasta la
operatoria de tarjeta, parecen atrapados en la norma. En el primero de los
supuestos, cabría preguntarse si tal instrumentación no disipará de algún
modo la protección que intenta la regla en comentario. Porque la
particularidad en tal caso reside en que confluye otra regulación, como es
la propia de los títulos de crédito, que a su vez impone la abstracción e
independencia de la causa que los genera. Pero ese problema solo se
presentaría en caso de endoso de los pagarés, porque la abstracción no
podría invocarse entre obligados directos (cual prevé el art. 18 del
decretoley 5965/1963). En caso de haberse endosado los pagarés,
pareciera prevalecer lo previsto por el art. 1075 CCyC y al consumidor
deudor del mutuo que necesitara oponer defensas o accionar, le bastaría,
eso es lo complejo, probar la conexidad. En el caso, debiera probar la
causa de emisión de los títulos para encontrarse legitimado a efectuar la
defensa que se habilita en esta regla. Como se h haa explicado antes, el art.
43 de la Ley 25.065 de Tarjeta de Crédito establece que el emisor de la
tarjeta es ajeno a las controversias que pudieran suscitarse entre el
usuario y comerciante o prestador, salvo que el emisor hubiera promovido
el producto o servicio. La exoneración de responsabilidad prevista como
principio general solo cedería ante la actividad promocional del emisor
orientada a suscitar la adhesión del usuario. Pareciera que, a partir de la
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regla del art. 1075 CCyC, se determina la derogaci


derogaciónón de tal limitación,
pues en caso de confluencia de reglas o aparente contradicción normativa,
tal conflicto debiera resolverse interpretando que prevalece la solución
más favorable al consumidor (art. 1094 CCyC). La solución del mencionado
art. 1094 CCyC es decisiva para concluir en el sentido de que cualquier
regla que contradiga la específica protección provista por la secuencia
legal comentada (arts. 1073 a 1075) es apartada en la medida que importe
desproteger al consumidor o usuario que contrate por medio del sistema
de contratos conectados a fin de alcanzar una finalidad prestablecida.

Otras clasificaciones doctrinarias. Figuras típicas, atípicas y complejas.


Esta última medida de distinción, con el cual el CCivCom clausura su
clasificación técnico-jurídica
jurídica de los contratos, es, de mínima, llamativa.
Sorprendentemente, el legislador ha entremezclado en esta distinción
otras dos que se encontraban vigentes en el Código velezano. En el art.
970, se le da a la categoría de los contratos nominados e ininnominados el
contenido que tenían, antaño, los contratos típicos y atípicos mediante la
siguiente fórmula: «Los contratos son nominados e innominados según
que la ley los regule especialmente o no».
Para comprender la relevancia del distingo entre los cont
contratos
ratos nominados
e innominados, debemos remontarnos al «derecho romano». Allí, los
jurisconsultos no formularon una noción definida de contrato, y en
consecuencia tampoco se elaboró una teoría general del mismo por fu fuera
del concepto de «pacto» del Digesto.Por
.Por el contrario, solo existían tipos
contractuales aislados y ordenados en «numerus clausus» y de carácter
nominado (venta, locación y sus modalidades, mandato y sociedad). Con
el tiempo se reconoció fuerza obligatoria a otras convenciones, bautizadas
innominadas,
nominadas, siempre que tengan por objeto procurar ventajas recíprocas
a las partes y que sean ejecutadas por una de ellas. La relevancia práctica
radicaba en que, en principio, solo tenían acción judicial los acuerdos
nominados y bastaba mencionar al contr
contrato
ato que había dado lugar a la
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obligación; por el contrario, los innominados carecían de acción y luego les


fue reconocida la genérica «actio civilis in factum o actio civilis incerti o
actio praescriptis verbis» la que debía fundarse y probarse
necesariamente
nte en los hechos sin que baste la mención del negocio.
Solo en este contexto histórico cobra relevancia el hecho de que le sea
asignado o no al contrato un nombre o denominación particular. A todas
luces, tal clasificación constituía un resabio romanista y su presencia en
Códigos modernos era y es inconducente. Más grave es aún mantenerla
en el CCivCom con un contenido que no es el propio y haciendo gala de
una sorprendente ignorancia de los orígenes históricos de la figura.
Asimismo, se desoye el «Derecho Proyectado», dado que todos los
intentos de modificación al Código Civil reemplazaron la noción de
nominados e innominados por los típicos y atípicos: así lo hicieron el
Proyecto de Código Único de 1987 (art. 1143), el Proyecto de la Cámara de
Diputados dee 1993 (art. 1143) y el Proyecto del Poder Ejecutivo de 1993
(art. 855) los que pusieron el acento en la circunstancia de que la ley
regule o no a los contratos .
El CCivCom vincula implícitamente a los contratos nominados e
innominados con los típicos y aatípicos.
típicos. De esta manera, un contrato será
típico cuando posea una regulación legal y, por el contrario, será atípico
cuando carezca de una expresa, completa y unitaria regulación.Cariota
Ferrara puntualiza esta cuestión mencionando que los típicos se hallan
sometidos no solo a las normas generales del Código o de leyes especiales,
sino, por lo demás, a los preceptos legales que, particularmente, los
tipifican y disciplinan. Desd
Desde una visión social, Ghersi sostiene que, frente
a la conducta socioeconómica, el Derecho puede prever diversas
formulaciones de acceso a dicha conducta, más o menos elásticas que
redundan en la tipicidad contractual.
En el derecho comparado, ordenamientos como el español ((art. 1255 del
Código Civil), el suizo (art. 19 del Código Suizo de las Obligaciones) o el
italiano (art. 1322 del Código Civil de 1942), no admiten expresamente
esta clasificación, sino que, de modo genérico, autorizan bajo
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Unidad 2
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determinadas pautas, la creación de contratos de figuras atípicas. Así,


límites como la moral, el orden público, la ley, la no contradicción a los
derechos inherentes a la personalidad se erigen como frenos a la
autonomía de la voluntad de los contratantes a la hora de esbozar
acuerdos atípicos.
Por fuera del craso error legislativo, cabe destacar el hecho de que el
CCivCom dirime una de las cuestiones que mayores discusiones generaba
en el ámbito doctrinario, esto es, qué criterios de integración deben guiar
al operador jurídico en orden a los contratos innominados (atípicos). Así,
el propio art. 971 norma que dichos contratos están regidos, en el
siguiente orden, por: a. la voluntad de las partes; b. las normas generales
sobre contratos y obligaciones; c. los usos y prácticas del lugar d de
celebración; d. las disposiciones correspondientes a los contratos
nominados afines que son compatibles y se adecuan a su finalidad, lo cual
implicaría asimilarlo al «tipo contractual» que mejor se le acomode.

ARTÍCULO 977. Contrato plurilateral Si el ccontrato


ontrato ha de ser celebrado por
varias partes, y la oferta emana de distintas personas, o es dirigida a varios
destinatarios, no hay contrato sin el consentimiento de todos los
interesados, excepto que la convención o la ley autoricen a la mayoría de
ellos para celebrarlo en nombre de todos o permitan su conclusión sólo
entre quienes lo han consentido. 1. Introducción La regulación de los
contratos plurilaterales en el CCyC es relevante, porque su realidad supera
el campo de las sociedades comerciales, en ccuyo uyo ámbito recibieron
habitualmente tratamiento. 2. Interpretación En el artículo en comentario
se regula la formación de los vínculos negociacles correspondientes a
contratos plurilaterales, mencionados en la última parte del art. 966 CCyC.
Son vínculos complejos,
omplejos, a partir de los que puede darse lugar al
nacimiento de una persona jurídica —como como ocurre en el caso de las
asociaciones civiles (art. 170 CCyC), en el de las fundaciones (art. 193
CCyC) y en el de los diversos tipos societarios previstos en la LeLey 19.550
General de Sociedades
Sociedades—,, o no, como sucede en el caso de los contratos
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asociativos —contratos
contratos de colaboración; de organización o participativos;
con comunidad de fin, que no son sociedad ni constituyen personas
jurídicas (art. 1442 CCyC)
CCyC)—. Dos alternativas
rnativas básicas pueden darse en la
constitución de este tipo de contratos; ambas requieren el consentimiento
de todos los interesados, salvo que la convención o la ley autoricen a la
mayoría a celebrarlo en nombre de todos o permitan su conclusión entre
quienes
uienes lo consintieron, a saber: a) Concurrencia de ofertas emanadas de
distintas personas. La de la concurrencia de ofertas emanadas de distintas
personas es, por ejemplo, la modalidad de conformación de las
asociaciones civiles (art. 169 CCyC), las simpl
simples
es asociaciones (art. 187
CCyC) o las sociedades anónimas cuando se constituyen por acto único
(art. 166 de la Ley General de Sociedades) y también por la que se
conforman contratos asociativos, como son las agrupaciones de
colaboración (art. 1453 CCyC y sss.),
s.), las uniones transitorias (art. 1463
CCyC) y los consorcios de cooperación (art. 1470 CCyC). Cabe considerar
que, a partir de un acto constitutivo inicial, el vínculo puede quedar
abierto a la incorporación de otros participantes, con limitaciones
admisibles,
sibles, como las que suelen estipularse en las sociedades de
responsabilidad limitada, que tienen un tope de cincuenta socios (art. 146
LSC) o en las sociedades colectivas, comanditas simples, de capital e
industria y en participación, supuestos en los que la muerte de un socio
produce la resolución parcial del contrato con relación al vínculo
establecido con el fallecido, sin que puedan incorporarse sus herederos,
solución distinta de la que puede adoptarse en la sociedad colectiva o en
la comandita simple,, en las que sí es posible prever la incorporación de
aquellos (art. 90 LSC). b) Oferta emanada de un único centro de interés
pero dirigida a varios destinatarios. Esta es la vía prevista para, por
ejemplo, la constitución de las sociedades anónimas por su suscripción
pública de acciones, las que se conforman a partir de la acción de los
promotores quienes, formulan una propuesta dirigida al público en
general, con intervención de la autoridad de control, la que da lugar a la
posterior firma de contratos de sususcripción
scripción (art. 172 LSC). Libro Tercero.
Derechos Personales - Título II. Contratos en general 366 | Ministerio de
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Justicia de Derechos Humanos de la Nación En razón de lo establecido en


el art. 982 CCyC, cabe considerar que el contrato plurilateral puede
tenerse por concluido cuando todas las partes intervinientes, con la
formalidad que en cada caso corresponda, expresan su consentimiento
sobre todos los elementos esenciales particulares.

Contratos por adhesión a cláusulas generales. Contratos con cláusulas o


condiciones generales. Clasificación económica funcional. Naturaleza de
las condiciones generales de contratación. Garantía del artículo 42 de la
Constitución Nacional. Ubicación metodológica de los contratos de
consumo.

El contrato por adheadhesión


sión a cláusulas predispuestas o condiciones
generales es aquel en que la configuración interna del mismo (reglas de
autonomía) es dispuesta anticipadamente solo por una de las partes
(predisponente, profesional, proveedor, empresario, etc.), de modo que ssi
la otra decide contratar, debe hacerlo sobre la base de aquel contenido.
Laa contratación predispuesta porta los siguientes caracteres:
unilateralidad, rigidez, poder de negociación a favor del predisponerte y el
riesgo de aprovecharse de tal circunstanci
circunstanciaa para consolidarlo a través de
cláusulas inequitativas contrarias al adherente.
La ordinaria determinación bilateral del contenido del vínculo, que
caracteriza a la contratación discrecional y que se desenvuelve desde la
etapa de tratativas, queda sustit
sustituida
uida por un simple acto de adhesión a un
esquema predeterminado unilateralmente.

Así como el contrato de consumo lo es en virtud de extremos objetivos


(relación de consumo) y subjetivos (acuerdo de voluntades entre
proveedor y consumidor), el contrato por adhesión encuentra su
fundamento en las modalidades contractuales y, por ello, se ubicaría a
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mitad de camino entre los contratos paritarios y los cont contratos de


consumo.. No estamos en presencia de un género
género-tipo
tipo contractual diverso,
sino únicamente de una m modalidad
odalidad especial del consentimiento, que
constituye una hipótesis de limitació
limitaciónn a la libertad de contratación,
contratación ya
que, como sostuvo Messineo, las cláusulas son dispuestas por uno de los
futuros contratantes, de manera que el otro no puede modificarlas ni
puede hacer otra cosa que aceptarlas o rechazarlas. Como se concluyó por
parte de la Comisión Reformadora en los fundamentos al Anteproyecto,
las partes no negocian las cláusulas del contrato, ya que una de ellas,
fundada en su mayor poder de negociación, predispone el contenido, y la
otra adhiere. Por todo esto no ha sido legislado en un título particular
como el contrato de consumo, sino que ha sido incluido en la Sección
Segunda del Capítulo Tercero atinente a la «Formación del
consentimiento».

Naturaleza
za jurídica de las condiciones generales.

Determinar cuál es la naturaleza jurídica de las cláusulas predispuestas


tiene consecuencias prácticas en orden a: a) la interpretación de las
mismas. Distintas serán las reglas o directivas a las que habrá de ac
acudirse
según optemos por la concepción normativa o por la contractualista; b) los
límites impuestos a la autonomía de la voluntad por el derecho objetivo,
muy especialmente el configurado por las normas imperativas y las semi semi-
imperativas. 1.5.1. Naturaleza jurídica de las condiciones generales. Tesis
normativa. Crítica Afirma que las condiciones generales de la contratación,
por el dato de su obligatoriedad indiscutible para las partes y por su
trascendencia al suplir las lagunas de la ley en sectores enter
enteros del tráfico
mercantil, ofrecen un carácter muy semejante al de la ley. Agrega que,
para decidir sobre la naturaleza de estas condiciones generales de
contratación, habrá que considerar su grado de difusión y objetividad y,
cuando este sea muy amplio, di dichas
chas condiciones podrían asimilarse al uso
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mercantil normativo. Sus sostenedores concluyen señalando que son


fuente de derecho consuetudinario y que, ejemplificando con el contrato
de seguro, suministran el contenido uniforme en cada riesgo de todos los
contratos
ntratos (ramas) posibles. A la crítica que se formula a la tesis normativa
podríamos sistematizarla así: a) El Estado de derecho es incompatible con
la atribución a los empresarios de un privilegiado poder normativo. b) Las
condiciones generales carecen de los caracteres internos y externos de la
norma de derecho objetivo. Les falta la validez normativa, la
obligatoriedad del derecho objetivo, puesto que el empresario que las
establece no está facultado para crear derecho. c) Las condiciones
generales de póliza
liza aprobadas por la autoridad de control no transforma
su naturaleza jurídica, ni tiene por efecto hacer del acto aprobado un acto
del aprobante, pues la aprobación no es un elemento integrante del acto,
sino que se agrega a este y mantiene su independen
independencia.
cia. En esa dirección,
se tiene expresado que el carácter contractual de las condiciones
generales no se ve obstaculizado porque las cláusulas hayan sido
aprobadas por la autoridad administrativa (en el caso, la Superintendencia
de Seguros de la Nación), p pues
ues tal dato no mueve a concluir que las
mismas hayan sido elevadas al plano legislativo o que tengan eficacia per
se para derogar las disposiciones imperativas que las contradigan. d) Las
condiciones generales de póliza no constituyen usos, pues no import importan
una expresión de voluntad generalizada, como lo es la ley, sino una
expresión unilateral, la de quien las elabora, en contradicción con la
voluntad y sentir de los clientes. Por lo Comentario al art. 986 Código Civil
y Comercial de la Nación Comentado | 377 demás, los usos tienen un
nacimiento anónimo, al contrario de lo que acontece con las condiciones
generales, que son obra de empresas que aparecen identificadas. e) La
calificación de las condiciones generales como ius ex contractus favorece
su inimpugnabilidad,
gnabilidad, pues la tendencia a “normativizar” el contenido de
ellas no responde a un academicismo gratuito, sino a la interesada
necesidad de obstaculizar aquella censura jurisdiccional. 1.5.2. Naturaleza
jurídica de las condiciones generales. Tesis contr contractualista
actualista Quienes
afirman que las condiciones generales de póliza constituyen derecho
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contractual sustentan la tesis en las siguientes consideraciones: a) Son el


conjunto de reglas que un particular (empresario, grupo o rama de
industriales o comerciantes
comerciantes)) ha establecido para fijar el contenido de los
contratos que, sobre un determinado tipo de prestaciones, se propone
celebrar. Ello significa que, perfeccionado el contrato, son cláusulas
contractuales. b) En la misma línea de reflexión se señala que la
circunstancia
rcunstancia de que las condiciones generales hayan sido creadas por una
sola de las partes no excluye su carácter contractual. Es que, partiendo de
la base de que hay contrato cuando una persona acepta la oferta que otra
hace, la adhesión, desde el punto d dee vista jurídico, no puede ser
distinguida de la aceptación de una oferta, pues en los contratos por
adhesión hay una verdadera prestación de consentimiento donde el
vínculo contractual se genera voluntaria y libremente. c) La circunstancia
de que no se vean an precedidas de tratativas previas no invalida la tesis
contractualista, pues la ley no exige que el acuerdo contractual sea el
precipitado de una libre discusión y de largos tratos; sobre todo —se
señala—,, ningún texto exige que las dos partes tengan una intervención
igual en la génesis del contrato; todo lo que se exige es que ambos
interesados consientan, que exista acuerdo entre ellos en punto al
nacimiento de las obligaciones. d) El capítulo referido a las condiciones
generales aparece en escena simul
simultáneamente
táneamente con el desarrollo de los
contratos por adhesión, de allí que se las haya calificado muy
gráficamente como las “cláusulas de un contrato redactado por
adelantado”. 1.5.3. Naturaleza jurídica de las condiciones generales Ya
hemos anticipado antes de ahora nuestro apoyo a la tesis contractualista.
En una primera aproximación al tema, debemos comenzar por señalar que
la posición que adoptamos surge del reconocimiento de algunas premisas
esenciales: a) Las condiciones generales vinculan a las partes een los
términos (y con las limitaciones) del art. 1197 CC, aun cuando su
contenido no sea factible de ser discutido, y la adhesión deba serlo en
bloque, a la totalidad del contenido predispuesto. Lo expresado se hace
extensivo aun a los contratos cuyas cond condiciones
iciones generales deban ser
aprobadas previamente por la autoridad administrativa, pues tal
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aprobación solo significa que el órgano de control “no tiene nada que
oponer” al contenido del contrato. b) Los empresarios carecen de poder
normativo. Este argumen
argumentoto que, si se quiere, es de carácter constitucional,
conduce por sí solo al rechazo de la tesis normativa. c) En lo que a nuestro
tema se refiere, no existe posibilidad jurídica de un vínculo entre
predisponente y adherente cuya fuente no sea la norma jurí jurídica o el
contrato. Si las condiciones generales o cláusulas predispuestas no
constituyen derecho objetivo, va de suyo que deben ser consideradas
derecho contractual. Libro Tercero. Derechos Personales - Título II.
Contratos en general 378 | Ministerio de Justicia de Derechos Humanos
de la Nación A las otras razones que, a mayor abundamiento,
suministramos en apoyo de nuestra postura podríamos agruparlas de la
siguiente manera: a) El contrato por adhesión a condiciones generales
pone en evidencia que las papartes
rtes ostentan distinto poder de negociación
—dede allí que se contraponga al “contratante fuerte” con el “contratante
débil”—,, pero la estructura del contrato se mantiene inalterable. b) El
consumidor o usuario emite una oferta cuyo contenido ha sido
predispuesto
uesto por el empresario en formularios impresos. El contrato se
perfecciona una vez que el predisponente emite su declaración de
voluntad consistente en una oferta o solicitud redactada sobre las bases
dispuestas anticipadamente por el empresario y que est estee la acepte. c) La
naturaleza íntima del contrato no se modifica. Queremos decir que la
formación del acto, consistente en la adhesión a un contenido
predeterminado con anterioridad y no discutido previamente, no priva al
negocio de su naturaleza contractu
contractualal pues, en definitiva, hay una
declaración sobre la cual las dos partes consienten, no pudiendo
desconocerse que la adhesión, aunque consista en la aceptación
incondicionada de pactos establecidos por otro, es, al menos
formalmente, un acto de libre volun
voluntad
tad que no puede ser constreñido. d)
La necesidad de que se adhiera libremente a un esquema predispuesto
por otro configura a las condiciones generales como derecho contractual,
pues sería innecesaria la adhesión si estas fuesen normas objetivas.
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Cualquiera
ra sea la postura que se adopte no se debe obviar la protección
constitucional dispuesta en el art 42 de la CN Los consumidores y usuarios
de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la
protección de su salud, seguridad e intereses eeconómicos;
conómicos; a una
información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de
trato equitativo y digno.
Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación
para el consumo, a la defensa de la competencia contra toda forma de
distorsión de los mercados, al control de los monopolios naturales y
legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la
constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios.
La legislación establecerá procedimientos efieficaces
caces para la prevención y
solución de conflictos, y los marcos regulatorios de los servicios públicos de
competencia nacional, previendo la necesaria participación de las
asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas,
en los organismos
nismos de control.

Normas legales a considerar

ARTICULO 984.- Definición. El contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los
contratantes adhiere a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra parte o
por un tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción.

ARTICULO 985.- Requisitos. Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y
autosuficientes.

La redacción debe ser clara, completa y fácilmente legible.

Se tienen por no convenidas aquellas q


que
ue efectúan un reenvío a textos o documentos que no se
facilitan a la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del
contrato.

La presente disposición es aplicable a la contratación telefónica, electrónica o similares.


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ARTICULO 986.- Cláusulas particulares. Las cláusulas particulares son aquellas que, negociadas
individualmente, amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general. En caso de in
in-
compatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas.

ARTICULO 987.- Interpretación. Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se
interpretan en sentido contrario a la parte predisponente.

ARTICULO 988.- Cláusulas abusivas. En los contratos previstos en esta sección, se deben tene
tener
por no escritas:

a) las cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente;

b) las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o amplían derechos del
predisponente que resultan de normas supletorias;

c) las que por su


u contenido, redacción o presentación, no son razonablemente previsibles.

ARTICULO 989.- Control judicial de las cláusulas abusivas. La aprobación administrativa de las
cláusulas generales no obsta a su control judicial. Cuando el juez declara la nulidad parcial del
contrato, simultáneamente lo debe integrar, si no puede subsistir sin comprometer su finalidad.

Elementos de los contratos. Diferenciación con los presupuestos de


validez. Elementos esenciales, naturales y accidentales. Incidencia en la
formación
ción del contrato.
La doctrina distingue los elementos de los contratos en tres clases
diferentes: esenciales, naturales y accidentale
accidentales. Elementos esenciales Los
elementos esenciales del contrato son aquellos sin los cuales no puede
existir. Ellos son el consentimiento,
onsentimiento, el objeto y la causa. En pocas palabras,
pues nos ocuparemos de cada uno de ellos luego, podemos decir que el
consentimiento es el acuerdo que resulta de la voluntad declarada de las
dos partes del negocio, el objeto es la prestación prometi
prometida
da por las partes
y la causa es la finalidad perseguida por las partes, determinante para
celebrar el contrato. Elementos naturales Quedan englobadas aquí todas
aquellas consecuencias que siguen al contrato, aun cuando haya silencio
de las partes sobre ese punto en particular. Por ejemplo, la gratuidad es
un elemento natural del contrato de donación mientras que las garantías
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por evicción y vicios ocultos resulta un elemento natural de cualquier


contrato a título oneroso. (su desarrollo dependerá de las bolillas
bol mas
avanzadas del programa) Elementos accidentales Son elementos
accidentales del contrato todas las consecuencias nacidas por exclusiva
voluntad de las partes. Tal es el caso de la condición, el cargo o el plazo
(también se analizan en bolillas mas adelantadas)

Ell contrato es un acto voluntario lícito en el que actúan al menos dos


partes que prestan su consentimiento con la finalidad inmediata de
establecer relaciones jurídicas de contenido patrimonial.
La expresión positiva es aquella que se exterexterioriza,
ioriza, según pregona el
artículo 262 del Código Civil y Comercial, “oralmente, por escrito, por
signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material”; mientras que
la tácita, en palabras del artículo 264, “resulta de los actos por los cuales
se puedee conocer con certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la
convención exigen una manifestación expresa”. No presenta mayores
complicaciones la expresión positiva oral o escrita. Pero se ha
controvertido el carácter de manifestación de la voluntad que se infiere de
los “signos inequívocos” o bien de todas aquellas situaciones de las cuales
la ley deriva la existencia de una voluntad, ya que se asemejan bastante a
la manifestación tácita de la voluntad, la cual, tal como surge del artículo
264 citado, y de conformidad a su naturaleza, requiere siempre de una
inferencia interpretativa de un comportamiento o conducta
Enn las relaciones contractuales el silencio puede producir una obligación
cuando: (i) las partes le otorgan eficacia por un acuerdo anterior; (ii) el
legislador le asigna un carácter de manifestación de voluntad cuando hay
un deber de expedirse por la ley; (iii) cuando así resulta de los usos y
prácticas; (iv) existe una relación entre el silencio actual y las
declaraciones precedentes.
Con mayor estudio el consentimiento será objeto de la bolilla III
incluyéndose en ella la oferta, aceptación, entre otras.
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Ell artículo 1003 del código que regula el objeto de los contratos prescribe
con claridad: “Se aplican al objeto del contrato las disposic
disposiciones de la
Sección 1ª, Capítulo 5, Título V del Libro I de este Código”. Esa tesitura de
remitir a la regulación general del objeto de los actos jurídicos se repite
luego al tratar la causa de los contratos.

ARTICULO 279.- Objeto. El objeto del acto jurí


jurídico
dico no debe ser un hecho imposible o
prohibido por la ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o
lesivo de los derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que
por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.
ARTICULO 1003.- Disposiciones generales. Se aplican al objeto del contrato las
disposiciones de la Sección 1a, Capítulo 5, Título IV del Libro Primero de este Código.
Debe ser lícito, posible, determinado o determinable, susceptible de valoración
económica
conómica y corresponder a un interés de las partes, aun cuando éste no sea
patrimonial.
ARTICULO 1004.- Objetos prohibidos. No pueden ser objeto de los contratos los hechos
que son imposibles o están prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden
público, a la dignidad de la persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los
bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por objeto
derechos sobre el cuerpo humano se aplican los artículos 17 y 56.

Sobre la base dee los artículos 279, 1003 y 1004 del Código Civil y Comercial
llegamos a la conclusión de que el objeto del contrato debe ser: - lícito; -
posible material y jurídicamente
jurídicamente; - determinado o determinable; -
susceptible de valoración económica; - debe corresponder
onder a un interés de
las partes; - no debe ser contrario a la moral y a las buenas costumbres; -
no debe afectar la dignidad de la persona humana.

En obligaciones se han estudiado las enunciaciones anteriores, por ello


solo resaltaremos que n no debe confundirse
ndirse el objeto del contrato con el
de la obligación. La obligación es un efecto del acto jurídico y su objeto es
la prestación (dar, hacer o no hacer). De modo que en un contrato de
compraventa de inmuebles la cosa vendida y el precio constituyen su
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objeto,
to, mientras que la entrega del inmueble y el pago del precio en
dinero configuran las prestaciones.

Casos especiales a considerar:


El artículo 1007 del Código Civil y Comercial prevé: “Los bienes futuros
pueden ser objeto de los contratos. La promesa de transmitirlos está
subordinada a la condición de que lleguen a existir, excepto que se trate
de contratos aleatorios”. A partir de la lectura del código podemos
concluir, como ya lo hacía antes la doctrina, que las posibilidades de
contratar sobre bienes ffuturos
uturos variarán fundamentalmente según se trate
de un contrato conmutativo o de uno aleatorio. (i) Contrato conmutativo
sobre cosa a construir. Se trata del contrato conmutativo que prevé que la
cosa o bien requiere un proceso de construcción o de elaborac elaboración.
Podríamos calificar aquí al inmueble a construir. En este supuesto, ante la
negligencia no habrá posibilidad de reclamar la obligación de entrega,
pero sí la indemnización por incumplimiento.(ii) Contrato condicionado a
la existencia de la cosa futura
futura.. Este supuesto acapara aquellos contratos
que versan sobre bienes futuros condicionados a que lleguen a existir.
Puede ser el caso de la cosecha vendida pero no recolectada, en la que el
precio se establece por quintal; la entrega se efectuará de acuerdo a la
cantidad habida y el precio será proporcional a la cantidad.(iii) Contratos
aleatorios. La última posibilidad, finalmente, es que el contrato sea
concebido como aleatorio. Una de las partes asume el riesgo de que el
bien llegue o no a existir
existir.
El artículo
culo 1008 del Código Civil y Comercial establece: Los bienes ajenos
pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete transmitirlos no ha
garantizado el éxito de la promesa, sólo está obligado a emplear los
medios necesarios para que la prestación se rrealice
ealice y, si por su culpa, el
bien no se transmite, debe reparar los daños causados. Debe también
indemnizarlos cuando ha garantizado la promesa y ésta no se cumple. El
que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de
Material de Cátedra.
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los daños si no hace


ce entrega de ellos. Se distingue entonces según se haya
contratado sobre bienes ajenos, indicándose ese carácter, o como
propios. En el primer caso, asume la obligación de adquirirlos, de manera
que si no cumple, responde por los daños y perjuicios. En ca cambio, si
contrató sobre un bien ajeno como si fuera propio, quien comprometió su
entrega asume una obligación de medios, pues está obligado a emplear
los medios necesarios para que la prestación se realice y responde por los
daños y perjuicios si por su cuculpa
lpa el bien no se llega a transmitir. El
contrato sobre cosa ajena es inoponible al dueño de la cosa o bien que no
participó del acto.31 Por tanto, para generar responsabilidad deberá
probarse que el promitente no empleó los medios necesarios para que la
prestación
restación se concrete. Un ejemplo específico de este caso es la
compraventa de cosa ajena prevista en el artículo 1132 del Código Civil y
Comercial.
El artículo 1009 del Código Civil y Comercial dispone: Los bienes litigiosos,
gravados, o sujetos a medidas cautelares, pueden ser objeto de los
contratos, sin perjuicio de los derechos de terceros. Quien de mala fe
contrata sobre esos bienes como si estuviesen libres debe reparar los
daños causados a la otra parte si ésta ha obrado de buena fe. El objeto, en
este
ste caso, son bienes sujetos a medidas judiciales, como embargo,
anotación de litis, prohibición de innovar, etc. También aquellos bienes
que están gravados con derechos reales de garantía, como la prenda o la
hipoteca. En todos estos supuestos, el contrat
contratoo que tenga como objeto
ese bien es válido pero no perjudicará los derechos del acreedor o
beneficiario de la medida
El artículo 1010 del Código Civil y Comercial establece como regla general:
“La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tam tampoco
pueden serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos
particulares…”. La herencia futura es aquella que todavía no tiene
causante. Por esa razón, cualquier persona, aun cuando eventualmente
pudiera estar llamada a suceder al titular de ese p patrimonio,
atrimonio, no tiene
todavía ningún derecho sobre esos bienes y no pueden entonces ser
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objeto de ningún contrato. 161 Objeto de los contratos 2. Distintos


supuestos La doctrina destaca que los pactos sucesorios admiten diversas
modalidades y clasificaciones
clasificaciones.. Pero la más utilizada es aquella que los
distingue según cómo sea el pacto en cuestión: institutivo, dispositivo,
renunciativo o distributivo. - en el pacto institutivo el causante instituye
contractualmente a alguien como su heredero o legatario; - en el pacto
dispositivo los futuros herederos realizan contratos con terceros, onerosos
o gratuitos, que tienen por objeto los bienes que eventualmente
integrarán la herencia; - el pacto renunciativo es aquel por el cual el futuro
heredero abdica de los derech
derechosos que pudieran corresponderle; - el pacto
distributivo es aquel por el cual los herederos dividen su futura herencia.
3. Pactos válidos. El propio artículo 1010 del código, que antes citamos, se
encarga de precisar que la prohibición para las herencias fu futuras de ser
objeto de los contratos bajo pena de nulidad absoluta encuentra como
excepción a la segunda parte de esa misma disposición y a lo que
dispongan las leyes especiales. En efecto, el segundo párrafo del artículo
1010 dispone: Los pactos relativos a una explotación productiva o a
participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la conservación
de la unidad de la gestión empresaria o a la prevención o solución de
conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a futuros derechos
hereditarios
arios y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios.
Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge,
si no afectan la legítima hereditaria, los derechos del cónyuge, ni los
derechos de terceros.
Muchas empresas fami
familiares
liares han alcanzado a imponerse en el mercado y
perdurar en el tiempo, a la par que han logrado un giro comercial muy
importante con clara incidencia en el aspecto social. Pero la falta de una
regulación que armonice el derecho sucesorio con esta realidad impide
muchas veces realizar planificaciones a largo plazo por los conflictos
personales que suelen acompañar a las cuestiones hereditarias, entre
otros factores propios
os de las relaciones humanas. Frente a esta realidad,
el Código Civil y Comercial de la Nación hizo más flexible la prohibición del
pacto de herencia futura. Es así que la segunda parte del citado artículo
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1010, se refiere a la validez de esos contratos en tanto tiendan a proteger


la continuidad de la explotación de la empresa familiar, se tr trate o no de
una explotación productiva o una participación societaria, supuesto este
último que, por su generalidad, amplía veladamente aquellos en que
expresamente se admite el pacto de herencia futura. La condición para
que esos pactos resulten válidos eess que tengan por fin la conservación de
la unidad de la gestión empresarial o a la prevención o solución de
conflicto, vinculado directamente con los emprendimientos familiares, por
un lado, y por otro, que estos acuerdos no afecten la legítima hereditaria
ni los derechos del cónyuge ni de terceros. En este último caso, la eventual
afectación de los derechos de otros legitimarios, puede dar lugar a
compensaciones, a fin de no tornar estéril la previsión legal, de manera tal
que impida la validez de lo acordacordado.
ado. El artículo nada dice sobre la
participación del futuro causante y de su cónyuge en este tipo de pactos,
de modo que su viabilidad o no deberá examinarse según las decisiones
concretas que se adopten.
La causa ha sido históricamente un vocablo de múlt
múltiples
iples acepciones entre
las cuales sobresale la que se refiere a aquello que se considera como
fundamento u origen de algo y la que alude al motivo o razón para obrar.
Sobre la primera idea mencionada tenemos que tener en cuenta que
engloba la llamada causa fuente que es propia de la teoría de las
obligaciones. Es así que el contrato (al igual que, por ejemplo, la
responsabilidad civil, la gestión de negocios o el empleo útil) es causa
fuente de una obligación jurídica. Prevé concretamente el artículo 726 dedel
Código Civil y Comercial: “no hay obligación sin causa, es decir, sin que
derive de algún hecho idóneo para producirla, de conformidad con el
ordenamiento jurídico”. Respecto de la segunda noción, la causa fin, su
terreno natural tiene lugar en el marco de los actos jurídicos y, como
lógica derivación, en la teoría general de los contratos. Particularmente el
artículo 281 del código dispone que la causa es el fin inmediato autorizado
por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad.
También
mbién integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y
hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son
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esenciales para ambas partes. Luego, ya en el ámbito propio de los


contratos, el código consagra las reglas gene
generales
rales sobre la causa en los
artículos 1012 y subsiguientes.

ARTICULO 1013.- Necesidad. La causa debe existir en la formación del


contrato y durante su celebración y subsistir durante su ejecución. La falta
de causa da lugar, según los casos, a la nulidad
nulidad, ade-cuación
cuación o extinción
del contrato.

Los
os Fundamentos del Código Civil y Comercial destacan que la causa fin
abarca tres posibilidades: a) fin inmediato determinante de la voluntad, b)
motivos exteriorizados e incorporados expresamente y c) motivos
esenciales para ambas partes, supuesto en el ccual, ual, pueden ser
tácitamente deducidos. De este modo, los motivos determinantes
adquieren verdadera trascendencia tanto en la etapa de formación como
en la de ejecución del contrato. En la primera, la de formación, porque en
ese momento se estructura el con contrato
trato y los motivos determinantes
causalizados podrían determinar su nulidad a partir de su ilicitud. Con
relación a la etapa de ejecución, porque la frustración de esos motivos
incorporados a la causa del contrato luego de celebrado pueden dar lugar
a la extinción del contrato
contrato.

Licitud de la causa.
Dispone el artículo 1014 del Código Civil y Comercial: El contrato es nulo
cuando: a) su causa es contraria a la moral, al orden público o a las buenas
costumbres; b) ambas partes lo han concluido por un motivo ilícito o
inmoral común. Si sólo una de ellas ha obrado por un motivo ilícito o
inmoral, no tiene derecho a invocar el contrato frente a la otra, pero ésta
puede reclamar lo que ha dado, sin obligación de cumplir lo que ha
ofrecido.
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Finalmente diremos quque el artículo 282 del Código Civil y Comercial, al que
recién hicimos referencia, que se presume que la causa existe mientras no
se pruebe lo contrario y aunque no esté expresada en el acto. La solución
legal es perfectamente lógica: las personas no se oblobligan
igan si no tienen al
menos un motivo para hacerlo. Además, evidentes razones de seguridad
jurídica obligan a reconocer como efectos jurídicos las declaraciones de
voluntad, mientras no se pruebe que adolecen de algún defecto que las
invalide. Por esas razo
razones,
nes, nuestra ley presume la existencia de causa y
solo admite que aquel que alegue su inexistencia cargue con la prueba de
esa afirmación.

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