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EL BIODERECHO: IMPORTANCIA DE SU MÉRTODO DE ESTUDIO EN LAS

FACULTADES DE DERECHO

1. EL DERECHO
El derecho históricamente se ha caracterizado por ser estudiado de tres grandes
concepciones: la concepción estatal-formalista (el Derecho como norma), la
concepción sociológico-realista (el Derecho como hecho) y la concepción óntico-
valorativa del Derecho (el Derecho como valor).

La teoría jurídica del S. XX son pocos los que siguen afirmando que el
Derecho se conforme exclusivamente de normas. Junto a las normas, los
principios y los valores ocupan un puesto fundamental en la determinación
de la naturaleza del Derecho.

Esta situación obedece, de un lado, a la posición que, a partir de Dworkin,


se ha ido haciendo fuerte en la doctrina filosófico-jurídica; de otro, a la
irrupción de las constituciones contemporáneas, posteriores a la segunda
guerra mundial, cuyos contenidos éticos, con efecto normativo directo,
condicionan definitivamente el nuevo panorama del pensamiento jurídico.

Respecto a lo primero, cabe subrayar el impacto habido por el artículo que


Dworkin publica en el University of Chicago Law Review, en 1969,
planteándose si era el Derecho un sistema de normas. Su respuesta es
negativa. El Derecho se compone de normas, pero también de principios y
de valores. Ni los unos ni los otros están necesariamente supeditados al
contenido de las normas.

Discute Dworkin el caso de Riggs vs. Palmer, en el que un nieto que había
sido condenado por el asesinato de su abuelo resultó ser heredero de este.
Se daba el caso de que la legislación de Nueva York, Estado donde
ocurrieron los hechos, prohibía modificar en ningún sentido el testamento
válidamente otorgado tras la muerte del testador, y, por tanto, la aplicación
de la norma vigente tendría como resultado que el asesino recibiría la
herencia de su víctima. El tribunal estimó que en este caso no debía
prevalecer la norma, sino que era de aplicación el principio del Derecho en
virtud del cual "nadie puede beneficiarse de su propia injusticia", denegando
por consiguiente la herencia al nieto.

La disputa sobre si estos elementos pertenecen o no al ámbito del Derecho


parece quedar zanjada. No obstante, permanece en la discusión si esta
positivación de la moral convierte en jurídico algo que si no, no lo sería, o,
por el contrario, se limita a dejar constancia de un hecho previo: la
naturaleza jurídica de los valores, los principios y los derechos humanos.
En este sentido, parece que la más apta de las tres mencionadas es la concepción
ontológico-valorativa del Derecho.

En tercer lugar, si tenemos presente el horizonte biojurídico, en tanto rama del


ordenamiento jurídico en permanente debate, en el que las cuestiones éticas son
vividas con tanta intensidad, conviene adentrarse en él desde una concepción de
lo jurídico que nos permita participar en el debate político y en la creación
biojurídica de la manera más fructífera posible, lo que parece difícil si como
juristas adoptamos la actitud, ciertamente bovina, que nos depara el positivismo
jurídico.

Como ha señalado D'Agostino, la bioética plantea al derecho el reto de hacer que


la ciencia jurídica reasuma su especifica validez antropológica, para inducirla a
superar toda tentación de estéril formalismo y para obligarla a medirse con las
estructuras que caracterizan el ser del hombre (dado que la bioética, como, por
otra parte, la ética en general, más que específicos problemas de contenido, pone
problemas antropológicos generales, esto es, de estructura) 5.

Como última razón habría que señalar que la concepción del Derecho que refleja
con más fiabilidad la idiosincrasia jurídica es la concepción ontológico-valorativa,
en los términos en los que se expone a continuación. No se trata ya de que los
distintos positivismos conduzcan a consecuencias indeseables, como la negación
de la dignidad humana o cuestiones semejantes, sino que, sencillamente, resultan
falsos en cuanto descripción de la realidad jurídica.

2. El BIODERECHO

Ahora pasaremos a definir el Bioderecho y su relación con la bioética, que


también regulan nuestra relación con la vida

A las clásicas ramas o partes del ordenamiento jurídico (derecho civil,


derecho penal, derecho administrativo, procesal, mercantil...) se ha
sumado, en los últimos tiempos, el bioderecho.

Andrés Ollero ha definido este último como una nueva rama del
ordenamiento jurídico caracterizada por su atención al respeto y protección
de la vida, desde la concepción hasta el final
El Bioderecho procede en parte importante del Derecho Internacional (son
muchos los tratados internacionales cuyo contenido tiene que ver con la
regulación jurídica de la vida humana), pero también los Estados, a título
individual, legislan cada vez más frecuentemente sobre cuestiones
biojurídicas. La progresiva juridificación de la práctica médica, si bien es un
fenómeno distinto al que comentamos ahora, contribuye notablemente a
que el Derecho vaya penetrando cada vez más en el terreno de la vida.

Esta caracterización del bioderecho como rama del ordenamiento jurídico


explica que quepa establecer una diferenciación entre lo que puede
llamarse bioderecho en sentido estricto y bioderecho en sentido
amplio. En este último sentido, se pueden considerar biojurídicas todas
aquellas normas relativas al régimen jurídico de la vida humana, (a su inicio,
su carácter dependiente, su final) que fueron promulgadas antes de que el
Derecho tomara conciencia de la importancia de los problemas sobre los
que estaba ya incidiendo la bioética.

El bioderecho en sentido estricto surge de una preocupación


conscientemente biopolítica, biojurídica y bioética. El bioderecho en este
sentido reviste en ocasiones una alta complejidad técnica, porque responde
directamente a esos retos tecnológicos de los que venimos hablando. En
este sentido, es relativamente reciente. Ejemplos de bioderecho en sentido
estricto serían la regulación jurídica de la investigación con células madres,
o la regulación del derecho a la vida en las recientes leyes denominadas
normalmente de 'muerte digna', las leyes que regulan el aborto, etc.

Denominación

Hay que partir de que no existe acuerdo en torno a su denominación. Gran


parte de la doctrina consideran denominarlo con el término 'Bioderecho', por
razones estrictamente semánticas. Como hay un derecho mercantil o un
derecho procesal, y no una 'jurídica procesal' o una 'jurídica mercantil', se
entiende que es más correcto hablar de 'Bioderecho', en tanto derecho
relativo a la vida, dejando la denominación 'biojurídico/a' para su empleo en
sentido adjetivo.

3. Bioderecho y bioética

Como es bien sabido, la bioética nace como ciencia con Van Resselaer
Potter en la década de los setenta, si bien con una orientación distinta de lo
que ha sido luego el devenir de la disciplina. Precisamente, en consonancia
con lo dicho anteriormente en cuanto a la consolidación del bioderecho
como challenge de nuestra época, Potter entiende que la bioética debe
tender puentes entre el conocimiento científico-técnico y las
consideraciones humanísticas

Sin duda, pesa de manera extraordinaria la mayor tradición bioética, pues


ya hemos mencionado que el Derecho se ha resistido durante mucho
tiempo a regular expresamente las cuestiones que ahora llamamos
biojurídicas.

Si el bioderecho tiene por objeto lo que se hace respecto a la vida, la


bioética tendría que tener por objeto el mismo ser del agente moral. Sin
embargo, una descripción de la bioética en semejantes términos sería
necesariamente incompleta. De nuevo, como vemos, las relaciones entre el
bioderecho y la bioética presentan sus características especiales.

De lo que no queda eximido el debate entre bioética y bioderecho es del


riesgo, cada vez más frecuente, de juridificación de la bioética. A los
factores ya señalados en el capítulo anterior, que había coadyuvado a que
el Derecho ocupara progresivamente el puesto que correspondía a la moral
(lo absoluto como categoría del pensar humano, relativismo ético, crisis de
las instituciones educativas básicas, positivación de la moral, vinculación
entre relativismo ético y democracia), sería ahora preciso añadir otra, que
bien podría encuadrarse de alguna manera dentro de lo que hemos
denominado 'relativismo ético'.

Por otra parte, es necesario tener presente que una gran parte de la
reflexión bioética de nuestros días es una bioética de 'mínimos', lo que no
deja de parecer una contradicción en los términos, ya que de suyo la ética,
toda ética, aspira a la esfera de los máximos. De nuevo resuenan aquí los
ecos de la confusión entre el bioderecho y la bioética (recuérdese lo dicho
en relación a las diferencias entre uno y otra en lo relativo a la finalidad a la
que se dirigen).

La idea de que bioderecho y bioética son códigos normativos distintos, de


modo que solo se puede obligar jurídicamente a aquello en que estemos de
acuerdo moralmente está bastante extendida en nuestros días, si bien no
obedece a la intrínseca naturaleza de la distinción entre estos dos órdenes
normativos, que tiene más que ver con mínimos éticos para la vida social
(Bioderecho) y máximos éticos para la vida individual (Bioética), y menos
con eventuales consensos éticos que en razón del número de adhesiones
convierten lo moral en jurídico.
También está extraordinariamente extendida la tesis, bien conocida por
nosotros, de la supuesta neutralidad ética del Estado y, por consiguiente,
del Derecho. Su aplicación en el bioderecho es muy frecuente. Si sumamos
ambas, tenemos una explicación bastante cabal del estado actual del
debate bioético y biojurídico.

En cuestiones tan sensibles como las que afectan a la vida, suele afirmarse que
solo se puede legislar sobre aquello en lo que hayamos llegado a un consenso
ético razonable. Dado que la bioética contemporánea no está en condiciones de
dar muchas respuestas unívocas, esos asuntos son ciertamente pocos. Respecto
a todos los demás, el Estado debe permanecer neutral.

4. BIODERECHO, DIGNIDAD Y DERECHOS HUMANOS

El bioderecho es, ya lo hemos señalado, una nueva rama del ordenamiento


jurídico que se singulariza por contener la regulación de la vida humana.
Por esto mismo, guarda una estrecha conexión con los derechos humanos
y, sobre todo, con el más básico de estos derechos, el derecho a la vida.

De esta manera, cabría afirmar que el nuevo paradigma en el que nos


situamos, que antes denominamos 'biopolítico', ha redefinido el problema
del derecho a la vida, en la medida en que ha re-abierto la discusión en
torno a la titularidad y al contenido del derecho.

En cuanto a la titularidad, puesto que cuestiones como el aborto (químico y


quirúrgico), o la píldora postcoital, medidas eugenésicas como el
diagnóstico genético preimplantatorio, o la eutanasia, ponen sobre mesa la
cuestión de qué vidas han de ser tenidas como vidas humanas, qué vidas
pueden ser acreedoras de la condición de titulares de derechos (lo que
ocurre cuando se adquiere la personalidad jurídica).

La protección de los derechos humanos se entiende como un instrumento


necesario para lograr el objetivo fundamental de la organización: evitar que
la guerra constituya el procedimiento usual de resolución de conflictos a
nivel internacional.

Desde su inicio, la misión de la UNESCO consiste en contribuir al fin


fundamental de las Naciones Unidas (la preservación de la paz en el
mundo) a través de la educación, las ciencias, la cultura, la comunicación y
la información.

Actualmente sus dos grandes prioridades son África y la igualdad entre


hombres y mujeres, pero también son destacables una serie de objetivos
globales entre los que, junto a cuestiones como la educación a lo largo de la
vida (long life learning), el desarrollo sostenible o el diálogo intercultural
encontramos el abordaje de nuevos problemas éticos y sociales. Entre
estos últimos, el más destacado es el de la ética para la ciencia y la
tecnología9. En este sector, la UNESCO trabaja a través del desarrollo de
acciones diversas. En especial, debe destacarse la creación de dos
organismos que funcionan a modo de laboratorios de ideas a nivel mundial,
que junto con la Comisión Mundial de Ética del Conocimiento Científico
y la Tecnología (COMEST), son el Comité Internacional de Bioética (IBI)
y el Comité Intergubernamental de Bioética (IGBC).

El IBC (International Bioethics Committee) adquiere carta de naturaleza en


el año 1983. Está compuesto de expertos independientes, cuyos mandatos
se extienden durante cuatro años con la posibilidad de renovación.

Según la agenda del IBC para el 2010-2011, los tres asuntos principales
sobre los que trabaja actualmente el Comité Internacional de bioética son
los siguientes: el principio de respeto por la vulnerabilidad humana y la
integridad personal, la clonación humana y la gobernabilidad internacional y
la medicina tradicional y sus implicaciones éticas.

En el ámbito de la UNESCO cabe destacar tres textos:

En el primer texto jurídicamente relevante en estas cuestiones es la


Declaración Universal sobre el Genoma y los Derechos Humanos
(1997). Esta declaración se articula en torno a distintos bloques:

a) La dignidad humana y el genoma humano, donde se establece el


principio de dignidad de todos los hombres, del genoma como patrimonio de
la humanidad, de la prohibición de cualquier tipo de discriminación en razón
del genoma y de la prohibición de obtener del genoma en su estado natural
beneficios pecuniarios.

b) Derechos de las personas interesadas, donde se establece que toda


investigación debe ir dirigida a la obtención de un beneficio directo sobre el
paciente, que ha de prestar su consentimiento a la misma de manera libre y
responsable.

c) Investigaciones sobre el genoma humano, donde se establece que


ninguna investigación sobre el genoma puede prevalecer sobre el respeto a
los derechos humanos. Se prohíbe la clonación con fines de reproducción y
se establece el principio de libertad en la investigación científica.

d) Condiciones de ejercicio de la actividad científica, donde se establece el


principio de responsabilidad y se exhorta a los Estados a que promuevan
las condiciones en las que la investigación científica pueda desarrollarse
adecuadamente.
e) Solidaridad y cooperación internacional, donde se establece la necesidad
de investigar sobre enfermedades de causa genética como las
enfermedades raras y endémicas, y de establecer relaciones de
cooperación entre las naciones desarrolladas y los países en vías de
desarrollo.

f) Fomento de los principios de la Declaración, donde se establecen los


programas de acción encaminados a la difusión y al efectivo cumplimiento
de la Declaración.

En segundo lugar, destaca la Declaración Internacional sobre los datos


genéticos humanos (2003), cuyo objetivo fundamental consiste en:

Velar por el respeto de la dignidad humana y la protección de los derechos


humanos y las libertades fundamentales en la recolección, el tratamiento, la
utilización y la conservación de los datos genéticos humanos, los datos
proteómicos humanos y las muestras biológicas de las que esos datos
provengan, en adelante denominadas "muestras biológicas", atendiendo a
los imperativos de igualdad, justicia y solidaridad y, a la vez, prestando la
debida consideración a la libertad de pensamiento y de expresión,
comprendida la libertad de investigación; establecer los principios por los
que deberían guiarse los Estados para elaborar sus legislaciones y políticas
sobre estos temas; y sentar las bases para que las instituciones y personas
interesadas dispongan de pautas sobre prácticas idóneas en estos ámbitos.

La Declaración establece el principio de identidad de la persona y de


singularidad de los datos genéticos, estableciendo las finalidades legítimas
de la obtención de los datos y los procedimientos por los que es correcto
adquirirlos. Establece también la prohibición de discriminación en nombre
de los datos genéticos, el derecho a no ser informado de ellos y el derecho
a recibir asesoramiento genético, así como el respeto a la privacidad de
dichos datos.

En tercer lugar, la Declaración Internacional sobre Bioética y Derechos


Humanos (2005), entre cuyos objetivos destaca el de reconocer la
importancia de la libertad de investigación científica y las repercusiones
beneficiosas del desarrollo científico y tecnológico, destacando al mismo
tiempo la necesidad de que esa investigación y los consiguientes adelantos
se realicen en el marco de los principios éticos enunciados en esta
Declaración y respeten la dignidad humana, los derechos humanos y las
libertades fundamentales.

Entre los principios que establece la declaración, son importantes para este
tema el principio de la dignidad humana; el principio del beneficio directo
(para el paciente) de la investigación; el de garantía de la autonomía del
paciente que se somete a un ensayo; el respeto a la vulnerabilidad; el
aprovechamiento compartido de los beneficios de la investigación y la
protección de las generaciones futuras, el medioambiente y la biosfera.

En el ámbito de la Asamblea General de Naciones Unidas, destaca la


Resolución 53/152 sobre el genoma humano y los derechos humanos, 9 de
diciembre 1999, en la que la Comisión sobre Clonación Humana hace suya
la Declaración sobre el genoma humano de 1997.

En el año 2005, se aprueba la Declaración de las Naciones Unidas sobre la


Clonación humana, en la que se establece que:

Los Estados miembros habrán de prohibir todas las formas de clonación


humana en la medida en que sean incompatibles con la dignidad humana y
la protección de la vida humana,
y que
Los Estados miembros habrán de adoptar además las medidas necesarias
a fin de prohibir la aplicación de las técnicas de ingeniería genética que
pueda ser contraria a la dignidad humana.

Por su parte, la Comisión de Derechos Humanos ha dictado, como


sabemos, distintas resoluciones sobre el tema genérico de 'derechos
humanos y bioética'. Nos centraremos en la Resolución 2003/69, en la que,
entre otras cosas, se alienta a los Estados a que participen en las
deliberaciones del grupo de trabajo de la Sexta Comisión que tendrán lugar
del 29 de septiembre al 3 de octubre de 2003, durante el quincuagésimo
octavo período de sesiones de la Asamblea General, en relación con el
tema del programa Convención internacional contra la clonación de seres
humanos con fines de reproducción (Convención para la que no existió
consenso suficiente, por lo que finalmente se emitió la Declaración que
acabamos de comentar).

Otras Resoluciones en este mismo tema han sido la Resolución 2001/71,


de 25 de abril 200, la Resolución 1999/63, de 28 abril 1999, la Resolución
1997/71, 16 abril 1997, la Resolución 1995/82 de 8 marzo 1995 y la
Resolución 1993/91 de 10 marzo 1993.

Para terminar con el sistema universal de Naciones Unidas, hay que tener
presente que también la OMS ha dictado dos Resoluciones relevantes
desde el punto de vista de la investigación biomédica, la Resolución WHA
51.01 sobre las implicaciones éticas, científicas y sociales de la clonación
para la salud humana, 16 mayo 1998 y la Resolución WHA 50.37 sobre la
clonación en la reproducción humana, 14 mayo 1997.
El de 'dignidad' es un concepto de difícil definición. El diccionario nos remite
a una 'cualidad de digno', y entre las definiciones de 'digno' encontramos
'aquello que tiene dignidad'. Como todos los conceptos con una fuerte carga
ética, el de dignidad no puede ser fácilmente expresado con palabras. Sin
embargo, todos tenemos una idea aproximada de en qué consiste nuestra
dignidad y, sobre todo, todos podemos identificar claramente los contextos
en los que esa dignidad se ve amenazada.

La dignidad es pues, una especial cualidad de los seres humanos que los
convierte en acreedores de respeto. Si las cosas tienen precio los hombres
tienen, en cambio, dignidad 1. No pueden comprarse ni venderse porque no
son cosas, sino sujetos.

5. PRINCIPALES PROBLEMAS BIOJURÍDICOS

Sin pretender en absoluto realizar una enumeración exhaustiva, valdría


afirmar que los principales problemas biojurídicos tienen lugar en torno a la
regulación del comienzo y del fin de la vida (también en el curso de ésta, en
situaciones de enfermedad o dependencia), y en torno a la regulación de la
investigación biomédica.

En otro orden de cosas, habría que destacar dos cuestiones distintas. En


primer lugar, la del derecho a la objeción de conciencia del personal
sanitario. Si bien no se trata estrictamente de una cuestión biojurídica,
puesto que su objeto no consiste en la normación de la vida humana, el
problema de la objeción de conciencia, en las dimensiones en que se nos
presenta hoy día, es clara consecuencia de los cambios habidos en nuestra
consideración hacia la vida humana.

En segundo lugar, cabría también destacar como problema biojurídico, si


bien tampoco vinculado directamente a la regulación de la vida humana, la
ordenación de las relaciones médico-paciente. Es de todos conocido el
cambio de paradigma que han sufrido estas relaciones en los últimos
cincuenta años. Del paternalismo médico hemos transitado hacia la
omnipresencia del principio de autonomía del paciente y del consiguiente
consentimiento informado. Como veremos a continuación, la preeminencia
del principio de autonomía va más allá de su ventaja en la pugna con los
otros principios clásicos de la bioética, el de beneficencia y el de justicia. En
realidad, esta ventaja es, más bien, una consecuencia del contexto ético
general de nuestra época.

En el capítulo siguiente excluiremos estas dos últimas cuestiones de


nuestro análisis. Nos centramos en aquellos conflictos biojurídicos que más
directamente atañen al régimen jurídico de la vida humana.

Como ya se ha señalado, quizá el principal problema para el bioderecho


contemporáneo sea la determinación de cuándo estamos ante una vida
verdaderamente humana. La cosa se complica un poco si añadimos que,
en ocasiones, cabe aún realizar la distinción entre ser humano y sujeto de
derecho. En cualquier caso, se trata de determinar a partir de qué
momento y hasta qué momento la vida es objeto de protección jurídica. Lo
que ocurre es que, como veremos a continuación, es posible establecer
grados en esa protección dispensada a la vida.

Cabría hablar de tres niveles distintos: en el nivel inicial, cuando quepa


considerar que existe una vida que no puede considerarse todavía vida
humana, la protección jurídica dispensada será la misma que a otras partes
del cuerpo humano. Este es el caso, en algunas legislaciones, del embrión
en su estadio preimplantatorio.

Dado que (en contra de la evidencia científica y del más elemental sentido
común) el embrión en sus primeros días no puede considerarse como un
miembro de pleno derecho de la especie humana, su tratamiento jurídico es
similar (por ejemplo, en la legislación española) al de los gametos.

En un nivel más elevado de protección cabría situar la vida reconocida


como humana que, sin embargo, no puede hacerse acreedora de
personalidad jurídica de manera que su titular se ve incapacitado para
convertirse en titular de derechos subjetivos y, por tanto, no puede ser
titular del derecho a la vida. Las vidas humanas sin derecho a la vida son,
en algunos ordenamientos jurídicos, las de los embriones o fetos in vivo, es
decir, en el vientre materno.

5.1. Investigación biomédica y derecho de familia

Por último, es necesario aludir a los problemas que el desarrollo de la


investigación biomédica ha representado para el derecho de familia o, más
concretamente, para las relaciones de filiación.

La fecundación in vitro permite que el espermatozoide y el óvulo se


encuentren en el laboratorio, formando el cigoto en una placa de Petri. Esto
abre un mundo de posibilidades respecto a la procedencia de los gametos.
Si el problema de la pareja que desea tener hijos no es solo de fertilidad
(capacidad para llevar a cabo la gestación) sino también de esterilidad
(dificultad para concebir), puede recurrirse a la donación de óvulos o
espermatozoides.

Dos son las cuestiones más relevantes en cuanto a la donación de


gametos: la inseminación post morten y la fecundación asistida en parejas
homosexuales.

La inseminación post morten es una variante de la inseminación artificial


(selección y colocación del semen en el útero de la mujer), que se realiza
después de muerto el donante. Los problemas morales que plantea la
inseminación post morten son obvios (se condena al hijo a nacer huérfano).

Así como la donación de gametos está regulada normalmente por el


Derecho en el caso de donación de esperma del hombre a la mujer, la
donación de óvulos dentro de la pareja no había sido objeto de regulación
jurídica, ya que carece de sentido en el contexto de relaciones
heterosexuales (exceptuando la gestación por sustitución, de la que ahora
nos ocuparemos, pero aquí el embrión se implanta en el útero de otra
mujer, un hombre poco puede hacer al respecto).

Sin embargo, cada vez son más fuertes las reivindicaciones del colectivo de
parejas lesbianas, precisamente en esta dirección: la de regular
jurídicamente la donación de óvulos de modo que sea posible realizarla
dentro de la pareja (hasta ahora, en los países donde se permite, la
donación de óvulos es siempre anónima). De esta manera, una mujer es la
madre en sentido genético, ya que pone el óvulo, y la otra es la madre
gestante, la que lleva a cabo el embarazo y la que da a luz al bebé.

En España, a pesar de que en torno a esta opción hay un vacío jurídico, la


práctica ha comenzado recientemente a realizarse a través del programa
ROPA (Recepción de óvulos en pareja)

Las parejas homosexuales de varones no pueden emplear, obviamente,


este medio, por lo que en ocasiones recurren a la gestación por sustitución.

Por último, la gestación por sustitución (vulgarmente conocida como 'madre


de alquiler' o 'vientre de alquiler') consiste en la transferencia de embriones
generados in vitro en el útero de una tercera persona, una mujer ajena a los
progenitores genéticos de esos embriones, dentro de cuyo vientre se lleva a
cabo la gestación y, finalizado el embarazo con el parto, la mujer no ostenta
ningún título jurídico respecto del hijo, que mantiene, a todos los efectos, la
filiación de sus padres biológicos.

6. LA ENSEÑANZA DEL BIODERECHO


El método de investigación bioética, en razón al carácter particular de
esta disciplina, no puede establecerse por la aplicación de normas que
se construyan a partir de la observación de datos experimentales, sean
estos biológicos o sociológicos, ni por la aplicación a priori de principios
previamente establecidos.

Resulta necesario el desarrollo de una metodología que sea capaz de


articular datos experimentales y principios éticos en casos particulares de
estudio. Hace ya varios años Sgreccia propuso un método que al día de
hoy resulta muy adecuado en el ejercicio de la bioética. Este método ha
sido llamado "triangular" porque parte en primer lugar la consideración
del hecho científico experimental en su objetividad; luego analiza la
perspectiva antropológica; y finalmente, permite establecer una serie de
indicaciones operativas de carácter ético que han de fundarse sobre un
cuerpo de principios previamente establecidos (Sgreccia 2009). Estos
tres puntos se desarrollan a continuación.

7. CONCLUSIONES:  

El bioderecho es una nueva rama del ordenamiento jurídico que tiene por
objeto la regulación de la vida humana, desde su inicio hasta su fin. El
bioderecho ha de distinguirse de la bioética, que es una ética especial y
carece de normatividad. La dignidad humana es el fundamento del
bioderecho, ya que este concepto nos remite a la idea de que nuestra vida,
por el mero hecho de ser humana, es merecedora de un respeto y de una
protección por parte del Derecho, tiene, en sí misma, sentido normativo y
plantea exigencias que el Derecho ha de respetar.

El bioderecho tiene una especial conexión con los derechos humanos y,


sobre todo, con el derecho a la vida, que es el presupuesto de todo
bioderecho.

- En el inicio de la vida, los principales problemas biojurídicos afectan a la


determinación del titular del derecho a la vida.

- Al final de la vida, se plantea también el problema de determinar el


contenido del derecho, es decir, si el derecho a la vida incluye también el
derecho a disponer libremente de la propia vida, en un contexto de
enfermedad o no. Aunque existen países en los que la eutanasia está
legalizada, y otros donde también es legal el suicidio asistido, en general el
derecho internacional y comparado se muestra reticente al reconocimiento
de un hipotético derecho a morir.

- En todo caso, la regulación jurídica del final de la vida plantea problemas


graves, en cuanto a la determinación de las medidas o tratamientos que
están o no indicados en cada caso concreto y en su diferenciación de otros
derechos del paciente como la renuncia a tratamiento médico.

- Los 'testamentos vitales' no parecen ayudar mucho a paliar estos


problemas, en aquellos países donde su práctica está regulada
jurídicamente.

- Por último, las nuevas tecnologías han causado profundo impacto en el


tradicional derecho de familiar, al alterarse las relaciones de filiación,
tradicionalmente ligadas al vínculo biológico. Actualmente, ambas cosas se
desligan en los casos de donación de gametos, o en el de la maternidad
subrogada.

- La Declaración Universal sobre Bioética y Derechos humanos,


fundamenta los principios en ella consagrados sobre las normas que rigen
el respeto de la dignidad de la persona, los derechos humanos y las
libertades fundamentales.

- En líneas generales, La Declaración Universal sobre Bioética y derechos


humanos puede interpretarse como una propuesta de mínimos éticos
comunes.

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