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CÓMO APLICAR EL «MOSTRAR, NO CONTAR» EN TU ESCRITURA

Con EL MOSTRAR, NO CONTAR se pretende poner de manifiesto la importancia que tiene al escribir
asegurarse de «enseñarle» al lector lo que está sucediendo en lugar de simplemente relatarlo. Es decir, es una manera de
recordarte que debes procurar que el lector se represente de la manera más vívida posible aquello que la narración
refiere.
Lo entenderás mejor con un ejemplo. Imagina la siguiente escena. Víctor está solo de noche en su dormitorio
cuando oye un ruido. No cabe duda, un intruso ha entrado en su casa. La narración dice: «Víctor, asustado, abrió la
puerta para ir a ver de dónde procedía el ruido».
Desde luego, esa frase nos permite representarnos la situación: Víctor está asustado y abre una puerta. Pero, a
pesar de ello, es una escritura abstracta que no permite que el lector se adentre en lo que siente Víctor. Vemos sus
acciones externas —abre la puerta—, pero solo tenemos una información muy escueta sobre sus emociones. «Asustado»
es en realidad una descripción muy pobre. En resumen, estamos contando, pero no mostrando.
Un escritor hábil pondría más atención en lo que le sucede a Víctor.
Lo describiría, descalzo y en pijama, vulnerable al no llevar ni siquiera la coraza social de su ropa de calle.
Narraría cómo agudiza el oído tratando de escuchar nuevos ruidos y cómo abre la puerta con sigilo para no alertar al
posible intruso. Se centraría en cómo su mirada trata de taladrar allí donde la oscuridad es más espesa en las esquinas del
salón, tratando de ver si hay alguien escondido. Relataría como el corazón bate en su pecho debido al nerviosismo y
como nota las piernas un poco temblorosas.
Ahí empieza a entrar en juego el mostrar. Si el lector ve al personaje vulnerable, tembloroso, escudriñando la
oscuridad… se hace una idea más PRECISA de la situación que si simplemente se usa la palabra «asustado».
Pero todavía se puede ir un poco más allá en el mostrar, no contar. ¿Cómo? Enseñándole al lector en qué se basa
la representación externa del miedo de Víctor, para que pueda hacerlo suyo al comprenderlo mejor.
Para hacerlo hay que penetrar en las emociones y sentimientos de Víctor. Con todo lo que hemos dicho antes
(que está asustado, que su corazón late acelerado, que escucha atentamente, etc.) tan solo nos quedamos en la capa
exterior de lo que pasa dentro del personaje. Hay que profundizar más y llegar a su conciencia. Y contar entonces el
temor que siente por la posibilidad de un enfrentamiento cara a cara. La angustia ante la idea de una bala o la hoja de un
cuchillo atravesando su carne. El horror de terminar muerto o un vago temor de encontrarse con algo sobrenatural. El
miedo a la muerte, el temor de sufrir daño físico y la preocupación más banal por el dinero se mezclan en Víctor con
esos miedos atávicos que nos acompañan desde la infancia (o puede que desde las cavernas). Y, desde dentro de la
conciencia del personaje, el lector tiene una visión completa de lo que sucede. No solo ve a Víctor en pijama abrir una
puerta y adentrarse asustado en las sombras del salón. Vive con él la angustia del miedo a sentir una fría hoja de cuchillo
penetrar en su carne. La experiencia es mucho más completa.
¿Por qué mostrar, no contar?
Empatía. Esa es la razón por la que, como escritor, deberías preocuparte de mostrar y no contar. El lector no lee
sobre Víctor: se convierte en Víctor. Usar con maestría el mostrar, no contar es una de las maneras más efectivas de
enganchar a tu lector. Además, vivimos en una sociedad marcadamente audiovisual. Las imágenes nos bombardean.
Así que asegúrate de pintar imágenes con tus palabras para que el lector las recree y las ponga en movimiento, tal como
está acostumbrado a hacer.

¿CÓMO MOSTRAR, NO CONTAR EN DIÁLOGOS Y DESCRIPCIONES?

DIÁLOGOS
Lo primero que tienes que tener claro es que debes eliminar de tu novela todo diálogo que sea innecesario, que
repita cosas que ya se han dicho antes, que actúe como simple relleno y que, en general, no aporte nada al desarrollo de
la trama al no proporcionar información nueva. Quédate con esta idea: que dos personajes aparezcan juntos en una
misma escena no significa que tengas que desarrollar dicha escena en forma de diálogo entre ellos. Pero si tienes claro
que ese diálogo debe estar en la novela, aplica el mostrar, no contar.
Ya sabes cómo: intenta escribir lo que sucede de manera que muestre. Por supuesto, puedes hacerlo a través de
las palabras de los personajes. Pero no olvides que nunca decimos todo lo que pensamos; puede que mientras el
personaje pone cara de atención mientras escucha a su interlocutor esté pensando en realidad en otra cosa. Incluso
cuando prestamos atención hay miles de pequeños pensamientos provocados por lo que decimos y lo que escuchamos,
pero que no llegamos a verbalizar. Pero es que además callamos cosas a propósito, con finalidades que no desvelamos. O
bien decimos medias verdades o mentiras enteras. Las palabras de tus personajes tienen matices que debes mostrar para
hacer efectivo el mostrar, no contar. Así que te recomendamos apoyarte sin miedo en el narrador y dejar que sea él el que
cuente lo que se esconde debajo de la superficie del diálogo.

DESCRIPCIONES
En principio parece fácil mostrar y no contar cuando se escriben descripciones. A fin de cuentas estás
describiendo, mostrando, entrando en detalles que permiten que el lector se represente una estancia, una persona, un
paisaje… Sin embargo, es más común de lo que piensas que el escritor, al describir, se olvide de relacionar lo que
describe con el personaje, la acción y el conjunto de la novela.
Para usar el mostrar, no contar en las descripciones tienes que pensar en cómo se relaciona lo descrito con la
conciencia del personaje (incluso con su subconsciente). Por ejemplo, Víctor es un personaje miedoso. Por eso las
sombras familiares de su salón, que ha visto mil veces, se convierten para él, a causa de un ruido nocturno, en una
amenaza, en una fuente de temor.
Describir que está descalzo y en pijama no solo sirve para que el lector lo vea de forma más clara en su
imaginación, también permite indicar que se siente desprotegido, expuesto. Lo mismo respecto a su corazón desbocado
y sus piernas temblorosas: sirven para que el lector comprenda cómo el miedo se manifiesta en el cuerpo de Víctor.
Las buenas descripciones no consisten en acumular datos sobre colores, medidas, texturas, apariencias y olores.
Las buenas descripciones consisten justamente en escoger los detalles apropiados para mostrar y lograr así que el lector
recree y comprenda.

A VECES CONTAR PUEDE SER SUFICIENTE


La recomendación mostrar, no contar tiene su importancia y ayuda mucho a escribir buenas obras. Pero no te
obsesiones con ella y trates de aplicarla a cada párrafo, porque a veces contar puede ser suficiente. En general, si la
información que vas a proporcionar es muy relevante y va a alterar el curso de la acción, conviene que no te limites a dar
el dato de forma somera y apliques entonces el mostrar, no contar.
Plantéate por tanto si conviene que desarrolles esa información en forma de escena para que el lector la
«presencie» y comprenda así todo su significado. Por ejemplo, si el dato «Víctor era miedoso» no va a tener un peso
específico en la trama, puede bastar con referirse a ello sin entrar en detalles. Pero si el hecho de que Víctor sea miedoso
es un dato relevante, conviene que el lector «vea» por qué lo es.
En ese caso convendría incluir una escena que revele que cuando era niño ladrones entraron a robar en su casa e
incluso hirieron a su padre con un cuchillo. Mostrar cómo sucedió todo y el terror que pasó el pequeño Víctor ayudará a
que el lector comprenda mejor al personaje y, en consecuencia, por qué actúa como un miedoso a lo largo de la novela.
Saber distinguir cuándo conviene contar y cuándo conviene mostrar te ayudará a imprimir un ritmo adecuado a tu
narración, permitiendo que esta avance viveza cuando sea preciso y que se ralentice cuando quieras capturar la atención
del lector.

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