Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. CÉNTRATE EN LA ACCIÓN
Que no en la anécdota. El cuento no es solo una anécdota, ya que cuenta una historia, pero la
narración ha de estar más condensada que en la novela y centrarse en lo que sucede, sin tiempo
ni espacio para otras disertaciones.
A veces pecamos de querer contar historias muy ambiciosas que no tienen cabida en un relato
corto. Recuerda que el cuento, por lo general, debe ocurrir en un espacio de tiempo
breve, tener pocos personajes principales (2 o 3 como mucho) y una localización
principal. Si no logras adaptar tu historia a estas premisas, puede que estés ante una novela
corta y no de un cuento corto.
Toda idea puede simplificarse siempre, sólo hay que darle una vuelta. Por ejemplo, queremos
contar la historia de un hombre que, tras pasarse muchos años dedicado a su trabajo, logró
alcanzar el éxito profesional. Fue un tipo importante, ambicioso y que llegó a lo más alto, pero a
costa de arriesgar su vida personal. Con el tiempo, cometió una serie de errores y se arruinó,
dándose cuenta de lo que realmente era importante.
¿Se puede contar una historia así en apenas 750 palabras? Sí, pero solo si la simplificamos. Para
ello, busquemos el instante con mayor fuerza, el momento de impacto de la historia, así
sabremos dónde hay que centrarse. Yo creo que el punto álgido lo encontramos cuando se da
cuenta de que se equivocó, por ello creo que deberíamos contar la historia cuando ya lo ha
perdido todo.
Por ejemplo, Fulanito es un mendigo que cada mañana pide en una esquina del centro de la
ciudad, en una zona de oficinas cerca de donde él trabajaba tiempo atrás. Los mismos ejecutivos
entre los que él se incluía antes, son ahora los que le ignoran y pasan por su esquina sin mirarle.
4. NO LO CUENTES, MUÉSTRALO
Este debe de ser el consejo en el que más se insiste en cualquier libro o artículo sobre escritura,
¿verdad? Pero es que resulta fundamental y muchas veces se nos olvida, sobre todo a la hora de
escribir cuentos.
5. MANTÉN LA ESTRUCTURA
Aun siendo un relato muy corto, todo cuento ha de tener una introducción, un nudo y
un desenlace. Por ejemplo: “el mendigo contando las monedas en su esquina y los ejecutivos
pasando ante él envueltos en su abrigo” sería la introducción. Es lo que nos sitúa en la historia,
en el qué, quién, dónde y cuándo.
El nudo podría ser “el mendigo está preocupado porque necesita tomarse algo caliente pero no
le llega el dinero. Sigue pidiendo, pero los ejecutivos lo ignoran.” El desenlace sería el final que
le demos. Por ejemplo: “alguien se apiada de él y le da el dinero para que se tome el café”.
En el cuento es tan importante lo que se dice como lo que se calla . Como decíamos
antes, no hay lugar para disertaciones, así que olvídate de explicar que el mendigo se siente mal
por su situación o que se arrepiente de haber perdido a su familia. Eso ha de quedar implícito en
la acción. Deja que el lector lo deduzca.
Por ejemplo, en lugar de explicar que el mendigo tenía familia y la perdió junto con su trabajo,
podemos hacer que entre los ejecutivos que cruzan ante él, el mendigo reconoce a su hijo e
intenta decirle algo. El hijo se vuelve hacia él con cara de fastidio y, sin reconocer a su padre, le
da una moneda, solucionando el problema de tomar algo caliente esa mañana. Pero,
obviamente, al mendigo ya no le importa el café.
Del principio al final, cada frase del cuento tiene que estar ahí con una función. Si tienes poco
espacio, pocas palabras, aprovéchalas bien. Esto no es necesario hacerlo en la primera
escritura, pero sí en la revisión. Desmenúzalo, analiza cada frase, cada elemento, y piensa qué
función cumple en la historia. ¿Es imprescindible? Si la esencia del texto se comprende sin esa
frase, elimínala.
8. MANTÉN EL SUSPENSE
Siempre que puedas, intenta que al final del texto haya un giro, un golpe de efecto, una
sorpresa. Que esté justificada, claro, pero que dé un nuevo sentido al texto.
Es mejor empezar por el mendigo con frío que ha de conseguir dinero para algo caliente. Así
creamos un buen punto de partida. Luego podemos contar ya que él antes era uno de esos
ejecutivos que ahora le ignoran, porque esto nos produce más curiosidad sobre el personaje. De
pronto, reconoce a alguien entre la multitud y llama su atención (más intriga). Esta persona no
le reconoce, pero le da dinero, aunque al mendigo ya no le importa el dinero, porque el ejecutivo
era su hijo (dejamos el golpe de efecto para el final).
9. IMPACTO POSTERIOR
Una de las cosas más difíciles, pero también de las más importantes, es lograr que el cuento
deje huella en el lector. Una vez haya terminado, el texto ha de dejar un eco en su interior,
una reflexión, un sentimiento.
Para ello, la última frase es fundamental. Si logramos que contenga un giro o una imagen
impactante que arroje luz sobre el resto de la narración, estaremos en el buen camino.
Volviendo al caso del ejemplo, lo ideal es llegar al final sin saber quién es el ejecutivo al que el
mendigo ha reconocido y que acaba de darle el dinero. En esa última frase (que además debería
ser corta, sencilla y directa para causar mayor impacto) revelaremos que se trata de su hijo (un
buen giro final) y dejaremos entrever que el mendigo ya no está preocupado por el dinero (ni lo
mira), sino que observa cómo su hijo se aleja sin poder hacer nada para evitar que cometa los
mismos errores que él cometió en el pasado.
No tienes espacio para descripciones largas ni disertaciones, pero el cuento también ha de tener
ambientación para envolver al lector. Para ambientar en un texto muy corto, usa el
tono, el narrador, el lenguaje y selecciona las palabras adecuadas. No es lo mismo
decir “ciénaga” que decir “pantano”; tampoco es igual “bruma” que “niebla”. Cada palabra te
ayuda a construir la atmósfera. Elígelas con cuidado.
Por ejemplo, para la historia del mendigo, nos encontramos en una ciudad, una mañana de
invierno en la que hace mucho frío, pero no es necesario decir todo esto. Podemos ver el frío en
el vaho que sale de la boca del personaje o haciendo que se frote las manos envueltas en guantes
antes de contar el dinero. Incluso, mejor aún, podemos verlo todo a través de los ejecutivos que
entran en sus oficinas envueltos en gruesos abrigos mientras ignoran al mendigo. En esta
imagen sabemos que es una ciudad, que es por la mañana, es invierno y hace frío.
Tenemos muy poco espacio para desarrollar nuestra historia y ya hemos dejado claro que cada
palabra cuenta, ¿verdad? Pues tengamos algo de picardía y aprovechémoslas bien todas. El
título es un espacio extra que puede resultar muy útil. Lo ideal: que sugiera, intrigue y
arroje una nueva luz sobre el texto una vez se haya terminado su lectura.
¿Se os ocurre algún título para el relato del mendigo que cumpla estas características?
Por último, nos queda un consejo fundamental para cualquier escritor que quiera dedicarse a
escribir cuentos, aunque no tenga que ver con la escritura en sí: tenemos que leer cuentos.
Si queremos entender cómo funcionan y cómo se escriben, es fundamental que los conozcamos.
Hay que leer a Chéjov, a Horacio Quiroga, a Cortázar, a García Márquez, a Poe, a Borges, a Saki,
a Ray Bradbury, a Bioy Casares, a Benedetti, a Monterroso… Tantos cuentos como se pueda.
Decálogo del perfecto cuentista
Decálogo de Horacio Quiroga
2. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en dominarla (el arte). Cuando
puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
3. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que
ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu
arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: «Desde el río soplaba un viento frío»,
no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de
tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
7. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo
débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
8. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el
camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver.
No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una
verdad absoluta, aunque no lo sea.
9. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz
entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino
10. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta
como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los
que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento.
Las seis reglas de escritura de George Orwell
“Uno necesita reglas en las que se pueda confiar cuando falla el instinto”.
Umberto Eco reflexiona en la revista de Escribir y Publicar sobre su preparación para escribir El
nombre de la rosa.
Para contar una historia, lo primero que hace falta es construirse un mundo lo más
amueblado posible, hasta los últimos detalles. El primer año de trabajo de “El nombre de la
rosa” lo dediqué a la construcción del mundo. Extensos registros de todos los libros y fichas
censales de muchos personajes, muchos de ellos excluidos luego de la historia. Porque también
tenía que saber quiénes eran los monjes que no aparecen en el libro: no era necesario que el
lector los conociese, pero yo debía conocerlos.
Para poder inventar libremente hay que ponerse límites. En poesía los límites pueden
proceder del pie, del verso, de la rima, de lo que los contemporáneos han llamado respirar con
el oído… En narrativa los límites proceden del mundo subyacente. Y esto no tiene nada que ver
con el realismo, aunque explique también el realismo. Puede construirse un mundo totalmente
irreal, donde los asnos vuelen y las princesas resuciten con un beso: pero ese mundo
puramente posible e irreal debe existir según unas estructuras previamente definidas, hay que
saber si es un mundo en el que una princesa puede resucitar sólo con el beso de un príncipe o
también con el de una hechicera, o si el beso de una princesa sólo vuelve a transformar en
príncipes a los sapos o, por ejemplo, también a los armadillos.
Empieza por una suerte de revelación. Pero uso esa palabra de un modo modesto, no
ambicioso. Es decir, de pronto sé que va a ocurrir algo y eso que va a ocurrir puede ser, en el
caso de un cuento, el principio y el fin. En el caso de un poema, no: es una idea más general, y
a veces ha sido la primera línea. Es decir, algo me es dado, y luego ya intervengo yo, y quizá
se echa todo a perder (ríe).
Luego, hay que buscar la época; ahora, en cuanto a mí —eso es una solución personal mía—,
creo que para mí lo más cómodo viene a ser la última década del siglo XIX. Elijo —si se trata
de un cuento porteño—, elijo lugares de las orillas, digamos, de Palermo, digamos de
Barracas, de Turdera. Y la fecha, digamos 1899, el año de mi nacimiento, por ejemplo. Porque,
¿quién puede saber exactamente cómo hablaban aquellos orilleros muertos?: nadie. Es decir,
que yo puedo proceder con comodidad. En cambio, si un escritor elige un tema
contemporáneo, entonces ya el lector se convierte en un inspector y resuelve: “No, en tal
barrio no se habla así, la gente de tal clase no usaría talo cual expresión”».
Decálogo de escritura de Elmore Leonard
1. Nunca empieces un libro con el tiempo
Si sólo es para crear una atmósfera y no por la reacción de un personaje ante el tiempo,
no quieres que se prolongue demasiado. El lector tiende a mirar la hoja buscando a
gente. Claro que hay excepciones. Si resulta que eres Barry López, quien posee más
formas que un esquimal de describir el hielo y la nieve en su libro Sueños Árticos,
entonces puedes hacer todos los partes meteorológicos que quieras.
3. Condensa
El microrrelato ha de ser capaz de condensar una historia a pesar de no contar con muchas
palabras. Esto no quiere decir que tengamos que resumirla. Más bien todo lo contrario: el
microrrelato es tan solo la punta del iceberg de una historia mayor. Consiste en
sugerir al lector para que sea él quien rellene los huecos, quien imagine todo lo que no
contamos.
Tenemos que encontrar el momento clave de la historia que ha de ser mostrado en el
microrrelato. Si no tienes claro qué momento elegir para contar tu microrrelato, prueba con el
clímax. ¿Cuál es el momento álgido de la historia? Seguramente con la respuesta podrás
construir tu texto.
5. Precisa
Si en el cuento cada palabra es importante, en el microrrelato mucho más. Cuando tienes que
causar sensaciones en el lector con tan solo un puñado de palabras, has de elegirlas bien. Intenta
que no sobre ni falte nada, que cada palabra esté donde debe y que se trate de la palabra
correcta. Busca sinónimos si hace falta, elige siempre la que evoque aquello que quieres
transmitir, vigila la sonoridad del texto… Tendrás que revisarlo unas cuantas veces hasta
alcanzar el resultado que persigues, pero al ser una narración tan breve, puedes dedicarle más
tiempo.
Tampoco debes usar muchos personajes o lugares, ni contar algo que transcurra en un largo
espacio de tiempo. Se trata de lanzar una idea simple al lector, no hay tiempo para desarrollarla,
así que usa el menor número de elementos posible.
Por ejemplo, en el siguiente microrrelato atribuido a Ernest Hemingway, los elementos son
mínimos, como veréis: “Se venden zapatitos de bebé, nunca usados”.
No hay una sola receta perfecta para estimular la creatividad literaria. Mientras que a algunos
les funciona mejor encerrarse en un cuarto deseando absoluto silencio, otros trabajan mejor en
un café lleno de personas y ruido. Sin embargo, hay algunas ideas y consejos que se repiten
entre los hábitos de varios escritores famosos:
Elmore Leonard
“Si parece una redacción, reescríbela”.
“Intento dejar fuera las partes que la gente se salta”.
Ernest Hemingway en With Hemingway: A year in Key West and Cuba de Arnold
Samuelson
“Como escritor no debes juzgar. Debes entender.”
“En cualquier arte está permitido robar algo si lo puedes hacer mejor”.
Stephen King
“Si no tienes tiempo para leer, no tienes tiempo -ni las herramientas – para escribir. Tan
simple como eso”
“Creo que el camino al infierno esta pavimentado con adverbios, siempre lo gritaré desde las
azoteas.”
Anne Lamott
“El perfeccionismo es la voz del opresor, el enemigo del pueblo. Te mantendrá atorado y
demente toda tu vida.”
Anton Chejov
“No me digas que la luna está brillando, muéstrame el destello del brillo en un cristal roto”
Charles Bukowski
“No lo hagas al menos que venga sin ser llamado, de tu mente, tu boca y tu instinto.»
“Las historias cortas demandan que uno tenga consciencia de sus intenciones, una cierta
estrechez en el foco.”
*Una cosa es una historia larga (historia con mucha trama), y otra, una historia alargada
(historia a la que se le ha añadido cosas innecesarias a la trama). (Buscar diferencias)
*Un escritor puede escribir lo que le dé la gana siempre que sea capaz de hacerlo creer.
*No creo en el mito romántico de que el escritor debe pasar hambre, debe estar jodido, para
producir.
*Se escribe mejor habiendo comido bien y con una máquina eléctrica.
*El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad.
*Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha
escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad.
*Durante mucho tiempo me aterró la página en blanco. La veía y vomitaba. Pero un día leí lo
mejor que se escribió sobre ese síndrome. Su autor fue Hemingway. Dice que hay que empezar,
y escribir, y escribir, hasta que de pronto uno siente que las cosas salen solas, como si alguien te
las dictara al oído, o como si el que las escribe fuera otro. Tiene razón: es un momento sublime.
Charles Bukowski
Si no te sale ardiendo de dentro, a pesar de todo, no lo hagas. A no ser que salga
espontáneamente de tu corazón y de tu mente y de tu boca y de tus tripas, no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas con la mirada fija en la pantalla del ordenador o clavado en
tu máquina de escribir buscando las palabras, no lo hagas. Si lo haces por dinero o fama, no lo
hagas. Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama, no lo hagas. Si tienes que sentarte y
reescribirlo una y otra vez, no lo hagas. Si te cansa sólo pensar en hacerlo, no lo hagas. Si estás
intentando escribir como cualquier otro, olvídalo. Si tienes que esperar a que salga rugiendo de
ti, espera pacientemente. Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa. Si primero tienes que leerlo
a tu esposa o a tu novia o a tu novio o a tus padres o a cualquiera, no estás preparado. No seas
como tantos escritores, no seas como tantos miles de personas que se llaman a sí mismos
escritores, no seas soso y aburrido y pretencioso, no te consumas en tu amor propio. Las
bibliotecas del mundo bostezan hasta dormirse con esa gente. No seas uno de ellos. No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma como un cohete, a no ser que quedarte quieto pudiera llevarte a la
locura, al suicidio o al asesinato, no lo hagas. A no ser que el sol dentro de ti esté quemando tus
tripas, no lo hagas. Cuando sea verdaderamente el momento, y si has sido elegido, sucederá por
sí solo y seguirá sucediendo hasta que mueras o hasta que muera en ti. No hay otro camino. Y
nunca lo hubo.
*Las metáforas en general, y en particular las metáforas visuales. Más concretamente aún, las
metáforas agrícolas, navales o bancarias. Ejemplo absolutamente desaconsejable: Proust.
*El antropomorfismo.
*La confección de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por ejemplo, el
Ulysses de Joyce y la Odisea de Homero.
*Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser convertido en
una película.
*En los ensayos críticos, toda referencia histórica o biográfica. Evitar siempre las alusiones a la
personalidad o a la vida privada de los autores estudiados. Sobre todo, evitar el psicoanálisis.
* Las parejas de personajes groseramente disímiles o contradictorios, como por ejemplo Don
Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.
*La costumbre de caracterizar a los personajes por sus manías, como hace, por ejemplo,
Dickens.
*En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o con el espacio,
como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.
*En las poesías, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el lector.
*Las frases, las escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a determinada época;
o sea, el ambiente local.
*Se breve
*Determina el contexto
Julio Cortázar
*La novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out.
*En el cuento no existen personajes ni temas buenos o malos, existen buenos o malos
tratamientos.
*Un buen cuento nace de la significación, intensidad y tensión con que es escrito; del buen
manejo de estos tres aspectos.
*Lo fantástico en el cuento se crea con la alteración momentánea de lo normal, no con el uso
excesivo de lo fantástico.
Horacio Quiroga
*Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo
conseguirás sin saberlo tú mismo.
*Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que
ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia
*Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte
como a tu novia, dándole todo tu corazón.
*No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien
logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
*Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no
hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus
palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
*No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil.
Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
*Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el
camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver.
No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad
absoluta, aunque no lo sea.
*No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces
de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
*No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu
relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste
haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
William Faulkner
*No te inventes excusas.
Roberto Bolaño
*Nunca abordes los cuentos de uno en uno. Honestamente, uno puede estar escribiendo el
mismo cuento hasta el día de su muerte.
*Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. *Si te ves con energía
suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.
*Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos
de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.
*Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que
leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su
obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo
alguno a Cela y a Umbral.
*Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.
*Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos
cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el
vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!
*Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean
también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a
Alfonso Reyes y de ahí a Borges.
*La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.
*Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.
*Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del
desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon
River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas.
*Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor
cuentista que ha dado este siglo.
Virginia Woolf
*Crea tu propio método
*Escribe un diario
*Confía en tu talento
*No te apresures
*Sal de casa
*No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el
bolsillo.
*No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa.
Ni siquiera en el lector hipotético.
*No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.
*No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando
asomaron la nariz, hoy son genios.
*No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?
*No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.
*Mientan siempre.
*No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela,
que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."
Ernest Hemingway
*Cuando un escritor escribe una novela, debería crear a gente viva; personas, no personajes.
*Escribe frases breves. Comienza siempre con una oración corta. Utiliza un inglés vigoroso. Sé
positivo, no negativo.
*A veces, cuando me resulta difícil escribir, leo mis propios libros para levantarme el ánimo, y
después recuerdo que siempre me resultó difícil y a veces casi imposible escribirlos.
*Las personas de una novela, no los personajes construidos con habilidad, deben ser
proyectadas desde la experiencia asimilada del escritor, desde su conocimiento, desde su cabeza,
, desde su corazón y desde todo lo suyo.
*Quería escribir como Cezanne pintaba. Cezanne empezaba con todos los trucos. Después
destruía todo y empezaba de verdad.
*Por el amor de cristo, escribe y no te preocupes por lo que los muchachos dirán, ni de si será
una pieza magistral o qué.
*Seriedad absoluta en lo que se escribe, es una de las dos necesidades categóricas. La otra, por
desgracia, es el talento.
*Mi tentación siempre es escribir demasiado. Lo mantengo bajo control para no tener que cortar
paja y reescribir. Los individuos que piensan que son genios porque nunca han aprendido a
decir no a una máquina de escribir, son un fenómeno común.
*Un escritor, si sirve para algo, no describe. Inventa o construye a partir del conocimiento
personal o impersonal.
*El don más esencial para un buen escritor es un detector de mierda interno, a prueba de
choques. Es el radar del escritor y todos los grandes lo han tenido.
*Un escritor de nuestro tiempo tiene que escribir lo que no ha sido escrito antes o superar a los
escritores muertos en lo que hicieron. La única manera en que puede decir cómo va, es
compitiendo con los hombres muertos… Pero la lectura de todos los buenos escritores podría
desanimarlo. Entonces debe ser desanimado.
*Para escribir me retrotraigo a la antigua desolación del cuarto de hotel en el que empecé a
escribir. Dile a todo el mundo que vives en un hotel y hospédate en otro. Cuando te localicen,
múdate al campo.
*Cuando te localicen en el campo, múdate a otra parte. Trabaja todo el día hasta que estés tan
agotado que todo el ejercicio que puedas enfrentar sea leer los diarios. Entonces come, juega
tenis, nada, o realiza alguna labor que te atonte sólo para mantener tu intestino en movimiento,
y al día siguiente vuelve a escribir.
*Evita lo monumental. Rehúye lo épico. El individuo que puede pintar cuadros enormes muy
buenos puede pintar cuadros pequeños muy buenos.
Augusto Monterroso
*Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
*No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos –como hacen tantos– para tus
antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que
la posteridad siempre hace justicia.
*En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".
*Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No
emplees nunca el término medio; jamás escribas nada con cincuenta palabras.
*Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del
trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha
ejercítate de día y de noche.
*Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión o la pobreza; el primero hizo a
Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir
como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
*No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque
el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos
se entristezcan.
*Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta
manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
*Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas,
duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
*Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más
inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso
tendrás que ser más inteligente que él.
*No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú,
que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
*Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez
más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el
montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el
dedo en el supermercado.
CONSEJOS DE FORMA
1. Elimina palabras innecesarias, las palabras “ligeras” que no te llevan a ninguna parte.
Como dijo Mark Twain: “Escribe maldito cada
vez que estés dispuesto a escribir muy; el editor lo eliminará y la escritura será como
debe ser». Además,
2. Evita la repetición de conectores: sin embargo, es decir, en cuanto que, esto es…
7. No te pases con las subordinadas. Y no las hagas demasiado largas, ni metas que a
tutiplén. Y por favor,
8. No te pases con los adjetivos. Si analizas tus textos, te darás cuenta de la gran cantidad de
adjetivos que has usado que en realidad no aportan gran cosa.
10. Y evita los verbos de habla que no sean básicos (decir, preguntar). Que en cada
intervención haya verbos como barbotar, especificar, inquirir, acusar… desconcentra al lector y
le resta naturalidad a la comunicación entre tus personajes.
11. No utilices palabras rimbombantes. Como dijo Franzen: “los verbos interesantes rara
vez son interesantes”. En resumen,
12. Haz que suene natural. Como dijo Elmore Leonard: “Si al leerlo suena a algo escrito,
reescríbelo”.
13. Como ya hemos dicho con los diálogos, lee en voz alta tu texto. Así comprobarás si suena
natural, entenderás mejor el ritmo de lo escrito. Y evitarás las rimas internas, para que tu
escritura fluya de manera creíble y no se te cuelen pareados terribles (y otras cosas que riman
con creíble).
14. Recorta sin piedad. En tu texto y en tu vida, para hacerle sitio a la buena escritura. Ya lo
decía Susan Sontag: “Hay mucho que hay que entregar o que te quitarán si quieres escribir una
obra”.
16.Relee tu frase y elimina todas las palabras que no aporten nada. Las que no sean
necesarias. Como decía Vonnegut, todos los párrafos deben decirnos algo sobre el personaje o
sobre lo que está ocurriendo. Lo demás acaba siendo accesorio.
17. No cuentes, muestra. Chéjov dijo: “No me digas que brilla la luna; muéstrame un destello
de luz sobre cristales rotos”.
18. Como decía Orwell, “nunca uses una metáfora o expresión que estés
acostumbrado a ver impreso”. En definitiva, no uses expresiones socorridas y habituales.
También dice:
19. Nunca uses la voz pasiva si puedes usar la activa. Esto le proporciona mayor fluidez y
sencillez al texto.
20. En caso de duda, el orden lógico de la oración suele ser el más eficiente
(sujeto+verbo+predicado). Y para los adjetivos también (¡no los pongas siempre delante del
sustantivo!).
21. En general, utiliza palabras cortas, frases cortas y párrafos cortos. Así, cuando
metas una palabra larga, una frase larga o un párrafo largo, será extraordinario y recibirá la
atención que merece. Intenta utilizar tiempos verbales simples. Un “ella llegó” suele
quedar mejor que un “ella había llegado”.
22. Utiliza la palabra precisa. ¿Por qué decir “atravesó el umbral de la puerta para entrar en
la habitación” (sic) cuando puedes decir “cruzó la puerta” o incluso “entró”? Si hay una sola
palabra que puede sustituir a tres palabras, suele ser la palabra adecuada. Para esto es útil…
23. Aprender palabras nuevas. Visita el diccionario de vez en cuando. A mí me gusta utilizar
generadores aleatorios de palabras, aunque todavía no he encontrado uno en español que me
convenza del todo.
24. Elimina unos cuantos signos de exclamación. Decía Scott Fitzgerald que los signos de
exclamación eran como reírte de tus propios chistes. Y queda mucho mejor en un diálogo que
nos demos cuenta de la desazón de un personaje por su lenguaje corporal que por esos ocho
signos de exclamación que toman al lector por tonto.
25. Aprende a utilizar los puntos suspensivos. No, no sirven para todo.
26. No abuses de la metáfora. Ni de los símiles. Que destaquen porque son escasos en un
texto sencillo. Que destaquen porque tienen sentido (¡coherencia!), no solo porque suenen bien,
y porque nadie los ha usado antes.
27. No solo percibimos con la vista. También con el oído, el tacto, el olfato… Usa estos
sentidos en tu escritura, pero por favor no los uses siempre, ni todos a la vez.
28. Utiliza el lenguaje adecuado para tu público. Los tecnicismos, por ejemplo, no son
ideales si no estás escribiendo para un público especializado.
29. Piensa en cómo sobrevivirá tu lenguaje al paso del tiempo. Utilizar palabras
coloquiales actuales puede ayudarte a darle realismo a un diálogo, pero también puede hacer
que tu texto se quede obsoleto en muy poco tiempo. Del mismo modo, no siempre es
conveniente referirse a temas exclusivos de la actualidad o a memes efímeros.
30. Un conejo de corrección: ten cuidado con ciertas palabras que el procesador de textos no
te va a identificar como errores.
CONSEJOS DE CONTENIDO
31. No te repitas. Ya sea en forma o contenido, no aburras a tus lectores. Si puedes decir algo
una sola vez, hazlo.
32. Cuenta aquello que solo tú puedes contar. Neil Gaiman dice: “(…) siempre habrá
mejores escritores que tú y siempre habrá escritores más listos que tú. Siempre habrá personas a
las que se les dé mejor esto o lo otro, pero solo tú eres tú”.
33. Dale al lector por lo menos un personaje por el que apostar. Esto lo decía Kurt
Vonnegut. Haz que tu lector empatice por lo menos con un personaje, que se involucre con este,
que le importe lo que le pase. Y Vonnegut también dijo que:
34. Todos los personajes deben querer algo, aunque solo sea un vaso de agua. El deseo, en
todas sus formas, es un motor poderoso.
35. Sé un sádico. Haz que a tus personajes les pasen cosas terribles. Es en su lucha donde el
lector encontrará su entretenimiento.
36. No te guardes las mejores ideas. No reserves tu inspiración para más adelante. Como
dijo Annie Dillard: “Gástalo todo, dispáralo, juégatelo, piérdelo todo, ahora, siempre. No te
guardes lo que parece bueno para más adelante. Ya vendrán más cosas para más adelante, cosas
mejores”.
37. Una vez terminado el primer borrador, elimina un 10%. Esto lo dice Stephen King,
pero hay escritores que hablan incluso de eliminar un 30%.
38. No escribas las partes que la gente tiende a saltarse. Recuerdo que en el colegio me
decían que Pío Baroja describía en pinceladas porque decía que las descripciones lo aburrían.
Esto no quiere decir que solo tienes que escribir acción y diálogos, pero sí que te plantees si ese
párrafo descriptivo de ochocientas palabras es realmente necesario.
40. Y por esto, la coherencia es fundamental. Hasta en los detalles más pequeños. Si un
niño lleva una gorra roja, no puede ser azul en el capítulo siguiente, por lo menos no sin una
explicación satisfactoria.
41. Cuidado con las escenas o personajes a los que les coges especial cariño. Puede
que te estén engañando, que no veas sus defectos por ese amor de padre. Como dice King, mata
a tus queridos.
42. Dice Joyce Carol Oates que la técnica es importante, pero es el contenido el que
permanece en la mente del lector. Obsesiónate con la forma, pero no demasiado. Crea una
historia digna de recordarse.
43. Para Oscar Wilde, el arte está por encima de la moralidad: “No existen los libros
morales o inmorales. Los libros están bien escritos o mal escritos. Eso es todo”.
44. Haz llorar. Haz reír. No tienes que hacer las dos cosas, pero eso también es posible.
45. Evita los tópicos, los clichés, aquello que has visto ya mil veces en todas partes.
46. Entrégalo todo en la primera línea. Sangra en esa primera línea. Esa es la que va a
obligar al lector a seguir leyendo.
48. Frank Herbert decía que en realidad el final no existe. La historia termina donde tú
decides parar. O, como dicen algunos escritores, un libro no está terminado hasta que se
publica.
50. Lee de todo. Hasta los géneros y temas más insospechados pueden ayudarte, inspirarte,
enseñarte. Eso sí,
51. Lee a los grandes. Aprenderás de los maestros, de aquellos a los que quieres emular. De
los malos solo se te contagiarán los errores y meteduras de pata. Y si te empeñas en leer a los
malos, anota todo lo que hacen mal para evitarlo.
52. Lee a los grandes justo antes de escribir. La inspiración te acompañará, y aplicarás,
sin saberlo siquiera, mucha de la habilidad de los grandes.
53. Escribe todos los días. Aunque sea solo media hora, escribe. Y es que…
54. Si tú apareces todos los días, después de un tiempo tu musa aparecerá también
(Isabel Allende). La persistencia es fundamental porque, como dice Octavia Butler:
55. «No se empieza escribiendo bien. Empiezas escribiendo mierda, pensando que es bueno, y
luego poco a poco vas mejorando. Por eso siempre digo que una de las virtudes más
valiosas es la persistencia». Para ello tienes que…
56. Escribir muchísimo. Cumple con tus 10000 horas bien hechas. Además, es la única forma
de aprender a enfrentarse al rechazo.
57. Escribe según tu programa, no según tu estado de ánimo (Henry Miller). Del
mismo modo, como decía Walter Benjamin:
58. No dejes de escribir porque te hayas quedado sin ideas. Con la disciplina, estas
vendrán tarde o temprano. Pero escribe mientras.
59. Escribe una cosa a la vez, hasta que la termines. Esto también lo decía Henry Miller,
y sin duda está destinado a aquellos escritores que se distraen con mil proyectos sin terminar
ninguno. El enfoque es importante, aunque personalmente encuentro que llevar dos al mismo
tiempo me ayuda a no odiar demasiado al primero.
62. Ten otras aficiones secundarias y creativas. Pinta, compón música, actúa. La
creatividad es interdisciplinar y lo que aprendes de una disciplina acaba ayudando con tu
progreso en otra.
63. Deja de escribir cuando todavía estás inspirado, cuando sabes qué va a pasar a
continuación. Eso hará que comenzar de nuevo al día siguiente sea mucho más fácil (este
consejo es de Hemingway).
64. Copia textos de los grandes, a mano. Aprenderás de manera indirecta las mejores
formas de escribir. Y la conexión entre mano, vista y cerebro es diferente cuando escribes que
cuando tecleas, así que dedica un tiempo a lo manuscrito.
65. Guarda, guarda tus textos. No solo en el ordenador, sino en un pendrive o un disco duro
externo. Pocas cosas tan catastróficas hay como perder una novela por un fallo informático.
67. Tiene que ser difícil, tiene que doler. Dijo Bukowski: “No escribas una novela si no
duele como una caca caliente al salir”.
68. Utiliza tus propias experiencias, transforma la realidad: “Aspira experiencia, espira
poesía” (Muriel Rukeyser). Para esto hay que…
69. Salir a la calle. Tendrás que vivir un poco, fijarte en cómo actúan las personas, cómo
hablan, para llevarlo correctamente al papel.
70. Anota lo que te gusta de otros y úsalo. Con esto no me refiero al plagio, sino a utilizar
semillas ajenas para crear lo tuyo. Como decía T. S. Eliot, “los poetas inmaduros imitan, los
poetas maduros roban”.
72. Y aprende de otros. Habla con otros escritores. Habla con tus lectores. Sobre todo habla
con escritores que son mucho mejores que tú. No dejes que la envidia o la vanidad te lo impidan.
73. Cuenta historias, y escucha las historias que te cuentan (John Green).
74. Escribe como si tuvieras un plazo de entrega inmediato, como si tuvieras que
convencer a alguien de algo en solo 500 palabras. Escribe esas 500 palabras.
75. Escribe el libro que te gustaría leer. Como dice Toni Morrisson, si hay un libro que
quieres leer pero todavía no se ha escrito, entonces debes escribirlo tú.
76. Cuando llame la musa, aprovéchala todo lo que puedas. Dijo Saul Bellow que nunca
tienes que cambiar aquello que tuviste que levantarte a escribir en mitad de la noche.
77. No pienses en el final. Como dijo Steinbeck, “abandona la idea de que terminarás algún
día. Pierde la cuenta de esas 400 páginas y concéntrate solo en una página por día, eso ayuda.
Así, cuando al fin se termina, te sorprenderás».
78. Escribe para un solo lector. No pienses en el público. Escribe para una sola persona.
79. Protege el tiempo y el espacio en el que escribes. Como dice Zadie Smith: «Aleja a los
demás de ese espacio, incluso a la gente que más te importa».
80. Reescribe tus frases. Dijo Joan Didion: “Reescribo mis propias frases de forma
constante. Todos los días vuelvo a la primera página y simplemente reescribo lo que ya tengo.
Me marca un ritmo”. Pero recuerda que no puedes reescribir para siempre. Y es muy importante
lo siguiente:
84. El dinero no debe ser tu objetivo. O por lo menos eso decía Maya Angelou: “Persigue
las cosas que te encanta hacer y luego hazlas tan bien que la gente no pueda quitarte los ojos de
encima”. Por otro lado, también es útil lo que dice Mark Twain:
85. “Escribe gratis hasta que alguien te ofrezca dinero por ello; si nadie te ofrece nada
al cabo de tres años, mejor que te dediques a cortar madera”.
86. Haz ejercicio. No solo para liberar tu mente de tal forma que se te ocurran las mejores
ideas, sino para contrarrestar esas horas interminables que pasas sentado frente al ordenador.
No conozco a un escritor que no tenga problemas de espalda.
87. Desconecta. G. R. R. Martin trabaja con un procesador de texto básico y usa un ordenador
sin conexión a internet, y Franzen dijo que dudaba de que alguien con conexión en su lugar de
trabajo estuviera escribiendo ficción de la buena.
88. No te cortes al principio. Suelta todo lo que quieras en ese primer borrador. Como dijo
Hemingway, el primer borrador siempre es mierda.
89. Prepárate para la crítica. Dijo Harper Lee: “Aconsejo a cualquiera que quiera ser escritor
que antes de desarrollar su talento desarrolle un pellejo duro”. Ten en cuenta también que:
90. La crítica es una herramienta, no un castigo. Este es muuuy difícil, lo sé. Pero si
descontamos a los trols o a la crítica destructiva (esta se reconoce enseguida: es muy subjetiva y
tiende a recurrir a los ataques ad hominem, confundiendo al autor con el texto), la lectura e
interpretación de otros puede proporcionarnos información valiosísima sobre nuestro trabajo.
Eso sí, personalmente aconsejo solo leer unas cuantas opiniones, o realizar esquemas con lo que
se repite (bueno y malo) en todas las opiniones. Leer demasiadas opiniones es confuso, porque…
91. Puedes complacer a algunas personas parte del tiempo, pero nunca podrás
complacer a todas las personas todo el tiempo. Acéptalo. Es liberador. De cualquier
forma,
92. Ama a tus lectores de prueba (pero no sexualmente). Como dice Margaret Atwood, “(…)
pídele a uno o dos amigos lectores que le echen una ojeada a tu libro antes de enviarlo a un
editor. Este amigo no debe ser alguien con quien tengas una relación romántica, a no ser que
quieras finalizarla.
93. Enseña, comparte. Y esto lo dijo la humorista Tina Fey: “Tienes que dejarle a la gente ver
lo que escribiste”. Sí, a pesar de la posibilidad, muy alta, de rechazo.
94. Arriésgate. Escribe también sobre lo tabú, sobre aquello que está soterrado pero de lo que
nadie habla. Que te tiemble la mano al escribir. Que te tiemble más al entregarlo a los demás.
95. Escribe de lo que sepas. Escribe sobre aquello que te apasiona, aquello que puedes
compartir.
97. Si escribes novela, es muy útil tener un esquema previo, una idea de hacia dónde
vas. Hay mil estrategias para planificar novelas, pero…
99. El mejor momento para promocionar tu novela es tres años antes de que se
publique. Esto lo dijo el especialista en mercadotecnia Seth Godin, que añade: “Tres años para
hacerte una reputación, crear un blog, obtener seguimiento y credibilidad y hacerte con todos
los contactos que necesitarás más adelante”.
100. No te asustes (don’t panic!). Me encanta lo que dice al respecto Sarah Waters:
101. Busca y paga a un buen editor (Seth Godin). Con esto Seth no se refiere a una editorial,
sino a alguien (corrector de estilo, editor a secas, etc.) que pueda ver tu texto con objetividad y
transformarlo en algo legible. Lo de pagar debería ser obvio.
103. Ten claro por qué escribes. Italo Calvino dijo: “Lo que importa no es si lo amas u odias,
solo que tengas muy claro cuál es tu posición respecto a la escritura”.
104. Haz que escribir sea siempre tu prioridad. Como decía Henry Miller: “Primero y
siempre: escribe. La pintura, la música, los amigos, el cine… todo esto viene después».