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Nueva Cátedra de Psicopatología I

Paranoia, demencia precoz, parafrenias


en la obra de Emil Kraepelin*

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Presentación

Gabriel Belucci

Kraepelin en contexto

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Emil Kraepelin nació el 15 de febrero de 1856 en Neustrelitz (Mecklemburg), y realizó
sus estudios de medicina en Würzburg. Su formación psiquiátrica tuvo lugar en el
marco de la tradición organicista y neuropatológica alemana de la segunda mitad del
siglo XIX. En 1876 asistió en Leipzig a un curso sobre psicología experimental dictado
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por Wilhelm Wundt, que influyó decisivamente en su carrera. Dos años más tarde,
presentó en Munich su tesis ante un tribunal presidido por Bernhard Von Gudden. En
ella analizaba la importancia de la psicología para la psiquiatría. Ese mismo año fue
asistente de Von Gudden en el asilo psiquiátrico de Munich. También estudió
neuropatología en Leipzig con Paul Flechsig, de quien fue ayudante entre febrero y junio
de 1882. Trabajó como voluntario en el Departamento de Enfermedades Nerviosas en el
policlínico de la Universidad de Leipzig, con Wilhelm Erb, y en el laboratorio de Wundt
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en investigaciones sobre psicofarmacología y psicofisiología. A pesar del gran interés de


Kraepelin por la investigación, Wundt y Erb lo orientaron a la psiquiatría clínica.
En 1885, con sólo 29 años, fue nombrado jefe del Servicio de Enfermedades Mentales
del hospital general de Dresden. Entre 1886 y 1890 se desempeñó como profesor de
Psiquiatría de la Universidad de Dorpat (Estonia). De vuelta en Alemania, se instaló en
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Heildelberg, donde contó entre sus colaboradores a Gustav Aschaffenburg y al


histopatólogo Aloïs Alzheimer. A partir de 1903 y hasta 1922, Kraepelin se encargó de la
cátedra de Psiquiatría de la Universidad de Munich. También asumió la dirección de la
nueva clínica universitaria, la Königlische Psychiatrische Klinik que, bajo su égida,
adquirió fama internacional y en 1918, gracias a sus auspicios, se transformó en el
Instituto Alemán de Investigaciones Psiquiátricas. Falleció el 7 de octubre de 1926.


La obra capital de Kraepelin es su Tratado de psiquiatría, que conoció ocho ediciones


entre 1883 y 1913. Ilustrando el desarrollo de las investigaciones de Kraepelin, la
primera edición era un pequeño manual de alrededor de 380 páginas, mientras que en
la octava se había convertido en un extenso tratado de dos mil quinientas páginas en
cuatro volúmenes. Por otra parte, lo que al comienzo era una clasificación
eminentemente sindromática, se transformaría paulatinamente cuando Kraepelin,
yendo más allá de los criterios sintomáticos, articuló su clasificación de las
enfermedades mentales basándose en la consideración de su evolución y de su estado
terminal.
La importancia decisiva del curso clínico —y especialmente de los estados
terminales— para la delimitación de las categorías nosográficas y para la inclusión de
un caso en una u otra de ellas ubica a Kraepelin como uno de los representantes
paradigmáticos de la clínica diacrónica. A pesar de ello, Kraepelin no descuidaba la

* Material para la lectura de docentes y estudiantes de la Cátedra I de Psicopatología, UBA.

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precisión del análisis semiológico y el abordaje empírico, lo que lo diferenciaba de


posturas más dogmáticas dentro de la psiquiatría alemana, como las de Wernicke y su
escuela. De ese enfoque, centrado en la diacronía pero con fuerte anclaje en la clínica,
fue surgiendo un sistema nosográfico original que trazó el mapa de la psiquiatría
contemporánea hasta nuestros días, ya que los distintos ordenamientos nosográficos
que se sucedieron posteriormente en este campo pueden pensarse como
reformulaciones, refundiciones o incluso como críticas al mapa kraepeliniano.
Una cuestión importante es, como señala Bercherie1, el lugar que ocupa en la obra
de Kraepelin y en su Tratado la psicología. Fue de su maestro Wundt —que le habría
sugerido la redacción del Tratado— de quien aprendió a valorar la experimentación
psicológica para la investigación de las enfermedades mentales. Kraepelin pensaba que
la psicología «normal» proporcionaría herramientas para el análisis clínico. De allí su

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preocupación por la experimentación psicológica en psiquiatría, realizando mediciones
psicométricas en los distintos estados mórbidos. Por otra parte, extrajo de Wundt sus
concepciones nodales sobre el funcionamiento psíquico. Sin ellas no es posible
orientarse en su ordenamiento nosográfico, en particular en la delimitación entre la
paranoia y la demencia precoz. Wundt sostenía que la experiencia podía pensarse como
un entramado en el que distintos elementos se combinaban a lo largo del tiempo, y que
la voluntad proporcionaba el enlace de los sucesos de conciencia, confiriéndoles su
unidad en el devenir temporal. La voluntad, como función de síntesis, es así el eje de la

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psicología wundtiana. No obstante, y a pesar de la gravitación que estas concepciones
ejercieron en el pensamiento de Kraepelin, se preocupó por despegarse de cualquier
postulado psicogenético, como se pondría en evidencia en su larga discusión con el
psicoanálisis y con la psiquiatría dinámica: las causas últimas de las grandes psicosis
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no debían buscarse en las circunstancias subjetivas, sino en condiciones inherentes al
sistema nervioso.
Esto nos lleva directamente al problema etiológico. Retomando una distinción
introducida por Paul Moebius, Kraepelin se esforzó por distinguir —en las últimas
ediciones del Tratado— entre enfermedades mentales exógenas, producto de alguna
alteración tóxica, infecciosa o traumática, de aquéllas que denominó endógenas, que
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atribuía a una condición intrínseca del sistema nervioso, en línea con las alteraciones
idiopáticas de los primeros alienistas2. No hay que confundir esa condición intrínseca
con la hipótesis hereditaria. Si bien Kraepelin no desdeñaba el presunto papel de la
herencia, su lugar no le parecía dilucidado con claridad, sobre todo en el caso de la
paranoia, donde los antecedentes familiares eran estadísticamente poco significativos.
Mucho menos aun podría confundirse lo endógeno con la hipótesis genética, ya que los
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trabajos de Mendel3 eran casi desconocidos en la época. Fiel al espíritu positivista,


Kraepelin dejó para investigaciones futuras el determinar en qué consistía esa
condición y cuál era su origen. Confiaba en que si se establecían de manera adecuada
las entidades clínico-evolutivas, tarde o temprano podría resolverse el problema de la
etiología, y determinarse el tipo de alteraciones anatómicas o funcionales que estaba en


juego en cada patología. Por otra parte, se opuso firmemente a la hipótesis


psicogenética, en especial para las grandes psicosis crónicas. Las circunstancias
subjetivas tenían para él el valor de factores desencadenantes, nunca de causas en
sentido estricto. Así, cuando con gran honestidad intelectual debió admitir para el
delirio de querulancia que esas circunstancias no parecían ser allí un mero

1 Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica. Historia y estructura del saber
psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, p. 107.
2 Consúltese, al respecto, lo desarrollado por Bercherie. Op. cit., pp. 34-35.
3 Gregor Johann Mendel (1822-1884): monje austríaco que realizó investigaciones

botánicas y formuló las leyes genéticas que llevan su nombre. Completamente


ignoradas en su tiempo, sus contribuciones fueron descubiertas alrededor de 1900,
y tardaron aun muchos años en imponerse en el ámbito de las ciencias biológicas.
Su confirmación definitiva tuvo lugar con el aislamiento de la estructura del ADN
por Watson y Crick, en 1953.

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desencadenante, resolvió el problema excluyéndolo del campo de la verdadera paranoia,


saldando así su discusión con el psicoanálisis y con la psiquiatría dinámica y
manteniendo a rajatabla la idea de las causas internas.

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El ordenamiento kraepeliniano

Como ya señalamos, la nosografía de Kraepelin adoptó como eje el criterio evolutivo,


articulado a la precisión en la caracterización clínica. Ello se tradujo, finalmente, en un
ordenamiento original que marcó el desarrollo de la psiquiatría posterior. Nos
referiremos específicamente a lo que hoy pensaríamos como el campo de las psicosis
crónicas.
Una primera diferenciación, en esta dirección, la constituyó la entidad clínica
denominada locura maníaco-depresiva, heredera de la locura circular de Falret4, en la
que la perturbación fundamental se ubicaba a nivel de la afectividad, y las eventuales
alteraciones de otras funciones psíquicas, como el pensamiento y la percepción
(presencia de ideas delirantes y alucinaciones, entre las más importantes), se

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consideraban secundarias a aquélla y accesorias. En este punto, tanto Kraepelin como
otros autores seguían de cerca una línea de razonamiento abierta por Guislain y por
Griesinger, según la cual las alteraciones del pensamiento, y en particular el delirio,
siempre tenían como antecedente un trastorno de la afectividad5.
Tomando distancia de esta tradición, autores como Snell, Westphal y Sander
insistieron, en las cercanías de 1860, en la existencia de formas patológicas en las que
la perturbación del pensamiento y el juicio era primaria, es decir, no estaba antecedida
por perturbaciones afectivas. Esta locura o Verrücktheit primaria fue llamada por

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Kahlbaum paranoia en 1863, recuperando una antigua denominación griega que podría
traducirse aproximativamente como «razón desviada». El campo de la paranoia se
amplió a partir de ese momento hasta incluir todos los estados patológicos en los que el
delirio tenía un lugar fundamental y supuestamente originario. Así, tanto formas
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puramente delirantes como otras con una importante presencia de alucinaciones,
formas en las que las funciones psíquicas se mantenían inalteradas más allá del delirio
con otras que avanzaban hacia un deterioro muy marcado, formas crónicas junto con
otras agudas, periódicas o «abortivas», vinieron a agregarse hasta constituir las tres
cuartas partes de los diagnósticos administrados en los asilos.
Esta extensión desmesurada del campo de la paranoia le resultó a Kraepelin
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inaceptable, y fue respondiendo a ella que delimitó, en la sexta edición del Tratado
(1899), lo que definiría como la paranoia vera: formas crónicas y puramente delirantes
en las que las alteraciones de las funciones psíquicas y la personalidad se limitaban a
las producidas por el delirio mismo. De allí su conocida definición, que establecía la
paranoia como el «desarrollo insidioso, bajo la dependencia de causas internas y según
una evolución continua, de un sistema delirante duradero e imposible de sacudir, y que
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se instaura con una conservación completa de la claridad y del orden en el


pensamiento, el querer y la acción»6. Nótese la insistencia en el desarrollo insidioso —
esto es, progresivo e irreversible—, en las causas internas (endógenas) y, sobre todo, en
la conservación del orden y la claridad, en especial en lo tocante al querer, es decir, a la
voluntad. Como ya fue destacado, en la psicología de Wundt la voluntad constituía una


función de síntesis, y el que no se viera afectada tenía como consecuencia el


mantenimiento de la integridad de la vida psíquica, punto capital de la oposición entre
la paranoia y la dementia præcox. El delirio paranoico se caracterizaba según Kraepelin
por su progresiva sistematización, con ideas relacionadas entre sí y subordinadas a una
idea central. Por último, y en discusión con los franceses, Kraepelin cuestionó la
existencia en la paranoia de verdaderas alucinaciones, que a lo sumo tendrían un
carácter marginal y rudimentario.
El resto de los estados delirantes que hasta ese momento se habían incluido en la
paranoia quedaron, a partir de esta delimitación, como formas «paranoides», en verdad

4 Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica. Historia y estructura del saber
psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, pp. 60-62.
5 Op. cit., cap. 4.
6 Citado por Lacan en su tesis de doctorado. Cf. LACAN, J., De la psicosis paranoica en sus

relaciones con la personalidad, Siglo XXI, México, 2000, p. 23. Lacan cuestionaría
fuertemente esta definición en su Seminario 3.

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inmensamente más frecuentes que la paranoia vera. La mayoría de estas formas se


integrarían a la demencia precoz7. Esta entidad, por otra parte, sólo puede entenderse
como la contracara de la delimitación efectuada sobre la paranoia. En efecto, en la
demencia precoz lo que constituía el eje que permitía agrupar en una única enfermedad
estados muy diversos entre sí, venía dado por una paulatina pérdida de «la claridad y
del orden en el pensamiento, el querer y la acción» y, como se inferirá con facilidad,
suponía una destrucción de la función de síntesis constituida por la voluntad8. No es
casual que la constitución de esta entidad se diera en simultáneo con la delimitación de
la paranoia. Ahora bien, ¿cuáles eran las formas mórbidas que Kraepelin agrupaba en
ella y cómo llegó a agruparlas?
Ya en la cuarta edición del Tratado (1893)9 Kraepelin había intercalado entre las
paranoias (término adoptado en esa edición) y las «neurosis generales» una nueva clase:

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la de los «procesos psíquicos degenerativos». Éstos comprendían tres formas: la
dementia præcox, en sus formas ligera y grave (hebefrenia), la catatonía y una forma
denominada dementia paranoïdes. Las dos primeras marcaban la influencia que a
partir de esta edición tendría sobre Kraepelin el pensamiento de Kahlbaum. Fue éste
quien entre 1863 y 1874 caracterizó la catatonía, estado en el que predominaban las
alteraciones motrices cada vez más desorganizadas (crisis de agitación, estupor,
flexibilidad cérea, catalepsia, manierismos), y que desembocaba en un marcado
deterioro de las funciones psíquicas. La hebefrenia, forma de inicio muy temprano

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(alrededor de los 15 años) con un rápido deterioro y desorganización de las funciones
psíquicas, fue descripta por su discípulo Hecker en 1871. A éstas agregó Kraepelin una
forma delirante, a la que calificó de paranoide, en la que las ideas delirantes no tenían
más que una escasa sistematización y el desenlace era, una vez más, el deterioro y la
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desorganización psíquica. Estas tres formas se mantuvieron en la quinta edición (1896)
bajo el nombre de «procesos demenciales». En esa edición, la paranoia aparecía dividida
en «formas combinatorias» —es decir, delirantes, con mecanismo interpretativo10— y
«formas fantásticas», con presencia de alucinaciones y una profusa producción
imaginaria, alteraciones del lenguaje y una tendencia bastante tardía al deterioro y la
desorganización, una descripción muy similar a la del «delirio crónico de evolución
LA

sistemática» de Magnan.
Fue, entonces, en la sexta edición de 1899 cuando Kraepelin agrupó la hebefrenia, la
catatonía y la demencia paranoide en una única entidad, bajo el nombre de demencia
precoz. La denominación acentuaba el proceso «demencial», equivalente aquí al
deterioro y la desorganización de las funciones psíquicas, y el carácter juvenil del
comienzo, entre la adolescencia y la tercera década de vida, en oposición a la paranoia,
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de comienzo tardío. Ambos términos serían objetados posteriormente, cuestionándose


que en las verdaderas demencias hay destrucción de la masa neuronal y pérdida de la
memoria —lo que no se constata aquí— y que existen comienzos infantiles y adultos de
la enfermedad. A pesar de ello, Kraepelin defendería su denominación.
Por otra parte, la restricción del campo de la paranoia forzó a Kraepelin a incluir las


antiguas «paranoias fantásticas» en las formas paranoides de la demencia precoz, a


sabiendas de las diferencias clínicas y evolutivas existentes. Ese forzamiento sería

7 La denominación «demencia precoz» había sido propuesta por Morel, aunque con un

alcance muy distinto al que le daría Kraepelin. En todo caso, este préstamo indica que la
clínica francesa no era desconocida para Kraepelin, sino que había con ella un intenso y
fructífero diálogo, no exento de ásperas polémicas.
8 A partir de la séptima edición del Tratado (1903-04), Kraepelin se referiría explícitamente a

la «pérdida de la unidad interior». Cf. STAGNARO, J. C., «Presentación». En: KRAEPELIN, E.,
Demencia precoz. Parafrenias, Polemos, Buenos Aires, 1996, vol. I, p. XV.
9 Para seguir las modificaciones en la nosografía de Kraepelin, consúltense los dos capítulos

que le dedica Bercherie en su tesis. Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica.
Historia y estructura del saber psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, caps. 12 y 16.
10 Se ha caracterizado la interpretación delirante como un mecanismo que consiste en pasar

«de un percepto exacto a un concepto erróneo», esto es, en extraer de los datos de la realidad
conclusiones desviadas acordes a los presupuestos del delirio.

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cuestionado por muchos autores, en particular por los franceses, con Séglas y Ballet a
la cabeza, y llevaría a Kraepelin a las modificaciones de la octava edición (1909-13).
Provisoriamente, Kraepelin se autorizó a realizar su agrupamiento en razón de la
similitud de estados terminales y de los síntomas fundamentales, en oposición a la
paranoia: «Creo no equivocarme al considerar que la ausencia de perturbación primitiva
de la voluntad en la paranoia, está en estrecha relación con la ausencia de delirio de
posesión corporal. La idea de que fuerzas extrañas actúan, como lo haría la telepatía,
sobre el organismo, sobre las sensaciones, los pensamientos, los actos voluntarios, no
es para mí más que la expresión de esa misma perturbación de la voluntad que se
reconoce en todas las manifestaciones exteriores de los dementes precoces. En la
verdadera paranoia [...] las ideas de perjuicio pueden ser extremadamente novelescas e
increíbles, pero se mantienen sin embargo siempre, así como las ideas de grandeza, en

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el marco de las cosas posibles y naturales. [...] La personalidad corporal o psíquica, si
puede ser afectada o crecer, devenir el objeto del odio o revestirse de una alta dignidad,
sigue siendo lo que era en su naturaleza íntima»11.
La octava edición del Tratado (1909-13) incluía una revisión de su nosografía a partir
de las críticas y aportes que se habían ido sucediendo desde la sexta edición, que
había situado a Kraepelin como el referente princeps del campo de la psiquiatría. Las
principales discusiones se habían planteado con los clínicos franceses, mucho menos
apegados al sistema y más celosos del detalle clínico y, en segundo lugar, con el

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psicoanálisis y la psiquiatría dinámica, que introducían —entre otras novedades— una
nueva idea de la causalidad, entramada a las circunstancias subjetivas tanto o más que
a las condiciones orgánicas. De todas las modificaciones realizadas, mencionaremos las
que conciernen a las grandes psicosis crónicas.
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La discusión con los franceses, con Bleuler y con el psicoanálisis lo llevó a repensar el
campo de la paranoia. En particular, su lectura de Sérieux y Capgras lo condujo a
distinguir de la paranoia verdadera —limitada al «delirio de interpretación»— el delirio
de querulancia —el «delirio de reivindicación» de aquéllos—, sectorializado y con una
evolución más remitente que crónica. Por otra parte, el delirio de querulancia aparecía
«ligado a un acontecimiento exterior definido; desde este punto de vista, se parece más
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bien a otras enfermedades psicógenas, particularmente a ciertas psicosis de los


prisioneros y neurosis traumáticas»12. A pesar de esta concesión al psicoanálisis y a la
psiquiatría dinámica, Kraepelin mantuvo para la verdadera paranoia su origen
endógeno, y señaló que lo que a su entender marcaba la diferencia entre ambas
afecciones era el peso relativo de las causas internas y las circunstancias vitales,
volcado hacia las primeras en la paranoia y hacia las segundas en el delirio de
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querulancia. En esta misma línea, Kraepelin admitió la posibilidad de paranoias


benignas o «abortivas», uniendo en una serie clínica los grandes desarrollos paranoicos
con las formas más benignas y las «personalidades paranoides».
Separado el delirio de querulancia, las formas clínicas de la paranoia quedaron
reducidas a seis, que pese a la relativa uniformidad de esta entidad mórbida se


diferenciaban entre sí por el tema delirante central y por algunas otras características.
Una observación fundamental era que en todas ellas podían distinguirse dos direcciones,
una de perjuicio y otra megalómana, pero con diferente predomino relativo. Así, las
formas en las que predominaba la dirección de perjuicio eran, en primer lugar, el delirio
de persecución, basado en la creencia de ser objeto de algún complot o conspiración, y
en segundo término el delirio de celos (celotipia), cuya idea fundamental era la de ser
engañado por el cónyuge o partenaire13. Entre los temas de predominio megalómano
Kraepelin incluyó a los inventores delirantes, convencidos de ser autores de una o más
ideas geniales que inevitablemente les darían fama y fortuna, al delirio de alta cuna,
centrado en la certeza de pertenecer a un linaje elevado (muchas veces noble o real) del

11 Citado por Bercherie. Cf. BERCHERIE, P., Los fundamentos de la clínica. Historia y
estructura del saber psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1999, pp. 113-114.
12 Citado por Bercherie. Op. cit., p. 171.
13 Hasta la octava edición del Tratado Kraepelin no se resolvió a incluir el delirio de celos

entre las formas clínicas de la paranoia.

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que por motivos espurios el paciente habría sido desposeído, al delirio místico, en el que
los pacientes se creían Mesías, iluminados, profetas, enviados de Dios o destinados a
fundar una nueva religión, y el delirio erótico (erotomanía), definido como la convicción
delirante de ser amado por una persona del sexo contrario y de elevada posición social
(muchas veces un noble o gobernante). Los mecanismos predominantes —que no hay
que confundir con las causas— serían en todos los casos la interpretación delirante de la
realidad y la interpretación retrospectiva de los recuerdos —distinta de las «falsificación
la memoria»14—. En algunos casos, sin embargo, como en los celotípicos o los delirantes
de alta cuna, Kraepelin admitía cierto lugar para la «falsificación de la memoria». En
otros casos, como en los místicos, señalaba el lugar de las «experiencias visionarias». En
ningún caso aceptaba una presencia significativa de alucinaciones verdaderas, uno de
los criterios con el que había separado la paranoia de los cuadros paranoides. Por otra

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parte, y como se desprende de una cita anterior, Kraepelin insistía en que, a pesar del
carácter desviado de las ideas delirantes con respecto a la realidad, se mantenían dentro
del terreno de lo verosímil, tanto por su contenido como por el modo lógico y ordenado
de argumentación utilizado en su defensa.
La segunda gran innovación de la octava edición fue la creación del grupo de las
«demencias endógenas», compuestas por la demencia precoz y por una nueva categoría
que se diferenciaba de aquélla, las parafrenias, en respuesta a la discusión con los
psiquiatras franceses que ya habíamos mencionado: «debemos tomar en consideración

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un grupo más restringido de casos en los cuales, a pesar de sus numerosos y variados
puntos comunes con los fenómenos de la demencia precoz, pero en función del
desarrollo considerablemente más restringido de las perturbaciones de la afectividad y
de la voluntad, la armonía interna de la vida psíquica está considerablemente menos
DD
afectada, o en los cuales, al menos, la pérdida de la unidad interior está esencialmente
limitada a algunas facultades intelectuales. [...] Hasta los últimos períodos de la
enfermedad, no se encuentra esa apatía y esa indiferencia que forman tan
frecuentemente los primeros síntomas de la demencia precoz»15.
El grupo de las parafrenias comprendía cuatro formas clínicas, que Kraepelin
agrupaba de modo explícitamente tentativo, sin desconocer sus grandes diferencias
LA

recíprocas. En primer lugar, la parafrenia sistemática, caracterizada como un «desarrollo


lento pero continuo de una mezcla de ideas delirantes de persecución y de grandeza» 16
que Kraepelin asimilaba al delirio crónico de evolución sistemática de Magnan, aunque
subrayando que una parte de los casos de Magnan pertenecían a la demencia
paranoide. En segundo lugar, la parafrenia expansiva, «caracterizada por el desarrollo
de un delirio de grandeza exuberante con un humor exaltado predominante y una
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ligera excitación»17 acompañado por alucinaciones sobre todo visuales y con


importante presencia de interpretaciones, ilusiones de la memoria y «experiencias
visionarias». En tercer lugar, la parafrenia confabulatoria, distinguible «por el papel
dominante que juegan en ella las ilusiones del recuerdo» 18, por el relato de
experiencias extraordinarias, el humor sereno y la casi total ausencia de


alucinaciones. La parafrenia fantástica, por último, la definía por «el desarrollo


lujurioso de ideas delirantes muy extraordinarias, deshilvanadas y móviles»19, la

14 La distinción radica en que, mientras en un caso se conserva el recuerdo de


acontecimientos efectivamente ocurridos, aunque reinterpretados delirantemente, la
«falsificación de la memoria» supone la producción de recuerdos entramados con la textura
del delirio, y que no coinciden con eventos reales del pasado. Aunque esta distinción puede
relativizarse desde otras posiciones teóricas, para Kraepelin es uno de los ejes de su
distinción entre la paranoia y otras formas «paranoides» (demencia paranoide y parafrenias).
Si bien en la paranoia la «falsificación de la memoria» desempeñaría algún papel, sería
mucho más importante en los cuadros paranoides.
15 Citado por Bercherie. Op. cit., p. 172.
16 Citado por Bercherie. Op. cit., p. 173.
17 Ibídem.
18 Ibídem.
19 Citado por Bercherie. Op. cit., p. 174.

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

importancia de las alucinaciones auditivas, cenestésicas y sexuales, el síndrome de


influencia y las ideas de posesión, aunque también las megalomaníacas, siendo
importantes las ilusiones de la memoria y las fabulaciones y estando el humor a
menudo excitado.
Por último, las formas clínicas de la demencia precoz fueron multiplicadas de las tres
originales en nueve, a saber: 1) la demencia simple, forma tomada de Bleuler en la que
sólo los síntomas fundamentales de la enfermedad tendrían un lugar destacado; 2) la
hebefrenia o demencia necia; 3) la demencia depresiva simple o estuporosa, con
predominio de ideas delirantes depresivas (pecado, persecución, hipocondría) y un
humor triste y ansioso; 4) la demencia depresiva delirante, de inicio más agudo y en
la que el delirio y las alucinaciones estaban en primer plano; 5) las demencias
agitadas, caracterizadas por estados de agitación severos y prolongados; 6) la catatonía;

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7) la demencia paranoide grave, con ideas delirantes diversas, alucinaciones de
todos los sentidos, síndrome de influencia, ilusiones de recuerdo, mezclados con las
manifestaciones clásicas de la demencia precoz (impulsiones, negativismo, manierismo,
esteriotipias, esquizofasia) y terminación en estados deficitarios; 8) la demencia
paranoide ligera, con un cuadro delirante muy parecido a la forma precedente pero con
los signos típicos de la demencia precoz menos manifiestos (humor concordante,
actividad y discurso en relación con el delirio, a pesar de los neologismos) y un estado
terminal más benigno; 9) la demencia con confusión del lenguaje o esquizofasia, forma

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terminal particular cuyos rasgos distintivos eran una logorrea ininteligible, atiborrada de
neologismos, de asociaciones verbales y de juegos de palabras. Este reordenamiento,
como subraya Bercherie20, no tendría mucho éxito. A partir del tratado de Bleuler sobre
las esquizofrenias, se impusieron las cuatro formas clásicas que con variantes llegan
DD
hasta nuestros días: la simple, la hebefrénica, la catatónica y la paranoide.

Los textos

Los textos que a continuación presentamos constituyen extractos del Tratado


LA

referidos a la paranoia, la demencia precoz y las parafrenias, adaptados para hacer más
ágil su lectura.
El texto sobre la paranoia corresponde a la sexta edición (1899), y está tomado casi
en su integridad. Como se advertirá, el delirio de querulancia se menciona ya como una
forma mórbida particular, aunque sin deslindarlo aún del campo de la paranoia, y en lo
tocante a la etiología se acentúa todavía la existencia de una «predisposición patológica,
FI

mayormente hereditaria», idea que como señalamos Kraepelin relativizará en la octava


edición.
Los artículos sobre la demencia precoz y las parafrenias fueron extraídos de la octava
edición (1909-13). El primero incluye únicamente la introducción y la sección
«Síntomas psíquicos», en la que Kraepelin desarrolla la semiología de la demencia


precoz. Se encontrarán en la descripción semiológica de Kraepelin referencias que


provienen de su fructífera discusión con Bleuler, como los apartados dedicados al
autismo y al negativismo, en los que reconoce la justeza de ciertas descripciones
clínicas de Bleuler pero opone a las concepciones de aquél sobre la importancia de los
«complejos» su tesis de una desarticulación de la voluntad como función de síntesis. El
texto sobre las parafrenias, mucho más breve, se incluye casi completo. Como
introducción a ambos textos, se agrega un apartado denominado «Demencias
endógenas», en el que Kraepelin justifica a la vez la creación de este grupo y la
necesidad de diferenciar las parafrenias de la demencia precoz.
En todos los textos, se han suprimido algunos fragmentos redundantes, muchas
veces consistentes en extensas ejemplificaciones en las que Kraepelin era pródigo, o
desarrollos sobre algunos puntos que han perdido actualidad, como el diagnóstico
diferencial con la demencia sifilítica. Esa reducción del texto se realizó respetando en

20 Op. cit., p. 176.

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

todos los casos lo fundamental de la exposición teórica y los ejemplos que resultan
paradigmáticos o que por algún motivo pueden ser significativos para la discusión
clínica, ya sea en el marco de las ideas kraepelinianas o con otras posiciones dentro del
campo de la psicopatología. Según una conocida convención, las elisiones están
indicadas con puntos suspensivos encerrados por corchetes. En la bibliografía se
encuentran las referencias a las fuentes originales.
Hemos agregado al final, a modo de reseña, un cuadro con una breve
caracterización, la semiología y las formas clínicas correspondientes a cada entidad
mórbida. Las formas clínicas son las de la octava edición, excepto las de la demencia
precoz, que como se indicó no fueron retomadas tal como Kraepelin las desglosó. En su
lugar, se mencionan las tres «clásicas» (hebefrenia, catatonía y demencia paranoide)
más la forma simple, que luego del texto de Bleuler sobre las esquizofrenias se impuso

OM
como variante particular. A quienes quieran tener presente la división de la octava
edición, los remitimos a la versión resumida de esta presentación o al texto completo
que se menciona en las referencias bibliográficas.

Buenos Aires, enero de 2012

.C
Referencias bibliográficas
DD
BALLET, G., «La psicosis alucinatoria crónica». En: Alucinar y delirar, Polemos, Buenos
Aires, 1998, vol. II.
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2006 (2ª ed.), vol. II.
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STAGNARO, J. C., «Presentación». En: KRAEPELIN, E., Demencia precoz. Parafrenias,
Polemos, Buenos Aires, 1996, vol. I.


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Nueva Cátedra de Psicopatología I

Paranoia
Un gran número de psiquiatras alemanes agrupó, bajo el nombre de paranoia, a
todas aquellas enfermedades mentales funcionales en las cuales el trastorno concierne,
principal o exclusivamente, a los campos de la actividad mental. Por lo tanto, se
considera que la presencia de delirios y alucinaciones es la característica esencial de
esta enfermedad. La verdadera causa de esta vaga definición debe buscarse en la
historia de sus orígenes. De acuerdo a la vieja teoría de Griesinger, la paranoia era
siempre la consecuencia de un trastorno mental afectivo precedente. Sólo a partir de las
investigaciones de Snell, Westphal y Sander se arribó al reconocimiento general de una
forma «primaria» de paranoia. Bajo la influencia de este innegable progreso, la nueva
forma de la enfermedad como una afección primaria de la mente fue contrapuesta a la

OM
manía y a la melancolía, en las cuales se consideraba que los trastornos decisivos se
daban en el campo de la vida emocional. Se suponía que las variaciones emocionales
observadas a veces en la primera forma se ponían en escena sólo secundariamente por
la intervención de delirios y alucinaciones, así como se creía que la presencia de
trastornos de la razón en enfermedades afectivas era mera consecuencia de los cambios
primarios del humor, de tinte alegre o triste. Por esto fue de gran importancia para el
pronóstico saber, en el caso individual, si los trastornos en el afecto o en la razón

.C
habían conformado el punto de partida de los síntomas patológicos.
La posibilidad, someramente sugerida por Westphal, de un curso agudo de paranoia
con recuperación, se volvió particularmente perniciosa para el desarrollo posterior de la
clínica psiquiátrica. Cramer y Ziehen formularon recientemente la conclusión final de
DD
esta teoría. Con esta transformación del concepto original, que sólo incluía estados
crónicos e incurables, se promovió considerablemente la forma externa puramente
sintomática del cuadro clínico. Como el curso de la enfermedad ya no era decisivo, el
trastorno de la razón y la presencia de delirios o alucinaciones quedaron como los
únicos síntomas tangibles de la locura. Entonces fue necesario agrupar con la paranoia
a un conjunto de cuadros clínicos que, desde el punto de vista estrictamente clínico, no
ofrecía realmente ni los más mínimos rasgos comunes con la paranoia original; por
LA

ejemplo, amentia, locura alcohólica y otros numerosos estados que sin duda
pertenecían a la dementia præcox o la locura maníaco-depresiva. ¡Hasta se llegó a
hablar de paranoia periódica!
Es necesario enfatizar el hecho de que considero totalmente erróneo este desarrollo
sobre el problema de la paranoia. El mismo representa con total claridad el error
fundamental de nuestra clínica psiquiátrica de las últimas décadas; la especificación
FI

meramente sintomática de las formas patológicas basada en suposiciones imaginadas


con ingenio. La supuesta oposición fundamental entre trastornos de la razón y
trastornos de los afectos es sólo psicológica, pero de ninguna manera clínica.
Observarnos que en los cuadros clínicos actuales estas dos formas de trastorno son
asociadas de manera completamente imprecisa. Quien no pueda percibir esto, debería


tan sólo intentar, en el cuadro clínico generalmente conocido de la parálisis, agrupar los
casos de acuerdo a un origen primario y secundario de los delirios. Este claro ejemplo,
todavía ignorado por la concepción clásica de los trastornos mentales, demuestra con
creces que los delirios y las alucinaciones en sí mismos son tan insignificantes para la
distinción del cuadro clínico como la presencia de depresiones y excitaciones. Lo mismo
se puede aprender de la locura maníaco depresiva y de la dementia præcox, a menos
que el punto de vista imparcial haya sido obstruido por prejuicios.
Efectivamente, cada intento emprendido hasta la actualidad de clasificar al «grupo de
la paranoia» y de diferenciarlo de otras formas de locura, terminó siempre advirtiendo
que las formas mixtas y transicionales exceden en cantidad a las formas genuinas e
incluso conducen a trastornos mentales efectivos supuestamente diferentes en esencia.
De esa manera, la única base del concepto actual de paranoia —la oposición artificial
entre enfermedades de la razón y de la afectividad— colapsa. No hay duda de que la
falta de esperanzas respecto de la elucidación de los problemas por medio del método
adoptado se explica en alto grado por la renuencia general a lidiar con los interrogantes

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

de la clínica psiquiátrica. ¿Qué valor tiene analizar los principales trastornos de la


razón, especificar sus variedades más sutiles, si al mismo tiempo no descubrimos si el
paciente se recuperará, si se volverá periódicamente insano, meramente imbécil o «loco»
en el viejo sentido? Cada diagnóstico realizado para satisfacernos y para elucidar
nuestras perspectivas tiene que darnos información sobre estas importantes preguntas.
No es necesario demostrar que la actual universalidad de la paranoia —que con algunos
psiquiatras ya ha alcanzado el 70 u 80 % de los casos de enfermedad— no hace avanzar
nuestro conocimiento un solo paso. Sabemos suficientemente bien que los delirios y
alucinaciones pueden ocurrir tanto en las formas de locura más favorables como en las
que lo son menos, en las formas agudas como en las crónicas, en las simples como en
las periódicas y, por lo tanto, no pueden habilitarnos a formular ninguna conclusión en
relación con el curso posterior de los casos individuales.

OM
No hay medios más apropiados para agudizar nuestro entendimiento acerca de las
características verdaderamente esenciales de un proceso patológico que la observación
del curso y de la terminación final. La comprensión de la parálisis y sus síntomas
físicos comenzó con la experiencia de que todos los pacientes que sufrían de defectos
del habla y de parálisis, finalmente morían de la misma manera. Una vez que
descubramos la existencia de un grupo de casos con la misma terminación, deberemos
también ser capaces de reconocer peculiaridades accesorias en el cuadro mismo y de
juzgar correctamente casos similares en el futuro. De esta manera, somos capaces hoy,

.C
en la mayoría de los casos, de distinguir con seguridad la excitación paralítica de la tan
similar excitación maníaca o catatónica exclusivamente por la fuerza de los síntomas
psíquicos patológicos. Asimismo, estamos en condiciones de hacer un pronóstico sobre
el estupor circular o catatónico, de curso periódico o progresivo, a partir de signos
DD
específicos, con el fin de determinar desde el principio la futura importancia para la
enfermedad de los distintos estados depresivos de la parálisis, la melancolía, la
dementia præcox y la locura maníaco-depresiva. En nuestra actividad práctica, sin
embargo, no siempre será posible hacer un diagnóstico correcto; a veces cometeremos
errores. Pero, inevitablemente, la historia del caso individual sacará la verdad a la luz;
corroborarla o rectificarla nos conducirá a una comprensión cada vez más clara de los
LA

elementos esenciales como opuestos a los incidentales y secundarios. Por otro lado, un
diagnóstico, que es sólo una paráfrasis de los síntomas individuales, no puede ser
probado ni refutado. Aquéllos que todavía hoy se dan por satisfechos con el solo hecho
de llamar paranoia a toda psicosis con trastorno predominante de la razón, no
aprenderán absolutamente nada de nuevas observaciones que sea de utilidad para
futuros casos. Como su diagnóstico no incluye ningún hecho que no pueda ser
FI

reconocido inmediatamente por cualquier lego, no se verán decepcionados por un


futuro desarrollo, y tampoco aprenderán nada.
En suma, éstos son los aspectos que me hacen adoptar una actitud
fundamentalmente diferente con respecto al problema de la paranoia. Considero sólo
aquellos casos idénticos de enfermedad que, más allá de las diferencias de grado y de


los incidentes particulares, muestran el mismo resultado en general. Ésta es la razón


por la que opino que es absurda la afirmación de la existencia de una paranoia aguda,
ya que en ella se ven completamente obliteradas las características esenciales de la
enfermedad —la incurabilidad fundamental, la permanente presencia de delirios—. Si la
paranoia es una enfermedad, o es aguda o es crónica. Prefiero la última definición, ya
que conozco interpretaciones mucho más satisfactorias para las llamadas formas
agudas.
Del gran número de casos crónicos que usualmente se agrupan con la paranoia,
aquéllos donde los delirios se ven acompañados de signos claros de debilidad mental,
necesitan, desde mi perspectiva, una consideración aparte. En estos casos, observamos
que los delirios cobran con rapidez formas muy fantásticas, se vuelven contradictorios,
extremadamente abundantes o muy escasos, con frecuencia cambian y, finalmente,
retroceden y desaparecen después de algún tiempo. Estos cuadros llevan la clara marca
de enfermedades hebefrénicas, catatónicas o seniles en todos sus rasgos. Por esta
razón, si tomamos en cuenta todos esos signos, somos capaces, aun en el comienzo, de

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predecir la importancia secundaria de los delirios y el desarrollo de un estado final


determinado. Por otro lado, hay sin duda un grupo de casos donde un sistema delirante
inquebrantable y duradero, claramente reconocible desde el principio, se desarrolla
gradualmente, a la vez que se conserva por completo la presencia del entendimiento y el
orden del curso del pensamiento. Es para estas formas que quiero reservar el nombre de
paranoia. Ellas conducen necesariamente al paciente a una trascendente
transformación de toda su perspectiva de la vida y a un trastorno de su punto de vista
en relación con las personas y sucesos de su entorno.
El desarrollo de estas ideas toma siempre un curso muy lento. El comienzo, que
frecuentemente abarca unos años, consiste en leves depresiones, desconfianza, quejas
físicas vagas y aprehensiones hipocondríacas. El paciente está insatisfecho con su
situación; se siente descuidado, quizás cree que ya no es amado verdaderamente por

OM
sus padres, hermanos y hermanas, que es incomprendido; nadie lo entiende. De este
modo, se desarrolla entre él y su ambiente una oposición secreta gradualmente
creciente: las relaciones con su familia son las de un extraño, de alguien ajeno; la
actitud hacia sus parientes es fría y superficial, forzada y hasta hostil. […] En el interior
del paciente hay un ardiente deseo de algo grande e importante, una pugna secreta por
acciones osadas, la esperanza tácita de una inmensa felicidad que a veces se contenta
cuando él imagina en detalle situaciones irreales y construye castillos en el aire
ricamente coloreados, en los que juega el papel de héroe. La convicción de que él nació

.C
para ser alguien «bastante fuera de lo común», diferente de la gran masa, se vuelve cada
vez más firme. Cree en un «llamado», en una misión que debe cumplir. Ningún fracaso
lo desanima. […]
Poco a poco, sus percepciones comienzan a ser afectadas por presentimientos y
DD
pensamientos mórbidos. Él advierte, en tal o cual ocasión, que las personas con
quienes se encuentra no son tan amigables como lo eran antes, son más reservadas,
intentan evitarlo y, como él supone, a pesar de muchas manifestaciones hipócritas de
amistad, no quieren tener más trato con él. Como consecuencia de esto, su
susceptibilidad y desconfianza aumentan; comienza a sospechar de ofensas e
indicaciones ocultas, de intenciones hostiles en cada comentario inofensivo, en cada
LA

gesto casual, en cada mirada que percibe. De las conversaciones en la mesa deduce que
existe una conspiración; en ciertas ocasiones, se usan una y otra vez los mismos giros
de conversación intencionalmente. Alguien silba alguna melodía de manera llamativa
para señalar ciertos eventos insignificantes de su pasado o para hacerle insinuaciones
sobre su comportamiento. En obras de teatro y artículos de diario pueden encontrarse
referencias particulares a sus acciones; desde el púlpito o en una reunión de elecciones,
FI

el pastor o el orador hacen alusiones inconfundibles a su persona en un «lenguaje


metafísico». De pronto, se encuentra con la misma persona que aparentemente lo
observa y lo sigue como si fuera de casualidad; alguien lo mira, lo observa de reojo, se
aclara la garganta, tose por él, escupe ante él o evita encontrárselo; en las tabernas, la
gente se aleja o se para cuando él aparece, le lanzan miradas furtivas y lo critican. Los


cocheros, los guardabarreras y los obreros conversan acerca de él. En todos lados la
atención se vuelve hacia su persona; a pesar de ser extraña, su vestimenta es imitada
por numerosas personas. Ciertos comentarios que realizó se convirtieron
inmediatamente en slogans públicos. Uno de mis pacientes caracterizó al amarillo como
el color del intelecto; al otro día, todo el mundo tenía rosas amarillas para hacerle saber
que él era inteligente y que debla guardar silencio —siendo la rosa el símbolo del
silencio—. «Aquél que hace todo esto, se dirige a mí».
En sí mismas, todas estas experiencias son de naturaleza bastante indiferente;
pueden parecer naturales o accidentales para cualquiera que no esté iniciado; sólo el
paciente nota con absoluta claridad que todo está ideado con astucia premeditada, que
tiene que tratar con «accidentes producidos artificialmente», ocultando un asunto
arreglado con anterioridad, algún ataque intencional. Por cierto, todo el juego es
ingeniosamente fabricado para engañarlo y frustrar sus posibilidades de defensa eficaz
contra toda la maldad secreta, todo el sistema de espionaje y observación. Cada vez que
él llama a alguien y le deja saber francamente que se da cuenta de todo, la persona en

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cuestión adopta un aire de inocencia e inventa toda suerte de excusas; el otro no va


directamente al objetivo sino que usa un rodeo de palabras para aludir a sus
verdaderos propósitos. Se lo trata de manera amistosa para engañar su vigilancia, se lo
envuelve en conversaciones extrañas, se lo despista por medio de pretextos,
disimulando las verdaderas intenciones que él comprende inmediatamente. […]
Mediante la continua asimilación prejuiciosa de sus experiencias, el paciente se da
cuenta de que una gran conspiración está en marcha. Se están difundiendo calumnias
sobre él, verbigracia, que ha contraído una enfermedad nerviosa a consecuencia de
excesos, que es sifilítico, adicto a la pedofilia. Su fotografía fue enviada a los burdeles
para hacer parecer que es un asiduo cliente; se publicaron cuentas falsificadas como si
diariamente hubiera bebido enormes cantidades de alcohol. Su comida tiene un gusto
sospechoso; su vecino en la mesa cayó enfermo después de haber tomado de casualidad

OM
del vaso que le correspondía al paciente. Alguien está tratando de liquidarlo, de
eliminarlo por la fuerza, de volverlo loco, de incitarlo a hacer monstruosidades sexuales,
a practicar el onanismo. Estas intenciones son perseguidas, como él supone, por una
sociedad que tiene medios sorprendentes a su disposición, incluyendo personas de
todas las clases, pero también funcionarios, cortes de justicia, periodistas, pastores,
escritores que trabajan como agentes secretos. La fuerza impulsora proviene de ciertas
personas individuales o de una sociedad general de francmasones, socialistas que,
unidos por un juramento terrible, tratan de atraer al paciente bajo su control por

.C
razones puntuales.
Simultáneamente al desarrollo de la manía de persecución, siempre tienen lugar
delirios de grandeza. A veces no exceden los límites de una confianza en sí mismo
considerablemente aumentada. Ya la enormidad de los recursos que el paciente
DD
considera que son empleados en su contra indica una sobrestimación considerable de
su propia personalidad, el supuesto blanco de esos esfuerzos. El paciente se considera
particularmente dotado, un genio, un poeta importante, un compositor, un
descubridor, un hombre ilustrado, le da importancia a su apariencia exterior, se
sobrestima y se siente llamado a ocupar una posición eminente en el mundo. Después
de largos años de especulación vaga, con frecuencia aparece repentinamente el
LA

presentimiento victorioso de que no es hijo legítimo de sus padres sino de cuna mucho
más alta y noble. Es usual que un evento insignificante suministre el motivo externo
para el desarrollo de ese delirio, el que inmediatamente se convierte en una certeza
incuestionable para el paciente. Durante una pelea, su padre usó una expresión que
nunca emplearía con su hijo verdadero. El paciente nota que sus padres susurran en el
cuarto contiguo, se ponen pálidos cuando él entra, lo saludan con particular seriedad;
FI

en su presencia, se pronuncia de manera «significativa» el nombre de una personalidad


eminente; en la calle, en el teatro, una dama noble lo mira de una manera
extraordinariamente amigable; contemplando el cuadro de un conde o príncipe, o un
busto de Napoleón, se siente impresionado repentinamente por una semejanza
sorprendente entre él y la persona en cuestión o, finalmente, recibe una carta en la cual


se puede leer fácilmente entre líneas el gran secreto.


Con gran satisfacción, el paciente se da cuenta de que la superioridad de su persona
y su posición son conocidas por su ambiente de forma más o menos abierta. A donde
sea que él vaya es tratado con evidente respeto; los extraños lo saludan
reverencialmente con sus sombreros; la familia real trata de encontrarse con él con la
mayor frecuencia posible; la música en el desfile o en el teatro comienza a tocar cuando
él aparece. En los diarios que el mozo coloca frente a él, en los libros que el vendedor de
libros le manda, encuentra insinuaciones más o menos veladas con respecto a su
destino. Los actores en el escenario, el cura en el púlpito, le dirigen largas oraciones
señalando su nacimiento noble, y personas que pasan en la calle lo acompañan con
comentarios aprobadores y alusivos. En ciertas ocasiones, puede asegurar que hay en
su destino una intervención directa de la Providencia. Los cambios en el clima, el
peculiar titilar de las estrellas, el vuelo de los pájaros, la vestimenta de las personas con
las que se topa, el pedazo de papel que encuentra en la calle, todo parece dar cuenta
claramente de que Dios lo protege de una manera particular y le da signos para su

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conducta, los que él entiende y sigue escrupulosamente con alegre confianza. A


consecuencia de todas estas experiencias, se desarrolla una extensa red de misteriosas
relaciones cuyo centro es el paciente. El es heredero forzoso, reformador, Príncipe de la
Paz, emperador y Papa en una persona, Mesías, la Madre de Dios, recibe sus
pensamientos de Dios, se vuelve instrumento electo del Paraíso, el centro del mundo.
En algunos casos, el paciente nota que una persona del otro sexo que, real o
supuestamente tiene una posición distinguida, está bien dispuesta hacia él y le presta
atención de una manera inconfundible (erotomanía). A veces, lo que él capta es un
vistazo, un encuentro casual que le da seguridad sobre ese amor secreto; de cualquier
modo, con más frecuencia es informado de esto de una manera indirecta, por medio de
insinuaciones veladas de su entorno, avisos en los diarios, quizá sin haber visto jamás
al objeto de su interés.

OM
Muy pronto, los signos de comprensión del secreto aumentan. Cualquier experiencia
casual, vestimenta, encuentro, material de lectura, conversaciones se refiere a sus
aventuras imaginadas. Su amor es un secreto a voces y un asunto de atención general:
se habla de él en todos lados, por cierto, no con términos claros sino sólo a través de
sugerencias sutiles, cuyo sentido más profundo él comprende, sin embargo, bastante
bien. Por supuesto, este amor inusual debe permanecer por ahora en secreto; por lo
tanto el paciente nunca recibe novedades directamente, sino siempre por medio de la
intervención de otras personas, por los diarios y bajo la forma de comentarios ocultos;

.C
de la misma manera, consigue su propósito de establecer relaciones con el objeto de su
amor por medio de alusiones ocasionales. El vuelo de las palomas, que son la
representación simbólica de sí y de su amor, le demuestra que él ha sido comprendido,
que luego de largas luchas alcanzará finalmente su objetivo; alguna persona con la que
DD
se encuentra parece ser la elegida, que se ha disfrazado para ocultarle al mundo su
afecto por él, y un presentimiento secreto le permite, en semejante escena, dejar de lado
las diferencias más obvias, incluso la de sexo.
Este extraño delirio, nutrido especialmente por avisos de diario velados, puede
desarrollarse de la manera descripta por un tiempo bastante largo, sin que el
comportamiento del paciente, que trata de mantener su affaire en secreto, revele
LA

desorden alguno en otros aspectos. Frecuentemente, en el curso ulterior se agregan


alucinaciones como de ensueño, la sensación de un beso cuando duerme y fenómenos
similares. La coloración de esta clase de amor es siempre extática, fantástica, con
frecuencia platónica, encontrándose el verdadero instinto sexual del paciente poco
desarrollado o desarrollado de una manera enfermiza (onanismo). A veces, entre los
períodos de ansiedad dichosa y suspenso, hay intervalos de extremo abatimiento, de
FI

sentimiento de no merecer el objeto ideal adornado con todas las virtudes posibles, de
decepción sobre rechazos incomprensibles, de vagos delirios de culpabilidad.
Estos delirios se desarrollan principalmente por una interpretación patológica de
experiencias reales. Las percepciones reales son entendidas como perjudiciales. En la
imaginación del paciente, ciertas experiencias bastante indiferentes se refieren en


secreto a su persona, como aparece claramente en muchos de los aspectos descriptos.


Una mancha en el vestido, un agujero en la bota no son consecuencia del uso habitual,
del desgaste, sino de hechos sorprendentes cuyo origen se explica sólo por una
circunstancia enteramente particular, por maquinaciones hostiles. Una gota de agua en
el plato de comida, una vibración en los oídos, calor en la cabeza, cólicos, prueban con
claridad que alguien quiere envenenarlo; «sé muy bien lo que es». Encuentra muchas
alusiones, especialmente en las conversaciones de su entorno y en materiales de
lectura. Siempre se trata del «el usual lenguaje metafórico», «pensaron que yo no lo
entenderla». El paciente lee sobre el Anticristo e inmediatamente sabe que él está
destinado a ser transfigurado en Cristo. […] Otro paciente le envió al Primer Ministro de
Baden un mapa donde estaban marcadas las regiones desocupadas del planeta;
inmediatamente después empezó la política colonial alemana.
Mucho más raramente que las asimilaciones delirantes de experiencias reales, se
dan las verdaderas alucinaciones. Sólo en pocos casos numerosas alucinaciones
acompañan el curso de la enfermedad por un largo período; como regla, las

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

alucinaciones auditivas sólo ocurren de vez en cuando, en la mayoría de los casos, una
palabra aislada o una frase corta: «¡Henry! ¡Henry!», «él bebe mucho», «aquí viene el
profeta hediondo». Las personas sentadas a la mesa vecina juntan sus cabezas y
susurran comentarios que el paciente entiende con claridad, ya que él «tiene un oído
agudo». O yendo de paseo se dispara un tiro y el paciente escucha el silbido de la bala
que pasa cerca de su cabeza, hasta siente el viento. De la atmósfera cae sobre él una
fina lluvia venenosa; se ve presa de una opresión repentina y escucha al mismo tiempo
una voz de advertencia. También tienen lugar visones nocturnas, la visión de estrellas,
figuras luminosas, apariciones divinas. Se proclama una promesa; el paciente ha sido
beneficiado con la bendición de Essaus sobre su hombro izquierdo y la bendición de
Jacob sobre el derecho. Pero, por lo común, éstos son hechos aislados que también son
comprendidos por el paciente como sucesos muy particulares que no encajan para

OM
nada en el cuadro de sus experiencias cotidianas.
Considero que estamos tratando aquí con un trastorno bastante extraño, que a veces
juega cierto rol en el origen de los delirios: la falsificación de la memoria. El paciente
abre sus ojos al examen de experiencias pasadas. Muchos detalles que antes no había
notado en absoluto, ahora son percibidos con claridad y cobran mayor importancia.
Cree que su memoria está considerablemente fortalecida, de manera tal que toda su
vida pasada se despliega ante él como un libro abierto. El paciente recuerda
exactamente cómo, de niño, fue separado de sus padres genuinos en un bello castillo,

.C
fue arrojado al mundo y finalmente entregado a sus padres falsos. Las numerosas
declaraciones y acciones de esto últimos, el corte y color de sus ropas, el trato que
recibió en la escuela, ciertos sueños proféticos, todo evento importante o trivial de su
vida, desde su juventud más temprana en adelante, le indicaron que nunca había
DD
habido un ministro con su nombre; sostenía que todos los viejos almanaques oficiales
de Hannover habían sido destruidos por el odio y fueron reemplazados por otros
falsificados para que el nombre de su padre fuera destruido. A veces, se puede observar
directamente cómo tales reminiscencias emergen y se fijan en la mente del paciente. Un
paciente dijo que todo lo que había pensado antes se hizo realidad después.
La característica común de todos los delirios desarrollados de maneras diferentes, es
LA

su fundamental inmutabilidad. Aunque el paciente mismo quizás admita que raramente


o nunca sea capaz de proporcionar evidencia concluyente de lo acertado de su visión,
cada intento de convencerlo de la naturaleza delirante de sus ideas rebota como en una
pared. Todo fue tan astutamente planeado que la conexión intrínseca de todos los
acontecimientos, en apariencia accidentales, sólo pueden ser entendidos desde el punto
de vista de la convicción subjetiva, «que existió una vez y existirá sin cambio», como un
FI

paciente dijo: «En mi imaginación todo esto no es imaginación; sólo me expreso con
mucha precaución». Por esto, el paciente a veces siente que una persona ignorante no
es capaz de seguir el tren de su pensamiento y, de ese modo, tiene miedo de que sus
perseguidores se aprovechen de estas circunstancias y declaren que sufre de manía
persecutoria. La conciencia de enfermedad escapa a sus posibilidades; pero con


frecuencia hay todo tipo de quejas hipocondríacas sobre nervios, presión en la cabeza,
problemas digestivos rápidamente atribuidos por los pacientes al tratamiento médico —
por esta razón recurren a todo tipo de curas extrañas, con frecuencia inventadas por
ellos mismos—.
El humor del paciente se encuentra íntimamente conectado con sus delirios. Percibe
las pretendidas persecuciones como una especie de «tortura mental», se siente
constantemente intranquilo y atormentado, se vuelve desconfiado, antisocial, irritable.
Por otro lado, los pacientes se sienten satisfechos consigo mismos, son arrogantes,
altaneros y obstinados. El humor cambia con frecuencia por razones delirantes. Un día
encontré a un paciente —por otra parte muy seguro de sí— ansioso y temblando, ya
que había sacado la conclusión, por un insulto que había oído de casualidad, de que
había sido acusado de un asesinato sucedido años atrás. A veces aparecen ideas
repentinas de suicidio.
Las acciones y el comportamiento del paciente pueden no evidenciar trastorno
alguno por un tiempo relativamente largo. Pero toda su conducta de vida parece con

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

frecuencia algo bizarra e incomprensible. Un comerciante que había adquirido algo de


fortuna en América volvió enfermo, gastó su dinero poco a poco hasta que tuvo que
depender de una pobre limosna, ya que era demasiado orgulloso en su arrogante
opinión de sí para tomar un trabajo que no era apropiado para él. Sólo ahora está a la
vista que ha sufrido por veinte años de marcada manía de persecución y delirio de
grandeza. A pesar de su buena disposición, el paciente no tiene éxito en desempeñar un
trabajo, sino que fracasa por doquier, vive más allá de sus medios, se ocupa de
preguntas extrañas, construye, con una confianza a toda prueba, una máquina de
movimiento continuo o un dirigible. Como supone alianzas secretas en todos lados,
nunca se queda en ninguna parte por mucho tiempo; se retira, escribe cartas
insultantes a personas extrañas, ocasionalmente provoca escenas con sus amigos y
parientes que resultan incomprensibles para éstos. De todas maneras, muchos de estos

OM
pacientes tienen éxito en ocultar sus luchas y deseos, de manera tal que no se pueden
discernir acciones mórbidas en su vida cotidiana y sólo personas con conocimiento
arriban a un entendimiento claro de su estado patológico. Sin embargo, aquí y allá, una
declaración enigmática o una acción incomprensible del paciente llaman la atención de
su entorno, quizá una vestimenta rara, un vestido inusual, un gusto entusiasta por
empeños religiosos, artísticos, populares, científicos; no obstante, lejos de comprender
su verdadera significación, todas estas cosas son comúnmente atribuidas a una
personalidad fuertemente desarrollada o a simples defectos del carácter.

.C
Para evitar persecuciones e interrogatorios continuos, el paciente cambia
repentinamente de trabajo con vanos pretextos, o emprende un viaje. Con frecuencia,
esto ayuda por algún tiempo. Pero pronto, nota que lo tratan como a una personalidad
especial y que alguien tiene información detallada sobre él y su vida previa. En todo tipo
DD
de alusiones se entretejen con el presente hilachas secretas de su entorno anterior. Es
seguido por espías en todos lados, reconoce a algunas personas a pesar de su disfraz,
sus barbas falsas, su cabello teñido; ellos siguen sus pasos, lo vigilan constantemente,
su situación es «peor que la de una persona bajo orden de arresto». Gradualmente,
crecen sus ideas sobre el alcance y los medios de la pandilla que lo persigue. Al mismo
tiempo, su conducta de vida y su comportamiento exterior se vuelven extrañamente
LA

inestables y confusos. La capacidad de tener una ocupación objetiva continua y de


cumplir regularmente con ciertos deberes profesionales está considerablemente
deteriorada por las constantes inquietudes emocionales, aun cuando los desempeños
intelectuales no revelen ningún trastorno importante.
Acompañado de un sentimiento de creciente inseguridad, ahora intenta, por medio
de avisos de diario o panfletos, estigmatizar públicamente el juego infame de sus
FI

enemigos y defenderse de los cargos velados. Quizás comience una acción por
calumnias, invoque la ayuda de las autoridades o del jefe de estado. O toma justicia por
mano propia, da un puñetazo al presunto espía en el restaurante, trata de disparar a
un difamador, de atraer la atención del público hacia su persona y hacia su peligrosa
situación por medio de acciones llamativas. También pueden ocurrir intentos de


suicidio. […] Los delirios de grandeza pueden inducir al paciente a acercarse a sus
supuestos padres nobles o a su prometida ilustre, al principio dando vueltas por su
casa, haciendo misteriosas alusiones a extraños, convencido de que ellos han
comprendido correctamente y le acercarán los comentarios a su amada. Escribe una
carta y no recibe respuesta; luego una segunda y una tercera y, finalmente, intenta
acercarse personalmente a las figuras y autoridades involucradas en su sistema de
delirios. Cuando el delirio de grandeza tiene una coloración religiosa, el paciente
aparece en público como un apóstol, interrumpe al pastor en la iglesia, intenta fundar
una comunidad, introducir un nuevo servicio divino o sermonear oralmente y por
escrito.
Ciertos actos peligrosos o extraños del paciente lo conducen frecuentemente a la
admisión en un hospital mental. Ante sus ojos, este acontecimiento es una nueva
artimaña de sus enemigos, quienes le dieron a entender tiempo atrás que estaba
destinado a terminar loco. Al principio se somete a la situación, ya que está seguro de
que pronto alguien reconocerá su cordura. Es muy reservado en todas sus expresiones,

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evade las preguntas apremiantes y, con frecuencia, oculta la red de sus delirios por un
largo tiempo detrás de un comportamiento superficialmente irreprochable, hasta que
un motivo particular, una excitación emocional, la pone al descubierto. De todas
maneras, gradualmente se da cuenta de que el sistema oculto de persecución continúa
en el hospital. Los doctores están contratados para paralizarlo y, si es posible, para
convertirlo realmente en un enfermo mental, ya que de otra manera no hubieran podido
atraparlo. Provocaciones triviales y molestias, cambios en su estado de salud,
observaciones ocasionales, le demuestran que las insinuaciones son también
emprendidas en el nuevo entorno. Sus compañeros pacientes no están realmente
enfermos sino que son simuladores sobornados o espías de la policía que están para
evaluarlo por medio de comportamientos y trucos disparatados. Ésta es la razón por la
que él demanda con urgencia que lo retiren de ahí, escribe una carta tras otra para

OM
lograrlo, formula quejas sobre la privación ilegal de la libertad, intenta escapar y, con
frecuencia, lucha amargamente por sus derechos humanos con gran habilidad y
obstinación extrema.
Quizás el paciente entiende que su estadía en el hospital es meramente un eslabón
inevitable en la cadena de juicios que tiene que soportar para poder alcanzar su noble
fin. Haciendo una reflexión detallada, entiende claramente que en su pasado ha habido
numerosas referencias a este purgatorio en el asilo para lunáticos. Lejos de sentirse
desalentado o desesperado, renueva sus esperanzas de obtener su último y más alto

.C
objetivo ya que todo ese destino que le ha sido previamente asignado se está
cumpliendo con rapidez. Percibe una confirmación especial de su punto de vista en el
hecho de que pronto nota que también en el hospital ocurren alusiones misteriosas a
su brillante futuro. Es tratado con atención especial, le echan aceite de rosas en el agua
DD
de su baño, le dicen piropos velados, le dan diarios y libros cuyos contenidos se refieren
a él. De este modo, no puede dejar de observar que los doctores lo retienen «bajo
órdenes superiores» y que en realidad no lo consideran enfermo. Descubre que entre
sus compañeros de internación se encuentran personalidades muy eminentes, a
quienes han traído al hospital con un nombre falso para hacerle compañía.
El curso posterior de la enfermedad es siempre muy lento, la mayoría de las veces
LA

prácticamente estancado durante muchos años. Los pacientes son calmos, razonables,
preservan una actitud exterior metódica y, frecuentemente, son capaces de mantener
una actividad mental bastante satisfactoria. […] Otros tienen actividades artísticas o
literarias y son exitosos, o al menos capaces de ganarse la vida; son meramente
considerados tipos raros ya que ocultan con cuidado sus delirios. Ciertamente, con
frecuencia llevan una inestable vida aventurera, llena de acontecimientos extraños e
FI

incomprensibles. Por lo común, sólo en el curso de varias décadas se vuelve evidente


una debilidad psíquica que crece con lentitud, generalmente con una agudeza mental
reducida acompañada por un sistema de delirios gradualmente progresivo. […]
La frecuencia de la forma de locura descripta aquí no es muy elevada; en mi
experiencia ni siquiera alcanza el 1% de los pacientes admitidos. Los hombres parecen


ser más vulnerables que las mujeres. Una predisposición hereditaria a trastornos
mentales puede jugar un rol importante. En cuanto al resto, se mencionan como
causas la mala fortuna, las decepciones, la soledad, la lucha con la miseria y
privaciones; pero con frecuencia éstas son más bien consecuencias del prolongado
comportamiento extraño del paciente. En la mayoría de los casos la enfermedad se
manifiesta entre los 25 y 40 años. Sin embargo, Sander describió una forma bajo el
nombre de paranoia original en la que, desde su puto de vista, la enfermedad se
remontaba al período de juventud. Efectivamente, éstos y otros pacientes que sufren de
delirios declaran con frecuencia que su juventud temprana ya estaba llena de
presentimientos y percepciones que señalaban su noble cuna y sus poderosos
enemigos. Pero he tenido éxito al confirmar que, en estos casos, el inicio de la
enfermedad sólo puede ser rastreado de modo confiable en la primera mitad de la
tercera década. Los demás relatos que van hasta un pasado más lejano son casi
siempre invenciones subsiguientes. Neisser estableció como la marca distintiva del
grupo descripto por Sander el síntoma frecuente de falsificación de la memoria y sugirió

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la distinción de una «paranoia confabulatoria». Yo, sin embargo, pienso que no es


posible diferenciar un grupo uniforme desde ningún punto de vista.
Tomando en cuenta el desarrollo lento, los extraños delirios consistentes, la
excelente conservación de la razón y el orden en el curso del pensamiento, en el
comportamiento y en la acción, el diagnóstico de la enfermedad no implica ninguna
dificultad. Ciertamente, bajo una observación superficial, algunos casos de dementia
præcox, parálisis, demencia senil y hasta de locura maníaco-depresiva pueden ofrecer
por un tiempo un cuadro bastante similar. Los rasgos distintivos con respecto a las
enfermedades mencionadas ya han sido descriptos en detalle en cada caso y sólo se
deberá poner énfasis en el hecho de que la paranoia ya existía por varios años antes de
que fuera reconocida, que los delirios son asimilados lógicamente y que las objeciones
son refutadas con inteligencia, aunque quizás mediante falacias. Es más, todo el pensar

OM
y el comportamiento del paciente están enteramente influenciados por el delirio; el
sujeto se encuentra absolutamente inaccesible a la razón, apasionado y obstinado por
defender y sostener sus ideas. La privación de la libertad es sentida por él como una
seria injusticia y no cede en su lucha contra ella, situación que contrasta agudamente
con la suavidad e influenciabilidad de los paralíticos y con la ausencia de
entendimiento y opacidad emocional observadas en la dementia præcox. Los delirios
seniles y preseniles de daño se caracterizan por ser extraños, por su desarrollo rápido,
su labilidad e inconsistencia, mientras que la locura maníaco-depresiva, además del

.C
delirio, siempre muestra signos de inhibición o excitación psicomotriz. […]

La manía querulante es una forma algo extraña de desarrollo de locura. La


característica del cuadro clínico es la idea de inferioridad legal y el ansia de lucha hasta
DD
el extremo contra las injusticas supuestamente sufridas. Como regla, tal idea se
desprende de un perjuicio realmente sufrido, en la mayoría de los casos, en un litigio.
En esa ocasión, pareciera que el paciente carece de la capacidad de darse cuenta de lo
exagerado de su idea. Es incapaz de considerar imparcialmente el estado del asunto, de
entender el punto de vista antagónico, y demanda que sus opiniones y deseos
personales sean reconocidos por todos. La oposición que encuentra y los obstáculos
LA

tangibles que así surgen corroboran su opinión de que se cometió con él una injusticia
severa, contra la cual debe luchar con todos los medios a su alcance. Es obvio que la
idea de imponer el reconocimiento de los propios reclamos legales es en sí misma
completamente cuerda. Lo que es característico de la persona querulante es la falta de
entendimiento sobre la justicia, el énfasis parcial en sus intereses personales en
oposición a un punto de vista superior de protección legal general. «Él busca la ley pero
FI

no puede encontrarla», dijo un testigo a propósito de una persona querulante en los


trámites para su tutela.
El motivo esencial del desarrollo de tal punto de vista equivocado es siempre una
insuficiencia del juicio. Este trastorno puede ser comprobado con regularidad en las
personas querulantes, especialmente en su total inaccesibilidad a la razón. Ni la


evidencia más obvia los impresiona; ni siquiera se la considera digna de ser examinada.
Ciertamente, los pacientes escuchan con calma los argumentos que se les dan, admiten
todo eso pero evaden todo razonamiento lógico repitiendo simplemente sus perspectivas
previas o lidiando con todas las objeciones a través de contraevidencias en absoluto
concluyentes. «Me atengo al punto; lo que está escrito está escrito». Aun si se lo resarce
legalmente, no se siente satisfecho. Uno de mis pacientes que, a partir de la sentencia
del juez, creyó ser «declarado oficialmente loco», hizo de esta afirmación el punto de
partida de una amarga lucha contra las autoridades, a pesar de habérsele explicado
repetidas veces que no se había emprendido nada en su contra y de intentar
tranquilizarlo de un modo considerado y amigable; él rechazó todo intento de ayuda,
«mientras la declaración oficial de locura no sea anulada». Esta inflexibilidad, presente
desde el inicio, otorga a la idea de inferioridad legal el carácter de delirio. Todas las
posiciones contrapuestas a la perspectiva del paciente son simplemente consideradas
falsas o indignas de confianza; los testigos cometen perjurio o han sido sobornados. En
oposición a esto, el paciente señala un gran número de testigos que él ha aportado pero

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que no han podido declarar, o lo han hecho de modo insignificante y fueron


desautorizados por no haber testificado correctamente. Usualmente, estos son
reemplazados por otros testigos quienes, según el paciente, dan información muy
importante para engañarlo una vez más en sus expectativas.
De la fuente del delirio también surge la peculiar credulidad de la persona
querulante, que está en sorprendente oposición con su inaccesibilidad a la razón.
Cualquier chisme, rumor o cháchara son considerados inmediatamente
incuestionables, si sus contenidos acuerdan con el abanico de ideas del paciente. Así
como éste es inaccesible a los argumentos más concluyentes, es susceptible a cualquier
calumnia sobre la reputación de sus adversarios. No sólo se considera calificado para
creer en ellas sin ningún examen sino también para repetírselas a otros de la manera
más mordaz y exagerada. Aun el consejo más exhaustivo y amable por parte de

OM
verdaderos expertos con respecto a su situación legal carece de efecto si contradice su
opinión, basada en lo que le dijo «un hombre entendido en leyes» en su pueblo.
Al comienzo, el entendimiento y la memoria de la persona querulante aparecen
inalterados; uno se ve frecuentemente sorprendido por su precisión para recitar de
memoria, palabra por palabra, voluminosos documentos oficiales, exámenes judiciales y
pasajes de la ley. Sin embargo, bajo un examen detallado, con frecuencia sucede que el
paciente no entendió para nada el significado de todas sus declaraciones e interpreta
las oraciones más claras de una manera bastante extraña, incluso convirtiéndolas en

.C
su opuesto. Además, en especial al repetir una conversación, se deslizan los errores
más groseros y es dificultoso determinar si surgen por un malentendido inicial o por
una subsiguiente falsificación de la memoria. Sin duda, esto último también ocurre; a
veces uno tiene la oportunidad de observar directamente cómo un relato, repetido
DD
frecuentemente, cambia más y más de acuerdo con el delirio. […]
Por su asociación con acontecimientos reales, en una observación superficial puede
parecer que los primeros ataques de la manía surgen de una conciencia legal
particularmente susceptible, pero poco a poco la naturaleza patológica de estas líneas
de pensamiento se vuelve cada vez más clara. La imposibilidad de recuperar su
pretendido derecho prueba al paciente que los testigos son villanos que cometen
LA

perjurio, los jueces y autoridades una pandilla de ladrones y bribones que se mantienen
juntos para eliminarlo y evitar que su propia maldad salga a la luz. «Todos lo ayudan»,
dijo de un adversario. Los testigos que con seguridad hubieran testificado
brillantemente a su favor, no son llamados; sus declaraciones son convertidas en lo
contrario, los documentos y archivos son falsificados, también su firma; las
notificaciones le son entregadas por carteros falsos, las resoluciones llevan «estampillas
FI

como si vinieran de Su Majestad Real». Con frecuencia se agregan delirios llamativos. El


paciente siente que alguien intentó volverlo loco en la prisión por medio de comidas
altamente sazonadas, cree que se atentará contra su vida. Al mismo tiempo, varias
veces observé un marcado delirio de celos. Aquí y allá ocurren alucinaciones aisladas;
en un caso, se desarrolló temporariamente en prisión un estado ansioso de excitación


con numerosas alucinaciones auditivas. El paciente escuchó reproches y amenazas,


pensó que su ejecución era inminente.
La lucidez del paciente no se ve nunca alterada, el orden de sus pensamientos está
bien preservado. Pero uno no puede dejar de percibir una gran monotonía en el
contenido de sus ideas. Cada discusión con una persona querulante conduce con
rapidez a sus ideas de injuria, las que se vuelven cada vez más el centro de su interés a
medida que pasa el tiempo. Desde cualquier punto, por más remoto que sea, la línea de
sus pensamientos siempre retorna a ese centro. Con repeticiones sin fin, a menudo
palabra por palabra, se reiteran en sus declaraciones los mismos hilos de pensamiento,
obviamente sin que el paciente sea capaz de suprimirlos o reducirlos. Cuando la
enfermedad se prolonga en el tiempo, la conexión intrínseca de las explicaciones de
largo alcance se ve usualmente afectada. Por supuesto, no hay lugar alguno para la
conciencia de enfermedad; por el contrario, el paciente considera el diagnóstico de
trastorno mental como un «engaño pérfido». Pero casi siempre él encuentra legos y
hasta doctores que certifican su salud mental. […]

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

Un síntoma que acompaña en forma regular a la manía querulante es una confianza


en sí mismo considerablemente incrementada. Los pacientes se creen calificados y
honestos de un modo extraordinario, y por lo tanto miran por encima del hombro a sus
adversarios. Tienen una opinión elevada de sí mismos, consideran particularmente
agravante que no se haga justicia con ellos. […] También se debe a su elevada opinión
de sí que el paciente considere admisibles los medios más inmorales para abatir a un
adversario, mientras que las más leves formas de coacción legal aplicadas a él son
concebidas como escandalosos ataques y violaciones, como un «maltrato despiadado».
Un paciente tomó como injuria severa la entrega atrasada de una carta por parte del
cartero, mientras que consideraba que el incesto con su hijastra y la malversación de
una suma de dinero eran delitos menores insignificantes. […] Con su elevada
autoestima, el paciente reclama usualmente enormes sumas para compensar el error

OM
cometido con él.
Además, en las personas querulantes observamos, sin excepción, un aumento
considerable de la excitabilidad emocional; éste es quizás la razón más obvia para la
falta de una calma reflexión objetiva en estos pacientes. Si bien por lo común no revelan
ningún trastorno llamativo del humor, súbitamente sufren ataques de excitación
pasional al discutir sus pleitos, abruman a quien los escucha con una verdadera
catarata de invectivas contra sus enemigos y tratan toda contradicción u objeción
mostrando la misma irritación embravecida. […]

.C
En conjunción con la inaccesibilidad a la razón, esta vehemencia imprime su marca
peculiar sobre todas las acciones del paciente. Aún cuando se hayan intentado todos
los recursos legales habituales para apelar una decisión irrevocable y definitiva, el
sujeto no es capaz de calmarse. Sin entender la completa inutilidad y hasta las serias
DD
consecuencias que con seguridad resultan de los pasos subsiguientes, trata a cualquier
costo y por todos los medios de obtener por la fuerza una victoria en la lucha por su
presunto derecho. Inaccesible a cualquier buen consejo, pone en marcha todo tipo de
recursos legales, demanda un «examen correcto» de las cosas que se han establecido
hace mucho tiempo, interpone todas las apelaciones posibles, sin que los fracasos
logren que entre en razón o, al menos, que se intimide. Por el contrario, su tenacidad y
LA

su apasionamiento se incrementan cada vez más. Envía numerosas cartas y petitorios


[…], en las que rienda suelta a sus sentimientos por sus enemigos, por las autoridades
y por los jueces con las expresiones más rudas e insultantes, incluso en un lenguaje
sucio y abusivo. Usualmente, estos documentos ya revelan su origen patológico a través
de la forma, de los subrayados y signos de interrogación, exclamación y comillas, del
énfasis puesto en ciertos pasajes de expresiones fuertes por medio de una escritura
FI

especial o tinta de color, así como a través de los contenidos interminables, monótonos
y circunstanciales. También el estilo muestra con frecuencia una característica
peculiarmente complicada, extraña, con repetición de algunas frases singulares y
estruendosas, modeladas en terminología legal. […] Las secciones de los códigos, la
referencia a los «documentos oficiales» juegan un rol importante. Usualmente, el


paciente lleva consigo las copias de sus peticiones, las citaciones de la justicia y los
mandatos para desplegarlos en las situaciones apropiadas.
Los cargos consecuentes y las sentencias por calumnia y difamación sólo aumentan
la exasperación del paciente; éste responde con nuevos insultos cada vez más violentos
y escandalosos. Todas sus actividades y sus intereses vitales son absorbidos por el
capricho de mantener su posición, aun cuando en consecuencia las demás cosas se
vean descuidadas; su hogar, su negocio, su fortuna, todo es sacrificado por su impulso
patológico. Así su medios se ven reducidos, está permanentemente excitado por
interminables procedimientos y acciones que lo inducen a una creciente actitud hostil
hacia sus enemigos. Finalmente, rechaza todo trato con el orden legal existente y hasta
con las instituciones públicas. No firma más un registro, se niega a aceptar citaciones
de la justicia, tiene que ser llevado a la corte por la fuerza. Hace justicia por mano
propia, simplemente toma lo que considera que es de su propiedad, se dirige a la
prensa, amenaza a sus enemigos en persona, le dispara al albacea.

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

Con esta energía apasionada, con frecuencia el paciente tiene éxito en convencer a
algunas personas de la legitimidad de sus reclamos. […] Por otro lado, las personas
querulantes aceptan con gusto la ocasión de redactar cartas, peticiones, protestas y
querellas de terceros y, así, se meten de lleno en la carrera de falso abogado. Al hacer
esto exhiben por doquier cierta sutileza y conocimiento superficial de la ley, lo cual
redunda en su beneficio.
En el curso posterior de la enfermedad siempre aparece un claro aumento de la
debilidad mental. Las peticiones del paciente y los discursos se vuelven cada vez más
monótonos e inconsistentes. En la mayoría de los casos, el paciente no espera una
respuesta más que por hábito, escribe uno de sus extraños documentos de vez en
cuando. Decrece la excitabilidad; el paciente se vuelve apagado, inofensivo e indiferente,
con frecuencia hasta quejoso y sentimental cuando se lo provoca intencionalmente

OM
tocando su punto débil. Muestra una actitud amistosa hacia el doctor, a quién quizás
demandó anteriormente por mentiroso infame y estafador. A veces hasta niega sus
acciones pasadas para evitar discusiones desagradables; ya no quiere saber nada más
de eso, es cosa del pasado. Pero una corrección actual de sus ideas patológicas está
fuera de consideración; por el contrario, cuando alude a las viejas reminiscencias en los
momentos en que falta su autocontrol, parece que el paciente se mantiene siempre sin
cambio alguno en su antiguo punto de vista y que sólo ha perdido la energía para
resistir.

.C
Al comienzo el diagnóstico de manía querulante entraña ciertas dificultades, Por un
lado, la querulancia puede aparecer como un síntoma patológico en varias formas de
locura, por ejemplo en la parálisis y, especialmente, en la locura circular. Considerando
las características fenoménicas de estas enfermedades, los trastornos físicos y de la
DD
memoria en la primera, la fuga de ideas, la distractibilidad, la sed de acción, los
cambios de humor y el carácter periódico en la segunda, pronto seremos capaces de
elucidar la situación. Por otra parte, algunas personas sanas pueden ser querulantes
bajo ciertas condiciones e incluso mostrar obstinación y pasión. Recientemente varios
expertos realizaron diagnósticos incorrectos al considerar que el factor de la
querulancia en sí mismo y el volumen de los documentos acumulados eran las
LA

características esenciales de la manía querulante.


Por el contrario es, sobre todo, la forma delirante del conjunto de ideas lo que debe
ser considerado decisivo para el diagnóstico; es la total inaccesibilidad a la razón, la
propagación gradual del delirio de persecución sobre un número de personas cada vez
mayor, el comienzo de todo el desarrollo delirante desde un solo punto que siempre
predomina y al cual se refieren constantemente todas las ideas y acciones posteriores
FI

de los pacientes. Ésta es la razón por la que las personas querulantes no deben ser
confundidas con las sanas, pendencieros y gente obstinada que viven en discordia con
todo el mundo. Por el contrario, parece que los pacientes querulantes, como otros locos,
son más bien pacíficos, aunque con frecuencia son individuos extraños en su vida
diaria. Puesto que aquellas personas cuerdas belicosas se desvían de su camino para


pelear, para instituir procedimientos y ofender a otros en las más diversas ocasiones,
hay sin embargo una conexión intrínseca entre todos los niveles de su lucha; todo el
enredo de procedimientos, acciones y quejas puede ser reconducido, en la mayoría de
los casos, a cierto ímpetu original. Cuando se trata sólo de un carácter pendenciero,
cada asunto llega finalmente a un acuerdo —aunque a menudo luego de un largo
combate— y todos los participantes se calman; pero aquí la disputa original nunca se
acaba, sólo se vuelve cada vez más importante y llega a su conclusión formal y forzada
sólo cuando el paciente es puesto bajo custodia.
Por otra parte, puede suceder, desde ya, que las supuestas ideas y afirmaciones
delirantes concuerden con los hechos. La exasperación y la lucha desconsiderada hasta
el extremo puede ser la respuesta cuerda a un sentido de la justicia agraviado. Así, en
un caso que observé, se descubrió que el adversario seriamente acusado no era el
hombre de honor que oficialmente se suponía que era, sino que había cometido graves
crímenes. En otra oportunidad, fue comprobado que la falsificación de una firma, que
en un primer momento parecía una idea delirante, realmente había sido cometida por la

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

persona acusada. De aquí que uno debería ser muy precavido al respecto. En ambos
casos, los demandantes eran, sin embargo, personas querulantes que no podían ser
diagnosticadas como tales por la exactitud o inexactitud de los cargos expuestos, sino
por la manera en que éstos eran expresados y asimilados. Aun en casos bastante
acentuados, la manía querulante sólo se reconoce después de un largo tiempo, ya que
la buena memoria y fluidez en el habla y en la escritura ocultan al perito la debilidad
mental, la confusión y el desarrollo delirante del conjunto de ideas. La distorsión y la
representación falsa de los hechos que el paciente expone de buena fe desde el punto de
vista de su concepción patológica, son tomadas con facilidad por engaños intencionales
premeditados hábilmente y se consideran evidencia de su depravación moral e
insolencia.
Es más probable que las causas reales de la manía querulante se encuentren en una

OM
predisposición patológica, mayormente hereditaria. En varias ocasiones se encontraron
padres dipsomaníacos. Generalmente la enfermedad comienza entre los 35 y 45 años, a
veces aún más tarde. El pleito debe ser sin duda considerado el factor precipitante, pero
no la causa; con frecuencia, los pacientes han estado involucrados anteriormente en
acciones legales sin mostrar querulancia. El pronóstico es desfavorable; el desenlace
consiste en un grado más o menos alto de debilidad mental con delirios persistentes.
Sin embargo, parece que ocurren mejoras considerables, en las que los pacientes se
abstienen de expresar su perspectiva, al menos por algún tiempo, aunque no la

.C
cambian; observamos condiciones similares en otras formas de locura. […]
DD
LA
FI


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Nueva Cátedra de Psicopatología I

Las demencias endógenas


Una serie de cuadros mórbidos son aquí agrupados bajo el término «demencias
endógenas» con el mero propósito de realizar un estudio preliminar. Sus relaciones clí-
nicas no están claras aún, pero todos exhiben dos peculiaridades: en primer lugar, en
lo que se puede apreciar, no son ocasionados desde afuera sino que surgen de causas
internas y, en segundo lugar, al menos en la gran mayoría de los casos, conducen a un
más o menos notorio debilitamiento mental. Pareciera que esta forma de debilitamiento
mental, a pesar de las grandes diferencias en los detalles, exhibe muchos rasgos en co-
mún con otras formas de demencia, tales como las que nos son conocidas como

OM
resultado de la parálisis, la senilidad o la epilepsia. Por este motivo, he descripto hasta
la fecha bajo el mismo nombre, el de demencia precoz, los cuadros mórbidos que
estamos considerando. Bleuler también los reunió en su «grupo de esquizofrenias», sin
intentar hacer otras divisiones en este grupo. Considero una cuestión abierta la de si no
es, después de todo, un mismo proceso mórbido la causa de las distintas formas,
aunque difieran en el punto de ataque y tomen cursos variados. Por otro lado, me
parece necesario, en la etapa actual, separar un número de cuadros clínicos del

.C
dominio de la demencia precoz, el cual, de todos modos, es muy extenso. Sin embargo,
es la demencia precoz la que debemos tomar como la primera división de las demencias
endógenas a ser revisada.
Estos cuadros clínicos a los que nos hemos referido difieren considerablemente, en
DD
una dirección u otra, de las concepciones corrientes de la demencia precoz. Tal vez,
hubiese sido posible llevar esta separación aun más lejos, y, por ejemplo, ubicar en un
lugar separado a las formas que tienen un curso periódico o que conducen a una
confusión del lenguaje. Esto no ha sido hecho aún y sólo han sido separadas y
agrupadas aparte las formas que se distinguen, en su curso completo, por
manifestaciones muy definidas de perturbaciones peculiares del intelecto, mientras
falta el debilitamiento de la voluntad y especialmente del sentimiento, o en las que tales
LA

síntomas están sólo débilmente indicados. Me parece que el término «parafrenia», el


cual ya no es de uso corriente, es, por el momento, apto como nombre de las formas
mórbidas así delimitadas, las cuales están aquí agrupadas a modo de ensayo.
FI


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Nueva Cátedra de Psicopatología I

Demencia precoz
La demencia precoz consiste en una serie de estados, cuya característica común es
una destrucción peculiar de las conexiones internas de la personalidad psíquica. Los
efectos de este daño predominan en las esferas emocional y volitiva de la vida mental.
Para comenzar, la afirmación de que esta es una enfermedad distinta ha encontrado
una repetida y decidida oposición, que encontró su más fuerte expresión en los escritos
de Marandon de Montyel y de Serbsky. Pero incluso aunque en muchos detalles hay
profundas diferencias de opinión, parece estar ganando cada vez más terreno la
convicción de que la demencia precoz, en general, representa una forma bien
caracterizada de enfermedad, y de que se justifica considerar la mayoría, al menos, de

OM
los cuadros clínicos que son agrupados aquí, como expresión de un proceso mórbido
único, aunque, a menudo, superficialmente divergen mucho uno de otro.
Las objeciones han apuntado aun más contra el nombre, que contra la concepción
clínica. Arribé al punto de partida de la línea de pensamiento que en 1896 llevó a que la
demencia precoz se considerara como una enfermedad claramente diferenciada, por un
lado, debido a la sobrecogedora impresión de los estados de demencia muy similares
entre sí, que se desarrollaban a partir de los más variados síntomas clínicos iniciales; y

.C
por otro lado, por la experiencia conectada con las observaciones de Hecker de que
estas demencias en especial parecían estar estrechamente relacionadas con el período
de la juventud. Como no había reconocimiento clínico de esto, la primera cosa que
había que hacer, para la demarcación preliminar del territorio recientemente
DD
circunscripto, era elegir un nombre que expresara ambos puntos de vista. El nombre de
«demencia precoz», que ya había sido utilizado por Morel y más tarde por Pick (1891),
me parecía responder a este propósito suficientemente, hasta que una comprensión
más profunda proveyese un nombre apropiado.
Desde entonces, se ha descubierto que las suposiciones sobre las cuales descansaba
el nombre elegido son, al menos, dudosas. Como tendrá que ser explicado más en
detalle más adelante, no se puede discutir la posibilidad, en el presente estado de
LA

nuestro conocimiento, de que cierto número de casos no alcancen una completa y


permanente recuperación, y, por otro lado, la relación con el período de juventud no
parece darse sin excepción. Ciertamente, considero que los hechos no han sido de
ningún modo suficientemente aclarados, todavía, en dirección alguna. Si, por
consiguiente, el nombre que está en discusión, aun cuando ya ha sido adoptado en
general, tiene que ser reemplazado por otro, es de esperar que no comparta demasiado
FI

pronto el destino de tantos nombres por el estilo y terminar por dar una idea de la
naturaleza de la enfermedad, que resultará luego ser dudosa o incorrecta.
Desde este punto de vista, como mostró Wolf, sería preferible un nombre que, en lo
posible, no dijese nada, como el de «disfrenia». El nombre propuesto por Evensen, de
«amblinoia» o «amblitimia», más aun el de «demencia primitiva» de los italianos, o el


preferido por Rieger, «demencia simple», que mientras tanto ha sido usado ya,
ciertamente, en un sentido más estrecho, podrían también ser considerados. Bernstein
habla de una «paratonía progresiva», nombre que sólo se adaptaría a una parte de los
casos observados. Otros investigadores acentúan la perturbación peculiar de la
asociación psíquica interna en nuestros pacientes y denominan a la enfermedad
«demencia disociativa», «dissecans», «sejunctiva» o, con Bleuler, «esquizofrenia». Queda
por verse en qué medida uno u otro de estos nombres será adoptado.

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

Síntomas psíquicos

[…] Trataremos de dar un panorama del comportamiento general de las actividades


psíquicas […], antes de describir las manifestaciones clínicas individuales de la
enfermedad.

Percepción. En la demencia precoz, la percepción de las impresiones externas en un


examen superficial, no está, por lo general, demasiado disminuida. Los pacientes
perciben, en general, lo que sucede a su alrededor, mucho mejor que lo que uno
esperaría por su comportamiento. Uno a veces se sorprende de que pacientes, en
apariencia totalmente embotados, han percibido correctamente todos los detalles

OM
posibles a su alrededor, saben los nombres de sus compañeros y se dan cuenta de los
cambios en la vestimenta del médico. Mediante observaciones más precisas, sin
embargo, como las llevadas a cabo por Busch y por Gregor, se ha puesto en evidencia
que la extensión y especialmente la confiabilidad de la percepción están decididamente
disminuidas. Esto es así, principalmente en las fases agudas de la enfermedad, y luego,
nuevamente, en los últimos períodos de su curso. Fue especialmente sorprendente, en
los experimentos de Busch, descubrir que los pacientes generalmente hacían, junto con
unas pocas afirmaciones correctas, muchas totalmente falsas. […]

.C
Atención. Este comportamiento está sin duda relacionado con el desorden de la
atención, la que, muy frecuentemente, encontramos visiblemente alterada en nuestros
pacientes. Es muy común que pierdan tanto la inclinación como la habilidad para
DD
mantener su atención fija por propia iniciativa en cualquier lapso de tiempo. A menudo,
es sumamente difícil hacer que presten atención. Los pacientes no miran cuando se les
habla y no demuestran, ni por su aspecto ni por su comportamiento, que son sensibles
a las impresiones externas. De esta manera y aunque tal vez hayan percibido todos los
detalles, no han experimentado una apreciación interna real de su significado. A veces,
en casos de estupor profundo o en muchos otros estados de insanía, ya no es posible,
LA

aun con los estímulos más fuertes, forzar a los pacientes a mostrar algún interés.
Los pacientes no prestan ninguna atención a lo que pueden percibir muy bien, ni
tratan de comprenderlo y no siguen lo que sucede a su alrededor, incluso cuando
pueda llegar a tener una gran importancia para ellos. No prestan atención a lo que se
les dice, no se preocupan por el significado de lo que leen. De esto depende lo que fue
observado por Ossipow en algunos pacientes: la lectura «fotográfica», la repetición sin
FI

pensar de lo que está impreso, con todos los signos de puntuación. Además, se ve la
tendencia de grupos de pacientes, cuando transcriben, a copiar cuidadosamente todos
los errores, las correcciones, las interpolaciones y las anotaciones en los márgenes. En
los experimentos psicológicos, los pacientes no pueden perseverar en el ejercicio
señalado. […]


Con esta pérdida de la capacidad de responder, se conecta una cierta labilidad de la


atención; los pacientes hacen digresiones, no se atienen al tema, dejan sus
pensamientos vagar sin control voluntario en las direcciones más variadas. Por otra
parte, la atención está a menudo rígidamente fijada durante un largo período de tiempo,
de modo que los pacientes se quedan mirando el mismo punto, o el mismo objeto,
continúan la misma línea de pensamiento, o no dejan que se los interrumpa en algún
trabajo. También sucede que deliberadamente quitan su atención de aquellas cosas
hacia las cuales se quiere hacer que la dirijan, dan su espalda cuando se les habla, y
desvían su mirada si algo se les muestra. Pero, al final, se nota ocasionalmente una
especie de atracción irresistible de la atención hacia impresiones externas casuales. Los
pacientes introducen involuntariamente en su habla palabras que han escuchado,
reaccionan a cada movimiento de sus vecinos, o los imitan. […] Al desaparecer las
condiciones estuporosas, a veces aparece una curiosidad marcada en los pacientes:
subrepticiamente miran lo que sucede en la habitación, siguen al médico de lejos,
miran por todas las puertas abiertas, pero dan la espalda si alguien los llama. Veremos

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luego, que todos estos desórdenes de esa actividad volitiva interna, a la cual llamamos
atención, representan sólo manifestaciones parciales de cambios mórbidos generales en
el proceso volitivo.

Alucinaciones. La sensación está, muy a menudo, profundamente perturbada en


nuestros pacientes, como es evidente por la aparición de alucinaciones. Casi nunca
están ausentes en las formas agudas y subagudas de la enfermedad. Bastante a me-
nudo, ellas acompañan todo el curso de la enfermedad; pero, más frecuentemente,
desaparecen en forma gradual, para reaparecer más claramente, de vez en cuando, en
las últimas etapas. Con mucho, las más frecuentes son las alucinaciones auditivas. Al
comienzo, éstas generalmente son simples ruidos, crujidos, zumbidos, timbres en los
oídos, tañidos de campanas («doblar a muerto»), golpes, corrimiento de mesas,
crepitación de látigos, trompetas, cantos […], llantos de niños, silbidos de pajaritos,

OM
explosiones, chirridos, «disparos y estertores mortales», «la cama hace, ecos a los
disparos», la «Cacería Salvaje» hace un tumulto, «Satanás ruge debajo de la cama».
Y luego se desarrolla, gradual o repentinamente, el síntoma peculiarmente
característico de la demencia precoz, a saber, el escuchar voces. A veces, son sólo
susurros, «como si me concernieran a mí», como dice un paciente, un lenguaje secreto,
«burlándose del prisionero»; a veces las voces son fuertes o son suprimidas, como si
fuesen producidas por un ventrílocuo, o como si fuese el llamado de un teléfono, «voces

.C
de niños»; un paciente escuchaba «hablar al mosquito». A veces gritan como en un coro
o todas confusamente. […] Otras veces, no les parecen, a los pacientes, percepciones
sensoriales en absoluto; son «voces de la conciencia», «voces que no hablan con
palabras», «voces de personas muertas», «voces falsas», «voces abortivas». Un paciente
DD
decía: «se me aparecía en espíritu, como si encontraran una falta, sin haberla
escuchado». Hay un «sentimiento interno en el alma», una «voz interior en los
pensamientos»; «es pensada internamente en mí»; «sonaba como si fuese pensada»;
«estaba entre el escuchar y el presentir». De este modo se expresan los pacientes acerca
de estas perturbaciones sensoriales.
No es poco frecuente que las ilusiones estén conectadas con ruidos reales. El reloj
LA

habla como si estuviese encantado; el correr del agua es transformado en palabras;


cada escalón debajo del paciente habla; un paciente «escuchaba el pensamiento de
otros saliendo de las suelas de sus botas». Aquí y allá las voces tienen una cadencia
rítmica, probablemente en relación con el pulso carotídeo.
Las voces a menudo están relacionadas con el oído o con la cabeza; hay «voces en el
oído»; hay espíritus malignos en el oído, un teléfono, un receptor, un fonógrafo en la
FI

cabeza; «el cerebro habla». Esto puede afectar a un solo oído, o por lo menos uno más
que al otro; a veces las voces de los dos oídos tienen un carácter diferente. Un paciente
afirmaba que las voces entraban «por un oído y salían por el otro». Muchos pacientes
escuchan las voces en todo el cuerpo. […]
Pero, en su mayor parte, el origen de las voces es buscado en el mundo externo. El


paciente se siente influenciado por el teléfono, es un «teléfono viviente»; «todo eso vino
por el teléfono a la cama», decía un paciente. La cuestión es acerca de la «dirección», de
«las voces comunicadas de seres humanos», de «voces de espíritus murmurantes y
naturales», acerca de voces subterráneas desde el aire, desde el piso, voces de más allá
de la India y de Siberia, voces susurrantes de toda la humanidad, «voces de espíritus
que están muy cerca», voces de Dios, de los santos y de los benditos, del ángel de la
guarda, pero especialmente de todas las personas concebibles en el vecindario. Un
paciente escuchaba un pájaro silbar desde un cuadro; otro vio rayos de luz desde los
que las voces hablaban. A menudo, las voces atormentan al paciente durante todo el
día, y también por la noche escucha el «chismorreo del teléfono», o tal vez, solo las
escucha de vez en cuando, no infrecuentemente bajo la forma de comentarios
separados únicos.
Sin embargo, es generalmente difícil obtener de los suspicaces y reservados
pacientes, relatos confiables de estas ocurrencias; generalmente niegan que todavía
escuchan voces, y sólo bajo presión admiten que, ayer o el día anterior, algo sucedió. A

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veces los pacientes son sólo capaces de dar información general acerca de las voces, […]
pero mucho más frecuentemente captan los términos exactos, como en la percepción
real; algunos pacientes anotan lo que escuchan.
Lo que dicen las voces es, habitualmente, desagradable y perturbador. «Las voces se
precipitaban encima mío todo el tiempo como leones abrasadores», decía un paciente.
En todas partes el paciente es puesto en ridículo, provocado, burlado, se abusa
groseramente de él, se lo amenaza. La gente habla de él, todo el mundo se ocupa de él
[…]. Alguien grita: «pícaro, vagabundo, miserable villano», «incendiario, parricida»,
«inútil», «sinvergüenza», «anarquista, pillo, asesino, ladrón», «muchacho asqueroso,
sucio zopenco, bestia roñosa», «vagabundo»; «pilluelo», «puerco», «puerco inmundo»,
«espíritus sucios», «puta de ciudad», «convicto», «criminal, criminal», «maldito, maldito»,
le dicen al paciente que agredió a un muchacho, que sedujo a una muchacha […], que

OM
tuvo relaciones sexuales con sus hijos, que comió carne humana. Es amenazado con
que se le cortarán las orejas, se le cortarán los pies, con que será serruchado en pe-
dazos, con que será decapitado; hay una orden del Gobierno de apuñalarlo. «Debe
presentarse; debe ser arrestado. […] La mayor parte del tiempo, lo que gritan son cosas
indecentes y sucias, en las cuales la impureza y la masturbación juegan un papel
importante. Un cierto sentimiento de enfermedad surge en muchas de las expresiones.
Sus compañeros susurran en secreto sobre el paciente, diciendo que está mentalmente
afectado: «es un tonto absoluto», «tiene algo en la cabeza», «tiene neurastenia», «eso es

.C
megalomanía», «tiene que ir al loquero».
Por otra parte, hay también frecuentemente, «voces buenas», «buenos deseos»,
«elogios» […]. Dios hace saber al paciente que él lo proclamará, que lo enviará al mundo
como su hijo. «Aquí está él», grita una voz desde los cielos. Escucha que es un hijo del
DD
rey, un hijo de un oficial, que es muy musical; que tiene una vida espléndida. «Hoy no
le haremos nada». La voz exclama: «¡Rey, Rey!» «¡San José!», «Yo soy Dios». […]
Muchas de las voces hacen comentarios acerca de los pensamientos y de los actos
del paciente: «tiene buen oído», «¡maldición, que oído tiene el chico!», «Ha acabado
consigo mismo; el sucio tipo debe alejarse de esto», «¿Escuchas el reflector arriba?».
«Ahora ellos tienen el agujero de sonidos abierto otra vez»; «Mary, estás diciendo
LA

tonterías, el policía ya te ha visto», «¿Pero qué le hemos hecho a él?», «Él nunca nos
escucha ahora». […]
A menudo, […] al comienzo de la enfermedad o en las etapas más avanzadas, lo que
las voces dicen es indiferente o no tiene sentido y es incomprensible. El paciente
escucha un llamado de Inglaterra diciendo que tiene que hacer una visita, «siempre otra
forma, siempre nombres nuevos»; él escucha «Banquero, granjero rico, estallido,
FI

panecillos», «Semental», «Ellos me ayudan, o ellos no me ayudan», «Los militares vienen


mañana temprano», «Educación», «La lavanda y las bocacalles son el explosivo más
poderoso», y expresiones similares. […]
Muchos pacientes escuchan continuamente, en una repetición interminable o con
pequeños cambios, la misma frase sin sentido, de modo que es una especie de


verbigeración alucinatoria. […]


En una serie de casos, las voces dan órdenes, que en ciertas circunstancias son
exactamente obedecidas. Ellas prohíben al paciente comer y hablar, trabajar, ir a la
iglesia; debe correr descalzo. «¡anda, pégale, golpéalo!», se le dice, «¡sigue, sigue!» «manos
arriba», «¡bajen los brazos!», «¡ponga la silla aquí, párese!», «¡Salte!», un paciente decía
haber escuchado: «Debes hacerlo», luego: «No debes hacerlo», «es un caos, uno no puede
salir».
Pero es especialmente característico de la demencia precoz que los propios
pensamientos del paciente se le aparecen hablados en voz alta. Escuchamos de los
pacientes la queja, expresada de las formas más diversas y constantemente repetida, de
que sus pensamientos pueden ser percibidos. Ellos son dichos en voz alta, a veces
antes, a veces después, es el «doble habla», «la voz enjuiciadora», «la oratoria
persecutoria», «el aparato para leer los pensamientos», «el memorándum». Un paciente
escuchaba como sus pensamientos surgían de los ruidos. Como consecuencia de esto,
todo se hace público. Lo que piensan los pacientes es sabido en sus propias casas y es

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proclamado para todos, de modo que sus pensamientos son propiedad de todos. «Tengo
el sentimiento de que alguien a mi lado dice en voz alta lo que pienso», decía un
paciente. «Tan pronto como el pensamiento está en mi cabeza, ellos también lo
conocen», explicaba otro. «Cuando pienso algo, lo escucho inmediatamente», decía un
tercero. La gente mira en el cerebro del paciente, su «cabeza es revelada». Cuando lee el
diario, otros lo escuchan, de modo que no puede pensar ya más solo. […]

Influencia sobre el pensamiento. Todavía más característico de la enfermedad aquí


discutida, parece ser el sentimiento de que los propios pensamientos son influenciados,
lo que sucede a menudo. La gente le habla al paciente en sus pensamientos, lo guía, lo
contradice, le «ofrece» pensamientos, se los sugiere, le transfiere palabras,
pensamientos, cuadros, olores y sentimientos. Un paciente decía: «Mis sentidos ya no

OM
me pertenecen más, me los están quitando ilegalmente». Personas extrañas le envían
pensamientos silenciosamente y hablan en su cabeza, es una «remembranza, un
recuerdo, una conmemoración», una «recepción de pensamientos». De esta manera sus
propios pensamientos son perturbados, «perforados», «extraídos»; no puede pensar
cuando la voz habla. […] Muchos pacientes deben pronunciar en voz alta sus propios
pensamientos o aquellos que les son dados, «en voz baja por movimientos de los labios»,
«dicen tonterías a uno». […]
Por otro lado, el paciente a veces conoce los pensamientos de otras personas, está

.C
«conectado por teléfono con M'Kinley», puede «hablar con el Káiser», «constantemente
sintoniza con Dios», «está en constante comunicación con el Espíritu Santo». Puede
también pensar por otros, él transmite los pensamientos, lleva conversaciones, dialoga
con sus compañeros, con personas que están en otras casas; es un «coro eléctrico».
DD
«Hay conversaciones en mi cabeza y en mi cuerpo», decía un paciente. «Cierro mi
garganta y canto las más hermosas canciones, y usted no las oye».
Estos desórdenes de lo más extraordinarios […] son, al principio, mantenidos en
secreto por el paciente, de modo que uno se entera de ellos cuando ya llevan largo
tiempo de existencia. Los pacientes a menudo se conectan con personas malevolentes,
por quienes son «mirados a través del teléfono», o son conectados por «telégrafo sin
hilos». […] Sus pensamientos son comunicados por una máquina, hay un «arreglo
LA

mecánico», «una especie de pequeña transmisión», telepatía. […] O si no, los pacientes
piensan en poderes sobrenaturales, de «médiums que perciben los pensamientos»,
«pequeñas almas y pequeñas figuras», «sus ángeles de la guarda», «Dios y Cristo»; son
inspiraciones, revelaciones. Un paciente escuchaba «hablar en su vientre a la Virgen
María aún no nacida»; otro llevaba «la voz de Dios en su corazón».
FI

Muchos pacientes se sienten muy molestos por la telefonía, se tapan los oídos, «no
me gusta que las voces me traten de ese modo». Un paciente rogaba que «se llevaran la
bendita tontería». Otros se consideraban especialmente privilegiados. «Escucho a la
distancia; no todos pueden hacer eso», decía un paciente. Algunos intentan protegerse
de que sus pensamientos sean influenciados mediante ingeniosos dispositivos; un pa-


ciente traducía palabras extranjeras para detener la recepción de pensamientos. Otros


se esfuerzan por ocultar, en cierta medida, su verdadera línea de pensamiento mediante
una segunda línea llevada junto a la otra haciendo que esta segunda línea reciba la
influencia externa.

Las alucinaciones visuales comienzan con anillos multicolores delante de sus ojos,
juegos de color, rayos y globos ígneos, visión de chispas, todo parece torcido y mal. Los
pacientes son perturbados por reflejos, luces enceguecedoras, sus ojos son irradiados y
cegados por reflectores. En la pared aparecen figuras blancas, reflejos, la madre
muerta, pinturas, cuadros imaginativos, cabezas de la muerte, un corazón con una
daga, fantasmas, sombras mitad bestias, mitad humanas, paisajes del sur, santos de
toda la eternidad; es fotografía a distancia y doble vista. Frente a la ventana un payaso
está dando volteretas, espíritus buenos y malos aparecen, ángeles y la Virgen María en
un manto azul ofrecen el cáliz. Satanás, con cuernos y una cola incandescente, baila
por la habitación, la muerte aparece como una figura con una máscara; por la noche

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los hombres se acercan a la cama. […] Hay serpientes en su comida, en el agua para su
baño. Apariciones sobrenaturales son vistas en el aire, fuego en el ciclo, un halo, Lutero
en las nubes, espíritus en los campos. Las personas conocidas parecen extrañas, todo
está como acentuado, los muebles se transforman en esposa e hijos; las figuras en las
pinturas y esculturas hacen reverencias. Un paciente vio «las voces» bajo la forma de
seres cuadrúpedos, grises y pequeños saltando alrededor y dando vueltas en el aire;
éstos estaban acompañados por pequeñas llamas, que podían ser separadas de ellos.
Otro ofrecía, en una forma muy definida, alucinaciones «extracampiles»; dijo ver «un
cañón de fusil a su espalda, una rala roja y blanca en su corazón, dos tortugas en su
hombro».

El olfato y el gusto frecuentemente comparten la condición mórbida. Sustancias

OM
malolientes son esparcidas; «hay un olor a sulfuro»; a «cadáveres y a cloruro de calcio»,
a «sangre», a «fuego», a «emanaciones del infierno», a «veneno hediondo», a «dinamita».
Un paciente olía «las almas humanas»; otra sentía al diablo parado detrás de ella,
«apestaba». Vapores fríos son insuflados por una ventana de la nariz, vapores cálidos
por la otra. Muchos pacientes huelen la fragancia de las rosas, o notan que están
siendo cloroformizados o estupidizados por pañuelos perfumados. La sopa tiene un raro
gusto a creosota; en la comida hay petróleo o arsénico, en la cerveza morfina o
iodoformo, el agua para beber está salada o contiene cloroformo.

.C
Las sensaciones táctiles mórbidas cobran considerable importancia en el cuadro
clínico. Son generalmente muy variadas. El paciente se siente atrapado, tocado por todo
su cuerpo, siente cosquilleos en su muslo y hasta su cuello, puntadas en su espalda y
DD
en sus pantorrillas, una rara sensación en su cuello, calor en su cara, «arena caliente»
es esparcida sobre su cara, «ponen inmundicias en su pelo»; algo es «arrojado a chorros
en sus pies», «cien ratones corren por su cuello». Por la noche se lo pincha con agujas,
siente golpes en las costillas, «polvo invisible» es esparcido sobre él; «aire caliente» juega
sobre su cuerpo. Tiene la sensación de que sus pies se elevan del suelo; su cama es
empujada por la noche; se mueve de un lado al otro, se balancea. […] Hay una
LA

sensación de desgarro en su cabeza y en su espalda, una quemazón en su estómago,


dolor en sus dientes, un «redoble en su cerebro», «un tirón en su corazón», dolores
lumbares a través de su cuerpo. […]
No es poco frecuente que estas imaginaciones, conectadas aparentemente con
sensaciones orgánicas, reciban una interpretación muy extraña. El paciente es
atormentado terriblemente en su cuerpo, nota que algo le está siendo quitado, se le
FI

quita la sangre, que «cada parte de su cuerpo es maltratada»; siente «inquietud interna»;
un vacío interno, corrientes y tensiones en su cuerpo. El agua «se escapa de su cuerpo»,
la comida «sale inmediatamente por su cabeza». Su cuerpo es «retorcido»; su boca es
«desgarrada»; sus encías son «abiertas»; sus ojos son «arrancados por garras»; su pelo es
«arrancado a tirones»; sus hombros son «separados uno del otro»; sus testículos son


«reventados»; sus ovarlos y estómago son «arrancados»; sus mejillas son «despellejadas».
Su cerebro es «reducido a papilla»; su garganta es hecha «estallar»; su intestino entero le
es «extraído»; el fuego «estalla en su boca». Al paciente se lo «inyecta por la espalda»;
Dios «perfora sus pies con un alambre»; se lo desfigura. Un hombre «se le acuesta
atravesado», se le «quiebra la espalda», se le «succiona la respiración». Se le hacen
«estallar sus oídos y su cabeza», se le «extrae su fuerza», sus dedos de los pies son «que-
mados»; se le «cortan las orejas». […] Muy frecuentemente estas sensaciones están
asociadas con electricidad y acciones similares a distancia. […] Como resultado de estas
alucinaciones se desarrolla en los pacientes, a menudo, la convicción de que se han
convertido en el pasatiempo de toda clase de influencias. […]

Las sensaciones sexuales juegan un papel considerable en las experiencias de


nuestros pacientes. El paciente tiene una sensación de «contracción en los testículos y
en el pene», tiene una «sensación calurosa y húmeda» cuando le presentan gente, nota
«signos en sus dedos» hechos por las muchachas. Se utilizan «hechizos amorosos», la

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corriente eléctrica hace que «el pene se ponga erecto», «una aguja de oro es clavada
dentro de éste». Por la noche se cometen actos lujuriosos, su vitalidad «le es quitada
eléctricamente»; «hombres lujuriosos se le acercan». […]

Orientación. No está perturbada, generalmente. Los pacientes saben, por lo general,


adonde están, reconocen a las personas, son claros en el reconocimiento del tiempo. Es
sólo en estado de estupor y de angustia intensa, que la percepción correcta del medio
puede estar, ocasionalmente, profundamente afectada. En realidad, ésta es, a menudo,
la característica de los pacientes que permanece sorprendentemente clara, a pesar de la
más violenta excitación. Por otra parte, sin embargo, la orientación, no pocas veces, es
invadida por alucinaciones. Los pacientes nombran su lugar de residencia y a las per-
sonas incorrectamente, dan una fecha errónea, están en un hospital equivocado, en un

OM
«loquero de imitación», en la «casa de un príncipe»; el médico es Dios, el asistente es
Satanás; sus parientes han sido intercambiados, sus compañeros son «mujeres» o
«policías disfrazados». Pero aquí, claramente, no es un caso de falsificación de la
percepción sino de interpretación loca de impresiones que han sido, en sí mismas,
correctamente percibidas.

Conciencia. Si dejamos de lado la condición terminal de la demencia, la conciencia


es, en muchos casos, clara en su totalidad. Sólo en condiciones de excitación y de

.C
estupor está embotada ocasionalmente, aunque el embotamiento no es, por lo general,
tan grande como parece a primera vista. Los pacientes se quejan frecuentemente de
embotamientos transitorios de la conciencia que probablemente deberían ser
considerados como estados muy leves de estupor. Dicen que estaban «atontados»,
DD
«descorporalizados», «reprimidos magnéticamente»: de repente eran incapaces de pensar
o de trabajar. Estas eran condiciones mentales inducidas artificialmente a través de la
«hipnosis», «visitas espirituales», «estados magnéticos de sueño», causados por el
médico. […]

Memoria. Está, comparativamente, poco afectada. Los pacientes son capaces,


LA

cuando lo desean, de dar un relato detallado y correcto de su pasado, y, a menudo,


saben exactamente cuánto tiempo hace que están en la institución. Los conocimientos
que adquirieron en la escuela permanecen, a veces, con una tenacidad sorprendente,
hasta que son hundidos en la más profunda demencia. Recuerdo un muchacho
campesino, intelectualmente torpe, quien podía señalar cualquier ciudad en el mapa
sin dudar. Otro lo sorprendía a uno con sus conocimientos de historia. Otros resuelven
FI

difíciles problemas de aritmética con facilidad. […]

Retención. Está también a menudo bien preservada. […] Es generalmente fácil


hacer que, aun pacientes muy indiferentes, fijen números o nombres, los cuales son
reproducidos correctamente después de días y semanas. […] Después de un estupor


profundo, sucede a veces que el paciente no tiene recuerdo, o solamente un pálido re-
cuerdo, de lo que ha ocurrido durante un largo lapso de tiempo. Puede que esto se deba
al embotamiento de la conciencia, a que eran incapaces de percibir, o a que las
impresiones no eran permanentes.

Falsos recuerdos. Aquí y allá nos encontramos también con fabulaciones que
apuntan a falsos recuerdos. Verdaderamente parece muy dudoso que esta
denominación sea correcta, cuando los pacientes relatan que han estado en el infierno,
en el cielo, en América, han viajado a la luna y a todas partes del mundo, que a los seis
años de edad le «quemaron la médula de las piernas», y sus pies le fueron «cortados con
un hacha». […] En otros casos, sin embargo, es más fácil suponer que son falsos
recuerdos. El paciente recuerda haber estado en un hermoso castillo cuando era niño y
haberse sentado sobre las rodillas de un gran caballero, y haber sido raptado en una
noche nublada. El Káiser Wilhelm, en un paseo por la ciudad le dio una medalla, que
de un modo inexplicable ha sido extraviada. Otros afirman que ellos ya sabían de

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antemano adónde iban a ser traídos, y lo que pasaría, que en el loquero ellos se iban a
encontrar con tal y cual persona, que habría un incendio, y que conseguiría una novia.
Un paciente afirmaba que «el Espíritu le había profetizado la muerte de un allegado»;
otro explicaba que Dios «lo inspiraba», de modo que él podía predecir lo que sucedería.
O dicen que ya han estado en el hall, que han visto los cuadros antes; que han
consultado al médico una vez hace dos años. Un paciente declaraba que él mismo había
plantado los árboles en el jardín del hospital. Generalmente, la tendencia a tener estos
falsos recuerdos locos pasa rápidamente.

Curso del pensamiento. Éste, tarde o temprano, sufre considerablemente. Al


comienzo, hay invariablemente una pérdida de actividad mental y con ella una cierta
pobreza del pensamiento. El paciente «tiene poca vida dentro suyo»; sus nervios están
bajo tal tensión que él ya no puede pensar o hablar. Le es dificultoso pensar. […] Sus

OM
pensamientos le han sido sacados de su cabeza; […] él es «tan estúpido como un cerdo»;
su cabeza está vacía y hueca. […]

Experimentos de asociación. Bouman observó frecuentemente la repetición de la


palabra utilizada como estímulo, asociaciones irracionales, omisiones; la renuencia a
hacer el intento parecía jugar un papel importante. Bleuler pone de manifiesto, […]
como […] peculiaridades de las asociaciones esquizofrénicas, gran irregularidad del

.C
tiempo de asociación, conexión con estímulos o respuestas anteriores, repetición
frecuente de las mismas asociaciones, tendencia a las asociaciones indirectas, cambio
de respuesta en la repetición del experimento. […] Además, Pfersdorff ha probado que,
en la combinación de ideas, los constituyentes lingüísticos ganan una cierta
DD
preponderancia; los pacientes muestran una tendencia a la rima, a introducir
asonancias, a jugar con palabras, a deformarlas. […]
Pero sobre todo, como Bleuler especialmente ha mostrado en detalle, los pacientes
pierden, del modo más sorprendente, la facultad del ordenamiento lógico del curso del
pensamiento. Por un lado, las asociaciones más evidentes y familiares con la idea dada
están ausentes. Pareciera que éstas estuvieran sólo parcialmente iluminadas, y que por
LA

esto no estuvieran en posición de ser llamados a la conciencia pensamientos que están


muy cerca. Por otra parte, nuevamente, se forman las combinaciones menos naturales
de ideas heterogéneas, porque su incongruencia no es percibida debido a alguna
relación puramente externa, como la similitud de sonido o la coincidencia en el tiempo.
Las verdades más evidentes no son reconocidas, las más grandes contradicciones son
aceptadas sin pensar. […] Por estos desórdenes, que en muchos aspectos recuerdan el
FI

del pensamiento en el sueño, las asociaciones mentales de los pacientes tienen a


menudo esa incomprensibilidad particularmente salvaje que los diferencia de otras
formas de confusión. Esto constituye la base esencial de la incoherencia del
pensamiento.
En casos menos severos, esto se muestra solamente en una aumentada facilidad


para la distracción y en una desconexión incrementada, en pasar de un tema a otro sin


ninguna conexión, en el entrelazamiento de frases superfluas con pensamientos
incidentales. […]
En ciertas circunstancias la incoherencia puede seguir hasta la completa pérdida de
conexión y hasta la confusión. Un ejemplo de esto se da en la siguiente respuesta de un
paciente a la pregunta:

«“¿Está Ud. Enfermo?” Ud. ve, tan pronto como el cráneo es aplastado y uno aún
tiene flores (ríe) con dificultad, así no se escapará constantemente. Tengo una
especie de bala de plata que me sostenía por la pierna, adentro de la cual uno no
puede saltar, adonde uno quiere, y que termina hermosamente como las
estrellas». […]

Ciertamente, debe ser considerado que el verdadero curso del pensamiento está
posiblemente mucho menos alterado que su expresión en el lenguaje, ya que los
pacientes, como en realidad sucede en este caso, pueden, en ciertas circunstancias, no

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sólo percibir correctamente, sino también continuar elaborando lo que ellos perciben y
comportarse muy racionalmente.

Estereotipias. Casi siempre encontramos en el curso del pensamiento de los


pacientes, indicaciones de estereotipias, de la persistencia de ideas únicas. Si el
paciente continúa hablando, las mismas ideas y expresiones generalmente retornan
nuevamente cada tanto. Ocasionalmente, la persistencia llega a dominar el curso del
pensamiento a tal punto que los pacientes siempre se mueven en la misma esfera
monótona de ideas durante semanas y meses, y no pueden ser sacados de ella por
ningún medio.

Evasión. Además de los desórdenes peculiares del curso de: pensamiento que son

OM
observados aquí y allá, están la evasión y un rasgo que fue caracterizado por Bleuler
más exactamente como «negativismo intelectual». La evasión o paralogia consiste en lo
siguiente: la idea que está más próxima en la cadena de ideas es suprimida y
reemplazada por otra que está relacionada con ella. Aparece del modo más notorio en
las respuestas de los pacientes a preguntas; pero podría ser posible que las quejas de
los pacientes acerca de que sus ideas les son «extraídas», «distorsionadas», se refieran a
sucesos similares. Se da un ejemplo en las siguientes respuestas de un paciente a las
preguntas del médico:

.C
¿Cómo se llama este caballero? (Dr. A.), «Pequeño hombre». ¿Cómo se llama?
«Florschutz» (el nombre de un paciente). ¿Cuántos dedos estoy mostrando? (3)
«Cuatro» ¿Ahora cuántos? (4) «Cinco». ¿Y ahora? (2) «Uno». ¿Cuánto dinero es
DD
esto? (Tres peniques) «Seis peniques». No, Ud. lo sabe muy bien. «Dos peniques».
No, ¿cuánto? «Cuatro peniques». Ahora mencione el número que fue excluido,
¿cuánto entonces? «Veinticinco mil» ¿Qué quiere decir con «veinticinco mil»?
«Que estoy muy bien».

Aquí se ve fácilmente que el paciente evita deliberadamente la respuesta correcta, la


cual ciertamente conoce, un procedimiento que al comienzo da la impresión de ser una
LA

simulación intencionada. […] Claramente este fenómeno está relacionado muy de cerca
con los desórdenes negativistas del pensamiento. Éstos aparecen en la dificultad de
llevar una serie de ideas cómo uno lo desea, las ideas del paciente le son «extraídas».
Así, llega a suceder a veces que él es obligado a pensar lo contrario de lo que realmente
quiere. […]
FI

Compulsión del pensamiento. A partir de estas y de otras experiencias similares, se


desarrolla a menudo el sentimiento, que ya ha sido discutido, de que su pensamiento es
forzado, de que ha sido sacado del dominio de su voluntad por influencias irresistibles.
Por un lado, surgen en ellos pensamientos a los que sienten como extraños, como no
perteneciéndoles; hay un «amontonamiento de pensamientos», un «pujar de pensa-


mientos», a veces en forma tempestuosa. […] Pero, por el otro lado, los pacientes no
pueden pensar como ellos quieren; sus pensamientos les son sacados, se les escapan,
aunque se esfuerzan por retenerlos fuertemente y por considerarlos cuidadosamente.
Debido a esto puede haber un repentino «bloqueo» de sus pensamientos, que produce
una dolorosa interrupción en una serie de ideas.
Los pacientes nunca se cansan de describir esta compulsión de todas las formas
posibles. Los pensamientos son influenciados, inspirados, impuestos al paciente; él debe
recibirlos como un teléfono; se le imponen por medio de la hipnosis y de la sugestión,
actúan sobre él «por sugestión». Todo lo que él piensa o dice es pensado o dicho bajo
compulsión. […] La lectura es interrumpida por pensamientos y explicaciones; los
pensamientos son interrumpidos, borrados, el paciente tiene que esforzarse en hacerlos
salir; debe pensar lo que la gente dice. […] Él ya no es él, tiene una especie de doble
conciencia. […] Está confundido en su cabeza, no puede atrapar ninguna idea clara, no
puede poner orden en el revoltijo de sus ideas, hay un «enredo en su mente». Una
paciente se quería ahorcar porque ya no tenía sus pensamientos. Los pensamientos son

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hechos por otros a distancia, «en Berlín», «desaparecen al ser leídos, son quitados, son
llevados». […] Frecuentemente, como se describió anteriormente en detalle, los poderes
que llevan a cabo tales influencias sobre el pensamiento, adoptan la forma de voces que
quitan, desvían, o sugieren pensamientos.

Eficiencia mental. Está siempre disminuida en grado considerable. Los pacientes


están distraídos, desatentos, cansados, torpes, no extraen placer del trabajo, sus
mentes divagan, pierden el contacto, no pueden «mantener los pensamientos en la
mente», no tienen perseverancia. Es cierto que a menudo pueden realizar rápida y
correctamente tareas que dependan únicamente de la memoria o de la práctica, sumas,
repetición de lo que han aprendido previamente, pero fracasan completamente tan
pronto se trata de una cuestión de actividad mental independiente y de la superación
de dificultades. […] En el trabajo, los pacientes pronto se vuelven negligentes, obtienen

OM
malas calificaciones, no aprueban ningún examen, se los despide de todas partes como
inútiles, y fácilmente caen en la condición de mendigos y vagabundos. Se sientan
ociosos y lo más que hacen es dar vueltas las hojas de un viejo calendarlo o quedarse
mirando los avisos de un diario. Otros desarrollan gran diligencia, «estudio toda la
noche», pero no logran nada en absoluto, se dedican a ocupaciones sin objeto o
insignificantes, comienzan a componer rimas incomprensibles, rimbombantes, a copiar
un diccionario extranjero, o se encierran para aprender poemas de memoria. […]

.C
Juicio. La facultad del juicio del paciente sufre, sin excepción, un daño severo. Lo
que siempre sorprende al observador, cada vez que sucede, es la tranquila
complacencia con la cual se emiten las más absurdas ideas y se llevan a cabo las más
DD
incomprensibles acciones. Es cierto que a menudo se mueve con aceptable seguridad
por caminos conocidos, pero en la elaboración psíquica de experiencias nuevas, al
juzgar circunstancias no experimentadas hasta el momento, y, en particular, al juzgar
su propio estado, al extraer conclusiones obvias, al presentar objeciones y al realizar un
juicio sobre ellas, no es poco frecuente que cometan los más groseros errores. Se tiene
la impresión de que los pacientes no están en condiciones de lograr el agolpamiento
LA

mental de ideas, que es un requisito para su examen y comparación, las


subordinaciones entre unas y otras, y el descubrimiento de contradicciones. En este
sentido, se parecen a los soñantes, en los cuales está abolida la capacidad para
considerar las ideas que aparecen en su mente, para ordenarlas y corregirlas de
acuerdo a los estándares ganados a través de experiencias anteriores e ideas generales.
Estos desórdenes, sobre cuya significación fundamental Bleuler también pone el más
FI

enfático acento, sugieren una intrusión en la acción interna de la voluntad.


Los pacientes tienen, a menudo, un marcado sentimiento del profundo cambio que
ha tenido lugar en ellos. Se quejan de tener «la cabeza oscurecida», de no ser libres, de
estar a menudo confusos, de no estar lúcidos, y de que tienen «pensamientos ne-
bulosos». No pueden asir un pensamiento, no pueden comprender nada; tienen la


mente dispersa; sus pensamientos se han volado; sus cerebros ya no son competentes,
están debilitados. […] Por contraste con estas indicaciones que a veces caracterizan la
situación con sorprendente claridad, en una abrumadora mayoría de casos la
comprensión de la enfermedad desaparece con bastante rapidez en la medida en que la
enfermedad progresa, incluso cuando al comienzo esta comprensión estaba más o
menos claramente presente.

Delirios. Ya sean transitorios o permanentes, con extraordinaria frecuencia se


desarrollan sobre la base de la transformación mórbida creada por la demencia precoz.
En el primer período de la enfermedad son generalmente, con preferencia, de un
carácter sádico, hipocondríaco, o ideas de pecado o de persecución. La sensación de
enfermedad adopta formas locas; el cerebro es «quemado», reducido, como si se hubiese
«transformado en jalea», «lleno de agua», la mente es «sacada como a jirones del
cerebro»; al paciente «sólo le queda un pequeño nudillo de cerebro»; los nervios son
«despedazados». La lengua está «hecha de hierro», le «secan los pulmones», la sangre

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está en «la médula espinal», tiene «cera en el cuerpo», le «secan el corazón», los huesos
«pierden la carne», los vasos sanguíneos «tiemblan», «amenazan caerse», la médula
espinal «corre por los genitales». El paciente ya no es más un ser humano, no tiene más
su vida, lleva una calavera en su cabeza, lleva el cráneo de un delincuente, tiene
«arrugas de payaso». Con no poca frecuencia, estos cambios corporales son atribuidos a
una interferencia externa. […]

Ideas de culpa. Frecuentemente, estos delirios están acompañados de ideas de


culpa. El paciente destruyó la salud de su cuerpo y mente por llevar una vida
pecaminosa. Es un tipo malvado, el más grande pecador, se confesó sin ser digno,
cometió crimen de lesa majestad, negó a Dios, se burló del Espíritu Santo, descuidó sus
dones. Está habitado por el diablo que se lo llevará, Dios lo abandonó, está perdido

OM
para siempre, ha sido arrojado de la iglesia y se va al infierno. Un paciente sentía «como
si el diablo deseara apoderarse de él». Se lo relaciona con un asesinato, se lo considera
un espía, lo controla la policía, es observado por detectives, debe presentarse en la
corte, debe ser el chivo expiatorio de otros, va a ser conducido a la muerte. Muchos pa-
cientes se masturban y se denigran a sí mismos en conexión con tales ideas. […]

Ideas de persecución. En conexión con estas ideas de pecado se desarrollan


invariablemente ideas de persecución, en cuya formación generalmente juegan un papel

.C
importante las alucinaciones auditivas. El paciente nota que se lo mira de una manera
particular, que se ríen de él, que se burlan de él, que la gente se mofa de él, que lo
escupen, el cura alude a él en el sermón. Se abusa de él groseramente y se lo amenaza,
sus pensamientos son influenciados, está rodeado por una «revolución vengativa». La
DD
gente lo espía; los judíos, los anarquistas, los espiritistas lo persiguen, envenenan la
atmósfera con polvo venenoso, la cerveza con ácido prúsico, generan vapores mágicos y
aire viciado, no le permiten que respire aire puro ni una sola vez, tratan de echarlo con
agua almízclea. Debe morir, será asesinado, decapitado, envenenado por el Estado, se
le vierte petróleo encima y se le prende fuego, lo torturan. […] Las peculiares
sensaciones de influencia lo conducen a la idea de que se le están practicando
LA

embrujos y hechizos.

Ideas de influencia. Se puede observar […] que muy a menudo se desarrolla un


delirio de influencia por medio de agentes externos: «Tales cosas no suceden en un
cuerpo natural». […] Muchos pacientes son enredados en una red inextricable de ideas
de lo más dolorosas por el sentimiento de depender, forzosa e impotentemente, de
FI

influencias extrañas. […]

Ideas exaltadas. En un gran número de casos, las ideas de exaltación se agregan a


las ideas de persecución, a veces desde el comienzo; más frecuentemente, por primera
vez es en el curso más avanzado cuando, a menudo, aparecen en el primer plano del


cuadro clínico. Aquí y allá, se observan tal vez, sólo ideas de exaltación. El paciente es
«algo mejor», es transportado a un lugar más exaltado, es la «gloria de Israel», es un
inventor, un gran cantante, puede hacer lo que quiera. Es un noble, tiene sangre real,
es un oficial de los dragones, es heredero del trono de Bulgaria, es el Rey Wilhelm, el
hijo del Káiser, el hombre más grande de Alemania, más que Rey o Káiser. O si no, es el
elegido, el profeta, influenciado por el Espíritu Santo, el ángel de la guarda, el segundo
Mesías, el Salvador del mundo, el pequeño Dios, el cual reparte gracia y amor, más que
el Espíritu Santo, más que el Todopoderoso. Llevó a cabo la batalla de la vida, conquistó
la muerte, cambió el eje de la tierra, puede crear el tiempo atmosférico, puede caminar
sobre las olas. […]

Ideas sexuales. Un lugar muy importante en el cuadro clínico de la demencia precoz,


según mi parecer lo ocupan los delirios sexuales, que a menudo están conectados con
las sensaciones sexuales anteriormente descriptas. Las ideas de pecado están
conectadas, frecuentemente, con este tema, el paciente ha pecado con su hijastra, con

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

su hermana, ha tenido relaciones sexuales con vacas, de modo que se han producido
híbridos; ha cometido un crimen contra la decencia, se ha arruinado por los excesos
sexuales, es homosexual, es un sádico. Se volvió impotente por el onanismo, la
«neurosis» procede del onanismo, se puede reconocer el onanismo en su cara. Un pa-
ciente llevaba un registro de sus eyaculaciones. Otro, estaba obligado a pensar siempre
en asquerosidades (relación sexual con su madre). […] Pacientes mujeres notan que los
hombres quieren seducirlas, policías y soldados quieren poseerlas a todas. Un perro
con un bozal puesto, le parecía indicar a un paciente su represión sexual; cuando su
casera le trajo un huevo para el desayuno, consideró esto como una invitación para
tener relaciones sexuales y se preparó a aceptarla. Otro paciente se sintió impelido a
tener relaciones sexuales con su hermana.
Pero por sobre todo, los pacientes se sienten sexualmente influenciados de los modos

OM
más variados. La esposa de un vecino se ocupaba por las noches de los genitales del
paciente, las monjas constantemente extraían de él emisiones de semen y se
comportaban impúdicamente delante suyo. […] Se le sugieren sueños sexuales, se le
hacen propuestas matrimoniales a distancia, […] la casera «lo obliga a tener relaciones
sexuales». Tiene sus genitales debilitados, pierde poder sexual, algo se le clava desde
afuera, es tentado al onanismo, se lo castra debido a la masturbación, los estudiantes
quieren «castrarlo». Las mujeres sienten que perdieron su virtud, que mancharon su
honor; sus padres, sus curas abusaron de ellas; sus patrones, el Káiser se les acercan

.C
por los noches. Se les envía caballeros para tener relaciones sexuales, alguien se les
acuesta encima todas las noches. Son anestesiadas y violadas, se «abusa
espiritualmente« de ellas, son embarazadas por una taza de café, por una sombra, por
el diablo, […] tienen niños en sus cuerpos, siempre deben dar a luz; se dicen cosas
DD
como si estuviesen esperando estar de parto y estuviesen cometiendo aborto, el útero se
le sube a la cabeza. La Institución es un burdel, una casa de mala fama, en la cual se
realizan inmundicias.
Frecuentemente, una aversión irritada por el otro sexo se desarrolla en conexión con
estas ideas locas. Un paciente escupía a las muchachas con las que se encontraba. Las
mujeres se excitan vivamente tan pronto como el médico se les acerca, hablan
LA

abusivamente en lenguaje obsceno acerca de corrupción y de prostitución, no quieren


tener nada que ver con los hombres. Una paciente se cortó el pelo para desagradar a
sus pretendientes.

Ideas de referencia. Los acontecimientos del mundo externo son relacionados de


múltiples maneras con los delirios por medio de «pensamientos conjeturales». Los
FI

comentarios indiferentes y las miradas casuales, el murmullo de otras personas, al


paciente le parecen sospechosos. «Siento que se refieren a mí», decía un paciente. Un
transeúnte muestra su gran nariz y su cara roja con el propósito de burlarse del
paciente. Las noticias del periódico contienen alusiones, encuentra en ellas pen-
samientos que él ha tenido. […] Dice que sus compañeros fueron designados para


observarlo. Un paciente que escuchaba a otros hablando de él, decía: «Pienso que el
doctor le encarga a la gente la misión de enloquecerme, la tormenta eléctrica debe
ayudar también». Encuentra muchachas en la calle con las que anteriormente tuvo
relaciones sexuales. […] Las personas son sorprendentemente amigables; todo es una
farsa; hay un cambio en su pase militar. Un paciente […] leía, en la vestimenta de los
médicos, sus pensamientos acerca de él. […] Frecuentemente los delirios están
conectados con los sueños, los cuales son considerados simplemente como experiencias
reales o como premoniciones significativas.
Los delirios de nuestros pacientes muestran a menudo, como lo hacen los ejemplos
dados, un aspecto extraordinario y a veces totalmente sin sentido. Por lo general, no
están elaborados mentalmente, o sólo lo están de un modo muy superficial, y apenas
están conectados internamente unos con otros. Los pacientes no intentan dar ninguna
cuenta acerca de la confiabilidad de sus observaciones y conclusiones, no buscan expli-
caciones para sus notables experiencias, sus persecuciones, su buena suerte; no se
hacen problema por nada y no dan ninguna importancia al hecho de que se les señale

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

alguno, sino más bien se aforran fuertemente a sus ideas locas sin ninguna prueba.
«Tengo innumerables pruebas y no tengo ninguna», decía un paciente.
Pero siempre, aquí y allá, nos encontramos con una cierta sistematización de las
ideas mórbidas. Mayormente, en realidad, sólo temporalmente están conectadas unas
con otras por toda clase de presunciones no garantizadas y por argumentos sutiles. […]
De acuerdo con su conexión interna generalmente muy suelta, los delirios no son, en su
mayoría, de ningún modo constantes, sino que cambian sus contenidos más o menos
rápidamente debido a la desaparición de constituyentes anteriores y la aparición de
otros nuevos. A veces, los pacientes producen casi todos los días nuevos detalles
delirantes, a pesar de que rasgos característicos retornan persistentemente, y, tal vez,
se dejan estimular por la sugestión para formar otros delirios. En una abrumadora
mayoría de los casos, sin embargo, los delirios que en un comienzo eran, a menudo,

OM
muy exuberantes, cesan gradualmente. A lo sumo, unas pocas ideas locas permanecen
por algún tiempo, sin ser desarrolladas más allá, o si no, aparecen nuevamente de vez
en cuando, o, finalmente, caen en el olvido completa y permanentemente. Solamente en
aquel grupo de observaciones, con el que más tarde nos llegaremos a familiarizar, en el
de la demencia paranoide, las ideas delirantes están generalmente más conectadas por
más tiempo, tal vez por algunos años, y aparecen sin cambios en el tema principal, pero
aquí también ellas, gradualmente, llegan a ser más confusas y más contradictorias.

.C
Embotamiento emocional, ataxia de los sentimientos. Un daño muy
impresionante y profundo se produce, por lo general, en la vida emocional de nuestros
pacientes. El más importante de estos cambios es su embotamiento emocional. Las
perturbaciones de la atención que ya han sido mencionadas, podrían estar
DD
esencialmente conectada con la pérdida del interés, la pérdida de la simpatía interior,
con el colapso de los resortes emocionales que nos mueven a ejercer nuestras
capacidades mentales, a cumplir nuestras tareas, a seguir secuencias del pensamiento.
La indiferencia singular de los pacientes hacia sus relaciones afectivas anteriores, la
extinción del afecto por los parientes y amigos, por la satisfacción en su trabajo y en su
vocación, en la recreación y en los placeres, no pocas veces es el primer y más sorpren-
LA

dente síntoma del comienzo de la enfermedad. Los pacientes no tienen una verdadera
alegría de vivir. «Ningún sentimiento humano»; para ellos «nada importa, todo es lo
mismo»; no sienten «ni pena ni alegría». […]
También los sentimientos morales y su influencia reguladora sobre los actos sufren
una pérdida severa. No sólo en la historia anterior del paciente encontramos múltiples
transgresiones del código penal y del orden público, sino que también durante la
FI

enfermedad misma, se cometen frecuentemente hechos que son peligrosos para el


bienestar común. […]
Otro fenómeno de demencia emocional es la desaparición de la delicadeza del
sentimiento. Los pacientes ya no tienen ninguna consideración por lo que los rodea;
ellos no adaptan su comportamiento a la situación en la que se encuentran, se


conducen de una manera libre y desinhibida, ríen en ocasiones serias, son groseros e
impertinentes hacia sus superiores, los desafilan a duelo, pierden su porte y su
dignidad personal; andan por ahí con ropa desprolija y sucia, sin lavarse, despeinados,
entran con un cigarro encendido a la iglesia, hablan familiarmente con los extraños, se
adornan con cintas alegres. También está perdido el sentido de la repugnancia y el
sentimiento de vergüenza. Los pacientes no conservan el control de esfínteres. Evacúan
sus excretas allí donde se encuentran, debajo de la cama, en la salivadera, en su
sombrero, en los platos, hacen pequeñas pelotas de heces, juntan sus evacuaciones en
pañuelos o cajas de cigarros, se embadurnan con la orina, lavan sus pañuelos en la
bacinilla llena; toman la comida con las manos, escupen en sus camas o en sus manos,
o en su pan, devoran escarabajos y lombrices, sorben el agua sucia de los baños, o
vacían de un trago la salivadera llena. La falta de un sentimiento de vergüenza se
expresa en la desnudez desconsiderada de su persona, en tener relaciones sexuales en
público, en la charla obscena, en avances indecorosos, y en la masturbación desver-
gonzada.

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Parece también que el paciente se vuelve a menudo menos sensible a la incomodidad


corporal; soportan posiciones incómodas, pinchazos de una aguja, insultos, sin pensar
mucho en ello; se queman a sí mismos con sus cigarros, se lastiman, se arrancan los
pelos de sus genitales, dejan que el deslumbrante sol del mediodía dé en su cara
durante horas, no espantan las moscas que se posan sobre sus párpados. La comida
mantiene, sin embargo, por un largo tiempo un poder de atracción especial. Cuando
sus parientes los visitan, se los ve revolviendo apuradamente en sus bolsos y canastos
buscando cosas para comer, las que devoran inmediatamente hasta la última miga,
masticando con sus bocas llenas. En las condiciones terminales de la enfermedad, una
perfecta indiferencia hacia todo lo que sucede a su alrededor es bastante a menudo uno
de los rasgos principales del cuadro clínico.
En la base del embotamiento emocional más o menos fuertemente marcado, sin

OM
embargo, puede desarrollarse una oscilación repentina del equilibrio emocional de
extraordinaria violencia. Particularmente, estallidos repentinos de furor, con o sin
causa externa, no son infrecuentes, y pueden conducir a hechos de violencia
extremadamente graves. [...] Por otro lado, los pacientes pueden caer de repente en el
más ilimitado júbilo con risas incontrolables, más raramente, pueden caer en estados
de angustia intensa. Todas estas emociones se distinguen por lo repentino de su
comienzo y de su desaparición y por el cambio de humor frecuentemente muy súbito. Al
mismo tiempo estas manifestaciones no tienen, a menudo, ninguna conexión re-

.C
conocible con las experiencias o con las ideas de los pacientes. Bleuler, sin embargo,
expone la opinión de que en tales estados, generalmente se trata de un contacto con los
«complejos», los traumas sensibles de fa vida. No pude convencerme de esto, más bien
creo que esencialmente nos las tenemos que ver con la pérdida de la coloración
DD
permanente del trasfondo del humor. [...]
Stransky ha dicho, no sin justificación, que se trata, en nuestros pacientes, menos
de una devastación emocional, que de una «ataxia de los sentimientos», una pérdida de
conexión con otros sucesos mentales. Me inclino a suponer que esta confusión en la
vida emocional es causada esencialmente por el debilitamiento de los sentimientos
permanentes más elevados, cuya tarea es, por un lado, poner freno a las oscilaciones
LA

repentinas de los sentimientos, y por el otro lado, dar a nuestros estados internos una
tensión y temperatura permanentemente equilibradas, y así transformarse en garantía
de la concordancia de nuestras relaciones emocionales con el mundo externo. […]
La independencia relativamente grande del carácter respecto de las influencias
externas tiene como consecuencia que éste permanece, a menudo, extremadamente
uniforme durante mucho tiempo. [...] Pero el curso mismo de la enfermedad puede hacer
FI

aparecer inesperadamente un cambio repentino en su humor.


Aquí y allá se puede observar que la disposición de ánimo de los pacientes es
exactamente contraria al estado verdadero de las cosas. Los pacientes ríen mientras
relatan un intento de suicidio, o la muerte de un pariente cercano, o lloran
amargamente en cualquier ocasión alegre. A veces, sólo se trata de una falta de relación


entre el humor y la expresión, es decir, de paramimia. Los hechos de esta clase más
frecuentes son las risas sin sentido y sin alegría. El paciente no puede evitar reírse; lo
hace incluso cuando no desea hacerlo. […]
Pero además, sucede a veces en los pacientes una completa inversión de sus
relaciones emocionales, lo cual puede ser el primer signo de que se aproxima la
enfermedad. Antiguos sentimientos de cariño se transforman en completa aversión.
Frecuentemente, los parientes más cercanos sufren especialmente. El paciente se
comporta grosera, altiva y amenazadoramente hacia sus padres a los cuales quería
hasta ese momento; los maltrata con lenguaje obsceno. […] El antiguo amante se
convierte en enemigo y perseguidor, el cual agita a la gente y se pone en evidencia en
todas partes. No son raros los celos sin sentido. [...] Una paciente repentinamente trató
de envenenar a su hijo recién nacido porque le parecía que no era el correcto. […]

Debilitamiento del impulso volitivo. Mano a mano con los profundos desórdenes
de la vida emocional, van las extensas y variadas manifestaciones mórbidas en el

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terreno del trabajo y la conducta, las que dan especialmente sus características
peculiares al cuadro clínico. Están compuestas por una serie de desórdenes diversos
fundamentales. En primer lugar, nos las tenemos que ver generalmente con un
debilitamiento general de los impulsos volitivos. Los pacientes han perdido toda
inclinación independiente al trabajo y a la acción; ellos se sientan por ahí sin hacer
nada, no se preocupan por nada, no van a trabajar, desatienden sus obligaciones más
urgentes, aunque tal vez son capaces de emplearse de un modo razonable si se los
estimula externamente. No experimentan el tedio, no tienen necesidad de entretenerse,
«no más alegría en el trabajo», sino que pueden quedarse en la cama sin ocupación por
días y semanas, se quedan en las esquinas, «miro en un agujero», miran las punteras
de sus botas o vagan por ahí sin ningún objetivo. No tienen «ninguna inclinación» al
trabajo. […]

OM
Obediencia automática. Esta pérdida del instinto por ocuparse, aun cuando sus
manifestaciones clínicas pueden no ser muy notorias, representa, sin duda, un
desorden inusualmente severo, ya que la actividad de la voluntad constituye el cimiento
más importante de la personalidad psíquica. En estrecha relación con ella se encuentra
la susceptibilidad de la voluntad a la influencia, la cual encuentra su más marcada
expresión en los fenómenos de la obediencia automática. En la medida en que la
actividad interna de la volición falla, la resistencia que las influencias externas

.C
encuentran en nosotros, también se pierde fácilmente. Por consiguiente, los pacientes
generalmente son dóciles, se dejan conducir como ganado, de modo tal que constituyen
el núcleo necesario de esas multitudes que se adaptan voluntariamente a la rutina
diaria y monótona de las grandes instituciones. Un considerable número se une sin
DD
resistencia a la multitud de vagabundos a los que el azar conduce hoy aquí, mañana
allí.
Pero también es extremadamente frecuente una obediencia automática totalmente
desarrollada. Se la encuentra en todas las etapas de la enfermedad, tanto al comienzo
como al final. No es poco frecuente hallarla también como rasgo residual marcado de la
enfermedad en pacientes que, en todo otro respecto, están en apariencia totalmente
LA

recuperados. Se lo observa en la flexibilidad cérea, en la conservación de cualquier posi-


ción en que se lo coloque al paciente, aun cuando puedan estar muy incómodos. […]
La obediencia automática aparece también, como su nombre lo expresa, en la
obediencia involuntaria, cuando se les solicita hacer cosas, incluso aquéllas que son
visiblemente desagradables para el paciente. Continúa sacando la lengua cuando se le
ha ordenado hacerlo, aunque uno lo amenace con perforarla y le cauce dolor con una
FI

aguja, como puede verse por las muecas que hace. […]
También la ecolalia y la ecopraxia pertenecen a este grupo de fenómenos, la
repetición involuntaria de palabras que les fueron dichas; la imitación de movimientos
hechos delante de ellos, o la continuación de movimientos iniciados pasivamente. «Lo
hago porque usted así lo quiere». «Me coloco de acuerdo a lo que se me ordena». «Yo


estaba inconsciente, tenía que hacer todo», dicen los pacientes. Pero, finalmente, una
curiosa compulsión de los movimientos se conecta invariablemente con la obediencia
automática, la cual aparentemente se relaciona con la falta interna de libertad del
paciente, con la inseguridad de la propia voluntad del paciente y su susceptibilidad a la
influencia por parte de todos los sucesos accidentales posibles. […]

Actos impulsivos. El debilitamiento del dominio de la voluntad en la vida psíquica


provee además, a medida que aparece, las condiciones favorables para la aparición de
los actos impulsivos, que llegan a cobrar un significado tan importante en la demencia
precoz. El relajamiento de las represiones que mantienen la actividad de las personas
normales en caminos bien definidos, provee a los impulsos casuales la libertad de
transformarse en actos sin vacilación, sin consideración del fin o de su adecuación. Así,
sucede que los pacientes cometen una gran cantidad de actos de lo más absurdos e
incomprensibles, cuya causa, generalmente, son incapaces de explicar. «Tengo una
especie de sentimiento de que debo hacerlo», explicaba un paciente que estaba gritando

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y mordiendo todo. «Ya no me queda ningún camino, a menudo tenía que hacer cosas
sin saber por qué», decía otro. […] Generalmente tales actos sin sentido se llevan a cabo
con gran violencia, repentinamente, y con la velocidad del rayo, de modo que es
imposible evitarlos; los pacientes también se oponen del modo más insolente a
cualquier intento de evitar que hagan estas cosas. […]
En ciertas circunstancias los actos impulsivos del paciente pueden llegar a ser
extraordinariamente peligrosos. Los pacientes repentinamente dan un golpe en el oído a
cualquiera que se les cruce, atacan furiosamente a un vecino, prenden fuego a las
camas, arrancan una llave de gas. Un paciente intentó estrangular al nieto de su tío.
[…] Otros muerden sus brazos, golpean sus caras, exprimen ambos testículos juntos,
beben cualquier frasco de medicamentos, meten escarabajos o piedras en sus oídos,
hacen continuos intentos de suicidio, de repente se ahorcan, saltan por una ventana, se

OM
arrojan delante del tranvía; un paciente quebró una cuchara de té para clavarla en su
cuello.
A menudo, los impulsos sexuales están muy activos. Los pacientes se masturban sin
tener en cuenta lo que los rodea, o durante el examen médico, manotean en los
genitales de sus compañeros, agarran a sus hermanas debajo de sus polleras. Un
paciente violó a la cocinera de su hermano y trató de hacer lo mismo con su cuñada.
Una paciente, durante años, atacó sexualmente sin consideración a los médicos, para,
mediante la relación sexual, «ser liberada de la opresión en el pecho».

.C
Excitación catatónica. La característica peculiar de la excitación catatónica
consiste en un conjunto de actos y movimientos sin sentido. […] Además de los actos
impulsivos, nos encontramos junto con éstos y en gran número y variedad, con
DD
descargas de la fuerza de la voluntad, en las cuales falta toda relación con el logro de
metas establecidas y que aparecen bajo la forma de movimientos absolutamente sin
objeto. Ellos no tienen relación, ni entre ellos, ni con ideas o emociones, pero tienen la
tendencia a repetirse a sí mismos muy frecuentemente, de la misma forma, o con todo
tipo de cambios. […]
LA

Actitudes y movimientos estereotipados. Con las perturbaciones de la volición


que ya han sido consideradas, se conecta muy frecuentemente en la demencia precoz,
como ya ha sido indicado, otra perturbación: la tendencia a la persistencia instintiva de
los mismos movimientos volitivos, es decir, las estereotipias. Se ponen en evidencia en
la permanencia en la misma posición así como también en la repetición de los mismos
movimientos o actos. La voluntad está aquí influenciada, hasta cierto punto, por las
FI

actividades previas, del mismo modo que en la obediencia automática. Por eso Stransky
habló, probablemente con razón, de una «auto-ecolalia» y de una «auto-ecopraxia». Los
pacientes se quedan de pie o arrodillados durante horas, días, o aun más tiempo, en el
mismo lugar, yacen en la cama en las más incómodas posiciones, cruzan sus manos
espasmódicamente, incluso hasta que aparecen llagas por la presión, adoptan la


posición de esgrima. Generalmente sólo es posible sacarlos de tal posición con la fuerza
más extrema, volviéndola a adoptar tan pronto como el impedimento ha cesado. […]
A veces toda la expresión volitiva del paciente está dominada por estereotipias
durante un largo tiempo, de modo que sus actividades se resuelven en una serie casi
ininterrumpida de movimientos sin sentido que son, o monótonos, o se repiten con
ligeros cambios. Invariablemente resulta un cierto ritmo. Los pacientes se balancean de
una pierna a la otra, marcan el compás, […] extienden sus dedos con un movimiento
tembloroso, golpean las palmas, sacuden la cabeza, braman al compás, se dan
bofetadas, corren de acá para allá muy velozmente. Si se les pregunta acerca de los
motivos de estas conductas, no se obtiene de ellos ninguna respuesta satisfactoria. […]
Bien podemos suponer que también el desarrollo de tales estereotipias, las que más
tarde dan una apariencia tan peculiar a los estados terminales de la enfermedad, como
así también a muchas formas de idiocia, está especialmente favorecido por el fracaso de
los impulsos volitivos sanos, tal vez ocurrido primero. Muchas experiencias, al menos,
indican que el mecanismo de nuestra voluntad posee disposiciones adquiridas hace

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mucho tiempo, que favorecen una repetición rítmica de las mismas descargas; su
influencia será capaz de hacerse sentir tan pronto como los impulsos desaparecen, lo
cual sirve a la realización de las intenciones.

Manierismos. La inseguridad y la debilidad de los movimientos volitivos que se


acompañan de conciencia y de intención, y también la facilidad con la que todo impulso
posible puede influir en la expresión de la voluntad explican, tal vez, cómo es que los
actos de nuestros pacientes a menudo terminan en formas cambiadas mórbidamente.
Inclusive simples movimientos pueden manifestar cambios de esta clase. A veces, son
llevados a cabo con un gasto demasiado grande de fuerza, o participan grupos
innecesarios de músculos, o se utiliza una porción excesiva de los miembros, de modo
que resultan sin gracia y torpes; o no son terminados, comienzan y terminan

OM
bruscamente y por lo tanto parecen rígidos, inexpresivos, y angulares. Otros pacientes
también arriban a la meta del movimiento, no por el camino más corto, sino mediante
rodeos, con todo tipo de cambios y de interpolaciones; agregan gestos ceremoniosos por
los cuales el movimiento se vuelve antinatural, afectado y manierístico. A través de
estas excentricidades, llamadas manierismos, los procesos de respirar, hablar y
escribir, estar parado y caminar, vestirse y desvestirse, darla mano y comer, fumar, los
gestos, y el modo de ponerse a trabajar, pueden ser influenciados y transformados en
los modos más variados. […]

.C
No es poco frecuente que la meta del acto se frustre total, o al menos parcialmente,
por las transformaciones, y se vuelva irreconocible, produciendo impresión de rareza y
de sin sentido. De este grupo forman parte excentricidades tales como dar la punta de
la mano o las puntas de los dedos al dar la mano, acostarse atravesado en la cama,
DD
hablar con los dientes juntos. […] Todos estos manierismos tienen una pronunciada
tendencia a persistir, y pueden formar parte del comportamiento del paciente, sin
cambios, durante décadas.
Es especialmente por estos manierismos que […] se compone […] el cuadro popular
del «lunático». Se lo completa aun más con las rarezas en los arreglos externos de los
pacientes, las formas extraordinarias de peinarse, los aros hechos con trozos de
alambre, las alegres cintas en el pelo y en el ojal y los peculiares adornos de la ropa. […]
LA

Parabulia. Las transiciones graduales que parten de simples transformaciones de los


actos intencionales de todos los días conducen a aquellas perturbaciones de la volición
que podemos agrupar bajo el nombre de parabulia. Los impulsos secundarios, que al
principio sólo agregan gestos ceremoniosos a los actos, pueden, gradualmente, llegar a
FI

ser impulsos cruzados que conducen a un completo descarrilamiento de la volición.


Hemos expuesto ya algunos ejemplos pertenecientes a esta clase, en los cuales, hasta
cierto punto, se produce un cuadro distorsionado de los actos naturales por el empleo
de medios inadecuados. Pero además, un acto, al principio tal vez correctamente
comenzado, es desviado en otra dirección totalmente distinta por impulsos cruzados, o,


tal vez, simplemente detenido antes de ser completado. […] La mano que quiere
extenderse y tomar la cuchara, va hacia la nariz y allí rasca; el paciente que quiere
ponerse el saco, pone sus piernas en las mangas. Al dar la mano, el movimiento se
detiene a medio camino; el paciente se interrumpe en la mitad de una frase; revuelve su
comida mientras marca el compás, sin llevar el tenedor con comida a su boca. […]

Negativismo. De lejos, la forma más importante de parabulia es la supresión de los


movimientos volitivos por impulsos contradictorios: el negativismo. Es natural que,
entre los innumerables impulsos secundarios posibles, ocupen un lugar especial
aquéllos que son exactamente contrarios al logro de la meta; cuando aparece una
intención volitiva, éstos son estimulados al mismo tiempo y de la manera más intensa,
por la acción del contraste. La obstrucción negativista de la volición juega, por lo tanto,
un papel extraordinariamente grande en el cuadro clínico de la demencia precoz. Para
comenzar, conduce a la supresión instintiva de todas las reacciones a las influencias
externas, después a la oposición obstinada a las interferencias de todo tipo, y,

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

finalmente, a la ejecución de actos que son exactamente opuestos a aquéllos que son
sugeridos por las circunstancias o requeridos por el medio.
Sin embargo, es cierto que los desórdenes generalmente agrupados bajo el término
negativismo, no tienen todos el mismo origen, como particularmente Bleuler mostró en
detalle. A principio, las ideas locas o el mal genio, especialmente la ansiedad y la
irritabilidad, provocan en los pacientes que se aíslen de su medio, No tocan su comida
porque piensan que está envenenada, no se acuestan en la cama porque imaginan que
se los amenaza con el riesgo de una infección sifilítica, no dan la mano porque
desconfían del médico, o temen su influencia sobre ellos, y no quieren tener nada que
ver con él. Se debería considerar de un modo similar, probablemente, la actitud
resistente de los desconcertados y confusos pacientes, a quienes todo se les aparece
cambiado, incomprensible y misterioso; aquí también, a la desconfianza ansiosa se la

OM
puede suponer como la corriente principal de su oposición. En ninguno de estos casos
se trata del negativismo en el sentido de una perturbación especialmente particular de
la demencia precoz. Me parece también que el comportamiento de tales pacientes ante
los estímulos que encuentran, no difiere de aquel otro de las personas ansiosas o
irritables; especialmente ante provocaciones más fuertes, caen en excitación, ejecutan
vivos movimientos de esgrima, o, incluso, pasan al ataque.
Mientras tanto, varias experiencias indican que hay otra forma de resistencia a las
influencias externas que nace totalmente de un impulso que no se basa ni en las ideas

.C
ni en las emociones. El negativismo imperativo, la realización de acciones exactamente
contrarias a las deseadas, apenas permiten otra interpretación. Sólo excepcionalmente
podría haber algún motivo palpable en la cuestión, como cuando un paciente sale por la
fuerza al serle dicho que permanezca donde está. […] A esto se puede agregar que los
DD
pacientes, en muchos casos de negativismo marcado, realmente no exhiben ni delirios
ni emociones, que pudieran de algún modo justificar su peculiar comportamiento. Pero
finalmente, para esta cuestión, las expresiones de los propios pacientes son muy
importantes, las cuales casi siempre son en el sentido de que se sienten obligados, sin
ser capaces de explicarse a sí mismos los motivos. «A menudo debo hacer lo contrario
de lo que se me pide», decía un paciente; «Yo no quiero lo que la gente quiere», explicaba
LA

otro. Ciertamente, se mencionan de vez en cuando los delirios y las alucinaciones como
causas del comportamiento negativista. [...] Sin embargo, puede suponerse que tales
razones son nada más que fórmulas para la caracterización de los impedimentos de la
voluntad, los cuales son inexplicables para los pacientes; en lo que respecta a esto, las
voces también podrían solamente estar dando expresión a lo que el paciente siente
dentro suyo.
FI

La peculiaridad de esta perturbación deviene aún más notoria por el hecho,


especialmente enfatizado por Bleuler del «negativismo interno». Como ya fue
mencionado más arriba, los obstáculos se ponen no solo en el camino de las órdenes
externas, sino también de los impulsos volitivos internos. Estos obstáculos conducen a
veces solamente a la omisión del acto intentado, pero también pueden conducir a la


ejecución de un acto contrario, o incluso a la de uno de una clase totalmente diferente.


«Nunca llego a lo que quiero hacer», decía un paciente. «No puedo hacer lo que quiero»,
«No tengo una voluntad libre». «Tenía que hacer algo sin yo mismo quererlo, a veces re-
troceder». [...] También el «negativismo intelectual», [...] la aparición de obstáculos
negativistas en el curso del pensamiento, apenas pueden ser explicados de otro modo
que por medio de los desórdenes inmediatos de aquella actividad interna de la volición
que regula el paso a la conciencia y la conexión entre las ideas.

Autismo. Los fenómenos clínicos en los que se pone en evidencia el negativismo, son
extremadamente variados. Es una experiencia común que los pacientes con demencia
precoz sean más o menos inaccesibles, que se aíslen del mundo externo. Bleuler
describió este importante síntoma como autismo. El rechazo de todo contacto psíquico
se pone en evidencia, a menudo, en la totalidad del comportamiento del paciente, tan
pronto como uno empieza a ocuparse de ellos. No miran cuando se les habla, tal vez
dan vuelta la cabeza, o dan directamente la espalda a quien lo interroga. La mano

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ofrecida para saludar es rechazada. [...] Muchos pacientes cierran sus ojos, cubren sus
caras con sus manos, se tapan, ponen el cobertor sobre sus cabezas, y lo sujetan con
fuerza convulsivamente. [...] Otros dan respuestas desviadas o totalmente insuficientes.

Estupor. [...] Cuando el desorden llega a estar más elaborado, se desarrolla el cuadro
de estupor negativista, el rígido e impenetrable aislamiento de toda influencia externa,
lo cual se conecta con una supresión, llevada al límite, de todas las emociones na-
turales. [...]

Negativismo. Como ya ha sido indicado en la parte general, la comprensión del


negativismo en el sentido aquí descripto, requiere que se lo relacione con el hecho de
que nuestros pensamientos y nuestros actos constantemente tienen que decidirse entre

OM
ideas y resoluciones volitivas diferentes y a menudo contrarias. En especial, la relación
entera con nuestro medio está gobernada por completo por movimientos volitivos de
inclinación y de aversión, y la elección adecuada de éstos posee una importancia
fundamental para nuestra existencia. Bleuler habla de una «ambivalencia» y de una
«ambitendencia» de los procesos psíquicos, en el sentido de que éstos son acompaña-
dos, al mismo tiempo, por acentos emocionales contrarios y pueden conducir a
movimientos emocionales contrarios. Él supone, sobre la base de su experiencia, que
esta falta de concordancia entre los sentimientos y los impulsos se ofrece a la ob-

.C
servación, frecuentemente y con fuerza, especialmente en la demencia precoz, y
constituye una base importante para el desarrollo del negativismo.
Pero por supuesto, aun si se admite esa no concordancia, todavía se necesitan
mayores explicaciones, en realidad, no acerca de por qué la elección entre resistencia y
DD
aflojamiento oscila de una manera inexplicable, lo cual ciertamente sucede bastante a
menudo, sino acerca de por qué tan frecuentemente los movimientos negativistas
gobiernan todos los actos de un modo tan decidido durante un largo período. En la
medida en que las disposiciones de ánimo mórbidas o los delirios juegan un papel,
considero, como ha sido mencionado antes, que no se trata de verdadero negativismo.
Como mucho, podría admitirse que con su ayuda la tendencia a la aparición de los
LA

fenómenos negativistas, que están presentes en todos los casos, puede ser fortalecida,
como inversamente, tal vez el negativismo también ejerza alguna influencia sobre el
contenido de las alucinaciones y del delirio, lo mismo que en el tono de la disposición de
ánimo.
Sin embargo, en último lugar, deben existir otras causas que determinen la posición
de dominio de los impulsos contrarios, debido a su origen instintivo y a su
FI

independencia de los restantes contenidos de conciencia. Además de las emociones


eróticas, que incluso en la vida sana están ya generalmente acompañadas por procesos
discordantes de la emoción y de la volición, Bleuler considera como tales,
principalmente la tendencia «autística» de los pacientes a encerrarse dentro de sí
mismos, la existencia de especialmente sensibles «traumas vitales», y la «compulsión del


pensamiento», el dominio deficiente sobre el hilo del pensamiento. El cuenta, sin


embargo, para la explicación del «negativismo interno», también con influencias hasta
ahora desconocidas.
El significado de las emociones eróticas debe ser juzgado, en mi opinión, del mismo
modo que los otros sentimientos, y, por consiguiente, debe ser dejado de lado en la
explicación fundamental del negativismo genuino. Que en el comportamiento de los
pacientes, los «traumas vitales» jueguen un papel hasta cierto punto importante, de
modo que ellos se aíslen de lo que los rodea como protección al contacto, hasta ahora,
como yo lo creo, no ha sido comprobado ni tampoco es probable; además, el hecho de
que el negativismo a menudo aparece y desaparece tan repentinamente, me parece que
es un argumento muy en contra de tal interpretación. En contraste, el «autismo» de los
pacientes está sin duda, por cierto, en cercana relación con el negativismo, sólo que yo
pensaría que representa no tanto una causa sino más bien una manifestación del
negativismo. La tendencia a aislarse de lo que los rodea ya se encuentra
frecuentemente, en nuestros pacientes, muchos años antes del real comienzo de la

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enfermedad y es un fenómeno muy común en los estados terminales. Pero dudo mucho
acerca de si esto es causado, como Bleuler piensa, por el repliegue del paciente en sus
propias fantasías y si debido a esto siente toda desviación de la atención como una
perturbación intolerable. Por un lado, una inaccesibilidad obstinada se muestra
bastante a menudo en estos pacientes, en los cuales no se puede pensar en fantasías
especiales en las que pudieran perderse; y por otra parte, esta inaccesibilidad falta en
incontables otras formas delirantes de la enfermedad, como, especialmente, en la
parálisis, en la cual los pacientes ciertamente se sueñan a sí mismos en un mundo de
fantasías que son muy perturbadas por las influencias del ambiente que los rodea.
Me parece mucho más probable que el negativismo y el «autismo», el cual es sólo su
precursor, no estén en absoluto conectados con ideas o «complejos», sino con un
constreñimiento general de la volición que es tan especialmente particular de la

OM
demencia precoz. Ya en las más vanadas ocasiones, tuvimos que señalar el hecho de
que los pacientes pierden el dominio sobre su voluntad y a menudo sienten este
profundo desorden más o menos marcadamente. [...] Ya hemos mencionado que
inclusive los peculiares actos aislados son causados, por lo general, sin ningún otro
motivo, por impulsos irresistibles. [...] De vez en cuando los impulsos toman la forma de
alucinaciones auditivas sin que por esto sea alterada esencialmente la naturaleza del
proceso. [...]

.C
Personalidad. De éstas y de otras expresiones similares de los pacientes, se deduce
claramente que sus pensamientos, sentimientos y actos han perdido su unidad y
especialmente aquella permanente dependencia interna de la esencia de la personalidad
psíquica, la cual provee al ser humano saludable del sentimiento de libertad interna;
DD
«No soy dueño de mi voluntad» decía un paciente. Podemos suponer que este profundo
cambio en la vida psíquica, que indica una completa destrucción de la personalidad,
debe en sí mismo influir sobre la actitud hacia el mundo externo en la forma más
decisiva. La medida de protección más natural del débil consiste en aislarse y
esconderse. El más o menos marcado sentimiento de compulsión interna y de
impotencia que acompaña a nuestros pacientes junto con una susceptibilidad infantil a
LA

las influencias, podría por consiguiente por otro lado jugar un papel esencial en el
desarrollo de su obstinado aislamiento. Si la perturbación de la volición puede
influenciar la conducta de los pacientes en ambas direcciones y si, al mismo tiempo, les
hace más difícil mantener con firmeza una actitud uniforme hacia su ambiente,
también nos habremos acercado a la comprensión de las frecuentes oscilaciones entre
una sensibilidad elevada a las influencias y un obstinado negativismo. Es muy evidente
FI

aquí que no debemos pensar, como ya ha sido señalado, que se trata de una
deliberación consciente. Más bien es la transformación general de la personalidad y el
comportamiento de ésta hacia los hechos ordinarios de la vida, lo que entra en
consideración, en tanto está condicionado por la percepción de su propia falta interna
de independencia. Si uno quisiera podría, con mayor derecho, a mi juicio, considerar el


sentimiento de destrucción de la voluntad, el cual puede preceder en muchos años por


cierto el real comienzo de la enfermedad bajo ciertas circunstancias, como un «trauma
vital» que no puede resistir ningún contacto y por lo tanto hace que el paciente se aísle,
más bien que la influencia de otros sucesos casuales de la vida. Ese desorden podría
también explicar en cierta medida la tendencia de muchos de los pacientes a envolverse
en fantasías; quien no es capaz de controlar su propia voluntad y con ello su propia
vida, se refugia gustosamente en el reino de los sueños.

Eficiencia práctica. Como la eficiencia mental, también la eficiencia práctica de los


pacientes está, de manera invariable, grandemente invadida por los desórdenes de la
volición. Se detienen ante cada dificultad, siempre deben ser estimulados nuevamente,
trabajan en forma sumamente despareja, hacen una gran cantidad de trabajo
incorrectamente, son completamente no confiables, estropean materiales y
herramientas. Sin embargo, al mismo tiempo, una cierta habilidad técnica puede ser
preservada. En su trabajo manual, la pérdida del sentido del buen gusto a menudo se

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hace sentir en la elección de extraordinarias combinaciones de color y de formas


peculiares. [...]
Muchos pacientes producen muy curiosas obras hechas a mano, un guante hecho de
cabello humano, cubiertas de lino para las pezuñas de los caballos, muñecas hechas de
hilo de algodón. Las ejecuciones musicales de los pacientes también muestran mar-
cadamente la declinación del delicado sentimiento artístico, dado que a veces tocan sin
expresión, a veces de un modo arbitrariamente incorrecto. Después de que han pasado
las manifestaciones más tormentosas de la enfermedad, a menudo es posible educar al
paciente nuevamente en el trabajo simple, el cual pueden entonces cumplir, sin
prudencia ni confianza en sí mismo, y a menudo con todo tipo de caprichos, pero, sin
embargo, con la regularidad de una máquina. Unos pocos pacientes continúan el
trabajo sin mostrar ningún signo de fatiga o fastidio, hasta que se les dice que se

OM
detengan.

Movimientos expresivos. Las perturbaciones generales de la volición toman a


menudo muchas formas peculiares en los movimientos expresivos de los pacientes. El
cese de la necesidad de expresarse uno mismo corresponde a la desaparición de la
actividad volitiva. Los pacientes se vuelven monosilábicos, parcos de palabras, hablan
dubitativamente, de pronto enmudecen, nunca relatan nada por propia iniciativa, y
permiten que todas las respuestas les sean extraídas laboriosamente. No se relacionan

.C
con otras personas, nunca comienzan una conversación con nadie, no hacen
preguntas, no se quejan, no dan ninguna noticia a sus parientes. No escriben cartas o
sólo las que casi no contienen nada, se detienen después de escribir unas pocas líneas.
Sus expresiones faciales también son varias y embotadas; sus gestos son débiles,
DD
escasos y monótonos. Sobre estos cimientos, la ecolalia aparece fácilmente, la que se
pone en evidencia en la repetición involuntaria de las preguntas que se les formularon o
de otras cosas que se les dijeron, así como también en la introducción de fragmentos de
discurso atrapados dentro de sus propias declaraciones.
En los estados de excitación, en lugar de taciturnidad, puede aparecer un prodigioso
flujo de habla que no corresponde a una necesidad de expresión sino que generalmente
LA

se descarga a sí mismo sin ninguna referencia al medio. A menudo consiste en


estallidos de injurias inmundas, agudos alaridos y cantos; un paciente silbaba tonadas
todo el día en una botella de agua; muchos pacientes sostienen monólogos o contestan
a las voces en voz alta, a menudo maldiciendo e insultando, especialmente por la
noche. [...]
FI

Incoherencia. La incoherencia del curso del pensamiento, como ya lo describimos,


por lo general es marcadamente notoria en la conversación de los pacientes. Las más
diferentes ideas se suceden unas a otras con la más desconcertante falta de conexión,
incluso cuando los pacientes están totalmente tranquilos. Un paciente decía: «La vida
es una cuchara de postre». Otro: «Ya estamos parados en el espiral debajo de un


martillo». Un tercero: «La muerte será despertada por la daga de oro». Un cuarto: «El
discurso consagrado no puede ser cortado en cada movimiento». Otro paciente: «No sé
qué tengo que hacer aquí, debe ser el objetivo, es decir robar con los caballeros». [...]
También debe notarse aquí la extraordinaria irregularidad de la escritura. En los
dibujos de los pacientes también aparece invariablemente, por un lado incoherencia, y
por el otro, persistencia del impulso al movimiento. [...]

La similitud de sonido puede reconocerse aquí y allá como un cierto lazo en las
expresiones desconectadas de los pacientes. Ellos riman «Ott-Gott», «simbra-umbra»;
juegan sin sentido con palabras y sonidos. Un paciente hablaba de «Ehebrecher y
Beinbrecher», otro de «verhort und verstort», un tercero de «Sanspiel y Schauspiel». Un
cuarto explicaba el hecho de que escupiera con «Zufluss, Einfluss, y Ausfluss». [...]

Estereotipia. Se pone en evidencia en la frecuente recurrencia de los misinos giros


expresivos, los cuales ocasionalmente son «repetidos hasta la muerte». Un paciente

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agregaba a todo: «Nosotros los alemanes no tenemos eso». Otro siempre contestaba:
«Ciertamente, ciertamente». Una paciente invariablemente interpolaba: «No hay de qué».
[...]
Si la estereotipia está aún más fuertemente pronunciada, se desarrolla el síntoma
mórbido de la verbigeración, la repetición incesante de la misma frase, generalmente en
una cadencia rítmica. [...] A veces la verbigeración toma la forma de un campanilleo sin
sentido de los cambios en una sílaba. [...]
También en la escritura encontramos la estereotipia, la podemos hallar en la
reaparición frecuente de las mismas expresiones y frases, o en innumerables
repeticiones textuales de los mismos trazos y palabras, a veces con ciertos cambios. [...]

El negativismo se muestra, en el dominio de la actividad del lenguaje, por un lado

OM
en el mutismo, y por otro lado en las respuestas resistentes o evasivas. Muchos
pacientes contestan todas las preguntas con otra pregunta o con «¿Cómo?» y luego, tal
vez sin más discusión, dan la información requerida; otros simplemente repiten la
pregunta. A menudo dan respuestas que no dicen nada, son indefinidas, o no tienen
ninguna relación con el tema. El negativismo aparece más claramente cuando los pa-
cientes contestan a todos los comentarios, «No sé» o «No necesito decirle eso a Ud.», «Ud.
ya lo sabe». [...]
A veces los pacientes mantienen silencio obstinadamente, en tanto uno se ocupa de

.C
ellos, y comienzan a hablar cuando uno se aleja, o intentan hablar, pronuncian unas
pocas palabras, pero repentinamente se interrumpen y no se los puede forzar a emitir
nada más; unos pocos pacientes hablan con determinadas personas pero son
completamente inaccesibles para otras. Muchos pacientes hablan en voz baja, apenas
DD
mueven los labios, murmuran ininteligiblemente para sí mismos. Al final, esto llega a
un completo mutismo, que dura meses y años, pero que puede ser interrumpido
repentinamente por estallidos de los más violentos insultos o gritos. En ciertas
circunstancias, los pacientes que están en este estado, todavía expresan sus
pensamientos en forma escrita, a veces ampliamente y en su mayoría muy
confusamente; un paciente declaraba que él escribía porque no podía encontrar las
LA

palabras fácilmente. Por lo general, sin embargo, la expresión escrita también es supri-
mida por el negativismo. No se puede inducir a los pacientes a escribir nada en
absoluto, o se interrumpen después de unas pocas letras, siguen jugueteando sobre el
papel, sólo garabatean unos pocos e ininteligibles adornos, o golpean con el lápiz en el
escritorio rítmicamente. [...]
FI

Perturbaciones en la expresión lingüística. Constituyen un dominio especialmente


importante dentro de los desórdenes del lenguaje de la demencia precoz. El lenguaje
hablado mismo puede ser transformado de los modos más variados por impulsos
secundarios y por impulsos contradictorios. Los pacientes al hablar, descienden el tono,
chillan, murmuran o susurran, apenas mueven los labios, mantienen los dientes jun-


tos, o, a menudo, pasan repentinamente del susurro bajo a gritos fuertes. El flujo del
discurso es, frecuentemente, apurado y rápido, incluso cuando hablan en voz baja,
variando a veces de un modo totalmente irregular, o si no el lenguaje es interrumpido
bruscamente, o es producido marcando el ritmo con rápidas modulaciones rítmicas. La
cadencia a menudo carece de subidas y caídas, las melodías del habla; el timbre de la
voz también puede estar cambiado. Los pacientes hablan en falsete, por la nariz, con
una voz grave artificial, pasan repentinamente de un registro a otro. Acertadamente,
Mignot llama la atención sobre el hecho de que los cambios en la fuerza del tono, en su
altura, en la rapidez y el ritmo, en nuestros pacientes, carecen totalmente de una
relación próxima con el pensamiento y el humor, la que, en las personas sanas,
convierte a la voz en un medio de expresión tan dúctil de los estados internos; las parti-
cularidades individuales del habla son transformadas sin relación entre sí o con los
hechos psíquicos, por los que generalmente están gobernados. [...] Muchos pacientes
hablan afectadamente con una pronunciación excesivamente marcada, con distorsión
do letras aisladas y con una entonación sin sentido, otros [...] contestan cantando. [...]

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En sus escritos se encuentra una perturbación peculiar y arbitraria: un mal uso


caprichoso de los signos de puntuación y una ortografía inventada por ellos mismos.
Las letras muestran en su mayoría un carácter muy cambiante, a veces son grandes y
pretenciosas, a veces son pequeñas y garabateadas, a veces irregulares, descuidadas o
puntillosamente uniformes [...]. Muchos pacientes escriben en espejo. Gregor encontró
en sus investigaciones enlentecimiento de la escritura. La presión de la escritura
también muestra muchas oscilaciones. Gross pudo establecer valores de presión en un
momento muy altos, en otros muy bajos, también un alargamiento de las pausas, y,
finalmente, una fluctuación extremadamente grande de todos los valores, incluso en
períodos muy cortos de tiempo, lo cual es signo de una gran fluctuación en la atención
y en la volición de nuestros pacientes.

OM
Lenguaje interno. Pero mucho más significativos son los desórdenes del lenguaje
interno, de la transformación de las ideas en movimientos expresivos lingüísticos. La
consideración de la perturbación del lenguaje en los sueños demostró que la variedad
de tales errores es muy grande. Desgraciadamente no ha habido todavía en la demencia
precoz ninguna investigación satisfactoria del fenómeno correspondiente; sin embargo,
me parece que nos encontramos aquí, con una sorprendente similitud, con las más
importantes anomalías observadas allí. Ciertamente, la dificultad de interpretación es
más grande aquí, dado que nosotros, de un modo distinto a la experiencia en los

.C
sueños, raramente podemos acertar lo que el paciente quiso decir exactamente.

Parafasia. Tendremos que separar dos formas principales de desórdenes parafásicos:


primeramente la perturbación para encontrar las palabras, en segundo lugar,
DD
perturbaciones en el discurso conexo. En el primer grupo puede haber, para comenzar,
una simple mutilación, una transformación o una fusión parcial de palabras de uso
corriente. Un paciente decía: «Ich scham» en lugar de «Ich schäme mich». [...] «Hilfbar»
en vez de «hilfsbereit», «Zaubrigkeiten» en vez de «Zauberei», «direktiv» [...] en vez de
«direkt», son ejemplos de transformaciones de palabras. Un paciente hablaba de
«Wundneiarzt»; él juntaba evidentemente «Wundarzt» y «Arznei». [...] Otro hecho que es
LA

frecuente en los sueños, la sustitución de una palabra por otra, generalmente similar en
sonido o significado, es un hecho que juega también un papel importante en la
parafasia común. Es difícil de rastrear en nuestros pacientes dado que el significado de
tales expresiones es en su mayor parte irreconocible. Pero bien podemos suponer que
muchas de las ininteligibles expresiones de los pacientes surgen de una sustitución
parafásica de palabras. [...]
FI

Neologismos. Hay indicios aquí de otra forma de perturbación parafásica, la que


puede llegar a ser muy extensa en la demencia precoz: los neologismos. En varios
[casos] se trata de palabras ininteligibles nuevas, pero están, sin embargo, compuestas
de partes sensatas («Papstneuner», «gaumenschwach», «Frevelschnur»). Pero también


pueden producirse agrupamientos de sílabas totalmente sin sentido, que a veces


conservan todavía un sonido reminiscente de palabras reales. Un paciente hablaba de
la «Gestübe und Angstbetrieb»; otro de «Totendumpf»; un tercero de «Lebepuppe»; un
cuarto de «Oxypathie». [...]
Como sucede en los sueños, muchos neologismos pueden ser expresiones de ideas
más complicadas, o mórbidas, para las que no existen palabras. Formaciones tales
como «Aquinoktialhimmelskönigskind», «Wasserspadägogium», «Bombardongehör»,
«Verkörperungsunternehmen», hacen probable tal suposición. [...]
La tendencia a los juegos de palabras tontos y a los neologismos puede ser tan
dominante en nuestros pacientes, que caigan por completo en un galimatías
incomprensible; entonces generalmente lo anuncian como una lengua extranjera, la
cual, mediante leves cambios en las sílabas, puede ser transformada en cualquiera otra
que uno quiera. [...] A veces se llega a la rima sin sentido. [...] No puede perderse de
vista una cierta tendencia a la asonancia y a los juegos infantiles con los sonidos. [...]

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Acatafasia. No menos importante de hacer notar que las perturbaciones en la


búsqueda de las palabras, son aquéllas que influyen de un modo mórbido en la forma
del lenguaje. Primero nos las tenemos que ver con aquellas perturbaciones en la
expresión del pensamiento por el habla, a la cual denominamos acatafasia. Un este caso
los pacientes, o no encuentran la expresión apropiada para sus pensamientos y sólo
producen algo con un sonido similar («paralogia de desplazamiento»), o dejan que su
habla caiga en una vía totalmente distinta («paralogia de desviación»). Un paciente decía
que estaba «totalmente sin cabeza en la fecha» porque «él no sabía la fecha»; otro se
quejaba de que él «vivía bajo policía protegida» en vez de «bajo protección policial». [...]
Otro decía que él tenía a «su novia siempre en el habla», en vez de «su novia todavía le
hablaba» (a través de las voces). [...] A esta serie pertenece también la expresión de un
paciente mencionada anteriormente, «él voceaba con Dios», en vez de «él oía voces de

OM
Dios». [...]
Las siguientes expresiones nos dan fundamento para concluir que la expresión de
pensamientos en el habla se desliza hacia ideas secundarias que se introducen: «Tengo
un apetito suspendido», «Tengo una enfermedad voluntaria de los ojos», «Están
enhebrados en la cabeza», «Soy nacional-liberal perseguido». Un paciente decía que
había bailado, «que estaba mortificado». En este grupo deberían tal vez ser reconocidas
algunas de las expresiones asombrosamente disparatadas [...] que representan
aparentemente un canturreo de palabras sin sentido. [...] Es notoria aquí la relación

.C
con el juego infantil con los sonidos.

Sintaxis. Otra forma de deterioro del habla surge de la perturbación en la


construcción de frases. En los ejemplos de incoherencia del contenido del pensamiento
DD
que fueron dados anteriormente, también está confundida la sintaxis en diferentes
lugares. («Servicios anteriores y luego ella lo hace», «Yo, y eso es también tan curioso,
por consiguiente la monja», «Yo debería venir de M porque siempre algo sucede, una
pierna quebrada o algo, ellos han peleado», «Como yo que al fin de aquéllos
particularmente creo»). Un paciente escribió, en una carta anónima, «Mortimer en
referencia a dos reyes»; otro decía que él estaba triste debido a los intereses económicos
LA

nacionales, concernientes al comercio exterior. En perturbaciones más pronunciadas, el


habla puede desarrollarse en un estilo de telegrama, prescindiendo de frases
superfluas, y al final puede haber una completa desaparición de la construcción de
oraciones. [...]

Perturbaciones en el curso del pensamiento. El último [punto] nos lleva a la


FI

perturbación en el hilo del pensamiento mismo, la cual, ciertamente, acompaña a


menudo las formas hasta aquí discutidas. Como ya se mencionó, oímos de nuestros
pacientes una gran cantidad de expresiones desconectadas y totalmente
incomprensibles, en las cuales apenas puede tratarse solamente de una cuestión de
perturbaciones de la expresión lingüística, incluso aunque sea imposible descubrir, en


el caso individual, el mecanismo interno mediante el cual surgió la expresión. Así, un


paciente hablaba del «centro-del-cerebro de la asociación de mercantes»; otro decía,
«Uno no puede tomar la dirección de la reflexión». Pero a veces se observa claramente
una derivación del curso del pensamiento de la serie de ideas que está inmediatamente
presente, hacia otra serie, como sucede frecuentemente en los sueños. Un paciente, al
preguntársele qué año era, respondió: «Puede ser Australia», pasando de la serie de
años a la serie de continentes; otro contestó a la pregunta acerca de qué mes era:
«Estrasburgo». Un tercero se quejaba de que el empleado lo había «obligado a pagar
impuestos», y así pasó de la idea de alguna especie de influencia desagradable a aquella
de pagar impuestos. [...]
Uno no se equivocaría si supusiese una derivación en aquellas formas de hablar
evitando el tema, en las cuales no es claro que se trate de una evasión negativista de la
respuesta correcta. Un paciente respondió a la pregunta acerca de en qué ciudad se
encontraba el hospital, diciendo: «la casa está en el medio del evangelio de San Lucas el
octavo, y si uno tiene cerdos, los puede carnear». Aquí, después de la primera

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

derivación del hilo del pensamiento hacia otro dominio de ideas, sigue otra que, está
condicionada por la rima. [...]
A partir de estos desórdenes, es fácil la transición hacia aquellos fenómenos a los
cuales ya conocemos como evitación del tema. Aquí ya no se trata de que la
transferencia a la expresión hablada padezca una influencia mórbida, sino de que las
ideas surgidas por las circunstancia son ya en su origen desplazadas o suprimidas por
ideas relacionadas, pero que están lejos o se oponen a las originales.

OM
.C
DD
LA
FI


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Nueva Cátedra de Psicopatología I

Parafrenia

La desintegración de la personalidad psíquica se cumple en la demencia precoz de


forma tal que los desórdenes de las emociones y de la volición dominan, en primer
plano, el estado mórbido. En contraste con esto, debemos considerar ahora un grupo
relativamente pequeño de casos en los cuales, a pesar de los muchos y variados puntos
en común con los fenómenos de la demencia precoz, pero debido al mucho más leve
desarrollo de los desórdenes de la emoción y de la volición, la armonía interior de la vida
psíquica está considerablemente menos involucrada, o en los cuales, al menos, la
pérdida de la unidad interior está esencialmente limitada a ciertas facultades
intelectuales. Los delirios marcados y la coloración paranoide del cuadro mórbido son

OM
comunes a todas estas formas clínicas, que no pueden en todos los casos ser
rigurosamente separadas. Al mismo tiempo, existen anormalidades en la disposición,
pero hasta los últimos períodos de la enfermedad no aparecen ese embotamiento y esa
indiferencia que tan frecuentemente constituyen los primeros síntomas de la demencia
precoz. Por último, también la actividad aparece frecuentemente influenciada
mórbidamente, pero esencialmente sólo por los contenidos anormales del pensamiento
y por el humor. Sólo se observan indicios de tanto en tanto de desórdenes de la volición,

.C
tales como los que habitualmente acompañan la demencia precoz.
El agrupamiento de estos ataques paranoides, así como su delimitación de otros
estados similares, presenta las más grandes dificultades. Sabemos por cierto que los
fenómenos mórbidos aislados, por sí mismos, sólo nos proveen de medios muy poco
DD
confiables para la delimitación de las formas de las enfermedades. Por lo tanto, sólo se
puede tratar aquí de un primer intento provisorio de dividir en grupos los variados tipos
mórbidos paranoides. Si se examina cuidadosamente un considerable número de casos
que se acompañan de delirios permanentes, y si se excluyen las formas alcohólicas y
sifilíticas, siempre se encontrará que una parte muy considerable de éstos, según mi
experiencia alrededor del 40%, en pocos años exhiben las características de la demencia
precoz. Otra parte algo más grande cae en las formas parafrénicas, las que deberán ser
LA

descriptas aquí, el resto, esencialmente, en la paranoia verdadera.


Entre las parafrenias, nuevamente, alrededor de la mitad muestran esa mezcla de
delirios de persecución y de exaltación que se desarrollan lenta pero continuamente,
como fueron descriptos por Magnan bajo el nombre de «délire chronique à évolution
systématique». Ciertamente esta enfermedad de Magnan, en la medida en que se lo
puede juzgar a partir de las descripciones dadas, probablemente no sea una entidad
FI

clínica; de este modo, deberíamos incluir muchos casos, con marcados manierismos y
numerosos neologismos y que rápidamente terminan en debilitamiento mental, entre
las formas paranoides de la demencia precoz sin vacilación. Pero al mismo tiempo el
«délire chronique», en sus formas de desarrollo con su lento curso estirándose por
décadas, abarca una serie de casos que constituyen el núcleo del primer grupo mórbido


parafrénico a ser discutido aquí. Dado que el término francés «délire» tiene un
significado diferente al de nuestro término «Delirium», y como también el nombre
propuesto por Moebius para el estado mórbido, «paranoia completa», ya no se
corresponde con nuestros puntos de vista actuales, prefiero hablar, apoyándome en
Magnan, de una «parafrenia sistemática». Asociados a ella existen como pequeños
grupos, tal vez estrechamente relacionados entre sí, las formas expansivas y
confabulatorias de parafrenia; mientras que la última forma, la fantástica, parece tener
una presencia excepcional.

Parafrenia sistemática

La parafrenia sistemática está caracterizada por el desarrollo extremadamente


insidioso de un delirio de persecución continuamente progresivo, al cual se agregan más
tarde ideas de exaltación, sin deterioro de la personalidad. El comienzo de la

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

enfermedad a menudo consiste en un cambio en la conducta del paciente que se realiza


muy lentamente. Se vuelve gradualmente silencioso, tímido, a veces más soñador y
abstraído, a veces más desconfiado y sombrío, se repliega sobre sí mismo,
ocasionalmente mantiene conversaciones bizarras e incomprensibles, es llamativo en su
comportamiento, imprevisible y caprichoso en sus acciones. De vez en cuando aparece
una gran sensibilidad e irritabilidad; el paciente se torna excesivamente violento y
malévolo en ocasiones totalmente insignificantes, muestra un resentido odio y antipatía
hacia las personas de su entorno, a menudo hacia sus parientes más cercanos. Las
ideas de celos son especialmente frecuentes.
En el curso de los años, un delirio de persecución se torna más y más claro. El
paciente nota que es objeto de la atención general. Ante su aparición, los vecinos se
ponen en conciliábulo, se dan vuelta para mirarlo, lo observan. En la calle lo miran con

OM
fijeza; personas extrañas lo siguen, se miran entre ellos, se hacen señas; hay policías
por todas partes. Su llegada siempre ha sido previamente anunciada en los
restaurantes a los que concurre; se alude a él en los diarios; el sermón está dirigido a
él; debe haber algo detrás de todo esto. Un paciente pensaba que se lo observaba desde
la torre de la iglesia.
Los sentimientos de la gente que lo rodea parecen ser, al mismo tiempo, todo menos
amigables. Los internados lo miran sarcásticamente; cuchichean y hacen sonidos
misteriosos; se apartan unos de los otros tan pronto como él llega. En la mesa de

.C
habitúes en el restaurante se mofan de él; se dicen cosas raras; sus compañeros son
crueles; lo miran con recelo, lo evitan, lo saludan sin cortesía, se apartan de él. [...] Los
detectives se arremolinan a su alrededor; tiene la impresión de estar bajo control
policial. Siempre y en todas partes hay pinchazos, por todos lados chicana y hostilidad.
DD
«Nunca termina lo que sucede allí», decía un paciente. [...]
Gradualmente, la persecución se torna cada vez más evidente. El paciente ya no
puede encontrar descanso; se le hacen bromas siempre; todo se hace para desafiarlo: la
gente trabaja sistemáticamente en su contra. Se incita a los sirvientes en su contra, no
lo pueden soportar más; los niños ya no lo respetan; la gente trata de hacerle perder su
posición, de evitar que se case, de minar su existencia, de conducirlo a la noche de la
LA

locura. Las pacientes perciben que la gente está intentando deshonrarlas, seducirlas,
avergonzarlas. Se llevan a cabo asuntos secretos en la casa; personas extrañas están en
el pasillo. El paciente comprueba que están robando sus cosas, que hubo una «visita
domiciliaria secreta». [...] Bloquean el horno, dejan que el aire viciado entre en la
habitación, repentinamente se corta el agua; se ocultan las cartas. La cerveza produce
cólicos, el pan una quemadura en el cerebro, hay vapores envenenados en la casa; hay
FI

un polvo sospechoso en la cama; el doctor da una medicina azul que sin duda contiene
ácido prúsico y se tiene la intención de que provoque la muerte del paciente. Como
consecuencia de esto, el paciente se siente «espiado» en todas partes y amenazado,
inseguro aun con las puertas cerradas con llave. [...] Obviamente existe una
conspiración continua que lleva a cabo la persecución; a veces son los


socialdemócratas, la «guardia roja», a veces los francmasones, a veces los jesuitas, los
católicos, los espiritistas, el Emperador Alemán, la «Unión Central», los miembros del
club, los vecinos, los parientes, la esposa, pero especialmente las antiguas amantes,
quienes causan todo el daño.

Alucinaciones. Después de que este extremadamente atormentador estado de


desconfianza, incertidumbre y tensión, ha continuado, por regla general, durante años,
aparecen también alucinaciones reales, especialmente las auditivas. El paciente es-
cucha silbidos, notas falsas, ruidos fantásticos, comentarios de desaprobación, epítetos
insultantes, amenazas. Hay cuchicheos, transmisiones telegráficas, comunicaciones
telefónicas. [...] Todo el mundo lo insulta y lo persigue, todos saben con precisión las
circunstancias del paciente. A veces no se trata de percepciones sensoriales, sino de
«llamados espirituales», «inspiraciones», «el juego del pensamiento», «el diálogo del
pensamiento». A los pacientes se los capacita para ello mediante la hipnosis, son
interrogados espiritualmente, y responden en voz alta o tal vez sólo internamente. De

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

vez en cuando notan que sus pensamientos se dicen en voz alta, otros pueden oírlos.
Un paciente pensaba que sus vecinos se enojarían mucho si sus pensamientos fuesen
dichos en voz alta; otros escuchaban sus pensamientos silbados por locomotoras. Las
voces tal vez hablan en los pensamientos del paciente, lo critican, acompañan sus
acciones con comentarios.
Las alucinaciones de otros sentidos juegan un papel esencialmente más pequeño. El
paciente es «engañado con visiones», ve esqueletos, el diablo, personas que están
muertas, la Virgen María, una hostia sangrante, mujeres desnudas. A una paciente, las
caras de las personas se le aparecían cambiadas; creía que la gente se había puesto
máscaras u otras cabezas. La comida tiene un sabor abominable, apesta; la casa está
llena de olores raros; la ropa blanca y limpia huele a farmacia. Un paciente se quejaba
de sensaciones antinaturales y dolorosas, sentía misteriosas puñaladas como de una

OM
daga, pensaba que Satanás lo escupía; otro sentía que se lo golpeaba, que se le aba-
lanzaban encima, que se lo empujaba; una mujer pensaba que se la fotografiaba con
rayos Roentgen. Las pacientes tienen sensaciones, tironeos en los genitales, se sienten
espiritualmente casadas.

Ideas de influencia. La idea, que ocurre no infrecuentemente, de influencias


eléctricas, magnéticas, hipnóticas, puede del mismo modo estar frecuentemente
conectada con disestesias corporales, dolores agudos, contracciones, dolores sordos,

.C
descargas de corriente. Muchos pacientes hacen afirmaciones acerca de las influencias
sobre la voluntad. Reciben sugestiones mediante magnetismo; la gente quiere
apoderarse de sus pensamientos; personas que están muertas les dicen lo que deben
hacer. [...]
DD
Exaltación. Cuando el delirio de persecución ha continuado por una cantidad de
años y se ha ido desarrollando con un progreso lento o, como sucede mucho más
raramente, después de que la enfermedad ha existido sólo durante un tiempo breve, o
al comienzo de ella, el paciente produce, a veces más bien repentinamente, ideas
exaltadas. Al principio, ellas pueden mantenerse dentro de límites bastante modestos.
LA

Después de haber estado enferma durante algunos años, una mujer envió una carta al
emperador preguntándole cómo podría librarse de su marido y más adelante alababa su
propia conversación brillante, su voz clara como una campana, su fino tacto, su gran
talento. Otra paciente, que se sentía muy fastidiada, pensaba que ella debía de tener un
poder especial en sus ojos porque la gente no la podía mirar. Una tercera, después de
haber sido perseguida durante seis años, suponía que algún personaje de alta posición
FI

debía estar detrás de todo eso. [...]


Es muy común que los pacientes reclamen dinero. Grandes sumas que están
retenidas, deberían llegarles de una fuente u otra; se les ha dejado una herencia que ha
sido malversada. [...] Una paciente pensaba de vez en cuando que debía de haber
recibido un ingreso en el banco, otra estaba convencida de que un archiduque había


depositado algún dinero para ella, para su casamiento. Aparentemente, deducen su


conocimiento de tales cosas, lo más frecuentemente, de las alucinaciones auditivas en
las cuales se expresan sus secretos deseos.
En otro grupo de casos, se trata de relaciones eróticas con personas de elevada
posición. El paciente nota que una distinguida dama está interesada en él; una postal
que recibe, obviamente es de ella; personas de posición elevada se le acercan bajo toda
clase de disfraces. [...]
Otros exaltan a sus enemigos. Un paciente amenazaba con que, con la ayuda del
papa, él iba a encadenar a Bismarck; otro suponía que el resorte principal de todos los
problemas que lo aquejaban era Guillermo II, a quien consideraba su enemigo personal.
Pero mucho más frecuentemente, la exaltación de la posición concierne al paciente
mismo. El observa que es saludado por caballeros de rango, que los centinelas le hacen
señales de respeto, que se lo trata con una distinción especial; el policía que viaja por
todas partes detrás suyo fue designado por el Emperador para su protección. Algunos
se dirigen a él como Conde o Príncipe; los mozos hablan de Alteza, de Elector, ante su

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

aparición, inmediatamente abren un nuevo barril; tan pronto como comienza a comer,
las luces se encienden. [...] Escucha alusiones y [...] se le torna claro que es de elevado
linaje, que sus antecesores han jugado un gran papel, que posee grandes méritos y
derechos. Puede desplegar una capacidad y un conocimiento gigantescos, se siente un
personaje político de primera línea, un miembro de la Casa de los Lores y Vicecanciller
del Imperio, un pariente de la Casa reinante, en realidad, él mismo gobernante legítimo
del país. [...]
En un pequeño número de casos, las ideas exaltadas adquieren un contenido algo
religioso. [...] El paciente es enviado de Dios, es el Josué protestante, dice palabras de
autoridad divina. Una paciente declaraba que ella era una santa, que tenía la
clarividencia de una vidente, podía leer en los corazones de los hombres, presentía si
alguien iba a morir, entendía las cuatro facultades, era confortada por Dios; otra era

OM
llamada la novia de Cristo. Estos delirios están a menudo reflejados en todo tipo de
alucinaciones. La paciente mencionada vio al Niño Jesús al lado de su cama; la luz de
la custodia caía sobre ella. Ella oyó la voz de Dios que le daba órdenes y le comunicaba
respuestas a preguntas-pensamientos, por la noche sentía un aliento cálido y una cara
a su lado, percibía la cópula y luego oía al niño hablar en su vientre. [...]
Por otra parte, las percepciones inofensivas son interpretadas megalomaníacamente.
Un paciente afirmaba que el príncipe reinante había aparecido en el restaurante
disfrazado de «labriego», para su seguridad; otro vio a un propietario hacer movimientos

.C
con sus dedos y a un huésped sacudir su cabeza en respuesta; el concluyó, a partir de
esto, que estaban queriendo decirle a él que debería aceptar la suma que se le había
ofrecido.
Frecuentemente, las ideas de exaltación y de persecución llegan a tener cierta
DD
relación entre ellas. Su conjunción es aquí, como en varias otras enfermedades, tan
frecuente que apenas se puede dudar de que existe una conexión interna entre las dos.
Es común representarlo de este modo: que las elaboradas combinaciones que se hacen
para lastimarlos hacen que los pacientes piensen que debe existir alguna razón especial
relacionada con sus personas, o que el obstáculo que se interpone en el camino de la
realización de sus delirios de grandeza, engendra ideas de persecución. A veces
LA

realmente los pacientes expresan ideas que parecen indicar tal hilo de pensamiento. [...]
Mientras tanto, los intentos de explicación ofrecidos aquí por los pacientes, los que,
además, a menudo fracasan totalmente, apenas son más que razones pensadas
después del suceso; de otro modo, por cierto, ellas saldrían a la superficie mucho más
tempranamente. Como veremos más tarde en el delirio de absolución, en los
prisioneros, una perturbación emocional profunda que dura un muy largo tiempo
FI

engendra por sí misma la tendencia, en alguna medida, a huir de la inexorable realidad


a un mundo de ilusiones placenteras, proceso que seguramente significa un cierto
debilitamiento de la capacidad psíquica de resistencia. Como esto tiene que ver con un
proceso mórbido progresivo, se podría entender que las ideas exaltadas, por regla, no
aparecen usualmente hasta que el paciente ha llegado a prepararse para la lucha sin


esperanza contra los poderes hostiles.

Percepción. La percepción de los pacientes nunca está perturbada. Ellos están


lúcidos con respecto a su medio y a su situación, si no se tienen en cuenta las
interpretaciones erróneas causadas por los delirios. La comprensión de la enfermedad
está ausente por completo, aunque parece existir un cierto sentimiento mórbido, por lo
menos al principio. La esencia de las alucinaciones auditivas señalan eso; no
infrecuentemente están relacionadas con un desorden psíquico: «Allí es donde vive la
mujer tonta». «Lo vamos a llevar al loquero». Muchos pacientes se sienten «llevados a la
locura», que se les provoca una enfermedad cerebral, que se los estupidiza, sus
enemigos les van a hacer perder su entendimiento; otros intentan todo tipo de
experimentos para descubrir si se trata de alucinaciones o de percepciones reales. Al
final, sin embargo, la deliberación sana es invariablemente superada por las influencias
mórbidas, y el paciente permanece completamente sordo al razonamiento. [...]

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

Falsos recuerdos. La memoria y la retención no muestran, en general, ningún


desorden, pero con cierta frecuencia se observan falsos recuerdos delirantes. Los
pacientes informan que ya en la juventud fueron perseguidos, que sus experiencias ya
se hicieron públicas previamente en los periódicos, se las hicieron conocer, por lo
general con todo detalle. Anteriormente no habían prestado ninguna atención a ello,
pero ahora les sucede. [...] Un paciente informaba que ya en la escuela lo llamaban
«Príncipe»; su abuelo le dijo acerca de Guillermo I, «José, éste es tu abuelo». Más tarde
en el año 1886, se encontró con el Emperador Federico, quien tenía una cánula en la
garganta; se le dijo que era su padre. Esto le fue muy bien aclarado en todas partes; su
madre hablaba del Príncipe Heredero; en la carta de su patrocinador había una gran
suma de dinero; su tía le escribió a la muerte del Emperador Federico; en el tranvía
alguien dijo: «Ése es el Emperador Alemán». Se decía: «Dos emperadores al mismo

OM
tiempo, ese fue un nacimiento difícil», de lo cual él concluía que debía tener un
hermano gemelo.
Exactamente, experiencias delirantes de esta clase, que uno al principio estaría
inclinado a rastrear hasta las alucinaciones, a menudo prueban con un examen más
fino, ser falsos recuerdos. Un paciente contaba que hace muchos años un hombre
desconocido, había esparcido polvo envenenado en su frente a través del resquicio de la
puerta; al mismo tiempo escuchó el tintineo de una moneda de oro, signo de que el
hombre fue contratado por sus enemigos. Otro paciente afirmaba que se le habían

.C
hecho promesas solemnes en el Parlamento desde el escaño ministerial; un tercero
repetía un sinnúmero de largas conversaciones, que estaban relacionadas con sus
reclamos de una herencia, palabra por palabra, con tal lujo de detalles como jamás
sería posible encontrarlo en las alucinaciones reales, pero que es característico de los
DD
falsos recuerdos. [...]

Humor. Es al principio, en su mayor parte, ansioso, deprimido, incluso desesperado,


pero luego se torna más suspicaz, forzado, hostil, amenazante. Más tarde, cuando las
ideas exaltadas aparecen más claramente en un primer plano, los pacientes se vuelven
más auto-conscientes, altaneros, despectivos. Se apartan de las personas que los
LA

rodean, evitan relacionarse, van por caminos solitarios, a veces parecen bruscos e
inalcanzables, a veces formalmente amables y dignos, pero de vez en cuando pueden
ser agradables y accesibles, si no se considera la actitud delirante hacia el medio. En
sus afirmaciones orales o escritas habitualmente son hábiles y listos, hacen un relato
coherente y razonable de las cosas, refutan objeciones y al hacerlo, prestamente se
apasionan y excitan, o son rechazantes, no quieren admitir ninguna explicación,
FI

declaran que es superflua, ya se sabe todo sin ella.

Actividades. Las actividades de los pacientes están influenciadas fuertemente por


sus delirios. Es verdad que muchos pacientes pueden continuar viviendo por muchos
años en sus circunstancias habituales, sin desórdenes especialmente severos, pero al


mismo tiempo, su conducta entera muestra muy pronto el cambio mórbido profundo
que se ha producido en ellos. Aparte del hecho de que se encierran en sí mismos y se
tornan tristes y taciturnos, caen tarde o temprano en toda clase de disputas. Mantienen
soliloquios en voz alta, tamborilean y golpean sobre los muebles de la habitación, se
irritan sin causa reconocible; son insultantes, amenazantes, hacen ruido de noche.
Muchos pacientes se defienden desesperadamente contra las voces, se tapan los oídos,
silban o gritan fuerte para taparlas. Las voces le decían a una paciente que ella
solamente debía ser violentamente insultante; ella era así en voz alta o en pensamiento;
eso ayudaba. Un paciente era obligado por las voces a contestar continuamente
mediante el comentario: «El que calla, otorga».
A menudo se producen ataques repentinos de ansiedad. [...] Los pacientes cambian
frecuentemente de trabajo y de lugar de residencia. [...] A veces se llega a acciones
totalmente absurdas, probablemente causadas por los delirios. Una paciente se
quedaba parada durante horas al sol, se lavaba en el inodoro, arrancaba la piel de su
cara debido a que pequeños granos de jabón abrasivo habían penetrado en ella. [...]

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

Muy comúnmente, después de cierto tiempo, los pacientes piden ayuda a la policía, pi-
den protección contra las molestias, piden una explicación acerca de cuál es el motivo
por el que se los acusa, ponen avisos en los diarios para defenderse de supuestos
difamadores, apelan al público con un grito de angustia. [...]

Autodefensa. Cuando la tensión interna aumenta, los pacientes que se ven a sí


mismos desamparados y abandonados a la persecución, a menudo emprenden su
autodefensa. Piden cuentas a las personas que los ofendieron, o, en peticiones al
Emperador explican la ruin estafa que se está realizando con ellos, o tratan mediante
intentos deliberados de escapar de la detención en la institución para locos. Colman de
insultos a un policía, repentinamente dan una trompada a un indefenso vecino en la
mesa, por quien ellos imaginan ser insultados, arrojan piedras a los transeúntes, y, por

OM
último, atacan peligrosamente a sus supuestos perseguidores; se vuelven, como los de-
nominan los alienistas franceses, «perseguidores perseguidos». [...] Algunos pacientes
realizan intentos de suicidio para escapar de sus perseguidores.
Las ideas exaltadas pueden conducir a toda clase de acciones mórbidas. El paciente
va al banco para retirar la suma que tiene a su favor, trata de conseguir información
acerca de su linaje en el registro civil, repentinamente hace una propuesta de casa-
miento, atormenta en todas las formas posibles a su supuesta amada, quien a pesar de
todos los rechazos, aún le da a entender mediante una flor que él es bien recibido por

.C
ella. [...] Otros pacientes dan contribuciones notoriamente grandes en las colectas
públicas, escriben cartas a personajes de alta posición, van a la capital del país para
presentar sus respetos al soberano o para reclamar su derecho al trono. Una paciente le
pedía al príncipe reinante por carta que encontrara la dirección de una lavandera, la
DD
cual no había podido conseguir en la comisaría. [...] A muchos pacientes les gusta
mucho escribir, y redactan amplios petitorios a las más variadas autoridades y
personajes, no sólo acerca de sus propios negocios, sino también acerca de toda otra
cuestión posible: acerca del hacer trabajar en exceso a los caballos, de la transgresión
del descanso dominical, de la cuestión de la prostitución, planes para el mejoramiento
del mundo.
LA

Capacidad de trabajo. Los pacientes pueden conservarla bastante bien durante


largo tiempo. [...] Sin embargo, por la tensión y excitación internas y continuas, la
capacidad para realizar un trabajo fructífero y regular, en la mayor parte de los casos,
se ve afectada gradualmente pero en forma sustancial; el cambio frecuente de trabajo a
consecuencia de las ideas de persecución también opera desfavorablemente en esta
FI

dirección. Muchos pacientes, finalmente abandonan por completo el trabajo,


especialmente si las ideas exaltadas comienzan a hacer su aparición; viven el momento,
leen, sueñan, pasean, y esperan el cumplimiento de sus grandes esperanzas.

Curso general de la enfermedad. Es muy lento, pero, sin embargo, progresa




bastante continuamente. Sólo en una medida limitada parecen presentarse


fluctuaciones en su estado. Es verdad que los pacientes, especialmente en relación
inmediata con las dificultades de la vida, están a veces más excitados o más ansiosos, y
luego están otra vez más tranquilos, pero escasamente se trata de la desaparición real
de los fenómenos mórbidos, incluso si los pacientes tal vez son capaces
temporariamente de obligar a sus pensamientos delirantes a pasar a un segundo plano
o, por lo menos, de disimularlos.
En el curso de décadas, sin embargo, habitualmente se produce un cambio notorio
en la totalidad de la conducta psíquica. Ciertamente, está favorecido por la
circunstancia de que los pacientes, debido a sus acciones bizarras o peligrosas y
también a su comportamiento, después de un período de tiempo más o menos largo,
por lo general tienen que ser ubicados en una institución, y a menudo sufren
extremadamente por la privación de libertad. Sus delirios, que reciben renovada
nutrición de esto, se tornan de este modo más absurdos y más extraordinarios. Los
pacientes están en una guarida de asesinos, se sienten preocupados en todas las

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

formas posibles, se los masacra día y noche, se los agrede, se los espía con micrófonos,
se los cloroforma, son torturados por Satanás, sofocados por las corrientes fétidas y por
los rayos de veneno eléctricos. Los médicos están asociados a sus perseguidores; se les
inocula sífilis; se les hace tener venas varicosas y forúnculos; les despedazan los huesos
eléctricamente; se provocan emanaciones nocturnas; se atenta contra sus vidas con
furia inescrupulosa; son estupidizados mediante almohadas envenenadas. Hay pasajes
secretos en la institución; los pacientes son masacrados y devorados. [...]
El paciente [...] se vuelve presuntuoso y se enfurece fácilmente; colma a los visitantes
con explicaciones verborrágicas a menudo más bien vagas, a veces es insultante, cae en
el lenguaje más rudo; critica, es destructivo y agresivo. O se encierra en sí mismo,
actúa en forma independiente, se entierra en ocupaciones monótonas, produce
extensos documentos con repeticiones interminables de las mismas características del

OM
pensamiento, a veces en estilo rimbombante, con una ortografía bizarra y muchos
toques decorativos en la caligrafía; un paciente pintaba líneas o innumerables letras
aisladas. La forma de expresión ocasionalmente se torna caprichosa, especialmente en
estados de excitación, y la forma del habla, afectada. [...]
A pesar de todo esto y aún luego de que su enfermedad se ha extendido por veinte o
treinta años, los pacientes permanecen lúcidos en general acerca del tiempo y del
espacio, así como también acerca de su situación (en la medida en que sus delirios no
juegan un papel), y también racionales en su comportamiento (aquí también, aparte de

.C
las influencias delirantes). Son capaces de ocuparse, de asumir una actitud hacia los
hechos que suceden a su alrededor, son incluso accesibles y amables hacia los extraños
que no tienen ninguna relación con sus delirios, dan información en forma coherente y
comprensible. Pero, sobre todo, no parecen embotados ni pueriles, sino siempre
DD
interesados, alegres y vivaces. Varios de mis pacientes sabían cómo convencer
completamente a uno u otro miembro irreflexivo de su familia acerca de la veracidad de
las persecuciones y de sus elevadas pretensiones.

Desenlace de la enfermedad. Es una declinación psíquica con delirios persistentes


y, por lo general, también alucinaciones sin desórdenes de la volición autónomos
LA

especialmente llamativos, y sin embotamiento emocional. No parece ocurrir una


recuperación; sin embargo, puede ser posible, ciertamente, que casos aislados se
recuperen sin ser reconocidos. Por otro lado, no se alcanzan grados más elevados de
demencia; aun después de una duración muy larga de la enfermedad, extendiéndose
veinte o treinta años o más, no se produce una real desintegración de la personalidad
psíquica.
FI

La proporción del sexo masculino en mis casos fue del 60%. Algo más de la mitad de
los pacientes tenían, al principio de la enfermedad, entre treinta y cuarenta años; un
poco más del 20% entre cuarenta y cincuenta años; solo unos casos aislados
comenzaron antes de los veinticinco o después de los cincuenta años. Por consiguiente,
es verdad para esta enfermedad también, lo que fuimos capaces de establecer en las


formas delirantes de la demencia precoz, que sólo alcanzan el desarrollo en los años
más maduros. Esta circunstancia podría suscitar la sospecha de que los detalles
clínicos tal vez dependan más de la forma de reacción de la personalidad desarrollada,
que de la particularidad del proceso mórbido fundamental.
No me pareció que estuviera presente una tara hereditaria especialmente severa; sin
embargo, no daría importancia a esto; por un lado, considerando el relativamente
pequeño número de casos, y también debido a la circunstancia de que muchos de ellos
se remontaban hasta treinta o cuarenta años atrás y, por lo tanto, la historia previa era
frecuentemente incompleta. En una serie de pacientes había informes de una
disposición peculiar. Algunos fueron descriptos como muy piadosos, otros, como
inclinados a la depresión o como débiles y sensibles, uno como resentido y malévolo. A
un paciente se lo consideraba muy dotado; otro era un autor inteligente que se
inclinaba a ser visionario; un tercero, un excelente jugador de ajedrez. Estas
experiencias testifican en contra de la opinión de Magnan, quien intentó separar su
«délire chronique» de los «desórdenes mentales de los degenerados». De los últimos se

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

dice que se distinguen por un desarrollo rápido, por frecuentes cambios de estados, por
la conjunción de delirios de diferentes clases y la desaparición de las alucinaciones
auditivas en relación a las de los otros sentidos. No he sido capaz de convencerme a mí
mismo de que estas diferencias pueden ser ubicadas en relación causal con la
existencia o ausencia de degeneración. [...] Por lo tanto, podremos suponer con derecho
que la enfermedad es engendrada por causas internas, pero acerca de qué clases,
ciertamente no nos es posible, en la actualidad, ni siquiera hacer hipótesis.

Delimitación. Es sobre todo la conservación permanente de la personalidad psíquica


lo que me ha llevado a separar el grupo mórbido aquí descripto de las formas
paranoides de la demencia precoz. Ciertamente se permite la duda acerca de si se
justifica este punto de vista. En la demencia precoz también, especialmente en las

OM
formas paranoides, la desintegración de la personalidad puede no tener lugar, como
hemos visto en el debilitamiento mental alucinatorio o paranoide. Pero es obvio que en
esos casos terminales tenemos que tratar con procesos mórbidos que han hecho su
curso y terminado en una recuperación con defecto, y simplemente debido a esto, estos
casos no han progresado hacia las formas más severas de la demencia, tales como las
que constituyen el desenlace de otros casos paranoides de demencia precoz. Bien
podemos imaginar, y podemos ocasionalmente incluso experimentarlo realmente, que
un nuevo brote de la enfermedad puede todavía transformar el debilitamiento mental

.C
alucinatorio o paranoide en una demencia idiota, pueril, negativista o embotada.
Sin embargo, parece que las circunstancias son algo diferentes en este caso. La
enfermedad, después de unos años, no permanece estacionarla, dejando un estado
terminal esencialmente uniforme y permanente, sino que progresa, aunque muy
DD
lentamente, incluso después de una o dos décadas, continuamente, y casi nunca, o sólo
después de una duración excepcionalmente larga, lleva a un estado terminal inalterado,
el cual, sin embargo, aun escasamente daña la conexión interna de la personalidad
psíquica. En contra de esto, se puede decir, ciertamente, que sólo separamos los casos
de demencia precoz que tienen un curso muy lento y relativamente moderado, y que los
indicios de los desórdenes que encontramos allí no son de ningún modo raros en los
LA

últimos períodos de la enfermedad: incoherencia de los delirios, uso de expresiones


bizarras y de juegos de palabras tontos e influencia sobre la voluntad. Pero, por el otro
lado, las particularidades del curso citado, así como la rareza y la levedad de los
desórdenes mencionados, podrían ser un indicio de que estamos tratando aquí con un
proceso mórbido particular, diferente de la demencia precoz.
Mientras tanto, debe permanecer sin decidir si la línea limítrofe indicada aquí es
FI

exacta y si ha sido trazada en el lugar correcto. En todo caso, es a menudo muy difícil
todavía, en la actualidad, decidir al comienzo de la enfermedad si se trata de una
demencia precoz o de una parafrenia sistemática. La evidencia para la última consiste,
sobre todo, en la muy tardía aparición de alucinaciones notorias, a pesar de un delirio
de persecución que ha existido ya por muchos años, además, en una elaboración


mental detallada de los delirios, vivacidad y apasionamiento de la reacción emocional,


ausencia de desórdenes de la volición autónomos, conservación del sentido y de la ra-
cionalidad en el comportamiento y en la acción, coincidiendo con delirios que ya están
avanzados.
Nos encontramos con dificultades casi tan grandes en el intento de trazar la línea de
separación con respecto a la paranoia como las de la separación de la demencia precoz.
Como esta tarea no puede ser comenzada sin primero establecer más exactamente la
concepción de la paranoia, la cual está todavía fluctuando dentro de los más amplios
límites, estaremos obligados a posponer hasta entonces la discusión de la cuestión.
Una separación en el amplio territorio de las psicosis que están acompañadas por
delirios progresivos, como será meramente indicado aquí, es quizás posible en la
medida en que ubiquemos de un lado, aquellos casos mórbidos en los cuales tenemos
razón de suponer el curso de procesos mórbidos definidos, mientras en el otro lado,
deberían ubicarse aquellas formas cuyas causas consideramos como constituidas por la
influencia del estímulo de la vida sobre personalidades mórbidamente dispuestas. [...]

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

Finalmente, todavía debe considerarse en unas pocas palabras, la separación del


estado mórbido discutido aquí, de otros ataques paranoides. De las formas alcohólicas,
se la distingue sobre todo por su desarrollo insidioso y su curso continuamente
progresivo, mientras en las anteriores, nos conectamos estrechamente con una forma
de desorden mental agudo, o por lo menos subagudo y, por regla, con el desarrollo de
una declinación psíquica claramente marcada después de un tiempo relativamente
corto. Más aún, en los ataques alcohólicos las alucinaciones están en el primer plano
del cuadro clínico desde el principio, en la parafrenia sólo aparecen después de años.
También más tarde, ellas juegan en los ataques alcohólicos un papel esencialmente
importante; las interpretaciones mórbidas, las suposiciones, los presentimientos, por
otro lado, desaparecen totalmente. El estado del humor es en los bebedores más alegre
o indiferente, mucho menos irritable y tenso que en los pacientes aquí estudiados. Los

OM
fenómenos de debilidad psíquica, la insensatez de los delirios, la incoherencia en la
conversación, el embotamiento emocional, la docilidad, aparecen en los últimos mucho
más rápida y marcadamente. [...]
Si ahora consideramos el delirio presenil de perjuicio, que por el momento está, es
cierto, muy imprecisamente delimitado, deberá recordarse especialmente el carácter
indefinido e indistinto de los delirios, lo que es peculiar de esa enfermedad. Los delirios
no están mentalmente elaborados; ellos siguen siendo suposiciones y temores
engendrados renovadamente en el momento y a menudo cambiantes; ellos vienen y van,

.C
y pueden ser desalojados mediante la persuasión, siendo totalmente diferentes de los
delirios en la parafrenia, los cuales toman forma lentamente, pero luego persisten con
gran estabilidad y se vuelven más grandes en extensión. No debe negarse, sin embargo,
que en los tempranos períodos prodrómicos de la enfermedad, esta marca diferencial
DD
puede estar ausente en ciertas circunstancias. [...]

Parafrenia expansiva

Entre los grupos más pequeños de enfermedades, a cuya discusión debemos


LA

dedicarnos ahora, la forma expansiva de la parafrenia está caracterizada por el


desarrollo de una megalomanía exuberante con humor predominantemente exaltado y
excitación leve. La enfermedad comienza, por regla general, gradualmente, pero también
a veces subagudamente. Ocasionalmente, parece preceder un período de ansiedad y
depresión; una mujer soltera de edad avanzada creía que estaba embarazada, y se
ponía polleras ajustadas para disimular su estado. La esencia de la megalomanía era,
FI

en la mitad de mis casos, erótica; afectaba exclusivamente a pacientes mujeres. La


paciente nota que un caballero la mira de un modo tan peculiar, sonríe, le hace señas,
la sigue, la espera en la ventana. En la calle se comenta acerca de ello; personas de
posición elevada están interesadas en el asunto; la Virgen María da una señal. Todo el
mundo lo sabe; el asunto es la comidilla de la ciudad. [...] Los avisos en los diarios, las


películas y los artículos, en realidad incluso los discursos en el Parlamento contienen


alusiones. Un compromiso secreto con el «novio espiritual» tiene lugar, de lo cual la
paciente se entera a partir de indicios en la calle; se la saluda con gran reverencia. Por
ello se le torna claro que debe haber alguna circunstancia especial relacionada con su
amante; él es un oficial de alto rango en el ejército, un príncipe, en realidad el propio
Rey, o incluso el Papa. [...]
En una segunda serie de casos, ideas religiosas de exaltación ocupan el primer
plano. Los pacientes notan que la gente habla de ellos como de santos; el cura declara
desde el púlpito que ellos lo son; la custodia se inclina; a veces tienen un halo alrededor
de su cabeza. Reciben inspiración y revelaciones de Dios, poseen el don de la profecía,
se tratan con Cristo, son sin pecado, son mediadores entre Dios y la humanidad, son
instrumentos e hijas de Dios, pueden obrar milagros; han recibido una gracia especial,
deben cooperar en la redención del mundo, en la «catástrofe final». [...]
Junto con esto, aparecen frecuentemente toda clase de ideas exaltadas. Por sobre
todas las cosas, los pacientes reclaman una gran cantidad de dinero. Debido a que ellos

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

redimen a las pobres almas mediante la oración, se han recolectado millones para ellos,
los cuales les han sido prometidos; también van a obtener una casa, las casas del
vecindario les pertenecen. Son enormemente ricos; debe haber dinero allí. [...] Otros
pacientes permanecen jóvenes siempre, dudan acerca de si sus padres eran los
verdaderos, son de alto linaje, adquieren grandes títulos; son gobernantes del mundo,
hombre y mujer al mismo tiempo, realezas, son el destino del mundo; su conocimiento
es grande y de inapreciable valor, llena el mundo entero; lo que ellos dicen, sucede. [...]

Alucinaciones. Aparecen casi siempre bastante pronto. Los pacientes tienen


numerosas visiones, en su mayor parte probablemente más parecidas a sueños, ven la
imagen en el altar mayor transformada, la Santa Trinidad, un hombre con cabeza de
cocodrilo luchando con San Miguel, Cristo en la Cruz, el Niño Jesús, la Virgen María

OM
sobre un árbol, una custodia flotando en el aire, la corona de un rey con rosas alpinas y
cisnes en el cielo, procedimientos eróticos; en el agua de la fuente aparecen siluetas; la
luz estalla en llamaradas tan pronto como ponen los pies en la iglesia. Por la noche
viene el Rey; hablan con él, se les pregunta si les gustaría casarse con el Emperador, el
Rey o Su Alteza Real. Voces celestiales llaman; la gente las llama Santas; el Papa les
habla, Dios, el Santo Sacramento y el Espíritu Santo les dan continuamente una
respuesta a la pregunta acerca de qué deberían hacer; se los dicen en voz baja, sólo
perceptible para ellas. [...] Los vecinos cuchichean secretamente, [...] se habla sobre los

.C
asuntos de las pacientes; escuchan todo lo que se dice en la casa. [...] Las voces [...] a
veces se reducen [...] a diálogos interiores; a los pensamientos siguen respuestas.

Ideas de persecución. Invariablemente, de la mano de la megalomanía, hay ideas de


DD
persecución, las cuales, sin embargo, en la totalidad del cuadro clínico, no adquieren
una posición de dominio como en la forma precedente. Los pacientes deben sufrir
juicios, deben ser oprimidos; el peligro está amenazando. Se los maltrata, se ríen de
ellos; la gente escupe delante de ellos, carraspea, se suena la nariz, los amenaza con el
puño, los golpea en la calle con paquetes, les vierte agua, golpea a las puertas, deja
correr el agua; todo el mundo está en el complot. Se les retiene el dinero que les debería
LA

llegar; se ocultan sus cartas, les roban sus cosas. Se los envenena, se los magnetiza;
sus pensamientos son descifrados por los médicos por medio de aparatos. La gente está
esperándolos, quiere abusar de ellos sexualmente, sus maridos quieren librarse de ellas
para poder entrar en relaciones indecorosas sin problemas. [...] En los diarios hay
alusiones malévolas. [...] Aquí también las alucinaciones pueden jugar un papel. [...]
FI

Falsos recuerdos. Durante este desarrollo, la percepción, la orientación, la memoria


y la retención no están esencialmente perturbados en los pacientes. Sin embargo, no
infrecuentemente ocurren falsos recuerdos. Las profecías citadas arriba dependen de
ellos. Muchos pacientes afirman que ya habían sabido de antemano que ellos vendrían
a la institución, también sabían cómo se veían las cosas allí; saludan a los pacientes


como a viejos amigos. [...] Las personas del vecindario son a menudo tomadas por otras
de un modo delirante; son príncipes y nobles; una paciente, durante muchos años,
llamaba al médico: «Pequeño tío de Nassau», incluso después de una ausencia de
algunos años. [...]
No existe una comprensión de la enfermedad. Los pacientes, por cierto en forma
ocasional, cuando se los reprende, retraen algunos de los delirios a los que han dado
expresión, pero inmediatamente después vuelven con ideas similares. Una paciente,
quien descubrió en los periódicos las alusiones más absurdas a sus asuntos, hablaba
de su «delirio del periódico», pero al mismo tiempo continuaba sus interpretaciones
inquebrantablemente.

Humor. Es auto-consciente, alegre, a menudo no forzado y también irresponsable.


Los pacientes tienen inclinación a las bromas y a los chistes, o están radiantes y
sonrientes de felicidad. Se intercalan momentos en los que están irritables, son
pretensiosos, presuntuosos o desconfiados, rechazantes. En su conducta parecen, por

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

lo general, razonables, accesibles, agradables, pero caen fácilmente en una excitación


intensa si las personas se ocupan de ellos durante un tiempo considerable, caen en un
tono de prédica, dejan fluir un enorme torrente de palabras, declaman, profetizan,
insultan, amenazan con hacer marchar a todo un regimiento, dan expresión a terribles
maldiciones.

Actividades. Los pacientes están a menudo bajo el dominio de sus delirios. Tratan
de acercarse al objeto de su amor, escriben cartas, responden avisos de los diarios,
hacen preparativos para casarse. [...] Otros pacientes tratan de llegar a poseer el dinero
que se les ha retenido; una mujer trató de entrar por la fuerza al Palacio Real y gritaba
desde la ventana que ella apuñalaría al soberano porque no le había pagado las sumas
de dinero que le debía por la salvación de almas. Otra paciente fue a Viena a prevenir,

OM
mediante sus plegarlas, que la plaga se extendiera allí; un paciente corrió
repentinamente hasta el altar durante el servicio y comenzó a predicar.
Aparte de tales desvíos y de los más transitorios, aunque a menudo muy violentos,
estados de excitación, los pacientes pueden parecer bastante discretos y pueden
ocuparse razonablemente. A menudo, sin embargo, despliegan un comportamiento algo
afectado, pomposo, meloso. Muchos pacientes redactan amplios documentos,
rimbombantes y ampulosos. [...]

.C
Curso posterior. El cuadro mórbido, por regla general, sólo cambia lentamente, en
la medida en que puedo juzgarlo a partir de los pocos casos que fueron observados
durante más de una década. Los pacientes se mantienen en general razonables y
lúcidos, pero adhieren firmemente a sus delirios, los cuales tal vez se tornan algo más
DD
absurdos y más incoherentes. Son locuaces, verborrágicos, distraídos, y al mismo
tiempo vivaces, accesibles y dóciles; muestran un humor cambiante, predomi-
nantemente confiado y exaltado, no causan ninguna dificultad especial en el
tratamiento médico. Aparte de una gran falta de juicio, de una cierta incoherencia, de la
superficialidad de las emociones, y de la debilidad de la volición, no parece establecerse
ninguna demencia profunda, al menos, ninguna desintegración de la personalidad
LA

psíquica.
Vale la pena hacer notar que los pacientes que he descripto eran en su mayoría
mujeres. El comienzo de la enfermedad fue, en las tres cuartas partes de los casos,
entre los treinta y los cincuenta años; un caso comenzó a los sesenta y cuatro años de
edad, sin que hubiese ninguna posibilidad de una demencia senil. No se pudo
encontrar ningún rastro de que hubiese ninguna tara hereditaria especialmente severa,
FI

y del mismo modo con respecto a causas externas de enfermedad. Una paciente estaba
artísticamente dotada, otra siempre había estado excitada; se informó que un paciente
hombre era muy religioso y poco dotado intelectualmente; también en varios otros
casos, probablemente habían existido durante un largo tiempo rasgos llamativos en el
carácter.


Delimitación. Es dudoso que los estados mórbidos agrupados aquí en forma


experimental constituyan realmente una entidad clínica. Por otra parte, considero, casi
con certeza, que no pueden ser ubicados sin dificultad en alguna de las formas mór-
bidas que nos son por otro lado conocidas. Se distinguen de la demencia precoz por el
daño llamativamente leve a la personalidad psíquica, aún después de una duración de
muchos años, a pesar de la existencia continua de los fenómenos mórbidos, se
distinguen además por la ausencia de todo desorden volitivo autónomo aparte de la
afectación, que está tal vez conectada con las ideas exaltadas, y a partir de los indicios
de influencia sobre la voluntad, que aparecen de vez en cuando. No sin importancia es
tal vez también la circunstancia de que aquí, las alucinaciones auditivas y sobre todo
las influencias corporales como sucesos delirantes, van completamente a un segundo
plano, detrás de las alucinaciones visuales, las interpretaciones y los falsos recuerdos.
Esta circunstancia también juega un papel para su separación de la parafrenia
sistematizada. Pero a esto se agrega el desarrollo frecuentemente más rápido de la

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

enfermedad, y especialmente el humor permanentemente exaltado a pesar de las ideas


de persecución que aparecen igualmente, y el comportamiento accesible, agradable y
natural. Obviamente los pacientes no están ni remotamente tan atormentados como los
perseguidores perseguidos; la intromisión continua en su vida interior, la cual es
sentida en aquellos pacientes como tan extremadamente torturante, está casi ausente
en ellos.
Por un largo tiempo, consideré maníacos a una parte de los pacientes descriptos
aquí. Su humor alegre, a menudo exultante, propenso a las bromas, y su locuacidad
tediosa, como también sus estallidos de excitación, los cuales rápidamente empeoran
por estimulación externa, hace que esta interpretación llegue a ser, a veces,
extraordinariamente probable. Sin embargo, se trata aquí en primer lugar solamente de
ataques únicos, los que, más aún, pueden continuar sin un cambio esencial por un

OM
tiempo ilimitado; algunas de mis observaciones se extienden por doce, catorce,
dieciocho años. Además, después de un tiempo considerable, es inequívoco el desarrollo
gradual de un estado de debilidad psíquica con continuación de los delirios. Por último,
la excitación es a menudo muy leve, puede incluso estar totalmente ausente, o notarse
sólo ante la estimulación, de modo que los pacientes no despliegan otra cosa que una
alegría irracional y un comportamiento confiado, sin de ningún modo dejarse
desconcertar por sus delirios. Estos son los casos, supongo yo, que hicieron que
Thalbitzer propusiera su «locura delirante maníaca», la cual, sin embargo, puede incluir

.C
todavía más casos de otra clase.
El predominio tan fuertemente marcado del sexo femenino podría señalar más aún
las distintas relaciones con la locura maníaco-depresiva. Pero tal vez esté más
aproximada la idea de un componente histérico. La frecuencia de experiencias
DD
visionarias, el comportamiento auto-consciente, pomposo, la ingenuidad del habla, la
susceptibilidad a la influencia, la tendencia a hacerse notar, por cierto a menudo
recuerdan la conducta de muchos de los histéricos. Uno de mis pacientes hasta tuvo
ataques histéricos reales; en otro la enfermedad aparentemente comenzó en forma de
«sueño magnético» con visiones religiosas oníricas, que duraron cuatro meses casi sin
interrupción. Sin embargo, en vista de los delirios y alucinaciones persistentes, del
LA

lento desarrollo de la enfermedad en edad avanzada, y de la evolución del deterioro


psíquico, naturalmente no puede tratarse de un verdadero desorden psíquico histérico,
aparte totalmente del hecho de que los fenómenos que señalan en esa dirección se
observan sólo en una minoría de los casos.
FI

Parafrenia confabulatoria

La siguiente forma, tal vez relacionada con la anterior, la parafrenia confabulatoria,


que ciertamente incluye sólo un pequeño número de casos, se distingue por el papel
dominante que los falsos recuerdos desempeñan en ella. El comienzo parece ser a veces


un cambio en la conducta de los pacientes. Se tornan callados, reservados, irritables, se


aíslan, rumian mucho y luego gradualmente salen con una narración de experiencias
muy extraordinarias en el sentido de delirios de persecución y exaltación. Se sienten
abandonados; son perseguidos, robados, van a ser envenenados. Por todas partes hay
señales sospechosas, se arrojan piedras, se rompen las ventanas, se tiran tiros. La
gente calumnia, insulta y los amenaza, les tose, les sacan la lengua; los anarquistas los
esperan; una caja fuerte con títulos adentro fue robada; el Rey de Prusia los asesinará;
se los vende con fines inmorales, se los ataca, se los decapita. Muchos pacientes tam-
bién escuchan voces, cuchicheos en voz baja; alguien habla en sus oídos y les dice lo
que ellos mismos querían decir; la gente está cuchicheando en secreto y riendo.
A veces la persecución se remonta a la niñez. Ya en la escuela la gente apuntaba a
arruinar al paciente. Sus parientes se burlaban de él, su maestro lo maltrataba, era
tentado a masturbarse, iba a ser «arruinado por los malos hábitos»; su madre quería
envenenarlo con una manzana. Entonces cayó en los peligros más extraordinarios. Las
personas con las que estaba en contacto eran asesinos y alcahuetes, utilizaban un

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

lenguaje ofensivo, masacraban a la gente, enterraban los cadáveres o los empaquetaban


en cajas para hundirlos en el agua. Se le anunció que ahora también vendría su turno;
la gente apuntaba a él, iban a masacrarlo con un largo cuchillo, a hacerlo estallar en el
aire con una máquina infernal; hace cinco años vio a una muchacha en la estación del
ferrocarril que iba a tirar una bomba, y él lo evitó justo a tiempo. Todas estas
experiencias son narradas con la más exacta descripción de los detalles, como sucesos
que hubiesen ocurrido muy recientemente. [...]

Megalomanía. Las fuentes fabulatorias de la megalomanía fluyen todavía más


abundantemente. El paciente desciende de una familia real, es el hijo ilegítimo de un
príncipe, [...] ya en la niñez fue abandonado para que muriese de hambre. [...] Los
pacientes exponen con la más profunda convicción un enorme número de historias

OM
extraordinarias, bajo la forma de experiencias personales. Pueden describir exac-
tamente cada mirada de las personas involucradas; informan cada palabra, aun cuando
los sucesos se refieran a décadas atrás. «Esto es tan claro para mí como si lo viera
suceder delante mío con mis propios ojos», declaraba un paciente. A veces, las a me-
nudo repetidas descripciones se fijan en la mente del paciente de tal modo que las
repiten casi con las mismas palabras. Pero, especialmente al comienzo, es posible, a
veces, mediante preguntas, hacer agregar al paciente nuevos detalles, y ellos mismos
producen continuamente agregados que mientras tanto se les han ocurrido. [...]

.C
Los pacientes frecuentemente se toman a la ligera la llamativa circunstancia de que
anteriormente ellos no percibían sus experiencias. Las habían olvidado completamente,
no han pensado más acerca de ellas, no las utilizaban, sólo más tarde, todo les sucedió
nuevamente. Una paciente decía que ella pensó por primera vez nuevamente en ellas,
DD
cuando un susurro como de un apuntador le había hecho recordar todo, pensaba que
su madre, quien había predicho muchos de los hechos de su vida, le había alejado esas
ideas. «Ella lo entendía».
La manera en la cual los pacientes en sus narraciones confabulatorias extraen
conclusiones, atestigua del fácil deslizamiento de su poder de imaginación. Un paciente
alegaba que había escuchado hablar francés, por lo tanto el Presidente de la República
LA

Francesa estaba presente; un compañero de trabajo hablaba de Brunswick, por lo


tanto, él era el Duque de Brunswick. Una paciente describió cómo el Rey dibujaba
pequeños arcos redondos sobre sus vestimentas con su dedo; obviamente quería
significar con esto el estilo del arco del palacio real en el cual ella había nacido. Otra
decía que había oído decir a la esposa de un guía en una galería de cuadros: «Se puede
hacer dinero en este boliche». A partir de esto estaba claro para ella que los originales
FI

de la galería habían sido secretamente reemplazados por imitaciones.


Es muy llamativa también la parte que los pacientes se atribuyen a sí mismos en sus
falsos recuerdos. Aunque, según sus relatos, se les decía de tantos modos que iban a
ser asesinados, no tomaban las más mínimas medidas de defensa o de fuga, seguían
asociándose durante semanas con personas que se daban a conocer como terribles


ladrones que también cometieron asesinato. Ellos habían tomado, según alegaban, con
la mayor ecuanimidad y habían olvidado rápidamente de nuevo, la información más
emocionante acerca de su linaje real, su herencia gigantesca, sus brillantes planes de
casamiento, y no se preocuparon más por el asunto posteriormente, hasta que, por ca-
sualidad, les sucedió nuevamente. El señalarles todas estas imposibilidades, sin
embargo, frecuentemente causa escasa impresión en los pacientes; admiten tal vez
temporariamente que era «todo una tontería», pero más tarde vuelven sobre ello.
El contenido de los falsos recuerdos no está de ningún modo limitado siempre a los
delirios actuales de persecución y de exaltación sino que está frecuentemente conectado
también con experiencias personales más remotas y con sucesos cotidianos. [...] Muy
frecuentemente, los falsos recuerdos, están también relacionados con el ambiente del
momento. A los pacientes todo les parece familiar; ya han estado antes en las
habitaciones de la institución; la casa y todo lo que les sucede les han sido descriptos
ya previamente. [...] Gradualmente recuerdan que han visto todo antes. El médico
también les es conocido. «No se haga el inocente, como si Ud. no tuviese nada que ver

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

con eso», decía una paciente. Las enfermeras, los otros pacientes, son viejos conocidos,
usan nombres falsos. [...]

Conciencia. La conciencia de los pacientes, a pesar de todos sus delirios absurdos,


permanece sin perturbación alguna. Los pacientes están tranquilos, perciben sin
dificultad, dan información clara y coherente, se comportan razonablemente. En la
medida en que no se tengan en cuenta los delirios, por lo general están perfectamente
lúcidos incluso acerca de su medio y de su situación, sin embargo, lo que sucede a su
alrededor a menudo les parece misterioso e incomprensible. «No podía explicármelo
todo, no tenía más que cortinas delante mío y pronto hubiera enloquecido», declaraba
un paciente.

OM
Humor. A pesar de las ideas de persecución es, por lo general, alegre, exaltado,
«totalmente feliz» y sin embargo, temporariamente ansioso o irritable. Los pacientes son
habitualmente muy accesibles, locuaces, verborrágicos, incoherentes, con una
tendencia a veces a juegos tontos de palabras. Constantemente inventan detalles
nuevos de sus recuerdos delirantes con gran vivacidad; defienden sus ideas con vigor y
habilidad, también se dejan guiar por ellas en su actividad. Van a la comisaría para
obtener información acerca de sus asuntos, dan información al fiscal público, tratan de
retirar el dinero del banco.

.C
Curso de la enfermedad. Parece ser progresivo. En su mayor parte el crecimiento
frondoso de falsos recuerdos sólo constituye un período de la enfermedad relativamente
corto, aún cuando las invenciones delirantes son retenidas por un tiempo considerable,
DD
repetidas, y tal vez aún adornadas un poco más. En el lapso de un año pueden haber
empalidecido completamente; los pacientes no quieren oír nada más acerca de ellos, no
saben más nada acerca de las historias, son evasivos: «Ése es un asunto privado». Al
mismo tiempo los delirios se tornan más absurdos, más incoherentes; el humor se
vuelve irritable, malhumorado o indiferente, de modo que no existe ninguna duda en lo
que se refiere al desarrollo de un deterioro psíquico. Desgraciadamente, de los casos
LA

que estaban a mi disposición solamente uno hasta ahora fue observado durante más de
una década, de modo que no soy capaz de hacer ninguna otra aseveración precisa
acerca del último destino de estos pacientes.
El estado mórbido extremadamente notable descripto aquí no es frecuente; en casi
treinta y cinco años apenas he visto algo más de una docena de casos típicos. Ambos
sexos parecen estar representados en partes iguales; según la edad, mis pacientes se
FI

distribuían bastante parejamente entre las tres décadas, desde los veinte hasta los
cincuenta años; ellos eran, por lo tanto, en promedio, algo más jóvenes que los casos
discutidos previamente. No tengo experiencias especiales para exponer en relación a las
causas de la enfermedad, excepto que de varios pacientes se afirmaba que habían sido
siempre silenciosos e introspectivos.


Delimitación. Como la caracterización del cuadro clínico descansa esencialmente


sobre un único síntoma clínico, ciertamente muy llamativo, pero que también ocurre en
forma menos marcada en otras formas de enfermedad, su lugar peculiar no debe
considerarse sólidamente fundado. Nitsche ha publicado uno de nuestros casos, de
acuerdo conmigo, como manía crónica. Mientras tanto, después de una más exacta
investigación de un número considerable de casos paranoides, me inclino a opinar que
es a este grupo al que pertenece. Muchas circunstancias, el comienzo relativamente
temprano, y la involución psíquica, ciertamente notoria por lo general después de al-
gunos años, indicarían una relación con la demencia precoz, especialmente con las
formas que han sido denominadas paranoia idiopática. Sin embargo, en la medida en
que los desenlaces del grupo aquí investigado y sus relaciones con la demencia precoz
no sean mejor aclarados mediante una más amplia serie de observaciones, me gustaría
asignarle un lugar para ella sola. Esta opinión está en todo caso sostenida por la
completa ausencia de ideas de influencia corporal y de desórdenes volitivos, a menos

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que el hacer muecas ocasionalmente y las conductas rígidamente rechazantes deban


considerarse como tales.

Parafrenia fantástica

A un último grupo de casos a ser investigado en este lugar, igualmente no muy


amplio, me gustaría denominarlo parafrenia fantástica; aquí se trata de un crecimiento
florido de delirios altamente extraordinarios, desconectados y cambiantes. Coincide en lo
esencial con la demencia paranoide, anteriormente descripta por mí; pero, como
mientras tanto, este término ha sido en general frecuentemente usado para las formas
delirantes de la demencia precoz, considero que para evitar malentendidos es

OM
conveniente adoptar un nuevo nombre. La enfermedad a menudo parece comenzar con
mal humor. El paciente se vuelve debilitado, apocado, deprimido, silencioso, ansioso,
sin una vitalidad apropiada, y a veces piensa en el suicidio.

Ideas de persecución. Aparecen luego gradualmente en la superficie. El paciente


nota que se lo mira de un cierto modo que las personas de la casa se divierte con él,
llevan conversa clones maliciosas, quieren su vida, escuchan detrás de la puerta, no lo
dejan en paz, se lo acosa. Está bajo permanente supervisión policial, es denunciado, se

.C
lo hace responsable de todo, va a ser castrado, castigado por robo con asesinato y
hurto; el sujeto de estudio y debe hacer penitencia en forma de experimentos, la gente
le quiere sacar su propiedad. Sus cartas no se despachan; en los periódicos se lo
insulta abiertamente; un destello de luz se envía a través de la habitación mediante
DD
electricidad; en su ausencia los vecinos entran por la fuerza a su casa, se llevan ropa,
estropean las cosas; son una banda de criminales. Aparecen oficiales con certificados
falsos y bajo nombres falsos; cambian a su esposa por otra persona. En su comida el
paciente encuentra saliva, heces, sangre humana; se lo estupidiza con cloroformo y
azufre; todo es empapado con ácido sulfúrico, está lleno de arsénico y fósforo; su cama
apesta, contiene serpientes.
LA

Alucinaciones auditivas. También aparecen ahora invariablemente. El paciente


escucha susurros, gorjeos, calumnias malvadas, voces susurrantes, voces de espíritus,
voces telefónicas desde el techo, «voces en público y cuando la gente se encuentra en la
calle». La gente lo persigue con el aparato telefónico; le reprochan sus faltas [...], lo
llaman, le informan que su familia está muerta, que es perdonado. El magistrado y la
FI

policía, el Emperador y las princesas hablan; su hermana llora subterráneamente.


Personas invisibles están en la habitación y hablan. [...] Los animales también pueden
hablar. [...] El paciente mantiene conversaciones con las voces, conversa con los
ministros en Berlín, habla por teléfono con Dios. Las voces lo acusan, lo alaban y lo
amenazan, le dictan, leen en voz alta lo que está en sus cartas y en los periódicos,


conocen sus pensamientos, se los dicen a él. [...] También hablan acerca de lo que hace.
«Ahora ella lo siente», dicen, cuando algo es doloroso; «ahora él está hablando en
francés de modo que no se lo puede entender». [...] Una paciente escuchaba voces que
estaban en constante contradicción con sus pensamientos. «Son espíritus extraños que
hablan desde adentro mío», declaraba un paciente. [...]

Alucinaciones visuales. Habitualmente juegan sólo un pequeño papel. Los


pacientes ven la luz de la corriente eléctrica, sombras oscuras que salen, el Salvador, el
Padre celestial, ángeles, insectos del polvillo en el aire, cuerpos flotando en el aire,
siluetas que cambian sus formas y tamaños; las personas son cambiadas mediante la
magia.

Disestesias e influencia. Por otra parte, la cenestesia y especialmente los delirios de


influencia personal, que están conectados con ella, ocupan un lugar muy grande en el
cuadro mórbido. Los pacientes se quejan de dolores y disestesias de todo tipo, se los

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tortura, se los flagela, se los deshonra; sienten puntadas en las piernas, en la cabeza y
en el pecho, quemazón en la uretra, hormigueo en el pene [...], se les dan inyecciones en
la piel, se los atonta [...], les cambian todo el cuerpo, les quitan sus pensamientos [y]
sus recuerdos. [...] «La gente tiene tal influencia sobre mí que es terrible», se quejaba un
paciente; [...] «Tienen influencia en todas las partes de mi cuerpo».
En casos aislados, estas sensaciones e ideas adquieren formas totalmente
prodigiosas. El paciente fue esterilizado, sólo tiene unas pocas piedras en el escroto;
quiebran sus huesos; arrancar su hígado, su bazo, sus pulmones, sus intestinos, la raíz
de si pene; su médula es succionada mediante instrumentos diabólicos, le beben sus
partes sexuales, cambian su esternón, cortan su clavícula de lado a lado cuatro veces;
rompieron su cabeza en pedazos diecinueve veces y las partes arrancadas fueron
reemplazadas por nuevas. Están derritiendo su cuerpo. [...] Toda clase de máquinas e

OM
impulsos lo tironean. [...] Pero lo más llamativo es que el paciente siente y ve a otras
personas deslizarse dentro de su cuerpo. Las personas desaparecen en él, se quedan
«en su forma», una multitud entera puede ser arrastrada por él. [...]
A veces las perturbaciones son de naturaleza marcadamente sexual. Se ha hecho
una réplica del paciente; tan pronto como se tocan sus partes sexuales, se lo estimula y
se lo tienta a pecar. [...] Un paciente afirmaba que se lo utilizaba para engendrar; las
personas se criaban dentro de él, se desarrollaban en su interior. Sentía que era
copulado a través de la nariz, la laringe, a través de heridas por las que pasaba la

.C
gente. Un órgano sexual femenino se desarrollaba sobre su ojo, mientras el resto del
cuerpo flotaba en el aire ante sus ojos; también en una herida de su pene, una niña de
nueve años jugaba con sus órganos sexuales. [...] Un paciente se sentía embarazado, se
autodenominaba Francisca, deseaba que lo libraran de sus genitales, que se lo ubicara
DD
en el Hospital de Maternidad, y quería llegar a ser la mujer más hermosa sobre la tierra.
Apenas menos incomprensibles que estas ideas de influencia y de ser poseído, son
los otros delirios producidos por los pacientes con una abundancia casi inagotable. En
parte pueden clasificarse como delirios de exaltación o de persecución; pero en parte se
trata de un juego totalmente insensato y sin objeto, con las más extraordinarias y
repentinas ideas. Sus allegados son cortados en pedazos, sus padres han degollado a
LA

sus dos hijos; en el depósito se masacra a 200 personas por día. [...] Existe una
empresa internacional para «librarse de personas» mediante ascensores en los hoteles,
los que inesperadamente caen en bóvedas subterráneas. [...] Millones de personas ya
han sido diariamente asesinadas; ciudades enteras están vacías; es un crimen
diabólico. Todos comen carne humana. [...] El paciente [...] tiene espíritus de insectos
en su cuerpo; [...] tiene tres corazones, ahora está sin corazón ni pulmones, ya está
FI

muerto, ya no puede pensar, tiene genitales femeninos.


Por otra parte, el paciente desciende de padres nobles, [...] fue sacado de una cuna
de oro para ser dado a un zapatero y su esposa. [...] Otros pacientes son el que está por
venir, Emperador y Dios, primero y último hombre, el primer príncipe desde el
comienzo del mundo, un ser sobrenatural [...]; Alteza Real, Majestad de los Cielos y de


la Tierra. [...] Por la gracia de Dios el paciente se ha vuelto infinitamente rico, recibirá
por su parcela de tierra una suma grandiosa, obtendrá millones en dinero y joyas. [...]
Ha estudiado las lenguas originales, tiene conocimiento de importantes secretos de
Estado. [...] Posee el método africano de vida de modo que no puede morir, tiene la
gracia, está al servicio de la Divinidad, recibe revelaciones de los espiritistas acerca de
la proximidad del fin del mundo; palabras de Dios fluyen de su boca; Dios vive en su
cuerpo. El relato de sus ampulosas ideas exaltadas conduce a veces a una emisión
extraordinaria de superlativos, con los cuales los pacientes intentan describir su
inconmensurable superioridad y sufrimiento. [...]

Falsos recuerdos. Frecuentemente los delirios revisten la forma de falsos recuerdos.


El paciente tenía desde el comienzo un alma agorera; de niño fue robado, insultado,
tuvo que resistir grandes luchas; hizo viajes a la China y al Polo Norte, fue designado
Rey de Baviera en el Parlamento hace nueve años. Fue extraído del Río Amazonas,
amasado con saliva, empequeñecido mediante vendajes de yeso blanco, perseguido con

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perros durante veinticinco años a través del reino animal. La gente quería
estrangularlo, decapitarlo, envenenarlo, arrojarlo desde la torre, matarlo con
electricidad. Era Cristo y Paris, Eva, Moisés, Alejandro Magno, Cesar, Victoria, María
Estuardo, La Señora de Orleans, Eugenia, Napoleón, fue asesinado varias veces. [...]
A veces, los delirios de esta clase se relacionan con cada idea surgida por casualidad;
el paciente experimentó por sí mismo cada suceso de la historia que se menciona en la
conversación; él era el Emperador Guillermo, Bismarck, Napoleón I y III, Alejandro III,
todos en una persona; si la conversación es acerca de hilanderías, declara que él mismo
posee grandes hilanderías en todas las ciudades de Alemania; le cuenta a los médicos
acerca de las más maravillosas operaciones que ha realizado como cirujano, ya conoce
a todos los pacientes recientemente admitidos, pues los conocía previamente; puede
narrar experiencias extraordinarias con ellos. [...]

OM
Es probable que toda clase de otras confabulaciones que no tienen la forma de
experiencias personales, estén estrechamente relacionadas con los falsos recuerdos. [...]
Un paciente elaboraba una amplia narración de relaciones históricas libremente
inventada, en la que declaraba que todas las familias reales eran espurias, que todas
las aseveraciones de la historia eran falsas; él había hecho muchas investigaciones,
había extraído mucho de los periódicos americanos y poseía excelentes capacidades
intelectuales. [...] Como [...] se puede apreciar [...], se trata siempre, no de círculos de
ideas conectadas, mentalmente elaboradas, sino de ideas del momento, repentinas,

.C
variadas y a menudo cambiantes, algunas de las cuales ciertamente son retenidas por
un tiempo, pero la mayoría son reemplazadas por creaciones siempre nuevas e
igualmente transitorias. [...]
Durante los extraordinarios delirios descriptos, los pacientes pueden ser
DD
completamente sensatos, lúcidos y razonables en su comportamiento; sin embargo, a
menudo confunden de un modo alucinatorio lo que los rodea y a las personas; están en
su reino, en la penitenciaría, en la guarida de asesinos del demonio, en la guarida de
violación, asesinato, prostitución y robo; ven personas conocidas a su alrededor,
personas de elevada posición, arpías, enemigos; el médico es Carlomagno. A veces los
pacientes tienen un cierto sentimiento del cambio que ha tenido lugar en ellos, pero no
LA

una clara comprensión de su importancia. [...]

Humor. Está, por lo general, algo exaltado o indiferente, pero a veces algo triste,
forzado e inclinado a la violencia. En las conversaciones de cierta extensión, los
pacientes caen en cierta excitación. Habitualmente exponen sus delirios con fluidez y
verba, a menudo de un modo confuso y vago, mientras que son capaces de dar
FI

información acerca de cuestiones remotas claramente y ciñéndose al tema. Con


frecuencia, su conducta está algo afectada y ocasionalmente se observan muecas. El
habla está, por lo general, salpicada por giros expresivos bizarros, pero especialmente
por neologismos. [...] Tampoco son infrecuentes los juegos de palabras tontos, las rimas
absurdas y los chistes. [...]


El curso de la forma mórbida aquí descripta es progresivo. Con el tiempo,


habitualmente las expresiones de los pacientes se tornan gradualmente más confusas y
más inconexas. Los neologismos y los raros giros expresivos prevalecen a menudo; el
comportamiento también se torna a menudo bizarro. Las emociones llegan a ser más
embotadas, con rápidos y explosivos estallidos de violencia y estados de excitación
transitorios. Muchos pacientes siguen siendo capaces de trabajar; otros están limitados
a discursos verborrágicos y a la redacción de extensos documentos apenas
comprensibles. La rapidez con la cual se desarrolla esta demencia parece ser muy
variable. A veces es ya notoriamente llamativa al cabo de cuatro o cinco años; sin
embargo, también conozco casos en los que después de una e incluso de varias
décadas, a pesar de los más extraordinarios delirios, no se podría hablar en absoluto de
una verdadera confusión o, al menos, no de un grado más elevado de debilitamiento
psíquico.
Entre mis pacientes predominaba el sexo masculino con el 60 o el 70 %; casi la

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mitad de los pacientes estaban entre los 30 y 40 años de edad, un cuarto de los
pacientes en cada una de las décadas por debajo y por encima de éstas. En un caso
hubo, a la edad de veintiún años, un estado de depresión que gradualmente
desapareció y que fue seguido, entre los cuarenta y cincuenta años, por el desarrollo de
ataques delirantes. Algunos de mis pacientes fueron descriptos como dotados, vivaces,
pero extravagantes, otros como frívolos, obstinados, tercos; varios de ellos tenían detrás
una carrera criminal y enfermaron en prisión.

Delimitación. Tampoco podemos decidir si esta forma corresponde a un proceso


mórbido independiente. No puede negarse que existen muchas similitudes con las
formas paranoides de la demencia precoz, especialmente con los casos que terminan en
una demencia idiota; también el hecho de enfermar en prisión, que ha sido observado

OM
repetidamente, podría ser esgrimido en favor de esta opinión. Sin embargo, el cuadro
clínico es tan peculiar que, mientras tanto, podría justificarse una descripción
separada, aún cuando más tarde resultara que existen transiciones graduales hacia las
formas mencionadas. En todo caso, es digno de mención que aquí, en comparación con
los desórdenes del intelecto tan extraordinariamente severos, el daño a la volición por el
proceso mórbido queda por completo en un segundo plano, si no tenemos en cuenta un
cierto manierismo y los desórdenes del habla. En relación con esto debe enfatizarse que
en general la actividad mental de los pacientes se conserva llamativamente bien.

.C
Pueden aparecer en su conversación extraordinariamente confusos, pero al mismo
tiempo ser vivaces y accesibles, y debido a la ausencia de desórdenes volitivos, actuar
muy razonablemente. En relación con esto, recordemos los casos de confusión en el
habla anteriormente descriptos, de los cuales, sin embargo, deben ser diferenciados por
DD
los delirios aquí tan extremadamente frondosos. Podría concebirse que existiera una
relación más estrecha entre estas dos formas, o por lo menos entre partes de ellas, ya
que en la actualidad, no somos todavía capaces de juzgar si los delirios bizarros
observados en esta forma pueden ser considerados, o no, como un síntoma mórbido
esencial. Naturalmente, también debe recordarse la posibilidad de que los casos
agrupados bajo este punto de vista, no sean tal vez, de la misma clase. [...]
LA
FI


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Nueva Cátedra de Psicopatología I

Cuadro comparativo
Entidad clínica Paranoia Parafrenias D emencia precoz
Edad de aparición 25-40 años. 30-50 años. Entre la ad olescencia y la
tercera d écad a.
Factores etiológicos Im p ortancia d e las cau sas Im p ortancia d e las cau sas Im p ortancia d e las cau sas
internas. Pred isp osición internas. internas, au nqu e en la 6ª
p revia y factores d esenca- ed ición se sitú a en u n lu -
d enantes. gar interm ed io, ap u ntan -
d o a p osibles trastornos
m etabólicos.

OM
Forma/s de comienzo Insid ioso. Pu ed e ser insid ioso o m ás Generalm ente bru sco.
bru sco, segú n la form a
clínica y el caso.
Curso clínico y estados Crónica, irreversible sin Crónica, irreversible, con Crónica, irreversible, con
terminales d éficit consid erable d e las d éficit tard ío y p arcial d e d éficit d e las fu nciones
fu nciones p síqu icas. las fu nciones p síqu icas. p síqu icas y p érd id a d e la
Cap acid ad d e trabajo re- eficiencia m ental y p rác-

.C
lativam ente conservad a. tica.
SEMIOLOGÍA
Conciencia Sin p articu larid ad es. Sin p articu larid ad es. En general clara, excep to
en cond iciones d e estu p or
DD
o excitación intensa.
Orientación Conservad a. Generalm ente conserva- Generalm ente conser-
d a, au nqu e p u ed e estar vad a, au nqu e p u ed e es-
alterad a d elirante o alu ci- tar alterad a d elirante o
natoriam ente. alu cinatoriam ente.
Voluntad y afectividad Conservación d e la fu n - Pertu rbación volitivo- Pertu rbación fu nd am en -
ción sintética d e la vo- afectiva d e carácter res- tal en las esferas volitiva
LA

lu ntad . Afectivid ad d e- tringid o. Pérd id a d e la u - y afectiva. Pérd id a d e las


p end iente d el d elirio y d e nid ad interior lim itad a a conexiones internas. A-
las circu nstancias. ciertas facu ltad es intelec- bu lia. Parabu lias. Au -
tu ales. H u m or alegre, tism o. Obed iencia au to-
exaltad o, irritable o m ás m ática. N egativism o. Ac-
FI

estable, segú n las form as tos im p u lsivos. «Ataxia


clínicas y los m om entos d e los sentim ientos» y
d e la enferm ed ad . em botam iento em ocional.
Atención Dep end iente d el d elirio. Sin alteraciones signifi- Pertu rbación d e la aten-
Pu ed e haber hip erp ro- cativas. ción volu ntaria.
sexia.


Memoria Conservación global d e la Conservación global d e la Conservación d e los re-


fu nción. Mecanism o re- fu nción. Im p ortancia d e cu erd os con p érd id a d el
trosp ectivo (reinterp reta- los «falsos recu erd os» ord enam iento y d ificu l-
ción d elirante d el p asa- ligad os a las id eas d eli- tad p ara la evocación
d o). En algu nos casos, rantes y alu cinaciones. volu ntaria. «Falsos re-
falsificación d e recu er- cu erd os» ligad os a las
d os d ep end iente d el d eli- id eas d elirantes y alu ci-
rio. naciones.
Curso del pensamiento Id ea d irectriz conservad a. Con el tiem p o, su ele ap a- Pérd id a d e la id ea d i-
En m om entos p rod u cti- recer cierta incoherencia. rectriz. Incoherencia. Es-
vos o d e excitación p u ed e Pu ed e haber aceleración, tereotip ias. Evasión.
haber cierta aceleración. ligad a al hu m or exalta- Com p u lsión d el p ensa-
d o. m iento (im p osición, ex-
tracción).

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Emil Kraepelin — Paranoia, demencia precoz, parafrenias

Contenido del Delirio sistem atizad o. Id eas d elirantes exu be- Frecu encia d e id eas d eli-
pensamiento Mecanism os interp reta- rantes y m al sistem atiza- rantes p olim orfas o m al
tivo y retrosp ectivo. Te- d as. Tem as d e p erju icio sistem atizad as. Tem as d e
m a central, con p red o- (p ersecu ción), exaltación influ encia y p osesión,
m inio d e la d irección d e e influ encia, en grad o va- p erju icio y m egalom anía.
p erju icio o la m egaló- riable segú n la form a clí-
m ana. nica.
Juicio Desviad o en relación con Desviad o. Desviad o.
el d elirio.
Percepción Au sencia o carácter m ar- Frecu encia d e alu cina- Frecu encia d e alu cina-
ginal d e alu cinaciones. ciones. Im p ortancia y ti- ciones d e d iversos tip os,
«Exp eriencias visiona- p o variables segú n la for- con im p ortancia d e las

OM
rias». m a clínica. voces. Carácter m ayor-
m ente d esagrad able (ór-
d enes, am enazas, inju -
rias).
Lenguaje y habla Sin alteraciones sintácti- Presencia d e neologis- Im p ortancia d e altera-
cas o sem ánticas ap re- m os, m enos m arcad a qu e ciones sintácticas y se-
ciables. Pu ed e haber lo- en la d em encia p recoz. m ánticas. N eologism os.
gorrea o m u tism o, d ep en- Pu ed e haber logorrea. Parafasias. Acatafasia. Ex-

.C
d ientes d el d elirio. p resiones herm éticas. A
veces m u sitaciones, m u -
tism o o vociferaciones.
Motricidad Sin p articu larid ad es. Sin p articu larid ad es. Estereotip ias m otrices.
DD
Manierism os. Crisis d e
excitación d esorganizad a.
Estu p or. Im p ortancia en
la form a catatónica.
Formas clínicas (8ª ed ición, 1909-13) (8ª ed ición, 1909-13) (6ª ed ición, 1899)
D e perjuicio: 1. Sistem ática. 1. H ebefrénica.
LA

1. Persecu toria. 2. Exp ansiva. 2. Catatónica.


2. Celotíp ica. 3. Confabu latoria. 3. Paranoid e.
4. Fantástica. +
Megalómanas: Form a sim p le (Bleu ler)
1. Inventores d elirantes. (agregad a en la 8ª ed i-
2. Delirio d e alta cu na. ción)
FI

3. Mística.
4. Erotom aníaca.


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