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Atenciosamente,
Karl Leonhard
Prefacio
decir, una interrupción de las uniones entre sistemas neuronales que conducía a una
pérdida de funciones o a una sobre o parafunción. Así, por ejemplo, la sejunción en
el campo de la psicomotricidad lleva a la aquinesia, a la hiperquinesia o a la para-
quinesia. Wernicke reclamó lo mismo para el pensamiento y las perturbaciones de la
voluntad. Por ello encontró en Karl Jaspers, que lo señaló como “mitólogo del cere-
bro”, a un poderoso opositor. Pero era evidente que Jaspers había pasado por alto lo
esencial en la investigación de Wernicke: la cuidadosa elaboración de los cuadros
psicopatológicos tanto en el corte transversal como en el curso a largo plazo, que
por su precisión tienen validez hasta el día de hoy. Wernicke acuñó, entre otros,
conceptos tan duraderos como “aquinesia”, “hiperquinesia”, “psicosis de angustia”.
Su alumno, Karl Kleist (1879-1960) fue tanto neurólogo en el sentido de Wer-
nicke como también psiquiatra y psicopatólogo que profundizó y amplió enormemen-
te las observaciones de Wernicke sobre la base de estudios extensos que pudo rea-
lizar en pacientes con traumas de cerebro (Hirntraumen) (Teichmann, 1990).
Ya en la época de Wernicke habían aparecido diferencias con la teoría de
Kraepelin y habían llevado a una cierta enemistad entre ambas personalidades. Esa
enemistad se prolongó también en Karl Kleist, que nunca había aceptado una divi-
sión tan grande como la que había sido emprendida por Kraepelin y sus alumnos.
Kleist dudó también de la unidad de la enfermedad maníaco-depresiva e hizo que su
alumna Edda Neele trabajara científicamente sobre las depresiones monopola-
res/bipolares (1949). También separó del campo de la enfermedad maníaco-
depresiva y de una parte de las esquizofrenias las psicosis cicloides. De sus obser-
vaciones surgen descripciones psicopatológicas magistrales que apenas pueden ser
superadas. Lamentablemente no tuvo tiempo para integrar todas las investigaciones
psicopatológicas, de manera que hay que buscarlas en diferentes trabajos origina-
les.
Karl Leonhard fue alumno de Kleist. En 1936 pasó de la clínica Gabersee a
Frankfurt/Main y trajo el concepto de “cuadros esquizofrénicos de defecto”. Con esto
obtuvo su habilitación con el acuerdo total de Kleist en la Universidad de Frankfurt.
Encontró aquí por primera vez una nítida separación de una gran parte de las en-
fermedades “esquizofrénicas” que no habían sido incluidas por Kleist y tampoco por
Leonhard en el grupo de las esquizofrenias, sino que eran para ellos “enfermedades
del sistema” del cerebro. Pensaron que esas esquizofrenias “sistemáticas” surgían
del terreno de una debilidad sistemática heredada constitutivamente o causada por
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vamente pocos casos. Esta circunstancia ha llevado a que se le reprochara que al-
gunas categorías las haya modelado por así decir en el tablero. De las experiencias
de años que mis colaboradores y yo pudimos hacer con él en las exploraciones, no
puedo recordar un solo caso en el que Leonhard no estuviera en condiciones de ex-
poner un tipo de enfermedad en todas sus diferenciaciones psicopatológicas, tal co-
mo se exponen en su trabajo. Por esa razón se pudo entender cada vez por qué su
forma de diagnóstico sigue siendo inaccesible para muchos. El diagnóstico de las
formas nosológicas subordinadas de Leonhard sólo es completo cuando se pueden
diagnosticar en el paciente todos los síntomas que se encuentran en sus descripcio-
nes. Bastan algunas modificaciones, sobre todo cualitativas, para excluir el diagnós-
tico correcto. Por lo tanto en sus descripciones no se trata sólo de impresiones clíni-
cas, descripciones artísticas, recuerdos o suposiciones, sino de descripciones psico-
patológicas modificadas durante décadas para lograr la exactitud empírica y que
presentan lo más importante del modo más certero. Se trata de operacionalizaciones
sumamente cuidadosas que describen conjuntos (Verbände) de síntomas firmes.
Tampoco se puede pensar que los síntomas, tal como los ve Leonhard, se dejen se-
parar de los conjuntos (Verbände) y formen otras unidades de enfermedades. Cada
perturbación del pensamiento, por ejemplo en las parafrenias sistemáticas, tiene una
forma característica propia y sólo se encuentra en esa forma subordinada. Lo mismo
vale para las alucinaciones acústicas, que en sí aparecen en casi todos los cuadros
psiquiátricos, pero para Leonhard reciben su significación nosológica sólo en un con-
junto de síntomas determinado, fijo, regular, en un síndrome. Si nos apartamos de
esa regularidad fija o no prestamos atención, nos equivocamos irremediablemente
en el diagnóstico. Numerosos científicos han tratado de “operacionalizar” a Leon-
hard, y fracasaron siempre, porque sólo lograron un cuadro inexacto, poco certero.
Por supuesto que esto aumenta la dificultad de la apropiación y transmisión. Pero si
sólo en la neurología, en la que esencialmente se trata de fenómenos de la motrici-
dad y sensibilidad, surgen dificultades tan grandes en el diagnóstico diferencial, ¿por
qué habrían de ser menores en las más elevadas funciones humanas, sobre todo si
los hallazgos neurológicos se facilitan notablemente gracias a los hallazgos somáti-
cos accesorios (Bildgebung, laboratorio, etcétera). Es de esperar aquí que también
en la psiquiatría se encuentre pronto, con el auxilio de los procedimientos de las
ciencias biológicas modernas, un diagnóstico accesorio que aporte mayor seguridad
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en ese campo. Hasta ahora sólo tenemos el dificultoso camino de la separación psi-
copatológica para lograr grupos de investigación lo más homogéneos posible.
Ya se han mostrado en forma impresionante los primeros éxitos en la clínica
genética gracias a esta separación nosológica (Franzek y Beckmann, 1991). Tam-
bién los métodos de terapia diferenciales encuentran así una explicación con mayor
sentido que si fueran aplicados en medida indiferenciada en un continuo psicótico
unitario (Beckmann y col., 1992).
En cuanto al pronóstico, la clasificación de las psicosis endógenas de Leonhard
aporta enormes ventajas y evita de esa manera los juicios erróneos, que han dado
tanto descrédito a nuestra profesión. Por otro lado preserva de las ilusiones engaño-
sas, alienta también los compromisos terapéuticos y modifica las exageraciones que
se encuentran aquí con tanta frecuencia.
En la investigación etiológica de las psicosis endógenas, una psicopatología di-
ferenciada en el sentido de Leonhard es imprescindible. También aquí se muestran
ya los primeros resultados alentadores, que fueron descriptos en parte por el mismo
Leonhard (Ungvari, 1993).
Las posibilidades de peligro por aislamiento infantil temprano en los matrimo-
nios con un solo hijo o por una ubicación diferente en la serie de hermanos son se-
ñaladas insistentemente. Otros investigadores encontraron incluso diferentes in-
fluencias del medio en la época prenatal en diferentes grupos nosológicos secunda-
rios (Stöber y col., 1993, 1994). También los procedimientos por imágenes aportaron
hallazgos totalmente diferentes en algunas formas nosológicas secundarias (Becker
y col., 1993). Se puede decir lo mismo respecto de las investigaciones electroencefa-
lográficas (Strik y col., Warkentin y col., 1992).
El autor de este Prefacio conoció la validez del concepto de Leonhard durante
años a su lado. Con sus colaboradores Ernst Franzek y Gerald Stöber emprendió
trabajos de validación durante años y logró altos coeficientes de Reliabilität en series
de investigaciones independientes (Cohen’s Kappa 0.90).
Puesto que también una serie de otros clínicos experimentados pudieron vali-
dar la clasificación de la escuela de Wernicke-Kleist-Leonhard, existe la perspectiva
fundada de que este concepto, lamentablemente muy difícil, pero único posible, se
impondrá en el futuro, a pesar del dominio de las clasificaciones internacionales (ICD
y DSM). Recordemos aquí la confirmación de la dicotomía monopolar/bipolar por
Angst, Perris y Winokur, luego la confirmación del concepto de psicosis cicloides
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(Perris, 1974; Brockington y col, 1982; Beckmann y col., 1990) y de la forma de es-
quizofrenia no sistemática de la catatonía periódica por Gjessing (1974), luego los
trabajos de apoyo de Astrup (1979) sobre las esquizofrenias sistemáticas. Algunos
cuadros fueron publicados por Stöber y col. (depresión autotorturada) o Stöber y col.
(1993) (catatonía prosquinética).
El predominio de la psiquiatría anglo-norteamericana después de la Segunda
Guerra Mundial, que, basándose en Kraepelin, Kurt Schneider y Bleuler, ofreció un
sistema de dos diagnósticos en forma muy simplificada, fue, como es natural, recibi-
da con mayor gratitud que el ordenamiento nosológico altamente diferenciado de
Leonhard. Las continuas modificaciones del ICD o DSM transmiten la sensación de
que nos encontramos en el camino del progreso, a pesar de que nos alejamos cada
vez más del diagnóstico transversal/longitudinal de los clínicos más experimentados.
Es de temer que ese camino producirá todavía muchas décadas de investigaciones
estériles y por lo menos no aportará ningún buen servicio a la “World Decade of the
Brain”. Incluso ahora se han levantado voces críticas contra el esquema de diagnós-
tico actual (van Praag, 1993; Brockington, 1992; Franzek y Beckmann, 1991).
Durante la vida de Leonhard no faltó en absoluto la consideración internacional.
Es así que su obra principal fue traducida a varios idiomas y editada también repeti-
das veces. También sus otros libros tuvieron varias ediciones, que, condicionadas
probablemente por la publicación en Alemania Oriental, fueron siempre en cantida-
des limitadas y hoy ya no aparecen más en los anticuariados. La resonancia científi-
ca encontró su expresión en una considerable cantidad de trabajos, de los cuales se
nombran algunos al final de este Prefacio. Los hallazgos sobre mellizos, que no es-
taban contenidos en la última edición del libro, fueron incluidos en razón de su im-
portancia, ya que fueron totalmente descuidados en la bibliografía internacional, pero
por otro lado son importantes como punto de partida de las consideraciones de
Leonhard sobre la etiología diferenciada. Por otra aparte subrayan una vez más de
manera efectiva las relaciones hereditarias formuladas también sin esos hallazgos
en las distintas entidades nosológicas.
Por último agradezco cordialmente a Ernst Franzek y a Gerald Stöber por or-
denar y revisar el manuscrito. Tienen también grandes méritos por la continuación
del trabajo científico de Leonhard. Bruno Pfuhlmann realizó un trabajo muy valioso
en la corrección del manuscrito.
Würzburg, abril de 1995 Helmut Beckmann
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Prólogo de la 6ª edición
Introducción
La psiquiatría se esfuerza desde hace muchas décadas por una explicación
de las psicosis endógenas. Nos hemos alejado de la sobreacentuación de la heren-
cia; en vez de eso ponemos en primer plano como causa los factores psicosociales,
pero no sabemos cómo son. Las teorías propuestas no se confirmaron. En razón de
este conocimiento ahora la rueda vuelve a girar hacia atrás: otra vez aparecen con
más fuerza en las explicaciones las causas hereditarias. En vista de la falta de pro-
greso, muchos autores se han resignado desde hace tiempo y opinan que habría
que abandonar una investigación etiológica de tipo clínico y esperar hasta que se
hayan encontrado causas físicas. Mi opinión es todo lo contrario. A mi criterio, la falta
de éxito hasta ahora en la investigación clínico-etiológica se debe a que se han clasi-
ficado las psicosis endógenas de manera burda, en sólo dos formas. De esa manera
se concentra una cantidad de enfermedades y por lo tanto es natural que no se en-
cuentre una etiología unitaria. Sobre todo la así llamada “esquizofrenia” (en singular)
es, tomada como unidad, totalmente inadecuada para una investigación etiológica.
Ya desde el punto de vista clínico veo aquí las más grandes diferencias. ¿Cómo es
posible juntar una parafrenia fantástica con una hebefrenia torpe o una catatonía ne-
gativa en una unidad? La división de Kraepelin en sólo dos formas de psicosis endó-
genas ha tenido en este sentido un efecto muy desfavorable. Si bien es cierto que
Kraepelin realizó, más allá de la división en dos formas, muchas separaciones más
sutiles, sus continuadores no le prestaron atención, pues sólo vieron la gruesa divi-
sión en dementia praecox o esquizofrenia y enfermedad maníaco-depresiva. La teo-
ría de las enfermedades psíquicas en las que no se encontraba una causa exterior
fue simplificada así de una manera aterradora. Mientras que la disciplina neurológica
hermana conoce tal vez cientos de enfermedades endógenas y siempre describe en-
fermedades nuevas, la psiquiatría sólo conoce dos, ahora tal vez tres o cuatro. Y
mientras los neurólogos buscan determinar la herencia de cada una de las formas
hereditarias de las enfermedades endógenas e incluso en las formas que clínica-
mente aparecen como una unidad distinguen a menudo varias formas hereditarias,
los psiquiatras siguen discutiendo sobre la herencia de la esquizofrenia, como si en
los cuadros tan variados, a veces extremadamente diferentes, se pudiera esperar
una enfermedad unitaria y más allá todavía una herencia unitaria.
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un cuadro agudo. Después de la remisión del cuadro el medicamento debe ser reti-
rado de inmediato, aunque reduciendo gradualmente la dosis, para que no se pro-
duzca ningún acostumbramiento. Cuando dirigía la Clínica, para estar seguro de la
supresión, daba de alta a los pacientes sólo una vez que había sido retirado el medi-
camento. De esa manera no experimenté recaídas. Es seguro que el acostumbra-
miento se produce porque el metabolismo se ajusta a la recepción del medicamento
y vuelve a perder el equilibrio logrado una vez que se lo retira.
Cuando daba de alta a los pacientes sólo cuando estaban libres de medica-
mentos, chocaba contra la exigencia moderna de un alta temprana. Esto no me pre-
ocupaba en lo más mínimo, pues por un lado el alta temprana de pacientes que sólo
enferman fásicamente no tiene mayor significación. Por otro lado lo que importaba
era proteger a los enfermos para que no sufrieran un daño permanente causado por
medidas médicas. Personalmente no podía confiar en que los medicamentos fueran
retirados a tiempo después del alta. El daño producido por este descuido es grande.
La reducción tóxica en los impulsos (Antrieb), en la afectividad y a menudo síntomas
extrapiramidales adicionales representan una grave enfermedad tóxica. Esta enfer-
medad amenaza innecesariamente a no pocos pacientes, pues aproximadamente un
tercio de los casos que en el amplio concepto de hoy se denominan “esquizofréni-
cos”, son cicloides y remiten. Podemos ver por lo tanto qué importante es también en
la terapia el diagnóstico diferenciado.
Si la psiquiatría se convierte en una profesión difícil a causa de las delimitacio-
nes pronósticas con diferenciación de numerosas formas especiales, es, en mi opi-
nión, para su ventaja. Precisamente la facilidad con la que hoy un psiquiatra puede
hacer su diagnóstico - apenas puede equivocarse si de dos posibilidades elige una -
ha llevado a que muchos hayan dejado de aprender ya a ver y describir correcta-
mente un cuadro psiquiátrico. En vez de eso encontramos conceptos psiquiátricos
rutinarios con los que se señala y juzga la enfermedad (la mayoría de las veces es
una esquizofrenia).
Podemos obtener una prueba de que un cuadro psíquico endógeno incipiente
pertenece a una forma de enfermedad independiente observándolo cuando vuelve a
aparecer. Si la psicosis aparece siempre en la misma forma, ya sea en pacientes
con estados de enfermedad repetidos, ya sea en pacientes que se volvieron psicóti-
cos, esto indica una enfermedad independiente. De todos modos hay que tomar en
cuenta aquí la amplitud de los síntomas en la misma enfermedad. Ha ocurrido que
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más antiguos. Esto es una ventaja, pues en esa época no se realizaban tratamientos
farmacológicos. Por lo tanto los cuadros no han sido modificados artificialmente. Si el
lector es transportado por las expresiones de los pacientes a un mundo diferente,
sobre todo a las condiciones de la época entre las dos Guerras Mundiales, eso no
perjudica la comprensión de los cuadros.
En muchas psicosis endógenas la condición hereditaria está en primer plano
respecto de la etiología, en las demás son predominantes los factores psicosociales.
A pesar de eso no tengo ningún reparo en hablar en general de psicosis “endóge-
nas” y dejar de lado el agregado usado hoy con tanta frecuencia de “así llamadas”
(psicosis así llamadas “endógenas”). Las causas psicosociales no ejercen su in-
fluencia inmediatamente antes de la irrupción de la enfermedad, sino en la infancia y
la juventud; crean en esa época una disposición interior de la que luego surge la en-
fermedad. Cuando la enfermedad estalla, la disposición endógena ahora existente
es predominante.
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Nº2 - 1996
ALCMEON 17
Clasificación de las psicosis endógenas y su etiología diferenciada (2ª entrega)
Karl Leonhard
Cada forma individual se caracteriza aquí por un síndrome que no posee nin-
guna otra forma. En cambio en los cuadros bipolares no se puede señalar síndromes
precisos, pues hay muchos cruces entre formas diferentes y también se producen
con frecuencia desplazamientos del cuadro en el transcurso de la misma fase. Por
eso la pertenencia a las formas bipolares se reconoce por lo general ya en la primera
fase. En consecuencia, estamos en condiciones de reconocer en general los casos
que sólo casualmente se dirigen hacia un polo, pero también poseen de hecho la
disposición para el otro polo, y entenderlos según su esencia como bipolares. La di-
ferenciación se hace mejor en los casos multiformes (bipolares) y puros (monopola-
res). El número de casos multiformes que no permiten ver la enfermedad en el otro
polo no es muy grande, si prestamos atención también a los indicios más leves. No
pocas veces la fase contraria se manifiesta apenas, pero de manera tal que no pue-
de confundirse. Los enfermos maníacos pueden estar deprimidos durante horas,
mientras que los enfermos depresivos pueden mostrar, en el momento en que des-
aparece la depresión, una excitación notoria, con hilaridad y actividad múltiple. Es
posible que ambos elementos no puedan ser evaluados como expresión de una fase
propia, pero muestran la disposición de la enfermedad hacia el otro polo. Luego los
enfermos depresivos se dejan animar con frecuencia por medio de conversaciones
estimulantes y salen de su actitud depresiva. Se vuelven vivaces y conversadores y
ya no necesitan mostrarse abatidos. Incluso puede ocurrir que un enfermo se vuelva
tan vivaz en el transcurso de una conversación estimulante, que hasta se lo podría
llamar “hipomaníaco”. Luego vuelve a caer de inmediato en su actitud depresiva. En
las formas monopolares, por su esencia interior no se producen todos estos signos
de labilidad hacia el polo contrario; una melancolía monopolar por ejemplo nunca
muestra un rasgo maníaco, por más larga y frecuente que sea, y una manía mono-
polar nunca muestra un rasgo de depresión. Hay que contar con estados de ánimo
reactivos cuando un enfermo maníaco, una vez que ha pasado su psicosis, recono-
ce los daños que ha causado su enfermedad. Esos estados depresivos se pueden
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Enfermedad maníaco-depresiva
Es conocido el cuadro clínico de la “locura maníaco-depresiva” descripta por
Kraepelin. Pero puesto que siempre se la trató de diferenciar sólo de las esquizofre-
nias y no se tuvo en cuenta las otras psicosis fásicas, es decir, las formas puras y las
psicosis cicloides, los conceptos sobre la amplitud de los síntomas requieren una re-
visión.
Más raros que los estados parciales son los estados mixtos, donde del síntoma
faltante se ubica el síntoma del polo opuesto. Kraepelin los describió ampliamente.
La euforia se puede combinar con la inhibición psicomotora; esta última incluso pue-
de ser de alto grado; luego surge el estupor maníaco. Las manías improductivas,
que ya fueron nombradas como estados parciales maníacos, pueden ser también
estados mixtos. Cuando se llega a la euforia y la actividad múltiple y la inhibición del
pensamiento, aparece en lugar de la fuga de ideas maníaca una improductividad en
el pensamiento y en el habla. Al revés, la perturbación del pensamiento maníaca
puede asociarse a una depresión, de manera que surge una depresión con fuga de
ideas que va pareja con una compulsión a hablar. Por lo demás no es necesario que
se produzca una excitación; pues la excitación en el pensamiento lleva, como sabe-
mos por experiencia, a una compulsión a hablar. En cambio si a la depresión se le
agrega una excitación psicomotora, la mayoría de las veces es difícil decidir si se tra-
ta de una angustia que busca descargarse y lleva a la excitación o si en la excitación
se incluye un contenido maníaco. Esto último es seguro cuando puede reconocerse
una actividad múltiple también sin relación con el estado de ánimo depresivo.
demás son propias de la psicosis confusional. No es necesario que haya una pertur-
bación de la conciencia. En las manifestaciones hipercinéticas se agregan al cuadro
maníaco rasgos de la psicosis de la motilidad; en las manifestaciones extásicas se
agregan rasgos de la psicosis de felicidad. En la depresión estuporosa la inhibición
aumenta como en el mutismo de la psicosis confusional o en la acinesis de la psico-
sis de la motilidad. Una angustia fuerte responde a la perturbación afectiva de la psi-
cosis de angustia.
melancolía pura y producen una unión casual. En el caso siguiente el cuadro familiar
habla en ese sentido.
Caso 2. Stefan Sud, nacido en 1900, que había estado en la Clínica sólo para
un examen, sufrió repetidamente ligeras manías con alta autoestima, riqueza de
ideas, actividad y ligeras melancolías con falta de energía, algunos autorreproches y
ligera inhibición. En su familia no hay ninguna psicosis, pero informa lo siguiente
acerca de sus padres: El padre era siempre muy activo, cofundador de varias socie-
dades, poseedor de muchos cargos honoríficos y diez veces miembro de honor. La
madre es silenciosa, sensible, religiosa. Inmediatamente después de casarse sufrió
una depresión, que desapareció después de una cura con aguas termales.
Caso 3. Maria Ma, nacida en 1901, sufrió depresiones a partir de los 25 años.
En 1942 estuvo desesperada depresivamente durante dos días, luego mostró com-
pulsión a hablar en parte bajo un estado depresivo, en parte eufórico. En la Clínica
ese estado se mantuvo algunos días, luego siguió una fuerte inhibición con un mu-
tismo casi total. Pocos días después pudieron observarse otra vez bromas provoca-
tivas. Siguieron días de irritación, lágrimas, excitación y estupor. Luego se agregó un
estado mixto, donde la enferma estuvo en la cama todo el día con una actividad po-
bre, pero en sus exteriorizaciones entrecortadas mostraba fuga de ideas o incohe-
rencia. Después de otros cambios la fase desapareció, cuatro meses después del
comienzo.
En las formas atípicas puede verse afectado con más fuerza ya sea uno u otro
de los tipos de afecto. Aparecen luego en el cuadro de manifestaciones resonancias
de las “depresiones puras”, no la “melancolía pura”.
intentos de suicidio que emprendió tenían más un carácter demostrativo. Pero luego
apareció en lugar de la labilidad una fuerte angustia, que se mostró con más fuerza
en la Clínica G., donde fue trasladada en 1941. La enferma lloraba, se lamentaba,
suplicaba, estaba llena de desesperación y trataba de ahorcarse con la sábana. Una
vez que desapareció la angustia comenzó a preguntar, en forma monótona e insis-
tente, por el alta. En mayo sanó rápidamente y fue dada de alta con un ánimo ale-
gre. El padre sufrió en 1918 una manía que era interrumpida con frecuencia por un
estado lloroso, pero no mostró nada atípico.
Esta paciente pasó después de una breve angustia alucinatoria por un estado
acinético que no permitía reconocer nada depresivo. Todavía voy a hablar de esta-
dos parecidos. Lo que me importa aquí es la segunda fase, que tenía una forma
completamente distinta y mostraba la multiplicidad de la enfermedad maníaco-
depresiva. En esa depresión, las manifestaciones de extrañamiento estaban total-
mente en primer plano. También en el síndrome básico melancólico es frecuente la
queja sobre un enfriamiento subjetivo de los afectos; sin embargo, en la paciente la
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queja de que había perdido el afecto normal representa casi el único síntoma depre-
sivo. Sólo se le agrega un sentimiento de insuficiencia. Podríamos suponer en la se-
gunda fase de la enfermedad, de acuerdo con este cuadro, una “depresión fría”, tal
como resultará de la explicación de las formas puras. Pero la primera fase y las fa-
ses hipomaníacas intermedias muestran que la “depresión de extrañamiento” sólo
representaba un episodio en la enfermedad maníaco-depresiva.
Caso 6. Otto Will, nacido en 1907, tuvo en 1938 sensaciones angustiosas y fue
traído inconsciente a la Clínica después de un intento de suicidio con somníferos.
Aquí estuvo fuertemente inhibido, indeciso; se hacía reproches, se quejaba por su
falta de interés y pensaba que nunca más sanaría. A ello se agregaron quejas hipo-
condríacas: todo estaba torcido en el cuerpo, todo colgaba hacia la derecha, las ma-
nos y los pies se le dormían, las piernas le temblaban, no funcionaba bien el bajo
vientre, el intestino había dejado de funcionar. Después de seis meses las manifes-
taciones desaparecieron. En 1926, una hermana hizo un intento de suicidio fundado
reactivamente; en 1934 se deprimió otra vez, sin motivo, e ingresó en la Clínica M.
Aquí ofreció ciertos rasgos hipocondríacos y estuvo en parte inhibida, en parte con
excitación angustiosa. Después de un año se volvió maníaca con compulsión a
hablar y fuga de ideas. Al ir desapareciendo los síntomas mostró durante algún
tiempo una compulsión a realizar movimientos mudos. Después estuvo depresiva
una vez más, durante un corto tiempo. Una segunda hermana ingresó en 1943 a la
Clínica de Frankfurt con una depresión que al principio se manifestó con inhibición,
desgano para trabajar, desesperanza, temores angustiosos y perturbaciones inde-
terminadas en el cuerpo, pero una semana después pasó a una fuerte excitación,
donde la enferma gritaba inarticuladamente, lanzaba golpes a su alrededor y habla-
ba de envenenamiento. Al mismo tiempo el afecto era angustiado, pero con un com-
ponente excitado. Murió en medio de la excitación bajo las manifestaciones de una
bronconeumonía. El padre de las tres enfermas ingresó a los 53 años en la Clínica
M. con una depresión. Allí estuvo estuporoso durante dos años con ligeras vacila-
ciones; se quejaba a pesar de la fuerte inhibición, se frotaba las manos y se lamen-
taba. Por último la psicosis desapareció. Sólo quedó una forma algo silenciosa, tími-
da. Murió en 1933, sin haber enfermado de vuelta.
El enfermo nombrado en último término (el padre) nos interesa primero. Ofreció
a la edad de 53 años el cuadro que he descripto como característico de la “depre-
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Las quejas notables, tal como las hemos expuesto aquí, nos ocuparán todavía
cuando tratemos la depresión hipocondríaca. Si no hubiera al mismo tiempo sínto-
mas melancólicos bajo la forma de inhibición, falta de decisión, autorreproches y
desesperanza, deberíamos suponer una depresión hipocondríaca. No se trata de
temores acerca del bienestar corporal - también a eso se lo denomina “hipocondría-
co” - , sino a falsas sensaciones corporales que nos recuerdan casi las alucinaciones
hipocondríacas de los esquizofrénicos. El cuadro total de la depresión nos dice que
se trata en realidad de una enfermedad maníaco-depresiva. La confirmación la apor-
ta la familia, que contiene también estados maníacos. De manera que la depresión
se ha apropiado aquí de un determinado tipo de afecto y ha creado por lo tanto el
parecido con una forma pura.
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Caso 7. Marta Emm, nacida en 1907, había tenido durante muchos años, antes
de su primera grave enfermedad, depresiones donde hablaba sobre la muerte. En
1936 ingresó en la Clínica; al principio estuvo angustiada, se lamentaba, expresaba
autorreproches en el sentido de que era una mala madre. Luego aparecieron curio-
sas quejas corporales: tenía la sensación de que su cabeza era demasiado grande y
las manos demasiado largas; el estómago había cambiado; los intestinos habían de-
jado de estar en orden. Pero no sólo le parecía que había cambiado su cuerpo, sino
también el medio: le parecía que todo se había vuelto más grande. También había
tenido la sensación de que la gente se reía de ella. Después de cuatro meses fue
dada de alta, mejorada. En 1940 volvió a enfermar. Esta vez se presentó con más
fuerza una sensación de insuficiencia, la sensación de no poder emprender nada. A
ello se agregó la desesperanza de que nunca más volvería a sanar. Sólo le faltaba el
valor para suicidarse. Tenía impulsos débiles, estaba pálida, inhibida. Además vol-
vieron a producirse las sensaciones falsas y los extrañamientos: sentía presión en el
estómago, como si fuera a vomitar, y una sensación en la cabeza como si se volvie-
ra más grande. Todo lo exterior le era extraño, lejano. Tenía la sensación de que
había dejado de pertenecer a la raza de los hombres. Tampoco podía pensar correc-
tamente. Después de cuatro meses mejoró y pudo ser dada de alta. Una hermana
había estado varias veces en la Clínica. Por lo general presentaba un cuadro melan-
cólico con inhibición; ocasionalmente había tenido también excitaciones angustiosas.
A menudo aparecían manifestaciones de extrañamiento. Dos veces tuvo breves ex-
citaciones maníacas y una vez un estupor maníaco en el que no decía una sola pa-
labra, pero sonreía en silencio y buscaba embellecerse. El padre era de condición
lábil y en 1939 estuvo durante un breve tiempo en la Clínica de Frankfurt a causa de
una depresión reactiva.
de una auténtica depresión hipocondríaca, que se caracteriza más bien por una agi-
tación. La enfermedad de la hermana confirma la existencia de una enfermedad ma-
níaco-depresiva. Su estado mixto estuporoso maníaco merece interés.
Caso 8. Hedwig Schab, nacida en 1905, se volvió depresiva por primera vez en
1932; creía que la espiaban, que escribían sobre ella en el diario, que la gente simu-
laba. Después de un intento de suicidio ingresó en la Clínica; aquí estuvo inhibida,
hablaba poco y afónica sobre su intento de suicidio: “He sido tan tonta, los hombres
no mueren, no existe eso de que los hombres mueran.” Confirmaba sus relaciones
propias (Eigenbeziehungen) en el sentido de que la habían observado, pero ahora
se quejaba más sobre malestares hipocondríacos. Era como si en su vientre se
arrastraran gusanos; debía tener un niño en el vientre, pero ya no tenía un cuerpo
completo: le faltaba el estómago. Fue dada de alta después de siete meses en un
estado alegre y equilibrado. En 1936 volvió a enfermar; esta vez estaba más llorosa
que profundamente depresiva y tenía con frecuencia una expresión sonriente. En el
examen de inteligencia divagó ligeramente con fuga de ideas. Esta vez no aparecie-
ron ideas hipocondríacas, en cambio sí muchas relaciones propias (Eigenbeziehun-
gen). Creía que se decían cosas malas de ella, pero ella no había matado a nadie,
querían matarla, le daban veneno en la comida. Cuatro meses después volvió a es-
tar alegre y equilibrada, y pudo ser dada de alta. En 1938 ingresó por tercera vez en
la Clínica. Estaba muy lábil, “lloraba y reía al mismo tiempo”, expresaba otra vez sus
ideas de relación (Beziehungsideen), creía que el canto de la gente en la calle esta-
ba dirigido a ella. Le parecía que el medio había cambiado. Después de tres meses
también esa fase desapareció por completo. La madre pasó por varias depresiones,
luego, en la Clínica I., por un estado maníaco con rasgos paranoicos-querulantes.
enfermedad maníaco-depresiva imitó una forma pura. Desde ya que el parecido sólo
es aproximado. En la primera fase la colocación nihilista-hipocondríaca se dirige
hacia una dirección completamente distinta y en las otras dos fases no hay que pa-
sar por alto el afecto vacilante. Una vez llegó nítidamente a un estado mixto con fuga
de ideas en un estado depresivo. La bipolaridad de la psicosis en la madre es mucho
más nítida.
Por último menciono a un paciente cuya manía podría hacernos pensar en una
“euforia confabulatoria”. El paciente pedía 100.000 hombres para ocupar Offenbach,
afirmaba que era el hombre más rico, que había tomado la representación de innu-
merables firmas y había escrito 25.000 cartas comerciales. Decía que había estado
en la Legión Extranjera, que había combatido en España como piloto y había sido
derribado tres veces.
33
En los enfermos maníaco-depresivos cuya psicosis nos recuerda una forma pu-
ra, deberíamos indagar si en su personalidad se puede encontrar algún rasgo de ca-
rácter que posibilite una explicación de la forma especial.
Caso 9. Therese Fick, nacida en 1912, pasó por una manía confusa con confu-
sión de personas y labilidad tímica, y una melancolía con una fuerte inhibición, sobre
todo inhibición del pensamiento. La abuela materna había tenido varias melancolías
con inhibición, falta de decisión y una manía confusa. Dos hermanas de esta abuela
materna enferma también habían sufrido enfermedades mentales transitorias. De
una de ellas no se pudo obtener la historia clínica, la otra tenía una manía con una
grave confusión. De esta última enferma a su vez dos hijas sufrieron enfermedades
mentales transitorias: una tuvo una depresión inhibida con algo de angustia, la otra
tuvo dos manías con pensamiento totalmente incoherente y confusión de personas.
Las manías confusas aparecen en forma pronunciada casi sólo en las mujeres.
La incoherencia del pensamiento representa aquí el más alto grado de fuga de
ideas. En la psicosis confusional encontraremos las cosas de otro modo. La mayoría
de las veces se produce simultáneamente un alto grado de compulsión a hablar, ya
que éste es determinado por la perturbación del pensamiento con mucha mayor
fuerza que la excitación común. En las manías confusas, con frecuencia el ánimo ya
no es más puramente eufórico, sino lábil con una inclinación a pasar fugazmente a la
depresión. Tal vez esta labilidad ya no sea sólo la expresión de la bipolaridad ma-
níaco-depresiva, sino comparable en parte con la labilidad de las psicosis sintomáti-
cas, o sea una señal de que la psicosis maníaco-depresiva ha alcanzado un grado
endotóxico. Ocasionalmente aparecen en la confusión sensaciones falsas. También
allí se podría ver un efecto endotóxico del curso de la enfermedad que aumenta gra-
dualmente, sobre todo porque la conciencia en la cima de la enfermedad ocasional-
mente está algo perturbada.
34
Cuanto más grave es la confusión, cuanto más nítidamente aparecen las con-
fusiones de personas y las percepciones engañosas, tanto más debemos plantear-
nos la cuestión de si todavía existe una manía confusa o habría que reemplazarla
por el diagnóstico de una psicosis confusional.
Caso 10. Emilie Räusch, nacida en 1890, estuvo ocho veces en la Clínica a
causa de depresiones. Entre tanto se intercalaban breves estados maníacos con ex-
citación e irritación. En la depresión tenía algo de ideas de relación (Beziehungsi-
deen), pero apenas si tenía contenidos. La inhibición en cambio era muy pronuncia-
da y se agravó en todas las fases hasta llegar al estupor. La enferma aparecía luego
algo confusa, pero en la expresión de su rostro se podía reconocer claramente el
ánimo depresivo. La hermana de la madre estuvo seis veces bajo tratamiento en la
Clínica, cuatro veces a causa de una manía sin rasgos esenciales atípicos, dos ve-
ces a causa de una melancolía que transcurrió con una inhibición moderada y pocos
contenidos.
Caso 11. Maria Bat, nacida en 1892, estuvo ocho veces en la Clínica de Frank-
furt a causa de manías seguidas con frecuencia por oscilaciones inhibidas-
depresivas. En su excitación estaba por lo general confusa y ofrecía rasgos hiperci-
néticos. Por ejemplo bailaba, se arrojaba a la cama, se levantaba, corría por la habi-
35
tación, sacudía la cabeza de manera tal que le volaban los cabellos, daba golpes
acompasados en la pared, extendía los brazos y hacía muchos otros movimientos
expresivos. Un hermano pasó en su casa por fases maníacas y depresivas y en
1910 ofreció en la Clínica de Frankfurt el cuadro de una manía con rasgos expansi-
vos-confabulatorios.
Caso 12. Hildegard Mör, nacida en 1895, a partir de 1922 estuvo diez veces en
la Clínica I. y una vez, en 1940, en la Clínica de Frankfurt. Tuvo manías que con fre-
cuencia eran algo confusas, estados mixtos donde se unía una condición depresiva
con una excitación confusa o alegría y fuga de ideas con inhibición psicomotora,
después depresiones con conductas estuporosas. Luego quedó totalmente rígida, se
resistía, debió ser alimentada con la sonda, permanecía durante horas en la misma
posición. La madre pasó en 1928 por una manía de 14 días que no es descripta con
exactitud; en 1933 tuvo una depresión que en la Clínica I. pasó rápidamente de un
estado de irritación a una manía, con confusión e ideas de grandeza. Una hermana
de la madre pasó en 1927 en la Clínica W. por una excitación maníaca, que es des-
cripta incompleta; en 1928, en la clínica M., por una melancolía con autorreproches,
ideas de empobrecimiento (Verarmungsideen) y una ligera excitación angustiada.
Caso 13. Hedwig Schleuss, nacida en 1906, enfermó en 1942; creía ser perse-
guida por la Gestapo, pensaba que su subinquilina trabajaba con la Gestapo, se
sentía observada por la gente en la calle, afirmaba que un cochecito de niños en la
calle había sido colocado sólo como camuflaje para poder observarla mejor. La daba
otro sentido a los ruidos de la habitación y buscaba un micrófono. Oía también voces
36
y afirmaba haber oído a su hermana. En la Clínica confirmó esas ideas, pero tam-
bién se hizo reproches, en el sentido de que había firmado con un nombre falso fac-
turas, no tenía valor para su amiga. Al principio tenía pobreza de movimientos y es-
taba confusa, luego sufrió una excitación angustiosa, suplicaba para que la ayuda-
ran, se aferraba a las personas. Después de algunas semanas la angustia desapa-
reció y fue reemplazada por un estado hipomaníaco. Después de una recaída en la
angustia, otra vez con ideas de relación (Beziehungsideen), quedó en un estado hi-
pomaníaco definitivo. La enferma era vivaz, locuaz, reía mucho y se volvió algo que-
rulante cuando no se le concedió de inmediato el alta. Una hermana de la madre es-
tuvo en 1917 en la Clínica de Frankfurt, deprimida, llorosa, tomada por ideas hipo-
condríacas, en el sentido de que había forzado un nervio, le habían desaparecido los
nervios de los afectos, tenía la cabeza como si le hubieran vertido plomo, el corazón
le ardía. A veces sufría una excitación angustiosa. Fue dada de alta sana.
Caso 14. Josef Göpf, nacido en 1871, estuvo entre 1923 y 1940 cinco veces en
la Clínica de Frankfurt. Sólo tenía ligeras depresiones y manías pronunciadas, que
en parte eran típicas, en parte estaban acompañadas por ideas de felicidad. Es así
que en 1923 Göpf quería recorrer el mundo como predicador del Evangelio; afirmaba
que era espíritu y que no necesitaba comer. Una hermana estuvo en 1937 en la Clí-
nica L., con un cuadro de depresión estuporosa, y más tarde se suicidó.
Por el hecho de haber selecionado los casos que mostraban rasgos de otras
formas de enfermedades endógenas, se pudo reconocer inequívocamente que la
enfermedad maníaco-depresiva es multiforme en su cuadro de manifestación. En la
mayoría de los casos se pudo tener un panorama de largos períodos de tiempo y se
pudo confirmar el curso benigno.
37
Resumen
Con esto he expuesto, sobre todo en base a casos con carga, la sintomatología
de la enfermedad maníaco-depresiva con la amplitud de sus síntomas. Es posible
lograr un panorama de esa amplitud si partimos del síntoma básico maníaco y me-
lancólico y vemos en las formas atípicas en parte estados mixtos, en parte estados
parciales que a veces aparentan ser euforias puras y depresiones puras, y luego te-
nemos en cuenta una intervención de la sintomatología en la sintomatología de las
otras formas bipolares. Es posible considerar algunas semejanzas con las psicosis
cicloides como un aumento de la gravedad, por ejemplo en los cuadros maníacos
confusos (verworren) y depresivos estuporosos. La exposición será ampliada por
medio de hallazgos estadísticos.
Los “síndromes básicos”, de los que se partió allí, ofrecen al mismo tiempo el
cuadro de la melancolía pura y de la manía pura.
Melancolía pura
El síntoma más importante de la melancolía es la opresión del ánimo (Ge-
drücktheit der Stimmung). Puede haber contenida una angustia, pero la mayoría de
las veces la forma predominante es una apatía de la opresión. En su actitud fría los
enfermos pueden producir un efecto de “tristeza”, pero este concepto, que refleja un
afecto más elevado, no describe correctamente la opresión melancólica; ésta apare-
ce como algo más que un hundimiento corporal de los afectos y no equivale a una
tristeza anímica. Cuando K. Schneider habla de la depresión “vital”, se podría pensar
especialmente en la melancolía pura. En cambio no se puede describir la depresión
con conceptos de tipo psicológico normal: sólo el concepto algo general de “opre-
sión” se deja comprender en el sentido de esta depresión carente de motivo, es de-
cir, no comprensible desde lo anímico. En los casos más leves los enfermos apare-
cen casi más como apáticos que como depresivos; en los casos más graves se llega
a una profunda disminución del ánimo. En las depresiones puras conoceremos más
adelante la angustia como un componente propio de la perturbación del afecto: está
contenida también en la depresión melancólica, aunque por regla general está oculta
por otros componentes del afecto y por la inhibición. A menudo se la supone subjeti-
va. Grados más altos de angustia excluyen el diagnóstico de una melancolía pura;
sobre todo no aparece aquí una angustia que conduzca a reacciones violentas.
Los demás síntomas de la melancolía pura derivan de los tres síntomas cardi-
nales ya nombrados. Tanto la inhibición del pensamiento como la inhibición psicomo-
tora reducen la capacidad para tomar decisiones. Por eso la dificultad para tomar
decisiones es un síntoma muy importante de la melancolía pura. En los casos más
leves a menudo no es fácil probar una inhibición evidente, pero entonces por lo ge-
neral la dificultad para tomar decisiones sentida subjetivamente indica la presencia
de la inhibición. A los enfermos, que tal vez en una actividad que ya ha comenzado
se mueven con bastante libertad, les resulta difícil comenzar una. Aun cuando no
haya mucho que pensar, no llegan a una decisión. Es así como se produce una falta
de actividad que en el medio hogareño salta más a la vista que en la Clínica. A me-
nudo por medio de la dificultad para tomar decisiones se pone de manifiesto un es-
tado anancástico, tal como lo hemos visto en la depresión inhibida de la enfermedad
maníaco-depresiva. A decir verdad no aparece entonces ninguna compulsión a la
actividad que se oponga a la inhibición, pero sí compulsión a la cavilación.
trabajo. Por otro lado, el lamento por la insuficiencia puede contener una idea de
desvalorización sin fundamento objetivo en el sentido de haber cometido un pecado.
Las relaciones son mutuas, pues, al revés, la idea de haber pecado puede estar fun-
dada en parte en la insuficiencia para producir, sentida objetivamente. Tanto la difi-
cultad para tomar decisiones como el sentimiento de insuficiencia son de gran signi-
ficación, sobre todo para el diagnóstico diferencial frente a las otras formas puras de
depresión, pues faltan allí, ya que también falta la inhibición.
Caso 15. Anna Schrei, nacida en 1867, se deprimió por primera vez en 1914 y
se quejó de una presión en la cabeza. En 1923 ingresó con una nueva depresión en
la Clínica de Frankfurt. No podía hacer frente a las tareas de la casa, no podía traba-
jar correctamente, no había nada que le interesara y por eso se hacía reproches. En
parte estaba angustiada. Al parecer, en su casa estaba también algo excitada. En la
Clínica se quedaba sentada con expresión de vacío y depresión y pocos movimien-
tos. Al principio manifestó algunas ideas de suicidio, más tarde explicó que no sentía
nada, tampoco tristeza, era como un pedazo de madera. Tampoco podía llorar. Fue
42
dada de alta contra el consejo de los médicos, sanó en su casa y estuvo libre de la
enfermedad durante casi veinte años. En 1942 volvió a la Clínica: otra vez estaba
depresiva y cansada de la vida. Esta vez se quejaba de que le habían atado la ca-
beza, como si le hubieran colocado un anillo alrededor; ya no tenía interés en las co-
sas de su casa. Tampoco podía pensar ni leer. La depresión desapareció después
de unos tres meses; al ser dada de alta, Schrei todavía era un poco silenciosa e in-
segura de sí misma. Una hermana enfermó en 1909, se volvió angustiada y explicó
que algo le había cambiado en la cabeza. A ello se agregaban autorreproches, como
que había mentido de niña; no quería comer más sino morir. Al parecer, en su casa
estuvo durante un tiempo desesperadamente inquieta. En la Clínica de Frankfurt, en
la que ingresó, se quedaba sentada con la espalda inclinada y respondía sólo lenta-
mente y con pocas palabras. Mantuvo sus ideas depresivas. Una vez afirmó que oía
voces, pero no se logró saber nada concreto sobre el contenido; tal vez lo que que-
ría decir era que se trataba sólo de la voz de la conciencia. Después de tres meses
pudo ser dada de alta. Desde entonces no volvió a enfermar. La madre de la pacien-
te también tuvo depresiones y se colgó en un estado de melancolía.
Resumen
Por medio de la descripción clínica y el cuadro familiar creo haber probado la
independencia de la melancolía pura frente a la enfermedad maníaco-depresiva. Se
trata de una enfermedad monopolar que no contiene nada maníaco. No es posible
en todos los casos una delimitación clínica frente a la enfermedad maníaco-
depresiva; sin embargo, los diagnósticos erróneos, tal como resultó de los controles
por medio de un examen de la familia, son muy poco frecuentes. El cuadro clínico se
destaca por la opresión, la inhibición psicomotora, la inhibición del pensamiento, la
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Manía pura
La manía pura representa en todos sus rasgos la contrapartida de la melanco-
lía. Sobre todo, a la opresión de la melancolía corresponde una elevación del ánimo
(Stimmung) en la manía. Se habla a menudo de una alegría; sin embargo, este con-
cepto de un estado del afecto más elevado no corresponde a la elevación de la ma-
nía, que alcanza hasta lo físico. En cambio se puede utilizar en ese sentido el con-
cepto de euforia. Así como se habla de una depresión “vital”, se justifica hablar tam-
bién de una euforia vital que caracteriza el ánimo básico maníaco.
El pensamiento está modificado por la fuga de ideas. En los grados más leve,
el enfermo vuelve al tema después de algunos desvíos; en los grados más graves
pierde totalmente el hilo pasando por asociaciones superficiales. Paralelamente a
esta desviación interior se produce una desviación por las impresiones exteriores. La
fuga de ideas de la manía pura no llega hasta la confusión; las manías nítidamente
confusas corresponden a la enfermedad maníaco-depresiva. A la excitación del pen-
samiento se agrega la excitación psicomotora, que se expresa sobre todo en la acti-
vidad múltiple. Los enfermos se ocupan de todo lo que se les aparece y se meten en
todo lo que ocurre a su alrededor. Muchos gestos y expresiones del rostro acompa-
ñan la agitación de la ocupación. En la manía la ocupación conserva todavía su mo-
tivación; las acciones sirven a algún propósito, aunque sea superficial; por otro lado,
a decir verdad los movimientos expresivos saltan ligeramente, pero corresponden al
estado anímico de ese instante. En la manía faltan los movimientos reactivos más
primitivos, que pierden su finalidad, y los movimientos expresivos que aparecen in-
45
Caso 16. Gustav Roh, nacido en 1883, en un viaje realizado en 1926 pasó re-
pentinamente a un estado eufórico y gastó mucho dinero. Al poco tiempo el afecto
volvió a equilibrarse. En 1934 volvió a excitarse, manifestó ideas de grandeza de tipo
político: esperaba el cargo de von Papen, hablaba con su mujer tratándola de “Exce-
lencia”. Además tenía muchos planes: por ejemplo quería engendrar varios hijos con
jóvenes rubias. Fue internado en la sección psiquiátrica de un hospital y desarrolló
allí sus planes amplios, con fuga de ideas y compulsión a hablar. Cuando hablaba
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del hecho de que “le habían robado la libertad”, se irritaba, pero por lo general lo ol-
vidaba rápidamente en su euforia, en la que se sentía “más sano que nunca”. Des-
pués de tres semanas se tranquilizó más y pudo ser dado de alta. En 1937 volvió a
enfermar y fue internado en el Sanatorio K. Otra vez estaba lleno de planes: quería
abrir una pensión en Suiza, hacerse cargo de la Editorial Kosmos, crear la condeco-
ración de oro del deporte. En el sanatorio se sentía bien, hacía bromas con las jóve-
nes, era amable, gracioso, en todas las ocasiones llevaba la palabra, tenía compul-
sión para escribir y para hablar, mostraba fuga de ideas y otra vez se sentía “fuerte y
capaz como nunca”. Después de cuatro semanas volvió a tranquilizarse, pero al ser
dado de alta todavía era hipomaníaco. En 1939 apareció una fase nueva. Roh se
compró esta vez un terreno y una casa antigua, luego imágenes de mujeres desnu-
das. Quería editar un libro de gimnasia con esas imágenes y de esa manera ganar
mucho dinero. Hizo sus pagos por medio de cheques sin fondos. Volvió a ser inter-
nado en la sección psiquiátrica de un hospital, desarrolló allí sus planes y se vana-
gloriaba de su capacidad física e intelectual. Un día después fue trasladado a la Clí-
nica de Frankfurt, donde estuvo de muy buen ánimo y sobre todo hablaba de sus
planes eróticos. Desarrolló una compulsión para escribir y hablar, fuga de ideas, es-
taba siempre ocupado en alguna actividad y mostraba mímica y gestos vívidos. Esta
vez la fase duró unos tres meses. Luego Roh pasó a ser levemente hipomaníaco,
como en las épocas en las que estaba sano y pudo ser dado de alta. No sufre nin-
guna psicosis, pero al parecer sus hermanas eran algo “exaltadas”.
Roh ofreció el cuadro de una manía pura en forma sumamente expresiva. Los
rasgos depresivos faltan por completo; en cambio también los temperamentos seña-
lan en el probando y sus hermanas la disposición maníaca. Todos los síntomas de la
manía pura son pronunciados: estado de ánimo eufórico, ocupación múltiple, com-
pulsión a hablar, fuga de ideas. El sentimiento de la capacidad de producción es par-
ticularmente marcado e incluye también la esfera sexual. Las primeras fases pasan
muy rápido, la última dura unos tres meses, es decir, el tiempo usual para una ma-
nía. Si incluyéramos las vacilaciones hipomaníacas posteriores, llegaríamos a perío-
dos esencialmente más largos, pero aquí sería imposible una delimitación segura
respecto de un temperamento normal. En el caso siguiente no podemos caracterizar
el estado duradero como una característica del temperamento: más bien muestra in-
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Caso 17. Franz Misch, nacido en 1875, fue desde siempre algo excitado. En
1928 la excitación aumentó. Molestó a su supuesta prometida, que no lo quería, y se
condujo desvergonzadamente. Ingresó en la Clínica de Frankfurt y aquí se mostró
vivaz, insultaba a otras personas, quería ocuparse de los derechos de los enfermos,
mostró una alta autoestima y desarrolló una compulsión a hablar. Fue trasladado a la
Clínica H.; allí se tranquilizó después de medio año y fue dado de alta. En 1934 vol-
vió a excitarse. Frente al médico oficial se mostró con ánimo excitado, jovial, se va-
nagloriaba de sus ventajas y era muy fácil de distraer. En la Clínica, a la que volvió,
se mostró consciente de sí mismo, mostró una compulsión a hablar con fuga de
ideas y gesticulaciones violentas. Fue trasladado de inmediato otra vez a la Clínica
H., y allí fue dado de alta en abril de 1935, algo más tranquilo. Ya en julio de 1935
volvió a la Clínica de Frankfurt, pues en su casa había molestado sexualmente a mu-
jeres. Frente al médico oficial habló casi sin interrupción, se mostró ampuloso y fácil
de distraer. En la Clínica volvió a aparecer su alta autoestima, se ocupó de los otros
“pobres enfermos”, volvió a insultar y a armar alboroto con los enfermos, sin estar
más excitado, y se mostró orgulloso como ejecutante del acordeón. Tres meses
después ingresó en la Clínica W.: allí fue dado de alta tres meses más tarde, algo
más tranquilo. En su casa siguió excitado; en 1938 empeoró; armaba alboroto en la
casa, insultaba con palabras groseras, se exhibía ante niños. Volvió a la Clínica y allí
restó importancia a todo asumiendo una actitud de persona correcta. Era arrogante
frente a los enfermeros. Otra vez estaba presente la compulsión a hablar, la fuga de
ideas y la distracción. Ingresó en la Clínica H.; allí estuvo excitado y se escapó en
1939. Volvió a ingresar en la Clínica de Frankfurt e igual que antes, se mostró eufóri-
co, conservador, con fuga de ideas y amable arrogancia. En la Clínica H. siguió ma-
níaco, sin cambio. Fue dado de alta en 1941, a modo de ensayo. En 1943 volvió a la
Clínica, pues había armado en su casa todo tipo de alboroto; tocaba el acordeón por
la noche y golpeaba en las ventanas de los vecinos. En la Clínica se comportó como
siempre: insultaba y alborotaba por haber sido internado allí, pero se dejaba distraer:
entonces reía y hacía bromas, divagaba con fuga de ideas, proclamaba sus ventajas
como fabricante de sombreros y quería mostrar de nuevo su arte como ejecutante
del acordeón. Fue trasladado otra vez a la Clínica.
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Misch es una personalidad primitiva por naturaleza. Por eso su arrogancia ma-
níaca y su ocupación múltiple también maníaca tienen un carácter algo pobre en fan-
tasía. Sin embargo, todos los síntomas maníacos son marcados, la euforia con alta
autoestima, la ocupación múltiple, la fuga de ideas, la facilidad para distraerlo y la
compulsión a hablar. No hemos podido observar por nosotros mismos que Misch se
sentía sano y activo, pero lo podemos reconocer a partir de su actitud.
Resumen
La manía pura se caracteriza por la euforia, la actividad inquieta, la riqueza en
movimientos expresivos, la compulsión a hablar, la alta autoestima, ideas grandilo-
cuentes que cambian rápidamente. No se produce un aumento de la excitación has-
ta la confusión o la hipercinesis. Por lo general las manías puras aparecen como
más leves que muchas manías de la enfermedad maníaco-depresiva. En cambio tie-
nen mayor inclinación que éstas al curso crónico, con frecuencia sólo bajo la forma
de hipomanías. Los fenómenos concomitantes corporales son semejantes a los de
las manías de la enfermedad maníaco-depresiva, pero el aumento del estado físico
subjetivo fuerte surge más aquí que allá, pues faltan los excesos de la excitación,
que a su vez podrían producir daño físico.
Nº3 - 1
ALCMEON 18
Clasificación de las psicosis endógenas y su etiología diferenciada (3ª entrega)
Karl Leonhard
Depresión pura
50
Depresión agitada
No hay que equiparar totalmente el estado afectivo de los enfermos con una
angustia normal: eso lo muestran las ideas que crecen en el suelo de este afecto pa-
tológico y cuyo contenido no sólo son temores; también pueden ser, como veremos,
autorreproches o ideas hipocondríacas. Parece tratarse de un afecto de desagrado
(Unlustaffekt) que a decir verdad la mayoría de las veces está emparentado con la
angustia, pero no se confunde totalmente con ella. Por las expresiones de los en-
fermos se puede reconocer siempre un profundo estado de sufrimiento que estreme-
ce toda la personalidad hasta llegar a lo corporal. Hasta tal punto se ubica en primer
plano, que la formación de ideas por lo general aparece como secundaria y en oca-
siones también falta. Seguramente se trata otra vez de un estado del afecto que
puede compararse poco con un estado afectivo normal.
ahora su alta inmediata. En eso pueden parecer casi querulantes, pero se diferen-
cian de otros enfermos querulantes en que su urgencia contiene siempre algo de su-
frimiento. Tampoco es posible influir sobre esa urgencia, de manera que otra vez, y
aun más que cuando se presentaba una fuerte angustia, los médicos sienten la ten-
tación de pensar en una obstinación. La conclusión correcta aquí es seguramente
que el desasosiego no se agrega a la angustia casual ni psicológicamente, sino que
el afecto patológico encierra inmediatamente en sí ese elemento impulsor, aun con
poca profundidad. De allí llego a la conclusión de que en la depresión agitada está
enfermo un estrato profundo del sentimiento (Gefühl), donde la acción es impulsiva y
apenas puede ser influida por la personalidad más elevada. A ello responde el hecho
de que la angustia de la depresión agitada no necesita tener contenidos anímicos.
Las expresiones del enfermo se agotan por lo general en un lamento monótono so-
bre el terrible sufrimiento interior; incluso la única expresión exterior de la angustia
puede ser un puro gemido. Por supuesto que a veces la angustia se busca también
un contenido, al comienzo, cuando aún no se ha impuesto ninguna uniformidad, con
frecuencia también un contenido variado. Los enfermos pueden expresar el temor de
ser torturados, cortados en pedazos, quemados, solos o con su familia. Además hay
con frecuencia ideas de haber pecado, pero muestran la relación con la angustia
porque los pecados sólo son vistos como las causas del castigo que los amenaza
aquí o también en el Infierno. También son frecuentes las ideas hipocondríacas y
muestran, según su tipo, la relación con la angustia, pues en parte representan te-
mores por la salud física sin pseudosensaciones, en parte tienen como contenido un
estrechamiento en el cuello y en el pecho, es decir, una opresión angustiosa. Sea
como fuere, las ideas depresivas en la depresión agitada aparecen más exteriormen-
te, y carecen de significación para la psicosis. El cuadro total sigue siendo el mismo,
ya sea que el enfermo se queje de que sufre terriblemente, ya sea que se lamente
de haber cometido un terrible pecado. Tampoco cambia nada en el cuadro de la de-
presión agitada cuando no existe ninguna idea. Cuando estudiemos la “depresión
autotorturada” veremos con todo detalle cuán esencial es esta circunstancia.
de lo que estaban. El afecto parece buscarse también aquí un único contenido, tal
vez de la misma forma como cuando el hombre normal, en medio de un afecto vio-
lento, ve ante sí lo que temía. También en el hombre normal se producen equívocos
ilusorios. Encontraremos en la psicosis de angustia engaños de los sentidos comple-
tamente diferentes que significan mucho más no sólo para el enfermo angustiado,
sino también desconfiado. Por lo demás no son frecuentes en la depresión agitada y
es posible que presupongan una predisposición individual.
Ya sea que la angustia tenga muchos o pocos contenidos, es muy difícil fijar a
los enfermos sobre algo que no sea lo que éstos quieren manifestar desde su an-
gustia. A menudo ni siquiera se llega a saber los datos más elementales de su vida,
pues en vez de ofrecer una respuesta con sentido, sólo exteriorizan una y otra vez
sus lamentos. Sin embargo, el hecho de que quieran dar una respuesta surge de
que después de repetidas preguntas ofrecen a menudo respuestas fugaces y como
al pasar, como si tuvieran que aprovechar los breves instantes en que la opresión de
la angustia retrocede un poco. Cuanto más se tarde en obtener una respuesta, más
se cae en la tentación de suponer una negativa obstinada, pero sólo se trata de la
angustia, que domina hasta tal punto el pensamiento y la acción, que no hay lugar
para ninguna otra cosa.
Caso 18. Irma Krei, nacida en 1912, enfermó repentinamente en 1941 con una
fuerte agitación angustiosa y fue llevada a la Clínica. Aquí se escapaba de la cama,
juntaba las manos, las ponía sobre el pecho, se abrazaba a otras personas, se la-
mentaba en voz alta y en forma monótona. En ocasiones gritaba atropelladamente
que era inocente; por lo general sólo emitía sonidos inarticulados. Ese grave estado
angustioso, apenas aliviado por el opio, duró ocho semanas; luego se produjo una
rápida tranquilización y la enferma pudo ser dada de alta en condiciones de equili-
brio. Una hermana había sido internada en la Clínica W. a causa de una enfermedad
54
Caso 19. Robert Schmelz, nacido en 1888, enfermó en 1939 y fue llevado de
inmediato a la Clínica. Corría de un lado para otro retorciéndose las manos; hacía
muecas, gritaba que lo iban a detener y que sus parientes debían morir con él. Lue-
go exclamaba monótonamente, repitiéndose una y otra vez: “Esto no tiene arreglo”.
Temía haber sido contagiado de sífilis y contagiar a otros. Con angustia más fuerte
aun, gritaba: “Ni siquiera en mil años se podrá arreglar esto”. Escuchaba cómo se
preparaban las torturas para él; escuchaba cómo otro enfermo manipulaba las
herramientas de tortura bajo la frazada, escuchaba también cómo decía otro: “Esta
noche le van a arrancar los testículos”. Con el propósito de suicidarse, se tiró desde
una mesa. Seis semanas después fue trasladado a la Clínica N. y permaneció allí en
excitación angustiosa sin que se pudiera influir sobre él. Sólo después de medio año
se produjo una creciente tranquilización. Por último, Schmelz recuperó totalmente el
equilibrio y pudo ser dado de alta. Una hermana había sido internada en 1899-1900,
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a la edad de 24 años, en una Clínica por enfermedad psiquiátrica, y luego siguió sa-
na. Lamentablemente, no se pudo saber el nombre de la Clínica.
La siguiente paciente sentía una gran angustia ante las penas del Infierno y a
pesar de eso pedía que la mataran. Además nos permitirá señalar una carga del
mismo tipo y un curso crónico de la depresión agitada:
Caso 20. Kath. Schürg, nacida en 1900, enfermó por primera vez en 1932 y fue
internada en la Clínica I. Estaba angustiada y se lamentaba ininterrumpidamente.
Decía que era una pecadora y que estaba perdida y debía arder eternamente en el
Infierno. No se podía interrumpir sus lamentos; la enferma se sujetaba a otras per-
sonas, rogaba que la mataran, trataba de abrirse las venas. La excitación siguió has-
ta el año siguiente y luego vinieron serios intentos de suicidio. De manera monótona,
la enferma se lamentaba una y otra vez de que estaba condenada para siempre, que
no se le podía ayudar, que era un cadáver viviente. Sólo un año y medio después de
la internación se produjo una mejoría, pero quedó un estado de ánimo depresivo y
ligeramente angustioso. La paciente estaba angustiada y era irascible sobre todo du-
rante el período. En 1939 se produjo una recaída. Schürg tuvo que dejar de trabajar
a causa de su angustia. Volvió a ser internada en la Clínica de Frankfurt, estaba llo-
rosa e inquieta. Por lo general se contenía, pero si la excitaban desde afuera co-
56
menzaba a lamentarse. Cuatro semanas después fue dada de alta, y medio año
después fue internada de nuevo. Esta vez era más lábil que realmente depresiva.
Diez días después fue trasladada a la Clínica W. y dada de alta allí cinco semanas
más tarde. La abuela materna de la paciente enfermó en 1889 durante el climaterio,
al mismo tiempo que se lamentaba constantemente: “Estoy enferma, no puedo cum-
plir con mis obligaciones, soy incurable, debo morir”. En enero de 1890, después que
su estado hubo durado ocho meses en su propia casa, fue internada en la Clínica
Neurológica de Frankfurt. Aquí gritaba: “¡Dios mío, Dios mío, sean misericordiosos!
¿Es cierto que me van a ejecutar hoy?” Se llevaba desesperada las manos sobre la
cabeza y seguía gritando: “¡Ahora me llevan, ahora me queman!” Luego aparecieron
ideas hipocondríacas: decía que su cuerpo iba a reventar, que había tomado vene-
no. Los aullidos, gritos y lamentos aumentaron; la enferma gritaba una y otra vez su
sufrimiento: “Es terrible, horrible, espantoso. Esto no ocurrió nunca antes y no volve-
rá a ocurrir”. Temía que la metieran en una olla con agua hirviendo. Las quejas se
fueron haciendo poco a poco monocordes. Mientras realizaba una tarea en su Sec-
ción, se quejaba sin parar: “¡Oh Dios, oh Dios, no puedo evacuar el vientre!” Diez
meses después fue dada de alta, sin aprobación médica, y volvió diez días más tar-
de. Sin embargo, se retomó la Historia Clínica sólo en 1892; en ella consta que la
enferma se quejaba en voz alta de que sería quemada y descuartizada. Luego cons-
ta que comenzaba a calmarse. Con ello se produjo por fin la curación; cuatro sema-
nas después de esa anotación la enferma fue dada de alta y permaneció sana du-
rante veinte años. Murió de 1961 de debilidad senil.
producido entre los parientes varios suicidios; eran más raros que en la melancolía
pura.
Resumen
Depresión hipocondríaca
que no puede negar la relación con los padecimientos hipocondríacos. Cuando los
enfermos se quejan por ejemplo de que su cuerpo se ha modificado interiormente,
podríamos pensar incluso que sólo quieren señalar sus pseudosensaciones. Pero
con un examen más preciso resulta a menudo que el enfermo no cree que su cuerpo
se ha modificado en razón de las sensaciones de nuevo tipo, sino por el contrario,
por la falta de sensaciones. Concretamente afirman que han dejado de sentir el
cuerpo, los brazos, las piernas, que carecen de sensación allí, es como si todo estu-
viera muerto. Por lo tanto la sensación física parece haber cambiado con las sensa-
ciones y extrañamientos en parte en más y en parte en menos. A menudo la queja
va más allá e incluye el mundo de las percepciones. Entonces los enfermos afirman
que no son tocados normalmente por las impresiones, carecen del sentido del gusto
y del tacto, no pueden sentir normalmente el frío, el calor y el dolor. Si el extraña-
miento avanza, también se modifican las ideas: los enfermos afirman que no pueden
imaginar normalmente ni siquiera la disposición de su habitación, ni siquiera el rostro
de una persona que acaban de ver. En cuanto a la totalidad del cuerpo, por lo gene-
ral concluyen que está muerto, que no puede morir en el verdadero sentido del tér-
mino porque ya está muerto. En cuanto a sí mismos como personalidad, concluyen
que se han convertido en otra persona, que no son ellos mismos, los que eran antes.
Surge por lo tanto el síntoma de la despersonalización. Encontramos los fenómenos
de extrañamiento en la mayoría de las depresiones hipocondríacas como alusiones,
en cuanto las depresiones alcanzan una cierta profundidad.
Caso 21. Karl Web, nacido en 1908, a los 12 años debió dejar la escuela por
medio año porque era muy nervioso. Enfermó seriamente en 1938; manifestaba nu-
61
Caso 22. Willi Rem, nacido en 1893, enfermó en 1942; afirmaba que había to-
mado Lysol por equivocación. Decía que tenía quemado el esófago y que en el
cuerpo tenía abscesos. Se quejaba y lloraba mucho; había dejado de trabajar, hizo
intentos de suicidio y fue internado en la Clínica de Frankfurt. Aquí se quejaba cons-
tantemente. Decía que tenía dolores ardientes en el pecho y el vientre, que en la fa-
ringe había una inflamación, que sentía pinchazos en los dientes, que no podía se-
guir soportando su estado y pedía que terminaran con su vida, pues sin duda había
enfermado de cáncer. Rem fue trasladado tres semanas después a la Clínica E. y
allí siguió quejándose. Decía que tenía temblores en el cuerpo, que la comida le
fermentaba en el estómago, que se moría lentamente. A menudo rechazaba la co-
mida, pues le producía más dolores aun. Tampoco a la noche se tranquilizaba. Sólo
con un tratamiento para las contracciones pareció mejorar algo, luego volvieron las
viejas quejas. Decía que sentía hormigueos en el brazo, en los dedos, en la espalda
y en el esófago. Decía que se le formaba demasiada saliva en el esófago y por eso
tenía que tragar constantemente. Ocho meses después de su internación en la Clí-
nica y un año después de haber enfermado mejoró rápidamente y pudo ser dado de
alta sanado.
siempre los temores. El enfermo supone que las causas de sus molestias son un su-
frimiento interior, una quemadura con Lysol, cáncer, una producción anormal de sali-
va. El enfermo expresa también el temor de morirse lentamente por los fenómenos
corporales. El diagnóstico de una depresión hipocondríaca no se apoya en estos te-
mores, sino en las pseudosensaciones sobre las que se construyen. La depresión
más profunda en el segundo caso lleva a quejas más fuertes. En algunos momentos
hay aquí un serio peligro de suicidio. En el Caso 21 hay signos de extrañamiento
porque a veces el enfermo siente una inusual liviandad en las piernas. El extraña-
miento aparece con mucha mayor claridad en los dos casos siguientes:
Caso 23. Elise Günt, nacida en 1889, sufrió en 1933 por primera vez un estado
depresivo con insomnio y malestar intestinal. En 1941 volvió a enfermar en el clima-
terio, se volvió angustiada, llorosa y se quejaba de malestar intestinal. Unos meses
después se sintió otra vez mejor. Pero 1942 volvió a producirse una depresión, que
hizo que la enferma fuera internada en la Clínica de Frankfurt. Aquí se quejaba de
que no tenía voluntad para trabajar y sufría malestares corporales. Tenía la sensa-
ción de que algo se le movía en el cuerpo, sobre todo entre los hombros. Sentía pre-
sión en el estómago, tensiones y quemaduras en la cabeza. El estado empeoró, las
quejas se hicieron más penetrantes. Sentía una terrible quemazón en el cuerpo; era
como si le tironearan el estómago y los intestinos, la sangre ardía, la piel era como
de goma. Había perdido en cambio las sensaciones normales; era como si los ner-
vios del cuerpo se hubieran secado completamente, como si nada trabajara en ella,
como si tuviera el cuerpo totalmente muerto. En el cuerpo y en las piernas tenía una
sensación de vacío. Tampoco podía sentir el dolor, el calor y el frío. Si la exponían al
frío del invierno, no se congelaría. Incluso tampoco podía morir, porque en ella todo
estaba ya seco y muerto. Tampoco sentía correctamente los olores y los sabores; en
cambio tenía poco perturbadas la vista y el oído. Pero no podía representarse nada,
ni a su marido ni a sus conocidos, prácticamente nada del mundo exterior. “No tengo
imágenes de nada, no puedo imaginar nada en la cabeza”. A veces la enferma se
quejaba esencialmente más de esas experiencias de extrañamiento que de las
pseudosensaciones. La condición torturante para ella desapareció a los siete meses;
entonces Günt quedó libre de malestares, recuperó el humor normal y fue dada de
alta.
63
particularidades, que por otra parte son raras. El cuadro inequívoco se da también
en el caso siguiente, que se destaca por un curso crónico:
Caso 25. Francisca Still, nacida en 1878, enfermó en 1928, cuando estaba en
el climaterio; estaba melancólica, se quejaba de dolores de cabeza y estómago. Me-
joró después de una breve internación en la Clínica K. En 1937 fue internada en la
Clínica de Frankfurt, pero al parecer hacía ya mucho tiempo que estaba enferma. Se
quejaba y exteriorizaba numerosos malestares hipocondríacos. Trece días después
fue dada de alta. El año siguiente estuvo internada en una institución asistencial. En
1939 volvió a la Clínica, después de un intento de suicidio. Estaba depresiva, con
frecuencia más insatisfecha y se quejaba constantemente. Decía que tenía dolores
en todo el cuerpo, que no podía estar sentada y tampoco acostada, que tenía los
brazos hinchados, la espalda ensanchada, que sentía picazón en los genitales, que
el dolor le venía de la coronilla, que era como si la pincharan con agujas. Fue dada
de alta cuatro meses después, volvió dos meses más tarde y se quejó de que no
podía soportar los dolores en los hombros, brazos, piernas. Luego estuvo durante
algún tiempo en una asilo de ancianos, pero tampoco allí pudo mantenerse. En 1942
volvió a la Clínica y se quejaba ahora de que tenía terribles dolores en la espalda, de
que le dolía la cabeza entera, que sentía como una llovizna en las piernas, como si
adentro tuviera hielo, mientras que en los brazos un ardor como si tuviera fuego, que
le temblaba todo el cuerpo, tironeos en el esófago. Decía que el estómago y los in-
testinos habían dejado de funcionar, que los alimentos permanecían durante días en
el estómago. Estaba muy llorosa y quejumbrosa. Siete semanas después fue trasla-
dada a la Clínica E. y allí siguió quejándose; en parte estaba claramente depresiva,
en parte más criticona. Un tratamiento antiespasmódico no cambió nada en su esta-
do. Un año después de su internación pareció tranquilizarse más, las quejas hipo-
condríacas desaparecieron, aunque no del todo, y también después del alta, dos
años y medio más tarde, estaban presentes.
Otra paciente hacía ya cinco años que estaba enferma cuando fue internada en
la Clínica de Frankfurt y cuando fue externada seguía manifestando el cuadro típico
de una depresión hipocondríaca. En ambos casos la depresión duró largos años y
es posible que no haya desaparecido nunca. En el caso de la segunda enferma, el
diagnóstico decía “psicopatía hipocondríaca”, sin duda incorrectamente, pues hasta
los 28 años la enferma no manifestó nada hipocondríaco. Sólo entonces se produjo
66
Resumen
Hace treinta años, cuando comenzó mi vida de psiquiatra, muy pocos conocían
- en nuestro medio - las magníficas observaciones que Carl Wernicke había realiza-
do en el círculo de las psicosis. Mi maestro Diego L. Outes - que ahora, a sus 76
años, realiza el esfuerzo de traducir el Grundriss de Wernicke - tenía el ejemplar que
había pertenecido a Braulio Moyano. En aquel entonces iniciamos la tarea de tradu-
cir algunas descripciones y agrupaciones nosográficas de Karl Kleist, en especial las
referidas a las psicosis marginales. Una de éstas es la psicosis aguda de revelación,
como la llamaba el propio Kleist, señalando que ya había sido descrita por Wernicke.
Fue en ese momento que, llenos de curiosidad, buscamos en el viejo ejemplar de
don Braulio. Y allí estaba. Era una pintura clínica impresionante, plena de claridad,
que coincidía completamente con el cuadro que presentaba una joven paciente
nuestra, quien se sentía llamada por la Gracia Divina, y cuya evolución no mostró
ningún signo de esquizofrenia. Rápidamente advertimos que muchos estados deli-
rantes transitorios, ajenos a la esquizofrenia, se diagnostican corrientemente como
cuadros esquizoparanoides; la tradición Wernicke-Kleist venía señalando el error de
diagnosticar esquizofrenia sólo porque aparecen manifestaciones delirantes.
Los colegas que nos acompañaron más tarde - en especial los doctores Oscar
Higa, Darío Rojas y Alberto Monchablon - consiguieron, por ellos mismos, apreciar la
grandeza desconocida que se encierra en las páginas del Grundriss. Hace pocos
años nos visitó un discípulo de Karl Leonhard, el gran colaborador de Kleist. Fue así
que, por vez primera, tuvimos ocasión de examinar pacientes junto a un especialista
alemán (Prof. Helmut Beckmann) formado en el núcleo mismo de la tradición Wer-
nicke-Kleist. Y, claro está, coincidimos en casi todos los diagnósticos. Hemos sentido
en carne propia que una particular visión de la naturaleza no pertenece a nadie, sino
que a ciertos hombres le pertenece en un “consensus”. Ha sido Diego Outes quien
nos descubrió la luz de Kleist, y siguiendo esta guía nos llevó a Wernicke. Quien es-
to escribe sólo lo ayudaba fascinado, con el entusiasmo de los jóvenes. Hoy, cuando
han pasado tres décadas, puedo ver claramente la grandeza de mi querido maestro,
que siempre ha sabido correr el velo de lo convencional y penetrar en terrenos des-
conocidos. En la década de los sesenta, cuando Outes era el famoso neuropatólogo
del Hospital Borda, mostraba una facultad especial para detectar lo que, hasta ese
momento, nadie había visto. He sido testigo de innumerables descubrimientos efec-
tuados por él. Pero su ejemplar seriedad lo conducía a postergar numerosas publi-
caciones, aparte de practicar como muy pocos el arte de la duda. Como un hombre
superior de la cultura, Outes respeta religiosamente las obras de los viejos sabios.
69
“¿Qué podemos decir después de Dejerine?”, me respondió una cierta vez que lo in-
cité a publicar un hallazgo. Actualmente, casi nadie vive según estos principios, que
son formas de santidad.
Esta traducción que tanto me honra prologar, muestra a las claras la virtud de
Outes. El maestro todavía nos sigue diciendo que la riqueza está en el pasado, en
aquellos momentos en que el espíritu se agitaba en un afán irrefrenable por captar el
fondo de todo lo creado. Y así es, pues el alma mecanicista ha muerto con la prime-
ra mitad del siglo veinte, y hoy se sigue llamando “ciencia” a un mero deporte tecno-
lógico, vacío de concepciones originales, infectado por una moral de vanidad. En es-
tos tiempos lo profundo sólo se puede alcanzar por la vía del retorno.“Volver a Wer-
nicke”. Esto nos dice Diego Outes. Allá, casi olvidado, en la Salta de sus antepasa-
dos, con su vista agotada, con su sacra pobreza, inclinado en su escritorio como un
Fausto que no quiere pactar, traduce con infinita devoción los párrafos de un libro
que perteneció a su venerado maestro. Cuando yo era niño se decía “hacer patria”.
Ahora, mientras leo conmovido esta traducción, recién la comprendo.
ALCMEON 19
Clasificación de las psicosis endógenas y su etiología diferenciada (4ª entrega)
Karl Leonhard
Depresión autotorturada
idea angustiada el afecto depresivo. Esa estrecha unión con determinados comple-
jos de ideas muestra que ha sido afectado aquí un nivel del sentimiento de naturale-
za espiritual claramente superior al nivel del sentimiento afectado en la depresión
agitada y también en la depresión hipocondríaca, en la que apenas se puede hablar
de contenidos espirituales, sino casi sólo de sensaciones corporales.
Vemos que precisamente las ideas que normalmente están dotadas de un alto
valor afectivo son sobrevaloradas patológicamente en la depresión autotorturada. El
tono afectivo adquiere incluso mayor profundidad por el hecho de que las ideas tie-
nen como contenido los extremos. Los enfermos no han cometido según su convic-
ción un pecado mayor o menor, sino el pecado más terrible. No creen ser inferiores
como muchos otros hombres, sino más despreciables que cualquiera, tal vez más
despreciables que un animal. En su opinión no sólo deberán sufrir y morir, sino so-
portar los peores tormentos del infierno. Y en su opinión sus familiares deben sufrir
junto con ellos los terribles castigos. En medio de esos excesos aparecen numero-
sas ideas; a menudo los enfermos nunca terminan de describir los hechos terribles
que los mueven interiormente. Si los contradecimos, aseguran con vehemencia que
todo es tal como lo han dicho. También intentan por sí mismos, una y otra vez, con-
72
vencer al médico de la exactitud de sus ideas. Gracias a ese continuo remover las
ideas profundamente depresivas, los enfermos aparecen marcadamente autotortu-
rados. Es como si tuvieran que torturarse a sí mismos una y otra vez por medio de
ideas terribles.
Muchas ideas tienen también una forma tal que transportan al mismo tiempo di-
ferentes valores afectivos. Por ejemplo, los enfermos exponen ideas de angustia y
de pecado cuando explican que en el infierno los esperan terribles castigos a causa
de sus graves faltas; la afirmación de muchos enfermos en el sentido de que su me-
ra presencia debe producir horror a su medio manifiesta una idea de pecado y una
idea de inferioridad; la idea de otros enfermos de que por su culpa su familia deberá
sufrir una muerte horrible expresa angustia, culpa y compasión. Es comprensible que
por medio de semejantes vinculaciones se profundice también el valor afectivo de las
ideas. El hecho de que en un enfermo ocupe el primer plano un tipo u otro de idea
depende de las inclinaciones individuales. Por lo general las ideas de autodesvalori-
zación superan a las ideas de angustia.
Cuando los enfermos exponen sus ideas, pueden caer en una notable excita-
ción, pueden lamentarse, llorar, incluso gritar con fuerza sus afirmaciones. También
73
se dejan desviar de mala gana de sus ideas, pero no muestran una persistencia tan
obstinada como en la depresión agitada. Falta también el estar inmediatamente
apremiados. Una vez que han expresado con toda insistencia sus ideas, se tranquili-
zan por un tiempo y pueden parecer apáticamente encerrados en sí mismos e inclu-
so inhibidos. Sin embargo, no se trata de una auténtica inhibición, ya que una ligera
incitación es suficiente para que de la apatía vuelva a surgir la excitación. Así como
falta la inhibición psicomotora, falta también la inhibición del pensamiento. Por eso
es imposible la confusión con una melancolía pura. Allí las ideas que en sí pueden
ser parecidas, no se encuentran con tanta riqueza y con tanto exceso. De todos mo-
dos nos recordará con frecuencia la melancolía, así como también la depresión agi-
tada. Por consiguiente es posible que Wernicke y Kleist en su concepto de la melan-
colía angustiada hayan tenido a la vista un buen número de estos casos. La inclina-
ción al suicidio es en la depresión autotorturada algo menor que en la melancolía,
pero el peligro inmediato es más grande, porque no hay nada que se oponga a la
realización de la intención.
Caso 26. María Klin, nacida en 1888, enfermó por primera vez en 1908 e ingre-
só en la sección psiquiátrica de la Clínica St. En el ingreso estaba muy excitada, lue-
go se quedó tranquila en la cama. Cuando se la interrogó, relató que había cometido
el pecado contra el Espíritu Santo, que el Salvador la había abandonado. A menudo
estaba totalmente desesperada pensando en su culpa. Por la noche gemía ocasio-
nalmente; de día refería, por lo general lamentándose, sus ideas. Cuatro meses
después fue dada de alta en un estado algo más libre. En su casa pronto quedó to-
talmente libre y siguió así en las décadas siguientes. Sólo en 1939 volvió a enfermar:
se quejaba de una presión constante en el pecho, quería quitarse la vida, volvía a re-
ferir ideas religiosas. Ingresó en la Clínica de Frankfurt y explicó allí que era mala,
abyecta, que había sido abandonada por Dios, que un ejército de demonios habitada
en ella y quería seducirla para que cometiera depravaciones. Decía que iba a ser lle-
vada por el diablo y castigada. Rezaba mucho, refería sus ideas lamentándose, bus-
caba describir una y otra vez con nuevos términos su perversidad. Pero si no se la
incitaba, permanecía tranquila y reservada. Después de tres meses fue trasladada a
la Clínica W. Allí se mantuvo al principio tranquila, casi no hablaba, tenía una expre-
sión facial depresiva rígida. Pero en la exploración comenzó también a excitarse, y
refirió sus ideas depresivas con lamentos. La enferma explicó que había hecho co-
sas depravados y que su hermana debía sufrir por ello. Decía que era probable que
74
azotaran y torturaran a esa hermana, que tal vez estaba también en la Clínica. “Esto
es terrible, terrible”. Era terrible que su hermana tuviera que sufrir por sus (los de la
paciente) pecados. Una vez que se desahogaba, volvía a tranquilizarse. Al médico al
que refirió sus ideas le pareció por lo general excitada, mientras que las enfermeras
describen en sus informes casi sólo una conducta tranquila. Después de 6 semanas
fue trasladada a la Clínica G. Allí, en los meses siguientes, se condujo de la misma
manera: lloraba y gemía cuando expresaba sus ideas, y si no, estaba hundida en sí
misma, deprimida. Un año y cuatro meses después de su ingreso en la Clínica de
Frankfurt quedó libre rápidamente, corrigió sus ideas y pudo ser dada de alta resta-
blecida. La madre tuvo tres veces en su vida depresiones, que al parecer eran muy
parecidas a las de la paciente. Sin embargo, no fue internada en ninguna clínica u
hospital.
Resumen
y más aun por los familiares. El afecto patológico parece desarrollarse continuamen-
te en las ideas. Con frecuencia las ideas se van hacia un extremo, los enfermos se
exceden en sus afirmaciones de ser los seres humanos más viles y despreciables y
de ser castigados terriblemente. Vuelven continuamente a sus ideas de una manera
autotorturante y buscan convencer a otros de su veracidad, con lo cual se excitan.
Pero cuando falta un estímulo para expresar sus ideas, se conducen tranquilamente,
parecen hundidos en sí mismos y siguen en silencio sus ideas. Falta el impulso, pro-
pio de la depresión agitada; pero por otra parte no hay inhibiciones. A partir de una
conducta apática y tranquila se puede producir en cualquier momento una excita-
ción, cuando se expresan las ideas. En cuanto a la constitución física, en la depre-
sión autotorturada el porte leptosómico no es menor tal vez que en las otras enfer-
medades depresivas.
Depresión paranoide
Las ideas de relación muestran siempre una base depresiva; los enfermos
hacen sus observaciones anormales oprimidos y angustiados, no con irritación y
enemistad, como es de rigor en las ideas de relación esquizofrénicas. No siempre se
ve en qué suelo ha crecido la idea. Si un enfermo observa que las demás personas
76
se alejan de él con desprecio, puede estar dominado por un afecto hostil contra el
medio, pero puede ver también, a la inversa, en las supuestas agresiones del medio,
sólo la reacción justificada a su propia culpa. En esta segunda forma se insinúan
ocasionalmente las ideas de relación, como hemos visto, en la depresión autotortu-
rada. En la depresión paranoide tienen una forma parecida, pero el fondo depresivo
no se manifiesta siempre con tanta nitidez, ya que la depresión en sí no es profunda.
Sin embargo, el depresivo paranoide siempre sufre, no provoca discusiones.
taciones angustiadas. En cambio los estados de angustia más profundos con una
fuerte excitación señalan, en la medida en que se presentan con ideas de relación,
la psicosis de angustia. También un cambio rápido entre una conducta relativamente
libre y una fuerte angustia habla en favor de la psicosis de angustia, pues la depre-
sión paranoide presenta, como todas las formas puras, un estado más equilibrado,
que sólo vacila reactivamente, pero no muestra el grueso cambio de las dos enfer-
medades polares. En el medio hogareño más que en la clínica, la depresión para-
noide ofrece excitaciones de tonalidad angustiada, pues allí el tratamiento cambiante
y a menudo inadecuado provoca fácilmente reacciones violentas.
Caso 27. Anna Mül, nacida en 1909, enfermó en 1942; se volvió angustiada;
cuando la gente se reunía creía que hablaban sobre ella, que decían que había ro-
bado y que era mala. Debido a que quería ahogarse con sus dos hijos, se internó en
la Clínica de Frankfurt. Allí explicó que se la culpaba injustamente; si bien era cierto
que una vez le habían dado un vuelto de más en el negocio, había regresado de in-
mediato y lo había restituido. Decía que a pesar de eso la atendían muy mal en los
comercios y la acusaban de robar, que todo el mundo la miraba con curiosidad, en
los diarios habían publicado algo sobre ella, aquí en la Clínica la llamaban también
“delincuente”. Si se le preguntaba si realmente lo había oído, la paciente se echaba
atrás: “No sé, ellos están siempre juntos, yo no maté a nadie”. En su casa pensó
siempre que vendrían a buscarla; finalmente no pudo dominar su angustia y viajó
con sus hijos al río Main. Su esposo también quería desprenderse de ella para poder
casarse con otra. Mül estaba al principio muy excitada, pedía ayuda, se empeñaba
en regresar a su casa; más tarde se contuvo más. Tres meses después el estado
angustioso se extinguió. Mül fue dada de alta. En su casa al principio estuvo un poco
angustiada y desconfiada, luego se normalizó. En 1943 volvió a enfermar. El marido,
que realmente quería divorciarse de ella, informó acerca de escenas de celos, mien-
tras que en la enferma volvió a presentarse la depresión. Antes de su ingreso en la
Clínica volvió a meterse con sus dos hijos en el agua, pero fueron salvados todos.
En la Clínica confirmó que quería morir, que la vida había dejado de tener sentido
para ella y que no quería dejar a sus hijos solos. Decía que la gente la asediaba con-
tinuamente porque había estado internada en la Clínica. Que siempre le decían “idio-
ta”. Decía también que una vez se había expresado contra Hitler, y ahora lo sabían
todos. Mül estaba también esta vez muy angustiada y torturada. Cuatro semanas
después fue trasladada a la Clínica W. Allí lloraba, afirmaba que no se podía hacer
78
nada por ella, que siempre tenía miedo de la policía, que todo era tal vez un castigo
porque no frecuentaba mucho la iglesia. Tres meses después, es decir, a principios
de 1944, la depresión volvió a extinguirse. Mül dejó de quejarse, corrigió sus ideas
depresivas y se le dio una ocupación doméstica en la Clínica, pues su marido no vi-
no a buscarla. En agosto de 1944 pasó por una ligera depresión que se extinguió rá-
pidamente. En 1945 y a principios de 1946 volvió a sufrir depresiones que se descri-
bieron poco, pero que siempre se presentaron con ideas de relación. Luego el esta-
do se mantuvo normal. Mül era trabajadora, con un humor equilibrado, y en julio de
1946 fue dada de alta. Su padre enfermó en 1927, sufrió una depresión, creyó que el
gerente de una empresa agrícola lo oprimía. Después que ese estado hubo durado
meses en forma mitigada, la depresión aumentó en agosto y el enfermo creyó que
no podía ingresar su trigo, que la gente quería quitarle algo; se mantuvo durante el
día entero sin protección a pleno sol en el campo, regresó confuso a su casa y tuvo
que ser internado en la Clínica L. Allí estuvo desorientado en el tiempo y el espacio,
perseveraba, se resistía y se tomaba fuertemente de las personas que pasaban. Si
lo ponían de pie se dejaba caer; fue necesario alimentarlo con una sonda. Ocho me-
ses después su estado mejoró, pero siguió la desorientación. Tampoco podía reco-
nocer a la gente que lo rodeaba, aunque a veces en sentido angustiado, porque cre-
ía que en la sala había un juez. En el tiempo siguiente quedó libre rápidamente y re-
sultó amnésico respecto del tiempo que duró la enfermedad aguda. Recordaba sin
embargo que estaba en el campo bajo el sol; todo lo demás no había dejado ningún
recuerdo en su memoria. Ahora había dejado de llamar la atención; tampoco se in-
forma acerca de fenómenos depresivos. Seis meses después de su ingreso fue dado
de alta con un diagnóstico de “amentia” provocada por una fuerte exposición al sol.
En su casa se mantuvo sano; al parecer tampoco se hizo notar su angustia anterior
a la amentia. En 1939 se lo revisó y se lo encontró normal.
Resumen
amplitud normal. En cuanto a la estructura corporal, según lo puedo decir sólo por la
impresión que tengo, el porte leptosómico no parece ser infrecuente.
Depresión fría
ahora parece como extraño. En un nivel más alto, la participación pobre lleva a la
“despersonalización”, en cuanto los enfermos dicen que ya no son los mismos hom-
bres que antes, pues han perdido todo sentimiento. Pero la despersonalización pue-
de surgir también, como hemos visto, de la forma hipocondríaca del extrañamiento.
Es necesario valorar de manera diferente el extrañamiento en los psicópatas o en los
estados crepusculares.
Se podría pensar que se trata tal vez de una inhibición, como la que es propia
de los enfermos melancólicos. Pero éste no es el caso. Cuando los enfermos hablan
de sus fenómenos de extrañamiento, pueden volverse muy vivaces, pueden quejar-
se con precipitación y sufrimiento, lo que nunca ocurre en la verdadera inhibición. La
falta de iniciativas es también la consecuencia de la pobreza de participación. Tam-
bién se da ese hecho, según las declaraciones de los enfermos. A la queja de una
falta de sentimientos se une regularmente la queja de una falta de voluntad. Los en-
fermos no afirman como los melancólicos que han perdido la capacidad de producir,
que no pueden lograr nada, sino reconocen directamente que les falta la voluntad.
Parecen sentir esa falta de una manera tan directa como la falta de sentimientos. Es
posible que se trate en lo fundamental del mismo síntoma. Los sentimientos espiri-
tuales más elevados, que están perturbados en la depresión fría, representan al
mismo tiempo un punto de salida para la pulsión voluntaria más elevada.
mos de los enfermos, están en silencio, tienen impulsos pobres; pero si los motiva-
mos y preguntamos por su estado, casi siempre comienzan a lamentarse, e incluso
pueden quejarse violentamente de su estado de sufrimiento. Nos recuerdan así a los
depresivos autotorturados, que también pueden pasar de su conducta más apática a
un lamento excitado si les preguntamos por su estado. Desde ya que los depresivos
fríos nunca se excitan tanto como los autotorturados.
Esto último diferencia la depresión fría de las otras depresiones puras, pues en
todas éstas los sentimientos de placer pierden profundidad, pero en ninguna decla-
ración encontramos que también el displacer sea sentido menos. Esta característica
depende de la particularidad del estrato del sentimiento afectado en la depresión
fría. En el pro y contra del pensamiento superior esos sentimientos superiores osci-
lan como movimientos de la voluntad y adquieren mayor profundidad. Si falta el polo
del placer, se paraliza también el polo contrario del displacer. He explicado detalles
más precisos sobre este tema en mi Biologische Psychologie (Leonhard, 1972). En
la melancolía pura son afectados todos los estratos del sentimiento; por eso se pue-
de encontrar en ella, aunque con menor espectacularidad, datos parecidos a los de
la depresión fría.
ponde a lo que se produce objetivamente o porque estos enfermos tal vez son inter-
nados raras veces en las clínicas.
Caso 29. Nikolaus Traut, nacido en 1906, se sintió oprimido por primera vez en
1937 y fue tratado por un neurólogo. En 1940 enfermó seriamente y fue internado en
la Clínica de Frankfurt. Allí se quejó de que se sentía como si interiormente no exis-
tiera más, como si no pudiera sentir nada. Creía que era inútil, pues ya no se intere-
saba por nada, todo le era indiferente; incluso creía carecer de sentimientos para sus
familiares. No sentía ni la alegría ni la tristeza. Prefería no tener más vida que vivir
una que no lo era. Nada podría cambiar su estado; aun cuando fuera hasta la luna,
el “gran vacío” seguiría permaneciendo en su interior. El enfermo se conducía en si-
lencio, mostraba poca participación en el medio, pero se volvía más vivaz cuando se
expresaba acerca de su vacío interior. Unos 5 meses después la depresión retroce-
dió, despertó el gusto por el trabajo y Traut pudo ser dado de alta en una condición
equilibrada. Su padre había tenido depresiones varias veces: veía en ellas el futuro
con pesimismo y se sentía incapaz de producir. Las depresiones volvían a desapa-
recer sin que fuera necesario internarlo en una clínica.
Caso 30. Maria Web, nacida en 1878, se deprimió por primera vez en 1927 y
fue internada en un sanatorio. No se pudo encontrar su historia clínica. Diez meses
después la depresión se extinguió. En 1941 Web pasó por una breve depresión. En
1942 enfermó seriamente y fue internada en la Clínica de Frankfurt. Allí manifestó
que estaba cansada de la vida y de preocuparse demasiado. Pero sobre todo se
quejaba de que no sentía correctamente. Decía que para ella era lo mismo si vivía o
no; no podía sentir alegría y tampoco tristeza. No podía compartir los sentimientos
con su hijo, que acababa de regresar del campo de concentración. Decía que era
como si en ella hubiera muerto algo. Decía también que había perdido la voluntad y
que no podía llegar a una decisión. Se hacía reproches por todo, sobre todo en
cuanto a su conducta respecto de su hijo, pero a pesar de todo no podía ser de otra
manera. La enferma se conducía en silencio, se mantenía ensimismada, pero se
quejaba vehementemente ante quien se ocupara de ella. Tres meses después la
condición mejoró, de manera que pudo ser dada de alta. Un año más tarde se pre-
sentó en la Clínica y estaba en perfecto estado. Una hermana, que siempre había
sido un poco angustiada, pasaba cada dos años por una depresión, en la que, según
85
Caso 31. Alfred Puck, nacido en 1909, fue por primera vez al neurólogo en
1931, quien no encontró nada patológico. En 1932 estuvo, por agotamiento nervioso
y depresión anímica, en un parque termal. En los años siguientes trabajó, pero sin
alegría, “sin ningún sentimiento interior”. No había en él algo así como una “vibración
del alma”. En 1937 “se apagó por completo la luz de la vida”. Ahora, como afirmaba,
carecía totalmente de sentimientos; ni siquiera era capaz de producir la tensión inter-
ior para estar triste. Tenía la sensación de que no existía más. Le faltaba también to-
da fuerza de voluntad; debía juntar toda su energía si quería ir a la mañana al traba-
jo; se sentía totalmente incapaz de tomar una decisión. En 1938 fue internado en la
Clínica de Frankfurt, manifestó las quejas que hemos descripto y encontraba siem-
pre nuevas descripciones para su vacío interior. Decía que su alma estaba realmen-
te muerta, que había perdido totalmente el sentimiento respecto de otros hombres.
Hablaba vivazmente cuando describía su estado; en caso contrario permanecía sen-
tado con pulsiones pobres. Fue dado de alta dos meses después, algo más libre. Sin
embargo, el estado anormal se mantuvo; Puck seguía sintiéndose oprimido y falto de
energía, pero se mantuvo en su profesión. En 1940 se produjo un deterioro, de ma-
nera que debió ser internado en la Clínica Privada K. Allí volvió a quejarse de falta
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Este paciente describe cada vez con palabras y comparaciones nuevas su falta
de sentimientos y también su falta de voluntad. El estado oscilaba en cuanto a la
profundidad; Puck ingresó en 1940 en la Clínica K. en un estado de notable deterio-
ro; en cambio, cuatro meses después, al ser dado de alta, estaba casi libre. Por lo
tanto se presentan oscilaciones fásicas indudables, pero en la totalidad el estado es
crónico. No es posible fijar con seguridad el comienzo, puesto que Puck, como todos
los depresivos fríos, se inclinaba a contemplar su vida anterior como carente de ale-
gría, ya que ahora, en la retrospectiva, le parecía sin alegría. Es seguro que aquí só-
lo faltaba el recuerdo de los tonos del sentimiento propios de las vivencias de su
época. A partir de 1937 el paciente no sana más. A decir verdad, en 1947 la depre-
sión no era tan profunda como en 1938 y 1940, pero se mantenía. Tampoco cambió
su carácter en todos esos años; ningún síntoma desapareció y tampoco se presenta-
ron síntomas nuevos. Por esa razón sólo es cuestión de una única enfermedad: la
depresión fría. La depresión es demasiado profunda para un estado psicopático.
87
Más bien quisiera suponer que numerosos estados de extrañamiento que fueron
descriptos como psicopáticos, eran en realidad depresiones frías de curso crónico.
La situación es la misma que en las depresiones hipocondríacas crónicas, que se
confunden fácilmente como psicopatías si no se sigue con cuidado la historia previa
y se pasa por alto el hecho de que la anormalidad comenzó en un punto determina-
do del tiempo.
Resumen
La depresión fría se caracteriza por una opresión del estado de ánimo, acom-
pañada por un empobrecimiento de los sentimientos y de la voluntad que en esencia
se siente más subjetivamente y se reconoce menos objetivamente. Los sentimientos
espirituales más elevados, no sólo en el sentido de la alegría, sino también en el
sentido del sufrimiento, pierden su profundidad. Sobre todo se pierde subjetivamente
la capacidad de acompañar en el sentimiento a otras personas. Los enfermos pue-
den quejarse vivazmente, pero en la totalidad se advierte también objetivamente una
falta de participación y un empobrecimiento de la iniciativa. Otros síntomas depresi-
vos no desempeñan ningún rol en el cuadro de la enfermedad; sólo se llega a auto-
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ALCMEON20
Clasificación de las Psicosis Endógenas y su Etiología (5taentrega)
Karl Leonhard
Euforias puras
Las euforias puras son enfermedades muy raras, tal comosurgirá de la exposi-
ción estadística. En razón de esa rarezano sería posible en sí lograr la prueba de
una forma deenfermedad propia, a pesar de que en parte los cuadros sonrealmente
impresionantes. Pero obtienen un gran apoyo de parte delas depresiones puras,
pues así como a la melancolía pura se leenfrenta la manía pura, a cada depresión
pura se le enfrentauna euforia pura. Las enfermedades no poseen dos polos como
laenfermedad maníaco-depresiva, pero se las puede denominar“de polos opuestos”,
pues cada forma corresponde a unaforma opuesta. También la manía pura, en razón
de su rareza,necesita un cierto apoyo de su polo contrario, la melancolíapura. Los
cuadros de las euforias puras se muestran tambiénocasionalmente en la enfermedad
maníaco-depresiva—volveremos a verlo en la psicosis deangustia-felicidad—, pero
en su cuadro total las vemosimitadas por las psicosis polimorfas más raramente aun
que lasdepresiones puras.
90
Euforia improductiva
Siempre son muy pocas las ideas que se manifiestan. Aparecencon el comien-
zo de la perturbación afectiva; en el período detiempo siguiente se fijan con holgura
y sólo se les agregan muypocas otras. De manera que esas euforias se mantienen
siemprecomo improductivas, aun cuando el sentimiento de bienestar,reconocido ob-
jetivamente y confirmado subjetivamente, seaperfectamente patente.
Caso 32. Karl Gerst, nacido en 1896, enfermópor primera vez en 1938. En su
carácter de policía pidió a loshuéspedes de un hotel, sin fundamento, sus datos per-
sonales yfue internado en la Clínica B. Aquí actuó con ciertapresunción, se ocupó de
otros enfermos y como no mostró nadaparticular, fue dado de alta a las 8 semanas.
92
Sumario
Euforia hipocondríaca
la que partí enaquella época había 8 de tales casos, que en principio debíseparar de
otros diagnósticos (hipocondría o psicopatíahipocondríaca).
Sólo 4 de los 8 casos de mi primera serie tuvieron este cursofavorable; los res-
tantes 4 casos fueron crónicos. Si no hubieraencontrado siempre en las formas pu-
ras algún curso crónico,tendría grandes dudas en el diagnóstico. Pero aun cuando-
refiramos estas observaciones a las otras formas puras, esnotable el hecho de que
tantos casos adopten un curso crónico.Presento a continuación un caso:
Caso 34. Helene Fis, nacida en 1874, nollamó la atención hasta los 50 años.
Desde 1924 se quejaba depadecimientos corporales. En 1932 ingresó por primera
vez en laClínica de Frankfurt. Entretanto había sido operada repetidasveces a causa
de sus padecimientos sin que se encontrara nada.Ahora se quejaba de dolores en
los pulmones, en el cuerpo y en elcuello, palpitaciones, debilidad en el estómago, pi-
cazón en lacabeza y en el cuello. Era como si en el estómago se leextendiera algo,
como si el nervio de la lengua se le debilitara,como si en el estómago se levantara
un bocado, como si se leextendiera algo en la garganta. Decía que en la nuca tenía
unasensación como si estuviera acostada sobre alambres. A pesar detodos sus la-
mentos, que exponía ampliamente y en detalle,parecía alegre y de buen humor. Ella
misma explicaba que era unmilagro que sintiera alegría de la vida a pesar de
los“terribles dolores” y que pudiera seguir sonriendo. Unahernia en el vientre, que le
había quedado de una operación, nola molestaba para nada. Cinco días más tarde
fue dada de altaotra vez. En 1936 apareció en la Clínica y se quejó de que nose es-
forzaban mucho para aliviarle sus padecimientos. Dirigió lamisma queja la Ministerio
de Salud de la ciudad. No se produjouna mejoría, tampoco más tarde. En 1939 la
enferma fue recibidanuevamente en la Clínica de Frankfurt. Ahora se quejaba dedo-
lores y de una “sensación torpe” en la cabeza,dolores desde el cuello hasta la zona
del estómago, presión enel cuerpo, etcétera, y exigió que la operaran. A pesar de
quese quejaba entre gemidos de sus “terribles dolores”,estaba de buen humor,
hablaba vivazmente y además estaba muyexcitada y alegre. Tres meses después
murió de unabronconeumonía, a los 65 años, sin que nada cambiara en suestado.
Hasta los 50 años Fis estuvo sana y se ocupó como esposa delas tareas de la
casa. Luego comenzó el cambio, que duró hastasu muerte a los 65 años. El comien-
96
zo en una determinada épocade la vida contradice, tal como lo vimos también en los
casoscrónicos de depresión hipocondríaca, el supuesto de que sepodía haber trata-
do de una psicópata hipocondríaca. Contra unaenfermedad esquizofrénica habla el
hecho tanto aquí como alláde que en todo el curso no se pudo reconocer ningún
progreso,sino que se mantuvo el mismo cuadro desde el comienzo hasta elfin. Ade-
más, su estado de ánimo eufórico crónico sinachatamiento de los afectos no encua-
draría nunca con unaesquizofrenia. Las pseudosensaciones recuerdan por su forma,
porlo general grotesca, las sensaciones esquizofrénicas; sinembargo, nunca fueron
sentidas como influencia de afuera. Loseufóricos hipocondríacos, igual que los de-
presivoshipocondríacos, no dudan jamás que sus pseudosensacionesrepresentan
procesos patológicos. En los casos crónicos elcuadro corresponde completamente al
que ofrecen las euforiashipocondríacas con curso fásico. Por eso no parece posible
otrainterpretación. La inclinación al curso crónico, que hastacierto grado le corres-
ponde a todas las formas puras, al pareceres particularmente grande en la euforia
hipocondríaca. Por otrolado también podría ser que los casos crónicos obtengan
confrecuencia relativamente mayor un tratamiento clínico, pues porlo general exigen
en forma querulante ayuda para suspadecimientos. Por la gravedad de las pseudo-
sensaciones, esaforma de reacción no es sorprendente; por eso es más propia dela
euforia hipocondríaca que de la depresión hipocondríaca,pues el estado de ánimo
eufórico busca la culpa más bien enlos otros, al contrario del depresivo. También en
lasquerulaciones los eufóricos depresivos jamás llegan a la ideade hacer responsa-
bles por sus pseudosensaciones a quienes losrodean, como lo hacen los esquizo-
frénicos; sólo piden ayuda ensu enfermedad. Si incluimos los casos crónicos, la eu-
foriahipocondríaca no es tan rara como para no aparecer de tanto entanto. Varias
veces tuve que examinar tales casos; quieneshabían hecho los exámenes anteriores
por lo general no sabíancómo juzgar a estas personas que se quejaban tanto y a
pesar deeso parecían alegres y satisfechas.
Sumario
Euforia exaltada
modo dehablar algo patético. En este carácter la euforia tiene en síalgo que fluye
lentamente. El concepto de alegría, que a pesarde su inexactitud aplicamos a la eu-
foria de los eufóricosmaníacos e improductivos, ya no es enteramente aplicable a
laelevación de los eufóricos exaltados, pues a estos enfermos lesfalta por completo
la ligereza que contiene el concepto dealegría. Más bien están repletos hasta lo ex-
tásico con susafectos alegres. Según su contenido, las ideas de los eufóricosexalta-
dos son al mismo tiempo egoístas y altruistas; en primerlugar porque los enfermos
se sienten poderosos, ricos yeróticamente favorecidos; y en segundo lugar porque
quisieranemplear su poder para hacerle el bien a otros. Es así queregularmente se
declaran no sólo influyentes, sino que seproclaman conductores de la humanidad,
personas que no sóloquisieran aportar la felicidad a sí mismos, sino también atodos
los otros, tal vez la beatitud en el aquende o el allende,tal vez una paz eterna o una
salud eterna. A menudo atribuyen suvocación a Dios, por quien se creen iluminados
y que les ha“otorgado” sus ideas. En épocas menos religiosaspueden sentirse lla-
mados por sí mismos y capaces de realizargrandes cosas. En una forma más leve
se conforman con apareceren su medio más íntimo como aportadores de la felicidad,
paralo cual anuncian por ejemplo a los familiares la salvación de lanecesidad, y en la
Clínica la curación a los otros enfermos.Una forma puramente egoísta de la idea, o
sea un puro delirio degrandeza, no aparece entre los enfermos: más bien surge una-
forma puramente altruista. Los enfermos pueden afirmarexpresamente que no les
importa su propia posición: sóloquerían ayudar a los demás. Parece que de los afec-
tospatológicos del tipo que se presenta en estos enfermos, lasexcitaciones de tipo
altruista son puestas en primer plano, y nolas de tipo egoísta. De todos modos, las
ideas de la euforiaexaltada son en primer lugar ideas de hacer feliz, y sólo ensegun-
do lugar delirios de grandeza. Lo mismo vale para las ideasde la psicosis de angus-
tia-felicidad o de la psicosis deinspiración, como lo señala Kleist.
La afirmación de los enfermos de que las ideas les soninspiradas por Dios se
apoya a menudo en vivencias alucinatoriasque pueden aparecer en la cima del afec-
to. Son preponderantementede naturaleza óptica y recuerdan vivencias traumáticas.
Dios oun santo aparece a los enfermos y por medio de su mera aparicióno también
por medio de palabras produce el estímulo paragrandes hechos. A pesar de que los
enfermos presentan lasapariciones como reales, se trata más de pseudoalucinacio-
nes quede verdaderos fenómenos engañosos. Nunca son percibidos comoextraños
99
al yo, sino que reflejan lo que los enfermos llevandentro de sí en su afectividad exal-
tada. Por eso hablan de lasapariciones sin ningún asombro: sólo lo hacen con el en-
tusiasmocon el que exponen también sus otras ideas.
Los otros síntomas no son propios de la euforia exaltada; lesfalta una excita-
ción psicomotriz que es muy frecuente en lapsicosis de angustia-felicidad. El pensa-
miento se ve perjudicadosólo en el sentido de que es difícil fijar la atención de losen-
fermos a algo que no sean sus ideas. Un caso clarificará elcuadro patológico de la
euforia exaltada.
Caso 35. Heinrich Horch, nacido en 1907,enfermó en 1940. Por la noche escu-
chaba la voz de Dios.“Eres un infiel, hombre lleno de vicios, pero me revelaréespe-
cialmente para ti”. Fue internado en la Clínica deFrankfurt y explicó que tenía que
escribir un libro sobre laBiblia y que gracias a él se verían cosas más grandes
aun.Más tarde se declaró “hombre universal” que poseíafuerzas extraordinarias, in-
cluso físicas. Pidió que serepartiera por partes iguales a los pacientes la sangre que
lehabían extraído, a fin de que sanaran. Quería hacer el bien atodos los hombres.
Tres semanas más tarde sanó y pudo ser dadode alta.
Su padre había sido muy religioso desde siempre, a la manerade los sectarios.
A la edad de 60 años ese carácter seconvirtió en patológico. Se hizo muy notable,
quería convertira todos los hombres y les decía a muchos: “Dios me lo hainspirado”.
Más tarde volvió a tranquilizarse.
otras cosas: “La alegríapor lo que vamos a vivir es indeciblemente grande. Necesito-
vuestra ayuda, necesito la ayuda del mundo entero. Alemania serámás grande y
más poderosa, y yo me haré cargo de lapresidencia del gobierno. Voy a estar bajo la
protección delPadre Celestial. La libre elección del pueblo decidirá si voy aser el su-
cesor de Hindenburg; seguiré gustosamente el llamadodel pueblo. Sé que tengo que
cumplir una gran misión”. Enun estado más leve de la enfermedad el paciente se
llamaba a símismo “maestro” y prometía construir el órgano másgrande del mundo.
En mis primeros casos de euforia exaltada no seencontró la inclinación de las depre-
siones puras a tomarocasionalmente un curso crónico. Pero en mi serie deinvestiga-
ciones de Berlín encontré un paciente con euforiaexaltada de curso crónico.
Sumario
Euforia confabulatoria
Caso 36. Hans Fers, nacido en 1903, enfermópor primera vez en 1917, o sea a
los 14 años; decía cosas sinsentido, por ejemplo que tenía una mansión, podía ca-
balgar,que una joven gorda lo había llevado al bosque, que era doctor ymédico jefe
de profesión. Fue internado en la Clínica y setranquilizó aquí muy rápidamente, de
manera que después de 4semanas pudo ser dado de alta. Al parecer, dijo cosas sin
sentidodurante un período de tiempo en todos los años siguientes. En1926 fue inter-
nado de nuevo en la Clínica. Esta vez hablóacerca de animales salvajes que había
visto: “No sé si eraun sueño o si era realidad”. Decía que había visto signoscomo
Juana de Arco y que oía dentro de sí una voz: “Parala reconstrucción del imperio
alemán como en la edad deoro”. Decía que día y noche tenía apariciones que veía-
con toda claridad. Decía que iba a ser rey de la repúblicamundial. “Yo mismo me
pondré la corona sobre mi noblecabeza. Seré coronado aquí, en Frankfurt, por la
nobleza deFrancia y Alemania”. Los soldados serían formados entoncespara ser “ju-
guetes”, no para la guerra. Decía que secasaría con la mujer más bella y que había
103
pasado por medio delas llamas con su caballo para la reconciliación de Alemania
yFrancia. “El monumento a los pueblos en Leipzig estáenterrado ahora”. Fers llama-
ba a un paciente “Richardvon Löwenherz con el labio mordido”. Hablaba mucho
yexaltado. En tres meses desapareció el estado. Fers comprendió,declaró que sus
ideas no tenían sentido y fue dado de alta. En1929 enfermó de nuevo; quería enro-
larse en la LegiónExtranjera y fue internado otra vez en la Clínica. Aquíafirmó, entre
otras cosas: “No puedo evitar que me hayacaído un tesoro en el castillo maldito; de-
bo cargar con el ejedel mundo; los meteoros chocan contra la Tierra”. Escuchabavo-
ces que le decían que Prusia se había reconciliado con losjudíos; decía que se
había establecido en Norteamérica, queel rey Fuad quería cerrar tratativas de paz en
Berlín. Tressemanas después fue trasladado a la Clínica E.; allí siguióconfabulando
y entre otras cosas dijo: “He cruzado por elfuego como espíritu, como una Juan de
Arco alemana”. Tresmeses más tarde volvió a tranquilizarse, pero debido a que alpa-
recer tenía recaídas leves (la historia clínica carece dedetalles), permaneció un año
entero en la Clínica. Luego dejóde llamar la atención y fue dado de alta. En 1932 se
casó. En1934 volvió a la Clínica y dijo, entre otras cosas: “Soyel káiser Federico III,
rey de la república mundial; en loslagos de Mazuria los muertos resucitan, nadan
hacia arriba ydespiertan con vida; pondré la quilla de un nuevo barco enmemoria de
la guerra turca de los persas contra los árabes;luego se construirán también cruces
de aire en el Bodensee; hayun jardín en el desierto, el ferrocarril pasa por los niños
deldesierto”. Siete semanas después estuvo nuevamente libre yfue dado de alta. En
1939 estuvo de nuevo en la Clínica yexpresó, entre otras cosas: “He visto ahora que
elmovimiento de la tierra ha girado, que todo se ha desplazado; loscaballos que ya-
cen en el campo de batalla de Verdun resucitarán:eso me lo dice Dios; debo con-
quistar África y losBalcanes”. Cuatro semanas después recuperó el equilibrio yfue
dado de alta. En su casa estuvo completamente sano. En 1941fue enrolado, pero
dado de baja a causa de una nueva irrupciónde la enfermedad e internado de nuevo
en la Clínica. Ahoraexpresó, entre otras cosas, que debía hacer planes para tende-
run alambrecarril hacia Francia, que había hecho la guardia en laLegión Extranjera
en África, que la artillería pesada alemanahabía arrancado con su fuego un pedazo
de sol y disminuido lafuerza de los rayos. “Cuando se realizó la feria deFrankfurt, ca-
yeron esferas rojas y verdes, rayos que iluminaronlas nubes oscuras”. Tres meses
más tarde volvió a darsecuenta de sus actos, corrigió sus ideas e intentó explicarlas-
por el hecho de que leía mucho y al enfermarse había mezcladolo leído con la reali-
104
dad. Dijo que había llegado a su vivenciade los caballos de fuego por los caballos
alados de un teatro deFrankfurt. Dijo que cuando estaba enfermo tenía siempre un-
sentimiento de felicidad, con frecuencia también el sentimientode haber sido ilumi-
nado por Dios. Fue dado de alta, volvió adedicarse a su profesión y no llamó la aten-
ción. En 1944volvió a la Clínica y explicó, entre otras cosas, que a laluna le faltaba
un pedazo y que podía ocurrir que se produjeranorificios y grietas en la esfera terres-
tre. “Los cohetesllegan hasta el reino de la tierra y allí se unen a la masaígnea: luego
la corteza terrestre se disolverá lentamente; eltiempo se ha reducido algo también y
corre mal”. Tressemanas más tarde estaba otra vez equilibrado y fue dado dealta.
Pero regresó ocho meses más tarde, pues en su casa habíavuelto a confabular. Sin
embargo, en la Clínica apenas llamó laatención y fue dado de alta tres semanas
después. En 1940volvió a la Clínica, y entre otras cosas relató que habíaestado una
vez en Roma, luego había seguido viaje al África yde allí había pasado a América. El
caballo utilizado lo habíaexpuesto en Frankfurt como agradecimiento. Relataba con
unaevidente compulsión a hablar y con frecuencia seguía hablandocuando ya nadie
lo escuchaba. Seis semanas después recuperó elequilibrio. Al menguar su estado,
Fers se volvió levementehosco; no quería que le recordaran sus relatos; era evidente
queestaba de mal humor por haber relatado tales cosas sin sentido.Durante la en-
fermedad en cambio tenía una expresión facialdesde alegre hasta entusiasta. En
1946 regresó a la Clínica yrelató un supuesto viaje a África y Arabia. Catorce días
mástarde fue trasladado a la Clínica E. Allí fue dado de alta,pero regresó repetidas
veces a la Clínica, siempre en lasmismas condiciones confabulatorias, que duraban
algunas semanas yluego cedían el lugar a un estado normal.
Sumario
Euforia fría
De acuerdo con las consideraciones teóricas que expuse enotro lugar (Leon-
hard, 1970a), creo que la enfermedad en el polocontrario de la depresión fría se vin-
cula igualmente con undebilitamiento del sentimiento y de la iniciativa. Ambas for-
masdeberían diferenciarse por el sentimiento fundamental, no porlos contenidos, así
como la depresión hipocondríaca y laeuforia hipocondríaca se diferencian no por los
contenidos, sinosólo por el estado del afecto. El caso siguiente responde a esesu-
puesto teórico:
Caso 37. Hermine Os, nacida en 1905, enfermóen 1941 y perdió la energía. No
podía hacer ningún esfuerzo,ni para trabajar, ni para escribir, ni para leer. También a
106
En este cuadro patológico quisiera suponer una euforia fría,pues las quejas so-
bre empobrecimiento de los sentimientos y de lavoluntad iban a la par de un estado
de ánimo eufórico. La faltade interés era objetivamente más fuerte que en las depre-
siones,seguramente porque un humor satisfecho la favorece más que unodepresivo.
En contra de la suposición de una hebefrenia, dejandode lado la avanzada edad de
la paciente, habla el curso fásico yen el cuadro sintomático la actitud natural de la
enferma, que apesar del enfriamiento subjetivo de los sentimientos, mantuvo una-
cierta calidez e hizo pensar más bien en un tranquilo estadohipomaníaco que en uno
hebefrénico. Por lo demás, loshebefrénicos apenas si se dan cuenta del empobreci-
miento de sussentimientos.
cía algo, era como si pensara interiormente, pero como si las cosas sobre las que
hablaba estuvieran muy lejos. Si refería algo lleno de sentimiento, era como si el ros-
tro careciera de expresión, y si acompañaba un relato con gestos de las manos,
también era como si las manos carecieran de expresión. Cuando hablaba con otros
hombres reconocía en los movimientos de éstos la vivacidad interior, pero se sentía
a sí misma como que no participaba. Sin embargo, la gente nunca había manifesta-
do nada sobre eso: al parecer no lo notaban. Tampoco sus padres notaban el estado
anormal. Mientras la paciente me ofrecía este informe, se mostraba vivaz, despejada
y alegre. Le aconsejé que se internara en la Clínica para seguir con las observacio-
nes; pero Sch. no se sintió dispuesta a ello porque en realidad no se sentía enferma.
Cuando quise tener noticias suyas un año más tarde, me escribió diciendo que otra
vez se sentía bien. Entretanto se había casado. No aceptó mi invitación para una en-
trevista personal.
Sumario
ALCMEON 21
Clasificación de las Psicosis Endógenas y su Etiología (6ta entrega)
Karl Leonhard
Las psicosis cicloides, de las que hay que diferenciar tres, se curan en cada fa-
se por completo. Si en un caso ocurre algo diferente, se trata de un diagnóstico
erróneo. Sólo en casos muy raros hay que contar con cursos crónicos correspon-
dientes a una manía crónica. Luego se puede observar que los enfermos cicloides
después de fases y hospitalizaciones repetidas padecen a menudo una cierta reduc-
ción de la tensión interior. Lo mismo vale para la enfermedad maníaco-depresiva y
se puede interpretar reactivamente. La curación de las psicosis cicloides fue confir-
mada por medio de investigaciones exhaustivas que realicé junto con la señora von
Trostorff (Leonhard y Trostorff, 1964). La indicación de esas investigaciones poste-
riores es importante, pues los casos sobre los que informamos aquí a decir verdad
pudieron ser observados hasta la curación de sus fases, pero sólo en parte durante
períodos más largos. En los últimos tiempos se ocupó Perris (1974) detalladamente
de las psicosis cicloides y confirmó su posición especial.
A pesar de la curabilidad, hay que acentuar que hay un cierto parentesco entre
ellas y algunas formas especiales de la esquizofrenia, concretamente las esquizofre-
nias no sistemáticas. A las tres psicosis cicloides se enfrentan tres esquizofrenias no
sistemáticas que muestran diversas similitudes en el cuadro sintomático. Es posible
que el proceso patológico aquí y allá afecte a las mismas funciones del cerebro; sin
embargo, desde el punto de vista genético hay que considerar segura la separación.
A esto me referiré en detalle. Las psicosis cicloides no muestran ninguna relación
con otras esquizofrenias que no sean las formas no sistemáticas; las formas siste-
máticas y sistemáticas combinadas son completamente diferentes según el cuadro
de estado y el curso.
Psicosis de angustia-felicidad
Las psicosis de angustia-felicidad son esencialmente más raras que las psico-
sis de angustia. Se muestra allí un paralelo con la enfermedad maníaco-depresiva,
que igualmente es más frecuente bajo la forma de una depresión que bajo la forma
de una manía. Sin embargo, cuanta más atención prestemos a esto, comprobare-
mos con mayor frecuencia que aun faltando las verdaderas fases extásicas, la an-
gustia se interrumpe durante un corto período de tiempo, tal vez sólo una hora o
menos, y es reemplazada por un estado de felicidad donde aparecen ideas de lla-
mamiento y salvación. Esos estados pasajeros son muy valiosos para la confirma-
110
Las ideas angustiosas, por ejemplo ser torturado, asesinado o perder familia-
res, configuran el cuadro en la psicosis de angustia. Pero raras veces se dan en for-
ma pura, sino que aparecen casi siempre en unión con síntomas paranoides. Se tra-
ta de una angustia con desconfianza y autorreferencias. Los enfermos no sólo tienen
angustia desde adentro, sino que la ven fundada continuamente en los hechos que
se suceden en el medio. Creen por ejemplo que son seguidos por funcionarios de la
policía, que un hombre se les cruza amenazante en el camino, que su casa ha sido
rodeada, que los otros enfermos en la Clínica los evitan, que el personal habla sobre
su inminente detención. A estas ideas de referencia se agregan ocasionalmente in-
terpretaciones erradas donde los sucesos del medio aparecen como amenazantes,
sin que haya una constatación precisa. Si prevalece esta última forma de construc-
ción de las ideas, que indica una desorientación, el diagnóstico diferencial se inclina
hacia la psicosis confusional, donde volveremos a encontrar las ideas de significa-
ción. También en un rasgo confusional el estado emocional básico de la psicosis de
angustia sigue siendo en primera línea angustioso. De las ideas de referencia hay
transiciones a vivencias ilusorias y alucinatorias. Si los enfermos afirman por ejemplo
que han deducido de los gestos de personas que están conversando, que están tra-
tando su inminente ejecución, se trata de ideas de referencia; cuando suponen que
han escuchado las palabras correspondientes, parece que estamos en presencia de
ilusiones; por último cuando oyen hablar de su ejecución, aunque no se haya habla-
do nada, debemos suponer la presencia de alucinaciones. Todas estas cosas ocu-
rren en la psicosis de angustia y con frecuencia no se pueden separar. A menudo los
enfermos suponen también vivencias olfativas donde es particularmente difícil distin-
guir si los olores han sido interpretados erróneamente o si fueron alucinados. Lo
mismo vale para la afirmación de que la comida ha sido envenenada. Esta falta de
determinación de los síntomas, esta vacilación entre ideas de referencia y alucina-
ción es característica de la psicosis de angustia.
mos afirman también que fueron corporalmente influenciados. Pero raras veces que-
dan fijados en que se trata de fenómenos creados desde afuera, sino que describen
un número mayor de pseudosensaciones como las que se presentan en la depresión
hipocondríaca. Cuanto mayor es la claridad con la que los enfermos afirman que han
sido influenciados desde afuera, tal vez incluso que han sido hipnotizados, tanto más
hay que pensar, como veremos, en una parafrenia afectiva. Las pseudosensaciones
simples en cambio son apenas más raras en la psicosis de angustia que las ideas de
referencia. Incluso pueden dominar el cuadro. El hecho de que prevalezcan alter-
nándose estos o aquellos síntomas se debe a la esencia del "polimorfismo" de todas
las psicosis bipolares. Luego aparecen en diversa medida ideas de desvalorización,
autorreproches y ocasionalmente también ideas de extrañeza.
indican una extensión a la psicosis confusional. Los síntomas que distinguen el polo
excitado de la psicosis de la motilidad o de la psicosis confusional pueden acompa-
ñar la psicosis de angustia. Surgen entonces estados que podemos comparar con
los estados mixtos de la enfermedad maníaco-depresiva. A menudo no se puede
decidir en el momento qué forma de psicosis polimorfa se está manifestando. Pero
por lo general, al retroceder las manifestaciones retroceden también los síntomas in-
usuales, y entonces aparece con toda claridad la psicosis de angustia con su cuadro
propio.
En una forma más leve también puede ser imitada la enfermedad maníaco-
depresiva. Se pueden ver como inestabilidad postrera y también como fases inter-
medias de mayor duración, imágenes que por medio de un estado de ánimo eleva-
do, ocupación múltiple y fuga de ideas se asemejan a las manías o hipomanías. Por
medio de la preferencia de determinados estratos del sentimiento también pueden
114
ser imitadas euforias puras diferentes a la forma exaltada, por ejemplo la euforia im-
productiva o la euforia confabulatoria.
ral rápida que se produce luego no pueden corregirlas, sino que se vuelven algo in-
seguros. El éxtasis dura en su forma más pronunciada mucho menos que la angus-
tia, de manera que el contraste con las ideas aparece con mayor claridad que en la
angustia. En las formas puras no hay semejante vacilación del afecto. En la enfer-
medad maníaco-depresiva encontramos con gran frecuencia una labilidad del estado
de ánimo, pero no en la misma medida como en la psicosis de angustia-felicidad.
A pesar del polimorfismo de la psicosis, debemos señalar que una angustia con
manifestaciones paranoides e hipocondríacas o un sentimiento de felicidad con
ideas de hacer feliz dominan el cuadro total.
116
Caso 39. Helene Hem, nacida en 1884, enfermó por primera vez en 1931, al
entrar en el climaterio. Se deprimió, tuvo sentimientos de angustia y se quejó de in-
tranquilidad interior y tendencia a la cavilación. Después de un tratamiento de 6 se-
manas en el Instituto K. fue dada de alta mejorada. Sin embargo, 9 meses más tarde
fue internada de nuevo. Esta vez se quejó de falta de fuerza de voluntad, sentimien-
tos de angustia, intranquilidad interior, pinchazos en los ojos. Además llamó la aten-
ción su expresión facial algo rígida. Dos semanas más tarde pudo ser dada de alta.
Luego siguió sana, pero padecía una depresión casi todos los otoños hasta comien-
zos del año siguiente. En 1940 enfermó luego de una infección de gripe; esta vez es-
taba excitada y debió ser internada en la Clínica de Frankfurt. Aquí explicó que no
estaba enferma: "Soy más feliz que la persona más feliz". Decía que una cierta se-
ñora K. que la había perseguido y le había contagiado la enfermedad nerviosa,
había sido llevada al Infierno por el diablo. El estado de ánimo elevado tomó una
forma solemne notable. La enferma hablaba sólo en estilo elevado, como si recitara
letanías, y cantaba himnos religiosos con los ojos cerrados. Si se le preguntaba si
había sido inspirada, asentía transfigurada. Entre otras cosas declaró: "El Santo de
los Santos vendrá enseguida. Se me ha aparecido la Madre de Dios: llevaba un ves-
tido celeste, estaba en el cielo y me hizo una seña; el Juicio Final tendrá lugar ma-
ñana: os sorprenderéis por las cosas que sucederán: las estrellas caerán del cielo, la
luna dejará de ofrecer su brillo, el sol se oscurecerá, los muertos resucitarán, soy tan
feliz como nunca". Invitó a los demás enfermos a ponerse de rodillas y esperar el
Santo de los Santos. El éxtasis duró en ese grado sólo unos días; luego desapareció
progresivamente. Sin embargo, el estado de ánimo elevado duró más tiempo. Por úl-
timo también desapareció; la enferma comprendió su situación, corrigió sus ideas y
explicó que no pudo evitarlas. Dijo que había visto a la Madre de Dios y había recibi-
do el conocimiento de que debía salvar a los hombres. Ocho semanas después de
haber sido admitida la enferma pareció más bien deprimida y fue dada de alta en
ese estado. En su casa la depresión fue aumentando progresivamente. Medio año
después de haber sido dada de alta fue internada de nuevo en la Clínica de Frank-
furt, pues había expresado la intención de suicidarse. Ahora estaba muy angustiada
y sentía desconfianza; creía que la gente hablaba sobre ella y que quería hacerle
daño. Luego se quejaba de dolores en el pecho, pinchazos en la cabeza, como si tu-
viera fuego, y pinchazos en el resto del cuerpo. Lloraba y se quejaba mucho. Luego
117
manifestó escasas pulsiones. Cinco semanas después se sintió algo más libre y fue
dada de alta.
Una hermana enfermó en 1925: tres meses después de un parto sufrió una ex-
citación angustiosa, no podía trabajar, se quejaba de intranquilidad interior y quería
suicidarse junto con su hijo. Ese estado duró medio año; luego la enferma fue trasla-
dada a la Clínica M. Aquí era más lábil en el afecto que depresiva; se quejaba de
haber cambiado interiormente, de sentir rechazo hacia su hijo; decía que sentía co-
mo si algo estuviera raspándole la cabeza. La depresión pareció haberse extinguido
en lo esencial. El estado de ánimo se equilibró rápidamente, de manera que pudo
ser dada de alta.
misma como pecadora, pero al mismo tiempo quería redimir el mundo por medio de
su muerte en sacrificio y otorgar la paz a los hombres. Un enfermo creía que tenía la
culpa de la destrucción del mundo, pero al mismo tiempo escuchaba una voz divina
que le encomendaba altas misiones.
Caso 40. Katharina Klin, nacida en 1905, enfermó por primera vez en 1936; no
tenía más ganas de trabajar, creía que la gente la seguía con la mirada, pensaba
que creían que había abortado un niño. Explicó que se había hecho mala frente a la
gente y que debía ser fusilada. A causa de una excitación angustiosa creciente fue
internada en la Clínica Neurológica de Frankfurt. Aquí se quejaba mucho; decía que
quería morir, que el médico escribía todo al revés, que los enfermos se reían de ella,
que la consideraban una delincuente y que también sería electrocutada. En alter-
nancia con la excitación tenía a menudo y en forma transitoria un comportamiento
estuporoso. Klin se tranquilizó cuatro meses más tarde y fue dada de alta. En 1942
volvió a enfermar, expresó ideas de suicidio y fue internada otra vez en la Clínica.
Ahora estaba desesperada; explicó que era una gran pecadora; durante largo tiempo
no contestaba a las preguntas, sino que miraba hacia adelante con expresión vacía,
luego volvía a moverse por la Clínica con intranquilidad angustiosa. Tres semanas
más tarde fue trasladada a la Clínica G., y aquí mostró una alternancia parecida en-
tre excitación y tranquilidad. Pero siempre estaba angustiada; hizo intentos de suici-
dio tanto en estado de excitación como de rigidez exterior. En la remisión explicó que
todo le había parecido diferente y que relacionaba todas las cosas consigo. También
a partir de su expresión facial confundida se hubiera podido deducir entonces que
captaba mal el medio. Unos 9 meses más tarde el estado angustioso se extinguió, el
ánimo se equilibró y Klin fue dada de alta.
cambió hacia lo angustioso; ahora el paciente explicaba que las chimeneas habían
dejado de echar humo y que probablemente él tenía la culpa. Poco tiempo después
siguió una nueva fase extásica, donde supuso que sus manos irradiaban rayos, que
había en él un poder divino y que iba a fundar una nueva religión. Durante un tiempo
desarrolló una compulsión a hablar incoherentemente, cantaba, silbaba y hacía mo-
vimientos gimnásticos. Hablaba de figuras de ángeles y de un rostro divino que
había visto. A pesar de que exteriormente parecía eufórico y sonreía, volvía a hablar
entretanto de un pecado que había cometido. Ocho meses después comenzó a
tranquilizarse, de manera que pudo ser dado de alta. Sin embargo, una semana más
tarde fue internado de nuevo en la Clínica y relató que en su casa la gente lo había
saludado de manera extraña, que en un puente todo parecía dorado, como si viniera
de otra parte de la tierra, y que un tronco sobre el que se había sentado había co-
menzado a latir desde abajo. Dijo que tenía la sensación de estar flotando. El pa-
ciente vacilaba entre un estado de ánimo elevado y la depresión; a veces tenía mie-
do de ser arrojado a una fosa. Tres meses después dejó de llamar la atención y fue
dado de alta. Dos meses más tarde fue internado en la Clínica G., y aquí estuvo pre-
ponderantemente extásico: el mundo le parecía maravilloso. Cuatro meses después
comenzó a estar más libre y pudo ser dado de alta. Luego en su casa permaneció
varios años sano. En 1940 volvió a enfermar: estuvo sexualmente muy activo en la
relación con su esposa; estaba excitado. Explicó que sentía una quemazón extraña
en el cuello. Fue internado de nuevo en la Clínica G. y aquí explicó que en todas
partes había ruidos terribles: el tic-tac del reloj y el crujido de la almohada eran muy
extraños, y que en la boca tenía un sabor dulce. También tenía la sensación de que
el sistema cósmico de Copérnico no era correcto para él. Sentía en el cuerpo rayos
provenientes de las cosas. Al relatar todo esto estaba todavía angustiado, pero en-
seguida se tornó eufórico y algo patético. Explicó esta vez que quería seguir siendo
un alemán. Tres meses después se sintió más libre y explicó que había tenido ideas
extrañas y había escuchado voces, y que se trataba de una recaída en su enferme-
dad mental anterior. Fue dado de alta en un estado de ánimo equilibrado y con una
total comprensión de su enfermedad.
Sumario
un cambio rápido entre los estados de humor angustioso y extásico. Desde el punto
de vista prepsicótico encontramos con frecuencia rasgos que señalan la enfermedad
posterior, por ejemplo una inclinación a una fuerte excitación de los afectos. Hablo
de temperamentos excesivos (Leonhard, 1970b).
Cuando la perturbación del pensamiento todavía es leve —los casos leves son
frecuentes—, el tema no es dejado de lado por completo: con una parte conceptual
de su contenido determina más bien el tema siguiente. Podemos reconocer ese pro-
ceso del pensamiento de la mejor manera haciendo preguntas inteligentes. Si pre-
guntamos por ejemplo la diferencia entre un árbol y un arbusto, podemos obtener en
vez de la respuesta lógica un informe sobre los arbustos de bayas en el jardín de la
122
A menudo es mucho más difícil aun diferenciar entre una confusión inhibida y la
depresión estuporosa de la enfermedad maníaco-depresiva. A decir verdad, la de-
presión habla a favor de una, la confusión a favor de la otra, pero por un lado es difí-
cil juzgar la situación del sentimiento en el estupor, y por otra parte no es raro un ma-
tiz depresivo en la psicosis confusional.
Sin embargo, el diagnóstico diferencial se hace más difícil aun a causa del rá-
pido cambio de los afectos que hemos encontrado en la psicosis de angustia-
felicidad y que aparecen también con frecuencia en las psicosis confusionales. Pero
es menos el cambio entre la angustia y el éxtasis que la simple labilidad del afecto
125
Caso 41. Margarete Hil, nacida en 1913, enfermó en 1941; se tornó excita-
da, hablaba mucho, rompió un vidrio y fue internada en la Clínica de Frankfurt. Aquí
se mostró alegre, verborrágica, con fuga de ideas. Se confundía en el reconocimien-
to de las personas del medio y confabulaba que tres años atrás había conocido al
médico en una taberna. Luego el estado de humor se hizo más irritado y en adelante
vaciló entre la alegría, la irritación y el lloro. La marcha del pensamiento se tornó to-
126
talmente incoherente; la enferma expresaba por ejemplo: "Te rasgaré también las
piernas; sí, una joven caída; amo la libertad; ayer estaba Kurt ante la puerta, tiene el
corazón en el lugar apropiado; no, no debemos morir..." Le dio al médico un nombre
falso y afirmó que había tenido antes una relación con él. De otras personas afirmó
que poseían diversos nombres. De una enfermera dijo que era su hermana carnal.
Insultaba a menudo, confusamente. Cuatro meses después la excitación se apagó,
de manera que pudo ser dada de alta. En su casa se tranquilizó por completo.
Una hermana, que también es paciente, Katharina Mark, nacida en 1909, en-
fermó en 1949, deambuló desorientada por la ciudad, molestó a los transeúntes con
su habla confusa y fue internada en la Clínica de Frankfurt. Aquí se defendió de to-
dos, lanzaba golpes a su alrededor, afirmaba que su marido estaba abajo en el jar-
dín; su estado de humor cambiaba continuamente entre la irritación y la amabilidad;
no daba una respuesta ordenada a las preguntas que se le hacían y desarrolló en
cambio una compulsión a hablar confusional: "Alemania, Alemania sobre todo; el
emperador tiene mala conciencia; ¿dónde está mi marido, dónde está el emperador,
dónde está el párroco, quién ha visto a Dios? Beatos son los que no ven y sin em-
bargo creen; quiero tener un anillo, aunque sólo sea de hojalata; entonces me visto
mi ropa y me voy; déme agua para lavarme las manos..." Se quejaba y lloraba, para
volver a tener al poco rato un estado de ánimo elevado, en parte satisfecho, en parte
extásico. Una vez afirmó: "Soy Hitler" y quedó rígida haciendo el gesto del juramen-
to. Con un tratamiento basado en un shock con cardiazol mejoró rápidamente y pudo
ser dada de alta 6 meses después de su internación.
Caso 42. Helene Heus, nacida en 1914, enfermó en 1940; sentía una gran an-
gustia; escuchaba que hablaban sobre ella y la insultaban. Fue aceptada en la Clíni-
ca de Frankfurt y aquí permaneció estuporosa. Raras veces se obtenía una respues-
127
Caso 43. Elisabeth Schrib, nacida en 1889, enfermó por primera vez en 1932 y
fue internada en la Clínica de Frankfurt. Estaba excitada, desarrolló una compulsión
a hablar y declamaba en un tono afectado. El estado de ánimo cambió y aparecieron
inclinaciones eróticas. Luego comenzó una intranquilidad hipercinética con movi-
mientos de danza y gesticulación, pero también con golpes uniformes e iteración de
palabras aisladas. Por último Schrib se tornó casi mutista, parecía angustiada y se
quejaba de las máscaras que decía que había por todas partes; también las herma-
nas sólo eran máscaras. Luego siguió una nueva excitación: esta vez casi sólo del
habla, con fuga de ideas e incoherencia. Cinco meses después de su internación se
produjo una tranquilización y Schrib fue dada de alta. En 1939 volvió a enfermar; tu-
vo un "ataque de frenesí" y fue internada otra vez en la Clínica de Frankfurt. Lloraba,
gritaba, saltaba con expresión angustiosa de la cama y desarrolló una compulsión
incoherente a hablar. Luego se tornó inhibida y confusa; afirmó que no quería saber
nada de cosas eléctricas. Luego siguió cambiando entre estados excitados incohe-
rentes e inhibidos confusos. Diez semanas después se produjo una tranquilización.
128
Schrib era todavía algo lábil en su estado de ánimo y fue dada de alta. Pero apenas
6 días después volvió a la Clínica. Ahora estaba inhibida y relató que en su casa to-
do le resultaba extraño, vacío, y que había encontrado rara la publicidad de la calle.
Su marido había cambiado. El cristal de sus anteojos había girado. "Lo raro fue que
cuando quise abrazarlo estaba vacío; la gente camina de una manera tan peculiar; y
cada tanto confundo a las personas". Para ella era un enigma cómo se había produ-
cido todo eso. Decía también que tenía la sensación de que tanto ella como otras
personas eran dirigidas. Cuatro semanas más tarde se extinguió ese estado inhibido
confuso; Schrib se hizo amable, abierta, dejó de llamar la atención y fue dada de al-
ta.
las dos hermanas no hubieran sido religiosas desde siempre. Una pertenecía a una
orden y la otra a una congregación. La actitud religiosa que traían cuando se volvie-
ron psicóticas pudo explicar en parte sus ideas religiosas exaltadas, de manera que
los síntomas confusionales como expresión de la enfermedad adquirieron un gran
peso.
fusa y angustiosa y gritó: "Estoy llena de piojos". Tres meses después de la interna-
ción, entre vacilaciones, se llegó a una tranquilización, de manera que Wig pudo ser
dada de alta en estado equilibrado.
Sumario
El habla tiene poca participación en una hipercinesia pura. Las expresiones del
habla requieren una preparación del pensamiento, por lo tanto no son impulsadas
por la excitación psicomotora. En cambio son frecuentes los gritos inarticulados, por
lo general con un carácter expresivo, por ejemplo el griterío, las expresiones de furia.
El habla puede incluso verse impedida por los movimientos expresivos y reactivos,
de manera que los enfermos están mudos. Wernicke había descripto ya la "hiperci-
nesia muda". Por otro lado, observamos ocasionalmente en la psicosis de la motili-
dad que los enfermos lanzan sin parar frases breves carentes de relación. Tal vez se
trate aquí de expresiones desatadas por la hipercinesia, de la misma manera que los
sonidos inarticulados, sin preparación del pensamiento. No hay que suponer en esta
forma de la incoherencia una superposición con la psicosis confusional. En la psico-
sis confusional la falta de relación aparece en un habla continua.
que necesitan una preparación del pensamiento, mientras que los movimientos reac-
tivos se mantienen, y los movimientos de expresión sólo son más escasos, porque
hay un empobrecimiento de los contenidos del pensamiento. En la acinesia en cam-
bio se produce una eliminación de los movimientos reactivos y una paralización de
los movimientos motores expresivos.
En los casos graves los enfermos no siguen las órdenes más sencillas, que
normalmente son obedecidas en forma automática; no se levantan, no se visten, no
van por sí solos al baño. Tampoco reaccionan a los estímulos de la piel, salvo que
sean muy violentos y pongan en movimiento reflejos más profundos. La actitud es rí-
gida; en el tronco, en la cabeza y en los brazos falta el juego expresivo; la expresión
facial es rígida. En la acinesia incompleta los enfermos realizan todavía los movi-
mientos voluntarios; a pesar de eso reconocemos la acinesia por la rigidez de la acti-
tud y de la mímica y por el retardo de los movimientos reactivos. De manera que por
lo general podemos realizar en los casos de acinesia leve el diagnóstico diferencial
frente al estupor de la psicosis confusional. Las acciones por iniciativa propia y el
habla, que faltan en el estupor, faltan también en la acinesia, pues los impulsos que
tal vez surgen centralmente en forma correcta, en razón de la perturbación psicomo-
triz no se realizan con éxito.
Por último se producen también cuadros que recuerdan las manías y melanco-
lías. Cuando a una hipercinesia de grado moderado se le une un afecto alegre, lo
que no es raro, es difícil hacer el diagnóstico diferencial respecto de una manía.
Esos estados se producen sobre todo en el momento en que crecen y disminuyen
las psicosis de la motilidad. Pero por lo general se mantiene la separación entre la
compulsión a obrar de las manías y la hipercinesia esencialmente más primitiva. Por
otro lado las acinesias pueden mostrar pasajes a depresiones estuporosas. Por últi-
mo el diagnóstico diferencial respecto de la catatonía periódica nos ocupará detalla-
damente.
Caso 45. Maria Streub, nacida en 1914, enfermó en 1938. Tenía un estado de
humor elevado, cantaba mucho, mostraba una compulsión a hablar, pero perdía el
hilo. Fue internada en la Clínica de Frankfurt, donde ofreció una hipercinesia grave.
Cantaba, bailaba, se arrojaba al piso, exhibía gestos de conjura y otros gestos paté-
ticos, lanzaba golpes a su alrededor, golpeaba en el piso con los pies, hacía mue-
cas, guiños, golpeó al médico en la frente y se arrojó en sus brazos. En el juego vi-
vaz de movimientos se mostró alegre, erótica y también furiosa. Mejoró rápidamente
con un tratamiento de shock de cardiazol; se mostró recidiva al interrumpirse el tra-
135
Caso 46. Käthe Dint, nacida en 1897, enfermó por primera vez en 1910; en
parte hablaba mucho, y en parte quedaba totalmente muda. Fue internada en la Clí-
nica M., y aquí se mostró con fuga de ideas, arrogancia e impertinencia. Se la consi-
deró psicopática y fue dada de alta a los 2 meses. Su estado siguió cambiando en
su casa. En 1919 volvió a la Clínica M. Otra vez se mostró vivaz, verborrágica, pero
entretanto ligeramente depresiva. En 1920 volvió a la Clínica con un estado pareci-
do. En 1923 enfermó más gravemente. Al parecer, en su casa había estado excita-
da, mientras que en la Clínica M. al principio estuvo gravemente inhibida. Se queda-
ba acostada rígida, mantenía los ojos cerrados y ofrecía resistencia en los movimien-
tos pasivos, dejaba que la orina fluyera por debajo y debió ser alimentada con la
sonda. Pocos días después se tornó repentinamente excitada, daba saltos alrede-
dor, se trepaba hasta la ventana, decía cosas ininteligibles, pero gritaba con gestos
de angustia. Luego se produjo otra vez un estado de rigidez con catalepsia. La en-
ferma cambió repetidas veces de la misma manera. Cinco meses después de la in-
ternación comenzó una mejora continua, de manera que pudo ser dada de alta. En
su casa Dint siguió vacilando en forma leve. En 1925 fue internada otra vez en la
Clínica M. Nuevamente estaba rígida; se quedaba acostada sin decir nada. Pocas
semanas después se tornó excitada, corría desnuda por la sala, se lavaba durante
horas. Luego comenzó una tranquilización. Dint relató entonces que había descono-
cido su medio y que en su inhibición había vivenciado muchas cosas terribles, pero
también muchas cosas bellas; una vez había hecho 5 juramentos y otra había escu-
chado voces de ángeles. Tres meses después de su internación Dint fue dada de al-
ta sana. En su casa no llamó la atención durante un año. En 1926 fue internada otra
vez. En parte estaba de nuevo muda y acinética, en parte equilibrada. Relató sus vi-
vencias en la acinesia. Es así que una vez tuvo la sensación de ser el espacio, y
quiso suprimir el aire para volver a ser hombre. Después de haber alternado durante
medio año la inhibición, la excitación y una conducta razonable, Dint fue dada de alta
"curada de su enfermedad". Luego estuvo normal durante un año, diligente y dis-
puesta a ayudar. En 1927 volvió a excitarse, quiso saltar de la ventana para poner
fin a su vida pecadora y fue internada otra vez en la Clínica M. Aquí estuvo en parte
136
estuporosa, en parte alegre. En 1928 estuvo la mayor parte del tiempo en un "estu-
por catatónico", pero entretanto siempre se mantuvo alegre y abierta. En 1929 pasó
por un estadío acinético de larga duración, luego se liberó lentamente. En 1930 es-
taba "mentalmente libre y satisfecha". Luego comenzaron otra vez depresiones le-
ves, pero Dint pudo ser dada de alta en buenas condiciones. Luego trabajó en su
casa diligentemente y tenía muchos intereses. Medio año después volvió a deprimir-
se y se quejó de pseudosensaciones en el cuerpo. En la Clínica estuvo acinética,
sepultada bajo las frazadas, muda, apretaba los dientes y mantenía los ojos cerra-
dos. Luego se tornó excitada, lanzaba golpes a su alrededor, saltaba por la sala.
Tres semanas después de la internación estaba otra vez equilibrada y había dejado
de llamar la atención totalmente. Relató que en su enfermedad creyó que el mundo
se destruiría. Ese mismo año, 1931, fue internada otra vez: se mantuvo rígida, inmó-
vil y debió ser alimentada por medio de una sonda. Ese estado duró algunas
semanas, luego comenzaron otra vez leves vacilaciones. En 1932 se le otorgó una
licencia; en su casa al principio no llamó la atención, pero a las 6 semanas volvió a
ser internada en la Clínica, pues había dejado de hablar. Al ser internada estuvo un
poco más libre y relató que nuevamente había creído que estaba en otro mundo, en
parte en uno más oscuro, en parte en uno más iluminado. Luego alternó estados le-
ves de inhibición y excitación. En 1933 fue dada de alta. Estuvo varios años sana;
aparte de estados depresivos, Dint no ofreció nada que llamara la atención. En 1936
estuvo otra vez en un "estupor catatónico" durante 2 meses en la Clínica. Luego es-
tuvo 8 meses en su casa sin llamar la atención. En 1937 estuvo de nuevo en la Clí-
nica con estupor y postura y mímica rígidas. La acinesia, que hizo necesaria la ali-
mentación por medio de una sonda, duró varios meses. Luego Dint estuvo de buen
ánimo, diligente y fue dada de alta. En 1939 fue internada otra vez en la Clínica y es-
ta vez estaba excitada y corría por la sala, y luego quedó estuporosa. En 1940 cam-
bió, estuvo en parte estuporosa, en parte hiperactiva, vivaz, accesible. En 1941 to-
davía hablaba mucho, pero pudo ser dada de alta. Cinco meses más tarde fue inter-
nada en la Clínica de Frankfurt. Aquí estuvo muda, pero se defendía con violenta
excitación contra la extracción de sangre. Por último padeció una acinesia profunda,
quedó rígida, mantenía la cabeza levantada sobre la almohada y debió ser alimenta-
da con la sonda, lo que dejó hacer sin reaccionar. Algunas semanas después la aci-
nesia se extinguió, pero después de un breve tiempo de una condición libre volvió.
Tres meses después de la internación Dint quedó libre en forma duradera. Era vivaz,
137
hablaba con gusto, tenía una expresión facial vivaz, bromeaba y escribía cartas a su
casa llenas de naturalidad y afecto. Después no se pudo determinar ningún cambio
de personalidad.
Caso 47. Paula Tom, nacida en 1921, enfermó por primera vez en 1938 y fue
internada en la Clínica de Frankfurt. Ofrecía una compulsión a hablar que coincidía
con incoherencia. El estado de ánimo era alegre, pero pasaba fácilmente a las lágri-
mas. La motricidad era vivaz, pero no había una verdadera hipercinesia. Diez sema-
nas más tarde Tom quedó equilibrada y fue dada de alta. En 1941 enfermó de nuevo
y fue internada nuevamente en la Clínica. Esta vez ofrecía una grave hipercinesia,
lanzaba golpes a su alrededor, tiraba las cosas de su cama, gesticulaba, hacía mue-
cas, rodaba por el piso y sólo hablaba palabras y frases aisladas sin sentido. Por
medio de un tratamiento de shock se fue tranquilizando y quedó como en la primera
internación, desarrolló una compulsión a hablar incoherente y con fuga de ideas y
estuvo alegre, aunque alternando con lágrimas. Siguió una recaída en la hipercine-
sia, que sólo duró unos pocos días. Luego se produjo una tranquilización definitiva.
Tom fue dada de alta 6 semanas después de la internación.
En este caso el cuadro se pareció en la primera fase más bien a una psicosis
confusional. En la segunda fase surgió el cuadro puro de una psicosis de la motilidad
138
excitada. La hipercinesia era de forma grave. Más grave aun se mostró en la herma-
na. El hecho de que se haya extinguido a los pocos días no es inusual. Las psicosis
de la motilidad muestran con frecuencia fases muy breves, pero por otro lado tienen
inclinación a la acumulación. Wernicke describió una psicosis de la motilidad mens-
trual recidivante.
Por último siguen dos casos que permiten reconocer la superposición de la psi-
cosis de la motilidad con la psicosis de angustia-felicidad. En el primer caso se pro-
dujo una angustia con desconfianza, en el segundo la enfermedad comenzó con un
estado extásico.
Caso 48. Elisabeth Dor, nacida en 1908, se tornó angustiosa, creyó que querí-
an envenenarla y fue internada en la Clínica Neurológica de Frankfurt. Aquí estuvo
desesperada, miraba angustiada a su alrededor y decía confusa: "¿Qué se está tra-
mando en contra de mí?" Sentía desconfianza hacia su esposo, decía que era infiel
y había incitado a otras personas contra ella. Decía que su esposo quería sacarla de
la casa. La paciente se tornó cada vez más intranquila, se lamentaba, salía de la
cama, corría por la sala, se retorcía las manos, gesticulaba continuamente, se abra-
zaba a otros enfermos, se subía a la ventana para salir. Después que este estado
excitado hubo durado 3 meses, siguió un cambio casi repentino a una acinesia total.
La enferma estaba acostada totalmente inmóvil, mantenía los ojos cerrados, debió
ser alimentada y para ello apenas abría la boca; si la sentaban, dejaba caer la cabe-
za. Después que este estado hubo durado 4 semanas, apareció una nueva excita-
ción, pero se mantuvo dentro de límites moderados y pasó gradualmente a un esta-
do tranquilo. Seis meses después de la internación, Dor estaba de nuevo sana, sa-
tisfecha, vivaz y diligente, y fue dada de alta.
Caso 49. Maria Trös, nacida en 1923, enfermó en 1941, tenía un estado de
humor elevado, embelesado y manifestó que había escuchado la voz de la Madre de
Dios y que quería morir por Alemania. Fue internada en la Clínica de Frankfurt, aquí
reía o lloraba, manifestó todavía algunas ideas de felicidad, pero sobre todo estuvo
desde un principio hipercinética. Silbaba, cantaba, hacía movimientos gimnásticos,
lanzaba las piernas al aire, gesticulaba con las manos, lanzaba golpes a su alrede-
dor, realizaba muchos movimientos de mímica. A las 3 semanas el estado se extin-
139
guió. Trös estuvo ahora tranquila, equilibrada y fue dada de alta 5 semanas después
de la internación.
Una hermana sufrió en los años de desarrollo una "enfermedad igual". Estuvo
durante un tiempo "loca", confundida y excitada. Recuperó la salud sin pasar por una
Clínica.
Caso 50. Friedrich Hoff, nacido en 1901, enfermó en 1940, se tornó silencioso,
dejó casi de hablar, no reaccionaba a las preguntas, quería llorar pero no podía, y
fue internado en la Clínica de Frankfurt. Aquí se movía muy lentamente, no hablaba
nada, luego, en forma progresiva, se fue inhibiendo más, de manera que quedó to-
talmente rígido, en actitud de oposición, amimia y rostro extasiado. La acinesia duró
4 semanas, luego se extinguió rápidamente. Hoff relató entonces que durante la falta
de movimientos había sentido siempre angustia, y temor de que a su familia le pasa-
ra algo. Luego había visto muchas imágenes. Una vez había visto todo un juicio
donde había sido condenado con el fundamento de que ya no era útil para el mundo.
Hoff quedó luego en un estado equilibrado, libre en el aspecto psicomotriz, y fue da-
do de alta.
La acinesia en este enfermo fue muy breve. Parece que particularmente las
hipercinesias y acinesias graves de la psicosis de la motilidad se inclinan hacia ese
curso breve. También los enfermos con "hipercinesia amenazante" suelen curarse
rápidamente, si evitamos que mueran de agotamiento.
140
Sumario
ALCMEON 22
Clasificación de las psicosis endógenas y su etiología diferenciada (7ma parte)
Karl Leonhard
Parafrenia afectiva
Entre las parafrenias descriptas por Kraepelin se encuentra una parafrenia sis-
temática, que se caracteriza por el hecho de que un síndrome que al principio es de
referencia se convierte paulatinamente en un grave estado con percepciones enga-
ñosas, recuerdos engañosos e ideas de grandeza. La parafrenia afectiva tiene claras
relaciones con este cuadro patológico, que en mi modo de expresión por supuesto
no puede denominarse "sistemático". De acuerdo con mi modo de
expresión, "sistemático" debe señalar sistemas cerebrales. Kraepelin en cambio tie-
ne en vista una sistematización de las imágenes delirantes que encontramos en la
parafrenia afectiva. Si sólo tomamos en cuenta los casos más leves, la parafrenia
afectiva responde también a la psicosis de referencia progresiva de Kleist. Sin em-
bargo, no debemos dirigir la mirada sólo a lo delirante: más bien es de particular sig-
nificación la perturbación del afecto. Por medio de esa perturbación se establece la
relación señalada con la psicosis de angustia-felicidad; en ella se encuentra, incluso
en los estados crónicos, el centro de gravedad del diagnóstico. El afecto patológico
que Specht (1901) descubrió en la paranoia es decisivo para la parafrenia afectiva,
mientras que en otras formas de la esquizofrenia paranoide apenas si juega un rol.
nes olfativas y gustativas no son raras. Las personas del medio reciben nombres y
posiciones incomprensibles para las personas normales, puesto que objetivamente
no hay ninguna relación entre la persona real y la persona supuesta. Con frecuencia
se nombran personalidades en altas posiciones y conocidas en general. Luego en-
contramos en estos estadíos avanzados ideas de grandeza. Se agregan a menudo
falsos recuerdos. Todo esto indica que a la perturbación del afecto se le ha agrega-
do una modificación profunda que perjudica sobre todo la capacidad de pensar lógi-
camente. En un cuadro tan fantástico parece que tenemos ante nosotros lo que más
adelante conoceremos en detalle al estudiar la parafrenia fantástica, dentro de las
esquizofrenias sistemáticas. Y sin embargo siempre es posible trazar los límites.
presión de una afectividad petrificada y que marcha por un solo carril, no de una
afectividad capaz de modular.
rasgos sólo se insinúan. Por medio de estas particularidades del cuadro alucinatorio-
paranoide podemos por lo general encontrar los límites respecto de la forma siste-
mática, pero lo decisivo es siempre la conducta del afecto.
Los grados graves del defecto son mucho más frecuentes en las mujeres que
en los hombres. Entre varias psicosis en una familia, a menudo el enfermo varón es
simplemente paranoide, mientras que la mujer enferma es fantástica. No puedo de-
terminar si es posible interpretar esto desde el punto de vista de la psicología, ya sea
porque la razón masculina con su tendencia lógica más fuerte ofrece resistencia du-
rante más tiempo o porque el proceso en sí se detiene antes. La parafrenia afectiva
es en términos generales más frecuente en las mujeres. En la totalidad, la formación
fantástica de los síntomas se alcanza aproximadamente en un tercio de los casos de
parafrenia afectiva. En el segundo tercio el desarrollo de la enfermedad se detiene
en el paso del síndrome de referencia al cuadro fantástico. Por más pronunciados y
cambiantes que sean los síntomas individuales en la formación fantástica, cualquier
rasgo fantástico puede proporcionar una indicación en ese sentido, antes de que se
haya producido ese desarrollo. Finalmente, en el último tercio la parafrenia afectiva
se detiene en el estadío de un cuadro paranoide simple. Puede quedar entonces un
síndrome de referencia irritado como estado duradero o también —cuando el estado
de ánimo fundamental es más elevado— un delirio de grandeza crónico.
Caso 50. Luise Kin, nacida en 1888, enfermó en 1922; creyó que había cometido un
delito, que era buscada por la policía y que sería guillotinada. Fue internada en la
148
Clínica de Frankfurt y aquí relató que la gente había actuado de una manera rara
respecto de ella, que le habían gritado insultos, que habían aludido a ella en los dia-
rios, que era probable que un señor la haya observado durante un acto de onanis-
mo. Además de angustiada estaba malhumorada y sentía rechazo. Fue llevada a un
hogar y en 1923 internada de nuevo en la Clínica. También ahora esperaba una sen-
tencia de muerte porque se había comportado de manera deshonesta; afirmaba que
la observaban, que la saludaban de manera rara, etcétera. Ahora estaba claramente
irritada. Durante 1924 permaneció en la Clínica y trabajó en una oficina; era diligen-
te, pero sin iniciativa. En 1925 estaba a veces irritada, relacionaba consigo observa-
ciones inofensivas, quería presentarse ante el tribunal. Ahora fue trasladada a la Clí-
nica H. Aquí siguió expresando sus ideas de referencia y que sus enemigos eran la
policía y el tribunal. Afirmaba que tenía "muchas pruebas secretas". Se excitaba
cuando hablaba de sus ideas, pero en caso contrario era amable, aunque algo apa-
gada. En 1926 estuvo varias veces deprimida, pero trabajó en una oficina. Fue cui-
dada por una familia. En 1928 regresó a la Clínica, pues había lanzado muchos in-
sultos, pero al poco tiempo fue cuidada por otra familia. Puesto que la mayoría de las
veces estaba insatisfecha, pero además era impertinente y arrogante, en 1930 fue
internada definitivamente en la Clínica. Aquí, en los años que siguieron, estuvo la
mayoría de las veces amable, pero ante la menor oportunidad se sentía ofendida y
se excitaba. Luego se supo que seguía con sus viejas ideas de referencia: que la
casa había sido rodeada, que había sido constituido el tribunal por la causa de ona-
nismo y que había sido pronunciada su sentencia de muerte. En 1938 dijo que era
una vulgaridad de la policía el que la hubieran enviado durante años a la Clínica en
vez de interrogarla de inmediato por la acusación. Además, los cambiantes aconte-
cimientos diarios daban ocasión a interpretaciones paranoides. La enferma decía
que le daban una comida mala, que la acusaban de quedarse en la cama por pere-
za, etcétera. "Cada día una impertinencia diferente". En 1939, cuando la examiné
junto con Schwab, había que dirigirle las preguntas con mucho cuidado, porque en-
seguida se irritaba. La paciente relataba acerca de las supuestas persecuciones:
"pura ironía, burla y desprecio", o "impertinencias y vulgaridades". Decía por ejemplo
que las enfermeras se rascaban la cabeza de una manera que llamaba la atención y
que le decían muchas cosas "indirectamente". Seguía afirmando que estaban a pun-
to de juzgarla y de condenarla a muerte.
149
Una hermana, Therese Ju, nacida en 1885, cambió en 1932; relató acerca de
un tío supuestamente rico en Norteamérica. Poco a poco sus ideas se fueron
haciendo más fantásticas. Afirmaba que Hitler era un hermanastro de su marido, que
sus hijos llegarían a ser grandes hombres, que un primo era el "guardián principal de
Alemania", que su esposo había creado el trabajo de servicio para que las jóvenes
fueran educadas moralmente. A pesar de ese estado, Ju permaneció al principio en
su casa. Sin embargo, en 1941 se excitaba con frecuencia, hablaba "en éxtasis" y
por eso fue internada en la Clínica de Frankfurt. Aquí relató que su marido y Adolf
Hitler ya habían estado juntos en 1890 en la frontera con Holanda, y que conocía a
Hitler de niño. Un tal Dr. K., como miembro de una banda organizada, había perpe-
trado ya ataques contra su madre. "Le mostraron a mi madre la matriz para que tu-
viera más hijos". Hablaba con mucho afecto, se entusiasmaba y se volvía casi extá-
150
sica cuando se refería a los grandes hechos que decía que sus familiares habían
realizado con Hitler. En la sala llamó la atención su carácter arrogante. Cinco sema-
nas después fue trasladada a la Clínica W. y allí siguió fantástica y paranoide.
Igual que la paciente anterior, pero de una manera diferente, la paciente que
sigue ofrece un cuadro leve de parafrenia afectiva. Aquí se produjo una sistematiza-
ción que en la paciente anterior sólo se insinuó.
Caso 51. Antonie Daf, nacida en 1874, había sido desde siempre sensible y descon-
fiada. En 1907 creyó que le habían enviado personas para obtener información. Cre-
ía que en el teatro popular, que entonces frecuentaba, el director la miraba conti-
nuamente durante la representación. También toda una serie de percepciones raras
la afirmó en la sospecha de que la gente del teatro popular estaba tramando algo
contra ella. Creía que los espectadores del teatro la fastidiaban intencionalmente,
porque trataban de ocupar su lugar, y que en determinados pasajes la mujer del di-
rector la miraba siempre. Por eso comenzó a odiar a esa mujer. Escribió cartas al di-
rector y acusó a la mujer de serle infiel con un abogado judío, que al parecer había
visto juntos en una fotografía. Sólo en 1912 fue internada en la Clínica M. Aquí relató
151
lo siguiente: "S., el director del teatro, la saludaba de una manera llamativa, y luego
parecía que se ponía a escribir en su palco y que quería darle la señal para que ella
también le escribiera. El director la miraba siempre cuando actuaba o cuando salu-
daba después de actuar. Por eso observó que cada vez se interesaba más en ella.
Una vez, cuando lo miró, el director se excitó tanto que debió secarse la transpira-
ción. Mientras tanto la mujer del director la miraba fijamente desde su palco. El direc-
tor no siempre estaba presente en el teatro, pero cuando lo estaba, el teatro era mu-
cho más bello. La señora S. trataba de alejar a su esposo de la paciente, y por eso
en lo posible se sentaba delante de él. Por esa razón el director miró a la paciente
una vez con tristeza mortal. Luego S. comenzó a publicar avisos en el diario que te-
nían relación con ella. Los reconocía por la belleza del diseño. Para ver siempre a S.
iba con tanta frecuencia al teatro, que no le alcanzaba el dinero que ganaba con ma-
sajes y bordados. Sus ingresos se reducían también a causa de las molestias a las
que aparentemente estaba expuesta. Venían señores que no tenían dinero o se reí-
an de ella o se desvestían en seguida, todo para herirla. Al principio no sabía cómo
se producían esas molestias. Pero como en el teatro la gente la miraba también en
las pausas y se empujaba, se dio cuenta de que las cosas se originaban en S. Por
eso le escribía continuamente para que pusiera fin a la situación. Un señor la seguía
siempre. La paciente escribió a S., y el que la seguía desapareció. Por eso supo que
había actuado por encargo de S. Puesto que S. no respondía a sus numerosas car-
tas, pero la invitaba a visitarlo mediante los avisos, fue a verlo una vez en su oficina.
Pero S. se alejó de ella, como si fuera veneno. Puesto que siguió escribiendo, fue
denunciada a la policía y debió prometer que no escribiría más. Dado que no pudo
mantener esa promesa, fue llevada al médico oficial, que le explicó que S. creía que
estaba mal de la cabeza. A pesar de eso, S. seguía enviándole mensajes mediante
los avisos, de manera que la paciente supuso que S. la amaba sin límites. S. había
insinuado también que quería divorciarse. Pero puesto que no quería divorciarse a
causa de su hijo, la paciente creyó que tenía la obligación de informarle que ese hijo
no era suyo. Lo había visto una vez en el palco y lo había encontrado muy parecido
al abogado K., en cuya casa trabajaba como ama de llaves su amiga. Más tarde
había visto una fotografía del abogado con la señora S." Después de éstas sus últi-
mas afirmaciones fue internada por la policía en la Clínica K. Aquí le llamó la aten-
ción un olor extraño. También en su casa había notado olores extraños. Catorce dí-
as más tarde fue trasladada a la Clínica E. Aquí protestó contra la internación y le
152
escribió a S. pidiéndole que la liberara. Fue dada de alta 4 meses más tarde. En
1926 fue internada en la Clínica S. a causa de malestar estomacal. Aquí afirmó que
el director S. la amaba desde hacía muchos años y que quería casarse con ella, pe-
ro sus familiares se lo impedían. La paciente fue trasladada a la sección psiquiátrica.
Aquí afirmó que después del alta de 1912 le pareció que las celebraciones católicas
habían dejado de ser dignas. Por eso le había escrito al cardenal, que corrigió lo que
estaba mal. Dijo que gracias a su intervención había sido elegido un cardenal ale-
mán, después que hubo fallecido el último. En 1917 se le comunicó que S. estaba en
Weimar, pero la paciente afirmó que era mentira, porque siempre que iba al teatro,
S. interpretaba algún papel. "Todos los guardias que lo rodean le informan cuando
ella va al teatro, y entonces S. actúa para ella, porque la ama". Decía también que S.
venía a menudo a su casa como mensajero o vendedor ambulante, y que ella no lo
reconocía y sólo más tarde se daba cuenta de que era él. También la visitaba con
otros disfraces. Por lo demás se entendía con ella mediante avisos en los diarios,
como antes. Por último le pareció que la cosa se alargaba demasiado, de manera
que escribió enérgicamente, pero recibió a cambio avisos inamistosos. Entonces
exigió un resarcimiento por los años perdidos, se dirigió a todos lados, hasta el mi-
nistro de Justicia, pero en todas partes fue rechazada. Mientras tanto el director S.
estaba decidido a casarse, pero esperaba todavía un reconocimiento para ella, para
que tuviera el mismo nivel social. El Papa se había alegrado tanto por las propuestas
que había hecho respecto de la Iglesia, que quiso otorgarle el reconocimiento. Pero
esa carta había sido interceptada por el cardenal B. Desde 1918 sabe que hasta
Dios quiere que se le haga justicia. En esa ocasión Daf menciona que al comienzo
de su perturbación, es decir aproximadamente en 1907, había sido influida telepáti-
camente. Dijo que en 1923 la habían envenenado. Había recibido de parte de una
familia, en la que subalquilaba, algo en la comida, por cuyo efecto se había vuelto
fea y deforme. Daf relataba vivazmente y con un afecto adecuado y algo de humor.
Si se le observaba la falta de verosimilitud de su relato, se ponía de mal humor y de-
cía: "Usted dice tonterías", y dejaba de relatar. Se negó a irse a su casa y aceptar un
trabajo: más bien quería casarse de una vez por todas con el señor S. Fue traslada-
da a la Clínica E. Aquí quiso hacer responsable a la Clínica por una enfermedad de
la articulación de la muñeca. Si iba al teatro, siempre creía reconocer al señor S. re-
presentando algún papel. Lo veía también en las personas que pasaban por su ven-
tana, y lo oía hablar por la radio. A Daf le gustaba discutir; representó los intereses
153
Varios de sus familiares eran enfermos mentales. Pude obtener más datos sólo
de parte de un hermano de la madre, Mathias Halb, nacido en 1840. Fue internado
en la Clínica M., pero hacía ya 6 años que estaba enfermo. "La enfermedad comen-
zó con una confusión mental total, que a veces terminaba en locura, de manera que
su mujer tenía que apartarse de su camino". En la Clínica tuvo excitaciones, con el
vaso de noche rompió una ventana y trató de escapar. Por lo general tenía la mirada
vacía, indiferente. Si se le hacían preguntas, respondía confusamente. Muchas ve-
ces debió ser aislado a causa de "excitación frenética". Permaneció así los años si-
guientes. La Historia Clínica dice en 1875: "Imbecilidad; se queda sentado todo el
día en un banco, con expresión imbécil, casi sonriente, totalmente tranquilo, apático
e indiferente. Si se le hacen preguntas no contesta o dice en voz baja cosas incom-
prensibles". En los años siguientes la Historia Clínica informa continuamente que
desgarraba la ropa y las sábanas. En 1878 fue trasladado a su casa, en el estadío
terminal de una tuberculosis pulmonar.
dad. Por lo tanto se cumplen los criterios que ofrece Kraepelin para su paranoia. La
sistematización en torno al director S. se conserva desde el principio al fin. Cuando
la enferma comenzó con planes de reforma religiosa, pareció al principio que iba a
comenzar un nuevo delirio. Es posible que en ese momento haya padecido una leve
vacilación extásica que condicionó esa dirección. Pero la ubicación en el viejo siste-
ma delirante se hizo con mucha rapidez. Como recompensa por sus propuestas, Daf
esperó un reconocimiento de los dignatarios eclesiásticos que le daría el nivel social
necesario para casarse con el señor S. De manera que la coherencia se conservó
aquí también. En su totalidad el delirio es más expansivo que persecutorio, pues
arriba de todo está la creencia de ser amada por S., que en su nivel social estaba
muy por encima de ella. Pero las ideas de persecución de ninguna manera fueron
condicionadas secundariamente por la falta de éxito: más bien las autorreferencias y
las falsas interpretaciones muestran que el delirio de persecución tiene una significa-
ción patológica propia.
Caso 52. Berta Dieh, nacida en 1872, escribió ya en 1900 una carta injuriosa a una
mujer de quien creía que se burlaba de ella. Más tarde siguieron otras acusaciones
frecuentes del mismo tipo, que tenían su origen en ideas de referencia. Los fenóme-
nos patológicos graves aparecieron sólo en 1929: la enferma creyó entonces que se-
ría eliminada por sus familiares. En 1930 escribió unacarta a la policía, donde entre
156
otras cosas pidió información acerca de "si era cierto que el presidente del Reich,
von Hindenburg, me había anotado en los libros de la iglesia y también en el registro
civil como su esposa, y en qué fecha ocurrió". A causa de eso fue internada en la
Clínica de Frankfurt. Aquí exigió el alta inmediata y se remitió al hijo de Hindenburg.
Acusó a su esposo de tener relaciones con su sobrina y otras mujeres. Dijo que Hin-
denburg la había declarado años atrás como su prometida y que los nietos de Hin-
denburg habían cometido incesto con sus familiares. Afirmó que años atrás había
conocido a la reina de Holanda. Dieh fue trasladada 4 semanas más tarde a la Clíni-
ca H. Aquí tuvo pseudosensaciones físicas y afirmó que tenía cáncer en la boca. Es-
taba irritada, golpeó a la enfermera, dio nombres falsos al médico y afirmó que Hin-
denburg estaba en prisión preventiva. En 1931 insultaba mucho. En 1932 afirmó que
la Clínica era un burdel, que las mujeres eran explotadas con fines sexuales y que
en la comida había veneno. Amenazó con ejecutar al médico. En 1933 declaró que
Hindenburg quería desprenderse de ella y había prometido a los médicos 10.000
marcos si la asesinaban. En 1934 afirmó que había contraído una "enfermedad de
los hongos" en las facciones a causa del atentado de un dentista de Frankfurt. En
1935 el diario Beobachtungsposten le decía continuamente algo, por ejemplo que
iba a ser asesinada. En 1936 tenía terribles dolores a causa de la comida envene-
nada. En 1937 vio a su esposo en la Clínica, tuvo sensaciones olfativas y querulaba
por su alta. En 1938 se quejaba constantemente por los "venenos". En 1939 insulta-
ba mucho. En 1940 la examiné junto con Schwab. Dieh relató acerca de un supuesto
encuentro con el emperador Guillermo II; confundía a las personas del medio, creía
que estaba rodeada de príncipes que al parecer habían sido encerrados en la Clíni-
ca. Informó acerca de voces que venían desde arriba y sobre muchas sensaciones
que en parte describió en forma fantástica. Así, por ejemplo, afirmaba que las flatu-
lencias eran producidas por las glándulas de la cabeza. Desarrolló mucho afecto, de-
fendió con vehemencia sus derechos a ser dada de alta, se sentía herida si no la de-
jaban expresarse, rompía en lágrimas cuando se decía algo sobre sus expresiones y
se negaba a seguir hablando si la ignoraban y ofendían de esa manera.
Una hermana, Friederike Ma, nacida en 1871, fue internada de 1905 en la Clí-
nica A., después de haber molestado a un señor con declaraciones amorosas. Al ser
internada estaba alegre, afirmó que se sentía como un pez en el agua, sostenía
conversaciones eróticas, lloraba e informaba sobre ideas de referencia. Decía que
157
una cuadro paranoide con ideas de persecución y delirios amorosos. Más tarde el
desarrollo fantástico se insinuó en la falta de medida de sus ideas.
Caso 53. Josef Ho, nacido en 1892, enfermó en 1933 y fue internado en la sección
psiquiátrica de la Clínica S. Estaba angustiado y manifestaba numerosas ideas de
referencia. Decía que lo habían espiado, que los amigos se habían reunido y habían
hablado sobre él; afirmaba que le habían hecho sentir de manera indirecta que entre
él y su mujer había algo que estaba mal; entre otras cosas, lo había deducido de un
movimiento de la mano de un colega. Decía que la policía ferroviaria había disemi-
nado al parecer rumores sobre él, pues una vez un policía ferroviario lo había seña-
lado y había dicho: "Éste está por perder su trabajo". Decía que era probable que
perdería su profesión y sería castigado, y que por esa razón se había excitado tanto
que había querido quitarse la vida (2 intentos de suicidio). Afirmaba que también en
la sala aparentemente se hablaba mal de él y se lo culpaba de haber cometido una
gran falta contra el secreto profesional. En los días siguientes se tornó muy irritado y
agredió a los pacientes por los que se creía perjudicado. Ahora escuchaba de día y
de noche voces que le anunciaban el alta. Luego volvió a sufrir un grave estado de
angustia, se tiró de cabeza contra una ventana y se produjo heridas cortantes. Diez
semanas después de la internación fue trasladado a la Clínica E. Aquí estaba muy
angustiado, escuchaba voces que le decían que había sido condenado a muerte por
el tribunal del Reich. Ese estado duró 3 meses; luego el enfermo se tranquilizó un
poco, pero seguía alucinando. Fue dado de alta contra el parecer del médico. Medio
año más tarde fue internado en la Clínica Psiquiátrica M. Nuevamente estaba depre-
sivo, expresaba ideas de referencia y escuchaba voces que lo culpaban. Fue trasla-
dado a la Clínica E. Aquí estuvo todavía medio año con angustia, luego se tornó ex-
tásico. Se sentía como un "hombre de Dios" y decía que había sido enviado por Cris-
to. Decía que también estaba dispuesto a ofrendar su vida como apóstol y mártir.
Escuchaba ahora también la voz de Dios. Este estado duró algunos meses; luego
Ho estuvo irritado otra vez, insultaba a las voces y manifestaba un "habla confusa".
En 1935 estaba irritado, tenía ideas de referencia, se había vuelto agresivo. En 1936
159
una perturbación del pensamiento que recordaba una catafasia. Hemos visto adicio-
nes catafásicas más arriba, en el hermano de la paciente 50 (Luise Kin). Hay super-
posiciones entre las tres esquizofrenias no sistemáticas. Raras veces se llega a una
situación en la que no se puede determinar el diagnóstico diferencial. El curso en el
paciente Ho fue remitiendo junto con las vacilaciones afectivas.
Sumario
ALCMEON 23
Clasificación de las psicosis endógenas y su etiología diferenciada (8va entrega)
Karl Leonhard
Catafasia (esquizofasia)
En varios de mis casos me llamó la atención una gran uniformidad de las ex-
presiones del habla en los ataques agudos. Las mismas palabras podían aparecer
una y otra vez en diferentes combinaciones, en su mayor parte carentes de sentido.
Al principio pensé en una mezcla con el cuadro de la catatonía periódica, donde son
frecuentes las iteraciones; pero parece que una uniformidad que llega casi hasta la
verbigeración puede representar un síntoma propio de la catafasia. Tal vez se mez-
clen aquí de alguna forma la excitación y la inhibición del pensamiento. Los enfer-
mos a los que me refiero no ofrecían por lo demás nada catatónico.
partir de contenidos concretos los pacientes pueden hablar en forma mucho más or-
denada que cuando hablan libremente. Cuando refieren algo sobre los aconteci-
mientos del día, lo hacen por lo general de manera correcta. Parece como si el pen-
samiento fuera capaz todavía de un orden suficiente cuando es excitado concreta-
mente por las vivencias inmediatas del día. De manera que tenemos ante nosotros
un rasgo característico de la perturbación catafásica del pensamiento. El mismo en-
fermo, que hace un instante ofreció respuestas ordenadas, puede hablar a continua-
ción en forma completamente confusa.
A partir de la forma más grave de catafasia excitada existen todo tipo de pasa-
jes a modificaciones leves e incipientes. Según el grado de perturbación podemos
llevar conversaciones más breves o más largas antes de que aparezcan giros ilógi-
cos. En la conversación sencilla a menudo la perturbación se manifiesta sólo aquí y
allá en modos de expresión algo inusuales. Luego podemos poner en claro el fenó-
meno planteando a los enfermos preguntas de inteligencia, por ejemplo haciendo
que expliquen diferencias o refranes. Cuando les planteamos esas tareas de pen-
samiento, el orden lógico comienza a fallar mucho antes que en las conversaciones
sencillas. Luego, las respuestas muestran con frecuencia que el trabajo intelectual
en sí se puso en movimiento correctamente, es decir, reconocemos a partir de las
respuestas que los pacientes tenían la solución en su interior, pero al mismo tiempo
se producen desvíos en una falsa dirección. Muchas veces tenemos también la im-
presión real de que el pensamiento sólo se desvió en la formulación del habla.
7 refranes.
Caso
Otro paciente: "El arbusto es una planta perenne, una planta cerrada en sí".
(Niño y enano) "Un enano es un factor estable, un niño es un factor que transige".
(Ahorrativo y avaro) "Un ahorrativo es un hombre «que anda tranquilo», y un avaro
es una manera «de aspecto falso»". A esta última pregunta respondió el paciente an-
terior: "Un hombre avaro es un hombre refinado, un hombre ahorrativo es un hombre
«suficiente»".
Respecto del refrán "La manzana no cae lejos del tronco" dice uno: "Tapar la
manzana, para que no llegue a otros hombres, sin que la compren o la adquieran".
El otro dice: "Al hombre le cae la herencia del padre y de la madre, no cae lejos".
Las respuestas de un tercer paciente, con sus breves formulaciones, en las que
a pesar del habla que llama la atención reconocemos una solución válida en cuanto
167
Si la catafasia aparece bajo la forma de una inhibición del pensamiento, las ex-
presiones del habla fallan cada vez más, de manera que ahora tampoco se pueden
comprobar desvíos del pensamiento. Si tenemos una forma inhibida grave de la ca-
tafasia, los enfermos dejan de hablar. El diagnóstico y el diagnóstico diferencial es
entonces muy difícil: lo que importa ahora es determinar la delimitación con el estu-
por confuso de la psicosis confusional.
En primer plano se encuentra, igual que allí, el mutismo, mientras que los mo-
vimientos reactivos simples se conservan. Sin embargo, la expresión facial del en-
fermo muestra no sólo la confusión de la psicosis confusional inhibida, sino que al
mismo tiempo podemos reconocer un vacío o también embotamiento de la expre-
sión. Los enfermos no siguen los acontecimientos del medio con una inseguridad in-
terior, un cuestionamiento interior, sino que la mayoría de las veces no los siguen en
absoluto: están embotados y replegados en sí mismos. También me sorprendió una
forma de dirigir la atención que no me pareció lógica, sino que tenía en sí algo de
forzado. Si le hablaba a los enfermos, éstos, en vez de dar una respuesta, comen-
zaban a mirar fijamente al examinador. Si me hacía a un lado, me seguían con la mi-
rada. En cambio, si yo los miraba fijamente, los enfermos no cambiaban su actitud:
ambos nos mirábamos fijamente. En esa ocasión algunos mostraban una expresión
facial donde se contraían las cejas, es decir, la expresión que adopta el hombre
cuando quiere concentrarse interiormente en algo. Algunos enfermos tenían esa ex-
presión facial como actitud constante. Probablemente es una consecuencia de la in-
hibición del pensamiento, que obliga a los pacientes a un esfuerzo de pensamiento
más grande. Sin embargo, el vacío y el embotamiento en la expresión se mantiene
en esos pacientes, pues persiste uniformemente, sin modulación. Por lo tanto no
existe un verdadero pensar.
168
Podemos probar además que en ese estado no sólo hay una inhibición sino
también una perturbación lógica del pensamiento, si los enfermos estuporosos pue-
den decir algunas palabras, que entonces pueden ser totalmente incomprensibles.
Particularmente impresionante para la perturbación del pensamiento en el estupor
fue para mí una paciente que pude observar durante años. Durante algunos perío-
dos de tiempo desarrollaba una compulsión a hablar en la que era completamente
incomprensible, y en otros períodos de tiempo se mantenía estuporosa con la expre-
sión embotada característica de la catafasia inhibida. Sin embargo, a menudo pro-
ducía desde el mutismo, en forma inesperada, algunas expresiones totalmente con-
fusas. Se podía ver que la perturbación del pensamiento se mantenía en el estupor.
atención amable y tranquila corresponde sólo a las formas más excitadas de catafa-
sia.
Para los estadíos inhibidos de la catafasia son características las ideas de refe-
rencia, que aquí posiblemente tienen un fundamento parecido al de la psicosis con-
fusional inhibida, cuya "pariente malvada" es la catafasia. Si las ideas de referencia
se encuentran durante largo tiempo en el primer plano de una psicosis, no sólo de-
bemos pensar en una parafrenia afectiva. El hecho de que esas ideas sean en gene-
ral más raras en la catafasia que en la parafrenia afectiva se debe posiblemente al
aplanamiento del afecto, que se opone a la formación de ideas.
Otro paciente hacía alarde de haber paseado como Jesús durante media hora
sobre el lago Genezareth. No debemos pensar que se trata de una superposición
con la formación delirante de los parafrénicos afectivos. Encontramos las confabula-
ciones sólo en los catafásicos vivaces y alegres, que no tienen nada de tenso en sí.
Es posible que surjan porque en el pensamiento excitado y confuso aparecen fanta-
sías que son retenidas por un afecto que va desde alegre hasta extásico.
Caso
"No siempre quiero hacer de dictador, ya era la tercera vez que había sido des-
pedido de la fábrica de pinturas Höchst, devolví también el menú que no había sido
reintegrado. Veo mucho dinero y voy tras él. Gracias a su capacidad de gran indus-
tria estaba bien, tenía 2 billetes. El alemán del Este exige 100 millones de marcos,
propietario de un horno de ladrillos. Maestro Luzius debemos pagar aquí, perdemos
con frecuencia. Eso sería separación. El patrimonio, el patrimonio extranjero pierde
mucho, pregúntale a la imprenta Wagner, 10 peniques en pequeño y tal vez 30 años.
A dos abonados les resulta muy difícil. Tengo a señores aquí, de raza pura, lobo en
la exposición, pierde el dinero para los gastos hogareños. El examen a causa de la
raza y la mano de mujer sería también un animal señorial. Estoy en la casa desde
hace un año, vacunado a la izquierda y a la derecha, y el que no es un comehom-
bres, es mayor de 30 años. Pero esto a menudo es diferente, cuando está alimenta-
do pobremente, el resto de la gente está insatisfecha. Tampoco ahora sabría qué
pasa. Quiero decir que a las 4 hay por último papas sin pelar en vez de pan. He di-
cho que si lo oculto y lo necesitamos, entonces sé donde está. Así no puedo servir la
otra olla, dice él, se llama Arnold (otro paciente que trabaja en la limpieza de la coci-
na). No podría hacer ninguna declaración, o sea que todavía está aquí seis semanas
171
y un intento de fuga, o sea que serían tres semanas aquí, eso sería tiempo. Es sólo
que tiene su domicilio aquí. En las fábricas de pintura Höchst la gente fue engañada,
tiene malas camas o máquinas vacías. El que viaja mucho es cada vez más tonto.
Así es. Mucha gente no quiere un billete en la altura. Yo tampoco le doy importancia
al marco de oro en la altura. Cuatro mil millones de marcos de oro del ministro de la
guerra, para 2 y 3 no alcanza. Si debe ser comprado, uno por lo menos la altura. Sí,
no sé de qué se trata aquí, no lo sé para nada, con quién estoy aquí. El gobierno de
la cruz gamada tiene mercancías de la cruz roja. Éste era mendigo, no necesita
arriesgarse a gobernar. Quiero decir que también tiene su cuaderno de notas, ha
realizado su escrito. Tomó el distrito 16, éstos le quitaron también su escudo a Napo-
león, la cervecería Blum. Pequeño y grande también contra hombres altos. La gente
tiene malos animales, en la calle. Esto es frecuente, uno dice que se trata de Arnold.
Luther permitió, puede dormir en la sala. Si los ojos se cerraran a causa de los hom-
bres altos. Necesita usted tres máquinas altas para tranquilizarse, entonces está
ocupado. Siempre dije que si hay 2 máquinas altas, puedo tener mi colocación. No,
debería ser allí. Recibí de inmediato una ducha y no salí desnudo. A menudo quie-
ren animales a causa de los animales de la ducha. A menudo son pañuelos para fro-
tar. El animal vive con nosotros. Ése es el refrán, que viene libre". (¿A quién se refie-
re?) "El perro que está enfermo y que será operado. Calentar semejante comida de
perro es difícil".
Caso 54. Johannes Vog, nacido en 1880, enfermó en 1924 y fue internado en
la Clínica de Frankfurt. Estaba muy angustiado y además confuso. Le parecía que
todas las cosas habían cambiado, que la gente tenía ojos raros, que hablaban sobre
él y que en el diario se escribía sobre él. Además se sentía influenciado e hipnotiza-
do. A veces estaba muy angustiado, se lamentaba y retorcía las manos. Fue dado
de alta 8 meses después, pero volvió pronto y nuevamente estaba confuso y angus-
tiado. Ahora escuchaba también voces: "Dos voces se disputan mi cabeza". Se que-
jaba en forma monótona y explicó una vez que se sentía como si fuera el centro del
172
mundo. A menudo estaba confuso en sus expresiones; por ejemplo afirmaba: "Ay,
señor profesor, sólo tengo una cosa en el centro, yo y mi familia". También en el
examen experimental ofrecía respuestas absurdas. (Proverbio: "El que le cava un
pozo a otros, cae en él") "Eso es algo, quisiera decir, allí han actuado fuerzas do-
bles". Fue trasladado a la Clínica H.; también allí estuvo confuso y decía cosas sin
sentido. Escapó en 1926 y fue internado de nuevo en la Clínica de Frankfurt. Tam-
bién ahora le parecía que todo era raro. Hablaba acerca de insinuaciones y alusio-
nes, tenía ideas de referencia y escuchaba voces. Trasladado a la Clínica H., volvió
a escapar; fue internado de nuevo en la Clínica de Frankfurt y ahora estaba muy
confundido. Sentía que sufría influencias en el cuerpo, escuchaba voces y afirmaba:
"Me bastó un gesto para que el mundo se detuviera. He detenido la lluvia". En la Clí-
nica y en los años siguientes se describe continuamente que Vog, con gestos y un
estado de humor alegre producía un habla completamente confusa. Por ejemplo ex-
presó una vez en 1935: "No, comprendo que las cosas se pondrán en orden de in-
mediato cuando esté afuera, que la familia es el concepto de todos los conceptos.
Firmes en la fidelidad, se dice. Me han dicho que ése sería el truco del amigo del
teatro, de Caruso". A pesar de la confusión, Vog se ocupaba ordenadamente en las
actividades de la Clínica. Cuando en 1939 lo examiné junto con Meyer, Vog se diri-
gió a nosotros con expresión y gestos vivaces y habló como si tuviera algo importan-
te que decirnos. De hecho no se pudo entender nada. (¿Por qué está aquí?) "La en-
fermera lo exigió, no podían bastarse a sí mismos ante el error en el nuevo orden
mundial, los animales estaban todos hechizados. Queremos alabarnos con nuevos
meses". (¿Qué quiere decir eso?) "El asunto privado, el matrimonio razonable, la
familia, nuestras historias reciben por la derecha". (¿Qué es eso?) "Pensar o ser, ser
o no ser... Walter Hauch, lo embromaron, le hicieron una gran broma. Alfabéticamen-
te se dice 25, 172. Con la «D» no es así. Se la hicieron con la «D», tendrían que
haberse disuelto, el fondo, el cereal, la primavera. Los aviadores se embroman
siempre..." (Cajón y canasta) "Redondo y cuadrado; también hay canastas grandes y
altas para la ropa, son los chistes del vino en botella dentro de una canasta". (Árbol y
arbusto) "El árbol es más práctico que el arbusto". (Niño y enano) "Ésa es una com-
paración tan tonta, el niño, los que se asombran, es decir, la inteligencia del pensa-
miento y del ser". (Proverbio: "La necesidad quiebra el acero") "Ésas son cosas des-
ordenadas; eso era, creo, la cría de caballos, vacas y cerdos, todo eso no estaba en
orden".
173
lante. Luego informaba ocasionalmente acerca de vivencias extásicas que había te-
nido durante el estupor, por ejemplo que se le había aparecido Dios. Por lo demás lo
extásico apenas si se menciona después de 1925; las excitaciones coincidían siem-
pre con una fuerte confusión; en 1926 se las denomina una vez "levemente manía-
cas". El estado de ánimo ya no era extásico, sino amable y alegre. Una vez incluso
sonrió para sí en medio del estupor. A partir de 1928 se habla de excitaciones cata-
tónicas, pero también se destaca la grave confusión. En 1928 se pudieron entender
una vez más ideas de salvación que surgían de las palabras confusas. A partir de
1931 Vog se volvía con frecuencia violento en medio de la excitación. En el estupor
surgían fenómenos negativistas. Aproximadamente a partir de esa época, también
en momentos tranquilos, hablaba en forma confusa. Ahora ya no se podía distinguir
con tanta claridad las fases excitadas de las inhibidas: ambas sólo alcanzaban gra-
dos leves, pero Vog parecía cada vez más embotado. A partir de 1937 hacía muecas
en medio del estupor y lanzaba pellizcos a su alrededor. Sus palabras confusas se
producían ahora como monólogos. En los años siguientes se mantuvo embotado,
inaccesible, negativo; en ocasiones murmuraba solo y a menudo gritaba y provocaba
molestias durante corto tiempo, más bajo la forma de excitaciones impulsivas que
bajo la forma de fases de larga duración. Todavía se podía reconocer los estados de
estupor: ahora tenían un carácter marcadamente acinético. El enfermo, por ejemplo,
se quedaba acostado en la cama con la cabeza erguida y hacía muecas. A partir de
ese momento se lo denomina "catatónico".
Las confabulaciones, que en los tres hermanos descriptos no eran muy eviden-
tes, aparecen con mayor nitidez en el paciente siguiente:
Caso 55. Adolf Roth, nacido en 1880, al parecer padecía desde antes estados
anormales con ideas de referencia. Enfermó más seriamente en 1930 y vio a Dios
sobre una nube. "A partir de ese momento supe todo; sabía cómo surgen los volca-
nes, podía predecir los accidentes, las inundaciones, las catástrofes naturales. Des-
de el momento en que podía saber todo por medio de la inspiración de Dios, escribí
cartas de advertencia a todo el mundo, para prevenir a los hombres". Roth hablaba
entusiasmado de su llamamiento y adoptó la actitud de un predicador. A menudo se
producían errores de pensamiento y del habla. (¿Isla?) "Una masa que puede en-
contrarse en los ríos y en partes inmóviles". (¿Radio?) "Un invento relacionado con
los impulsos de la naturaleza". (El cuadro de Binet Paisaje desde la ventana) "Quiere
hacer una broma, quiere que las mujeres se asusten". Roth explicó: "El hombre debe
volver a vivir según la moda antigua, sin ferrocarril, como en la época de Cristo, pero
eso no puede ser por la invención de la electricidad". Fue trasladado a la Clínica H.
Aquí siguió hablando confusamente, con invención de nuevos términos. Al principio
se mantuvo el estado de ánimo elevado; luego, después de algunos meses apareció
un estado levemente depresivo con inhibición, que se extinguió de inmediato. En
1936 Roth cambió: en parte estaba de buen humor, en parte malhumorado. Mientras
corregía sus ideas, se mantuvo la perturbación del pensamiento. (Proverbio: "Las
mentiras tienen piernas cortas") "Las mentiras son cosas que no producen nada per-
fecto y suponen que la verdad puede producir algo perfecto, en vez de las mentiras
con piernas cortas. Esto no es una cosa por la mitad ni algo completo, por medio de
la verdad no hay piernas cortas. Pero por la verdad también puede haber piernas
cortas. No puedo pensar así. Sólo más tarde se me ocurren las cosas". Roth escapó
y fue internado nuevamente en la Clínica de Frankfurt. Informó acerca de visiones y
voces nocturnas y fue trasladado de nuevo a la Clínica H. Volvió a escaparse y en
razón de las siguientes fugas alternó con frecuencia entre las dos clínicas. En parte
estaba deprimido y expresaba ideas de referencia, en parte estaba extásico. En
1937, respondiendo a una encuesta, enumera sus cualidades: "Fabricante especiali-
zado en aviones y zepelines de juguete, independiente". En una carta desea ser
considerado "no un chapucero en la construcción de aviones, sino un hombre hábil".
Luego explica: "Ahora estoy pensando en el alta y en la realización de trabajos dife-
176
Sumario
los enfermos son ordenados en sus conductas, su actividad se mantiene bien, mien-
tras que la afectividad se aplana. En el estado inhibido la catafasia se destaca, en
los casos graves, por un mutismo; en los casos leves por el laconismo. La perturba-
ción del pensamiento de la catafasia, su perturbación central, permite reconocer un
vínculo con la perturbación de la psicosis confusional, pero en la excitación va esen-
cialmente más allá de una simple incoherencia, y en la inhibición va más allá de una
simple inhibición del pensamiento. Encontramos en la catafasia excitada una grave
perturbación lógica que comprende también el elemento del habla y coincide con
equívocos de palabras, construcción de términos nuevos y un orden gramatical de-
fectuoso. En la catafasia inhibida también encontramos errores lógicos: sobre todo
se produce aquí una inhibición del pensamiento, que igual que la psicosis confusio-
nal, conduce a un estupor. En el juego expresivo facial reconocemos también un
embotamiento interior. Además los enfermos, en vez de responder, se inclinan a fijar
la mirada en el examinador. En la catafasia excitada encontramos con frecuencia
confabulaciones, y en la forma inhibida, ideas de referencia. Junto a la catafasia ex-
citada e inhibida hay casos que a pesar de una perturbación grave del pensamiento
y del habla no son locuaces ni lacónicos, de manera que sólo muestran el síntoma
de defecto central de la enfermedad.
Catatonía periódica
visto. Las psicosis cicloides eran al mismo tiempo y en la misma área siempre inhibi-
das o excitadas, pero no ambas a la vez. Nunca encontramos que un enfermo mos-
trara por su actitud rígida la acinesia, y al mismo tiempo una agitación hipercinética
de las extremidades. En cambio, con frecuencia podemos observar algo parecido en
la catatonía periódica. En semejante disgregación de los síntomas ya no podemos
hablar de un estado mixto: más bien se muestra allí que la perturbación va más allá
de lo gradual. Ya no se trata de una excitación o de la inhibición de un ámbito psí-
quico, sino más bien de una modificación cualitativa que conduce simultáneamente a
procesos excitados e inhibidos. De esa manera se insinúa el proceso destructivo de
la catatonía periódica, que falta en la psicosis de la motilidad, a pesar de varias se-
mejanzas. Sin embargo, debemos conceder que las catatonías en sus primeros ata-
ques pueden ser tan parecidas a las psicosis de la motilidad, que podemos equivo-
carnos en el diagnóstico.
Si no tenemos una hipercinesia pura y tampoco una acinesia pura, sino que
junto al aumento de los impulsos motores se produce en otro sentido una inhibición
de la psicomotricidad, llegamos a una uniformidad. Los enfermos que en su actitud y
en sus movimientos tienen en sí algo rígido, es decir, muestran rasgos acinéticos,
son uniformes, aunque muestran la presencia simultánea de una agitación de los
movimientos. De esa manera, las estereotipias y las iteraciones se convierten en sín-
tomas importantes de la catatonía periódica.
en cambio carecen de contenido, o sea que aparecen como muecas; los movimien-
tos de los brazos que surgen de los gestos aparecen como indeterminados. Se pue-
den agregar movimientos primitivos: golpes, empujones, giros, que ya no son ni ex-
presivos ni reactivos. En el rostro y en el cuerpo pueden agregarse contracciones
que contribuyen a otorgarle a la motricidad una configuración paracinética.
Las excitaciones repentinas de los catatónicos periódicos, que los hacen salir
de una actitud tranquila, podrían deberse también a una disposición impulsiva. Ade-
más, la grave agresividad que se produce allí nos permite reconocer tensiones afec-
tivas violentas. Encontraremos las excitaciones agresivas con una forma parecida en
la catatonía negativista del grupo sistemático, aunque en un cuadro total diferente.
Las perturbaciones afectivas se producen también en la catatonía periódica bajo la
forma de angustia y éxtasis. La angustia puede dominar totalmente los ataques agu-
dos, incluso durante un período de tiempo.
Sólo más tarde pude conocer una reacción impulsiva de tipo particular. Los ca-
tatónicos periódicos, que por lo general no necesitan llamar la atención en cuanto a
la mímica, irrumpen ocasionalmente, sin motivo o por un motivo insuficiente, en una
risa exagerada. Puede ser una risa ruidosa, pero más frecuentemente tiene una ex-
presión sonora débil; se le agrega una risa exagerada del rostro y a veces una con-
tracción de todo el cuerpo. En ocasiones podemos decir, con total corrección: "Los
enfermos se retuercen de la risa". Nos recuerdan una risa forzada. Por eso, al prin-
cipio pensé en el efecto de algún medicamento, pero debí convencerme de que el
fenómeno se produce también sin medicación; incluso se puede observar, aunque
en forma moderada, en los familiares de los enfermos, considerados sanos. Pudimos
observar que el padre "sano" de un catatónico periódico ofrecía un informe acompa-
ñándolo con una risa constante e inapropiada. En otra ocasión conversamos con un
enfermo y escuchamos en el fondo las risas inapropiadas y continuas de su herma-
no, que a decir verdad también había estado en tratamiento psiquiátrico, pero ahora
era considerado sano.
ques hipercinéticos. En los defectos más leves encontramos sólo una cierta inmovili-
zación. Las pulsiones se reducen, los movimientos se ponen en marcha con una
cierta dificultad y transcurren con alguna lentitud. La afectividad queda aplanada.
También queda una lentificación del pensamiento, a la que se agregan los cortocir-
cuitos ya mencionados. A partir de estos estados leves hay todo tipo de pasajes a
los cuadros graves, incluso a los más graves. Por último, la pobreza de impulsos
puede convertirse en un embotamiento gravísimo, de manera que los enfermos de-
ben ser apoyados incluso para realizar las acciones más primitivas. En todos los
grados del defecto puede encontrarse una irritabilidad que carece de vínculo con las
ideas, como en la parafrenia afectiva, y por lo tanto es impredecible en sus descar-
gas.
Caso 56. Lina Wei, nacida en 1892, se excitó repentinamente en 1921: gemía,
gritaba, se ponía furiosa, insultaba, quería lanzarse desde la ventana, cantaba cánti-
cos religiosos y fue internada en la Clínica Neurológica de Frankfurt. Aquí corría por
la sala, cantaba sílabas incomprensibles, hacía inclinaciones con la cabeza a un rit-
mo acompasado, se revolvía el cabello, batía palmas, se tomaba de todo lo que es-
taba a su alrededor; también vació su cama, hizo un agujero en el colchón y se acos-
tó en una postura extraña. En el baño gesticulaba con los brazos y las piernas y lan-
zaba insultos estereotipados. No ofrecía ninguna respuesta. Como alternación con
esa excitación, se tornó acinética, se quedaba acostada en la cama totalmente rígi-
da, no producía ningún sonido, pero mantenía posiciones complicadas, la cabeza a
un lado y hacia atrás, las piernas abiertas, mientras los dedos y las manos realiza-
ban movimientos juguetones. Después de las excitaciones aparecían siempre actitu-
des rígidas, a la manera de las estatuas, donde la paciente en parte hacía muecas.
Durante ciertos períodos de tiempo repetía, en una actitud que por lo general era
acinética, las mismas frases durante horas. Tres meses después fue trasladada a la
Clínica E. Aquí fue impulsiva y violenta, luego volvió a provocar la "impresión de una
excitación maníaca, aunque con confusión". Luego se tranquilizó, parecía embotada
y fue dada de alta. En su casa solía estar de mal humor y paranoica contra su mari-
do. En 1928 se agravó su desconfianza, de manera que tuvo que ser internada otra
vez en la Clínica. Aquí afirmó que su marido tenía dos hijos extramatrimoniales, que
estaba casado secretamente con otra y que viajaba con ella en avión. Decía que su
marido tenía un olor raro a vino y cigarros, además de viruela en el rostro. Decía que
la gente hablaba sobre ella, que en la oficina de su marido los empleados habían
realizado unos movimientos de danza raros. Durante el examen se acostó repenti-
namente en la camilla y quedó rígida, sin reacciones. Por lo general era cambiante, a
veces estaba confusa y angustiada, a veces estaba rígidamente acinética, a veces
excitada y locuaz. Continuamente surgían expresiones confusas y por lo general
completamente incomprensibles: "Todo está verde por el veneno, astilla verde";
"Ahora viene la cesárea"; "Me succionaron toda la sangre"; "Ahí sale la reina Luisa";
184
"Aquí ya se quema todo". Dos meses después fue internada en la Clínica E. Aquí se
mostró mutista y negativista, se quedaba sentada rígida, mantenía la cabeza hundi-
da. Durante las posturas rígidas ejecutaba movimientos corporales extraños y hacía
muecas. Dada de alta a pesar del consejo médico contrario, durante los años si-
guientes en su casa se mostró pendenciera y celosa. En 1940 volvió a sufrir una
grave excitación y fue internada otra vez en la Clínica. Aquí insultaba con un tono de
salmodia y manifestaba ideas de referencia. Tuvo una fiebre alta que fue diagnosti-
cada como angina. Al mismo tiempo era completamente inaccesible, se quedaba rí-
gida en la cama, pero se restregaba iterativamente el vientre y sacudía continuamen-
te la cabeza. Falleció de debilidad circulatoria. En la autopsia se encontró un hema-
toma subdural, que probablemente padeció en su casa, cuando estaba irritada.
hermana, el estado acinético nos indica una catatonía periódica; sin embargo, duran-
te algún tiempo nos ofreció el cuadro de una psicosis de angustia, aunque con un
número inusual de alucinaciones. Por último encontramos un estado de defecto em-
botado en el sentido de la catatonía periódica.
Caso 57. Pauline Ha, nacida en 1905, ya había llamado la atención a los 14–15
años, pues olvidaba todo y hablaba consigo misma. En 1923 volvió a enfermar, se
quedaba en su casa y no salía más a la calle. Luego, por el contrario, se tornó vivaz
y hablaba mucho. Luego volvió a ser anormalmente callada y fue internada, en 1924,
en la Clínica K. Aquí pareció muy retraída, hablaba lentamente y se quedaba en un
mismo lugar sin hacer nada. Luego estuvo más libre y pudo ser dada de alta. En
1934, en ocasión de un examen, estaba casi estuporosa y ofrecía respuestas sin
sentido; en 1939 estaba excitada, insultaba a los extraños que creía que estaban en
su casa y explicó que sentía olor a pañales. Fue internada en la Clínica de Frankfurt.
Aquí al principio estuvo irritada y arrogante, más tarde acinética con un rasgo angus-
tioso. Con frecuencia hablaba con un susurro. Además, de tanto en tanto gritaba con
voz penetrante algo que repetía estereotipadamente, por ejemplo "Pertenezco a mi
madre" o "No soy tonta". Ocho semanas después estuvo más libre y pudo ser dada
de alta. Un año después estuvo otra vez excitada en su casa, lanzaba insultos re-
pentinamente de noche y fue internada de nuevo en la Clínica. Aquí se mostró pobre
en movimientos, pero siempre gritaba algo con voz penetrante. En los intentos de in-
fluenciación se resistía negativistamente. Tres meses después fue llevada de vuelta
a su casa. En 1944 molestaba a la gente en la calle: al parecer quería salir a pasear
con ellos y por eso fue llevada a la Clínica por un señor. Aquí hablaba vivazmente y
decía que había sido abordada en la calle por señores. Acompañaba sus palabras
con gestos estereotipados de las manos. En el examen de inteligencia ofreció res-
puestas ilógicas. (Arroyo y laguna) "Hay una laguna de pasteles y hay una laguna
donde nadan los patos". (Error y mentira) "Ahí se puede ver un certificado". (?) "No
hace falta mentir, se puede decir la verdad". (Proverbio: "El hambre es el mejor coci-
nero") "El que no ha vivido en el extranjero debe acostumbrarse". (Construir una fra-
se con "cazador", "liebre" y "campo") "El cazador caza una liebre". (¡Campo!) "Debo
186
Una hermana, Elisabeth Ha, nacida en 1910, cambió en 1931. Cavilaba mucho,
creía estar enferma de los pulmones, creía que había veneno en la comida, afirmaba
que la gente en la calle la saludaba de manera extraña y que en el diario se escribía
sobre ella. Fue internada en 1932 en la Clínica de Frankfurt y también aquí encontró
todo extraño. Para ella era como si quisieran sugerirle algo, como si hablaran sobre
ella. Estaba muy confundida: "He intentado encontrar un sentido". Le parecía que el
párroco era su padre y que quería tomarla "como propia". En la oficina la gente iba y
venía de una manera extraña, todo estaba relacionado con ella. Decía que las en-
fermeras se habían puesto de acuerdo para "perjudicarla en algo", que el médico es-
taba disfrazado. Creía que era el punto de atención de mucha gente. La paciente era
lábil en el afecto y pedía estereotipadamente que le dieran el alta. Cuatro semanas
más tarde fue llevada de nuevo a su casa. Allí se quedaba sentada indiferente y sin
hacer nada, luego volvió a referir todas las cosas a sí y por eso en 1933 fue llevada
de nuevo a la Clínica. Aquí miraba sorprendida a su alrededor. Todo le parecía ex-
traño; sentía que le había cambiado el rostro: una vez era gris, luego otra vez blan-
co, luego anormalmente ancho. En todas las cosas veía una referencia. Estaba dé-
bil, inhibida, luego volvía a correr irregularmente por la sala. Su desorientación au-
mentó: decía que todo había vuelto a cambiar, que el médico había cambiado, que
tenía ojos diferentes. Ahora escuchaba voces. Dos semanas después de su interna-
ción fue trasladada a la Clínica W. Aquí se quedaba sentada inmóvil con el rostro
como una máscara. Luego saltaba repentinamente y gritaba: "No quiero hacerle da-
ño". En la prueba de inteligencia ofreció respuestas desviadas: (Avaro y ahorrativo)
"Sólo puedo decirle que «avaro» es más corto que «ahorrativo», o sea el término
«avaro»". En 1934 se tornó excitada, saltaba por la sala, lanzaba golpes a otros en-
fermos y hablaba incoherentemente. En 1935 se quedó la mayor parte del tiempo en
la cama, acinética, pero entretanto siempre volvía a ser impulsiva y excitada, bebía
187
El paciente que sigue muestra junto con sus numerosos familiares enfermos
varias formaciones especiales, pero siempre el síndrome central de la catatonía pe-
riódica con la mezcla de fenómenos acinéticos e hipercinéticos. La acumulación de
casos de enfermedad en la familia es característica de la catatonía periódica.
Caso 58. Wilhelm Mün, nacido en 1898, enfermó en 1915 y mostró en la Clíni-
ca de Frankfurt cómo estirar el cuerpo de un modo particular. Fue llevado a la Clínica
H. y aquí estuvo durante varios meses excitado, luego se tornó estuporoso. En 1917
recuperó el orden y se le concedió una licencia. En 1920 volvió a la Clínica y estuvo
acinético. Volvió a la Clínica H. Allí estuvo inhibido, pero entremedio lanzaba insul-
tos. En 1921 estuvo en la Clínica con las mismas características, en 1922 estuvo
amable, en 1923 otra vez estuporoso, pero asumía posturas extrañas, hacía muecas
y se ensuciaba. Despertó repentinamente de su estupor, pero al poco tiempo retornó
a él. En 1924 tenía un estado de ánimo elevado y era pendenciero. En 1926 estuvo
muy inhibido, pero hacía muecas y susurraba para sí. En los años siguientes se pro-
dujeron cambios parecidos. Estaba en parte inhibido, pero hacía muecas y movi-
mientos estereotipados, en parte estaba equilibrado. En 1932 tenía además excita-
ciones con verborragia confusa y fuertes alucinaciones. En sus buenos momentos
188
El hermano Adolf Mün, nacido en 1901, creía en 1919 que la gente lo miraba
de manera extraña y expresaba ideas de pecado. Fue internado en la Clínica de
Frankfurt y aquí pasó el tiempo quejándose. Fue dado de alta 4 meses después, re-
cuperó la salud, sólo que estaba algo excitado. En 1928 volvió a enfermar, se tornó
intranquilo, escuchaba voces. Regresó a la Clínica y mostró aquí una verborragia in-
coherente con asociaciones sonoras, pero también muchas desviaciones del habla.
Luego estuvo estuporoso durante algún tiempo con posturas rígidas. Trasladado a la
Clínica H., estuvo allí, en 1928, puerilmente alegre y locuaz. En 1929 estuvo embo-
tado y tonto, y se ensuciaba con excrementos, a menudo estaba excitado y confun-
dido. En 1930 estuvo embotado y se ensuciaba; en 1931 ocurrió lo mismo. En 1932
le quitaba la cama a otros enfermos; en 1933 gritaba mucho, se ponía violento y
rompía sus cosas. En 1934 se comportó de la misma manera; en 1935 se describe
que estaba alegremente excitado y "totalmente confuso". Murió ese mismo año por
debilidad cardíaca y pérdida de las fuerzas.
La hija del hermanastro de la madre del paciente, nacida en 1891, estuvo des-
de 1915 en la Clínica B. Parecía embelesada religiosamente y sólo hablaba lenta-
mente. Luego se tornó angustiada y escuchaba la voz del demonio. En 1916 fue aci-
nética, pero tenía excitaciones impulsivas. En los años siguientes alternaba entre
esos estados preponderantemente acinéticos y excitaciones confusas. A partir de
1928 fue por lo general negativista, autista debajo de las sábanas; además se ensu-
ciaba y tenía excitaciones impulsivas.
Aquí el paciente ofreció todos los síntomas que podemos esperar en una cata-
tonía periódica. En un curso periódica, la mayor parte del tiempo era acinético e hi-
percinético simultáneamente. Son de particular interés las uniformidades del habla.
Se escuchó en forma estereotipada o iterativa una serie de palabras sin sentido. En
su mayor parte se trataba de partículas expletivas, que permiten reconocer que no
tenía contenidos a su disposición. Es evidente que había una impulsividad del habla
a pesar de la acinesia continua. Tanto en el caso del paciente como en el del her-
mano, las excitaciones recordaban en parte las psicosis confusionales. La hermana
ofreció especialmente estados graves con negativismo, excitaciones agresivas, des-
trucciones y gran suciedad. Los tres, igual que la prima, progresaron hacia estados
de embotamiento. En cambio, el sobrino del paciente sólo tuvo un estado de defecto
débil, que por lo demás tomó forma sólo después del primer ataque, aparentemente
leve.
ca y las formas sistemáticas de la catatonía. Esto se verá con toda claridad una vez
que haya expuesto las formas sistemáticas, pero la sola descripción de la catatonía
periódica y de su cuadro familiar ya es instructiva en ese sentido. Encontramos con-
tinuamente el curso periódico y la inclinación hacia los dos polos, por lo general en
ataques agudos y violentos de la enfermedad. Casi nunca surgió un cuadro que
hiciera pensar en una esquizofrenia insidiosa. No hay aquí transiciones. Por eso es
lamentable que tanto la catatonía periódica como la parafrenia afectiva y la catafasia
sean incluidas dentro de las formas sistemáticas bajo el concepto de la esquizofre-
nia. En la medida en que logremos un diagnóstico preciso, el término "esquizofrenia"
será cada vez más inútil. La delimitación de la catatonía periódica respecto de otras
esquizofrenias se nos facilita enormemente por el hecho de que la carga de esta
psicosis es inusualmente alta. Sólo esta comprobación muestra su posición particu-
lar, tal como veremos con mayor detalle aun en las estadísticas.
Sumario
chos pacientes con impulsos pobres producen irrupciones repentinas de risa exage-
rada. También una actitud negativista señala en la acinesia la mezcla de una ten-
dencia motora.
ALCMEON 24
Clasificación de las psicosis endógenas y su etiología diferenciada (9º entrega)
Karl Leonhard
en cambio son tomadas áreas que sirven a decursos del pensamiento y de la volun-
tad más elevados. Tampoco en las hebefrenias con su aplanamiento afectivo hay
que pensar en una perturbación de la psiquis del timo: se ha modificado aquí un ni-
vel más elevado de la afectividad, mientras que se mantiene el tipo más corporal de
los sentidos con sus procesos impulsivos. Tal como he probado en otro lugar con la
mayor precisión (Leonhard, 1970a), en las esquizofrenias se han modificado las fun-
ciones de la psiquis humana más elevadas, tal vez las más jóvenes desde el punto
de vista de la filogenética.
Por eso creo que las esquizofrenias se basan en enfermedades del sistema, tal
como lo supuso Kleist desde siempre. Sin embargo, limito esta concepción, que
Kleist extendió a todo el grupo de enfermedades, a las esquizofrenias sistemáticas.
Debo separar de allí las formas no sistemáticas o, como las denominé antes, "atípi-
cas", como configuradas de manera totalmente diferente. Aquí las áreas funcionales
son afectadas selectivamente, pero la causa de la enfermedad se encuentra fuera
de las áreas funcionales y por lo tanto puede afectar también otras áreas. En la es-
quizofrenia sistemática en cambio hay que buscar el proceso de la enfermedad pri-
mero en el sistema afectado. Encontramos los cuadros de estado sistemáticos-
esquizofrénicos, que se diferencian claramente unos de otros, en el estado final de
la enfermedad. En los estadíos más tempranos se mezclan por lo general síntomas
accesorios del estadío del proceso. Los estados depresivos con coloración angustio-
sa o eufórica, las autorreferencias, las sensaciones engañosas pueden caracterizar
el comienzo de todas las formas de esquizofrenia, y son al parecer la expresión de
un efecto no específico del proceso. También juegan un rol las reacciones compren-
sibles desde el punto de vista psicológico en base al comienzo de la enfermedad
mental, sentido subjetivamente. Aquí corresponden las vivencias de catástrofes. Ca-
194
En la mayoría de los casos es afectado sólo uno de los sistemas psíquicos. Las
formas de la enfermedad que resultan de allí constituyen los síntomas básicos en los
que transcurren las esquizofrenias sistemáticas. Tendrían una gran significación in-
cluso si se discutiera su dependencia de determinados sistemas. Pues probarían
siempre que el sistema nervioso no enferma en estas esquizofrenias en una mezcla
arbitraria de síntomas aislados, sino en grupos de síndromes rigurosos, tal como lo
expresa C. Schneider, aunque con un sentido diferente.
En lo que sigue voy a documentar la descripción sobre todo con las historias
clínicas de los casos afectados con psicosis. En relación con la carga menor de las
esquizofrenias sistemáticas no son muchas, pero son suficientes, pues los casos se
parecen tanto entre sí, que las historias clínicas, por lo menos en lo que respecta a
la condición final, apenas si se diferencian. He realizado mi clasificación primero con
los estados de defecto de la Clínica Gabersee, como muestra mi libro sobre los
"cuadros patológicos de las esquizofrenias de defecto". Cuando me trasladé a Frank-
furt, aprendí mucho por medio de Kleist en cuanto a la clasificación de las esquizo-
frenias. Por otra parte, Kleist reconoció mi división entre formas "atípicas", es decir,
no sistemáticas, y formas "típicas", es decir sistemáticas. La separación del grupo no
195
Catatonía paracinética
frecuentes en el rostro los movimientos parecidos a las muecas pero que en realidad
son deformaciones. Aquí la comisura de los labios se corre hacia un lado, la mejilla
se levanta, aquí un ojo se contrae levemente, allá la frente se estremece brevemen-
te, etcétera. La mano hace un movimiento, los dedos se abren fugazmente, los hom-
bros se adelantan ligeramente, el tronco se inclina un poco, una pierna se levanta
del piso por un instante, etcétera. A menudo los movimientos parecen tener un sen-
tido, por ejemplo tomar un objeto o dirigir la cabeza hacia un lugar. Pero tampoco en-
tonces es natural el recorrido de los movimientos.
rece más una mueca. Hasta cierto grado las muecas, de acuerdo con su tipo, de-
penden de la disposición afectiva original de los enfermos. Pero la coherencia puede
perderse ampliamente.
Cuanto más tiempo dura el defecto, más uniforme se hace el juego de movi-
mientos. Las que menos riqueza de variaciones pierden son las paracinesias senci-
llas, que recuerdan la corea, pero que en todo caso no son muy claras. Las que más
pierden son las secuencias de movimientos pseudoexpresivas y todas las complejas.
Si observamos a los enfermos una sola vez en un examen, pueden parecer falsa-
mente ricos en variaciones. Las series de movimientos tienen en cada enfermo un
carácter individual y son nuevas para el observador en el primer examen, mientras
que observaciones más extensas nos permiten reconocer que en el mismo enfermo
199
Una enferma toma la cuchara sólo con las puntas de los dedos y la lleva a la
boca con un movimiento manerístico. Otra saluda al médico en cada visita con una
mueca llena de sorpresa y agrega gestos uniformes. Otra se pavonea frente al médi-
co con una actitud grotesca y muecas exageradas. Otra trata de escapar con gruñi-
dos y todo tipo de contorsiones por la puerta que se abre. Otra hace reverencias pe-
culiares. Otra sonríe continuamente mientras las manos sufren una agitación paraci-
nética. Un enfermo emite sonidos inarticulados mientras hace muecas. Otro brinca
siguiendo las marcas del piso. Otro realiza, antes de salir por la puerta, todo tipo de
inclinaciones y contorsiones. Otro salta de tiempo en tiempo de un pie al otro. Otro
se dirige a las tareas externas corriendo varios metros hacia la izquierda, luego va-
rios metros hacia la derecha. Otro arroja cada tanto la zapatilla del pie y luego la re-
coge.
"Querida señora madre. Muchas gracias por el amable paquete y la carta. ¿Ya se ha
acostumbrado a Munich? Yo también quisiera viajar alguna vez allí, pues Munich es
una bella ciudad. Muchos saludos para usted; quisiera volver a casa. Muchos saludos
a los parientes y amigos. ¿Cómo le va? Espero que bien. W. me dio muy amablemen-
te manteca y pan, y estoy satisfecha. ¿Cómo le va a Karl en su nuevo puesto? Espero
poder ver algún día la fábrica nueva. Es lindo embarcarse. Si regresa, le agradeceré
que me visite. Traiga muchas cosas, vístase bien. El dinero está en la Clínica, tanto
como quiera. Saludos a papá y mamá. Estoy preocupada siempre. Además vengan
con auto, caballo y coche. Y principalmente tengan un poco de paciencia con los en-
fermos. ¿Y cuándo viaja usted, señor? Espero que pronto. Muchos saludos y hasta
volver a vernos en 10 semanas. Felices Pascuas. Primavera. Hasta pronto. Envíenme
la carta. Traigan el paquete y algo más. ¿O con Berlín o con la casa de reposo Naza-
reth? ¿Que tal recorrer Berlín con el auto? Algo así. Nunca hiló. Además hacia el cen-
tro de la ciudad o un viaje al exterior. Lo más importante es dormir lo necesario. Salu-
dos de Luise M. He recibido visita. Luise y todo lo demás sigue igual. Vuestra Elsa".
En cuanto al afecto, los catatónicos payasescos todavía vibran bien. Las en-
fermas muestran a menudo un erotismo vivaz, que a consecuencia de la desinhibi-
201
ción general de la motricidad expresiva suele parecer crudo. Los enfermos están me-
jor conectados con sus familiares que todos los demás catatónicos: por una visita
pueden mostrar la alegría más vivaz. El afecto general suele ser despreocupado-
satisfecho, pero pueden aparecer también estados de mal humor e irritación. Todos
los movimientos afectivos son exteriorizados con una fuerza anormal por los paraci-
néticos expresivos. En su vida volitiva los enfermos son tan saltarines como en el
pensamiento y en el habla. Comienzan un montón de cosas, se interesan por todo,
pero terminan muy pocas cosas y no pueden ser empleados en la realización de ta-
reas constantes.
En la catatonía paracinética faltan los engaños de los sentidos y las ideas deli-
rantes.
Los casos con carga son en la catatonía paracinética relativamente más fre-
cuentes, más frecuentes incluso que en las otras formas. En ediciones anteriores de
la serie de investigaciones de Frankfurt he presentado todos los casos con carga,
pues en las esquizofrenias sistemáticas se trata de probar que cuando aparecen va-
rias veces en una misma familia, ofrecen siempre el mismo cuadro. Ahora sólo pue-
do elegir una familia.
Caso 59. Friedrich Dob, nacido en 1890, hijo del propietario de una fábrica, enfermó
en 1909, cuando se estaba formando en el extranjero. Se excitó, comenzó a hablar
en voz alta en el teatro y afirmó que su vecino tenía la cabeza de un diablo. En los
días siguientes fue mucho a la iglesia, afirmó haber visto vivo a Cristo, haber luchado
con el diablo y haber logrado la victoria. Luego volvió a sentirse angustiado y obser-
vado. Fue llevado de regreso a su país y el 26 de junio de 1909 fue internado en el
Sanatorio N. Aquí acompañaba cada una de sus palabras con una sonrisa socarro-
na. Afirmaba que se le había presentado el diablo bajo la figura de un perro. Por lo
demás, llamaba poco la atención. Una vez apareció muy angustiado: dijo que había
visto arder el techo y tener cruces en la mano. La mayoría de las veces mostraba
poco interés y sonreía de manera estereotipada. A menudo decía "todo tipo de co-
sas sin sentido, acerca de la guerra, etcétera". El 13 de agosto de 1909 fue dado de
alta. En su casa estuvo la mayor parte del tiempo alegre y quería hacer bromas. El 2
de noviembre de 1909 fue internado en la Clínica Psiquiátrica M. Aquí relataba satis-
202
gestos con los brazos a su alrededor. En 1921 se comía todo lo que estuviera a su
alcance. En 1922 estaba "gravemente manerístico, hacía muecas muy deformadas"
y estaba aturdido. El estado de ánimo básico era necio y alegre. En 1923 y 1924 es-
tuvo "invariablemente necio". En 1926 se dice que sus movimientos eran "particu-
larmente manerísticos". En 1928 se dice lo mismo. En 1929 era "necio, alegre, lleno
de muecas y gesticulaciones estereotipadas". En los años siguientes se menciona
continuamente su motricidad manerística con muecas y gesticulaciones. Se dice que
en caso contrario estaba embotado y sonreía neciamente. En 1939 lo examiné junto
con B. Schulz, con el siguiente resultado: agitación paracinética continua, repetición
de las mismas secuencias de movimientos. Algunos de ellos son: se toca la boca
con la mano izquierda, que sostiene torcida de una manera particular; se lame los
dedos con la lengua. Durante un tiempo hace el mismo movimiento con la mano de-
recha. Una segunda secuencia de movimientos se relaciona en parte con la recién
descripta y consiste en que se balancea con el tronco hacia adelante y hacia atrás,
de manera que se levanta ligeramente de la silla. Otros movimientos: movimientos
giratorios de recorrido antinatural de la mano izquierda, que en parte se unen a una
leve elevación del antebrazo izquierdo; una inclinación de la cabeza y al mismo
tiempo una sonrisa exagerada y desfigurada a la que se agregan a menudo los so-
nidos estereotipados "sí, sí". Muchos otros movimientos se mezclan de diferente
manera entre estas formas estereotipadas. También cambian según el tema que se
haya tocado, y reproducen en su mayor parte una puesta de atención hacia afuera
bajo movimientos expresivos exagerados. Es así que el paciente mira con una ex-
presión facial de interrogación y sorpresa hacia un lado según uno de los cuadros, o
escucha con una expresión exagerada de admiración lo que el médico lee de su his-
toria clínica. Luego vuelve a hacer un gesto despectivo con un movimiento de la ma-
no y vuelve a expresar desprecio con una mueca. Lo que aparece con más frecuen-
cia, por lo general simultáneamente con otras exteriorizaciones mímicas, es la sonri-
sa exagerada. Si lo excitamos más, su sonrisa se convierte en una sonrisa irónica
exagerada. El juego expresivo se produce de manera desmañada y desfigurada, de
manera que de la totalidad surge un cuadro sorprendente. Las exteriorizaciones del
habla son siempre breves, casi siempre no gramaticales. A menudo no llega a termi-
nar una palabra, tropieza entremedio y agrega un sonido inarticulado. La sucesión
de sonidos es siempre entrecortada, nunca acelerada. En cuanto al contenido, las
respuestas son la mayoría de las veces incompletas, a menudo saltarinas. (Niño y
204
Una hermana, Marie Dob, nacida en 1892, había sido al principio una joven si-
lenciosa y tranquila que leía mucho. A partir de los 16 años comenzó a cambiar: se
tornó desconfiada, pendenciera y además incontenible: tuvo un hijo extramatrimo-
nial. El 20 de junio de 1922 fue internada en la Clínica Psiquiátrica M. La historia clí-
nica dice: "El diagnóstico no es fácil, pues es evidente que faltan las señales de una
enfermedad esquizofrénica (ideas delirantes y alucinaciones)". Pero al mismo tiempo
se escribió en la historia clínica lo siguiente: "La enferma habla de una manera sor-
prendentemente precipitada, comienza una frase y no la termina. Hace muecas con-
tinuamente con los ojos y las cejas. Ríe de manera necia y torpe. Habla ampulosa-
mente y ofrece siempre una respuesta elusiva; se interrumpe en la mitad de una fra-
se y comienza algo nuevo". Fue dada de alta el 22 de julio de 1922. En su casa no
205
manerismo de algunos movimientos con los que acompaña sus palabras, así como
ligeras muecas". Más adelante se dice: "Es así que sus ideas en cuanto a su futuro
personal tienen el alcance de un día para otro. Los impulsos que la llevarían a lograr
sus propósitos faltan por completo". Sus excitaciones afectivas son denominadas
"bruscas, explosivas, inesperadas". Sobre la expresión del habla se dice, una vez
que se ha advertido su debilidad para concentrarse: "Lo que dice recibe además una
coloración particular por el manerismo de su expresión, que a menudo se convierte
en un lenguaje que anda a las zancadas con una sustantivación de todos los ver-
bos". Por último se menciona un desmantelamiento del pensamiento.
vez más clara en los "movimientos sin sentido", en los "movimientos manerísticos",
en las "posiciones excéntricas", etcétera.
tipo leve. Destaco en particular la impulsividad erótica de esta enferma, así como la
de su hermana Maria, pues por lo general el erotismo es irrefrenable en las mujeres
catatónicas de tipo paracinético.
Sumario
Catatonía manerística
Mis enfermos mostraron, entre otros, los siguientes manerismos: ponerse de rodillas, tocar el
suelo, tocar a otros enfermos, torcer el cuerpo antes de pasar por una puerta, sostener la cu-
chara de una manera particular, dejar el tenedor entre dos bocados, juntar objetos sin valor,
quitar las piedras y papeles de la vereda, evitar ciertos alimentos o negarse a comer hasta te-
ner que ser alimentado con la sonda, mutismo eventualmente reemplazado por un lenguaje de
signos.
medio de una terapia ocupacional continua. La movilidad, la cual los enfermos des-
arrollan continuamente, se conserva preservada aun cuando están rígidos. Entonces
para cada tarea del día hay una determinada secuencia de acciones; todo otro mo-
vimiento falta. Por así decir, la acción total de un día se ha petrificado. Si la secuen-
cia fija de movimientos es interrumpida desde afuera, no es reemplazada por otros
movimientos, sino que la acción se interrumpe totalmente. Cuando a una enferma
que estaba bajo mi observación se le impidió, al recoger su comida, venir desde el
lado contrario del que venían los demás enfermos, como hacía desde hacía muchos
años, se quedó parada y no hizo absolutamente nada.
ciales cambia; pues a causa de la rigidez el rostro se diferencia también del rostro to-
talmente sereno del hombre normal. A pesar de que todos estos rasgos descriptos
sólo son leves y la motricidad voluntaria corre todavía sin impedimentos, es posible
suponer con seguridad una catatonía rígida si podemos probar manerismos simultá-
neos.
dor. Un rasgo leve en el rostro nos permite reconocer con seguridad la tristeza, la
contrariedad, etcétera. Lo que más me llama la atención es la sonrisa, la cual no
pierde el sentido y aparece en relación con lo que se hace se dice, tiene un carácter
comprensible y a veces parece pícara, por lo que me atrevería a decir que en su in-
terior el enfermo comprende más cosas que las que exterioriza.
Caso 60. Viktoria Nied, nacida en 1891, hacía varios años que estaba enferma
cuando vino a tratarse por primera vez en nuestra Clínica. En 1929 escribió cartas al
Ministerio de Bienestar Social en las que hablaba de sí misma en tercera persona e
informaba acerca de vivencias fantásticas. Decía que la policía quería quitarle la
pensión y que se había sentido como si alguien le hubiera puesto un hacha en el pe-
cho. Decía que alguien había mamado tres veces de su pecho, que un señor se
había parado frente a ella desnudo y le había vaciado el estómago. Afirmaba que te-
nía relaciones sexuales en las que sentía como que le desgarraban el cuerpo, como
si dentro de ella tuviera el cuerpo de un hombre. Decía que dos hombres habían si-
do atados juntos y colgados del ano, que albergaba diferentes animales en el vien-
tre, que el médico tenía gatos en el cuerpo. Decía que dos médicos habían sido ata-
dos juntos y arrojados al patio de un juzgado. En 1930 Nied fue internada en la Clí-
nica de Frankfurt. Aquí habló de experimentos e hizo alusiones misteriosas. Explicó
en forma estereo tipada: "La señora Nied desea ser dada de alta". Fue trasladada a
la Clínica W. y aquí siguió mostrando la misma forma de hablar. Durante un tiempo
dejó de comer y de hablar y sólo se hacía entender por medio de afirmaciones y ne-
gaciones con la cabeza. A menudo se quedaba inmóvil en medio de la sala con los
ojos cerrados. En 1931 se alimentó sólo con galletitas y leche y por último debió ser
alimentada con la sonda. Por lo general se quedaba en el mismo lugar con los ojos
cerrados. Expresaba sus deseos únicamente por escrito. En 1932 mostró una actitud
rígida estereotipada y mantenía los ojos cerrados. A menudo alcanzaba al médico
una hoja escrita que contenía quejas estereotipadas, por ejemplo que "era una per-
sona confirmada bajo juramento", que las persecuciones debían interrumpirse. En
1933 se ponía frente a la ventana en actitud estereotipada, con la mirada ausente y
las manos en la cintura. En 1934 se orinaba todas las noches en la cama y no res-
213
pondía si se le hacían reproches, pero hacía el gesto de escribir. Ahora inclinaba es-
tereotipadamente la cabeza hacia un lado y la sostenía con la mano. En 1935 mos-
tró el siguiente movimiento estereotipado: se restregaba la mejilla izquierda varias
veces, apoyaba el mentón y emitía algunos sonidos sibilantes. A la noche ensuciaba
regularmente la habitación con orina. En 1936 mostró una actitud catatónica: la ma-
no izquierda presionando el rostro. Preferentemente caminaba hacia atrás con los
ojos cerrados. Su manerismo con los sonidos sibilantes se mantuvo. En 1937 se le
enseñó a realizar trabajos de costura. Respondía a las preguntas por escrito, correc-
tamente. En cambio sus expresiones escritas espontáneas carecían de sentido.
Una hermana, Johanna Kon, nacida en 1887, tenía al principio muy buen
humor y buenos certificados en la escuela y como mucama. Durante la Primera Gue-
rra Mundial sufría de angustia durante la noche. A partir de 1918 comenzó a llamar
la atención en forma indudable. Ocasionalmente veía en los hombres a su padrastro
fallecido. En 1923 se excito repentinamente y quiso arrojar a sus hijos por la venta-
na. Por eso fue internada el 16 de julio de 1923 en la Clínica Estatal A. Aquí apenas
si ofrecía respuestas concretas, y explicaba estereotipadamente: "Una no se conoce
más". Más tarde agregaba a todas las respuestas la expresión "Lo creo". Hablaba
con cierta lentitud, mostraba catalepsia y una "resistencia leve y suave" en los mo-
vimientos pasivos. Fue trasladada a la Clínica K. Aquí estuvo apática y afirmaba que
oía a sus hijos. Fue retirada el 28 de septiembre de 1923, contra el parecer del mé-
dico. En su casa pasaba ocasionalmente por crisis de lágrimas y mostraba celos. En
1925 se excitó y comenzó a romper los vidrios de las ventanas. Fue internada de
nuevo en la Clínica A. Aquí no hablaba o por lo menos se bloqueaba largamente an-
214
tes de ofrecer una respuesta; parecía depresiva o indiferente. Pocos días después
fue retirada de nuevo, pero en su casa volvió a excitarse y por eso fue internada otra
vez 10 días más tarde. Estaba deprimida, se reía sin fundamento y parecía bloquea-
da. Fue trasladada a la Clínica K. Aquí ofrecía información reticentemente, inclinaba
siempre la cabeza hacia un costado; parecía carente de afecto y embotada. Seis
semanas más tarde fue retirada otra vez. Cuatro meses después fue internada nue-
vamente en la Clínica A., luego de haberse excitado otra vez en su casa. De nuevo
estaba "bloqueada", apenas respondía, tenía una "conducta antinatural, extravagan-
te", se acostaba al revés en la cama y arrojaba el pijama debajo. Fue trasladada a la
Clínica K. Aquí fue negativa y respondía estereotipadamente: "No me quedaré aquí,
no me dejaré encerrar". Una vez afirmó que una noche su marido había sido cam-
biado por otra persona. En 1926 estaba inhibida, no respondía, no quería levantarse
de la cama. En enero de 1927 fue dada de alta, pero en marzo fue internada de
nuevo en la Clínica A. Aquí mostró una conducta torpe y extravagante, y fue trasla-
dada a la Clínica K. Aquí se negó totalmente a alimentarse, de manera que tuvo que
ser alimentada por medio de una sonda. Tragaba de repente varias rebanadas de
pan y luego volvía a estar embotada. Salivaba en las manos y en el suelo. En 1928
no respondía a las preguntas, sino asentía o negaba con la cabeza. En 1929 hacía
ocasionalmente observaciones torpes, y por lo demás estaba muda. En 1930 estaba
"llena de extravagancias", no respondía, miraba rígidamente delante de sí. En 1931
estaba muda, pero hacía lo que se le pedía. Con frecuencia sonreía "pícaramente".
Mostraba manerismos durante la comida, quería tener un plato determinado o re-
chazaba la comida para luego sacar pan del cubo de desperdicios. En 1932 volvió a
sus excentricidades. Por ejemplo no tomaba la vajilla directamente de la mano de la
enfermera, sino que había que depositarla primero en el suelo. También hacía mue-
cas. En 1933 sonreía con frecuencia y tenía "muchas excentricidades". En 1934
mostraba construcciones manerísticas de frases, por ejemplo en una carta: "Una
puede pensar en todas las cosas que se le recomiendan, si es el salario de su volun-
tad". En 1935 hablaba con frecuencia para sí. En 1936 era aplicada y sonreía torpe-
mente. En 1937 mostró muchas cosas invertidas, se lavaba con los trapos de la lim-
pieza y limpiaba con su ropa el piso. Ocultó varios de sus utensilios. Su habla era ex-
travagante y elusiva. En 1938 era extravagante y mostraba manerismos en el trabajo
de la casa. En 1939 y 1940 estaba igual. Durante la comida estaba irritada. En 1941
cayó víctima de la cruel "eutanasia".
215
Sumario
ALCMEON25
Clasificación de las psicosis endógenas y suetiología diferenciada (10º entrega)
Karl Leonhard
Catatonía proscinética
En la catatonía proscinética hay una relación anormal con los movimientos au-
tomáticos que se producen reactivamente como respuesta a un estímulo exterior.
Vemos que los enfermos prestan atención a los acontecimientos exteriores, se po-
nen a manosear objetos y realizan movimientos de acompañamiento o nos dan repe-
tidamente la mano cuando se la ofrecemos, todo de manera llamativa. Luego es ca-
racterística de estos catatónicos la "murmuración". Cuando los enfermos todavía
prestan atención y no tienen la marcada falta de iniciativa que luego les es propia,
podemos pasar por alto que se trata de catatónicos. Encontramos tal vez algunas
ideas de referencia que por lo demás son propias también de las esquizofrenias in-
cipientes, y podemos creer que tenemos ante nosotros una forma paranoide. La ma-
nipulación de objetos falta todavía en este estadío, el habla por lo general ya es algo
suave, pero todavía se puede entender. En cambio ya en esta época pueden existir
en forma característica los síntomas de dar la mano repetidamente y los movimien-
tos acompañantes. Por eso no debemos pasar por alto los exámenes correspondien-
tes. En el curso del desarrollo ulterior la iniciativa se reduce cada vez más, de mane-
ra que podemos reconocer la catatonía por la pobreza de impulsos. El lenguaje se
218
hace más suave. Se agrega el manoseo de objetos. El cuadro total en el estadío fi-
nal es muy característico.
Los enfermos prestan atención si se les habla. Nos dirigen la mirada si les
hablamos, miran al examinador directamente a la cara y no se cansan de mirarlo to-
das las veces que éste se ocupa de ellos. Pero el rostro muestra poca expresión, a
pesar de que se puede reconocer casi siempre una cierta amistosidad y con fre-
cuencia interés. Por lo general simultáneamente con la atención se producen tam-
bién expresiones del habla. Los enfermos comienzan a mover los labios y a emitir
sonidos en un murmullo. Con mayor o menor intensidad dicen algo que por lo gene-
ral no se entiende; hablan con pausas breves mientras nos ocupemos de ellos. Si se
callan, por lo general es suficiente un leve asentimiento, una mirada estimuladora
para que el murmullo vuelva a producirse. No susurran, sino que hablan con un so-
nido muy suave, o sea un murmullo. Cuando muestran interés en el rostro, al princi-
pio podemos llegar a suponer que quieren comunicarnos algo. Pero no pueden co-
municarnos nada. Si escuchamos con mucha atención, podemos llegar a entender lo
suficiente como para hacernos una idea del contenido. Encontramos entonces repe-
ticiones de algún giro en formulaciones breves que en parte tienen relación con los
acontecimientos del medio, y en parte parecen sin sentido. A menudo siguen una
secuencia simplemente iterativa, y a menudo también se alternan con expresiones
del mismo tipo. Del murmullo de un enfermo pude entender por ejemplo la siguiente
verbigeración: "Los cuadros robados de las mujeres, los cuadros robados de las mu-
jeres deben volver a la prisión, los cuadros robados..." Otro paciente verbigeraba:
"¿Tiene usted un delantal, delantal, tiene usted un delantal, tiene usted...?" Si la en-
fermedad no comenzó mucho tiempo atrás, podemos entender mucho más, sobre
todo si estimulamos y alentamos un poco a los enfermos. En un caso así he tomado
la siguiente versión taquigráfica, que permite reconocer claramente las repeticiones:
(¿Edad?) "Cuatro años más joven que mi hermana, cuatro años más joven que
mi hermana, sí, cuatro años más joven que mi hermana". (¡Siga!) "¿Que siga?
¿Qué más? ¿Si soy cuatro años más joven que mi hermana, cuatro años más
joven que mi hermana, y ahora qué? ¿Y ahora qué es estar mal? ¿Estar mal, ir
a la cama, está usted también mal? ¿Y ahora, y ahora?" (¿Cuándo nació?)
"¿Cuándo nació, cuándo nació, cuándo nació?" (¡Usted!) "Yo no nací, yo no
nací, yo no nací, ¿y qué?" (¿Cómo se llama su madre?) "Yo no nací, yo no na-
219
Mientras las murmuraciones con las voces se producen de manera tal que los
enfermos miran hacia un lado u otro con expresión facial distraída, los proscinéticos
dirigen la mirada siempre hacia el examinador, como si tuvieran algo que decirle. El
murmullo aumenta de intensidad con las preguntas, mientras que las murmuraciones
alucinatorias son más marcadas cuando no hay perturbaciones externas. De manera
que no hay dificultad para establecer la diferencia.
Si tocamos las manos de un paciente que tiene los ojos vendados, no se pro-
duce el gesto de respuesta. Eso confirma que no tiene nada que ver con un reflejo
de aprehensión. Los catatónicos no retienen la mano, como sería el caso de un re-
flejo de aprehensión. No debemos hablar de un reflejo sino sólo de un recorrido au-
tomático del movimiento. La mejor manera de reconocerlo es despertar en el enfer-
mo tendencias contrarias. Si les decimos en forma insistente que no deben estre-
charnos la mano cada vez que se la ofrecemos, podemos desatar una ambitenden-
cia. Es posible que no nos estrechen la mano, pero no es que simplemente dejen de
estrecharla, sino que sostienen la mano de una manera evidentemente contraída,
apoyada en el cuerpo u oculta detrás. Si ahora les volvemos a tender la mano, reco-
nocemos que hay dos tendencias simultáneas. Por un lado la mano es sostenida
contraída y por otro hace el movimiento de estrechar nuestra mano, en cuanto dis-
traemos al enfermo de su intención de no estrecharnos la mano diciéndole algunas
palabras. Por medio de esa conducta podemos ver cómo la voluntad superior puede
reprimir el movimiento, aunque sólo sea pasajeramente.
tiempo, como en el gesto de estrecharnos la mano, pero en cuanto decimos una pa-
labra de distracción y volvemos a tocarles el cuerpo, los movimientos comienzan de
nuevo. En todo caso debemos dar sugestiones contrarias para el asentimiento del
enfermo a los estímulos del médico no se confunda con los síntomas.
A partir de las expresiones del habla en voz baja de los catatónicos proscinéti-
cos no es posible deducir hasta qué punto está perturbado el pensamiento, pues
esas expresiones sólo representan un automatismo motor. Así como los estímulos
exteriores llevan al manoseo de objetos, el gesto de estrechar la mano y los movi-
mientos acompañantes, los estímulos exteriores que estimulan a los enfermos a
222
hablar llevan a movimientos automáticos del habla, aunque éstos carezcan de con-
tenido. Tal vez es por esta razón que se repite con tanta frecuencia, a la manera de
una verbigeración, el mismo contenido. También la baja intensidad del habla nos in-
dica que sólo se trata de un movimiento automático detrás del cual no hay una vo-
luntad ni un pensamiento activo.
Caso 61. Martin Ile, nacido en 1890, fue tratado por primera vez en una Clínica en
1918, pero al parecer su psiquis ya había cambiado en forma gradual en los años
anteriores. Ya en 1913 había expresado ideas hipocondríacas e intentado un suici-
dio. A pesar de eso participó en la guerra. En 1917 llamó la atención al alejarse del
cuartel a una distancia no permitida. En la prisión veía figuras y escuchaba voces
que hablaban desde su propio pecho. Al ser examinado por los médicos militares es-
taba embotado y mostró ecopraxia y flexibilitas cerea. En marzo de 1918 fue inter-
nado en la Clínica H. Aquí se mostró embotado y carente de interés. Más tarde insul-
taba y quería hacerse operar porque decía que tenía algo en el estómago, un abejo-
rro o una tenia. Rompió sus zapatos y arrojó su ropa por la ventana. En 1919 estaba
embotado y sólo ofrecía respuestas breves. En 1920 solía correr sin motivo hacia la
ventana o reía en forma tonta y ensuciaba su cama con excrementos. Si se le hacían
preguntas, respondía con breves respuestas concretas. En 1921 se dejaba sacar la
comida. En 1922 se ensuciaba con orina. En 1923 estaba embotado y solía hablar a
media voz consigo mismo. En 1924 adoptaba posturas extravagantes; otro paciente
se entretenía haciéndole realizar ejercicios gimnásticos, que ejecutaba automática-
mente. Caminaba de un lado para el otro restregándose las manos y murmurando. A
menudo también gritaba. En 1925 defecaba en los pantalones. En 1926 hablaba pa-
ra sí y hacía píldoras con excrementos. En 1927 y 1928 estaba embotado y si se le
hacían preguntas sólo hablaba para sí. En 1929 "murmuraba todo tipo de cosas inin-
teligibles". En 1930 no daba ninguna respuesta, sino sólo hablaba en voz baja para
sí. Si se lo presionaba con preguntas, saltaba de la cama y corría hacia la ventana.
En 1932 ofrecía una respuesta correcta a las preguntas sencillas, pero "con una voz
monótona, apenas audible". Se frotaba continuamente los dedos de una mano con
224
los dedos de la otra. En los años siguientes se lo describe otra vez como embotado,
inaccesible y mutista.
Una hermana del paciente era enferma mental, pero no pude conseguir la His-
toria Clínica. En cambio conseguí la de su primo (hijo del hermano de su padre). Max
Ile, nacido en 1896, se desarrolló normalmente, pero era poco vivaz. En 1918 reali-
zó, sin razón evidente, un intento de suicidio; en el tiempo siguiente al parecer no
volvió a llamar la atención. Sólo en 1928 se tornó claramente anormal. Hablaba aho-
ra acerca de voces y se sentía perseguido. Rompió una vidriera y fue internado en la
Clínica E. Aquí ofrecía información con una voz suave y monótona; mantenía el ros-
tro inmóvil y no mostraba ninguna iniciativa. Su estado de ánimo era en parte alegre
y en parte angustioso. Fue dado de alta tres meses después y pocas semanas más
tarde fue internado de nuevo, luego de haber roto en su casa la puerta de una ala-
cena. En la Clínica volvió a hablar de persecuciones y quería fundar un partido polí-
tico. Tenía una manera de ser amistosa pero forzada y una mirada rígida. Si se le di-
rigían preguntas, se explayaba con frases banales y hablaba con voz muy suave.
Luego la Historia Clínica dice: "Cuando habla apenas abre la boca". En 1929 movía
los ojos agitadamente de un lado para otro y ofrecía respuestas evasivas. Fue dado
225
de alta y en 1931 fue internado otra vez. Esta vez tenía una "sonrisa congelada" y
corría incansablemente por los pasillos. En 1932 habló varias veces de su "urgencia
sexual" y solicitó ayuda. Decía que su enfermedad había surgido por la falta de rela-
ciones sexuales. Las manifestaciones eran estereotipadas y producidas con una voz
"suave, algo misteriosa". En 1933 se irritaba con frecuencia y decía que a menudo le
habían inspirado ideas extrañas. Tenía poca mímica y hablaba en voz baja. En 1934
era obediente y se mostraba humilde. Saludaba al médico con una inclinación y lo
mirada con expectativa, pero no tenía nada que decirle. En 1935 volvía a irritarse
con frecuencia. En 1936 lanzaba frecuentes insultos. En 1937 y 1938 carecía de ini-
ciativa y hablaba poco. En 1941 se ocupó un poco en el trenzado de canastos, pero
por lo demás estaba "muy rígido y tirante". También en los años siguientes se ocupó
con trabajos sencillos y en la Historia Clínica se dice que estaba embotado. En 1946
estaba embotado y no mostraba interés; murió de una tuberculosis pulmonar.
tomas es de suponer una catatonía proscinética como en el caso de Martin Ile, aun
cuando ,ocasionalmente se mencionen síntomas paranoides.
Sumario
Los catatónicos proscinéticos se dirigen a quien les habla con una expresión
facial que a pesar de su vacío mímico muestra un cierto interés en el examen. Al
mismo tiempo o también después de una cierta estimulación, los enfermos comien-
zan a emitir una murmuración incomprensible, que si la escuchamos atentamente,
resulta ser una verbigeración de frases aisladas. En la fase incipiente del estado de
la enfermedad el habla es a media voz, pero todavía se puede comprender bien. El
enfermo puede ofrecer todavía respuestas razonables, aunque con numerosas repe-
ticiones. Si los excitamos, los pacientes comienzan a tomar y manipular objetos, a ti-
ronearse de la ropa, a frotarse la piel, etcétera. Por medio de un experimento ade-
cuado se puede comprobar un cierto impulso automático. Los enfermos estrechan la
mano que se les tiende, tantas veces como se les tienda, incansablemente. Por me-
dio de una leve presión en algún lugar del cuerpo se los puede estimular a que
acompañen el movimiento y de esa manera es posible llevarlos a que adopten cual-
quier postura. Si se les oponen contrasugestiones, los enfermos dejan de dar la ma-
no y de acompañar el movimiento temporalmente, pero en cuanto se produce una in-
terrupción de la atención, vuelven automáticamente a la situación anterior. La inicia-
tiva de los catatónicos proscinéticos es muy limitada, de manera que en su conducta
total, a pesar de su disposición motora, aparecen como muy pobres en movimientos.
Pero si se los motiva intensamente, trabajan muy bien. La afectividad está muy apla-
nada, por lo general toma la forma de una satisfacción despreocupada. Sin embar-
go, algunos enfermos se irritan y pueden descargarse con insultos y agresiones. No
es posible examinar el pensamiento en los estadíos finales, donde los pacientes sólo
murmuran verbigeraciones. Cuando los enfermos todavía ofrecen respuestas, com-
probamos que por lo general son incompletas, aunque sin ser ilógicas.
Catatonía negativista
A menudo los enfermos también sonríen, con alguna timidez si nos ocupamos
de ellos. La sonrisa es la expresión de que no se identifican totalmente con su nega-
tivismo. También podemos provocar esa resistencia interior si nos esforzamos por
llevar al enfermo a un estado de buen humor. Si somos muy amables con ellos, por
ejemplo si les decimos un pequeño cumplido a las mujeres, es posible que se pon-
228
gan de buen humor, siempre que en ese mismo momento no estén irritadas. Los en-
fermos no pierden así su negativismo, pero se resisten ahora con su sonrisa tímida
tan característica, que en cierto modo pide disculpas por la resistencia. La sonrisa y
la conducta ambivalentes son mejor prueba de la catatonía negativista que una sen-
cilla resistencia, que también puede provocarse por medio de una simple irritación.
El negativismo aparece muy disminuido en la ambitendencia. Los enfermos nos diri-
gen ahora más la mirada y se dan vuelta en forma menos marcada; si bien antes no
decían una sola palabra, ahora en cambio es posible que nos digan por lo menos
sus datos personales.
pero el negativismo los detiene a medio camino. Es posible que el impulso automáti-
co, sobre el que voy a hablar enseguida, y el negativismo se opongan aquí.
Sin embargo, es seguro que la génesis del síndrome es diferente en las dos ca-
tatonías, a pesar de su parecido exterior. Parece que en los catatónicos proscinéti-
cos hay una dificultad para resistir a los estímulos que vienen del exterior, mientras
que en la catatonía negativista, a consecuencia de la tosca pérdida de la motricidad
230
Cuando exigimos a los catatónicos negativistas que realicen una acción que no
quieren, los pacientes se irritan cada vez más y no pocas veces llegan, si insistimos,
a una excitación negativista. Por ejemplo una enferma no quiere ir al jardín; tratar de
convencerla no sirve para nada, pues se da vuelta mientras lanza insultos. Si la to-
mamos de la mano para conducirla, se nos escapa. Si intentamos llevarla con la
ayuda de algunas enfermeras, irrumpe la excitación. La paciente se defiende con to-
das las fuerzas, trata de sacarse de encima a las enfermeras, lanza golpes con los
231
brazos, tira patadas, araña, muerde, insulta, etcétera. Esas excitaciones negativistas
pueden aparecer también con las ocasiones más insignificantes. Incluso se puede
perder la relación con la resistencia, pues aparecen esas excitaciones violentas sin
una causa exterior reconocible. Los pacientes corren repentinamente por la sala, vol-
tean cosas, atropellan a otros pacientes, rompen ventanas, etcétera. En la Historia
Clínica de una enferma se dice: "Tira la comida, ataca a una paciente tranquila que
no tiene nada que ver, lanza una bofetada a la enfermera, desgarra el delantal". Si
los enfermos no tropiezan con una resistencia, las excitaciones se apagan por lo ge-
neral rápidamente; las excitaciones se distinguen por su violencia, inclinación a la
agresividad y corta duración; pero no siempre contienen una irritación: otros estímu-
los afectivos pueden ser los dominantes. Los enfermos pueden ponerse a cantar,
saltar, batir palmas, moverse en círculo, dar volteretas. Son descargas motoras pro-
ducidas por estados de ánimo de cualquier tipo. A menudo las excitaciones son tan
breves, que habría que denominarlas mejor acciones impulsivas. Los enfermos gri-
tan de repente, lanzan una bofetada inesperada, rompen rápidamente una ventana y
de inmediato vuelven a la conducta tranquila: es lo que encontramos no pocas veces
en la catatonía negativista. En los hombres las excitaciones son por lo general me-
nos intensas, pero más peligrosas por la agresividad. El recorrido de los movimien-
tos es rápido, repentino. En la catatonía negativista por lo general la motricidad no
es armoniosa; en la excitación se vuelve brusca, torpe. Sin embargo, no se producen
deformaciones claras.
que vaya más allá de los impulsos; la perturbación del pensamiento parece poca.
Cuando los enfermos acceden a responder preguntas de inteligencia sencillas, po-
demos encontrarlas incompletas, pero no hay grandes paralogias.
Caso 62. Emilie Au, nacida en 1890, había sido sensible, tomaba todo con dificultad
y no era alegre como los otros. En mayo de 1911 enfermó psíquicamente y fue inter-
nada de inmediato en la Clínica Neurológica M. Pensó que había sido conducida
aquí para casarse; el Salvador la había solicitado. Se quedaba sentada inmóvil y si
se le planteaban preguntas, respondía estereotipadamente: "He jurado a mi amado
amor y fidelidad eterna". Mostró persistencia en la conducta y en parte también eco-
lalia y obediencia automática. A menudo se reía en forma inesperada, pero no daba
información sobre los motivos. Se masturbaba sin sentir vergüenza. Cinco semanas
más tarde fue trasladada a la Clínica D. Aquí no dijo una sola palabra, pero reía a
menudo de manera inesperada. Cuando el médico intentó examinarla físicamente, le
arrancó el estetoscopio de la mano. Luego comenzó a excitarse, corría por la sala,
gritaba, reía, batía palmas. Esa condición se repitió: la enferma alborotaba en el jar-
dín, intentó tener una relación erótica con otra paciente a la que tomó por un hombre
y se puso varias veces agresiva. Luego volvió a tranquilizarse, se hizo arrogante, de-
jó de hablar, se escapaba si alguien le dirigía la palabra, reía sola. A principios de
1912 se hizo más razonable y pudo ser llevada a su casa. Pudo ser mantenida 3
años. No se sabe ningún detalle acerca de su estado. En 1915 volvió a cambiar, es-
ta vez más gravemente, y fue internada otra vez en la Clínica D. No daba respues-
tas, miraba fijamente, pero a menudo también se reía de manera inesperada. Entre-
tanto corría por lo general hacia la puerta y la golpeaba. En 1916 se acostaba la ma-
yoría de las veces en el piso, no se dejaba convencer y nunca daba una respuesta.
Entretanto se irritaba continuamente, aunque por poco tiempo, gritaba, aullaba, gol-
peaba contra las puertas y corría por la sala. En 1917 tenía una actitud de rechazo,
pasaba la mayor parte del tiempo bajo las sábanas, miraba hoscamente y no daba
ninguna respuesta. De tanto en tanto lanzaba insultos y golpeaba a otros enfermos.
En 1918 también pasaba la mayor parte del tiempo bajo las sábanas y "vegetaba
embotada". Entretanto alborotaba, desgarraba la ropa de cama y trataba de volcar la
233
mesa. En 1919 y 1920 se quedaba la mayor parte del tiempo en cuclillas sobre el pi-
so, embotada, no respondía nunca, pero entretanto volvía a gritar y se ponía violen-
ta. En 1921 las excitaciones fueron más frecuentes, pero sólo eran breves y acom-
pañadas de agresividad. En 1922 atacaba brutalmente. Una vez, sin motivo exterior,
saltó repentinamente, golpeó con todas las fuerzas contra las puertas, derribó un
pesado banco de roble y arrancó la tapa de una mesa. Otras veces maltrataba a
otras pacientes o atacaba sin motivo a la enfermera. En 1923 y 1924 debió ser ais-
lada con frecuencia debido a su violencia. Cuando estaba tranquila era totalmente
inaccesible. En 1925 armó una batalla en su celda contra su jergón de paja, que re-
volvía continuamente al mismo tiempo que profería insultos. En 1926 y 1927 mero-
deaba en cuclillas en actitud estereotipada y tenía inclinación por las agresiones im-
pulsivas. En 1928 se sentaba a menudo a la mesa, bajo la influencia de la terapia
ocupacional, pero mantenía sus estados de excitación con gritos y agresividad. En
1929 los estados de excitación no eran tan graves como antes. En 1930 pudo reali-
zar trabajos de tejido, pero solía romper las agujas. En las comidas se mostraba muy
inapetente. De tanto en tanto se volvía agresiva. Mantuvo su conducta también en
los años siguientes. En 1933 rompió una ventana. En 1934 se levantaba la pollera
cuando estaba excitada. También se ensuciaba con orina.
Sumario
ALCMEON26
Clasificación de laspsicosis endógenas y su etiología diferenciada (11º entrega)
Karl Leonhard
Catatonía parafémica
Las respuestas sin sentido, que caracterizan a esta catatonía, aparecen por lo
general ya en los comienzos de la enfermedad. Sin embargo, en esa época se en-
cuentran diseminadas en medio de muchas respuestas lógicas. A menudo las res-
puestas incorrectas no tienen nada de irracional en sí, sino que no dicen nada, no
son pensadas. Hay que prestar atención a esto si queremos reconocer la catatonía
237
Tanto las respuestas de carácter general como las completamente elusivas son
características de la catatonía parafémica. Algunos enfermos ofrecen sólo respues-
tas indeterminadas o falsas; otros ofrecen muchas correctas. Lo más probable es
que las respuestas sean imprecisas y carentes de sentido cuando tocamos temas
que les desagradan a los enfermos. Por eso apenas si podemos conocer correcta-
mente la duración de la internación en los pacientes más antiguos. A menudo tam-
bién es posible provocar el habla elusiva preguntando en forma breve y muy concre-
ta. Los enfermos responden entonces en forma igualmente rápida y al mismo tiempo
sin sentido. También en las demás ocasiones las respuestas no sólo no son pensa-
das interiormente, sino que los pacientes suelen darlas con extrema rapidez, en
cuanto hemos puesto en movimiento a los enfermos por medio de un juego de pre-
gunta-respuesta. Al principio las manifestaciones del habla pueden ser vacilantes.
Esto se explica seguramente por la pobreza general de impulsos de estos enfermos,
de la que todavía hablaremos y que seguramente es responsable también de que no
digan nada por sí mismos. En las Historias Clínicas se los suele denominar "mutis-
tas", pero es porque no se les han hecho preguntas, que los enfermos hubieran con-
testado al principio con vacilación, pero luego con rapidez.
238
(¿Cómo le va?) "Bien". (¿Qué hace siempre?) "No hay nada en el corzo". (¿Qué quie-
re decir eso?) "No lo puedo reconocer". (¿Dónde realizó tareas hoy?) "En Feldfürsten".
(¿Qué es eso?) "En la tabla". (¿En la tabla?) "Sí". (¿Ya comió?) "Sí". (¿Qué comió?)
"Techo de velas". (¿Techo de velas?) "Sí". (¿Qué tal le gustó?) "Bien". (¿Qué suele
comer?) "Sábado". (¿Qué día de la semana es hoy?) "Estiércol". (¿Qué fecha?) "88,
83". (¿Estación?) "Hermana Ludwila". (¿En qué año la admitieron aquí?) "No lo sé, en
el 45". (¿En qué año nació?) "Ya no lo sé". (¿Qué planes tiene para el futuro?) "En un
barrio con calles de obreros". (¿Qué quiere hacer allí?) "No, no lo sé". (¿De dónde
es?) "En el barrio de Ludwila". (¿Qué es eso?) "En Bohemia". (¿Usted es de Bohe-
mia?) "Sí". (¿Dónde nació?) "En Belén". (¿Dónde queda eso?) "En el establo". (¿Aca-
so es Jesús?) "Sí, a veces". (¿Está casada?) "Sí". (¿Con quién?) "Incluso en el pre-
cio". (¿Cómo se llama su esposo?) "Ludwila". (¿Para usted todo se llama Ludwila?)
"Sí". (¿Tiene hijos?) "No". (¡Sin embargo tiene un hijo!) "No lo conozco". (¿Dónde es-
tamos?) "En la calle Ludwil". (¿Dónde estuvo antes?) "Antes estaba también en mi ca-
sa, eso mismo y Staufen". (¿Vivió con su esposo?) "No conozco a nadie, nunca me
casé". (¿No se casó?) "No". (¡Sí!) "No, nunca me casé". (¡Pero usted acaba de decir-
lo!) "No estuve casada". (¿Cómo era su nombre de soltera?) "Ludwila". (¿Qué más?)
"Eso es todo". (¿Cómo se llama ahora?) "Schmidt". (¡La primera respuesta correcta!)
A partir de esta versión taquigráficas se puede reconocer que en gran parte fal-
taba la voluntad para dar respuestas correctas. Cuando otras pacientes presentes se
reían de las llamativas respuestas, la enferma se irritó y sólo entonces pareció per-
der la buena voluntad; pero lo notable es que en ningún momento hizo el intento de
negarse a responder, sino que al estar irritada lanzaba las respuestas más rápido
que antes. Luego se puede reconocer en esta versión taquigráfica que la enferma
decía lo primero que se le ocurría, sin que le importara si tenía algo que ver con la
pregunta. Cuando respondía con "sí" o con "no", la respuesta no tenía un fundamen-
to concreto, sino que dependía de que en la entonación de la pregunta tuviera pre-
ponderancia el "sí" o el "no". En una enferma que examiné con Schwab podíamos
inclinar la respuesta en un sentido o en otro. Si le preguntábamos qué le gustaba
más, alemán o francés, respondía "francés"; pero si preguntábamos "francés" o
"alemán", obteníamos "alemán" como respuesta, porque ahora esa palabra estaba al
final de la oración y por eso resaltaba más. Lo mismo ocurre en los "sí" y "no" cam-
biantes de las respuestas de la enferma de más arriba. Kleist denomina "ecológicas"
las respuestas que simplemente se limitan a repetir la pregunta con un cambio en la
forma. Esas respuestas "ecológicas" son frecuentes en la catatonía parafémica.
Luego es posible reconocer la inmediatez de las respuestas de la versión taquigráfi-
ca por la constante repetición del nombre "Ludwila". Esas repeticiones son también
muy características para el cuadro de esta enfermedad. "Ludwila" era el nombre de
una hermana de una orden que años atrás había trabajado en la Clínica. Tal vez
240
haya contenido alguna carga afectiva para la enferma. Sin embargo, es seguro que
ese nombre aparecía continuamente porque después de la primera aparición ya es-
taba preparado y se ofrecía cuando no aparecía ninguna otra respuesta. Encontra-
mos esta característica regularmente en los catatónicos parafémicos y podemos
hablar casi de perseveración, aunque tenga un origen totalmente diferente al de la
perseveración de los enfermos orgánicos. El hecho de que los enfermos digan de
inmediato lo primero que se les cruza por la mente surge de las expresiones estimu-
ladas por una asociación exterior. En ese sentido pudo haber surgido la observación
de que Belén está en el establo.
Lo que parece estar más allá de una respuesta elusiva inmediata son las res-
puestas incomprensibles como "En Feldfürsten", "Barrio de Ludwila", "Nada en el
corzo". A pesar de su extrañeza son igualmente características de los catatónicos
parafémicos. Para explicarlas debemos subrayar que nunca sabemos qué recuerdos
pasaban por el pensamiento de los enfermos, de los cuales había un fragmento pre-
parado, cuando una pregunta estimuló el habla. Cuando por casualidad había a dis-
posición varios conceptos, podrían brotar simultáneamente y producir falsas compo-
siciones de palabras. De contaminaciones sólo podemos hablar en forma condicio-
nal, pues no se trata de pensamientos, sino sólo de palabras sin sentido. Lo agramá-
tico que poseen muchas respuestas se puede explicar en el sentido de que el impul-
so del habla recoge lo que está preparado, sin poder ordenarlo primero. También la
brevedad de las respuestas, como se comprueba la mayoría de las veces, habla a
favor de que actúa un impulso que se agota rápidamente.
Creo por consiguiente que en el fondo del habla elusiva de la catatonía para-
fémica hay una inmediatez particular según la cual después de una pregunta no se
pone en actividad el pensamiento para proporcionar la respuesta, sino que hace oír
lo que casualmente estaba a su alcance. Esta solución es facilitada también por la
actitud exterior de los enfermos. Una vez que hemos superado su pobreza de inicia-
tivas, las respuestas se suceden con tanta rapidez que no hay tiempo para una pre-
paración del pensamiento. Es lo mismo si la respuesta es fácil o difícil, si exige pen-
sar o no. También a preguntas muy difíciles o sin sentido, por ejemplo sobre la can-
tidad de estrellas o de granos de arena en el mar, obtenemos respuestas donde los
241
Si observamos con todo detalle la notable habla elusiva, tal como lo hemos
hecho aquí, queda claro que nos enfrentamos con un fenómeno que representa algo
muy específico y que no se produce en otro lugar. Sería totalmente equivocado ex-
traer conclusiones de las expresiones de los catatónicos parafémicos en el sentido
242
De manera particular, los enfermos prestan atención sólo cuando les hacemos
preguntas. En caso contrario carecen de una disposición pronta frente al medio, sino
que parecen no preocuparse por nada, como si nada los tocara. No se reúnen con
otros enfermos, no hablan con ellos si no son interrogados. De acuerdo con su acti-
tud exterior, no se interesan para nada por la visita del médico. Se mantienen con
una falta total de participación si hablamos a su lado con otros enfermos. Sólo cuan-
do les dirigimos la palabra parece despertar su interés. De esa manera surge a su
vez un contraste particular. A pesar de que prestan atención cuando se les habla, los
enfermos encarnan lo que denominamos "autismo", de una manera casi clásica. Por
ejemplo, la enferma a la que pertenece la segunda versión taquigráfica reproducida
más arriba, caminaba de un lado al otro de la sala, no miraba a la izquierda ni a la
derecha, tampoco levantaba la vista si alguien se le cruzaba en el camino, sino que
lo evitaba mecánicamente y seguía su paso. Cuando comenzaba la distribución de
la comida y todo el mundo en la sala se ponía de pie, la enferma ocupaba su lugar
en la fila sin preocuparse para nada de la actividad, hasta que era llamada a comer.
El autismo recuerda lo que vamos a encontrar en la hebefrenia, que denomino "au-
tista", sólo que falta allí el contraste con el gesto de prestar atención inmediata
cuando se les habla.
Entre mis catatónicos parafémicos hay uno que sufre la carga de una psicosis.
Lo presento a continuación:
Caso 63. Rudolf Stö, nacido en 1887, estudiante de derecho, al principio no llamaba
la atención, le gustaban también las reuniones sociales y pasó con facilidad por la
escuela secundaria. A partir de 1909 cambió gradualmente, fracasó en el estudio, se
tornó silencioso y pensativo, caminaba de un lado a otro en su habitación y respon-
día con irritación. En 1911 quiso dormir con la sirvienta, rompió una ventana y fue in-
ternado en la Clínica Psiquiátrica M. Aquí se mantuvo rígido como una estatua, tenía
el rostro como una máscara y manifestó catalepsia y ecopraxia. Si se le hacían pre-
guntas, contestaba con monosílabos. Se dejaba convencer de todo y respondía con
preferencia con un "sí". Fue trasladado a la Clínica E. Aquí reía con frecuencia para
sí mismo y corría por todos los rincones de la sala. En 1912 la Historia Clínica lo de-
nomina "mutista". Sólo en 1914 volvemos a encontrar una entrada en dicha Historia
Clínica. Stö respondía ahora con frecuencia y ocasionalmente se reía para sí mismo.
En 1915 respondía a menudo correctamente, hacía muecas y hablaba consigo mis-
mo. La entrada siguiente se encuentra en 1919. Stö se quedaba ahora en la cama y
era inaccesible. En 1920 no hablaba casi nada y en ocasiones se ensuciaba. En
1921 se ponía a manosear los botones de su ropa. En 1922 se desgarraba con fre-
cuencia la camisa. En 1922, a raíz de sus recorridas estereotipadas por el jardín, se
le produjeron ampollas en los pies. En 1923 se ocultaba, estuporoso, bajo las sába-
nas. En 1924 arrojaba repetidamente la vajilla en la sala. Mantuvo con el médico el
siguiente diálogo: (¿Cómo le va?) "Gracias, bien". (¿Qué lugar es éste?) "Bellevue".
(¿Fecha?) "27 de julio de 1918". Respuesta correcta: 27 de julio de 1924. (¿Le gus-
245
ta?) "Sí". (¿Le gustaría volver a salir?) "No". (Cómo se siente de ánimo?) "Bien". En
1925 la Historia Clínica dice de él que no participa y que está atontado. En 1926 y
1927 estaba estuporoso, en parte excitado y agresivo contra los enfermeros. En
1928 pasaba la mayor parte del tiempo en la cama. En 1929 corría en medio de alu-
cinaciones y haciendo muecas por la sala. En los años siguientes se lo describe co-
mo apático, autista, ocasionalmente excitado y violento. En 1938 se mostraba tonto,
se ensuciaba y reía si alguien le dirigía la palabra.
(¿Por qué?) "Porque me duele, y no puedo aguantar el dolor". (¿Qué día es hoy?)
"No lo sé". (¿Año, mes?) "No lo sé". El paciente respondió al saludo del médico con
la siguiente observación: "No vamos a seguir jugando, no quiero seguir siendo estu-
diante de la corporación". Más tarde explicó: "Pienso en el medio". (¿Y a qué resul-
tado llegó?) "Al círculo vicioso". Entretanto el enfermo se excitó y comenzó a decla-
mar en voz alta; en otra oportunidad saltaba estereotipadamente en la cama. Fue
trasladado a la Clínica E. Aquí fue en 1909 negativista, casi no respondía, sonreía
pícaramente. Tenía excitaciones frecuentes, gritaba, cantaba, pataleaba y se ponía
violento. A menudo se golpeaba a sí mismo con los puños en la cabeza. En 1910 se
quedaba la mayor parte del tiempo bajo las sábanas y emitía un gruñido particular.
Cuando salía de la cama, corría con un paso característico por la sala. En 1911 lan-
zaba en ocasiones sonidos inarticulados y hacía muecas. Sus pasos eran particu-
larmente bamboleantes y entrecortados. En 1913 solía hablar a media voz para sí
mismo y miraba para otro lado si alguien le hablaba. En 1914 molestaba con gritos,
cantos y corridas por la sala. También se ponía violento. En 1915 estuvo en parte
alegre y hablaba mucho con una sonrisa necia. En 1916 hablaba consigo mismo. En
1918 se ensuciaba, hablaba consigo mismo y le gustaba aplicarle un golpe desde
atrás al enfermero. Los años siguientes estuvo por lo general tranquilo pero embota-
do, y se ensuciaba. En 1924 caminaba sin descanso de un lado para el otro y desga-
rraba sus ropas. En 1925 reía y hacía muecas y no decía nada. En 1926 estaba mu-
tista, reía neciamente y solía cantar a media voz para sí mismo. En los años siguien-
tes la Historia Clínica lo denomina siempre "embotado". En 1931 adoptaba una acti-
tud fláccida y solía reír. En 1933 hablaba ocasionalmente consigo mismo. En los
años siguientes estuvo embotado, se ensuciaba y no decía nada. En 1937 no res-
pondía, y si se le exigía que mostrara la lengua, sólo abría la boca un poco. En 1939
estaba encorvado y dejaba colgar las manos fláccidas. En 1940 murió de una neu-
monía.
Sumario
ples e indiferentes. Sin embargo, cuanto más difíciles y cargadas de afecto son las
preguntas, más seguro es que éstas sean respondidas elusivamente. El análisis de-
tallado da como resultado la existencia de un particular cortocircuito en el habla, por
lo que las respuestas no son preparadas en el pensamiento, sino que el paciente di-
ce más o menos lo que casualmente tiene más a mano. A menudo vuelven las pala-
bras dichas momentos antes, pero en pasajes completamente incorrectos, de mane-
ra que por lo menos surge el cuadro exterior de una perseveración. Con frecuencia
son las asociaciones exteriores completamente casuales, a veces también sonoras,
las que determinan el contenido de la respuesta. A menudo los enfermos expresan
también palabras totalmente incomprensibles que tal vez se produzcan porque tie-
nen a mano contenidos casuales diferentes que se unen de manera incorrecta. A
veces podemos comprobarlo porque se crean neologismos. Cada pregunta lleva a
un breve impulso del habla que se agota de inmediato, de manera que la mayoría de
las respuestas son muy breves. Por lo general el paciente no construye frases lar-
gas, sino que lanza algunas palabras sin orden gramatical. Sin embargo, los pacien-
tes responden a todas las preguntas, cualquiera que sean. Con ello se confirma la
parafemia anormal. En cambio nunca hay un impulso para hablar. Si dejamos a los
enfermos solos, por lo general no hablan, de manera que se los suele denominar
"mutistas". La iniciativa superior de los enfermos se ha apagado ampliamente, así
como la afectividad superior. La motricidad tiene algo de forzado en sí. La mímica es
particularmente vacía, no dice nada, de manera que tampoco le dice nada al exami-
nador sobre los procesos interiores de los enfermos. La insuficiencia se acentúa
además por un marcado autismo, pues los enfermos jamás parecen preocuparse por
su medio, en la medida en que no son estimulados para expresarse inmediatamente
por medio del habla.
AñoX-Vol.7Nro.4-marzo1999
ALCMEON 28
Karl Leonhard
Catatonía hipofémica
En los estadíos finales los enfermos son por lo general tan poco accesibles,
que no podemos saber nada sobre su vida interior. Con frecuencia ofrecen ya en el
comienzo el cuadro de una pereza e inaccesibilidad general. En otros casos los pa-
cientes hablan más en los estadíos iniciales y no es infrecuente que expongan ideas
fantásticas. Un enfermo relató que se había comprometido con la hija del emperador
y que recibía del Landtag (Dieta) 50 mil marcos por autos, tranvías y teléfonos mag-
néticos. Decía que había hecho desfilar a los militares, y que una vez había tenido
jóvenes demonios en el pecho. Otro paciente afirmó que había viajado en una nave
espacial al planeta Júpiter y había arrojado meteoros a la Tierra. Una enferma relató
250
que había sido besada eléctricamente repetidas veces, que la habían embarazado y
le habían introducido en el cuerpo ratones y un perro. Decía que había viajado a
Munich para que le sacaran todo y que había retorcido la antena, pero a pesar
de eso no había logrado tranquilizarse. Los informes poseen un carácter confabula-
torio, pero es posible que no representen confabulaciones primarias, sino reproduc-
ciones de vivencias alucinatorias. Esto se insinúa por el hecho de que la catatonía
hipofémica, como veremos, representa una forma de enfermedad marcadamente
alucinatoria. También encontramos diseminadas en las confabulaciones informes
sobre voces y sensaciones corporales. Pero los relatos recuerdan sobre todo viven-
cias oníricas y podrían estar condicionados por alucinaciones escénicas visuales.
Con frecuencia tienen una coloración expansiva. Es posible que jueguen también un
rol en los estadíos finales de los enfermos, pero no se pueden comprobar por la in-
accesibilidad general.
Si intentamos comunicarnos con los enfermos, éstos nos miran con algo de pe-
reza, pero por lo general no contestan. También si les preguntamos repetidas veces,
por lo general no dan ninguna respuesta o una respuesta que no dice nada. A veces
parece como que se disponen a hablar, pero se traban antes de que les llegue a los
labios el primer sonido. Sin embargo, si en vez de ceder preguntamos insistentemen-
te, lograremos la mayoría de las veces una respuesta, por lo menos el nombre o el
lugar de nacimiento. Esto muestra que los enfermos no se niegan a hablar por nega-
tivismo; más bien parece que el habla se logra con una extraordinaria pereza y sólo
con un estímulo intenso. Sorprendentemente, los enfermos hablan sin inhibición
cuando está excitados, como veremos más adelante.
Con menor fuerza que las expresiones del habla, pero con claridad suficiente,
las reacciones de los enfermos tienen algo de perezoso en sí. Para empezar, levan-
tan la cabeza lentamente si les dirigimos la palabra. De la misma manera, cumplen
251
con retraso las tareas que se les encomiendan, pero correctamente si se las plan-
teamos con la insistencia suficiente. Fuera de esta pereza, los movimientos se des-
arrollan normalmente; no se reconocen tendencias contrarias como en la catatonía
negativista. La pereza psicomotriz se complementa con una pereza mímica. La ex-
presión facial es vacía. Pero contiene algo en sí que es particularmente importante
para el diagnóstico de la catatonía distraída.
A pesar de que el rostro muestra poco movimiento, tiene sin embargo una ex-
presión determinada, que surge sobre todo de los ojos. Los enfermos nos miran con
ojos algo desorientados y vacíos cuando les preguntamos algo. Antes de que se
hayan dado vuelta por completo, la mirada se ha vuelto a desviar. Pasa perezosa-
mente de un lado a otro y se detiene entretanto apuntando a direcciones en las que
no hay nada importante que ver. Comprobamos todo esto si nos ocupamos con los
enfermos, es decir cuando éstos deben dirigirse objetivamente al examinador. Por el
juego mímico reconocemos que la atención de los enfermos no se instala en el exa-
minador y tampoco en el medio, sino que está distraída porque se dirige continua-
mente hacia el interior. Esa expresión facial distraída, que puede reconocerse ya en
el comienzo de la enfermedad, nos indica la dirección correcta cuando las alucina-
ciones de los enfermos no consisten en diálogos con voces. Pero por lo general el
caso es éste. Mientras la expresión facial delata la dirección de la atención hacia
adentro, los labios se mueven susurrando. A veces sólo se ve el movimiento de los
labios, a veces escuchamos el susurro, a veces los enfermos emiten palabras claras,
e incluso gritos, como veremos todavía en la excitación. También cuando se trata de
un susurro audible no es posible confundirlo con el murmullo del catatónico prosciné-
tico, si prestamos una adecuada atención. No se trata de un murmullo donde el en-
fermo se dirige a nosotros, sino de un susurro con una expresión facial distraída. Pa-
rece tratarse de una alucinación continua, pues los enfermos ofrecen siempre el
cuadro de la distracción.
"Eso está bien, si no los golpearé. Si a cada aprendiz... (ríe) ...o los golpearé... No lo
quisiera. No puedo temer a Dios ni a ningún demonio, no sé lo que es... No sé qué
deberían darme de comer. Eso es lo que hago. Crees que entrego gratis mi corazón...
Ahora digo yo, ahora quiero mi tranquilidad. Si vuelvo a escuchar algo... Si N. tiene
que bajar de nuevo hasta aquí. No voy a viajar inútilmente a lo de P. Ahora quisiera
opinar... quisiera mi sopa de pan y mi tranquilidad, si no lo derribo de un golpe... Uste-
des me sacan todo... si me hacen tan rebelde... ¿Que creen en realidad, cuán pobre
construyen a un hombre, soy una niña pobre... qué creen en realidad?..."
Las pausas intercaladas en las frases permiten determinar los puntos donde los
enfermos reciben nuevos llamados. De todos modos, las pausas no son claras en
todos los casos. Se pueden observar enfermos que lanzan insultos durante largo
tiempo, es decir, no tienen tiempo para alucinar entretanto. Pero a partir de esas ex-
presiones se puede deducir también que se oponen a las ilusiones sensoriales. No
está claro si los enfermos reaccionan a alucinaciones previas y no permiten que su
supuesto oponente tome la palabra o si pueden hablar y alucinar al mismo tiempo.
La versión taquigráfica siguiente muestra con gran claridad en cuanto al contenido la
relación con ilusiones sensoriales, a pesar de que la enferma hablaba casi sin pau-
sas. Los vacíos sólo indican los lugares en los que no pude entender nada:
"No quiero tanto a Hans... ella tiene un niño de él, que es... En lo de Haselberger ya
no éramos niños... El chico ni siquiera tiene una camisa... La hermana tiene ojos
agrandados... Que sepas que los zapatos me pertenecen y que también tengo un ves-
tido... El hombre habla sin ton ni son, estoy condenada a muerte. ¿Por qué no pode-
mos dormir? Nunca trabajaste bien como zapatero... No tengo catarro de pecho...
Quisiera frazadas calientes, ¿no es cierto?... que tú siempre acusas a los niños..."
No afirmamos que las alucinaciones sean lo primario para las excitaciones. Es-
to es rebatido por el hecho de que los enfermos alucinan casi continuamente y sólo
se excitan durante algún tiempo. Son relevantes sin duda alguna para la aparición
de un estado de excitación los procesos ubicados en la psicomotricidad. Las catato-
nías acompañadas por una pérdida de los movimientos se inclinan en términos ge-
nerales hacia excitaciones transitorias donde tal vez se descarga la energía acumu-
lada de alguna manera por la inhibición o el encierro. Esto lo encontramos de la ma-
nera más impresionante en la catatonía negativista, pero también en la forma hipo-
fémica. Las excitaciones más leves que encontramos en la catatonía parafémica y
254
del juego mímico tiene un efecto menos notable que en la catatonía parafémica. La
iniciativa superior está totalmente apagada. Los enfermos pueden realizar tareas
simples en forma continuada, pero si no se los estimula apenas se mueven, salvo
que se encuentren en medio de una excitación alucinatoria. También el recorrido de
los movimientos es perezoso, tal vez porque la atención se dirige sólo parcialmente
a los acontecimientos exteriores que llevan a la actividad. Los enfermos muestran
una afectividad sólo en las excitaciones, en las que con frecuencia lanzan insultos y
gritan muy irritados. En caso contrario no muestran ningún movimiento afectivo.
(¿Cómo se llama usted?) "María". (¿Qué más?) "Sí, hm, madre de los dolores".
(¿Cuál es su apellido?) "No es cierto, no, no". (¿Cuándo nació?) "Sí, no lo sé,
¿qué piensan pues ustedes? Acabo de saludar". (¿Dónde nació?) "No".
(¿Dónde fue a la escuela?) "Eso lo habría conseguido gratis. ¿Qué es lo que
hacen? Totalmente pequeño". (¿Dónde fue a la escuela?) "Ella me regaló mi
primer idioma. Ahí viene mi madre. Sí. Si voy de nuevo allí, a las seis y cuarto
todavía no. Así son las enfermedades". (¿Qué edad tiene?) "Entonces lo abre
desde atrás. Es publicidad con los grandes. Sí, hace poco se rió. Yo sólo dije:
no es jueves o algo por el estilo. No sirve quedarse sentada, es mejor ir a la
cama". (¿Cómo le va?) "Hm, hm, en esta ocasión a la cama. No quisiera toda
la mano. Por lo tanto tomen lo que tengo, lo demás la dama lo recibirá regala-
do. Ella también puede esperar. Si eso no cansa tanto. ¿Cómo salió de allí?
¿No es cierto? ¿Hay que tener tanto cuidado?"
256
Caso 64. Therese Geig, nacida en 1873, ya antes de su primera internación en una
Clínica era desconfiada, caprichosa, irritable y vulgar. En 1902 afirmó que escucha-
ba voces que salían de la tubería del horno y de las paredes. Más tarde creyó que
tenía un cable en la cabeza. Una vez habló acerca de un misterio universal y por eso
fue a visitar al obispo. A ello se agregaron ideas hipocondríacas: Geig decía que ya
no podía ir de cuerpo, que la sangre se le había espesado, que los huesos se le
habían hinchado. En 1904 fue internada en la Clínica B. La paciente se quedaba
sentada apáticamente, murmuraba para sí embotada y había que sacarle las pala-
bras una por una. Decía que hacía 3 años que no iba de cuerpo y que su pulso no
marchaba más. En 1905 estuvo embotada y afirmó que la maltrataban como a una
sirvienta. Entretanto se excitaba una y otra vez, y profería insultos. A menudo se po-
nía gritando de rodillas y se restregaba las manos. Reconoció que escuchaba voces
que la llamaban "puerca" o "sucia". A menudo también hablaba consigo misma. En
1906 alternaba entre actitudes embotadas, mutistas y excitaciones con insultos, ges-
ticulaciones y muecas. Afirmaba que la gente la atacaba y la atropellaba. En 1907
solía quedarse hablando y gesticulando en los rincones. Fue llevada a su casa y
afirmó, al dejar la Clínica, que no conocía a su madre. En su casa se excitaba a me-
257
nudo y ocasionalmente era internada en una institución donde no se llevaba una His-
toria Clínica. En 1911 fue internada en la Clínica Psiquiátrica M. Aquí no habló en
absoluto, a menudo murmuraba para sí y ofrecía resistencia. A veces jugaba con los
dedos y se golpeaba el pecho. Fue trasladada a la Clínica K. Aquí estuvo embotada,
sonreía si alguien le dirigía la palabra y no respondía. Luego entró en una excitación
donde lanzó continuos insultos. En 1912 agredía a otros enfermos al excitarse. En
1913 no respondió jamás a las preguntas y a veces se excitaba. Durante los años
siguientes estuvo embotada, no respondía, pero solía reír de repente y lanzar gruñi-
dos. En 1918 no reaccionaba si alguien le dirigía la palabra, murmuraba para sí y en-
tre palabras restregaba las manos en las sábanas. Entretanto estaba excitada y lan-
zaba insultos: "Cerdo, cerdo, cerdo", etcétera. En 1919 susurraba y sonreía para sí.
En 1920 lanzaba de tiempo en tiempo violentos insultos; en caso contrario gesticula-
ba y susurraba para sí con frecuencia. A menudo agredía a otros enfermos. También
en los años siguientes estuvo embotada, pero hablaba con frecuencia consigo mis-
ma y de tiempo en tiempo gritaba insultos violentos. Aproximadamente a partir de
1927 las excitaciones se hacen más raras; sin embargo la Historia Clínica señala
que susurraba para sí con frecuencia y además gesticulaba y reía. A partir de 1930
las gesticulaciones, que aparecen estereotipadas, se mencionan con más frecuencia
que los susurros. En 1931 de tiempo en tiempo gritaba, insultaba, gesticulaba y
hacía muecas. En 1933 murmuraba para sí y chasqueaba con los dedos. En 1934
chasqueaba continuamente con los dedos, sacaba la lengua y hacía muecas. En
1937 murmuraba confusamente para sí y además se reía.
Una hermana de su madre, Maria Mül, nacida en 1843, enfermó en 1874, des-
pués de dar a luz y haber perdido a su marido de muerte repentina. Mül se tornó ca-
258
da vez más depresiva, se creyó abandonada por Dios y culpable de todo. Fue inter-
nada en la Clínica M., pero se escapó al día siguiente y se la mantuvo en su casa
encerrada durante un año y medio. Estaba muy excitada, quería matar a todo el
mundo, desgarraba la ropa, alborotaba, gritaba, se golpeaba la cabeza contra la pa-
red y estaba sucia. Por último sanó y dejó de llamar la atención. Sólo en 1893 volvió
a enfermar. Creía que sus nietos eran demonios y se tornó peligrosa. Por eso fue in-
ternada en la Clínica H. Aquí expresó que las cosas habían dejado de tener sentido
para ella, que todo estaba por desaparecer. Luego relató que se le había aparecido
un enviado de Dios. Decía que podía salvar el mundo rezando y que su rango era
inmediatamente inferior a la Madre de Dios. Decía que sin embargo no le había en-
tregado al enviado de Dios la firma requerida, y por eso ahora estaba todo perdido y
ella tenía la culpa de todas las desgracias. Decía que el Espíritu Santo acababa de
desaparecer, que Dios Padre y Dios Hijo estaban enfermos, que el mundo desapa-
recería a más tardar en 6 o 7 años y Dios volvería a hundirse en el mar del infinito.
La enferma estaba desesperada, lloraba y rezaba mucho. En 1894 mantenía sus
ideas. Se consideraba la destructora del mundo. Cuando se hablaba con ella, esta-
llaba en lamentos y sentimientos de culpa. A fines de 1895 el estado de ánimo cam-
bió; ahora la enferma estaba feliz, solemne y locuaz, y afirmó que se le había apare-
cido el Niño Jesús y le había anunciado que todo había sido perdonado, también
ella. Nadie estaba condenado, el mundo se había vuelto a redimir, era una gran feli-
cidad. En enero de 1896 solía arrodillarse en actitud extásica y afirmaba con gestos
de arrobamiento que veía afuera una multitud de ángeles protectores. A los pocos
días el estado de ánimo volvió a cambiar. La enferma estaba otra vez angustiada,
gritaba, se lamentaba, pedía que la dejaran morir. Corría lamentándose por la sala y
exclamaba que había destruido el cielo. Intentó ahorcarse con su bufanda y pedía
constantemente que tuvieran piedad con ella. En febrero dejó de hablar casi por
completo, se mantuvo tranquila y afirmó resignada que ya estaba muerta. Hasta ma-
yo permaneció casi muda. Luego estuvo algunos días más libre, para finalmente vol-
ver a expresar más ideas angustiosas. Decía que las estrellas caerían del cielo, que
llovería sin parar hasta que todos se ahogaran. En agosto rezaba todo el día. Luego
fue recuperándose progresivamente. Hasta enero de 1897 la Historia Clínica informa
sólo acerca de una infección pulmonar que fue superada por la enferma. Al parecer
la enferma llamaba tan poco la atención, que no había nada que informar. Luego la
259
Historia Clínica dice que la enferma se tornó jovial, locuaz, amigable y agradecida y
fue dada de alta.
Sumario
Es conveniente repasar una vez más el cuadro familiar completo de las catato-
nías sistemáticas. En primer lugar los casos de Frankfurt: si pude constatar con una
cierta verosimilitud una psicosis en la familia, la psicosis tenía la mayoría de las ve-
ces la misma forma o se combinaba con la misma forma. Esto vale particularmente
para el parentesco estrecho, es decir, para los hermanos. Las pocas psicosis de los
padres no fueron descriptas con el suficiente detalle.
Pude presentar al hermano del paciente Stö, que padecía una catatonía para-
fémica que posiblemente era parafémica-negativista combinada. Luego pude pre-
sentar a la hermana de la paciente manerística Nied, también con una forma mane-
261
rística, y por último tres hermanos paracinéticos del paciente paracinético Dod. Lue-
go, un catatónico también paracinético tenía una hermano que según la Historia Clí-
nica también era catatónico paracinético. Me falta la Historia Clínica de la hermana
de un enfermo proscinético. En ningún caso tuve motivos para suponer en uno de
los hermanos una catatonía de tipo diferente a la del paciente principal o incluso una
esquizofrenia de tipo no catatónico.
También pude considerar en parte las psicosis de los parientes lejanos como
las mismas formas de los pacientes principales.
Pude considerar a los parientes del paciente proscinético Ile también como
proscinéticos y a los parientes de la paciente negativista Au también como negativis-
tas. Como excepción se encontró en una pariente de la paciente hipofémica Geig
una psicosis de angustia-felicidad; en la pariente de una paciente manerística un
cuadro patológico fantástico; en la pariente de una paciente paracinética una catato-
nía periódica.
Una paciente proscinética tiene una madre enferma que en la Historia Clínica
se describe como paranoide, de manera que no se puede reconocer ninguna rela-
ción con la psicosis de la paciente mencionada en primer término.
Una paciente parafémica tiene una tía enferma que sufrió una psicosis de an-
gustia en el climaterio y que murió de una myodegeneratio cordis. No se puede re-
conocer una relación con la psicosis de la paciente principal.
Una paciente hipofémica tiene una madre enferma en la que según la Historia
Clínica es de suponer también una catatonía hipofémica.
Una paciente hipofémica tiene una abuela materna (madre de la madre) enfer-
ma mental que nunca fue tratada en una Clínica.
Una paciente manerística tiene una tía abuela (hermana de la madre del padre)
enferma que estuvo repetidamente internada en clínicas neurológicas. No se pudo
encontrar una Historia Clínica. Según la descripción de sus familiares, padecía de
síntomas compulsivos, de manera que se puede pensar en una relación con la cata-
tonía manerística de la paciente principal.
Una paciente manerística tiene una hermana enferma que estuvo internada dos
veces en una Clínica Psiquiátrica. Tenía presión alta y tomaba mucho; no es seguro
que sufriera de una psicosis endógena.
Una paciente paracinética tiene una hermana enferma que según un examen
personal sufre también una catatonía paracinética.
Un paciente paracinético tiene una prima (hija del hermano de la madre) en-
ferma que era psicótica periódica y sanaba siempre. No se puede reconocer una re-
lación con la enfermedad de la paciente principal.
263
Un paciente paracinético tiene una madre enferma que según un examen per-
sonal sufre una catafasia. No se pudo comprobar una relación con la psicosis de la
paciente principal.
Por lo tanto aquí también se demuestra que en los parientes de los enfermos
encontramos la mayoría de las veces la misma forma de esquizofrenia. Igual que en
mis primeras investigaciones, la catatonía paracinética resultó, entre las formas sis-
temáticas, la que poseía la mayor carga de psicosis.
Tres padres y dos madres tenían una motricidad no armoniosa con gestos y
movimientos desgarbados. A menudo presentaban también diferentes temblores en
el cuerpo. La mímica tenía en parte el efecto casi de una mueca, la sonrisa tenía en
sí algo de desfigurado. Lo mismo se encontró en dos hermanas, dos nietos y un so-
brino segundo de catatónicos paracinéticos. De las dos madres, una mostraba real-
mente una catatonía paracinética leve. Había tenido hijos con cuatro hombres dife-
rentes; había estado casado con dos de los hombres. No se ocupaba de su hijo en-
fermo y ni siquiera sabía la dirección de otro de sus hijos. Cuando la vimos, estaba
en agitación continua con movimientos en todo el cuerpo. Se levantaba bruscamente
de la silla y volvía a sentarse, varias veces, sin motivo aparente. Los movimientos
del rostro parecían más deformaciones que gestos. Sin embargo, nunca había teni-
do manifestaciones serias de la enfermedad y actualmente se ocupa bien de su ma-
rido y de sus dos últimos hijos.
264
Según estos hallazgos en las familias de los enfermos debo considerar proba-
do que las catatonías sistemáticas tienen como fundamento disposiciones específi-
cas que siempre llevan a sus cuadros propios, ya sea que aparezcan puros o en
combinación con otras formas. Sin embargo, las disposiciones solas raramente con-
dicionan una enfermedad manifiesta. Esto se verá en detalle al considerar la rareza
de las psicosis en los parentescos de las esquizofrenias sistemáticas. Debe agregar-
se una causa exterior, la que todavía nos ocupará mucho.
Artigo brasileiro sobre Karl Leonhard
ARTIGO ORIGINAL
INTRODUÇÃO
Ainda que nos anos finais da propalada "World Decade of the Brain", os re-
sultados da investigação no campo das psicoses endógenas são muito limitados:
como há três décadas, as medicações neurolépticas vêm aliviando os sintomas sem
obter curas, não obstante "as modernas estratégias de marketing, não se encontra-
ram até agora medicamentos melhores," (exceção às drogas com menor perfil de
efeitos colaterais?); pouco ou nada sabemos em relação a uma prevenção efetiva e
tão pouco o uso profilático do lítio nas doenças afetivas representa novidade.
(Beckmann, 1995).
HISTÓRICO
Pode-se dizer que desde o século XIX a nosologia psiquiátrica tende por um
lado à descrição de entidades nosológicas distintas, como fizeram Kahlbaum e mui-
tos autores franceses; por outro, ao postulado de uma "psicose unitária", proposta
por Neumann e Griesinger (Beckmann, 1995). Neste contexto, Emil Kraepelin (1856-
1925) propõe a divisão das psicoses entre dementia praecox, de prognóstico desfa-
vorável, e as formas maníaco-depressivas, com melhor prognóstico. Embora Krae-
pelin tenha descrito muitas outras formas subordinadas de psicoses em seus aspec-
tos transversais e longitudinais, preocupando-se em sistematizar o prognóstico como
266
Eugen Bleuler (1857 - 1939) arrolou grande parte das psicoses que Kraepe-
lin havia descrito como maníaco-depressivas no grupo que passou a chamar "Esqui-
zofrenias". Também Bleuler estava convencido de que se tratassem de entidades
nosológicas distintas; porém, preocupou-se mais estreitamente com os estudos
transversais e com a investigação das "perturbações básicas da esquizofrenia", dei-
xando os aspectos prognósticos destituídos de maior relevância. Esta tendência foi
alvo da crítica de Leonhard à psiquiatria anglo-norte-americana, na medida em que
esta comportou o desenlace de tais teorias que, somadas à psicanálise de Freud,
despreocupou-se do estudo longitudinal das doenças, fazendo com que prevaleces-
sem os cortes transversais em abordagens cada vez mais preocupadas com a Reli-
ability (instrumentos que forneçam resultados semelhantes quando utilizados por di-
ferentes avaliadores em diferentes períodos) em detrimento da validade clínica (Va-
lidity) das entidades nosológicas (Leonhard, 1976).
Carl Wernicke (1848 -1905), contemporâneo de Kraepelin, pode ser tido co-
mo o precursor da escola psiquiátrica alemã cujo método de investigação manteve
estreita ligação com os conceitos oriundos da neurologia, que na época de Wernicke
obteve importantes avanços com pesquisadores como Meynert, os estudos de Wei-
gert sobre a neuróglia e os de His e Flechsig sobre a relação temporal entre o de-
senvolvimento axônico e a bainha mielínica. A obra capital de Wernicke, o seu
"Gundriss der Psychiatrie in Klinischen Vorlesungen", foi publicado em 1900.
(Wernicke, 1996).
Karl Kleist (1879-1960), embora tenha tido contato com Wernicke somente
durante o último ano de vida deste (Wernicke faleceu aos 56 anos, em um acidente
em princípios de 1905), foi seguidor da linha de investigação de Wernicke. Ambos
foram excelentes neurologistas e tentaram ao longo de suas vidas relacionar psico-
patologia com neuropatologia (Wernicke, 1996; Teichmann, 1990). Kleist aprofundou
e ampliou as observações de Wernicke, estudando exaustivamente pacientes com
trauma cerebral. De 1914 a 1916, por exemplo, trabalhou com traumatismos cere-
brais ocasionados por ferimentos com armas de fogo em soldados da I Guerra.
Kleist escreveu a sua "Gehirnpathologie" em 1934: baseado em estudos empíricos,
tentou estabelecer mapas cerebrais relacionados às diferentes funções neurológicas
e psíquicas, teorias que passaram a ser conhecidas como "localizacionistas", na ba-
se das alterações somatopsíquicas estariam implicados sistemas neuronais relati-
vamente específicos, seja enquanto cadeias funcionais ou regulatórias. Kleist, duvi-
dando da unidade das doenças maníaco-depressivas, fez com que sua aluna Edda
Neele realizasse um estudo detalhado das depressões mono e bipolares (Neele,
1949). Também definiu um subgrupo das psicoses, as psicoses ciclóides, individuali-
zando entidades nosológicas que sob a classificação de Kraepelin encontravam-se
no âmbito das doenças afetivas ou das esquizofrenias.
com a orientação da patologia cerebral deste. Acreditando que seria muito difícil atri-
buir sintomas específicos a determinadas áreas cerebrais, tal como tentara Kleist,
Leonhard categorizou as psicoses de forma semelhante (Teichmann, 90). Empreen-
deu juntamente com Kleist a caracterização de diversas doenças que até então não
haviam sido categorizadas, sendo mantidas sob a designação de doenças de siste-
mas cerebrais (esquizofrenias sistemáticas).
CLASSIFICAÇÃO
III - Psicoses ciclóides - Embora este subgrupo tenha sido proposto por Kleist, cabe
a Leonhard o mérito da delimitação em respeito às demais psicoses, tarefa não sim-
ples na medida em que as psicoses ciclóides demonstram superposições temporá-
rias, seja entre as que compõe o subgrupo (psicoses de angústia/felicidade, psico-
ses de confusão excitada/inibida e psicoses de movimento hipercinética/acinética),
seja entre as esquizofrenias não sistemáticas e os distúrbios afetivos. Entretanto, es-
ta distinção reveste-se da mais alta importância, pois as psicoses ciclóides não são
influenciadas em seu curso pelas medicações neurolépticas, em geral melhoram es-
269
V - Formas puras das psicoses Endógenas - Leonhard trata aqui de doenças relati-
vamente raras, onde a escassa casuística tem levado ao diagnóstico errôneo de de-
pressões atípicas ou neuroses. Leonhard fundamenta teoricamente esta divisão na
obra "Biopsychologie der endogenen psychosen" (1970).
EVIDÊNCIAS OBTIDAS
(*) Conforme a última publicação da sua divisão das psicoses endógenas, em 1986.
REFERÊNCIAS
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nous Psychoses. Psychopathology, 23: 331-338, 1990.2.
13. NEELE, E. - Die phasichen psychosen nach ihrem erscheinungs- und erbbild,
Leipzig, Barth, 1949.
14. PETHÖ, B.; BAN, T.A. - DCR Budapest-Nashville in the diagnosis and classi-
fication of functional psychoses. Psychopathology, 21: 155-240, 1988.
18. SILVEIRA, A.; PEREIRA Da SILVA, C. & ROBORTELLA, M.: Contribuição pa-
ra a Semiologia Psiquiátrica: a pneumoencefalografia. In: Arquivos da Assis-
tência a Psicopatas do Estado de São Paulo, Vol. XII, 1947. Oficinas Gráficas
da Assist. a Psicopatas de Franco da Rocha, São Paulo, 1948.
19. STÖBER, G. - Pregnancy and labor complications: their significance in the de-
velopment of schizophrenic psychoses. Fortsch Neurol Psychiatr, 61(10): 329-
337, 1993.
275
20. STÖBER, G.; FRANZEK, E.; LESCH, K.p. & BECKMANN, H.: Periodic cata-
tonia: a schizophrenic subtype with major gene effect and anticipation. Eur
Arch Psychiatry Clin Neurosci, 245: 135-141, 1995.
22. TEICHMANN, G. - The Influence of Karl Kleist on the Nosology of Karl Leon-
hard. Psychopathology, 23: 267-276, 1990.
24. UNGVÁRI, G. - Comparative genetical analysis: a new tool for validating the
schizophrenia subtypes. Acta Med Hung, 41(4): 229-238, 1984.
26. WERNICKE, C. - Grundriss der Psychiatrie. Trad. Diego Luis Outes e Jose
Victor Tabasso. Ed. Polemos, Buenos Aires, 1996.
Nº3 - 1996
ALCMEON 18
La genética molecular y la clasificación de Leonhard: Un
llamado a la colaboración
George Kirov
Características de la propuesta
Antecedentes
Hasta ahora los estudios recientes de linkage y asociación genética en las psi-
cosis endógenas no han producido resultados definitivos. La razón más probable es
que esas perturbaciones psiquiátricas comunes sean muy heterogéneas. Sin embar-
go, el Congreso Mundial de Genética Psiquiátrica de 1995 en Cardiff vio varias repli-
caciones alentadoras de resultados previos. Así, por ejemplo, parece que hay luga-
res que predisponen para la esquizofrenia en los cromosomas 22 y 6, y para la en-
fermedad afectiva bipolar en los cromosomas 18, 21 y X.
277
1. El método del sib pair. La fuerza de este método consiste en que no asume
ningún modo de herencia. Se basa en la expectativa de que si son afectados dos
hermanos, es probable que hayan heredado el mismo gen de parte de uno o ambos
padres. Por lo tanto deberían compartir alelos (alleles) cerca de ese lugar con mayor
frecuencia que la que se espera por casualidad. Este método puede detectar un au-
mento de la participación en los alelos incluso si un pequeño porcentaje de las fami-
lias están ligadas a ese lugar, siempre que el tamaño de la muestra sea lo suficien-
temente grande. Tales colaboraciones ya están en camino y han comenzado a pro-
ducir informes alentadores. El uso de primers de DNA fluorescentes para el tipeo au-
tomático simultáneo de varios marcadores acelerará enormemente la velocidad de
esas investigaciones sistemáticas.
que fuera breve, con el fin de ahorrar tiempo, pero solicitamos a los investigadores
que provean toda la información que puedan, de ser posible notas y sumarios del
caso. La única clase diagnóstica que no vale la pena recolectar es la enfermedad
maníaco-depresiva, porque otros equipos poseen grandes muestras de esa forma y
yo mismo he recolectado ya más de 100 maníaco-depresivos. Los investigadores
deben enviar los formularios completados a mi dirección. Me comprometo a ingresar
la información en una base de datos y a mantener informados en forma regular a los
participantes sobre el progreso. Si el proyecto comienza bien, podríamos tener nues-
tros propios encuentros y podríamos conseguir ayuda económica para financiarlos.
El DNA será extraído en uno o más laboratorios cuando lo consideremos apropiado.
Será accesible a todos los miembros de la Sociedad que quieran organizar un geno-
tipo o a cualquier otro equipo interesado, sujeto a nuestra aprobación. Yo mismo
puedo comprometer el apoyo de uno o dos laboratorios para los análisis propuestos.
Esta colaboración podría producir potencialmente un gran número de informes. Las
publicaciones se harán en nombre de la Sociedad Internacional WKL, pero los
miembros que han contribuido con más casos recibirán un reconocimiento más noto-
rio en las listas de autores. El proyecto detallado más arriba es al parecer el más
adecuado para producir resultados y también el más fácil para que todos puedan
participar en él. También podría responder a nuestra propia curiosidad acerca de la
validez de la clasificación de Leonhard y podría producir evidencias irrefutables en
contra o a favor de ella. También permitirá el examen de casos que los investigado-
res tienden a excluir: las así llamadas “psicosis esquizoafectivas”, que deberían te-
ner una buena representación en nuestra base de datos bajo el encabezamiento de
“psicosis cicloides” y algunas de las formas unipolares. Pienso que podemos recoger
varios cientos de muestras de DNA con por lo menos 10 subtipos representados ca-
da uno por 20 o más muestras. Sin embargo, hay todavía dos medios de colabora-
ción que requieren mucho más tiempo e iniciativa de parte de los participantes: reco-
lectar familias para un linkage y recolectar tríos padres-hijo de aislados genéticos
con una alta frecuencia de un subtipo particular de Leonhard.
El tercer método de colaboración que quisiera proponer es tal vez el más atrac-
tivo y el más adecuado para producir un resultado definitivo, pero también el más di-
fícil de realizar. Requiere también un poco de suerte. Se basa en un método que uti-
liza una búsqueda de segmentos de cromosomas compartidos en aislados étnicos.
Sólo el año pasado se informó que este método era exitoso. Se utilizó para mapear
el gen de la ictericia colestática familiar benigna por medio del genotipo de sólo tres
281
individuos y sus padres (Howen et al., Nature Genetics, 1995, 8: 380-386). Estas tres
familias vienen de una comunidad de pescadores aislada de los Países Bajos, y
descienden a su vez de individuos que vivieron en el mismo lugar desde el siglo
XVII. Los individuos mismos no sabían que estaban emparentados. La idea de usar
este método viene de la suposición de que si hace unos 200 o 400 años atrás ocu-
rrió una mutación fundadora, todos los individuos que hoy están enfermos porque
heredaron la misma mutación portarán no sólo la mutación, sino también un peque-
ño segmento del cromosoma original donde ocurrió la mutación. El tamaño de ese
segmento depende del número de generaciones a partir de la mutación fundadora
(el número de meioses), pero por lo general es posible detectarlo si existe. Los pa-
dres deben ser recolectados también con el objeto de reconstruir los haplotipos en el
par de cromosomas. En el caso del estudio de Howen et al. (1994) fueron tipeados
tres individuos y sus padres inicialmente con 256 marcadores que comprendían el
génoma completo. Luego se construyeron para cada par de marcadores adyacentes
los haplotipos transmitidos a los pacientes. Un área del cromosoma 18 mostró que
compartía cinco de seis haplotipos y 13 segmentos más mostraron que compartían
tres de los seis haplotipos. Esos 14 segmentos fueron tipeados junto con marcado-
res adicionales y sólo de la región del cromosoma 18 se confirmó como que compar-
tía un haplotipo idéntico, mapeando así el gen de la enfermedad con el uso de sólo
tres familias y varios meses de trabajo de laboratorio. El resultado puede apreciarse
en la Figura 1. Hay muchos bolsones de comunidades aisladas en Europa. Es posi-
ble que en algunos de ellos haya una gran cuota de alguna subforma particular de
Leonhard. Si usted conoce alguna población con estas características, los beneficios
pueden ser grandes. Desde ya que no creo que podamos mapear un gen con sólo
tres individuos afectados. Ante todo, si una enfermedad es dominante, necesitamos
duplicar el número de individuos con el propósito de reconocer seis cromosomas que
comparten el mismo segmento. En segundo lugar, las enfermedades psiquiátricas
tienden a mostrar heterogeneidad fenotípica, de manera que el mismo cuadro clínico
pudo haber sido producido por diferentes genes. Pienso que vamos a necesitar du-
plicar otra vez el número mínimo de pacientes (un mínimo de 12) a fin de compensar
esa posibilidad. Desde un aspecto más positivo, es posible hacer uso de pacientes
también si uno solo de los padres está disponible. Pienso que aproximadamente tres
de esos pares paciente-padre son tan buenos como dos tríos completos, si se usan
marcadores altamente polimórficos bien seleccionados. El genotipo de esos ejem-
282
plos será muy fácil porque se utilizará genotipeo automático con marcadores fluores-
centes. Estoy colaborando con uno de esos proyectos de investigación y vamos a
tener todo el sistema en marcha en el Instituto de Psiquiatría en aproximadamente
un año a partir de ahora. Una vez más sugeriría que esas muestras de pacientes
sean recolectadas sólo después de una consulta cuidadosa, pues serán inútiles si no
se las selecciona con algunos criterios muy estrictos. Supongo que se producirán al-
gunos cambios en estos propósitos una vez que podamos ver cuán exitosa es nues-
tra colaboración. Hasta entonces propongo que los investigadores envíen sus co-
mentarios, preguntas y formularios de base de datos completos a la siguiente direc-
ción: Genetics Section
Institute of Psychiatry Denmark Hill Londres SE5 8AF Inglaterra Tel.: 0044 171 703
5334
Si las cosas marchan bien, podríamos organizar un encuentro especial con la ayuda
de la Sociedad WKL y acordar una colaboración más formal.
Síntomas negativos:
3 Difícil de definir
4 Insidioso
Curso de la enfermedad:
Síntomas negativos:
Los niveles de la vida emocional y la estructura de los estados depresivos (#) Kurt
Schneider En la segunda parte de su gran obra Der Formalismus in der Ethik und die
materiale Wertethik (Halle, Max Niemeyer, 1913 y 1916), Max Scheler ha ofrecido
una fenomenología de la vida emocional que me parece significativa para la conside-
ración de ciertos estados patopsicológicos. Puesto que es posible que este libro apa-
284
rezca pocas veces en las manos y la biblioteca del psiquiatra, se justificaría un co-
mentario hasta cierto punto detallado del capítulo fundamentalmente psicológico.
Dejo de lado las aplicaciones éticas y metafísicas; a pesar de eso no se le quitará
nada al aspecto psicológico. En la vida emocional hay niveles. La distinción de un
lenguaje diferenciado que distingue por ejemplo entre felicidad y bienestar, no se re-
fiere a los mismos tipos de hechos afectivos, diferenciados sólo en la intensidad, si-
no a diferencias nítidamente delimitadas de los sentimientos (Gefühl). Apunta al tipo
particular de la diferenciación el hecho de que esos distintos tipos de sentimientos
“pueden coexistir en uno y el mismo acto y momento de la conciencia”. Esto es clarí-
simo allí donde poseen características positivas y negativas. Se puede ser gozoso
(bienaventurado), como un mártir, y al mismo tiempo sufrir un dolor físico; también
se puede “estar sereno” en medio de una desgracia, en el sentido de la serenitas
animi, pero nunca “alegre”; también se puede gozar de un vaso de vino en medio de
la tristeza. Aquí no se produce ningún cambio de los estados afectivos, pues se dan
simultáneamente, y tampoco se produce una mezcla como estado afectivo total. In-
cluso los fenómenos expresivos participan en esa diferencia. No sólo se trata de
sentimientos de diferente calidad, sino de sentimientos de diferente “profundidad”.
Dejando aparte los sentimientos sensibles, separados a causa de su localización, los
sentimientos del mismo nivel fluyen juntos, al contrario de los sentimientos de niveles
diferentes. Sólo como consecuencia iluminan también los restantes contenidos de la
conciencia. La “profundidad” del sentimiento está ligada esencialmente a cuatro gra-
dos bien caracterizados del sentimiento, “que corresponden a la estructura de nues-
tra entera existencia humana”. Hay que diferenciar:
Todos los sentimientos poseen una relación vivenciada con el yo que los dife-
rencia de otros contenidos como las sensaciones (Empfindungen) y las representa-
285
vía, aunque sin poseer un lugar, en la característica de extensión total del cuerpo.
No soy “yo” el que se siente bien, como me siento triste o desesperado: sólo puedo
sentir“me” así. El “me” representa mi “yo corporal”. El sentimiento vital es un hecho
concreto unificado. El que aparte de él existan todavía sentimientos sensibles mues-
tra que no puede componerse de una mezcla de éstos, los cuales deberían entonces
estar irritados. Además los síntomas pueden ser diferentes: durante la percepción de
las más fuertes sensaciones de goce podemos sentirnos abatidos o desdichados.
Además, el sentimiento vital tiene siempre carácter funcional e intencional. Los sen-
timientos sensibles pueden ser para la investigación objetiva - es decir, para una re-
lación que se funda en ella - un “síntoma” de ciertos estados y procesos. En el sen-
timiento vital sentimos la vida misma, en ese sentir se nos da algo: “ascenso”, “des-
censo”, “salud”, “enfermedad”, “peligro”, etcétera. El sentimiento vital participa del
“sentir con” (Mitfühlen) y del comprender (Nachfühlen). Aquí hay también “recuerdos
del sentimiento”, no sólo “sentimientos de recuerdo”. Luego, el sentimiento vital pue-
de mostrar peligros y ventajas inmediatos, que son totalmente inaccesibles a la esfe-
ra de la representación y a la esfera de la comprensión. Los sentimientos vitales
constituyen un auténtico sistema de señales para el estado cambiante del proceso
vital. Por eso son particularmente valiosos, porque aparecen a tiempo antes de los
daños o ventajas fácticos que tocan al proceso vital desde adentro o desde afuera.
Los sentimientos sensibles sólo son fenómenos concomitantes, son simultáneos. El
sentimiento vital anticipa el valor de los estímulos posibles a estos mismos y su apa-
rición: angustia, miedo, repugnancia, apetito, simpatía y antipatía vital. Los senti-
mientos vitales, en oposición a los sentimientos vitales de contacto, son sentimientos
espaciales y temporales lejanos. Los sentimientos anímicos son originariamente cua-
lidades del yo, no a través del dato del cuerpo. Aquí no encontramos una extensión
tan vaga. El color cambiante que puede aparecer por medio de los diferentes senti-
mientos corporales y vitales, no suprime la característica de los sentimientos aními-
cos. Se pueden producir “engaños que pueden llegar al equívoco” entre miembros
de distintos niveles. Los sentimientos anímicos son motivados. “Un hombre cuyos
sentimientos anímicos no están motivados y cuya continuidad afectiva se separa de
los cambiantes estados corporales emocionales, sería tan incomprensible como al-
guien considerablemente dañado en lo intelectual”. En los sentimientos espirituales -
felicidad, desesperación, serenidad del alma, “alegría” - todos los estados del yo es-
tán como apagados. Penetran todos los contenidos particulares de la vida. Ya no
287
no que son más raros y sobre todo tienen la significación exclusiva de síntomas se-
cundarios. Lo primario es aquí la perturbación de los sentimientos anímicos. ¿Cómo
se comportan éstos en la depresión endógena? La mayoría de las veces aparecen
perturbados, sin duda alguna, y a decir verdad, en forma bien evidente. Y sin em-
bargo es fácil mostrar que la “tristeza” de la depresión endógena es diferente a la de
la depresión reactiva. Pero veamos primero el síntoma de la angustia, donde esa di-
ferencia de los tipos es más nítida y reconocida. Todos nosotros conocemos en
nuestros enfermos esa angustia totalmente vacía y carente de contenido, que es
manifiestamente sentimiento corporal, e incluso puede ser sentimiento de un órgano.
Mientras que el idioma alemán carece de denominaciones diferentes de uso para es-
tos diversos tipos de angustia,(#) los franceses distinguen entre “angustia” (angoise)
y “ansiedad” (anxiété). Lo mismo me parece que ocurre con la “tristeza”, y eso lo
muestra una vez más la experiencia. No sólo experimentamos en nosotros mismos
el carácter diferente de un humor carente de motivo y de una tristeza reactiva, sino
que también nuestros depresivos endógenos los distinguen bien. Todo aquel que
haya vivido con un paciente depresivo endógeno la muerte de un familiar, sabe que
esa tristeza reactiva no es vivenciada de la misma manera que la endógena. Esto es
muy claro, por supuesto, en la convalescencia: sólo entonces los depresivos endó-
genos son capaces de recibir vivencias. Pues los enfermos cultos saben señalar la
diferencia entre tristeza “normal” y el sentimiento de la tristeza endógena, que siem-
pre describen con amplitud, aunque vagamente. Estos dos tipos de tristeza no se
suman para llegar a un sentimiento total: pueden coexistir en uno y el mismo acto y
momento de la conciencia, pues provienen de diferentes niveles emocionales y sólo
tienen en común la denominación. Hemos oído que los sentimientos de un nivel
pueden darle color a otro. Es así que no resulta sorprendente la aparición secunda-
ria de sentimientos de tristeza en la depresión endógena. También se entiende per-
fectamente que el enfermo busque motivar su depresión vital, que en cierta manera
encuentre las palabras para la melodía, y que sobre este camino nada infrecuente
se produzcan secundariamente las ideas delirantes. A partir del concepto de la de-
presión endógena como una depresión primaria en el nivel de los sentimientos vita-
les es posible comprender las formas nada infrecuentes, donde se producen pertur-
baciones de otros sentimientos vitales sin que se manifieste una tristeza vital vaga,
para no hablar de una participación secundaria de los sentimientos anímicos. For-
mas que se ha descripto ocasionalmente junto con otros estados totalmente diferen-
289
Por supuesto que por medio de esta caracterización del tipo de la depresión
endógena y reactiva no se afirma nada acerca de su relación concreta. Se podrá
pensar seguramente que una depresión vital puede ser provocada por una experien-
cia triste, ya que vemos también en la histeria desencadenarse de manera parecida
perturbaciones de sentimientos sensibles y vitales, sin que comprendamos los me-
canismos que trabajan aquí. Luego vimos que la depresión de origen puramente re-
activo, que en oposición a la depresión vital provocada anímicamente debe tener re-
laciones comprensibles con la experiencia en cuanto al contenido, colorea con fre-
cuencia y en forma secundaria los sentimientos vitales. Incluso una vitalización de
tales depresiones de origen reactivo no parece ser muy rara, y como se la vió a ve-
290
ces en los soldados, puede llegar a un punto tal que la depresión continúa también
después de la desaparición del “sufrimiento” que la provocó, según las leyes vitales.
En el ámbito de la angustia encontramos algo semejante en ciertas fobias y estados
opresivos.
ALCMEON22
El Concepto Leonhard de las Psicosis Cicloides Criterios Diágnosticos, Significado
Clínico, y ResultadosRecientes de la Investigación1
Summary
Key words
Cycloid psychoses.
Sumario
Palabras clave
Psicosis cicloides.
Introducción
Karl Kleist (1926, 1928) hizo, entonces, elprimer intento para integrar las exac-
tas diferenciacionespsicopatológicas de Wernicke con la visión etiológica, por unla-
do, y con la orientación pronóstica de Kraepelin, por elotro. Denominó "psicosis mar-
ginales" (Randpsychosen) alas psicosis atípicas, expresando de este modo su sepa-
ración delos trastornos esquizofrénicos y situándolas "almargen" de las psicosis fási-
cas. Distinguió las"psicosis marginales" epileptoide, paranoide ycicloide. La última
294
Esto vale también para la clasificación de laICD-10. Aquí las psicosis cicloides
son asignadas a los"trastornos psicóticos agudos y transitorios". Esteconcepto com-
prende un amplio rango de varios trastornosheterogéneos. El diagnóstico depende
más bien de un criterioarbitrario de duración, el cual no está justificado. Así nopuede
hacerse una afirmación pronóstica válida.
Por estas razones es necesario usar como guíasdiagnósticas las precisas des-
cripciones originales de Leonhardde las subformas de las psicosis cicloides.
prensible para ellos, que todo es sólo una repetición,todo es misterioso. Ocurren rá-
pidas alteraciones del afecto,pero más bajo la forma de una simple labilidad afectiva
entre unhumor depresivo y elevado, no entre los extremos de la angustia ydel éxta-
sis. A veces hay una rápida alteración entre los dospolos: frecuentemente un polo
sigue al otro y a veces sólo seobserva un polo de la enfermedad.
Las Tablas 2–5 dan una visión general delos criterios diagnósticos de las psi-
cosis cicloides en generaly de las tres subformas distintas.
298
Significadoclínico
para los pares dicigóticos (17%), un hecho que destaca laausencia de influencia
hereditaria según las reglas de Galton.Las psicosis cicloides representan el diagnós-
tico predominanteentre los pares de gemelos monocigóticos discordantes. Aquí los-
gemelos enfermos mostraron, significativamente, complicacionesdel nacimiento más
frecuentes y severas que sus cogemelos sanos.En los pares concordantes con psi-
cosis cicloides, el gemelo másseriamente enfermo tuvo mayores complicaciones del
nacimiento.Estos hallazgos sugieren fuertemente que las influenciashereditarias jue-
gan un rol subordinado en la etiología de laspsicosis cicloides, en tanto que las in-
fluencias somáticasparecen ser altamente importantes.
Agradecimiento
Bibliografía
Albert, E. (1986). "Über den Einfluss von neuroleptischer Langzeitmedikation auf den Verlauf
von phasischen remittierenden Unterformen endogener Psychosen". En: Seidel, EK;
Neumärker, KJ; Schulze HAF (comps.), Zur Klassifizierung endogener Psychosen. Hirzel,
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Aschaffenburg (comp.), Handbuch der Psychiatrie. Spezieller Teil, 4. Abteilung, 1. Hälfte.
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Perris, C. (1974). "A study of cycloid psychoses". Acta Psychiatr Scand Suppl 253.
Perris, C. (1986). "Cycloid psychotic disorder and postpartum psychosis". Biological Psychia-
try 1985. Proc. IVth World Congress of Biological Psychiatry 1985. Elsevier, Nueva York,
págs. 1193–1195.
ALCMEON 2
Comentario sobre el catálogo de sintomas
De
Karl Leonhard
Daniel R. Martínez
Summary
Introducción
En el trabajo que nos ocupa, Leonhard enumera una serie de síntomas, a los
que adjunta la enfermedad a la cual pertenece cada uno, ya sea como característico
o como indicador de la misma; además de desarrollar diversas consideraciones so-
bre el tema.
Las psicosis fásicas puras se toman como unidad pero se aclara entre parénte-
sis a qué forma en especial se refiere el síntoma mencionado, debido a las diferen-
cias clínicas que presentan estas psicosis entre sí.
Por otra parte, para llegar al diagnóstico de cualquier psicosis hay que tener en
cuenta los distintos síntomas agrupados en las dos columnas (característicos e indi-
310
cadores), sobre todo en la primera, para compararlos con los que presente el pacien-
te que estamos estudiando.
Comentario Final
Resumen
Agradecimiento
Bibliografía
Apéndice
Imagen 1
Imagen 2
Imagen 3
312
Imagen 4
Imagen 5
Imagen 6
Imagen 7
313
OUTRO ARTIGO:
ALCMEON 2
Anatomía patológica de la demencia precoz
Elvia Cecilia Moyano
Summary
Structural lesion of the entorrinal cortex that makes an abnormal ontogenic de-
velopment produces the dislocation of the normal mental integrity of the schizo-
phrenic demence and permits to consider that the emergent simptoms comes from
an abnormal disrepression of the subcortical structures that conform the limbic sys-
tem.
Schizophrenia demente
Disrepression
Resumen
Bibliografía
1. Crow, W. M.: Desarrollo del cerebro. Investigación y Ciencia. Nov. 1979, pág. 73-
85.2. Crosby, E., Humphrey, T. and Lauer, E.: Correlative Anatomy of the Nervus
System, Macmillan Co. 1962, pág. 425.
5. Schneider, K.: Patopsicología Clínica, Ed. Paz Montalvo, 4º ed., 1975, pág. 125-
195.
OUTRO ARTIGO:
ALCMEON 2
Clínica de la depresión
(1ra. Parte)
Prof. Dr. Carlos J.G. Sisto
Summary
The author describes the symptoms and clasification of the depressive illness.
The endogenous, reactive, sintomatic and involutive depression are differentiated.
Symptom
Clasification
Sea por una causa u otra, la realidad incontrolable es, como dijimos, el aumen-
to de la depresión.
Sintomatologia
La respiración suele ser profunda, con los largos suspiros que desde siempre
se relacionaron con la desventura y el sufrimiento (el puente de los suspiros, Vene-
cia). Suele haber tendencia a las posiciones estáticas. En los casos graves, llantos
convulsivos dominan el cuadro. Se toman la cabeza con las manos, o se cruzan de
brazos, con un rictus doloroso que deforma la facie. Otros están impasibles, con lá-
grimas que, silenciosamente, bajan de sus ojos.
La triste sonrisa, con ribetes a veces trágico, quc se dibuja en el rostro del de-
primido, es justamente porque descree de las palabras del médico. Siente que esas
frases son inútiles, vacías, que él sabe la verdad de su destino. Es una concesión
amable a la preocupación del médico, pero la evidencia de su total convicción omi-
nosa.
Son casi constantes los autorreproches, los conflictos de culpa por imaginarias
fallas, errores, medidas económicas, etc. El es el culpable de todo, es un desalmado,
incapacitado de amar, merecedor del peor destino, que será en todo caso justicia
ante sus culpas. Aparece aquí lo que se ha dado en llamar el "fantasma de la depre-
sión", es decir, la tendencia,las ideas suicidas. Dentro de la perturbada lógica de la
desesperación del deprimido, de su negro destino, de su sufrimiento, el terminar con
la vida, aparece como una resolución, quizás la única, que tiene sentido. Su deses-
peranza incluye a Dios y a los hombres. Y por eso, sólo se desea y se ruega dejar
de sufrir, es decir, dejar de vivir. La idea se va "incubando" en general progresiva-
mente. Primero se fantasea con ese refugio de la muerte, con los métodos que po-
drían utilizarse. Pero al principio, son sólo un "juego" mental que se rechaza, aunque
322
Hay que desconfiar del deprimido grave con ideas de suicidio que, aparente-
mente se tranquiliza. Ha cesado la lucha interna en él, ya no está indeciso y su pau-
sada actitud denota la resolución trágica.
También es de hacer notar que, con el tratamiento, suele mejorar antes la abu-
lia que la depresión misma. Y el enfermo, menos dubitativo, con más decisión, llega
en ese momento más fácilmente a adquirir valor para su acto.
Por fin, la atención desmesurada que dirige a su propia fisiología, baja el um-
bral de percepción de los signos vitales: entonces se oyen y sienten los latidos, el
movimiento intestinal, etc. que naturalmente, no son percibidos comunmente. Esto
aumenta, confirma su preocupación, es una prueba de sus sospechas, una certifica-
ción del mal irremediable. Cada vez, en un verdadero círculo vicioso, los síntomas
psicosomáticos crecen agravando la depresión.
Las ideas de culpa, ya han sido expuestas en la parte general. El pecado, la in-
dignidad, la responsabilidad ineludible, ante el descrédito y ante sí mismo, dan lugar
a un remordimiento desolador, con su necesidad de expiación. También en este ca-
so, el tránsito al delirio, a la psicosis, es una eventualidad común.
Formas Clínicas
Pero, a fuerza de ser pragmáticos, digamos que ya a fines del siglo pasado,
Kraepelin describió la psicosis circular, maníaco depresiva, en la çual ambas fases
serían posible alternativa, aunque es más común la depresión. De todas maneras,
atinado es decir que el hipomaníaco, alguna (o algunas) vez en su vida "paga el im-
puesto a la depresión".
Desde hace ya largos años, se habló de una depresión endógena y de una de-
presión reactiva (o exógena).
ble, aunque quizás exagerada. Esta circunstancia era la causa objetiva, el "empujón"
hacia la depresión.
Más tarde se aceptó que la primera tenía raigambre en la fisiología del pacien-
te, y la segunda en causales psicógenas.
Pero pronto se apreció que este esquema era incompleto: había también una
depresión consecutiva a otras enfermedades, la depresión secundaria, que integra-
ba otro síntoma más de una enfermedad de base (depresión sintomática).
Constituye una enfermedad por demás común y todo psiquiatra tiene una bue-
na cantidad de enfermos con este cuadro.
Cuadro
Todo esto es para él inexplicable, pero por fin lo refiere a su reproche y culpa.
Es común que el enfermo de depresión endógena duerma hasta tarde. Es que la
mañana es su peor hora, y por eso el sueño es su refugio para no sufrir. Al avanzar
el día y llegar la tarde, hay una cierta tranquilización. Si bien no desaparece el dis-
placer, la tristeza, se atenúa la ansiedad y la vida parece no atractiva, pero soporta-
ble.
Los ciclos depresivos son, esencialmente, una perturbación del ámbito afectivo.
Por esto, podemos insistir ante el enfermo, que saldrá de la enfermedad tan in-
teligente y capaz como antes.
esta forma endógena, los factores heredogenéticos son importantes. También el bio-
tipo del enfermo, generalmente el hábito pícnico.
Subformas Clínicas
La depresión inhibida: donde el cuadro está dominado por un repliegue general del
Yo, el paciente está recluido, adinámico, quieto, sentado o acostado largas horas,
indiferente a lo que lo rodea, lo cual no significa que haya carencia o disminución de
la atención, sino que está totalmente dirigida hacia sí mismo, hacia su temática de-
presiva, hacia su sufrimiento y a las meditaciones de su ominoso destino, con la ru-
miación constante de su autorreproche y culpa. Todo lo que le aparta de su profunda
introspección (palabras, incitaciones a distraerse, miedos) le molestan, si bien re-
claman compañía, como una necesidad intuída a su autoperceptible minusvalía. En
ocasiones, hay una constante letanía, con palabra apagada impregnada de angustia
y tristeza, pero siempre dentro de la inhibición general de la personalidad.
tuye la sintomatología típica. En este caso, el deprimido no puede estar quieto; hay
en él una hiperdinamia, una hiperquinesis constante. Se levanta, camina por la habi-
tación, mueve el cuerpo, se mesa los cabellos, retuerce las manos. Pide a Dios y a
los hombres, un alivio a su padecimiento, con palabras monótonas, en ocasiones en-
trecortada por suspiros o sollozos. Por lo demás, el pensamiento profundamente pe-
simista, como en el cuadro inhibido, es la temática constante.
Por fin, este desgaste, ese "Síndrome de adaptación" (Selye) hace crisis. Ya no
puede superar las exigencias y sobreviene el derrumbe depresivo, lleno, naturalmen-
te de culpa y reproche y de sensación desesperante de incapacidad y pesimismo.
Freedman, Kaplan y Sadock (Tratado de Psiquiatría, 1982, pág. 1130) reconocen
primeramente esta diferenciación, pero sostienen, con razón, que hay un tránsito a
veces imperceptible de una forma a otras. Es decir, una depresión puede avanzar
como neurótica (y es la más frecuente) y adquirir luego características de endoge-
neidad que puede llegar a la categoría psicótica. Dicen los autores citados que se
registran depresiones psicóticas en alrededor del 10% de pacientes, en general y un
329
25% en los hospitalizados. De esto deducimos, claramente, que son más graves las
depresiones con elementos psicóticos que con un solo cuadro neurótico.
ción exterior. Los síntomas, entonces, son más "puros", en el sentido del manejo his-
teriforme.
climaterio, con sus secuelas de desvalorización estética, sexual, etc. En los hom-
bres, la edad de elección ronda los 60 y 65 años, tiempo también de profundos cam-
bios hormonales, sexuales, de forma de vida (jubilación). Las preocupaciones hipo-
condríacas suelen ser muy frecuentes. Al decir de Ipar, "ya no está el cuerpo a mi
servicio, sino Yo al servicio del cuerpo". Es prácticamente una constante el abrupto
envejecimiento de estos enfermos. De pronto, parece descargarse sobre ellos la ca-
tarata de los años. Con respecto a la edad de aparición de la depresión involutiva,
transcribimos el ilustrativo y conocido cuadro de Paul Kielholz (1981).
Cuadro
Resumen
Bibliografía
15. Rof Carballo, I.: Patología psicosomática, Paz Montalvo, Madrid, 1950.
Summary
The author describes the symptoms and clasification of the depressive illness. The
endogenous, reactive, sintomatic and involutive depression are differentiated.
Sea por una causa u otra, la realidad incontrolable es, como dijimos, el aumen-
to de la depresión. Diferenciemos, antes que nada, la común tristeza de la depre-
sión. Bien dicen Vidal Alarcón (Ob. cit. pág. 341) que la primera está dentro del ám-
bito normal y surge naturalmente frente a "situaciones adversas de la vida cotidiana".
Al contrario sería insólito sentir, ante esas situaciones, placer y alegría. Esa "tristeza"
se confunde con tedio, la neurastenia, el estar "pinchado", el antiguo "Spleen"; la de-
presión en cambio es enfermedad y entra, entonces, dentro del terreno de la patolo-
gía. Altera la vida, el comportamiento del individuo y su entorno, lo aprecia como un
verdadero cambio, negativo, del estado de ánimo, del humor. Algunos individuos
son, de por sí, y como característica de su personalidad, más o menos melancólicos.
Pero aún en ellos, la depresión configura un cambio visible. Mucho más en sujetos
activos, alegres, optimistas "llenos de vida" (aquellos cuya vida cursa habitualmente
en el otro polo, el hipomaníaco) en los cuales el cuadro depresivo aparece como una
verdadera fractura de su acontecer vital.
Sintomatologia
ro" es quizás, la faceta más doliente del deprimido. No en vano Dante pone en los
portales del infierno la frase fatídica "lacciate ogni speranza". Sin una luz de espe-
ranza, la vida se fractura, el hombre pierde "futuridad" al decir de Ortega. Y sin pros-
pección, sin futuro, no queda nada. Y así siente el deprimido grave su negro destino.
Sobreviene un verdadero "aplastamiento" del Yo. La abulia invencible domina el
cuadro.
Hay que desconfiar del deprimido grave con ideas de suicidio que, aparente-
mente se tranquiliza. Ha cesado la lucha interna en él, ya no está indeciso y su pau-
sada actitud denota la resolución trágica. También es de hacer notar que, con el tra-
tamiento, suele mejorar antes la abulia que la depresión misma. Y el enfermo, me-
nos dubitativo, con más decisión, llega en ese momento más fácilmente a adquirir
339
Formas Clínicas
Cuadro
Subformas Clínicas
Existen, algunas veces, formas psicóticas, con clara alteración judicativa, ele-
mentos alucinatorios, ideas delirantes, casi siempre de perjuicio e hipocondríacas.
En ocasiones, estos cuadros se complican configurando una verdadera confusión
mental.
Hemos dicho, en las descripciones anteriores de las depresiones, que éstas, en
cuanto padecimiento de la esfera afectiva, no deterioran el nivel intelectual. Pero en
la depresión involutiva, es posible observar que elementos deteriorantes propios de
la presenilidad, se integran en el cuadro, originados además por una sensación ínti-
ma de incapacidad del paciente.
todo sentimiento por los demás, en este aspecto aparecen como egoístas. Tratan de
conservar todo, y se angustian ante pérdidas mínimas. Se rodean de cosas inútiles,
pero que para ellos son símbolos de seguridad y solidez frente al futuro. Como antes
dijimos, hay una sensación de incapacidad y sólo llegan a hacer un manejo rutinario
de sus bienes, sin alteración o novedad alguna, que, por el contrario, los llena de zo-
zobra.
Cuadro
Bibliografía
15. Rof Carballo, I.: Patología psicosomática, Paz Montalvo, Madrid, 1950.
Sumario
1. Psicosis de la motilidad
2. Psicosis confusional
3. Psicosis de angustia-felicidad
1. Parafrenia afectiva
2. Catatonía periódica
3. Catafasia (esquizofasia)
Bibliografía
I. Pautas básicas de la línea de investigación Wernicke tuvo gran éxito como patólo-
go cerebral. La “teoría clásica”, que está ligada sobre todo a su nombre, dominó el
mundo durante décadas. Si bien más tarde fue relegada por la teoría de la “psicolo-
gía de conjunto”, tal vez esté destinada a un nuevo ascenso en forma más refinada,
ya que en los ensayos fisiológicos de estimulación y de estructuración moderna
siempre se vuelven a encontrar reacciones aisladas, no reacciones de conjunto.
Wernicke fue menos exitoso como psiquiatra, lo que en parte está relacionado con el
hecho de que Kraepelin creó su teoría al mismo tiempo y que debido a la temprana
muerte de Wernicke pudo actuar durante varias décadas más. El concepto de Krae-
pelin de la dementia praecox y la psicosis maníaco-depresiva alcanzó pronto un do-
minio de tal dimensión en el mundo psiquiátrico, que casi no quedó espacio para
otras interpretaciones. De cualquier manera se hubiera podido encontrar el camino a
Wernicke también desde Kraepelin si se hubiese prestado atención a lo que éste
creó en el área de las psicosis endógenas junto a su partición. La mayoría de los
psiquiatras desconocen o al menos no les es corriente que describió muchas formas
especiales en el campo de la dementia praecox. Kleist en sus delimitaciones no se
refirió solamente a Wernicke; sus formas especiales en el campo de la esquizofrenia
también indicaban a menudo las formas especiales que Kraepelin había explicado.
Se puede decir que Wernicke describió sobre todo formas de psicosis endógenas
agudas en su mayoría curables; Kraepelin describió principalmente formas crónicas,
es decir, esencialmente formas esquizofrénicas. Parece ser que los psiquiatras no
simpatizaban con la subdivisión diferencial de las psicosis endógenas en cualquier
forma, de otro modo, dado el prestigio mundial de Kraepelin, no se hubiera ignorado
tan completamente su clasificación. Lo que alguna vez sedujo tanto en la partición
de las psicosis endógenas, además de su sencillez, fue el principio etiológico que
esa partición contenía. Justamente aquí Wernicke tomó otros caminos. Si bien des-
cribió las formas patológicas de tal modo, como si supusiera verdaderas enfermeda-
des, siempre remarcó su diferente causa. Encontramos así, por ejemplo, después
que describiera la psicosis angustiosa en todos sus rasgos característicos, la com-
probación de que etiológicamente para dicha psicosis debía considerarse también la
epilepsia, el alcoholismo, el climaterio, la senilidad; seguidamente habla de una psi-
cosis angustiosa paralítica y de estados angustiosos en insuficiencia circulatoria.
Tampoco el pronóstico, del que Kraepelin dedujo su afirmación sobre la etiología,
354
fue decisivo para Wernicke. De un mismo cuadro patológico Wernicke podía obser-
var un desenlace favorable o desfavorable sin encontrar la posibilidad de una sepa-
ración. Sin embargo llama la atención cuán frecuentemente remarcaba el desenlace
favorable de una psicosis en sus descripciones. Evidentemente valoraba el hecho de
detectar los transcursos favorables. Con eso se preparó lo que se convirtió en un
núcleo de la investigación de Kleist, quien comprobó que las psicosis que de acuer-
do con su cuadro recuerdan a las esquizofrenias, pueden adoptar un transcurso fá-
sico básicamente favorable. Kleist no intentó - como lo hizo el mismo Kraepelin y sus
seguidores - de agregar las formas a las esquizofrenias o a la enfermedad maníaco-
depresiva, sino que las tomó como formas propias. Schröder, también alumno de
Wernicke, habló bajo similares puntos de vista de psicosis degeneradas. De allí en
más Kleist no se conformó con una visión global de ese tipo, sino que describió una
gran cantidad de “psicosis marginales”, como las denominaba. Junto a sus colabora-
dores buscó asegurarlas en los estudios catamnésicos. Kleist, al perseguir el pen-
samiento de las psicosis independientes, se desvió de los conceptos de Wernicke. Si
bien adoptó las descripciones de éste en forma múltiple, tampoco discutió que simi-
lares síndromes podrían tener diferentes causas, pero llegó al resultado de que se
trataba esencialmente de psicosis endógenas, que se curan, es decir que deben ser
separadas pronóstica y etiológicamente de las esquizofrenias. Tampoco pudo incluir-
las en la enfermedad maníaco-depresiva. Al adoptar Kleist el principio etiológico de
Kraepelin, se produjo un particular cruce de la línea de investigación de Wernicke y
de la línea de investigación de Kraepelin. Kleist reconoció en este punto del pronós-
tico la concepción de Kraepelin; en cambio los alumnos de Kraepelin abandonaron,
después de una prolongada discusión de opiniones, su principio del pronóstico y
consideraron las esquizofrenias en forma independiente de la salida, es decir, similar
a como Wernicke había observado las enfermedades en forma independiente del
pronóstico. Si se me permite incluir aquí investigaciones propias para la visualización
de esto, se observa lo siguiente: de acuerdo con los estudios que realicé juntamente
con von Trostorff, la mitad de los casos, los cuales según el diagnóstico de Kraepe-
lin-Bleuler son considerados esquizofrenias, se curan. De acuerdo con la interpreta-
ción pronóstica de Kraepelin, no son esquizofrenias. Si bien estos cuadros patológi-
cos curables - en su mayoría se trató de psicosis cicloides - se apartan totalmente de
Wernicke, me adhiero, entonces, junto a Kleist, a la interpretación de Kraepelin y no
los llamo esquizofrenias. En cambio los alumnos de Kraepelin siguen aquí el camino
355
evalúa, no así en cambio los síntomas concomitantes, que siempre son de esperar,
ya que la psiquis no sólo puede enfermar, sino que también puede reaccionar a la
enfermedad. Cuando algunos investigadores, sobre todo algunos investigadores
modernos, consideran a todos los síntomas como expresión de la reacción, entonces
se comportan como Kraepelin, aunque con otro signo, es decir consideran a todos
los síntomas por igual. En cambio Wernicke era capaz de diferenciar; tomaba distan-
cia de los síntomas concomitantes y de este modo podía describir cuadros muy cla-
ros. Cuando efectivamente captó los síntomas ejes (centrales), tanto más debe ser
valorizada su obra por cuanto se ocupó primordialmente de los estados agudos de la
enfermedad. En el estado de defecto esquizofrénico ya no es difícil señalar los lími-
tes, mientras que muchas veces son borrados por los síntomas accesorios en el
transcurso del proceso. A fin de ilustrar cómo se diferencian las descripciones de
Wernicke y Kraepelin, quiero dejar hablar por sí mismos a ambos grandes psiquia-
tras. La parafrenia confabulatoria es descrita tanto por Wernicke como por Kraepelin.
La exposición de Kraepelin comienza con las siguientes palabras: “La siguiente for-
ma confabulatoria de la parafrenia, tal vez emparentada con la anterior, que natu-
ralmente sólo abarca una pequeña cantidad de observaciones, se destaca por el rol
dominante que juegan en ella las alteraciones de los recuerdos. Su comienzo de vez
en cuando parece constituir una alteración en el ser del enfermo. Éstos se vuelven
callados, ensimismados, irritables, se retraen, meditan mucho, para luego hablar de
aventuras en el sentido de un delirio de persecución y de grandeza. Se sienten rele-
gados, son perseguidos, robados, dicen haber sido envenenados; en todas partes
hay signos sospechosos; les arrojan piedras, les rompen los vidrios, hay tiros. Se les
miente, insulta y amenaza, les tosen en la cara, les sacan la lengua, los anarquistas
están detrás de ellos; les fue robada una caja con papeles de valor; el rey de Prusia
los quiere hacer matar; son prostituidos, violados, degollados. Algunos enfermos
también escuchan voces, un susurrar suave; alguien les habla al oído y dice lo que
ellos mismos quieren decir; la gente cuchichea y se ríe”. Aquí se presenta una gran
cantidad de síntomas psicóticos, pero lo característico de la parafrenia confabulatoria
no se reconoce. Siguen muchas páginas más con los variados datos que comunica-
ban los enfermos a los que Kraepelin había observado. También uno se entera en-
tretanto, que expresan sus comentarios fantásticos con muchos detalles como si se
tratara de experiencias (vivencias) reales. Pero muchas de las afirmaciones hechas
no permiten reconocer este carácter confabulatorio, de modo que básicamente no
357
el hecho de que yo realizara una serie de estudios juntamente con Neele que mos-
traron resultados en la cuestión de la enfermedad maníaco-depresiva que también
ofrecieron nuevos puntos de vista a Kleist. Originalmente Kleist supuso en las psico-
sis maníaca y depresiva dos grupos de enfermedad diferentes, contrariamente al
habitual diagnóstico psiquiátrico desde Kraepelin, los cuales pensaba que frecuen-
temente estaban relacionados sólo por una afinidad biológica. Yo supuse que tanto
su interpretación como la contraria estaban en cierta forma justificadas, y junto a
Neele realicé una larga serie de estudios en varios centenares de pacientes. Se con-
firmó que Kleist sin duda tenía razón en una gran parte de las psicosis fásicas, que
existen formas que no son solamente casuales, sino que por su esencia son mono-
polares, pero que por otro lado sí existe una enfermedad maníaco depresiva como
unidad. Se encontró además que las formas monopolares ofrecen cuadros muy de-
limitados, los cuales con la repetición de la fase vuelven siempre de la misma mane-
ra, a tal punto que pudimos hablar de formas “puras”, mientras que las otras formas
no sólo demostraron ser “polimorfas” por el hecho de que van hacia dos polos, sino
que más allá de esto, demostraban en cada polo una considerable amplitud de los
síntomas. De manera que aquí las repetidas fases depresivas o maníacas en un
mismo paciente de ningún modo necesitan ser iguales. He reestructurado amplia-
mente, en su aspecto clínico y hereditario, la agrupación en formas monopolares y
bipolares que ya había esbozado Neele en su monografía, como lo demuestra mi
“Clasificación de las psicosis endógenas”. La carga hereditaria demostró ser mucho
más alta en la enfermedad maníaco-depresiva que en las formas puras. Entretanto
la señora von Trostorff ha realizado estudios comprobatorios que han confirmado las
considerables diferencias biológicas hereditarias. Además Angst y Perris han reali-
zado últimamente, en forma independiente, grandes estudios, y, como creo, pueden
aportar la prueba definitiva de que de cualquier modo las formas depresivas deben
separarse genéticamente en monopolares y bipolares. También los estudios más re-
cientes de Winekur et al. probaron esto. Kleist no mantuvo su concepto de que la
manía y la melancolía representaban dos enfermedades diferentes en cada caso,
luego de haber conocido los estudios de Neele y míos. En la siguiente Tabla 1 se
reproduce la clasificación definitiva de las fasofrenias de Kleist. Si se hiciera una crí-
tica de la línea de investigación de Wernicke-Kleist, entonces se presenta eventual-
mente el indicio de que tampoco dentro de esta línea existirían interpretaciones uni-
formes, ya que mi propia clasificación tiene una apariencia esencialmente distinta a
360
igualmente como patología cerebral y la relacionó con el campo del pasaje desde el
lóbulo occipital hacia la 3ª circunvolución temporal. Si confirmé el concepto de Kleist
acerca de un carácter sistémico de las esquizofrenias, debí delimitar además las es-
quizofrenias “atípicas” o “no sistemáticas”, que tienden a un transcurso remitente y
muestran una carga considerablemente más alta. Kleist se convenció de la exactitud
de esta separación en dos grupos de enfermedades diferentes, pero vio lo esencial
del segundo grupo en la tendencia hacia una paulatina extensión de la sintomatolo-
gía y de allí que habló de “formas extensivas”, como lo demuestra la Tabla. Las es-
quizofrenias “no sistemáticas” se diferencian del “grupo nuclear”, que abarca las for-
mas sistemáticas, de acuerdo con el cuadro de estado, el transcurso y la herencia.
Las esquizofrenias no sistemáticas siempre miran en su cuadro hacia las psicosis ci-
cloides, y por ese mismo motivo adquieren un significado especial. Si estas últimas
psicosis, a pesar de su pronóstico favorable, son incluidas por lo general en las es-
quizofrenias, se debe seguramente a que tienen “parientes malignos” en las esquizo-
frenias no sistemáticas, si se puede decir así, que al comienzo ofrecen cuadros simi-
lares. Si se quiere proceder a una separación entre las formas de pronóstico benigno
y las formas de pronóstico maligno de las psicosis endógenas, deben considerarse
junto a las psicosis cicloides sobre todo las esquizofrenias no sistématicas. Por ese
motivo, más abajo trataré a estas últimas más en profundidad. En la Tabla 4 ofrezco
un cuadro de los grupos y formas esquizofrénicas, tal como los veo.
1. Psicosis de la motilidad
damente tres semanas, y luego terminó a los pocos días. Helga era ahora una niña
de 16 años psíquica y completamente normal, abierta, amable y natural. En 1957 la
cité para un control. El resultado fue el siguiente: la Nochebuena de 1956, es decir
3/4 año después de su salida, fue nuevamente acinética, no se paraba más, no iba
más al sanitario, y solamente ingería los alimentos cuando le eran dados directa-
mente. Luego de cinco días todo había pasado. Ocho días antes de las Pascuas, es-
te estado volvió a presentarse y esta vez duró 10 días. Después, según manifestó la
madre, la niña parecía “recién nacida”, “totalmente fuera de las casillas”, más vivaz
que en otros tiempos. Este leve estado de excitación también pasó rápidamente y
Helga fue otra vez como antes. Cuando me vino a ver para su control, aparentaba
estar completamente sana, vivaz, amable y accesible. Quizás demostraba un leve
rasgo hipomaníaco que ya se había observado al salir de la clínica y que al parecer
se presentaba más notoriamente después de la finalización de las fases acinéticas.
La niña recordaba todos los detalles de su estado, podía referir exactamente lo que
había vivido, y estaba evidentemente orientada en todas las fases de su enfermedad
en cuanto al tiempo y lugar y acerca del ámbito que la rodeaba. Según contaba, al-
gunas veces tenía ideas depresivas y/o angustiantes. Creía que le querían hacer al-
go, quizás llevarla a la cárcel. En octubre de 1971 el resultado catamnésico era: H.
estaba sana, activa como peluquera y felizmente casada. En el transcurso de los
años padeció muchas fases más en su casa en las cuales no hablaba ni comía. La
última hace siete meses. En esta paciente había existido una psicosis de la motilidad
acinética con fases de muy corta duración que se sucedían a intervalos relativamen-
te cortos. Tal transcurso no es infrecuente en la psicosis de la motilidad, si bien los
estados cortos son más característicos de las hipercinesias que de las acinesias. La
mayoría de los estados acinéticos se presentaron en la niña con el comienzo de la
menstruación. Tampoco esto es inusual. Wernicke ya ha descrito una psicosis de la
motilidad menstrual recidivante. La curabilidad de la psicosis de la motilidad pudo ser
comprobada en base a muchos casos observados durante largos años. En mi libro
Clasificación de las psicosis endógenas presenté a una enferma con psicosis de la
motilidad periódica, en la cual pude seguir el transcurso de la enfermedad por más
de 26 años. En ese tiempo la paciente había padecido 17 fases, si no contamos las
oscilaciones (alteraciones) más leves. En ella las acinesias fueron más severas que
las hipercinesias. Aproximadamente en la cuarta fase, que cae en el año 1923, la
paciente se encontraba rígida en la cama, mantenía los ojos cerrados, eliminando
365
orina debajo, y debió ser alimentada con la sonda. En un estado similar la observé
yo mismo en su fase 17. Estaba rígidamente acinética, por momentos mantenía la
cabeza levantada de la almohada y no mostraba reacción alguna con la alimentación
por sonda. Se curó ante mi vista y luego fue vivaz, abierta, de sentimientos cálidos e
inmediatamente retomó la relación natural con sus parientes. No se reconocía nin-
gún indicio de defecto.
2. Psicosis confusional
preguntas. También dejó de comer. Luego miraba a su alrededor con una expresión
mezcla de desorientación y miedo. Mejoró nuevamente con el tratamientos electro-
convulsivo y comentó que había tenido un miedo terrible. Siete semanas después de
su ingreso fue dada de alta en estado equilibrado y con completa aceptación de la
enfermedad. En 1955 enfermó por tercera vez. No hablaba nada. También suspen-
dió casi por completo la ingesta de alimentos. Ingresó nuevamente en la institución
W., y a su ingreso estaba totalmente estuporosa, se quedaba parada con la cabeza
gacha y no respondía, pero miraba con expresión interrogante a su alrededor. Volvió
a liberarse con el tratamiento electroconvulsivo y comentó que había visto objetos
voladores en la iglesia con los que había tenido contacto. Miraba algo confusa y apa-
rentaba estar muy concentrada en sus pensamientos. Una compañera enferma le
pareció una conocida, no se podía explicar esto. Al cabo de tres meses estaba nue-
vamente libre, con aceptación completa de la enfermedad; mostraba una actividad
afectiva natural y expresaba el temor de volver a enfermar quizás más adelante. En
1956 siguió la cuarta fase. La enferma permanecía constantemente en la iglesia y
dejó de hablar. Esta vez fue llevada a la clínica de neurología local. No hablaba pero
asentía con la cabeza cuando se le preguntaba si entendía al médico. Seguía las or-
denes. Cuando estuvo más liberada comunicó que todo le parecía muy extraño, co-
mo si estuviese bajo anestesia, como si todos la estuviesen observando y hablaran
secretos de ella. Decía que se habían hecho comentarios sobre sus relaciones fami-
liares. Esta vez, con el tratamiento electroconvulsivo, la enferma se curó y fue cons-
ciente de su enfermedad después de ocho semanas. En 1958 enfermó por quinta
vez; por primera vez sin estupor, sino con excitación. Inmediatamente después de su
incorporación desarrolló un tenesmo del habla confuso y entre otras cosas expresó
lo siguiente: “Ahora estoy descansada y luego una es agarrada así, sólo porque uno
busca una silla. También la policía ya me ha agarrado. Si todo hubiese sido bien re-
partido entonces, todo hubiese ido normalmente. Se puede dejar ir a la persona, no
es ganado. También he visto allá atrás cómo tiran el pan en el tacho de la basura,
tenía la inscripción «Para vendas»” y allí estaba el pan. Una siempre se debe callar
la boca; eso no es posible.” (¡Usted está tan enojada!) “Los hombres se enojaron
mucho más que yo. En 1945 buscaron el pan. ¿Nos hará progresar esto? ¡No!
Siempre nos atrasaremos, a costa de otros”. Más tarde comentó que la seguían, pe-
ro que los enfermos y los paralíticos iban a ella para hacerse curar. Frecuentemente
se le interpretaban ideas de éxtasis religiosas. Pero en primer lugar se encontraba
368
todavía el tenesmo incoherente del habla. De vez en cuando la enferma era bien ac-
cesible, pero en general era petulante y antipática. Después de ocho semanas se
tranquilizó. Luego, durante dos semanas se volvió llamativamente callada, no habla-
ba casi nada. Por último llamó la atención por poco tiempo una excitabilidad. Luego
volvió a curarse. Cuatro meses después de su admisión R. pudo ser dada de alta cu-
rada.
Hasta la última fase, que yo mismo observé, se supuso en la enferma, si bien se
producía una curación completa, una esquizofrenia de características catatónicas.
De acuerdo con las descripciones, efectivamente existía confusión inhibida. También
en la última fase, que transcurrió como excitación incoherente, se intercaló nueva-
mente una corta fase de parquedad de palabra. La curación de la psicosis confusio-
nal, la puedo documentar con muchos años de observación, al igual que a la psico-
sis de la motilidad. La que más me impresionó fue la siguiente: una paciente de la
clínica de Frankfurt entraba en la clínica cada uno o dos años desde hacía treinta
años. Era severamente incoherente y llamaba con nombres equivocados a sus com-
pañeras y a las enfermeras, a las que conocía desde hacía mucho tiempo. No tenía
nada maníaco en sí, incluso podía emitir sus expresiones incoherentes sin dirigirse a
otra persona. Como siempre la vi enferma - el esposo la llevaba a casa en cuanto
comenzaba a mejorar - , me incliné interiormente a suponer una catatonía periódica.
Por ese motivo le hice una visita entre dos fases de la enfermedad y en el ambiente
familiar encontré una persona de constitución física pícnica simple y cálida en todo
sentido.
3. Psicosis de angustia-felicidad
como en la estirpe. Debido a cierto parentesco con las psicosis cicloides, debe ase-
gurarse el diagnóstico diferencial justamente frente a éstas. Sintomatológicamente
existe una tendencia relativa desde la psicosis de angustia-felicidad hacia la parafre-
nia afectiva; de la psicosis de la motilidad hacia la catatonía periódica y de la psico-
sis confusional hacia la catafasia. Cuando denominé a las esquizofrenias no siste-
máticas “parientes malignos” de las psicosis cicloides, no se trataba de un real pa-
rentesco, ya que no existe ninguna relación pronóstica ni biológicamente hereditaria.
1. Parafrenia afectiva
trolaba tan bien frente a terceros que no se la consideraba enferma mental, el espo-
so se quejó en una carta de que lo perseguía con odio, tenía excitaciones que au-
mentaban hasta la furia. Ella misma escribió la siguiente carta a la institución: “Todos
ustedes han pecado conmigo. Cada día reconozco más que en los últimos años no
he sido una enferma mental. Mi esposo no podrá justificar ante el Juicio Final lo que
me ha hecho... Voy todos los días al servicio religioso y ruego a Dios que me haga
olvidar mi padecimiento inmerecido, pero a pesar de eso no puedo... Dios es justo y
no abandona a los que son abandonados por el mundo maligno”. Representa un es-
pecial desarrollo característico de la parafrenia afectiva, cuando la angustia paulati-
namente se desarrolla en excitabilidad y las ideas de angustia paulatinamente se
desarrollan en ideas de persecución. En general, esta alteración del cuadro de esta-
do comienza mucho más rápidamente que en la paciente recién descrita. Por otro
lado, es mucho más raro que la parafrenia afectiva no se salga del cuadro de la psi-
cosis de angustia, de modo que el diagnóstico errado es inevitable. Entre las 18 es-
quizofrenias de la estirpe mencionada, se encontraba una paciente que pasó varias
fases angustioso-depresivas y luego se mantuvo esencialmente sana. Sólo se com-
probó todavía cierta “angustia y tristeza del ser”. Cuando el afecto patológico no se
presenta en forma aguda, sino que desde el comienzo muestra una forma más blan-
da, están dados los presupuestos para que se produzca una paranoia en el sentido
de Kraepelin. En la estirpe descrita se encontraron tres casos muy próximos a esta
forma de enfermedad. La pertenencia de la paranoia a la parafrenia afectiva es es-
pecialmente clara en los casos donde los enfermos se sienten profetas y quieren
otorgar felicidad al mundo. Si en las mujeres son tan poco frecuentes los cuadros en
el sentido de la paranoia se debe, a mi entender, a que las motivaciones afectivas
son aquí generalmente más severas, en cambio las tendencias a la elaboración lógi-
ca de las ideas es menor. Pero el hecho de que en el marco de la parafrenia afectiva
también se encuentren pacientes femeninas con delirio sistemático simple, podría
demostrarlo la siguiente enferma. La enfermedad adquiere una forma especialmente
femenina por el hecho de tratarse de un delirio amoroso. La paciente K., soltera de
50 años, en realidad llegó a nuestra clínica por casualidad. Padecía una colitis que
pensamos era de origen psíquico. No había punto de referencia para eso. En su lu-
gar comprobamos que teníamos ante nosotros a una enferma mental crónica. La
mujer se desempeñaba como modista en su propio negocio sin inconvenientes. Pero
resultó lo siguiente: a los 24 años la paciente conoció a un astrólogo que según pa-
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ca, el delirio adquiere también una doble dirección, se vuelve expansivo y persecuto-
rio al mismo tiempo. Ésta es la regla en los casos de transcurso crónico que no pre-
sentan ataques. De este modo me explico el hecho de que la paranoia de Kraepelin
sea por lo general expansiva y persecutoria al mismo tiempo. Pero en oportunidades
ocurre también en los transcursos crónicos que las fases de un estado anímico sean
reemplazadas por fases del otro, y por lo tanto también el delirio sufre un cambio
acorde.
var, pero luego se queda en posición agachada y deja caer la cabeza. La inmovilidad
habitual es interrumpida brevemente por esas acciones; la enferma siempre vuelve
pronto a la cama y adopta su posición en el borde de la misma, de manera que da la
sensación de que se va a caer. La mayoría de las veces no reacciona para nada
cuando se le habla y si se le insiste mucho se aparta. Su cara está tensa y en parte
desfigurada por los gestos. La comida debe ser introducida y a menudo es rechaza-
da en forma defensiva. En la hipercinesia de la primera enferma se observa la multi-
plicación de los movimientos expansivos y reactivos, como lo hemos encontrado en
la psicosis de la motilidad. Pero junto a ésta se encuentran muchos síntomas que no
permiten ser interpretados en esta forma gradual, así por ejemplo las iteraciones, las
estereotipias y lo paracinético en el recorrido del movimiento. Y en las acinesias de
la primera paciente, pero mucho más marcadamente en la acinesia de la segunda,
no sólo se reconoce la rigidez general, sino que existían muchos signos que al mis-
mo tiempo indican falsos impulsos, el grito iterativo, el rechazo, las posturas contrac-
turadas, las muecas. Según creo, la diferencia más importante entre una psicosis de
la motilidad y una catatonía periódica se encuentra en que en el primer caso existe
ya sea una hipercinesia o una acinesia; en el segundo caso, en cambio, las dos co-
sas hasta cierto punto al mismo tiempo. Cuando los catatónicos se encuentran en
excitación general, la rigidez del recorrido del movimiento por el cual se produce el
carácter paracinético muestra que al mismo tiempo existen síntomas acinéticos. La
uniformidad, es decir, las iteraciones y las estereotipias, si bien también se presen-
tan en las psicosis de la motilidad severas, con frecuencia pueden explicarse por
rasgos acinéticos y por ese motivo hacen pensar en una catatonía (Kleist, Fünfgeld).
Por otro lado, con una acinesia preponderante, las catatonías periódicas muestran
con extraordinaria frecuencia, ya sea aquí o allí, un rasgo hipercinético. Durante la
postura rígida los pacientes hacen muecas o quizá desarrollan movimientos de los
dedos u otros movimientos uniformes, como se menciona para la primera enferma
arriba presentada. También las posturas contracturadas, el rechazo, el actuar impul-
sivo, muestran nuevamente que junto a la acinesia existen impulsos anormales. A
pesar de las frecuentes remisiones benignas, la catatonía periódica tiende hacia el
defecto. Con la repetición de los ataques, éste se presenta cada vez con mayor cla-
ridad. Como estado terminal después de una catatonía periódica, se encuentra un
empobrecimiento del impulso y del afecto. En los casos más leves, se trata solamen-
te de una cierta parálisis psíquica, en los casos más severos de una profunda depre-
378
sión. Las formas severas del defecto en general sólo son alcanzadas cuando en los
ataques severos predominan las acinesias. La motricidad tiene también en el estado
terminal algo de rigidez en sí. En los casos que padecen especialmente de hiperci-
nesias, se suele encontrar también en el estado terminal desfiguraciones en los mo-
vimientos físicos del cuerpo, de los brazos y de la cara. En todos los casos severos
se agrega una alteración del pensamiento. Consiste principalmente en la incapaci-
dad de resolución, pero en los casos paracinéticos se le agregan frecuentemente di-
vagaciones alógicas.
3. Catafasia (esquizofasia)
mantenida y que además suelen destacarse por una buena disposición para el con-
tacto. Se alegran cuando uno habla con ellos, a menudo se vuelven cada vez más
vivaces en el diálogo cuando se los escucha. Tampoco se sienten molestos cuando
uno debe reírse de sus curiosas exteriorizaciones. Kleist ha descrito la esquizofasia
en forma un poco diferente que Kraepelin; para él la formación de nueva palabras
tiene un significado preferencial. Se puede notar su ausencia casi o por completo en
los casos de tenesmo del habla, pero aquí entran en el cuadro los errores gramatica-
les. En los casos severos, los enfermos pierden la construcción en medio de la frase;
la frase no tiene sustantivo o no tiene verbo: un sustantivo que debería encontrarse
en el nominativo aparece en el genitivo; un verbo donde correspondería la primera
persona se encuentra en tercera persona. A menudo no se pueden separar las fra-
ses entre sí, no se sabe en qué lugar deben ser incorporados los signos de puntua-
ción. A veces se podría cortarla casi a voluntad aquí o allí, ya que de ninguna mane-
ra se formaría una frase ordenada.
Kraepelin creía que en estos enfermos se trataba más de un trastorno del habla
que de una alteración del pensamiento. Kleist opinaba lo mismo con referencia a la
formación de palabras nuevas. En efecto, a menudo se puede reconocer que los pa-
cientes tienen en mente algo correcto y sólo se equivocan verbalmente. Pero en mu-
chas otras respuestas que dan, debemos comprobar que las diferentes palabras se
juntan tan erróneamente que ya deben estar alteradas las condiciones en el pensa-
miento. Si la capacidad del pensamiento se mantuviera, los pacientes de vez en
cuando deberían hacer también el intento de corregir sus expresiones verbales, lo
que nunca es el caso. En las conversaciones concretas donde son ordenados, de-
muestran que no existe una afasia, que en realidad dominan el habla y que lo pue-
den aplicar correctamente. Deberían reconocer la severa confusión de sus expresio-
nes verbales, si no fuera que tienen ya una severa alteración del pensamiento. Por
medio de la alteración del pensamiento, la catafasia permite reconocer un parentes-
co con la psicosis confusional excitada. Pero la alteración va mucho más profunda-
mente en “el parentesco maligno”. En la psicosis confusional se pueden comprobar
pensamientos individuales con sentido, que sólo se encuentran uno al lado del otro
en forma incoherente; en la catafasia esta fisura penetra hasta los pensamientos y
formulaciones verbales más estrechas. Reproduzco las exteriorizaciones de un es-
quizofásico que corresponde a la descripción de Kraepelin: “Yo había sido despedi-
do por tercera vez de la fábrica de pinturas Hoechst, también devolví los comproban-
380
tes de almuerzo que no fueron reembolsados. Veo mucho dinero y voy tras él. Él fue
bueno por la alta capacidad industrial. Tenía dos billetes. El alemán del Este pide
100 millones de marcos. Poseedor de una fábrica de ladrillos. Debemos pagar al
maestro Luzius, perdemos a menudo. Eso sería separación. La fortuna, hemos per-
dido mucho la fortuna ajena, sólo pregunta a la imprenta Wagner, 10 peniques en
pequeño y 30 años quizás. Dos abonados es muy difícil. Tengo señores aquí, lobo
en la exposición, pierde el dinero de la casa. El examen de raza y mano de dama,
también aquí sería un animal de señores. Ahora estoy en casa hace un año, vacu-
nado a la izquierda y a la derecha y quien no es un devorador de hombres es mayor
de 30 años. Pero eso a menudo es distinto, cuando está mal alimentado, las otras
personas están disconformes. Ahora yo tampoco sabría lo que sucede. Lo que quie-
ro decir finalmente es que a las cuatro hay papas hervidas en lugar de pan. Dije que
cuando lo pongo y lo necesitamos, entonces sé dónde descansa.” La prueba de inte-
ligencia dio el siguiente resultado: (¿Cajón y canasto?) “Un cajón señorial, porque
así se llama la que él enumera.” (¿Diferencia?) “Sí, puede haber una canasta emba-
lada en un comercio.” (¿Árbol y arbusto?) “El árbol tiene una copa más grande y se-
ría más rico en la tierra, en la tierra la raíz sería más rica.” (El amanecer tiene oro en
la boca.) “Entonces a menudo puedo guardar muy bien, pero él quiere venir y cerrar
con llave. Yo siempre digo abrir y cerrar.” (¿Significado?) “El oro es burlado de esa
manera.” (La manzana no cae lejos del tronco.) “La manzana tiene una corona.”
(¿Significado?) “El relojero lo sacará como una corona. ¿Si es una corona cultivada?
El tronco tiene una corona al aire libre o en el invernadero.” (¿Quien no quiere escu-
char debe sentir?) “Ése también tiene dolores, el hombre debe decir que realmente
oye pero no quiere escuchar.” Con relación al diálogo, en la catafasia inhibida se en-
cuentra lo opuesto a la forma excitada, pues aquí las expresiones verbales son ya
muy incompletas o no se logran más. Es característico un mutismo completo. Con
esto se reconoce el parentesco con la forma inhibida de la psicosis confusional,
donde el mutismo se encuentra igualmente en el centro del cuadro. Pero, mientras
que aquí está acompañado por la desorientación, la que se reconoce por los gestos
y se confirma por las ideas de referencia, la catafasia inhibida muestra una expresión
vacía y apática en el rostro. A lo sumo se interpreta aún una desorientación. Los ca-
tafásicos inhibidos, en general dejan de dirigirse a quienes los rodean, no reaccionan
a las preguntas o solamente lo hacen con una mirada no participativa (fría). La dife-
rencia en los gestos, la desorientación allí, la apatía aquí, es tan clara, que posibilita
381
la diferenciación. Los catafásicos cumplen las órdenes con mayor lentitud aun que
los pacientes con psicosis confusional. Pero por otro lado no tienen nada de catató-
nico en sentido estricto; si bien se mueven lentamente, no demuestran anomalía al-
guna en el recorrido de sus movimientos ni tampoco anomalías posturales. Describo
a una enferma con catafasia inhibida cuyo hijo también mostró una catafasia, pero
de forma excitada. Ya he mencionado a ambos enfermos en otra parte (1961) y pre-
sento ahora a la madre. Emma D., nacida en 1907, estuvo internada desde 1959
hasta 1962 en la clínica local. El padre siempre estuvo levemente excitado, además
de eso no se comprueba ninguna cosa llamativa en la ascendencia. La paciente en-
fermó a mediados de 1958. Se quejaba de que se le crispaban los nervios. Exteriori-
zaba miedo, creía que su esposo se había suicidado, ella misma debía morir. Se
atribuía a sí misma los sucesos inofensivos de del medio. Cuando tocaban las cam-
panas de la iglesia o cuando sonaba una música triste en la radio, creía que había
llegado su hora de morir. Se volvió paulatinamente menos participativa, sólo se le-
vantaba bajo insistencia, se sentaba en camisón a la mesa. En la clínica fue muy po-
co impulsiva desde el comienzo, casi muda. Así quedó. Se sentaba en posición rela-
jada y tenía expresión facial desorientada o más aun, vacía. De vez en cuando se
presentaba una angustia. También exteriorizaba en forma fragmentada ideas de re-
ferencia, que algo estaba en marcha en contra de ella, la querían matar. Una vez ex-
tendió su manta en medio de la sala y se negó a ir a la cama, evidentemente porque
creía que allí le harían algo. Bajo insistencia explicó entonces: “Terminen conmigo”.
Cuando su hijo, a quien no veía desde hacía dos años, la vino a visitar, parecíó estar
muy contenta. Lo abrazó, pero inmediatamente después fue no participativa con él,
poco tiempo después lo dejó para regresar a su habitación. Algunas veces debió ser
alimentada. Generalmente se alimentaba por su cuenta, aunque con movimientos
lentos. Nunca fue sucia. En general esperaba que se le ordenara ir al toilette. Con
una revisación más exacta resultó lo siguiente: entra con un gesto de desagrado, se
deja empujar, mira alrededor suyo con movimientos inquietos e interrogantes, tam-
bién hace ciertos movimientos gesticulares con la boca, se toca a sí misma y se
queda inmediatamente parada cuando no se la empuja más. Con un ligero empujón
se sienta sobre la silla, pero se queda sentada sobre el borde. La cara no es tensa,
pero no muestra ninguna expresión y tiene el aspecto de vacía y apática. (¿Cómo
anda?) No hay respuesta, sólo mira con cara de desagrado de un lado al otro y se
mueve más. Cuando se le ordena que se levante, duda un poco al principio, primero
382
vo es la comida.” (El amanecer trae oro en la boca.) “Éste es un bello y puro dicho,
yo saludo el amanecer.”
con la limitación de las formas especiales. Entre otras cosas pone de relieve estados
patológicos que relaciona con la parafrenia afectiva de mi delimitación. Entre los au-
tores soviéticos, Sucharewa y Perskaja señalaron esquizofrenias de transcurso vio-
lento que recuerdan a las psicosis exógenas y hacen sospechar una génesis tóxica.
Giljarovskij diferencia tanto las formas remitentes como circulares, donde sólo se lle-
ga lentamente a un desmoronamiento de la personalidad. Similarmente, en la actua-
lidad Sneschnewski diferencia las esquizofrenias en periódicas y de transcurso con
ataques e intenta captarlas más exactamente junto con sus colaboradores por medio
de estudios polifacéticos de tipo físico, mental y biológico-hereditario. En España se
ha esforzado además de Solé Sagarra, con el que trabajé en parte, sobre todo Sarré
para encontrar un diagnóstico diferencial y siempre ha remarcado en los congresos
el valor de las delimitaciones clínicas afinadas. En Portugal, Fernandes describe di-
ferentes formas de transcurso. En Inglaterra, Fish ha presentado estudios especial-
mente extensos acerca de las subformas de la esquizofrenia. Algo similar ocurrió
con Astrup en Noruega. En Brasil intervino Silveira para un diagnóstico diferenciado
de las psicosis endógenas. En Japón se impone especialmente Mitsuda y Kurosawa
para dar un lugar especial a algunas psicosis endógenas y para ello aportaron con-
firmaciones biológico- hereditarias. En gran medida Langfeldt se hizo conocer por
sus esfuerzos en dar un lugar especial a algunas psicosis endógenas. Habla de psi-
cosis esquizofreniformes y las separa como curables de las verdaderas esquizofre-
nias. También Rümke estuvo muy ocupado en los últimos años en separar las psico-
sis de transcurso favorable de las verdaderas esquizofrenias. A mi parecer, los auto-
res tienen en vista por un lado a las psicosis cicloides, las que por su esencia son
curables, pero por otro lado esquizofrenias “no sistemáticas” con transcurso relati-
vamente benigno. Langfeldt también aporta una experiencia terapéutica y opina que
las verdaderas esquizofrenias no son influenciables por los tratamientos por shock.
Yo coincido con él en que las esquizofrenias “sistemáticas” no son esencialmente in-
fluenciables por los shocks de cualquier tipo. Pero las formas no sistemáticas, que a
pesar de todo son esquizofrenias seguras, según mi opinión, pueden tener buena
respuesta al tratamiento. Inclusive creo que da una indicación importante para el tra-
tamiento por shock, pues en ellas a menudo se puede detener el progreso del pro-
ceso mientras que las esquizofrenias sistemáticas ni siquiera reaccionan y las for-
mas circulares y cicloides se curan sin tratamiento. En Alemania, juntamente con
Kleist ya Schroeder había agrupado la posición especial de varias psicosis endóge-
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Fig. 1 Árbol de decisión de la clasificación de Leonhard. La figura muestra niveles de jerarquía en el sistema
clasificatorio de Leonhard como regla, el proceso diagnóstico finaliza en una de las categrías mencionadas en el nivel
5 (al 5/a en una categoría de "nivel medio" o al 5b en el caso de no diferenciación entre ciertas categorías de nivel
medio en 5ª). El proceso diagnóstico puede ser terminar también en un escalón previo, por ejemplo en el nivel 4.
Aff.Dis. Desorden del espectro afectivo. Sch.Spectr. Desorden del espectro esquizofrénico. "CAT" catatonia (no
diferenciada entre sistematizada/no sistematizada). "PAR" parafrenia (no diferenciada entre sistematizada/no sis-
tematizada) ''HEB'' hebefrenia,. Unsyst. Sch. Esquizofrenias no sistematizadas. Syst Sch. Esquizofrenias sistema-
tizadas Catafasia (perteneciente a las esquizofrenias no sistematizadas no está representada
a los cinco años y a los 21-33 años de segui- específicos) fueron usados para registrar y
miento, los diagnósticos fueron hechos por cuantificar la información fenomenológica que
psiquiatras "ciegos" en una sesión diagnóstica sirvió como base del proceso diagnóstico.
conjunta. Las decisiones diagnósticas indepen-
dientes fueron hechas por cada psiquiatra in- Análisis estadístico
terviniente luego del examen conjunto. Los
psiquiatras "ciegos" ignoraban el status diag- El test de Wilcox fue usado en la compa-
nóstico (sujeto control o paciente, o previos ración de los grupos. El valor estadístico de
diagnósticos del paciente o historia previa o kappa fue calculado de acuerdo con el méto-
tratamientos en curso) y las sesiones diagnós- do de Cohen. Evaluamos la validez predicti-
ticas fueron conducidas en una secuencia ran- va de nuestra clasificación nosológica y la fia-
domizada atenta al status diagnóstico de los bilidad entre los diagnósticos dados por los dos
sujetos (paciente o sujeto control). En casos investigadores al FU a través del empleo de
especiales, establecer diagnóstico (depresión método de Markov antes descripto basado
unipolar vs. Psicosis maníaco-depresiva), fue sobre un seguimiento parcial al punto 21-33
disponible a partir de los datos del curso de la años del estudio.
enfermedad sobre solicitud de los investiga- Las decisiones diagnósticas independien-
dores. Las escalas de medición psicopatoló- tes de los dos psiquiatras fueron sintetizadas
gicas (RS) fueron administradas en una ma- tomando en consideración (a) los diagnósti-
nera idéntica a las sesiones diagnósticas. Al cos originales de los pacientes, (b) diagnósti-
momento del IND una escala de 16 items que cos dados por el psiquiatra 1 (B. Pethö),y
fue adoptada y adaptada para el estudio (Ro- (c) diagnóstico dado por el psiquiatra 2 (quien
ckland Pollin Rating Scale, RPS); fue expan- haya hecho el diagnóstico "ciego" independien-
dida en 1966 (Rockland Pollin Rating Scale temente; J. Tolna or M. Farkas). Basado en
Expanded, RPSE) para incluir cuatro items esta información diagnóstica, se encaró el pro-
adicionales como se especifica en la tabla 1. blema de cómo estimar la fiabilidad y validez
Además del RPSE, un checklist de síntomas entre la clasificación nosológica al momento
consistente en 18 items medidos sobre una inicial de la psicosis y el seguimiento a los 21-
escala de 5 puntos fue también compilada. 33 años por el psiquiatra 1 por un lado, y por
(List of Specific Symptoms; LSS Tabla 2) para otro entre los diagnósticos del psiquiatra 1 y
la determinación de síntomas no incluídos en el psiquiatra 2 en la asignación de los pacien-
el RPSE, pero, relevantes para la clasifica- tes en unidades nosológicas de acuerdo al ár-
ción de Leonhard (ejemplo, Caracterización bol diagnóstico clasificatorio provisto en la fi-
detallada de los tipos de delirios y alucinacio- gura 1.
nes). Al momento del FU, la PANSS fue su- Seguimos las ideas generales de Bartko y
plementada con otros instrumentos diagnósti- Carpenter (1976), más allá que los métodos
cos. Los datos psicométricos fueron provis- presentados en nuestro estudio fueron exten-
tos y las decisiones diagnósticas fueron he- didos para usar el modelo estocástico de Mar-
chas al finalizar la entrevista diagnóstica por kov. En particular, el modelo matemático em-
los psiquiatras intervinientes en sesiones con- pleado por nosotros puede ser delineado como
juntas. Las escalas de medición y el chequeo sigue. Inicialmente, al comienzo del estudio,
de síntomas (ejemplo, Listado de síntomas un grupo de pacientes con desórdenes psicó-
Tabla 1. Escala de medición Rockalnd Pollin, versión expandida (RPSE) empleada por nosotros desde 1967.
Los primeros 16 ítems de la RPSE fueron listados por Rockland y Pollin. La escala fue expandida por nosotros
desde los ítems 17 al 20. Además, el ítem 10 fue expandido incluyendo falta de ansiedad bajo condiciones estresan-
tes. Ítems 1 a 7, 9, 10 y 17 a 20 son del espectro bipolar
Tabla 2. Lista de ítems específicos (LSS) empleada por nosotros desde 1967 durante la totalidad del seguimien-
to de la investigación
Tabla 3. Distancia de las categorías nosológicas de la clasificación de Leonhard y de los NC de uno a otro en un
espacio tridimensional que sirve de base para el proceso de Markov usado para la clasificación diagnóstica.
El eje principal del espacio tridimensional representa tres dominios de interés seleccionado por el Investigador
Principal basado en su relevancia en relación a la clasificación de Leonhard: I-funcionamiento cognitivo, II- afecto
(depresión/hipertimia vs aplanamiento afectivo) III- el curso de la enfermedad; aguda vs. Progresiva. Intervalo de
una dimensión es -1 a +1.
ticos y un grupo de individuos control fueron De acuerdo con los evaluadores no se adop-
clasificados en ciertas unidades nosológicas. taron diagnósticos con líneas de corte estric-
Nombremos al número de unidades como k, tas. Se permitieron todas las diferentes líneas
con A1, . . , Ak denotando las diferentes uni- de desarrollo dentro de las unidades nosológi-
dades. Nombremos al grupo de unidades como cas desde los controles normales a las cate-
U. En el final del período de seguimiento los gorías de Leonhard, representando varios ni-
mismos pacientes fueron clasificados por dos veles de jerarquía y en casos aislados, combi-
evaluadores independientes. Los datos de un naciones de múltiples unidades nosológicas.
paciente consistieron entonces en un triplete El modelo matemático usado en este estudio
Ai, B, C, donde Ai describía la unidad nosoló- permitió el cruce entre los bordes de las uni-
gica inicial de un paciente investigado y B, C dades nosológicas, con la secuencia de los
son los subgrupos de U denotando los diag- estadíos consecutivos de una persona siguien-
nósticos de los dos evaluadores independien- do el proceso de Markov.
tes (Psiquiatras 1 y 2). Al comienzo, el status El proceso de Markov es un método esto-
diagnóstico de cada sujeto estudiado fue defi- cástico con la propiedad que el pasado y el
nido por una de las ocho categorías nosológi- futuro están condicionados independientemen-
cas de enfermedades representando un nivel te dado que el presente es conocido. En el
de jerarquía medio en el sistema clasificatorio modelo Markoviano, consideramos unidades
de Leonhard, y para los controles normales. nosológicas (categorías diagnósticas de Leo-
(Fig. 1). Inicialmente, se asignaban los diag- nhard) a un momento dado, incluyendo tanto
nósticos como miembros de una unidad noso- el momento inicial como el seguimiento, como
lógica específica o control normal. Al segui- estados subsecuentes en la secuencia. Basa-
miento de los 21-33 años, su status diagnósti- do en una evaluación cruzada y en los datos
co podría convertirse en algo más complejo. emergentes de la historia del paciente, dife-
La distinción realizada para el par endó- ron como "tipos de reacción exógena psíqui-
geno/exógeno fue establecido por Mobius ca", con una sintomatología determinada.
(1892), quien al analizar la etiología de las Más tarde todos estos cuadros pasarían a
enfermedades del sistema nervioso, separó denominarse "tipo de reacción exógena agu-
aquellas en que la causa es externa al siste- da de Boenhoeffer". La importancia de este
ma nervioso (traumatismos, infecciones, me- descubrimiento radica en que la sintomatolo-
tabolopatías, tóxicos) y las denomino enfer- gía del trastorno psíquico, no esta en lo abso-
medades exógenas; de otras debidas a la pre- luto vinculada a la enfermedad somática que
disposición y la herencia, para lo cual aplicó la origina. Esto se traduce en que enfermeda-
la noción de degeneración de Morel y las de- des corporales o somáticas diferentes entre
nominó enfermedades endógenas. sí pueden dar lugar a un mismo cuadro psico-
Hacía finales del 1800, creció en impor- patológico, y un mismo cuadro psicopatológi-
tancia la creencia de que cada noxa específi- co puede presentarse en distintas enferme-
ca habría de conducir a un cuadro patológico, dades somáticas.
así mismo específico, que vincularía una en- Se concluye que todas las manifestacio-
fermedad somática con su correspondiente nes psíquicas agudas que se originan en en-
trastorno mental. fermedades somáticas, pueden incluirse den-
En la psiquiatría alemana, Kraepelin con- tro del amplio grupo clínico: "tipo de reacción
fiaba en poder atribuir a toda noxa somática, exógena aguda".
y en particular a cada tóxico exógeno o endó- Bonhoeffer, para definir el término de "exó-
geno, un determinado trastorno mental. geno", respeta la concepción del dualismo
El par endógeno/exógeno, fue tomado por cartesiano mente-cuerpo, constituyendo el
Emil Kraepelin en la quinta edición de su tra- cuerpo lo exterior, en relación al cerebro (men-
tado (1896), pero especialmente en la sexta te o psique). Así considerado una noxa exó-
edición (1899), ya que con respecto a las psi- gena sería algo que partiendo del cuerpo, im-
cosis exógenas, siguió el criterio etiológico de pactaría nocivamente en el cerebro y la psi-
los síndromes de Moebius. que.
Finalmente, no se logró relacionar cada Hay que distinguir, el daño psíquico oca-
noxa somática con una determinada psicosis sionado por un acontecimiento o vivencia
concomitante. emocional intensa, que provoca en el sujeto
Karl Bonhoeffer descubre las relaciones una descompensación psicótica aguda. En este
existentes entre enfermedad somática y alte- caso el daño no se inscribe en el ámbito del
ración mental aguda. En sus observaciones cuerpo, sino en el de una respuesta o reac-
puramente experimentales, vio que las altera- ción de la psique, a su interacción con el acon-
ciones mentales agudas de base somática, tecer del mundo externo, a esto llamaremos:
presentaban cuadros que poseían rasgos dis- "psicosis reactivas".
tintivos, que le permitía diferenciarlos de las Por lo tanto lo exógeno, quedaría circuns-
psicosis endógenas y también de las altera- crito al trastorno psíquico que se origina en el
ciones psicorreactivas. ámbito del cuerpo
Es así que las psicosis concomitantes a las Bonhoeffer también fue el primero en ob-
enfermedades somáticas agudas se conocie- servar que las alteraciones funcionales de las
glándulas endocrinas periféricas, ejercían una cas. Propone reemplazar los términos exóge-
acción a través del cerebro impactando sobre no y endógeno por el de: "psicosis de funda-
la psique, tanto por vía humoral como nervio- mento corporal conocido y desconocido", res-
sa. Tales influencias son al principio de índole pectivamente. Schneider aplica aquí los con-
funcional, pero en alteraciones graves se con- ceptos de agudeza y cronicidad a la enferme-
vierten en estructurales, extendiéndose a di- dad somática base de la psicosis.
versas zonas del cerebro. Según Tellenbach, la noción de endógeno
Bonhoeffer concluyó que los efectos so- se refiere a lo criptogenético o lo que brota de
bre la psique, de las enfermedades cerebra- la psiquis, aparecería por lo tanto una tercera
les agudas de índole general (ejemplo: ence- dimensión causal que no se contrapone a los
falitis, accidentes vasculares cerebrales, et- términos de psicosis endógenas y exógenas,
cétera), son idénticos a los producidos por sino entre psicosis endógenas y somatógenas
enfermedades extracerebrales agudas que Gruhle (1953), define a las psicosis sinto-
impactan en el cerebro (ejemplo: insuficien- máticas como las alteraciones psíquicas pro-
cia hepato renal, intoxicaciones, etcétera), pias de las enfermedades internas. (Gruhle)
expresándose ambos con idénticos cuadros En la actualidad el ICD-10 (Clasification
psicopatológicos. of mental and behavioural disorders: clinical
Ewald se oponía a la designación del tér- description and diagnostic guidelines), utilizan
mino exógeno y de "reacción aguda exóge- el término "Trastorno Mental Orgánico" para
na", para aquellas enfermedades del cerebro alteraciones psiquiátricas atribuibles a una
tales como tumor cerebral, demencia de Al- enfermedad cerebral diagnosticable en si mis-
zheimer o Pick, en las que si había lesión es- ma, y el de "Trastorno Mental Sintomático"
tructural cerebral crónica, proponiendo el uso para aquellas en que la afectación cerebral
del término: "psicosíndrome orgánico agudo", es secundaria a una enfermedad sistémica
para el caso en que estas enfermedades se extracerebral.
manifestaran en forma aguda, con síntomas En el DSM- IV (Manual diagnóstico y es-
psicopatológicos. Reserva el término exóge- tadístico de las enfermedades mentales), se
no, para aquellas enfermedades cerebrales utiliza el término: "Trastornos Mentales debi-
donde aparece una noxa que ataca al cerebro dos a una enfermedad médica general". El
y a la psique, desde la esfera extracerebral. cambio del término "orgánico" por el de "de-
Eugen Bleuler propuso el término: "psico- bido a", destaca la necesidad de definir la etio-
síndrome orgánico" para designar las conse- logía, y no la localización o estructura. La tec-
cuencias psicopatológicas crónicas de enfer- nología actual nos permite arribar al diagnós-
medades cerebrales difusas, como es el caso tico etiológico. La idea del DSM IV, es que
de las demencias o enfermedades degenera- para establecer un diagnóstico secundario, hay
tivas. que razonar de tal manera que se pueda esta-
Kurt Schneider (1948), manifiesta su duda blecer la relación causal, entre el síndrome
acerca de la utilización del los términos de psicopatológico, y el trastorno cerebral médi-
psicosis exógenas (agudas) versus el de psi- co sistémico o primario. De todas formas, la
cosis orgánica (crónicas), ya que el dice que base para obtener el diagnóstico de los tras-
todas las enfermedades incluso la esquizofre- tornos secundarios, sigue siendo la evaluación
nia y la ciclotimia son enfermedades orgáni- clínica. Además de ello, el médico depende
de los estudios complementarios de laborato- cados: onda P 300, etcétera. Revelaciones que
rio, neuroimágen, electroencefalografía y confirman la existencia de una fisiopatología.
pruebas neuropsicológicas. En lo que se refiere a la anatomía del cere-
Se siguen cuatro pasos: bro, se encuentran alteraciones estructurales
1- Definición del síndrome psicopatológi- tales como ventriculomegalia, atrofia tempo-
co específico. ral, atrofia hipocampal, etcétera, que se ob-
2- Delimitación de otras manifestaciones servan mediante neuroimágenes cerebrales.
del trastorno primario. En la actualidad nos planteamos si no se-
3- Demostración de enfermedad cerebral ría conveniente abandonar el término endó-
sistémica activa. geno, por otro que reflejara mejor el substrato
4- Establecer el grado de prevalencia en- neurobiológico de estas enfermedades.
tre la etiología posible y cuadro psicopatológi-
co descrito. 2) Psicosis exógenas (o sintomáticas):
Queda reservado en la actualidad el tér-
Clasificación etiopatogénica de las mino exógeno para aquellas psicosis que son
psicosis de base somática producto de una noxa que proviene del cuer-
po, cualquiera sea su origen (intracerebrales,
Como mencionamos al comienzo del capí- extracerebrales/intracorporales, extracorpora-
tulo las psicosis se clasifican en tres comple- les), que impactan en el cerebro.
jos sintomáticos. Estos trastornos psiquiátricos son los que
1) Psicosis endógenas (o funcionales) quedan más próximos a una interpretación
2) Psicosis exógenas (o sintomáticas) según el modelo médico tradicional.
3) Psicosis reactivas. Por ello es que ante el diagnóstico de una
psicosis, deberá realizarse un examen clínico
1) Las psicosis endógenas (o funcionales): completo, para hacer un diagnóstico diferen-
Se llamaban así antiguamente debido a que cial y descartar todos los cuadros orgánicos
su origen era desconocido. Lo que si se sabe capaces de producir psicosis de tipo esquizo-
hoy en día es que hay una base somática u freniforme, afectivo o catatónico, ya que de-
orgánica para estas psicosis. Múltiples hallaz- tectarlos cambia el pronóstico.
gos neurobiológicos ratifican este concepto.
Si bien hay varias teorías, no existe un cono- 3) Psicosis reactivas:
cimiento claro de la etiología de las psicosis Son aquellos cuadros psicóticos de breve
endógenas. Tampoco se puede negar, a estas duración, que se desencadenan en una perso-
alturas, que hay una alteración en el funcio- nalidad anormal, cuando se ve expuesta a es-
namiento cerebral, evidenciado por el hecho tímulos psíquicos traumáticos graves, o cir-
de que responden a modificaciones de los re- cunstancias estresantes muy intensas y súbi-
ceptores y neurotransmisores cerebrales, pro- tas.
vocadas por los psicofármacos. También se
detectan trastornos del funcionamiento, por
estudios de neuroimagen funcional, como PET,
SPECT, RME; u otros como potenciales evo-
Escarlatina Mercurio
Viruela Plomo
Tuberculosis Aluminio
Hepatitis Magnesio
Osteomielitis Arsénico
Gripe epidémica Efectos tóxicos de sustancias psicotropas:
Fiebre tifoidea Opioides
Mononucleosis infecciosa Cannabinoides
Metabólicas y endócrinas: Cocaína
Hipo e hipertiroidismo LSD
Hiperparatiroidismo Disolventes volátiles
Addison y Cushing Clometiazol
Hipopituitarismo Vitamina B1
Diabetes mellitas, hipoglucemias a repeti- Ketamina
ción, comas hiperosmolares Derivados de la atropina
Puerperio Anfetaminas
Acidosis respiratorias/hipoxia e hipercapnia Éxtasis
Insuficiencia renal Alcohol
Encefalopatía hepática Traumatismo ecefalocraneano
Porfiria
Enfermedad de Wilson Expresiones clínicas de las psicosis
Hiper e hiponatremia de base somática
Neoplasias
Carenciales: Debemos tener en cuenta que antes de
Vitamínicas hacer el diagnóstico de psicosis sintomática,
Pelagra es necesario establecer un vínculo entre el
Beri-Beri
cuadro clínico psiquiátrico que se nos ofrece
Anemia Macrocítica
Anemia Microcítica
a la observación, y la entidad clínica a la cual
le estamos atribuyendo la causalidad. Es por
Psicosis exógenas- extracorporales ello que consideramos necesario en principio
Efectos tóxicos de sustancias: establecer los siguientes parámetros que nos
Propanolol orientaran a una relación causa-efecto.
L-dopa Para Kurt Schneider, estas psicosis pre-
Metil-dopa sentaban una serie de características clínicas
Esteroides fundamentales que orientaban a su diagnósti-
Antihipertensivos co:
Hormonas exógenas
- La presencia concomitante de impor-
Sulfamidas
Cloromicetina
tantes hallazgos somáticos.
Isoniacina - Una relación cronológica evidente en-
Antimaláricos tre los hallazgos somáticos y la psicosis.
Hipnóticos - La existencia de un cierto paralelismo
Efectos tóxicos de gases: entre los cursos de unos y otros.
Monóxido de carbono - La existencia de cuadros psíquicos de
Efectos tóxicos de metales índole similar a los que estamos habituados a
ver también en las lesiones corporales cono- o Algún grado de obnubilación de la con-
cidas, es decir exógenas u orgánicas. ciencia.
Kurt Shneider utiliza para clasificar las Sin embargo K. Schneider ha insistido que
psicosis de base somática el criterio sintoma- esto no significa que la obnubilación de la con-
tológico o evolutivo, clásicamente se ha divi- ciencia sea el síntoma axial de las psicosis sin-
dido a los trastornos exógenos por su curso, tomáticas
en agudos y crónicos. b- Facultativos: síntomas que expresan la
- Agudos: Su síntoma principal es la alte- localización cerebral del daño.
ración de la conciencia (delirium). c- Individualmente facultativos: obedecen
- Crónicos: Con deterioro de las capacida- a predisposiciones congénitas de la personali-
des intelectuales y la personalidad (demen- dad o a disposiciones adquiridas.
cia). Otra visión de los síntomas la aporta Kres-
En la literatura anglosajona se los encuen- chtmer, que se caracteriza por tomar en cuen-
tra denominados como: ta tanto la predisposición congénita como la
- Reacción orgánica aguda. personalidad y el hecho desencadenante.
- Reacción orgánica crónica. Como desde el análisis estructural de Bir-
Estas denominaciones no solamente nos nbaum, estas psicosis se caracterizan por la
hablan del curso, sino también de la psicopa- complejidad de sus síntomas, como por el he-
tología, pero no son específicas en cuanto al cho de que la alteración de la conciencia no
pronóstico. Si bien es cierto que los cuadro es tan constante. Así los síntomas quedarían
agudos tienden a resolverse y los crónicos no, divididos en:
esto no es estrictamente así. En verdad que - Síntomas patogénicos: ocasionados direc-
el pronóstico quedará definido por la etiología tamente por las causas somáticas.
del cuadro. Otros autores como Wieck y - Síntomas predisponentes: originados por
Scheid prefieren dividirlos en: la personalidad previa.
- Reversibles. - Síntoma patoplásticos: puestos en mar-
- Irreversibles. cha por la personalidad adquirida, por sus vi-
Lipowski incluso considera la existencia de vencias y elaboraciones.
"estado amnésico confusional subagudo" que - Síntomas desencadenantes: aquellos que
correspondería desde la semiología y el cur- ponen en marcha la psicosis.
so, a una forma intermedia entre el Delirium Según la Dra. Carra el punto de vista de
y la Demencia. Kreschtmer es tan completo, que permite ha-
Sterlz consignó dos tipos de grupos sinto- cer un abordaje del cuadro no sólo desde la
máticos, en el análisis semiológico de estos comprensión psicopatológica y psicodinámi-
cuadros: los obligados y los facultativos. Otros ca, sino también sobre sus causas íntimas y
psiquiatras como K. Schneider, Kleist y Weit- su evolución.
brecht reconocieron esta diferencia. Para afirmar que se trata de una psicosis
a- Obligados: son aquellos que siempre de base somática, es estrictamente necesario
están presentes: que los síntomas psiquiátricos sigan el curso
o Alteraciones en el nivel de claridad de evolutivo de la enfermedad somática que los
la conciencia. desencadenó.
menor frecuencia de síntomas psicóticos de dógena, pero siempre hay que tener en cuen-
primer orden. ta la desorganización de la conciencia.
En el tipo hipomaníaco, quizá presente más Las causas más frecuentes son:
dificultad para distinguirla de una forma en-
Etiologías Enfermedades
Lesiones en el S.N.C. Secuela de traumatismo de cráneo.
Tumores en hemisferio derecho o corteza órb
Esclerosis múltiple.
Enfermedad de Huntington.
Enfermedad de Parkinson.
Causas de manía e hipomanía orgánica Epilepsia Psicosis interictales a forma maníaca
Endocrinopatías Enfermedad de Cushing.
Forma depresiva: Según Vallejo Nágera estasHipertiroidismo.
depresiones
Hipotiroidismo.
Gran cantidad de enfermedades físicas son llevan el cuño de una alteración de la con-
Infecciosas Sífilis tardía.
causa de depresiones. A veces, los síntomas ciencia. Una extraordinaria fatigabilidad
Fiebre Q.
de la
depresivos preceden a los signos y síntomas atención, fácil agotamientoEncefalitis.
y sensación de
orgánicos. En otras ocasiones aparecen jun- enfermedad
Metabólicasorgánica. Los síntomas sobresa-
Encefalopatía urémica.
tos, o bien puede suceder que la depresión se lientes son los que están másPostoperatorio
ligados al fraca- de cirugía mayor.
desarrolle más tarde. Las más frecuentes son so Sustancias psicotropas
del cuerpo, Antidepresivos.
falta de energía, desgano, an-
las asociadas a enfermedades del Sistema hedonia. Es el motivo por el Psicoestimulantes.
que estas depre-
Nervioso Central. Si bien es cierto que estos Corticoides
siones se acompañan de una intensa sensa- (de origen exógeno).
Antiparkinsonianos.
pacientes tienen menos antecedentes de de- ción subjetiva de enfermedad física. Hay ten-
Anticolinérgicos.
presión que un depresivo primario, también es dencia al suicidio. Agonistas dopaminérgicos.
verdad que estas personas tienen un bajo No presentan tristeza inmotivada,
Opíaceos.ni idea-
umbral de vulnerabilidad previo para la de- ción delirante depresiva. Alcohol.
presión. Benzodiacepinas.
La evolución no se presenta en fases, sino cuela del ACV, con la intensidad del cuadro
que sigue el curso de la enfermedad que la depresivo.
provocó. En el caso de las psicosis epilépticas a for-
Los accidentes cerebrovasculares, causan ma depresiva, son las que presentan tentati-
depresión en mayor medida que cualquier vas de suicidio con los métodos más cruen-
accidente vascular en otra parte del cuerpo. tos.
No se correlaciona la importancia de la se- Las causas más frecuentes son:
Etiologías Enfermedades
Lesiones del S.N.C. ACV más frecuente en hemisferio izquierdo.
Tumores (meningiomas).
Traumatismos craneales.
Enfermedad de Parkinson.
Esclerosis múltiple.
Enfermedad de Huntington
Epilepsia Psicosis epiléptica interictal a forma
depresiva.
Crisis ictal (epilepsia del lóbulo temporal).
Neoplasias Cáncer de páncreas.
20% de otras neoplasias.
Infecciosas Meningitis.
HIV.
Endocrinopatías Enfermedad de Cushing.
Hipotiroidismo.
Enfermedad de Addison.
Enfermedades metabólicas
Enfermedades autoinmunes
Sustancias psicotropas Corticoides.
Antihipertensivos.
Antipsicóticos.
Causas de depresión orgánica (Vieta)
sión de que se trata de dos cuadros diferen- gustia y malestar. En un grado mayor de alte-
tes. ración de la claridad de la conciencia, el pa-
El Síndrome Confusional, es un conjunto ciente presenta obnubilación, desorientación
de síntomas, que se pueden manifestar total- auto y alopsíquica, la atención es fluctuante,
mente o en parte. Es básicamente una altera- imposible de detenerse en un objeto. La sen-
ción del nivel de claridad y/o del campo de la sopercepción es lenta y dificultosa, se distor-
conciencia. Las formas clínicas de confusión siona al punto de prestar colaboración en la
mental varían según el grado de alteración de aparición de ilusiones.
la conciencia en: Confusión onírica:
- Confusión mental simple. Puede acompañarse de alucinaciones sim-
- Confusión mental agitada. ples o complejas, especialmente visuales, vi-
- Confusión onírica (con alucinaciones). vidas como en una ensoñación (estado oniroi-
- Confusión mental estuporosa. de). El pensamiento se perturba hasta volver-
Confusión mental simple: se incoherente. El estado de ánimo que acom-
El embotamiento, corresponde a una me- paña estos cambios es generalmente de an-
nor percepción de las señales sensoriales y gustia o miedo intenso. Se traduce en una
menor atención al entorno y a sí mismo. Dis- conducta dislocada, excitada, impulsiva y pe-
minuye el freno cortical y surge el pensamien- ligrosa.
to del proceso primario. El paciente se distrae Confusión mental estuporosa:
con facilidad. El nivel de conciencia fluctúa Hay grave compromiso de la conciencia.
según el estado fisiológico. Escasamente captan los procesos del entor-
El torpor es un estado de somnolencia, con no. Pueden tener trastornos alucinatorios de
estrechamiento del campo de la conciencia. todos los sentidos, acompañados de ideas de
Los procesos de la percepción y del pensa- persecución y perjuicio. Hay amnesia poste-
miento están más lentos (bradipsiquia). En el rior del episodio.
área motora, los movimientos son lentos o bien Estos estados en líneas generales son con-
permanece quieto y sin hablar espontáneamen- siderados menos graves que el delirium.
te (bradicinesia). Si este cuadro empeora, marcha hacia el
El coma es la disminución más extrema delirio agudísimo y la muerte.
de la conciencia, no se observa evidencia de Si el cuadro mejora, existirá amnesia lacu-
actividad mental. nar o total del episodio confusional.
Confusión mental agitada:
Bonhoeffer denominó a estos estados 4-Delirium:
"amencia". La mayoría de los autores definen El DSM IV incluye el Delirium dentro de
la amencia tal como la concibió Kraepelin: los trastornos cognoscitivos. Es una entidad
"Un estado Confusional alucinatorio agudo, que se caracteriza por un estado Confusional
acompañado de agitación motriz". agudo con deterioro de la conciencia, déficit
Para estos autores, el cuadro se caracte- de la atención y otras alteraciones cognitivas;
riza por desorganización de la conciencia que comienzo abrupto, evolución fluctuante y du-
determina perplejidad, dificultad para com- ración breve. Desde la antigüedad estos es-
prender los procesos del yo, del propio cuer- tados se asociaron con la presencia de fiebre,
po y del entorno, suceso que se carga de an-
Enfermedades intracerebrales
Infecciosas Meningitis-Encefalitis-encefalomielitis- neurosífilis.
Vasculares Multi-infarto (corticales y subcorticales) - embolia cerebral - vasculitis
primaria del SNC.
Efecto masa Neoplasias (primarias o metastásicas) - hematoma subdural -
hemorragias - abscesos.
Enfermedades Alzheimer - Pick - Parkinson - Cuerpos de Lewy -
degenerativas Creutsfeld Jacob - Desmielinizantes.
Epilepsia Focales y focales secundariamente generalizadas.
Psicosis periictales - Psicosis ictales - Psicosis postictales.
Líquido C.R. Hidrocefalia a presión normal.
Traumáticas Traumatismos craneoencefálicos.
Causas de delirium
Enfermedades intracorporales/extracerebrales
Vasculares Insuficiencia cardíaca - Infarto de miocardio - H.T.A.
Colagenosis y vasculitis ( lupus, poliarteritis)
Coagulación intravascular diseminada.
Infecciosas Endocarditis bacteriana subaguda - Infecciones urinarias -
Infecciones respiratorias - Sepsis - Infecciones por HIV.
Metabólicas Acidosis respiratoria - Insuficiencia renal - Encefalopatía
Hepática - Porfiria - Enfermedad de Wilson - Deshidratación.
Endócrinas Hipoi e hipertiroidismo - Hiperparatiroidismo - Enfermedad de
Addison - Enfermedad de Cushing -Diabetes Mellitas -
Hipopituitarismo.
Causas de delirium
Enfermedades Extracorporales
Nutricionales Anemia perniciosa - Pelagra - Déficit de folato -
Déficit de tiamina.
Tóxicas Metales: mercurio, plomo, aluminio, magnesio, arsénico.
Fármacos: psicofármacos, digitálicos, antihipertensivos, antiarrítmicos,
anticolinérgicos, litio, bloqueantes H2.
Causas de delirium
dad cerea es una resistencia muscular ligera El síndrome neurovegetativo que acompa-
y uniforme cuando se mueve algún miembro, ña estos cuadros es característico. En la cara
la sensación que se trasmite es la de estar se observa y se toca la piel seborreica, por
doblando un caño de plomo. Cuando se trata exceso de gratitud. Sudoración profusa, que
de catatonía exógena por nerolépticos el sig- acompañada de hipertermia puede llevar a la
no que se agrega es la rueda dentada. deshidratación.
La estereotipia motora es un movimiento Hay adelgazamiento, hematomas espon-
siempre igual y sin sentido que se repite de táneos, dermografismo, las úlceras de decú-
tanto en tanto. También hay estereotipia del bito se hacen rápidamente.
lenguaje. Es frecuente la aparición de globo vesical.
En la forma hipercinética, los pacientes Taquicardia, presión arterial lábil, respiración
están agitados, hay un aumento exagerado de superficial, que con la inmovilidad predispone
la motilidad involuntaria, los movimientos son a las infecciones respiratorias.
en cortocircuito. Se acompaña de sentimientos de angustia
En el Síndrome Neuroléptico Maligno pue- que a veces se transforman en angustia ca-
de haber un bloque hipercinético en un miem- tastrófica, con ideación delirante de fin del
bro, estando el resto del cuerpo en acinesia. mundo.
Causas del síndrome catatónico agudo:
Etiología
Extracorporales
Tr aum atism os Tr au matism os cr áneo-en cefálicos.
D epresores del SN C A lcohol - A nticonvulsivantes - Disulfi
N eurolépticos.
E stimu lan tes del SN C A nfetam inas - Cannabis - Mescalina -
Fenilciclidina.
O tras drogas tóxicas A spirina - Levodopa - Hidrocarb uros f
M on óxido de carbono - etcétera.
Exógenas - Intracerebrales
Tr astornos neurológicos Enfermed ades Cer ebr ovasculares: Infa
subaracnoid eas - Trom bosis venosa co
tr om bocitopénica trom bótica.
T um ores.
D egenerativas: Alzheim er - Pick - Par
H ungtinton .
con el tratamiento adecuado a la patología e- Alteraciones del ritmo y el flujo del len-
somática que lo provoca. guaje: circunstancialidad, "sobreinclusividad",
También puede ser el comienzo de una pegajosidad e hipergrafia.
demencia, en ese caso persistirá hasta su f- Alteración de la conducta sexual: pue-
agravación, con fluctuaciones que dependen de presentar disminución de la sexualidad o
del estado físico general y emocional del su- conducta sexual inadecuada.
jeto. Puede resultar como secuela de:
- Encefalitis.
12- Trastorno orgánico de la personalidad: - Secuela de traumatismo craneoencefáli-
Sucede en estos casos una alteración de co.
los rasgos de la personalidad, que a veces es - Epilepsia postraumática.
la acentuación grotesca de rasgos previos, y - Secuela de Accidente cerebrovascular.
otras la aparición de conductas no habituales - Secuela posquirúgica de tumor cerebral.
ni en el sujeto. - Enfermedades desmielinizantes.
Lo que esencialmente se afecta es el mun-
do emocional, las áreas de las necesidades y 13- Síndrome postencefalítico:
los impulsos, que ya no pueden ser frenados. Los pacientes que han sufrido una ence-
En el caso de daño frontal lateral se puede falitis, presentan cambios en su comportamien-
asociar a una alteración cognitiva, con déficit to. La gravedad de las secuelas está relacio-
en la planificación y ejecución de tareas, que nada con la edad del paciente. En edades muy
puede complicar el desenvolvimiento familiar tempranas puede dejar como consecuencia,
social y laboral del sujeto. algún grado de retraso mental y/o epilepsia.
Según los criterios del CIE-10 se exige la En adultos, es con frecuencia reversible y no
presencia de dos o más de los siguientes ras- se configura en un cambio permanente de la
gos: personalidad.
a- Distraibilidad marcada: dificultad para Los síntomas incluyen: malestar general,
iniciar o mantener una actividad orientada a apatía o irritabilidad, dificultad para el apren-
un fin. dizaje, insomnio, anorexia o bulimia, cambios
b- Alteraciones emocionales: labilidad en la conducta sexual y disminución de los
emocional. Afectividad insulsa e inapropiada rendimientos intelectuales en general.
(expansividad, moria). Rasgos explosivos con Puede acompañarse de síntomas neuroló-
descargas bruscas de ira y agresividad. En gicos como afasia, apraxia constructiva y acal-
otros casos el rasgo predominante es la apa- culia.
tía.
c- Alteraciones de la conducta social: 14- Síndrome postconmocional:
comportamientos inapropiados, imposibilidad La semiología psiquiátrica del traumatis-
de frenar los impulsos, desinhibición ética. mo craneoencefálico, ofrece variantes que se
d- Trastornos del pensamiento: el sujeto relacionan, por un lado con el momento en el
se vuelve desconfiado, con ideas de autorre- que evaluamos al paciente, por el otro la per-
ferencia. Es frecuente que manifiesten la pre- sonalidad previa del traumatizado.
ocupación por un solo tema (religioso, políti- Siguiendo a Henry Ey, se pueden dividir
co, etcétera). en tres grupos:
ces se manifestaban en forma periódica. El malización forzada), y que ocurre con más
cuadro no estaba relacionado con la frecuen- frecuencia en epilepsias generalizadas prima-
cia de las convulsiones ni con la eficacia de rias. Es una forma relativamente rara de psi-
los anticonvulsivantes. cosis asociada a la epilepsia. El concepto sur-
Heath en 1977 realizó estudios con elec- gió de la observación clínica de la remisión de
trodos a gran profundidad que mostraron que las crisis epilépticas, junto a la desaparición
los síntomas psicóticos, correlacionaban con de la actividad epileptiforme en el electroen-
una actividad punta onda en la amígdala, el cefalograma y la presencia de la psicosis es-
hipocampo y el septun y que esta actividad quizofreniforme (o de otros tipos). La remi-
anómala se asocia a un descenso de la activi- sión del cuadro psicótico da lugar a la presen-
dad neocortical. cia de crisis epilépticas.
Se las reconocen dos categorías: Se ha visto este fenómeno en pacientes
a) Episódicas: más relacionadas con epi- con niveles subterapeúticos de antiepilépticos.
lepsia del lóbulo temporal y con la falta de La idea es seguir con el tratamiento antiepi-
control de las convulsiones. léptico. Todos los neurolépticos disminuyen en
b) No episódicas que pueden durar días o algún grado el umbral convulsivo en frecuen-
semanas. cias que oscilan entre 0,5% y 1,2%. Los más
Hay factores asociados que al parecer seguros son el haloperidol y de los atípicos la
aumentan el riesgo de desarrollar una psico- risperidona (1 a 6 mg./día), sobre todo si re-
sis interictal: quiere uso crónico. Aún se tiene poca expe-
- Inicio de la epilepsia entre los 13 y 18 riencia con quetiapina (200 a 600 mg./día),
años de edad. olanzapina (10 a 20 mg./día), aripiprazole (15
- La cronicidad de la epilepsia. a 30 mg./día); el impacto de estos fármacos
- Focos en el hemisferio izquierdo. sobre el umbral aún se desconoce.
- La presencia de tejido cerebral extraño.
- Hay una asociación fuerte y clara con B-Psicosis carenciales:
focos en el lóbulo temporal. - Pelagra.
Tratamiento: El manejo de las psicosis in- - Anemia macrocítica.
terictales requieren el uso de antipsicóticos por -Anemia microcítica.
tiempo indefinido, teniendo presente no utili-
zar aquellos que disminuyan más el umbral 1-Pelagra:
convulsivo. Causada principalmente por la insuficien-
Normalización forzada: Es una psicosis cia de ácido nicotínico, hay también insuficien-
que exhibe pródromos como insomnio, ansie- cia de tiamina y de ácido ascórbico.
dad, opresión, con necesidad de alejarse de la El ácido nicotínico y la nicotinamida ac-
gente, en este estadio las benzodiacepinas túan como precursores de dos coenzimas:
pueden abortar la crisis, si continúa pueden NAD y NADP, importantes en numerosas
aparecer delirios autoreferenciales y perse- reacciones de oxidación y reducción del or-
cutorios, sin alteración del nivel de la concien- ganismo. Tanto el ácido nicotínico como la
cia. Wolf en 1991 ha demostrado que estas nicotinamida se absorben bien por estomago
psicosis en la epilepsia correlacionan con la e intestino delgado. Los alimentos basados en
normalización del electroencefalograma (nor- maíz pueden predisponer a la escasez de nia-
cina, por su bajo contenido en triptofano y nia- por el hecho de que puede estar acompañada
cina. Su carencia determina la aparición de de alteraciones de la conciencia, y responde
pelagra, que se da en países que se alimentan al tratamiento de su etiología. Si no se trata
básicamente de maíz, en individuos alcohóli- evoluciona hacia un cuadro demencial con
cos, en pacientes con defectos congénitos de deterioro de todas las funciones psíquicas.
absorción intestinal y de la reabsorción renal El tratamiento consiste en administrar su-
de triptofano (enfermedad de Harnup). Los plementos orales de 100 a 200 mg. de nicoti-
enfermos de síndrome carcinoide por conver- namida o de ácido nicotínico, tres veces por
sión excesiva de triptofano en serotonina. día, por cinco días.
La histopatología muestra cambios neuro-
nales, una disminución de la sustancia de Nis- 2-Las anemias megaloblásticas:
sl en lóbulos frontales, hipocampo y cuerpos En las zonas templadas las formas más
ganglionares, estos cambios son reversibles. frecuentes son por la carencia de folatos en
Su carencia determina la aparición de sínto- los alcohólicos y la anemia perniciosa
mas que se designan como de la cuatro D: La anemia perniciosa: Es la causa más fre-
dermatitis, diarrea, demencia, defunción. cuente de deficiencia de B12 (cobalamina).
Los primeros síntomas son: falta de apeti- Se debe a la ausencia de factor intrínseco,
to, debilidad generalizada, irritabilidad, dolor sea por atrofia de la mucosa gástrica o por la
abdominal y vómitos. La dermatitis se mani- destrucción autoinmunitaria de las células pa-
fiesta en las áreas expuestas a la luz, se acom- rietales.
paña de estomatitis y glositis (lengua de color Es frecuente en ancianos, y en personas
rojo brillante), la diarrea es debida en parte a que padecen enfermedades inmunológicas
la proctitis. Los síntomas psiquiátricos fueron (enfermedad de Graves, mixedema, tiroiditis,
descriptos por Llopis, quién describió en un insuficiencia suprarrenal idiomática, vitiligo,
fondo de hipotonía de la conciencia, estados hipoparatiroidismo). El 90% tiene anticuerpos
paranoides que se caracterizan por la impre- contra las células parietales gástricas, dirigi-
sión de realizar los actos de una manera dos contra la ATPasa H+, K+, y el 60% con-
automática.(trastornos de la conciencia de la tra el factor intrínseco.
propia actividad, creen que se encuentran bajo Las manifestaciones clínicas del déficit de
la influencia de poderes extraños, espíritus, cobalamina afectan la sangre, el aparato di-
otras personas saben lo que ellos piensan. gestivo y el sistema nervioso. En sangre se
Oyen voces que pregonan todo lo que suce- presenta una anemia megaloblástica con de-
de, lo que van a hacer o lo que están hacien- bilidad, mareos, vértigos y acúfenos. El pa-
do, les dan órdenes o los amenazan de muer- ciente se presenta pálido con un ligero tinte
te. Tales voces proceden de un aparato de ictérico en los ojos y en la piel. Las manifes-
radio, o provienen de su propia cabeza, de su taciones digestivas son anorexia, y la lengua
cerebro. Están persuadidos de que les van a dolorosa o ardiente, depapilada de color rojo
dar una muerte horrorosa, les van a sacar los intenso.
ojos, les van a cortar las manos y los pies. En el sistema nervioso produce desmieli-
Estas alteraciones coinciden con las altera- nización con degeneración axonal y muerte
ciones de la sensibilidad. Estos síntomas no neuronal. La desmielinización de los cordo-
difieren en nada de una esquizofrenia, salvo nes laterales y posteriores de la medula espi-
nal, y el propio cerebro, dan síntomas como parenteral, la necesidad de hierro se determi-
parestesias, pérdida de sensibilidad en los na por la siguiente fórmula:
miembros, debilidad y ataxia. Los trastornos Peso corporal (kg)×2,3×(15-Hb.del pacien-
del pensamiento varían desde irritabilidad y te) + 500mg (para los depósitos)=
pérdida de memoria, hasta psicosis o una de-
mencia franca. C- Cuadros psiquiátricos por encefalitis
El 35% de los pacientes que padecen de en general:
anemias megaloblásticas, en particular ane-
mia perniciosa, presentan síntomas de tipo Raymond fue el primero en utilizar el tér-
esquizofrenoide leves. Estos pueden presen- mino encefalitis aguda no supurada, anterior-
tarse precediendo el cuadro hemático, o bien mente Gayet y Wernicke habían descrito la
pueden ser una complicación al final. No ha- polioencefalitis hemorrágica aguda. Strümpell
bría correlación entre el grado de anemia y una nueva forma de inflamación cerebral del
de los síntomas psicóticos. adulto, a menudo consecutiva al virus de la
Noges opina que los cambio orgánicos gripe.
pueden desencadenar una psicosis, cuyo sino La clasificación de las encefalitis no ha
ya estaba predeterminado por factores psí- podido establecerse sobre una base clínica,
quicos y mecanismos psicológicos preexisten- por lo que las diferencias son considerables
tes. entre los autores. Unos fundan su clasifica-
Tratamiento: la cobalamina debe adminis- ción en la anatomía patológica, otros sobre una
trarse por vía parenteral, en forma de ciano- base anatomoclínica.
cobalamina por vía intramuscular. Se inicia con La sintomatología general de las encefali-
1000µg. de cobalamina semanales, por ocho tis agudas comprende:
semanas, seguidos de 1000µg. de cianocoba- La fiebre siempre existe, pudiendo prece-
lamina por mes durante toda la vida del pa- der o coincidir con los trastornos neurológi-
ciente. cos. En general es un síntoma que pasa a se-
gundo plano.
3-Las anemias microcíticas: Es una si- La somnolencia es un síntoma bastante
tuación que requiere que exista anemia y prue- frecuente en la encefalitis, acompañada de
bas eficientes de déficit de hierro. Las cau- una cierta indiferencia por el entorno, pero sin
sas pueden ser: hemorragias, embarazo, aporte llegar a ser tan profunda como en la encefali-
inadecuado a las exigencias del organismo. tis letárgica.
Los síntomas son palidez, fatiga, falta de Los trastornos motores incluyen los fenó-
iniciativa, queilosis y coiloniquia. Pueden cur- menos convulsivos (más común en los niños),
sar con síntomas psiquiátricos. y las parálisis que pueden presentarse en for-
La medida exacta del déficit de hierro, lo ma espontánea o posterior a una convulsión,
da la ferritina sérica (normal en hombres la forma más frecuente es la hemipléjica, con
100µg., y en mujeres 30µg.). o sin compromiso del nervio facial.
Tratamiento: puede ser de tres formas Síntomas neurológicos:
atendiendo a la gravedad del déficit. Por trans- Ataxia, nistagmo, incoordinación de los
fusión de eritrocitos; tratamiento con hierro movimientos, retro o lateropulsión, signo de
por vía oral de 300mg. por día; tratamiento Romberg, hipermetría y temblor. El lenguaje
puede presentar disartria, disfasia o afasia En casos más graves, en los adultos, pue-
completa. de instalarse un síndrome demencial con de-
Los trastornos sensoriales consisten en una terioro global de las funciones psíquicas, al que
amaurosis pasajera, ambliopía. En algunos se agregan las secuelas neurológicas que pu-
casos cierto grado de hipoacusia y manifes- dieren haber quedado y dependen de la loca-
taciones laberínticas como vértigos y vómitos lización del daño cerebral.
de carácter agudo. Diagnóstico: se puede lograr a través de
Síntomas psiquiátricos: estudios de líquido cefalorraquideo (obtenido
En el período agudo los trastornos del psi- por punción lumbar), la neuroimágen puede
quismo, son la regla. Junto a algún grado de ser importante para observar si el daño es lo-
alteración de la conciencia, se pueden pre- calizado o difuso.
sentar cuadros confusionales con estados de- Tratamiento:
lirantes agudos, agitación, lenguaje incoherente a- Tratamiento antiinfeccioso.
y onirismo. b- Tratamiento sintomático: antitérmicos,
En la forma aguda, es menos frecuente, anti-inflamatorios, antipsicóticos, sedantes,
pero pueden darse estados maníacos, o bien antiepilépticos.
estados depresivos, con inhibición motriz y c- Tratamiento higiénico dietético.
mutismo.
Las secuelas psíquicas de las encefalitis D- Cuadros psiquiátricos en algunas
comprenden casi toda la patología mental y formas particulares de encefalitis:
están relacionadas con la edad en que se pro- 1-Encefalitis letárgica o epidémica de
dujo la enfermedad. Von Ecónomo: Es una encefalitis de origen
En los niños menores de 16 años, puede viral. El término "letárgica" le fue cuestiona-
dejar algún grado de retraso mental, porque do a Von Ecónomo, porque no todos los casos
frena el desarrollo intelectual del individuo, en cursaban con este síntoma. Se concluyo que
una época de la vida en que el mismo no se se dividiría en una forma letárgica o somno-
había completado. lienta oftalmopléjica de Ecónomo, y otras for-
También en niños, una de las formas me- mas que incluyen: la de excitación meningo-
nos frecuentes, es cuando a un estado de de- encefálica, la mioclónica, la coreoatetósica, la
presión, le sigue una agitación de tipo mani- periférica, la de hipo y las formas frustras.
forme, que solamente cesa cuando el indivi- Las manifestaciones tardías y secuelas se
duo duerme. La excitación generalmente co- presentan en un alto número de postencefalí-
incide con un gran retraso mental. ticos. Afectando las siguientes áreas: sensiti-
Cuando la encefalitis ataca a adultos, las va, sensorial, motora y psíquica.
consecuencias pueden ser que deje como se- Los trastornos sensitivos consisten en al-
cuela un trastorno de personalidad orgánico, gias, generalmente acompañadas de síntomas
como ya ha sido descrito en este capítulo, no motores.
es raro en estos casos que se observen reac- Los trastornos sensoriales observados son
ciones antisociales con tendencias agresivas, atrofias simples del nervio óptico y signo de
a la marginalidad, al robo, con gran irritabili- Argill-Robertson.
dad del carácter. Los trastornos motores son de excitación
motriz, espasmos de torsión, tics, tos espas-
módica, pero el más importante es el parkin- fectos psíquicos permanentes", que él deno-
sonismo de instalación lenta y bradicinesia, minaba "pseudopsicopáticos".
bradipsiquia y rigidez generalizada. Las psicosis con alucinaciones, ideas deli-
La mayoría de las veces los síntomas psi- rantes persecutorias y eróticas, con conser-
quiátricos de los postencefalíticos, son los que vación de la conciencia y confabulaciones tam-
permiten diferenciarlo de los parkinsonismos bién pueden acontecer como secuela de esta
de otro origen. En un considerable número de encefalitis.
estos enfermos, se distingue la apatía, falta El pronóstico de estos estados residuales
de iniciativa, ideación obsesiva, angustia, bra- es desfavorable.
dipsiquia. En otros se manifiestan estados 2-Encefalitis herpética: Resulta de la in-
impulsivos, con ideación francamente pertur- vasión del sistema nervioso por el virus del
bada. herpes simple. Como las estructuras más afec-
Esta ideación obsesiva se refiere en gene- tadas suelen ser las temporolímbicas, la en-
ral a una preocupación exagerada por los fermedad puede ir precedida de cambios en
asuntos habituales. Repiten consejos y adver- la conducta.
tencias a sus familiares con ridícula insisten- El examen microscópico muestra encefa-
cia. litis necrotizante aguda con destrucción neu-
El síntoma llamado "Importunidad", se con- ronal e infiltrados linfocitarios perivasculares.
sidera casi propio del parkinsonismo posten- Las inclusiones nucleares neuronales y glia-
cefalítico, consiste en una singular insistencia les son características.
en repetir las mismas preguntas. El E.E.G. en agudo, muestra ondas lentas
En los enfermos que muestran como se- (difusas o focales) y de alto voltaje en las re-
cuela cuadros de excitación, hay falta de ca- giones temporales. La neuroimágen muestra
pacidad de reprimir los impulsos instintivos, lesiones estructurales. En el SPECT se ob-
siendo esta una particular forma maniforme. serva disminución del flujo sanguíneo en los
En otros casos domina el cuadro una com- lóbulos temporales y orbitofrontales.
pleta acinesia, con quietismo, chatura afecti- El comienzo es agudo, con alteraciones de
va y una adinamia que no solo es motora sino la conciencia que pueden ir de la obnubilación
también psíquica. al coma. Alteraciones cognitivas. Signos de
Hay cuadros calificados de pseudopsico- foco neurológico y eventualmente convulsio-
páticos, en los que se observa un cambio total nes.
de la personalidad previa. Dejan de importar- Las secuelas afectan siempre la esfera
le hechos a los que antes atribuían valor, como intelectual, se revelan como fallas en la me-
el cuidado de si mismos o las responsabilida- moria que le quitan al individuo la capacidad
des laborales y familiares. Adquieren moda- de aprender. Los test neuropsicológicos esti-
les desagradables y pierden el sentido de lo man la pérdida cognitiva permanente.
moral. Se alteran las conductas éticas, res- Se ha documentado Síndrome de Klüver-
pondiendo a los reproches que se les hace por Bucy y Demencia.
sus malos hábitos, con negativas o mentiras. 3-Enfermedad de Creutzfeldt-Jacob: Es
Decía Ecónomo con respecto a estos cua- la infección del S.N.C. causada por priones,
dros que: "apenas se cometerá un error afir- es de baja frecuencia (1 caso en 1 millón). La
mando que la encefalitis puede provocar de- proteina criónica podría heredarse o trasmi-
pasando por importante deterioro intelectual, Las infecciones y neoplasias más frecuentes
convulsiones y espasticidad hasta la muerte. asociadas al HIV, son las siguientes:
Los síntomas de la neurosífilis terciaria - Encefalitis por toxoplasma.
aparecen 10 a 20 años después de la infec- - Meningitis criptococósica.
ción por Treponema Pallidum. 10% de los - Linfoma primario del SNC.
enfermos no tratados avanza hacia la neuro- - Leucoencefalopatía multifocal progresi-
sífilis terciaria. va.
El diagnóstico se basa en la serología po- - Complejo demencia-SIDA.
sitiva (VDRL y prueba de absorción de anti- - Encefalitis por citomegalovirus.
cuerpos antitreponémicos) y la reactividad del Complejo Demencia - SIDA: El Centro
LCR. de Control de enfermedades clasifica la in-
La neuroimágen revela atrofia cortical más fección por HIV en tres estadíos:
prominente en los lóbulos frontales y tempo- Grupo A: asintomática.
rales. Grupo B: sintomática menor, con candidia-
La microscopía arroja destrucción neuro- sis oral, displasia cervical, diarrea persistente,
nal con proliferación astrocítica y glíal. Para etc.
identificar las espiroquetas se necesitan téc- Grupo C: SIDA y neumonía por Neumo-
nicas especiales. cystis Carinii, citomegalovirosis, tuberculosis,
Tratamiento: 2,4 millones de unidades se- sarcoma de Kaposi, linfoma, etcétera.
manales de penicilina G benzatínica durante 3 De acuerdo al recuento de linfocitos CD4,
semanas, o 9 millones de unidades diarias de estas categorías, se dividen en subgrupos: 1)
penicilina G procaínica. con 500 o más, 2) con 200 a 499, 3) menos de
6-HIV-SIDA: La infección por HIV, pue- 200/mm³.
de afectar al sistema nervioso en cualquier El complejo demencia- SIDA, es en reali-
estadio de su evolución. Es un agente viral dad según Kaplan un "Complejo cognosciti-
que produce inmunosupresión grave. vo-motor asociado al HIV".
Las infecciones oportunistas, se presen- La patogenia del complejo demencial no
tan con más frecuencia en el último estadio es muy clara. Se ha encontrado el virus en
de la enfermedad, cuando el recuento de CD4 LCR y cerebro, predominantemente en las
es inferior a 200 células/dl. Esta infección células gliales. Se postula que el HIV llega al
puede afectar el encéfalo o la médula espinal, cerebro dentro de los macrófagos infectados
y el inicio puede ser agudo, subagúdo o cróni- y estos podrían causar efectos deletereos en
co. las neuronas vecinas. En pacientes inmuno-
Las infecciones oportunistas más frecuen- suprimidos la infección por citomegalovirus,
tes son: podría contribuir a la demencia.
- Cryptococcus neoformans. En general el deterioro cognitivo del SIDA
- Toxoplasma gondii. comienza cuando el recuento de CD4 es me-
- Citomegalovirus. nor a 200/mm³ y hay una enfermedad consti-
- Virus de Epstein-Barr. tucional concurrente.
- Virus J.C. Al comienzo se observa bradipsiquia, bra-
Se desarrolla enfermedad neurológica en dicinesia, dificultad para concentrarse, fatiga
el 60% de los individuos infectados por HIV. rápida, trastornos de la memoria de evoca-
naciones, temblor, ataxia, hipersomnia y mo- patológicos muestran gliosis, focos necróticos
vimientos oculares. pequeños nódulos microgliales, desmieliniza-
En síntesis podríamos decir que el síndro- ción y células multinucleadas gigantes. Las
me neuropsiquiátrico del SIDA, se caracteri- lesiones se localizan en amígdala, núcleos de
za por la triada: la base, hipocampo, y corteza, sobre todo en
- Depresión. lóbulos temporales y parietales.
- Delirium. En cuanto a la evolución, ha mejorado el
- Demencia. pronóstico en los últimos tiempos gracias al
Además de otros trastornos como el es- tratamiento precoz de las infecciones oportu-
quizofrenoide y el maniforme. Todos ellos nistas. De todas formas el déficit cognitivo se
caraterizados por acompañarse de déficit cog- acentúa a medida que disminuye el recuento
nitivo. de CD4, aunque este estado puede persistir
La demencia puede cursar con trastornos meses o años.
neurológicos como hemiplejía y paraparesia. Tratamiento: 1) De las infecciones opor-
El síndrome neuropsiquiátrico puede ser la tunistas, 2) De la infección HIV en particular,
expresión de la afectación del cerebro por el 3) Procedimientos de entrenamiento de la
virus HIV, o bien la expresión de una enfer- memoria, 4) Tratamiento sintomático de los
medad oportunista que ataca al cerebro, o síntomas psiquiátricos, 5) Terapia de apoyo
ambas a la vez. individual y familiar, 6) Régimen higiénico die-
La infección HIV se define por una prue- tético.
ba inmunoabsorvente ligada a las enzimas Leucoencefalopatía Multifocal Progresiva:
(ELISA) y la presencia de anticuerpos se Es una infección por papovavirus que ataca a
confirma con la técnica de traspaso inmuno- pacientes inmunosuprimidos (por ejemplo: por
lógico (Western blot), para reducir los resul- infección HIV). De comienzo abrupto, los sín-
tados falsos positivos. tomas psiquiátricos y neurológicos dependen
La neuroimágen es útil para evaluar el es- de la ubicación de las lesiones.
tado de la encefalopatía HIV. La TC y la Sólo la biopsia cerebral muestra el diag-
RNM, muestran dilatación ventricular, tam- nóstico.
bién permiten descartar las infecciones opor- Presentan síntomas como: afasia, trastor-
tunistas (abcesos, etcétera). Con el PET y el nos del campo visual, perturbaciones visuoes-
SPECT al comienzo se observa hipermeta- paciales prominentes y apraxia. La enferme-
bolismo de los núcleos de la base y el tálamo, dad progresa con celeridad y lleva a la muer-
en tanto que una vez instalada la demencia se te en 2 a 4 meses.
constatan anomalías diseminadas corticales y
subcorticales. E-Traumatismos craneoencefálicos:
En la encefalopatía por HIV se agrega dis- Que los traumatismos craneoencefálicos
minución de amplitud de la onda P300 y au- pudieran causar cambios en la personalidad o
mento de la latencia de respuestas evocadas. síntomas psicóticos, fue probado por primera
La microscopía las alteraciones más fre- vez con el caso del capataz de la construc-
cuentes son en la sustancia blanca subcorti- ción del ferrocarril, Phineas P. Gage de 25
cal en la que se observa palidez difusa, tam- años. Sucedió en Nueva Inglaterra en el año
bién hay atrofia cortical. Los hallazgos histo- 1848; por un error en el manejo de explosi-
vos, provocó una detonación tal que una ba- mo craneoencefálico: delirium, amnesia, de-
rra de hierro de 1 m de largo atravesó el lóbu- mencia y trastornos de la personalidad.
lo frontal y el polo temporal izquierdo. Cuenta Manifestaciones Psiquiátricas:
la historia que Gage nunca perdió el conoci- La gravedad de un traumatismo de crá-
miento, fue retirado del lugar y atendido por neo en general se mide por el nivel de altera-
el Dr. Harlow, con el correr de los días su ción de la conciencia y el tiempo que duró el
médico no notaba que le hubiera sucedido nin- compromiso del sensorio.
gún cambio notorio en su salud. Con los me- Traumatismos de grado leve:
ses curó de las heridas y se reintegró a su La pérdida de conciencia dura 20 minutos
trabajo. Sin embargo las cosas no eran tan o más, es probable que se despierte aturdido
sencillas. Antes del traumatismo Gage era y con amnesia de los minutos anteriores al
considerado por su familia y empleadores accidente.
como una persona responsable, de buen ca- En este caso nos referimos al impacto que
rácter y meticuloso en el trabajo. Después del no causa un daño anatómico en el cerebro
accidente su personalidad cambió, se tornó que se pueda reflejar en la neuroimágen y al
mal educado, falto de ética, no cumplía con que llamamos: "Conmoción" o "Concusión".
sus tareas, no respetaba los horarios ni a sus Se observa en estos casos un síndrome pos-
jefes. Lo echaron del trabajo y al decir de sus conmocional. En uno a tres meses estos sín-
amigos "Ya no era Gage". tomas ceden hasta la completa recuperación,
Por esa misma época Paul Broca en Fran- en un 15% a 20% de los casos el cuadro per-
cia y Carl Wernicke estudiaban síntomas neu- siste en forma crónica, fue descrito por Pie-
rológicos en pacientes lesionados del cerebro. rre Marie y tiene importancia médico-legal
El Dr. Harlow publicó el caso de Gage, La conmoción cerebral en particular, es un
pero solamente estudios llevados a cabo por daño funcional y reversible. Se produce como
Hanna Damasio sobre el cráneo del obrero, consecuencia de un traumatismo con pérdida
valiéndose de conocimientos actualizados de de conocimiento, que por lo general dura un
neuroanatomía y técnicas de neuroimágen lo- tiempo corto, y que no produce daño anato-
gró llegar a la conclusión que la lesión en el mopatológico que pueda objetivarse en los
cerebro de Gage se reducía a una zona muy estudios complementarios (neuroimágen).
puntual, afectó las cortezas prefrontales en Como consecuencia de esta conmoción ce-
las superficies ventral e interior de ambos rebral, puede suceder que el paciente al des-
hemisferios o región orbitaria. El lugar daña- pertar presente síntomas como irritabilidad,
do comprometió su posibilidad de planear para trastornos en la atención, dificultad en la ca-
el futuro, de conducirse según las reglas so- pacidad de concentración, fallas mnésicas con
ciales y de decidir un plan de acción para ven- trastorno de la memoria anterógrada, cefa-
tajoso para su supervivencia. leas, mareos o vértigos.
Luego varios estudios corroboraron cam- Síndrome postconmocional típico:
bios de personalidad y/o síntomas psicopato- Se encuentra dentro del grupo de las se-
lógicos en lesionados del lóbulo frontal. cuelas funcionales, o sea cuando se comprue-
El DSM IV menciona varios síndromes ban trastornos subjetivos, sin organicidad que
psiquiátricos, como resultado de secuelas tem- pueda objetivarse.
pranas o alejadas en el tiempo, del traumatis-
El Síndrome de Pierre-Marie fue descrito te por el estrés agudo causado por el sinies-
en 1916 y se trata de síntomas, que eran la tro.
secuela funcional de un traumatismo cráneo Prefieren denominar a este síndrome pos-
encefálico. Se lo conoce como "Síndrome sub- tcontusional o postconmocional, dado que es
jetivo de Pierre-Marie" y se halla integrado suficiente una contusión de escasa jerarquía.
por síntomas psiquiátricos y neurológicos. Por otro lado se aclara que con la tecnolo-
a- Trastornos psiquiátricos: gía actual se comprobó que muchos de estos
- Irritabilidad del carácter síntomas tenían en realidad una base orgáni-
- Fácil emotividad con proclividad a la ca.
angustia Los síntomas podrían resultar de daño axó-
- Depresión reactiva con rasgos hipocon- nico difuso leve, contusiones cerebrales fo-
dríacos e ideas de autodestrucción cales, hematomas pequeños, lesión del labe-
- Hipobulia o abulia rinto y alteraciones vasomotoras.
- Necesidad de estimación y actitudes Un estudio realizado por Kay y colabora-
histriónicas (rasgos histéricos) dores, mencionado por Riú y Tavella, conclu-
- Ideas de sobrevaloración y querulan- ye que este síndrome reconocería sobre una
cia (rasgos paranoides) base orgánica, un componente neurótico. El
- Claustrofobia seguimiento de un grupo de 477 pacientes
- Fácil fatigabilidad de la atención mayores de 15 años, que sufrieron traumatis-
- Trastornos dismnésicos mo craneoencefálico, con pérdida de concien-
- Sensación de vacío intracraneano cia por un tiempo breve, resultó en el recono-
cimiento de 4 grupos:
b- Trastornos neurológicos a- Pacientes que presentaban restitución
- Cefaleas de carácter permanente a completa, con cefaleas por un tiempo prolon-
predominancia matinal o nocturna gado a posterior del accidente (56,4%).
- Parestesias generalmente indefinidas b- Pacientes que presentaban un síndro-
- Vértigos me postconmocional típico (19,9%).
- Hiper o hipoacusia c- Pacientes que presentaban signos ob-
- Disminución de la agudeza visual jetivos de lesiones secuelares cerebrales, ex-
- Fotofobia hibiendo déficit, temblor, hipertonía espástica,
- Retracción del campo visual periférico trastornos del lenguaje, trastornos de la me-
- Hipertensión del líquido cefalorraquídeo moria y deterioro a nivel intelectual (12,9%).
- Hipertensión de la arteria o de la vena d- Pacientes que fallecieron durante la
central de la retina internación (10,8%).
- Dilatación de los ventrículos cerebra- Los factores que determinaron la perte-
les y de los espacios subaracnoideos. nencia a alguna de estas formas de evolución
Es muy raro que este cuadro se presente fueron:
completo, es opinión de los Doctores Riú y - Edad del paciente: Se observó que la
Tavella que los síntomas más frecuentes son: capacidad de recuperación era mayor en per-
Insomnio, cefaleas y cuadros vertiginosos, sonas jóvenes que en personas añosas.
especialmente en los cambios de decúbito. Las - Magnitud del traumatismo inicial: Inten-
neurosis fóbicas son un hallazgo harto frecuen- sidad del mismo y tiempo que se prologó la
las veces son interpretados como de causa Los tumores cerebrales, como ya mencio-
psicógena. En particular he tenido oportuni- né, pueden dar lugar a una variada sintomato-
dad de observar dos casos de meningiomas logía psiquiátrica, como también a deterioro
de la línea media, un caso se manifestó como progresivo de la función intelectual.
una manía y el otro con parálisis pasajeras del
miembro superior derecho, que habían sido Alteraciones de la personalidad:
interpretadas como un síntoma de histeria de Por su localización pueden dar el llamado
conversión. Ambas pacientes habían sido de- síndrome "pseudosicopático", con apatía (fron-
rivadas a psiquiatría, porque se los consideró tal interna) y desinhibición ética (órbitofron-
cuadros psiquiátricos. tal), en general ambos cuadros se combinan.
Cuando se agregan signos neurológicos, se Las lesiones del hipotálamo producen reac-
facilita el diagnóstico, pero esto puede suce- ciones violentas. Las lesiones que involucran
der cuando ya ha pasado tiempo de instala- regiones límbicas, vecinas a la porción inter-
dos los trastornos de conducta. na de los lóbulos temporales, podrían generar
Siempre se pensó que el edema de papila placidez excesiva.
la cefalea y la emesis eran característicos de
los tumores cerebrales, pero son fenómenos Depresión y Manía:
inconstantes. Cuando aparecen los síntomas Las lesiones temporales izquierdas podrían
de hipertensión endocraneana como inestabi- inducir depresión. La hidrocefalia a tensión
lidad en la marcha e incontinencia de esfínte- normal provocan depresión que se asocia a
res, cabe pensar en una masa ocupante. demencia, inestabiliadad en la marcha e in-
En general las alteraciones neurológicas continencia de esfínteres, la derivación del li-
de los tumores, dependen de su ubicación en quido cefalorraquideo puede mejorar el esta-
el cerebro, pero no hay que olvidar que ejer- do de ánimo.
cen efectos a distancia por la compresión y Los tumores del lado derecho, adyacentes
por la hipertensión endocraneana, se confun- al hipotálamo y el sector inferointerno del ló-
den así los síntomas focales con los genera- bulo frontal, pueden producir manía.
les.
La cefalea es padecida por el tercio de los Astenia psicomotora:
pacientes que padecen tumor cerebral, es Cuadro caracterizado por un complejo sin-
nocturna, esta presente al despertar, es pro- tomático que se presenta con astenia, pérdida
funda y no pulsátil. de memoria, falta de iniciativa, inercia, apatía
La emesis se constata también en el ter- e irritabilidad. También pueden quejarse de
cio de los casos, sobre todo en los tumores de mareos y vértigos. Tienden a volverse poco
fosa posterior, se acompaña de cefalea y vér- comunicativos y exhiben somnolencia diurna.
tigo. Los vómitos no se vinculan con la inges- El estado de ánimo puede variar entre depre-
ta y pueden aparecer al despertar. sión y ansiedad.
En casi la mitad de los pacientes se obser- Este síndrome suele observarse en glio-
van convulsiones focales o generalizadas. Son mas frontales, temporales y del cuerpo callo-
más comunes en los tumores de los hemisfe- so.
rios cerebrales.
Los meningiomas que son accesibles a la En cambio, cuando los síntomas psiquiá-
cirugía, curan con la resección y radioterapia, tricos preceden a las disfunciones tiroideas,
si hay posibilidad de recidiva. porque estas se mantienen subclínicas, es tanto
más difícil hacer el diagnóstico. La tiroides
G- Endocrinopatías: produce con frecuencia alteraciones del es-
El sistema endócrino trabaja inexorable- tado de ánimo, ansiedad y disminución en los
mente unido al sistema nervioso, abarcando rendimientos cognitivos.
sin duda también al funcionamiento del psi- Sabemos que las hormonas tiroideas ejer-
quismo. A tal punto están armónicamente or- cen influencias en el funcionamiento de casi
ganizados, que la falla en uno de ellos reper- todos los órganos y tejidos. Están estrecha-
cute en los otros dos. Es por eso que hoy ha- mente relacionadas al funcionamiento cere-
blamos de la psiconeuroendocrinología, advir- bral a través de su interacción con neurotrans-
tiendo así la interacción permanente y mutua misores y neuropéptidos. En general gobier-
de estos sistemas. nan el metabolismo global del organismo.
Los síntomas psiquiátricos son parte del La TRH es la hormona liberadora de tiro-
complejo sintomático de las endocrinopatías. tropina, por el sistema porta pasa del hipotá-
En algunos casos es difícil distinguir síntomas lamo a la hipófisis. La secreción de TRH esta
psiquiátricos producidos por una enfermedad influida por el estrés que la inhibe y el frío que
glandular, de los provocados por una dolencia la promueve. La TRH se fija a los receptores
neuropsiquiátrica. de membrana de la hipófisis anterior, promo-
Las endocrinopatías que se asocian con viendo la secreción de hormona estimulante
más frecuencia a trastornos psicopatológicos, de la tiroides (TSH), a la circulación general.
son las que afectan al eje hipotálamo-hipofi- La TSH se une a los receptores de las células
sario-tiroideo, expresando cuadros de psico- tiroideas e induce la síntesis y liberación de
sis o demencia reversible con tratamiento. hormonas tiroideas.
Otro de los ejes comprometidos es el hi- La tiroides elabora y envía a la circulación
potálamo-hipofisario-adrenal. general dos tipos de hormonas: la tetrayiodo-
La diabetes mellitus, también puede acom- tironina o tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3).
pañarse de alteraciones psiquiátricas. En la sangre la T4, pierde una molécula de
yodo y se transforma en T3, que es la hormo-
Patología tiroidea: na que actúa sobre el metabolismo. Sin em-
El hipotiroidismo y la enfermedad de Gra- bargo a nivel cerebral parecería ser la T4, la
ves, siempre se asociaron a síntomas psiquiá- hormona tiroidea activa.
tricos. Hoy se sabe que existen formas sub- La T3 y la T4 se unen a proteínas, que-
clínicas de estas patologías, que muchas ve- dando como fracciones libres el 1% de la pri-
ces se manifiestan solo a través de trastornos mera y el 0,1% de la segunda, estas son las
psíquicos. que actúan con un mecanismo de retroalimen-
Cuando se conoce de antemano que un tación negativa sobre la hipófisis, disminuyendo
paciente padece un problema tiroideo, la apa- la secreción de TSH y quizá de TRH.
rición de un cuadro psiquiátrico, orienta de
inmediato a la posibilidad de que sea de base
somática, secundario a la tiroideopatía.
mos siempre investigar tiroides. El hipotiroi- Este estado se acompaña de cierto grado
dismo subclínico y manifiesto es altamente de deterioro cognitivo, la lentitud del pensa-
frecuente en la enfermedad bipolar. miento, la dificultad para concentrarse y rete-
La etiología de la enfermedad tiroidea pue- ner la información en la memoria, hacen pa-
de ser genética, autoinmune, carencial (de recer al individuo como intelectualmente em-
yodo), postquirúrgica (resección parcial o to- botado. Se menciona que estas manifestacio-
tal de la glándula por patología tumoral), tra- nes psicológicas serían reversibles al estable-
tamiento con yodo radioactivo, tratamiento cer un tratamiento adecuado. Se postula como
con antitiroideos. mecanismo la hiposensibilidad de los recepto-
Síntomas clínicos: res β-adrenérgicos centrales. Por otra parte
- Piel seca, escamada, engrosada y fría. la disminución del metabolismo en global, afec-
- Cabello seco y quebradizo, alopecia de taría también al cerebro, dado que la disminu-
la cola de las cejas. ción del flujo sanguíneo traería aparejado dis-
- Intolerancia al frío. minución del abastecimiento de oxígeno y glu-
- Mixedema (manos, cara y pies hincha- cosa.
dos). Ante un paciente que presenta síntomas
- Engrosamiento de la voz. de depresión, que está entre la quinta y sexta
- Aumento de peso a pesar de la pérdida década de la vida, con algunos de los sínto-
de apetito. mas clínicos del hipotiroidismo o aún sin ellos
- Hiporreflexia tendinosa. y que no responda parcial o totalmente al tra-
- Constipación. tamiento con antidepresivos, se impone reali-
- Bradicardia y descenso del volumen zar estudios de laboratorio para investigar ti-
minuto. roides. Se debe solicitar perfil tiroideo (T3, T4,
- Hiperlipidemia. TSH), índice de tiroxina libre, prueba de esti-
- Leve ascenso de la presión arterial sis- mulación TRH-TSH.
tólica. El hipotiroidismo subclínico es frecuente
- Anemia normocítica y menorragia. que aparezca como un trastorno depresivo con
- Disminución del metabolismo basal. deterioro cognitivo leve y sin manifestaciones
Síntomas psiquiátricos: clínicas de hipotiroidismo. Solo el laboratorio
Los síntomas remedan una Depresión in- aclara esta duda.
hibida, has una Depresión Mayor: Tratamiento: el tratamiento se realiza con
- Apatía, astenia, falta de energía, des- levotiroxina sódica sintética que estabiliza los
gano. niveles de T3 y T4, es importante recordar
- Falta de deseos de vivir, hasta ideación que la mejoría clínica requiere de tres meses
suicida. de tratamiento, porque si bien la T3, se nor-
- Labilidad emocional. maliza en pocos días, la T4, requiere de 2 a 4
- Disminución de la libido. semanas y la TSH de 8 semanas.
- Bradipsiquia. En el caso de clara manifestación de sín-
- Bradicinesia. tomas depresivos, recordar que los antidepre-
- Ideación delirante de tipo depresivo. sivos no actúan sino se logra establecer pri-
- Hipersomnia. mero el eutiroidismo.