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Laura Isabel Barbosa Díaz

Informe de lectura
Logos de Heidegger

No puedo contarte todos los secretos


Mis secretos siguen creciendo
Poema Chino

Una de las preguntas que han fundamentado la filosofía occidental, es acerca del vínculo
del Logos con el Ser, los filósofos han dado todo tipo de respuestas a lo largo de la historia.
Mas aún, Heidegger en este texto lo que ha buscado es retornar a la pregunta del Ser, como
experiencia primigenia del pensar en relación con el decir y el hablar (λεγειν). Para
Heidegger el Ser se encuentra perdido en su esencia abismal, y esta pérdida tiene una causa
que, si bien se expresa con una simpleza implacable, también tiene su centro en un olvido
originario ocultado en la esencia misma del lenguaje.
Sin embargo, Heidegger se propone hacer del Ser, de la ontología primera que ha sido el
germen de la filosofía occidental por excelencia, una palabra provisional que significa
desde su origen “estar presente”, un mostrarse y salir a la luz, esto es, de su estado de
desocultamiento que no es más que in incesante retorno a la presencia. Este trasfondo
enigmático del lenguaje es el que se encuentra manifiesta cuando traemos a la luz el Ser por
medio de la palabra. Pero ¿qué significa ese estar presente, qué es un morar, un salir del
estado de desocultamiento?
Heidegger comienza su texto citando a un oscuro como él dentro de la tradición filosófica,
pero que también es aquel que inaugura el fundamento primordial de la filosofía en
occidente con su máxima: «Si no me habéis oído a mí sino al sentido, entonces es sabio
decir en el mismo sentido: Uno es Todo». Es decir, en este estado de la presencia, del
presente, es el lugar en el que el Ser puede ser traído a la presencia. El estado de
desocultamiento, lo no ocultado es la presencia misma. Con todo y esto, en el misterio de lo
oculto es donde ocurre el salto que hace acceder al Ser al hombre, es el salto que acontece
en la posesión del Rayo de Zeus que hace tambalear al hombre. Así pues, el Λόγος, el cual
se encuentra operando de tal modo que es el paso desmitificador de lo que es el acceso al
Ser, a través de la razón, orden y ley del mundo que funda un sentido; ordena no solo el
pensamiento, sino el cosmos en su integridad.
Es muy interesante cómo Heidegger es capaz de ubicar en un mismo plano el olvido que
acontece tanto en la razón, como en la sinrazón o la contra-razón, un olvido que ha
descuidado el devenir del logos, y su vínculo originario con el λεγειν (decir y hablar), que no
tiene un significado unívoco, sino que esconde tras sí su significado más intuitivo, un modo
más antiguo que significa “poner abajo y poner delante de”. Así pues, la pregunta de
Heidegger gira en torno a cómo es posible dar el salto tal de la significancia primaria, que
refiere más bien a “llevar algo a que esté extendido” “delante de- junto a” pueda luego
devenir en la acción del hablar. Así comienza toda una disertación acerca de lo que implica
este movimiento que parte de un coger, juntar, albergar, dejando que esté delante
extendido el Ser, hay un dejar pasar, un pasar por alto que se algo que está puesto delante,
es un desocultamiento que involucra también al sujeto; de ese modo implica nuestro ser. En
el λεγειν hay un grado de importancia superior en este albergar a eso que está delante, que
me muestra lo desocultado en el presente, dejando estar delante lo que deja reunido.
En esto consiste el desocultamiento: cómo prevale el poner propio en la esencia del decir y
hablar. Esto es, se podría decir que Heidegger lo que expone es una ontología del lenguaje,
y con esto pone la marca de la esencia del lenguaje desde ese poner, un desocultar lo oculto
entrando en la presencia misma del presente. Ahí pues la pregunta que nos podemos hacer
es sí realmente el ser del ente es el mismo ser del lenguaje, premisa que para Heidegger
permanece evidente. Lo que si es cierto es que para él lo que caracteriza al lenguaje no es
su sonoridad, ni el significado, ya que estos dos no alcanzan lo que Heidegger llama la
marca inicial del lenguaje. Esta condición, pone en vilo la misma esencia del hombre, con
su marca en el decir, desde el poner. El hablar del lenguaje acaece es en el estado de
desocultamiento de lo presente.
Lo mismo ocurre en la experiencia del oír, es preciso darse a la experiencia de la escucha,
estar bien dispuesto, para poder acceder a la esencia del logos, es ahí cuando puede ocurrir
un acceso al Logos que ocurre en la medida que Uno es Todo. El modo en el que el logo
esencia. No se trata de una especie de ensamblaje justo entre el habla y la escucha, sino más
bien de un acceso a un dónde y un cómo estar-delante-junto, esto es, lo que en el logos es
logos, es el núcleo de lo bien dispuesto, lo que se esencia en el Uno que es Todo, el Logos,
es la coligación que dota de contenido al Todo que puede ser parte de lo propio.
Esta selectividad en el proceso del acceso al logos es lo que implica que el Logos tenga el
carácter de desocultamiento-ocultamiento. Heráclito no deja de advertir que en este acceso
a la palabra, este rayo que penetra en la palabra, puede nombrar a Zeus, el dios más
elevado, el contenido del Todo. Así pues, la palabra es una especie de invocación, un
llamamiento al Ser, que no es sino un dejar-puesto-delante, en la luz que como un rayo que
puede tener el poder de nombrar, de acceder presente supremo.
Así pues, Heidegger también se la juega junto con Heráclito al modo panteísta, de pensar el
cosmos y todo lo que lo compone como íntegramente siendo Logos, logos que está desde el
principio (ἀρχή), que al mismo tiempo que origen, significa mandato, mandato que está
gobernado por el logos. Esta integración del cosmos con el logos no es una simple armonía
sin contradicciones, sino que acuna dentro de sí y resguarda lo que es capaz de coligar,
incluso los contrarios: Uno es Todo. Este salto del mito al logos es lo que se ha concebido
como el inicio de la filosofía occidental Filosofía que en su origen no se impone como un
remplazo total del mito y la religión. Es más bien el desarrollo lógico-matemático, en el que
Todo queda expresado bajo la forma del logos. Esta expresión del logos se da con la fuerza
que tiene la mirada como el órgano bajo el que opera un dominio superior, que permite
dejar prevalecer lo que puede ser traído a la luz. El logos es la razón y fundamento que rige
al cosmos, que no es más que un traer a la presencia los entes. Sin embargo, en el
dispositivo del lenguaje opera un olvido primigenio, que nos ha limitado la experiencia de
tal modo que reducimos su forma de operar a la función semántica y sonora.
Es por esto, que para Heidegger el olvido del ser ocurre en la medida que olvidamos a su
esencia, su objetualidad trascendente, que se encuentra fundamentado en la presencia, y en
esto radica la base de la libertad, dado que ese fundamento solo puede ser dado en la
medida que pertenecemos al Ente que se nos presenta. Este es el poder fundamental del
Logos, su poder ontológicamente primario que está en el todo de los entes, su mutabilidad,
movimiento y transformación. En este carácter absoluto del ente, pervive su divina
omnipotencia. Y este poder está en el Hombre, quién es el que coliga y aúna el ser en su
multiplicidad, pero sobre todo en su presencia. Así pues, el pensamiento en su esencia
especial, esto es en el Logos, tiene el poder incluso de transformar el mundo, no olvidemos
la máxima wittgesnteiniana “los límites de mi mundo, son los límites de mi lenguaje”, y en
este trasfondo oscuro, nos queda la más alta claridad del ser, de su ontología primera.
Bibliografía:
Heidegger, M. (2001). Conferencias y artículos. Barcelona, España: Ediciones del Serbal.

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