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Comentario al capítulo segundo de Ser y tiempo

Una vez identificada la pregunta fundamental y el modo de preguntar, la tarea que nos
ocupa no es otra que la de dar cuenta de ese Dasein. Más que procurar abordar
directamente el Dasein mismo, veremos los modos de acceso.
De todos los entes el ente primario o ser es lo más básico y originario que hay y,
paradójicamente, lo que más desapercibido pasa ante nuestra mirada. El ser nos es tan
cercano y familiar, operamos con él en nuestra propia vida con tanta soltura que somos
incapaces de tomar consciencia de ello. Tener claro este hecho no soluciona el asunto ni
responde a nuestra pregunta por el ser. No obstante, debemos seguirle la pista
precisamente desde nuestra mundaneidad.
El Dasein se nos muestra o hace patente en muy diversos ámbitos de la vida, ya sea en
la psicología, en la antropología, en la ética, en la política… Son modos de darse,
revelan una cara de las muchas que tiene, pero no nos ayuda a llegar hasta él. Y es que
existen gran variedad de modos de darse el ser, mas unos son más adecuados que otros.
Debemos centrar la atención en aquellos modos de ser del Dasein en que se muestra tal
y como es.
Lo que sí podemos percibir con este hecho de los modos de darse del ser es que nunca
se llega a realizar completamente, sino que, más bien, es como si se estuviera
actualizando constantemente. El ser es siempre provisional y es ahí donde fijaremos la
mirada, en su carácter temporal. Si el ser es algo podemos decir que lo es en relación
con el tiempo. ¿Qué es el tiempo? Al hablar del tiempo existe una concepción
tradicional y vulgar que divide a los entes en temporales (los procesos de la naturaleza y
los acontecimientos de la historia) e intemporales (las relaciones espaciales y
numéricas). Podría decirse que el tiempo es condición necesaria para ciertos entes en
tanto que sin ella no podrían ser propiamente, mientras que otros son de manera
independiente. Esto nos esclarece un aspecto del ser y es esa distinción de regiones del
ser.
De ese primer grupo diríamos que el ser se revela en tanto que se actualiza en el tiempo,
no percibimos algo permanente o subyacente si no es con la revisión en el tiempo; de
ahí su carácter temporal. Esta temporalidad nos lleva al carácter histórico. El Dasein es
histórico porque ha de entenderse su modo de darse en cada momento para reconocer su
sentido, la temporeidad. Da sentido a la época en su constante actualizarse. Este hecho
es el que la tradición ha tratado de encubrir, la historia de la ontología en su propio
discurrir y métodos utilizados no solo no daba cuenta de este hecho, sino que
voluntariamente operaba para ocultar la patencia del ser. De los pocos pensadores que
pudieron acercarse a este facto fue Kant con su doctrina del tiempo. Sin embargo, estaba
destinado a fracasar puesto que contaba con prejuicios que le impedían avanzar, estos
son: la completa omisión de la pregunta por el ser y la aceptación dogmática de la
posición de Descartes con respecto al tiempo, concepción vulgar, y con respecto a lo
más básico como la res cogitans como ens al igual que Dios, lo único como ens
infinitum.
En el devenir de la historia se ha perdido algo con que contábamos en la antigüedad, eso
que ya en la antigüedad suponía también problema. La pregunta por el ser en la
antigüedad estaba ligada a la naturaleza y la noción de mundo de modo que todo ser es
en un tiempo, se entiende como presencia. Esta reducción del tiempo a mera
característica hace del mismo un ente entre los entes. Por eso la tarea es tratar de
destruir esas bases, a mi juicio, no ya ontológicas sino epistemológicas, para acceder al
ser y dar cuenta de él desde sí mismo.

Visto el objeto de investigación y sus características, pese a que esta no puede ser la
concepción a adoptar, ahora veremos el método con que acercarnos al Dasein. En tanto
que estamos hablando del ser que hace ser a los entes debemos referirnos a la ontología
como disciplina que se ocupa de lo real. La diferencia radical con otras disciplinas
filosóficas es que la ontología no delimita su campo de estudio, sino que por el proceder
propio surgen cuestiones acerca de lo que trata la disciplina. Al final la pregunta
fundamental de la ontología es la pregunta por el sentido del ser y la manera de
preguntar es la fenomenológica. La fenomenología se trata de una concepción
metodológica que no busca el qué sino el cómo, de ahí que toda ciencia que vaya a los
fundamentos y se sostenga sobre pilares robustos tanto más independiente será, esto es,
más difícil será de ser manipulada. Por tanto, la fenomenología como método va a las
cosas mismas precisamente porque se nos presentan de manera tan obvia que pasan
desapercibidas. Antes deberemos aclarar este método yendo a su origen etimológico.
Comúnmente se ha traducido fenomenología como ciencia de los fenómenos al separar
los conceptos griegos de phaenomenon y logos. Profundizaremos en los conceptos
griegos para ver qué tan bien se ajusta esta traducción.
Phaenomenon significa lo que se muestra, así como sacar a la luz o poner en claridad.
Podríamos juntar todo y decir que fenómeno quiere decir lo que se muestra en sí mismo.
Ahora bien, el ente puede mostrarse desde sí mismo de diversos modos, esto es,
dependiendo de la forma de acceso al mismo, por ello, podría decirse que el ente se
muestra o aparece. Fenómeno también puede referir a lo aparente, pero es que solo lo
que algo en su mostrarse puede aparentar y en esa apariencia se revela el ser mismo.
El concepto fenómeno en alemán no tiene nada que ver etimológicamente con el griego
pues viene a traducirse como manifestarse lo cual es un no mostrarse, es encubrir lo que
es con la forma de aparecer. Nada más lejos de la realidad, ya que el fenómeno no
puede ser algo encubierto tras el ente; el fenómenos es el modo de acceso a la cosa
misma.
Logos, por su parte, tiene muchas y muy diversas acepciones: voz, hablar, decir, razón,
juicio, concepto, fundamento, relación, definición… Todas acertadas, pero incompletas.
Es cierto que puede significar decir, mas hablamos de logos cuando en su decir se hace
patente de aquello de lo que se habla en el decir, esto es, se dice bien. Ese buen decir
debe contribuir al acto comunicativo de manera que haga patente al interlocutor aquello
que desea transmitir el emisor. El logos es un método de esclarecer, por eso en su raíz se
puede traducir como un hacer ver que, a su vez, puede por su naturaleza considerarse
verdadero o falso. Yo mismo he hablado del buen decir, pero no con ello me refiero a
un decir verdadero, o sea, que se corresponda con la aletheia como desvelamiento de lo
verdadero tras el ente, también puede en lugar de descubrir encubrir y por tanto hacer
pasar por algo que no es. Aquello que puede decirse que sí es genuinamente verdadero
no es el logos, sino la percepción. La percepción se nos da a los sentidos directamente,
se nos presenta clara y distintamente, no así la cosa misma.
En síntesis, fenomenología significa hacer ver desde sí mismo aquello que se muestra y
hacerlo ver tal como se muestra desde sí mismo. Las otras disciplinas limitan su campo
de estudio y lo estudiado mismamente en tanto que proceden de una sola manera, el
modo de acceso se restringe impidiendo que el ser se muestre tal y como es, y
precisamente el ser del ente es lo que buscamos sacar a la luz.
En el análisis del Dasein todo proceder al modo de las ciencias será ineficiente por la
naturaleza misma de lo tratado. El único modo de aproximación posible es la
hermenéutica y ésta siempre nos pone en duda y en juego en tanto que analítica de la
existencialidad de la existencia.

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