Está en la página 1de 3

SEMINARIO SOBRE EL YO EN LA TEORIA DE FREUD Y EN LA TÉCNICA

PSICOANALÍTICA
SOSIA

En esta sesión Lacan apunta a incidir en los casos de comprensión de la neurosis obsesiva y
la psicosis, que se encuentran insertos en el error teórico a la hora de tratar la cura, en su
comprensión y en la técnica adecuada. Para esto se ha propuesto explicar el fenómeno del
Yo, ya no desde el concepto de transferencia sino en relación con el orden simbólico. Para
esto se sirve tanto del papel supeditado que cumple la mujer dentro del orden histórico y
social, como de la obra Anfitrión de Molière, las cuales usa para comprender el papel que
juega el lenguaje, esto es la palabra, como medio en el que tiene lugar el análisis de la
obsesión.
Habitar en el mundo, es habitar en el lenguaje y el medio en el que ocurre la relación se da
a partir de los distintos planos que ocupa la palabra tanto en lo simbólico, como de lo
imaginario, como se puede encontrar en la relación conyugal, esto es, en la palabra que se
compromete fielmente a pesar de la inminencia de su posible ruptura.
Para Lacan siguiendo los estudios de Levi-Strauss sobre las sociedades basadas en la
alianza el padre como función, esto es como ordenador, cumple un rol fundamental. El
padre simbólico se encuentra provisto del nombre del padre, que otorga consistencia al rol
que desempeña, mientras que el padre imaginario es el padre rival del padre real. Esta
misma distinción es la que dentro del ámbito de las relacione conyugales y matrimoniales
distribuye el modo en el que estas relaciones otorgan lugares de enunciación, lo que puede
ser dicho y su uso práctico. Para eso utiliza a Proudhon, quien como ejemplo de una mente
firme no toma a la ligera estos temas, y reflexiona sobre el asunto de la fidelidad; la cual se
encuentra subsumida en la fuerza de ley que trae consigo la palabra empeñada, aún cuando
a esta se le haya tomado también de modo ligero y haya traído con ello grandes y graves
consecuencias para el inconsciente, lugar en el que las ondas de la palabra se propagan
inconmensurablemente.
Sin embargo, ¿cómo se justifica la palabra que se compromete?, para Proudhon según
Lacan se encuentra realizada en un pacto simbólico en que la mujer, otorga su amor, su
vida y su palabra, no a un individuo, sino a la totalidad de los hombres que se realizan en el
hombre particular que es su esposo. Esta explicación lejos de ser un romanticismo ingenuo
sostiene para los autores el amor como propiedad sagrada y constituye el vínculo del
matrimonio. La aclaración respecto a la cual no se trata de una totalidad numérica, sino
simbólica de la función universal del hombre, el depositario del amor de la mujer es
importante en tanto que ubica el tipo de relación tanto desde su particularidad, como de las
complejas influencias de la imaginación dentro del conflicto que puede aparecer en toda
relación libidinal.
La obsesión (VERLIEBTHEIT) para Lacan se ubica en el plano de la psique como dos
puntos equidistantes dentro de una circunferencia (subtender), de esto modo son causa del
conflicto que existe en la conjunción de los pactos simbólicos y las relaciones imaginarias,
modo en el que se desarrollan los problemas dentro del mundo burgués (el padre simbólico,
el padre imaginario, que al chocar hacen colapsar la estructura de la psique). El pacto de la
palabra trasciende pues la relación individual y se cumple en una visión humanista
realizadora del yo.
Para Lacan el que las estructuras simples de lo natural se presenten de un como complejo,
mientras que las estructuras complejas de lo humano se nos presentan como simples, es lo
que sostiene la ilusión de libertad al creer que las elecciones conyugales no se encuentran
inscritas en las leyes y estructuras dentro de lo social. Aquí se refiere a Lèvi-Strauss, quien
ha definido las sociedades a partir del modelo de la alianza en el que la mujer se encuentra
definida por oposición a un orden natural. Es este caso no es ya la palabra sino la mujer, la
moneda de intercambio la que se pone en juego a la hora de dar funcionamiento a este tipo
de sociedad androcéntrica, pues es la comunicadora no solo de bienes, sino de la herencia
cultural y status que por vía matrilineal se transmiten. Así pues, el matrimonio y el vínculo
conyugal se encuentran definidos por ser el modo en el que la mujer queda inserta en su
posición asimétrica en lo doméstico.
Si bien la noción moderna de matrimonio puede dar la impresión de haber superado esta
asimetría instaurada desde épocas antiguas y parecer novedoso al constituirse a partir del
mutuo acuerdo, no es claro cómo puede superar la estructura que se concibe desde su
genealogía. Lo que resulta insuperable dentro del orden simbólico para la mujer es que le
viene dado como dios encarnado en el hombre, o el hombre encarnado en el dios. Dios
como forma trascendente al que la mujer es entregada, pervive en la secularización del
estado moderno que sigue teniendo de base el papel minoritario de la mujer. Aún cuando
algunos procesos hayan puesto en entre dicho este modelo fundacional, su supuesto
desmonte ocurrió llegando la posición del rival, que se da desde el lugar de las relaciones
conyugales. Sin embargo, el movimiento dialéctico de amo-esclavo a rival, no encuentra su
realización en el mundo moderno, ha estado históricamente inscrito en los cuerpos de
hombres y mujeres, para esto hace citación del caso del envenenamiento de hombres a
manos de las mujeres romanas. Se da pues un paso dialéctico, esto es negativo de la
relación entre el amo y esclavo, que se da en el estadio del rival que es reconocido y que
hace preciso que la educación de la mujer sea puesta en dependencia de un modo novedoso,
en el que pasando a ser madre del marido, debe tenerlo bajo su cuidado. Así pues, el marido
pasa a ser el hijo. Y eso se manifiesta como un síntoma que retorna del estado de
naturaleza.
Así pues, explicando este rol relegado de la mujer, Lacan usa el anterior argumento para
explicar el sentido que se encuentra en el mito de Anfitrión, en donde la expresión yoica
que aparece desde la comedia griega con Plauto aporta un tercer elemento fundamental en
la experiencia de la subjetividad, que se encuentra en la relación trinitaria con un dios.
Si bien en los mitos griegos no se encuentra una manifestación yoica, existen sin embargo
un lugar donde aparece que es la comedia, no como muestra de lo jocoso, sino como
aparición del Yo. En la obra Sesio, el esclavo de Anfitrión se encuentra expuesto a la
necesidad del encuentro con un Yo, que es más bien la obra maligna de un dios. En este
mito se muestra lo que separa la mismidad del no-yo y del otro.
Este Yo aparece de forma ajena ante el propio yo, y es en la separación de este en el que
cobra realidad. El yo se manifiesta en un aparente rechazo, en la noche cuándo se hace la
pregunta de quién es el Yo, el otro Yo. Este encuentro no se da en primera instancia como
un choque, sino que es más bien la imagen retorcida de un espejimaginario, el yo que
puede ser amo o esclavo según como le venga en gana. Sin embargo, para Lacan el
verdadero Sosia es el Anfitrión, el amo que no es amo de nada, que se encuentra bajo el
asedio de un dios que se infiltra en la cama de su mujer.

También podría gustarte