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PSICOTERAPIA HUMANISTA:
UNA PROPUESTA DE TRABAJO PARA LA PRIMERA Y SEGUNDA SESIONES
El desarrollo de una buena alianza o vínculo terapéutico es crucial desde el comienzo del proceso
terapéutico. Es importante entonces en la primera sesión ser y mostrarse cálido e interesado en el
cliente, procurar comprender empáticamente lo que le ocurre y generar una atmósfera de naturalidad y
apertura en el contacto. Es importante ser sensible y responsivo a su problemática, estado emocional,
señas corporales, tono de voz, nivel de vulnerabilidad o defensividad, forma de expresarse y de
establecer el contacto con el terapeuta, de modo de sintonizar con el cliente y adecuar el contacto a las
necesidades y estilo de éste, respetando también sus límites y evitando ser invasivo o amenazante, pero
manteniendo una actitud de calidez, interés y apertura.
Es importante en la primera (y segunda) sesión preguntar y obtener información sobre datos relevantes
del cliente. Esto se podrá hacer - según las circunstancias o preferencia del terapeuta - al comienzo de la
sesión, en los minutos finales o durante el transcurso de la sesión. Aquellos datos que no se obtengan en
la primera sesión se preguntarán en la segunda.
• Nombre completo:
• Edad (o Fecha de Nacimiento):
• Ocupación (Escolaridad):
• Estado Civil:
• Composición familiar: con quién vive, nº de personas del núcleo, nº de hijos, situación de pareja, etc.
• Nivel Socioeconómico: quién es el jefe de hogar, ingreso o presupuesto familiar
• Enfermedades:
• Ingestión de Medicamentos:
• Tratamientos psiquiátricos o psicológiocs anteriores:
• Datos relevantes de la historia de vida:
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Es necesario tener presente 3 dimensiones sobre las que indagar: a) los hechos y circunstancias externas
(del presente e históricos); b) el mundo de significados personales (juicios, interpretaciones, creencias,
expectativas, narrativas, etc.) en relación a los hechos y circunstancias; y c) las emociones, estados de
ánimo y sensaciones corporales experimentados por el cliente (tanto los propios del problema en
cuestión, como los que experimenta en la sesión al momento de contarlos).
Se sugiere que se usen preguntas abiertas, de modo de permitir que el cliente sea lo más informativo y
descriptivo posible. (¿Qué le pasa? Cómo? Dónde? Cuándo? Desde cuándo? Con Quién?). La idea es
desplegar la experiencia del cliente respecto del motivo de consulta, hacer distinciones y precisiones
relevantes en la misma, de modo de precisar lo más posible su queja o problemática.
Es conveniente preguntar por antecedentes relevantes en la historia de vida que estén relacionados con
el motivo de consulta, a través de preguntas referidas al pasado. También es importante preguntar por
las soluciones ensayadas y posibles situaciones en las cuales el cliente ha superado dificultades similares
al motivo de consulta actual.
Es importante, después de explorar el motivo de consulta, clarificar las expectativas del cliente, es decir
saber qué es lo que el cliente quiere y espera del tratamiento (¿qué quiere específicamente cambiar,
resolver o superar?). Esto implica transformar los motivos de consulta en focos y metas de tratamiento.
De esta manera, es recomendable que hacia el final de la primera sesión, terapeuta y cliente sean
capaces de co-definir y acordar el o los focos (temas) y las metas del tratamiento. Con frecuencia puede
ocurrir que en la 1ª sesión no sea posible hacerlo del todo, entonces se dedicará parte de la segunda
sesión a este propósito.
El terapeuta participará como acompañante activo en la clarificación y definición de los focos y metas, y
podrá hacerle sugerencias concretas en la medida que resulten acordes a los motivos de consuta.
Cuando las expectativas son irreales es necesario transformarlas en metas realistas y susceptibles de ser
trabajadas en terapia. Y también que sean susceptibles de evaluar.
Clarificar focos y metas es un aspecto muy importante, ya que generan motivación, compromiso y
expectativas de cambio por parte del cliente, y permiten establecer un norte y marco compartido de
trabajo y colaboración entre cliente y terapeuta.
En el cierre de la primera sesión es conveniente testear la vivencia del cliente respecto de la sesión, cómo
se sintió, si está de acuerdo o no con el foco y metas, si cree que la terapia le puede servir, su nivel de
motivación, etc. Además es importante explicitar y acordar los elementos del encuadre, tales como
tiempos, horarios, aranceles, avisos de inasistencia y elementos propios del tratamiento (que el cliente
requiera saber de antemano).
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De modo complementario a los anteriores aspectos, se considerará también como parte del objetivo de
las primeras sesiones la progresiva comprensión fenomenológica del funcionamiento global de la
personalidad del cliente, así como la formulación de una hipótesis diagnóstica.
Una posibilidad es la formulación de una especie de “mapa descriptivo” del cliente, que puede tener en
consideración los siguientes factores o algunos de ellos. Esta información se irá recopilando y
completando a medida que avance el proceso de terapia.
La descripción anterior más la comprensión del motivo de consulta permitirán la formulación de una hipótesis
diagnóstica de tipo fenomenológico- comprensivo (ejemplo: impulsividad y descontrol de la rabia en situaciones
interpersonales, relacionado con un fuerte resentimiento hacia el padre, por una historia de abandono paterno
unida a experiencias de agresión y maltrato en la infancia). Por último - y dado que es un lenguaje diagnóstico
consensual entre los profesionales e instituciones de salud mental – se formulará una hipótesis diagnóstica con
los criterios del DSM IV y/o CIE 10.