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EL PRIMER CONTACTO

Objetivos:

Acordar cita (día, horo, lugar).

- Pedir información preliminar acerca del consultante (Nombre, teléfono)

- Definir quién es el paciente (quiénes asister, considerar

quiénes acompañarán a niños y adolescentes) Entregar información básica acerca del marco
de tratamiento (duración de la entrevista, valor de la consulta, dirección e indicaciones como
llegar).

Evitar:

Hacer intervenciones via telefónica.

Dilatar conversación escuchando demasiados detalles

acerca del problema (aun cuando en ocasiones puede ser

bueno tener una idea general)

Es Importante:

Mantener un tono respetuoso y acogedor de las dudas del

paciente.

Mantener actitud neutra pero empática.

LA ENTREVISTA.

La entrevista es la primera fuente de información usada para determinar el diagnóstico y diseño


terapéutico. Para efectuar una buena entrevista se requiere establecer un "encuadre

terapéutico":

-Espacio: El ideal es que cada entrevista sea hecha en el mismo lugar, en una atmósfera cálida
e íntima, en que la persona se sienta segura. Es importante considerar la disposición de las
sillas, distancia entre ellas, uso (o no) de escritorio, el ruido ambiental, etc.

-Tiempo: fijar un tiempo de atención que permita organizar el horario

para cada paciente y el espacio entre cada persona.

- Condiciones de atención: cobro, rol asignado al consultante, rol asignado


al terapeuta, etc.

Etapas de una Primera Entrevista:

• Etapa Social: en esta fase, se saluda y acoge al consultante, procurando que se ponga
cómodo.

Exposición del tipo de terapia que desarrollaremos.

Etapa de Planteo de Problema: se desarrolla el motivo de consulta y sus antecedentes.

Etapa de Fijación de Meta: se busca especificar los cambios que el consultante desea hacer.

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• Conclusión de la Entrevista: devolución de información y cierre de

la entrevista.

Objetivos de la Primera entrevista:

• Establecer un vínculo con el consultante, que le permita a éste dar

información, y al terapeuta, "acomodarse" a la forma de ser y de

informar de la persona.

• Determinar un Motivo de Consulta en conjunto con el consultante,

que sea específico y observable: que permita una evaluación

posterior.

• Reconocer el mapa emocional de la persona.

• Conocer las expectativas que tiene la persona acerca del tratamiento

que se iniciará.

• Hacer un "Contrato Terapéutico": El terapeuta define las condiciones bajo las cuales es
posible realizar la terapia y garantiza confidencialidad. El terapeuta y el consultante asumen
roles específicos en la terapia que son parte del encuadre también. Se definen, por lo tanto, el
formato de la terapia, la frecuencia de las sesiones, la duración de cada sesión de terapia,
honorarios, tipo de terapia a efectuar, rol que cumple el paciente en el tratamiento, etc. Los
elementos de este encuadre que requieran explicitarse pueden ser planteados al comienzo o al
final de la sesión.

Es importante considerar con quién se trabajará:


Niños: Se trabaja con el niño en forma individual y junto a sus padres. Es necesario que un
adulto sea responsable por el tratamiento del menor y nos entregue información.

Adolescentes. Es común que asistan junto al adulto en la primera entrevista. Es necesario


entrevistar al adulto en presencia del adolescente para establecer el contrato de trabajo,
observar la relación con el adolescente y recoger sus opiniones acerca de él. Luego se trabaja
con el adolescente y se le asegura la privacidad de la información (excepto en casos
extremos).

Adultos. Generalmente se trabaja sólo con la persona que consulta. Debe cuidarse el contexto,
impidiendo que otras personas interfieran en el proceso individual. Pacientes psicóticos, con
agorafobia, epilepsia, etc. pueden ser acompañados por alguien. En psicosis es necesario
entrevistar a alguien que de información fidedigna y se haga cargo del tratamiento del paciente.
En personas con riesgo suicida, es necesario contactarse inmediatamente con algún familiar
que se haga responsable del cuidado del paciente.

Es importante recordar que la premisa fundamental en este proceso es no perder de vista lo


esencial, que es la persona en sí y no su enfermedad. Más que la búsqueda de un diagnóstico,
se busca la comprensión empática del otro.

Historia Clínica: Todos los antecedentes obtenidos se organizan en una historia clínica, con el
fin de llevar el seguimiento del caso, evolución y control de objetivos; esto facilita el trabajo del
terapeuta.

Una historia clínica debe consignar los siguientes temas:.......

DIAGNÓSTICO,

El diagnóstico es un proceso por el cual se busca comprender la problemática de quien


consulta. Sobre la base de la información obtenida, se formulan hipótesis acerca de lo que le
está ocurriendo a la persona, las cuales se confirman o desconfirman constantemente en la
conversación con el consultante.

En la terapia floral, el proceso diagnóstico y el proceso terapéutico es

constante. Para efectuar un buen diagnóstico se requiere:

• Formación teórica y técnica.

• Habilidades clínicas para preguntar, para guiar la sesión, para identificar y utilizar el lenguaje
verbal y no verbal.

Trabajo Personal del Terapeuta: necesario para conocer sus emociones, distinguiendo así las
propias de las del consultante. Permite también adoptar una postura de humildad,
reconociendo que el consultante es experto acerca de sí mismo, el terapeuta sólo posee más
información respecto de algo. El poder de sanación reside en el consultante.
Ética. Que nos permita conocer nuestras responsabilidades, limitaciones, etc.

• Un espacio físico adecuado.

Desde el punto de vista de la clínica floral, existen 4 temas a investigar durante

la entrevista:

1. Situación Actual: se relaciona con el Motivo de Consulta que trae el paciente, incluyendo
tanto la queja inicial, como los temas de fondo en que la persona desea observar cambios.

2. Personalidad o Mapa Emocional: se pesquisa a través de la conversación, se debe poner


atención al tipo de relaciones con su entorno, reacciones características ante los hechos de su
vida, rasgos y emociones predominantes, etc.

3. Grado de conciencia: implica básicamente la capacidad de darse cuenta de los factores


relacionados con su sufrimiento y del sentido o la lección implícita en él.

4. Grado de compromiso: esto incluye también, el grado de profundidad de los cambios que la
persona desea realizar.

Es importante recordar que el terapeuta no está aplicando un método de interrogación, sino


que está continuamente adaptando su comprensión a la de otra persona. De este modo, el
terapeuta está siempre en proceso de comprensión. Por lo

tanto, la tarea del terapeuta no es analizar, ni interpretar, sino comprender, desde la perspectiva
de la experiencia vital del consultante. Se debe tomar atención igualmente de aquellos
elementos que interfieren con el proceso comprensivo.⁴

Se sostiene también que el compromiso del cliente en el proceso de la terapia tiene más
importancia en los resultados, que los rasgos preexistentes en el cliente.

Algunos factores dependientes del terapeuta son:

a) Generar un clima de confianza y seguridad.

b) Empatia

c) Respeto.

d) Autenticidad (congruencia).

e) Validación.

f) Disposición a responder.

g) Escuchar atento.
h) Poseer amplitud de criterio.

i) Actitud positiva, interesada, cálida.

Destacaremos algunas de estas características:

• Empatía: Ponerse en el lugar del otro, sentir como el otro manteniendo cierta "objetividad". Es
la capacidad de comprender al otro en su significado y problemática. Se comprende el mundo
interno del paciente "como si" fuera propio, pero sin perder nunca el carácter de ser algo
distinto a lo propio, algo que le pertenece al

otro. La empatía sólo sirve terapéuticamente si produce resonancia emocional en el terapeuta,


pero manteniendo su identidad. Además el consultante debe percibir la empatía, por lo que el
terapeuta

debe ser capaz de comunicar fragmentos de la vida interna del otro, que hagan sentir al
paciente que es comprendido y apoyado. El desafío radica en que las características de
personalidad de algunos consultantes o del terapeuta que disminuyen la capacidad empática
de éste.

• Interés positivo: El terapeuta es capaz de tener una actitud en la que considera que el otro es

de las condiciones adecuadas (se presume una naturaleza "buena").


Implica crear una atmósfera de confianza,

valioso sólo por existir y que el desarrollo de sus potencialidades se dará siempre, en presencia
Calidez, ser acogedor:

que permita a la persona que consulta sentirse cómodo, seguro y

protegido.

• Poseer amplitud de criterio: Se requiere apertura, tolerancia y desarrollo personal por parte
del terapeuta, para abordar

situaciones muy diversas.

• Congruencia: Se refiere a las cualidades de sinceridad, transparencia y autenticidad personal.


Éstas son cualidades fundamentales en el terapeuta, sin las cuales no es posible una
comprensión empática. Implica ser lo que se es, que no exista discrepancia entre lo que se
dice, hace o siente y, en este sentido, ser transparente. Para lograr esto se requiere que el
terapeuta tenga acceso a sus propios problemas, procesos característicos y sentimientos.
Implica darse cuenta qué pasa con uno, saber por qué pasó y comunicarlo adecuadamente. Tal
como señala Rogers: "La terapia es una relación que reta al

terapeuta a ser tan sensible como sea capaz, la persona que es en

PROPUESTA TERAPÉUTICA DE EDWARD BACH.

Edward Bach propone un enfoque terapéutico holístico y clínico. Holístico, por


haber sido diseñado a partir de una concepción integral del hombre y de su relación con el
universo; y clínico, porque nos brinda una forma de trabajo para enfrentar la indicación floral. El
sistema de Flores de Bach es concebido como una herramienta que debe

enmarcarse dentro de un proceso terapéutico, cuyo objetivo será ayudar a las personas en el
proceso de esclarecer las causas reales de su enfermedad. Así, la terapia floral presenta como
objetivos básicos el ayudar al consultante a conocerse a sí mismo y administrar esencias
florales que colaboren en tal proceso, fortaleciendo el cuerpo físico, tranquilizando la mente y
ampliando su visión. Esto permite establecer una diferencia entre dar flores y ser un terapeuta
floral, ya que junto con ayudar al consultante en su trabajo de autoconocimiento, el terapeuta
debe asistirlo para que la persona consiga erradicar el defecto que provoca el conflicto.

Bach concibe la enfermedad como el resultado de pensamientos y acciones erróneas, que


cesa cuando actos y pensamientos son puestos en orden. "Una vez aprendida la lección del
dolor, el sufrimiento y la desgracia, su presencia carece de propósito y entonces desaparece
automáticamente" (Bach, Obras Completas). Por tanto, el procedimiento terapéutico deberá
estar centrado, según Bach, en fortalecer la virtud que subyace al defecto que creó la dolencia,
y no en luchar contra éste, ya que como Bach afirma, mantener la atención centrada en el
defecto sólo aumentará su poder. La virtud arrastra hacia afuera la imperfección.

De lo anterior, se deduce entonces, que para seguir la propuesta terapéutica hecha por Edward
Bach, el terapeuta debe trabajar consigo mismo, aspirando a ser
una persona íntegra, de modo de poder acompañar y guiar a otras personas para que puedan
vivir su propio proceso.

Al respecto, Anne Meurois-Givaudan (Lecturas de Auras y Cuidados Esenios) aporta su punto


de vista: “La calidad de la curación va a depender de nuestra calidad de ser en el momento de
nuestra acción, de tal modo que no se puede improvisar nada sobre la marcha si no se ha
trabajado antes en uno mismo y limpiado sus propias suciedades".

Y continúa respecto a nuestro ego: "A menudo y de forma un tanto sutil, se desliza en nosotros
el deseo de curar y esta idea a menudo se convierte en la piedra con la que nos tropezamos en
nuestro camino. Todos deseamos que la persona que acude a nosotros se cure, y que además
seamos "nosotros" quienes la curemos, y de ser posible le aportemos la tranquilidad que ha
venido a buscar en "nosotros". Todo esto parece de una lógica aplastante y sin embargo (...) un
ser que sufre, no sufre por casualidad. Va aprendiendo por medio de la superación de las
pruebas que se le presentan y va creciendo por ello (...) un accidente o una enfermedad no son
más que señales que se emiten para que sepamos que una parte de nosotros no está de
acuerdo con la otra (...) el terapeuta puede ofrecernos la posibilidad de poder contemplar desde
lejos el nudo del "problema" que nos asola y brindarnos los ladrillos y cimientos necesarios para
nuestra reconstrucción. Pero, lo que nunca podrá hacer el terapeuta, será reconstruirnos en
nuestro lugar y recorrer nuestro camino, ya que somos nosotros los únicos que podemos
hacerlo".

"Para el terapeuta, el deseo de curar se encuentra a menudo íntimamente ligado al hecho de


querer ser indispensable. El saber que una persona no puede salir del atolladero en el que se
encuentra sin nuestra ayuda, o más bien que somos nosotros, los terapeutas, quienes la vamos
a sacar de allí, supone una cuestión de orgullo. (...) Debemos saber a ciencia cierta qué es lo
que somos en el interior de

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